¿Violencia Escolar o Violencia en la
Escuela?
Últimamente el tema de la
violencia escolar esta en la mesa de
todos los debates. Vemos en los
noticieros chicos que golpean a sus
maestras, grupos de alumnos que
golpean a otros, peleas callejeras, e
infinidad de hechos violentos que nos
obligan a reflexionar sobre la realidad
actual.
La escuela y sus actores
(maestros, directivos, etc.) se ven
desbordados por estos hechos y no se
sienten preparados para dar algún tipo
de “solución”. Las familias, por su
parte, tampoco encuentran una
“solución” y es común escuchar: “ya no
se que hacer con este chico”. Es así
como nuestros niños y adolescentes no
encuentran un espacio de contención
que les brinde la posibilidad de
encontrar otras formas de resolución de
los conflictos.
Como sociedad estamos
atravesando un tiempo de dificultades,
donde falta el trabajo, los salarios no
son suficientes, e incluso los mismos
adultos que deberíamos poder contener
a niños y jóvenes, no encontramos
espacios de contención para nosotros
mismos.
Hablar de “violencia escolar” es
pretender reducir un problema complejo
atravesado por múltiples variables al
ámbito en donde se expresa. Hoy
vivimos en una sociedad violenta, hay
violencia familiar, violencia
institucional, en fin, violencia social. La
agresión en sus múltiples formas se ha
convertido en la modalidad más fácil
para solucionarlo todo. Y es necesario
poder ampliar la mirada y desnaturalizar
las prácticas violentas que
cotidianamente llevamos a cabo como
papás, como maestros, en fin, como
adultos responsables del cuidado de
nuestros niños y jóvenes. Es necesario
que hagamos una mirada hacia nosotros
mismos, o acaso, ¿No es violento llegar
a casa del trabajo e ignorar a nuestros
hijos que han estado todo el día
esperándonos? ¿No es violento que ante
cualquier pedido respondamos con un
NO rotundo? ¿No es violento para
nuestros hijos que en la escuela la única
palabra válida sea la de los adultos? ¿No
es violencia la descalificación o la
discriminación ante la diferencia?
Entonces, antes de juzgar a
nuestros hijos tomémonos unos minutos
para pensar y reflexionar a cerca de
nuestra propia violencia, y seguramente
encontraremos que hay algo en
nuestros hijos que no han podido
expresar, algún sentimiento
contradictorio que los angustia, quizás
se encuentren en una situación que los
perturba y los desborda y no encuentran
la manera de solucionarlo, o las
herramientas para enfrentarse a las
dificultades del medio. Quizás antes nos
han dado señales que no hemos logrado
visualizar y esto es lo único que han
podido hacer para continuar. Tal vez
esto nos suene conocido, porque en una
realidad tan cambiante y problemática
como la que nos toca vivir es
tristemente común no encontrar
espacios para expresarnos y ser
entendidos, tanto adultos como niños y
adolescentes transitamos por esta falta
de espacios.
Es necesario lograr construir
estos espacios de contención, de
escucha, de reflexión y de búsqueda,
para que podamos lidiar con las
dificultades de cada día sin caer en
seudo soluciones, que no nos llevan a
ningún lado.
 Ana Carolina Moriconi
Lic. Y Prof. en Psicología
Psicoterapeuta Guestáltica
Docente Universitaria
M.P.: 5562