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Por nuestra influencia y enseñanzas, podemos ayudar a niños y

jóvenes a cultivar un carácter similar al de Cristo.


Cuando nacen, los niños son las criaturas más dependientes e indefensas de todas; al mismo
tiempo, son lo más dulce y sublime del mundo… Su alma es tan inmaculada como una hoja
de papel blanco en la cual se van a escribir las aspiraciones y los logros de toda una vida21.
Igual que un niño que crece físicamente comiendo a intervalos regulares, respirando
continuamente aire fresco, descansando a determinadas horas, así también el carácter se
forma con pequeñas cosas, contactos diarios, una influencia aquí, un hecho o una verdad
allá22.
Nuestro carácter se forma fundamentalmente en el hogar. La familia es una organización
divina; el deber más importante del hombre en esa familia es criar varones y niñas que
posean salud corporal, una mente vigorosa y, lo que es superior, un carácter similar al de
Cristo. El hogar es la fábrica donde se producen esos frutos23.
Los maestros y otros que capacitan a los niños y jóvenes, que crean y forman la atmósfera
en la cual vive la gente, son de valor infinito para la comunidad. Las flores embellecen y
perfuman durante corto tiempo, luego se marchitan y mueren, y desaparecen por completo;
pero los niños que, gracias a la instrucción de maestros nobles, absorben los principios
eternos de verdad irradian una influencia para bien que, como su propia alma, vivirá para
siempre24.
Sugerencias para el estudio y el análisis
 ¿Cuáles son los atributos que se destacan en el carácter del Salvador? (Véanse las
págs. 238–239.) ¿Cómo podemos incorporar en nuestra vida esos rasgos?

 ¿En qué sentido son los pensamientos nobles una base para formar un carácter
similar al de Cristo? (Véanse las págs. 240–241.) El presidente McKay dijo: “Díganme qué
piensan cuando no tienen que pensar, y les diré lo que son”. ¿Cómo explicaría usted esas
palabras? ¿Qué debemos hacer para tener pensamientos puros?

 ¿Cuáles son algunas “pequeñas cosas” de su vida que le han ayudado a formar su
carácter? ¿Qué puede hacer día a día para asemejarse más a Cristo? (Véase D. y C. 64:33.)

 La obediencia al Evangelio de Jesucristo, ¿de qué modo puede ser un factor esencial
para fortalecer el carácter? (Véase la pág. 242.) ¿Cómo contribuyen a ese desarrollo el
dominio propio y el servicio a los demás? (Véase la pág. 242.)

 Los padres y los maestros, ¿qué podemos hacer para ayudar a los niños y jóvenes a
formar un carácter similar al de Cristo? (Véanse las págs. 243–244.)

Pasajes relacionados: Filipenses 4:8; Mosíah 4:30; 3 Nefi 27:27; D. y C. 64:33; 93:11–14.

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