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Maestría en Derecho

de la Empresa
Lección 05
Acciones y Accionistas

ASIGNATURA
102 – Derecho de Sociedades

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LECCIÓN 05

ACCIONES Y ACCIONISTAS

1. DEFINICIÓN DE ACCIÓN

Es conveniente hacer previamente una referencia histórica al hecho de que


en la evaluación del régimen de las sociedades anónimas la consideración
de acción como parte del capital social estaba justificada, ya que al no
llevarse la idea de la personalidad jurídica en ese momento histórico a sus
lógicas consecuencias, aparecía una conexión directa entre el socio -titular
de la acción- y el capital social considerado como fondo común o patrimonio
social. Como refiere Sánchez Calero, “históricamente el capital social es
sinónimo de patrimonio líquido y la palabra acción empieza a presentarse
como parte alícuota del patrimonio líquido, de manera que comprende no
solo la cuantía de la aportación y el nombre de la persona que se
compromete a realizarla, sino además la participación de cada accionista en
el patrimonio neto”.

En la evolución de la doctrina española al respecto, en el Código de


Comercio de 1829 y en el de 1885, se hacen referencias a “fondo creado por
acciones determinadas” y “… “Formando el fondo común de los asociados
por partes porciones ciertas, figuradas por acciones o de otra manera
indubitada”, y respectivamente, apreciándose en buena medida la confusión
entre capital social y patrimonio, confusión que la doctrina posteriormente se
encargaría de superar con la propia ley de sociedades española, tal como
también se puede apreciar en nuestra legislación en materia societaria
vigente. Al respecto, en la doctrina nacional, el maestro Ulises Montoya
Manfredi refiere acerca del capital, “lo que es necesario considerar que él no
tiene por qué corresponder necesariamente a un equivalente patrimonial

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efectivo. La cifra capital indica que el patrimonio que debe existir, no el que
realmente existe. Es lo que la sociedad debe conservar en respaldo de sus
acreedores, ya que éstos no tienen acceso al patrimonio de los accionistas”.

La acción, en cuanto a figura jurídica, ha seguido las alternativas que suelen


ser propias de aquellas instituciones mercantiles que nacen en el derecho
como manifestaciones consuetudinarias de la práctica del comercio y que se
consolidan como formas jurídicas de cumplimiento obligatorio, cuando su
generalización, pacífica aceptación y universal aplicación, así lo exigen.

Asimismo Sasot refiere que cuando la acción era un simple recibo que se
extendía a favor de quien aportaba capital para integrar el fondo común
necesario para llevar a un buen término la aventura empresarial, se
consideró que el depósito era la figura que de mejor manera le correspondía,
pues el recibo que se entregaba al aportante era esencialmente un
documento probatorio de la aportación efectuada. Sobre esta primera visión
de la acción, concretamente Rubio considera que la acción, no llamada así
aun, era simplemente el recibo de la aportación con mera fuerza probatoria.

Posteriormente al convertirse el recibo en biglietti que acreditaba, además de


la aportación, la participación que se reconocía a su titular en los beneficios
que pudiera resultar de la aventura, incluida la devolución del capital
aportado, se asignaron al biglietti las características propias del condominio o
copropiedad.

Cuando el biglietti es sustituido por la cédula que acreditaba no solo los


derechos patrimoniales, dividendos y participación en el saldo de liquidación
de la sociedad, sino también en derecho “políticos”, asistencia a las
asambleas y votar en lal toma de decisiones, se asignan a la acción las
características inherentes a los título de participación, por cuanto aquella se

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convierte en un título vinculativo entre sociedad y aportante que transforma a
este último en “socio”.

Finalmente, cuando el papel deja su denominación de cédula para tomar la


de acción, es que se convierte en un título literal, en serie, de libre
transmisibilidad y negociación, al que se le asignan las características
inherentes a los títulos de crédito.

En nuestro país, la Nueva Ley de Títulos Valores, Ley N° 27287, el legislador


la incluyó dentro del Libro Segundo, Parte Especial dedicada a los títulos
valores específicos.

Las figuras del mundo societario en muchos casos tienen diferentes


acepciones, dependiendo del enfoque que se les dé, sea económico,
contable o jurídico. En el ámbito jurídico dar una única definición de lo que
son las acciones no resultaría muy acertado, por lo que preferimos referir las
tres definiciones que se manejan en doctrina.

 Primera definición: La llamaremos “acción-cuota-parte”: La acción


en este caso es entendida como el título que representa una cuota,
parte o fracción del capital social, no del patrimonio, de la sociedad
anónima.

 Segunda definición: La llamaremos “acción-valor”: Se entiende a


la acción como aquel “documento”, título o papel comercial que
adquiere un valor económico en el mercado porque lleva incorporado
derechos que benefician al poseedor del mismo, se encuentre o no en
oferta pública.

Nos referimos a la importancia que tiene la acción en el mercado de valores


donde las personas le otorgan un precio. Dentro del mercado de valores las

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acciones son uno de los títulos llamados valores mobiliarios, en los que los
recursos financieros captados a través de su emisión constituyen elementos
patrimoniales comprometidos a las resultas de la explotación de la sociedad
receptora de los mismos.

 Tercera definición: La llamaremos “acción-derecho”: Esta tercera


y última aceptación que recogemos considera a la acción como el
título cuya tenencia en virtud de justo título confiere a su tenedor el
ejercicio de determinados derechos, relacionados al funcionamiento y
rentabilidad de la sociedad emisora, otorgando la calidad de accionista
a la persona que la haya suscrito.

Por otro lado, y por la aclaración práctica que este enfoque tiene, la acción
económicamente es definido como el documento que consigna qué parte del
patrimonio del aportante deja de ser de su propiedad para pasar a ser
propiedad de la sociedad, a cambio de participar, fundamentalmente, en las
utilidades que ésta puede generar mediante la utilización del patrimonio
transferido o cedido por el accionista, ya sea periódicamente dividendos, o, al
disolverse la sociedad, participando en los resultados de la liquidación.

2. ¿CUÁLES SON LAS CARACTERÍSTICAS JURÍDICAS DE


LA ACCIÓN?

No existe una coincidencia absoluta entre los distintos autores, siendo los
caracteres más comunes:

a) Es un título de participación que confiere derechos patrimoniales, que


a la inversa de lo que ocurre en los títulos estáticos, como el pagaré,
puede mutar, y otros derechos de carácter netamente participativo,
como los de invertir en la gestión de la sociedad o controlarla, por

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b) Es incompleto, porque no regula toda la “posición” del accionista, ya
que el plexo normativo se integra con otros documentos, como el
estatuto, a los cuales se adhiere automáticamente aquél, cuando
adquiere el status socii.

c) Es no formal, porque si bien la Ley 19550 argentina, establece ciertos


recaudos en los artículos 211, como lo hacía anteriormente el Código
de Comercio en el artículo 328, la omisión de los no esenciales no
produce la nulidad de la acción.

d) Es causal, en la medida en que se vincula de modo directo con el


negocio jurídico que le ha dado vida, diferenciándose claramente de
los títulos abstractos, como el pagaré, que se hallan desvinculados de
la relación jurídica subyacente, la cual –por lo común- no puede ser
opuesta a terceros. Quede claro que estamos transcribiendo y/o
comentando la opinión de un distinguido jurista argentino como lo es
Ernesto Eduardo Martorell, porque acá, en nuestro país, por el
contrario, el pagaré suele contener la indicación de la causa que le dio
origen. En otras palabras, la letra de cambio es invariablemente
abstracta; en cambio, el pagaré es de ordinario, causal o causado.

e) Es fungible, por su condición de título emitido en masa, lo que vuelve


totalmente irrelevante que se lo cambie por otro de la misma
categoría.

f) Contiene derechos de ejercicio continuado, los que lejos de agotarse


en una sola oportunidad como la letra de cambio, el pagaré o el
cheque, subsisten mientras dura la vida de la sociedad.

g) Es nominado, porque encuentra regulación precisa dentro de la


normativa societaria, además de tipificar a la anónima.

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h) Es de carácter mercantil, según las previsiones de los artículos 8, inc.
6, del Código de Comercio, y el 226 de la Ley N° 19.550 argentina.

Caracterizada ya la acción, en opinión de Martorell se impone diferenciarla


de la llamada “parte de interés”, que es el modo mediante el cual se
representa la aportación del socio en determinados tipos sociales, por lo
común aquellos en que –como ocurre en la sociedad colectiva- existe
responsabilidad ilimitada por parte de los socios.

3. ¿TÍTULO VALOR O TÍTULO DE CRÉDITO?

La legislación francesa no habla de título de crédito sino de títulos valores.


Sin duda, ello se debe a que ni la doctrina ni las diversas legislaciones han
usado la misma terminología para referirse a lo que dicha legislación
denomina título valor.

Respecto a la posición legislativa nacional, señala Vidal Ramírez, citado por


Serra Puente-Arnao que, con la dación de la anterior Ley de Títulos Valores
(Ley N° 16587), “nuestro derecho positivo optó por el nomen juris de ‘títulos
valores’ para genéricamente denominar a todo documento al que se le
incorporen derechos, con los cuales constituye una sola entidad jurídica,
convirtiéndose en un bien corporal susceptible de tráfico”.

Desde una perspectiva preliminar, dice Serra Puente Arnao, puede


considerarse que la definición española de “título valor” es la que mejor
describe la institución jurídica en estudio, “pues, la palabra ‘título’ alude al
documento acreditativo de un derecho que única a la palabra ‘valor’, significa
que ese derecho (…) está contenido en el documento, como transfundido en
él, resultando una unidad insoluble”. Señalando que es Araya, quien explica
con mayor exactitud la integración de dicho nombre “el documento

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(contenido) ingrediente material, en su origen simplemente un trozo de papel,
carente de significación económica (título), y derecho –contenido- expresión
de un deber jurídico” (valor).

También para Pérez Fontana mencionado anteriormente, el nombre de


títulos valores es el más acertado porque comprende tanto a los documentos
que contienen la obligación de pagar una suma de dinero como a los que
contienen el derecho de participación (que no es un derecho de crédito
mencionado en el título, sino el derecho de ejercitar como accionista todos
los derechos inherentes a su calidad de tal), y a los títulos representativos o
de tradición que confieren el derecho de solicitar la entrega de mercadería,
de disponer de ellas y el de gravarlas con derechos reales.

4. CLASES DE ACCIONES – CARACTERÍSTICAS

4.1. Clasificación de las Acciones


Por los derechos que confieren, doctrinariamente las acciones se han
clasificado en ordinarias, preferidas, privilegiadas y diferidas.

 Las acciones ordinarias: Son aquellas que atribuyen a sus titulares


el régimen normal de derechos y obligaciones integrantes de la
condición de accionista. Dichas acciones no gozan de privilegios o
preferencias en relación con las otras acciones que tenga emitidas la
sociedad. Estas acciones participan por igual, sin preferencias en las
utilidades del ejercicio y en el saldo de la liquidación de la sociedad.
En oposición a éstas existirán las acciones que no son ordinarias sino
que tienen ciertas prorrogativas, potestades, facultades y atribuciones.

 Las acciones preferidas: Son aquellas que gozan de un trato


preferencial de orden patrimonial en relación con las acciones
ordinarias. Esta clase de acciones tiene un trato preferencial en la

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repartición de dividendos, en la participación del saldo de la
liquidación, etc., o más concretamente son acciones que rompen, a
favor de ciertos accionistas, la igualdad que teóricamente debe existir
entre todos los aportantes del capital social. Las acciones
preferenciales sin derecho a voto que contemplan los artículos 96 y 97
de nuestra Ley General de Sociedades caen dentro de esta clase de
acciones; así como también las ahora llamadas acciones de inversión
que fueran denominadas anteriormente como acciones laborales o
acciones de trabajo.

Como señala Sasot, para algunos autores de las acciones preferidas no


tienen derecho a voto porque el accionista, más que ser un socio, es un
acreedor y que el derecho de voto es incompatible a las preferencias.

 Las acciones privilegiadas: La moderna doctrina reserva el


calificativo de privilegiadas para aquellas acciones que tienen en las
asambleas de accionistas un derecho de voto superior al de otras
acciones en relación con la cantidad de capital que ellas representan.
Para Copper Royer, según Sasot, son aquellas que rompen a favor de
ciertos accionistas la igualdad de derechos políticos que teóricamente
deben existir entre todos los accionistas.

Al respecto comentamos que nuestra ley general de sociedades no


contempla esta forma de acciones al consagrar el principio de UNA ACCIÓN,
UN VOTO; en doctrina estas acciones son aquellas que al igual que las
anteriores gozan de un trato preferencial, pero la preferencia está referida a
los derechos políticos: asignándole más de un voto a su tenedor que en
asamblea de accionista ejerce un voto superior al de los demás.

 Las acciones diferidas: Son aquellas que permanentemente tienen


derechos patrimoniales cuantitativamente menos a las acciones

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ordinarias, ya sea en lo concerniente a la participación en las
utilidades, en el activo de la liquidación, o en ambas. En la práctica las
acciones diferidas raramente son emitidas, pues los potenciales
inversores difícilmente estarían dispuestos a colocarse por debajo de
las acciones ordinarias, pues corren el riesgo de que su inversión
pueda quedar escasamente redituada por lo reducido del dividendo
que les toca recibir.

Dice Riport, la igualdad entre los accionistas es una igualdad de derechos.


En una sociedad de capital, cada accionista ejerce los derechos que le
confiere su título y los mismos aumentan en razón del número de acciones.
Esta igualdad es la única manifestación del jus fraternitalis en las sociedades
anónimas. Los estatutos pueden romperla en cierta medida, pero si se hace
en beneficio de algunos, las ventajas particulares deben ser aprobadas por la
asamblea general constitutiva.

Según Martorell, cada acción ordinaria da derecho a un voto, El estatuto


puede crear clases que reconozcan hasta cinco votos por acción ordinaria. El
privilegio en el voto es incompatible con preferencias patrimoniales. “No
pueden emitirse acciones de voto privilegiado después que la sociedad haya
sido autorizada a hacer oferta pública de sus acciones”.

Las acciones con preferencia patrimonial pueden carecer de voto, excepto


para las materias incluidas en el cuarto párrafo del artículo 244, sin perjuicio
de su derecho de asistir a las asambleas con voz. Tendrán derecho de voto
durante el tiempo en que se encuentren en mora en recibir los beneficios que
constituyen su preferencia. También lo tendrán si cotizaran en bolsa y se
suspendiere o retirase dicha cotización, por cualquier causa, mientras
subsista esta situación.

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Vemos pues así que son muchas las razones por las que una empresa emite
acciones privilegiadas, pudiendo quías con ellas otorgar un mejor derecho a
accionistas más antiguos o incluso mejores derechos a nuevos con el fin de
que se incorporen. La gran mayoría coincide en señalar que la emisión de
este tipo de acciones favorece la inversión de capital circulante a la empresa
con capital inmóvil, justificándose de esa manera el privilegio que se les
concede por el mayor riesgo que debe afrontar la inversión.

A continuación referimos una clasificación de Cabanellas, no respecto a las


acciones en sí pero si relacionadas con ellas.

a) Acciones ordinarias: Considera que el derecho de suscripción


preferente corresponde a las acciones ordinarias, sean de voto simple
o plural, respecto de las nuevas acciones de la misma clase. En
consecuencia, el derecho de preferencia se ejerce respecto de las
nuevas emisiones de acciones ordinarias. Si existen diversas clases
de acciones ordinarias, el derecho de preferencia se ejerce respecto
de la clase de cuyas acciones ya es titular.

b) Acciones preferidas: Salvo cláusulas estatutarias, las acciones con


preferencia patrimonial no dan lugar a un derecho prioritario respecto
de su suscripción. Ello es así debido a que el derecho legal de
preferencia corresponde solo a las acciones ordinarias, y respecto de
las que se emitan en su misma clase.

c) Debentures: Cuando se emitan debentures convertibles en acciones,


los accionistas, cualquiera sea su clase o categoría, gozarán de
preferencia para su suscripción den proporción a las acciones que
posean. Esta norma de una efectiva protección frente a la posibilidad
de que la emisión de debentures convertibles se convierta en un
mecanismo indirecto para licuar el capital.

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d) Obligaciones negociables: Los accionistas de la sociedad emisora
que tengan derecho de preferencia en la suscripción de nuevas
acciones pueden ejercerlo en la suscripción de obligaciones
negociables convertibles. En consecuencia, gozan del derecho de
preferencia los accionistas ordinarios de la sociedad, en proporción a
las acciones que posean; el derecho se extenderá a los accionistas
preferidos si se ha acordado en las condiciones de emisión de sus
acciones.

e) Otros títulos valores emitidos en serie: Conforme se expuso


precedentemente, cuando estos títulos sean convertibles en acciones,
se aplican las normas que regulan la emisión de obligaciones
convertibles en acciones. En consecuencia, son relevantes –mutatis
mutandi- las observaciones formuladas en el punto d), supra.

f) Enajenación de acciones adquiridas por la sociedad emisora:


Cuando estas acciones no son canceladas, deben ser enajenadas
dentro del término de un año desde su adquisición, salvo prórroga por
la asamblea. Se aplica a esta venta, conforme al mismo artículo, el
derecho de preferencia que otorga la ley. Otorgado el derecho de
suscripción preferente, conforme se ha examinado precedentemente,
a las obligaciones negociables y a los títulos valores emitidos en serie,
en ambos casos cuando son convertibles en acciones, entenderemos
que tal derecho de preferencia también se extiende, por paralelo con
las acciones.

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5. CLASIFICACIÓN DE LAS ACCIONES EN LA ACTUAL LEY
GENERAL DE SOCIEDADES

La anterior LGS señalaba en su artículo 105 que podrían existir diversas


clases de acciones. Una clasificación antigua era la que refería como
acciones normativas y acciones al portador, que se derivaba de la Ley N°
16123 de 1966 el D.S. N° 287-68-HC de Noviembre de 1968 proscribió las
acciones al portador. El legislador de 1984 del D. Log. N°311 las siguió
mencionando, ya que había citas que hacían referencias a las mismas, como
en los artículos 78 inc. 4, 80 inc. 5, 107 y 130 sin contar que se daba a
entender que subsistían de la interpretación en artículos adicionales.
Anteriormente, si se quería denunciar a las acciones se usaba como criterio
de referencia el valor nominal, el contenido de los derechos, o ambos
simultáneamente. Ahora el artículo 88 que regula las clases de acciones
indica que la diferencia puede consistir en los derechos y obligaciones de sus
titulares o en ambos, y ya no se usa el valor nominal como referencia.

En la ALGS incluso se establecía que la misma “serie o clase” de acciones


será de igual valor confiriendo los mismos derechos. ¿Serie? ¿Clase? ¿Son
iguales? Ahora con la nueva Ley General de Sociedades se han suprimido
las “series de acciones” eliminándose con ello además la confusión.
Así, nuestra clasificación actual y usando como referencia nuestra Ley
General de Sociedades, seria:

 Acciones ordinarias o comunes y acciones preferenciales.


 Acciones de fundador y acciones ordinarias.
 Acciones reembolsadas.
 Acciones con prestaciones accesorias.
 Acciones con derecho a voto y acciones privilegiadas sin derecho a
voto.
 Acciones afectas a obligaciones adicionales.

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 Acciones con derecho exclusivo a suscripción de nuevas acciones,
entre otras.

A continuación y muy brevemente algunos comentarios respecto a ellas.

5.1. Las acciones con derecho a voto


Esta clase de acciones no son otra cosa que las acciones ordinarias o
comunes señaladas anteriormente, pues, por los derechos que contienen,
son las que tradicionalmente se reconoce a todo accionista de una sociedad
(Ley General de Sociedades. Art. 95).

La acción con derecho a voto confiere a su titular la calidad de accionista y le


atribuye, cuando menos, los siguientes derechos:

a) Participar en el reparto de utilidades y en el patrimonio neto resultante


de la liquidación.
b) Intervenir y votar en las justas generales o especiales, según
corresponda.
c) Fiscalizar en la forma establecida en la ley y el estatuto, la gestión de
los negocios sociales.
d) Ser preferido, con las excepciones y en la forma prevista en esta ley,
para:
a. La suscripción de acciones en caso de aumento del capital
social y en los demás casos de colocación de acciones.
b. La suscripción de obligaciones u otros títulos convertibles o con
derecho a ser convertidos en acciones.
e) Separarse de la sociedad en los casos previstos en la ley y en el
estatuto.

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5.2. Las acciones sin derecho a voto
Las figuras jurídicas que muchas veces van naciendo son consecuencia del
avance y de las necesidades que paralelamente surgen, necesidades que
deben cubrir intereses, tal es el caso de las acciones “sin derecho a voto”.
Anteriormente no se podía siquiera imaginar esta figura ya que referirse a
algo contrato al derecho a voto que confería el ser titular de una acción, era
increíble.

Hay personas que no tienen un interés más que económico al participar en


una sociedad. Son inversionistas que adquieren las acciones con el fin de
percibir los dividendos que distribuya la sociedad. Su vínculo con la gestión y
la marcha interna de la misma es mínimo. El accionista que opta por las
acciones sin voto, está dispuesto a cambiar sus derechos políticos por un
derecho económico.

Según el artículo 96 de la LGS, la acción sin derecho a voto confiere a su


titular la calidad de accionista y le atribuye, cuando menos, los siguientes
derechos:

a) Participarte en el reparto de utilidades y en el patrimonio neto resultante


de la liquidación con la preferencia que se indica en el artículo 97.
b) Ser informado cuando menos semestralmente de las actividades y
gestión de la sociedad.
c) Impugnar los acuerdos que lesionen sus derechos.
d) Separarse de la sociedad en los casos previstos en la ley y en el
estatuto.
e) En caso de aumento de capital:
a. A suscribir acciones con derecho a voto a prorrata de su
participación en el capital, en el caso de que la junta general
acuerde aumentar el capital únicamente mediante la creación
de acciones con derecho a voto.

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b. A suscribir acciones con derecho a voto de manera
proporcional y en el número necesario para mantener su
participación en el capital, en el caso de que la junta acuerde
que el aumento incluye la creación de acciones sin derecho a
voto, pero en un número insuficiente para que los titulares de
estas acciones conserven su participación en el capital.
c. A suscribir acciones sin derecho a voto a prorrata de su
participación en el capital en los casos de aumento de capital
en los que el acuerdo de la junta general no se limite a la
creación de acciones con derecho a voto o en los casos en que
se acuerdo aumentar el capital únicamente mediante la
creación de acciones sin derecho a voto.
d. A suscribir obligaciones u otros títulos convertibles o con
derecho a ser convertidos en acciones, aplicándose las reglas
de los literales anteriores según corresponda a la respectiva
emisión de las obligaciones o títulos convertibles.

Así la LGS ha establecido en su artículo 97 para sus titulares el derecho a


percibir el dividendo preferencial que establezca el estatuto, además que
tendrían también preferencia en la distribución del remanente del haber
social en el caso de liquidación de la sociedad.

Los accionistas sin derecho a voto también son cautelados, debiendo ser
informados sobre la marcha de la sociedad.

El artículo 97 de la LGS contempla el derecho a percibir el dividendo


preferencial que se establezca en el estatuto. Existiendo utilidades
distribuibles, la sociedad está obligada al reparto del dividendo preferencial.
Finalmente en caso de liquidación de la sociedad, las acciones sin derecho a
voto confieren a su titular el derecho a obtener el reembolso del valor

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nominal de sus acciones descontando los correspondientes dividendos
pasivos, antes de que se pague el valor nominal de las demás acciones.

6. LA TRANSFERENCIA DE ACCIONES EN LA SOCIEDAD


ANÓNIMA Y SU MODALIDAD CERRADA

6.1. La Titularidad de la Acción


Las sociedades anónimas tienen un capital social conformado por el aporte
de sus accionistas y que se encuentra representado en acciones. Estas
acciones determinan el porcentaje o la proporción de la participación de los
accionistas en el capital social.

Es sobre la base de esta proporción que se determinan los derechos de los


accionistas, como su participación en el reparto de dividendos, el peso de su
voto en los acuerdos de la junta de accionistas, etc.

Ahora bien, las acciones son susceptibles de ser transferidas, en cuyo caso,
el adquirente de una acción recibe todo el haz de derechos que representa la
acción adquirida.

Antes de establecer cuáles son los procedimientos para la transferencia de


acciones, debemos tener en claro cómo se determina la propiedad o
titularidad de una acción.

De conformidad con el artículo 91º de la Ley General de Sociedades, la


sociedad considera como propietario de las acciones a quien figure como tal
en el libro de matrícula de acciones.

Como vemos, la sociedad reputará como propietario de las acciones a quien


aparezca en el libro de matrícula de acciones como tal. Pero, esto no implica

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que una transferencia de acciones no sea válida por el hecho de no estar
registrada en el libro de matrícula de acciones.

La falta de anotación de la transferencia en el libro de matrícula únicamente


significa que el adquirente de las acciones no podrá oponer su derecho
frente a la sociedad. Como veremos más adelante, la transferencia surte
efectos entre el transferente y el adquirente desde el momento de la
celebración del contrato de transferencia.

6.2. Formalidades para la Transferencia de Acciones


La transferencia de acciones se realiza mediante la celebración del contrato
de transferencia entre el accionista transferente y el adquirente. El contrato
debe constar por escrito, no siendo obligatorio que se legalicen las firmas de
las partes o que se eleve a escritura pública el contrato, aunque por
seguridad, pueden aplicarse tales formalidades.

El contrato de transferencia debe contener los siguientes elementos


esenciales:
 Identificación de las partes.
 Descripción de las acciones a ser transferidas, indicando su cantidad,
la sociedad cuyo capital representan, valor nominal, cargas o
gravámenes que pudieran existir sobre ellas y la demás información
pertinente.
 Valor de transferencia de las acciones.
 Forma de pago del valor de transferencia.

Dependiendo de la negociación del contrato, situación de las acciones,


intereses de las partes, y otros aspectos, el contrato podrá contener los
pactos que se consideren necesarios, como acuerdos sobre garantías,
solución de controversias, etc.

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Una vez celebrado el contrato, el transferente, el adquirente o ambos, deben
comunicarle a la sociedad, a través de una comunicación simple, que se ha
producido la transferencia de las acciones a fin que la sociedad anote dicha
transferencia en el libro de matrícula de acciones. El responsable por la
veracidad de las anotaciones es el gerente general.

Como hemos señalado anteriormente, el contrato de transferencia surte


efectos desde el momento de su celebración, por lo que, entre las partes, la
transferencia es válida y oponible.

Sin embargo, la Ley General de Sociedades exige que para que la


transferencia sea oponible a la sociedad se le deba comunicar la operación y
que se haga la anotación correspondiente en el Libro de Matrícula de
Acciones.
Así, si la transferencia no es comunicada a la sociedad y no se anota en el
libro de matrícula de acciones, el adquirente no podrá ejercer sus derechos
como accionista, tales como cobrar dividendos, participar y votar en las
juntas de accionistas, solicitar información sobre la marcha de la empresa,
etc.

Entonces, con la celebración del contrato de transferencia y la comunicación


a la sociedad para su correspondiente anotación en el libro de matrícula,
culmina el procedimiento para la transferencia de las acciones.

6.3 Sobre la Inscripción de la Transferencia en Registros


Públicos
Hemos señalado que la transferencia de acciones de una sociedad anónima
no requiere ser inscrita en la partida registral de la sociedad. Pero, es
necesario comprender por qué las transferencias de acciones no requieren
ser inscritas en Registros Públicos.

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La sociedad anónima es una persona jurídica que se constituye por la
voluntad de los accionistas, personas naturales o jurídicas, que mediante el
aporte de bienes o derechos, forman el capital inicial de la sociedad. Este
punto es muy importante, pues debemos tener en claro que la sociedad
anónima es una sociedad de capitales, es decir, es una sociedad en la que la
presencia de los socios se debe a su aporte de capital y no a sus cualidades
personales.

En otras palabras, en la sociedad anónima no tiene relevancia la identidad de


los socios, pues las operaciones que celebra la sociedad se encuentran
respaldadas con el patrimonio de la sociedad y no con el de los socios. En
este mismo sentido, las personas que contratan con la sociedad no lo hacen
por los méritos o cualidades de sus socios, sino por el respaldo patrimonial
de la sociedad y otros aspectos como la calidad de sus servicios o productos,
su posición en el mercado, etc. Pero la regla general es que la identidad de
los socios no es trascendente en las actividades de la sociedad.

Es por estas razones que la sociedad “anónima” lleva ese nombre, pues no
tiene relevancia la identidad de sus socios.

Y por esas mismas razones, la identidad de los socios de una sociedad


anónima no es revelada a terceros mediante su inscripción en Registros
Públicos, sino que, únicamente se registra en el libro de matrícula de
acciones, que es un libro de carácter privado y al que sólo los socios y
funcionarios de la sociedad pueden acceder.

De esta manera, salvo por el acto de constitución en el que aparecen los


socios fundadores, los posteriores cambios en la identidad de los socios no
se inscriben en Registros Públicos.

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6.4. Sobre las Restricciones a la Transferencia
Por regla general, la transferencia de acciones de una sociedad anónima es
libre y sin restricciones, pues como hemos visto, en la sociedad anónima
carece de importancia quienes son titulares de las acciones.

Sin embargo, la Ley General de Sociedades regula la posibilidad de


establecer, a través del pacto social, del estatuto o de convenio entre los
socios, algunas restricciones a esta libre transmisibilidad.

El artículo 101º de la referida Ley, dispone que podrán establecerse


limitaciones a la transferencia de las acciones, siempre que no impliquen
prohibiciones absolutas.

Estas limitaciones a la libre transmisibilidad de las acciones serán de


observancia obligatoria para la sociedad cuando estén contempladas en el
pacto social, en el estatuto o se originen en convenios entre accionistas o
entre accionistas y terceros, que hayan sido notificados a la sociedad. Las
limitaciones se deberán anotar en la matrícula de acciones y en los
respectivos certificados.

6.5. Sobre el Derecho de Adquisición Preferente en la


Sociedad Anónima Cerrada
Además de las restricciones que se pueden establecer en el pacto social, en
el estatuto o mediante convenios entre los accionistas y entre los accionistas
y terceros, la Ley General de Sociedades regula una restricción para la
transferencia de acciones de la sociedad anónima cerrada.

La sociedad anónima cerrada es una forma de la sociedad anónima que ha


sido diseñada para organizaciones en las que el número de accionistas no es
muy grande, por lo que no se permiten más de veinte accionistas, y en las
que suelen existir relaciones de parentesco o de amistad entre los socios.

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Atendiendo a ello, la Ley General de Sociedades establece que para la
transferencia de acciones de una sociedad anónima cerrada, el accionista
transferente debe comunicar a la sociedad su intención de vender sus
acciones, para que la sociedad comunique tal situación a los demás
accionistas y éstos tengan la posibilidad de adquirir dichas acciones en forma
preferente a terceros.

Una vez comunicada la intención del accionista transferente de vender sus


acciones, el gerente de la sociedad debe comunicarlo a los demás
accionistas dentro de los diez días siguientes. Los demás socios tienen un
plazo de treinta días para comunicar si desean adquirir dichas acciones, en
las mismas condiciones en las que han sido ofrecidas a terceros.

Si transcurre el plazo de treinta días y los accionistas manifiestan su negativa


a adquirir las acciones o si no han manifestado su voluntad dentro del plazo,
el accionista transferente quedará en libertad de transferir sus acciones a
terceros.

Cabe señalar que este derecho de adquisición preferente existe por


disposición de la ley, es decir, no es necesario establecerlo en el pacto social
o en el estatuto de la sociedad anónima cerrada. Pero, puede ser eliminado
si así se señala en el estatuto.

6.6. Sobre la Comunicación de la Transferencia a la Sunat


También debemos señalar que además de las formalidades aplicables para
la transferencia de acciones, existe la obligación de comunicar la
transferencia a la Administración Tributaria, en virtud de lo dispuesto por la
Primera Disposición Transitoria y Final del Texto Único Ordenado de la Ley
del Impuesto a la Renta, aprobado por Decreto Supremo Nº 179-2004-EF y a

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Primera Disposición Transitoria y Final del Reglamento de la Ley del
Impuesto a la Renta, aprobado por Decreto Supremo Nº 122-94-EF.

De acuerdo a estas disposiciones, las sociedades anónimas están obligadas


comunicar la emisión, transferencia o cancelación de acciones, dentro de los
diez primeros días del mes siguiente a la fecha de la transferencia, emisión o
cancelación.

La obligación de comunicar la transferencia nace en la fecha en que se


registra en el libro de matrícula de acciones.

7. LA TRANSFERENCIA DE PARTICIPACIONES EN LA SRL

En la Sociedad Comercial de Responsabilidad Limitada (SRL) el capital


social no se encuentra dividido en acciones sino en participaciones. Las
operaciones que se realizan sobre estas participaciones, a diferencia de las
operaciones referidas a las acciones de una sociedad anónima, no se llevan
en un registro de carácter privado como es el libro de matrícula de acciones,
sino que se inscriben en los Registros Públicos.

Por lo tanto, la transferencia de participaciones de una SRL requiere de su


formalización por escritura pública ante notario y de su inscripción en los
Registros Públicos. Así lo establece el artículo 291º de la Ley General de
Sociedades.

Este artículo 291º también regula la existencia del derecho de adquisición


preferente aplicable cuando alguno de los socios desea transferir sus
participaciones a un tercero ajeno a la sociedad.

En efecto, el artículo 291º señala lo siguiente:

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“Artículo 291º.- Derecho de adquisición Preferente
El socio que se proponga transferir su participación o participaciones sociales
a persona extraña a la sociedad, debe comunicarlo por escrito dirigido al
gerente, quien lo pondrá en conocimiento de los otros socios en el plazo de
diez días. Los socios pueden expresar su voluntad de compra dentro de los
treinta días siguientes a la notificación, y si son varios, se distribuirá entre
todos ellos a prorrata de sus respectivas participaciones sociales. En el caso
que ningún socio ejercite el derecho indicado, podrá adquirir la sociedad
esas participaciones para ser amortizadas, con la consiguiente reducción del
capital social.

Transcurrido el plazo, sin que se haya hecho uso de la preferencia, el socio


quedará libre para transferir sus participaciones sociales en la forma y en el
modo que tenga por conveniente, salvo que se hubiese convocado a junta
para decidir la adquisición de las participaciones por la sociedad. En este
último caso si transcurrida la fecha fijada para la celebración de la junta ésta
no ha decidido la adquisición de las participaciones, el socio podrá proceder
a transferirlas.

Para el ejercicio del derecho que se concede en el presente artículo, el


precio de venta, en caso de discrepancia, será fijado por tres peritos,
nombrados uno por cada parte y un tercero nombrado por los otros dos, o si
esto no se logra, por el juez mediante demanda por proceso sumarísimo.

El estatuto podrá establecer otros pactos y condiciones para la transmisión


de las participaciones sociales y su evaluación en estos supuestos, pero en
ningún caso será válido el pacto que prohíba totalmente las transmisiones.

Son nulas las transferencias a persona extraña a la sociedad que no se


ajusten a lo establecido en este artículo. La transferencia de participaciones
se formaliza en escritura pública y se inscribe en el Registro”.

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Como vemos, la Ley General de Sociedades impone varias formalidades
para realizar la transferencia de participaciones de una SRL y en caso de
incumplimiento de tales formalidades, sanciona con nulidad la operación
realizada.

8. LA TRANSFERENCIA DE PARTICIPACIONES EN LA
SOCIEDAD COLECTIVA

La sociedad colectiva es una persona jurídica de responsabilidad solidaria e


ilimitada para los socios, es decir, éstos responden con su patrimonio
personal por las obligaciones de la sociedad, cuando los bienes de ésta no
alcancen.

La duración de la sociedad es de plazo determinado y los socios no pueden


transferir sus participaciones sin el consentimiento de los demás socios.

Al igual que en la Sociedad Comercial de Responsabilidad Limitada, el


registro de las participaciones se lleva en los Registros Públicos, por lo que la
transferencia de las participaciones también requiere de su formalización por
escritura pública ante notario y su inscripción en los Registros Públicos.

Como hemos mencionado, para que se lleve a cabo la transferencia de las


participaciones de un socio, es necesario contar con la aceptación de los
demás socios. Así lo prevé el artículo 271º de la Ley General de Sociedades:

“Artículo 271º.- Transferencia de las participaciones


Ningún socio puede transmitir su participación en la sociedad sin el
consentimiento de los demás. Las participaciones de los socios constan en la
escritura pública de constitución social. Igual formalidad es necesaria para la
transmisión de las participaciones”.

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Es decir, en el caso de la sociedad colectiva nuestra legislación ha
considerado que no era suficiente conceder un derecho de preferencia a
favor de los otros socios, sino que les ha otorgado el derecho de aprobar o
no la transferencia. La razón detrás de esta disposición es que en la medida
que los socios de la sociedad colectiva responden con su patrimonio
personal por las obligaciones de la sociedad, sería inconveniente que en
algún momento un socio, al ver la cuantía de las obligaciones sociales y para
evitar poner en riesgo su patrimonio, le transfiere las participaciones a otra
persona que probablemente no esté en condiciones de asumir las
obligaciones de la sociedad.

Se trata entonces de un mecanismo que busca proteger los intereses de la


sociedad, de los otros socios y finalmente a los terceros que son acreedores
de la sociedad.

9. LA TRANSFERENCIA DE PARTICIPACIONES Y ACCIONES


EN LA SOCIEDAD EN COMANDITA

La sociedad en comandita es una persona jurídica en la que existen dos


tipos de socios. Los comanditarios que aportan dinero o bienes y que tienen
responsabilidad limitada por las obligaciones de la sociedad. Los socios
colectivos que aportan sus servicios o trabajo y responden de manera
solidaria e ilimitada.

La sociedad puede ser en comandita simple, que representa su capital en


participaciones, y la sociedad en comandita por acciones que representa su
capital en acciones.

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Dada la complejidad de este tipo societario, las reglas para la transferencia
de las participaciones y de las acciones, de ser el caso, son bastante
complejas también.

En el caso de la sociedad en comandita simple, la transferencia de las


participaciones de los socios colectivos requiere del acuerdo unánime de los
socios colectivos y de la aprobación por la mayoría absoluta de los socios
comanditarios computando sus votos por capitales. Para la transferencia de
las participaciones de los socios comanditarios es necesario el acuerdo de la
mayoría absoluta computada por persona de los socios colectivos y de la
mayoría absoluta de los comanditarios computada por capitales.

Siendo participaciones, su transferencia se debe formalizar por escritura


pública ante notario y se debe inscribir en los Registros Públicos.

Tratándose de la sociedad en comandita por acciones, la transferencia de las


acciones pertenecientes a los socios colectivos no podrá realizarse sin el
consentimiento de la totalidad de los colectivos y el de la mayoría absoluta,
computada por capitales, de los comanditarios. La transferencia de las
acciones de los socios comanditarios es libre, salvo las restricciones que se
hubieran previsto en el pacto social.

En la medida que a la sociedad en comandita por acciones se le aplican las


reglas de la sociedad anónima en lo concerniente al manejo de las acciones,
su transferencia se formaliza por documento privado y se debe anotar en la
matrícula de acciones que debe llevar la sociedad, es decir, no se inscribe en
los Registros Públicos.

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10. LA TRANSFERENCIA DE PARTICIPACIONES EN LA
SOCIEDAD CIVIL

Es una persona jurídica que se constituye para ejercer una actividad


profesional, oficio o práctica común entre los socios.

Puede ser ordinaria o de responsabilidad limitada. En la ordinaria los socios


responden de manera personal y subsidiaria por las obligaciones de la
empresa. Esto quiere decir que primero se paga con el patrimonio de la
empresa y si éste no alcanza, responden los socios. El capital se constituye
con aporte en bienes o dinero, pero es posible que algunos socios aporten
servicios o su trabajo, con lo cual sus utilidades se determinarán sacando un
promedio de las utilidades de los socios capitalistas.

Para la transferencia de las participaciones, el artículo 298º de la Ley


General de Sociedades dispone que es necesario el consentimiento de todos
los socios. De la misma manera, considerando que en la sociedad civil los
aportes pueden estar conformados por el trabajo del socio, no es posible que
se haga sustituir por otra persona en el desempeño de su profesión u oficio
sin la aceptación de los demás socios.

Las participaciones de la sociedad civil se registran en los Registros


Públicos, por lo que su transferencia debe formalizarse por escritura pública
e inscribirse en los Registros Públicos.

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