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A la salida de Victor Zamora, envuelto en denuncia constitucional por presunto delito de propagación de

enfermedad peligrosa y negociación incompatible, veíamos como la mejor opción designar la cartera del
Ministerio más importante y del cual todos poníamos mayor énfasis por la relevancia de las decisiones
que sin duda marcarían el rumbo de la pandemia en el Perú a quien hasta entonces lideraba del
comando COVID.

Vimos infinidad de reportajes de Pilar en la “lucha” frontal contra el COVID-19 en lugares seguramente
en las que la tasa de contagio era gigantesca. Esto aportaría seguro al criterio que por estar expuesta
debía vacunarme, sin embargo, esto no sería un acto ético, más allá que este relacionado al derecho a la
vida, atravesábamos una de las etapas más críticas de lo que hasta ahora va de la pandemia, en la que
cientos de profesionales de la medicina fallecían a diario, aquellos que posiblemente tomaron esa
decisión ética de seguir brindando su servicio a pesar del difícil momento.

No me hubiera colocado la vacuna.

Seguramente lo hubiera anunciado antes de, como parte de una campaña de fomentar la vacunación
siendo autoridad dentro de la programación que me correspondiera.

El 09 de febrero del presente año el presidente de la República Francisco Sagasti se vacuna junto a un
equipo médico. Era casi un Obligación del actual gobierno cerrar los contratos con los diversos
laboratorios, la oferta de vacunas a nivel internacional lo permitía, No había pasado mucho desde el
escándalo de Martin Vizcarra y las vacunas de Sinofarm en beneficio de algunos y veíamos a nuestro 4to
presidente vacunándose y alegado una frase conmovedora que denotaba la esperanza frente a esta
mortal pandemia.

Publicar mi vacunación en una etapa no era lo más asertivo, mucho menos si creíamos que el ritmo de
vacunación denotaría como todo el plan contra el Covid lentitud y pasividad.

Si mi postura no era tomada en cuenta entendería entonces que mi equipo no compartía el sentido de la
ética y me alejaría (renunciaría).

Como si no era suficiente, dentro de los 500 beneficiados con las dosis de Sinofarm aparecía el nombre
de Nicola Girasoli, Nuncio Apostólico y consultor en temas éticos en los ensayos clínicos del laboratorio
chino.

Si bien alegaba que era parte experimental, sus explicaciones han quedado cortas sobre todo para el
arzobispo, Carlos Castillo quien tenía una relación bastante cercana.

No estuvo bien.

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