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Instituto Politécnico de Tomar – Universidade de Trás-os-Montes e Alto Douro

(Departamento de Geologia da UTAD – Departamento de Território, Arqueologia e Património do IPT)

Master Erasmus Mundus em


QUATERNARIO E PRÉ-HISTÓRIA

Dissertação final:

MATRICES DE ORFEBRERIA
MUISCA.
ANOTACIONES EN TORNO AL ARTE Y LA TÉCNICA

CARLOS AUGUSTO RORÍGUEZ MARTÍNEZ

Orientadores: Dr. Luiz Oosterbeek

Júri:

Ano académico 2009/2010


Para ver una cosa hay que comprenderla. El sillón presupone el
cuerpo humano, sus articulaciones y partes; las tijeras, el acto de
cortar. ¿Qué decir de una lámpara o de un vehículo? El salvaje no
puede percibir la biblia del misionero; el pasajero no ve el mismo
cordaje que los hombres de a bordo. Si viéramos realmente el
universo, tal vez lo entenderíamos.

Jorge Luis Borges, «There are more things» en El libro de


Arena. Alianza Editorial, S.A., Madrid, 1986.

Non esiste una foresta in quanto ambiente oggetivamente


determinato: esiste una foresta-per-la-guardia-forestale, una
foresta-peril-cacciatore, una foresta-per-il-botanico, una foresta-
per-il-viandante, una foresta-per-l´amico-della-natura, una foresta-
per-il-legnaiolo e, infine una foresta di favola in cui si perde
Cappuccetto Rosso.

Giorgio Agambem L´Aperto. L´uomo e l´animale. Editorial


Bollati Boringhieri. 2007.

I
AGRADECIMIENTOS

El presente trabajo, no es el resultado de un esfuerzo único y particular; muchas personas e


Instituciones de diferentes modos y formas han contribuido, y con todas ellas estoy en deuda.

En Colombia y particularmente en Bogotá a Jenny Marcela Rodríguez Rojas recogió y digitalizó


mucho del material bibliográfico que se revisó, de igual manera, ella y Eduardo Gómez revisaron
y dieron importantes sugerencias en cada uno de los capítulos que se iban trabajando. Juan
Carlos Barbero fue quien se encargó de tomar las fotografías de las matrices de orfebrería de
la Colección del Museo Nacional de Colombia y Germán Carvajal tradujo valiosos y necesarios
documentos.

En grupo GIPRI Guillermo Muñoz (director) y Judith Trujillo (Investigadora) leyeron los
capítulos e hicieron sugerencias y correcciones que permitieron dar unidad al trabajo. Oscar
Hernández (investigador) realizó los trámites necesarios para acceder a la matriz que fue
utilizada para realizar los análisis de laboratorio. El grupo GIPRI Colombia (Grupo de
investigación del Arte rupestre Indígena) permitió el uso del Modelo Metodológico de Registro,
el cual fue parte fundamental del presente trabajo.

Al Instituto Colombiano de Antropología e Historia y el Museo Nacional de Colombia


permitieron y autorizaron la consulta y fotografía de la colección de matrices de orfebrería
que se encuentra depositada en ese museo. Sin esos materiales la presente tesis no se hubiera
podido realizar.

En la Universidade de Trás-os-Montes e Alto Douro (UTAD), el doctor Pedro Bandeira Tavarez


y la doctora Lisete Fernandes de la Unidade de Microscopia Electrónica (UME), y los doctores
João Baptista y Rui Teixeira, junto con los técnicos Tito Acevedo y Mauricio Lourenço del
Laboratorio de Geología. Todos ellos permitieron tener una productiva temporada de trabajo
en los laboratorios, y los doctores João Baptista y Rui Teixeira identificaron el material y
corrigieron el capítulo correspondiente a los laboratorios.

II
Por su parte, Hugo Gomes ha estado atento en todo momento y sus comentarios han sido muy
valiosos. De igual forma, Davide Delfino con quien conversamos innumerables veces del
tema de la tesis y sus implicaciones. Él siempre realizó comentarios y apuntes precisos y
lucidos.

Al doctor Luiz Oosterbeeck quien ha orientado y dirigido el presente trabajo, él estuvo pendiente
en cada uno de sus procesos, ha sugerido variaciones y acentos que han sido importantes.

A toda mi familia que me ha apoyado de forma continua, Alfonso Rodríguez, María Griselda
Martínez, José Gustavo Rodríguez, Sandra Granados, Camilo Ernesto Rodríguez. Todos ellos,
como mis entrañables, caros y continuos lazos de amistad en Colombia han cumplido un
papel de primer orden en todo este tiempo y trabajo.

No sobra advertir que los errores del presente trabajo son mi entera responsabilidad.

III
MATRICES DE ORFEBRERIA MUISCA.

Anotaciones en torno al arte y la técnica.

El presente trabajo estudia la colección de matrices de orfebrería Muiscas depositadas en el


Museo Nacional de Colombia (14 en total) y una matriz de la misma cultura, perteneciente a
una colección particular. El estudio de estos materiales arqueológicos se encuentra limitado
por la carencia de contextos arqueológicos; estas piezas son el resultado de excavaciones
ilegales, encuentros fortuitos o recolecciones superficiales.

La preocupación central de las investigaciones sobre la metalurgia Muisca ha recaído sobre


las piezas orfebres y no sobre los originales líticos. Sin embargo, es importante entender que
el estudio del total de los procesos de la producción de las piezas orfebres es esencial; las
investigaciones en este campo podrían explicar parte del significado y función de la metalurgia,
la técnica y el arte en el mundo Muisca.

Así, los datos de la etno-historia, antropología, arqueología, lingüística, como de los análisis
de laboratorios permiten tener una idea más clara del mundo Muisca y de la función de los
materiales orfebres. El estudio de las matrices de orfebrería, es un capítulo importante en el
conjunto de los estudios sobre los muiscas, por ello, se realizó una labor cuidadosa de registro,
para tal fin, se uso como base el Modelo Metodológico diseñado por GIPRI (Grupo de
Investigación del Arte Rupestre Indígena).

De otro lado, es necesario reseñar que no se ha excavado ningún taller de orfebrería en el área
Muisca. Lo que impide tener conclusiones detalladas de los procesos productivos, formas de
elaboración y tipo de materiales usados. Lo que explica la importancia del estudio directo
sobre las matrices de orfebrería.

En las matrices no está únicamente presente la evidencia de un trabajo material. La


simplificación de las formas, la síntesis compleja de las mismas, la unidad de sentido en cada
una de las representaciones conducen al mundo estético y las implicaciones del mismo en la
cultura Muisca.

2
De igual modo, la explicación del proceso técnico debe adentrarse en las complejidades del
mundo productivo, en todos sus niveles y momentos. Las matrices se incrustan en un proceso
amplio; son un eslabón en la vida productiva de los grupos Muiscas. Lo que significa que allí
se reúnen diversos procesos, que van más allá de la simple fabricación de piezas orfebres.

Por ello, se espera en el inmediato futuro estudiar la totalidad de las colecciones, y desde allí
emprender un trabajo que permita encontrar conexiones con otras evidencias culturales y
estéticas de los Muiscas. Seguramente la decoración cerámica, los textiles y el arte rupestre
permitirán construir una idea más amplia y general del mundo estético y técnico de los antiguos
habitantes del altiplano de la Región Andina colombiana.

Palabras clave

Matrices, orfebrería, etno-historia, estética, arte, técnica, producción, Muisca.

3
MUISCA GOLD MATRICES.

Notes on art and technology.

This paper presents the results of a study of the collection of Muisca gold matricesd, kept at
the Museo Nacional de Colombia. Fourteen pieces are from the Museum and one sample
belongs to a private collection. The archaeological study of these materials is limited by the
lack of archaeological context. In fact, these pieces are the result of illegal excavations, chance
encounters or surface collections.

The main concern of the research on Muisca metallurgy was on the gold parts and not on the
original stone. However, it is relevant to understand the importance of the study of all processes
of production in gold work. Research in this field could explain part of the meaning and
function of metallurgy, technology and art of Muiscas.

Thus, the data from ethno-history, anthropology, archaeology, linguistics, and also laboratory
studies clarify more about the world of Muisca and the role of gold work. The study of gold
matrices is an important chapter in the study of that culture. Therefore for their registration,
careful work was carried out. For this purpose a data sheet designed by GIPRI (Grupo de
Investigación del Arte Rupestre Indígena) was used.

On the other hand, it is necessary to outline that no workshop of gold work has yet been
excavated in the Muisca area. This situation prevents any detailed conclusion on the production
processes, manufacture and raw materials. This shows the importance of a direct study of gold
matrices.

These pieces are not only evidence of working material. The simplification of forms, their
complex synthesis, the unity in meaning in each of the representations lead to the aesthetic
world and to its the implications in Muisca culture.

Similarly, the explanation of the technical process must be related to the complexities of the
world of production at all levels. The matrices are embedded in a larger process. They become

4
a link in the productive life of Muisca groups. This means that, beyond the mere manufacture
of parts in gold work a cluster of various processes is developed.

Therefore, it is expected that in a close future the whole of the collection can be investigated.
It could be a starting point of a study that relates this material to other archaeological remains
of the Muisca, cultural and aesthetic. It is certain that systematic studies about ceramic
decoration, weavings and rock art will enable to have a wider and general view of aesthetic
and technical world of the ancient inhabitants of the highlands of the Colombian Andean
Region.

Keywords

Matrices, gold work, ethno-history, aesthetics, art, technical, production, Muisca.

5
Índice
ÍNDICE

Epígrafes I

Agradecimientos II-III

Resumen 2

Abstract 4

Índice 6

Mapa general de Colombia 8

Mapa del territorio Chibcha a la llegada de los españoles 9

Introducción 10

Propuesta general y metodológica 19

Etnohistoria e historia 27

II 31

III 40

IV 51

Antecedentes históricos del estudio de las matices de orfebrería 58

Descripción General de las matrices de orfebrería.

Colección Museo Nacional de Colombia y colección Particular. 75

Fichas de descripción 77

Descripción, posibles usos y funcionalidad 219

II 225

III 231

Contextos arqueológicos 234

II 242

III 254

IV 267

Laboratorios 271
6
Índice

Fichas de microscopio electrónico 281

Fichas de microscopio binocular, lámina delgada 290

Fichas microscopio binocular 297

Fichas scaner profesional 300

Conclusiones 301

Bibliografía 311

Anexo 1 324

Anexo 2 329

7
Mapas tomados de. RODRÍGUEZ, Cuenca José Vicente. 1999. Los Chibchas: Pobladores
Antiguos de los Andes Orientales. Adaptaciones Bioculturales. Fundación de Investigacio-
nes Arqueológicas Nacionales, Banco de la República. Santafé de Bogotá, D. C
8
9
Introducción

INTRODUCCIÓN

La historia de las investigaciones sobre la vida material y espiritual de los pueblos que habitaron
el área arqueológica Muisca (altiplano central de Colombia), muestra que en diferentes etapas
y momentos se han estudiado las diversas evidencias arqueológicas con enfoques, conocimientos
e intereses distintos. En cada uno de estos momentos, se han construido diversas interpretaciones
que sobre todo han respondido más al interés político e ideológico del momento que ha dar
respuestas sobre la vida material y espiritual de esos grupos humanos precolombinos (Lleras
2005).

Sólo hasta mediados de la década del 60 del siglo XX se inician trabajos arqueológicos rigurosos
en el área Muisca (Broadbent 1965) y algunas de estas investigaciones muestran sus diferencias
con los trabajos precedentes. Los resultados obtenidos desde este período y su proyección en
las décadas sucesivas de investigación permiten tener una idea más clara de las diferentes etapas
de ocupación del territorio, y de la complejidad de esos procesos; tanto para el poblamiento
temprano de cazadores recolectores, como para los períodos agro-alfareros, que al parecer
culminan con la presencia de grupos complejos organizados en cacicazgos, cuya diversidad se
estudia actualmente. Los grupos Muiscas, imaginados inicialmente como homogéneos son ahora
considerados como etnias que guardaban ciertos límites de relación y diferencia, incluso
idiomáticas.

Las investigaciones en torno a la cerámica (Broadbent 1965, Cardale 1981, Botiva 1989,
Becerra 2001, Ome 2006), los sistemas de producción, distribución, consumos e intercambios
comerciales de productos (Langebaek 1987,1988, 1990, Rodríguez 1999, Herrera 2008); los
tejidos, las formas estéticas, la alta densidad de sitios de arte rupestre con pinturas y grabados
(Muñoz 1988, 1997-98, 2006), la decoración cerámica y de tejidos, como también, los trabajos
en torno a la orfebrería Muisca (Pérez 1954, Falchetti 1978, Plazas 1980, Londoño 1986,
Boada 1989, Langebaek 1986, Long 1989, Legast 2000, Lleras 2000, 2005, Pineda 2005),
son la evidencia de la presencia humana en diversos períodos, como también de los procesos
de configuración de su complejidad. Esta tesis se interesa expresamente en observar desde un

10
Introducción

conjunto de objetos (matrices de orfebrería) la dinámica social que se sintetiza allí y que podría
ayudar a diagnosticar los procesos de los grupos que habitaron el área arqueológica Muisca en
el período de la pre-conquista. Pero no sólo los trabajos arqueológicos han contribuido en el
estudio de estas culturas y en la reconstrucción de su mundo espiritual. También los estudios
rigurosos de las Crónicas de Indias coadyuvan en ello, pues dan noticia del enfrentamiento
entre los aborígenes y los conquistadores, de igual modo, hacen referencia a los cambios del
ordenamiento territorial de la etapa de la colonización española del territorio efectuado desde
el siglo XVI (1536) hasta el proceso de la independencia en el siglo XIX.

El presente trabajo es consciente de los alcances y limitaciones que tienen los estudios sobre el
mundo cultural Muisca, estos ya han sido advertidos por la síntesis elaborada por el arqueólogo
Roberto Lleras, como también, por los trabajos de Eduardo Londoño, respecto de las
dificultades de usar los documentos de las crónicas de indias para explicar determinados
contextos. Aun con estas limitaciones históricas resulta esencial formular preguntas desde una
perspectiva arqueológica. Algunos elementos permiten «ver» desde el análisis de las matrices
de orfebrería las relaciones existentes entre la técnica y el arte, esto es, los artefactos líticos que
sirvieron como base para la fabricación de las piezas orfebres y el mundo estético de los pueblos
precolombinos del altiplano. Para ello se hizo indispensable recurrir a todas las fuentes
documentales disponibles, en especial aquellas que se ocupan de preguntas arqueológicas
semejantes, dentro del contexto de la zona arqueológica de estudio.

En esta perspectiva, se han estudiado las piezas líticas decoradas pertenecientes al patrimonio
nacional ubicadas en la Colección del Museo Nacional de Colombia y una matriz de una colección
particular. La dificultad advertida por otros investigadores y presente en este trabajo de tesis,
hace referencia a que estas piezas no tienen contextos arqueológicos ya que son el resultado de
excavaciones ilegales (guaquearía), o de encuentros fortuitos y recolecciones superficiales. Sin
contextos es difícil asignar una temporalidad precisa, aunque tradicionalmente han sido incluidas
dentro de los objetos Muiscas. Como es obvio, no existen materiales asociados, los cuales
serían fundamentales para entender la ubicación de estos artefactos en los estratos y con ello,
determinar una información de carácter cronológico, que pueda ser comparada, o por lo menos,
análoga con zonas en donde se tienen todas las crono-estratigrafías. Adicional a este contexto
11
Introducción

problemático, se suman otros elementos adicionales, que hacen aún más difícil el trabajo de
organizar coherentemente los datos para determinar el lugar que estos artefactos tenían dentro
de la cultura, la sociedad y la técnica. Estas piezas arqueológicas en primer lugar no son muy
numerosas y en segundo término, el investigador contemporáneo no puede hacer uso de una
bibliografía amplia, la cual posibilite un complejo mundo de enfoques y matices, pues tal y
como lo expresa uno de los investigadores refiriéndose a las matrices: estas no han sido estudiadas
suficientemente (Long 1989), lo cual justifica la investigación aquí propuesta.

En general, los trabajos que se han ocupado de las matrices, lo han hecho desde el punto de
vista de la funcionalidad práctica de las mismas, y pocos se preguntan por la interpretación
posible de los grabados y de las representaciones elaboradas en esas piezas líticas. Tampoco
ha habido una dedicación particular por pensar y explicar el papel social que éstas cumplieron
en el mundo cultural de los grupos Muiscas, y mucho menos, se han realizado trabajos rigurosos
que pretendan articular una noción de la estética Muisca con todos y cada uno de los sistemas
de expresión presentes en cada una de los vestigios arqueológicos (cerámica, orfebrería, lítico,
arte rupestre, textiles). Lo anterior, encuentra un interesante contraste con la variedad y diversidad
de las investigaciones en torno a las piezas de oro y tumbaga, curiosidad, que muy seguramente
se inicio en el período de la Conquista en relación, tanto en su elaboración, como en las fuentes
de materia prima, que fueron buscadas febrilmente por los conquistadores.

Lo cierto es que se ha olvidado reflexionar con igual profundidad sobre las matrices de orfebrería.
Es claro que la preocupación central de los investigadores se ha dirigido al estudio de las piezas
metalúrgicas y orfebres y no sobre los originales líticos (Pérez 1954, Plazas 1980, Long 1989,
Legast 2000, Pineda 2005). Sin embargo, el estudio de los procesos que acompañaron y
dirigieron la producción de las piezas orfebres (procesos y moldes, cera perdida y crisoles de
fundición) son esenciales y proporcionarían información valiosa, que en su conjunto, podrían
explicar mucho del significado y función de la metalurgia en el mundo Muisca.

El presente trabajo estudia expresamente algunas de esas matrices de orfebrería y pretende


reconstruir sus diversos contextos, ante la pregunta central de su sentido y función cultural,
mediada por los análisis de la técnica y sus estructuras estéticas. Aspectos que si se pueden

12
Introducción

describir en los análisis rigurosos y sistematizados de las piezas. Para unificar las diversas
informaciones e investigaciones, se dividió este trabajo en varios capítulos, cada uno con unidad
y sentido. Los temas abordados se interesan en exponer algunos de los contextos donde estas
piezas líticas decoradas aparecen y las interpretaciones que de estas se fueron construyendo.

En el primer capítulo se hace una exposición de orden metodológico donde se plantean las
razones por las cuales se determinaron los temas incluidos, la importancia relativa y la contribución
de esta información en el camino investigativo.

El segundo capítulo se dedica expresamente a acopiar algunos de los materiales y trabajos de


los etno-historiadores, arqueólogos y antropólogos, que han usado como fuente principal de
sus investigaciones los documentos de Crónica de Indias, las Visitas (este es el nombre que la
administración colonial dio a los actos administrativos en las diversas regiones), los procesos
judiciales, entre otros, para recoger las principales ideas y nociones que se han elaborado
sobre el mundo Muisca. De forma clara, se advierte la importancia que tiene para el estudio de
los Muiscas las noticias que fueron consignadas en el período de la Conquista y la Colonia
(1536-1800). Bien lo han demostrado muchas investigaciones que parten de allí para sacar
importantes conclusiones y aclaraciones sobre las comunidades Muiscas. Los datos aportados
por esos trabajos permiten pensar, de forma parcial, el sentido que tenían los materiales orfebres
en los Muiscas. Este capitulo igualmente incluye la primera versión sobre la historia de las
interpretaciones de las matrices de orfebrería, desde el siglo XVIII hasta el XX. Al finalizar este
capítulo, se reseña con especial cuidado la historia intima del proceso que conduce al inicio de
las colecciones de piezas arqueológicas y de su influencia en los estudios antropológicos y
arqueológicos de Colombia. Estos aspectos resultan fundamentales en el momento de hacer un
ejercicio crítico sobre los trabajos anteriores y sus interpretaciones.

El tercer capítulo está dedicado a la descripción de las piezas estudiadas, es decir, al conjunto
de informaciones que se derivan de la observación y del estudio cuidadoso de las piezas líticas
decoradas (matrices de orfebrería). Para ello se ha utilizado la ficha elaborada por el grupo
GIPRI Colombia (Grupo de Investigación del Arte Rupestre Indígena). Cada ficha (compuesta
por varias hojas) es un conjunto de estructuras formales que en su unidad expresan las

13
Introducción

características y particularidades de las piezas líticas estudiadas y permite describir gráfica y


fotográficamente cada una de sus secciones y detalles formales, es decir, las peculiaridades de
las mismas. El uso del plano cartesiano, y de unidades de informaciones definidas y estandarizadas
facilita, desde el inicio del proceso de investigación, tener un material ordenado y clasificado.
Estos documentos tendrán en las próximas etapas de investigación una base de datos, con la
cual se pueda recuperar información con facilidad y proyecte aun más las respuestas que aquí
se pretenden construir sobre su sentido y función cultural. Como complemento a esta información
gráfica y fotográfica se incluye, en la parte final de cada una de las fichas por cara, bajo el titulo
de observaciones, aspectos concernientes a la composición de la pieza y algunas ideas de su
estructura, forma, relación con otras caras grabadas o con otras matrices y distribución de las
figuras grabadas; temas que desde otra perspectiva, colaboran en la ampliación documental del
objeto estudiado. Se trata de una versión que debe ser entendida como información adicional
que podrá ser contrastada con las tradicionales versiones e interpretaciones expuestas en las
investigaciones anteriores. La ficha usada en este proceso de recuperación y registro arqueológico
no debe entenderse únicamente como una estructura de descripción desarticulada e infinita,
sino como una unidad formal que organiza datos con coherencia y rigurosidad. Esta ficha ha
sido probada por años en las investigaciones de un objeto cultural igualmente complejo, es
decir, del arte rupestre colombiano y ha sido construida y transformada en diversas versiones
por el equipo de investigación de arte rupestre indígena GIPRI desde los comienzos mismos de
la investigación (1970) sobre el lenguaje y la estética precolombina. Esta estructura de unificación
de la información, se creó como un modelo metodológico para sintetizar la información y
determinar aspectos que no eran registrados en las versiones tradicionales. El uso de esta ficha
para el análisis de las piezas líticas sintetiza, en distintos niveles (gráficos, fotográficos y literarios),
información que es relevante frente a las preguntas que inician y acompañan el proceso de
estudio.

El capítulo cuarto trata sobre la arqueología Muisca, busca dar una idea general de los trabajos
adelantados en el altiplano cundiboyacense, área arqueológica Muisca, y en particular en relación
a las investigaciones sobre la orfebrería de esta zona. Ante la ausencia de contextos de una
buena parte de los materiales arqueológicos, que aquí se estudian, resulta fundamental para

14
Introducción

este trabajo recurrir provisionalmente a una cronología relativa de las matrices estudiadas, lo
cual significa aceptar algunas de las interpretaciones tradicionales, esto es inevitable. Con esta
aclaración es posible afirmar, al menos hasta el momento, que esas piezas estarían entre el 400
d.C. y la llegada de los conquistadores europeos al territorio. Los datos arqueológicos y los
estudios realizados por los investigadores asociados al Museo del Oro de Bogotá son realmente
importantes para pensar en los contextos posibles de las piezas. Es necesario reseñar que aún
no se ha localizado y excavado ningún taller de orfebrería en el área Muisca. El trabajo que se
pueda emprender en este sentido sería fundamental, ello permitiría tener ideas más claras y
conclusiones detalladas del proceso productivo, la vida social y el mundo material asociado a la
metalurgia de esas comunidades.

El quinto capítulo reseña los trabajos, procesos y conclusiones de los análisis de microscopia
electrónica y lámina delgada realizados en la UTAD (Universidad de Tras-Os-Montes e Alto
Duoro). Es necesario advertir que estos análisis inician un nuevo capítulo en la investigación
arqueométrica en los materiales líticos muiscas y en particular en el caso de las matrices de
orfebrería. Futuros trabajos en la misma línea serán necesarios, pues es claro que desde allí se
pueden hacer deducciones que permitirían pensar en los procesos productivos, mayor
información de las formas de elaboración de las estructuras formales, variaciones en las huellas
de trabajo, uso probable de diversas herramientas, variación en el tipo de materiales y los
estudios geológicos indispensables que permitan determinar con cierta precisión la procedencia
de los materiales. Esta formulación de aspectos y procesos, sin duda ayuda a establecer nuevas
determinaciones sobre el carácter y el espacio cultural en el cual se encuentran estos eventos
arqueológicos, cualidad que lleva al capítulo final o de conclusiones

En las conclusiones se recogen diversos elementos que fueron anunciados a lo largo del presente
trabajo. En especial se discuten las implicaciones en torno a la técnica y el arte, siempre desde
el material estudiado, esto es, las matrices de orfebrería Muisca. Se debe tener en cuenta que
como originales de algunas de las piezas orfebres, las matrices son las que inicialmente contienen
la forma y determinan los resultados. Por ello, no se trata de simples objetos utilitarios, ya que
fueron pensadas y elaboradas en un cierto espacio cultural cuyas connotaciones simbólicas son
inmediatamente visibles en sus características y peculiaridades formales. Desde el punto de
15
Introducción

vista del proceso técnico, se pueden determinar muchos aspectos y las descripciones serían
crecientes e interesantes. En sentido estricto, una matriz de orfebrería es un original que puede,
y efectivamente pudo permitir la elaboración de muchas copias.

La síntesis de las representaciones presentes en estos objetos es clara y evidente, con lo cual se
quiere decir que hay allí un determinado grado de desarrollo intelectual presente en estas
construcciones de lenguaje estético. No están allí «simbolizadas» copias del mundo circundante.
Los orfebres Muiscas con pocas líneas de grabado construyeron una forma que en su totalidad
no es divisible. La capacidad sintética es un elemento de vital importancia en las matrices de
orfebrería, ello demuestra una intencionalidad expresa y un proyecto claro a la hora de elaborar
cada parte y contenido de los grabados que se hicieron. En este sentido, se pude afirmar que
estas piezas reúnen las condiciones propias del arte (Raphael 1945, Adorno 1987, Heidegger
1996, Hegel 2006).

Para el caso específico de la técnica, hay un nivel que está directamente relacionado con la
utilidad de las matrices, entendidas como moldes para el trabajo metalúrgico; otro nivel tiene
que ver con los procesos necesarios para la elaboración de cada una de estas piezas, y en
tercer lugar, las relaciones sociales que implican.

El primer punto se ha discutido en el capitulo general de la descripción de las matrices, en el


presente trabajo. Allí se plantean los asuntos centrales del uso práctico de las matrices, y cómo
ellas fueron la base para la técnica de elaboración de las piezas orfebres por medio de «cera
perdida». Las investigaciones llevadas a cabo por el Museo del Oro en Colombia, como por
José Pérez de Barradas (1954, 1958 y 1966) y Syanley Long (1989) han demostrado
suficientemente el uso de estas piezas líticas. Un asunto importante a considerar en el caso de la
técnica por «cera perdida», tiene que ver con el complejo proceso de trabajo, que en sí mismo
incluye diversos momentos productivos; desde la obtención de la cera y la adecuada preparación
de la misma, con los consecuentes problemas de secado, flexibilidad y dureza. De otro lado, el
trabajo del oro y el cobre, pues muchas de las piezas finales eran aleaciones. Esto demuestra
sin duda un saber especializado sobre el manejo de estos dos materiales y la posibilidad de

16
Introducción

lograr la temperatura adecuada y necesaria para la aleación. En este sentido, el uso de las
matrices implica un trabajo expresamente dirigido al proceso metalúrgico.

También, la preparación del molde, más allá de la cera, tenía profundas y amplias implicaciones,
pues el uso de carbón para cubrir la cera, y la capa exterior en «pasta cerámica» (Barradas
1954, Long 1989), que incluyó la elaboración del embudo y respirador, muestran que no se
trataba de un trabajo simple. La combinación de todos estos momentos del proceso de
producción, son determinantes a la hora de pensar en la función práctica de las matrices de
orfebrería. Ellas, en sí mismas son sólo un momento de una extensa línea de producción, que
incluye la elaboración misma de la matriz. Debe tenerse en cuenta que la hechura de esos
artefactos implicó un trabajo que incluyó un utillaje amplio y claramente delimitado. En principio
se debió elaborar una selección adecuada de las materias primas que servirían como base para
la elaboración de esas piezas. En este sentido, el proceso técnico iniciaba con un conocimiento
expreso de los materiales que servirían de base para la elaboración de las piezas, lo que implicaba
saber cuáles serían las posibles herramientas que se podrían utilizar para hacer los grabados.
En ambos casos, se presentó no sólo un conocimiento sobre los materiales sino también sobre
los lugares adecuados para adquirirlos.

El estudio de las piezas permite inferir que primero se llevó a cabo un proceso de pulimiento de
la base rocosa y luego se hizo el grabado, que en distintos momentos permitió la elaboración de
las matrices. La combinación de dos técnicas de trabajo muestra la complejidad de estos
materiales arqueológicos. No sólo hay un conocimiento expreso de la elaboración de artefactos
pulidos, sino también y al tiempo del lascado, este último para elaborar los artefactos de punta
fina usados en el momento de grabar los motivos de las matices.

La dureza de los materiales y la necesidad de tener una profundidad adecuada del grabado
hace suponer que lo encargados de esta labor tenían un amplio conocimiento del medio y una
plena consciencia de lo que estaban elaborando. Se puede deducir que se trataba de un trabajo
especializado, por tanto de una clara evidencia de la división social del trabajo. Sin lugar a
dudas, la especialización de una actividad cualquiera que ella sea, implica la mencionada división
social de las actividades, y por ello mismo, la complejidad social implícita (Lukács 1971, Marx

17
Introducción

2005). En este sentido, la elaboración de las matrices, demuestra que hacen parte de un proceso
complejo y altamente estructurado.

Entonces, el estudio de las matrices de orfebrería no se pude quedar en la descripción y asociación


rápida a los artefactos metálicos. Debe interrogarse por la unidad y el sentido de las mismas,
esto es, por el contenido social, cultural y de lenguaje de las representaciones presentes en las
matrices. De igual modo, no basta con identificar la procedencia de las piezas, es necesario
adentrarse en los caminos que permitan identificar y reconstruir los distintos momentos de la
producción de estos materiales culturales, lo que implica pensar en contextos amplios y
seguramente muy variados, tanto a nivel espacial como temporal.

Con seguridad, los trabajos que se realicen en el inmediato futuro en este campo de estudio,
deberán tener en cuenta otros materiales culturales y otras evidencias arqueológicas. Allí se
deben incluir las decoraciones presentes en el material cerámico, los volantes de uso, los tejidos
y el arte rupestre. Sólo si se logra tener una visión de conjunto se podrán aproximar de manera
cierta la cultura Muisca en todos sus niveles y complejidades.

centimetros
6.5

18
Propuesta General y Metodológica

PROPUESTA GENERAL Y METODOLÓGICA.

La intimidad del proceso de


investigación arqueológica en
Colombia, con cada uno de los
momentos y énfasis en las distintas
áreas territoriales del país, permite
entender cómo y de qué manera se
han realizado acentos y han surgido
preocupaciones en torno a las
ocupaciones humanas prehispánicas,
a las diferencias culturas, materiales
4.5 centímetros

y espirituales, de los distintos grupos


y momentos de ocupación del
territorio.

Dentro de ese complejo proceso se pueden advertir los modos en que los materiales
arqueológicos han sido colectados y la forma en que estos se han interpretado. Por ello, cuando
se revisa con algún cuidado la historia de la arqueología en Colombia se pueden ver problemas
y temas que no han sido suficientemente estudiados y pensados. En muchos casos, se han
utilizado esquemas que poco tienen que ver con las evidencias materiales, y en otros, se han
realizado discursos en contravía de la evidencia concreta, pero también, es posible observar
como se han construido grandes sistemas con información parcial y problemática.

Esto último es particularmente evidente en la determinación de las llamadas áreas arqueológicas,


las cuales son el resultado de los mapas que se elaboraron a finales del siglo XIX. La fuente
fundamental para aquellas cartografías étnicas fue la lectura de buena parte de las Crónicas de
Indias. En este sentido, Reichel-Dolmatoff (1985) afirma que eso generó un equívoco bastante
fuerte y una generalización que poco tiene que ver con las investigaciones reales sobre los
territorios. Así, los arqueólogos de un determinado momento, asignaron acríticamente los
19
Propuesta General y Metodológica
materiales encontrados a un grupo humano particular, sin tener en cuenta los procesos íntimos
que se pudieron dar en cada una de las regiones.

Cuando se localizaba un material este era inmediatamente encuadrado dentro de unas


características ya establecidas y ello determinaba su interpretación. Fácilmente se hacia la
asociación con lo Muisca, Quimbaya o San Agustín, lo cierto es que eso permitió la elaboración
de grandes discursos que poco tenían que ver con la realidad concreta de los territorios y los
grupos humanos que en determinando momento habitaron allí. Así, era relativamente fácil
afirmar que una determinada pieza era Muisca, y que su significado correspondía a tales o
cuales características.

Lo cierto es que esas ideas han venido mutando, en tanto se han ampliado las investigaciones
y se ha entendido que existe una dinámica de ocupación mucho más amplia y compleja para el
territorio nacional.

Las investigaciones de Gonzalo Correal y Thomas van der Hammen (1977, 2001, 2003) en el
altiplano cundiboyacense muestran que la ocupación del mismo se remonta a los 12.000 años
B.P., de igual modo, los trabajos de Reichel-Dolmatoff (1997) en la parte norte del país
demuestran claramente que hay ocupaciones diferenciadas en distintas zonas, que cada una de
esas tiene características particulares, por eso, la determinación de «área arqueológica» se
queda corta para explicar los procesos acaecidos en dicha área. Hoy esas referencias se usan
con más cuidado y previsión, más asociadas a un territorio que a una caracterización cultural
y social.

Lo que no debe ser entendido como la vía para abandonar el estudio de los documentos
elaborados en los siglo XVI y XVII, ya que a pesar de los problemas que de por sí tienen esos
relatos, no se pueden dejar de lado; ellos poseen información valiosa que es importante tener
en cuenta a la hora de entender contextos y de explicar posibles vías de funcionalidad,
procedencia y configuración de orden social del material arqueológico. No es posible para la
arqueología colombiana abandonar tan valiosas fuentes de información; mucho más cuando
se estudian los materiales que correspondan a los grupos humanos que habitaban el territorio
en el siglo XV y XVI.
20
Propuesta General y Metodológica
Las diferentes referencias que elaboraron los cronistas, viajeros y visitadores, como los
documentos de las relaciones de impuestos y contabilidades, entre otros documentos, permiten
aproximar explicaciones que de otro modo serían completamente ajenas. Como es
comprensible, existe la dificultad que implica la limitación de pensamiento y vocabulario de
los europeos que invadieron los diversos territorios americanos, como también, la influencia
que cumplieron los tribunales de censura. Por otro lado, el que desde muy temprano los grupos
aborígenes hubieran sido desagregados y expulsados de los lugares tradicionales, como el que
se vieran obligados a desplazarse a nuevas zonas y territorios para trabajar en las minas y
haciendas hace que los datos consignados en aquellos documentos deban ser contrastados y
que se requiera de un ejercicio crítico a la hora de enfrentarlos y usarlos.

Lo cierto, es que hoy existe consciencia de las limitaciones y posibilidades de aquellas fuentes
documentales, y por eso, se debe tener prudencia al usar esos materiales, pero también, se
entiende perfectamente que esas fuentes no pueden ser simplemente rechazadas y abandonadas.

De otro lado, los avances realizados por María Stela Gonzáles de Pérez (1996) y otros
investigadores en el campo de la lingüística aborigen han permitido entender que existen
muchas variaciones idiomáticas en los diversos grupos de una misma área. Dichas variaciones
no se deben tomar como un simple cambio de acento, parecen responder a elementos mucho
más profundos y habrían sido determinados por componentes más allá de lo meramente formal.
De tal manera, que la seguridad con la que se asumía el «área Muisca» hoy se ve seriamente
cuestionada, ya que al menos para el siglo XVI y XVII esas diferencias se mantuvieron y, sin
duda, son la evidencia de formas distintas de objetividad y de relación social.

Los resultados de aquellas investigaciones son esenciales a la hora de dar cuenta de los
complejos niveles del lenguaje y de las elaboraciones espirituales de aquellos grupos humanos.
El que muchos de los doctrineros y sacerdotes se hayan ocupado de elaborar diccionarios y
confesionarios, como el que aquellos se preocuparan por las costumbres de los «indios», con
el fin de detectar los lugares de entierros, sitios de «pagamento» y «prácticas demoniacas»
permite hoy tener una fuente importante desde la etnohistoria, que como bien a demostrado
Carl Henrik Langebaek, (1986, 1987, 1988, 1990, 1995, 2003, 2005) se hace esencial a la
hora de enfrentar el camino explicativo del mundo material y espiritual de las diversas

21
Propuesta General y Metodológica
comunidades que habitaron el territorio al momento de la Conquista: Él afirma que «La
constante preocupación de los españoles por erradicar la idolatría hizo que consignaran en
crónicas y en documentos un buen acopio de información, el cual, unido a la arqueología y la
etnografía, nos sirve para reconstruir este aspecto de la cultura aborigen.» (Langebaek 1990)

Se debe tener en cuenta que la etnografía cumple también un papel en la posibilidad de explicar
las evidencias arqueológicas. No es de ninguna manera gratuito que Reichel-Dolmatoff en
Arqueología de Colombia un texto introductorio, (1985) se afirme que:

Las figurinas y un número de otros artefactos diminutos tales como banquitos, maracas
de barro cocido, discos decorados y recipientes minúsculos, probablemente se relacionan
con prácticas chamanísticas y constituyen así las primeras manifestaciones de una religión
formalizada. En Momil encontramos 1.700 fragmentos de figurinas antropomorfas, y es
ésa la primera vez que se halla un tal complejo en un contexto arqueológico total, pero
es bien posible que el uso de figurinas date de épocas muy anteriores. (…) Generalmente
éstas se encuentran mezcladas con la basura casera y se han lanzado muchas teorías
acerca de la posible función que estos objetos pudieran haber tenido. Algunos autores
las toman por meros juguetes, pero la mayoría se inclina a ver en ellos objetos
ceremoniales conectados con ritos de fertilidad. Ese puede ser el caso en ciertos contextos
culturales, pero en algunas sociedades colombianas a partir de Momil, se podría pensar
en una explicación alternativa, a saber, el uso de figurinas en ritos de curación. Con
alguna frecuencia estas pequeñas efigies humanas representan mujeres embarazadas, o
personas con impedimentos o anomalías físicas; hay jorobados, caras con ojos llorantes
o personas que se agarran la cabeza con ambas manos. Las enfermedades y malestares
físicos, en el sentido más amplio, incluyendo menstruación, gravidez, parto, dolores de
muela y de cabeza, dolor de estómago, mordeduras de culebras, etc., bien podrían haber
ofrecido las ocasiones recurrentes para ritos institucionalizados de crisis, en los cuales
cierto equipo de objetos materiales fuese puesto en uso prominente. Una vez que estos
objetos hubiesen llenado su función del momento, ellos fueron descartados en la basura,
manufacturándose nuevamente con ocasión de cada ritual. Entre los actuales Cuna y los
indios Emberá y Noanamá del Chocó, un conjunto de figuras talladas de madera forma

22
Propuesta General y Metodológica
parte esencial de casi todas las prácticas chamanísticas, que se relacionan con curaciones
o con la prevención de enfermedades. Una vez pasado el ritual, estas figuras pierden su
carácter mágico y se botan entre la basura de la casa. Si esta correlación arqueoetnográfica
tiene validez y si la hipótesis del uso de las figurinas del Formativo, en ritos curativos,
se acepta, entonces la gran cantidad de pequeños objetos «problemáticos» se volvería
más inteligible. Este conjunto identificado en Momil parece pues constituir una de las
primeras evidencias de prácticas chamanísticas entre los agricultores del Formativo.
Cabe añadir la siguiente observación: la serie de artefactos diminutos —banquitos, ollitas
y ciertos tubos muy finos hechos de cerámica— bien podrían relacionarse con el uso en
drogas alucinógenas. También es de notar que se hallaron varias pequeñas figuras de
personas totalmente demacradas, sentadas en cuclillas, representación característica de
un chamán esquelético con sus visiones alucinatorias. Reichel-Dolmatoff (1985).

Como es evidente en el texto transcrito, los resultados de la investigación etnográfica permiten


contrastar y pensar posibles contextos de uso y probables funciones de los objetos localizados
en los yacimientos arqueológicos. Y si bien, no se puede asegurar una continuidad y un igual
sentido, si por lo menos, es posible entender que no es tan simple y directo concluir algo sobre
los vestigios materiales. Esto es, que en todo objeto, por simple que parezca, hay muchas más
cosas comprometidas, y que ellas no se pueden entender con el simple registro «objetivo» de
los vestigios. Si bien ello es importante, no es suficiente, y esto es algo que está presente de
continuo en el territorio nacional, y se podría asegurar en casi toda América. En este sentido,
la arqueología en Colombia debe incorporar y tener en cuenta esos elementos, por lo menos
en los casos que lo sea posible.

El presente trabajo pretende discutir y reflexionar sobre las relaciones que hay entre técnica,
estética y arte desde las matrices de orfebrería del «área Muisca», y particularmente las
colecciones que reposan en el Museo Nacional de Colombia y la pieza de una colección
particular. Estos materiales, en la mayoría de los casos fueron adquiridos de colecciones privadas
o por excavaciones ilegales, de tal manera que aparecen sin contexto y procedencia, lo cual es
un limitante que debe ser tenido en cuenta.

23
Propuesta General y Metodológica
La pregunta que se quiere transitar tiene que ver expresamente con la relación existente entre
el mundo estético y la producción técnica en los «muiscas», y cómo esa relación se puede
advertir en las matrices de orfebrería. En sí mismas las matrices son el resultado de complejos
procesos de producción, que están íntimamente ligados a las formas y productos sociales y de
lenguaje, no se trata de elementos meramente utilitarios y prácticos. Se podría asegurar que lo
que está comprometido es el modo como los pueblos muiscas construyeron la objetividad,
esto es, las formas acabadas del lenguaje, los conceptos determinantes del sentido de lo real.
Las matrices como originales, son en este sentido, importantes y determinantes.

Sin embargo, el abordaje de esta temática es de por sí compleja, pues como ya lo advertía
Hegel en el prólogo de la Fenomenología del espíritu, «lo más fácil de todo es juzgar [es
decir, establecer las correspondientes distenciones] en aquello que se ofrece teniendo contenido
y carácter acabado [solidez y firmeza], algo más difícil es comprenderlo, es decir, penetrar en
ello, y lo más difícil de todo es lo que une ambas cosas, a saber: producir la exposición de eso
que se muestra como teniendo un contenido ya fijo.» (Hegel, 2006).

Lo primero que sorprende en la afirmación de Hegel es la exposición de los niveles y de la


dificultad que implica cada uno de ellos, en este sentido, lo más sencillo es la descripción, que
por rigurosa que sea, es simple, en tanto la cuantificación y medición, esto es, la distinción de
las diferencias es clara y evidente; el contenido se aparece como dado y sería suficiente
disgregarlo y registrarlo.

Luego de ello vendría el problema de la comprensión, en este sentido, la mera distinción de la


forma no es suficiente, lo que significa que la descripción no logra atrapar el objeto. Una
buena descripción es si se quiere un nivel muy básico, aunque sea absolutamente necesario e
indispensable. La comprensión implica ir más allá de la vía descriptiva, lo que significa dar
cuenta del objeto. Esto en palabras de Hegel tiene que ver con el penetrar en la cosa misma,
esto es, superar la forma y adentrarse en otros niveles de la cosa. Finalmente, él advierte
que lo más difícil de todo es la exposición, que implica juntar los dos niveles anteriores,
en donde la forma y el contenido se expresan como totalidad. Acá no basta con tener cada
cosa por separado, en este lugar, lo indispensable es el carácter de Necesidad, que en
últimas es lo que da contenido.
24
Propuesta General y Metodológica
Por ello, el presente trabajo parte de la cosa, las piezas tal y como se aparecen, y por eso se ve
obligado en su primera etapa a realizar una descripción juiciosa y rigurosa de las piezas, lo
que implica recurrir a uno de los niveles de las formulaciones cartesianas, en particular aquellas
que se detiene en la posibilidad de utilizar un sistema que permita tener la seguridad de la
claridad y la distinción. Así, el sistema de coordenadas cartesianas es esencial, por ello se hará
uso del Modelo metodológico de registro elaborado por GIRPI, pues ello permite tener un alto
nivel de definición de las formas y de la localización de cada una de ellas en un espacio ya
demarcado.

De este modo, se realizaran algunas aproximaciones a las huellas dejadas en la fabricación de


las matrices de orfebrería, pues cuando estas se observan con cuidado es posible advertir las
evidencias dejadas por el trabajo de quien elaboró la pieza. Dentro de ese mismo espacio
descriptivo deben entenderse los análisis de laboratorio, esto es, el trabajo que se realizo en la
UTAD, y que ha mostrado con mayor nivel de definición las huellas de trabajo dejadas en la
elaboración de las matrices. De igual modo, se ha iniciado el camino de la identificación de
los materiales y sus implicaciones.

De allí se ha partido en la búsqueda del contenido, que no sólo está presente en la forma ya
registrada y expuesta, sino también de otras fuentes, esto es, los trabajos que se han elaborado
desde distintas disciplinas sobre los Muiscas y sobre la funcionalidad de las piezas de oro en
aquellas comunidades. La búsqueda del contenido implica poder juzgar desde los materiales
existentes las posibles vías de interpretación. Este camino es sin duda farragoso e implica
tener en cuenta los diferentes niveles de la producción social del lenguaje y del mundo material,
esto es, las relaciones concretas que están a la base de las elaboraciones estéticas, técnicas y
artísticas de un determinando pueblo.

Lo importante en todos estos casos ha sido no caer en un esquematismo rígido y poco productivo,
la advertencia se hace en tanto el mayor riesgo está allí, ya que es muy fácil terminar haciendo
aseveraciones rápidas, ligeras y por eso mismo, poco sostenibles. Dentro de esto han sido
esenciales los elementos que provienen de la teoría estética, técnica y del arte. Es absolutamente
claro que no es posible hacer una aproximación al contenido sin teoría, ya que «(…) nadie
puede decirse prácticamente versado en una ciencia y a la vez despreciar la teoría, pues así
25
Propuesta General y Metodológica
mostraría simplemente que es un ignorante en su oficio, en cuanto cree poder avanzar más de
lo que le permitiría la teoría mediante ensayos y experiencias hechos a tientas, sin reunir
ciertos principios (que propiamente constituyen lo que se llama teoría) y sin haber pensado su
tarea como un todo (el cual, cuando se procede metódicamente, se llama sistema).» (Kant,
Teoría y Praxis, 1999).

Finalmente, como es obvio se presenta lo más difícil, la exposición de lo que antes aparece
como desagregado. En este lugar, se espera poder unir los niveles antes mencionados, con el
fin de explicar la forma y el contenido, en otras palabras, dar cuenta del sentido y función, de
manera aproximada, de las matrices de orfebrería muisca.

4.5 centímetros

26
Etnohistoria e historia

ETNOHISTORIA E HISTORIA

La constante preocupación de los españoles


por erradicar la idolatría hizo que
consignaran en crónicas y en documentos
un buen acopio de información, el cual,
unido a la arqueología y la etnografía, nos
sirve para reconstruir este aspecto de la
cultura aborigen.

Carl Henrik Langebaek. (1986)

El estudio de la América hispánica en particular el que está directamente relacionado con las
comunidades aborígenes se ha estructurado y guiado de muy distintas maneras. En cada uno
de los períodos se ha objetivado de forma diferente las comunidades nativas y por eso, se han
realizado énfasis en uno u otro elemento. Se puede asegurar que en la reconstrucción de la
historia aborigen del continente americano han intervenido diversos modos de ver y concebir
ese pasado histórico. Como es normal ello ha estado mediado por la construcción particular
de cada época, por los intereses de los que han investigado el pasado y por los límites de los
investigadores y de las disciplinas. En este proceso es fácil advertir distintos momentos y
elementos, que en uno u otro período se hacen indispensables y que determinan las conclusiones
y los resultados de las investigaciones. Lo cierto es que ese conjunto de interpretaciones ha
marcado -y sigue marcando- los modos en que los vestigios arqueológicos han sido entendidos
y explicados.

Lo cierto es que una cantidad amplia de trabajos sobre los Muiscas han girado en torno a los
documentos que reposan en el Archivo General de Indias de Sevilla y en el Archivo Histórico
Nacional de Colombia y en otros archivos locales, parroquiales o judiciales Dichos trabajos
no se reducen al ejercicio de historiadores y lingüistas, también, los arqueólogos se han visto
abocados a recurrir a esos documentos para procurar explicar los vestigios materiales que se
27
Etnohistoria e historia

han venido coleccionando en las diferentes etapas de la formación de los museos del país,
como también, para dar cuenta de las evidencias provenientes de excavaciones. Todo ello es
el resultado de la consciencia de la importancia de estos documentos, y también, de la falta de
contextos de las muchas de las piezas que están depositadas en los museos del país, esto
último se debe a que la mayoría de las veces son el resultado de encuentros casuales o de
excavaciones ilegales, y en particular esto es muy frecuente para los materiales orfebres.

Al respecto y más específicamente para el caso colombiano afirma Carl Langebaek que:

El inicio y desarrollo de los estudios sobre el pasado indígena en Colombia


está íntimamente ligado a las luchas sociales que se iniciaron con la conquista
española y continuaron durante los siglos siguientes. La Iglesia, la Corona
española, la élite criolla, los liberales y los conservadores del siglo XIX han
echado mano del estudio del pasado indígena, de una forma o de otra, para
legitimar su posición en la sociedad. (Langebaek, 2005).

A conclusiones similares llega Roberto Lleras, específicamente para el estudio de las


comunidades Muiscas del altiplano cundiboyacense. Él se detiene de forma muy precisa
en cada uno de los momentos, circunstancias y tendencias intelectuales que han marcado
y guiado la investigación de los Muiscas. El juicioso ejercicio de reflexión le permite
entender que

(…) ¨según a quien se lea y de acuerdo con lo que se quiera creer, los Muiscas
fueron, como forjadores de cultura, como modelo de organización política o
como creadores de un edificio intelectual, ejemplos de los extremos más
alejados que sea posible concebir … A lo largo de esa historia los Muiscas
han sufrido muchos altibajos, se los ha enaltecido y se los ha vituperado por
igual, a tal punto que al comparar entre sí unos y otros autores se creería que
se está hablando de gentes distintas. Y, no obstante, lo único seguro es que los
Muiscas simplemente fueron ellos mismos y que los vestigios sobre los cuales
se han construido las diversas interpretaciones no han variado radicalmente
en los últimos ciento cincuenta años. (Lleras 2005).

28
Etnohistoria e historia

Así, diferentes interpretaciones y distintos intereses han marcado la investigación, pero también,
y lo que parece más sugestivo, es que inclusive con los mismos materiales se ha llegado a
conclusiones divergentes. Lo que puede ser el resultado lógico de la complejidad del tema y
de los materiales estudiados, pero también, es posible que esto tenga más relación con el
modo que se han enfrentado esos materiales y cuales son los que se han privilegiado y usado.
No de igual modo, y con idéntico énfasis se ha estudiado la cerámica, la orfebrería, el arte
rupestre o la lítica. De igual manera, se han utilizado distintas fuentes documentales y teóricas,
y en cada caso, esto ha determinado los resultados obtenidos.

Es relativamente fácil constatar, que en buena medida las investigaciones e interpretaciones


sobre el pasado prehispánico han estado cargadas por un uso continuo y amplio de las fuentes
documentales de los períodos de la Conquista y de la Colonia. Las relaciones y documentos
de viajeros, administradores públicos, representantes del sistema judicial y de la iglesia,
(evangelizadores, sacerdotes, obispos y miembros del tribunal de la Santa Inquisición) se han
convertido en una fuente a la que se ha recurrido cuando se estudia el mundo material, la
cultura, la sociedad y el lenguaje de las comunidades que habitaban el territorio en los albores
de 1500.

Sin embargo, y a pesar de la ventaja que significa utilizar esos fondos documentales, es necesario
aclarar cuáles son los límites y hasta donde es posible usarlos. Este tipo de aclaraciones y de
previsiones no son nuevas, ya muchos de los intelectuales e historiadores, como también
antropólogos, arqueólogos y sociólogos que han trabajado con esos documentos han llamado la
atención sobre los problemas que implica esta clase de fuentes. Las objeciones y dificultades entorno
a esos documentos son de diverso orden, y si bien, en este trabajo no se realizará una exposición
extensa de cada uno de los niveles y problemas, si por lo menos deben ser mencionados, pues el
tener en cuenta aquellas dificultades, es indispensable para no caer en errores ya muchas veces
repetidos. Pero sobre todo, es esencial a la hora de utilizar esos materiales para intentar construir
una vía explicativa de los vestigios arqueológicos. Hoy se sabe que no es posible hacer un uso
indiscriminado de esos materiales, como tampoco, es nada recomendable hacer asociaciones rápidas,
esto es, elaborar explicaciones del mundo espiritual, material y social de las comunidades aborígenes
teniendo como único recurso los documentos etnohistóricos.

29
Etnohistoria e historia

Eduardo Londoño en un artículo publicado en el Boletín del Museo del Oro (2001)
advierte sobre los límites de la etnohistoria. Allí muestra como en muchos casos se
ha usado una hipótesis para explicar un proceso y luego aquella adquiere un carácter
irrevocable, esto es, se entiende como verdad absoluta que no puede ser puesta en
duda, y a la que se deben acomodar todos los otros datos. De igual manera, esto ha
llevado a que muchos documentos se asuman de forma acrítica, y en este sentido, se
recurre a un viejo argumento de autoridad. En este caso, lo que se olvida es la
intimidad misma de la elaboración de los documentos, no sólo aquellos que
corresponde a la lógica de la Conquista y de los reportes de los vencedores, sino
también a las limitaciones propias de la mentalidad de la época, como también, a las
dificultades idiomáticas y de comprensión de un medio enteramente nuevo como era
América para los europeos del siglos XV, XVI y XVII. Esto último lo ha expuesto de
forma absolutamente clara y precisa Pedro Henríquez Ureña (1954).

Así el uso indiscriminado y acrítico de los documentos ha llevado a que se consagren


determinadas citas que han servido para los más distintos y opuestos fines. En este
sentido, se ha sacralizado el documento, y es fácil ver como con una cita se escriben
volúmenes enteros, que en últimas, lo que hacen es asegurar un discurso que luego
es muy difícil de matizar y poner en su justos límites.

En este mismo sentido, E. Londoño llama la atención sobre las transformaciones


rápidas y en muchos casos radicales que sufrieron las diversas comunidades
aborígenes de la naciente América. Los documentos que dan noticia sobre las
prácticas, usos y costumbres recogen la circunstancia de unos grupos humanos en
transformación, que se vieron abocados a mudar de espacios y de actividades de una
forma abrupta y en muy pocos años (Moya Pons 1987, Tovar 1997, Colmenares 1999).
Así, utilizar la información que fue consignada en los documentos coloniales, como
única fuente para explicar los vestigios arqueológicos de las culturas prehispánicas
es peligroso. Si bien, dicha advertencia es absolutamente clara y certera, no se puede
tampoco llegar al extremo contrario, es decir, negar la utilidad de esos documentos
para buscar caminos explicativos.

30
Etnohistoria e historia

II

En toda sociedad la comunicación se realiza al menos en


tres niveles: comunicación de las mujeres; comunicación
de los bienes y de los servicios; comunicación de los
mensajes.

Claude Lévi-Strauss. (1997).

Las investigaciones emprendidas por María Stella González (1996) han demostrado la complejidad
de la lengua chibcha y particularmente del Muisca que se hablaba en la zona del altiplano
cundiboyacence. Paso a paso ella advierte desde el estudio de las diferentes denominaciones de los
distintos nombres que los españoles les dieron los «dignatarios religiosos» (González 1996), las
posibles diferencias y cómo ellas expresan oficios, formas de poder, condiciones territoriales, en
pocas palabras, distinciones sociales, espirituales y productivas (Casilimas y Londoño 2001, Londoño
2001 y Casilimas 2001).

De igual modo, es posible advertir allí (en la intimidad de la lengua Muisca) diferentes nociones
de cuerpo, enfermedad y naturaleza, que sin duda, fueron el resultado de elaboraciones
decantadas y, por eso, construcciones intelectuales muy refinadas, que contenían un amplio
conocimiento sobre el mundo natural y las relaciones entre las comunidades y el medio, pero
sobre todo, distinciones de los diversos niveles de la construcción de la realidad.

El estudio emprendió por la investigadora González, demuestra que la diferenciación en los


niveles y modos de las funciones administrativas y las «religiosas» se puede deducir, al menos
en parte, del uso corriente de determinadas palabras con las que se denominaban a unos y
otros. Y que como en toda relación social aquellas «distribuciones» del poder sólo podrían
responder a la lógica de las relaciones sociales construidas, y por ello mismo, no pueden ser
pensadas por fuera del mundo social que las determinó. Este tipo de diferencias se advierten
«(…) en las diferentes denominaciones que tenían los que eran reconocidos como sujetos de
poder, «|chiqui, chuque, xeque, jeque y jeque, designando precisamente al ‘sacerdote’ o ‘mohán’
Muisca.» (González 1996)

31
Etnohistoria e historia

Todo parece indicar que cada una de estas palabras contenía un significado distinto y designaban
una función diferente dentro del entorno social y material de la cultura Muisca. El que se presentaran
esas distinciones, más allá de lo meramente formal deja entrever muchos otros elementos que si
bien no son mencionados están presentes. En el sentido que la distinción formal implicaría también
una condición funcional y conceptual, esto es, el papel que cada uno de estos cumplía y que
necesariamente implicó diferentes formas de objetividad y distintos modos de lenguaje.

Por eso, las diferencias no se pueden reducir a un asunto de curiosidades regionales, por el contrario,
perecen responder a funciones diversas que por su mismo proceso deberían contener representaciones
claramente distinguibles. En este sentido, deben haber existido formas «simbólicas» que permitieran
advertir rápidamente las cualidades y particularidades de cada uno de los que las llevaban «puestas».
Estos elementos formales no sólo estarían contenidos y expresados en los ropajes, sino también, en
los símbolos que acompañaban las funciones sociales que representaban aquellos «cargos», y que
tuvieron que cumplir un papel en el conjunto de las relaciones sociales y de «reconocimiento», en
tanto respondían a la cualidad de cada uno de los que los usaban. Muy seguramente existían elementos
distintivos que eran de uso exclusivo o por lo menos particular en uno u otro caso, y que estaban
asociados a una determinada funcionalidad social, no de otro modo se explica la variedad
«decorativa» presente en las piezas orfebres, líticas y cerámicas, como también en el arte rupestre
registrado en el área Muisca.

Las colecciones de cerámica, orfebrería, volantes de huso, tejidos y matrices de orfebrería, como el
arte rupestre registrado en el denominado territorio Muisca -sin que se quiera aquí asegurar que
aquel es exclusivamente una producción Muisca, eso no es posible decirlo. Sin embargo, no se
puede negar la posibilidad que al menos una parte pudiera ser resultado de los Muiscas (Muñoz,
1985, 1988, 1995, 1998, 2006)- son la evidencia de un variado y amplio conjunto de formas, que
no pueden ser explicadas como elaboraciones guiadas por el simple capricho. Esas formas son el
resultado de cientos de circunstancias y de múltiples vías del pensamiento, y seguramente responden
a más de un momento y necesidad dentro del conjunto material y espiritual de quienes los elaboraron.
Por ello, es claro que en ningún caso se pueden objetivar y estudiar de forma aislada y desconociendo
otros elementos, que se convierten en determinantes a la hora de dar cuenta de cada una de las
partes del conjunto material y espiritual de los Muiscas.

32
Etnohistoria e historia

Lo que es claro, es que esas evidencias materiales son síntesis que por lo menos en algunos de
sus niveles pueden corresponder a las funciones desempeñadas por los «chiqui, chuque, xeque,
jeque y jeque.», o que pudieron estar asociadas a las funciones que aquellos cumplían en el
conjunto de las relaciones sociales y de producción. Lo que no significa que la totalidad de las
formas y simbologías presentes, en esos materiales se puedan reducir y explicar desde la única
vía del sostenimiento y representación del poder, ya fuera este religioso o administrativo
(Langebaek 1990, Londoño 1996).

Además, M. S. González encuentra elementos que le permite hacer algunas conexiones con
los trabajos llevados a cabo por Gerardo Reichel-Dolmatoff en torno al chamanismo. Así, ella
afirma que «|sue ‘ave’, ‘pájaro’, y |tyba ‘anciano’, ‘amarillo’. Su composición nos permite
traducido como ‘anciano-ave’, pues el segundo elemento es apósito del primero, advirtiendo
que el concepto de anciano, puede estar relacionado con el de amarillo, ya que los dos tienen
la misma raíz (…)» (González 1996). Y más adelante advierte que esas conclusiones eran
difíciles de entender en el contexto de la investigación lingüística del mundo Muisca, y por
ello se vio obligada a recurrir a materiales extralingüísticos con el fin de encontrar alguna vía
explicativa, lo que la condujo a la obra Orfebrería y chamanismo de Reichel-Dolmatoff
(1988):

El mencionado autor (Reichel-Dolmatoff) encuentra que en la orfebrería


precolombina aparece persistentemente la representación de un pájaro con alas y
cola desplegada, representación básica de lo que él llama icono A, entre cuyas
variantes, aparecen: la representación de pájaros y figuras humanas, la
representación de figuras humanas combinadas con el patrón básico y la
representación de figuras humanas con máscara de pájaro. (González 1996).

Esto le permitió elaborar un conexión interesante entre el estudio de la orfebrería y la lingüística,


pues «(…) el nombre |suetyba ‘anciano-ave’ los Muiscas denominaron un ser mítico, llamado
por los doctrineros ‘demonio’, que quizás fue una cierta clase de chamán» (González 1996).
Que como ella misma advierte, estaría representado en el icono A y tendría una estrecha
relación con el chamanismo, que para Reichel-Dolmatoff no es un asunto simple y poco
elaborado. Este tipo de conclusiones ampliaron de forma significativa la comprensión del
33
Etnohistoria e historia

mundo Muisca y en general, la función del oro y sus relaciones con los diversos niveles de la
composición social. Pero sobre todo, estas investigaciones mostraron la importancia que tiene
conectar diversos materiales y trabajos, esto es, demostraron que es imposible entender todos
y cada uno de los materiales arqueológicos y sus fusiones, sin tener en cuenta otros elementos,
como la lingüística y la etnohistoria.

De igual manera, el que los estudios en lingüística permitan dar cuenta de los materiales
arqueológicos, conduce necesariamente a ampliar los temas y a discutir desde diversas áreas
los materiales encontrados. Lo que significa que no basta con los modos tradicionales de
enfrentar los objetos arqueológicos, esto es, el registro y documentación de los materiales
excavados, si bien es necesario, no es suficiente. Por ello, se hace necesario recurrir a otras
disciplinas para ampliar las posibles vías interpretativas.

Esto no es nuevo en el estudio de la cultura nacional, y menos en los trabajos en torno al oro
y a los Muiscas en particular. En este caso especifico se trata de la conexión entre el oro y el
chamanismo, que fue abordado originariamente por Reichel-Dolmatoff y que se convertirá en
una vía explicativa de una gran riqueza, en tanto demostró la refinada elaboración del mito y
del lenguaje en las comunidades prehispánicas. Pero sobre todo, porque de ese modo se abrió
un camino para dar cuenta de las inmensas colecciones de piezas orfebres, que para Reichel-
Dolmatoff estaban estrechamente ligados al chamanismo, que él definió así:

Es errónea la opinión tan común de que los chamanes indígenas (de ayer y de
hoy) son meros charlatanes que, con sus supercherías, embaucan a la gente. Esta
es la imagen propagada por los primeros doctrineros de la Conquista y Colonia,
cuya mentalidad medieval todavía estaba oscurecida por sus visiones de diablos y
brujos europeos, imagen que, por desgracia, sigue viva en los países
latinoamericanos. Según los conocimientos actuales acerca de los chamanes, éstos
son y seguramente fueron los intelectuales de sus sociedades. Ellos son los
observadores, los buscadores, los pensadores que tratan de dar un sentido a la
existencia humana y de introducir un orden en el caos de la creación. Entre los
chamanes hay especialistas, sea por inclinación o por educación unos son
curanderos y yerbateros, otros observan los astros, otros trazan genealogías y fijan
34
Etnohistoria e historia

eventos del pasado mítico-histórico en cantos y recitaciones; hay especialistas en


música religiosa, en baile y canto. Todos son mediadores entre la sociedad y el
medio ambiente. Los rituales del ciclo vital del individuo están a cargo de los
chamanes, y así sus interpretaciones y presagios adquieren gran importancia para
el desarrollo de la vida individual y comunal. (Reichel-Dolmatoff 1997)

En este sentido, de lo que se trataría era de un complejo sistema de saberes y de representantes


de esos saberes, de individuos que se encargarían de diferentes funciones dentro del orden
social, y claro, dentro del mundo administrativo y de poder de las comunidades Muiscas. No
sería una relación simple y clara, como los españoles del período de la Conquista y de la
Colonia habían creído, esto es, no podría ser simplificada con los apelativos de «demoniaco»
o de idolatría. Las relaciones entre los diversos niveles de poder y conocimientos estarían
claramente establecidos, y corresponderían a ordenes ya estabilizados dentro de las reglas
sociales, tanto las que se referirían a la producción material de la existencia como a las que
estarían relacionadas con las construcciones espirituales. De tal modo que los diferentes trabajos
en torno a orfebrería, la cerámica y en general la vida material de los Muiscas hacen evidente
la complejidad de dicha comunidad. La simplificación de las formas presentes en la decoración
de la cerámica y en las piezas orfebres muestran que no se trato de reproducir el mundo
circundante, esto es, no existía un interés por copiar lo que aparecía, por el contrario, existe la
clara intención de sintetizar las formas y de este modo, las representaciones adquieren un
carácter ajeno a lo que se parece ante los sentidos. Esto también se puede entender en la
estrecha relación que esas formas tenían con las elaboraciones más acabadas del lenguaje,
como lo es el arte y la «religión», los cuales estarían estrechamente relacionados con la
organización social y en particular con el cacicazgo.

Así, los diferentes trabajos que se interrogan por la comunidad Muisca, su organización social,
su vida administrativa y política, sus formas de dominio sobre la naturaleza, los procedimientos
de transporte e intercambio, los conceptos de cuerpo y enfermedad, como también, sus formas
espirituales o metafísicas han necesitado de los más diversos campos de conocimiento para
elaborar una idea más acabada y precisa. Hoy existen algunos acuerdos, y la investigación ha
permitido tener ciertas seguridades, respecto del posible territorio Muisca, de la importancia

35
Etnohistoria e historia

de determinados espacios, como por ejemplo las lagunas. También hoy se sabe con cierta
seguridad como eran los cercados y cual la importancia de ellos, de igual manera, se ha avanzado
en el estudio de la lengua Muisca. Estos elementos en buena medida contrastan con las versiones
tradicionales derivadas de las Crónicas de Indias, en particular aquellas que mostraban a los
grupos aborígenes como desagradados y simples.

En particular es notorio advertir que existen una aparente contradicción entre los niveles
tecnológicos y materiales alcanzados y la organización social y espiritual de eso pueblos, en
otras palabras, entre la evidencia material, que se aparece como simple, las elaboraciones
intelectuales y el control de amplios territorios. Carl Langebaeck sostiene que:

(…) fue precisamente en la región de los Andes Septentrionales, ocupada por


grupos de filiación Chibcha, y en especial en los valles fríos del territorio Muisca,
donde al momento de la conquista se encontraba la mayor densidad de población
y se desarrollaban sistemas políticos que trascendían el nivel de pequeñas
comunidades independientes, característico de las tierras bajas, del norte de
Suramérica. Bajo una aparentemente pobre evolución tecnológica de la producción
económica, existía un sistema de explotación del medio ambiente y una forma de
ordenamiento social que permitió mantener una compleja organización política y
religiosa, dando campo a la existencia de especialistas de tiempo completo en el
manejo de las manifestaciones ideológicas. (Langebaek 1986).

Lo que permite entender dos cosas que deben ser seriamente tenidas en cuenta, pues en buena
medida determinan la comprensión del mundo Muisca. La primera tiene que ver con la supuesta
correspondencia entre estructuras y elaboraciones arquitectónicas y complejidad social y de
pensamiento. Generalmente se ha asociado una cosa a las otras, -esta idea es bastante antigua,
y fue uno de los argumentos utilizados por las huestes españolas y por el gobierno español
para atacar y destruir miles de comunidades aborígenes de América; ya sea porque se consideró
aquellos grupos humanos como bárbaros incivilizados o porque sus ciudades eran un símbolo
que era necesario eliminar (Romero 1999, Casas 1985, Weckmann 1994)- esto es, se ha supuesto
que si hay elaboraciones arquitectónicas complejas -grandes construcciones-, el pensamiento
y la sociedad en su conjunto deben ser entendidas como tal, en cambio un utillaje pobre y una
36
Etnohistoria e historia

arquitectura «simple» que privilegia materiales deleznables es sinónimo de formas no elaboradas


de pensamiento. Por supuesto, esto es falso, y el caso de los Muiscas es uno más de los
muchos ejemplos que se podrían utilizar para demostrar la falsedad de dicho argumento.

Ya Sylvia Broadbent en 1965 llama la atención sobre este tema, en particular cuando se refiere
a la complejidad de los Chibchas, allí afirma que:

Pero el hecho es que no todo en una cultura, bien sea alta o baja, dura tanto como
los edificios de piedra, y que una cultura puede tener aspectos de complejidad sin
dedicarse a construir monumentos permanentes para impresionar a los arqueólogos.
En realidad, los aspectos de la cultura Chibcha que los cronistas hacen resaltar
como complejos son precisamente aquellos que uno no puede esperar encontrar
arqueológicamente; es decir, la organización socio-política y la religión; y en la
cultura material, objetos de poca durabilidad como textiles y arquitectura de
madera. (Broadbent, 1965)

En segundo lugar, el asunto no se ha limitado a lo mencionado –arquitectura como patrón de


medida de la complejidad- sino que esa forma simple de entender los procesos sociales ha
invadido otras áreas y campos, entre ellos el de la estética. Así, se ha considerado que es
sencillo hacer una asociación entre la vida material y las formas y «tendencias» del arte y del
pensamiento. Entonces, se afirma que entre más simple y básico el utillaje menos elaborado el
arte, con este argumento insuficientemente demostrado se han construido tipologías y
«explicaciones» de orden mecanicista. Así el utillaje estaría en correspondencia con un nivel
y forma de pensamiento, lo que es una manera muy ingenua de pensar las implicaciones de la
técnica y del lenguaje, como también, la noción de trabajo y de la producción.

Después de lo mencionado se puede volver a los temas que anunciaba Langebaek, esto es, la
complejidad de las formas organizativas y de vida de las comunidades Muiscas, que estaría
directamente asociada a la estratificación social y a la construcción de sistemas de cacicazgo.
En palabras de Roberto Pineda se trató de «(…) sociedades jerarquizadas, que comprenden
por lo general diversas comunidades sometidas a la autoridad de un cacique principal. El
poder del cacique y de la élite se fundamenta en diversos factores, entre ellos el control ritual

37
Etnohistoria e historia

y del comercio de los bienes sagrados de larga distancia.» (Pineda 2005), sin que se pueda
decir que esta es la única definición de cacicazgo que exista; diversas interpretaciones y
definiciones se han elaborado para el dicho término, llegando a tener muchos grupos
humanos diferentes definidos con el mismo vocablo. (Langebaek 1990).

Lo cierto es que la nuclearización y redistribución de bienes y productos, (Langebaek


1987) como también, la construcción de niveles muy complejos de lenguaje, -que implican
necesariamente bastos procesos de mediación, los cuales fundamentaron y determinaron
las relaciones sociales y los modos en que estas se construyeron los diversos espacios-
han sido entendidos como los elementos que caracterizan y diferencian los cacicazgos de
otras organizaciones sociales, necesariamente «menos complejas». Lo cierto es que esta
forma de organización social tuvo que servir de fundamento y control de la producción y
elaboración de conceptos y categorías de uso corriente, que no eran de carácter privativo
y exclusivo de las «elites» y de los rituales en el mundo Muisca (Pineda 2005).

Este tipo de organizaciones sociales tendrían influencia en un amplio territorio, lo


que en el altiplano cundiboyacense tiene profundas implicaciones, pues no sólo estaría
en juego un problema de territorialidad, sino también el acceso diverso y variado a
recursos, que a su vez significaría una amplia red de intercomunicación y de caminos,
pues productos de diversos pisos térmicos serían objeto de intercambio y
redistribución (Osborn, 1985, Pineda 2005, Langebaek 1986, 1987). Todo ello no
estaría dentro del estrecho mundo de lo meramente local, no podría verse reducido a
las fronteras territoriales –cualquiera que ellas hubieran sido- pues la presencia de
productos como el oro, el yopo (que es uno de los enteógenos más usados en las
culturas de Colombia, y particularmente del altiplano cundiboyacense) y los plumajes
dejan entrever que existían áreas de influencia muy amplia, o por lo menos, que se
tenía relación con áreas muy lejanas a los centros de poder conocidos. Los cuales
muy seguramente los conquistadores percibieron y utilizaron para el dominio efectivo
del territorio y la economía, eso explica que muchas de las relaciones sociales y de
poder se prolongaran, ahora como control de la distribución y el manejo tributario
colonial.

38
Etnohistoria e historia

Así, este tipo de formas sociales y de poder serán las que aprovecharán los administrativos de
ultramar para gobernar el territorio; la manutención de ciertas prebendas de las elites aborígenes
les permitió tener un control más eficiente del territorio y cobrar de ese modo los impuestos.

Un documento judicial de 1563-4 contra el cacique de Ubaque es una clara evidencia de


algunas de las cosas que acá se han afirmando respecto de la territorialidad y de la diversidad
idiomática (Casilimas y Londoño 2001, Londoño 2001, Casilimas 2001). Ese documento
permite aproximar con cierto grado de precisión los límites posibles del territorio Muisca,
pues en los interrogatorios, las descripciones de la «fiesta» y las incautaciones de objetos se
puede advertir con cierta precisión una parte del mundo material y espiritual de los Muiscas.

En este sentido, el documento de Ubaque, junto con otros que se han venido rescatando de los
anaqueles de los archivos coloniales permite tener hoy una visión más precisa del mundo de
las diversas comunidades en los tiempos posteriores a la conquista, y a pesar de los rápidos
cambios acaecidos durante el siglo XVI muchas de las tradiciones se debieron conservar y
prolongar en el tiempo. Así, el estudio de los mismos sirve para pensar y entender algunos de
los posibles sentidos de los vestigios arqueológicos, y sobre todo, esos documentos son
indispensables para reconstruir, si así se puede llamar, un nivel de los contextos desaparecidos
de las piezas resultado de excavaciones ilegales o del encuentro fortuito.

Una evidencia de ello es el trabajo de María Ángeles Eugenio, que muestra como en Fontibón
se da una prolongación de las tradiciones religiosas de las comunidades Muiscas de la zona.
La incautación en 1594 de ídolos diversos (cerámicas, barro, «santillos» en oro, algodón,
madera, plumas, caracoles y esmeraldas), junto con la detención de 135 Xeques es una prueba
evidente de esa continuidad cultural. (Eugenio 1998).

0 . c m 1 0 c m

39
Etnohistoria e historia

III

Las pinturas, los adornos, los tatuajes y otras formas


de modificación del cuerpo son una especie de
segunda piel, sin la cual no es concebible la
naturaleza humana.

Roberto Pineda Camacho. (2005)

En el caso específico de los materiales orfebres Muiscas y su posible explicación, se han


recorrido y elaborado énfasis distintos. Casi en todas las ocasiones se han asociado esos
materiales a sistemas religiosos o chamanicos, como también, se han entendido como evidencias
de las jerarquías sociales y de las relaciones de poder. En muchos casos, como en otros vestigios
materiales, se ha recurrido a los documentos coloniales, con el fin de buscar referencias que
sirvan para explicar el sentido de los objetos orfebres. La importancia de eso documentos
tiene que ver con la preocupación de los españoles por el oro y por la lucha contra la idolatría;
eso hizo que en muchos casos se consignaran datos y descripciones que contrastados con los
materiales arqueológicos permiten aproximar una comprensión del sentido que estos artefactos
tenían.

La importancia del oro en las comunidades prehispánicas del actual territorio de Colombia
puede advertirse cuando se revisa con algún cuidado la cantidad de oro Rescatado por las
primeras huestes españolas al penetrar en el territorio. Esto es evidente en la contabilidad
de las cajas reales (Tovar 1997, Colmenares 1999). Lo cierto es que ningún cronista dejó
de mencionar la riqueza de las distintas comunidades, y en todos los casos se registró con
admiración la cantidad de oro Rescatado –Hermes Tovar advierte que en los primeros
momentos de la conquista del territorio hay un proceso de reciprocidad (oro por cuentas
de cristal) y luego viene una etapa conocida como el rescate, que entre otros sentidos
tiene el de rescatar el oro de la idolatría y que dará paso a las cabalgadas, en donde la
violencia se convierte en la regla general de rescatar el oro y hacer esclavos-. Para el caso
específico de la zona Muisca, los cronistas muestran que los procedimientos de conquista
siguieron la misma lógica de lo que había acontecido en la costa atlántica del territorio.

40
Etnohistoria e historia

Al igual que allá, los cronistas están de acuerdo en la importancia del oro para los grupos
humanos del altiplano, que en este caso, estaría asociado a los templos y, por eso mismo,
haría parte de la idolatría. Entonces, desde hace más de 500 años se considera que existe una
estrecha relación entre oro y religión, la cual no necesariamente se puede convertir en la única
posibilidad explicativa.

Algunos de los trabajos que tienen como base los documentos coloniales permiten entender que la
función el oro no se limitaba a las condiciones exclusivamente religiosas. La actividad orfebre era
bastante extendida en el territorio

(…) el número de orfebres mencionado por los españoles es sorprendentemente alto


(véase Cortes1960 y Rojas1965). De don Alonso, el cacique de Fontibón que fue
acusado de continuar con prácticas religiosas tradicionales, también se decía que tenía
su propio orfebre en 1595 (Restrepo1929:436). Por otra parte, vestigios de matrices
de orfebrería o de otros artefactos asociados a la fundición de metales no solamente
han sido encontrados en los alrededores de lugares como Guatavita sino también en
otras diversas localidades del Altiplano.» (Langebaek 1990).

Lo que significa que en buena medida la labores orfebres eran asunto de la cotidianidad, pues hasta
principios del siglo XVII se encuentran documentos en donde el oro sigue siendo trabajado por los
Muiscas que habían sobrevivido a la destrucción de los primeros años de la conquista.

De igual manera, «(…) el padre Medrano… sostiene que los Muiscas tenían ídolos para diversas
enfermedades, sementeras casas, partos, caminos y fuerzas naturales.» (Langebaek 1990). Lo
que implica que la producción de oro estaba dedicada a muy diversos campos de la vida
cotidiana y que tenía relación con distintos niveles de la organización social y productiva. No
se trataría solamente de una elaboración para el mundo esotérico, pues en ello estarían
comprometidas las nociones de cuerpo y enfermedad, como también las ideas en torno la
fertilidad y a relación entre los hombres y la naturaleza. De igual manera, no parece que el oro
estuviera concentrado en único lugar, esto es, un templo o un lugar de poder, la referencia a las
«sementeras, caminos, casas y fuentes naturales» son una evidencia de ello. Y si se hace una
unidad de la religión y el oro, como único camino explicativo habría que considerar entonces,

41
Etnohistoria e historia

que todo el mundo material estaba incluido dentro del mundo religioso, lo cual ciertamente no
explica nada; que todo sea religioso no dice nada del sentido y función de ese todo, se trata
simplemente de una totalidad vacía. Mas cuando de lo que se trata es de explicar el sentido y
función de determinados objetos y conceptos dentro de una cultura.

Por ello, es bastante difícil defender la idea de un pueblo dedicado exclusivamente al


mundo religioso con su correlato de trabajo orfebre. La humanización del territorio y en
general la evidencia material permite pensar de manera diferente. Por otro lado, aquellos
que fueron considerados como mohanes (sacerdotes indígenas) no estaban de forma
exclusiva dedicados a actividades de orden esotérico, todo parece indicar que tenían
funciones claras en la producción material de la existencia, en particular, relacionadas
con el tejido y con la orfebrería, que no se dirigían de manera exclusiva a funciones
rituales. (Langebaek 1990). Como ya se advirtió, es muy limitado pensar que el oro tenía
una única función dentro del orden social de los grupos Muiscas, y en general de cualquier
grupo humano; la compleja elaboración de figuras y representaciones hace pensar que no
se limitaba a ese único empleo. El que el oro en muchos casos esté asociado a la decoración
corporal es ya una evidencia de lo que se ha mencionado. Pues, en ese caso no se trataría
de piezas elaboradas con una finalidad religiosa, por el contrario se podrían clasificar en
el campo de lo mundano, en tanto serían parte de la cotidianidad y servirían como
componente del atuendo, lo que entre otros elementos hace pensar que el oro no sería de uso
exclusivo de determinados miembros de la comunidad.

La evidencia de ello no sólo está en la tumbas, también, muchas de las relaciones de crónica
de indias advierten sobre el uso cotidiano del oro como parte de los atuendos normales, y de la
decoración de las habitaciones. Las inmensas cantidades de oro rescatadas en las primeras
entradas y cabalgadas provienen, en buena medida, de los espacios cotidianos de vivienda.
No parece posible imaginar que ese oro estuviera todo concentrado en un único espacio, esto
es, el templo o los lugares dedicados exclusivamente a la religiosidad o al sostenimiento del
poder. Esa idea es desde su origen problemática, más bien, todo parece indicar que el trabajo
del oro y la relación del mismo con el mundo social Muisca era mucho más amplio que el
simple hecho de corresponder a un uso ritual o de poder, aunque tuviera también esas funciones.

42
Etnohistoria e historia

De otro lado, hay que considerar que para el caso específico de las jerarquías religiosas, se ha
afirmado que existían divisiones rígidas y monolíticas, esto es,

(…) la historia que se ha construido en tomo a la organización de la religión en los


cacicazgos Muiscas, como caracterizada por la existencia de una minoría
compuesta por despóticos sacerdotes que controlaban la vida comunal, no tiene
prueba empírica alguna. Por el contrario, la información indica que si bien existían
jerarquías entre los especialistas religiosos, en ningún momento se constituyó
una «c1ase» o «casta» que monopolizara el conocimiento esotérico y la producción
de ofrendas. (Langebaek 1990).

En este sentido, el trabajo en oro sería un asunto extendido y amplio, inclusive cuando se
trataba del encaminado a fines de orden ritual. No estaría dirigido por un único grupo y en una
única dirección, el que existan tan diversos especialistas en orfebrería, como el que el oro
aparezca en diversos contextos muestra que el asunto es más difícil de entender, y que la
relación orfebrería-religiosidad es limitada.

A lo anterior, es necesario sumarle que el trabajo y la producción orfebre no desaparece con la


conquista del territorio por parte de los españoles, y que a pesar de las medidas fuertes y
directas contra el paganismo y la idolatría, como se denominaron la mayoría de prácticas
culturales de los grupos conquistados, muchos de los elementos de esas culturas fueron
protegidos y conservados, ya fuera en la intimidad de los hogares, o en la oscuridad de la
noche, como también, bajo los ropajes de la religión católica oficial. No es de ninguna manera
gratuito que en «(…) 1577 los españoles ya habían encontrado que los caciques y capitanes de
Iguaque tenían «santillos» y continuaban asistiendo a santuarios (Cortes 1960:228-229). En
esa ocasión los indígenas de Iguaque fueron despojados de 47 santillos de oro recién fundidos.»
(Langebaek 1990). Esto es, habían transcurrido cerca de cuarenta años desde la llegada de los
españoles al altiplano cundiboyacense y ya para entonces se habían promulgado las leyes y
normas derivadas del Concilio de Trento, y sin embargo, muchas de las prácticas antiguas se
mantenían, y los orfebres seguían cumpliendo un papel de primer orden, pues la cita es clara
al afirmar que habían «47 santillos de oro recién fundidos».

43
Etnohistoria e historia

Esto mismo se advierte en las continuas requisas y confiscaciones, como también en las
búsquedas de santuarios y sitios de ofrendas. Un listado correspondiente a la confiscación en
Iguaque a finales del siglo XVI es aclaratorio.

1. Una «ollita» con dos santillos de oro bajo, algodón, un pedacito de manta
colorada y unas «huesos» que reposaban al lado de un pedacito de manta blanca,
un poquito de algodón, un santillo de oro bajo y seis esmeraldas escondidas
bajo unas piedras. Estas ofrendas se encontraron en una labranza alejada del
pueblo y eran propiedad de Clara Chera (folios 19v·2Or).

2. Dos santillos de oro bajo, unas esmeraldas y una mantilla. Así como una
«mantilla de oro bajo» encontradas en un bohío-santuario del indígena Aguinche
(folios 2Ov-2Ir).

3. Dos santillos de oro bajo de Juan Pirasaque, indígena del común de la capitanía
de don Fernando (folio 2Ov).

4· Un «tunjo de hilo de algodón» con unas esmeraldas y dos santillos de oro


bajo encontrados en el santuario de Sipa Guencha (folio 2Ir).

5· Una petaca blanca en la cual se encontraron un santillo de oro: dos «águilas»,


unos «rostrillos» y un «apretadorcillo» también metalicos, así como unas
«mantillas de algodón» que fueron encontradas en e1 santuario de Juan
Neaquenchia entre unas rocas (folio 21 v)

6- Siete santillos y unas esmeraldas que el indio Picama tenía en su bohío-santuario


(24r) y «otros dos santillos de oro y cuatro de hilo» que tenía en «otra labranza».

7- Un fardo funerario correspondiente a los huesos de un antiguo cacique llamado


Unbabuya, cuyo ajuar funerario consistía en cinco o seis mantas», unas esmeraldas, un
«apretadorcillo» de oro, unas «pepitas» de algodón y restos de maíz y fríjoles (folios
25r·26v).

8· «Seis tunjos de hilo de algodón chiquitos» encontrados al lado de un camino que


salía del pueblo (folio 26r).
44
Etnohistoria e historia

9· Dos santillos de Ventura Cuchica (folio 26v).

10· Dos santillos de Francisca Fasgay (folio 26v).

11· Cuatro santillos de Picama (folio 26v).

12· Una «ollita» con dos santillos de Juan Pirascua (folio 27v).

13 Cuatro santillos y unas «esmeraldillas» de Luis Sasmia (folio 28r).

14- Dos santillos de Elena Pene (folio 29r).

15- Dos santillos de Pedro Pacacuca (folio 29.

16- Un santillo de Lucas Cuyseque (folio 29v).

17- Dos santillos Y dos tejuelos de Luis Aguaqen (folio 3Or).

18- Dos santillos de Pedro Gambasicha (folio 31v).

19- Dos «muertos» enterrados en una labranza, un cinto de oro batido «que
tenían los susodichos» y dos santillos que trajo combaría (folio 42v).

20- Seis pedazos de metal, uno de los cuales «parece plata» y los demás de oro
y cobre, encontrados en un «tiesto como gacha» en cercanías a1 manantial a
quinientos pasos de la población (folio 42v). (Langebaek 1990).

Varios elementos se pueden resaltar; por un lado, la ubicación de los objetos, esto es, labranzas,
«entre unas rocas», en un «bohío-santuario», o «al lado del camino», todo pareciera indicar
que no se tiene un lugar específico y que no es necesario una construcción particular para
depositar los objetos orfebres, así el modo tradicional que se piensa la relación entre orfebrería
y religión se ve alterada, al menos con respecto a los parámetros tradicionales de Occidente.
De igual manera, la ubicación de esas piezas hace pensar en su funcionalidad, existen sin duda
una relación entre el espacio que ocupan y su contenido de sentido, no es posible imaginar que
una cosa se puede separar de la otra, en ningún caso es posible desligar el lugar con su sentido.
Esto es ya claro desde los documentos de la Crónica de Indias, Fray Pedro Simón afirma que:

45
Etnohistoria e historia

(…) no había arroyo, laguna ni río en que no tuviesen particulares ofrecimientos,


como en especial los hacían en una parte del río que llaman de Bosa, que es el que
recoge estas aguas de Bogotá, donde son más ordinarias sus pesquerías. Y más en
cierta parte peñascosa por donde pasa cerca de un cerro que llaman del Tabaco, a
donde por ser mayor la pesca que hacen, ofrecían entre las peñas del río pedazos
de oro, cuentas y otras cosas, para tener mejor suerte en las pesquerías. (Simón
1981. III).

En este sentido, las «ofrendas» y entre ellas las de oro estarían asociadas también a la
consecución del alimento, y por eso podrían tener características particulares. Es muy posible
que existiera una diferencia formal y conceptual entre las representaciones para una cosa y
otra. Claro, también es posible que una única forma pudiera cumplir diferentes funciones y
tener distintos «atributos», y que el sentido de la misma no estuviera dado por la representación
externa, sino por la objetivación y el espacio donde el objeto era colocado.

De igual manera, debieron existir relaciones entre el oro y los demás elementos que hacían
parte de las «ofrendas». Así objetos de algodón, semillas diversas, madera, piedras preciosas
y otros elementos, deben ser pensados en conjunto, pues todos y cada uno de estos fueron
depositados con alguna intención, y es de suponer que el conjunto de todos, es lo que generaría
el sentido. Y claro, no se puede tomar partido –a favor o en contra- respecto uno u otro, en
otras palabras, no es posible hacer una clasificación por materiales que permita concluir cual
sería más o menos importante. Seguramente, muchas de las «ofrendas» tenían los mismos
materiales, pero la cantidad y la calidad de los mismos, junto con las representaciones formales
marcaban la diferencias, esas distinciones hoy están prácticamente perdidas, pero el que no
sea fácil reconstruirlas, no significa que se puedan desatender, esto es, la consciencia de lo
fragmentaria de la información, sirve para evitar las conclusiones apresuradas, pero sobre
todo, ello significa que los materiales orfebres no se pueden pensar de modo aislado, deben
entenderse como parte de un conjunto más amplio y de relaciones múltiples.

Otro elemento que llama poderosamente la atención, es la clara evidencia que el «mundo
religioso» de los Muiscas reseñado por los documentos coloniales no era exclusivamente
masculino. Muchos de los elementos confiscados estaban en poder de mujeres, y seguramente
46
Etnohistoria e historia

ellas ejercían en ese momento una fuerte influencia en las determinaciones de la sociedad. Y
si bien, no existen pruebas fehacientes sobre este tipo de situaciones en períodos prehispánicos,
no es de ninguna manera descabellado pensar que fuera de igual forma antes de la conquista
española. Lo cierto es que en la cerámica y orfebrería hay claras representaciones femeninas,
y no hay ninguna razón para negar el papel de la mujer en los oficios religiosos y de poder
prehispánicos, más cuando se tiene en cuenta que uno de los principales mitos reseñados por
los españoles está directamente relacionado con la importancia femenina en el origen de la
comunidad Muisca, esto es, el mito de Bachué (Simón 1981. III).

«También la diosa Bachué era común a todos, pero en especial era el amparo de
todas las legumbres, ofreciéndole sarmientos de moque y resinas. Las figuras de
estos dioses, hechas al modo de cada uno que los adoraba o mandaba hacer y otras
que imaginaban, tenían en templos comunes y particulares, pero todos sin ornato
ni grandeza al fin como para quien eran, pues sólo era una casa o bohío muy
ordinario lleno de barbacoas y poyos a la redonda, donde estaban puestas varias
figuras de diversos metales y materias, ningunos pintados, porque unas eran de
oro, y éstos usaron más después que entraron los españoles, por haberlos visto
estimarlo en tanto. Otras (eran) de madera, otras de hilo de algodón, otras de
barro blanco, otras de cera. Pero de todas había macho y hembra revueltos en
mantas, unas sin cabellos, otras los tenían muy largos, unas de largas colas de dos
o tres varas, otras las tenían muy pequeñas; pero todas en rostros y talles de figuras
tan abominables que representaban bien a quien estaban dedicadas.» (Simón 1981.
III)

Esta cita permite entender que existían diferentes relaciones entre el mito y las formas de vida
cotidiana y de producción y reproducción de la existencia. La variedad de formas y de materiales
es muy amplia, al menos eso se puede concluir de la cita del cronista, él menciona que se
trataba de formas diferentes «hechas a modo de cada uno» y luego afirma que los materiales
eran diversos, y también allí advierte que existía una diferenciación en el modo en que estaban
combinados y la forma en que se representaban en las mantas. El que para fray Pedro Simón
las representaciones que se elaboraran fueran de manera tan diferente y al «modo de cada

47
Etnohistoria e historia

uno» parece corresponder al interés de los españoles de mostrar el mundo aborigen como
desarticulado y sin regularidad y norma. Pero también, es posible que allí intervengan otros
elementos que están íntimamente relacionados con el desconocimiento de las culturas
aborígenes, esto es, el que él no identifique una unidad en las formas se puede deber a que no
pudo comprender los elementos profundos y sustanciales que le dan unidad al conjunto de las
formas de una determinada cultura.

La situación de fray Pedro Simón y en general de los europeos al enfrentarse a las


representaciones formales de los grupos humanos nativos de América es similar a la que
puede tener cualquier individuo al entrar a una catedral barroca o gótica; cientos de
representaciones que se aparecen como desarticuladas, esto es, cada imagen un dios, cada
cuadro una deidad, un completo panteísmo, y por ello, no sería extraño que dijera, «curiosos
estos nativos europeos, son verdaderamente exóticos».

En fin, lo que si parece ser evidente es la dificultad presente al abordar el tema, pues si bien
hay algunas recurrencias, y seguramente sería posible reconstruir algunos niveles de la lógica
interna del pensamiento que alimenta y determina la objetividad del mundo Muisca, en toda
su variedad lingüística, material, de producción, de trabajo y de relaciones sociales; la
reconstrucción del proceso es ciertamente compleja, y los documentos coloniales aun tiene
mucho que aportar en ese camino, que por lo demás se ha venido ampliando cada vez más, y
que hoy se hace de forma mucho más consciente.

Esto último es importante, sobre todo en lo que respecta a las posibles conexiones entre
arqueología y etnohistoria. Frente a esta relación afirma Eduardo Londoño -en un trabajo
publicado en el Boletín del Museo del Oro intitulado «Un mensaje del tiempo de los
Muiscas. El caso de un ofrendatario Muisca encontrado en Fontibón.»- que:

La arqueología y la etnohistoria recientes muestran cierto recelo de entrar en


un campo tan especulativo como el del simbolismo de la orfebrería Muisca,
dado que esta última se ha descubierto por lo general en hallazgos casuales, sin
fecha ni contexto que permitan una aproximación metodológica y científica.
Pero el oro de los Muiscas supera a la cerámica en la riqueza etnográfica de sus

48
Etnohistoria e historia

representaciones, y en aquellos casos, como el de la famosa Balsa Muisca,


encontrada en Pasca y hoy símbolo del Museo, donde se lo ha podido vincular
a las descripciones de los cronistas, su fama ha rebasado todas las fronteras.»
(Londoño 1986)

Sin embargo, para este caso especifico el que las piezas localizadas en Fontibón hubieran
conservado el recipiente, una pieza cerámica catalogada como «Guatavita desgrasante de
tiestos que tuvo su desarrollo durante los últimos dos o tres siglos antes de la llegada de los
españoles, y su uso continuó durante los primeros años de la Colonia.» (Londoño 1986),
permite fijar alguna cronología aproximada y por ello se hace más fácil y seguro hacer uso
de los documentos coloniales y de crónica para aproximar un sentido. Así él cita a Tomas
López y fray Pedro Simón de la siguiente manera:

(...) tenían otro género de sacrificio particular suyo... y era en tiempo de


necesidades flechar algunos niños de los que tomaban y prendían de sus
enemigos... poniéndolos en unos palos altos. (López 1982: 339).

(...) a las entradas y esquinas de sus casas tenían unos gruesos y levantados
maderos en que hacían trabazón las cercas de las casas, y en lo más alto de
ellas hechas unas gavias como de navíos que servían de hermosar los palos y
esquinas, y deponer cuando se había de hacer el sacrificio único de los que
tenían para esto, a donde lo mataban con flechas y dardos que le tiraban de
abajo donde estaban los jeques cogiendo con unas totumas la sangre que
caía del madero abajo, que, para que nos afease con ella lo tenían todo
enalmagrado o embijado. Bajaban el cuerpo de estos muertos y con él y la
sangre a quien le tenían gran reverencia, iban como muchas danzas por una
carrera que tenían muy limpia y ancha como para dos carretas, que salía
desde el cercado del cacique hasta un cerro alto, que solía ser de más de
media legua de distancia, donde apartándose los jeques del vulgo, tiraban
las piedras de la frente del sol 4 con la sangre y el cuerpo /lo/ enterraban
(Simón /1625/1981: III. 385).

49
Etnohistoria e historia

Desde allí inicia un estudio que no sólo pasara por entender las recurrencias formales
existentes en las piezas localizadas en Fontibón, sino que también, se adentrara a las
colecciones del Museo del Oro, mostrando que es posible pensar y entender una cierta
unidad temática en los diferentes piezas Muiscas, que lentamente ha coleccionado y cuidado
el Museo. Según él, es posible que estas recurrencias tengan que ver con unidades
simbólicas y de representación, que en otras palabras, podría entenderse como grupos
sintéticos de sentido. Es justamente allí donde el estudio de las matrices juega un papel
de primer orden, que si bien no se puede dar cuenta de la totalidad, si por lo menos, se
convierte en una ruta de trabajo que en el futuro puede ayudar a entender el sentido y
función del oro en los pueblos Muiscas.

Por eso no es gratuito que al final del artículo citado exista una clara propuesta de trabajo
y un balance de los alcances y posibilidades de articular la etnohistoria con la arqueología:

El estudio etnohistórico de los Muiscas, todavía rico en posibilidades, puede


beneficiarse de recursos que hasta ahora no han sido bien aprovechados. La primera
parte de este artículo, por ejemplo, compara información disponible sobre dicho
grupo con la de etnias relacionadas de los Andes Septentrionales de influencia
Chibcha y busca datos novedosos en documentos de archivo. De otro lado, el
examen del ofrendatario encontrado en Fontibón nos ha permitido llevar el oro
Muisca al nivel de una fuente etnohistórica que es importante analizar en detalle
y cotejar con los aportes no solamente de crónicas y relaciones, sino de documentos
de archivo e investigaciones arqueológicas, dentro del objetivo común de
profundizar en el conocimiento de los antiguos habitantes de nuestro territorio.
5.3 centimetros

50
Etnohistoria e historia

IV

La Geografía es la Historia en el Espacio, lo mismo que la

Historia es la Geografía en el Tiempo.

Eliceo Reclus. (1958)

Gerardo Reichel-Dolmatoff recuerda en La Arqueología en Colombia (1997) que a partir de


mediados del siglo XIX se empieza a publicar buena parte de las Crónicas de Indias, y que eso
provocó en Colombia el inicio de los estudios y las preocupaciones por las comunidades
prehispánicas, lo que se hizo evidente no sólo en el incremento de las colecciones particulares,
sino también, en el número y calidad de publicaciones sobre las diferentes regiones del país.
Otra consecuencia de la publicación de esos documentos de crónica fue que aquellos «(…)
estimularon el trazado de mapas que mostraban la distribución de los grupos tribales, más
importantes, que habían poblado el territorio colombiano en la época de la Conquista.» (Reichel-
Dolmatoff 1997). Así, los primeros mapas sobre la distribución de los diferentes grupos
prehispánicos fue el resultado de las descripciones elaboradas de 1500 a 1700, lo cual tiene
consecuencias muy precisas en la historia misma de la arqueología en Colombia y en la forma
y las categorías que se usaron para la clasificación cultural, funcional y estética, como también
para el orden y catalogación de los diferentes vestigios arqueológicos.

Las razones tienen que ver con la situación misma de la Conquista y con las descripciones
posibles del territorio en aquella época. Estos documentos son necesariamente precarios, en
tanto se originan en el desconocimiento del territorio y sobre todo, porque la lógica misma de
la conquista se convirtió en una práctica que se mantuvo durante largo tiempo. La tradicional
forma de fundar ciudades de manera únicamente jurídica, en donde las áreas de influencia no
se conocían y, sin embargo, se repartían junto con la población aborigen, llevó a que las
descripciones se generalizaran y se hiciera una especie de ilusión del territorio. (Romero 1999).
Lo que significaba, que áreas inmensas del cada región fueran nombradas y entraban a hacer
parte del territorio jurídico y por ello, del mundo normativo español. Sin embargo, una de las
características de la administración española en el nuevo continente, es el absoluto
desconocimiento de los diversos territorios y poblaciones, de tal manera que allí se demostró
51
Etnohistoria e historia

que para administrar no se necesita ni inteligencia ni conocimiento, basta con el poder y la


fuerza.

Por ello, no es extraño que eso mismo se repitiera de otra forma, pero con iguales consecuencias
en el siglo XIX colombiano, ya que ahora se fundaba un territorio ideal, más influenciado por
la imaginación que por la realidad. Así, se trazaron grandes «áreas arqueológicas» de las que
poco o nada se sabía y que sin embargo, lentamente se iban llenando de datos y de vestigios.
«La compilación de dichos mapas de distribución llevó inevitablemente a la tendencia de
identificar ciertas tribus históricas con los vestigios arqueológicos hallados en sus territorios
respectivos. De esta manera, cualquier objeto descubierto en el altiplano de Bogotá se atribuyó
a los Muiscas» (Reichel-Dolmatoff 1997). Una lógica que se sigue repitiendo y que ha sido
usada durante generaciones, que sin duda es problemática a la hora de enfrentar y entender los
territorios reales y las aéreas de ocupación, como también las zonas de influencia y control de
las antiguas comunidades que habitaron el altiplano cundiboyacense antes de la invasión de
principios de 1500.

Pero no sólo se asignaron acríticamente los vestigios a una determinada cultura, sino que
también, otro factor intervino para tener una imagen tan precaria del territorio Muisca; se trata
de ausencia de una arqueológica amplia y suficiente. Esto no significa que no se hayan elaborado
trabajos y excavaciones, lo que se afirma es que los reportes arqueológicos aun son insuficientes
para trazar un mapa que incluya todos los territorios Muiscas, y que permita entender las
diferencias entre ellos como etnia, y con otros grupos, y delimitar efectivamente las «fronteras»
de los Muiscas, para cada uno de los momentos de ocupación del territorio.

Por ello, la reconstrucción de una cartografía del territorio Muisca es tan complicada y
problemática –como en general lo es toda reconstrucción del territorio y de los límites del mismo
de una determinada cultura prehistórica-. Lo cierto es que los datos existentes en las crónicas y de
los documentos coloniales, son los que se han usado de forma preferente para intentar entender
cuáles eran las áreas de influencia Muisca, y así elaborar los mapas del territorio, lo cual ciertamente
tiene limitaciones que se deben tener en cuenta. La más importante, tiene que ver con que esos
mapas estarían limitados a pocas décadas o siglos antes de la conquista española del territorio, y
estarían más de acuerdo con la situación concreta de 1550 a 1600 aproximadamente.
52
Etnohistoria e historia

Estas limitaciones no significan que no se deba intentar construir un mapa del territorio Muisca;
efectivamente esto se ha hecho varias veces, la primera referencia cartográfica se encuentra
en Vicente Restrepo (1895), que mandó hacer un mapa del territorio Muisca a Manuel María
Paz en 1894, luego se elaboraron otras cartográfias, (Triana 1922, Langebaek 1987, Herrera
1993, Falchetti y Plazas 1973) todo esto es esencial para entender los procesos que se dan al
interior de los grupos Muiscas y de sus áreas de influencia. Los documentos de la crónica y los
coloniales, como ya se anunció, sirvieron para hacer estas delimitaciones. La importancia de
esos trabajos tiene que ver con la localización y determinación de las piezas Muiscas, y en
especial para las orfebres y sus derivados, como las matrices de orfebrería, pues la ausencia de
contextos obliga a recurrir a otras fuentes.

Marta Herrera afirma que:

Los Muiscas habitaron el altiplano que abarca parte de los actuales departamentos
de Boyacá, Cundinamarca y Santander. A la llegada de los españoles, en 1537, el
territorio estaba dividido en dos grandes unidades políticas: el zipazgo y el zacazgo,
que tenían bajo su control a varios señoríos de importancia, como por ejemplo
Guatavita, sujeto al zipa, y Turmequé, al zaque. Había además algunos territorios
independientes, entre ellos los poblados situados en la región de Vélez, cuyas
autoridades no estaban subordinadas ni al zipa de Bogotá, ni al zaque de Tunja, y
centros religiosos importantes, como Iraca, que mantenía una posición de gran
autonomía. (Herrera 1993).

Estas informaciones se pueden contrastar con otros documentos, y es especialmente importante


El Proceso Contra el Cacique de Ubaque 1563 (Casilimas y Londoño 2001), pues allí se
recoge con mucho cuidado las diferentes procedencias de los invitados a la celebración. El
que se hablara Muisca de Sogamoso, y el que en la lista estén capitanes y caciques de distintas
áreas del territorio permite tener una imagen más o menos cercana del territorio Muisca y de
las zonas de influencia. Pero sobre todo permite entender cuál era el conocimiento de las
distintas áreas de influencia y los niveles de comunicación entre un territorio y otro. Esto es
importante cuando se intenta aproximar un estudio sobre la vida productiva y sobre las formas
de trabajo y de comercio de los Muiscas, ya que las diferencias climáticas y de terreno permiten
53
Etnohistoria e historia

tener acceso a diferentes productos y manufacturas. No se trata simplemente de una distribución


territorial, lo que estaría en juego son las producciones locales y la posibilidad de distribución
de los excedentes, un asunto por lo demás fundamental a la hora de entender una de las
categorías que fundamentan la noción de cacicazgo.

En el mencionado proceso jurídico se cita a Ubaque como sede de la «fiesta», y a dicho territorio
llegan invitados de los distintas áreas Muiscas (Tunja, Fusagasugá, Sogamoso, Guatavita, Santafé,
Suba, Tuna, Cajicá, Chía, Hontibón, Sopó, Cota, Teusacá, Pasca, Chiasaque, Bosa, Ciénega,
Cáqueza, Susa-Usaquén, Tibacuy, Cájica, Pausagá, Zipaque, Gameusa), cada invitado trae consigo
algunos elementos «rituales» y en algunos casos se menciona el transporte de comida para la
«fiesta» (Casilimas y Londoño 2001). No deja de ser interesante la movilidad y las distancias
recorridas por los participantes; el que esto fuera posible hace suponer una tradición ya establecida,
pero sobre todo, permite ver el grado de conocimiento del territorio, pues el desplazamiento en
inmensas áreas (más de 100 kilómetros) implica necesariamente una cartografía intelectual del
territorio. Pero también la existencia de caminos y rutas expresas de movilidad; es completamente
seguro que no fuera esa la primera vez que esos desplazamientos se realizaron. Además el que los
mensajeros hubieran llegado con las invitaciones y el posterior traslado de capitanes y caciques
implica una logística importante que debe ser tenida en cuenta.

Como ya se advirtió la producción material y espiritual de una zona a otra varía, aunque existan
elementos comunes, que son en últimas los que mantiene la cohesión de la cultura y de los diversos
grupos humanos que la componen. En todo caso, lo que es cierto es que el territorio Muisca era
bastante amplio y que en él habían distinciones muy precisas que tendrían que alimentar un mercado
interno y una alta movilidad, tanto de población como de productos. Frente a esto, se ha llamado la
atención en diversas investigaciones sobre los productos de uso ritual o por lo menos poco comunes
en el territorio. Entre ellos sobresalen las plumas, los enteógenos, piedras preciosas, algodón, oro,
«(…) productos suntuarios como cuentas de collar, figuras de oro, caracoles marinos, cal, yopo,
tabaco, bija y esclavos dedicados a sacrificios, entre otros» (Langebaek 1987). El acceso a estos
productos absolutamente necesarios debió provenir, en buena medida, de zonas ajenas al territorio
Muisca, lo que demostraría un comercio a amplia distancia y la posibilidad de intercambiar
activamente muchos productos, entre ellos la sal proveniente de Zipaquirá, Sopó y Nemocón.

54
Etnohistoria e historia

Al respecto Langebaek afirma que

Los productos que podían llevar los indígenas al Cacique podían ser, de acuerdo
a la investigación de Tovar (1980): mantas, algodón en bruto, cuentas de collar,
cueros de felino, mochilas, cabuya, coca, leña, totumos, pescado, «palas» para
cavar labranzas, aves de plumería, productos alimenticios agrícolas, pescado y
carne de venado. A la inversa, los caciques también daban productos a los indígenas
de su cacicazgo: a los capitanes, les otorgaba mantas «Coloradas» o «pintadas» y
a los asistentes en general los cubría con bija (Bixa Orellana), lo cual representaba
«gran honor». En 1595, un indígena de Tibacuy, al ser interrogado por lo que él
daba al cacique, declaró que cada uno daba:

(…) conforme a su posible y a la honra que quería le hiciese su Cacique... una vez
al año y demás de ello cuantío» el Cacique hacía su casa y alguna fiesta así mismo
le daban algún tributo para ayudar al gasto y esto de fiestas pagan de tributo lo que
el Cacique les repartía y el Cacique daba a cada Capitán una manta pintada y a
todos los indios de comer y los embijaba que era para ellos gran honra (A.N.C
Vis. Cund. IV f 877v). (Langebaek 1987)

Como se advierte, el tránsito de productos era amplio y tenía muy distintos niveles y
procedencias, desde aquellos que eran de uso exclusivo de las elites Muiscas, como los que
eran de uso común de la población. En este sentido, el territorio y la movilidad en el mismo
era normal, y se puede asegurar que no es posible pensar lo Muisca como un sistema cultural
aislado en un solo espacio territorial, si se hace de ese modo es incompresible el mundo
Muisca. La presencia de productos diversos también muestra la variedad de objetos producidos
e intercambiados por los diversos grupos, pues no se trata sólo de advertir el comercio, sino
también la producción de los mismos. La complejidad de la producción, la distinción entre
unos y otros y las diferentes técnicas de fabricación y de elaboración demuestran que existía
una clara división el trabajo y una producción continua de determinados productos.

Para el caso especifico del oro, la complejidad de las redes y caminos es lo que permite
entender, o por lo menos, inferir el origen de este material, el cual no parece ser originario del

55
Etnohistoria e historia

territorio Muisca; las Crónicas de Indias están de acuerdo en sostener que en la zona no había
minas y que el oro era traído de otras áreas. Carl Langebaek (1987) desde los documentos
coloniales ha demostrado esos intercambios, así la necesidad del oro era suplida por el
intercambio a larga distancia, y en buena medida ello significa que pensar el territorio Muisca
es también dar cuenta de las posibles redes de intercambio y de las implicaciones que ello
tenía. La ausencia de minas de oro, que parece estar demostrada -a pesar del trabajo único de
José Rozo Gauta (1990) sobre las minas de oro y de plata en el territorio Muisca- obliga a
pensar en la necesidad de intercambios a larga distancia, esto es, a acceder a productos
provenientes de sitios que no estaban controlados por el cacicazgo. Pero también, de allí se
debe deducir una producción expresa que servía para ese intercambio, no se trataría sólo de
traer oro, para obtenerlo había necesidad de cambiarlo por otros productos que no
exclusivamente serían bienes materiales, podría tratarse, también, de conocimientos.

Todo ello lleva a entender que es necesario hacer trabajos que amplíen y que se preocupen
expresamente por reconstruir las rutas de viaje. Sería importante recoger nociones como las
que propuso Immanuel Wallerstein de centro-prefiera para pensar las relaciones que se
construyeron paulatinamente en el territorio Muisca, pues no se trataría simplemente de una
relación univoca, esto es, el transporte de materias primas y productos elaborados hacia el
centro del cacicazgo, si fuera de esa manera sería más sencillo, lo que es cierto es que no se
trata sólo de ese, pues es claro que del territorio Muisca salían también productos que eran
importantes en otras regiones. En este sentido, la cartografía del territorio Muisca no se reduce
a la elaboración de mapas y de descripciones físicas de los terrenos; como en toda cartografía
cultural se deben tener en cuenta los productos, áreas de importancia cultural y ritual, zonas
de cultivo y de producción material. Este tipo de trabajos ya se han venido adelantando, y son
un aporte importante de la etnohistoria, sin embargo, aun esos mapas tienen poca resolución,
ya que se trata de escalas muy amplias y por ello poco precisas, lo que se debe a los escasos de
datos arqueológicos. Es de esperarse que el avance de la investigación arqueológica permita
tener en el futuro una imagen más acabada de dicho territorio.

Un elemento que será fundamental en esa reconstrucción proviene del aporte de las
investigaciones en los sistemas simbólicos y las formas de representación formal del mundo y

56
Etnohistoria e historia

del pensamiento. Así los trabajos en torno al arte rupestre, la decoración cerámica, las figuras
orfebres y las matrices de orfebrería permitirán elaborar, por así decir, mapas estéticos del
territorio. Lo que permitirá construir nuevas inferencias sobre el territorio, sobre las áreas de
dominio y de intercambio. Sin duda, aquí la información más importante y determinante, en
tanto está in situ, es la que provenga de la investigación en arte rupestre (Muñoz, Conversación
personal 2008), este es, por decirlo así, el fósil director, y será a largo plazo el que permita
construir mapas étnicos más precisos.

6.8 centimetros

57
Etnohistoria e historia

Antecedentes históricos del estudio de las matrices de Orfebrería.

(…) las formaciones nebulosas que se condensan en el cerebro


de los hombres son sublimaciones necesarias de su proceso
material de vida, proceso empíricamente registrable y ligado a
condiciones materiales. La moral, la religión, la metafísica y
cualquier otra ideología y las formas de conciencia que a ellos
correspondan pierden, así, la apariencia de su propia
sustantividad. No tienen su propia historia ni su propio desarrollo,
sino que los hombres que desarrollan su producción material y
su trato material cambian también, al cambiar esta realidad, su
pensamiento y los productos de su pensamiento.

Carlos Marx. Federico Engels. (1959)

El primer reporte de una matriz de orfebrería en Colombia lo realiza el D. Joseph Domingo


Duquesne de la Madrid en el año de 1795, quien para la época era Cura de la parroquia de
Gachancipá. Así, la Disertación sobre el Calendario de los Muyscas, Indios Naturales de este
Nuevo Reino de Granda y las gráficas que acompañan este trabajo son los primeros pasos de
la historia de la investigación de las matrices de orfebrería y desde allí se fundamentan algunas
de las interpretaciones más recurrentes durante el siglo XIX. Nacido a finales de la década del
40 de 1700 en Santafé fue cura párroco de Turmequé, Lenguazaque, Gachancipá y Neiva
(Langebaek 2003). Sus preocupaciones intelectuales giraron en torno a diversas áreas, propias
de su oficio como religioso, pero también, se adentró en otros campos, entre ellos el que tiene
que ver directamente con los vestigios de las comunidades Muiscas, lo que para la época se
denominaba como antigüedades.

Se puede asegurar que inaugura nuevos caminos del pensar en Colombia, los cuales recorrerán
otros pensadores durante todo el siglo XIX. Roberto Pineda considera que Duquesne captó
«(…) con gran sensibilidad antropológica ciertos problemas de iconografía Muisca y se planteó
por primera vez temas centrales que aun nos inquietan. Por ejemplo, su corto trabajo «Sacrificios
58
Etnohistoria e historia

de los Moscas y significados a alusiones de los nombres de sus víctimas» (1795) es digno de
leerse por todo aquel interesado en una teoría del sacrificio.» (Pineda 1997) Una característica
importante en la labor de Duquesne tiene que ver con que sus escritos y conclusiones no son
el resultado de una vida contemplativa o de lecturas antiguas, por el contrario, se trata de las
preocupaciones que surgieron de la relación directa con los campesinos de las parroquias en
las que realizaba los oficios religiosos, por ello, tiene una particularidad que no tendrán los
trabajos de intelectuales posteriores. En este sentido, se puede decir que allí hay un componente
etnográfico importante, que recoge con cierta disciplina las ideas y comportamientos de los
descendientes Muiscas «(…) observó sus prácticas agrícolas, sus formas de construir las casas,
sus maneras de narrar y anotar en los libros de cuentas.» (Pineda 1997) seguramente de allí es
que surgen los signos que acompañan el texto sobre el Calendario Muysca, y en buena medida,
las elaboraciones teóricas que allí se discuten deben provenir de la vida entre las comunidades
de Gachancipá, Turmequé y Lenguazaque.

Se asegura que «Durante su estancia en Gachancipá fue llevado por parte del cacique del
pueblo a una cueva donde todavía se encontraban diversos objetos votivos chibchas… las
«Memorias Históricas de la Iglesia y Pueblo de Lenguazaque», una verdadera historia local de
un pueblo indio del altiplano cundiboyacense, en las que el etnohistoriador encuentra no sólo
datos sino un análisis -en el marco de la mentalidad y posibilidades de la época- del cambio
social.» (Pineda 1997). Esto es claro cuando se lee con cuidado la obra de Duquesne, en
particular porque valora de forma completamente diferente los vestigios y objetos del mundo
aborigen. El comportamiento tradicional de los doctrineros y curas de las distintas parroquias
estaba determinado por las ideas derivadas del Concilio de Trento en torno a lo demoniaco, la
idolatría y el paganismo. Normalmente los sitios tradicionales de culto y los vestigios antiguos
de las comunidades eran buscados para ser destruidos, lo que claramente no sucede con
Duquesne.

Él «(…) consideró que pequeñas rocas con grabados indígenas que encontraban los campesinos
correspondían a «calendarios» Muiscas, lo cual mostraba que los indígenas habían desarrollado
una especie de escritura jeroglífica. La existencia de calendarios, además, no sólo indicaba la
preocupación de los Muiscas con el «cómputo de los tiempos», sino también que poseían un

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Etnohistoria e historia

«cuerpo de legislación de ritos y ceremonias para el gobierno de la nación». (Langebaek 2003).


Así, la primera matriz de orfebrería fue usada como prueba de la inteligencia y nivel de
desarrollo de los pueblos Muiscas. No se trataba de objetos de paganismo ni de representaciones
de lo demoniaco, por el contrario, tenían una funcionalidad práctica y habían sido elaborados
de forma absolutamente consciente, y por ello, era el resultado de síntesis muy complejas de
pensamiento. Esta valoración del mundo aborigen en los albores del siglo XIX es fundamental,
y explica en buena medida las formas en que fueron entendidas las comunidades nativas por
parte de los anti-hispanistas.

Un elemento adicional que se debe tener en cuenta en la obra de Duquesne es el que tiene que
ver con los «levantamientos» de la matriz de orfebrería. Sin duda se trata de una descripción
muy precisa (para la época) en donde se muestran cada una de las caras de la pieza original. Y
si bien hoy es imposible comparar el original con ese levantamiento, pues la matriz se perdió,
no deja de ser importante advertir que en dicho dibujo hay una preocupación por las formas y
motivos representados. La pieza fue dibujada de planta y en cada una de sus caras,
adicionalmente se elaboró un sistema que correspondía a las divisiones de los días y meses
Muiscas, y con ello, se diseñó un esquema del posible calendario Muisca.

El trabajo de Duquesne le fue entregado por José Celestino Mutis a Alexander von Humboldt,
durante su visita a la Nueva Granada (1801). El interés del «sabio alemán» y de Bonpland por
las antigüedades llevó a qué registraran y años más tarde hicieran referencia al trabajo del cura
de Gachancipá y que se publicara el esquema de la matriz de orfebrería y con ella la idea que
sostenía que se trataba de un calendario Muisca -Vues des Cordilleres et Monuments des
peuples Indigénes del’Amérique par |Alexandre de Humboldt. París 1810. Fol-. De esa forma
se popularizó la idea y se convirtió en un lugar común que será repetida casi sin alteraciones
hasta el final del siglo XIX.

Lo cierto es que los datos sobre matrices no quedan allí. Otros «curiosos» y coleccionistas
harán referencia a este tipo de piezas líticas. Esto en buena medida se debe a que los patriotas
criollos del período de la Independencia tuvieron un marcado interés por los vestigios
prehispánicos. Dichas preocupaciones no tiene que ver de forma directa y clara con el interés
concreto y real por los vestigios aborígenes y por entender cuáles eran los modos de
60
Etnohistoria e historia

comportamiento social, material y espiritual de los grupos humanos que habitaron el territorio
antes de la Conquista Ibérica. En realidad se trataba de un interés más de orden político e
ideológico, simplemente ante la necesidad de liberarse de España, se buscaban orígenes de la
nación más remotos que los ibéricos. De esta forma se uso lo «indígena» para hacer un nuevo
discurso. Roberto Lleras (2005) ha demostrado que particularmente esto sucede con los grupos
Muiscas del altiplano cundiboyacense.

Sin embargo, la presencia de matrices de orfebrería en las nuevas referencias no es tan


amplia como se esperaría, al menos, si se tiene en cuenta la influencia del texto de Duquesne
y el interés que ese trabajo había suscitado en Humboldt. Y si bien, esto se puede explicar
desde el contexto particular de la época, en donde intervienen factores importantes del
orden político y militar, lo cierto, es que las colecciones son pocas. Sólo para las décadas
del treinta y cuarenta del siglo XIX colombiano se puede asegurar que se inician algunas
colecciones de piezas aborígenes, que con diferencias y desigualdades se convierten en
los primeros intentos -aunque problemáticos- de valorar los vestigios arqueológicos.
(Langebaek 2003, Botero 2003).

La Memoria de las Antigüedades Neogranadinas de Ezequiel Uricoechea publicada en


1854, es tal vez el trabajo más importante de la mitad del siglo XIX, respecto de los
vestigios de las comunidades prehispánicas. Él hace un balance de lo que se había alcanzado
en el conocimiento de las antiguas comunidades aborígenes del país y realiza también
cuestionamientos que bien permiten advertir el modo en que se valoraba o no, las
«antigüedades», como entonces se conocían los materiales arqueológicos. El afirma que:

Algunos años ha, tuve la desgracia de presenciar el ningún aprecio en que se


tienen las obras de los antiguos neogranadinos. Una plancha o patena de oro, de
las que usaban los caciques, la chaguala de los cronistas, muy bellamente trabajada,
tuve apenas tiempo de ver y de admirar pocos minutos antes de ser derretida, sin
haberse tomado siquiera un dibujo.

Nuestros compatriotas, que con tanto desapego se deshacen de estas reliquias,


que una vez destruidas es imposible reproducir, sin haber tomado un diseño o

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Etnohistoria e historia

dibujo o haber hecho algo por su conservación, contribuyen pasivamente a esta


destrucción, pues sin duda van estas antigüedades a manos que no las aprecian
sino por el metal de que están hechas y que sin remordimiento pronto entregan al
crisol. (Uricoechea 1971).

Uricoechea llama la advierte sobre la poca atención que se ha venido presentando a aquellos
vestigios. Claro, no se puede olvidar que J. Acosta había reproducido la obra de Duquesne,
unos años antes de la publicación de la Memoria de las Antigüedades Neogranadinas y con
ello, salvó la información existente, pues el manuscrito original del Cura de Gachancipá ha
desaparecido. Lo cierto es que Acosta trae algunos datos de las matrices de orfebrería y hace
algunas gráficas con la misma lógica que había inaugurado Duquesne, esto es, registra cada
una de las caras de las piezas y afirma que:

Los naturales de Guatavita eran celebrados por su habilidad en fabricar con el oro
que traían en polvo de las orillas del Magdalena ó de la extremidad septentrional
de la provincia de Guane (Girón etc.) figuras de todos animales, engastes para los
caracoles y conchas marinas que servían de copas de lujo en sus festines, y planchas
delgadas para cinturones y brazaletes. Los pintores de mantas que se llevaban á
todos los mercados, eran también chibchas. Labraban varias figuras en relieve
sobre piedras duras. (Acosta 1884).

En estos dos intelectuales (Acosta y Uricoechea) se continúa la tradición interpretativa de las


matrices de orfebrería. Una serie de datos importantes aparecen en la obra de Acosta, en particular
referidos a las colecciones privadas, lo cual es normal en un país, -a pesar de haberse fundado el
Museo Nacional en 1823- en donde aun no se había constituido por parte del Estado una consciencia
clara que buscara proteger, conservar y cuidar los vestigios arqueológicos. M. Jomard le envía un
reporte de su colección; este documento reseña las piezas que posee y que tiene en su poder en
Paris. Afirma que:

La colección que compré en 1840 y que proviene de la planicie conocida


antiguamente con el nombre de Cundinamarca en la Nueva Granada, contiene
seis piedras análogas á la que M. de Humboldt público como calendario en las

62
Etnohistoria e historia

Vistas de las Cordilleras y Monumentos de los Pueblos indígenas de América.


Aparecen siempre las mismas figuras, á saber:

La cabeza humana.

La rana.

Instrumentos.

Un pescado, ó parte de él.

Insectos o crustáceos.

El carcaj ó las flechas.

El renacuajo ¿?

Una especie de grano, largo, informe (el germen ¿?)

Cierto género de tambor rectangular con greca.

Es siempre una de estas figuras, única ó repetida la que se ve esculpida en relieve


sobre los planos y las facetas de las piedras antiguas á que aludimos.

M. de Humboldt, fundándose sobre la numeración atribuida á los Muiscas, que


está sujeto al número cinco y á sus múltiplos, y sobre el calendario de los Muiscas,
y observando en la piedra de base pentágona diez figuras esculpidas en las diversas
fases, la considera, adoptando la opinión de M. Duquesne, como un calendario.

La composición de las seis piedras de mi gabinete es la siguiente:

No. 1º. Piedra de base pentágona irregular, con diez y nueve figuras. No es
imposible que la vigésima esté borrada.

No. 2º. Otra de base pentágona bastante regular: diez figuras, dos facetas vacías o
marcadas solamente con dos líneas cruzadas.

No. 3º. Otra de base trapezoidal regular. Está intacta y tiene cinco figuras.

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Etnohistoria e historia

No. 4º. Otra piedra (esquisto verde): está quebrada; parece haber sido pentágona;
quedan siete figuras, pero supliendo las tres facetas que faltan, habría siempre
diez.

Nos. 5º y 6º. Este examen confirma la conjetura de M. Humboldt, solamente en


cuanto dice relación con el número cinco y sus múltiplos; pero si estas piedras
son calendarios, ¿cómo es que figuras enteramente semejantes representan días
diferentes de la semana? Por otra parte, la semana Muisca de tres días no concuerda
con los números cinco ni diez, y sería únicamente desde el número quince y sus
múltiplos donde podrían conciliarse las divisiones en 3 y en 5. Y por lo que hace
al número veinte, sería preciso llegar hasta 60 para tener a un tiempo un múltiplo
de 20 y de 3; mas sesenta días no corresponden á división alguna del año solar ó
lunar, aunque por otra parte, según M. Duquesne, los Muiscas tenían una división
ó período de sesenta años rurales, ó veinte años grandes de los Xeques o sacerdotes,
cada uno de los cuales abrazaba treinta y siete lunas, cuando el año civil no contenía
sino veinte. (Acosta 1848).

Igualmente, Acosta menciona que Dr. Manuel María Quijano en Bogotá tenía una pieza similar.
Lo cierto es que para mediados del siglo XIX ya habían aparecido nueve matrices de orfebrería,
y a pesar que se seguían interpretando como calendarios, ya era clara la objeción que hacia M.
Jomard respecto de un modo único de entender las piezas. En general, la dificultad tenía que
ver con el origen del tema y con el lastre que este implicó en las posteriores interpretaciones.
El modo en que se describen las piezas es el mismo que había usado décadas atrás Duquesne,
esto es, la pieza se descompone y registra en cada una de sus caras, lo que se convertirá en una
tradición; y si bien en el caso de Acosta los motivos se han geometrizado, no deja de ser
interesante advertir que allí se está construyendo un modo particular de ver y registrar el
material arqueológico, estilo que por lo demás es claramente reconocible en los documentos
gráficos del siglo XIX.

Otra característica de las colecciones de ese momento es que la mayoría del las matrices
estaba fuera del país, en realidad solo dos permanecían en poder de colombianos, y estaban en
territorio nacional. Para medios del siglo XIX la matriz estudiada por Duquesene ya tenía un
64
Etnohistoria e historia

destino incierto. Esto también fue reseñado por los miembros de la Comisión Corográfica
(1850-59) quienes además, mostrarán el atraso nacional y el descuido en que están vastos
territorios, en donde era corriente la práctica de la guaquería (excavación ilegal), siempre con
la ilusión del «oro de los indios».

Para finales de la década del 60 del siglo decimonónico, viajan por Colombia dos vulcanólogos
alemanes, Alphons Stübel y Wilhelm Reiss (1868) quienes en una serie de cartas y trabajos
reseñan la situación del país (Gómez 1994). Para el caso de lo que acá se está describiendo,
son muy importantes las ilustraciones y dibujos de los materiales arqueológicos coleccionados
por aquellos, pues aparte de piezas cerámicas, volantes de huso, hachas pulidas, ellos tuvieron
acceso a vestigios de oro Muisca y de otras regiones, según V. Restrepo «(…) la obra de
Stübel, Reiss y Koppel: |Cultura e industria de los países de Sudamérica, escrita en alemán,
en dos grandes tomos ilustrados con muy bellos cromos. Trae figurados y descritos 36 objetos
de oro, chibchas, 9 de cerámica y 15 de piedra, todos admirablemente reproducidos.» (Restrepo
1895).

Para el final de siglo Liborio Zerda pública El Dorado (1882) y Vicente Restrepo la Crítica de
los trabajos arqueológicos del Dr. José Domingo Duquesne. (1892) y Los chibchas antes de
la conquista española (1895). Estas obras de manera desigual valoran los vestigios
arqueológicos de los grupos Muiscas y hacen referencias distintas a las matrices de orfebrería.
En el primer caso, L. Zerda vuelve a publicar la obra de Duquesne y amplía la información
existente. Respecto de las matrices de orfebrería agrega un conjunto de nuevos documentos
gráficos y literarios, continuando con la tradición de interpretar estas piezas como la evidencia
del control del tiempo por parte de los grupos Muiscas. Si bien la obra de Zerda, no deja de ser
problemática en muchos niveles, es interesante que en el álbum «Antigüedades neogranadinas»
Ca. (1893) –por la información del Museo Nacional de Colombia fue adquirido a Eugenio
Zerda en 1922 y que está compuesto por 125 ilustraciones (dibujos, fotografías, grabados e
impresos), y según los datos existentes fue elaborado en 1893 cuando L. Zerda era ministro de
Instrucción Pública- se pueda observar un número amplio de levantamientos de rocas con arte
rupestre y de copias de las acuarelas de la Comisión Corográfica (1850-09) que fueron
elaborados, al menos en parte por Lázaro María Girón, quien para la época hizo los

65
Etnohistoria e historia

levantamientos de Chinauta y Anacutá, Cundinamarca. Dentro de esa colección de imágenes


están tres láminas que recogen material orfebre Muisca y hay también allí algunos
levantamientos de vestigios líticos y cerámicos de la zona Muisca. Seguramente estos materiales
hacen parte de las colecciones privadas que aquel había visto y pensado, y que alimentaron el
libro de El Dorado.

Por su parte V. Restrepo expone un punto de vista que se opone a las interpretaciones tradicionales,
respecto de las matrices de orfebrería, y en general en relación al modo en que se había venido
interpretando lo Muisca. Él considera que en lo que se afirma del pueblo del altiplano es el resultado
de la fantasía. Respecto de las matrices de orfebrería afirma que no es posible interpretar aquellos
materiales como calendarios; según Restrepo la imaginación y la invención son los que han
intervenido en la interpretación de esos vestigios, pues los datos existentes no permitirían llegar a
esas conclusiones, y no existiría ninguna evidencia que permitiera decir que se trataba de calendarios.
(Langebaek 2003). Lo cierto es que V. Restrepo no tiene una valoración positiva de lo Muisca y en
general de las comunidades aborígenes. Él no considera que los pueblos Muiscas fueran grupos
humanos desarrollados y complejos; piensa que se trataba de comunidades que no poseían sistemas
productivos e intelectuales altamente diferenciados; para él sólo se trataba de grupos humanos
intelectual y materialmente pobres, que poco o nada tenían que aportar para la compresión de la
nación. Ello hace parte de la tradición que entiende los pueblos nativos de América como incivilizados
y bárbaros, esto es, es un consciente defensor de las ideas hispánicas -por lo demás en boga en el
partido conservador de la época-, y por eso, defiende una política que promoviera por vía del
mestizaje el «mejoramiento de la raza», que no era más que buscar eliminar definitivamente cualquier
vestigio de lo nativo en el comportamiento social, intelectual y material de Colombia.

Sin embargo, no se puede negar que el trabajo de Los chibchas Antes de la Conquista Española
(1895) es riguroso, y sobre todo es un llamado de atención a no sobreinterpretar los materiales
arqueológicos existentes. Lo que significa que él intenta, desde las evidencias, elaborar un balance
de lo que se sabe de los Muiscas, claro, en este caso recurre más a la Crónica de Indias y a las
colecciones, tanto públicas como privadas. Esto está íntimamente ligado a la coyuntura del momento,
pues tres años antes de la publicación del libro se habían conmemorado el «cuarto centenario del
descubrimiento», y para la fecha se habían publicado muchos materiales del siglo XVI y XVII y

66
Etnohistoria e historia

también se organizaron exposiciones (Restrepo 1895). Por eso, no es gratuito que una parte
importante de las imágenes que ilustran los temas del libro sean fotografías de las colecciones del
Museo Nacional y de la «World’s Columbian Exposition» realizada en Chicago en 1893.

Específicamente frente al procedimiento del trabajo en oro y al posible proceso de uso de las
matrices afirma que los Muiscas:

Servíanse generalmente de moldes para vaciar las figuras y alhajas que hacían. Cuando
éstas debían ser macizas, que era lo más común, las modelaban de distinta manera,
según la forma y el tamaño de la pieza que trataban de vaciar. En ciertos casos debían
formar de cera el objeto, luego cubrían este núcleo de ardua plástica, que dejaban
secar lentamente, y lo exponían más tarde al sol, para derretir la cera y vaciar el molde,
en el que se hacía correr el metal.

En otros casos hacían de arcilla el modelo, y extendían sobre él, después de seco, una
capa de cera que cubrían con arcilla para formar el molde.

Si se trataba de objetos huecos por dentro, se procedía del modo siguiente: formábase
primero un núcleo de arcilla con la figura de la pieza, cubríasele con una capa de cera,
generalmente delgada, y sobre ésta ponían una capa gruesa de arcilla. Se encuentran
figuras de oro y de cobre, huecas, que conservan el núcleo interior de arcilla; una de
ellas, de cobre (…). Para hacer el alambre horadaban simplemente la arcilla en forma
cilíndrica. (Restrepo 1895).

Se detiene en pensar cuál sería el procedimiento de fabricación y cuáles los pasos necesarios
en cada uno de los momentos del trabajo de elaboración de las piezas finales, esto lo hace
desde un visión que se podría entenderse como la de un artesano especializado, lo cierto es
que se toma el tiempo necesario para revisar los materiales existentes y desde allí deducir los
procedimientos, por ello busca las evidencias y desde ellas elabora y construye deducciones.
Advierte que la totalidad de las figuras no fueron elaboradas con oro macizo o hueco, sino que
existen otras técnicas de trabajo y que en éstas, como en aquéllas, las matrices cumplen un
papel esencial, en tanto son la base de la fabricación, ya que las que contienen las formas
primarias que se reprodujeron.
67
Etnohistoria e historia

Las más de las figuras humanas de oro o tumbaga tienen la forma de láminas
delgadas en las que los brazos, las piernas, las facciones del rostro, los adornos,
armas, etc., están figurados por hilos del mismo metal, adheridos a la lámina en
muchos casos, y separados total o parcialmente en otros, como puede verse en las
figuras del Atlas. No se observa en ningún caso soldadura, los adherentes son
siempre de la misma ley que el cuerpo de la figura, y no es raro ver en las partes
huecas tierra o materia carbonizada. Es evidente que estas piezas así completas
eran vaciadas de una vez en el molde. La ductilidad de la cera facilitaba este
trabajo, que se reducía a hacer primero la plancha delgada, y sucesivamente los
hijos que completaban el cuerpo y los adornos, los que iban pegando a medida
que les daban forma. Al cubrir la figura con arcilla muy fina se hacía de manera
que ésta se adaptara exactamente y reprodujera todos los detalles.

Los orífices dejaban sin pulir las más de las figuras que vaciaban, y por este
motivo se ven con frecuencia llenas de asperezas y rugosidades provenientes de
los moldes. Se encuentran con frecuencia tunjos, animales y dijes pequeños
formados de láminas de oro muy delgadas y pulidas, que no pudieron ser vaciadas
en moldes. Las mismas o semejantes imágenes se hallan talladas en piedra; luego
hay correlación entre uno y otro objeto. Así lo creyó Ernesto Restrepo, quien
consideró esas piedras como moldes para alhajas metálicas. Lo mismo había
juzgado antes de él un americanista alemán, el doctor Máximo Uhle, de Berlín,
quien obtuvo muchas figuras delgadas de oro vaciando el metal fundido sobre el
relieve, y ejerciendo incontinenti presión sobre la lámina con un instrumento a
propósito. Sea que los orífices chibchas empleasen el mismo procedimiento o
alguno otro que nos es desconocido, pero que no es probable que fuera el estampido
por presión sobre una hoja metálica, nos parece fuera de duda que las piedras
talladas no tenían ningún otro uso.

(…) Según la manera como fueron vaciadas, las figuras pueden dividirse en dos
grupos muy distintos. En el primero comprendernos las de oro y cobre, que fueron
hechas en moldes de barro. Las figuras humanas de esta clase están desnudas y

68
Etnohistoria e historia

generalmente en cuclillas, apoyados los codos sobre las rodillas, lo que las hace
parecer con las manos en el pecho, como en actitud de orar. Muchas ocupan asientos
altos a modo de maderos, que con frecuencia se bifurcan en el centro para volverse
a unir.

Las figuras hechas en láminas delgadas de oro sobre piedras grabadas, son muy
distintas de las anteriores. Estas se hallan casi siempre vestidas, generalmente
con larga túnica guarnecida de ancha franja en la parte inferior, y además están
desprovistas de orejas. (Restrepo 1895).

Ese trabajo es el primero que se preocupa expresamente por las técnicas de fabricación de las
piezas de oro, se encuentra abiertamente interesado en pensar y deducir los procedimientos de
trabajo, y por ello, es que considera que las matrices no pueden ser entendidas como calendarios
astronómicos. La comparación de los «tunjos» con las matrices le permite encontrar una
conexión precisa entre unas y otras. Es un trabajo que se detiene en los materiales arqueológicos
y desde ellos elabora deducciones y en eso es importante. Por ello registra algunos posibles
instrumentos usados en la fabricación de los tunjos de oro, se trata de cinco «bruñidores» que
según Restrepo servían para trabajar las láminas metálicas. Según el autor de Los Chibchas
Antes de la Conquista Española esas piezas hacían parte de la colección del Museo Nacional.
Claro está no era la única colección que había en ese momento en el territorio nacional; Efraín
Sánchez recuerda que entre las «(…) colecciones privadas, entre ellos Alberto Urdaneta,
propietario y editor del Papel Periódico Ilustrado, y Vicente Restrepo, autor de Los chibchas
antes de la conquista española, de 1895. Pero la colección más famosa fue la del comerciante
antioqueño Leocadio María Arango, quien publicó en 1905 un catálogo en el que figuraban
167 piezas de oro y 2.219 de cerámica, además de algunas de plata y de piedra y muestras de
oro nativo.» (Sánchez 2003). En este sentido, Restrepo utilizó sus propias piezas y las de las
colecciones particulares para sus estudios.

De otro lado, el trabajo de Restrepo es el que le pone punto final a la hegemonía de la


interpretación de las matrices como calendarios durante el siglo XIX; sólo tardíamente volverá
a aparecer este mismo tipo de interpretaciones, que en general son problemáticas, pues se
basan en inferencias no suficientemente sustentadas. Así, la tesis de Manuel Arturo Izquierdo
69
Etnohistoria e historia

Peña The Muisca Calendar: An Approximation to the Timekeeping System of the Ancient
Native People of the Northeastern Andes of Colombia (2008), presentada al Departamento de
Antropología de la Facultad de Estudios Superiores de la Universidad de Montreal, es un
intento de revivir las teorías de Duquesne respecto de las matrices de orfebrería, interpretándolas
como calendarios. Así el autor afirma que: «El objetivo del presente trabajo es reexaminar y
complementar el modelo propuesto por el padre José Domingo Duquesne de la Madrid (1745-
1821) acerca del calendario de la antigua cultura Muisca del centro de Colombia.»(Izquierdo
2008).

Y si bien no se puede negar la importancia del control del tiempo para cualquier grupo humano,
lo cierto es que la evidencia existente hasta el momento, respecto de los grupos Muiscas no
permite hacer una deducción clara y evidente. En principio porque las nociones de tiempo,
espacio, cosmos, ciclos naturales y naturaleza seguramente no corresponden a las que ha
construido Occidente. Y en segundo lugar, porque considera lo materiales de modo aislado,
esto es, las matrices sin relación expresa y clara con las piezas de oro y con otros materiales
que permitirían hacer más seguras inferencias, o por lo menos, otras posibilidades de interpretar
los vestigios arqueológicos Muiscas.

No deja de ser interesante detenerse a pensar cuáles son las razones por las cuales doscientos
años después de Duquesne, revive el tema de los calendarios y su asociación con las matrices
de orfebrería. No es desde luego una casualidad y menos aun un asunto sin importancia. Pues
no se trata sólo de la consciencia que entiende que la construcción de una determinada noción
de tiempo es fundamental en la organización social, productiva e intelectual de los diversos
grupos humanos, mucho más de aquellos que tienen como base de su subsistencia la agricultura,
como es el caso de los Muiscas. Es posible que otros elementos puedan estar en el sustrato del
asunto, y muy seguramente esto tiene que ver con las tendencias contemporáneas del
pensamiento que se ha deslizado hacia formas premodernas de entender y construir la realidad
y el mundo concreto.

Lo cierto es que en la historia de la investigación de las matrices de orfebrería, se debe tener


en cuenta que el siglo XX no retomó el tema de la asociación de las matrices de orfebrería a
los calendarios. Por el contrario, las investigaciones en torno a la funcionalidad de las mismas
70
Etnohistoria e historia

estuvo más centrada en el interés por la producción del las piezas orfebres, esto es, por los
procesos materiales que acompañaron la fabricación de dichos materiales. En general, esto se
debe a la regulación de los saberes antropológicos, etnográficos y arqueológicos en territorio
colombiano, en especial todo ello dentro del contexto de la fundación en 1938 del Servicio
Arqueológico Nacional, que para 1941-3 se convertirá en el Instituto Etnológico Nacional,
años más tarde el Instituto Colombiano de Antropología (1953), todo esto acompañado de la
regulación de la enseñanza de la antropología y con ella de la arqueología. Estos procesos
llevaron a que se ampliaran las investigaciones en diversas áreas arqueológicas del país.
(Echeverri 1999, Pineda G. 1999, Langebaek 2003, Pineda 2005)

A finales de la convulsionada década del 30 del siglo XX de la historia colombiana,


el Banco de la República funda el Museo del Oro. Con ello se buscaba proteger y
evitar que los vestigios arqueológicos terminaran en manos privadas o fuera del país,
como ya era una tradición en Colombia. En la larga historia previa la guaquería
(excavaciones ilegales) era una práctica social y jurídicamente aceptada, sólo hasta
los años veinte del siglo XX se genera una legislación que prohíbe sacar de Colombia
bienes arqueológicos sin autorización del gobierno nacional. Sin embargo, estas
medidas de poco o nada sirvieron, ya que en esos años inmensas cantidades de piezas
salieron del territorio y terminaron en colecciones privadas o públicas, tanto en Europa
como en Estados Unidos.

La historia íntima de la pérdida de los vestigios arqueológicos, hoy se ha reconstruido


y es fácil advertir que está directamente asociada, en una primera etapa, con la
conformación de los Gabinetes de Antigüedades y con la creación de los museos
etnológicos en Europa, pero también, hunde sus raíces en el desprecio por los pueblos
aborígenes del país y por una tradición que consistía en agradar y agradecer la gestión
de los gobiernos extranjeros con el regalo de los bienes arqueológicos, en particular
con piezas orfebres, ejemplos de ello son el regalo del tesoro Quimbaya a la reina
regente de España por parte del presidente Holguín en 1892 (Sánchez 2003), de igual
modo, Miguel Antonio Caro regalo tres patenas de oro encontradas en Machetá a
León XIII (Restrepo 1895).

71
Etnohistoria e historia

Lo cierto es que la inauguración del Museo del Oro demostró muchas cosas que hasta el
momento no se tenían muy claras, pues no se esperaba que tantas piezas hubieran sobrevivido
a mas de 450 años de guaquería y fundición, no sólo se trataba de los trescientos años de
dominio español, sino también más de siglo y medio de República. Lo cierto es que «(…) el
Banco de la República poseía 14 objetos, lo cual explica que el número de catálogo de aquél
(el poporo) en el Museo sea el 15. Los tres primeros habían llegado a Bogotá entre diciembre
de 1936 y marzo de 1937, enviados por la agencia de compra de oro del Banco en Honda, y los
once restantes se habían comprado a un señor Abraham González.» (Sánchez 2003). Esa
colección rápidamente se amplió, pues se buscó comprar las diferentes piezas existentes y
lentamente ir ampliando el número general del material orfebre prehispánico, al respecto afirma
Efraín Sánchez que «(…) en noviembre de 1941 el primer ingreso mayor, las 153 piezas que
componían la colección de la librería El Mensajero, de Bogotá. Al mes siguiente llegaron 67
piezas más, compradas a Fernando Restrepo Vélez.» (Sánchez 2003). Unos años más tarde,
en 1943 ya se poseían 3.489 lo que implicó nuevos problemas relacionados con la conservación
y exhibición del material colectado. Lo que significaba que el museo cumplía un papel de
primer orden en proteger y conservar los vestigios arqueológicos, en ese momento sólo los
orfebres.

Para el año 1946 se empieza la colección de cerámica, que igual que la de oro crece de forma
rápida, y dos años más tarde se inicia la de líticos. Lo cierto es que estos permitieron tener una
imagen mas completa de la complejidad de los grupos humanos que habitaron el territorio
antes de la conquista y destrucción del territorio por parte de los españoles. Así, las colecciones
depositadas y cuidadas por el museo se convirtieron en una magnífica oportunidad de estudiar
los materiales directamente. Sin embargo, y esto es una característica del origen mismo de las
colecciones, estas carecían de contextos y en muchos casos de procedencia, o tenían una
procedencia incierta, que en realidad hacía referencia a una gran área geográfica, pero que de
poco servía para tener una ubicación precisa de las piezas.

Pese a estas limitaciones, importantes trabajos se han adelantado, e investigaciones serias se


han realizado en diversas áreas y con diferentes enfoques. El conjunto de publicaciones y la
base documental del Museo del Oro es hoy un patrimonio intelectual que permite aproximar

72
Etnohistoria e historia

la comprensión del mundo aborigen. Las


colecciones se han ampliado y para el 2003 «(…)
la colección metalúrgica está compuesta por cerca
de 33.800 objetos y la de cerámica por un número
cercano a los 13.500. A ellos se suman alrededor
de 3.400 piezas líticas, 1.200 de concha, 330 de
hueso, 139 maderas arqueológicas, 145 muestras
de textiles y varias momias.» (Sánchez 2003) y
hoy según los «amigos del Museo» la colección
llega a casi 50.000 mil piezas. Dentro de las
cuales hay una colección importante de matrices
de orfebrería.

Sin embargo, esta no es la única colección de


matrices existente, en lo referente a arqueología
Imagen tomada de: DUQUESNE, de la el Museo Nacional de Colombia (fundado en
Madrid Joseph Domingo. 1984.
1823) tiene cerca de 10.000 piezas conservadas
allí por el Instituto Colombiano de Antropología,
dentro de ellas hay 14 matrices de orfebrería, que al igual que las del Museo del Oro carecen
de contexto y procedencia clara, sólo se sabe de ellas que fueron encontradas en área Muisca.
Esta misma situación es compartida por la colección de líticos del Museo Arqueológico Casa
del Márquez de San Jorge.

Lo cierto es que las diferentes colecciones de material arqueológico muestran la complejidad


y dificultad de pensar y entender los grupos humanos que habitaron el territorio nacional, En
cada caso, se trata de distintos niveles y elaboraciones intelectuales y materiales, que muy
seguramente tenían una unidad cultural, la cual era el resultado de largos procesos de
objetivación y de formas muy acabadas de lenguaje. Esto se advierte en el análisis que se
pueda realizar desde el punto de vista de la técnica, de los materiales, y las relaciones de
producción y trabajo. De igual manera, un trabajo que recoja la complejidad estética mostraría
muy bien la complejidad de esos grupos.

73
Etnohistoria e historia

La amplia colección de materiales orfebres es una evidencia de la importancia de estos, y se


puede pensar que ellos son el resultado de siglos de trabajo orfebre. También es interesante
entender que la conservación de tanto material puede tener explicaciones que van más allá del
mero transcurso de los siglos. Si se tiene en cuenta que «El rescate del Inca Atahualpa totalizó
5.720 kilos de oro y 11.000 de plata. El reparto de los tesoros del Cuzco ha sido estimado en
2.537 kilos de oro y 35.212 de ‘plata buena», (CELA 1992) esto para los primeros grandes
tesoros rescatados en la naciente América. De igual forma, los cálculos elaborados por J.H
Eliot en su libro El viejo mundo y el nuevo mundo 1492-1650, son enteramente reveladores, él
afirma que «(…) entre 1500 y 1650 llegaron a Europa oficialmente desde América alrededor
de 181 toneladas de oro y 16.000 toneladas de plata, además de grandes cantidades que debieron
llegar por contrabando». Por su parte Hermes Tovar afirma que el «(…) producto anual de su
majestad goza en todas las Indias, marzo de 1553 a agosto de 1555 es de 1.120.342 pesos»
(Tovar 1997), según este autor, un peso de oro = 8 tomines = 450 maravedís = 4,6 gramos.
Todo esto hace pensar en la importancia de los materiales orfebres en las culturas aborígenes
del Nuevo Mundo.

No todo ese oro provenía de la fundición de las piezas aborígenes -una parte venía de las
minas que muy rápidamente se organizaron- pero sí un porcentaje, que junto con el contrabando
hacen evidente la conjunto de objetos elaborados en oro por los grupos nativos de América. Y
el que se haya trabajado esta cantidad de oro es sin duda algo que no puede pasar desapercibido,
pues todo parece indicar que no se reciclaba el oro, esto es, no se reutilizaba. En otras palabras,
se podría suponer que cuando una figura estaba elaborada no podía ser destruida para reutilizar
el material para hacer otra, esto explicaría por qué se acumuló tanta cantidad de figuras orfebres.
Si esto es cierto, tenía que haber un cierta prohibición o costumbre cultural que implicaba que
luego de concluido un trabajo orfebre este se conservaba, ya sea porque la forma final de la
pieza tenía un sentido que no debería ser alterado, o porque la cualidad intelectualidad y
funcionalidad de la representación no era la misma si se usaba oro reciclado. Todo ello podría
estar relacionado con la cantidad de matrices de orfebrería existentes, respecto de las piezas
orfebres. Pero esto será objeto de discusión en otras partes del presente trabajo.

74
Descripción general de las matrices de orfebrería.
Colección Museo Nacional de Colombia y colección particular
DESCRIPCIÓN GENERAL DE LAS MATRICES DE ORFEBRERÍA. COLECCIÓN
MUSEO NACIONAL DE COLOMBIA Y COLECCIÓN PARTICULAR

En este capítulo se pretende elaborar una rigurosa descripción de las piezas, tanto a nivel
individual como de conjunto. La idea central es hacer una aproximación a la forma y a los
detalles, sin entrar en los pormenores de la técnica, de la funcionalidad o de la estética, ya
que esos temas serán tratados en extenso en otro de los apartados del presente trabajo.

Por ello, se debe entender que la descripción de un objeto cualquiera que sea, parece
partir del ejercicio de la observación, esto es, de detenerse en los detalles de cada una de
los elementos que componen las formas presentes en el objeto. Con ello se tiene la ilusión
de no intervenir en el objeto mismo, de ser completamente objetivo y por esta vía dar
cuenta de la realidad tal y como ella se manifiesta.

Así, la descripción de la pieza se realizará en cada una de las caras trabajadas, esto permite
abordar de forma particular cada uno de los lados y luego acceder a una visión de conjunto.
A cada cara de la matriz se le asignará un número que va de 0 a 5; la cara 0 será entendida
como el centro del cubo de donde se desprenderán las otras partes. En todos los casos que
sea posible el punto 0 se decidirá por el sitio donde está marcado el código de la pieza, y
luego se seguirá el orden de las manecillas del reloj. La parte superior e inferior tendrá
que ver con el orden mismo de la descripción. Este parámetro será respetado en todos los
casos que sea posible; para las piezas con sólo dos caras grabadas se seleccionará la más
profusamente grabada como la principal.

En todos los casos se debe entender, que la clasificación de las caras no tiene nada que ver
con la importancia o no de las mismas, allí no interviene ningún juicio de valor. Esto
debido a que la descripción por sí misma no podría contener ningún parámetro de ese
orden. En general se debe comprender que el camino de la descripción es un espacio que
sólo pretende, y eso es importante, dar cuenta de lo que se aparece, y por eso es limitada.
Que ello sea o no del todo cierto, es un asunto que se discutirá más adelante. Por el

75
Descripción general de las matrices de orfebrería.
Colección Museo Nacional de Colombia y colección particular
momento lo importante es entender que esta vía es importante en el camino de las
representaciones y de la apariencia, pues está dedicada de forma exclusiva a dar cuenta
de lo que se aparece «con contenido y con forma acabada» (Hegel 2006).

Como ya se advirtió, cada una de las caras serán trabajadas de forma independiente,
para luego realizar una visión de conjunto. Esto debido a que si bien hacen parte de
una sola pieza, no se puede inmediatamente hacer una asociación de una y otra. El que
dos representaciones ocupen lugares colindantes no permite inferir de forma automática
una conexión, sin que esto implique que no puedan hacer parte de un todo.

Para el caso de la descripción gráfica de cada una de las matrices será utilizada la ficha
técnica de registro y documentación elaborada por el grupo GIPRI. La razón del uso de
esta ficha tiene que ver con los altos niveles de fidelidad y precisión. Allí, por medio
del manejo de coordenadas cartesianas se puede dar cuenta de cada uno de los campos,
localizar cada espacio y determinar con absoluta certeza los lugares del conjunto.
Además, esa ficha permite condensar y ordenar muchos de los elementos que de otra
manera aparecerían dispersos. Los distintos niveles de documentación se ven así
articulados de forma eficiente, evitando perder información y hacer interpretaciones
rápidas, que la mayor parte de las veces pareciera provenir del descuido al momento
de documentar.

Por otra parte, la posibilidad de registrar un objeto está a la base de muchos de los
procesos ulteriores de análisis e interpretación, no porque ello sea en sí mismo
concluyente, sino porque es necesario. Si bien se puede asegurar que una «absoluta»
descripción no es de por sí concluyente, si es cierto que una interpretación que no pase
primero por aquella tiende a repetir lugares comunes o a inventar relaciones inexistentes.
Y en juntos casos, el resultado es muy similar, esto es, se continúan tendencias y errores,
se perpetuán formas y argumentos o se instauran nuevas y problemáticas
«explicaciones». Lo cierto es que a la larga ello hace aparecer los temas y problemas
como ya terminados y sancionados, y por eso mismo, no dignos de ser nuevamente
pensados y discutidos.

76
SISTEMA DE REGISTRO Y ARCHIVO DE DATOS
FORMATO DE REGSITRO DE MATERIALES ARQUEOLÓGICOS

CÓDIGO Co M.Nal Matriz 38-I-637


Pais Dept Municp Lugar Objeto N.Colección

Proyecto Maestria Erasmus Mundus 2008-2010


Instituciones UTAD, IPT, GIPRI
Registrado por Carlos Augusto Rodríguez Martínez, GIPRI-Colombia
Fecha 2008-2010

1 LOCALIZACIÓN 3 REGISTROS

Muisca Fotográfico Juan Carlos Barbero


Área Arqueológica
Departamento Dibujo
Municipio Trabajo digital Esquematización, balance de color
Vereda Geológico
GPS Microscopia
Predio
Excavación
Colección Museo Nacional de Colombia 4 ESQUEMA O FOTOGRAFIA DE LA PIEZA 2 MATERIAL
Código 38-I-637 Metal
Sector Cerámica
6.8 centímetros

Cuadricula Litico Lascado


Estrato Litico Pulido
Recolección superficial Madera
Punto Y
Hueso
Punto X
Otro
ESQUEMA GENERAL DE LA PIEZA
1
Criterios: Exprese gráficamente las diferentes caras del
material arqueológico en todas las vistas posibles o
necesarias. Localice en el plano 0 la cara superior (sitio
donde esta el código de la pieza, en caso de no tener esta
referencia use la cara eu considera más importante).

CÓDIGO Co M.NalMatriz 38-I-637


Pais Dept Municp Lugar Objeto N.Colección

5 3

0.cm 10cm
LEVANTAMIENTO POR CARA
C r i t e r i o s : D e s c r i b a e n d e t a l l e c a d a c a r a d e l ya c i m i e n t o e i n c l u ya l o s m o t i v o s p r e s e n t e s
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1. Cara 0 CÓDIGO Co M.NalMatriz 38-I-637


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0 . c m
1 0 c m

v w x y
7 COMENTARIOS GENERALES

Criterios: Se incluyen diveros análisis: del contexto del sitio, la interpretación de las
representaciones y los vínculos con otros eventos arqueológicos.

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Cara 0

Esta cara de la matriz tiene un único grabado, se trata de una "barra" en alto relieve, con
decoraciones en el interior. A cada extremo de la barra hay cuatro surcos que la atraviesan
de lado a lado, y uno de eso surcos tiene a su vez, cuatro pequeños surcos atravesados.

A esto, se le debe agregar que existen surcos "directores" que se prolongan más allá del

grabado.
LEVANTAMIENTO POR CARA
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1. Cara 1 CÓDIGO Co M.NalMatriz 38-I-637


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Cara 1

Dos figuras están representadas en esta cara de la matriz. La que está localizada en la parte
superior de la cara es una especie de "bastón", que en uno de sus extremos tiene dos espirales
en cada lado. Por su parte, la sección que correspondería al cuerpo del "bastón" fue alborada
por cuadrados inclinados hacia el centro, en donde un surco atraviesa de arriba abajo la totalidad
del grabado. En el lado derecho hay 9 de estos cuadrados y el izquierdo 10. Las espirales
mencionadas son una continuidad de los cuadrados de uno de los extremos de la figura. Este
mismo tipo de figura se observa en la cara 2 de la misma matriz.

La posible descripción del otro grabado que compone esta cara de la matriz es problemática,
ya que si bien se podría simplemente clasificar como una "figura zoomorfa" esto no dice mayor
cosa sobre la misma. Se puede afirmar que se trata de una única representación, compuesta
de tres partes básicas: el cuerpo-cabeza, las extremidades y la parte "cola" o final de la figura.

La primera parte mencionada (cuerpo-cabeza) es ancha en el centro y más reducida en los


extremos; en la parte inferior termina en línea recta, mientras que el final de la parte de la
cabeza es redondeado y estrecho. Cerca de este final hay dos círculos en alto relieve que
representan los ojos. Del centro del cuerpo salen las cuatro extremidades; las cuales se prolongan
en dirección del cuerpo, dos hacia la parte de la cabeza y las otras opuestas a aquéllas en los
cuatro casos terminan en composiciones tridigitas.

A la misma altura del final de las extremidades inferiores una doble línea de cuadrados
inclinados -similares a los descritos para la otra figura de esta misma cara-, divide el cuerpo
de la sección final de la figura. Esta parte del grabado es una especie de cuadrado de puntas
abiertas en la parte más externa, con cuatro surcos en dirección de las extremidades y un surco
atravesado en la parte inferior. Por analogía se podría pensar en la aleta caudal de los peces
o en la cola de los pájaros.
LEVANTAMIENTO POR CARA
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1. Cara 2 CÓDIGO Co M.NalMatriz 38-I-637


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Cara 2

Un grabado es el motivo de esta cara de la matriz. Este es muy similar al "bastón" de la cara
0 de misma pieza lítica. Sólo que en esta ocasión es de mayores dimensiones, al igual que en
aquel otro caso, son perfectamente claros los surcos "guías". Una característica particular es
notoria en este grabado, y tiene que ver claramente con las huellas dejadas en el proceso de
trabajo y extracción del material lítico.

En el cuerpo del "bastón" se ven los trazos laterales provocados al marcar los cuadrados
inclinados, esto es, la prolongación de las líneas. Así, es perfectamente perceptible el movimiento
de la mano del que elaboró la pieza. Parece tratarse de un movimiento continuo del centro
hacia afuera, y como en buena parte de las decoraciones internas de los grabados estos fueron
elaborados con una punta fina.

Otro detalle llama la atención en la pieza, en la parte opuesta a las espirales hay dos conjuntos
de surcos "guías", lo que hace pensar que en un primer momento se elaboraron unas de estas
marcas, las mas externas, y luego se decidió hacer el grabado de menor tamaño.
LEVANTAMIENTO POR CARA
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1. Cara 3 CÓDIGO Co M.NalMatriz 38-I-637


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Cara 3

El grabado de esta cara corresponde a un figura "zoomorfa" más específicamente se trata de una
rana. La cabeza de la misma está dividida del cuerpo por una especie de "collar". De este sector se
desprenden las extremidades superciliares que están orientadas en dirección a la cabeza y que
terminan en manos tridigitas. Una característica es notoria en la forma del rostro, esto es, la boca
fue perfectamente marcada, de tal manera que hay una incisión que da volumen a esta parte de la
cabeza. Se puede asegurar que la cabeza fue elaborada con la misma técnica que las representadas
en los grabados de la pieza de Código 117 P.

El cuerpo tiene una forma romboidal, y es notorio el desgaste en la parte más alta del grabado. Por
su parte, las extremidades inferiores parten de la base del cuerpo y a la altura de lo que correspondería
a la rodilla se curvan hacia la parte inferior, tendiendo a la parte inferior del cuerpo, luego nuevamente
el grabado se proyecta hacia la parte alta. Cada uno de los momentos de quiebre y cambio de
orientación fueron marcados con surcos curvos y amplios, lo cual es diferente en las extremidades
superiores, las cuales están compuestas por un sólo quiebre. Al igual que en otras matrices, las
"patas" son tridigitas, y divididas horizontalmente en tres secciones.
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1. Cara 4 CÓDIGO Co M.NalMatriz 38-I-637


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Cara 4

Una característica particular es notoria en esta cara de la matriz, se trata de la expresa


determinación del espacio en donde fue hecho el grabado. En este sentido es notorio el borde
derecho y el superior e inferior, haciendo así una especie de cuadro que permite entender la
cantidad de material que fue eliminado de la roca original. El proceso de eliminación del
material hizo que en el centro quedara el alto relieve del grabado, que está compuesto de tres
partes básicas. Un sector "tubular" sin ninguna decoración, luego una parte similar pero más
angosta y en otro nivel, lo que hace que se destaque de la anterior, y finalmente un sector
elaborado en 4 secciones.

Esta parte del grabado está hecho con un procedimiento similar al descrito en los "bastones"
de la misma matriz. En el centro hay cuadrados inclinados, siete para cada uno de los lados,
y en la parte lateral, cuadrados alienados, seis en cada caso. La parte final de la pieza es un

semicírculo.
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1. Cara 5 CÓDIGO Co M.NalMatriz 38-I-637


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Cara 5

Para la elaboración de este grabado se suspendió todo el material lateral, y se dejó un


rectángulo, dentro del cual se trazaron cuatro rombos concéntricos. En los vértices superior
e inferior de los rombos se hicieron incisiones circulares. Los rombos están más altos que
el rectángulo, lo cual genera distintas cotas de nivel, y con ello se consigue un efecto de
volumen.
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FORMATO DE REGSITRO DE MATERIALES ARQUEOLÓGICOS

CÓDIGO Co M.Nal Matriz -----


Pais Dept Municp Lugar Objeto N.Colección

Proyecto Maestria Erasmus Mundus 2008-2010


Instituciones UTAD, IPT, GIPRI
Registrado por Carlos Augusto Rodríguez Martínez, GIPRI-Colombia
Fecha 2008-2010

1 LOCALIZACIÓN 3 REGISTROS

Muisca Fotográfico Juan Carlos Barbero


Área Arqueológica
Departamento Dibujo
Municipio Trabajo digital Esquematización, balance de color
Vereda Geológico
GPS Microscopia
Predio
Excavación
Colección Museo Nacional de Colombia 4 ESQUEMA O FOTOGRAFIA DE LA PIEZA 2 MATERIAL
Código ----- Metal
Sector Cerámica
6.5 centímetros

Cuadricula Litico Lascado


Estrato Litico Pulido
Recolección superficial Madera
Punto Y
Hueso
Punto X
Otro
ESQUEMA GENERAL DE LA PIEZA
1
Criterios: Exprese gráficamente las diferentes caras del
material arqueológico en todas las vistas posibles o
necesarias. Localice en el plano 0 la cara superior (sitio
donde esta el código de la pieza, en caso de no tener esta
referencia use la cara eu considera más importante).

CÓDIGO Co M.NalMatriz -----


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5 3

0.cm 10cm
LEVANTAMIENTO POR CARA
C r i t e r i o s : D e s c r i b a e n d e t a l l e c a d a c a r a d e l ya c i m i e n t o e i n c l u ya l o s m o t i v o s p r e s e n t e s
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1. Cara 0 CÓDIGO Co M.NalMatriz -----


Pais Dept Municp Objeto N.Colección
0 . c m
1 0 c m

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representaciones y los vínculos con otros eventos arqueológicos.

Co M.NalMatriz -----
CÓDIGO
Pais Dept Municp Objeto N.Colección

Cara 0

Dos figuras componen esta cara de la pieza, juntas están orientadas hacia el mismo lado y ambas
son muy similares. Se trata de representaciones "antropomorfas" compuestas de tres partes. La
cabeza es triangular con quijada cuadrada, el centro de la figura tiene los brazos doblados frente
al pecho y hacia el centro de la figura. La parte baja que correspondería a las extremidades
interiores está compuesto por un triángulo y un semicírculo.

Al igual que en la mayoría de las matrices, los grabados centrales están acompañados por surcos

laterales y centrales que parecen haber correspondido a las líneas directrices.


LEVANTAMIENTO POR CARA
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1. Cara 2 CÓDIGO Co M.NalMatriz -----


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CÓDIGO
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Caras 2 y 5

Estas dos caras de la matriz son enteramente similares. En cada una de ellas hay cuatro surcos
que atraviesan la pieza de extremo a extremo. Estas corresponden a los límites de los dibujos de

las caras 0 y 3.
LEVANTAMIENTO POR CARA
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1. Cara 3 CÓDIGO Co M.NalMatriz -----


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CÓDIGO
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Cara 3

Dos dibujos componen esta cara de la matriz, y si bien son muy similares a los de la cara 0,
acá es notorio que no existen acabados tan claros como en aquélla, Esta diferencia incluso es
notoria en la misma pieza, pues uno de las imágenes parece haber sido terminada, mientras
que la otra apenas fue diseñada, esto es, se elaboraron las líneas principales y se dio forma
al conjunto, pero los detalles internos no fueron más que sugeridos. En la cara sólo se marcaron
los espacios que distinguen los ojos del resto, y en la parte del tronco, donde deberían estar
los brazos no se han marcado. Esta es una diferencia con la otra figura de la misma cara, que
si bien no tiene claramente demarcadas las extremidades superiores, si algunas líneas superficiales

parecen indicarlas.
LEVANTAMIENTO POR CARA
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1. Cara 5 CÓDIGO Co M.NalMatriz -----


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CÓDIGO Co M.Nal Matriz 38-I-633


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Proyecto Maestria Erasmus Mundus 2008-2010


Instituciones UTAD, IPT, GIPRI
Registrado por Carlos Augusto Rodríguez Martínez, GIPRI-Colombia
Fecha 2008-2010

1 LOCALIZACIÓN 3 REGISTROS

Muisca Fotográfico Juan Carlos Barbero


Área Arqueológica
Departamento Dibujo
Municipio Trabajo digital Esquematización, balance de color
Vereda Geológico
GPS Microscopia
Predio
Excavación
Colección Museo Nacional de Colombia 4 ESQUEMA O FOTOGRAFIA DE LA PIEZA 2 MATERIAL
Código 38-I-633 Metal
Sector Cerámica
7.2 centímetros

Cuadricula Litico Lascado


Estrato Litico Pulido
Recolección superficial Madera
Punto Y
Hueso
Punto X
Otro
ESQUEMA GENERAL DE LA PIEZA
1
Criterios: Exprese gráficamente las diferentes caras del
material arqueológico en todas las vistas posibles o
necesarias. Localice en el plano 0 la cara superior (sitio
donde esta el código de la pieza, en caso de no tener esta
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5 3

0.cm 10cm
LEVANTAMIENTO POR CARA
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1. Cara 0 CÓDIGO Co M.NalMatriz 38-I-633


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Cara 0

Tres elementos componen esta cara. Dos de ellos son "óvalos" irregulares que sobresalen de
la base de la matriz, estos dos están localizados al lado derecho. En el sector izquierdo hay una
figura alargada, compuesta de dos secciones. Si bien los extremos son angostos, en la parte alta
tiene un sector más ancho, que está dividido por una depresión elaborada por pulimiento del
material. Al igual que en otras piezas es notorio el proceso de pulimiento de la base rocosa,
hay evidentes huellas de los trazos dejados en el transcurso del pulimiento.

La fractura sufrida por la matriz generó la perdida de una parte del material derecho, sin afectar

los motivos.
LEVANTAMIENTO POR CARA
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1. Cara 3 CÓDIGO Co M.NalMatriz 38-I-633


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CÓDIGO Co M.NalMatriz 38-I-633


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Cara 3

Esta cara tiene 4 motivos, que son similares a las figuras de la pieza con Código 71-V-174. Cara
3, y las de Código 38-I-641, caras 0, 1, 2 y 3.

La exposición de estas imágenes se elaborá separadamente pues eso permitirá mostrar las
diferencias, sin embargo, antes de ello se tiene que decir que los cuerpos de las "ranas" tiene un
nivel más alto que las extremidades. Los cuerpos están todos elaborados en dos partes, una que
correspondería a la cabeza y otra al tronco. Las manos, en los cuatro casos salen de la parte
media de lo que sería el cuello, en lo que respecta a las extremidades inferiores hay diferencias
entre unas y otras.

La primera "rana" del lado derecho-arriba pareciera haber quedado inconclusa, está completo
el cuerpo y las extremidades se han diseñado en su parte general, sin embargo, es evidente que
la figura nunca fue terminada, pues la parte de los dedos no se completó y sólo en la mano
izquierda se alcanzaron a diseñar levemente los dedos. En las otras extremidades no se diseñaron,
en este sentido, esta figura podría ser entendida como una material excepcional que hace evidente
los procesos de trabajo y producción de las matrices de orfebrería, y uno de los momentos de
diseño y extracción de material rocoso. Si esto se entiende de esa manera, se podría concluir que
inicialmente se realizaron incisiones que sirvieron para demarcar el tamaño y localización de
cada uno de los motivos que se iba a realizar, y luego se retiró y pulió la parte general de la roca
dejando en alto relieve el sector que corresponde a los cuerpos, y luego se realizaron las
extremidades, mucho más bajas.

Sin embargo, es posible que por razones culturales esta figura no se haya terminando.

De otro lado la "rana" izquierda-arriba está completamente terminada, y presenta una serie de
elementos que la diferencian de las otras, en primer lugar es claro que las extremidades son
mucho más redondeadas, esto es, están compuestas por líneas curvas bastante estilizadas. La
mano izquierda tiene 5 dedos, en cambio las otras extremidades tienen cuatro dedos cada una.

La "rana" derecha-baja tiene extremidades más angulares, tanto las superiores como las inferiores,
en este caso, hay 4 dedos. Al igual que en el caso anterior, existen perfectas distinciones entre
el final de los brazos y las manos, como también, entre los pies y la terminación de las piernas.

Para el caso de la figura de la izquierda inferior es enteramente similar a la descrita con anterioridad,
sólo que esta tiene un alto estado de deterioro. Las fracturas provocaron la perdida de la extremidad
izquierda- inferior.

Si bien las diferencias pueden ser pensadas en cada uno de los detalles, también es cierto que
existe una unidad temática en la cara 1 de esta matriz.
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FORMATO DE REGSITRO DE MATERIALES ARQUEOLÓGICOS

CÓDIGO Co M.Nal Matriz 38-I-641


Pais Dept Municp Lugar Objeto N.Colección

Proyecto Maestria Erasmus Mundus 2008-2010


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Registrado por Carlos Augusto Rodríguez Martínez, GIPRI-Colombia
Fecha 2008-2010

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Muisca Fotográfico Juan Carlos Barbero


Área Arqueológica
Departamento Dibujo
Municipio Trabajo digital Esquematización, balance de color
Vereda Geológico
GPS Microscopia
Predio
Excavación
Colección Museo Nacional de Colombia 4 ESQUEMA O FOTOGRAFIA DE LA PIEZA 2 MATERIAL
Código 38-I-641 Metal
Sector Cerámica
6.8 centímetros

Cuadricula Litico Lascado


Estrato Litico Pulido
Recolección superficial Madera
Punto Y
Hueso
Punto X
Otro
ESQUEMA GENERAL DE LA PIEZA
1
Criterios: Exprese gráficamente las diferentes caras del
material arqueológico en todas las vistas posibles o
necesarias. Localice en el plano 0 la cara superior (sitio
donde esta el código de la pieza, en caso de no tener esta
referencia use la cara eu considera más importante).

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5 3

0.cm 10cm
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1. Cara 0 CÓDIGO Co M.NalMatriz 38-I-641


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Cara 0

Esta es un de las caras mejor conservadas de toda la matriz, en ella se pueden observar dos
figuras, ambas en alto relieve. Una de ellas recuerda la forma de la parte superior de la cara
tres de la matriz 71-V-174. Sólo que acá la forma está más estilizada y el cuerpo más
definido, aunque todo indica que una parte del alto relieve que componía el cuerpo se
perdió. En este caso se trata de "manos" y "pies" tri-dígitos con características bien definidas,
no son redondeados sino planos, y en el caso de las primeras la línea más externa es la
continuidad del "brazo", los restantes dos "dedos" salen de la parte interna. Por su parte,
los "dedos" de los "pies" al menos los del lado derecho, (pues los del "pie" izquierdo
desparecieron) salen todos de forma equidistante de la línea del final de la "pierna". En
ambos casos, "brazos" y "piernas", la curvatura en "codos" y "rodillas" está compuesta por
una línea curva cerrada. La parte de la "cabeza" se adelanta al final de los dedos de las
"manos" y termina en punta recomendada.

La otra figura, tiene una forma rectangular terminada en curva al interior. Hay una línea
horizontal que divide la figura, esta línea está localizada más arriba de la mitad de la figura.
A pesar del alto nivel de deterioro se pueden ver las huellas del proceso de pulimiento y
de trabajo que implicó eliminar material para lograr producir los altos relieves.
LEVANTAMIENTO POR CARA
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1. Cara 1 CÓDIGO Co M.NalMatriz 38-I-641


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Cara 1

En este lugar se advierten dos formas, ambas circulares de muy pocas dimensiones, una
está en alto estado de deterioro, sólo quedan algunas huellas. La otra tiene mayores
dimensiones y se pueden ver algunas muescas de la periferia hacia el centro. Lo cierto es

que fue bastante el material que se retiró para lograr elaborar este alto relieve.
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1. Cara 2 CÓDIGO Co M.NalMatriz 38-I-641


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Criterios: Se incluyen diveros análisis: del contexto del sitio, la interpretación de las
representaciones y los vínculos con otros eventos arqueológicos.

CÓDIGO Co M.NalMatriz 38-I-641


Pais Dept Municp Objeto N.Colección

Cara 2

De esta cara sólo ha sobrevivido una de las figuras, es posible que hubiera tenido más, ya que es
evidente que un parte de la cara de la matriz se perdió. La figura existente del mismo tipo que la de
la cara 0 de la misma pieza. Sólo que el estado de conservación de ésta es mejor, excepto por la parte

de la "cabeza", donde se advierten algunos desprendimientos.


LEVANTAMIENTO POR CARA
C r i t e r i o s : D e s c r i b a e n d e t a l l e c a d a c a r a d e l ya c i m i e n t o e i n c l u ya l o s m o t i v o s p r e s e n t e s
e n é s t a . I n c l u ya s u o r i e n t a c i ó n y e s c a l a u t i l i z a d a .

1. Cara 5 CÓDIGO Co M.NalMatriz 38-I-641


Pais Dept Municp Objeto N.Colección
0 . c m
1 0 c m

v w x y
7 COMENTARIOS GENERALES

Criterios: Se incluyen diveros análisis: del contexto del sitio, la interpretación de las
representaciones y los vínculos con otros eventos arqueológicos.

CÓDIGO Co M.NalMatriz 38-I-641


Pais Dept Municp Objeto N.Colección

Cara 5.

El estado de deterioro de este sector de la matriz es absoluto, sólo ha sobrevivido una


mínima parte; y en ese sector es posible identificar una parte de una figura, que por el
contenido de la matriz en general podría asociarse a las figuras de la cara 0 y 1. En este
caso se trata de la representación de una de las "extremidades inferiores", que se corresponden,
a nivel de forma, como las vistas en los casos anteriores. Sin embargo, existe una variante

que debe ser registrada, pues dos líneas dividen la parte de los "dedos" con respecto al "pie".
SISTEMA DE REGISTRO Y ARCHIVO DE DATOS
FORMATO DE REGSITRO DE MATERIALES ARQUEOLÓGICOS

CÓDIGO Co M.Nal Matriz 38-I-648


Pais Dept Municp Lugar Objeto N.Colección

Proyecto Maestria Erasmus Mundus 2008-2010


Instituciones UTAD, IPT, GIPRI
Registrado por Carlos Augusto Rodríguez Martínez, GIPRI-Colombia
Fecha 2008-2010

1 LOCALIZACIÓN 3 REGISTROS

Muisca Fotográfico Juan Carlos Barbero


Área Arqueológica
Departamento Dibujo
Municipio Trabajo digital Esquematización, balance de color
Vereda Geológico
GPS Microscopia
Predio
Excavación
Colección Museo Nacional de Colombia 4 ESQUEMA O FOTOGRAFIA DE LA PIEZA 2 MATERIAL
Código 38-I-648 Metal
Sector Cerámica
3 centímetros

Cuadricula Litico Lascado


Estrato Litico Pulido
Recolección superficial Madera
Punto Y
Hueso
Punto X
Otro
ESQUEMA GENERAL DE LA PIEZA
1
Criterios: Exprese gráficamente las diferentes caras del
material arqueológico en todas las vistas posibles o
necesarias. Localice en el plano 0 la cara superior (sitio
donde esta el código de la pieza, en caso de no tener esta
referencia use la cara eu considera más importante).

CÓDIGO Co M.NalMatriz 38-I-648


Pais Dept Municp Lugar Objeto N.Colección

5 3

0.cm 5.cm
LEVANTAMIENTO POR CARA
C r i t e r i o s : D e s c r i b a e n d e t a l l e c a d a c a r a d e l ya c i m i e n t o e i n c l u ya l o s m o t i v o s p r e s e n t e s
e n é s t a . I n c l u ya s u o r i e n t a c i ó n y e s c a l a u t i l i z a d a .

1. Cara 0 CÓDIGO Co M.NalMatriz 38-I-648


Pais Dept Municp Objeto N.Colección
5.cm
0.cm

v w x y
LEVANTAMIENTO POR CARA
C r i t e r i o s : D e s c r i b a e n d e t a l l e c a d a c a r a d e l ya c i m i e n t o e i n c l u ya l o s m o t i v o s p r e s e n t e s
e n é s t a . I n c l u ya s u o r i e n t a c i ó n y e s c a l a u t i l i z a d a .

1. Cara 2 CÓDIGO Co M.NalMatriz 38-I-648


Pais Dept Municp Objeto N.Colección
5.cm
0.cm

v w x y
7 COMENTARIOS GENERALES

Criterios: Se incluyen diveros análisis: del contexto del sitio, la interpretación de las
representaciones y los vínculos con otros eventos arqueológicos.

CÓDIGO Co M.NalMatriz 38-I-648


Pais Dept Municp Objeto N.Colección

Cara 2

Una sola figura hace parte de esta cara de la pieza, se trata de una representación de un "cuerpo"
en alto relieve. En la cabeza pareciera haber una corona elaborada por rectángulos regulares
que siguen el contorno y mantienen la forma de la misma. Este mismo tipo de formas se repiten
en la parte opuesta, esto es, lo que correspondería al cuello. Por ello, tiene una forma que
pareciera representar un collar que se prolonga hasta la parte media del tronco de la figura.
Los brazos están representados en forma arqueada, con curvas redondeadas y el final de los
mismos llega hasta la parte de lo que sería la cintura. No hay representaciones de manos, las
cuales parecieran estar por detrás del cuerpo.

La parte baja del cuerpo parece estar compuesta de una espacie de faldón triangular, que tiene
en el centro un triangulo en bajo relieve. No existe ningún grabado que permita distinguir las
formas del rostro, esto es, no hay representación facial en esta figura. Si bien las comparaciones
formales son siempre complicadas y problemáticas, no se puede negar que existe alguna
similitud de las formas con la cara 0 y 1 de la pieza 38-I-650, como también con la cara 5 de
la matriz identificada con el código 71-V-174. De igual forma se podría hacer alguna asociación
formal con las caras 2 y 5 de la pieza 120 P.
LEVANTAMIENTO POR CARA
C r i t e r i o s : D e s c r i b a e n d e t a l l e c a d a c a r a d e l ya c i m i e n t o e i n c l u ya l o s m o t i v o s p r e s e n t e s
e n é s t a . I n c l u ya s u o r i e n t a c i ó n y e s c a l a u t i l i z a d a .

1. Cara 5 CÓDIGO Co M.NalMatriz 38-I-648


Pais Dept Municp Objeto N.Colección
5.cm
0.cm

v w x y
7 COMENTARIOS GENERALES

Criterios: Se incluyen diveros análisis: del contexto del sitio, la interpretación de las
representaciones y los vínculos con otros eventos arqueológicos.

CÓDIGO Co M.NalMatriz 38-I-648


Pais Dept Municp Objeto N.Colección

Cara 5

La figura que está aquí representada corresponde en buena medida a la de la cara 0 de la


misma pieza. Sólo que en este caso no existe corona ni collar y hay una ligera variación
en los brazos, pues si en aquélla es perfectamente evidente la curvatura externa e interna
de cada uno de los brazos que permite entender la distancia del cuerpo con respecto a las
extremidades, en este caso no es tan evidente esa situación. Se podría explicar como un
descuido del que elaboró la pieza o que la misma no fue terminada, sin embargo, la perfección
de las otras partes del cuerpo hacen suponer que no fue de ese modo, sino que intencionalmente

hay una variación de la forma.


SISTEMA DE REGISTRO Y ARCHIVO DE DATOS
FORMATO DE REGSITRO DE MATERIALES ARQUEOLÓGICOS

CÓDIGO Co M.Nal Matriz 38-I-650


Pais Dept Municp Lugar Objeto N.Colección

Proyecto Maestria Erasmus Mundus 2008-2010


Instituciones UTAD, IPT, GIPRI
Registrado por Carlos Augusto Rodríguez Martínez, GIPRI-Colombia
Fecha 2008-2010

1 LOCALIZACIÓN 3 REGISTROS

Muisca Fotográfico Juan Carlos Barbero


Área Arqueológica
Departamento Dibujo
Municipio Trabajo digital Esquematización, balance de color
Vereda Geológico
GPS Microscopia
Predio
Excavación
Colección Museo Nacional de Colombia 4 ESQUEMA O FOTOGRAFIA DE LA PIEZA 2 MATERIAL
Código 38-I-650 Metal
Sector Cerámica
4.6 centímetros

Cuadricula Litico Lascado


Estrato Litico Pulido
Recolección superficial Madera
Punto Y
Hueso
Punto X
Otro
ESQUEMA GENERAL DE LA PIEZA
1
Criterios: Exprese gráficamente las diferentes caras del
material arqueológico en todas las vistas posibles o
necesarias. Localice en el plano 0 la cara superior (sitio
donde esta el código de la pieza, en caso de no tener esta
referencia use la cara eu considera más importante).

CÓDIGO Co M.NalMatriz 38-I-650


Pais Dept Municp Lugar Objeto N.Colección

5 3

0.cm 5.cm
LEVANTAMIENTO POR CARA
C r i t e r i o s : D e s c r i b a e n d e t a l l e c a d a c a r a d e l ya c i m i e n t o e i n c l u ya l o s m o t i v o s p r e s e n t e s
e n é s t a . I n c l u ya s u o r i e n t a c i ó n y e s c a l a u t i l i z a d a .

1. Cara 0 CÓDIGO Co M.NalMatriz 38-I-650


Pais Dept Municp Objeto N.Colección
5.cm
0.cm

v w x y
LEVANTAMIENTO POR CARA
C r i t e r i o s : D e s c r i b a e n d e t a l l e c a d a c a r a d e l ya c i m i e n t o e i n c l u ya l o s m o t i v o s p r e s e n t e s
e n é s t a . I n c l u ya s u o r i e n t a c i ó n y e s c a l a u t i l i z a d a .

1. Cara 3 CÓDIGO Co M.NalMatriz 38-I-650


Pais Dept Municp Objeto N.Colección
5.cm
0.cm

v w x y
7 COMENTARIOS GENERALES

Criterios: Se incluyen diveros análisis: del contexto del sitio, la interpretación de las
representaciones y los vínculos con otros eventos arqueológicos.

CÓDIGO Co M.NalMatriz 38-I-650


Pais Dept Municp Objeto N.Colección

Caras 0 y 3

Las caras 0 y 1 tienen formas muy similares, se trata en ambos casos de representaciones
de "cuerpos" con los "brazos" separados y hacia abajo. Las piernas no se encuentran
representadas y la "cabeza" es simplemente un círculo. Una cara respecto de la otra está
opuesta.

Al igual que en las anteriores, se trata de alto relieves, con una característica adicional para
el caso de esta matriz, y es el que tiene una preformación

No deja de ser interesante que esta pieza formalmente guarde mucha similitud con 3 de las
figuras de la pieza 71-V-174. Por lo menos es posible realizar algunas analogías formales

entre una y otra.


SISTEMA DE REGISTRO Y ARCHIVO DE DATOS
FORMATO DE REGSITRO DE MATERIALES ARQUEOLÓGICOS

CÓDIGO Co M.Nal Matriz 42-VIII-3920


Pais Dept Municp Lugar Objeto N.Colección

Proyecto Maestria Erasmus Mundus 2008-2010


Instituciones UTAD, IPT, GIPRI
Registrado por Carlos Augusto Rodríguez Martínez, GIPRI-Colombia
Fecha 2008-2010

1 LOCALIZACIÓN 3 REGISTROS

Muisca Fotográfico Juan Carlos Barbero


Área Arqueológica
Departamento Dibujo
Municipio Trabajo digital Esquematización, balance de color
Vereda Geológico
GPS Microscopia
Predio
Excavación
Colección Museo Nacional de Colombia 4 ESQUEMA O FOTOGRAFIA DE LA PIEZA 2 MATERIAL
Código 42-VIII-3920 Metal
Sector 12.5 centímetros
Cerámica
Cuadricula Litico Lascado
Estrato Litico Pulido
Recolección superficial Madera
Punto Y
Hueso
Punto X
Otro
ESQUEMA GENERAL DE LA PIEZA
1
Criterios: Exprese gráficamente las diferentes caras del
material arqueológico en todas las vistas posibles o
necesarias. Localice en el plano 0 la cara superior (sitio
donde esta el código de la pieza, en caso de no tener esta
referencia use la cara eu considera más importante).

CÓDIGO Co M.NalMatriz 42-VIII-3920


Pais Dept Municp Lugar Objeto N.Colección

5 3

0.cm 15cm
LEVANTAMIENTO POR CARA
C r i t e r i o s : D e s c r i b a e n d e t a l l e c a d a c a r a d e l ya c i m i e n t o e i n c l u ya l o s m o t i v o s p r e s e n t e s
e n é s t a . I n c l u ya s u o r i e n t a c i ó n y e s c a l a u t i l i z a d a .

1. Cara 0 CÓDIGO Co M.NalMatriz 42-VIII-3920


Pais Dept Municp Objeto N.Colección
0 . c m
1 5 c m

v w x y
7 COMENTARIOS GENERALES

Criterios: Se incluyen diveros análisis: del contexto del sitio, la interpretación de las
representaciones y los vínculos con otros eventos arqueológicos.

CÓDIGO Co M.NalMatriz 42-VIII-3920


Pais Dept Municp Objeto N.Colección

Cara 0

La descripción elaborada por el Museo Nacional de Colombia para esta pieza, es la siguiente:

Piedra negra grabada Material lítico (lidita) con decoración incisa Código: 42-VIII-3920
8 x 12.5 cm Cronología relativa: d.C Procedencia: Choachí, Departamento de Cundinamarca
Colección Icanh. Este fragmento de lidita pulida y tallada, proveniente de la cultura Muisca,
presenta grabados inscritos dentro de un círculo. Los motivos decorativos incisos están
provistos de círculos concéntricos, triángulos, áreas punteadas, líneas cortas y franjas de
formas onduladas que sugieren una hilera de pequeñas aves. El tratamiento decorativo de
piezas de pequeño formato como volantes, matrices y fragmentos de piedra es un testimonio
de la habilidad de esta cultura para representar de manera realista el entorno faunístico.
(Museo Nacional de Colombia, 2005).

La referencia elaborada por el Museo Nacional de Colombia es excesivamente parcial y


problemática, ya que no registra sino una cara grabada. En realidad las dos caras principales
de la roca fueron trabajadas. Además es muy problemático afirmar que allí hay un registro
faunístico, y más cuando se incluyen otros vestigios líticos y cerámicos. Lo cierto es que
la analogía no parece ser el camino más idóneo para describir esta pieza. También hay que
anotar que esta pieza lítica fue utilizada recientemente para defender una teoría sobre
calendarios muiscas, (Peña 2008).

Lo cierto es que en la cara más trabajaba, se observa una serie de grabados organizados de
manera circular, estos componen la figura central; a lado izquierdo hay otra forma. Todas
estas fueron elaboradas por medio de la extracción de materia de la base rocosa, y por las
huellas dejadas por dicha labor, se podría asegurar que el trabajo se hizo con una herramienta
de punta fina, seguramente un punzón. Por la dificultad que implicaba pulir cada uno de los
sectores donde se extrajo material, estas huellas del trabajo han quedado presentes en la
"matriz". La dificultad aludida tiene que ver con la cercanía entre una forma y otra.

Si bien se podía pensar que el tema central de la pieza parecen las representaciones de
cabezas de pájaros, lo cierto es que el conjunto de las formas dan unidad a la figura, por eso
es absolutamente inconveniente tratar cada talle de forma independiente. Del lado derecho
del cirulo más externo salen cinco líneas que tienden hacia un único punto en la parte más
externa de este lado de la pieza. Al lado izquierdo hay un círculo.

Tanto en la parte alta como baja de este sector derecho de la pieza hubo perdida del sustrato
rocoso, seguramente por golpes posteriores a la elaboración de las representaciones gráficas.
LEVANTAMIENTO POR CARA
C r i t e r i o s : D e s c r i b a e n d e t a l l e c a d a c a r a d e l ya c i m i e n t o e i n c l u ya l o s m o t i v o s p r e s e n t e s
e n é s t a . I n c l u ya s u o r i e n t a c i ó n y e s c a l a u t i l i z a d a .

1. Cara 3 CÓDIGO Co M.NalMatriz 42-VIII-3920


Pais Dept Municp Objeto N.Colección
0 . c m
1 5 c m

v w x y
7 COMENTARIOS GENERALES

Criterios: Se incluyen diveros análisis: del contexto del sitio, la interpretación de las
representaciones y los vínculos con otros eventos arqueológicos.

CÓDIGO Co M.NalMatriz 42-VIII-3920


Pais Dept Municp Objeto N.Colección

Cara 3

Esta cara tiene una única figura representada, se trata de un cuerpo, con extremidades tridigitas.
La parte central del cuerpo está configurada por un círculo dentro de un rombo. La parte inferior
izquierda de la pieza se encuentra rota y se perdió la cabeza de la figura y la totalidad del brazo,
sólo ha quedado una parte de los dedos, lo que permite inferir que la ruptura fue posterior a la
elaboración del grabado. Al igual que en la figura anterior, en el sector derecho hay cuatro líneas
que se prolongan y tienden hacia la mitad exterior de bloque rocoso.

Una de las características de esta cara, son las evidentes huellas de deterioro, que se pueden
confundir con evidencias de pulimiento. Lo cierto es que no es fácil determinar y distinguir
unas de otras.
SISTEMA DE REGISTRO Y ARCHIVO DE DATOS
FORMATO DE REGSITRO DE MATERIALES ARQUEOLÓGICOS

CÓDIGO Co M.Nal Matriz 45-V-6113


Pais Dept Municp Lugar Objeto N.Colección

Proyecto Maestria Erasmus Mundus 2008-2010


Instituciones UTAD, IPT, GIPRI
Registrado por Carlos Augusto Rodríguez Martínez, GIPRI-Colombia
Fecha 2008-2010

1 LOCALIZACIÓN 3 REGISTROS

Muisca Fotográfico Juan Carlos Barbero


Área Arqueológica
Departamento Dibujo
Municipio Trabajo digital Esquematización, balance de color
Vereda Geológico
GPS Microscopia
Predio
Excavación
Colección Museo Nacional de Colombia 4 ESQUEMA O FOTOGRAFIA DE LA PIEZA 2 MATERIAL
Código 45-V-6113 Metal
Sector 9.8 centímetros
Cerámica
Cuadricula Litico Lascado
Estrato Litico Pulido
Recolección superficial Madera
Punto Y
Hueso
Punto X
Otro
ESQUEMA GENERAL DE LA PIEZA
1
Criterios: Exprese gráficamente las diferentes caras del
material arqueológico en todas las vistas posibles o
necesarias. Localice en el plano 0 la cara superior (sitio
donde esta el código de la pieza, en caso de no tener esta
referencia use la cara eu considera más importante).

CÓDIGO Co M.NalMatriz 45-V-6113


Pais Dept Municp Lugar Objeto N.Colección

5 3

0.cm 10cm
LEVANTAMIENTO POR CARA
C r i t e r i o s : D e s c r i b a e n d e t a l l e c a d a c a r a d e l ya c i m i e n t o e i n c l u ya l o s m o t i v o s p r e s e n t e s
e n é s t a . I n c l u ya s u o r i e n t a c i ó n y e s c a l a u t i l i z a d a .

1. Cara 0 CÓDIGO Co M.NalMatriz 45-V-6113


Pais Dept Municp Objeto N.Colección
0 . c m
1 0 c m

v w x y
7 COMENTARIOS GENERALES

Criterios: Se incluyen diveros análisis: del contexto del sitio, la interpretación de las
representaciones y los vínculos con otros eventos arqueológicos.

CÓDIGO Co M.NalMatriz 45-V-6113


Pais Dept Municp Objeto N.Colección

Cara 0

Dos formas gráficas componen esta cara de la matriz. Una de las figuras es un grabado que
representa una cara, que al igual que en los otros casos ha sido elaborada con muy pocas
líneas. Lo cual demuestra un proceso de síntesis y de selección de unos pocos elementos
que logran caracterizar y exponer una unidad de sentido.

Una forma triangular es la que da unidad a la representación en general, así que el sector
que correspondería a la quijada termina en punta, y el de la frente es más amplio. Un
interesante contraste se da entre la forma externa de la cara, el contorno y la nariz, pues está
(la nariz) aparece invertida. Así, se presenta una simétrica y ello permite diferenciar
plenamente cada uno de los planos de la representación.

En la parte alta de esta cara de la matriz, se encuentra la otra figura. Se trata de una forma
compuesta por dos secciones, la más cercana a la cara triangular es un círculo en alto relieve,

y luego una especie de columna con seis secciones, tres en alto relieve y tres en bajo.
LEVANTAMIENTO POR CARA
C r i t e r i o s : D e s c r i b a e n d e t a l l e c a d a c a r a d e l ya c i m i e n t o e i n c l u ya l o s m o t i v o s p r e s e n t e s
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1. Cara 2 CÓDIGO Co M.NalMatriz 45-V-6113


Pais Dept Municp Objeto N.Colección
0 . c m
1 0 c m

v w x y
7 COMENTARIOS GENERALES

Criterios: Se incluyen diveros análisis: del contexto del sitio, la interpretación de las
representaciones y los vínculos con otros eventos arqueológicos.

CÓDIGO Co M.NalMatriz 45-V-6113


Pais Dept Municp Objeto N.Colección

Cara 2

Una sola figura compone esta cara de la matriz. Una figura antropomorfa, compuesta de
cuatro partes hacen el conjunto total de la representación: la cara es triangular, las extremidades
superiores dobladas con manos tridigitas, las inferiores también parecen estar dobladas y
el tronco está elaborado por un rombo. La imagen hace pensar en un "individuo" sentado.

Esta figura se encuentra localizada en la parte alta de la cara de la matriz, esto es, el sector

más estrecho de la pieza, dejando libre más de la mitad del espacio disponible.
LEVANTAMIENTO POR CARA
C r i t e r i o s : D e s c r i b a e n d e t a l l e c a d a c a r a d e l ya c i m i e n t o e i n c l u ya l o s m o t i v o s p r e s e n t e s
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1. Cara 3 CÓDIGO Co M.NalMatriz 45-V-6113


Pais Dept Municp Objeto N.Colección
0 . c m
1 0 c m

v w x y
7 COMENTARIOS GENERALES

Criterios: Se incluyen diveros análisis: del contexto del sitio, la interpretación de las
representaciones y los vínculos con otros eventos arqueológicos.

CÓDIGO Co M.NalMatriz 45-V-6113


Pais Dept Municp Objeto N.Colección

Cara 3

Esta cara de la matriz tiene dos figuras, enteramente similares a las de la cara 0 de la misma
pieza. La diferencia más evidente se encuentra en la posición de las mismas, pues en este
caso están invertidas, así la cara triangular se localiza en la parte más alta y externa de la
pieza, y la otra en el sector media. Por su parte la "columna" ha sido elaborada con 5 partes
en alto relieve y 5 en bajo relieve. Al igual que en las otras caras se privilegió un solo sector

de la de la roca para elaborar las imágenes.


LEVANTAMIENTO POR CARA
C r i t e r i o s : D e s c r i b a e n d e t a l l e c a d a c a r a d e l ya c i m i e n t o e i n c l u ya l o s m o t i v o s p r e s e n t e s
e n é s t a . I n c l u ya s u o r i e n t a c i ó n y e s c a l a u t i l i z a d a .

1. Cara 5 CÓDIGO Co M.NalMatriz 45-V-6113


Pais Dept Municp Objeto N.Colección
0 . c m
1 0 c m

v w x y
7 COMENTARIOS GENERALES

Criterios: Se incluyen diveros análisis: del contexto del sitio, la interpretación de las
representaciones y los vínculos con otros eventos arqueológicos.

CÓDIGO Co M.NalMatriz 45-V-6113


Pais Dept Municp Objeto N.Colección

Cara 5

Esta parte de la matriz tiene dos imágenes. La que se localiza en la parte alta es muy similar a la de
la cara 2. Sin embargo, dos diferencias son evidentes: en primer lugar, la parte que corresponde a
los dedos de las extremidades inferiores fueron elaborados, lo que no pasa en la otra. Y en segundo
lugar, el tronco no es un rombo, como el caso anterior, sino un triángulo que tiene la base hacia la
parte media del cuerpo, y el vértice superior dirigido hacia la cabeza.

La otra figura está en posición invertida respecto de la primera, esto es, a 90 grados de la anterior,
así que el conjunto forma una T. Al igual que en los otras representaciones antropomorfas de esta
matriz, la cabeza es triangular y parece estar el cuerpo sentado. Sin embargo, hay una gran diferencia
con respecto a las otras, pues en este caso no existe el tronco. Por su parte, los brazos parecen estar
cruzados en la zona del pecho. De igual manera, los acabados de la cara son mucho menos definidos
que los de casos anteriores. No existe representación de ojos ni de boca. Esta figura hace pensar en
un cuerpo depositado en una tumba, al menos por la posición de los brazos y la inexpresividad en
el rostro, esto es, el no haber representado los ojos y la boca harían suponer que ellos se han cerrado
definitivamente. También, se podría pensar que los brazos en realidad registran los envoltorios de
las momias muiscas.

Como es comprensible estas inferencias son más que problemáticas, pues proviene de la analogía
y no del estudio concreto de los diferentes elementos materiales de la cultura muisca. Sería necesario
hacer estudios más profundos y poder revisar con cuidado otras representaciones de la muerte y los
modos en que ésta se entendía entre los muiscas. Al igual que en las otras caras de esta matriz, los
dibujos fueron elaborados en la parte alta de la roca.
SISTEMA DE REGISTRO Y ARCHIVO DE DATOS
FORMATO DE REGSITRO DE MATERIALES ARQUEOLÓGICOS

CÓDIGO Co M.Nal Matriz 115P


Pais Dept Municp Lugar Objeto N.Colección

Proyecto Maestria Erasmus Mundus 2008-2010


Instituciones UTAD, IPT, GIPRI
Registrado por Carlos Augusto Rodríguez Martínez, GIPRI-Colombia
Fecha 2008-2010

1 LOCALIZACIÓN 3 REGISTROS

Muisca Fotográfico Juan Carlos Barbero


Área Arqueológica
Departamento Dibujo
Municipio Trabajo digital Esquematización, balance de color
Vereda Geológico
GPS Microscopia
Predio
Excavación
Colección Museo Nacional de Colombia 4 ESQUEMA O FOTOGRAFIA DE LA PIEZA 2 MATERIAL
Código 115P Metal
Sector Cerámica
5.8 centímetros

Cuadricula Litico Lascado


Estrato Litico Pulido
Recolección superficial Madera
Punto Y
Hueso
Punto X
Otro
ESQUEMA GENERAL DE LA PIEZA
1
Criterios: Exprese gráficamente las diferentes caras del
material arqueológico en todas las vistas posibles o
necesarias. Localice en el plano 0 la cara superior (sitio
donde esta el código de la pieza, en caso de no tener esta
referencia use la cara eu considera más importante).

CÓDIGO Co M.NalMatriz 115P


Pais Dept Municp Lugar Objeto N.Colección

5 3

0.cm 10cm
LEVANTAMIENTO POR CARA
C r i t e r i o s : D e s c r i b a e n d e t a l l e c a d a c a r a d e l ya c i m i e n t o e i n c l u ya l o s m o t i v o s p r e s e n t e s
e n é s t a . I n c l u ya s u o r i e n t a c i ó n y e s c a l a u t i l i z a d a .

1. Cara 0 CÓDIGO Co M.NalMatriz 115P


Pais Dept Municp Objeto N.Colección
0 . c m
1 0 c m

v w x y
7 COMENTARIOS GENERALES

Criterios: Se incluyen diveros análisis: del contexto del sitio, la interpretación de las
representaciones y los vínculos con otros eventos arqueológicos.

CÓDIGO Co M.NalMatriz 115P


Pais Dept Municp Objeto N.Colección

Cara 0

Dos figuras están grabadas en esta cara de la matriz, una está al lado de la otra y a la misma
altura. En juntos casos se trata de la mitad de un círculo rodeado de "barras" laterales que
tienden al centro. La figura del lado izquierdo tiene en total 20 "barras" y la otra 21 de estas
mismas formas.

En la parte superior de los semicírculos hay unos surcos que forman un rectángulo, de la
línea superior salen dos surcos más. Al lado izquierdo del mismo se observan unos surcos,

pero ante la ruptura de la pieza lítica no es posible identificar la forma de los mismos.
LEVANTAMIENTO POR CARA
C r i t e r i o s : D e s c r i b a e n d e t a l l e c a d a c a r a d e l ya c i m i e n t o e i n c l u ya l o s m o t i v o s p r e s e n t e s
e n é s t a . I n c l u ya s u o r i e n t a c i ó n y e s c a l a u t i l i z a d a .

1. Cara 3 CÓDIGO Co M.NalMatriz 115P


Pais Dept Municp Objeto N.Colección
0 . c m
1 0 c m

v w x y
7 COMENTARIOS GENERALES

Criterios: Se incluyen diveros análisis: del contexto del sitio, la interpretación de las
representaciones y los vínculos con otros eventos arqueológicos.

CÓDIGO Co M.NalMatriz 115P


Pais Dept Municp Objeto N.Colección

Cara 3

Un único motivo fue representado en esta cara de la matriz. Se trata de una figura "antropomorfa",
de cabeza triangular, y donde se reiteran las mismas formas de representar los ojos, boca y nariz.
El cuerpo en cambio, es diferente a las representaciones presentes en las otras matrices de la
colección. Los hombros salen en línea recta en la misma altura de la boca; los brazos son rectos
y forman un ángulo de 90 grados y luego de forma similar doblan hacia el interior del cuerpo.
En este caso, las manos tienen cuatro dedos y parecen descansar sobre el estómago. El tronco
tiene forma "cónica", y la parte alta una curvatura que corresponde a la quijada de la figura, a
su vez, el sector bajo del "cono" está truncado y puede ser asociado por forma al órgano sexual
femenino. La figura parece que estuviera en posición sentada y por eso las extremidades inferiores
sólo se representan de las rodillas hacia los pies, estos al igual que las manos, tienen cuatro
dedos.

Finalmente, en la parte alta de la figura, hay una serie de surcos que tiene la forma de un
"sombrero" pero que en realidad corresponden a las "guías" presentes en casi todos los grabados
de las distintas matrices.
SISTEMA DE REGISTRO Y ARCHIVO DE DATOS
FORMATO DE REGSITRO DE MATERIALES ARQUEOLÓGICOS

CÓDIGO Co M.Nal Matriz 117P


Pais Dept Municp Lugar Objeto N.Colección

Proyecto Maestria Erasmus Mundus 2008-2010


Instituciones UTAD, IPT, GIPRI
Registrado por Carlos Augusto Rodríguez Martínez, GIPRI-Colombia
Fecha 2008-2010

1 LOCALIZACIÓN 3 REGISTROS

Muisca Fotográfico Juan Carlos Barbero


Área Arqueológica
Departamento Dibujo
Municipio Trabajo digital Esquematización, balance de color
Vereda Geológico
GPS Microscopia
Predio
Excavación
Colección Museo Nacional de Colombia 4 ESQUEMA O FOTOGRAFIA DE LA PIEZA 2 MATERIAL
Código 117P Metal
Sector Cerámica
5.3 centímetros

Cuadricula Litico Lascado


Estrato Litico Pulido
Recolección superficial Madera
Punto Y
Hueso
Punto X
Otro
ESQUEMA GENERAL DE LA PIEZA
1
Criterios: Exprese gráficamente las diferentes caras del
material arqueológico en todas las vistas posibles o
necesarias. Localice en el plano 0 la cara superior (sitio
donde esta el código de la pieza, en caso de no tener esta
referencia use la cara eu considera más importante).

CÓDIGO Co M.NalMatriz 117P


Pais Dept Municp Lugar Objeto N.Colección

5 3

0.cm 6.cm
LEVANTAMIENTO POR CARA
C r i t e r i o s : D e s c r i b a e n d e t a l l e c a d a c a r a d e l ya c i m i e n t o e i n c l u ya l o s m o t i v o s p r e s e n t e s
e n é s t a . I n c l u ya s u o r i e n t a c i ó n y e s c a l a u t i l i z a d a .

1. Cara 0 CÓDIGO Co M.NalMatriz 117P


Pais Dept Municp Objeto N.Colección
0.cm
6.cm

v w x y
7 COMENTARIOS GENERALES

Criterios: Se incluyen diveros análisis: del contexto del sitio, la interpretación de las
representaciones y los vínculos con otros eventos arqueológicos.

CÓDIGO Co M.NalMatriz 117P


Pais Dept Municp Objeto N.Colección

Cara 0

Esta cara se podría dividir en dos sectores, uno derecho y otro izquierdo, la razón de ello tiene
que ver con una diferencia de nivel existente entre un sector y otro. Dicho desnivel no es natural,
no se trata de la formación normal de la roca. Como en los casos anteriores los planos para
gravar fueron trabajados y pulidos.

El lado derecho de la cara de la matriz tiene dos figuras, una de ellas se ha conservado en su
totalidad y de la otra sólo hay un parte. La figura completa tiene la forma de una "lagartija",
con extremidades superiores e inferiores tridígitas. La parte de la cabeza es una especie rombo
de bordes redondeados. En el centro del cuerpo, desde donde inicia el cuello hasta el final de
la cola, hay una serie de rectángulos paralelos que hacen pensar en una cresta. La cola se
prolonga más allá del final de la curvatura de las extremidades inferiores. Esta prolongación
es igual en tamaño a las extremidades inferiores. Una característica de esta figura es que la
cola se va adelgazando hasta que termina en una punta roma.

La otra figura de este sector de la matriz está destruida en cerca de un 85 %, apenas sobrevivió
la parte inferior de la figura, lo que muestra que las formas fueron hechas en direcciones
opuestas. La parte que sobrevivió tiene forma triangular y es muy similar a las formas que se
encuentran representadas en las caras 0 y 1 de la pieza 38-I-650, como también con la cara 5
de la matriz identificada con el código 71-V-174. De igual manera, se podría hacer alguna
asociación formal con las caras 2 y 5 de la pieza 120 P, y las caras 0 y 1 de la pieza con código
38-I-641

En el lado izquierdo hay dos figuras, una se conserva completa, y de la otra sólo ha sobrevivido
una parte. La descripción de la primera se realizará en tres partes, pues aunque es una totalidad,
la composición de la misma sólo se entiende formalmente si se realiza este tipo de exposición.
La parte alta de la pieza replica la forma de la cabeza de la "lagartija" del lado derecho. En
cambio el cuerpo es la representación de una cara, con todos los rasgos faciales. La otra parte
correspondería al cuerpo, que en este caso se trata de formas muy similares a las que se
encuentran en las caras 0 y 1 de la pieza 38-I-650, como también con la cara 5 de la matriz
identificada con el código 71-V-174. Se podría hacer alguna asociación formal con las caras
2 y 5 de la pieza 120 P, y las caras 0 y 1 de la pieza con código 38-I-641.

Estas tres formas son las que componen la figura completa, de tal manera que allí efectivamente
se combinan distintos motivos, que componen la unidad temática. La otra figura es muy similar

a la que está fracturada en la parte baja del lado derecho de la pieza.


LEVANTAMIENTO POR CARA
C r i t e r i o s : D e s c r i b a e n d e t a l l e c a d a c a r a d e l ya c i m i e n t o e i n c l u ya l o s m o t i v o s p r e s e n t e s
e n é s t a . I n c l u ya s u o r i e n t a c i ó n y e s c a l a u t i l i z a d a .

1. Cara 3 CÓDIGO Co M.NalMatriz 117P


Pais Dept Municp Objeto N.Colección
0.cm
6.cm

v w x y
7 COMENTARIOS GENERALES

Criterios: Se incluyen diveros análisis: del contexto del sitio, la interpretación de las
representaciones y los vínculos con otros eventos arqueológicos.

CÓDIGO Co M.NalMatriz 117P


Pais Dept Municp Objeto N.Colección

Cara 3

Tres figuras compone esta cara de la matriz, dos de ellos son las figuras centrales y una
tercera está localizada en la parte lateral derecha, la cual se ve parcialmente.

En el caso de las figuras centrales, se trata de dos formas de "peces" los cuales tienen cabezas
muy similares a las que se describieron en la cara 0 de la misma pieza. Lo que podría ser
entendido como aletas (4 en cada caso) y la parte del final del cuerpo, que en juntos casos
son muy similares. En lo que hay un variedad es en el cuerpo, que si bien es similar, para
el caso de la representación del lado izquierdo tiene una espacie de anillo en el centro del
cuerpo.

Un elemento que se debe resaltar es el que tiene que ver con la parte opuesta a la cabeza
de cada una de las figuras. Pues este si se observa de manera aislada pareciera corresponder
a otras figuras, a las que parecen representar cuerpos (formas antropomorfas). Sin embargo,
en este caso es claro que no se trata de esas figuras, así es posible que las figuras perdidas
de la cara 0 de esta matriz correspondieran a dibujos muy similares a los que se acaban de
describir.

De otro lado, en la parte derecha y media de la matriz, muy cerca de la fractura central se
advierte otra figura. Se trata de una cara cuadrada y de una parte del cuerpo, esto es, una
mano tridigita, que está unida al conjunto general del cuerpo.
SISTEMA DE REGISTRO Y ARCHIVO DE DATOS
FORMATO DE REGSITRO DE MATERIALES ARQUEOLÓGICOS

CÓDIGO Co M.Nal Matriz 118P


Pais Dept Municp Lugar Objeto N.Colección

Proyecto Maestria Erasmus Mundus 2008-2010


Instituciones UTAD, IPT, GIPRI
Registrado por Carlos Augusto Rodríguez Martínez, GIPRI-Colombia
Fecha 2008-2010

1 LOCALIZACIÓN 3 REGISTROS

Muisca Fotográfico Juan Carlos Barbero


Área Arqueológica
Departamento Dibujo
Municipio Trabajo digital Esquematización, balance de color
Vereda Geológico
GPS Microscopia
Predio
Excavación
Colección Museo Nacional de Colombia 4 ESQUEMA O FOTOGRAFIA DE LA PIEZA 2 MATERIAL
Código 118P Metal
Sector Cerámica
6.8 centímetros

Cuadricula Litico Lascado


Estrato Litico Pulido
Recolección superficial Madera
Punto Y
Hueso
Punto X
Otro
ESQUEMA GENERAL DE LA PIEZA
1
Criterios: Exprese gráficamente las diferentes caras del
material arqueológico en todas las vistas posibles o
necesarias. Localice en el plano 0 la cara superior (sitio
donde esta el código de la pieza, en caso de no tener esta
referencia use la cara eu considera más importante).

CÓDIGO Co M.NalMatriz 118P


Pais Dept Municp Lugar Objeto N.Colección

5 3

0.cm 10cm
LEVANTAMIENTO POR CARA
C r i t e r i o s : D e s c r i b a e n d e t a l l e c a d a c a r a d e l ya c i m i e n t o e i n c l u ya l o s m o t i v o s p r e s e n t e s
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1. Cara 0 CÓDIGO Co M.NalMatriz 118P


Pais Dept Municp Objeto N.Colección
0 . c m
1 0 c m

v w x y
7 COMENTARIOS GENERALES

Criterios: Se incluyen diveros análisis: del contexto del sitio, la interpretación de las
representaciones y los vínculos con otros eventos arqueológicos.

CÓDIGO Co M.NalMatriz 118P


Pais Dept Municp Objeto N.Colección

Cara 0

En este sector de la matriz no fue intervenida de manera muy evidente, sólo se elaboraron
tres pequeños orificios redondos que conforman un espacio triangular. En la misma cara,
hay una serie de surcos imprecisos que pueden ser el resultado de intervenciones posteriores

o de deterioros ocasionales.
LEVANTAMIENTO POR CARA
C r i t e r i o s : D e s c r i b a e n d e t a l l e c a d a c a r a d e l ya c i m i e n t o e i n c l u ya l o s m o t i v o s p r e s e n t e s
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1. Cara 1 CÓDIGO Co M.NalMatriz 118P


Pais Dept Municp Objeto N.Colección
0 . c m
1 0 c m

v w x y
7 COMENTARIOS GENERALES

Criterios: Se incluyen diveros análisis: del contexto del sitio, la interpretación de las
representaciones y los vínculos con otros eventos arqueológicos.

CÓDIGO Co M.NalMatriz 118P


Pais Dept Municp Objeto N.Colección

Cara 1

Un sólo grabado cubre la totalidad de esta cara de la matriz. Se trata de una figura compuesta
por dos partes evidentes. Por analogía formal se podría suponer que se trata de la representación
de un pájaro, el tronco y cabeza seria el sector más alto y compacto del grabado. Por su
parte, las posibles alas están elaboradas con líneas en alto relieve que van de la parte alta
a la más baja, esto es, de las alas a la cola. Todas ellas se unen con el alto relieve más
externo de la figura. Justo en la parte de abajo del tronco hay una forma triangular la cual

divide el sector de la cola y de las alas en dos unidades simétricas.


LEVANTAMIENTO POR CARA
C r i t e r i o s : D e s c r i b a e n d e t a l l e c a d a c a r a d e l ya c i m i e n t o e i n c l u ya l o s m o t i v o s p r e s e n t e s
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1. Cara 2 CÓDIGO Co M.NalMatriz 118P


Pais Dept Municp Objeto N.Colección
0 . c m
1 0 c m

v w x y
7 COMENTARIOS GENERALES

Criterios: Se incluyen diveros análisis: del contexto del sitio, la interpretación de las
representaciones y los vínculos con otros eventos arqueológicos.

CÓDIGO Co M.NalMatriz 118P


Pais Dept Municp Objeto N.Colección

Cara 2

Tres garbados desigualmente elaborados están en esta cara de la matriz. El más evidente
es un alto relieve que no tiene una forma clara. Se podría comparar con el cuerpo de la
figura de la cara tres de la matriz de Código 71-V-174, igual que con las figuras similares
de la pieza 38-I-641 de la misma colección.

Las otras dos formas son muy imprecisas y más que grabados en sentido total parecen ser
los iniciales esbozos de algunas figuras, una cuadrada y otra circular. Sin embargo, por la
poca profundidad de los surcos, como por su aparente estado de inacabado no es posible
hacer inferencias mayores a las ya mencionadas.
LEVANTAMIENTO POR CARA
C r i t e r i o s : D e s c r i b a e n d e t a l l e c a d a c a r a d e l ya c i m i e n t o e i n c l u ya l o s m o t i v o s p r e s e n t e s
e n é s t a . I n c l u ya s u o r i e n t a c i ó n y e s c a l a u t i l i z a d a .

1. Cara 3 CÓDIGO Co M.NalMatriz 118P


Pais Dept Municp Objeto N.Colección
0 . c m
1 0 c m

v w x y
7 COMENTARIOS GENERALES

Criterios: Se incluyen diveros análisis: del contexto del sitio, la interpretación de las
representaciones y los vínculos con otros eventos arqueológicos.

CÓDIGO Co M.NalMatriz 118P


Pais Dept Municp Objeto N.Colección

Cara 3

A diferencia de la cara 2, en este caso hay claramente dos grabados, el de la parte


más alta de la cara, podría asociarse con las descripciones de los cronistas de
indias de las macanas aborígenes. En este sentido, la parte más alta sería el mango
y luego vendría la parte ancha que correspondería al cuerpo general de la pieza.

El otro grabado es un semicírculo muy similar a las imágenes descritas para el


caso de la cara 5 de la pieza 71-V-174, las caras 4 y 5 de la matriz 120 P. Sólo
que en este caso los surcos laterales se prolongan y se cierran con un tercer surco

en la parte alta, configurando así una forma semi "cuadrada".


LEVANTAMIENTO POR CARA
C r i t e r i o s : D e s c r i b a e n d e t a l l e c a d a c a r a d e l ya c i m i e n t o e i n c l u ya l o s m o t i v o s p r e s e n t e s
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1. Cara 5 CÓDIGO Co M.NalMatriz 118P


Pais Dept Municp Objeto N.Colección
0 . c m
1 0 c m

v w x y
7 COMENTARIOS GENERALES

Criterios: Se incluyen diveros análisis: del contexto del sitio, la interpretación de las
representaciones y los vínculos con otros eventos arqueológicos.

CÓDIGO Co M.NalMatriz 118P


Pais Dept Municp Objeto N.Colección

Cara 5

Un sólo grabado hay en esta cara de la matriz, se trata de la representación de una "rana"
elaborada en la misma forma que las que se pueden observar en la cara 3 de la pieza 71-
V-174, como también en las caras 0, 2 y 3 de la pieza con código 38-I-641 y en la cara 1
de la matriz 38-I-633. Al igual que allí, las extremidades inferiores y superiores terminan
en tridigitos.
SISTEMA DE REGISTRO Y ARCHIVO DE DATOS
FORMATO DE REGSITRO DE MATERIALES ARQUEOLÓGICOS

CÓDIGO Co M.Nal Matriz 120P


Pais Dept Municp Lugar Objeto N.Colección

Proyecto Maestria Erasmus Mundus 2008-2010


Instituciones UTAD, IPT, GIPRI
Registrado por Carlos Augusto Rodríguez Martínez, GIPRI-Colombia
Fecha 2008-2010

1 LOCALIZACIÓN 3 REGISTROS

Muisca Fotográfico Juan Carlos Barbero


Área Arqueológica
Departamento Dibujo
Municipio Trabajo digital Esquematización, balance de color
Vereda Geológico
GPS Microscopia
Predio
Excavación
Colección Museo Nacional de Colombia 4 ESQUEMA O FOTOGRAFIA DE LA PIEZA 2 MATERIAL
Código 120P Metal
Sector Cerámica
5.9 centímetros

Cuadricula Litico Lascado


Estrato Litico Pulido
Recolección superficial Madera
Punto Y
Hueso
Punto X
Otro
ESQUEMA GENERAL DE LA PIEZA
1
Criterios: Exprese gráficamente las diferentes caras del
material arqueológico en todas las vistas posibles o
necesarias. Localice en el plano 0 la cara superior (sitio
donde esta el código de la pieza, en caso de no tener esta
referencia use la cara eu considera más importante).

CÓDIGO Co M.NalMatriz 120P


Pais Dept Municp Lugar Objeto N.Colección

5 3

0.cm 10cm
LEVANTAMIENTO POR CARA
C r i t e r i o s : D e s c r i b a e n d e t a l l e c a d a c a r a d e l ya c i m i e n t o e i n c l u ya l o s m o t i v o s p r e s e n t e s
e n é s t a . I n c l u ya s u o r i e n t a c i ó n y e s c a l a u t i l i z a d a .

1. Cara 0 CÓDIGO Co M.NalMatriz 120P


Pais Dept Municp Objeto N.Colección
0 . c m
1 0 c m

v w x y
7 COMENTARIOS GENERALES

Criterios: Se incluyen diveros análisis: del contexto del sitio, la interpretación de las
representaciones y los vínculos con otros eventos arqueológicos.

CÓDIGO Co M.NalMatriz 120P


Pais Dept Municp Objeto N.Colección

Cara 0

La forma acá representada es un plano cuadrado que termina en una forma circular, la cual
tiene como límite el borde exterior derecho de la cara de la matriz. Al lado izquierdo se ven
pequeñas muescas simétricas, las cuales hacen parte también de la cara 5. Estas muescas

son en bajo relieve, en cambio la figura central es alto relieve.


LEVANTAMIENTO POR CARA
C r i t e r i o s : D e s c r i b a e n d e t a l l e c a d a c a r a d e l ya c i m i e n t o e i n c l u ya l o s m o t i v o s p r e s e n t e s
e n é s t a . I n c l u ya s u o r i e n t a c i ó n y e s c a l a u t i l i z a d a .

1. Cara 1 CÓDIGO Co M.NalMatriz 120P


Pais Dept Municp Objeto N.Colección
0 . c m
1 0 c m

v w x y
7 COMENTARIOS GENERALES

Criterios: Se incluyen diveros análisis: del contexto del sitio, la interpretación de las
representaciones y los vínculos con otros eventos arqueológicos.

CÓDIGO Co M.NalMatriz 120P


Pais Dept Municp Objeto N.Colección

Cara 1

Esta es la cara más estrecha de todas las que componen la matriz. Tiene un cuadrado en
alto relieve, y al igual que en la cara 0 se ven las muescas regulares de extracción de material.
En la parte inferior existe la evidencia del deterioro de la matriz, ya que una parte del

sustrato se perdió.
LEVANTAMIENTO POR CARA
C r i t e r i o s : D e s c r i b a e n d e t a l l e c a d a c a r a d e l ya c i m i e n t o e i n c l u ya l o s m o t i v o s p r e s e n t e s
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1. Cara 2 CÓDIGO Co M.NalMatriz 120P


Pais Dept Municp Objeto N.Colección
0 . c m
1 0 c m

v w x y
7 COMENTARIOS GENERALES

Criterios: Se incluyen diveros análisis: del contexto del sitio, la interpretación de las
representaciones y los vínculos con otros eventos arqueológicos.

CÓDIGO Co M.NalMatriz 120P


Pais Dept Municp Objeto N.Colección

Cara 2

Tres formas componen esta cara de la matriz, una central y dos localizadas de forma lateral,
arriba y abajo. La figura central es un bajo-alto relieve. Una gran cantidad del sustrato fue
retirada del lado de la figura, se nota una depresión amplia y en el centro de la misma se
levanta la forma, se trata de una "cabeza" con "penacho", de los lados de la misma salen
dos especies de "alas" compuestas de una línea continua y otra en el centro. En la parte baja
hay una forma muy similar a las que componen una de las figuras de la cara 5 de la pieza
71-V-174, que tiene una similitud con la cola de algunas aves.

En la parte alta, un rectángulo en alto relieve con tres depresiones al interior, ubicadas de
forma horizontal, la central menos amplia que las de los extremos. En el lado opuesto de
la cara de la matriz, una forma similar a un cono, terminado en punta curva. Cuatro líneas
horizontales dividen la forma del "cono", todas ubicadas del centro hacia arriba.

En el lado derecho de la pieza se ven huellas dejadas por el deterioro de la pieza. Se ve


claramente la pérdida de material.
LEVANTAMIENTO POR CARA
C r i t e r i o s : D e s c r i b a e n d e t a l l e c a d a c a r a d e l ya c i m i e n t o e i n c l u ya l o s m o t i v o s p r e s e n t e s
e n é s t a . I n c l u ya s u o r i e n t a c i ó n y e s c a l a u t i l i z a d a .

1. Cara 3 CÓDIGO Co M.NalMatriz 120P


Pais Dept Municp Objeto N.Colección
0 . c m
1 0 c m

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representaciones y los vínculos con otros eventos arqueológicos.

CÓDIGO Co M.NalMatriz 120P


Pais Dept Municp Objeto N.Colección

Cara 3

La parte que fue grabada se localiza en el sector ancho de la cara, allí se advierte un alto nivel
de deterioro. Se perdió una parte considerable del sustrato rocoso y ello afectó la figura en alto
relieve. Sin embargo, se ve con claridad una forma de "cara" rectangular. Líneas horizontales
y verticales forman el contorno, la "nariz" pareciera desprenderse del sector de las "cejas",
aunque el estado de conservación de la pieza hace que no se pueda tener seguridad sobre ello.
Los "ojos" y la "boca" son rectángulos en alto relieve. Para el caso de esta última se advierten
líneas discontinuas y en los extremos laterales alto relieves, que dan continuidad a la forma
de la "cara".

Al lado izquierdo se ven bajo relieves sucesivos, que hacen parte de las cara 5, y que ya se ha
mencionado en la descripción de la cara 0 y 1.
LEVANTAMIENTO POR CARA
C r i t e r i o s : D e s c r i b a e n d e t a l l e c a d a c a r a d e l ya c i m i e n t o e i n c l u ya l o s m o t i v o s p r e s e n t e s
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1. Cara 4 CÓDIGO Co M.NalMatriz 120P


Pais Dept Municp Objeto N.Colección
0 . c m
1 0 c m

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Criterios: Se incluyen diveros análisis: del contexto del sitio, la interpretación de las
representaciones y los vínculos con otros eventos arqueológicos.

CÓDIGO Co M.NalMatriz 120P


Pais Dept Municp Objeto N.Colección

Cara 4

Dos figuras, una a cada extremo, están representadas en esta cara de la matriz. Una de ellas
tiene la forma de un cuadrado en alto relieve con una de sus caras redondeadas, esta figura
tiene dos líneas que la atraviesan horizontalmente. Justo sobre el lado curvo hay una especie
de V con puntas terminadas en espiral.

En el otro extremo de la cara, una forma "ovalada, como las descritas para la matriz 71-

V-174, caras 2 y 5.
LEVANTAMIENTO POR CARA
C r i t e r i o s : D e s c r i b a e n d e t a l l e c a d a c a r a d e l ya c i m i e n t o e i n c l u ya l o s m o t i v o s p r e s e n t e s
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1. Cara 5 CÓDIGO Co M.NalMatriz 120P


Pais Dept Municp Objeto N.Colección
0 . c m
1 0 c m

v w x y
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Criterios: Se incluyen diveros análisis: del contexto del sitio, la interpretación de las
representaciones y los vínculos con otros eventos arqueológicos.

CÓDIGO Co M.NalMatriz 120P


Pais Dept Municp Objeto N.Colección

Cara 5

Esta cara de la matriz es espacialmente interesante, pues no sólo tiene alto relieves como
en las otras caras, sino que también fueron elaboradas una serie de muescas en tres de los
contornos de la cara. Estas muscas son el resultado de la extracción de material y son
completamente regulares.

Tres figuras están en el interior de la cara de la matriz, dos de ellas presentes en la cara 5
de la matriz 71-V-174. Con la diferencia que la figura ovoide tiene una especie de "pico
saliente en forma de V". La otra figura es un semi-circulo, localizado en la parte media de

la cara que no tiene muescas.


SISTEMA DE REGISTRO Y ARCHIVO DE DATOS
FORMATO DE REGSITRO DE MATERIALES ARQUEOLÓGICOS

CÓDIGO Co M.Nal Matriz 71-V-174


Pais Dept Municp Lugar Objeto N.Colección

Proyecto Maestria Erasmus Mundus 2008-2010


Instituciones UTAD, IPT, GIPRI
Registrado por Carlos Augusto Rodríguez Martínez, GIPRI-Colombia
Fecha 2008-2010

1 LOCALIZACIÓN 3 REGISTROS

Muisca Fotográfico Juan Carlos Barbero


Área Arqueológica
Departamento Dibujo
Municipio Trabajo digital Esquematización, balance de color
Vereda Geológico
GPS Microscopia
Predio
Excavación
Colección Museo Nacional de Colombia 4 ESQUEMA O FOTOGRAFIA DE LA PIEZA 2 MATERIAL
Código 71-V-174 Metal
Sector Cerámica
4.5 centímetros

Cuadricula Litico Lascado


Estrato Litico Pulido
Recolección superficial Madera
Punto Y
Hueso
Punto X
Otro
ESQUEMA GENERAL DE LA PIEZA
1
Criterios: Exprese gráficamente las diferentes caras del
material arqueológico en todas las vistas posibles o
necesarias. Localice en el plano 0 la cara superior (sitio
donde esta el código de la pieza, en caso de no tener esta
referencia use la cara eu considera más importante).

CÓDIGO Co M.NalMatriz 71-V-174


Pais Dept Municp Lugar Objeto N.Colección

5 3

0.cm 5.cm
LEVANTAMIENTO POR CARA
C r i t e r i o s : D e s c r i b a e n d e t a l l e c a d a c a r a d e l ya c i m i e n t o e i n c l u ya l o s m o t i v o s p r e s e n t e s
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1. Cara 0 CÓDIGO Co M.NalMatriz 71-V-174


Pais Dept Municp Objeto N.Colección
5.cm
0.cm

v w x y
7 COMENTARIOS GENERALES

Criterios: Se incluyen diveros análisis: del contexto del sitio, la interpretación de las
representaciones y los vínculos con otros eventos arqueológicos.

CÓDIGO Co M.NalMatriz 71-V-174


Pais Dept Municp Objeto N.Colección

Cara 0.

En la parte central de la misma se advierte una huella dejada por una forma
alargada, más gruesa en la base que en la parte alta, la figura termina en forma
curva. Para llegar a esta forma se tuvo que haber devastado la parte lateral
de roca, esto es, la figura quedó completamente en alto relieve. Lo que implicó
un trabajo delicado y que debería ser notorio en el contorno de la figura, sin
embargo, esa parte se encuentra completamente pulida, lo que hace que no
sean fácilmente detectables las huellas posibles del proceso de fabricación,
a menos que el proceso de extracción de materia tenga que ver con ese
pulimiento.

Justo en la parte inferior de la figura se logran identificar dos posibles líneas


que podrían corresponder a huellas producidas en el momento del trabajo que
implicó el proceso de pulimiento y retiro de parte del material lítico.

La que se supondría como la figura central, podría haber sido eliminada


intencionalmente, pues no se logra advertir más que la forma misma del
contorno. Es posible que la intención del que fabricó aquella forma no fuera
otro que el tener ese contorno. La parte más alta de esta cara no se ve tan
pulida como la parte baja, y se advierten irregularidades, que en un primer
momento se podrían asociar a la destrucción de alguna forma, sin embargo,
no hay ninguna huella que permita inferir si efectivamente allí existió alguna
forma, como sí es evidente en otros casos.

Lo cierto es que esa cara de la matriz es sin duda un contraste con respecto
a las otras. En este caso, esta cara aparecería como la más simple de todos
los lados de la matriz.
LEVANTAMIENTO POR CARA
C r i t e r i o s : D e s c r i b a e n d e t a l l e c a d a c a r a d e l ya c i m i e n t o e i n c l u ya l o s m o t i v o s p r e s e n t e s
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1. Cara 1 CÓDIGO Co M.NalMatriz 71-V-174


Pais Dept Municp Objeto N.Colección
5.cm
0.cm

v w x y
7 COMENTARIOS GENERALES

Criterios: Se incluyen diveros análisis: del contexto del sitio, la interpretación de las
representaciones y los vínculos con otros eventos arqueológicos.

CÓDIGO Co M.NalMatriz 71-V-174


Pais Dept Municp Objeto N.Colección

Cara 1

Acá se repite lo misma forma que se encuentra en una de las figuras de la cara 5, se trata de
una combinación de líneas curvas y rectas, sólo que en interior no hay un triangulo como en
el caso de la figura descrita cuando se abordó la composición de aquella cara. En esta figura
hay 5 triángulos ubicados en torno a un punto, cada uno de los triángulos y el punto se parecen
como independientes y unitarios. Igual que en los otros casos, son notorias las huellas dejadas
en el proceso de fabricación de las figuras.
LEVANTAMIENTO POR CARA
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1. Cara 2 CÓDIGO Co M.NalMatriz 71-V-174


Pais Dept Municp Objeto N.Colección
5.cm
0.cm

v w x y
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CÓDIGO Co M.NalMatriz 71-V-174


Pais Dept Municp Objeto N.Colección

Cara 2

Dos figuras componen esta parte de la matriz, un banda rectangular que va desde lo más alto a lo más
bajo de la cara, y una figura "ovalada" al lado de la misma. La banda rectangular está dividida por
dos series de rombos concéntricos, una dividida de la otra por tres líneas horizontales. (Lo que acá
se considera líneas, son los sectores donde fue eliminado material lítico, y quedó una concavidad).
Esta franja está profusamente decorada, con rombos concéntricos, y enfrentados por el vértice, algunos
de estos se encuentran completos, de otros en cambio sólo está una parte, pues en general se encuentran
limitados por la forma general de la franja.

La figura así compuesta se es un todo, un conjunto de líneas que se interconectan y separan dejando
formas claramente determinadas. Por ello, se pueden distinguir 7 conjuntos en la parte alta de la franja
e igual número en el lado opuesto. Una diferencia notoria tiene que ver con la profundidad de los
surcos, pues en la parte alta son más claras las líneas y los desgastes. Así cada parte se distingue
perfectamente, esto no pasa de igual manera en el lugar opuesto, allí las líneas de desgaste son más
sugeridas y en muchos casos no se realizó el trabajo de extracción del material.

Otra característica de esta figura tiene que ver con los límites laterales del rectángulo, es notorio que
expresamente se devastó la parte lateral para que la figura en su conjunto aparezca como en alto
relieve, de esa forma se privilegió la forma rectangular y los rombos del interior. Así, en los lados se
ven las líneas desgaste y se pueden observar las huellas dejadas por el instrumento que se utilizó. En
todo caso se trató de una herramienta de punta fina, que permitió retirar el material general. Las huellas
de esta labor de limitación de la figura son interesantes en tanto se puede observar que allí existe una
cierta imprecisión, se nota perfectamente que dicha actividad fue hecha a mano, sin ayuda de ninguna
máquina que regulara el movimiento, esto parece ser claro cuando se observan los límites verticales,
especialmente los externos. Las divisiones horizontales del rectángulo también permiten entender que
éstas fueron elaboradas antes que las verticales, pues están atravesadas (rotas) por aquéllas.

La figura ovalada está localizada en la parte baja de la cara de la matriz, y su límite superior tiene la
altura de las líneas intermedias de la franja rectangular antes descrita. No se trata de un óvalo perfecto,
sino de una forma achatada hacia la zona límite de la cara y redondeada hacia el centro. De la parte
central de la figura hacia abajo hay una franja que en el interior tiene representaciones elaboradas con
círculos concéntricos. Cuatro conjuntos en total; tres círculos componen cada unidad formal, los
centrales están completos, los laterales no, pues el límite de ellos tiene que ver con la forma general
del óvalo.

En la parte achatada del óvalo y sobre el centro hay una prolongación de la figura, y justo debajo se
encuentra una pequeña extracción de material, un hueco casi circular y de reducido tamaño. En esta
figura también es posible advertir las huellas dejadas por la herramienta utilizada en el proceso de
extracción del material, similar a la empleada en la otra.
LEVANTAMIENTO POR CARA
C r i t e r i o s : D e s c r i b a e n d e t a l l e c a d a c a r a d e l ya c i m i e n t o e i n c l u ya l o s m o t i v o s p r e s e n t e s
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1. Cara 3 CÓDIGO Co M.NalMatriz 71-V-174


Pais Dept Municp Objeto N.Colección
5.cm
0.cm

v w x y
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Pais Dept Municp Objeto N.Colección

CARA 3

Esta cara de la matriz se puede dividir en dos planos identificables por la forma de
la misma, pues hay dos inclinaciones que generan lugares separados, y todo parece
indicar que fueron expresamente adecuados para elaborar las figuras que están en
cada uno de los planos. En la parte alta una figura que parece corresponder a una
"rana", la cual tiene tres partes perfectamente diferenciadas, dos extremidades
superiores, dos inferiores y un cuerpo. Las superiores son tridigitas (de tres dedos),
y las inferiores tienen cada una cuatro "dedos". En los cuatro casos las "manos" y
"pies" están separados de los "brazos" y "piernas".

Las extremidades salen de la parte media del cuerpo, y en todos los casos forman una
curva en los sitios que correspondería a los codos y las rodillas. Las extremidades
superiores tienen una ligera curva hacia el centro, pero en todo caso, muy paralelas.
En cambio las inferiores casi se juntan en la parte que correspondería a los "tobillos".
El cuerpo es una parte "informe", muy difícil de describir, simplemente se retiraron
partes del material pero no parece tener un forma definida. Se podría suponer que
allí la dificultad de trabajar el material llevó a un tratamiento ligero y apenas sugerente
de la forma. Sin embargo, en el otro plano de la misma cara de la matriz se repite la
forma y el tratamiento, si bien allí el tamaño es superior existe una evidente similitud.
El ¿por qué de esa similitud y sus posibles interpretaciones? tendrá que ser asunto
de otro momento. Lo que es evidente es que la forma es intencionalmente hecha de
esa forma, y que se presentan, por decir así, dos planos de cotas de nivel, uno alto
y otro bajo.

Otra de las características de esta cara tiene que ver con las evidentes huellas de
desgaste del material a la hora de retirar una parte del mismo, en algunos sectores
pulidos se ven líneas paralelas y continuas que podrían haber sido producidas por el
proceso de pulimiento. Dicho proceso tuvo que ser muy delicado y controlado, pues
de lo contrario hubiera intervenido en el sector de los "dibujos".
LEVANTAMIENTO POR CARA
C r i t e r i o s : D e s c r i b a e n d e t a l l e c a d a c a r a d e l ya c i m i e n t o e i n c l u ya l o s m o t i v o s p r e s e n t e s
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1. Cara 4 CÓDIGO Co M.NalMatriz 71-V-174


Pais Dept Municp Objeto N.Colección
5.cm
0.cm

v w x y
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Criterios: Se incluyen diveros análisis: del contexto del sitio, la interpretación de las
representaciones y los vínculos con otros eventos arqueológicos.

CÓDIGO Co M.NalMatriz 71-V-174


Pais Dept Municp Objeto N.Colección

Cara 4

En este caso se repite la forma de la cara 1 y una de las figuras de la cara 5, con la diferencia
que no se tienen sino tres triángulos hacia uno de los extremos, el opuesto a la línea más
extensa, también acá se reitera el punto central de la figura de la cara 1. Son evidentes las

huellas dejadas por el proceso de trabajo y extracción del material.


LEVANTAMIENTO POR CARA
C r i t e r i o s : D e s c r i b a e n d e t a l l e c a d a c a r a d e l ya c i m i e n t o e i n c l u ya l o s m o t i v o s p r e s e n t e s
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1. Cara 5 CÓDIGO Co M.NalMatriz 71-V-174


Pais Dept Municp Objeto N.Colección
5.cm
0.cm

v w x y
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Criterios: Se incluyen diveros análisis: del contexto del sitio, la interpretación de las
representaciones y los vínculos con otros eventos arqueológicos.

CÓDIGO Co M.NalMatriz 71-V-174


Pais Dept Municp Objeto N.Colección

Cara 5

Cuatro figuras componen esta cara de la matriz, dos centrales y dos laterales. La figura de mayor
tamaño ocupa la parte alta y central de la pieza; un "cuerpo que representaría la cabeza y el tronco"
la primera con "corona" "cuatro brazos" y una especie de "pirámide" truncada en la copa, son las
figuras que se reconocen de manera inmediata.

La pirámide está compuesta de tres partes que en su conjunto generan la forma terminada; triángulos
sucesivos, uno inmediatamente después del otro son lo que permiten tener la imagen completa. Dos
líneas paralelas que parten de la parte baja del "tronco" dividen la "pirámide" en tres partes, un central
y dos laterales. Por la forma de las líneas producidas por la extracción de los materiales, se puede
inferir que estas fueron hechas antes que las que componen los triángulos.

Para el caso de los "brazos" ellos salen de la parte que dividiría la "cabeza" con el "tronco" y se trata
de dos altorrelieves que salen horizontalmente y que se doblan hacia abajo en el que correspondería
a los "codos" y continúan hacia el cuerpo de figura, llegando hasta la "cintura". Por su parte, la
"cabeza" tiene una especie de "corona" que no está totalmente dividida; en el topo hay un parte del
material que intencionalmente se dejó.

Debajo de la figura antes descrita se encuentra otra forma que pareciera estar ubicada de modo
invertido respecto de la anterior. (Este es un tema importante, en tanto no es posible imaginar una
dirección determinada, una especie de norte de la matriz, por eso la referencia que acá se realiza es
falsa y sólo tiene la intención de generar un orden en la exposición, pero en ningún caso pueden
entenderse como una aproximación concreta al asunto).

Lo cierto, es que al igual que las otras se trata de un alto relieve. En una de las partes está compuesto
por una forma triangular, esto es, tres líneas y dos ángulos. En la parte central de la figura se observan
líneas curvas que componen una forma que podría ser entendida como "brazos" de la figura, uno a
cada lado. En esta figura, hay una combinación de líneas rectas y curvas, unas opuestas a otras,
ocupando espacios perfectamente diferenciados. En la parte central baja, hay un triángulo (tres líneas,
tres ángulos), invertido de sentido respecto al que en primera instancia se describió.

Ya en la parte externa de la cara dos figuras "ovaladas" como la descrita en la cara 2, sólo que de
menor tamaño y sin "decoración" interna.
SISTEMA DE REGISTRO Y ARCHIVO DE DATOS
FORMATO DE REGSITRO DE MATERIALES ARQUEOLÓGICOS

CÓDIGO Co M.Nal Matriz A-67-III-1843


Pais Dept Municp Lugar Objeto N.Colección

Proyecto Maestria Erasmus Mundus 2008-2010


Instituciones UTAD, IPT, GIPRI
Registrado por Carlos Augusto Rodríguez Martínez, GIPRI-Colombia
Fecha 2008-2010

1 LOCALIZACIÓN 3 REGISTROS

Muisca Fotográfico Juan Carlos Barbero


Área Arqueológica
Departamento Dibujo
Municipio Trabajo digital Esquematización, balance de color
Vereda Geológico
GPS Microscopia
Predio
Excavación
Colección Museo Nacional de Colombia 4 ESQUEMA O FOTOGRAFIA DE LA PIEZA 2 MATERIAL
Código A-67-III-1843 Metal
Sector 6.5 centímetros
Cerámica
Cuadricula Litico Lascado
Estrato Litico Pulido
Recolección superficial Madera
Punto Y
Hueso
Punto X
Otro
ESQUEMA GENERAL DE LA PIEZA
1
Criterios: Exprese gráficamente las diferentes caras del
material arqueológico en todas las vistas posibles o
necesarias. Localice en el plano 0 la cara superior (sitio
donde esta el código de la pieza, en caso de no tener esta
referencia use la cara eu considera más importante).

CÓDIGO Co M.NalMatriz A-67-III-1843


Pais Dept Municp Lugar Objeto N.Colección

5 3

0.cm 10cm
LEVANTAMIENTO POR CARA
C r i t e r i o s : D e s c r i b a e n d e t a l l e c a d a c a r a d e l ya c i m i e n t o e i n c l u ya l o s m o t i v o s p r e s e n t e s
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1. Cara 0 CÓDIGO Co M.NalMatriz A-67-III-1843


Pais Dept Municp Objeto N.Colección
0 . c m
1 0 c m

v w x y
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representaciones y los vínculos con otros eventos arqueológicos.

CÓDIGO Co M.NalMatriz A-67-III-1843


Pais Dept Municp Objeto N.Colección

Cara 0

Tiene un solo motivo, una "cabeza triangular" en bajo-alto relieve. Toda la composición fue
elaborada a partir de líneas y planos, de la selección de espacios donde se eliminó el material base
en distintas cantidades. Las partes laterales que forman una V truncada en la base son más profundas
y anchas, en cambio las horizontales de la parte alta, tres en total, son más delgadas y menos
profundas. Por su parte, lo que se podría entender como el sector de las "cejas", los "ojos" y la
"boca" es la parte más alta del toda la composición, las "cejas" están prácticamente conectadas con
la nariz, solo una ligera depresión las separa, por su parte las otras partes de la cara se elaboraron
dejando rectángulos en alto relieve y paralelos, dos para cada "ojo", dos para la "boca", todos del
mismo ancho y largo. El resto de la parte del "rostro", lo que serían las "mejillas" y el "mentón"
son planos intermedios entre las cotas más altas y las más bajas de los relieves.

Una característica sobresaliente en esta cara de la matriz, son las huellas de la fabricación, esto
es evidente en todo el espacio en donde se intervino la base rocosa. Se ven líneas resultado del
pulimiento. También en la parte derecha de la pieza es claro que fue golpeada y que una parte del
sustrato rocoso se desprendió. Igualmente, una profunda y corta muesca es posterior a la elaboración
de la cara de la matriz. Si bien, podrían asociarse esos deterioros a un mismo momento, esto no
parece ser acertado, pero la simple observación no permite saber con precisión si son o no
contemporáneas.
LEVANTAMIENTO POR CARA
C r i t e r i o s : D e s c r i b a e n d e t a l l e c a d a c a r a d e l ya c i m i e n t o e i n c l u ya l o s m o t i v o s p r e s e n t e s
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1. Cara 2 CÓDIGO Co M.NalMatriz A-67-III-1843


Pais Dept Municp Objeto N.Colección
0 . c m
1 0 c m

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representaciones y los vínculos con otros eventos arqueológicos.

CÓDIGO Co M.NalMatriz A-67-III-1843


Pais Dept Municp Objeto N.Colección

Cara 2

Al igual que en la cara antes reseñada, sólo hay una figura elaborada. Se podría suponer
que se trata de la representación de un cuerpo dividido en dos partes básicas, una que
correspondería a la "cabeza" y otra, a la parte central y gruesa sin las extremidades, pues
en este caso no hay brazos ni piernas. Esta figura, localizada en la orientación opuesta de
la cara 0 y 2, tiene como límite la parte media de todo el espacio disponible de la cara.

Se trata de un alto relieve, que al interior tiene líneas. En una parte se trata de una X limitada
por lo alto y lo bajo con líneas horizontales, al otro extremo de la figura se pueden ver una
sucesión de líneas paralelas, que generan el volumen de esa parte. Las divisiones verticales
de esa parte fueron realizadas primero que la horizontal más extrema, esto es perfectamente
notorio ya que la última rompe las otras.

En el extremo opuesto de la cara de la matriz, se observa la fractura y pérdida de una parte


del material, y al lado de ello, las huellas de una figura que nunca se concluyó, apenas una
marca horizontal y otra inclinada respecto a aquella. Podría pensarse que allí se inicio la
figura que luego se terminó elaborando en la parte alta. Sin embargo, esto no hay modo de
probarlo, lo cierto es que esas huellas junto con algunas líneas resultado de abrasión son
evidentes en esa parte. Lo que demostraría que los planos eran previamente preparados.
LEVANTAMIENTO POR CARA
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1. Cara 3 CÓDIGO Co M.NalMatriz A-67-III-1843


Pais Dept Municp Objeto N.Colección
0 . c m
1 0 c m

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representaciones y los vínculos con otros eventos arqueológicos.

CÓDIGO Co M.NalMatriz A-67-III-1843


Pais Dept Municp Objeto N.Colección

Cara 3

Esta parte de la matriz tiene representada la forma de una cara redondeada, esto es, que a diferencia
de la descrita en el cara 0, acá la parte de la quijada fue elaborada con una línea curva y en general
todo el contorno es así. Las partes que corresponden al "frontal", las "cejas", la "nariz", los "ojos"
y la "boca" se corresponde en técnica a los de la 0. Esto es, son las cotas más altas de la figura, en
este caso, "cejas" y "nariz" están completamente unidos. Por su parte, los surcos son más o menos
homogéneos en profundidad y amplitud.

Al igual que en todos los otros casos, son evidentes las huellas de trabajo, "rayones" sucesivos en
una misma orientación son la evidencia del trabajo realizado.
LEVANTAMIENTO POR CARA
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1. Cara 5 CÓDIGO Co M.NalMatriz A-67-III-1843


Pais Dept Municp Objeto N.Colección
0 . c m
1 0 c m

v w x y
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Criterios: Se incluyen diveros análisis: del contexto del sitio, la interpretación de las
representaciones y los vínculos con otros eventos arqueológicos.

CÓDIGO Co M.NalMatriz A-67-III-1843


Pais Dept Municp Objeto N.Colección

Cara 5

Al igual que en la otras caras de la matriz que se está describiendo, sólo una figura fue
elaborada en esta cara, se trata de un "rectángulo" con una especie de óvalo en la parte alta,
una figura que se podría asociar a la forma de las maracas. Seis líneas horizontales dividen
la parte media baja del "rectángulo", y una línea se localiza en el sector más alto del óvalo,
también de forma horizontal.

En este caso como en los otros, es notorio que se preparó la superficie y que se retiró una
parte amplia de material base.
SISTEMA DE REGISTRO Y ARCHIVO DE DATOS
FORMATO DE REGSITRO DE MATERIALES ARQUEOLÓGICOS

CÓDIGO Co Matriz Co-Os-Her


Pais Dept Municp Lugar Objeto N.Colección

Proyecto Maestria Erasmus Mundus 2008-2010


Instituciones UTAD, IPT, GIPRI
Registrado por Carlos Augusto Rodríguez Martínez, GIPRI-Colombia
Fecha 2008-2010

1 LOCALIZACIÓN 3 REGISTROS

Muisca Fotográfico Carlos Augusto Rodríguez Martínez


Área Arqueológica
Departamento Dibujo
Municipio Trabajo digital Esquematización, balance de color
Vereda Geológico
GPS Microscopia
Predio
Excavación
Colección Particular, Oscar Hernández 4 ESQUEMA O FOTOGRAFIA DE LA PIEZA 2 MATERIAL
Código Co-Os-Her Metal
Sector Cerámica
12 centímetros

Cuadricula Litico Lascado


Estrato Litico Pulido
Recolección superficial Madera
Punto Y
Hueso
Punto X
Otro
ESQUEMA GENERAL DE LA PIEZA
1
Criterios: Exprese gráficamente las diferentes caras del
material arqueológico en todas las vistas posibles o
necesarias. Localice en el plano 0 la cara superior (sitio
donde esta el código de la pieza, en caso de no tener esta
referencia use la cara eu considera más importante).

CÓDIGO Co Matriz Co-Os-Her


Pais Dept Municp Lugar Objeto N.Colección

5 3

0.cm 13cm
LEVANTAMIENTO POR CARA
C r i t e r i o s : D e s c r i b a e n d e t a l l e c a d a c a r a d e l ya c i m i e n t o e i n c l u ya l o s m o t i v o s p r e s e n t e s
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1. Cara 0 CÓDIGO Co Matriz Co-Os-Her


Pais Dept Municp Objeto N.Colección
0.cm
1 3 c m

v w x y
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Criterios: Se incluyen diveros análisis: del contexto del sitio, la interpretación de las
representaciones y los vínculos con otros eventos arqueológicos.

CÓDIGO Co Matriz Co-Os-Her


Pais Dept Municp Objeto N.Colección

Cara 0

Una sola figura compone esta cara de la matriz. Esta representación antropomorfa fue
compuesta de cuatro partes que hacen el conjunto total de la representación: la cara es ovalar,
las extremidades superiores dobladas con manos tridigitas, las inferiores también parecen
estar dobladas y el tronco está elaborado por una forma triangular. La imagen hace pensar
en un "individuo" sentado.

Esta figura se encuentra localizada en la parte central de la cara de la matriz, esto es, el sector
más ancho de la cara, dejando libre los extremos de la pieza. Una característica importante
tiene que ver con las líneas laterales, que son las determinan los contornos y extremos de
la figura.

Esta imagen, tiene una similitud formal con las representaciones presentes en la cara 2 y 5
de la pieza de código 45-V-6113 y con la cara 2 de la pieza de código 115P.
LEVANTAMIENTO POR CARA
C r i t e r i o s : D e s c r i b a e n d e t a l l e c a d a c a r a d e l ya c i m i e n t o e i n c l u ya l o s m o t i v o s p r e s e n t e s
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1. Cara 1 CÓDIGO Co Matriz Co-Os-Her


Pais Dept Municp Objeto N.Colección
0.cm
1 3 c m

v w x y
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Criterios: Se incluyen diveros análisis: del contexto del sitio, la interpretación de las
representaciones y los vínculos con otros eventos arqueológicos.

CÓDIGO Co Matriz Co-Os-Her


Pais Dept Municp Objeto N.Colección

Cara 1

En este sector de la matriz no fue intervenida de manera muy evidente. Sólo es posible
advertir que fue pulida y que tiene forma de hacha. Este sector seria el correspondería

al filo de misma, sin embargo, no se llego a elaborar un filo claro.


LEVANTAMIENTO POR CARA
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1. Cara 2 CÓDIGO Co Matriz Co-Os-Her


Pais Dept Municp Objeto N.Colección
0.cm
1 3 c m

v w x y
7 COMENTARIOS GENERALES

Criterios: Se incluyen diveros análisis: del contexto del sitio, la interpretación de las
representaciones y los vínculos con otros eventos arqueológicos.

CÓDIGO Co Matriz Co-Os-Her


Pais Dept Municp Objeto N.Colección

Cara 2-5

Estas dos caras tiene situaciones similares, no hay evidencia de elaboración de grabados,
y sólo se ven huellas de pulimiento. Si bien estas son las partes más anchas de la matriz,
es ciertamente interesante que no se determinara intervenir en esos espacios. no existe
ninguna razón aparente, pues en el caso de la matriz de código 45-V-6113, que tiene una

forma similar se hicieron grabados en cuatro de sus caras.


LEVANTAMIENTO POR CARA
C r i t e r i o s : D e s c r i b a e n d e t a l l e c a d a c a r a d e l ya c i m i e n t o e i n c l u ya l o s m o t i v o s p r e s e n t e s
e n é s t a . I n c l u ya s u o r i e n t a c i ó n y e s c a l a u t i l i z a d a .

1. Cara 3 CÓDIGO Co Matriz Co-Os-Her


Pais Dept Municp Objeto N.Colección
0.cm
1 3 c m

v w x y
7 COMENTARIOS GENERALES

Criterios: Se incluyen diveros análisis: del contexto del sitio, la interpretación de las
representaciones y los vínculos con otros eventos arqueológicos.

CÓDIGO Co Matriz Co-Os-Her


Pais Dept Municp Objeto N.Colección

Cara 3

En este caso hay huellas de trabajo en la parte alta y baja de la cara, parase que se hubieran
elaborado y pulido los contornos con el fin posterior de hacer los grabados. Lo surcos

muestran claramente el trabajo emprendido, sin embargo, el este no fue concluido.


LEVANTAMIENTO POR CARA
C r i t e r i o s : D e s c r i b a e n d e t a l l e c a d a c a r a d e l ya c i m i e n t o e i n c l u ya l o s m o t i v o s p r e s e n t e s
e n é s t a . I n c l u ya s u o r i e n t a c i ó n y e s c a l a u t i l i z a d a .

1. Cara 4 CÓDIGO Co Matriz Co-Os-Her


Pais Dept Municp Objeto N.Colección
0.cm
1 3 c m

v w x y
7 COMENTARIOS GENERALES

Criterios: Se incluyen diveros análisis: del contexto del sitio, la interpretación de las
representaciones y los vínculos con otros eventos arqueológicos.

CÓDIGO Co Matriz Co-Os-Her


Pais Dept Municp Objeto N.Colección

Cara 4

Esta parte de la matriz no fue grabada. De este sector se sustrajo el material necesario para
hacer los laboratorios. La razón de esta selección estuvo determinada por el interés de

intervenir lo menso posible en la pieza.


LEVANTAMIENTO POR CARA
C r i t e r i o s : D e s c r i b a e n d e t a l l e c a d a c a r a d e l ya c i m i e n t o e i n c l u ya l o s m o t i v o s p r e s e n t e s
e n é s t a . I n c l u ya s u o r i e n t a c i ó n y e s c a l a u t i l i z a d a .

1. Cara 5 CÓDIGO Co Matriz Co-Os-Her


Pais Dept Municp Objeto N.Colección
0.cm
1 3 c m

v w x y
Descripción general de las matrices de orfebrería.
Colección Museo Nacional de Colombia y colección particular
Descripción, posibles usos y funcionalidad.

(…) mientras sólo nos representemos un par de botas en general, mientras nos
limitemos a ver en el cuadro un simple par de zapatos vacíos y no utilizados,
nunca llegaremos a saber lo que es de verdad el ser-utensilio del utensilio. La
tela de Van Gogh no nos permite ni siquiera afirmar cuál es el lugar en el que
se encuentran los zapatos. En torno a las botas de labranza no se observa nada
que pueda indicarnos el lugar al que pertenecen o su destino, sino un mero
espacio indefinido. Ni siquiera aparece pegado a las botas algún resto de la
tierra del campo o del camino de labor que pudiera darnos alguna pista acerca
de su finalidad. Un par de botas de campesino y nada más. Y sin embargo (...)

En la oscura boca del gastado interior del zapato está grabada la fatiga de los
pasos de la faena. En la ruda y robusta pesadez de las botas ha quedado apresada
la obstinación del lento avanzar a lo largo de los extendidos y monótonos
surcos del campo mientras sopla un viento helado. En el cuero está estampada
la humedad y el barro del suelo. Bajo las suelas se despliega toda la soledad
del camino del campo cuando cae la tarde. En el zapato tiembla la callada
llamada de la tierra, su silencioso regalo del trigo maduro, su enigmática
renuncia de sí misma en el yermo barbecho del campo invernal. A través de
este utensilio pasa todo el callado temor por tener seguro el pan, toda la
silenciosa alegría por haber vuelto a vencer la miseria, toda la angustia ante el
nacimiento próximo y el escalofrío ante la amenaza de la muerte. Este utensilio
pertenece a la tierra y su refugio es el mundo de la labradora. El utensilio
puede llegar a reposar en sí mismo gracias a este modo de pertenencia
salvaguardada en su refugio.

Martín Heidegger (1996).

La descripción elaborada con anterioridad está basada en la observación, y particularmente en


detenerse en las formas; no sólo de los dibujos grabados sino también de las bases líticas en que
estos fueron elaborados. En todos los casos se trata de bloques rocosos que antes de ser grabados se
prepararon en todas sus superficies. Este tratamiento previo consistió en pulir los diferentes lados,
de tal manera que los «planos» fueran adecuados para el trabajo posterior. A esta misma conclusión
llegó Stanley Long (1989), -él estudio 65 matrices a mediados de la década del 60 del siglo XX y
sus trabajos fueron los primeros intentos rigurosos de estudiar esos materiales líticos y asociarlos
de forma directa y clara a las piezas orfebres de las colecciones nacionales-.
219
Descripción general de las matrices de orfebrería.
Colección Museo Nacional de Colombia y colección particular
La labor de pulimiento de los diferentes lados de las piezas, no es un procedimiento técnico
exclusivo de las matrices de orfebrería. En las colecciones arqueológicas del país existen
muchos ejemplos de artefactos líticos pulidos, (Castaño-Dávila 1984, Castaño 1988, colección
del museo Casa del Marqués de San Jorge, Colección del Museo Nacional de Colombia, entre
otras) así, hachas, punzones, cuentas de collar entre otros, comparten similares maneras de
elaboración. Aparentemente, en todos esos casos se llevaron a cabo los mismos procesos
técnicos, los cuales serían similares o iguales a los usados en la preparación inicial de las
matrices. Esto permitiría hacer una asociación entre unos y otros, sin embargo, es necesario
advertir que no es posible utilizar un único elemento técnico y práctico como categoría suficiente
para determinar la procedencia y sentido de los artefactos, en otras palabras, la similitud técnica,
por si misma, no puede ser entendida como patrón de diferencia o asociación cultural. Es
perfectamente posible que procesos similares sean empleados para llegar a resultados diferentes.

Lo que no implica, que no exista efectivamente la posibilidad que algunas de las hachas
al perder utilidad como artefactos de corte, fueran utilizadas para servir de base para las
matrices; al menos la forma de la pieza de Código 45-V-6113 de la colección del Museo
Nacional de Colombia es muy similar a la de las hachas pulidas localizadas en la zona
Muisca. De igual manera, es necesario tener en cuenta que sin un análisis y estudio
suficiente de las piezas líticas pulidas, y los procedimientos y técnicas de preparación de
los materiales, no se pueden hacer más que asociaciones formales, y estas no pueden ser
entendidas como suficientes y absolutas.

Lo que implica que más de un elemento debe estar comprometido en el estudio de los
artefactos. Un ejemplo de ello, fue el análisis realizado a dos piezas –un hacha pulida y
una matriz de orfebrería- con la Escala de Mohs en laboratorios de la UTAD (Universidade
Tras-os-Montes e Alto Douro), específicamente en el laboratorio de la Facultad de
Geología. Esos trabajos demostraron que materiales aparentemente similares tienen dureza
diferente, lo que comprueba que este tipo de prueba no es categoría suficiente para llegar
a conclusiones definitivas. Según las pruebas realizadas el hacha tiene una dureza de 3
mientras la matriz de 6. Seguramente estas diferencias tuvieron implicaciones en el
momento de la fabricación de los artefactos.

220
Descripción general de las matrices de orfebrería.
Colección Museo Nacional de Colombia y colección particular
Stanley Long advirtió en su trabajo sobre las matrices que «la mayoría de las piedras son
negras y tienen estrías negras o grises. Sin embargo, hay algunas piedras grises, carmelitas,
verdes o amarillas y a menudo llevan las correspondientes estrías; son pesadas y tienen una
cantidad considerable de hierro. La mayoría son blandas (entre 2.5 y 3.7 en la escala de Mohs)»
(Long, 1989). Este mismo investigador afirmó respecto del tipo de roca de las matrices, que
«El material ha sido tentativamente identificado como pizarra (doctor Luis Felipe Rincón
S.).Se encuentran en la Sabana de Bogotá con relativa facilidad y una variedad pesada es
posible hallarla en los depósitos de la morrena glacial, junto a la laguna de Chingaza (noreste
de Choachí) en el departamento de Cundinamarca» (Long 1989). Sin embargo, las notas
aclaratorias que elaboró Ana María Boada Rivas para la publicación del artículo de Long,
mencionan que «(…) se han identificado otras materias primas utilizadas en las matrices como
lidita y toba volcánica.» (Boada, 1989).

Lo que permitiría concluir que la dureza no era un elemento central y definitivo en al escogencia
del material. Otros elementos podrían haber estado presentes, como por ejemplo el tamaño y
homogeneidad de los granos que componen los materiales, pues en todos los casos, se advierte
que se trata de granos muy finos. Este elemento parece ser importante, pues ello permitiría
tener mayor control a la hora de elaborar los grabados, lo que no sucedería si se tratara de
rocas compuestas de partículas grandes y poco homogéneas.

Por ello, es importante entender que la vía de los laboratorios, permitirá pensar y determinar
un camino que explique satisfactoriamente cuáles fueron las posibles razones de la escogencia
de los materiales, al menos desde un punto de vista técnico. Lo que sí es cierto es que para
cada uno de los artefactos era realizada una escogencia clara y consciente de la materia prima,
y por eso mismo de los instrumentos que serían utilizados para darle la forma deseada. Lo
cual es de por sí una obviedad, ya que ningún grupo humano tiene una actitud, por así decir,
natural al momento de escoger la materia prima a usar. En todo momento interviene en esa
determinación una profunda mediación, que tiene que ver con el conocimiento y la funcionalidad
que habrían de cumplir los diferentes artefactos. Sería absurdo suponer la inexistencia de esas
categorías previas; ellas deben haber sido el resultado de un juicioso y decantado proceso
técnico y cultural.

221
Descripción general de las matrices de orfebrería.
Colección Museo Nacional de Colombia y colección particular
Lo cierto es que la determinación de la dureza del material utilizado como base, sirve
para pensar y entender qué posibles tipos de rocas fueron los que se utilizaron para elaborar
los grabados. Si la matriz analizada en la UTAD tiene una dureza 6, sólo sería posible
utilizar rocas más duras para grabarla, esto es, de dureza 7 en adelante. En este caso, se
podría pensar en cuarzo de dureza 7 y la esmeralda de dureza 8. Sin embargo, esto no se
puede generalizar, pues, como bien lo muestran los análisis realizados por S. Long la
dureza varía entre una matriz y otra, por ello, no sería recomendable hacer un juicio
general para todas las matrices. Además, se debe tener en cuenta que la efectividad de una
herramienta no está sólo en su dureza, también es importante, por ejemplo, su flexibilidad.

Ahora bien, volviendo al procedimiento de pulimiento; este es perfectamente perceptible


en las huellas dejadas por el trabajo «escultórico». Todo indica, que luego de pulir las
diferentes caras del bloque rocoso, se hicieron líneas guías, que fueron utilizadas para
demarcar el espacio y la simetría de los relieves. El conjunto de matrices trabajadas tiene
este tipo de líneas guía. Lo que implica que se tenía una idea muy clara de los resultados
finales; no se trataba de un asunto azaroso y menos, de una actividad no planificada. Por
el contrario, todo parece indicar que los elementos que deberían ser grabados en cada
caso, eran previamente seleccionados y que había una especie de pre-diseño que permitía
demarcar perfectamente el área de trabajo. Lo anterior es importante si se tiene en cuenta
el cuidado y la delicadeza de cada uno de los detalles de los grabados.

En todos los casos se devastó una buena cantidad de material lítico, de tal manera que la
figura quedó en alto relieve, esto implicó seguramente un proceso de pulimiento lateral, y
luego se devastaron las partes más delicadas e internas de las formas. Este último trabajo
fue elaborado con herramientas de punta fina y dura. El centro de las figuras son
generalmente las de cotas más altas, mientras las extremidades y sectores periféricos de
las formas son los que menos relieve tienen. Todo ello podría mostrar cuales fueron los
procedimientos seguidos en el momento de elaborar los grabados. Sería posible así
reconstruir teóricamente los «tiempos y movimientos», esto es, los distintos procesos y
procedimientos, los pasos necesarios y la secuencia general de fabricación de las matrices.

222
Descripción general de las matrices de orfebrería.
Colección Museo Nacional de Colombia y colección particular
Sin duda, los diversos momentos de la hechura del grabado pueden ser reconocidos en el
estudio de las matrices; ello es evidente en las «superposiciones» de las líneas, tanto de las del
contorno como las internas. Todo ello remite directamente al procedimiento técnico, que si
bien no se limita a los pasos necesarios en la elaboración de las figuras, si los incluye. Esto es
claro, en cada uno de los detalles mínimos de las figuras grabadas. También, se puede demostrar
así que el conjunto de herramientas usadas estaba bastante especializado. Las matrices son la
evidencia de un alto nivel de dominio sobre los materiales, tanto de la materia prima como de
los procesos constructivos y utilitarios. La selección del material, como los límites y resistencias
de estos materiales eran perfectamente conocidos, en otras palabras, se realizaba una verdadera
y consciente escogencia de los materiales, tanto de la base de la matriz como de las herramientas
necesarias.

Seguramente el conjunto de herramientas utilizadas en cada caso, responde al conocimiento


expreso sobre durezas y utilidad posterior de la pieza, todo esto hace parte del movimiento
total de la elaboración de las matrices. Lo que es seguro es que usaban más de una herramienta,
y por ello, más de un procedimiento, lo que significa que allí se concentraban distintos modos
de la expresión técnica.

Otra característica que sobresale, es que las caras grabadas están invertidas una respecto de la
otra. Lo que significa que no es posible determinar un derecho de la pieza o una orientación
clara y precisa. Esta situación puede ser el resultado de la comodidad a la hora de asegurar y
fijar la pieza en el momento de ser grabada; como también, en el uso posterior de la misma.
Sobre todo, cuando aquella servía de base para elaborar los repujados (Dragoº Gheorghiu,
Conversación personal -noviembre 2009-).

La condición ergonómica debe ser tenida en cuenta en cualquier reflexión que se pregunte por
la técnica, no es posible imaginar que las condiciones ergonómicas no eran un factor
determinante en la organización y construcción de los diversos artefactos. Sin lugar a dudas,
la continuidad de determinadas formas de las herramientas tiene que ver de manera directa
con la facilidad y eficiencia de las mismas, no se puede olvidar que la técnica es también un
modo eficiente de ahorro de energía, y en el caso de las matrices esas mismas condiciones se
debieron dar.
223
Descripción general de las matrices de orfebrería.
Colección Museo Nacional de Colombia y colección particular
También se debe entender que las matrices no son resultados finales en sí mismos, son un
momento de un procedimiento de más largo alcance. En este sentido, allí se sintetiza un
momento de un proceso técnico, y por eso, su análisis implica tener siempre en cuenta que hay
más elementos y determinaciones presentes. Lo cual en general pasa en casi todos los momentos
de la técnica; esa característica no es una condición exclusiva de la técnica moderna. Lo que
no implica que se puedan hacer conclusiones generales e hipótesis totales para cada proceso
técnico, justamente la dificultad y complejidad de la técnica, como del arte, descansa en las
diferencias. Y todas ellas son el resultado de las elaboraciones y contradicciones sociales y de
la dinámica interna de cada grupo humano.

Por ello, es importante detenerse en cada condición particular; las generalizaciones en este
sentido, son peligrosas y siempre llevan a respuestas apresuradas y simples. Esto se debe tener
en cuenta cuando se discute una posible unidad temática en cada una de las caras de las
matrices, y de estas en su conjunto. Si bien, es claro que existen ciertas recurrencias formales
y que algunos motivos parecen repetirse en uno o dos caras, como también, entre una matriz
y otra, ello no permite tener la seguridad de su unidad de sentido. Ya que la diferencia que
existen entre unos grabados y otros, se convierte en un factor a tener en cuenta. Es claro que
diferencias formales mínimas pueden provenir de sentidos diversos, y generar contenidos de
significación diferentes (Boada, 1989).

Habrá siempre una contradicción entre el registro absoluto de las formas y la posible unidad
temática de los motivos. Esta contradicción no sólo proviene del material estudiado y registrado,
sino también del modo en que este se registra. No se puede olvidar que cualquier forma de
registro es ya de por sí una forma de interpretación, y corresponde necesariamente a unos
intereses y a una época, esto es, la objetividad absoluta es sólo un sueño positivista.

Lo cierto es que al observar detenidamente los grabados, es posible deducir que algunos
requirieron de más tiempo de labor y mayor delicadeza, pues los detalles internos de las figuras
son muy delicados y finos. Lo que no significa que unos sean más importantes que otros, o
que aquellos contengan mayor complejidad de lenguaje que los otros. Teniendo como categoría
única la forma es imposible determinar el nivel de complejidad. Es un error suponer que la
forma es la categoría fundamental y única para juzgar la complejidad. Sin embargo, es
224
Descripción general de las matrices de orfebrería.
Colección Museo Nacional de Colombia y colección particular
importante anotar que las diferencias en la elaboración de los grabados implicaron
diferentes cantidades de tiempo y trabajo invertido. Y esto no sólo sucede entre una
matriz y otra, sino también es notorio entre figuras distintas de una misma cara.

Otro elemento que sobresale de una observación general de las matrices es la síntesis
de las estructuras formales, esto es, se generó una simplificación de las formas. Así,
unas pocas líneas permiten tener la idea general de lo que se quiso representar. La
información que se quería comunicar fue sintetizada, lo que deber ser entendido
como la evidencia de la complejidad del pensamiento de los grupos humanos que
elaboraron esas piezas líticas. Este proceso sintético está a la base de la fabricación
de las piezas líticas, y es parte esencial de la construcción de las mismas.

II

Frente a la utilidad que estos artefactos tuvieron en el mundo Muisca, hay dos vías
que se pueden recorrer para intentar entender cuál era su funcionalidad. Una de ellas
tendría que ver con el uso práctico, esto es la función que cumplían dentro de la
producción orfebre. En este sentido, se hace el énfasis sobre lo meramente técnico.
Por otra parte, está la función social y de lenguaje, esto es, las elaboraciones
intelectuales que estarían a la base de los grabados presentes en las matrices.

Respecto del primer énfasis, Stanley Long realizó un trabajo muy riguroso en torno
a la utilidad práctica de las matrices de orfebrería. En general él reconoció tres
momentos de interpretación de las matrices. Esos mismos han sido reseñados en
otro capítulo del presente trabajo. Así, se han interpretado las matrices como
calendarios astronómicos, bajo la tradición inaugurada por José Domingo Duquesne
(1795), como bases para repujar oro, en particular esa es la interpretación de Vicente
Restrepo (1895) y Miguel Triana, quien sostiene dicha idea en su libro La Civilización
Chibcha publicado originalmente en 1922. En tercer lugar, las matrices han sido
pensadas «Como pre-moldes para modelar la cera que luego se usaba en la fundición
para la técnica de la cera perdida» (Long, 1989), esta idea fue defendida en 1958 por
José Pérez de Barradas.

225
Descripción general de las matrices de orfebrería.
Colección Museo Nacional de Colombia y colección particular
Sin embargo, hay que aclarar que para aquel pensador español lo fundamental de su
investigación estaba en el marco de la estilística, lo que correspondía a una tradición inaugurada
por el Abate Breul a principios de siglo XX (Guillermo Muñoz, conversación personal 2009).
Por ello, no es extraño que afirme que: «(…) nuestro propósito es el estudio formal, técnico,
estilístico y simbólico de la orfebrería (…)» y más adelante «(…) lo que nos guiaba era el
estudio de los estilos, no de las culturas y menos aun investigar la historia de los pueblos
prehispánicos de Colombia, anteriores o contemporáneos de la conquista.» (Pérez, 1958). En
este sentido, Pérez de Barradas no tiene ningún interés por entender y explicar los hilos
profundos de la cultura y del lenguaje, en otras palabras, la historia íntima de los procesos
sociales y materiales que alimentaban y daban forma al mundo muisca. Así, la interpretación
que elabora de los grabados presentes en las matrices se reduce a la funcionalidad práctica, y
en este sentido es muy limitada.

Al referirse a las matrices de orfebrería afirma que:

Puede discutirse si los moldes en alto relieve de piedra sirvieron para hacer pre-
moldes de cera o repujados de láminas. Por nuestra parte, después de examinar
comparativamente las cuentas de un collar, todas del mismo motivo y tamaño,
hemos encontrado ligeras variaciones entre ellas que más fácilmente se explican
como debidas a los pre-moldes de cera que al repujado sobre una misma matriz de
piedra. Los métodos pudieron ser utilizados, por otra parte, indistintamente. (Pérez,
1958).

Él considera que las matrices servían como base para elaborar los pre-moldes en cera, que
luego eran utilizados en el proceso de fundición de las piezas orfebres. Esta conclusión es
exclusivamente para el estudio de las matrices muiscas, que habían sido previamente
clasificadas por vía de la semejanza formal, esto es, del estilo. Se puede afirmar que una de las
primeras tipologías orfebres del país fue elaborada por Pérez de Barradas, lo que sin duda
tuvo consecuencias en el estudio posterior de las colecciones nacionales.

Si bien, Stanley Long llega a las mismas conclusiones, esto es, las matrices en general fueron
utilizadas para elaborar los moldes en cera, para el posterior trabajo de la cera perdida. Sus

226
Descripción general de las matrices de orfebrería.
Colección Museo Nacional de Colombia y colección particular

preguntas y el modo en que realiza la investigación le permiten aproximarse a otras


cuestiones, que si bien están dentro del mundo práctico, se interrogan de forma más
precisa por los problemas de la técnica y, por ello, de la cultura del pueblo que elaboró
las piezas orfebres y las matrices líticas.

Después de una revisión cuidadosa de las piezas de oro que corresponden por forma
a los grabados de las matrices, concluye que estas fueron elaboradas por la técnica
de cera perdida, y esto le conduce a una nueva pregunta: «(…) por qué estos orfebres
prefirieron producir artefactos de metal por un método de fundición que implica por
lo menos diez etapas diferentes, cuando resultados parecidos se pueden obtener más
fácilmente por el proceso de repujado, que sólo exige cinco etapas.» (Long, 1989).
El intentar un camino explicativo le lleva a estudiar con mucho cuidado los procesos
de elaboración de las piezas, y así poder reconstruir teóricamente todo el
procedimiento de elaboración orfebre Muisca, y desde allí localizar, en un
determinado momento la función de las matrices.

El conjunto general de la descripción, de la producción y uso de los moldes hace


perfectamente perceptible el lugar e importancia de las matrices líticas en dicho
procedimiento. Por eso es importante citar la totalidad del proceso, desde las
deducciones iniciales de S. Long.

1. Los objetos están hechos generalmente de una aleación de oro y cobre


(tumbaga), que es apropiada para fundir ya que la aleación tiene su punto
de fusión más bajo y es más apropiada que el oro y el cobre puros. En
cambio esta aleación no es apropiada para repujar ya que se endurece al
ser martillada en frio y es difícil templarla. El oro puro presenta una alta
maleabilidad o sea, que es más blando y además no requiere recocción al
ser trabajado en frio.

2. Por la apariencia irregular y brusca de las superficies de unos 200 objetos


«laminados» que observamos, deducimos que fueron hechos por fundición.

227
Descripción general de las matrices de orfebrería.
Colección Museo Nacional de Colombia y colección particular
Muchos de los objetos tienen pequeños glóbulos de metal sobre el reverso, como
resultado de la fundición en un molde imperfecto.

Unos pocos objetos muestran: un reborde donde el molde se rajó, rebordes sin
quitar alrededor del objeto y marcas donde fue quitado el embudo.

3. Las superficies de los objetos de oro no tienen las huellas que resultarían si se
hubiera usado una herramienta de repujar.

4. Los objetos de oro son muy delgados (de .17 a .48 mm con un promedio de .26
mm), demasiado delgados para haber sido fundidos en un molde abierto o de dos
piezas.

Procedimiento en la manufactura de un artefacto de oro

De la evidencia citada arriba, se deduce que las piezas de oro (tumbaga) fueron
fundidas por el método de la cera perdida y que las figuras en relieve de las matrices
de piedra eran en realidad moldes usados en la producción de las figuras de láminas
de cera. Una posible secuencia de la manufactura puede haber sido la siguiente:

MATERIALES: agua, cera de abejón, carbón de leña, arcilla y aleación de cobre-


oro (Au 90%, Cu 10%) (Tumbaga).

HERRAMIENTAS: Matriz de piedra, mortero y mano de almirez, horno, piedra


abrasiva, tierra para pulir.

Un trozo pequeño de esta cera oscura se adelgaza sobre una superficie lisa y húmeda
hasta que quede transparente, luego se endurece en agua fría y se prensa
cuidadosamente sobre la matriz de piedra húmeda (Figura I Etapa 2). Se debe
tener cuidado de no hacer demasiada presión para no destruir la superficie positiva
de la cera. El exceso de cera, con excepción del embudo de fundir y el respiradero,
se quita con la uña (Figura I Etapa 3). La lámina de cera se separa de la piedra
usando como manija el embudo de fundir y el respiradero. Agregando más cera se
le hace la forma cónica al embudo de fundir y se dobla el respiradero hasta que

228
Descripción general de las matrices de orfebrería.
Colección Museo Nacional de Colombia y colección particular
quede paralelo al embudo (Figura I Etapa4). La lámina de cera se cubre con una
mezcla liquida de arcilla y polvo de carbón de leña bien molida (60% arcilla y 40%
carbón).

Cuando está seca la lamina de cera (incluyendo el embudo y el respiradero) se cubre


con un molde externo compuesto de una mezcla de arcilla y polvo de carbón de leña
más grueso (70% arcilla y 30% carbón). La base del molde exterior se aplana y la parte
superior se modifica en la forma de un crisol parecido a un embudo. El molde completo
(Figura 1 Etapa 5) se deja secar durante varios días.

El molde se pone (con el metal en el crisol) en horno y se calienta. A los 66°C se


vaporiza la cera dentro del molde, dejando libre una cavidad que corresponde a la
forma de la lámina de cera. Entre los 880° y 1.000° C se funde la aleación de oro y

cobre, la cual llena el espacio dejado por la cera. El aire de la cavidad es expulsado al
exterior por el respiradero, debido a la presión del metal fundido que entra. Cuando se
ha terminado la operación y el horno y el molde se han enfriado, se saca el molde y se
rompe quedando a la vista el objeto de metal fundido. EI embudo de fundir y el
respiradero, que forma una sola pieza con la figura, se quitan del objeto. Los rebordes
ásperos se quitan con piedra abrasiva y por último el objeto se pule frotándolo con
arena fina. (Long, 1989).

229
Descripción general de las matrices de orfebrería.
Colección Museo Nacional de Colombia y colección particular
Todo lo anterior será usado por el autor citado para deducir elementos que son
fundamentales para la descripción y uso de las matrices. En principio porque el
recorrido elaborado es el resultado de la revisión cuidadosa de los originales líticos
y orfebres. En este sentido, sus deducciones corresponden al estudio de las colecciones
y al preguntarse reiteradamente desde las piezas cuáles fueron los procesos de
fabricación de esos materiales. Se puede afirmar que sus deducciones si bien son
profundamente teóricas (en el sentido que no provienen de la práctica o reproducción
de los materiales originales), le llevan a caminos que no corresponden de forma
exclusiva al mundo de lo práctico, sino que tiene que ver con la escogencia cultural
y con los patrones de construcción del comportamiento social y espiritual de los
muiscas.

Por ello, muestra que las matrices de orfebrería fueron un mecanismo eficiente para reproducir una
misma forma, sin que esto significara cambiar la técnica usada. Lo que implica que,

Cuando los orfebres Chibchas quisieron hacer series de objetos idénticos tales como
cuentas de collar, tuvieron un problema para producir este tipo de artefactos. La solución
no fue la sustitución de una técnica por otra, tal como cambiar cera perdida por
repujado, pero sí una modificación de la técnica ya existente, haciéndola más
práctica para producción en serie.

Crearon una técnica relativamente rápida para producir figuras iguales de cera,
mediante el empleo de una matriz de piedra. En realidad el sistema fue de
repujado; una lámina de cera fue repujada sobre una matriz de piedra,
obteniendo de este modo la pieza (de cera) para fundirla por cera perdida.
(Long, 1989).

Según Long esta modificación técnica permitió la conservación de las «pautas culturales»,
que, como él mismo advierte, no puedan ser medidas con los cánones que comúnmente se
utilizan para la producción de los artefactos, esto es, desde el punto de vista de la eficiencia
en tiempos y movimientos. La relación entre gasto de energía y efectividad de las
actividades -que es un patrón de uso común en los estudios sobre la técnica y la producción-

230
Descripción general de las matrices de orfebrería.
Colección Museo Nacional de Colombia y colección particular
no es absoluto. Lo que significa que se debe tener en cuenta otros elementos que intervienen
y son más esenciales a la hora de la producción. Inclusive es posible decir que la efectividad
de un objeto no está en la «producción», entendida está en sentido restringido. Él advierte
que «Los orfebres chibchas aparentemente visualizaban los objetos en un marco cultural
diferente; es posible que la simple producción de un artefacto no fuese el único propósito
y que el proceso de manufactura pudiera haber representado una satisfacción en sí. Tal
vez este proceso tuviera también connotaciones ceremoniales. Si es así, un objeto producido
por cualquier método no incluido dentro de sus pautas culturales se consideraría como de
menos valor o menos deseable.» (Long, 1989).

III

Respecto de las representaciones presentes en las matrices, es notorio que existe


cierta similitud entre algunas formas, lo que hace suponer que existía un modo expreso
de representación, decantado y reconocido por el conjunto social. Entonces la unidad
temática de las mismas estaría dada y garantizada por una misma base cultural. Así,
las diferencias y cercanías entre unas formas y otras, deben ser entendidas como la
expresión de una totalidad, donde todos los elementos del conjunto social hacen
parte del sentido general de las representaciones. Los cometarios que Ana María
Boada Rivas realizó al trabajo de Long muestran eso, ella asegura para el caso de las
matrices muiscas que:

Aunque son variaciones de un mismo tema, el motivo básico se reporta


por todo el altiplano cundiboyacense. Este aspecto es bien interesante
porque si bien esto muestra una homogeneidad cultural, otros elementos
tanto del material cultural (volantes de huso, cerámica, etc.) como de
carácter político, lingüístico e ideológico están mostrando una diversidad
sorprendente. No sólo para el siglo XVI existen varias unidades políticas
si no que antes de esta época, los cacicazgos constituyeron unidades
bastante inestables. Las «fronteras» políticas cambiaban constantemente,
fenómeno que se remonta más allá del siglo XI después de Cristo.

231
Descripción general de las matrices de orfebrería.
Colección Museo Nacional de Colombia y colección particular
En cuanto a la esfera ideológica, la arqueología ha podido demostrar
diferencias marcadas entre estas unidades en el patrón funerario referentes
a la posición, tratamiento y disposición del cuerpo, forma de la tumba,
etc., denotando diferencias en la concepción de la muerte. En el campo
lingüístico, los mismos cronistas enfatizan la diversidad de lenguas hasta
dentro de los mismos cacicazgos del siglo XVI.

Por el contrario, ciertos aspectos como la orfebrería, constituyen un


elemento homogéneo, compartido por los diversos cacicazgos del altiplano,
indicando una base cultural común. Sin embargo, no se puede dejar de
pensar, que las variaciones locales de los diseños pueden estar sugiriendo
contenidos simbólicos locales que refuerzan la identidad de cada
comunidad.

Por otra parte, las variaciones de un mismo tema dentro de una matriz, como en el
caso de las ranas y las figuras antropomorfas, en donde pueden observarse pequeños
cambios en la forma de la cabeza de las ranas o número de dedos, etc., o un cambio
de posición en los brazos, piernas o vestidura de las figuras antropomorfas, indican
diferentes actitudes que probablemente transforman la intención de la ofrenda o el
sentido del objeto.

Así mismo, el conjunto de motivos que se encuentran en cada matriz constituye


un aspecto que llama la atención. Algunas presentan un mismo motivo a
variaciones como las anotadas en el párrafo anterior y combinación de varios
diseños, que en algunas matrices constituyen partes de objetos de oro más
grandes como los pectorales. (Boada 1989).

Como queda claro en la referencia elaborada de las anotaciones de la investigadora Boada,


un análisis que sólo se detenga en el proceso técnico es insuficiente, debe incluirse la
función social y de representación, esto es, el sentido profundo que los motivos tenían en
la vida social y espiritual del pueblo que los elaboró. El que dentro de la inestabilidad
social y política de los grupos humanos del altiplano cudiboyacense se presente un elemento

232
Descripción general de las matrices de orfebrería.
Colección Museo Nacional de Colombia y colección particular
que demuestre cierta unidad cultural, no deja de ser interesante; más cuando dicha unidad
está directamente relacionada con las representaciones en oro y tumbaga, y por ello con
las matrices.

De esta manera debe entenderse que la complejidad o no de los artefactos, cualquiera que
sean, está determinada por más de un factor, y la observación de un sólo parámetro es
siempre restrictiva y da como resultado generalizaciones y conclusiones inexactas. En
ningún caso los artefactos, por simples que ellos sean, tienen una función meramente
práctica, y esto es evidente en las matrices de orfebrería que se han venido discutiendo.
Así, todo elemento material producido por un determinado grupo humano incluye dentro
de sí elementos que están por fuera del mundo utilitario. En muchos casos estos son los
que definen y dan sentido a los artefactos y prácticas asociadas a la producción.

Para el caso específico de las matrices de orfebrería, se puede afirmar que no basta con decir
que sirvieron para dar forma a las piezas de oro o tumbaga terminadas; en sí mismas las
matrices contienen formas que están por fuera de su función material, y que provienen de las
relaciones de lenguaje, esto es, de las contradicciones sociales existentes.

Esto es claro en el análisis que realizó Boada, pues ella advierte que la unidad de las
representaciones y su posible uso tendrían que ver directamente con los diferentes órdenes
sociales y con las distinciones y particularidades de los grupos que habitaron el altiplano
cundiboyacense. Así, variaciones mínimas que podrían asociarse a la agilidad y destreza del
artesano que las elaboró, podrían corresponder a cambios de sentido y de funcionalidad dentro
del conjunto social muisca.

En este sentido, el pensar las matrices implicaría incorporar también esas posibles relaciones
sociales, donde se deben incluir los artefactos finales, esto es las piezas de oro o tumbaga. Por
ello preguntarse por la funcionalidad de los «tunjos» y en general del oro y la tumbaga, es a la
vez entender otro de los niveles «funcionales» de las matrices. Estas hacen parte del proceso
más amplio del conjunto general de la producción artefactual del mundo muisca.

233
Contextos Arqueológicos

CONTEXTOS ARQUEOLÓGICOS

Hoy se tiene un panorama más o menos amplio -tanto en lo que se refiere a lo espacial, como
a lo temporal- de los procesos de poblamiento, y de las características de los diversos grupos
humanos que habitaron en el territorio nacional. La consciencia de ese proceso se ha logrado
con diversas campañas y momentos de investigación arqueológica nacional, que con diferentes
énfasis y preocupaciones se han interrogado por el pasado. Como es normal en todo proceso
histórico, en cada uno de esos momentos se han producido interpretaciones particulares, que
han sido determinadas por los intereses dominantes de la época. Esto lo ha demostrado Roberto
Lleras (2005) para el caso de los Muiscas; él asegura que aquellas etnias han sido utilizadas
para propósitos muy diferentes y que en determinadas épocas se les ha exaltado o vituperado,
dependiendo siempre del interés del momento. Por ello, la historia de las formas como se ha
hecho arqueología en Colombia, es parte integrante del modo en que se han interpretado los
vestigios, y se ha construido teorías explicativas.

Entender esos procesos, en donde la arqueología y el desarrollo íntimo de dichos saberes son
fundamentales, si lo que se pretende es dar cuenta de los procesos arqueológicos nacionales.
Las diferentes etapas de ese proceso, además, han estado marcadas por la influencia de las
distintas tendencias internacionales. Por ello, no es extraño que se puedan advertir esos
momentos en los discursos construidos y defendidos en cada momento.

Así, el siglo XIX se caracterizara por el privilegio del coleccionismo que sólo consideraba
importante cuidar y preservar determinados materiales arqueológicos, en particular, cerámicas
y orfebrería. Durante este tiempo, lo importante era coleccionar el mayor número de piezas
posibles, y no importando su procedencia y contexto, usarlas para defender y argumentar
diferentes posiciones e ideas, y sobre todo, para hacer comparaciones formales entre unas y
otras. (Langebaek 2003, Lleras 2005, Botero 2006). Dentro de este afán de coleccionistas
juega un especial papel la guaquería (excavaciones ilegales), que será la encargada de alimentar
las colecciones, y de esta forma, ampliar el conocimiento del pasado aborigen de la nación.

Este asunto no es menor, si se tiene en cuenta que «(…) investigadores como Uricoechea,
Zerda o Restrepo se reconocían como estudiosos del pasado prehispánico, no fueron ellos
234
Contextos Arqueológicos

quienes examinaron sitios arqueológicos en busca de objetos. Todos ellos, más que dedicados
a excavar para obtenerlos, fueron coleccionistas. Quienes excavaban y vendían, ya no
curiosidades sino antigüedades, eran los guaqueros (…)». (Langebaek, 2003). Por ello,
Recuerdos de la Guaquería en el Quindío (1924) de Luis Arango Cano es tan importante en la
historia íntima de la arqueología y las colecciones del país. Sin duda, los guaqueros eran
quienes mejor «conocían» los contextos, y quienes podrían aportar información valiosa de los
sitios y la forma en que se encontraban los materiales arqueológicos. Sin embargo, pocos
guaqueros dejaron memorias, y por ello muchas de las piezas aparecen en las colecciones sin
ninguna referencia confiable, apenas unos pocos datos de procedencia regional, que poco
ayudan a la hora de realizar un estudio sistemático de eso materiales.

En general, durante este período más que un trabajo que se interrogara de forma sistemática
por los vestigios arqueológicos, lo que prevaleció fue una serie de ideas preconcebidas que
fueron defendidas y argumentadas con ayuda de los vestigios materiales. Por eso, la explicación
de los mismos se buscaba en los documentos antiguos y en particular en las Crónicas de
Indias. Esto es perfectamente evidente en todos los textos de la época (siglo XIX y primera
mitad del XX), y por ello se puede asegurar que allí hay una unidad de sentido e interpretación.
Así, José Domingo Duquesque, Ezequiel Uricohechea, Liborio Zerda, Jorge Isaacs por sólo
mencionar algunos de los autores del siglo XVIII y XIX, al igual que Vicente Restrepo, Miguel
Triana, Carlos Cuervo Márquez a inicios del siglo XX, recurren de forma continua a las Crónicas
de Indias y a las explicaciones derivadas de las tradiciones registradas inicialmente por los
españoles en el período colonial.

La forma de pensar los problemas del pasado resultado del coleccionismo es evidente en las
interpretaciones que se tiene en ese momento, no es de ninguna casual que la idea del
difusionismo este tan nítidamente presente en cada uno de estos autores. Todos de una forma
u otra recurren al difusionismo para explicar las diferencias y similitudes de los grupos humanos
y de los materiales estudiados. Así, el territorio nacional aparece atravesado por innumerables
oleadas, que en tiempos no muy lejanos ocuparon los diferentes espacios. Esta idea se arraigará
como una constante explicativa hasta casi el fin del siglo XX, a pesar del avance en las
investigaciones y el conocimiento expreso de los contextos.

235
Contextos Arqueológicos

El avance del siglo XX significó nuevas y más acabadas propuestas y metodologías arqueológicas.
En principio con la profesionalización de la antropología y arqueología hacia las décadas del treinta
y cuarenta, se generan nuevas preguntas y normas de abordar el material arqueológico. Especialmente
será importante la influencia de Paul Rivet (Herrea, Low 1968, Pineda G. 1999, Langebaek 2003,
Pineda R. 2005). Al respecto son claras las afirmaciones de los investigadores Herrera y Low
(1968), ellos afirman que:

El Instituto Etnológico Nacional fue creado por el decreto 1116 de 1941 a cargo
del eminente etnólogo Paul Rivet, también dependiente de la Escuela Normal
Superior. En él se desarrollaron importantes investigaciones arqueológicas y
antropológicas cuyos resultados fueron publicados en la revista editada por el
Instituto. Los estudios en el Etnológico comprendían Antropología Física,
Etnografía General, Lingüística Americana, Fonética, Orígenes del Hombre
Americano y Prehistoria. El Servicio de Arqueología creado en 1931 tuvo relación
directa con el Instituto Etnográfico. Dependiente inicialmente del Ministerio de
Educación, su labor giró en torno a la adquisición, clasificación y sistematización
de piezas arqueológicas, pertenecientes a las distintas culturas aborígenes de
Colombia, piezas que fueron conservadas en el Museo Arqueológico. En el año de
1945 estas dos entidades y la Comisión Nacional de Folclore fueron fisionadas en
lo que será el Instituto Colombiano de Antropología. (Herrera y Low 1968)

De igual manera, los trabajos emprendidos por Gerardo Reichel-Dolmatoff ampliarán el


conocimiento sobre las diferentes áreas arqueológicas del país. La época que privilegiaba el
coleccionismo empieza a quedar atrás, pues se advierten las limitaciones del mismo. Ahora se
implementan planes específicos de investigación arqueológica, (Langebaek 2003, Gómez 2005).
En particular se hace un énfasis amplio en la zona de San Agustín Huila.

Las investigaciones emprendidas y patrocinadas por Gerardo Reichel-Dolmatoff, Luis Duque


Gómez, Eliecer Silva Celis, Roberto Pineda Giraldo, Virginia Gutiérrez, Graciliano Arcila
entre otros, permiten tener un nuevo panorama del poblamiento y de la localización de los
diversos grupos humanos que habitaron el territorio nacional. Sin embargo, el énfasis se realiza
en la espacialidad y no en la temporalidad. Esto significa que los datos relativos al tiempo de
236
Contextos Arqueológicos

ocupación siguen siendo escasos e imprecisos, sin que esto signifique que no se han dado
avances en ese campo (Reichel-Dolmatoff 1997). Si se compara el conocimiento adquirido en
las décadas que van de 1940 a 1970 el avance es sustancial.

El balance realizado por Gerardo Reichel-Dolmatoff en 1965 (Ancient Peoples and Places) y
luego reeditado y ampliado en 1985 y después, nuevamente publicado en 1997 bajo el titulo
de Arqueología de Colombia. Un texto introductorio, muestra de forma clara la forma como
se había avanzado y ampliado en el conocimiento de las diferentes regiones del país. Allí se
realizó una labor de síntesis de los diferentes trabajos arqueológicos del país. Como él mismo
advierte en el prefacio a la edición de 1985:

El propósito de esta publicación esencialmente es servir de introducción a la


arqueología de Colombia, sin sobrecargarla con los prolijos detalles técnicos que
se pueden encontrar en la literatura especializada. Un libro en español, sistemático
y anotado en gran detalle, sobre el tema de la evolución prehistórica de Colombia
aún no se ha publicado, y al presentar este volumen al público, espero llenar dicha
laguna en la documentación científica e histórica referente a este país. (Reichel-
Dolmatoff 1997).

En este sentido, lo que allí se realizó permitió entender los avances en la arqueología nacional.
Esto es claro en la división temática y de capítulos del mencionado trabajo. La pretensión no
sólo era sintetizar y ordenar los datos existentes, sino poner en evidencia los temas que estaban
a un por estudiarse, esto es, la necesidad de avanzar en esos caminos investigativos. Eso es lo
que explica que el libro de Arqueología de Colombia. Un texto introductorio sea tan importante,
no sólo para la historia íntima de la arqueología nacional, sino para la historia general del país.

Gracias a ello es posible advertir que desde finales de la década del 70 del siglo XX a nuestros
días, las lagunas existentes en la arqueología colombiana se han venido cubriendo
sistemáticamente, sin que esto signifique que se tenga en la actualidad un panorama completo.
Son aun muchos los espacios y aspectos que están sin trabajar.

Lo cierto es que las investigaciones realizadas por el Gonzalo Correal Urrego y Thomas Van
Der Hammen en 1977 en los Abrigos rocosos del Tequendama, se convirtieron en una nueva
237
Contextos Arqueológicos

fuente de interrogantes y temas. Allí se demostró definitivamente que el poblamiento en el


territorio colombiano era mucho más antiguo de lo que hasta ese momento se suponía. Ya no
se podría defender la idea de una ocupación humana cercana en el tiempo al período de la
conquista europea. Por el contrario, 12000 años de historia y transformación estaban
comprometidos. Gonzalo Correal afirma que:

El registro funerario más antiguo de Colombia fue hallado bajo los abrigos rocosos
del sitio Sueva 1 (Municipio de Junín), en la cordillera oriental y corresponde a un
individuo adulto femenino, datado en 10.090 A.P.

Este entierro primario, se encontró en posición de decúbito dorsal, con los miembros
flectados; el ajuar funerario corresponde a ocre, fragmentos de mineral de hierro
(hermatita especular) y restos de fauna, correspondientes a venados (Odocoileus
virginianus) lascas triangulares, fueron colocados alrededor del cráneo.

El esqueleto fue colocado con el vertex dirigido hacia el oeste. El contexto cultural
indica que este entierro corresponde al estadio de cazadores recolectores. (Correal
2001).

Estas investigaciones abrieron nuevos interrogantes sobre las relaciones entre el hombre y el
medio natural en Colombia. En principio, los resultados obtenidos no cuestionaban la totalidad
de lo existente en la arqueología colombina, pero sí abrían nuevos espacios de investigación,
y sobre todo, se convertían en fuentes importantes de constante referencia. Las características
del período pre-cerámico, las formas de vida de los cazadores-recolectores, las implicaciones
en el medio natural y social de los cazadores-recolectores, la tecnología de aquellos grupos
humanos, las relaciones sociales de esos grupos humanos, entre otros, serían los interrogantes
que deberían resolverse en adelante.

Todo ello se convirtió en parte de la discusión arqueológica del país. Especialmente importantes
han sido los estudios palinológicos de Thomas Van Der Hammen, pues ellos mostraban que la
relación existente entre el medio ambiente y la actividad humana eran determinantes para
entender la historia de la naturaleza y de los hombres en las diferentes áreas del país, (Rodríguez

238
Contextos Arqueológicos

1999). Las investigaciones en este campo, mostraron que igual que era complejo el mundo
social, la historia natural de los territorios también lo era. Por ello era indispensable
reconstruir los diversos momentos climáticos, pues ellos determinaban la flora y fauna de
las zonas y por ello mismo, las respuestas tecnológicas, esto es, las formas usadas para
dominar el medio.

Nuevos datos, nuevas excavaciones, registros y relaciones empezaron a ser un lugar común.
Así, la presencia de artefactos líticos asociados a megafauna, que es un elemento
relativamente nuevo en la arqueología nacional, empezó a ser parte del acervo de la
arqueología nacional, y en este sentido, se amplió el horizonte temático. Las recientes
investigaciones en este campo muestran ello:

Un análisis de la estratigrafía y dataciones de carbono 14 de una excavación


en el sitio El Totumo (Tocaima, Cundinamarca, Colombia) donde se
encontraron huesos de Mastodontes y Megaterios en asociación con artefactos
líticos de tipo Abriense, conduce a la conclusión de que el hombre y la
megafauna convivieron aún entre 6000 y 5000 antes del presente. (…)Los
resultados de estas dataciones confirmaron suposiciones que teníamos desde
hace tiempo, sobre la posible sobrevivencia de la megafauna pleistocénica
hasta en el Holoceno. (Correal, Van Der Hammen 2003).

Estas investigaciones, han abierto nuevas perspectivas de trabajo, y sobre todo permiten
hoy comprender un poco mejor los territorios del país y los efectos humanos en esos
espacios. De igual manera, se ha entendido cada vez más la necesidad de estudiar con
detenimiento los restos óseos, no sólo desde el punto de vista morfológico, esto es, de las
deformaciones posibles de cráneos y de huesos, sino también, pensando en las patologías.

Estas últimas permiten entender mejor cuales eran los posibles patrones de
alimentación y nutrición de los pueblos que habitaron los diversos territorios. Así el
desgaste dental, las enfermedades óseas y demás elementos asociados han permitido
tener una idea más precias de las practicas alimentarias y del acceso a recursos.
(Langebaek 1990, Rodríguez 1999 y 2006,)

239
Contextos Arqueológicos

De igual manera, José Vicente Rodríguez y su equipo de investigación han venido trabajando
en el análisis del ADN. Estas investigaciones procuran responder a los problemas del
poblamiento y diversidad poblacional, esto es, las discusiones en torno al difusionismo o la
evolución local de los grupos humanos. La importancia de los resultados obtenidos es de tal
orden que hoy ya no es fácil sostener las teorías migratorias con la fortaleza que se
hacía en décadas pasadas.

(…) gracias a este interés bioantropológico, los estudios de la diversidad


poblacional de Colombia, en el tiempo y el espacio, desde la perspectiva
craneométrica, han contribuido al esclarecimiento de tres problemas
antropológicos: 1. Los orígenes y proceso de poblamiento del territorio
colombiano durante la época prehispánica, 2. Los orígenes de los
paleoamericanos o primeros pobladores de América, y 3. Las principales
tendencias evolutivas de sus actuales poblaciones.

La discusión sobre los orígenes de la población antigua de Colombia ha


girado en torno al difusionismo y microevolucionismo. Los difusionistas
se han apoyado en la versión de G. Reichel-Dolmatoff (1956) sobre un
supuesto arribo reciente de la población chibcha mediante oleadas
migratorias tardías provenientes de la costa Caribe. Por su parte, R. Lleras
(1995) ha planteado la existencia de tres oleadas migratorias que habrían
dado origen sucesivamente a los cazadores recolectores, los alfareros
tempranos y tardíos, basándose en rasgos formales de la cerámica (la
incisión) y en el proceso de diferenciación lingüístico.

También desde la perspectiva craneométrica se han desarrollado


planteamientos difusionistas. Mediante la revisión de algunos cráneos
prehispánicos de Colombia, Sacchetti (1988) estableció una tipología,
cuyos demotipos revelarían su divergencia temporal, y cuyos orígenes
geográficos estarían relacionados con Mesoamérica, penetrando por las
cordilleras colombianas para dar origen a las poblaciones de cazadores
recolectores y a las agrícolas tardías.
240
Contextos Arqueológicos

Los microevolucionistas se han apoyado básicamente en datos biológicos


(óseos y genéticos), además de ecológicos, señalando un proceso de
diferenciación entre los últimos cazadores recolectores que dio origen a
los primeros agroalfareros de los Andes Orientales (Rodríguez, 1987, 1992,
2001, 2005).

Y más adelante:

Finalmente, el proceso de conformación de la población colombiana ha


señalado la presencia de un fuerte componente indígena por línea materna
(ADN mitocondrial con haplogrupos A, B, C, D predominantes), y una
sustancial participación europea y africana por línea paterna (cromosoma Y),
dando lugar a un fenotipo corporal muy diferenciado entre sexos y regiones
(Rodríguez, 2004).

La excavación reciente de contextos funerarios tempranos (Valle del Cauca,


Cundinamarca, Boyacá) y tardíos (Valle del Cauca, Cundinamarca, Nariño,
Atlántico), como la incorporación de nuevo material recuperado por el profesor
Eliécer Silva Celis alrededor del Templo del Sol (Museo Arqueológico de
Sogamoso), permiten cubrir mayor distribución temporal y espacial de las
poblaciones prehispánicas de Colombia, especialmente de la cordillera Oriental
y valle del río Cauca. De esta manera se puede abordar la problemática del
poblamiento y evolución de las poblaciones colombianas durante cerca de 8.000
años, con muestras contextualizadas arqueológicamente y estadísticamente más
representativas, con el fin de aportar información sobre la discusión entre el
migracionismo y el microevolucionismo, tanto en el ámbito de Colombia como
de América. (Rodríguez 2007).

Como se advierte, en la cita anterior, las implicaciones de esas investigaciones son tan
amplias que ponen en tela de juicio los modos en que se habían interpretado y entendido
las comunidades humanas que habitaron el territorio, al menos desde el punto de vista del
difusionismo. Es de esperarse, que el avance de este tipo de trabajos, permitan acceder a

241
Contextos Arqueológicos

nuevos mapas genéticos del país, y con ello comprender de forma más precisa los procesos
de poblamiento y de distribución de los grupos humanos en el territorio.

Finalmente, es importante mencionar que se han elaborado diversas síntesis y trabajos, que no
sólo se preocupan por ordenar los datos y resultados de las diversas investigaciones, sino
también por aclarar la historia de la disciplina arqueológica nacional. Tal vez una de las síntesis
más precisas y sintéticas de este proceso histórico la elaboró Alba Nelly Gómez en 2005. Allí,
en un cuadro sinóptico expone las corrientes, características y el correlato cronológico de
aquéllas en Colombia. De este modo, es posible determinar y dar cuenta de los distintos
momentos del proceso arqueológico nacional. (Ver anexo 2)

II

Si bien la zona Chibcha ha sido uno de los sectores que más referencias tiene en la historia de
la investigación arqueológica del país, lo cierto es que hasta hace menos de 50 años la
información que se tenía de esta área era relativamente poca y en muchos casos problemática.

Sylvia Broadbent en 1965 realizó un balance general de las investigaciones arqueológicas en el


área Chibcha. Allí ella recoge los materiales existentes hasta el momento y los informes que se
habían producido. Según la autora, muchos de estos trabajos son seriamente cuestionables, pues
no corresponden a un trabajo realmente riguroso. Por el contrario, se trataría, en la mayoría de los
casos de borradores, que carecen de las más mínimas normas de la presentación de un trabajo de
orden arqueológico. Ella afirma que:

A pesar de la notable importancia de la cultura Chibcha, su estudio arqueológico


actualmente deja mucho que desear. Se han realizado pocas excavaciones sistemáticas,
aunque casualmente se han ido encontrando muchos artefactos antiguos en el curso de
trabajos de construcción y agricultura, debido a la densa población de la región y su
posición céntrica en el país. Los objetos encontrados demuestran bastante variabilidad;
no obstante, todo se ha denominado simplemente «Chibcha», es decir, todo se ha
identificado con la cultura de la época de la conquista, sin hacer esfuerzos por
c1asificarlos con el fin de identificar diferencias estilísticas de posible significación
cronológica. Como consecuencia de esto y de la carencia casi completa de excavaciones
242
Contextos Arqueológicos

estratigráficas, no existe ninguna cronología de culturas anteriores a la conquista.


(Broadbent 1965).

La ausencia de «excavaciones sistemáticas» la simplificación de la denominación y asignación


cultural de los materiales arqueológicos y la «carencia casi completa de excavaciones estratigráficas»,
son las características de la arqueología del área Chibcha para 1965. Lo que significa que en buena
medida lo que se ha dicho de las comunidades humanas que habitaron esa región es el resultado de
las analogías y de la lectura de las Crónicas de Indias y por ello puede ser seriamente cuestionable.

En particular resalta que estas características han hecho que no se tenga una idea clara de la
historia de las ocupaciones y de las diferencias temporales entre uno grupo y otro. Broadbeent
considera que el trabajo más riguroso de los publicados hasta ese momento es el de Haury y
Cubillos (1953), los cuales excavaron tres sitios en el «Parque Arqueológico Nacional de las
Pierdas de Tunja» y dos sitios en «Pueblo Viejo» Facatativá. Ellos «(…) proponen una cronología
de tres períodos generales, así: Preconquista, anterior a 1537 A.D, Colonial, 1537-1820 A.D,
y Reciente, después de 1820.» (Broadbent 1965).

Los elementos más importantes que rescata la investigadora citada, con respecto a los trabajos
de Haury y Cubillos, es la diferencia que encuentran entre la cerámica localizada en Gachancipá
y Tocancipá con respecto a la de Facatativá y otros territorios Chibchas. En segundo lugar,
aquellos investigadores localizaron terrazas artificiales en Facatativá, Soacha, Guatavita,
Tocancipá, Zipaquirá, Tausa, Chocontá y Tunja. Ello era en ese momento absolutamente nuevo,
pues no existía ningún reporte de este tipo de estructuras agrícolas en el altiplano, lo cual es
sorprendente si se tiene en cuenta que los Chibchas han sido entendidos como un pueblo
esencialmente agrícola. Ella afirma que «La mayoría de estas zonas de terrazas han sido
recientemente investigadas por la suscita (Broadbent 1964). Resulta que hay por lo menos dos
clases de terrazas, de distintas formas y probablemente de diferentes fechas.» (Broadbent
1965).

De igual manera, las Investigaciones arqueológicas en territorio Chibcha de Silvia Broadbent


(1965), reseña los trabajos de Gerardo Reichel-Dolmatoff (1943) realizados en Soacha; Sylvia
Broadbent (1962, 1937) en Tunjuelito, Tocancipá, Gachancipá, Guatavitá, Guasca, Subachoque y

243
Contextos Arqueológicos

Sopo, respectivamente; Alfredo Ortega (1935) en el «llano de la Mosca»; José Miguel Rosales
(1935) en la hacienda Nogales del municipio de Ubaque; Gregorio Hernández de Alba (1937,
1944 y 1945) en los terrenos de la Escuela Normal de Tunja y en la hacienda Puerto Rico de la
laguna de Fúquene; Eliecer Silva Celis (1946) en la zona de Belleza –Santander-, Tunja, Moniquirá
y Sogamoso. Como Sylvia Broadbent aclara, allí no están reseñados todos los datos existentes para
la zona Chibcha, pero sí los provenientes de excavaciones y que tiene reportes publicados, muchas
otras informaciones están dispersas y aparecen como curiosidades o como encuentros ocasionales,
y por ello, muy poca información arqueológica se puede obtener.

Las conclusiones del trabajo de Boadbent son aclaratorias en el sentido de la necesidad de


ampliar y sistematizar los trabajos arqueológicos, ella advierte que

(…) las clases de artefactos encontrados. Además de vasijas y tiestos de cerámica,


se incluye una gran variedad de objetos. Se han encontrado figurinas hechas de
piedra, madera y cerámica en varios lugares, y en cantidad en la Laguna de Fúquene
y en La Belleza. Se han hallado hachas y cinceles de piedra pulida por toda la
región (…) cuentas de collar de varias formas y materiales (hueso, concha, piedra)
se dan con alguna frecuencia, especialmente asociados a entierros. Los torteros
son generalmente de piedra en esta región, poseen varias formas, y frecuentemente
tienen decoración incisa, a veces rellenada con una pasta blanca o pintura blanca.
Son numerosos y ubíquitos. Las mantas de algodón o sus fragmentos se han
encontrado en cuevas secas de La Belleza y Moniquirá, como envolturas de momias
(…) se han encontrado modelos de tiraderas hechos en oro, cobre y tumbaga.
Ocasionalmente se han hallado ocarinas de cerámica, en forma de ave, con alas
extendidas. (…) Ollas o tiestos de cerámica con cenizas vegetales dentro, como
ajuar funerario o «entierros» en sí, han sido encontrados únicamente en La Belleza
y Sogamoso. Las lezmas y agujas de hueso se han informado únicamente en
Tunjuelito y Sogamoso. (Broadbent 1965).

La variedad, diferencia y composición de artefactos encontrados, como la variedad de formas


y de materiales utilizados en la fabricación de los mismos, como los diferentes contextos en
que han sido localizados, la llevan a pensar que no es posible explicar ello con el uso del
244
Contextos Arqueológicos

genérico Chibcha. En este sentido, llama la atención sobre la necesidad de emprender estudios
particulares y concretos de las áreas y tiempos de ocupación humana en el territorio. Sólo
desde allí podría explicarse la variedad artefactual localizada en las distintas zonas de la región.

Esos trabajos sistemáticos podrían dar cuenta de lo nuevo, esto es, de los sistemas de vivienda,
tanto cercados, templos, habitaciones, como las «posibles viviendas lacustres» de la laguna de
Fúquene; y también de las estructuras agrícolas y del posible uso de carbón mineral. Las
investigaciones deberían explicar las razones de la variedad de artefactos, y elaborar de esa
forma un mecanismo que permita clasificar y construir «asociaciones significantes» de los
materiales arqueológicos localizados. De otro lado, Boradbent se interroga por aquello que no
ha sido reportado, en este sentido, afirma que «(…) hay ausencias importantes en toda la
región. Por ejemplo, no se han encontrado ninguna punta de proyectil, ni de piedra ni de otros
materiales. (…) otra ausencia interesante es la de herramientas metálicas. A pesar del gran
número de artefactos de oro y otros metales encontrados y de la atención que han recibido,
todos parecen ser adornos u ofrendas religiosas.» (Broadbent 1965).

Como se advierte el balance elaborado por la investigadora Broadbent no se limita a hacer una
reseña de los datos; le interesa mostrar cuál ha sido el avance en las investigaciones y las
limitaciones de las mismas. La importancia de ello, está en que muestra de forma organizada
los problemas y temas que deben ser objeto de discusión y de trabajo de la arqueología del
área Chibcha. Considera que igual de importante que el estudio de los documentos del período
de la Conquista y de la Colonia, es el trabajo arqueológico, uno y otro son necesarios.

Finalmente, Sylvia Broandbent se refiere a la complejidad de los grupos Chibchas, esto debido a
las afirmaciones que hicieran Haury y Cubillos (1953) respecto del mismo tema. Para aquellos los
Chibchas no serían grupos complejos, culturalmente hablando, en la medida que no se han registrado
evidencias de grandes sistemas de vivienda y de arquitectura monumental, como si sucede en otras
regiones de América. La posición de Broadbent frente a este tema es clara «(…) una cultura puede
tener aspectos de complejidad sin dedicarse a construir monumentos permanentes para impresionar
a los arqueólogos. En realidad, los aspectos de la cultura Chibcha que los cronistas hacen resaltar
como complejos son precisamente aquellos que uno no puede esperar encontrar arqueológicamente;

245
Contextos Arqueológicos

es decir, la organización socio-política y la religión; y en la cultura material, objetos de poca


durabilidad como textiles y arquitectura de madera.» (Broadbent 1965).

Las investigaciones posteriores en la zona muisca, han ampliado considerablemente la información


existente. Las excavaciones emprendidas por Gonzalo Correal Urrego y Thomas Van Der Hammen
en diferentes zonas del altiplano, han demostrado que el territorio fue poblado con anterioridad a
los 10.000 A.P. (Correal, Van Der Hammen 1977, 2003; Correal 2001, Herrera 2008). De igual
manera, los trabajos recientes han permitido entender los procesos de cambio y organización de los
grupos humanos en los diversos momentos de ocupación del territorio, lo cual se ha asociado a las
variaciones climáticas y los modos en que las sociedades han respondido a esos cambios. También
Marta Herrera asegura que:

Entre los años 8.500 y 3.000 antes del presente la evidencia arqueológica sugiere
que se produjeron transformaciones de particular importancia entre las sociedades
que ocupaban el altiplano. Durante ese período se perfilan ya las prácticas que
culminarían en el desarrollo de la agricultura y la domesticación, como actividades
básicas para la supervivencia. Así, si bien se continuaron utilizando percutores,
cuya presencia indica que las actividades de recolección eran importantes, también
se encuentran cantos rodados con bordes desgastados, que podrían haberse utilizado
para la preparación de raíces cosechadas. (Herrera 2008).

Así las evidencias arqueológicas han permitido establecer que la antigüedad del poblamiento
del área Chibcha, como también la variedad y complejidad de los procesos humanos en el
territorio. Hoy es claro que el uso del nominativo Chibcha para todos los vestigios arqueológicos
del altiplano es insuficiente y problemático, pues evade los resultados de las investigaciones
recientes y sobre todo, cubre con un manto único diversos procesos que seguramente fueron
diferenciados, tanto en el orden social como en el temporal.

En el sitio Tequendama -Sabana de Bogotá- (11.000 - 5.000 A..P.), se registraron


veintiún entierros en posición lateral, con los miembros flectados. El ajuar
corresponde a artefactos líticos y de hueso. Patrón similar se repite en Sueva (10.090
A..P.) y en Checua (8.500 - 3.000 A.P.). Prácticas de incineración se registran en

246
Contextos Arqueológicos

Tequendama y Checua. En Aguazuque, en el Municipio de Soacha (5.030 - 2225


A..P.) fueron hallados 51 enterramientos, simples, dobles, y también entierros
secundarios, junto con un entierro colectivo dispuesto en círculo, integrado por
veintiún individuos (mujeres, hombres, y niños). Al sureste del círculo fueron
colocadas dos extremidades inferiores derecha; estos segmentos corporales se
dispusieron en posición flectada y corresponden a diferentes individuos. Junto a
éstos se encontró un depósito de restos de venado cerca a algunos artefactos.
(Correal 2001).

Esto muestra claramente, que la historia de la ocupación es más amplia de lo que hasta antes
de la década del 70 del siglo XX se sabía sobre esta área. Las diferencias en los patrones de
enterramiento seguramente corresponden a diversos intereses y deben ser explicadas en su
particularidad. No es posible asignar acríticamente a un sólo grupo cultural las variaciones
existentes entre unos enterramientos y otros. Es claro que la comprensión del pasado
prehispánico del altiplano implica detenerse en las diferencias y tratar de explicarlas desde las
evidencias existentes.

De igual manera, los elementos que acompañan el proceso social, esto es, el surgimiento de la
agricultura, el inicio de las actividades alfareras, la ampliación de la división social del trabajo
con sus consecuencias en la producción y, en general, el tránsito de los grupos de cazadores
recolectores a sedentarios, deben ser explicados e investigados a fondo. Ya que las evidencias
muestran que dichos procesos son muy antiguos y que no se trató de cambios bruscos. Todo
ello permite discutir el papel de migracionismo, que ha sido uno de los argumentos reiterativos
en la arqueología nacional. Lo anterior, es expuesto por Marta Herrera de forma muy clara y
precisa:

Hasta hace poco, la evidencia más antigua sobre prácticas agrícolas y alfareras
había sido la encontrada en Zipacón, cuyo análisis indica que ya se practicaban en
el año 3.000 antes del presente. Allí se confirmó la existencia de maíz y batata y
también se encontraron restos de aguacate. La presencia de semillas de esta última
planta sugiere para este período intercambios entre la altiplanicie y las tierras cálidas
del valle del Magdalena, ya que se trata de una planta propia de ese clima.
247
Contextos Arqueológicos

Posteriores estudios de los restos humanos encontrados en los abrigos rocosos del
Tequendama y en Aguazuque, ambos en el municipio de Soacha, mostraron que la
transformación de sociedades cuya subsistencia se basaba en la cacería y en la
recolección hacia sociedades que practicaban la agricultura, se hizo en el período
comprendido entre los años 5.000 y el 3.000 antes del presente y que este proceso
no fue brusco, sino que se efectuó paulatinamente. (Herrera 2008).

El inicio de la sedentarización y de la agricultura necesariamente implicó grandes


transformaciones en los grupos humanos que habitaron las distintas áreas del altiplano. De
esto son consientes José Vicente Rodríguez y Arturo Cifuentes, quienes en su trabajo dedicado
a estudiar los «chamanes» en la prehistoria nacional se detienen a pensar las diferencias
existentes en los enterramientos documentados, y de allí, realizar posibles asociaciones para
identificar los patrones mortuorios que se podrían entender como correspondientes al
«chamanismo». La intención de ellos, es poder determinar algunos elementos que permitieran
identificar cuáles tumbas pudieron corresponder a «Chamanes».

Este interesante trabajo no se dedica de forma exclusiva al territorio del altiplano


cundiboyacense; sin embargo, le dedica una parte intitulada «Andes Orientales». Es importante
reseñar por lo menos algunos elementos de dicha obra, ya que ello permite dimensionar las
diferencias y la imposibilidad de hacer un discurso general para todos los vestigios
arqueológicos.

En Aguazuque, Soacha, Cundinamarca Gonzalo Correal (1990) excavó un complejo


funerario colectivo dispuesto en círculo, consistente en 23 individuos. En la unidad
estratigráfica 4/1, de donde se obtuvo una fecha de 2080±35 a.C., se localizó un
enterramiento ritual consistente de un cráneo completo con sus vértebras cervicales
articuladas, en posición bocabajo, recubierto con pintura roja (…) al lado derecho
un frontal y junto a la región basal dos parietales y un occipital humano. Los
bordes de los huesos, por las suturas, fueron cuidadosamente biselados y
decorados con incisiones perpendiculares a estos, rellenas de pintura blanca.
Sobre las superficies se dibujaron figuras en pintura blanca anacarada (volutas,
círculos, líneas paralelas, puntos blancos aplicados sobre negro). Debajo del
248
Contextos Arqueológicos

cráneo se hallaron huesos largos correspondientes a brazos, antebrazos, muslos


y piernas, cortados en las epífisis; también presentas decoración con pintura
blanca. Uno de los parietales tenía una concentración de ocre rojo, quizás
empleado como recipiente para pigmento (Correal, 1990). (Citado por
Rodríguez, Cifuentes 2008).

La decoración de los huesos, la forma como fue depositado el cuerpo y el ajuar son
entendidos por los investigadores Rodríguez y Cifuentes como evidencias de un
enterramiento con «características chamánicas», esto es, que el cuerpo allí depositado
correspondía, posiblemente a un «chaman». Para ellos la variedad de colores, negro, rojo
y blanco «(…) pueden significar la vida y la muerte» (Rodríguez, Cifuentes 2008). Y si
bien se pueden tener otras posibles interpretaciones de ese enterramiento, lo cierto es que
este es único caso en la región Andina. Hasta el momento no se ha encontrado, para el
mismo período, una situación similar.

Las implicaciones del mismo muestran que desde los períodos precerámicos hay un uso
de materiales diversos y una «intención estética», si es que es posible decirlo de este
modo. Lo cierto es que este no es el primer dato de uso de ocres en los entierros de la zona
del Tequendama, los datos más antiguos se remontan al 7.235±60 A.P (Correal 2001).
Sólo que para ese caso, no se trata de decoración en los huesos sino de deposición de
ocres sobre el cuerpo, que como resultado de la descomposición de las partes blandas
quedó sobre los restos óseos.

No se pueden reseñar en el presente trabajo cada una de las excavaciones del altiplano,
pero es importante referirse al caso de Madrid Cundinamarca, pues allí se localizó un
enterramiento que correspondería al Período Herrera y como tal, mostraría un momento
adicional en el proceso de ocupación del territorio, y de las prácticas sociales y culturales
de los grupos humanos que lo habitaron. Allí se localizó «(…) un montículo funerario y
un conjunto ceremonial» (Rodríguez, Cifuentes 2005, 2008). Para el primer caso –el
montículo funerario- se trataba de un entierro colectivo de 11 cuerpos, y las dataciones
arrojaron una fecha de 150±50 a.C. los cuerpos estaban acompañados de «fragmentos
cerámicos del período Herrera y restos de animales».
249
Contextos Arqueológicos

Los resultados de esas excavaciones hacen evidente la complejidad y dinámica ocurrida en el


altiplano cundiboyacense. Hoy es claro que diversos procesos se dieron, y que estos ocuparon
períodos de tiempo amplios. Las investigaciones realizadas en diferentes zonas muestras que
no se trató de procesos únicos y unívocos, sino que se presentaron diferencias regionales. Esto
en lo que se refiere a la ocupación del territorio como en las dinámicas sociales.

Álvaro Botiva afirma que:

La investigación de Gonzalo Correal U. y María Pinto Nolla (1983) en Zipacón


sugieren que los desarrollos agrícolas alfareros en la Sabana de Bogotá se remontan
más allá del año 3.270 A.P. Esta fecha modifica la periodización cultural
anteriormente establecida, con base en la información de la zona IV de ocupación
del Tequendama con prácticas agrícolas por el año 2.225 A.P. Los hallazgos de
Zipacón muestran la coexistencia de patrones de subsistencia basados en la cacería
y la recolección, el cultivo incipiente de maíz y batata. Este sitio, además de
suministrar la fecha más antigua para la cerámica de la Sabana, permite una visión
más concreta sobre los acontecimientos ocurridos hacia el cuarto milenio A.P.,
esclareciendo en parte, el vacío de información que existía. Según Correal y Pinto,
el aspecto de mayor interés es la presencia de los tipos cerámicos del «Período
Herrera», «Zipacón Cuarzo Fino», «Zipacón Rojo sobre Crema». La cerámica de
este sitio se ubica entre principios del segundo milenio a.C., y primeros siglos
D.C. Los artefactos líticos obtenidos no difieren de los ya reconocidos en otras
áreas de la Sabana. (…)

Los resultados de esta investigación son de gran importancia, por ser la primera
vez que se plantea una etapa antes desconocida en el desarrollo cultural de la
Sabana de Bogotá como fue el paso de la agricultura incipiente (horticultura) y la
recolección, a la etapa agrícola ya desarrollada, en Zipaquirá y otros sitios del
Período Herrera. De otra parte los datos obtenidos en Zipacón permiten ir
aclarando lo relativo al «Período Oscuro» o «Vacío Prehistórico» planteado en
investigaciones anteriores, para un período comprendido entre los años 5.000
a 2.225 A.P. (Botiva 1989).
250
Contextos Arqueológicos

En ese sentido, los fragmentos cerámicos localizados en el «montículo» (Rodríguez, Cifuentes


2005, 2008), podrían ser asociados a grupos humanos anteriores a los Muiscas. Lo que significa
que el Período Herrera es la evidencia de la dinámica social y material ocurrida en el altiplano.
Lo que es realmente importante, porque mostraría el tránsito de los grupos cazadores ha nuevas
formas de producción, y por ello mismo, con una transformación sustancial del paisaje. El
inicio de la horticultura y luego de la agricultura implicaron nuevos utillajes, y con ellos,
cambios en la organización del trabajo y de la producción. El contexto de aquel «montículo»
sería la evidencia del proceso de cambio que se estaba dando en la Sabana.

Por su parte «el conjunto ceremonial» se describe de la siguiente manera:

El segundo es un conjunto ceremonial consistente en un canal y estructuras


piramidales al oeste y cónicas al este orientadas entre 22-25° NW, con tres entierros
individuales (uno de ellos con deformación cefálica), un pie humano articulado
sobre un metate y una posible planta de vivienda de tipo palafítico sobre el borde
de la antigua laguna; aquí se localizó cerámica de tipo Herrera y cuernos de bóvidos
como ofrenda, señalando la importancia del sitio hasta la época colonial. Su
cronología estaría tentativamente entre el I milenio d.C. y la Colonia. (Rodríguez,
Cifuentes 2008).

Es evidente que allí se anuncian una serie de problemas que serán tenidos en cuenta en la
discusión en torno a lo que permitiría distinguir un grupo humano de otro, y sobre todo, si es
posible determinar con certeza una diferencia de orden cultural para el caso del altiplano, al
menos desde el punto el vista de los estudios cerámicos (Cardale 1981). El que estén en un
mismo contexto cerámicas tipo Herrera con materiales Muiscas es ya de por si uno de los
factores que ha permitido discutir la pertinencia y exactitud de esas distinciones.

Es claro que las diferencias en la producción cerámica y en la decoración de esas piezas no es


criterio suficiente para hablar de dos grupos humanos enteramente desligados. En este sentido,
las posibles oposiciones entre Herreras y Muiscas sigue siendo un asunto que no se ha resuelto
satisfactoriamente, muchos de los arqueólogos contemporáneos que trabajan en el área del
altiplano han cuestionado «(…) directamente la diferencia étnica entre los Herrera y los Muisca

251
Contextos Arqueológicos

y se propuso más bien una nueva perspectiva que consideró la continuidad porque dos grupos
entraron en contacto o porque se dio la evolución de un mismo grupo en distintos periodos»
(Ome 2006).

Tatiana Ome llama la atención sobre las nuevas perspectivas de trabajo, esto es, los enfoques
de tipo regional, que han permitido abandonar paulatinamente las identificaciones cerámicas
tradicionales. En este sentido, lo que busca el trabajo regional es pensar en contextos más
amplios donde las identificaciones locales juegan un papel menor, por ello, los tipos
cerámicos locales ya no pueden ser un marcador suficiente para identificar un grupo cultural
o una etnia. Es claro que las necesidades particulares y las intenciones en cada caso pudieron
llevar a la fabricación de diferentes tipos cerámicos por un mismo grupo humano.

Como es evidente, estas discusiones están directamente relacionadas con la tradición


arqueológica del país, esto es, aquellos que defienden una idea de migracionsimo y los que
consideran que más bien ha de pensarse en desarrollos locales y regionales a largo plazo. Lo
cierto es que hoy se tiene menos confianza en la cerámica como único patrón de medida para
la distinción de las etnias. Virgilio Becerra la referirse a este asunto ha mostrado que existen
una alta complejidad en la interpretación regional, que incluye los problemas derivados de la
noción de la periodización, así: «Algunos trabajos han buscado horizontes interpretativos más
amplios favoreciendo una aproximación a la complejidad de la dinámica social y cultural de
los grupos agroalfareros desde los cuales efectivamente se puede desatar el nudo de botella
sobre el dónde, cómo y cuándo de los grupos del período Herrera (…).» (Becerra 2001).

Lo cierto es que esos interrogantes siguen sin resolverse, y cada vez es más evidente que
muchas de las conclusiones que se han construido son puestas en duda por la evidencia
arqueológica. En particular porque es notorio que los mismos espacios fueron ocupados por
Muiscas y Herreras. Ninguno de los registros arqueológicos permite sostener con certeza un
proceso violento de abandonó y reutilización del suelo, lo que significaría que la idea de
oleadas de migrantes es cada vez menos defendible.

Por eso, el investigador Becerra sostiene que «(…) cuando el problema del cambio social
y de las transformaciones de las estrategias culturales aparece con tanta relevancia, el

252
Contextos Arqueológicos

concepto de período debe ser sometido a una crítica necesaria por su carácter totalizador
y homogeneizador.» (Becerra 2001). Esto implica que debe tenerse cuidado con las formas
en que se han elaborados las divisiones cronológicas, y sobre todo, es indispensable volver
a pensar las fuentes de esas divisiones, para así entender hasta donde ellas responden a la
situación actual de la investigación. No se puede olvidar que hoy se sabe con certeza que
los procesos de ocupación y dinámica social en el territorio del altiplano cundiboyacense
han sido muy amplios y sobre todo complejos. Por ello una hipótesis de orden general es
problemática, ya que seguramente no es aplicable a todos los contextos y situaciones.

Lo anterior no significa que no tenga sentido hacer distinciones desde el punto de vista de
la cerámica, la ausencia de aquellas no sería recomendable, ya que podría conducir a una
generalización que es tan peligrosa, como suponer que cada tipo cerámico corresponde a
un período o una etnia. Llegar a esas generalizaciones significaría volver al estado de la
investigación en la década del 60 del siglo XX. Por eso, las cronologías propuestas para
la cerámica del altiplano sigue siendo muy útil, así «Herrera Temprano (400 a.C ¿?-
700d.C), Herrera Tardío (700-1000 d.C), Muisca Temprano (1000-1200 d.C), Muisca
Tardio (1200-1600 d.C) y Colonial 1600 d.C en adelante)» (Ome 2006). Permiten hacer
distinciones y sobre todo pensar en los procesos sociales y materiales que se dieron en
esta región del país. Sin que esto signifique que cada uno de esos momentos sea
completamente ajeno del anterior o del subsiguiente.

0 . c m 1 5 c m

253
Contextos Arqueológicos

III

Las opciones técnicas resultaron siendo, en el fondo,


opciones culturales y el resultado de su aplicación
produjo un universo de estilos y objetos que refleja tanto
una concepción del universo como el dominio de un
repertorio de métodos de trabajo.

Roberto Lleras (2005)

El primer intento de hacer una clasificación de las colecciones del Museo del Oro lo
realizó José Pérez de Barradas (1954,1958 y 1966), sin embargo, la tipología elaborada
por él para el oro de Colombia resultó ser insuficiente. Por ello, Clemencia Plazas en
1980 publica una primera Clasificación de Objetos de Orfebrería Precolombina Según su
Uso. Este trabajo es un intento de pensar las colecciones del Museo del Oro desde el
punto de vista de la funcionalidad. Ella advierte que:

Las divisiones de cada uno de los grupos de objetos son categorías amplias.
Algunas de ellas agrupan objetos que se diferencian entre sí por su tamaño, su
técnica de manufactura, etc. Pero que tienen en común la característica
enunciada. Por ejemplo, los pectorales antropomorfos varían según el área de
orfebrería de donde provengan o en su decoración; sin embargo, se denominan
de manera semejante. No se trata de una clasificación definitiva del material
de orfebrería, ya que futuras adquisiciones harán necesario establecer nuevas
categorías. (Plazas 1980).

Por su puesto, el que se trate de «categorías amplias» implica que no existe la posibilidad real
de tener certeza sobre su funcionalidad, pues las clasificaciones formales –como la que elaboró
Clemencia Plazas- sólo permiten hacer asociaciones entre lo similar y lo opuesto desde el
parámetro de la apariencia, esto es, la forma; y si bien aquella es importante, no permite por sí
misma determinar todas las implicaciones de las piezas existentes. A lo que hay que sumarle
la dificultad que tiene la clasificación de los artefactos que posiblemente estaban asociadas a
rituales o a adornos corporales, pues en estos casos, las formas de las piezas tienen una tendencia
254
Contextos Arqueológicos

mayor al cambio. Lo que significa que es más probable y fácil que la forma y funcionalidad
hubieran variado de un momento a otro, y que por ello, su apariencia no es un adecuado
parámetro para determinar su utilidad, lo que no sucede con objetos claramente utilitarios
(Davide Delfino, Conversación personal 2010).

Lo anterior no significa que el trabajo emprendido por la investigadora Plazas no sea importante,
en realidad esa investigación ha permitido organizar y dar sentido a miles de objetos de la
colección del Museo del Oro. Pero como ella misma advierte, es altamente provisional y ello
se debe a la falta de contextos. Pero también a que la «(…) ubicación y excavación de talleres
de orfebrería es inexistente en el territorio.» (Plazas 1998). Lo cual significa la imposibilidad
de tener información arqueológica que permita reconstruir los procesos y técnicas de elaboración
de las piezas orfebres. Esto no es un problema menor, ya que en buena medida el proceso de
fabricación tiene profundas implicaciones en la funcionalidad del objeto.

Además es necesario recordar que «El diseño del instrumento es crucial para determinar su
función. Este principio se puede aplicar a la mayoría de las herramientas: cada paso tecnológico,
cada técnica requiere de un instrumental determinado.» (Caicedo 1998). Por ello es tan
importante saber exactamente cuáles serían los procedimientos técnicos en la elaboración de
las piezas orfebres; la posibilidad de reconstruir todos los momentos de la fabricación, está
relacionada directamente con la localización los talleres. En este sentido, la explicación de
buena cantidad de los artefactos que aparecen en las colecciones privadas y de los museos,
está determinada por comprender su funcionalidad dentro del mundo de la producción.

Un ejemplo que puede mostrar esto con claridad es el trabajo de Paloma Caicedo. Ella se
detiene en cada uno de los procedimientos técnicos de la fabricación de las piezas de la
metalurgia peruana y muestra así la variedad del instrumental utilizado. De esta forma, entiende
que muchos de los líticos pulidos que están en los museos del Perú fueron originariamente
instrumentos utilizados en la fabricación de piezas metálicas, en particular en el trabajo del
oro y la plata. Según la autora de ese trabajo, todo eso fue posible gracias al estudio de las
colecciones existentes en los museos, entre ellas un importante «(…) grupo de piedras muy
pulidas, planas y la mayoría con una perforación como para ser colgadas todas juntas, como

255
Contextos Arqueológicos

un «kit» que tal vez el artesano llevara encima en caso de trasladarse (…). Todas las piezas
proceden de un decomiso, si bien se sabe que fueron encontradas juntas.» (Caicedo 1998).
Así, la localización de conjuntos de instrumentos, como la excavación de talleres de artesanos
permitió entender y aproximar los procesos técnicos y de producción del material arqueológico.

El conocimiento del uso de las herramientas nos puede ayudar a entender los
procesos tecnológicos en los que se usaron y reconocer la habilidad del orfebre. El
conjunto de piezas mostradas aquí nos enseña muchas cosas. Todas las herramientas
están hechas para un uso determinado, pudiéndose diferenciar varias categorías
según el peso, el diseño y composición. Todas, a pesar de su dureza, están
extraordinariamente bien pulidas y tienen un peso y forma apropiados para
manipularlas. Algunas están hechas aprovechando la forma original de cantos
rodados o guijas de roca volcánica, algunos de estos asociados con depósitos

CRONOLOGIA DE LAS SOCIEDADES ORFEBRES DE COLOMBIA. (Lleras 2005).

256
Contextos Arqueológicos

aluviales. Otras rocas proceden de afloramientos ígneos posiblemente de la Sierra


que es donde más se dan en el Perú. (Caicedo 1998).

Para el caso colombiano, lo más cercano a un reporte sobre el trabajo de fabricación de las
piezas orfebres en un documento de una «Visita» a Lenguazaque en el año de 1595. En esa
ocasión se interroga a Pablo Tibaciza quien era orfebre en la comunidad; al preguntársele por
las matices de orfebrería localizadas en su bohío afirma que le pertenecen y que algunas las
hizo él y otras las heredó de su padre. Él se declara como fabricante de piezas decorativas,
pues si se necesitaban «tunjos» deberían ir a «Guatavita y a Saquencipá y allá entiende este
confesante se les hacen los santillos porque hay allá plateros.» (A.N.C. C+I XVI f 582r).
(Langebaek 1987). Entonces esos «… moldes de figuras de chagualas y ranas y otras figuras…
que son moldes de piedra negra (A.N.C. C+I XVI f 574v). (Langebaek 1987). Son los que le
permitían hacer figuras de uso decorativo, que no serían las mismas que se utilizarían para
elaborar los «tunjos» o «santillos», que tenían connotaciones rituales. Como se advierte se
trata de un documento colonial y no de un reporte arqueológico, y ello sin duda delimita el
tipo de información que puede ser obtenido. Lo cierto, es que resulta sorprendente que no se
halla localizado hasta el momento ningún taller, cuando por lo menos se tiene una ubicación
espacial, esto es, Lenguazaque, Guatavita y Saquencipá. Para el caso específico de Guatavita
se ha documentado desde la Crónica de Indias y los documentos coloniales la importancia de
ese poblado en la producción orfebre; Pablo Fernando Pérez (1990) cita a Fray Pedro Simón
así: «La mayor parte de los guatavitas tenían excelencia sobre los demás indios de la provincia
en fundir y labrar oro» (Fray Pedro Simón, 111; 1981, 425).»

A lo anterior hay que sumarle que «La falta de conocimiento sobre los contextos arqueológicos
de la mayoría de piezas de orfebrería dificulta su ubicación cronológica precisa.» (Plazas
1998). Clemencia Plazas aclara que esto se debe a una larga tradición de guaquería
(excavaciones ilegales). La que se inició desde la llegada misma de los españoles al territorio
nacional en los albores de 1500, y que se ha mantenido en los últimos 500 años de historia
nacional. Así, cientos de sitios fueron destruidos y miles de piezas orfebres se fundieron. Las
que han lograron sobrevivir a ese continuo procedimiento terminaron en colecciones privadas
primero, y luego en los museos.

257
Contextos Arqueológicos

Por ello existe una clara dificultad para elaborar una cronología precisa para cada una de las zonas
prehispánicas de producción orfebre, como también, para clasificar las piezas existentes. Lo que
significa que es muy difícil establecer con certeza la funcionalidad de las mismas en el mundo
cultural de las comunidades que las elaboraron, esto a pesar de las amplias colecciones y de la
variedad de formas de las mismas. En sentido estricto, las clasificaciones que se han elaborado
hasta el momento en torno a la funcionalidad son aun imprecisas, en tanto los contextos de las
mismas son prácticamente inexistentes, y las ideas de utilitario, decorativo, ritual, profano o sagrado
son demasiado vagas como para que permitan realizar una clasificación con alto nivel de resolución.

Sin embargo, esto no significa que no se puedan elaborar intentos clasificatorios que se puedan
asociar a posibles cronologías, y que con el avance de la investigación estas sean cada vez más
acertadas y precisas. Para el caso especifico de la asignación cronológica de las piezas orfebres que
reposan en el Museo del Oro, es importante anotar que

La datación de objetos que se realiza desde 1994 en el museo del oro tiene serios
inconvenientes por la falta de materiales asociados, carbón y suelo, indispensables a la
hora de aplicar termoluminiscencia u otros métodos.

El proyecto, hasta el presente, se ha concentrado en la datación radiocarbónica de


materiales orgánicos asociados a piezas de metal, como cordones o fajas de algodón
usados para suspenderlas, madera, o núcleos de arcilla y carbón que aún se conservan
en e! interior de objetos fundidos. De 47 muestras enviadas, 11 resultaron no aptas
debido a dificultades para aislar el carbón datable. (Plazas 1998).

De todas maneras, los resultados obtenidos han permitido hacer una cronología relativa del
oro prehispánico en Colombia, la cual ha confirmado los resultados generales que se tienen
sobre América. Según los conocimientos actuales el inicio de la «(…) metalurgia fue descubierta
en la sierra central del Perú hace treinta y cinco siglos. Aparentemente esa tradición fue asimilada
de manera gradual por las culturas mas desarrollas del norte del Perú y Ecuador y, desde allí,
se difundió a la costa Pacifica sur de Colombia. Ya en el siglo V a.C. los orfebres de la cultura
Tumaco-La Tolita poseían un alto grado de maestría (…).» (Lleras 2005). Desde el sur del
país se distribuye y amplia el trabajo metalúrgico a prácticamente todo el territorio nacional.

258
Contextos Arqueológicos

Por ello Roberto Lleras asegura que «En el lapso de dos mil años comprendidos entre el 500
a.C y la conquista española (1.500 d.C.), la metalurgia floreció (…) En el área andina y en los
litorales del Caribe y Pacifico surgieron cerca de una docena de estilos diferentes (…)» (Lleras
2005). Al igual que la gran variedad de estilos, temáticas y formas representadas, se debe
tener en cuenta que el trabajo metalúrgico llevó a la construcción de diferentes procedimientos
técnicos, con todas las implicaciones que ello tiene. La construcción de un utillaje especial y
particular para cada procedimiento, el acceso a los recursos indispensables para la fabricación
de las piezas –»En Colombia se usaron principalmente el oro de aluvión y las aleaciones de
oro y cobre (tumbaga) y oro, cobre y plata (generalmente la plata como parte del oro aluvial.»
(Plazas 1998)-, la especialización de una parte de las comunidades, y con ello la consecuente
división social del trabajo, la determinación de lo que debería ser representado, el privilegio
de determinados elementos como el brillo o el color, -que según Clemencia Plazas fue lo que
orientó en general la metalurgia del Nuevo Mundo- y finalmente, la importancia de las piezas

(Reichel-Dolmatoff 1997)

orfebres en el mundo social de las diversas comunidades, son temas que deben ser explicados. Al
referirse a las distinciones tecnológicas e iconográficas y funcionales Roberto Lleras afirma que:

En cuanto a estilo global, la metalurgia de esta región presenta tres variantes bien
definidas iconográficamente, con correspondencias tecnológicas coherentes; el estilo
Muisca nuclear, el estilo occidental complejo y el estilo martillado simple. Las
distribuciones de los dos primeros estilos muestran tendencias de agrupación hacia el
centro de la región y el occidente respectivamente, mientras que el tercer estilo se
distribuye en forma aparentemente aleatoria en toda la región.

259
Contextos Arqueológicos

En conjunto, la metalurgia presenta dos grandes grupos de categorías de función; los


adornos y las piezas votivas. La característica más conspicua de esta región y la que la
hace única en Colombia y en el contexto americano, es la dedicación mayoritaria a la
producción de piezas de ofrenda. El 55.8% de los objetos encontrados son figuras
votivas. Adicionalmente, otros objetos de adorno (14.8%) tuvieron un uso final asociado
a conjuntos votivos, lo que hace subir esta proporción a más del 70%.

Las figuras votivas comprenden ocho grandes grupos de representaciones; mujeres,


hombres, asexuados, escenas, animales, objetos de uso personal, objetos domésticos y
objetos indefinidos. En total, dentro de estos ocho grupos, hay 77 tipos diferentes de
figuras. (Lleras 2000).

En este sentido, la cronología de la metalurgia en Colombia permite asociar diferentes evidencias


materiales y desde allí pensar de manera amplia los diversos vestigios arqueológicos; ello es esencial
para elaborar explicaciones de conjunto. La posibilidad de unificar y enfrentar diferentes fuentes
de información permite dar cuenta de la complejidad del mundo social y de la producción metalúrgica
del país y en particular de los Muiscas del altiplano cundiboyacense. Por ello, la tabla cronológica
elaborada por Roberto Lleras en 2005, es una síntesis que permite pensar las diversas áreas
arqueológicas y los procesos metalúrgicos en cada una de ellas.

Para el caso específico de la cronología metalúrgica en el área muisca la información aportada


por Clemencia Plazas es la siguiente:

MUESTRA 31. Colgante antropomorfo en forma de pinzas MO33157 (Fig. 28).


Cronología: 1650 ± 40 AP (300 ± 40 d.C. calibrada en 340 530 d.C. Beta 108848.
Procedencia y contexto de asociación: municipio de Cómbita, departamento de
Boyacá. (…) no fue muy pulida ni se repararon o disimularon los defectos de su
fundición. Este terminado descuidado de los objetos fundidos es una de las
características de la orfebrería muisca.

MUESTRA 32. Orejeras circulares huecas MO33346 y MO33347 (Fig. 29).


Cronología: 1325 ± 55 AP (625 ± 55 d.C.), calibrada en 630 - 800 d.C. Beta
72868.

260
Contextos Arqueológicos

Procedencia y contexto de asociación: municipio de Pachavita, departamento de


Boyacá.

Las orejeras fueron halladas junto con tres jarras de cerámica con decoración
antropomorfa pertenecientes al tipo Valle de Tenza Gris (Sáenz Samper, 1990),
una copa y una olla globular. Una de las jarras pertenece a la colección del Museo
del Oro (CM13033); es una pieza interesante pues tiene representadas en el cuello
dos caras antropomorfas y un par de orejas de donde penden varias orejeras anulares.
Además, está decorada con motivos geométricos pintados en color rojo sobre crema.
También se halló en la misma tumba una nariguera semilunar plana. (…) Una de
estas orejeras, procedente de Buenavista, fue fechada entre los siglos VI y X d.C.
(Plazas 1998).
Clemencia Plazas advierte que:
Por no poder saber si los elementos locales son realmente muiscas o pertenecen a
grupos anteriores a ellos, preferimos denominar este conjunto de piezas con el
nombre de orfebrería temprana del altiplano cundiboyacense. La antigüedad de
esta producción nos lleva a pensar que existió en el altiplano desde mucho antes
de consolidarse el grupo de habla chibcha llamado Muisca, hecho que se inicia
alrededor del siglo VII d.C. (Castillo, 1984; 212 y Archila, 1985). Su persistencia
en el tiempo y el hecho de ser halladas algunas de estas piezas en sitios centrales,
alejados de la vertiente occidental del altiplano, nos habla de una larga y fuerte
interacción entre los grupos del altiplano y sus vecinos occidentales. (Plazas 1998).

Los datos mencionados son importantes, en tanto muestran que la orfebrería de tipo muisca tiene
como característica la de no ser completamente pulida. Ese aparente «descuido» es uno de los
parámetros que permite diferenciarla de otras tradiciones culturales de trabajo metalúrgico en
Colombia. Las razones para que no se pulieran las piezas no están en la falta de conocimientos
técnicos para hacerlo. Todo parece indicar que es una razón de orden cultural lo que lleva a que las
piezas no se pulieran; si bien no se puede asegurar que existía una prohibición cultural para ello, si
es posible decir que la funcionalidad de los artefactos orfebres no requería del proceso de pulimiento.
Otra de las características de la orfebrería muisca es que se privilegió la fundición al martillado
261
Contextos Arqueológicos

(Falchetti 1978, Long 1989, Lleras, 2000). Roberto Lleras al referirse a la fabricación de las
piezas orfebres dice que si bien existe un «cierto grado de variación» la «mayoría de los
objetos fueron elaborados con fundición simple», y que en ello «El uso de matrices, un rasgo
que se ha destacado como muy importante en esta región» (Lleras 2000)

Otro de los elementos que se pueden destacar es la asociación del oro muisca a la cerámica; en
muchos casos se han encontrado asociados los materiales metalúrgicos con los cerámicos (Londoño
1986, Langebaek 1986). El que estos elementos aparezcan juntos es importante, pues no sólo
permite ampliar los marcadores cronológicos, sino que también pensar las procedencias y
funcionalidades de los artefactos de metal y de cerámica, al menos en algunos casos (Londoño
1986, Langebaek 1986, Lleras 2000, Legast 2000, Ome2006).

Los otros datos obtenidos por Clemencia Plazas son los siguientes:

MUESTRA 33. Parte de propulsor MO1247 (Fig. 30).


Cronología: 1250 ± 60 AP (700 ± 60 d.C.), calibrada en 665 - 905; 920 950 d.C. Beta
82929.
Procedencia y contexto de asociación: municipio de Muzo, departamento de Boyacá.
El propulsor MO1247 hace parte de un conjunto compuesto por una figura votiva
antropomorfa sentada, una en forma de caparazón de tortuga, otra en forma de caracol
y dos colgantes de orejera, uno de los cuales tiene dos placas colgantes. Estas 6 piezas,
supuestamente, conformaban la ofrenda. (…)Su forma es la misma de las cabezas de
propulsor de piedra que provienen del territorio muisca (…)La superficie no fue pulida
y en ella se observan todas las rugosidades y uniones de las distintas capas de cera
propias de los trabajos muiscas de fundición. También presenta la textura dendrítica
común de las fundiciones de las piezas de orfebrería muisca.

MUESTRA 34. Cuentas de collar cilíndricas (Cuadros 3 y 4).


Cronología: 1010 ± 60 AP (940 ± 60 d.C.), calibrada en 905 - 920; 950 - 1175 d.C.
Beta 103685.

262
Contextos Arqueológicos

Procedencia y contexto de asociación: la muestra fue encontrada en el interior de


una vasija, hallada en la tumba No. 33 del sitio «El Venado» en el municipio de
Samacá, departamento de Boyacá (proyecto arqueológico a cargo de Ana María
Boada). El carbón fue colocado dentro de la vasija como ofrenda. En la misma
tumba se hallaron un metate, una mano de moler, una vasija de cerámica Guatavita
y cuentas de collar de piedra verde.

MUESTRA 35. Figura votiva en forma de jaguar MO1115 (Fig. 31).


Cronología: 790 ± 50 AP (1160 ± 50 d.C.), calibrada en 1175 - 1295 d. C. Beta
82924.
Procedencia y contexto de asociación: desconocidos.

Las conclusiones le permiten a Clemencia Plazas afirmar que «Las nuevas fechas ofrecen la
evidencias de producción de orfebrería Muisca desde el siglo VII hasta el XVIII d. C, datos
que coinciden con la arqueología.» (Plazas 1998). Ella advierte que si bien estos datos son
útiles, y permiten tener cada vez más una cronología cierta de las piezas orfebres, aun no se
han establecido «(…) las diferencias formales y tecnológicas a través del tiempo.» (Plazas
1998). Lo cual es fundamental, ya que permitiría saber cómo se dio el proceso general de la
tecnología metalúrgica en el área muisca.

Las fechas obtenidas en el trabajo antes citado, se suman a las existentes con anterioridad y
que reseñó Gerardo Reichel-Dolmatof en su libro Arqueología de Colombia. Un texto
introductorio (1997). Allí él trae una tabla cronológica del oro Muisca que está completamente
de acuerdo con los trabajos recientes.

Lo cierto es que los trabajos recientes contribuyen a esclarecer el papel de la metalurgia en el


área arqueológica Muisca. El que se amplíen y profundicen permitirá determinar cuáles fueron
las fuentes de la materia prima, en particular del oro, pues en el área muisca no hay dicho
metal (Reichel-Dolmatoff 1997). Para el caso del cobre se conocen las minas de
Moniquirá (Plazas 1998).

263
Contextos Arqueológicos

Así, la advertencia de Clemencia Plazas es también un llamado de atención para


ampliar la investigación, no sólo respecto del estudio de las colecciones, sino sobre
todo, la necesidad de emprender campañas de prospección y excavación que permitan
acceder a nueva información y de ese modo repensar la existente.

Las nuevas investigaciones y excavaciones permitirán entender con más precisión


los contextos y la funcionalidad de los materiales orfebres, como también, en su
momento ayudarán a reconstruir el posible conjunto de herramientas que en cada
caso se usaban. Así las colecciones se podrán pensar de modo diferente, pero sobre
todo, permitirá entender las relaciones sociales que mediaban la producción,
distribución y utilización de los artefactos metalúrgicos. Es claro que sin la
información arqueológica se hace muy difícil reconstruir todos los procesos, tanto
técnicos como culturales que mediaron y determinaron la metalurgia prehispánica.

La localización de los talleres en las diferentes áreas arqueológicas sería de vital


importancia para entender mejor las diferencias entre una y otra, como también, entre
un momento de producción y otro. Estos niveles de definición son indispensables
para dar cuenta de la producción, en el sentido amplio del término. Pero también,
para entender cuál era la funcionalidad de las piezas metalúrgicas en las diferentes
comunidades, y en los distintos momentos. Es seguro que las categorías que hasta el
momento se han usado pueden cambiar o llenarse de contenidos más específicos.

Una evidencia de ello es el trabajo de Laura González Pacheco y Ana María Boada
(1990). Ellas excavaron en «(…) Marín (municipio de Cucaita, Boyacá) –con una
cronología que data del siglo XIII-» (González, Boada 1990). La importancia de esa
excavación no tiene tanto que ver con la cantidad de piezas orfebres localizadas,
sino con el contexto en que fueron encontradas, y sobre todo, con la forma en que
fueron excavadas y registradas en el lugar.

González y Boada consideran el uso de «la técnica de decapage» fue esencial para
entender los diferentes elementos localizados, y en particular «detectar las alteraciones
del piso. Lo que en este caso fue determinante, ya que todo parece indicar que algunas
264
Contextos Arqueológicos

de las piezas orfebres estaban colocadas inicialmente en el techo de la vivienda, o


«colgados en los postes» y al colapsar quedaron distribuidas en el área. La excavación
permitió entender que esos materiales culturales no habían sido enterrados. Las otras
piezas fueron localizadas en contextos de tumbas en el mismo local.

La descripción del área y hallazgos es la siguiente:

Los hallazgos pueden dividirse en dos grupos de acuerdo a la asociación cultural


que los rodea. Un primer conjunto se refiere a aquellos elementos que aparecen
dentro de un contexto cotidiano, en este caso una unidad doméstica. Dicha unidad
se limita a la excavación del piso de la planta de un bohío y una pequeña área a su
alrededor. Nueve huellas de poste conforman un círculo de 5 m de diámetro. Dos
fogones en forma de U con gran cantidad de ceniza, carbón vegetal y restos óseos
carbonizados de venado (Odocoileus sp.) en su interior. Un área en donde abundan
desperdicios de venado sin cremar junto con restos de zorro, coatí y curí | 1 . Un
canal de drenaje que rodea el costado oriental del bohío y seis tumbas conforman
algunos de los rasgos que caracterizan lo que se ha denominado como unidad
doméstica (…). (González, Boada 1990).

Lo que les lleva concluir que se trata de una unidad domestica, esto es, un sitio de uso cotidiano
de habitación.

En el interior de este bohío se hallaron 5 piezas de orfebrería elaboradas en tumbaga

con la técnica de la cera perdida, ubicadas cerca a los postes que forman la planta

(Ver lámina 1). La pieza No. 1 es un tunjo antropomorfo de sexo masculino con un

cordón alrededor de la frente, un pectoral, una banda doble en la cintura y como

elemento bélico sostiene un par de dardos con la mano derecha; todos estos

elaborados en hilo fundido (Plazas, 1975). El tunjo No. 2, también de sexo

masculino, es una figura que porta un tocado adornado por una banda de la que se

desprenden varias figuras en hilo fundido. Un pectoral formado por un hilo

entorchado acompañado de tres anillos. Tiene además un cinturón doble y como

265
Contextos Arqueológicos

elementos adicionales porta un bastón de mando con remate de ave en la mano

derecha y un propulsor en la izquierda.

En el costado oriental del bohío, se encontró la pieza No. 3, la cual representa un


propulsor; la No. 4 constituye una figura antropomorfa cuyo sexo no es posible
identificar; como único elemento adicional porta una orejera en hilo fundido
múltiple. La última de las piezas es un tunjo elaborado con núcleo de carbón,
adornado con una banda sobre la frente y portador de un bastón con remate en
forma de abanico.

El otro contexto en el que aparecen piezas de orfebrería es en las tumbas. Los


elementos encontrados son cuentas tubulares hechas de lámina martillada enrollada,
cuentas de figuras hechas con la técnica de la cera perdida con la ayuda de una
matriz de piedra, pendientes pequeños de lámina martillada y repujada y tejuelos.
(González, Boada 1990).

Las conclusiones a las que llegan las investigadoras son enteramente claras, en primer lugar,
«La aparición de piezas de orfebrería en un contexto doméstico desvirtúa la idea de que este
tipo de objetos aparezcan únicamente en contextos ceremoniales (…)». Como ellas muy
acertadamente advierten ello «no implica que éstos pierdan su contenido simbólico». Lo que
demostró que «(…) diferentes usos le dieron al metal los antiguos pobladores del asentamiento
de Marín» (González, Boada 1990).

Esos resultados son importantes para la investigación que se interroga por la funcionalidad de
las piezas orfebres, pues la tradición interpretativa las había asociado mayoritariamente a
contextos rituales y por ello a funcionalidades de orden religioso. En donde determinados
espacios estaban dedicados de manera exclusiva a esos usos. Sin embargo, esta excavación
permite pensar que la funcionalidad de los artefactos metalúrgicos no era única, en este sentido,
se puede sostener la multifuncionalidad de los mismos. En claro que ningún objeto puede ser
entendido de una sola forma; una característica de todo objeto es su multifuncionalidad, la
cual está determinada por el contexto social y cultural. En este sentido, la excavación realizada

266
Contextos Arqueológicos

por González y Boada es fundamental para ampliar el horizonte interpretativo de las piezas
orfebres.

Otro elemento que llama la atención es el encuentro de piezas de orfebrería elaboradas con
diferentes técnicas de fabricación en un mismo contexto, lo cual está de acuerdo con algunas
de las piezas de la colección del Museo del Oro. Láminas martilladas están asociadas a artefactos
hechos por medio de la técnica de cera perdida, lo que implica que no parece que se hubiera
dado un cierto privilegio de orden técnico, esto es, no se podría asegurar que la técnica de
elaboración determinaba la funcionalidad de las piezas. Si lo anterior es cierto, las distinciones
deberían estar en el color, los materiales y las representaciones. Estos serían los factores
determinantes a la hora de pensar en la funcionalidad de los artefactos metalúrgicos.

IV

Dentro de ese espacio tan movido y complejo que significa el altiplano cundiboyacense y el
área Chibcha, las matrices de orfebrería podrían asociarse cronológicamente a partir del siglo
VI y VII d. C. (Plazas 1998, Lleras 2005), y hasta 100 años después del arribo de los
conquistadores europeos. Esto por supuesto, tiene implicaciones que es necesario tener en
cuenta. Del inicio del la orfebrería en las sierras de Perú al comienzo de esta actividad en el
altiplano central colombiano, transcurrió un largo período de tiempo, y ello tuvo implicaciones
muy fuertes en el proceso de consolidación técnica de la actividad metalúrgica. La cual
seguramente fue heredada y ampliada por los grupos Muiscas.

Lo que implica que diversos conocimientos y técnicas fueron ampliándose y refinándose por
cada grupo humano que incorporó dentro de su mundo social la presencia de los metales.
Como es obvio, ello debió significar profundas transformaciones dentro de las formas de
dominio de la naturaleza y de la organización social. Los trabajos arqueológicos y científicos
que se han llevado a cabo ponen en claro que la presencia de los metales, esto es, el trabajo
orfebre, -al menos para el caso del altiplano cundiboyacense- están asociados a otras actividades
como la cerámica, la agricultura, el comercio a larga distancia, el control social, político e
ideológico y, por supuesto, la minería y los textiles. En este sentido, se puede decir que la
metalurgia en el altiplano colombiano es el resultado de una dinámica social muy compleja,

267
Contextos Arqueológicos

que no es posible explicar suficientemente con el sólo uso de las categorías de sagrado o
profano.

De igual modo, la presencia de piezas orfebres en contextos cotidianos y de vivienda hace suponer
que el trabajo metalúrgico intervino en la totalidad de los espacios vitales de los Chibchas, lo que
significa que explicar la funcionalidad de esas piezas está más allá del simple hecho de describirlas.
Sin embargo, la ausencia de contextos arqueológicos se convierte en un limitante que debe ser
tenido en cuenta. La misma situación se presenta en el caso de las matrices de orfebrería.

La orfebrería Muisca privilegió la técnica de cera perdida (Long 1989), sin que esto
signifique que no se utilizara también el martillado, y que en muchas ocasiones se
combinaran las dos técnicas en una misma pieza orfebre (Plazas 1989, González,
Boada 1990). De igual modo, se usó de forma continua la aleación de oro y cobre
(tumbaga) que le concedía a las piezas un color rojizo, lo que fue un factor importante
y característico; lo cual tiene importantes implicaciones de orden técnico.

En el caso específico de los trabajos en piedra Gerardo Reichel-Dolmatoff afirma, al


referirse a los Muiscas, que:

Una categoría muy característica la constituyen los volantes de huso que


se tallaron como discos, conos, cubos, cilindros o lentejas, todos decorados
con motivos finamente incisos. También hay pequeñas tallas antropo o
zoomorfas que representan aves, peces, reptiles o figuras humanas
estilizadas. A veces las incisiones tienen un relleno de un pigmento mineral
blanco, lo que hace resaltar los motivos sobre el fondo oscuro de la piedra.
Otra categoría de objetos consiste de matrices para el trabajo de orfebrería;
son tallas en relieve que representan ranas, aves, mascarillas o elementos
geométricos, y ocasionalmente se trata de obras bien proporcionadas y
cuidadosamente acabadas. (Reichel-Dolmatoff 1997).

Lo que significa que había verdaderos especialistas en el trabajo de piedra y que el utillaje
para esta labor tenía que ser muy refinado, pues los detalles en los grabados, tanto de
volantes de uso como de las matrices, son sumamente delicados y refinados. Es notorio
268
Contextos Arqueológicos

que en ambos casos existió un pre-diseño y una idea clara de la proporcionalidad. De


igual manera la selección de los materiales para llevar a cabo esas labores hacen evidente
un amplio conocimiento de los diferentes tipos de roca y de la dureza de las mismas. Todo
indica que existía una preferencia por determinados tipos de roca, y esto hace suponer
que se tenía certeza de los lugares más adecuados para la conseguir estos materiales,
tanto los utilizados como base como los que se usaron para elaborar los grabados. Sin
embargo, el no haber localizado hasta el momento talleres de fabricación es un limitante
importante que se debe tener en cuenta.

De igual modo, los conocimientos sobre el trabajo de piedra tienen otras implicaciones que
deben ser tenidas en cuenta. Tanto matrices de orfebrería como volantes de uso, fueron pulidos
antes de ser grabados, lo que permite asociarlos –sólo desde el punto de vista de la fabricación-
a otros artefactos pulidos, como hachas, punzones y agujas. Así, es posible pensar que muchos
de los talleres de fabricación de artefactos pulidos localizados en el territorio del altiplano
cundiboyacense fueron usados para múltiples labores de pulimiento (Castaño-Davila 1984,
Muñoz 2006). El estudio y excavación de esos yacimientos permitiría reconstruir y diferenciar,
hasta donde ello sea posible, las huellas de pulimiento; en algunos casos se podría de allí
deducir información importante para entender -al menos en un nivel-, el proceso de fabricación
de esas piezas.

Otra característica que está presente en estos materiales líticos (matrices de orfebrería y volantes
de uso), es su durabilidad. A diferencia de otros artefactos pulidos, como hachas, pulidores y
punzones, las matrices y los volantes se desgastan menos, lo que significa que las posibles
huellas de trabajo son mucho menores; es más fácil identificar las evidencias de la fabricación
de estas piezas que las dejadas por el uso continuo de las mismas. Esta característica, no sólo
es importante en lo que respecta a lo que se puede identificar en esos materiales, sino también
implica que dichas piezas bien podrían haber sido objeto heredadas y de continuidad en el uso
durante generaciones. Esta característica debe ser tenida en cuenta en el estudio de esas piezas,
pues ello permite advertir la continuidad de las representaciones y por lo mismo, la permanencia
de determinados contenidos culturales, en otras palabras, la permanencia de estructuras
profundas de lenguaje y significación.

269
Contextos Arqueológicos

De igual modo, los estudios sobre las formas representadas en las matrices y en los volantes
de uso permitirían una aproximación a la lógica de los pueblos que los elaboraron. En caso de
que ello sea posible, se podría intentar la reconstrucción de una parte del mundo estético y de
las conexiones que ese tuvo con los otros espacios sociales. Esto es sumamente importante
para entender las diferencias entre unos grupos y otros, -que bien podrían pertenecer al mismo
mundo cultural, esto es, al Muisca- y desde allí pensar los contrastes, diferencias y continuidades
regionales. Si en algún momento se pueden identificar ciertas formas que son exclusivas de
un grupo u otro, sería posible entender diferencias étnicas o por lo menos exclusividad de
determinados temas. Esto permitiría entender y reconstruir el movimiento y comercio de los
artefactos orfebres, no solo a nivel espacial sino también temporal. Lo cierto es que la
identificación de diferencias regionales es importante para dar cuenta de la complejidad social
y cultural de los Muiscas, y esto sólo se logrará cuando se asocien los resultados de excavaciones
precisas y completas con los datos derivados de laboratorios, y la reflexión estética, cultural y
técnica de los vestigios arqueológicos.

3 centimetros

270
Laboratorios

LABORATORIOS

El presente capítulo se preocupa por exponer los procesos, motivos y conclusiones de los
laboratorios realizados en la Universidade de Trás-os-Montes e Alto Douro (UTAD). Algunos
de los trabajos se realizaron en la Unidade de Microscopia Electrónica (UME) dirigida por los
profesores doctores Ana Maria Nazaré Pereira y Pedro Bandeira Tavarez, los trabajos a nivel
técnico los realizó la doctora Lisete Fernandes. Otros laboratorios se hicieron en Laboratorio
de Geología dirigidos por los profesores doctores João Baptista y Rui Teixeira, con la
colaboración de los técnicos Tito Acevedo y Mauricio Lourenço.

En el primer caso se, esto es, en la UME se hicieron trabajos en el «Microscópio Electrónico
de Varrimento» (Philips-FEI/Quanta 400 com EDS) el cual permite tener una excelente cualidad
de contraste en la imágenes con una muy fina definición de profundidad de campo, de hasta
4nm (aproximadamente 300 000 x), también allí se realizaron análisis químicos por EDS los
cuales pueden llegar hasta 1 ì m. (Información tomada de http://home.utad.pt/~ume/SEM.html).

El informe técnico proporcionado por Lisete Fernandes dice que:

O estudo efectuado em SEM (Scanning Electron Microscopy, SEM/ESEM


FEI QUANTA – 400), foi feito após preparação das diferentes amostras, que
foram colocadas sobre pinos de alumínio e fixadas com fita-cola de carbono.
Seguidamente, tornaram-se as amostras condutoras por deposição de ouro/
paládio através do método de sputtering (Polaron Range SC7620 Sputter
Coater).

Para a análise foi utilizado o modo Alto Vácuo, tendo sido usada uma pressão
parcial no interior da câmara de 1,33 mbar e uma tensão de aceleração de 30
KV para aquisição de imagem e, 30 KV para análise química.

Efectuaram-se análises de composição química por EDS (Energy Dispersive


Spectroscopy), tendo o tempo de aquisição e a área onde os espectros foram
adquiridos sido iguais para todas as amostras. (Fernandez 2010)

271
Laboratorios

Aparte de lo mencionado, se realizaron «fotografías» de la sección grabada de la matriz de


código Co-Os-Her perteneciente a la colección particular de Oscar Hernández. En total se
hicieron 7 fotografías que después de ensambladas permiten tener una imagen precisa de la
totalidad del grabado. En cada una de ellas es posible distinguir claramente las huellas dejadas
por el instrumento en el momento de realizar el grabado, así se ven las líneas de desgaste y de
extracción del material. Igualmente, es posible advertir el modo y la orientación del instrumento
que se utilizó.

Estas imágenes permiten ver las diferencias entre una parte y otra de las líneas de grabado; a
simple vista se supondría que todas las partes fueron trabajadas de un mismo modo y que las
diferencias son menores, sin embargo, cuando se observa con detenimiento y con las ventajas
la microscopía se ve que no todas estas en un mismo nivel o cota. Diferentes cotas de
profundidad se pueden observar en el conjunto general del grabado, lo cual debe ser tenido en
cuenta a la hora de pensar en la preparación de los moldes en cera, y en la pieza final (La Niece
1998).

Estas diferencias permiten inferir cuales partes de los grabados fueron elaboradas primero y
cuales posteriormente. La reconstrucción teórica y el estudio de estas particularidades podrían
llevar a pensar si existía, por así decir, una lógica del trabajo. Por el momento se puede decir,
que los contornos laterales son los más profundos, y todo indica que estos fueron elaborados
en primera instancia. Los trazos dejados por el instrumento son evidentes y las líneas continuas
de los mismos permiten pensar en la dirección de aquel.

De igual forma, el detalle de las partes finales de cada una de las concavidades que componen
el grabado, muestran que se utilizó un instrumento de punta fina y delgada en el trabajo. Lo
que significa que en la elaboración de las matrices se utilizaron dos técnicas de trabajo.
Inicialmente se pulió el bloque rocoso preparando de esta manera las superficies que luego
serían intervenidas con instrumentos delgados y duros. Para el caso de la matriz Co-Os-Her
posiblemente se utilizó una herramienta en cuarzo, -que es de dureza 7 en la escala de Mons-
para hacer los grabados. Esto debido a que la materia prima de la matriz es de dureza 6 en la
misma escala. Con seguridad, los instrumentos de cuarzo fueron elaborados gracias al
procedimiento de lascado.
272
Laboratorios

El análisis de composición química dio como resultado un alto nivel de Silicio (Si) y de Hiero
(Fe), estos dos elementos son los predominantes, después esta el Aluminio (Al) y finalmente,
en más baja proporción Magnesio (Mg), Azufre (S), Fluor (F), Calcio (Ca), Talio (Ti), Potasio
(K) y Selenio (Se). La alta cantidad de hierro es lo que podría explicar su dureza (6 en la escala
de Mohs) de la matriz estudiada.

A la par con los trabajos realizados en la Unidade de Microscopia Electrónica (UME), se


hicieron otros en el laboratorio de Geología. En primer momento en base a la tabla de
Mohs se determinó la dureza de la roca de la matriz. El que se trate de una roca de dureza
6 implica que sólo pudo ser grabada con rocas más duras, esto es, de dureza 7 en adelante.

Sin embargo, aun faltaba identificar el tipo de roca, lo que era fundamental si se piensa
que ello permitiría adelantar en el conocimiento de la procedencia y los lugares de donde
se obtuvo la materia prima para elaborar las matrices. Por ello, se determinó que era
necesario hacer una lámina delgada. Este trabajo se inicio en diciembre de 2009 y el
análisis de la lámina se realizó el 9 de febrero de 2010.

Como se advirtió en párrafos anteriores los profesores Teixeira y Baptista fueron quienes
adelantaron el trabajo de identificación de la roca. A ellos dos se les deben todas las
conclusiones y precisiones sobre el material y sus componentes.

En principio era necesario seleccionar una parte de la matriz para extraer la cantidad
necesaria de material, esto con el fin de hacer la lámina delgada. Ello tenía varias
implicaciones, pues eso significaba destruir una parte de la pieza. Tres asuntos se plantearon
al tomar la determinación de sustraer una parte del sustrato rocoso. Lo primero y más
importante era intervenir lo menos posible en la pieza, en segundo lugar garantizar que
ello no afectara ninguna de las partes del grabado o de la morfología general de matriz, y
tercero utilizar un procedimiento eficaz y controlado para sustraer la cantidad necesaria
de material.

Ante esas premisas se decidió que se haría una lámina delgada con base en resina, pues
eso hacía que se necesitara menos material. Sin duda, ello repercutió en la conservación
de la pieza, pues si bien una parte fue retirada, no se trató de la cantidad amplia que
273
Laboratorios

hubiera sido necesaria en el caso de usar los procedimientos tradicionales para la


elaboración de las láminas delgadas. El problema del procedimiento seleccionado era la
complicación final de la elaboración de la lámina.

En segundo lugar se decidió que la sustracción del material fuera de la parte «baja» de la
matriz, en principio porque allí no hay grabados, y no afectaba la morfología general de la
pieza. De tal modo que si se quiere hacer una reconstrucción de la pieza es perfectamente
posible, pues el corte efectuado permite prolongar las líneas de la forma original de la pieza.

Finalmente, el asunto que tenía que ver con el modo de sustraer la cantidad necesaria y hacerlo
de tal modo que no se perdiera material y que se pudiera controlar el procedimiento, de tal
manera que no se presentaran fracturas en otras partes de la matriz. En este caso la experiencia
y trabajo del técnico Tito Acevedo fue esencial, él corto con una cierra la cantidad necesaria
sin general mayor deterioro en la pieza, además como él fue el encargado inicial de elaborar la
lámina delgada sabia perfectamente la cantidad mínima necesaria, y estaba perfectamente
consciente de la importancia de no sustraer más de lo indispensable. La idea de usar una
pulidora en este procedimiento evitó el siempre inseguro camino del golpe directo o indirecto,
pues en esos casos se tiene menos control sobre los resultados posibles.

Ya con la lámina delgada elaborada era necesario identificar el material. La posibilidad de


observar los componentes por medio del microscopio, junto con la experiencia de los profesores
Teixeira y Baptista fue fundamental en el proceso. Se identificó Cuarzo, Carbonatos, Moscovita,
Clorita y Magnetita. Una de las características del material es el grano fino y la alta densidad
del mismo. La presencia de estas características y componentes permitió concluir que se trataba
de una Lidita, lo cual está plenamente de acuerdo con los análisis y clasificaciones de otras
matrices de orfebrería de la zona Muisca. (Teixeira y Baptista 2010; Jung 1997; Moro,
Cembranos, Fernández Villar 1995; Long 1989).

Dentro de los mismos trabajos, tanto en la UME como en el Laboratorio de Geología se


tomaron algunas fotografías con microscopio óptico. Estas se hicieron directamente a la pieza,
la mayor dificultad de las mismas tiene que ver con la casi absoluta imposibilidad de profundidad
de campo, lo que hace que sólo sea posible enfocar en un punto. El microscopio óptico tiene

274
Laboratorios

la desventaja que no enfoca de modo total más que en superficies completamente planas. A
pesar de esas dificultades las mencionadas fotografías han sido importantes en el conjunto
general del trabajo, pues permitieron tener imágenes, tanto de la materia prima de la matriz,
como de algunos detalles de los grabados.

Finalmente, el profesor Pedro Bandeira Tavarez del UME consideró que se podría hacer scanner
de la pieza. La posibilidad de tener una imagen de 159 MB sin necesidad de intervenir en la
pieza es importante en la medida en que permite trabajar en alta resolución y con absoluta
precisión. El uso de un scanner profesional en este trabajo permite entender que es posible
usar múltiples recursos, para llegar a los mejores resultados.

Discusión y conclusiones de los laboratorios.

Si bien se pueden dar diferentes justificaciones para explicar la necesidad de llevar a cabo
laboratorios, también es posible que se pueda sólo afirmar que esto hace parte del proceder
científico contemporáneo y, que por ello, un trabajo tiene menor o mayor valor dependiendo
de la cantidad de actividades realizadas en los laboratorios. Como es obvio, ese tipo de
afirmaciones no son ciertas, y carecen del todo de interés para adelantar en el camino que
permita explicar el comportamiento humano y el modo en que los diferentes grupos han
enfrentado y dominado el medio.

Igualmente, se puede afirmar que estos trabajos de laboratorio son esenciales a la hora de
determinar el modo de vida de los grupos humanos, y las características de la técnica y de la
cultura de dichos grupos. Lo que es parcialmente cierto, sin duda, la identificación de materiales,
como el saber con exactitud qué tipo de intervención se hizo en esos materiales permite decidir
con certeza un amplio rango de posibilidades de trabajo y de relaciones sociales. Esto es
indudable, sin embargo, no es seguro que ello sea suficiente para realizar interpretaciones que
expliquen el sentido y función de los artefactos.

Las relaciones sociales, de lenguaje y espirituales que están a la base de la producción no se


pueden deducir de manera simple. En general en la actividad social existen más implicaciones
de las que a simple vista aparecen, y en muchos casos los determinantes están por fuera de la
lógica con la que desde el presente se juzgan los materiales y sus relaciones. Es claro que para
275
Laboratorios

muchos grupos humanos lo que determina su actividad esta, por así decir, en el afuera del
mundo meramente práctico. Esto lo ha demostrado de manera muy clara la etnografía. Y ello
sigue siendo cierto incluso para las sociedades contemporáneas.

En el mismo sentido, el registro arqueológico es en sí mismo un modo de interpretación y


como tal, tiene los condicionantes y determinantes del momento histórico en que estos se han
realizado. No existe por ello una plena objetividad, las interpretaciones como la forma en que
los resultados de laboratorios puedan ser entendidos cambian, al igual que mudan las preguntas
y las formas en que son vistos y pensados los distintos grupos humanos. Por ello, los resultados
e interpretaciones que hoy se hagan de los materiales pueden no ser vistas del mismo modo
por las generaciones futuras. Esto es importante en tanto permite entender que lo que hoy se
considera como esencial en los análisis puede no serlo para otras generaciones de investigadores.

Lo anterior no significa, que el acumulado de conocimientos obtenidos por diversos trabajos


no sean de importancia. En realidad el camino de la ciencia esta determinado de forma inmediata
por esos saberes que lentamente se han venido realizando y que en cada caso permiten aclarar
y ampliar el nivel de preguntas y las posibles vías explicativas. En este sentido, la ciencia sólo
puede ser entendida como un producto social, y sus resultados son consecuencia de las
preocupaciones del conjunto social. En donde las teorías y prácticas se combinan para dar
forma y contenido a las relaciones reales y concretas de los hombres.

Teniendo en cuenta lo mencionado, se puede afirmar que los trabajos realizados en laboratorio,
si bien no dan una respuesta a todos los interrogantes, si colaboran en el camino que conduce
a entender las vestigios materiales de los grupos humanos de la prehistoria. Los estudios
realizados en la UTAD se convierten en un momento necesario de la investigación sobre los
Muiscas y en particular, dentro del campo específico de las formas de producción e importancia
de los materiales orfebres.

Es claro que el presente trabajo no se dedica a pensar todos y cada uno de los niveles que la
producción de la orfebrería, y menos aun, se detiene en todas las implicaciones y sentidos que
pudieron tener dichos artefactos en el mundo cultural Muisca. Los laboratorios realizados
permiten en adelante seguir rutas posibles de investigación.

276
Laboratorios

Una de ellas tiene que ver directamente con la procedencia de los materiales, esto
es, los lugares a los cuales frecuentemente se dirigían los trabajadores de la orfebrería
Muisca para obtener el material lítico necesario para hacer las matrices, que luego
serian usadas en la producción de las piezas metalúrgicas. Ya Marcel Mauss afirmaba
que «El método cartográfico es excelente cuando se quiere describir la historia de
cada instrumento, de cada tipo de instrumento, de arte, etc.» (1971). En este sentido,
la identificación de los materiales permitirá adelantar labores para identificar las
áreas de dónde provenían las materias primas. La posibilidad de elaborar, por así
decir, una cartografía de los materiales, tiene profundas implicaciones, no sólo desde
el punto de vista técnico, sino también estético y cultural. En sentido estricto, una
cartografía de ese tipo, al ser comparada con los sitios de fabricación de las piezas
orfebres, y con los locales en donde estas aparecen en contextos seguros permitiría
reconstruir y entender el camino del oro al interior del territorio muisca.

Desde el punto de vista del trabajo invertido en la fabricación de las piezas, el identificar
la dureza de las materias primas de las matrices de orfebrería, permite pensar
inmediatamente en los posibles instrumentos utilizados y los materiales de los mismos.
Lo que nuevamente conduce a la posible elaboración de una cartografía de materiales,
con todas las consecuencias que ello traería. Pues el que se hayan usado determinados
materiales y qué estos sean o no de fácil acceso, como también, qué se puedan o no
conseguir en el área Muisca es importante para reconstruir el mundo cultural Muisca. De
igual forma, el qué se puedan advertir las huellas de fabricación permite inferir la forma
que tenían los instrumentos utilizados en la fabricación de las matrices, y esto es de vital
importancia desde el punto de vista técnico.

La combinación de diferentes procesos técnicos, pulimiento y grabado con instrumentos de


punta fina es evidente en las matrices de orfebrería. Las huellas presentes en las mismas,
permiten reconstruir de forma parcial los procedimientos de fabricación. El estudio de este
tipo de evidencias en otras matrices, permitirá en el futuro hacer un balance certero y
posiblemente tener claridad sobre los momentos y formas de trabajo empleados en la
elaboración de estos artefactos.

277
Laboratorios

Finalmente, es posible ahora afirmar que sólo después de hacer un estudio juicioso, completo
y delicado de las matrices de orfebrería Muisca, que están en las diversas colecciones, tanto
públicas como privadas, se podría adelantar en la interpretación de las mismas. En el caso
especifico de la técnica y de su uso, este tipo de estudio, aunado a los laboratorios que se
puedan realizar permitirá hacer un balance general de los materiales y de las huellas dejadas
en la fabricación y uso. Sólo teniendo ello claro se podía pensar en hacer otro tipo de trabajos
de orden práctico, los que permitirían tener mayor certeza sobre los tiempo y movimientos en
la fabricación de las matrices.

En este sentido, las afirmaciones que Immanuel Kant realizará en Teoría y Praxis tienen una
actualidad que ocasionalmente se olvida. Él afirmaba que:

«(…) nadie puede decirse prácticamente versado en una ciencia y a la vez


despreciar la teoría, pues así mostraría simplemente que es un ignorante en su
oficio, en cuanto cree poder avanzar más de lo que le permitiría la teoría mediante
ensayos y experiencias hechos a tientas, sin reunir ciertos principios (que
propiamente constituyen lo que se llama teoría) y sin haber pensado su tarea como
un todo (el cual, cuando se procede metódicamente, se llama sistema).»

«Sin embargo es más tolerable ver que un ignorante considera que en su presunta
práctica la teoría es inútil y superflua, que ver que un razonador concede que la
teoría es buena para la escuela (más o menos para ejercitar la inteligencia) pero
que en la práctica ocurre algo enteramente distinto, que cuando se pasa de la
escuela al mundo uno advierte que ha perseguido ideales vacíos y sueños
filosóficos; en una palabra: que lo que es plausible en la teoría no tiene validez
alguna para la práctica. (Con frecuencia se expresa también esto así: esta o aquella
proposición vale in thesi, pero no in hypothesi).»

«Pues a propósito de esta última se ha alegado frecuentemente, para escándalo de


la filosofía, que lo que puede ser correcto en ella es sin embargo sin valor para la
práctica; y esto proferido en un tono altivo, desdeñoso y pleno de arrogancia con
la intención de reformar mediante la experiencia, a la razón misma en lo que ésta

278
Laboratorios

pone su honor supremo, y de poder ver más lejos y con más seguridad, en una
seudosabiduría, con ojos de topo clavados en la experiencia, que con los ojos
propios de un ser hecho para estar erguido y contemplar el cielo.»

«cuando no se puede dejar de preguntar por la asignación de una causa a


determinado efecto, se termina por hacer del efecto la causa de sí mismo.»

La vía de la reconstrucción práctica de las matrices será un trabajo interesante, si se tiene en


cuenta que esas labores deben estar precedidas de un saber teórico y de un conocimiento
expreso de los materiales y de las posibles técnicas usadas. En este sentido el trabajo de
laboratorios se convierte en esencial a la hora de decidir por qué tipo de ejercicios prácticos
se han de realizar y cuáles serían los alcances de ellos.

Así, el estudio de los originales es el que necesariamente permite pensar en protocolos seguros
y certeros a la hora de intentar una reconstrucción de los mismos. Pues como bien aclara
Kant, la vía de la experiencia en sí misma es casi infinita, en tanto se encuentra limitada por
la individualidad, por la particularidad y desde allí no puede ser regulada. Además, las
conclusiones desde la experiencia generalmente conducen a una universalización abstracta y
vacía. En este sentido, el saber teórico y las deducciones que se puedan sacar del estudio de
los artefactos deben ser el primer paso. Una etapa que no debe ser olvidad ni despreciada, en
su realización se han de invertir todas las energías necesarias.

Por ello, es necesario detenerse lo sufriente en los trabajos de laboratorio y estudiar la


mayor cantidad posible de artefactos originales; esto desde distintos puntos de vista.
Sólo de ese modo se pueden ir aclarando las ideas y demarcando los límites posibles de
investigación. Los laboratorios realizados hasta el momento muestran la importancia
que este tipo de trabajos tienen en los trabajos que se puedan realizar hacia el futuro. Así
se puede asegurar que cuando se logré determinar las materias primas y sus procedencias,
tanto de las matrices como de las posibles herramientas usadas. Como también, cuando
se estudie con cuidado las huellas dejadas en la fabricación de las matrices, se podrá
adelantar en otro tipo de trabajos; entre ellos la reconstrucción de piezas para poder
comparar así las huellas dejadas en uno y otro caso.

279
Laboratorios

De igual forma, la reflexión teórica desmarca límites a las posibles deducciones que se puedan
sacar de un trabajo de reconstrucción de las matrices. Es claro que se bien se pueden hacer
copias casi exactas de los originales, esto no significa que de allí se pueda deducir el sentido
y función que estos artefactos tenían en el mundo cultural Muisca. A lo máximo que se podrá
llegar es a entender los procedimientos prácticos comprometidos en la labor de elaboración
de las piezas. El estudio del mundo estético y del lenguaje presente en las matrices de orfebrería
debe ser abordado por otras vías, entre ellas la lingüística histórica, la teoría del arte y la
teoría histórica.

La combinación de los diferentes niveles y resultados de unos y otros trabajos será lo que
permitirá comprender, cada vez de manera más clara, los antiguos pueblos que habitaron el
altiplano cundiboyacense. Por ello, es importante resaltar el papel que juegan los resultados
de los diversos laboratorios en esta tarea, que es sin duda, la más importante.

Matriz de orfebrería, colección


particular.

© Oscar Hernández

280
MICROSCOPIO ELECTRONICO

1. Cara 1 CÓDIGO Co O.HerlMatriz Co-Os-Her


Pais Dept Municp Objeto N.Colección
MICROSCOPIO ELECTRONICO

1. Cara 1 CÓDIGO Co O.HerlMatriz Co-Os-Her


Pais Dept Municp Objeto N.Colección
MICROSCOPIO ELECTRONICO

1. Cara 1 CÓDIGO Co O.HerlMatriz Co-Os-Her


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MICROSCOPIO ELECTRONICO

1. Cara 1 CÓDIGO Co O.HerlMatriz Co-Os-Her


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MICROSCOPIO ELECTRONICO

1. Cara 1 CÓDIGO Co O.HerlMatriz Co-Os-Her


Pais Dept Municp Objeto N.Colección
MICROSCOPIO ELECTRONICO

1. Cara 1 CÓDIGO Co O.HerlMatriz Co-Os-Her


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MICROSCOPIO ELECTRONICO

1. Cara 1 CÓDIGO Co O.HerlMatriz Co-Os-Her


Pais Dept Municp Objeto N.Colección
MICROSCOPIO ELECTRONICO

1. Cara 1 CÓDIGO Co O.HerlMatriz Co-Os-Her


Pais Dept Municp Objeto N.Colección
MICROSCOPIO ELECTRONICO

1. Cara 1 CÓDIGO Co O.HerlMatriz Co-Os-Her


Pais Dept Municp Objeto N.Colección

4.cm
0.cm
MICROSCOPIO BINOCULAR
FOTOGRAFIA DE LAMINA DELGADA
40X
1. Cara 1 CÓDIGO Co O.HerlMatriz Co-Os-Her
Pais Dept Municp Objeto N.Colección

Luz normal Luz polarizada

Moscovita

Los trabajos mostraron que la roca tiene: cuarzo, carbonatos,


moscovita, magnetita y clorita. En la presente fotografía se
observa claramente la moscovita y los cuarzos. (Conversación
personal con el profesor Rui Teixeira. 2010).
MICROSCOPIO BINOCULAR
FOTOGRAFIA DE LAMINA DELGADA
40X
1. Cara 1 CÓDIGO Co O.HerlMatriz Co-Os-Her
Pais Dept Municp Objeto N.Colección

Luz normal Luz polarizada

La posibilidad de elaborar láminas delgadas permitió tener precisión


a la hora de determinar el tipo de roca. En esto no sólo fueron
importantes los aportes del los profesores João Baptista y Rui
Teixeira, sino también el trabajo profesional de Tito Acevedo y
Mauricio Lourenço, quienes se encargaron de hacer la lámina. En
este fotografía se observan los componentes de la roca, y su
distribución.
MICROSCOPIO BINOCULAR
FOTOGRAFIA DE LAMINA DELGADA
40X
1. Cara 1 CÓDIGO Co O.HerlMatriz Co-Os-Her
Pais Dept Municp Objeto N.Colección

Luz normal Luz polarizada

La presente fotografía muestra los componentes de clorita,


al igual, que la presencia de magnetita. En la misma se
ven algunos fragmentos de cuarzo. (Conversación personal
con el profesor Rui Teixeira. 2010).
MICROSCOPIO BINOCULAR
FOTOGRAFIA DE LAMINA DELGADA
40X
1. Cara 1 CÓDIGO Co O.HerlMatriz Co-Os-Her
Pais Dept Municp Objeto N.Colección

Luz normal Luz normal

Una de las características de este tipo de rocas es la presencia


de cuarzo. En la fotografía se observa esta particularidad. Según
el profesor Rui Teixeira se trataría de un cuarzo con poco grado
de metamorfismo. (Conversación personal con el profesor Rui
Teixeira. 2010).
MICROSCOPIO BINOCULAR
FOTOGRAFIA DE LAMINA DELGADA
25X
1. Cara 1 CÓDIGO Co O.HerlMatriz Co-Os-Her
Pais Dept Municp Objeto N.Colección

Luz normal
Luz polarizada

Magnetita. Las pruebas y fotografías de la lámina delgada,


elaboradas en el laboratorio de la UTAD demostraron que la
matriz contenía magnetita, lo que explica en cierto modo su
densidad y dureza. (Conversación personal con el profesor Rui
Teixeira. 2010).
MICROSCOPIO BINOCULAR
FOTOGRAFIA DE LAMINA DELGADA
25X
1. Cara 1 CÓDIGO Co O.HerlMatriz Co-Os-Her
Pais Dept Municp Objeto N.Colección

Después de un juicioso análisis de la lámina delgada y de recorrer


uno y otro camino explicativo, los profesores Teixeira y Baptista
(2010) llegaron a la conclusión que se trataba de una Lidita. Lo
que está de acuerdo con los informes nacionales para el material
base de las matrices de orfebrería de la zona muisca.
MICROSCOPIO BINOCULAR
FOTOGRAFIA DE LAMINA DELGADA
25X
1. Cara 1 CÓDIGO Co O.HerlMatriz Co-Os-Her
Pais Dept Municp Objeto N.Colección

Luz normal Luz polarizada

Estas formas podrían corresponder a posibles fósiles. En caso de ser así el


origen de la roca no puede ser volcánico. Lo cierto es que se trata de un
material muy fino. (Conversación personal con el profesor Rui Teixeira.
2010.)
MICROSCOPIO BINOCULAR

1. Cara 5 CÓDIGO Co O.HerlMatriz Co-Os-Her


Pais Dept Municp Objeto N.Colección
MICROSCOPIO BINOCULAR

1 CÓDIGO Co O.HerlMatriz Co-Os-Her


1. Cara Pais Dept Municp Objeto N.Colección
4.cm

Sector 1

Sector2
0.cm
MICROSCOPIO BINOCULAR

1. Cara 1 CÓDIGO Co O.HerlMatriz Co-Os-Her


Pais Dept Municp Objeto N.Colección

S e c t o r 1 Sector2
4.cm

Sector1

Sector2
0.cm
SCANER PROFESIONAL

1. Cara 1 CÓDIGO Co O.HerlMatriz Co-Os-Her


Pais Dept Municp Objeto N.Colección
4.cm
0.cm
Conclusiones

CONCLUSIONES

Los pueblos han depositado sus concepciones más caras


en los productos del arte, las han expresado y han adquirido
conciencia de ellas por medio del arte
Hegel. G.W.F.

Lecciones de estética (1997).

Dentro del cuerpo general de lo que se ha venido exponiendo y discutiendo en el presente


trabajo, se han abordado diversas perspectivas y enfoques, que no solo corresponden a su
origen y fundamentos epistemológicos, sino a distintos momentos en la historia de la
investigación. Todas ellas se han de integrar en un determinado momento. Y en esta tesis se
encuentra presente un primer intento de concretar algunos puntos de la historia de sus contenidos
y perspectivas. Decidir cuál puede ser el elemento que de unidad y forma a todos estos aspectos,
depende en buena medida del interés y preocupación central en cada uno de los momentos y
orientaciones de la investigación. Es sin duda esencial, entender que dependiendo del énfasis
que se realice las conclusiones y resultados pueden variar.

Luego de haber revisado con cierto cuidado la etnohistoria Muisca, como los antecedentes y
modos tradicionales de explicar las matrices de orfebrería en Colombia, y en particular las
que están directamente relacionadas con el territorio Muisca, y después realizar una descripción
en varios niveles de definición de las matrices como objetos de estudio, se considero que
buena parte de las distinciones y contradicciones son producidas por la ausencia de una
perspectiva teórica. Por ello, se hizo indispensable incluir algunos elementos de la estructura
argumentativa derivada de las discusiones sobre estética, arte y técnica (Boas 1938, Raphael
1945, Lukács 1971, Adorno 1983, Heidegger 1996, Hegel 1997, Marx 2001, 2005), pues con
el aporte de estas reflexiones es posible adelantar nuevos caminos, ahora universales para la
comprensión de problemas humanos, cuya complejidad tendrá que mediarse con precaución
en el estudio en el que se ocupa esta tesis: una zona determinada, una región caracterizada por
diversos estudios, unas etnias cuya heterogeneidad es manifiesta en las investigaciones actuales
y finalmente, un estudio sobre sus lenguajes estéticos peculiares, no reducibles a las tipologías
lineales usadas como formula explicativa.
301
Conclusiones

El objetivo siempre fue comprender el tipo de relación peculiar que los grupos indígenas del
altiplano construyeron en las etapas precolombinas cuya diversidad deberá dilucidarse con
los desarrollos intelectuales mas refinados en la reflexión estética, técnica y artística para
determinar y ampliar significativamente la información y el conocimiento que se tienen sobre
las piezas líticas decoradas, que están normalmente asociadas al proceso productivo de fundición
de artefactos orfebres.

Si bien la orfebrería y las formas de producción de la misma en el altiplano cundiboyacense


siguen siendo objeto de estudio, para el caso de las matrices de orfebrería son pocas las veces
que se ha interrogado por el sentido estético de ellas. Los trabajos en torno a la orfebrería se
han venido realizando más en el ámbito del mito y de los sistemas de poder. Las piezas orfebres
se han asociado de forma directa a las representaciones de las elites y a la construcción de
sistemas religiosos, (Pérez 1954, Falchetti 1978, Plazas 1980, Londoño 1986, Boada 1989,
Langebaek 1986, Long 1989, Legast 2000, Lleras 2000, 2005, Pineda 2005). Poco se han
discutido estas evidencias arqueológicas desde el punto de vista del arte y menos aun se ha
adelantado en el estudio del lenguaje presente en ellas.

En el caso específico de las matrices de orfebrería habría que tener varios elementos en cuenta.
En primer lugar, se deben considerar como los originales de las piezas orfebres, en tanto
moldes son los que inicialmente contienen la forma y determinan los resultados. Por ello, no
se trata de simples objetos utilitarios, ya que fueron pensados y elaborados con características
particulares, que si bien pueden ser clasificadas dentro de la utilidad, también tienen un no allí
de esta. En sentido estricto, una matriz de orfebrería es un original, que origina el lenguaje y la
representación que luego podrá o no convertirse en una pieza de oro, pro como tal, la matriz es
la fuente potencial de elaboración de muchas copias.

En segundo lugar, la síntesis de las formas presentes en estos objetos es clara y evidente. No
están allí representadas copias del mundo circundante, ni tampoco se trata de piezas elaboradas
de forma aleatoria y caprichosa. Las representaciones presentes muestran un alto nivel de
síntesis donde pocos elementos (líneas de grabado) confieren sentido a una totalidad que no
es divisible. La capacidad sintética en la construcción de estas formas grabadas es un elemento

302
Conclusiones

de vital importancia en las matrices de orfebrería, ello demuestra una intencionalidad expresa
y un proyecto claro a la hora de elaborar cada parte y contenido de los grabados que se hicieron.

La síntesis antes mencionada, también es la evidencia de un trabajo que no se remite de manera


única a un determinado «individuo». Se puede asegurar que las matrices son el resultado
colectivo de una cultura, la existencia social de las mismas es la que les confiere realidad. En
las piezas líticas decoradas se sintetizó una serie de conceptos que eran compartidos por el
conjunto de la comunidad, y que en sí mismos tenían contenido y significado. Como moldes
para piezas orfebres que eran usadas para las más diferentes actividades y relaciones sociales,
las matrices deberían contener originalmente las formas reconocidas por el conjunto social
existente. En este sentido, su importancia no se puede limitar únicamente a su función práctica,
dentro del proceso de construcción de las piezas orfebres.

De igual modo, el que la relación cuantitativa entre matrices líticas y piezas orfebres sea tan
dispar (existen mucho más piezas metalúrgicas que matrices), y que en muchos casos sea
posible determinar que los moldes fueron heredados por generaciones (Langebaek 1987),
hace pensar en una continuidad cultural. Las matrices en este sentido, serían la evidencia del
mantenimiento y prolongación en el tiempo de estas estructuras simbólicas y, por ello mismo,
de los contenidos culturales y de los lenguajes de las comunidades que las elaboraron y de los
sin duda complejos pensamientos que objetivaron sus características.

Los elementos enunciados anteriormente conducen al problema del tiempo y de la estabilización


de determinados contenidos sociales. El arte presente allí cumpliría la función de dar
permanencia y continuidad a los elementos más significativos de los grupos culturales Muiscas.
La continuidad de ciertas representaciones en el tiempo, dentro de un determinado grupo
humano no puede ser entendida como el resultado único de la costumbre. Por el contrario, ello
demuestra un proceso de selección que implica necesariamente una función social efectiva, la
cual se ha de explicar si lo que se pretende es aproximarse al problema de la estética y del arte.

A su vez, se puede afirmar que existía una prohibición de orden cultural respecto de la
reutilización de las piezas orfebres. Y en este sentido, aquellas como artefactos elaborados
eran producidos una única vez. Todo lo contrario sucede con las matrices, su condición de

303
Conclusiones

moldes hace que fueran reutilizadas cientos de veces. Esto es importante si se tiene en cuenta
que el trabajo socialmente invertido en uno y otro caso es diferente. Y por ello, se debe pensar
seriamente el papel que jugaban los trabajadores orfebres en las comunidades Muiscas, pues
si ellos eran los que producían los objetos que daban continuidad, y eran los dueños, por así
decir, de las técnicas y los moldes, tendrían una importancia cultural fundamental.

Seguramente el poseer una pieza orfebre, o un conjunto metalúrgico era importante y generaba
un reconocimiento social. Pero el producir el conjunto de piezas tendría una carga adicional.
Pues el poder no se expresaría en el mismo sentido que el político o el administrativo, acá se
podría hablar de un poder de mediación, de lo informe a la forma. Del mundo de la materia
prima y de la naturaleza a la transformación. Los orfebres estarían asociados al trabajo del
fuego y de la cerámica. Pero también, tendría alguna relación con los conceptos propios de su
producción, pues serían los que controlarían el color final de las piezas, y esto era de vital
importancia en el oro prehispánico.

Así, las matrices estarían a la base de todas estas relaciones, ya que como formas acabadas y
estables, donde la reproducción es la que confiere uno de los sentidos, intervenían en todas y
cada una de las relaciones mencionadas. Desde allí, se podría afirmar que ellas no sólo son
tierra, sino que también, generarían mundo, en el sentido heideggeriano de los términos
(Heidegger 1996). Por ello, la conservación y estudio de estos objetos desde una óptica estética
y del arte permitiría advertir diversos modos de ser del lenguaje y del pensamiento Muisca.

La misma estructura argumentativa que se ha venido exponiendo, permite ir a la conclusión


que su estudio conduce hacia una forma del pensar, que es en sí misma compleja y dinámica.
Se podría asegurar que las matrices de orfebrería hacen evidente y develan un mundo, no
solamente contenido en la antigüedad de su propia existencia. La insistencia en la pregunta
sobre el contenido cultural, social, de lenguaje y de pensamiento, como también del arte presente
en las matrices, es la búsqueda continua por otras formas y modos del pensar, y esto sigue
siendo fundamental.

Todas las anteriores consideraciones que contemplan la complejidad hacen muy difícil compartir
las tendencias tradicionales de las tipologías estilísticas y de las cronologías estéticas. Ya que

304
Conclusiones

como elaboraciones complejas, las matrices de orfebrería no pueden ser fácilmente encuadradas
y definidas. Una clasificación que tenga como principal categoría la forma es restrictiva y
poco explicativa. En sentido estricto, las tipologías en el caso del estudio de las matrices de
orfebrería sólo permitirían la construcción de un orden artificial y artificioso, que en adelante
evitaría estudiar de modo concreto y profundo esas elaboraciones estéticas. Una tipología
dentro de este campo específico cierra las posibilidades de una reflexión estética, en el sentido
profundo del término, en tanto unifica desde la apariencia y conduce inmediatamente a la
analogía.

II

(…) en la producción social de su vida, los hombres


contraen determinadas relaciones necesarias e
independientes de su voluntad, relaciones de producción,
que corresponden a una determinada fase de desarrollo de
sus fuerzas productivas materiales. El conjunto de esas
relaciones de producción forma la estructura económica
de la sociedad, la base real sobre la que se levanta la
superestructura jurídica y política y a la que corresponden
determinadas formas de conciencia social. El modo de
producción de la vida material condiciona el proceso de
la vida social, política y espiritual en general. No es la
conciencia del hombre la que determina su ser, sino, por
el contrario, el ser social es lo que determina su conciencia.

Carlos Marx. 2001.

Prólogo de la Contribución a la Crítica de la Economía


Política

Para el caso específico de la técnica en las matrices de orfebrería Muiscas, el asunto se debe
enfrentar desde tres premisas como mínimo. Una la que está directamente relacionada con la
utilidad de las matrices, entendidas estas como moldes para el trabajo metalúrgico; la otra,
son los procesos necesarios para la elaboración de cada una de estas piezas, y finalmente, las
relaciones sociales que implican.

305
Conclusiones

El primer punto se ha discutido en el capitulo general de la descripción de las matrices, en el


presente trabajo. Allí se plantean los puntos centrales del uso práctico de las matrices, y cómo
ellas fueron la base para la elaboración de las piezas orfebres por medio de la técnica de «cera
perdida». Las investigaciones llevadas a cabo por el Museo del Oro en Colombia, como por
José Pérez de Barradas (1954, 1958 y 1966) y Syanley Long (1989) han demostrado
suficientemente el uso de estas piezas líticas.

Sin embargo, un asunto importante es el que tiene que ver con las implicaciones del uso de la
«cera perdida», pues técnicamente se debe entender que se trata de un proceso complejo que
incluye diversos modos de la producción. Por un lado, la consecución de la cera y la adecuada
preparación de la misma, allí está presente el problema de la dureza, la flexibilidad y el secado.
Estos elementos tuvieron que ser de vital importancia, es claro que no bastaba con agregar una
masa de cera sobre la matriz para obtener la forma del grabado; había que garantizar que el
desprendimiento del molde fuera fácil y completo. Esto implicó necesariamente un
conocimiento expreso del comportamiento físico de los materiales usados para elaborar el
molde. También es posible pensar que esa sea la principal razón para que las matrices fueran
hechas en roca de grano fino y no en madera; ello permitía un fácil desprendimiento del molde
en cera, lo que no sucede con la madera, ya que esta tiende a absorber y secar rápidamente los
líquidos, lo que generaría un molde quebradizo y por ello inútil.

La preparación posterior del molde, muestra un trabajo complejo y continuo, pues el uso de
carbón para cubrirlo y protegerlo, y luego la capa exterior hecha en «pasta cerámica», con la
elaboración del embudo y respirador, (Long 1989) muestran que no se trataba de un proceso
simple. Cada uno de los pasos tenía que estar controlado y corresponder adecuadamente al
conjunto general de la elaboración de las piezas orfebres.

De igual modo, se debe tener en cuenta el trabajo del oro y el cobre, ya que muchas de las
piezas finales eran aleaciones (Tumnbaga), lo que era importante para llegar al color rojo.
Esto hace suponer un saber expreso sobre estos dos materiales y la posibilidad de lograr la
temperatura adecuada y necesaria. El punto de fusión de uno y otro material no es el mismo,
y si bien el oro carece de impurezas, no sucede lo mismo con el cobre el cual generalmente
debe ser sometido a un procedimiento previo para liberarlo de las impurezas. En este sentido,
306
Conclusiones

el uso de cera perdida y con ello de las matrices líticas implicó un trabajo expresamente
metalúrgico (Davide Delfino conversación personal).

Frente al segundo punto, esto es, los procesos necesarios para la elaboración de las matrices.
Debe tenerse en cuenta que la hechura de esos artefactos implicó un trabajo que incluye un
utillaje amplio y claramente determinado. En principio se debió elaborar una selección adecuada
de las materias primas que servirían como base para la elaboración de esas piezas, pues no
cualquier roca podría cumplir con la función que se esperaba de ella. En este sentido, el
proceso técnico inicia con un conocimiento expreso de los materiales que servirían de base
para la elaboración de las matrices, lo que también implicaba saber cuáles serían las posibles
herramientas que se podrían utilizar para hacer los grabados. En ambos casos, se presenta no
sólo un conocimiento sobre los materiales sino sobre los lugares adecuados para adquirirlos.

Lo que lleva de inmediato a pensar en el conocimiento de la región y sus características. No es


posible imaginar que esto es un resultado «natural». Por lo contrario, todo indica que allí hay
presente un saber expreso de las fuentes y regiones donde esos materiales se podrían conseguir.
También es enteramente posible que en esa selección de la materia prima para las matrices,
hubiera intervenido la forma del bloque rocoso, esto es, que no cualquier forma podría ser
utilizada. Todo parece indicar que se dio una pre-selección de la forma, lo que implica que
había una idea clara y consciente de los resultados que se esperaban y del uso adecuado que se
daría a la roca.

Ahora bien, no se trataba sólo de la materia prima para la matriz, sino también, de la que sería
utilizada para la elaboración de los instrumentos necesarios para el proceso de grabado. Por lo
que se ha logrado observar en las piezas estudiadas, se llevo a cabo un proceso de pulimento
de la base rocosa y luego se hizo el grabado, que en distintos momentos permitió la elaboración
de las matrices. La combinación de dos técnicas de trabajo muestra la complejidad de estos
materiales arqueológicos. No sólo hay un comprensión expresa de la elaboración de artefactos
pulidos, sino también y al tiempo, un trabajo de lascado que permitió fabricar las puntas finas
necesarias para la elaboraciones de los grabados. En este último caso, era necesario entender
la dureza de las rocas y la posibilidad o no de usar uno u otro material en el proceso.

307
Conclusiones

De similar manera, debería haber una clara consciencia de las características del grabado,
pues una elaboración demasiado superficial, seguramente no cumpliría con las funciones
esperadas, e igualmente la profundidad excesiva del grabado provocaría inconvenientes a la
hora de hacer el trabajo ulterior de fabricación de moldes en cera. Esto hace suponer que los
encargados de esta labor tenían un amplio conocimiento del medio y una plena consciencia de
lo que estaban elaborando.

Se puede asegurar que se trataba de un trabajo especializado, y por tanto, de una clara evidencia
de la división social del trabajo. Sin lugar a dudas, la especialización de una actividad cualquiera
que ella sea, implica la mencionada división social de las actividades, y por ello mismo, la
complejidad social implícita. En este sentido, la elaboración y uso de las matrices de orfebrería,
demuestra que hacen parte de un proceso complejo y altamente estructurado. La combinación
de todos esos momentos de la producción son determinantes a la hora de pensar en la función
práctica de las matrices de orfebrería. Ellas en sí mismas son sólo un eslabón de una extensa
estructura productiva.

Por su parte, la función que estos elementos cumplían dentro del mundo social Muisca es
determinante. La amplia y difundida cantidad de piezas orfebres localizadas en el territorio
Muisca, desde el inicio de la conquista por parte de los europeos; junto con la cantidad de
piezas que hoy reposan en las colecciones nacionales, tanto públicas como privadas, muestran
la importancia de las piezas orfebres en la vida cultural y social de las comunidades Muiscas.

Los documentos coloniales permiten advertir que no todos estos materiales estaban dedicados
de manera exclusiva a la religiosidad, cualquiera que ella hubiera sido. Muchas piezas eran
símbolos de poder y en otros casos objetos que seguramente constituían variaciones de familias
cuyos orígenes marcaban diferencias con otros grupos familiares Muiscas. También, hay cierta
certeza al pensar que muchas de esas representaciones estaban relacionadas con la noción de
enfermedad y curación, como con los conceptos de cuerpo y fertilidad.

Lo cierto es que las piezas orfebres no parecen haber tenido una función única y cerrada
dentro del mundo social Muisca. Lo cual hace que las explicaciones en un sólo sentido sean
en sí mismas insuficientes y problemáticas. La diversidad de usos posibles de los artefactos

308
Conclusiones

hechos en base a las matrices, tiene implicaciones directas sobre la comprensión del papel que
jugaban los trabajadores del metal en el mundo Muisca. Dependiendo de la función final de la
pieza debería seleccionarse una u otra forma. No se puede imaginar un asunto que remita
directamente al gusto; en los grupos humanos prehistóricos la determinación privada e
individual, la del gusto, es muy difícil de sostener, pues lo cánones y categorías, como los
patrones de comportamiento social son esencialmente grupales.

Todos estos elementos, cuando se unifican, permiten la construcción y deducción del sentido
de las matrices de orfebrería en el mundo Muisca. Es claro que si bien dichos artefactos
cumplieron una función utilitaria, su sentido no se agotaba en ese uso. Por el contrario, el que
estuvieran dentro de un proceso más extenso, esto es, de una cadena amplia de la producción,
las convierte en piezas privilegiadas a la hora de estudiar las comunidades que las elaboraron
y usaron.

Seguramente al aumentar la presión española frente a las prácticas culturales aborígenes, y


ante la escasez del oro, los orfebres se vieron obligados a emprender otras actividades. Las
matrices líticas empezaron el camino que las llevaría a convertirse en recuerdos vivos de
períodos aun no completamente desaparecidos. Es seguro que el sentido y significado de los
grabados presentes allí se mantuvo consciente en los descendientes de los pueblos vencidos,
al menos hasta que las lenguas Muiscas desaparecieron. Esto se puede deducir de algunas
investigaciones; especialmente las emprendidas por J. Domingo Duquesne (1894) y Miguel
Triana (1951) quienes reseñan la presencia de matrices de orfebrería, que ante la prohibición
española siguieron cumpliendo parcialmente la función que tenían antes las piezas metálicas.
Los autores mencionados muestran que las matrices de orfebrería eran guardadas con especial
celo por los descendientes de los Muiscas. Esto no es extraño si se comprende que dichas
piezas contenían y conservan las formas primarias de los materiales orfebres.

Hoy esas escasas piezas, son la evidencia de ese mundo que se precipitó en el olvido por la
fuerza de los perros, arcabuces, espadas y sotanas. A pesar de la poca cantidad de matrices de
orfebrería Muisca que sobreviven y el estado de deterioro de algunas, estas hacen evidente la
complejidad del mundo social, cultural, técnico y de lenguaje que fue destruido por la fuerza

309
Conclusiones

de la historia y los acontecimientos. Si bien, es imposible reconstruir la totalidad de lo perdido,


si es probable que el estudio cuidadoso y detenido de las matrices de orfebrería permita tener
más claras ideas sobre las comunidades Muiscas. Esto sólo se lograra si no se hacen
interpretaciones apresuradas y, sobre todo, si estas no están precedidas de prejuicios, cualquiera
que sean.

Por ello, se espera en el inmediato futuro continuar con el estudio iniciado con este trabajo,
esto es, estudiar las colecciones que están en el Museo del Oro y en otros museos del país,
igual que las piezas que ahora se encuentran en las colecciones particulares.

El capítulo de los análisis y la organización futura de una litoteca de piezas líticas decoradas
permitiría determinar el lugar de procedencia de la materia prima de las matrices, lo que
llevaría a la elaboración de una cartografía específica, que acompañada de otras informaciones
puede arrojar muy interesantes resultados. De igual modo, las matrices se deben estudiar en
estrecha relación con las piezas orfebres, cerámicas y otros vestigios localizados en la zona
Muisca.

El estudio técnico y estético de estas piezas en conjunto con otros elementos materiales del
mundo Muisca permitiría ampliar y dar un sentido más amplio a los vestigios de esos grupos
humanos. Desde esta perspectiva, es posible que se puedan incorporar elementos que aun
aparecen sueltos, y que deben integrarse para dar una unidad, y desde ella aproximar más
acabadas explicaciones de la cultura de los grupos Muiscas. En particular, este tipo de estudios
podría en su momento conectarse con los estudios de arte rupestre que se han realizado en la
zona, como también con el estudio sobre la decoración cerámica, de textiles y volantes de uso.
La continuidad de estos trabajos en una y otra perspectiva es importante, por ello, esta tesis no
se plantea como el final de un proceso sino como la continuidad de otras investigaciones.

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ZERDA, Liborio. 1972. El Dorado. Editorial Banco Popular, Bogotá.

323
Anexos
ANEXO 1.

DESCRIPCIÓN DEL PROCESO TÉCNICO DE LA CERA PERDIDA Y DE LAS


MATRICES DEL MUSEO DEL ORO ELABORADA POR JOSÉ PÉREZ DE
BARRADAS 1958.

Técnica de la cera perdida:

«Sobre la técnica de la cera pérdida en el Nuevo Mundo existen en los Códices de la Real
Academia de la Historia de Madrid la descripción en náhuatl de Fray Bernardino de
Sahagún, que desde la traducci6n de E. Seler en 1890 al francés, no ha vuelto a ser analizada
con espíritu crítico. D, Easby Jr, (1956) ha emprendido esta labor con motivo del estudio
de dos piezas quimbayas del Museo de la Universidad de Pensilvania en Filadelfia y ha
procurado, dentro de las repeticiones características y complicaciones del náhuatl, dar
una presentación moderna de las sucesivas etapas del proceso y de los materiales usados
en esta técnica de fundición.

D. Easby Jr. ha combinado la explicación del P. Sahagún con «la muda evidencia de las
piezas de orfebrería supervivientes y de los principios técnicos generales» y ha dado una
versión muy condensada de la descripción de Sahagún, con notas aclaratorias que por
nuestra parte extractamos de nuevo. El proceso habría sido el siguiente:

1. Primeramente tomaban carbón vegetal y lo machacaban hasta que quedaba pulverizado.


Después mezclaban este polvo de carbón vegetal con un poco de arcilla plástica y lo
amasaban de igual forma que la pasta para hacer las tortillas (tlaxca1li de los aztecas).
Entre las explicaciones de este párrafo Easby indica que «los análisis de fragmentos de
núcleos encontrados dentro de piezas de Colombia han confirmado que allí se usaba la
misma mezcla, a la que, algunas veces, se le añadía arena».

2. Después de que la arcilla y el carbón vegetal quedaban totalmente mezclados, se


modelaba la pasta en la forma que más conviniera (es decir aproximadamente de la forma
interna del molde acabado). Se la ponía al sol, como se hace con los adobes, lo que permitía
que al cabo de dos días quedara seca y dura.

324
Anexos
3. Después se le daba la forma al núcleo para que tomara el aspecto inicial de la pieza que
iba a ser moldeada, con una pequeñita raedera de cobre, y cuando estaba el núcleo terminado
se le cubría con una delgada capa de cera de abejas mezclada con resina de copal para
hacerla más consistente.

4. El molde de cera era traspasado por pequeñas estaquillas de madera o espinas como las
puntas del maguey, que mas tarde servían para soportar el núcleo. (Hoy los soportes para el
núcleo se hacen con alambres que tienen un punto de fusión mucho más alto que el del metal
que se va a fundir. Pero los orfebres precolombinos que no poseían tales alambres tenían que
hacerlos de madera. Kennedy y Herbert Maryon me han comunicado por cartas que no hay
objeción técnica para el uso de la madera compacta.)

5. Luego se hacía con cera el canal de derrame, a través del cual se introducida en el molde el
metal fundido y se le unía al modelo ...(La adición de los respiraderos es la única etapa de todo
el proceso que no es mencionada específicamente por Sahagún ... )

6: Se aplicaba cuidadosamente a toda la superficie del modelo de cera una delgada capa de
pasta hecha con agua y carbón finamente pulverizado.» Easby dice que la palabra «teculatl»

usada por Sahagún es literalmente «agua de carbón», la cual Seler traduce por «eau du charbon»
en las notas de su traducción, aunque lo rechace a favor de «charbon pulverise» en el texto.
Saville tradujo al inglés solamente el texto. El carbón vegetal seco y pulverizado habría sido
menos satisfactorio por dos razones: porque no habría alcanzado a llenar los intersticios
diminutos y porque habría sido más difícil colocarlo en su sitio.

7. Después de secado todo el trabajo se le envolvía en una capa externa hecha de arcilla y
carbón groseramente triturado y se dejaba una abertura para el canal de derrame (y también
orificios para los respiraderos). Luego se le ponía al sol durante dos días para que se secara
bien y se endureciera.

8. Cuando el molde se había secado al sol se le colocaba al fuego para que se derritiera todo el
modelo interno de cera. Luego se le envolvía en arena y se le dejaba enfriar.

325
Anexos
9. A continuación se colocaba y calentaba el molde en un brasero (probablemente envuelto en
arena para mantenerle fijo) y se venía el oro en un crisol o cazo de arcilla, con el que se le
pasaba al canal de entrada del molde, desde donde escurría para llenar la cavidad, interna. En
Colombia se han encontrado crisoles de arcilla refractaria, y un ejemplo bien conocido de la
colección Bendix Koppel aparece en la obra de M. Uhle (1889).

10. La pieza era bruñida con una piedra de pulir. Estas piedras eran probablemente pequeños
cantos rodados. Una de ellas, encontrada en 1a región del Chiriquí, fue publicada por G. G.
Mac-Curdy (1911); y

11. Después de pulido el objeto se le trataba con un baño de alumbre, se le volvía a calentar al
fuego, se le volvía a bañar y se le trataba con ungüento de oro. Igualmente se le frotaba con una
mezcla de sal y arcilla húmeda para darle un color dorado. Se le daba un pulimento final y el
trabajo estaba concluido. (En la antigua Colombia los Cronistas señalaban que los indios usaban
con este propósito un líquido o pasta formada por plantas que contenían ácido oxálico.).

Todos los autores, y últimamente Root (1957), están de acuerdo en que este método se desarrolló
primeramente en Colombia, desde donde pasó a México a través de Panamá y Costa Rica.»

Descripción de las matrices del Museo del Oro de Bogotá

(Figs. 91 y 92).-De esquito marrón y de forma irregular. Muestra relieves por tres lados.
El más importante es el que presenta en la parte mayor una cara humana con colgantes
laterales y tocado muy alto formado por cuatro zonas lisas. Los brazos son rudimentarios
y terminan en manos anchas que tienen marcados los dedos y las uñas. En la parte inferior
de esta cara se ve 1a representaci6n de una boca abierta con muchos dientes rectangulares
e iguales.

En otra cara, donde se encuentran dos figuras de rana y otra indeterminada, de pequeño
tamaño, en alto relieve, hay un rectángulo de dibujos romboidales, con secciones terminal
es y central de dos fajas rectas rayadas oblicuamente entre dos lisas.

Finalmente, en una última superficie casi plana está tallada una iguana o un cocodrilo con
cabeza y cuerpo abultado y con cola y extremidades muy largas, terminadas en discos con

326
Anexos
cuatro puntos hundidos simétricos. La pieza mide 11 cm. de largo y procede de Somondoco
(Boyacá).

B. (Fig. 92).-Matriz de pizarra negra con numerosas huellas de trabajo, no todas bien
claras. Una de ellas es la de un lagarto, otra de un dibujo geométrico análogo a los de la
figura anterior. Mejor conservadas se hallan las de la cara fotografiada, entre las cuales se
encuentran una rana, un cocodrilo o lagarto, un dibujo geométrico y una cara humana
muy borrosa. Longitud: 9S mm.

C. (Fig. 93).-De pizarra negra bien pulimentada y de forma prismática rectangular. El


relieve principal consiste en una cabeza humana de perfil triangular, de facciones típicas
dentro del estilo muisca. Lleva un tocado liso muy alto. Los miembros superiores son
cortos y las manos muy anchas.

Encima de esta cara hay tallado un rectángulo sin importancia, y en uno de los lados de la
pieza existe un saliente que corresponde quizá al intento de talla de una figura. Longitud
de

la pieza : 95 mm.

D. (Fig. 93).-Matriz de esquito negro, muy bien pulimentada, con dos orificios en la parte superior.
Es de forma rectangular. La figura principal es humana, con facciones esquemáticas Tiene collar
de dos hilos; los brazos están separados del cuerpo y los antebrazos unidos al nivel del vientre. No
tiene representaci6n de las manos. Los miembros inferiores son rectangulares y están cruzados por
tres líneas irregulares en sentido transversal.

En uno de los costados se ve una figura zoomorfa poco clara, y en el reverso otra, para cuentas de
collar, con ojo grande, cabeza vista de perfil con pico, cuerpo triangular con miembros cortos
decorados uno y otros por puntos, y cola igualmente triangular. Longitud de la pieza: 55 mm.

E. (Figs. 93 y 94).-Premolde para figura hueca. Tocado rectangular con prolongaciones a los lados.
Las facciones son típicas. El collar es de cuentas triangulares radiantes y de él pende un pectoral
que se apoya sobre el pecho. Los brazos están doblados en ángulo. Los miembros inferiores son

327
Anexos
redondeados en la parte superior y de la misma anchura en toda su extensión. En la base se hallan
unidos, y de esta salen rayas verticales que indican los dedos de los pies. Pérez de Barradas; 1950,-
51, lám. CXIII. Longitud de la pieza: 55 mm.

En el reverso (fig. 94) se hallan en relieve los premoldes de dos clases de cuentas muy conocidas:
la figura humana con tocado rectangular y prolongaciones a los lados, manos cruzadas sobre el
pecho y extremidades inferiores rudimentarias, y las figuras zoomorfas de cabecita oval, ojos
redondos y cuerpo rectangular, líneas paralelas transversales delimitando una gran zona lisa y
terminadas por un rayado vertical.

F. (Fig. 94).-Fragmento de piedra negra de forma prismática y base rectangular. En sus seis caras
hay relieves. El principal consiste en una figura huma con tocado en forma de casquete y aureola,
piernas y brazos flexionados y las manos hacia arriba. La figura se halla sobre una base trapezoidal
rayada.

En e1 lado opuesto se ve un relieve trapezoidal cuyo extrema superior termina en una elipse (forma
de pilón de azúcar). En dos de las caras laterales hay relieves de figuras de aves, en otro el de una
rana y en el cuarto el de una figura de larva (?), pues es alargada, tiene un extremo en forma de
cabeza de animal con ojos saltones y otro de forma circular. Longitud: 80 mm. (Pérez de Barradas,
1950 - 51, lám. CXIII.)

G. (Fig. 94).-De esquito y de la forma de las anteriores. En cuatro de sus caras hay relieves
utilizados como premoldes para cuentas de collar. Los principales son los de carácter
antropomorfo. Longitud: 78 mm.

328
ANEXO NÚMERO 2.

Corrientes teóricas en arqueología y su relación con el caso colombiano. Alba Nelly Gómez 2005.

Corrientes Características Correlato cronológico en Colombia


Historico cultural ●Objetivo: determinar a qué grupo étnico ●Liborio Zarda y Ezequiel Uricohechea usan algunos conceptos
(Alemania, ca. 1840- pertenecen los restos, y cómo se relacionan evolucionistas para explicar las “razas” indígenas del siglo XVI.
1890) con las modernas naciones. ●Los objetos arqueológicos analizados son producto de guaquería y
●El cambio cultural es progreso natural de la son guardados por coleccionistas privados.
humanidad. ●El evolucionismo, antes que social, es biológico. Se enfatiza el
●El registro se toma característico de una problema del origen de las razas, que es el término usado para
cultura (etnia). clasificar grupos humanos no mestizos o blancos.
Nace la idea de “áreas culturales”.
Antecedentes del ●Los “histórico-culturales”, al hacer
rechazo al comparaciones entre áreas, dejan de enfatizar
evolucionismo el evolucionismo y se preocupan por la
(Europa, ca. 1890) distribución de artefactos.
●En medio del inconformismo con los
imperios europeos, se rechaza la aculturación
de los pueblos “primitivos” para hacerlos
progresar.
Particularismo ●Objetivo: reconstruir la vida de las ●Carlos Cuervo (ca. 1893) y luego Herman Trimbom (ca. 1938-
histórico (EE.UU., sociedades, entendiendo que cada cultura es 1950), entre otros, apelan al difusionismo como mecanismo
ca.1920 una entidad única. explicativo.
●El relativismo niega la existencia de un Esta idea es retomada por Paul Rivet hacia la década de 1940, dado
criterio universal que permita medir el grado su interés en las migraciones, como la de los caribes.
de desarrollo de cada cultura. Tal supuesto es impartido a los primeros arqueólogos profesionales
●Se dan criterios para clasificar y comparar los del país, quienes van a redefinir las áreas culturales delimitadas
artefactos (nacen las tipologías de artefactos). desde fines del silgo XIX y van a coleccionar objetos arqueológicos
para poder compararlos. Luis Duque, uno de los discípulos de

329
Rivet, será el que amplíe y consolide esta perspectiva desde la
Fundación de Investigaciones Arqueológicas Nacionales (FIAN),
que en 1970 busca apoyar investigaciones en el Alto Magdalena y
posteriormente en el resto del país.
●Otro discípulo de Paul Rivet, Roberto Pineda Giraldo, avalará
“Colombia Prehispánica. Regiones arqueológicas”(1985-1989) un
balance de los logros de la arqueología colombiana basado en una
combinación de “áreas culturales” y regiones naturales, así como un
cuadro de “necesidades de investigación” basado en una versión
histórico-cultural del trabajo arqueológico.
Antecedentes del ●Ecología cultural de Julian steward.
movimiento “nueva Cultura como medio de adaptación de Leslie
arqueología” en White.
EE.UU. ●Enfoque materialista histórico-difusionista de
Vere Goldon Childe.
●Invocación de C. Kluchhohn, W. Taylor, W
Willey y P, Phillips por un enfoque científico
en arqueológica.
“Nueva arqueología” ●Objetivo: construir un camino para hacer de ●Se fundan los departamentos de Antropología de la Universidad
(EE.UU., 1960-1970) la arqueología una ciencia; éste se orientó de los Andes (1963), universidad Nacional (1964), Universidad de
adoptando en forma poco crítica el positivismo Antioquia (1966) y la Universidad del Cauca (1970).
lógico al asumirlo como el único modelo de ●G. Reichel-Dolmatoff publica una síntesis de la “Colombia
ciencia posible. Prehispánica” (1965) que combina etapas evolutivas y
difusionismo.
●L. Duque hace una síntesis sobre la historia prehispánica en la
“Historia extensa de Colombia” (1965-1967).
Procesual (EE:UU., ●Objetivo: explicar el cambio cultural desde ●El trabajo de Gonzalo Correal y Thomas Van der Hammen (1977)
Inglaterra 1970-1990) una base conceptual sistemática y es visto como ejemplo de un estudio riguroso del registro
probabilística (inductiva). arqueológico producido por los primeros pobladores en el sitio
●Despreocupación por la conducta individual Tequendama.
y los acontecimientos únicos, a favor de los ●Un premio de arqueología de Colciencias es concedido a la
procesos. creación de una base de datos que maneja datos paleoecológicos
●Explicación sistémica y leyes probabilísticas. desde la teoría general de sistemas (Urrego et al., 1995).
●Se utiliza la Teoría General de Sistemas ●Comienza el proyecto “Valle de la Plata” dirigido por Robert
330
(TGS) como base conceptual. Drennan (1983), discípulo del procesual sistémico Kent Flannery,
●La unidad política o la región y su población que incluirá un estudio regional, temporadas de campo para
son vistos como sistemas donde el cambio estudiantes de las cuatro universidades donde se imparte
cultural es esencialmente endógeno, antropología en ese momento, trabajos de pregrado, y una serie de
considerando que sólo se producirá si cumple publicaciones cuyo resumen es publicado como Las sociedades
una función positiva que contribuya a prehispánicas del Alto Magdalena (2000).
aumentar la coherencia y estabilidad del ●El modelo de estudio de Drennan gana reconocimiento en la
sistema. Por eso la corriente se percibe FIAN: Los premios de arqueología Luis Duque Gómez (fallecido en
también como “neofuncionalismo”. el 2003) se conceden en 2002 (Boada, 2003) y 2005 a Ana María
●Se rechaza la utilización de las convicciones Boada para un estudio de los “patrones de sentamiento” y “sistemas
políticas del investigador como criterio de agrícolas”.
validación de sus explicaciones sobre el
registro arqueológico.
●Se analiza el sistema de función de su
adaptación al medio (interés por el crecimiento
demográfico, el deterioro medio-ambiental y el
agotamiento de los recursos no renovables).
Procesual Cognitiva ●Objetivo: estudiar cómo pensaba la gente. ●G. Reichel Dolmatoff enfatiza la importancia del conocimiento
(1990) ●Se abrió el espacio para pensar el problema chamánico en la relación entre la gente y su entorno, a partir de
de lo simbólico. trabajos etnográficos. Fruto de esto será el trabajo de Orfebrería y
●Se concibe la simbología como una entidad chamanismo (1988).
que cumple una función dentro de un sistema y
puede ser estudiado y explicado como
cualquier otro sistema.
●Su enfoque ecológico, como se dijo
anteriormente se apoya en la función,
adaptación y control del entorno (Binford,
1989; Renfrew, 1993, 1994).
●Rechazo a un positivismo extremo.
Reconocimiento de que las explicaciones
“funcionales” son incompletas si no se
justifican en su esquema diacrónico.
●Aceptación de cierta carga de subjetividad en
la formulación de hipótesis.
331
Antecedentes del ●En los países anglosajones, diferentes
movimiento autores, algunos de ellos posteriormente
“Arqueología agrupados como “posprocesuales”, tuvieron
posprocesual” (1970- como denominador común señalar las
1980). limitaciones de los enfoques procesualistas
(ecología cultural, neoevolucionismo,
materialismo cultural, entre otras).
●Se pasa de “explicar” a “interpretar” la
realidad, y se entiende que el conocimiento y
la verdad se construyen de acuerdo a
condiciones particulares de la sociedad y del
investigador.
Contextual. ●Una de ellas retoma los debates y propuestas
de la teoría crítica de la sociedad elaborada por
la “Escuela de Frankfurt”, fundada en la
década de 1920 y que tuvo su mayor auge
entre las décadas de 1930 y 1960. Ese enfoque
no sólo cuestionaría la arqueología sino toda la
disciplina de conocimiento moderno, en tanto
se planteó que, la razón que en un comienzo
ayudó al hombre a someter la naturaleza, llevó
también al sometimiento de los otros hombres
en la “sociedad capitalista”. De esto resulta la
cuestión de cómo podía haberse utilizado la
producción de conocimiento en ese tipo de
racionalidad “instrumental”.
Neomarxista ●De los debates entre el formalismo ●La versión Latinoamericana de esta aplicación de supuestos del
estructuralista y el marxismo de la década de materialismo histórico al estudio del pasado fue conocida como
1960 y 1970, se retomaron algunas nociones “arqueología social latinoamericana” y tuvo su auge entre la década
que dieron en llamarse “neomarxismo”. Desde de 1970 y mediados de la década de 1980. Tal influencia fue
esta perspectiva una sociedad es una entidad en marcada en México, Perú, Chile y en menor medida, en Venezuela,
la que sus integrantes estaban relacionados al Cuba y Centroamérica. En Colombia su influencia fue más bien
tiempo que divididos por el conflicto y las marginal.
contradicciones inherentes a la manera como
332
se organizaba la producción de bienes. El
contacto con el estructuralismo y variantes
“culturalistas” del marxismo hizo que el peso
explicativo no reposara solamente en las
contradicciones derivadas de la relación entre
medios y relaciones de producción, sino
también de la “superestructura” o ideología
que naturalizaba sus relaciones.
Simbólica ●El estructuralismo de las décadas de 1950 y ●Héctor Llanos toma en cuenta al propuesta de Reichel-Dolmatoff
1960 dio otra línea de enfoque para la acerca de la importancia del chamanismo, y la imposición de
arqueología. Los objetos arqueológicos no eran modelos de pensamiento desde el modelo de ciencia occidental,
solamente entes físicos sino las crítica que retoma de Michel Foucault.
manifestaciones materiales de estructuras de ●César Velandia gana un premio del Banco Popular con su trabajo
pensamiento que atribuían no sólo funciones sobre los principios estructuralistas que guiarían cierta forma de
utilitarias a los objetos sino contenidos decorar algunas figuras de la estatuaria de San Agustín.
culturales no cuantificables. Analogías y
modelos etnográficos comenzaron a ser
reconsiderados como las puertas hacia la
comprensión de los contextos de hallazgo y
uso de los objetos excavados.
Poscolonial y de ●Del “posestructuralismo”, surgido a ●Cristóbal Gnecco asume las críticas hechas desde la sociología de
género mediados de la década de 1960 en Francia, han la ciencia (p. ej. T. Kuhn). El posestructuralismo (p.ej. Derrida,
surgido otras corrientes “postprocesuales” Foucault) y la teoría crítica (p.ej. W. Benjamin), entre otras, a la
como el postcolonialismo en arqueología, la producción de conocimiento que suponga nociones como verdad,
arqueología de género y la queer theory. Estas objetividad y distribución entre hechos y valores. Propone que el
tendencias tienen en común el entender la carácter multicultural del nuevo estado-nación colombiano sea
práctica arqueológica como una actividad comprendido desde una perspectiva poscolonial y hermenéutica, y
atravesada por relaciones de poder dado que el no sólo analítica. Por eso enfatiza que el problema no es
conocimiento “moderno” del pasado estaría epistemológico sino político, es decir, es histórico y contextual.
condicionado por intereses políticos,
personales o disciplinarios.
Poscolonial y de ●Esto significó una apertura hacia la discusión “… no puede existir un conocimiento global, puesto que todo
género. de las formas de construir y presentar los conocimiento es, en última instancia, local en su relación […]
textos arqueológicos, además de que incorporó específico en su forma de relación con los proyectos de identidad y
333
los debates sobre la arqueología misma y sus con la normativa histórica local” (Gnecco, 2003:35)
productores. Así, los diversos enfoques
postprocesuales permitieron la puesta en duda
de un único discurso arqueológico, de una sola
forma de ver el pasado.
Fuentes: Trigger (1992, Hernado (1992), Langebaek (2003, 2005), Lanata y Guráieb (2004) y Lanat et al. (2004)

334

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