El mito orureño cuenta que la deidad maligna Huari envió cuatro plagas -una serpiente, un sapo, hormigas y un lagarto- para someter al pueblo uru que habitaba la zona de Oruro. Cuando el ataque era inminente, apareció una Ñusta que derrotó a los monstruos con su espada, petrificando a la serpiente y convirtiendo al sapo y lagarto en cerros, y a las hormigas en arena. Con la llegada de los españoles, la imagen de la Ñusta se fusion
El mito orureño cuenta que la deidad maligna Huari envió cuatro plagas -una serpiente, un sapo, hormigas y un lagarto- para someter al pueblo uru que habitaba la zona de Oruro. Cuando el ataque era inminente, apareció una Ñusta que derrotó a los monstruos con su espada, petrificando a la serpiente y convirtiendo al sapo y lagarto en cerros, y a las hormigas en arena. Con la llegada de los españoles, la imagen de la Ñusta se fusion
El mito orureño cuenta que la deidad maligna Huari envió cuatro plagas -una serpiente, un sapo, hormigas y un lagarto- para someter al pueblo uru que habitaba la zona de Oruro. Cuando el ataque era inminente, apareció una Ñusta que derrotó a los monstruos con su espada, petrificando a la serpiente y convirtiendo al sapo y lagarto en cerros, y a las hormigas en arena. Con la llegada de los españoles, la imagen de la Ñusta se fusion
El origen del mito de las cuatro plagas se remonta a tiempos precolombinos,
pero está presente aún en el imaginario de los orureños como elemento constitutivo de su identidad. Cuenta la leyenda que en tiempos inmemoriales la maligna deidad Huari, en su intento por someter al pueblo uru, les envió cuatro plagas: una gigantesca serpiente amenazaba desde el sur; un sapo enorme llegaba desde el norte; hormigas hambrientas venían desde el este y un monstruoso lagarto se aproximaba desde el oeste. Estos animales cercaban lo que hoy es la ciudad de Oruro, territorio antes ocupado por los urus. Cuando el ataque era inminente, repentinamente apareció en el cielo una Ñusta en ayuda de los urus. La imagen femenina -cuenta la leyenda- derrotó con su espada a los monstruos. Cortó a la víbora en tres pedazos y la petrificó. Hasta nuestros días, una serranía en la zona de Cala Cala asemeja la imagen de una serpiente dividida. La Ñusta también habría abatido con su arma al enorme sapo y al lagarto que, al impulso de su espada, se convirtieron en cerros que aún los orureños reconocen en su ciudad. Las hormigas, una verdadera plaga, habrían sucumbido convirtiéndose en arena y formando el arenal que está en la zona este de la ciudad de Pagador. Con la llegada de la Colonia española, la imagen de la Ñusta se fusionó con la de la Virgen de la Candelaria. Con los años, este ícono protector femenino se encarnó en la Virgen del Socavón, patrona de los mineros, que mueve a miles de personas en baile de peregrinación cada Carnaval.