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Unidad 1

1. El Derecho del Consumidor.


a. Fundamentos de la defensa del consumidor: el principio protectorio. Evolución
i. El principio favor debitoris.
En los Derechos primitivos la obligación se confundió con la idea de sometimiento del deudor: el crédito
era un señorío sobre determinados actos de conducta del obligado de un modo similar al derecho real; el
acreedor estaba facultado para ejercitar la fuerza sobre el deudor y aún su familia, obligándolos a trabajar
para él.
La suavización de estos rigorismos supuso un cambio: progresivamente el deudor dejó de ser cosa para ser
persona.
Gradualmente se fue conformando un núcleo de principios protectorios: favor libertatis, favor debitoris,
contra stipulatorem.
La regla favor libertatis es de inspiración penal. Aparece en la obra de Pothier, en la duda, una cláusula
debe interpretarse contra quien la ha estipulado y en liberación de quien se ha obligado. La regla de la
interpretación contra stipulatorem surge en el Derecho Romano, ya que existía la estipulatio como forma
adhesiva.El CC argentina, en su redacción originaria, no consagró regla alguna en materia de interpretación
contractual, remitiéndose en ello a lo que ya se había regulado en el CCom en su art. 218, inc. 7º, que en
casos dudosos las cláusulas ambiguas deben interpretarse siempre en favor del deudor, en el sentido de la
liberación, lo que permitió interpretar que hay un principio favor debitoris.
Durante este extenso período histórico el sujeto protegido era el deudor.
ii. El principio favor debilis.
En la sociedad moderna se advirtió que muchos deudores son fuertes y otros acreedores son débiles.
Podemos señalar que ya no se trata de un favor debitoris, sino de un favor debilis, ajustando el principio a
las nuevas demandas que presenta la sociedad.
iii. De la obligación a la tipicidad contractual.
La protección se basó en la noción de obligación, ya que tanto el acreedor como el deudor son sujetos
activo y pasivo de la relación obligatoria.
Notamos un cambio importante: la legislación protectoria de mediados del siglo XX se dirige a categorías
amplias de sujetos (trabajadores, locatarios, tomadores de préstamos destinados a vivienda, adquirientes
de lotes, etc.).
La protección dejó de ser individualizada y casuística, ya que abarca a toda una clase de sujetos. El
elemento que se toma en cuenta es la tipicidad contractual: los trabajadores en el contrato de trabajo, los
locatarios en la locación, etc.
iv. El principio en favor del consumidor.
En los últimos treinta años del siglo XX surge la noción de consumidor, se relaciona con el acta de consumo,
y no específicamente con la calidad de acreedor o deudo en una obligación, Engloba a una cantidad de
contratos disímiles, de actos jurídicos unilaterales y de hechos jurídicos.
Toma en cuenta específicamente la posición de debilidad estructural en el mercado. En el Derecho del
consumidor, el elemento activante surge de una posición permanente, no del sujeto sino del rol
socialmente definido (no es necesario que el sujeto esté permanentemente consumiendo para que sea
consumidor. Es suficiente que ocupe el rol de consumidor en un acto).
El grupo de los consumidores es heterogéneo y poco cohesionado. Esta debilidad estructural da lugar al
Derecho protectorio de los consumidores.
v. El estatuto de la persona como límite de la relación jurídica.
Los criterios para basar el principio protectorio siguen cambiando y siempre en sentido expansivo.
Muchas legislaciones consumeristas han receptado la protección del familiar, el invitado, o el grupo
vinculado con el consumidor.
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La expansión del principio protectorio tiende a basarse en criterios más amplios, entre los cuales han sido
mencionados los siguientes:
1. El “individuo particular”: con esta noción se supera la noción de consumo y se la sustituye por calidad de
vida.
2. El individuo no profesional: Se parte del supuesto de que la relación experto y profano produce una
asimetría en el nivel de conocimientos que justifica la protección.
3. La persona: sostiene la división entre contratos entre personas y de empresas. Se derivan importantes
elementos:
a. La empresa que no cumple es excluida del mercado, mientras que la persona no puede ser excluida del
mercado;
b. Existen límites a la ejecución por incumplimiento;
c. La persona acreedora tiene expectativas más amplias que las que reconoce el estatuto del acreedor
común;
d. Las relaciones jurídicas no pueden constituirse en un modo de restricción de aspectos esenciales de la
autonomía personal.
vi. La protección de los excluidos.
1. Protección basada en el derecho de acceso a los bienes privados.
El funcionamiento del mercado actual presenta una falla estructural, puesto que es incapaz para
satisfacer a un grupo de gente que queda excluido, cuya magnitud es variable.
El Derecho Privado está contaminado por este problema. Por esta razón existe una serie de normas, de
carácter protectorio que no se basan en la posición de acreedor, ni deudor, ni de contratante en un vínculo
típico, ni en el acto de consumo, porque hay sujetos que no llegan a consumir.
La protección se basa en el derecho a bienes fundamentales que el individuo necesita para desempeñarse
mínimamente en sociedad: libertad, trabajo, vivienda, educación, salud. Estos derechos son pre-
democráticos; son un mínimo social y una garantía estatal mínima.
2. El acceso a la justicia.
Se han identificado obstáculos al acceso a la justicia:
̶ Económico: por el cual muchas personas no tienen acceso a la justicia en virtud de su pobreza;
̶ Organizativo: por el cual los intereses colectivos o difusos no son eficazmente tutelables.
̶ Procesal: por el cual los procedimientos tradicionales son ineficaces para encauzar estos intereses.

Así asistimos hoy a una gran evolución en el Derecho Procesal. Una de las técnicas es bajar costos:
̶ Los que tiene el reclamante,a fin de que pueda accionar sin obstáculos económicos;
̶ Los que se ocasionan a la estructura judicial,por ejemplo, en el caso de los intereses individuales
homogéneos,que permiten disminuir la cantidad de juicios relativos a un mismo objeto.
̶ Algunas reglas de Derecho sustantiva cumplen también una función económica. La regla in dubio pro
damnato en la responsabilidad cumple esa función.
̶ Finalmente están los que tiene el demandado para su defensa. Se ha trabajado mucho en los costos
judiciales que el demandado carga cuando gane, y por ello se establecen topes máximos para las costas
(conf. Ley 24.432).
3. El acceso al consumo.
El derecho de acceso al consumo es una “prerrogativa primaria de los consumidores, frente a los
empresarios y al propio Estado, pues es menester que los gobiernos garanticen a todos los sectores de la
población, su participación en el mercado”. Las Naciones Unidas enumeran -art. 3- entre otras garantías
de los consumidores, la promoción de los intereses económicos y el denominado “derecho de acceso al
consumo”. En cuanto a las técnicas para hacer efectivas estas garantías, se puede señalar aquellas que
proponen una intervención en el mercado, mediante normativas de Derecho Público que regulan la
oferta. En Argentina, la denominada Ley de Abastecimiento 20.680 regula la satisfacción de necesidades
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comunes o corrientes de la población, comprendiendo los procesos y etapas de la actividad económica
pertinente.
En el ámbito exclusivo del Derecho Privado también existe una legislación del tipo “rampa de acceso”. Así
se consagran deberes precontractuales de buena fe, de información, de publicidad no engañosa, la
obligatoriedad de la publicidad realizada al público.
b. Vulnerabilidad.
La vulnerabilidad del consumidor es la que justifica la aplicación del principio protectorio constitucional.
En primer lugar presentamos una sistematización del orden público, distinguiendo cuatro funciones:
a) Garantía del consentimiento pleno: orientado a corregir obstáculos a la manifestación de voluntad –
error, dolo, violencia, deberes de información, regulación de la publicidad-.
b) Garantía de protección de la parte débil: encaminada a obtener una garantía procesal y objetiva en la
igualdad de oportunidades.
c) Orden público de coordinación: busca la adecuación a los valores esenciales del ordenamiento jurídico,
mediante standards como la socialidad del contrato, buena fe, etc.
d) Orden público de dirección: al que le interesan las externalidades contractuales, desde la perspectiva de
la organización jurídico-económica del Estado.
i. Orden público
1. El orden público como garantía procedimental al consentimiento pleno.
El respeto de la autonomía privada admite límites y excepciones.
El primer límite se refiere a una serie de dispositivos destinados a garantizar que efectivamente se
expresa la autonomía privad: el legislador se ocupa de que exista un consentimiento pleno.
Esta garantía protege al emisor de la declaración de voluntad: el error, dolo, violencia, y la lesión
responden a este propósito.
Esta garantía protege al receptor: el principio de confianza o buena-fe lealtad ha llevado a la elaboración
de nociones como recongnoscibilidad del error, consentimiento presunto, venire contra factum proprio
non valet. La voluntad, así, se conforma cada vez menos en base a las intenciones no comunicadas,
dándose prevalencia a la declaración.
Es importante poner de relieve que se trata de normas que modifican la voluntad en estado pura, ya sea
porque protegen al emisor o porque siendo recepticias se ocupan de a situación del destinatario.
2. El orden público de protección de la parte débil.
a. Definición y finalidades.
Las partes pueden haber emitido correctamente su declaración y expresado el consentimiento, peor hay
una desigualdad económico-social en virtud de la cual no hay discusión, sino mera adhesión.
Lo que se pretende con este orden público es proteger a una de las partes restableciendo el equilibrio
contractual.
Sus características son:
̶ Se constata que hay una “falla estructural en el mercado”, y se ayuda a corregirla.
̶ Lo que interesa son las situaciones de poder, y no la existencia de formularios preredactados.
̶ No se toma en cuenta a un contratante, sino a una clase de ellos; la regulación se aplica a los
trabajadores, los adquirientes y locadores de viviendas, y en general, los consumidores.
̶ Se pretende asegurar una igualdad de oportunidades para que las partes puedan expresar su
consentimiento.
̶ La intervención tiene vocación de permanencia; no es coyuntural o transitoria; tiende a durar aunque
no sea inmutable.
̶ Es una garantía procesal y objetiva en la igualdad de oportunidades para expresar el consentimiento.
b. La imposición de obligaciones.
Puede el legislador imponer obligaciones a las partes, en atención a que ellas mismas no lo harán.

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El orden público de protección vino principalmente a través de la legislación especial, por ejemplo: las
locaciones urbanas con destino a vivienda, la compraventa de lotes, prehorizontalidad, etc.
c. El contrato colectivo.
Finalmente puede ocurrir que el legislador sustituya a las partes, permitiendo la negociación colectiva.
Así sucede entre obreros y patronos desde la sanción de la ley 14.250, y se propone que ocurra lo
mismo entre empresarios y consumidores, como lo regula la ley brasileña.
3. El orden público de coordinación.
a. Concepto.
El orden público de coordinación es un conjunto de normas imperativas que controla la licitud del
pactado por las partes, se refiere a principios mínimos: la persona, sus atributos, la moral y las buenas
costumbres, la libertad de comercio.
Este mínimum inderogable se distingue del orden público de protección en que se refiere al objeto y a la
causa y no al proceso de formación de consentimiento.
Se diferencia del orden público de dirección porque lo que éste se propone es lograr objetivos
económicos-sociales, y su límites es justamente este orden público constituido por las garantías
mínimas.
Este tipo de intervención se ha hecho a través del objeto, en sus caracteres de posibilidad, licitud y
causa.
b. Normas prohibitivas.
En el CC de Vélez se advierte disposiciones de este tipo:
̶ Cuando se trata de proteger los atributos de la persona, la moral y las buenas costumbres, a través del
instituto de la ilicitud del objeto.
̶ Cuando se regula al patrimonio, como atributo de la persona, por ejemplo prohibiendo la donación de
todos los bienes presentes.
̶ Cuando se protege el libre comercio de los bienes.
4. El orden público de dirección.
En muchas constituciones y numerosas leyes especiales se ha constituido un “orden público económico”
obligatorio. Cuestiones atenientes al comercio exterior. Derecho de la competencia, cambiario,
impositivo, son imposiciones que se hacen a los contratantes y que recortan sus posibilidades de
actuación.
Todo ello da una idea de cierta dirección, cierto modo de organizar económicamente una sociedad, que
aparece nítidamente expresada en la Carta Constitucional, en las leyes inferiores, en la tradición jurídica.
El distingo entre orden público de dirección y el de protección puede encerrar algunas dificultades. La
distinción debe hacerse en base a los siguientes parámetros:
̶ Al orden público de protección le interesa la justicia conmutativa, constituyendo una garantía de
igualdad para que las partes puedan acceder al contrato.
̶ Al orden público de dirección le interesan las externalidades contractuales, es decir, aquellos aspectos
que influyen sobre los demás. No son las partes contractuales las que le interesan, sino los terceros. En
este caso no importa una clase, sino a una generalidad de sujetos.
̶ El orden de dirección es variable en su contenido porque las situaciones con cambiantes, mientras que el
orden de protección refiere a cuestiones estructurales y es más durable.
ii. Vulnerabilidad del consumidor.
1. La noción de vulnerabilidad.
¿Por qué causa se protege? Existe un supuesto de hecho que es el que demanda la protección: un estado
de riesgo colectivo o de una clase o grupo, que el Derecho atiende especialmente.
Veremos algunas de sus características:
a. La noción de vulnerabilidad define el supuesto de hecho de la norma de protección.

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b. Vulnerable es un sujeto que es débil frente a otro en una relación jurídica, y por ello necesita protección
del Derecho. Es una situación de riesgo especial en la vida privada.
c. La vulnerabilidad es una desigualdad específica: Pueden identificarse una serie de sujetos desiguales en
la sociedad; puede identificarse una serie de sujetos que compartan un término de desigualdad, pero la
vulnerabilidad se refiere al impacto que este elemento tiene sobre la relación jurídica. En este sentido la
vulnerabilidad impacta en la teoría de la conducta y sobre todo en la referida a la elección racional, ya
que la vulnerabilidad es un presupuesto de la racionalidad.
d. La elección racional requiere la ausencia de vulnerabilidad. La vulnerabilidad afecta al presupuesto de
elección racional y por eso no se pueden aplicar las normas generales a los diferentes.
e. La vulnerabilidad es un aspecto de la desigualdad, y se refiere a una desigualdad de recursos que el
sujeto tiene para relacionarse con los demás.
f. La vulnerabilidad puede ser actual o potencial: hay sujetos que son habitualmente débiles y otros que
no siéndolo son susceptibles de ser debilitados, como ocurre en un contrato de larga duración a lo lago
de la cual el sujeto va cediendo paulatinamente sus derechos y resignando posiciones.
g. La vulnerabilidad puede ser general o especial: en el primer caso se refiere a la existencia de una
categoría de sujetos que están en situación débil, mientras que en el segundo hay un sujeto que lo es en
forma diferente.
h. La vulnerabilidad puede ser estructural o coyuntural: en el primer caso es una debilidad que surge de
una falla en el sistema de reglas del mercado, que afecta de modo estable a un grupo de individuos; en
el segundo es la debilidad frente a una situación, como ocurre con el enfermo que requiere de servicios
de salud urgentes.
2. Tipos de vulnerabilidad.
Pueden identificarse los siguientes tipos de vulnerabilidad
a. Vulnerabilidad económica.
En el mundo de la economía real hay diferencias económicas entre los oferentes de bienes y servicios y
los consumidores, que han motivado el surgimiento de normas de protección para neutralizarlas.
Este tipo de vulnerabilidad es social y económica, y por ello se la ha denominado fáctica. Puede
presentar dos facetas:
I) El oferente: se trata de una falla del mercado en la que hay monopolio o posición dominante, limita
considerablemente las decisiones que puede tomar un consumidor. Esta estructura se puede dar de
modo general (cuando se trata de oferentes monopólicos o cuasimonopólicos) o especial (cuando se
produce una cautividad especial en una relación jurídica. Este afecto se logra mediante contratos de
larga duración y conexos.
II) El consumidor: el consumidor normal puede comportarse racionalmente si tiene información
adecuada. Sin embargo, hay consumidores que están por debajo del standard normal, y sufren coacción
económicos que les impide actuar libremente. Para corregir estas situaciones el Derecho tiene normas
protectorias.
b. Vulnerabilidad cognoscitiva.
“Experto frente al profano”- Alterini.
El problema de la información es central en las sociedades actuales, ya que los productos son complejos,
las relaciones distantes y es muy difícil actuar en este contexto. Por otra parte, el mercado no reparte la
información en forma abundante, sino que, por el contrario, siendo un bien valorado, los actores tratan
de apropiarse del mismo y cuidarlo.
En este plano pueden identificarse situaciones especiales:
i. Vulnerabilidad técnica: en este caso, el comprador no posee conocimientos específicos referidos al
bien o servicio.

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ii. Vulnerabilidad jurídica: en este caso hay una falta de conocimientos jurídicos específicos, o existe un
falta de experiencia en la contratación. El consumidor en este caso firma contratos con cláusulas
sorpresivas, abusivas, contrae obligaciones engañado por lo que la propaganda sugiere.
iii. Vulnerabilidad en el comercio electrónico: estas asimetrías se acentúan en el campo de la economía
digital y de la información, en las que el consumidor se enfrenta a productos que están constituidos
por “información”, lo que instaura una nueva diferencia cualitativa.
El producto que está constituido por información es:
̶ Intangible, y por ello es renuente a la comprobación empírica que el consumidor está acostumbrado
a efectuar como prueba de fiabilidad;
̶ Hermético, en el sentido de que presenta una ajenidad respecto de la posibilidad de conocerlo en
base al grado de conocimiento que ya se tiene respecto a otros productos;
̶ Es cambiante y flexible, y, por lo tanto, de poco sirve la experiencia anterior.
2. Fuentes y futuro del Derecho Consumidor.
a. Jerarquía de fuentes. Conflictos de normas.
Para comprender el Derecho del consumidor y la extensión con que deben ser aplicadas sus reglas, es
necesario establecer su rango normativo y las relaciones con leyes estudiadas por otras disciplinas.
Para decidir esta cuestión es necesario calificar adecuadamente el sistema de fuentes que da lugar al
Derecho del Consumidor y calificar la estructura lógica de sus normas.
b. Prioridad de la Constitución.
El principio protectorio de rango constitucional es el que da origen y fundamente el Derecho del
consumidor. No es la ley, sino la CN la que es la principal fuente del Derecho consumerista. Se trata de
uno de los “derechos civiles constitucionalizados”.
De esta fuente surgen rasgos normativos, en especial su operatividad.
La interpretación dominante es que no es necesaria una ley que reglamente el derecho para poder
invocar su aplicación en el caso concreto. En este sentido se ha dicho que la norma del artículo 42 de la
CN pone en cabeza de los consumidores y usuarios derechos plenos. Lo que significa que el juez pueda
aplicarlos en el caso concreto y que su eficacia no está condicionada.
Las normas programáticas son meros programas. Son aspiraciones que pueden ser desarrolladas en un
tiempo no establecido de antemano y que no conceden una titularidad en los individuos y grupos.
El destinatario de esas normas es el Estado, y precisan de una especificación, ya que son muy generales.
Estas reglas están en las constituciones, tratados u otras leyes.
En cambio, las operativas son inmediatamente aplicables, sin necesidad de una reglamentación posterior
y están dirigidas directamente al ciudadano o a los grupos, que pueden invocarlos en sus pretensiones.
En cambio, las operativas son inmediatamente aplicables, sin necesidad de una reglamentación posterior
y están dirigidas directamente al ciudadano o a los grupos, que pueden invocarlas en sus pretensiones.
En cambio, los derechos económico-sociales, que constituyen obligaciones de hacer por parte del Estado,
no son operativos.
i. Jurisprudencia de la CSJN.
La CSJN ha dictado una gran cantidad de sentencias en las que expresamente reconoció el carácter
operativo de los derechos fundamentales.
En la sentencia “Itzcovich” (voto Lorenzetti)se dijo que “todos los individuos tienen derechos
fundamentales con un contenido mínimo para que puedan desplegar plenamente su valor eminente
como agentes morales autónomos, que constituyen la base de la dignidad humana, y que esta Corte debe
proteger”. “Estos principios son recibidos en la CN, al establecer la regla de la igualdad (art. 16) y,
justificar la distribución diferenciada a través de medidas de acción positiva destinadas a garantizar la
igualdad real de oportunidades”.

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c. El principio de interpretación más favorable al consumidor y jerarquía de normas.
Dicho principio es protectorio y constitucional, justamente proviene de la “constitucionalización del
derecho privado”.
El art. 3º de la ley 24.240 reformado por la ley 26.361 dice: “las disposiciones de esta ley se integran con
las normas generales y especiales aplicables a las relaciones de consumo, en particular la Ley 25.156 de
Defensa de la Competencia y la Ley 22.802 de Lealtad Comercial o las que en futuro las reemplacen […]
Las relaciones de consumo se rigen por el régimen establecido en esta ley y sus reglamentaciones isn
perjuicio de que el proveedor, por la actividad que desarrolle, esté alanzado asimismo por otro normativo
específico”.
i. Autonomía del microsistema.
El microsistema es un “cotejo de normas” según la docente.
La primera regla que establece el texto se refiere a la aplicación de la ley, y señala que debe efectuársela
de modo integrado con las normas generales y especiales aplicables a las relaciones de consumo. No dice
que se integra con otras leyes, sino con las vinculadas al consumidor, con lo cual se reconoce la
autonomía del microsistema.
El Derecho de los consumidores es un microsistema legal de protección que gira dentro del sistema de
Derecho Privado, con base en el Derecho constitucional. Por lo tanto, las soluciones deben buscarse, en
primer lugar, dentro del propio sistema, y no por recurrencia a la analogía.
El microsistema está compuesto por las siguientes normas:
̶ La norma constitucional
̶ Los principios jurídicos y valores del ordenamiento, ya que el microsistema es de carácter
“principiológico”, que debe prevalecer la interpretación de los principios favorables al consumidor (art.
3º); {la docente señaló sólo el CCC}
̶ Las normas legales infraconstitucionales, sea que exista un Código o un “estatuto del consumidor”.
ii. La interpretación más favorable. (in dubio pro consumidor)
Actualmente contemplada en el art. 1094 CCC.
Art. 1094.- “Interpretación y prelación normativa”. Las normas que regulan las relaciones de consumo
deben ser aplicadas e interpretadas conforme con el principio de protección del consumidor y el de
acceso al consumo sustentable. En caso de duda sobre la interpretación de este Código o las leyes
especiales, prevalece la más favorable al consumidor.

Art. 3º de la ley 24.240 — Relación de consumo. Integración normativa. Preeminencia. Relación de


consumo es el vínculo jurídico entre el proveedor y el consumidor o usuario.
[…] En caso de duda sobre la interpretación de los principios que establece esta ley prevalecerá la más
favorable al consumidor […].
d. Conflictos con otras leyes especiales.
i. Prioridad frente a leyes especial.
Uno de los problemas más frecuentes que se producen en el Derecho del consumidor es la colisión con
otras normas que regulan actividades específicas de los proveedores. Tales son las leyes referidas a la
actividad bancaria, de seguros, medicina prepaga, telefonía, etc., que regulan lo que hace el proveedor y,
en numerosos casos, pretenden aplicarse a la relación de consumo.
La ley 24.240 provee una regla general que soluciona estos conflictos, siguiendo en gran medida el criterio
establecido en el precedente citado.
ii. Prioridad en materia de prescripción.
La ley 24.240 (art. 50): “Las acciones judiciales, las administrativas y las sanciones emergentes de la
presente ley prescribirán en el término de tres años. Cuando por otras leyes generales o especiales se

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fijen plazos de prescripción distintos del establecido precedentemente se estará al más favorable al
consumidor o al usuario”.
iii. Opción frente a los órganos jurisdiccionales en la administración.
La ley 24.240 (art. 25) dispone que “Los usuarios de los servicios podrán presentar sus reclamos ante la
autoridad instituida por la legislación específica o ante la autoridad de aplicación de la presente ley”.
Existen leyes que disponen, con distinto grado, la exigencia de promover procesos ante los organismos de
control, que toman decisiones, lo cual puede generar una colisión con las normas el Derecho del
consumidor.
El criterio de la Corte consiste en convalidad esos órganos siempre que su existencia sea justificada en
algún motivo razonable, se asegura su imparcialidad e independencia y haya control judicial amplio y
suficiente.
La ley 26.361 reconoce la existencia de organismos de este tipo.
iv. Leyes que regulan servicios públicos.
La ley 24.240 se aplica toda clase de servicios públicos como el transporte, la provisión de energía
eléctrica, gas, telefonía, etc. En este sentido es indiferente si el servicio está a cargo del Estado o ha sido
privatizado. La ley contiene una regulación específica que se refiere a los servicios públicos domiciliarios,
pero ello no implica excluir a los demás, porque lo que define el campo regulatorio es la relación de
consumo, definida de modo muy amplio en el art. 3º de la ley.
La aplicación de la Ley de Defensa del Consumidor a los servicios públicos presenta particularidades muy
relevantes, que obligan a tener e cuenta las diversas normas jurídicas existentes y su jerarquía.
Es necesario efectuar una interpretación armónica entre las normas constitucionales que protegen la
propiedad y el comercio por un lado, y la que tutela a los consumidores por el otro.
En segundo lugar, hay que tener en cuenta la “cláusula de comercio” cuando se trata de servicios
interjurisdiccionales (art. 75 CN), lo que obliga a compatibilizar el Derecho federal y el Derecho común, así
como las jurisdicciones exclusivas y concurrentes.
En tercer lugar, es preciso considerar considerar las leyes que regulan los distintos servicios y la normativa
que emana de los organismos de control; tanto en el ámbito nacional como en el provincial.
v. Código Aeronáutico.
La ley 24.240 disponía (art. 63) que para el caso de transporte aéreo se aplicaban las normas del Código
Aeronáutico, los tratados internacionales y supletoriamente, dicha ley. Este texto fue derogado por el art.
32 de la ley 26.361, pero fue observado por el decreto 565/2008, con lo cual quedó subsistente.
Esta solución se relaciona específicamente con los límites de la reparación establecidos en el Código
Aeronáutico y en la legislación internacional, que ha sido motivo de impugnación en muchos países,
aplicando la Ley de Defensa de los Consumidores. En el caso argentino, la ley consumerista es de
aplicación supletoria, con lo cual rige el límite indemnizatorio.
vi. El orden público.
La ley es calificado como de orden público (art. 65). La jurisprudencia ha dicho que “la ley 24.240 es de
orden público, el cual se encuentra indisolublemente ligado al orden social en tanto conjunto de
condiciones económicas, sociales, culturales e institucionales vitales para una comunidad humana”. En el
mismo sentido: “La ley 24.240 de Defensa al Consumidor, conforme sus fines y lo establecido
expresamente n su artículo 65, es de orden público y esto último implica un conjunto de principios de
orden superior”.
e. El Derecho del consumidor y el Código Civil y Comercial.
Ahora el CCC lo contiene.

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Unidad 2
1. Los derechos de los consumidores.
a. Régimen legal. Constitución Nacional y Provincial.
Los derechos del consumidor son una especie del género “derechos humanos”. Son reconocidos en cartas
constitucionales y tratados, denominados derechos “fundamentales”. Al aplicárselos en el Derecho Privado,
han recibido el nombre de “derechos personalísimos”. Las tres designaciones corresponden a una sola
categoría referida a derechos que tiene el ser humano, anteriores incluso al Estado. Este fenómeno se da
con relación a los derechos del consumidor, que tienen reconocimiento en cartas políticas, como parte de
los derechos humanos; Constitucional, como subcategoría de los derechos fundamentales, y dentro del
Privado en ámbitos diferentes (contratos-responsabilidad).
En virtud de ello podemos distinguir:
̶ Los derechos humanos como declaraciones políticos, que constituyen un marco general de orden
axiológico.
̶ Los derechos fundamentales que permiten su aplicación al caso mediante la operatividad directa, en
grado de derechos subjetivos o reglas institucionales de orden público.
̶ Los derechos personalísimos, que se aplican a las relaciones privadas, como derechos subjetivos.
Cabe señalar los siguientes aspectos:
1) Constituyen un mínimo inderogable: tienen base constitucional. Por lo que u contrato o una ley pueden
reconocerlos de modo adicional, pero no pueden ignorarlos o reducirlos.
2) Pretensiones de operatividad: algunos de estos derechos dan lugar a pretensiones de operatividad, es
decir, que permiten reclamar al Estado que no sea indiferente a ellos, y que los ponga en ejecución.
3) Pretensiones de inconstitucionalidad: dan lugar a la declaración de inconstitucionalidad de una norma
que se les opone en un grado tal que implique su derogación.
4) Pretensiones de ineficacia contractual: dan lugar a la declaración de abusividad de una cláusula
contractual que los viola (art. 37, ley 24.240).
2. Clasificación de derechos.
Las clasificaciones que pueden hacerse son numerosas y de diferentes propósitos.
a. Derechos de acceso/sustanciales.
Son pretensiones jurídicas de operatividad de derechos fundamentales referidas a bienes primarios
básicos: Acceso al consumo; acceso a la justicia; acceso a las prestaciones de salud. Pero lo característico de
ellas es que corresponden a sujetos que no gozan de bienes primarios elementales para el desempeño
social, o sus representantes.
i. Acceso al consumo.
(Visto en la bolilla anterior).
ii. Acceso a las prestaciones de salud.
La CN establece (art. 42) que “los consumidores y usuarios de bienes y servicios tienen derecho, en la
relación de consumo, a la protección de su salud […]”
Tiene varios significados diferentes:
̶ La seguridad del bien jurídico “salud individual”, es decir, con la no afectación de la persona del usuario
por actos derivados del riesgo de la prestación; el “derecho a las prestaciones de salud”, cuando es objeto
de un contrato de consumo, como ocurre con la medicina privada.
El derecho constitucional a las prestaciones de salud es satisfecho a través de tres sectores:
● Sistema público: da servicios de salud a todos los habitantes del país;
● Obras sociales: con la obligación de darles servicios a todos los afiliados, y a todos los habitantes del país;
● Medicina privada: existe la obligación de dar el servicio a los que se afilien libremente.
Todo individuo tiene derecho a un paquete de bienes sociales básicos, lo que jurídicamente es expresado
mediante garantías.
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Desde el punto de vista jurídico las garantías tienen las siguientes características:
̶ Las garantías afectan a los terceros porque requieren la imposición de contribuciones, pero deben
sujetarse al principio constitucional de igualdad en la imposición de las cargas públicas.
̶ Generalmente se expresa mediante mandatos no sujetos a otra condición que no sea la de ser titular del
derecho fundamental.
̶ Cuando se aplica una garantía, no hay competitividad.
̶ Rige la justicia distributiva y no la conmutativa, propia del contrato.
̶ Son mínimas.
iii. Acceso a la educación.
El acceso a la educación se vincula con la formación ciudadana y es clave, sobre todo en las sociedades
menos desarrolladas: consumidores educados, serán consumidores que ejercitarán sus derechos. Tienen
dos aspectos centrales:
̶ Disponiendo que exista una educación sobre el consumo en los planes educativos (art. 60, ley 24.240);
̶ Disponiendo la difusión de los derechos de los consumidores, sobre todo para la prevención de riesgos
(art. 61, ley 24.240).
1. La cuestión ambiental y el consumo sustentable.
Las relaciones entre el Derecho del consumidor y el Derecho ambiental son cada vez más estrechas. En la
medida en que se tome conciencia de las consecuencias públicas de los actos privados.
Hay dos aspectos de gran interés.
Uno es la posibilidad de calificar como abusiva una cláusula contractual que lesiona, directa o
indirectamente, el bien jurídico ambiental, como lo previó hace ya muchos años la legislación brasileña.
La segunda cuestión es trata las externalidades negativas del consumo, estableciendo deberes a los
consumidores por el consumo no sustentable. La noción de consumo sustentable fue recepcionada por la
resolución de NN. UU. 153/1995, poniendo de manifiesto las externalidades negativas del consumo
desenfrenando, cuyo límite es necesario en los tiempos actuales.
b. Derechos a posiciones jurídicas.
Los derechos se refieren a posiciones jurídicas mínimas que el legislador debe reconocer: protección de
intereses económicos, protección contractual, reparación de los daños, a la organización. Toman en cuenta
la posición jurídica del consumidor y se encaminan a una adecuada protección normativa de derechos.
i. Protección de intereses económicos.
Hay derivaciones con respecto a esto:
Justicia contractual
Calidad en By S
Producción de repuestos
Alternativas cuando el producto reparado sea malo ampliar
Responsabilidad de resarcimiento (objetiva y solidaria)
Cláusulas abusivas.
Ej: suba de la tarida del gas.
Art. 52 bis 24.240
ii. Protección contractual.
Significa que el legislador debe instrumentar los mecanismos para prevenir los abusos.
iii. Reparación de los daños.
ARTICULO 40. — Si el daño al consumidor resulta del vicio o riesgo de la cosa o de la prestación del
servicio, responderán el productor, el fabricante, el importador, el distribuidor, el proveedor, el
vendedor y quien haya puesto su marca en la cosa o servicio. El transportista responderá por los daños
ocasionados a la cosa con motivo o en ocasión del servicio.
La responsabilidad es solidaria, sin perjuicio de las acciones de repetición que correspondan. Sólo se

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liberará total o parcialmente quien demuestre que la causa del daño le ha sido ajena.
(Artículo incorporado por el art. 4º de la Ley Nº 24.999 B.O. 30/7/1998)

ARTICULO 40 bis: Daño directo. El daño directo es todo perjuicio o menoscabo al derecho del usuario o
consumidor, susceptible de apreciación pecuniaria, ocasionado de manera inmediata sobre sus bienes o
sobre su persona, como consecuencia de la acción u omisión del proveedor de bienes o del prestador de
servicios.
Los organismos de aplicación, mediante actos administrativos, fijarán las indemnizaciones para reparar
los daños materiales sufridos por el consumidor en los bienes objeto de la relación de consumo.
Esta facultad sólo puede ser ejercida por organismos de la administración que reúnan los siguientes
requisitos:
a) la norma de creación les haya concedido facultades para resolver conflictos entre particulares y la
razonabilidad del objetivo económico tenido en cuenta para otorgarles esa facultad es manifiesta;
b) estén dotados de especialización técnica, independencia e imparcialidad indubitadas;
c) sus decisiones estén sujetas a control judicial amplio y suficiente.
Este artículo no se aplica a las consecuencias de la violación de los derechos personalísimos del
consumidor, su integridad personal, su salud psicofísica, sus afecciones espirituales legítimas, las que
resultan de la interferencia en su proyecto de vida ni, en general, a las consecuencias no patrimoniales.
(Artículo sustituido por punto 3.3 del Anexo II de la Ley N° 26.994 B.O. 08/10/2014 Suplemento. Vigencia:
1° de agosto de 2015, texto según art. 1° de la Ley N° 27.077 B.O. 19/12/2014)

El consumidor tiene derecho a que el legislador desarrolle una legislación preventiva y resarcitoria en
materia de daños.
iv. Organización colectiva.
El art. 42 de la CN establece que: “las autoridades proveerán […] la constitución de asociaciones de
consumidores y de usuarios”.
Dentro de este ámbito existe el derecho a la participación de los consumidores y sus organizaciones. La CN
lo recepta diciendo: “la legislación establecerá procedimientos eficaces para la prevención y solución de los
conflictos, y los marcos regulatorios de los servicios públicos de competencia nacional, previendo la
necesaria participación de las asociaciones de consumidores y usuarios de las provincias interesadas, en los
organismos de control”.
c. Derechos procedimentales.
Estos derechos se refieren a los aspectos vinculados a la efectividad de los derechos sustanciales. Por
ejemplo:
i. Derechos a la jurisdicción: el consumidor tiene derecho a una jurisdicción que pueda ser efectiva, y por eso
especial. Ejemplo: ley 26.693.
ii. Derecho a la eficacia: “el derecho de acceso a la solución de conflictos supone, como primera medida, la
recepción de asesoramiento y asistencia, la facilitación del acceso a la justicia u a la participación en
instancias conciliadoras y en procedimientos judiciales y administrativos rápidos y eficaces”. Ejemplo: DCI.
d. Derechos fundados en la relación de consumo/de origen bilateral.
Se trata de derechos que se tienen porque hay una relación jurídica de consumo, lo que no es necesario en
el caso anterior.
i. Trato digno y equitativo.ç
“Dignidad” se refiere al atributo inherente a la personalidad humana.
“Trato” se refiere a comportamientos vinculados a la relación jurídica, pero no tienen su fuente en ella,
porque no son derechos subjetivos ni deberes colaterales.
El trato se refiere a las tratativas previas a la constitución del vínculo, a los comportamientos que la
oferente desarrolla para crear la situación en la que realiza la prestación y a las conductas
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poscontractuales.
El trato equitativo es la contracara de la prohibición del trato discriminatorio.
En ausencia de una regulación expresa en la ley consumerista, resulta de aplicación el principio
antidiscriminatorio recogido a nivel constitucional (art. 43, CN), y en la ley antidiscriminatoria.
Un aspecto de gran interés está relacionado con el trato diferente de los subconsumidores. Es un caso de
discriminación inversa, ya que se trata de incrementar la protección para una categoría de sujetos que
están en inferioridad: personas de avanzada edad, niños, analfabetos, poblaciones rurales, indígenas, etc.
Ejemplo de normas que reglamenten esto: el art. 51 del CCC, el 8º bis de la 26.693 que establece la
ilegalidad que suponen las organizaciones como “morosos incobrables”, el art. 1097 y 1098 del CCC, y por
último la ley provincial 8895.
ii. Libre elección.
La libre elección es una libertad y no un derecho subjetivo. No obstante, ,la lesión a la libertad que puede
dar causa a un derecho subjetivo.
iii. Derecho a la información.
El derecho a la información abarca aspectos muy diversos, todos relacionados con las asimetrías
informativas existentes en el mercado.
El consumidor tiene una información inferior a la del proveedor y un alto costo para obtenerla, lo que
afecta su capacidad de discernimiento en condiciones igualitarias.
El deber de información es un deber colateral que tiene por objetivo poner al otro contratante en
condiciones de obrar racionalmente, de tener discernimiento.
En las relaciones de masa, se suele imponer deber de información sin que tengan un sujeto activo
determinado, sino determinable.
En ambas manifestaciones, el deber de informar se orienta a la mejora del discernimiento.
El deber de informar es un deber que incumbe a todo experto, ubicado frente a un profano, y por eso
asume una configuración de deber-derecho, según la perspectiva que se adopte. En algunos casos, este
deber se extiende al consejo, ya que no basta con informar, sino que es necesario aconsejar entre
diferentes opciones.
La Constitución argentina dice (art. 42) que los consumidores tienen derecho a una información “adecuada
y veraz”.
iv. Derecho a la seguridad.
La CN prevé el derecho a la seguridad en el art. 472, y la ley 24.240 lo dispone en su art. 4º, obligando al
proveedor a suministrar “en forma cierta, clara y detallada todo lo relacionado con las características
esenciales de los bienes y servicios que provee, y las condiciones de su comercialización”.
El proveedor debe adoptar las medidas de prevención de riesgos que la prestación prometida acarrea para
el consumidor o sus bienes. Desarrollando este concepto, podemos decir que las medidas en general son
fijadas conforme a un standard de diligencia media. La seguridad está relacionada con los riesgos que
produce la prestación, y no con otros que puedan provenir de otras fuentes; esta relación con la prestación
hace que el oferente deba hacer un balance: todo producto tiene riesgos que podrían eliminarse en forma
total priorizando la seguridad, lo que lo hace muy costoso o anti funcional; por ello debe hacer siempre un
balance riesgo-beneficio que debe considerar las expectativas creadas en el consumidor.
v. Derecho a la privacidad.
El derecho a la privacidad es de fundamental importancia en cuanto a la protección de consumidor.
en el Derecho Argentino la privacidad está tutelada contra todo entrometimiento arbitrario, sea o no de
base contractual, y las acciones son tanto preventivas como resarcitorias.

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Unidad 3
1. La interrelación entre las normas relativas a la defensa de los consumidores y las protectoras de la libre y
leal competencia.
a. El debato sobre política legislativa.
Existe una fuerte tendencia que propone la desaparición del Derecho del consumidor, la que está basada
en una estrategia engañosa: no se dice que no hay vulnerabilidad, sino que el Derecho Privado no es la
maneras más eficaz para protegerlo. El argumento se basa en que la tecnología permite que el consumidor
pida productos personalizados, ejercite opciones dentro de mercados cada vez más amplios y, por lo tanto
sufra cada vez menos restricciones.
Por lo tanto la mejor protección sería la defensa de la competencia y no el Derecho Privado.
De esa regla se deduce otra: a mayor competencia, menor necesidad de proteger directamente al
consumidor. Muchos sostienen que la protección es innecesaria y perniciosa. Es innecesaria porque el
individuo actual no lee las condiciones generales, por más que se informe sobre ellas, realiza opciones
generales. Es perniciosa porque toda intervención genera costos y no asegura un buen resultado.
En nuestra opinión, la primera regla es razonable, pero no la segunda. No cabe duda de que la competencia
mejora la autonomía del consumidor, pero ello no es excluyente, sino complementario de la intervención
directa.
Los datos empíricos muestran claramente que una buena legislación sobre la competencia evita el
monopolio, aumenta la cantidad de oferentes, bienes y servicios. En cambio, aun en mercados
competitivos, la estandarización es un fenómeno que resulta transversal a la multiplicidad de sujetos y
bienes: en el sector bancario o en el turismo, por ejemplo, el régimen de la competencia no elimina la
necesidad de regular las condiciones generales y de aplicar el régimen de protección del consumidor.
La protección de la competencia es una política legislativa del Derecho Público, mientras que la del
consumidor pertenece al ámbito el Derecho Privado. Los dos enfoques son complementarios y actúan
como vasos comunicantes.
b. Comunicabilidad de principios.
Se establece así uan vía de comunicabilidad de principios en la búsqueda de coherencia. Así sucede con la
competencia en el mercado y todos los temas vinculados a ella:
̶ La transparencia informativa es también derecho a la información.
̶ La publicidad comparativa deja de ser sólo un problema entre competidores para ser también un
problema de mejora o desmejora de la información asequible.
̶ La cláusula abusiva y su correlato el abuso de la posición dominante.
̶ La lesión de libertades mediante la creación de mercados cautivos y el acto abusivo.
c. Art. 3 de la ley 24.240. Bienes jurídicos protegidos.
ARTICULO 3º — Relación de consumo. Integración normativa. Preeminencia.
Relación de consumo es el vínculo jurídico entre el proveedor y el consumidor o usuario.
Las disposiciones de esta ley se integran con las normas generales y especiales aplicables a las relaciones
de consumo, en particular la Ley Nº 25.156 de Defensa de la Competencia y la Ley Nº 22.802 de Lealtad
Comercial o las que en el futuro las reemplacen. En caso de duda sobre la interpretación de los principios
que establece esta ley prevalecerá la más favorable al consumidor.
Las relaciones de consumo se rigen por el régimen establecido en esta ley y sus reglamentaciones sin
perjuicio de que el proveedor, por la actividad que desarrolle, esté alcanzado asimismo por otra
normativa específica.

Claramente, el bien jurídico protegido de la norma es la relación de consumo, que debe definirse, de
acuerdo con Lorenzetti: «de modo que abarque todas las situaciones en el que el sujeto es protegido:
antes, durante y después de contratar; cuando es dañado por un ilícito extracontractual, o cuando es
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sometido a una práctica del mercado; cuando actúa individualmente o cuando lo hace colectivamente.
Siendo la relación de consumo el elemento que decide el ámbito de aplicación del Derecho del
Consumidor, debe comprender todas las situaciones posibles». Así, existen también una buena cantidad de
disposiciones que otorgan prerrogativas a los sujetos aún sin estar vinculados contractualmente con
proveedores.
Por su parte, el objeto de la relación jurídica de consumo es el que se configura por la operación jurídica
considerada o los bienes a los cuales se refiere: PRODUCTOS o SERVICIOS.
La normativa del consumidor o estatuto del consumidor no es solamente lo reglado en la ley 24.240, sino
que está integrado también por todas aquellas normas que resulten aplicables a la relación jurídica de
consumo. A los efectos de la integración de normas, deberán observarse en particular las leyes de defensa
de la competencia y de lealtad comercial, lo cual se deba a la afinidad que éstas tienen con la temática del
consumidor, pero no implica en modo alguno restringir la normativa aplicable a las relaciones de consumo
a esas dos únicas leyes. Se pueden extraer disposiciones de diversas leyes, para realizar un sistema integral
para la protección del consumidor y el usuario.
2. Defensa de la competencia.
a. Evolución histórica. Sistemas de protección en el Derecho comparado.
Puede afirmarse que la regulación de la competencia no desplaza al Derecho del consumidor, sino que lo
mejora y complementa.
Esta tendencia ha ocurrido en la Unión Europea, donde hubo distintas etapas: primero una regulación
basada en la competencia (arts. 85 y 86, tratado de Roma) luego una autorización para armonizar las
legislaciones nacionales sobre Derecho del consumidor (1986, nuevo art. 100 del Tratado de Roma), a
posteriori una transferencia de competencias para armonizar el Derecho del Consumidor adoptada en 1922
en el tratado de Maastricht; finalmente se consideró que la protección del consumidor es uno de los
objetivos fundamentales de la Unión (arts. 153, Tratado de Ámsterdam). La intervención directa es
verdaderamente impresionante en la Unión Europea.
En el ámbito del Mercosur, y en general en el Derecho Privado latinoamericano, la protección del
consumidor mediante la intervención directa que consiste en otorgar derechos de actuación es admitido y
no debe ser excluida ni por la regulación de la competencia ni por las normas especiales relativas al
comercio.
b. La ley 25.156
i. Actos anticompetitivos.
ARTICULO 1º — Están prohibidos y serán sancionados de conformidad con las normas de la presente ley,
los actos o conductas, de cualquier forma manifestados, relacionados con la producción e intercambio de
bienes o servicios, que tengan por objeto o efecto limitar, restringir, falsear o distorsionar la competencia o
el acceso al mercado o que constituyan abuso de una posición dominante en un mercado, de modo que
pueda resultar perjuicio para el interés económico general.
Queda comprendida en este artículo, en tanto se den los supuestos del párrafo anterior, la obtención de
ventajas competitivas significativas mediante la infracción declarada por acto administrativo o sentencia
firme, de otras normas.

ARTICULO 2º — Las siguientes conductas, entre otras, en la medida que configuren las hipótesis del
artículo 1º, constituyen prácticas restrictivas de la competencia:
a) Fijar, concertar o manipular en forma directa o indirecta el precio de venta, o compra de bienes o
servicios al que se ofrecen o demanden en el mercado, así como intercambiar información con el mismo
objeto o efecto;
b) Establecer obligaciones de producir, procesar, distribuir, comprar o comercializar sólo una cantidad
restringida o limitada de bienes, o prestar un número, volumen o frecuencia restringido o limitado de
servicios;
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c) Repartir en forma horizontal zonas, mercados, clientes y fuentes de aprovisionamiento;
d) Concertar o coordinar posturas en las licitaciones o concursos;
e) Concertar la limitación o control del desarrollo técnico o las inversiones destinadas a la producción o
comercialización de bienes y servicios;
f) Impedir, dificultar u obstaculizar a terceras personas la entrada o permanencia en un mercado o
excluirlas de éste;
g) Fijar, imponer o practicar, directa o indirectamente, en acuerdo con competidores o individualmente, de
cualquier forma precios y condiciones de compra o de venta de bienes, de prestación de servicios o de
producción;
h) Regular mercados de bienes o servicios, mediante acuerdos para limitar o controlar la investigación y el
desarrollo tecnológico, la producción de bienes o prestación de servicios, o para dificultar inversiones
destinadas a la producción de bienes o servicios o su distribución;
i) Subordinar la venta de un bien a la adquisición de otro o a la utilización de un servicio, o subordinar la
prestación de un servicio a la utilización de otro o a la adquisición de un bien;
j) Sujetar la compra o venta a la condición de no usar, adquirir, vender o abastecer bienes o servicios
producidos, procesados, distribuidos o comercializados por un tercero;
k) Imponer condiciones discriminatorias para la adquisición o enajenación de bienes o servicios sin razones
fundadas en los usos y costumbres comerciales;
l) Negarse injustificadamente a satisfacer pedidos concretos, para la compra o venta de bienes o servicios,
efectuados en las condiciones vigentes en el mercado de que se trate;
ll) Suspender la provisión de un servicio monopólico dominante en el mercado a un prestatario de servicios
públicos o de interés público;
m) Enajenar bienes o prestar servicios a precios inferiores a su costo, sin razones fundadas en los usos y
costumbres comerciales con la finalidad de desplazar la competencia en el mercado o de producir daños en
la imagen o en el patrimonio o en el valor de las marcas de sus proveedores de bienes o servicios.

ARTICULO 3º — Quedan sometidas a las disposiciones de esta ley todas las personas físicas o jurídicas
públicas o privadas, con o sin fines de lucro que realicen actividades económicas en todo o en parte del
territorio nacional, y las que realicen actividades económicas fuera del país, en la medida en que sus actos,
actividades o acuerdos puedan producir efectos en el mercado nacional.
A los efectos de esta ley, para determinar la verdadera naturaleza de los actos o conductas y acuerdos,
atenderá a las situaciones y relaciones económicas que efectivamente se realicen, persigan o establezcan.

ii. Abuso de posición dominante.


ARTICULO 4º —A los efectos de esta ley se entiende que una o más personas goza de posición dominante
cuando para un determinado tipo de producto o servicio es la única oferente o demandante dentro del
mercado nacional o en una o varias partes del mundo o, cuando sin ser única, no está expuesta a una
competencia sustancial o, cuando por el grado de integración vertical u horizontal está en condiciones de
determinar la viabilidad económica de un competidor participante en el mercado, en perjuicio de éstos.

ARTICULO 5º — A fin de establecer la existencia de posición dominante en un mercado, deberán


considerarse las siguientes circunstancias:
a) El grado en que el bien o servicio de que se trate, es sustituible por otros, ya sea de origen nacional como
extranjero; las condiciones de tal sustitución y el tiempo requerido para la misma;
b) El grado en que las restricciones normativas limiten el acceso de productos u oferentes o demandantes
al mercado de que se trate;
c) El grado en que el presunto responsable pueda influir unilateralmente en la formación de precios o

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restringir al abastecimiento o demanda en el mercado y el grado en que sus competidores puedan
contrarrestar dicho poder.
iii. Concentraciones y fusiones.
ARTICULO 6º — A los efectos de esta ley se entiende por concentración económica la toma de control de
una o varias empresas, a través de realización de los siguientes actos: a) La fusión entre empresas; b) La
transferencia de fondos de comercio; c) La adquisición de la propiedad o cualquier derecho sobre acciones
o participaciones de capital o títulos de deuda que den cualquier tipo de derecho a ser convertidos en
acciones o participaciones de capital o a tener cualquier tipo de influencia en las decisiones de la persona
que los emita cuando tal adquisición otorgue al adquirente el control de, o la influencia sustancial sobre
misma; d) Cualquier otro acuerdo o acto que transfiera en forma fáctica o jurídica a una persona o grupo
económico los activos de una empresa o le otorgue influencia determinante en la adopción de decisiones
de administración ordinaria o extraordinaria de una empresa.

ARTICULO 7º — Se prohiben las concentraciones económicas cuyo objeto o efecto sea o pueda ser
restringir o distorsionar la competencia, de modo que pueda resultar perjuicio para el interés económico
general. (Artículo sustituido por art. 1° del Decreto N° 396/2001 B.O. 5/4/2001.- Vigencia a partir del
9/4/2001).

ARTICULO 8º — Los actos indicados en el artículo 6° de esta Ley, cuando la suma del volumen de negocio
total del conjunto de empresas afectadas supere en el país la suma de DOSCIENTOS MILLONES DE PESOS ($
200.000.000), deberán ser notificadas para su examen previamente o en el plazo de una semana a partir de
la fecha de la conclusión del acuerdo, de la publicación de la oferta de compra o de canje, o de la
adquisición de una participación de control, ante el Tribunal de Defensa de la Competencia, contándose el
plazo a partir del momento en que se produzca el primero de los acontecimientos citados, bajo
apercibimiento, en caso de incumplimiento, de lo previsto en el artículo 46 inciso d). Los actos sólo
producirán efectos entre las partes o en relación a terceros una vez cumplidas las previsiones de los
artículos 13 y 14 de la presente ley, según corresponda. (Párrafo sustituido por art. 2° del Decreto N°
396/2001 B.O. 5/4/2001.- Vigencia a partir del 9/4/2001).
A los efectos de la presente ley se entiende por volumen de negocios total los importes resultantes de la
venta de productos y de la prestación de servicios realizados por las empresas afectadas durante el último
ejercicio que correspondan a sus actividades ordinarias, previa deducción de los descuentos sobre ventas,
así como del impuesto sobre el valor agregado y de otros impuestos directamente relacionados con el
volumen de negocios.
Para el cálculo del volumen de negocios de la empresa afectada se sumarán los volúmenes de negocios de
las empresas siguientes:
a) La empresa en cuestión;
b) Las empresas en las que la empresa en cuestión disponga, directa o indirectamente: 1. De más de la
mitad del capital o del capital circulante. 2. Del poder de ejercer más de la mitad de los derechos de voto. 3.
Del poder de designar más de la mitad de los miembros del consejo de vigilancia o de administración o de
los órganos que representen legalmente a la empresa, o 4. Del derecho a dirigir las actividades de la
empresa.
c) Aquellas empresas que dispongan de los derechos o facultades enumerados en el inciso b) con respecto
a una empresa afectada.
d) Aquellas empresas en las que una empresa de las contempladas en el inciso c) disponga de los derechos
o facultades enumerados en el inciso b).
e) Las empresas en cuestión en las que varias empresas de las contempladas en los incisos a) a d) dispongan
conjuntamente de los derechos o facultades enumerados en el inciso b).

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ARTICULO 9º — La falta de notificación de las operaciones previstas en el artículo anterior, será pasible de
las sanciones establecidas en el artículo 46 inciso d).

ARTICULO 10. — Se encuentran exentas de la notificación obligatoria prevista en el artículo anterior las
siguientes operaciones:
a) Las adquisiciones de empresas de las cuales el comprador ya poseía más del cincuenta por ciento (50%)
de las acciones;
b) Las adquisiciones de bonos, debentures, acciones sin derecho a voto o títulos de deuda de empresas;
c) Las adquisiciones de una única empresa por parte de una única empresa extranjera que no posea
previamente activos o acciones de otras empresas en la Argentina;
d) Adquisiciones de empresas liquidadas (que no hayan registrado actividad en el país en el último año).
e) Las operaciones de concentración económica previstas en el artículo 6° que requieren notificación de
acuerdo a lo previsto en el artículo 8°, cuando el monto de la operación y el valor de los activos situados en
la República Argentina que se absorban, adquieran, transfieran o se controlen no superen, cada uno de
ellos, respectivamente, los VEINTE MILLONES DE PESOS ($ 20.000.000), salvo que en el plazo de doce
meses anteriores se hubieran efectuado operaciones que en conjunto superen dicho importe, o el de
SESENTA MILLONES DE PESOS ($ 60.000.000) en los últimos treinta y seis meses, siempre que en ambos
casos se trate del mismo mercado. (Inciso incorporado por art. 3° del Decreto N° 396/2001 B.O. 5/4/2001.-
Vigencia a partir del 9/4/2001).

ARTICULO 11. — El Tribunal Nacional de Defensa de la Competencia fijará con carácter general la
información y antecedentes que las personas deberán proveer al Tribunal y los plazos en que dicha
información y antecedentes deben ser provistos.

ARTICULO 12. — La reglamentación establecerá la forma y contenido adicional de la notificación de los


proyectos de concentración económica y operaciones de control de empresas de modo que se garantice el
carácter confidencial de las mismas.

ARTICULO 13. — En todos los casos sometidos a la notificación prevista en este capítulo, el Tribunal por
resolución fundada, deberá decidir dentro de los cuarenta y cinco (45) días de presentada la solicitud y
documentación respectiva:
a) Autorizar la operación;
b) Subordinar el acto al cumplimiento de las condiciones que el mismo Tribunal establezca;
c) Denegar la autorización.
La solicitud de documentación adicional deberá efectuarse en un único acto por etapa, que suspenderá el
cómputo del plazo por una sola vez durante su transcurso, salvo que fuere incompleta. (Párrafo
incorporado por art. 4° del Decreto N° 396/2001 B.O. 5/4/2001.- Vigencia a partir del 9/4/2001).

ARTICULO 14. — Transcurrido el plazo previsto en el artículo anterior sin mediar resolución al respecto, la
operación se tendrá por autorizada tácitamente. La autorización tácita producirá en todos los casos los
mismos efectos legales que la autorización expresa.

ARTICULO 15. — Las concentraciones que hayan sido notificadas y autorizadas no podrán ser impugnadas
posteriormente en sede administrativa en base a información y documentación verificada por el Tribunal,
salvo cuando dicha resolución se hubiera obtenido en base a información falsa o incompleta proporcionada
por el solicitante.

ARTICULO 16. — Cuando la concentración económica involucre a empresas o personas cuya actividad
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económica esté reglada por el Estado nacional a través de un organismo de control regulador, el Tribunal
Nacional de Defensa de Competencia, previo al dictado de su resolución, deberá requerir a dicho ente
estatal un informe opinión fundada sobre la propuesta de concentración económica en cuanto al impacto
sobre la competencia en el mercado respectivo o sobre el cumplimiento del marco regulatorio respectivo.
El ente estatal deberá pronunciarse en el término máximo de noventa (90) días, transcurrido dicho plazo se
entenderá que el mismo no objeta operación. La opinión se requerirá dentro de los (TRES) 3 días de
efectuada la solicitud. El plazo para su contestación será de (QUINCE) 15 días, y no suspenderá el plazo del
artículo 13. (Párrafo incorporado por art. 5° del Decreto N° 396/2001 B.O. 5/4/2001.- Vigencia a partir del
9/4/2001).
iv. Autoridad de aplicación.
ARTICULO 17. — Créase el Tribunal Nacional de Defensa de la Competencia como organismo autárquico en
el ámbito del Ministerio de Economía y Obras y Servicios Públicos de la Nación con el fin de aplicar y
controlar el cumplimiento de esta ley. Tendrá su sede en la Ciudad de Buenos Aires pero podrá actuar,
constituirse sesionar en cualquier lugar de la República mediante delegados que designe el Presidente del
Tribunal. Los delegados instructores podrán ser funcionarios nacionales, provinciales o municipales.

ARTICULO 18. — El Tribunal Nacional de Defensa de la Competencia estará integrado por siete (7)
miembros con suficientes antecedentes e idoneidad para ejercer el cargo, de los cuales dos por lo menos
serán abogados y otros dos profesionales en ciencias económicas, todos ellos con más de cinco (5) años en
el ejercicio de la profesión. Los miembros del tribunal tendrán dedicación exclusiva durante su mandato,
con excepción de la actividad docente. Los integrantes del Tribunal deberán excusarse por las causas
previstas en los incisos 1), 2), 3), 4), 5), 7), 8), 9 y 10) del artículo 16 del Código Procesal Civil y Comercial de
la Nación.

ARTICULO 19. — Los miembros del Tribunal serán designados por el Poder Ejecutivo nacional previo
concurso público de antecedentes y oposición ante un Jurado integrante por el procurador del Tesoro de la
Nación, el secretario de Industria, Comercio y Minería del Ministerio de Economía Obras y Servicios
Públicos de la Nación, los presidentes de las comisiones de Comercio de ambas Cámaras del Poder
Legislativo de la Nación, el presidente de la Cámara Nacional de Apelaciones en lo Comercial y los
presidentes de la Academia Nacional de Derecho y de la Academia Nacional de Ciencias Económicas.

ARTICULO 20. — Los miembros del Tribunal durarán en el ejercicio de sus funciones seis (6) años. La
renovación de los mismos se hará parcialmente cada tres años y podrán ser reelegidos por los
procedimientos establecidos en el artículo anterior. Al finalizar los tres primeros años se renovarán tres
miembros y al finalizar los otros tres años, los cuatro miembros restantes. Sólo podrán ser removidos
previa decisión —por mayoría simple— del Jurado mencionado en el artículo anterior. La causa por
remoción se formará obligatoriamente si existe acusación del Poder Ejecutivo nacional o del presidente del
Tribunal y sólo por decisión del Jurado si la causa tuviera cualquier otro origen. El Jurado dictará normas de
procedimiento que aseguren el derecho de defensa y el debido trámite de la causa.

ARTICULO 21. — Son causas de remoción los miembros del tribunal: a) Mal desempeño en sus funciones; b)
Negligencia reiterada que dilate la substanciación de los procesos; c) Incapacidad sobreviniente; d)
Condena por delito doloso; e) Violaciones de las normas sobre incompatibilidad; f) No excusarse en los
presupuestos previstos por el Código Procesal Civil y Comercial de Nación.

ARTICULO 22. — Será suspendido preventivamente y en forma inmediata en el ejercicio de sus funciones
aquel integrante del Tribunal sobre el que recaiga auto de procesamiento por delito doloso.

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ARTICULO 23. — Créase en el ámbito del Tribunal Nacional de Defensa de la Competencia Registro Nacional
de Defensa de la Competencia, en el que deberán inscribirse las operaciones de concentración económica
previstas en el Capítulo III y las resoluciones definitivas dictadas por el Tribunal. El Registro será público.

ARTICULO 24. — Son funciones y facultades del Tribunal Nacional de Defensa de la Competencia:
a) Realizar los estudios e investigaciones de mercado que considere pertinentes. Para ello podrá requerir a
los particulares y autoridades nacionales, provinciales o municipales, y a las asociaciones de Defensa de
Consumidores y de los usuarios, la documentación y colaboración que juzgue necesarias;
b) Celebrar audiencias con los presuntos responsables, denunciantes, damnificados, testigos y peritos,
recibirles declaración y ordenar careos, para lo cual podrá solicitar el auxilio de la fuerza pública;
c) Realizar las pericias necesarias sobre libros, documentos y demás elementos conducentes la
investigación, controlar existencias, comprobar orígenes y costos de materias primas u otros bienes;
d) Imponer las sanciones establecidas en la presente ley;
e) Promover el estudio y la investigación en materia de competencia;
f) Cuando lo considere pertinente emitir opinión en materia de competencia y libre concurrencia respecto
de leyes, reglamentos, circulares y actos administrativos, sin que tales opiniones tengan efecto vinculante;
g) Emitir recomendaciones de carácter general o sectorial respecto a las modalidades de la competencia en
los mercados;
h) Actuar con las dependencias competentes en la negociación de tratados, acuerdos o convenios
internacionales en materia de regulación políticas de competencia y libre concurrencia;
i) Elaborar su reglamento interno, que establecerá, entre otras cuestiones, modo de elección plazo del
mandato del presidente, quien ejerce representación legal del Tribunal;
j) Organizar el Registro Nacional de la Competencia creado por esta ley;
k) Promover e instar acciones ante la Justicia, para lo cual designará representante legal a tal efecto;
l) Suspender los plazos procesales de la presente ley por resolución fundada;
ll) Acceder a los lugares objeto de inspección con el consentimiento de los ocupantes o mediante orden
judicial la que será solicitada por el Tribunal ante el juez competente, quien deberá resolver en el plazo de
24 horas;
m) Solicitar al juez competente las medidas cautelares que estime pertinentes, las que deberán ser
resueltas en el plazo de 24 horas;
n) Suscribir convenios con organismos provinciales o municipales para la habilitación de oficinas receptoras
de denuncias en las provincias;
ñ) Al presidente del Tribunal le compete ejercer la función administrativa del organismo y podrá efectuar
contrataciones de personal para la realización de trabajos específicos o extraordinarios que no puedan ser
realizados por su planta permanente, fijando las condiciones de trabajo y su retribución. Las disposiciones
de la ley, de contrato de trabajo regirán la relación con el personal de la planta permanente.
o) Propiciar soluciones consensuadas entre las partes;
p) Suscribir convenios con asociaciones de usuarios y consumidores para la promoción de la participación
de las asociaciones de la comunidad en la defensa de la competencia y la transparencia de los mercados.

v. Sanciones.
ARTICULO 46. — Las personas físicas o de existencia ideal que no cumplan con las disposiciones de esta ley,
serán pasibles de las siguientes sanciones:
a) El cese de los actos o conductas previstas en los Capítulos I y II y, en su caso la remoción de sus efectos;
b) Los que realicen los actos prohibidos en los Capítulos I y II y en el artículo 13 del Capítulo III, serán
sancionados con una multa de diez mil pesos ($ 10.000) hasta ciento cincuenta millones de pesos ($
150.000.000), que se graduará en base a: 1. La pérdida incurrida por todas las personas afectadas por la
actividad prohibida; 2. El beneficio obtenido por todas las personas involucradas en la actividad prohibida;
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3. El valor de los activos involucrados de las personas indicadas en el punto 2 precedente, al momento en
que se cometió la violación. En caso de reincidencia, los montos de la multa se duplicarán.
c) Sin perjuicio de otras sanciones que pudieren corresponder, cuando se verifiquen actos que constituyan
abuso de posición dominante o cuando se constate que se ha adquirido o consolidado una posición
monopólica u oligopólica en violación de las disposiciones de esta ley, el Tribunal podrá imponer el
cumplimiento de condiciones que apunten a neutralizar los aspectos distorsivos sobre la competencia o
solicitar al juez competente que las empresas infractoras sean disueltas, liquidadas, desconcentradas o
divididas;
d) Los que no cumplan con lo dispuesto en los artículos 8º, 35 y 36 serán pasibles de una multa de hasta un
millón de pesos ($ 1.000.000) diarios, contados desde el vencimiento de la obligación de notificar los
proyectos de concentración económica o desde el momento en que se incumple el compromiso o la orden
de cese o abstención. Ello sin perjuicio de las demás sanciones que pudieren corresponder.

ARTICULO 47. — Las personas de existencia ideal son imputables por las conductas realizadas por las
personas físicas que hubiesen actuado en nombre, con la ayuda o en beneficio de la persona de existencia
ideal, y aún cuando el acto que hubiese servido de fundamento a la representación sea ineficaz.

ARTICULO 48. — Cuando las infracciones previstas en esta ley fueren cometidas por una persona de
existencia ideal, la multa también se aplicará solidariamente a los directores, gerentes, administradores,
síndicos o miembros del Consejo de Vigilancia, mandatarios o representantes legales de dicha persona de
existencia ideal que por su acción o por la omisión de sus deberes de control, supervisión o vigilancia
hubiesen contribuido, alentado o permitido la comisión de la infracción. En tal caso, se podrá imponer
sanción complementaria de inhabilitación para ejercer el comercio de uno (1) a diez (10) años a la persona
de existencia ideal y a las personas enumeradas en el párrafo anterior.

ARTICULO 49. — El Tribunal en la imposición de multas deberá considerar la gravedad de la infracción, el


daño causado, los indicios de intencionalidad, la participación del infractor en el mercado, el tamaño del
mercado afectado, la duración de la práctica o concentración y la reincidencia o antecedentes del
responsable, así como su capacidad económica.

ARTICULO 50. — Los que obstruyan o dificulten la investigación o no cumplan los requerimientos del
Tribunal podrán ser sancionados con multas de hasta quinientos pesos ($ 500) diarios. Cuando a juicio del
Tribunal se haya cometido la infracción mencionada, se dará vista de la imputación al presunto
responsable, quien deberá efectuar los descargos y ofrecer pruebas en el plazo de cinco (5) días.

ARTICULO 51. — Las personas físicas o jurídicas damnificadas por los actos prohibidos por esta ley, podrán
ejercer la acción de resarcimiento de daños y perjuicios conforme las normas del derecho común, ante el
juez competente en esa materia.
3. Ley 22.802 de Lealtad Comercial.
a. Identificación de mercaderías.
ARTICULO 1º — Los frutos y los productos que se comercialicen en el país envasados llevarán impresas en
forma y lugar visible sobre sus envases, etiquetas o envoltorios, las siguientes indicaciones:
a) Su denominación.
b) Nombre del país donde fueron producidos o fabricados.
c) Su calidad, pureza o mezcla.
d)Las medidas netas de su contenido.
Los productos manufacturados que se comercialicen en el país sin envasar deberán cumplimentar con las
indicaciones establecidas en los incisos a) b) y c) del presente artículo. Cuando de la simple observación del
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producto surja su naturaleza o su calidad, las indicaciones previstas en los incisos a) o c) serán facultativas.
En las mercaderías extranjeras cuyo remate dispongan las autoridades aduaneras y cuyo origen sea
desconocido, deberá indicarse en lugar visible esta circunstancia. (Nota Infoleg: Por art. 20 del Decreto Nº
2284/91 B.O. 1/11/1991 se exceptúa a los productos y mercaderías destinados a la exportación de lo
dispuesto en este artículo)

ARTICULO 1º bis: Las máquinas, equipos y/o artefactos y sus componentes consumidores de energía que se
comercialicen en la REPUBLICA ARGENTINA deberán cumplir los estándares de eficiencia energética que, a
tales efectos defina la SECRETARIA DE ENERGIA del MINISTERIO DE PLANIFICACION FEDERAL, INVERSION
PUBLICA Y SERVICIOS. La citada Secretaría definirá para cada tipo de producto estándares de niveles
máximos de consumo de energía y/o niveles mínimos de eficiencia energética, en función de indicadores
técnicos y económicos.
(Artículo incorporado por art. 70 de la Ley Nº 26.422 B.O. 21/11/2008)

ARTICULO 2º — Los productos fabricados en el país y los frutos nacionales, cuando se comercialicen en el
país llevarán la indicación Industria Argentina o Producción Argentina. A ese fin se considerarán productos
fabricados en el país aquellos que se elaboren o manufacturen en el mismo, aunque se empleen materias
primas o elementos extranjeros en cualquier proporción.
La indicación de que se han utilizado materias primas o elementos extranjeros será facultativa. En caso de
ser incluida deberá hacerse en forma menos preponderante que la mencionada en la primera parte de este
artículo. (Nota Infoleg: Por art. 20 del Decreto Nº 2284/91 B.O. 1/11/1991 se exceptúa a los productos y
mercaderías destinados a la exportación de lo dispuesto en este artículo)

ARTICULO 3º — Los frutos o productos de origen extranjero que sufran en el país un proceso de
fraccionado, armado, terminado o otro análogo que no implique una modificación en su naturaleza,
deberán llevar una leyenda que indique dicho proceso y serán considerados como de industria extranjera.
En el caso de un producto integrado con elementos fabricados en diferentes países, será considerado
originario de aquel donde hubiera adquirido su naturaleza.

ARTICULO 4º — Las inscripciones colocadas sobre los productos y frutos a que se hace referencia en el
artículo 2º, o sobre sus envases, etiquetas o envoltorios deberán estar escritas en el idioma nacional, con
excepción de los vocablos extranjeros de uso común en el comercio, de las marcas registradas y de otros
signos que, aunque no estén registrados como marcas, sean utilizados como tales y tengan aptitud
marcaria.
Las traducciones totales o parciales a otros idiomas podrán incluirse en forma y caracteres que no sean más
preponderantes que las indicaciones en idioma nacional.
Quienes comercialicen en el país frutos o productos de procedencia extranjera deberán dar cumplimiento
en el idioma nacional a las disposiciones del artículo 1º de esta ley.

ARTICULO 5º — Queda prohibido consignar en la presentación, folletos, envases, etiquetas y envoltorios,


palabras, frases, descripciones, marcas o cualquier otro signo que pueda inducir a error, engaño o
confusión, respecto de la naturaleza, origen, calidad, pureza, mezcla o cantidad de los frutos o productos,
de sus propiedades, características, usos, condiciones de comercialización o técnicas de producción.
ARTICULO 6º — Los productores y fabricantes de mercaderías, los envasadores, los que encomendaren
envasar o fabricar, los fraccionadores, y los importadores, deberán cumplir según corresponda con lo
dispuesto en este capítulo siendo responsables por la veracidad de las indicaciones consignadas en los
rótulos.
Los comerciantes mayoristas y minoristas no deberán comercializar frutos o productos cuya identificación
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contravenga lo dispuesto en el artículo 1º de la presente ley. Asimismo serán responsables de la veracidad
de las indicaciones consignadas en los rótulos cuando no exhiban la documentación que individualice
fehacientemente a los verdaderos responsables de su fabricación, fraccionamiento, importación o
comercialización.
b. De las denominaciones de origen.
ARTICULO 7º — No podrá utilizarse denominación de origen nacional o extranjera para identificar un fruto
o un producto cuando éste no provenga de la zona respectiva, excepto cuando hubiera sido registrada
como marca con anterioridad a la entrada en vigencia de esta ley. A tal efecto se entiende por
denominación de origen a la denominación geográfica de un país, de una región o de un lugar determinado,
que sirve para designar un producto originario de ellos y cuyas cualidades características se deban exclusiva
o esencialmente al medio geográfico. (Artículo derogado por art. 51 de la Ley Nº 25.380 B.O. 12/1/2001.
Por art. 19 de la Ley N° 25.966 B.O. 21/12/2004 se deja sin efecto la derogación del presente artículo).

ARTICULO 8º — Se considerarán denominaciones de origen de uso generalizado, y serán de utilización libre


aquellas que por su uso han pasado a ser el nombre o tipo del producto
c. Publicidad.
ARTICULO 9º — Queda prohibida la realización de cualquier clase de presentación, de publicidad o
propaganda que mediante inexactitudes u ocultamientos pueda inducir a error, engaño o confusión
respecto de las características o propiedades, naturaleza, origen, calidad, pureza, mezcla, cantidad, uso,
precio, condiciones de comercialización o técnicas de producción de bienes muebles, inmuebles o servicios.

ARTICULO 9º bis — En todos aquellos casos en los que surgieran del monto total a pagar dierencias
menores a CINCO (5) centavos y fuera imposible la devolución del vuelto correspondiente, la diferencia
será siempre a favor del consumidor.
En todo establecimiento en donde se efectúen cobros por bienes o servicios será obligatoria la exhibición
de lo dispuesto en el párrafo precedente, a través de carteles o publicaciones permanentes, cuyas medidas
no serán inferiores a 15 cm por 21 cm. (Artículo sustituido por art. 1° de la Ley N° 26.179 B.O. 20/12/2006)

ARTICULO 10º — Queda prohibido:


a) El ofrecimiento o entrega de premios o regalos en razón directa o indirecta de la compra de mercaderías
o la contratación de servicios, cuando dichos premios o regalos estén sujetos a la intervención del azar.
b) Promover u organizar concursos, certámenes o sorteos de cualquier naturaleza, en los que la
participación esté condicionada en todo o en parte a la adquisición de un producto o a la contratación de
un servicio.
c) Entregar dinero o bienes a título de rescate de envases, de medios de acondicionamiento, de partes
integrantes de ellos o del producto vendido, cuando el valor entregado supere el corriente de los objetos
rescatados o el que éstos tengan para quien los recupere.
d. Autoridad de aplicación, procedimiento y sanciones.
i. Autoridad de aplicación y atribuciones.
ARTICULO 11. — LA SECRETARIA DE COMERCIO o el organismo que en lo sucesivo pudiera reemplazarla en
materia de Comercio Interior será la autoridad nacional de aplicación de la presente ley con facultad de
delegar sus atribuciones, aún las de juzgamiento, en organismos de su dependencia de jerarquía no inferior
a Dirección General.
No podrá delegar las facultades previstas en los incisos a), b), c), d), e), f), h), i), j), k), y l) del artículo 12.

ARTICULO 12. — La autoridad nacional de aplicación tendrá las siguientes facultades:


a) Establecer las tipificaciones obligatorias requeridas para la correcta identificación de los frutos,
productos o servicios, que no se encuentren regidos por otras leyes.
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b) Establecer los requisitos mínimos de seguridad que deberán cumplir los productos o servicios que no se
encuentren regidos por otras leyes.
c) Determinar el lugar, forma y características de las indicaciones o colocar sobre los frutos y productos que
se comercializan en el país o sobre sus envases.
d) Establecer el régimen de tolerancia aplicable al contenido de lo envases.
e) Establecer los regímenes y procedimientos de extracción y evaluación de muestras, así como el destino
que se dará a las mismas.
f) Determinar los contenidos o las medidas con que deberán comercializarse las mercaderías.
g) Autorizar el reemplazo de la indicación de las medidas netas del contenido por el número de unidades o
por la expresión "venta al peso".
h) Establecer la obligación de consignar en los productos manufacturados que se comercialicen sin envasar,
su peso neto o medidas.
i) Obligar a exhibir o publicitar precios.
j) Obligar a quienes ofrezcan garantía por bienes o servicios, a informar claramente al consumidor sobre el
alcance y demás aspectos significativos de aquella; y a quienes no la ofrezcan, en los casos de bienes
muebles de uso durable o de servicios, a consignarlo expresamente.
k) Obligar a quienes ofrezcan servicios a informar claramente al consumidor sobre sus características.
l) Disponer, por vía reglamentaria, un procedimiento y la organización necesaria para recibir y procesar las
quejas de las personas físicas y jurídicas presuntamente perjudicadas por conductas que afecten la lealtad
comercial, y darle la difusión necesaria para que cumpla debidamente su cometido.
m) Verificar que las máquinas, equipos y/o artefactos y sus componentes consumidores de energía que se
comercialicen en la REPUBLICA ARGENTINA cumplan con los estándares de eficiencia energética
establecidos por la SECRETARIA DE ENERGIA del MINISTERIO DE PLANIFICACION FEDERAL, INVERSION
PUBLICA Y SERVICIOS. (Inciso incorporado por art. 71 de la Ley Nº 26.422 B.O. 21/11/2008)

ARTICULO 13. — Los gobiernos provinciales y la Municipalidad de la Ciudad de Buenos Aires actuarán como
autoridades locales de aplicación ejerciendo el control y vigilancia sobre el cumplimiento de la presente ley
y sus normas reglamentarias, con respecto a los hechos cometidos en su jurisdicción y que afecten
exclusivamente al comercio local, juzgando las presuntas infracciones.
A ese fin determinarán los organismos que cumplirán tales funciones, pudiendo los gobiernos provinciales
delegar sus atribuciones en los gobiernos municipales, excepto la de juzgamiento que sólo será delegable
en el caso de exhibición de precios previsto en el inciso i) del artículo 12.
(Artículo sustituido por art. 64 de la Ley Nº 24.240 B.O. 15/10/1993)

ARTICULO 14. — Para el cumplimiento de su cometido las autoridades de aplicación a través de los
organismos que determine podrán:
a) Extraer muestras de mercaderías y realizar los actos necesarios para controlar y verificar el cumplimiento
de la presente ley.
b) Intervenir frutos o productos cuando aparezca manifiesta infracción o cuando existiendo fundada
sospecha de ésta, su verificación pueda frustrarse por la demora o por la acción del presunto responsable o
de terceros. La intervención será dejada sin efecto en cuanto sea subsanada la infracción, sin perjuicio de la
aplicación de las penas que establece la presente ley.
c) Ingresar en días y horas hábiles a los locales donde se ejerzan las actividades reguladas en la ley salvo en
la parte destinada a domicilio privado, examinar y exigir la exhibición de libros y documentos, verificar
existencias, requerir informaciones, nombrar depositarios de productos intervenidos, proceder al secuestro
de los elementos probatorios de la presunta infracción, citar y hacer comparecer a las personas que se
considere procedente pudiendo recabar el auxilio de la fuerza pública si fuere necesario.
d) Sustanciar los sumarios por violación a las disposiciones de la presente ley y proceder a su resolución,
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asegurando el derecho de defensa.
e) Ordenar el cese de la rotulación, publicidad o la conducta que infrinja las normas establecidas por la
presente ley, durante la instrucción del pertinente sumario. Esta medida será apelable. El recurso deberá
interponerse en el plazo de CINCO (5) días de acuerdo al procedimiento establecido en el artículo 22 y se
concederá con efecto devolutivo.
f) Solicitar al juez competente el allanamiento de domicilios privados, y de los locales a que se refiere el
inciso c) del artículo en días y horas inhábiles.

ARTICULO 15. — Cuando surgiere que la presunta infracción afecta al comercio interjurisdiccional, las
actuaciones serán remitidas a la autoridad nacional de aplicación para su trámite. En este caso la autoridad
local quedará facultada para efectuar las gestiones presumariales que puedan realizarse en el ámbito de su
competencia

ARTICULO 16. — La autoridad nacional de aplicación, sin perjuicio de las funciones que se encomiendan a
las autoridades locales de aplicación por el artículo 13 de la presente ley, podrá actuar concurrentemente
en la vigilancia, contralor y juzgamiento del cumplimiento de la misma, aunque las presuntas infracciones
afecten exclusivamente al comercio local.
ii. Procedimiento.
ARTICULO 17. — La verificación de las infracciones a la presente ley y normas reglamentarias y la
sustanciación de las causas que ellas se originen se ajustarán al procedimiento que seguidamente se
establece:
a) Si se tratare de la comprobación de una infracción el funcionario actuante procederá a labrar un acta
donde hará constar concretamente el hecho verificado y la disposición infringida. En el mismo acto se
notificará al presunto infractor o a su factor o empleado que dentro de los diez (10) días hábiles deberá
presentar por escrito su descargo y ofrecer las pruebas si las hubiere, debiéndose indicar el lugar y
organismo ante el cual deberá efectuar su presentación, entregándose copia de lo actuado al presunto
infractor, factor o empleado.
b)Si se tratare de un acta de inspección, en que fuere necesario una comprobación técnica posterior a
efectos de la determinación de la presunta infracción, realizada ésta con resultado positivo, se procederá a
notificar al presunto infractor la infracción verificada, intimándole para que dentro del plazo previsto en el
inciso anterior presente por escrito su descargo y ofrezca las pruebas de que intente valerse, debiéndose
indicar asimismo el lugar y organismo ante el cual deberá efectuar su presentación.
c) En su primer escrito de presentación el sumariado deberá constituir domicilio y acreditar personería.
Cuando el sumariado no acredite personería se le intimará para que en el término de cinco (5) días hábiles
subsane la omisión bajo apercibimiento de tenerlo por no presentado.
d) Las constancias del acta labrada conforme a lo previsto en el inciso a) del presente artículo, así como las
determinaciones técnicas a que hace referencia en el inciso b) constituirán prueba suficiente de los hechos
así comprobados, salvo en los casos en que resulten desvirtuadas por otras pruebas.
e) Las pruebas se admitirán solamente en caso de existir hechos controvertidos y siempre que no resulten
manifiestamente inconducentes. Contra la resolución que deniegue las medidas de prueba solamente se
concederá el recurso de reposición.
La prueba deberá producirse dentro del término de diez (10) días hábiles, prorrogables cuando haya causa
justificada, teniéndose por desistidas aquellas no producidas dentro de dicho plazo, por causa imputable al
infractor.
f) Concluídas las diligencias sumariales se dictará la resolución definitiva dentro del término de veinte (20)
días hábiles.

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iii. Sanciones y recursos
ARTICULO 18. — El que infringiere las disposiciones de la presente ley, las normas reglamentarias y
resoluciones que en su consecuencia se dicten, será pasible de las siguientes sanciones:

a) Multa de pesos quinientos ($ 500) a pesos cinco millones ($ 5.000.000);

b) Suspensión de hasta cinco (5) años en los registros de proveedores que posibilitan contratar con el
Estado;

c) Pérdida de concesiones, privilegios, regímenes impositivos o crediticios especiales de que gozare;

d) Clausura del establecimiento por un plazo de hasta treinta (30) días.

Las sanciones establecidas en el presente artículo podrán imponerse en forma independiente o conjunta
según las circunstancias del caso. (Artículo sustituido por art. 62 de la Ley N° 26.993 B.O. 19/09/2014)
ARTICULO 19. — En los casos de reincidencia, así como en el de concurso de infracciones, o desobediencia
a una orden de cese, la sanción a aplicarse se agravará duplicándose los límites mínimo y máximo. En casos
graves podrá imponerse como sanción accesoria el decomiso de la mercadería en infracción.
Se considerarán reincidentes quienes habiendo sido sancionados por una infracción, incurran en otra de
igual especie dentro del término de tres (3) años.

ARTICULO 20. — En los casos de violación de la prohibición contenida en el artículo 9º de la presente ley,
las autoridades de aplicación podrán ordenar, si la gravedad del caso lo hiciera conveniente, la publicación
completa o resumida del pronunciamiento sancionatorio, por cuenta del infractor utilizándose el mismo
medio por el que se hubiera cometido la infracción, o el que disponga la autoridad de aplicación.

ARTICULO 21. — Serán sancionados con las penas previstas en los artículos 18 y 19 quienes hagan uso
sistemático de las tolerancias a que se hace referencia en el inciso d) del artículo 12, y quienes no
cumplimenten en término las intimaciones practicadas en virtud del artículo 14 inciso c).

ARTICULO 22. — Toda resolución condenatoria podrá ser impugnada solamente por vía de recurso directo
ante la Cámara Nacional de Apelaciones en las Relaciones de Consumo o ante las Cámaras de Apelaciones
competentes, según el asiento de la autoridad que dictó la resolución impugnada.

El recurso deberá interponerse y fundarse ante la misma autoridad que impuso la sanción, dentro de los
diez (10) días hábiles de notificada la resolución; la autoridad de aplicación deberá elevar el recurso con su
contestación a la Cámara en un plazo de diez (10) días, acompañado del expediente en el que se hubiera
dictado el acto administrativo recurrido. En todos los casos, para interponer el recurso directo contra una
resolución administrativa que imponga sanción de multa, deberá depositarse el monto de la multa
impuesta a la orden de la autoridad que la dispuso, y presentar el comprobante del depósito con el escrito
del recurso, sin cuyo requisito será desestimado, salvo que el cumplimiento del mismo pudiese ocasionar
un perjuicio irreparable al recurrente. (Artículo sustituido por art. 63 de la Ley N° 26.993 B.O. 19/09/2014)

ARTICULO 23. — El importe de las multas ingresará al presupuesto general de la Nación en concepto de
rentas generales o al de los gobiernos locales, según sea la autoridad que hubiere prevenido.

ARTICULO 24. — Transcurridos diez (10) días de recibida la respectiva intimación, la falta de pago de las
multas impuestas que hubieran quedado firmes hará exigible su cobro mediante ejecución fiscal. A tal
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efecto será título suficiente el testimonio de la resolución recaída, expedido por la autoridad que la impuso.

ARTICULO 25. — A partir de la entrada en vigencia de esta ley los importes del artículo 18 serán
actualizados semestralmente por la autoridad nacional de aplicación de acuerdo con el índice de precios
mayoristas, nivel general publicado por el Instituto Nacional de Estadística y Censos (INDEC) o el que en lo
sucesivo lo reemplazare.

ARTICULO 26. — Las acciones e infracciones previstas en la presente ley prescribirán en el término de tres
(3) años. La prescripción se interrumpirá por la comisión de nuevas infracciones o por el inicio de las
actuaciones administrativas o judiciales.

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Unidad 4
1. Ámbito de aplicación del Derecho del Consumidor
a. La relación de consumo.
El consumidor es un sujeto de derechos pero no es el fundamento de la disciplina.
El fundamento es el principio protectorio constitucional aplicado a partir del acto de consumo, lo que da
lugar a una relación jurídica de consumo.
b. Criterio de clasificación.
La doctrina ha reaccionado frente a las múltiples definiciones de consumidor, señalando que hay una
relación en sentido estricto que involucra al sujeto que consume y otra, más amplia, que abarca, por
ejemplo, al consumidor potencial frente a las tratativas. Otros se inclinan por mencionar al consumidor en
distintas situaciones, por ejemplo, individual, como miembro de una asociación, como standard jurídico.
Todos estos casos nos parecen enfoques insuficientes.
Nuestra posición se inclina por definir la relación de consumo de modo que abarque todas las situaciones
en que el sujeto es protegido: antes, durante y después de contratar.
La extensión de la aplicación del principio protectorio depende de la definición de los elementos de esta
relación de consumo, que presenta diferentes opciones de política legislativa:
i. Definición en base al consentimiento: las cláusulas generales.
En una primera etapa del “consumerismo”, se utilizó el criterio de la adhesión a cláusulas generales como
elemento diferenciador. Supone un problema del consentimiento, vinculado a la imposibilidad de discutir
las condiciones generales.
Sin embargo, en la mayoría de los países, estas normas coexisten con el Derecho del consumidor.
ii. Definiciones “rationae personae”: consumidor final, no profesional.
En una segunda etapa del “consumerismo”, se ha utilizado un criterio subjetivo: el concepto normativo del
“consumidor”.
La definición del “consumidor” es la puerta de entrada al Derecho del consumo y por lo tanto cuando más
amplia se la conciba, más supuestos estarán incluidos.
En esta etapa hubo siempre un criterio “finalista”, que concibe al consumidor como aquel contratante que
consume, es decir, quien es destinatario final del bien.
Estamos en un momento en que ese elemento está cambiando.
Hay definiciones del consumidor que prescinden de la causa final, o destino del bien, y toman en cuenta la
“no profesionalidad”.
Este cambio obedece a la necesidad de superar las dificultades que surgen en áreas de alta tecnología.
Hay una tendencia expansiva llevada a cabo por los “maximilistas”, que interpretan al Derecho del
consumidor como una regulación del mercado de consumo, que va mucho más allá de la figura del
consumidor. Por ello señalan que la noción de consumo final no es jurídica, sino material, es decir. Todo
aquel que retira el bien del proceso de producción, y distribución. Con ello se incluye a las empresas, a los
profesionales, o a cualquiera que compre un bien, aunque luego no se le dé un destino final.
iii. Ampliaciones de las definiciones “rationae personae”.
El Código de Defensa de los Consumidores de Brasil trata a otros sujetos como si fueran consumidores,
aunque no lo sean, como por ejemplo las colectividades de personas in determinadas que intervienen en
una relación de consumo. También la ley 26.361 ha incorporado este criterio de ext4ensión, aunque de un
modo particular.
Otra opción es la de definición de la otra parte de la relación de consumo: los proveedores. En los orígenes
la relación jurídica de consumo fue basada en la relación entre proveedor y el consumidor, pero luego se
amplió la cadena a los proveedores que incluye a los intermediarios, titulares de la marca, etc.
Cuando más amplia sea la inclusión, más supuestos serán considerados como relación de consumo.

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iv. Definiciones “ratione materiae”: el objeto de la relación.
Puede ser que, materialmente, existan muchos casos en que hay consumidores y proveedores, pero el
legislador toma en cuenta sólo algunas de estas relaciones jurídicas en función de su objeto.
No se justifica limitar en virtud del objeto porque ello trae incongruencias sistemáticas dentro del
ordenamiento. El criterio limitado fue utilizado en la 24.240 y rectificado en la 26.361.
v. Definiciones contractualistas y no contractualistas.
Numerosas leyes definen al consumidor como un contratante, con lo cual limitan la fuente de la relación de
consumo al contrato. En cambio, otras tendencias se inclinan por incluir los AJ unilaterales, y otras abarcan
también los hechos jurídicos. El criterio limitado fue utilizado en la 24.240 y rectificado en la 26.361.
2. Elemento personal de la relación de consumo: sujetos.
Hay dos tipos de sujetos, sujeto activo y sujeto pasivo.
a. Sujetos de la relación de consumo: el consumidor.
Las definiciones normativas se valen de dos elementos: el elemento personal, referido al tipo de personas
que pueden ser consumidores, y el elemento material, vinculado a la actividad del sujeto referida al bien.
i. El elemento personal.
1. Personas físicas o jurídicas de Derecho Público o Privado.
El consumidor es persona física individual para muchos ordenamientos.
Éste fue el origen del sistema protectorio, que luego se fue ampliado. Las personas jurídicas son también
consumidores –art. 1º, ley 24.240–.
2. Consumidores nacionales o extranjeros.
La legislación consumerista es un régimen de orden público que se aplica a los consumidores extranjeros
que consumen en el país.
3. Consumidores individuales o colectivos.
En materia de protección de intereses colectivos, hay que distinguir diferentes supuestos:
a) Intereses individuales homogéneos, en los que hay una pluralidad de individuos titulares de derechos
subjetivos que actúan conjuntamente.
b) Intereses colectivos, en los que hay un bien colectivo y se otorga legitimación para actuar al afectado,
los entes públicos o las asociaciones intermedias.
La CN califica a las relaciones de consumo con un bien de incidencia colectiva (art. 43), y se legitima a los
afectados, al Defensor del Pueblo, y las asociaciones representativas a actuar en su defensa. La ley
argentina no contiene una regulación expresa.
Entendemos que consumidores son tanto las personas físicas como las jurídicas, así como las individuales
o colectivas. Éste es el criterio que consagra la ley 26.361 y el fallo “Halabi” de la CSJN.
ii. El elemento material.
1. Definiciones finalistas positivas: consumo final.
Las definiciones finalistas tienen en cuenta la causa fin del acto celebrado por el consumidor, y lo definen
diciendo que es quien consume para sí, o para su grupo familiar.
2. Definiciones finalistas negativas: la no profesionalidad.
Hay uan tendencia a definir al consumidor diciendo que es quien no es profesional, con lo cual estas
definiciones se caracterizan porque:
a) prescinden de la comprobación de consumo final;
b) toman en cuenta un elemento negativo: la no profesionalidad;
c) ese elemento negativo no es necesariamente requerido en un contrato específico, sino que se vincula
con la actividad del consumidor, y
d) se invierte la carga probatoria respecto de la no aplicación de la norma especial.
3. Consumidores contratantes.
La figura del consumidor nace vinculada al contrato, y por esta razón se lo define diciendo que es quien
contrata a título oneroso, como ocurre, por ejemplo, en la legislación argentina.
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Sin embargo, esta concepción es insuficiente. Como dijimos, el elemento activante del principio
protectorio no es el acto de contratar (AJ bilateral) sino el acto de consumir (hecho jurídico).
Por esta razón hay una serie de sujetos que son consumidores sin haber contratado.
4. Consumidores no contratantes: terceros, víctimas, afectados por prácticas comerciales.
La doctrina trató el tema de los “terceros” en los vínculos de consumo, porque parte del esquema del
contrato, y al no ser parte, son terceros. Esta calificación dificulta la comprensión jurídica de la
legitimación, ya que obliga a elaborar complejos procedimientos, como el beneficio a favor del tercero.
Estos obstáculos se superan si se redefine la causa fuente del vínculo: contratos, AJ unilaterales, y hechos
jurídicos.
Los sujetos que entran en esta categoría son:
a. El usuario: el usuario “usa”, no contrata; puede ser invitado, un familiar, un tercero ajeno.
b. La víctima de un daño causado por un producto o servicio.
c. El afectado o expuesto a prácticas comerciales: El consumidor está en contacto con la publicidad
abusiva, engañosa, fraudulenta, está sometido a ofertas que condicionan la compra de un producto a
otro, puede ser afectado por situaciones monopólicas, puede ser tratado discriminatoriamente, puede
existir omisión de información. En estos casos no hay contrato, sino un trato previo, una especie de
responsabilidad precontractual.
d. Legitimación para la defensa de bienes colectivos: No puede decirse que hay contrato ni puede haberlo.
Los bienes colectivo s no admiten derechos subjetivos sobre ellos, ya que son indivisibles.
e. El cesionario: Si un consumidor es cesionario de un contrato de consumo, mantiene la titularidad como
tal. Alguien compra un tiempo compartido a otro consumidor, o un vehículo, o una computadora; la
primera relación es de consumo, en cambio, a segunda, se puede pensar que es n contrato entre
consumidores y por lo tanto que no hay protección. Entendemos que la posición contractual es cesible y
por lo tanto tiene todas las facultades de obrar. Esta posición es admitida en la ley 26.361.
f. El tercero beneficiario: en estos casos también hubo discusión, ya que un contrato puede establecer un
beneficio a favor de un tercero. Por ejemplo: en un contrato de seguros e celebra entre dos partes y hay
un tercero beneficiario, que no ha intervenido en la celebración. Es un contrato a favor de terceros, en
el que el consumidor tiene acciones directas basadas en ese beneficio aceptado, el que, siendo
accesorio de la relación base y siendo ésta de consumo, también lo es.
iii. Subconsumidores. Consumidores especiales.
El principio protectorio se acentúa en casos en los que se presenta una vulnerabilidad más grave que la que
se verifica en el promedio de los casos.
La vulnerabilidad que da lugar a la protección del subconsumidor está vinculada a fallas especiales que
afectan a una categoría particular de sujetos.
La protección del subconsumidor es de origen legal y especial, utilizando discriminación positiva.
Los menores de edad, los ancianos, los enfermos graves, situaciones de urgencia que dan lugar a un estado
de necesidad, los analfabetos. En el régimen de la ley 26.361 no se recepta esta categoría.
iv. El empresario como consumidor: bienes de capital y de consumo.
1. La regla de exclusión.
Los empresarios han sido tradicionalmente excluidos de la noción de consumidor, porque no usan los
bienes para el consumo final, sino para aplicarlos al proceso productivo. También se ha planteado el
problema de la protección de los pequeños empresarios que tienen una situación de vulnerabilidad frente
a los grandes proveedores.
La empresa es normalmente proveedora de clientes. Estas últimas pueden adquirir o utilizar esos
productos o servicios para integrarlos al proceso de producción o no. Este distingo es bastante difícil de
establecer en muchos casos, si la ley no establece una regla precisa.
2. Integración inmediata y total en el proceso productivo.
Una empresa contrata bienes o servicios para integrarlos al proceso de producción con la finalidad de dar
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una prestación a terceros. Este supuesto está claramente excluido en la mayoría de las legislaciones de
protección del consumidor. El acto es completamente comercial.
3. Integración mediata.
Una empresa contrata sobre bienes y servicios que importan una utilización final, pero mediatamente
integran la prestación a terceros. Es el caso de los insumos, o la compra de un equipo de computación o
contratación un servicio de comidas, que se agotan con la utilización, pero son adquiridos o utilizados en
tanto sirven para dar una prestación a terceros.
Según una opinión se trata de actos de comercio por conexión.
Para otra posición, si hay agotamiento con el uso, quedan incluidos en la protección porque se trata de
consumidores no profesionales respecto de estos bienes específicos.
La mayoría de la doctrina, jurisprudencia y legislación tienden a excluir este supuesto, porque no son
relaciones de consumo.
4. Integración parcial.
Una empresa adquiere un bien que integra al proceso productivo en forma parcial, ya que también lo usa
para otras finalidades: una computadora que se usa en la empresa y en la casa del empresario, un
vehículo que se adquiere para el gerente y también se lo destina a usos particulares.
Estos casos son difíciles, y sugerimos los siguientes criterios:
a. Criterio subjetivo “ex ante”: Actividad habitual. Se debe distinguir previamente, si se trata de una
persona que habitualmente es consumidor o habitualmente es comerciante, porque en el primer caso
se presuma la relación de consumo. Este criterio es utilizado en el Derecho Inglés.
b. Criterio objetivo “ex post”: Uso principal del bien o del servicio. Este criterio se relaciona con el uso que
se le da a la cosa. No se relaciona con la actividad previa del consumidor, sino con la actividad posterior.
Un comerciante o un profesional, sea persona física o jurídica, puede ser un consumidor, adquiere un
bien o un servicio, y lo que se analiza es el “destino principal”.
c. Inexistencia de ánimo de lucro: si existe un ánimo de lucro queda excluida la relación de consumo, como
ocurriría en el supuesto de una persona que no tiene actividad habitual de comerciante.
d. En caso de duda debe determinarse cuál es el tipo principal que encuadra.
5. No integración al proceso productivo.
Relación de consumo.
6. Verificación de una situación de vulnerabilidad. (PyMES)
La aplicación de la Ley de Defensa del Consumidor se discute en caso de pequeñas empresas, en las que
hay vulnerabilidad especial. Es lo que ocurre con los grandes consumidores en servicios públicos como
energía eléctrica, telefonía, agua.
b. Sujetos pasivos.
i. Pluralidad de definiciones del sujeto pasivo.
Polo pasivo de la relación obligacional, campo en el que pueden hacerse las siguientes distinciones:
─ En las relaciones contractuales el polo pasivo es el “proveedor”.
─ En las responsabilidad por daños, el polo pasivo es el autor del daño.
─ En las prácticas precontractuales puede ser el oferente, el publicista o el proveedor.
Desarrollaremos seguidamente la noción de proveedor.
ii. Definición.
El proveedor es la otra parte de la relación de consumo y ha sido definida ampliamente por las diferentes
legislaciones.
La ley 24.240 estableció un criterio restrictivo, ahora derogado, que decía (art. 2º) que « Quedan obligados
al cumplimiento de esta ley todas las personas físicas o jurídicas, de naturaleza pública o privada que, en
forma profesional, aun ocasionalmente, produzcan, importen, distribuyan o comercialicen cosas o presten
servicios a consumidores o usuarios». Ello se aplicaba a unos casos taxativamente enumerados a la ley, con
numerosas excepciones.
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iii. La noción de proveedor profesional de productos o servicios en una relación de consumo.
Todo el sector oferente de productos y servicios, siempre que lo haga de una manera profesional y en una
relación de consumo, que son los otros elementos calificantes: proveedor profesional de productos o
servicios en una relación de consumo.
Los elementos de esta clasificación son claros:
─La noción de proveedor es deliberadamente amplia para incluir a todos los sujetos que actúan del lado de
la oferta en el mercado.
─El segundo elemento está vinculado a la profesionalidad, ya que no todos los que ofrecen son
jurídicamente proveedores.
─El tercer elemento es la oferta para el consumo, lo que excluye a una amplia categoría de sujetos que
ofrecen al sector empresario.
─ Es una calificación transversal al Derecho Público y Privado.
─ El proveedor es definido en base a la oferta profesional, que puede ser habitual u ocasional. L aley
argentina incluye a quienes la ejercen aun de manera ocasional.
─ El proveedor puede ser nacional o extranjero.
Estos sujetos deben realizar alguna de estas actividades: producción, montaje, creación seguida de
ejecución, construcción, transformación, importación, distribución y comercialización de P o S.
iv. Exclusión de los profesionales liberales.
La ley argentina dice que: «No están comprendidos en esta ley los servicios de profesionales liberales que
requieran para su ejercicio título universitario y matrícula otorgada por colegios profesionales reconocidos
oficialmente o autoridad facultada para ello, pero sí la publicidad que se haga de su ofrecimiento».
El profesional individual celebra una locación de servicios o de obra, pero no un contrato de consumo. La
ley admite dos excepciones: cuando se hace publicidad a consumidores indeterminados, y cuando se ejerce
en forma de empresa.
v. Servicios.
La prestación de servicios es un concepto muy amplio, por lo que es necesario establecer sus límites con el
producto, en primer lugar, y una vez separado del mismo, con el contrato de locación de servicio.
Los servicios ocupan un amplio sector en la actividad económica.
La economía considera que servicio es todo lo que brinda una función intangible al adquirente, que o
incluye un producto. El que presta un servicio aporta un know how y lo hace a u menor costo que el que
tendría quien lo recibe si lo hace por sus propios medios.
Por otra parte, en el servicio, el proceso de fabricación no le es indiferente al consumidor.
Concluyendo:
─ El servicio es un hacer intangible, que se agota con el consumo inicial y desaparece. En cambio, en la obra
hay un hacer susceptible de concretarse en un bien reproducible. Este detalle ha sido puesto de relieve
para justificar la inversión de la carga de la prueba, porque quien recibe el servicio no puede demostrar
nada anua vez que la actividad se prestó.
─ El servicio involucra una obligación de hacer y un derecho creditorio.
─ Con referencia a los servicios destinados al consumo, la calificación procede de la finalidad subjetiva e la
ley, esto es, el destino final.
c. Objeto.
i. La noción de producto: producto, bienes y cosas.
La legislación consumerista se ha inclinado por incorporar el término “producto” diferente de “bienes” o
“cosas”, tradicionalmente utilizados en los Códigos.
De modo diferente a esta tendencia mayoritaria, la ley argentina 24.240 utilizo el término “cosas”, el que
luego fue sustituido por “bienes” por la ley 26.361.
Los bienes pueden ser aprehendidos en un sentido económico muy amplio. En la economía el bien es tal en
la medida en que resulta escaso, es decir, susceptible de apropiación.
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Desde el punto de vista del consumo, se distingue entre bienes durables, no durables y servicios.
Los bienes pueden ser aprehendidos en un sentido económico muy amplio. En la economía el bien es al en
la medida en que resulta escaso, es decir, susceptible de apropiación.
Desde el punto de vista del consumo, se distingue entre bienes durables, no durables y servicios. El bien
durable es el que puede ser usado varias veces sin desaparecer, el o durable es el que se agota con el uso;
el servicio es un bien, pero intangible y que se agota con cualquier uso.
De tal modo, en un sentido económico los bienes incluyen los servicios y los durables y no durables.
Desde el punto de vista jurídico, un objeto alcanza la categoría de bien cuando es susceptible de tener un
valor, y es claro que alcanza tal valor cuando es escaso, con lo cual se identifica con el presupuesto inicial
de la economía.
Los bienes incluyen tanto a los materiales como a los inmateriales.
En Argentina, las cosas son los objetos materiales susceptibles de tener un valor. En la jurisprudencia se
agrega el requisito de elaboración, puesto que se habla de “producto elaborado”.
La noción de bien es más amplia que la de producto y permite incluir a los inmuebles, que normalmente no
sufren elaboración.
De ello sigue que los bienes se refieren a las cosas con elaboración y destino final, como a cosas sin
elaboración. Incluye cosas materiales como inmateriales, durables o no durables.
d. Causa fin.
La causa fin es el destino final de consumo, al que hace referencia la ley 26.361 y que es un elemento
calificante en ese régimen normativo, Si no se da esa finalidad, el vínculo no es regulado dentro del
régimen de protección de consumidor.
e. Causa fuente: contratos, actos y hechos jurídicos.
En este aspecto hay sustanciales diferencias doctrinarias y legales.
La concepción más restringida es la que considera a la relación de consumo como equivalente al contrato
oneroso. Así lo hizo la ley 24.240.
Un paso más amplio se da cuando la ley incorpora los contratos gratuitos accesorios. Siguiendo este
lineamiento, la ley 24.240 a través de su decreto reglamentario agrega: «serán considerados asimismo
consumidores o usuarios quienes, en función de una eventual contratación a título oneroso, reciban a título
gratuito cosas o servicios».
Otra concepción más amplia, receptada ahora en la ley 26.361, es la que trasciende el concepto de
contrato, y se incluye a la voluntad unilateral, manifestada mediante comportamientos, declarativos o no.
Éste es el caso de la obligación que surge de las ofertas precontractuales.
Más allá del contrato y del AJ unilateral o bilateral, la norma puede referirse a los hechos, lícitos o ilícitos.
La relación de consumo puede abarcar la etapa precontractual, englobando las tratativas encaminadas a la
contratación de consumo. En este caso, puede referirse a las meras tratativas, a las ofertas y estas últimas
pueden ser dirigidas a sujetos determinados o indeterminados.
La relación también puede incluir prácticas comerciales. En este caso, se trata de actos del oferente
encaminados a la captación del cliente, aunque en no necesariamente signifiquen una oferta o actividad
destinada a contratar con un sujeto determinado. En general se refieren a sujetos indeterminados.
Finamente, la legislación puede captar a los contratos conexos, con finalidades “supracontractuales”.

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Unidad 5
1. Régimen precontractual
a. El derecho a la información.
El sistema jurídico consagra un derecho a la información y un deber correlativo, a informar.
El derecho a la información tiene dos facetas: el derecho a informar y a estar informado. La primera es la
tradicional, el derecho a informar que se vincula con la libertad de expresión. Es u derecho del emisor del
mensaje informativo, del titular de la información, a hacerla llegar al destinatario si obstáculos arbitrarios
en el camino.
El segundo aspecto es el derecho del receptor del mensaje, del consumidor de información, que solicita ser
informado para poder decidir libremente.
i. El deber de informar.
Es el deber jurídico obligacional, de causa diversa, que incumbe al poseedor de información vinculada con
una relación jurídica o con la cosa involucrada en la prestación, o atinente a actividades susceptibles de
causar daños a terceros o a uno de los contratantes, derivados de dichos datos, y cuyo contenido es el de
poner en conocimiento de la otra parte una cantidad de datos suficiente como para evitar los daños o
inferioridad negocial que pueda generarse en la otra parte si dicha información no se suministra.
ii. Fundamentos constitucionales.
El art. 42de la CN señala que los consumidores y usuarios tienen, en la relación de consumo, derecho a una
información adecuada y veraz-
En la dogmática jurídica puede indicarse que, siendo el contrato un AJ, debe ser voluntario. Para que exista
voluntariedad debe existir discernimiento, intención y libertad. La existencia de un desnivel informativo
afecta los tres elementos.
De tal modo, debe darse la suficiente cantidad de información como para que el sujeto tenga capacidad de
discernimiento libremente intencionado hacia la finalidad perseguida en el contrato.
Desde el punto de vista legal, la ley 24.240 consagra el deber de información, así como una gran cantidad
de normas dispersas se refieren a situaciones específicas que trataremos en particular más adelante.
En el tramo prenegocial, la ausencia de información o su deficiencia pueden generar una aceptación viciada
de error cuya consecuencia es la anulabilidad del acto.
iii. En la ley 24.240.
ARTICULO 4º — Información. El proveedor está obligado a suministrar al consumidor en forma cierta,
clara y detallada todo lo relacionado con las características esenciales de los bienes y servicios que
provee, y las condiciones de su comercialización.

La información debe ser siempre gratuita para el consumidor y proporcionada en soporte físico, con
claridad necesaria que permita su comprensión. Solo se podrá suplantar la comunicación en soporte
físico si el consumidor o usuario optase de forma expresa por utilizar cualquier otro medio alternativo de
comunicación que el proveedor ponga a disposición.
El consumidor tiene en el conocimiento o la falta de éste uno de los aspectos más vulnerables. Por su parte,
la información está en manos de los expertos. Es sabido que “las relaciones entre profesionales y
consumidores entrañan un desequilibrio que suele generar inequidad[…]”.
1. Características del deber de información.
El precepto en comentario establece que todo aquel considerado proveedor «está obligado a suministrar
al consumidor en forma cierta, clara y detallada todo lo relacionado con las características esenciales de
los bienes y servicios que provee, y las condiciones de su comercialización». Según Lorenzetti, los
caracteres del deber de información son:
a. Los hechos susceptibles de influir sobre la decisión del consumidor.
b. Los datos que hagan a la validez del contrato.
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c. Los referentes a los vicios de la cosa.
d. Los relativos a la funcionalidad de la cosa o del servicio.
e. La información que el prestador debe brindar es fundamental en todas las etapas de la negociación,
desde las preliminares hasta la extinción del contrato.
f. La ley 24.240 consagra un minucioso deber de información en el artículo 4, que incluye a la publicidad y
tiene aspectos específicos en la venta, en los servicios y en los créditos.
g. El profano no tiene un derecho adquirido a la pasividad ni a un comportamiento que sólo traduzca
expectativas con relación al activismo del otro
h. No se requiere intención. El incumplimiento del deber de información es de carácter objetivo.
iv. Los deberes de consejo.
Stiglitz señala que el consejo facilita la emisión del consentimiento sustentando en la posibilidad cierta de
cumplir sus obligaciones en etapa de ejecución. Se diferencia de la información en que importa un plus
sobre la misma, adicionándole una opinión motivada que puede llegar a constituir una advertencia
disuasiva, en atención a las eventuales consecuencias que debería afrontar el cliente. En ocasiones puede
contener cierta carga subjetiva y, conllevaría el riesgo que implica impulsar a otro a la toma de una
decisión.
El deber de consejo tiene un campo de aplicación muy importante en la actividad notarial y financiera.
La información se refiere a los elementos para tomar la decisión, es un presupuesto de ella, es la base de la
acción elección racional que efectúa el sujeto.
El consejo, en cambio, no da información, sino argumentos, y orienta la acción racional hacia un sentido
específico.
El consejo es necesariamente casuístico.
v. La información debe brindarse en todas las etapas.
El deber de información actúa no solo en la etapa precontractual sino también durante la ejecución del
contrato. En la medida en que el primer supuesto la información de todas aquellas circunstancias que
refieren a la prestación en sí y a las condiciones de adquisición del producto o contratación del servicio
tiende a facilitar la emisión de un consentimiento esclarecido informado y por tano eficaz, en el segundo
caso se presenta como un efecto del contrato perfeccionado que apuna a que el consumidor o usuario
pueda hacer valer sus derechos.
2. Tratativas previas.
Las tratativas previas abarcan los siguientes fenóenos:
1. Prácticas comerciales y marketing;
2. Situaciones monopólicas que crean mercados cautivos;
3. Discriminación;
4. Publicidad;
5. El deber de información, y
6. Las tratativas precontractuales y la oferta.
La legitimación del consumidor o usuario para actuar proviene de la lesión a un derecho subjetivo en el
caso en que el trato afecte un sujeto determinado, lo cual sucede en dos supuestos:
a) Cuando produce una expectativa razonable en un sujeto de arribar a un contrato, y
b) Cuando causa un daño a un sujeto.
La legitimación para obrar también puede ser colectiva: la CN recepta la noción de “afectado”, y le confiere
legitimación para actuar en el supuesto de afectación de un bien de incidencia colectiva: las relaciones de
consumo. La sanción de la ley 26.361 incorporó en el Derecho del consumidor argentino el concepto de
prácticas abusivas.
a. Prácticas comerciales y marketing.
i. Concepto.
Las prácticas comerciales son procedimientos , mecanismos, métodos o técnicas utilizados por los
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oferentes para fomentar, mantener, desenvolver o garantizar la producción de B y S al destinatario final.
Las técnicas que se utilizan para ese objetivo son varias: publicidad, loterías, ofertas combinadas, cupones,
ventas por correspondencia, a domicilio y muchas otras.
Las prácticas comerciales de publicidad y marketing son actividades lícitas.
En algunos supuestos, cuando son dirigidas a los consumidores, su objetivo es crear “cautividad”,
disminuyendo el discernimiento que tiene el consumidor en el acto genético del contrato.
Este objetivo se logra mediante:
─Un abuso del medio publicitario que obnubila el obrar del consumidor.
─Una seducción desmedida.
─Una distorsión en la información sobre los productos o servicios.
─El diseño de prácticas comerciales que no se ajustan a la buena fe: condicionar la adquisición de un
producto a la adquisición de otro; no atender a las demandas de los consumidores cuando hay stock; hacer
ofertas con un stock limitado que se agota rápidamente y obliga a pagar precios más altos por el resto;
enviar al consumidor un B o S sin que lo haya solicitado; prevalerse de la ignorancia para imponer los
productos; exigir una ventaja manifiestamente excesiva; colocar en el mercado productos que no se
ajunten a las normas establecidas por los órganos competentes.
En estos casos no hay ofertas, sino conductas que tienden a condicionar la aceptación del consumidor.
La expansión de este fenómeno hizo que se dictaran regulaciones especiales. En este sentido, en la UE se
dictó la Directiva sobre ventas a distancia con marketing directo (97/7 CE).
En nuestro medio se destaca la regulación de la denominada venta domiciliaria, que comprende a aquella
propuesta que “se efectúe por medio postal, telecomunicaciones, electrónico o similar”. Estas operaciones,
que suponen para el consumidor la asunción del riesgo de recibir una cosa o un servicio que no se adapta a
lo esperado, merece una atención especial por parte del régimen tuitivo de los consumidores.
ii. Sorteos promocionales.
Se ha dispuesto que «todo concurso, sorteo o competencia que implique una participación directa o
indirectamente onerosa o promocional, y que conlleve una elección aleatoria para determinar el
ganador, que se efectúe mediante la utilización de un medio de comunicación de carácter masivo, ya sea
gráfico, radial o televisivo, deberá contar con la previa autorización de la Lotería Nacional Sociedad del
Estado” (Decreto 588/98). El art. 2º dice que: «Resultan alcanzados por el presente aquellos concursos,
sorteos o competencias que: a) Requieran la utilización de una línea telefónica, que permita la
participación por el solo hecho de establecerse la comunicación. b) Requieran del envío de
correspondencia para participar. c) Requieran la utilización de medios manuales, mecánicos y/o
electrónicos para seleccionar al ganador. d) Otorguen premios fundados en respuestas a preguntas de
carácter general. e) Otorguen premios fundados en pronósticos que efectúen los participantes y cuyo
resultado esté sujeto a acontecimientos futuros e inciertos».
El art. 10 de la ley 22.802 prohíbe el ofrecimiento o entrega de premios, o regalos, en razón directa o
indirecta de la compra de mercadería, la promoción u organización de concursos, certámenes o sorteos de
cualquier naturaleza en los que la participación esté condicionada en todo o en parte a la adquisición de un
producto.
Con la finalidad de dar mayor certeza a la previsión de la ley 22.802 se dictó el decreto 1153/97, con la
pretensión de reglamentar la extensión de la prohibición mencionada, “a fin de evitar que se ofrezcan
condiciones de participación gratuita que eludan, mediante variantes mínimas, el cumplimiento de la
finalidad que la ley persigue”. Así, se detectaba con frecuencia que a la par de la inscripción sin obligación
de compra que figuraba en todo anuncio publicitario o de alguna promoción, de tener intenciones de
participar sin adquirir o contratar, se establecía la necesidad de acudir a otro sitio, lo cual insumía grandes
dificultades para cualquier persona que tuviera alguna mínima ocupación.
La razón por la que no se puede condicionar la participación en la asignación de premios al azar a la compra
o contratación de bienes o servicios se relaciona con el rol del Estado para regular la transparencia en el
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mercado.
A pesar de la prohibición, la promoción y venta de mercaderías mediante sorteos es común.
Estos sorteos son contratos, efectuados en base a condiciones preredactadas.
Las condiciones generales del sorteo son un aspecto de la publicidad y resulta de aplicación e art. 8 de la ley
24.240 que dispone que «Las precisiones formuladas en la publicidad o en anuncios prospectos, circulares u
otros medios de difusión obligan al oferente y se tienen por incluidas en el contrato con el consumidor».
Conforme a estas disposiciones, el consumidor puede:
1. Plantear la nulidad del sorteo y de la compra en virtud de la violación de una norma de prohibición,
fundándose en la existencia de un juego de azar prohibido;
2. No plantear la nulidad y exigir todo lo que no se le haya ofrecido en la actividad promocional o
publicitaria, no pudiendo alegar el empresario la nulidad en su favor, y
3. Si el sorteo está condicionado a otro contrato, es suficiente con la presentación del cupón, que hace
presumir que le ha sido entregado porque hizo la compra principal.
iii. Control a la salida del supermercado.
El control para verificar robos y su posible carácter vejatorio fue analizado en la jurisprudencia. En un caso
planteado en un supermercado, la actora reclama resarcimiento por daño moral, porque, luego de haber
pagado las mercaderías y cuando estaba egresando del local de la demandada, sonó la alarma de control
electrónico y se la detuvo, siendo revisada durante unos cuarenta y cinco minutos. La señora de Hernández
fue “ridiculizada” y “humillada” ante numerosas personas que pasaban por el lugar, las disculpas del
ferente no conformaron a la actora, quien pretendió que se hiciera saber por altoparlantes que el sistema
electrónico había fallado, como según aquél estos no se encontraban en ese lugar, la señora de Hernández
pretendió que ello se hiciera a viva voz, pero tampoco tuvo éxito en ese requerimiento. En primera
instanciase hizo lugar a la demanda y fue confirmado por la Cámara.
En otro caso similar, la demanda se admite con relación al titular del comercio pero se rechaza contra la
dueña del hipermercado. Apelada la sentencia, la Alzada la confirma.
iv. Trato discriminatorio.
La ley antidiscriminatoria resulta plenamente aplicable a las relaciones de consumo.
La ley 24.240 desarolla las nociones de “trato digno” y “prácticas abusivas” para la generalidad de las
relaciones de consumo, ya que usualmente se planteaban situaciones difíciles de enmarcar dentro de la
protección contractual del sistema de cláusulas abusivas y ambiguas. Se busca de esta manera garantizar el
trato digno del consumidor.
Se aprecian en el nuevo artículo 8 de la ley 24.240 dos manifestaciones concretas de las prácticas que
pretende evitarse. Por un lado, se descalifica una conducta usual de los proveedores, consistentes en
diferenciar a los consumidores extranjeros de los locales en materia de precios, calidades técnicas o
comerciales o cualquier otro aspecto relevante sobre B y S que se comercialicen. Igualmente se refieren al
supuesto de los reclamos extrajudiciales de deudas en los que se utilizan métodos con apariencia de
reclamo judicial, lo que no solo consiste en un engaño, sino que coloca al consumidor en una situación
vergonzosa e inaceptable.
v. Prácticas en el comercio electrónico.
En el ámbito del comercio electrónico, hay prácticas comerciales que han sido tratados extensamente.
1. Envío de mails no solicitados (spamming).
El envío de e-mails no solicitados por el usuario constituye un modo de publicidad que disminuye
sensiblemente los costos de transacción respecto del correo tradicional. Los problemas los tiene le
usuario de la computadora, porque puede recibir virus, saturación de su correo, etcétera, además de ver
invadida su privacidad.
En el plano legislativo, la regla de la prohibición absoluta del spamming, salvo consentimiento expreso del
usuario, ha sido adoptada en numerosas legislaciones y proyectos y puede considerarse una tendencia
mayoritaria. En argentina, un ejemplo de esto es la ley 25.326.
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En el Derecho argentino, y en nustra opinión, el e-mail no deseado es una clara invasión a la privacidad
siendo aplicable el artículo 1770 del CCC que dice que: «El que arbitrariamente se entromete en la vida
ajena y publica retratos, difunde correspondencia, mortifica a otros en sus costumbres o sentimientos,
o perturba de cualquier modo su intimidad, debe ser obligado a cesar en tales actividades, si antes no
cesaron, y a pagar una indemnización que debe fijar el juez, de acuerdo con las circunstancia[…]».
2. Asociación de páginas y marcas (cybersquatting).
Es posible que un sujeto que quiere ofrecer sus productos en la web trate de asemejarse a una página o
marca conocida; para ello puede utilizar la “clonación de páginas”, haciendo una igual a otra conocida; o
usar una marca que se asemeje a otra difundida a los fines de aprovecharse del efecto de arrastre que
ello produce.
En el primer caso es un supuesto de fraude, y ha existido una acción por parte de la Federal Trace
Commission contra el propietario de un sitio smut acusándolo de clonar una página popular; cuando el
usuario accede es bombardeado con propaganda.
En el segundo supuesto se trata de problemas de dilución de marcas mediante el oscurecimiento
(blurring) o deslustre (tarnishment), que tienen solución dentro el derecho de la propiedad intelectual. El
consumidor es un tercero que resulta afectado por este problema, y se trata de ver si existe una acción
que pueda ser intentada. La respuesta no ha sido favorable: los tribunales desestiman este tipo de
acciones, porque no hay un propósito de beneficio a un tercero, sino evitar problemas legales. Este
tercero, que podría ser un consumidor, no tiene acciones legales contra la entidad registrante.
3. Programas de registro del navegante (cookies).
La utilización de programas que permiten registrar los pasos que da el navegante en la red otorga la
posibilidad de obtener datos precisos sobre sus costumbres y deseos, los cuales tienen un valor relevante
para el marketing. Esta recolección de datos personales se hace sin conocimiento del consumidor.
También opinamos que, en este caso, como en el anterior, hay una violación de la privacidad en los
términos del art. 1770 del CCC.
Europa, en especial España, si tienen resoluciones en materia de cookies. La misma se haya contenida en
el art 2.2 de la Ley 34/2002, de 11 de julio, de servicios de la sociedad de la información y de comercio
electrónico (conocida como LSSI). Por otro lado, Argentina no posee leyes que versen sobre esto de
manera directa.
3. La publicidad.
a. Introducción.
La publicidad, como la conocemos hoy, es producto de la salida de la crisis del capitalismo de 1848, cuando
se expanden las empresas que pasan de ser talleres manufactureros a empresas con maquinarias de gran
portey con ello, aparecen nuevas formas de producción y distribución que permiten la circulación masiva
de toda una gama de productos.
La publicidad moderna respondió a la necesidad de los mercados de utilizar nuevas tácticas de empuje para
sus ventas.
Las técnicas publicitarias se sofistican y empiezan a crear un mundo imaginario de objetos modernos que
parece extenderse a través de los medios de comunicación a todos, incluso a los presupuestos más
modestos.
La publicidad ha ocupado todos los espacios públicos y privados: las calles, los medios de transporte, las
casas, y su dispersión geográfica es casi ilimitada
b. Concepto jurídico de publicidad.
Comunicación desplegada en ele je de una activad comercial destinada a promover en forma directa o
indirecta la adquisición de B y S.
En la Argentina, no hay una norma general sobre publicidad, y las normas que resultarían aplicables, hasta
hace poco tiempo, no contenían una definición.
La Ley de Servicios de Comunicación Audiovisual, 26522 define la publicidad ahora como: Toda forma de
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mensaje que se emite en un servicio de comunicación audiovisual a cambio de una remuneración o
contraprestación similar, o bien con fines de autopromoción, por parte de una empresa pública o privada o
de una persona física en relación con una actividad comercial industrial, artesanal o profesional con objeto
de promocionar, a cambio de una remuneración, el suministro de bienes o prestación de servicios, incluidos
bienes, inmuebles, derechos y obligaciones.
Publicidad no tradicional (PNT): Toda forma de comunicación comercial audiovisual consistente en incluir o
referirse a un producto, servicio o marca comercial de manera que figure en un programa, a cambio de una
remuneración o contraprestación similar.
c. Importancia.
La publicidad, como herramienta idónea para el funcionamiento de una economía de mercado, de
producción y consumo masivo de bienes y servicios, destinada a la promoción de ese consumo, que utiliza
técnicas cada vez más sofisticadas para captar la clientela. Es importante para el Derecho básicamente por
dos razones:
1) Puede decirse que tiene una importancia económica que tiene que ver con su finalidad económica pero
que no nos atañe en principio;
2) Una importancia jurídica ya que sus patologías pueden afectar las reglas de la competencia, la lealtad
entre comerciantes y los intereses de los consumidores.
En un primer momento, la publicidad tuvo interés para el Derecho vinculada a las relaciones entre
comerciantes, entre competidores.
Recién en un segundo momento, cuando se advierte la necesidad de proteger al consumidor como sujeto
vulnerable del mercado frente al proveedor, la publicidad concita la atención jurídica en relación a éste y en
la protección de los consumidores.
Desde esta perspectiva y que es la que nos interesa, la publicidad como herramienta al servicio de la
persuasión está en permanente tensión con el derecho a recibir una información adecuada del consumidor
que le permita hacer elecciones fundadas.
Partimos de la base de considerar que publicidad y información se hallan íntimamente vinculadas y que
tal ligamen viene dado por la función que cumple la publicidad en nuestros días y por las características que
ella asume.
Los límites a la publicidad vienen impuestos por dos vías: 1) los limites autoimpuestos a través de los
Códigos de Autorregulación Publicitaria, 2) la legislación.
d. Finalidad.
La publicidad tiene una evidente finalidad comercial, que busca captar y persuadir al consumidor para
adquirir los B y S que la misma ofrece.
Actualmente las técnicas que utilizan transmiten valores positivos o negativos.
Se diferencia con la información ya que la misma no viene dada de mano con la publicidad. Las publicidades
no contienen gran cantidad de información.
e. Regulación de la publicidad.
i. Internacional.
Directivo 84/450/CEE.
Mercosur.
ii. Nacional.
1. Ley de Servicios de Comunicación Audiovisual (Ley de Medios 26.522).
En especial en su art. 4º que contiene la definición de publicidad, su art. 71 que contiene las normas que
deben observar los medios de comunicación audiovisual, y el art. 81 con las previsiones que deben
contener los comunicadores de publicidad.
2. La ley 24.240
En relación con el art 4 en cuanto impone a los proveedores el deber de suministrar información cierta y
objetiva, veraz, detallada, eficaz y suficiente sobre las características esenciales de los mismos. Asimismo
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también podemos mencionar a los arts. 7 y 8 de los que surge que cuando la oferta a consumidores
potenciales indeterminados se realiza por medio de anuncios publicitarios, las precisiones contenidas en
ellos se tienen por incluidas en el contrato con el consumidor y el anunciante queda obligado durante el
tiempo de la oferta.
3. La ley 22.282 de Lealtad Comercial.
El art. 9 de la Ley 22802 de Lealtad Comercial en cuanto prohíbe la realización de cualquier clase de
presentación, de publicidad o propaganda que mediante inexactitudes u ocultamientos pueda inducir a
error, engaño o confusión respecto de las características o propiedades, naturaleza, origen, calidad,
pureza, mezcla, cantidad, uso, precio, condiciones de comercialización o técnicas de producción de bienes
muebles, inmuebles o servicios.
4. La ley de Defensa de la Competencia.
En su capítulo primero, según el cual se prohíben y sancionan los actos o conductas, de cualquier forma
manifestados, relacionados con la producción e intercambio de bienes o servicios, que tengan por objeto
o efecto limitar, restringir, falsear o distorsionar la competencia o el acceso al mercado o que
constituyan abuso de una posición dominante en un mercado, de modo que pueda resultar perjuicio
para el interés económico general.
5. Ley 22195 Ratificación del Convenio de París para la Protección de la Propiedad Industrial.
Su art. 10 bis, en cuanto dispone:
1. Los países de la Unión están obligados a asegurar a los nacionales de los países de la Unión una
protección eficaz contra la competencia desleal.
2. Constituye acto de competencia desleal todo acto de competencia contrario a los usos honestos en
materia industrial o comercial.
3. En particular deberán prohibirse:
A) Cualquier acto capaz de crear una confusión, por cualquier medio que sea, respecto del
establecimiento, los productos o la actividad industrial o comercial de un competidor;
B) Las aseveraciones falsas, en el ejercicio del comercio, capaces de desacreditar el establecimiento, los
productos o la actividad industrial o comercial de un competidor;
C) Las indicaciones o aseveraciones cuyo empleo, en el ejercicio del comercio, pudieren inducir al público
a error sobre la naturaleza, el modo de fabricación, las características, la aptitud en el empleo o la
cantidad de los productos.
Sin perjuicio de las normas que regulan la publicidad para determinadas actividades o productos, que
veremos oportunamente, las que acabamos de señalar son las normas de cuyo juego armónico podemos
extraer cuándo la publicidad es lícita o ilícita según el bien jurídico en juego, como asimismo, cuándo esa
ilicitud será relevante para el Derecho del Consumo.
6. Código Alimentario.
En su art. 11: «Toda mercadería que se venda debe ser de la misma calidad que la que se exhiba y en caso
de productos no homogéneos en tamaño, forma o color, que signifiquen distinta calidad, deben
exponerse a la venta en forma tal que el adquirente no pueda ser inducido a error respecto a las
características de la mercadería que compra».
7. Ley de lucha contra el alcoholismo.
En su art. 6 cuando establece que: «Queda prohibida toda publicidad o incentivo de consumo de bebidas
alcohólicas, que:
a) Sea dirigida a menores de dieciocho (18) años;
b) Utilicen en ella a menores de dieciocho ( 18) años bebiendo;
c) Sugiera que el consumo de bebidas alcohólicas mejora el rendimiento físico o intelectual de las
personas;
d) Utilice el consumo de bebidas alcohólicas como estimulante de la sexualidad y/o de la violencia en
cualquiera de sus manifestaciones:
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e) No incluya en letra y lugar visible las leyendas "Beber con moderación". "Prohibida su venta a menores
de 18 años".
8. Ley de Limitación a la publicidad de cigarrillos.
Art. 5 - «Prohíbese la publicidad, promoción y patrocinio de los productos elaborados con tabaco, en
forma directa o indirecta, a través de cualquier medio de difusión o comunicación».
Art. 6 - «Exceptúase de la prohibición establecida en el artículo anterior, a la publicidad o promoción que
se realice:
a) En el interior de los lugares de venta o expendio de productos elaborados con tabaco, conforme a lo
que determine la reglamentación de la presente ley;
b) En publicaciones comerciales destinadas exclusivamente a personas o instituciones que se encuentren
involucradas en el negocio del cultivo, fabricación, importación, exportación, distribución, depósito y
venta de productos elaborados con tabaco;
c) A través de comunicaciones directas a mayores de dieciocho (18) años, siempre que se haya obtenido
su consentimiento previo y se haya verificado su edad».
Art. 7 - «En todos los casos la publicidad o promoción deberá incluir uno de los siguientes mensajes
sanitarios, cuyo texto estará impreso, escrito en forma legible, prominente y proporcional dentro de un
rectángulo de fondo blanco con letras negras, que deberá ocupar el veinte por ciento (20%) de la
superficie total del material objeto de publicidad o promoción:
a) Fumar causa cáncer;
b) Fumar causa enfisema pulmonar;
c) Fumar causa adicción;
d) Fumar causa impotencia sexual;
e) Fumar causa enfermedades cardíacas y respiratorias;
f) El humo de tabaco es causa de enfermedad y muerte;
g) La mujer embarazada que fuma causa daños irreparables a su hijo;
h) Fumar causa muerte por asfixia;
i) Fumar quita años de vida;
j) Fumar puede causar amputación de piernas.
En todos los casos se incluirá un pictograma de advertencia sobre el daño que produce el hábito de
fumar, el que será establecido para cada mensaje por la autoridad de aplicación de esta ley».
f. Clases de publicidad ilícita.
Como no hay una regulación completa de la publicidad, determinar los contornos de la licitud publicitaria
requiere una confrontación con el ordenamiento jurídico en su conjunto y evaluar la normativa según el
bien jurídico que se trate de proteger.
En principio se ha aceptado una calificación de la publicidad ilícita que contempla una serie de categorías
ilícitas que están mayoritariamente aceptadas.
i. Publicidad prohibida/condicionada.
Además de las normas generales, hay sectores especiales de la producción, en los que la publicidad ha
recibido regulación especial. Por ejemplo, el sector de los alimentos, el tabaco, las bebidas alcohólicas.
Las transgresiones a esas prohibiciones convierten a los anuncios en prohibidos. La finalidad de este tipo de
normas en áreas sensibles es normalmente la protección de la salud del público consumidor. Se regula
estableciéndose prohibiciones, o disponiendo que los anuncios se realicen de determinada manera, con
contenidos obligatorios para advertir sobre la peligrosidad del consumo excesivo de alcohol o los riesgos
del tabaco.
Aquí corresponde aclarar que el cumplimiento de las normas no convierte al anuncio en lícito si se
violentan derechos de los consumidores. El anuncio podría incurrir en otro tipo de ilicitud: publicidad
desleal o engañosa, como veremos y pese a observar la normativa específica afectar igualmente derechos
de los consumidores.
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También debemos incluir en esta categoría a la publicidad de fármacos, regulada por la Resolución ANMAT
Nº 4980/2005 y modificatorias, que impone deberes de advertencia.
ii. Publicidad engañosa.
Universalmente se denomina publicidad engañosa a aquella que, por las características de su presentación
o de su contenido, induce o puede inducir a error al consumidor sobre las características de un producto.
Una publicidad es engañosa, por ej., cuando emplea aseveraciones falsas, incompletas u oscuras, omite
datos relevantes, genera impresiones erróneas sobre el producto promocionado o crea expectativas que
éste no puede satisfacer. Su efecto es que provoca la adquisición de un bien o un servicio sobre la base de
una falsa representación que el consumidor se hace de él. Es engañosa y así lo ha declarado la
jurisprudencia cuando afirma que una tintura para el cabello es inocua cuando en realidad en su
composición tiene productos tóxicos, cuando se publicita el precio de $40 final por mes para un servicio de
banda ancha -lo cual implicaría $480 anuales- pero en realidad se oculta a los potenciales usuarios que el
compromiso de pago que asumirán será de $1.083,38 durante el primer año, o cuando una reconocida casa
de comidas rápidas promociona que sus procesos de cocción de son 100% seguros pero hay muchos casos
de menores de edad que se contagiaron de SUH por comer hamburguesas crudas en sus locales.
La doctrina ha sostenido que es necesario considerar las características de la audiencia a quien va dirigida la
publicidad -sea el público consumidor en general o ciertos sectores más vulnerables como niños, ancianos,
etc.
Los tribunales han seguido esta misma dirección. Por ejemplo, el Juzg. de Faltas Nro. 2 de La Plata sancionó
con multa a la empresa Telefónica Unifón por haber lanzado una publicidad de celulares que anunciaba con
letras grandes que con la compra de cierto equipo se obtenía un importante descuento en el precio y el
regalo de minutos libres, pero que en realidad las liberalidades no eran tan ciertas ya que en la letra chica
del anuncio se sujetaba el beneficio a determinadas condiciones.
En otro caso, en que se condenó por daños a un supermercado, se promocionaba la compra de productos
que incluían cupones para participar de un sorteo cuyo premio era un viaje a Disney. En los folletos
publicitarios, la promoción se identificaba con las imágenes de los personajes de Disney; el ganador del
concurso resultó ser un menor de edad y la empresa se negó a cumplir con la prestación argumentando
que no reunía los requisitos previstos en las bases ya que no había alcanzado la mayoría de edad.
Hay otro caso resuelto por el mismo tribunal de la Plata en el que se debatió una publicidad encubierta, un
subtipo especial de publicidad engañosa, que también pone en evidencia esa tensión entre publicidad e
información. La publicidad encubierta se configura cuando los anuncios se construyen de manera tal que el
público no sea consciente de que lo que percibe es una publicidad; generalmente estos anuncios adoptan la
apariencia de una entrevista o de una noticia de información general.
Se trataba de una campaña publicitaria dirigida a las mujeres, en la que una ONG alentaba sobre la
conveniencia de aplicarse una vacuna contra el HPV para prevenir el cáncer de cuello de útero.
El tribunal consideró que el diseño de la publicidad hacía que la información brindada sobre la efectividad
de la vacuna apareciera como confusa; y que la campaña contenía información imprecisa e inadecuada que
podía hacer incurrir en error sobre el modo de prevenir una enfermedad mortal. Ordenó con carácter de
medida preventiva el inmediato cese de la publicidad y su rectificación para garantizar que la información a
las consumidoras destinatarias fuera cierta, veraz y acabada sobre los alcances de la vacunación
(27/11/2008, publicado en www.eldial.com.ar).
iii. Publicidad subliminal.
Esta modalidad se caracteriza porque el medio utilizado actúa sobre el inconsciente del individuo,
«mediante técnicas de producción de estímulos, de intensidades fronterizas con los umbrales de los
sentidos, o análogas, pueda actuar sobre el público destinatario sin ser conscientemente percibida» (ley
española). La profesora aclara que esta pueda estar incluida en el art. 1101 del CCC.
iv. Publicidad desleal.
Esta forma de ilicitud publicitaria es aquella en que el anunciante viola las reglas de la leal concurrencia y
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competencia con el propósito de desviar en su provecho la clientela de un competidor.
Cuándo es desleal un anuncio? Cuando desacredita al competidor, aprovecha su prestigio, o puede crear
confusión respecto de los productos o servicios de un competidor.
Desde la perspectiva que nos interesa, tenemos que preguntarnos si con la prohibición de estas formas
publicitarias se protege al consumidor.
En principio, el interés directamente protegido es el del competidor, ya sea bajo la forma de la libertad de
comercio o como un derecho a la clientela (Rubianes).
Sin embargo, más allá de la protección al empresario competidor, a través de la condena de estos modos
publicitarios el bien jurídico tutelado es que el consumidor pueda ejercer íntegramente su derecho a la
información y establecer sus preferencias sobre bases ciertas, sin engaños ni manipulaciones. En este
sentido, se ha pronunciado la mayoría de la doctrina
v. Publicidad comparativa
La última categoría de publicidad que vamos a analizar es la llamada publicidad comparativa.
En este tipo de publicidad el anunciante contrapone sus productos con los de un competidor
comparándolos, a veces de manera evidente, a veces de manera implícita, para resaltar la superioridad del
producto anunciado frente a la inferioridad del producto ajeno.
Se trata de una estrategia muy frecuente que se ha utilizado en todo el mundo entre grandes marcas: Visa
vs. Diners, Mac Donald vs. Burger King, Coca vs. Pepsi, Avis vs. Rent-a-Car, aerolíneas, telefónicas, etc. En
nuestro país se utiliza mucho en propagandas de productos de limpieza (detergentes y jabones en polvo) y
bebidas.
Cuando analizamos la publicidad comparativa debemos tener presente los grupos de intereses que se
entrecruzan. En una primera mirada, podríamos señalar que están en juego, por un lado, el interés del
empresario anunciante para quien la publicidad comparativa puede ser un instrumento idóneo para abrir
nuevos mercados y conquistar clientes; y por el otro el del empresario competidor aludido por el anuncio,
que se ve afectado por la comparación porque normalmente en ella se exalta la bondad del producto
propio y se destaca la inferioridad del ajeno.
Los argumentos más importantes de esta posición son los siguientes:
- que la publicidad comparativa es parasitaria porque se aprovecha del prestigio del producto ajeno;
- que es denigratoria porque en general se destacan las bondades del producto propio degradándose el del
competidor;
- que hace utilización indebida de la marca ajena que se encuentra protegida por el derecho;
- y que normalmente es engañosa ya que no se comparan todas las características de los productos sino
que se eligen aquellos rasgos que resulten más ventajosos para el anunciante.
Desde una perspectiva más amplia, que involucra además la consideración del interés de los consumidores,
cierto sector de la doctrina se pronunció a favor de la licitud de la publicidad comparativa argumentando
que ella mejora la transparencia del mercado y brinda información a los consumidores.
vi. Publicidad abusiva.
Es aquella que atenta contra la dignidad de las personas, vulnerando valores sociales reconocidos, contraria
a principios básicos del sistema democrático o denigra sus instituciones, promoviendo la discriminación,
induciendo a riesgos a grupos vulnerables. Se regula a través del art. 71 de la Ley de Medios, el art. 8 bis de
la 24.240, los arts. 1101, 1097, 1098 del CCC, y todas las normas referentes al trato digno. Asimismo
Lorenzetti establece que habiéndose concebido a la discriminación como un bien de incidencia colectiva en
la CN y estando legitimado tanto el defensor del pueblo como las entidades intermedias, todos ellos
pueden actuar invocando intereses difusos, frente a propagandas inductivas que impongan modelos
discriminatorios. La vía procesal sería la acción de amparo.
g. Acciones.
Las acciones a intentar por el consumidor afectado por una publicidad pueden ser: una acción de
reparación de daños y perjuicios cuando se hubiese causado algún daño, ya sea consistente en la propia
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adquisición del producto o servicio motivado por la publicidad ilícita o bien el daño causado por el propio
producto o servicio adquirido que se publicitaba como inocuo o de determinadas características en orden a
la seguridad esperada que no se verifican y termina causando un daño, o bien, una acción preventiva en la
que se persiga el cese de la difusión del anuncio ilícito o la evitación de su difusión si aún no ha empezado a
difundirse.
h. La publicidad integradora del contrato de consumo.
El contrato se integra y enriquece de varias fuentes, entre otras, lo estipulado en un determinado
instrumento, la conducta de las partes, las prescripciones legales, pero en materia de contratos de
consumo, debemos considerar además la publicidad.
Puede aseverarse que el consumidor podrá exigir “todo lo que se la haya ofrecido en la actividad
promocional o publicitaria, no pudiendo el empresario alegar que en el contrato relativo a al adquisición de
los bienes o servicios no aparece recogido”.

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Unidad 6
1. Régimen contractual
a. El Derecho Contractual a la luz de los principios del Derecho del Consumidor.
Art. 957 “Definición”: Contrato es el acto jurídico mediante el cual dos o más partes manifiestan su
consentimiento para crear, regular, modificar, transferir o extinguir relaciones jurídicas patrimoniales.
El artículo bajo análisis brinda mayores precisiones sobre la definición del contrato en el mismo sentido que
la doctrina venía sosteniendo y proponiendo, así entonces se aclara en primera medida que el contrato es
un acto jurídico, siendo e mismo un hecho voluntario y lícito. Se ratifica y confirma el seguimiento de la
tesis amplia de la noción de contrato, al indicarse de forma expresa que el contrato no sólo tiene la función
de colocar el derecho a las partes (como lo hacía la anterior definición), sino que cubre todas las variables
generadoras de efectos jurídicos por tratarse de un acto jurídico y atinentes a cualquier clase de derecho
patrimonial (personales, reales, e intelectuales), y no sólo relativo a las obligaciones. También se agrega el
término patrimoniales”, lo que anteriormente no se había agregado, pero que salía de un artículo posterior.
En el CC de Vélez sólo regulaba el contrato paritario, el nuevo CCC regula el contrato paritario, el de
cláusulas generales y el contrato de consumo.
i. Las proyecciones de la tutela del consumidor con relación a los pilares básicos de la teoría general del
contrato.
ARTICULO 958.- «Libertad de contratación». Las partes son libres para celebrar un contrato y determinar
su contenido, dentro de los límites impuestos por la ley, el orden público, la moral y las buenas costumbres.

ARTICULO 959.- «Efecto vinculante». Todo contrato válidamente celebrado es obligatorio para las partes.
Su contenido sólo puede ser modificado o extinguido por acuerdo de partes o en los supuestos en que la
ley lo prevé.

ARTICULO 960.- «Facultades de los jueces». Los jueces no tienen facultades para modificar las
estipulaciones de los contratos, excepto que sea a pedido de una de las partes cuando lo autoriza la ley, o
de oficio cuando se afecta, de modo manifiesto, el orden público.

ARTICULO 961.- «Buena fe.» Los contratos deben celebrarse, interpretarse y ejecutarse de buena fe.
Obligan no sólo a lo que está formalmente expresado, sino a todas las consecuencias que puedan
considerarse comprendidas en ellos, con los alcances en que razonablemente se habría obligado un
contratante cuidadoso y previsor.
ii. El fenómeno de contratación en masa.
1) El contrato actual no es el contrato concebido en el derecho romano, ni tampoco es el contrato de la
doctrina de la autonomía de la voluntad, en el ue la voluntad de las partes era absoluta y soberana, sino
que es un contrato en el cual la autonomía privada está sometida a numerosas limitaciones impuestas por l
orden público tradicional, y por el nuevo orden público económico de dirección y de protección, a efectos
de que el contrato pueda ser el marco de un verdadero contenido de justicia para las partes. En este
sentido, López de Zavalía se pronuncia sobre la crisis del contrato de la siguiente forma: “Para quienes
piensan que todo tiempo pasado fe mejor, nuestro Derecho íntegro, nuestra cultura, nuestro modo de vid,
se encuentran en crisis, y todo lo bueno y lo bello, pendiente abajo… […] A nuestro entender, atendiendo a
la sustancia eterna del contrato, éste no se encuentra en crisis, sino buscando su punto de equilibrio.”
Borda también expresa “no hay crisis del contrato: hay una evolución que debe ser saludad como un echo
auspicioso porque procura una más perfecta realización de la justicia”.
2) Pero si se considera al contrato como lo concebía la doctrina de la autonomía de la voluntad, no hay
dudas que esa concepción del contrato está en crisis.
el dogma de la doctrina de la autonomía de la voluntad sólo representa un momento en la historia del
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contrato, siendo en la actualidad una concepción superada. Los postulados de la doctrina de la voluntad
son falsos, porque la igualdad jurídica de los individuos no siempre coincide con una situación de igualdad
económica. Tampoco en la contratación las partes ejercitan su libertad jurídica cuando actúan impelidos
por la necesidad de bienes y servicios.
No puede sostenerse desde un punto de vista lógico que lo pactado por las partes en el contrato sea justo
porque éstas han actuado en forma voluntaria y libre, por cuanto la justicia del contrato dependerá de su
contenido y no de la sola circunstancia de haberse celebrado un contrato. Las leyes y los contratos son
justos o injustos según su contenido.
3) El contrato es el instrumento jurídico para la circulación de los bienes y de los servicios y para que el
débil no quede privado de esta herramienta es preciso la intervención estatal en la vida económica.
4) Por lo tanto, el contrato, en su concepción tradicional, se encuentra en una situación de profunda crisis
de sus postulados.
Es así, que han aparecido nuevas modalidades de contratación, propias de la sociedad de masas de la época
actual.

2. Contratos de consumo y contratos paritarios.


El contrato negociado y su evolución.
Es el que responde al principio de la autonomía de la voluntad, presupone que las partes se encuentran en
una situación de igualdad jurídica y económica y en ejercicio de su libertad celebran el contrato,
vinculándose en forma voluntaria por autodeterminación, Por eso, se los denomina contratos negociados o
contratos paritarios.

Contratos de consumo.
Al referirnos a los contratos de consumo no estamos significando u tipo contractual determinado, sin oque
por el contrato, se está haciendo alusión a una categoría que atraviesa de manera transversal prácticamente
todo el universo de los contratos, resultando incalculable la cantidad de acuerdos que pueden revestir o no
el carácter de contratos de consumo, según se configuren los presupuestos descriptos precedentemente. De
esta manera un tipo contractual puede ser o no considerado como contrato de consumo, pudiendo darse el
caso en que nos encontramos frente a dos acuerdos idénticos, calcados, hallándose sólo uno de ellos dentro
de la categoría que estamos analizando. (López de Zavalía).
a. Diferencias entre ambos.
i. Autonomía de la voluntad.
Aquel postulado que confiere a la voluntad jurídica, la atribución de crear negocios jurídicos sin ultrapasar
el ordenamiento coactivo, brindándoles su contenido y su eficacia legal. De allí que al crear el contrato las
partes quedan ligadas tan rigurosamente como lo estarían por la voluntad del legislador. Esta premisa tiene
su origen en el llamado mito de la igualdad contractual, cuyo fundamento recae en la igualdad jurídica de
las partes; entendida en el sentido de nuestra Constitución Nacional. “Todos los habitantes son iguales ante
la ley” (art. 16), como así también en la libertad jurídica, concebida como la libertad de conclusión para
contratar o no, para anudarse o no mediante el acuerdo y de determinación, es decir para intervenir y
negociar el contenido contractual.
Fue necesario contrastar las diferencias entre la igualdad jurídica frente a la desigualdad económica; la
libertad jurídica frente a la subordinación económica; el excesivo individualismo de otras épocas frente a
las exigencias de la solidaridad social. Esto deja en evidencia que la libertad e igualdad económicas
absolutas no concurren al lado de la libertad e igualdad jurídica.
Desde siempre la autonomía de la voluntad ha estado subordinada a las normas imperativas de orden
público.
Pero el concepto clásico de orden público ha variado, pasando del "orden público moral fundado en las
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buenas costumbres" a la concepción más moderna de orden público económico. El orden público
económico procura restablecer el equilibrio, imponiendo positivamente cierto contenido contractual, de
manera no excepcional, en procura de objetivos supraindividuales Ejemplo: Ley 23.091: Locaciones
urbanas, entre otras.
La docente hace una diferenciación entre orden público de dirección y orden público de protección.
En el primero el estado regula cuestiones como, el estímulo selectivo de la producción, los regímenes
arancelarios, los controles de cambio, la regulación y el control de precios, licencias previas de importación,
las autorizaciones para el establecimiento de determinadas actividades etc. Se trata de restricciones
impuestas a la libertad contractual por la doctrina económica en el poder. A diferencia del segundo cuyo
objetivo es resguardar a una de las partes de la relación, como así también a mantener el equilibrio interno
del contrato, fijando a tal fin un mínimo y un máximo de protección.
Por otro lado, el orden público de protección subordina el principio de la autonomía de la voluntad al
cumplimiento de estos fines tutelares. La ley concreta este objetivo al establecer la descalificación de las
cláusulas vejatorias, y en función del orden público económico de protección "la sanción más eficaz es dejar
a una parte dueña del contrato", en tanto "la otra sabe que debe temer todo: será forzada a cumplir si el
contrato le resulta desventajoso y no podrá exigir el cumplimiento si tiene interés en él". Todo ello en el
marco de protección a la debilidad jurídica, que es acentuada a favor del subconsumidor o consumidor
particularmente frágil.
ii. Consensualismo.
Sabemos que el contrato consensual, es el que se perfecciona por el mero consentimiento de las partes,
sin perjuicio de que se cumpla el requisito de forma que la ley establezca, a diferencia del real que para su
perfeccionamiento exige la entrega o tradición de la cosa.
En lo atinente a los actos jurídicos bilaterales y patrimoniales, el art. 974 del Código Civil, siguiendo el
principio de la autonomía de la voluntad adopta el principio de “consensualismo en materia de forma”
cuando establece que: “Cuando por este Código, o por las leyes especiales no se designe forma para algún
acto jurídico, los interesados pueden usar las formas que juzgaren convenientes”.
La tendencia del derecho moderno fue justamente la de desvincular al derecho de las formas y promover
celebración negocios no formales.
Siempre por supuesto, siguiendo los dictados de la buena fe-creencia y buena fe-lealtad.
Fundamento: exigencias formales provocan un entorpecimiento del tráfico jurídico.
De esta manera pueden configurarse negocios no formales, no por que carezcan de forma, sino porque la
misma es libre y dependerá de la autonomía de la voluntad de las partes; y habrá negocios formales donde
la ley impone una forma para su validez o eficacia.
En oposición a ese consensualismo como elemento suficiente para la conformación de los contratos, el
formalismo comienza a resurgir en el ámbito del consumo, como un neoformalismo de protección, para
tutelar a la parte débil.
Este micro sistema de tutela, plantea un neoformalismo a través de normas concretas, imperativas e
irrenunciables, impuestas en la relación de consumo. Un ejemplo lo podemos encontrar en el art. 10 de la
ley 24.240.
ARTICULO 10. — «Contenido del documento de venta». En el documento que se extienda por la venta de
cosas muebles o inmuebles, sin perjuicio de la información exigida por otras leyes o normas, deberá
constar:
a) La descripción y especificación del bien.
b) Nombre y domicilio del vendedor.
c) Nombre y domicilio del fabricante, distribuidor o importador cuando correspondiere.
d) La mención de las características de la garantía conforme a lo establecido en esta ley.
e) Plazos y condiciones de entrega.
f) El precio y condiciones de pago.
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g) Los costos adicionales, especificando precio final a pagar por el adquirente.
La redacción debe ser hecha en idioma castellano, en forma completa, clara y fácilmente legible, sin
reenvíos a textos o documentos que no se entreguen previa o simultáneamente. Cuando se incluyan
cláusulas adicionales a las aquí indicadas o exigibles en virtud de lo previsto en esta ley, aquellas deberán
ser escritas en letra destacada y suscritas por ambas partes.
Deben redactarse tantos ejemplares como partes integren la relación contractual y suscribirse a un solo
efecto.
Un ejemplar original debe ser entregado al consumidor.
La reglamentación establecerá modalidades más simples cuando la índole del bien objeto de la
contratación así lo determine, siempre que asegure la finalidad perseguida en esta ley.

Otros ejemplos son los siguientes:


Art. 14: Ya que requiere determinadas formalidades con relación al certificado de garantía, asi como los
contenidos mínimos de dicho instrumento.-
Art. 24: Al establecer que la garantía sobre la prestación de servicios se documente por escrito.-
Art. 15: Dispone la entrega de una constancia de reparación con determinados contenidos mínimos;
Art. 21: Que exige los contenidos mínimos en el presupuesto de reparación de bienes.
Así podemos observar que la teoría general sufrió un embate de gran magnitud, en ciertos casos la ley puso
en freno el consentimiento, ante el renacimiento del formalismo que tiende a la debida información de los
particulares.
Esta tutela, además garantizada por el art. 42 de la C.N. como el derecho a una información adecuada y
veraz, faculta al consumidor a demandar la nulidad del contrato o de una de sus cláusulas.
iii. La fuerza obligatoria de lo convenido.
Este principio es una consecuencia de la libertad contractual ya referida.
Desde la perspectiva clásica entonces, a la libertad le sigue su antítesis, la sujeción, su fuerza obligatoria, ya
que quienes han ejercido la libertad de auto obligarse, se someten a la no- libertad, a la obligación, a la
norma individual obligatoria.
Art. 959 del código Civil y Comercial: “Todo contrato válidamente celebrado es obligatorio para las partes.
Su contenido sólo puede ser modificado o extinguido por acuerdo de partes o en los supuestos en que la
ley lo prevé”.
En el ámbito del derecho del consumidor, este razonamiento se acentúa.
El proveedor, ve aumentada e incentivada su responsabilidad en atención a:
a) Superioridad de conocimiento y experiencia;
b) Asunción de riesgos que le compete por su actividad empresarial;
c) Técnicas de venta y como parte fuerte de la relación;
d) El consumidor carece de técnicas de adquisición; las mismas son más bien aisladas, concretas o
particulares, ya que como destinatario final realiza operaciones aisladas, carece de experiencia.
De allí que el ordenamiento le presenta la posibilidad de morigerar las cláusulas que lo vinculan, y hasta la
de apartarse del acuerdo pactado, facultad ésta que se funda principalmente en su posición débil en la
relación, en la protección de su desconocimiento, en la ausencia de profesionalidad.
En cuanto a la fuerza obligatoria de lo convenido, podemos observar que en el derecho del consumidor
esta obligación es aligerada para el consumidor pero acentuada con respecto al proveedor. A esta
morigeración del principio de la fuerza obligatoria de lo convenido lo verificamos en el art. 37 de la ley
24.240, que en su último párrafo admite expresamente que: “el consumidor demande la nulidad del
contrato o de la cláusula ante la violación del deber de buena fe en la etapa previa a la conclusión del
contrato y/o trasgresión del deber de información o de la ley de defensa de la competencia o de lealtad
comercial.
Con respecto al proveedor, podemos contemplar que en caso de incumplimiento de lo prometido
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(independientemente de su aceptación), obliga y conlleva responsabilidades para el emisor de esa oferta y
para quien publicita el bien producto o servicio destinado a un consumo final en los términos de la ley
24.240.
iv. Efecto relativo del contrato.
Este principio consagrado en el art. 1021 de nuestro Código Civil y Comercial, dispone que las reglas
contractuales no pueden obligar a terceros que no han intervenido en la convención:
“El contrato sólo tiene efecto entre las partes contratantes; no lo tiene con respecto a terceros, excepto en
los casos previstos por la ley”.
Este efecto es seriamente cuestionado en las relaciones de consumo, donde se reconocen expresamente
supuestos de conexidad contractual, al también existir acciones directas a favor del consumidor contra
terceros no contratantes y obligaciones solidarias en el ámbito contractual. Este es un aspecto que desde la
reforma de la ley 24.999, que incorpora el art. 40 incide aún más en el impacto que la LDC provoca al
principio del efecto relativo de los contratos.
El artículo 40 establece: «Si el daño al consumidor resulta del vicio o riesgo de la cosa o de la prestación
del servicio, responderán el productor, el fabricante, el importador, el distribuidor, el proveedor, el
vendedor y quien haya puesto su marca en la cosa o servicio. El transportista responderá por los daños
ocasionados a la cosa con motivo o en ocasión del servicio.
La responsabilidad es solidaria, sin perjuicio de las acciones de repetición que correspondan. Sólo se
liberará total o parcialmente quien demuestre que la causa del daño le ha sido ajena».
El fundamento de esta fractura del derecho es la res inter alias acta: reconocer el fenómeno de la
globalización contractual, originado por la forma en que las empresas desarrollan sus actividades en las
sociedades posmodernas. Los bienes llegan al consumidor luego de un encadenamiento de contratos
celebrados sucesivamente entre fabricantes, distribuidores, importadores, vendedores etc.
b. Contratos predispuestos. (Lorenzetti).
El origen de esos contractos es la respuesta de la tecnología jurídica a la masividad: si un comerciante
vende un producto, podrá hacer un contrato para cada acto, pero si debe hacer muchas contrataciones,
necesariamente intentará recurrir a un formulario. Estos son los contratos en la que una de las partes
propone, o más bien impone, ciertas condiciones generales que forman el contenido predispuesto del
contrato a las cuales la otra parte se limita simplemente a adherir. Esta técnica requiere que exista:
1) Predisposición: que una de las partes redacte las cláusulas, antes de ponerse en contacto con la otra.
También lo puede hacer un tercero.
2) Generalidad: que la redacción sea con alcance general.
3) Rigidez: Que sus cláusulas se establecen en bloque, si posibilidad de discutirlas e formas previsibles.
c. Contratos celebrados por adhesión (Lorenzetti).
i. Concepto.
El contrato se celebra por adhesión cuando la redacción de sus cláusulas corresponde a una sola de las
partes, mientras que la otra se limita a aceptarlas o rechazarlas, sin poder modificarlas.
Hay que distinguir los contratos predispuestos de los de adhesión. La predisposición es una técnica dl
oferente, mientras que la adhesión es una característica de un acto del aceptante.
Asimismo, hay que distinguirlos de los contratos de consumo. Los contratos celebrados por adhesión a
condiciones generales se caracterizan por su modo de celebración. En los contratos de consumo, en
cambio, la característica definitoria no es la adhesión, sino el consumo final. En los contratos celebrados
por adhesión no hay consentimiento en sentido técnico, sino mera adhesión de una de las partes a
condiciones predispuestas por la otra. De lo dicho se desprende que un contrato puede ser celebrado por
adhesión y ser, además, de consumo, o ser de consumo y no de adhesión.
De ello se sigue que muchos contratos realizados fuera del ámbito de consumo, aun en al contratación
empresaria pueden ser sometidos a una interpretación contra stipulatorem o sus cláusulas ser declaradas
abusivas.
48
3. Interpretación del contrato de consumo.
ARTICULO 37. – Interpretación. […] La interpretación del contrato se hará en el sentido más favorable para
el consumidor. Cuando existan dudas sobre los alcances de su obligación, se estará a la que sea menos
gravosa. […]
En cuanto a las cláusulas ambiguas, debemos decir que la normativa protectoria de los consumidores y
usuarios recoge el principio de la interpretación contra preferentem. Así, corresponde la aplicación del
segundo párrafo del art. 37 de la LDC, que sienta como principio básico in dubio pro consumidor. Ello se
encuentra en sintonía con el art. 3 de la LDC, e donde se entiende que ello constituye un deber impuesto a
juez, aun cuando el consumidor no lo plantee. (Wajntraub).
4. Cláusulas abusivas.
ARTICULO 37. – Interpretación. Sin perjuicio de la validez del contrato, se tendrán por no convenidas:
a) Las cláusulas que desnaturalicen las obligaciones o limiten la responsabilidad por daños;
b) Las cláusulas que importen renuncia o restricción de los derechos del consumidor o amplíen los
derechos de la otra parte;
c) Las cláusulas que contengan cualquier precepto que imponga la inversión de la carga de la prueba en
perjuicio del consumidor.
La interpretación del contrato se hará en el sentido más favorable para el consumidor. Cuando existan
dudas sobre los alcances de su obligación, se estará a la que sea menos gravosa.
En caso en que el oferente viole el deber de buena fe en la etapa previa a la conclusión del contrato o en
su celebración o transgreda el deber de información o la legislación de defensa de la competencia o de
lealtad comercial, el consumidor tendrá derecho a demandar la nulidad del contrato o la de una o más
cláusulas. Cuando el juez declare la nulidad parcial, simultáneamente integrará el contrato, si ello fuera
necesario.

(Wajntraub) Conforme a la Directiva 93/13 de la UE, para calificar a una condición contractual de abusiva,
deben reunirse cumulativamente dos circunstancias:
1) Que no hayan sido objeto de negociación individual, y
2) Que originen un desequilibrio importante entre los derechos y obligaciones de las partes (consumidor y
profesional).
Sin perjuicio de los denominadores comunes que existan en diversas legislaciones, la determinación del
carácter de abusiva de una cláusula integra unas condiciones generales negociales es una cuestión atinente a
cada Derecho positivo. La LDC determina las pautas que deben tenerse en cuenta a los fines de calificar
como abusiva una cláusula contractual.
Pero, cuando una cláusula se tiene por abusiva, la misma ¿se anula o se toma como inexistente? Entendemos
que a los fines de la aplicación de la doctrina de los actos inexistentes a las cláusulas abusivas, la LDC estipula
claramente que n o pudo haber existido consentimiento del consumidor acerca de contenido de la condición
impugnada. En tal sentido resulta fundamental a la conceptualización del consentimiento la constatación
técnica de voluntad por el sujeto involucrado, lo que en el supuesto analizado la forma considera que no
existió.
La distinción entre unidad e inexistencia es, al decir de Belluscio, fecundada en consecuencias, no sólo
porque permite resolver determinadas situaciones de la vida real, sino porque reposa en una neta diferencia
conceptual.
Por otro lado, podemos observar que la LDC explicita el mecanismo que deberá llevarse a cabo para
determinar la existencia de cláusulas abusivas, estableciendo una especie de tamiz por el que deberán pasar
los contratos de consumo, de manera de poder detectar cuáles pueden ser las condiciones que se consideran
inexistentes.
Este filtro importa ya que dilucida si las cláusulas del acuerdo implican una desnaturalización de las
obligaciones o una limitación a la responsabilidad por daños, una renuncia o restricción de los derechos del
49
consumidor o una ampliación de los derechos de la otra parte, o una inversión de la carga de la prueba en
perjuicio del consumidor.
Las cláusulas que desnaturalicen las obligaciones o limiten la responsabilidad por daños. La desnaturalización
es entendida por la doctrina como un apartamiento injustificado del Derecho positivo, por lo que si una
cláusula de ese modelo de razonabilidad sin un motivo justificado, será irrazonable, convirtiéndose en una
cláusula que lo desnaturaliza.
En cuanto a la limitación de la responsabilidad por daños, la norma se refiere claramente a la regulación que
en dicha materia corresponda según el caso. (Ejemplo: toda vez que la esencia del contrato de caja de
seguridad es el deber de custodia y vigilancia por pare el banco, carecen de valor las cláusulas mediante las
cuales la entidad pretende librarse de responsabilidad ante el hurto, robo o destrucción de su contenido.
Otro ejemplo: el del contrato de seguro por destrucción de cosas ante granizo que estén resguardadas bajo
techo).
Las cláusulas que importen una renuncia o restricción de los derechos del consumidor o que amplíen los
derechos de la otra parte. Cualquier determinación contractual que signifique una ampliación en favor del
proveedor de las facultades que en virtud de esas norma le corresponden, tildará de abusiva dicha cláusula.
Las cláusulas que contengan cualquier precepto que imponga la inversión de la carga de la prueba en
perjuicio del consumidor. Sostiene Farina que “en el tráfico mercantil existen hechos y circunstancias que
crean presunciones iuris tantum contra el comerciante, algunas derivadas de la teoría de la apariencia y de
los usos y prácticas mercantiles, y otras, de la realidad de los hechos o de la responsabilidad objetiva. En las
condiciones generales de contratación suele establecer que él no será responsable mientras el consumidor
no lo pruebe; con esto pretende exonerarse incluso de la responsabilidad objetiva”.

ARTICULO 38. – Contrato de Adhesión. Contratos en Formularios. La autoridad de aplicación vigilará que
los contratos de adhesión o similares, no contengan cláusulas de las previstas en el artículo anterior. La
misma atribución se ejercerá respecto de las cláusulas uniformes, generales o estandarizadas de los
contratos hechos en formularios, reproducidos en serie y en general, cuando dichas cláusulas hayan sido
redactadas unilateralmente por el proveedor de la cosa o servicio, sin que la contraparte tuviere
posibilidades de discutir su contenido.
ARTICULO 39. —Modificación Contratos Tipo. Cuando los contratos a los que se refiere el artículo anterior
requieran la aprobación de otra autoridad nacional o provincial, ésta tomará las medidas necesarias para
la modificación del contrato tipo a pedido de la autoridad de aplicación.

Resolución 53/2003
Artículo 1º — Los contratos de consumo, en los términos de los artículos 1° y 2° de la Ley N° 24.240,
cualquiera fuere su instrumentación, no podrán incluir cláusulas de las que, con carácter enunciativo, se
consignan en el listado que, como Anexo, forma parte integrante de la presente Resolución, ni otras que de
cualquier manera infrinjan los criterios establecidos por el artículo 37 de la ley referida y su reglamentación.
Art. 2° — Cuando en los contratos de consumo se hubieren incluido cláusulas como las tipificadas en el
Anexo, se tendrán por no convenidas, y en el término de SESENTA (60) días hábiles contados a partir de la
publicación de la presente Resolución en el Boletín Oficial, los proveedores de cosas o servicios deberán:
a) Removerlas de los respectivos instrumentos contractuales;
b) Notificar a los consumidores con contratos vigentes que tales cláusulas han sido removidas y que se tienen
por no convenidas, con expresa indicación de que ello obedece al cumplimiento de la presente Resolución.
Art. 3° — Las infracciones a la presente Resolución serán pasibles de las sanciones establecidas en el artículo
47 de la Ley N° 24.240.
ANEXO a la Resolución S.C.D. y D.C. N° 53
Son consideradas abusivas las cláusulas que:
a) Confieran al proveedor el derecho exclusivo de interpretar el significado, alcance y cumplimiento de las
50
cláusulas contractuales y de las prestaciones respectivas.
b) Otorguen al proveedor la facultad de modificar unilateralmente el contrato excepto cuando se reúnan los
siguientes requisitos:
I) La eventual modificación se hallare expresamente prevista en el contrato;
II) Se hubieran determinado los criterios y/o parámetros objetivos dentro de los cuales la modificación puede
producirse, y siempre que los mismos no autoricen cambios que puedan afectar el equilibrio en la relación
entre las partes.
III) Se encuentra prevista la notificación del cambio al consumidor, con antelación suficiente conforme a la
naturaleza y características del objeto del contrato, y
IV) Se encuentre prevista la posibilidad de rescindir el contrato por el consumidor en caso de no aceptar la
modificación.
c) Autoricen al proveedor a rescindir sin causa el contrato, sin que medie incumplimiento del consumidor, y
que no prevean:
I) En los contratos de plazo indeterminado, la notificación al consumidor, con una antelación razonable
conforme la naturaleza y características del objeto del contrato; y
II) En los contratos de plazo determinado, además del requisito del inciso anterior, igual derecho a favor del
consumidor.
d) Supediten la entrada en vigencia del contrato a un acto unilateral de aceptación por el proveedor mientras
que la voluntad del consumidor, aceptando la oferta conforme fuere emitida, haya quedado
irrevocablemente expresada con anterioridad.
e) Impongan al consumidor cualquier limitación en el ejercicio de acciones judiciales u otros recursos, o de
cualquier manera condicionen el ejercicio de sus derechos, especialmente cuando:
I) Se disponga que las acciones judiciales puedan entablarse en jurisdicción distinta del lugar del domicilio del
consumidor al tiempo de la celebración del contrato, excepto cuando se disponga que la acción se entable en
el lugar del domicilio real del consumidor al tiempo en que aquella se inicie;
II) Se limiten los medios de prueba, o se imponga la carga probatoria al consumidor en supuestos en que la
legislación no lo exija; y
III) Se limite la facultad de oponer excepciones, recusaciones u otros recursos.
f) Establezcan que cuando el consumidor se encuentre en mora, respecto de obligaciones previstas en el
contrato, el proveedor pueda cancelar la misma por compensación con otra sumas que el consumidor
hubiera suministrado al proveedor como consecuencia de otro contrato o de la provisión de otro producto o
servicio, excepto cuando la compensación se encuentre autorizada por normas legales, en cuyo caso el
proveedor deberá informarlo al consumidor en el contrato.
g) Excluyan o limiten en forma inadecuada la responsabilidad del proveedor, por los daños causados al
consumidor por el producto adquirido o el servicio prestado y/o respecto de cualquier resarcimiento o
reembolso legalmente exigible.
h) Supediten el ejercicio de la facultad de resolución contractual por parte del consumidor, a la previa
cancelación de las sumas adeudadas al proveedor, en los contratos celebrados por plazo indeterminado o
por plazo cierto que prevea la resolución anticipada.
i) Faculten al proveedor a suministrar otros productos o servicios no incluidos en el contrato, sin la previa y
expresa aceptación por el consumidor y/o imponiéndole un plazo para comunicar que no los acepta.
j) Impongan al consumidor un representante o apoderado para que lo sustituya en el ejercicio de los
derechos que emanan del contrato, sus accesorios o en otros negocios jurídicos.
k) Infrinjan normas de protección del medio ambiente o posibiliten su violación.

51
Unidad 8
1. Responsabilidad por daños.
a. Emplazamiento de la Responsabilidad por daños al consumidor en el sistema general de Responsabilidad
Civil.
La cuestión de la responsabilidad civil en el ámbito del Derecho del consumidor ha tenido un desarrollo
importantísimo en los últimos años. El análisis histórico muestra que la evolución se concentró en tres
aspectos centrales:
-Expansión subjetiva: en este período se llamó fundamentalmente “la responsabilidad del fabricante”,
porque el problema era cómo alcanzar a quien no había contratado con el consumidor, ya que no había
vínculo alguno entre esas partes y era aplicable el límite derivado del efecto relativo de los contratos.
-Expansión objetiva: en esta etapa se llamó “responsabilidad por productos”, porque se estudió la noción
de cosa, servicio, producto y defecto.
-Autonomía teórica: en este período la responsabilidad en el Derecho del consumo comienza a adquirir una
autonomía teórica que todavía no está en período de elaboración. Hay dos aspectos importantes:
a) la clásica división entre los ámbitos de responsabilidad contractual y extracontractual va siendo
superada, ya que el ámbito de responsabilidad es autónomo. De este modo la prescripción, por ejemplo no
es de diez años –contractual- ni de dos años –extracontractual- sino de tres.
b) La separación entre obligaciones de medio y de resultado no tiene recepción normativa, porque el hacer
no es mera diligencia, sino expectativa creada.
Esta evolución no está culminada. Examinando el sistema jurídico argentino, dice Lorenzetti, existen ámbito
s de responsabilidad contemplados en el CC y en el Derecho del Consumidor, de modo que, frente a un
hecho dañoso, pueden surgir distintas acciones.
b. La dificultad para responsabilizar al elaborador aplicando las reglas clásicas. Teorías.
La noción de relación jurídica vincula al vendedor y al comprador, y el principio del efecto relativo de los
contratos establece que los efectos de una relación jurídica, en la medida en que osn creados por voluntad
de las partes, sólo a ellos pueden alcanzar, y no afectan a terceros.
cuando el comprador era “consumidor” y el “vendedor” era el minorista, se comenzó a pensar en extender
la responsabilidad hacia el “mayorista”, el “distribuidor”, el “fabricante”, el “importador”, etc., lo cual
importó una ruptura con el principio mencionado.
Los caminos teóricos utilizados fueron los siguientes:
i. Fundamentos contractuales.
La doctrina contractualista se ha esforzado en vincular a la cadena de distribución como una totalidad que
abarca desde el titular de la marca, el fabricante, el importador, el mayorista, hasta el minorista,
identificándoselo bajo el concepto de parte contratante.
Se ha considerado de interés resaltar lo siguiente:
─ Los intermediarios son un mero instrumento de distribución.
─ El objeto de la distribución es la mera circulación del bien o servicio, y no la oferta del mismo al
consumidor;
─ Se desconecta la prestación nuclear con el deber secundario de conducta;
─ El adquirente del fabricante, que es el intermediario, está interesado en la entrega de la cosa;
─ El adquirente del intermediario, el consumidor, está interesado en la seguridad y calidad.
1. Acción directa.
Se ha invocad la existencia de una acción directa del consumidor hacia el fabricante para obtener de él lo
que éste debe a su deudor, con quien ha contratado.
Hay diversas teorías sobre ello, dice Lorenzetti que el escollo que encuentra este argumento es que,
siendo una acción excepcional, requiere un reconocimiento expreso.

52
2. Relación contractual fáctica y contrato social.
El fenómeno económico que produce la distribución en cadena y el contacto publicitario que se establece
entre el fabricante y el consumidor han llevado a algunos autores a decir que hay una relación
obligacional causada por la conducta social atípica.
La teoría es muy explicativa de lo que sucede en la realidad, pero exhibe falencias normativas que no han
sido receptadas en nuestra dogmática.
Dice Lorenzetti que la causa fuente sigue siendo el contrato, no la publicidad.
3. Negocio fiduciario.
El aligeramiento de la función que tiene el intermediario en los contratos de distribución sobre la cosa
está dirigido exclusivamente a la re-expedición. El intermediario es mero receptor y retransmisor, lo que
lo asimila al contratante de un negocio fiduciario fundado en la confianza que le da el comprador.
4. El contrato a favor de terceros.
Se ha sostenido que entre el fabricante y el revendedor se ha celebrado un contrato a favor del
consumidor, quien permanecerá indeterminado hasta el momento en que el daños e produce. La ficción
no reporta ninguna utilidad, y además supone admitir que el convenio entre el fabricante y el revendedor
tiene un contenido distinto que el de nuestra compraventa.
5. Críticas.
En la doctrina nacional es mayoritaria la posición negativa respecto de esos argumentos, indicando que se
trata de una ficción.
ii. Fundamentos extracontractuales.
La doctrina y jurisprudencia argentinas, anteriores a la sanción del artículo 40 de la ley 24.240, se inclinaron
decididamente por la aplicación del artículo 1113 del CC, que menciona como legitimados pasivos al
“dueño” o “guardián”,
Este proceso interpretativo no estuvo exento de dificultades.
Cuando hay contratos de compraventa entre fabricante y los intermediarios, se trasmite el dominio de la
cosa y el fabricante deja de ser dueño. Esta constatación hizo que se sostuviera la irresponsabilidad del
fabricante que ha dejado de ser propietario.
La doctrina mayoritaria en Argentina entendió que la legitimación pasiva prevista en el artículo 1113 no
estaba necesariamente vinculada con el derecho real de dominio, y por lo tanto correspondía a quien fue
dueño o guardián en el momento de introducción del riesgo. De este modo, se alcanzaba al fabricante, que
es el dueño de la cosa en el momento de su introducción al mercado.
El fabricante fue considerado entonces “guardián”, porque el artículo 1113 en su primera parte imputa a
quien se sirve de la cosa. Éste se sirve de la cosa, porque gana con ella.
iii. Fundamentos en el Derecho del consumidor.
Los debates precedentes quedaron superados con la sanción del artículo 40 de la ley 24240, que consagra
la imputación legal a los legitimados pasivos que menciona.
c. Régimen legal a partir de la incorporación del Art. 40.
El artículo 40 presenta un gran avance, pero presenta insuficiencias, que constituyen una agenda para la
futura reforma:
─ No establece ninguna distinción entre los legitimados pasivos, con lo cual favorece la concentración
económica y sobrecarga la responsabilidad de las pequeñas y medianas empresas;
─ No adopta el vocabulario científico apropiado;
─No contiene ninguna disposición relativa a causalidad, que es tan importante en la materia;
─ No tiene reglas sobre la carga probatoria;
─No hay una unidad sistemática en el uso del vocabulario, que en otras normas de la ley es diferente;
─No delimita adecuadamente el campo de extensión en relación a los diferentes sectores de la actividad
económica, ni hubo un debato al respecto;
─No hay definición clara sobre los riesgos del desarrollo.
53
2. Ámbitos de responsabilidad en el Derecho argentino.
En el Derecho argentino pueden plantearse acciones en distintos ámbitos, que resumiremos brevemente.
a. Responsabilidad por incumplimiento de deber de seguridad.
El art. 5º de la ley 24.240 dispone: “Protección al consumidor”. Las cosas y servicios deben ser suministrados
o prestados en forma tal que, utilizados en condiciones previsibles o normales de uso, no presenten peligro
alguno para la salido integridad física de los usuarios”.
La ley se refiere a quien suministre o preste el servicio al consumidor, es decir el proveedor directo (art. 2º)
¿Qué sucede con los demás? En virtud del reformado artículo 40, se puede concluir que es aplicable a los
casos en que se trata de una obligación de seguridad, y por ello hay una extensión en la materia de
legitimación pasiva.
b. Responsabilidad civil contractual: vicios redhibitorios.
Basándose en una acción por vicios redhibitorios, el consumidor puede reclamar la recisión y el
resarcimiento de daños. Es unánime la doctrina en señalar la insuficiencia de esta fundamentación.
El instituto de los vicios redhibitorios se relaciona con los defectos de la cosa que la hacen impropia para su
destino; vincula la cosa con la identidad e integridad del pago. No ha sido pensado para solucionar un
problema de daños a la persona.
La legitimación pasiva sólo puede ser demandado el comprador.
Los legitimados activos son sólo lo acreedores quienes pueden reclamar.
El elemento que más conspira contra la viabilidad de esta acción es el breve plazo de prescripción: de tres
meses, de seis en materia comercial.
También se discute si hay que pedir previamente la resolución del contrato o bien hay una acción
autónoma de daños.
Todo ello ha hecho que la acción sea escasamente utilizada.
c. Responsabilidad civil extracontractual subjetiva: la culpa.
En el sistema legal argentino, el factor de atribución es objetivo, en los términos del artículo 4 de la ley
24.240. No obstante, puede plantearse una responsabilidad extracontractual culposa, por violación de las
diligencias exigibles, mediando solidaridad entre los coautores.
Una línea de pensamiento de la doctrina nacional entendía, antes de la sanción de la ley, que la
responsabilidad del fabricante es básicamente subjetiva, de acuerdo al viejo artículo 1109 del CC. Esta fue l
aposición de Llambías.
Frente a la objeción de la dificultad probatoria de la víctima, señalaba que nada es más fácil que probar que
la culpa del fabricante, porque la cosa que causa el daño lleva consigo mismo la condición determinante del
perjuicio. Probada esta circunstancia ─por ejemplo, tóxico en el alimento─, se seguía naturalmente de ella
la creencia de que el perjuicio ha ocurrido porque quien elaboró el producto puso o dejó poner, hizo o dejó
hacer aquello que lo tornó inepto para su destino.
d. Responsabilidad civil extracontractual subjetiva: el dolo.
Hay responsabilidad civil extracontractual dolosa por la comisión de un delito que afecte la salud ─art. 200,
CP─, siendo responsables solidarios los autores, consejeros o cómplices.
El art. 201 del CP, por otro lado, sanciona al que “vendiere, pusiere en venta, entregare o distribuyere
medicamentos o mercaderías peligrosas para la salud, disimulando su carácter nocivo”. El tipo delictivo
admite la forma culposa gracias al art. 203.
Configurado alguno de estos supuestos., corresponderá la posibilidad de accionar civilmente por reparación
del daño causado, existiendo solidaridad delictual.
3. La acción del artículo 40 de la ley 24.240.
ARTICULO 40. — Si el daño al consumidor resulta del vicio o riesgo de la cosa o de la prestación del
servicio, responderán el productor, el fabricante, el importador, el distribuidor, el proveedor, el
vendedor y quien haya puesto su marca en la cosa o servicio. El transportista responderá por los daños
ocasionados a la cosa con motivo o en ocasión del servicio.
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La responsabilidad es solidaria, sin perjuicio de las acciones de repetición que correspondan. Sólo se
liberará total o parcialmente quien demuestre que la causa del daño le ha sido ajena.
(Artículo incorporado por el art. 4º de la Ley Nº 24.999 B.O. 30/7/1998)
De este texto se puede extraer lo siguiente:
1) Son legitimados activos el consumidor y el usuario, así como los grupos, y quien esté expuesto a una
relación de consumidor, conforme surge de la noción de consumidor.
2) Son legitimados pasivos el productos, el fabricante, el importador, e l distribuidor, el vendedor y el titular
de la marca;
3) Se requiere la existencia de riesgo de la cosa, o de vicio de la cosa o de la prestación de servicios;
4) El factor de atribución es objetivo;
5) La eximente de responsabilidad está basada en la ruptura del nexo causal, es decir, la prueba del caso
fortuito, el hecho de la víctima o el hecho de un tercero por el que no se deba responder;
6) La obligación indemnizatoria es solidaria, y siendo una solidaridad pasiva, el actor puede demandar a
cualquiera de los mencionados sujetos pasivos la totalidad de la deuda;
7) Hay acciones de regreso entre los legitimados pasivos;
8) La prescripción es de tres años, y;
9) Puede tramitar por el régimen procesal más abreviado (art. 53, ley 24.240)
a. Presupuestos de responsabilidad.
i. Producto. Servicio. Defecto.
1. Riesgo de la cosa.
La ley no adoptó el lenguaje específico y usual del Derecho del consumidor, que trata de productos
defectuosos y no de cosas riesgosas. Esta decisión trajo una cierta confusión.
La doctrina y la jurisprudencia han tratado de identificar criterios aptos para decidir cuándo hay tal riesgo
de la cosa. Los principales son los siguientes:
A) Hecho autónomo de la cosa.
Doctrina francesa. Se pensó que hay hecho de la cosa cuand o hay vicio de ella; esto es, sólo cuando hay
un defecto hay actuación.
B) Hecho activo.

2. Noción de vicio de la cosa.


La noción de vicio ha sido poco utilizada en la responsabilidad civil argentina, dice Lorenzetti.
La jurisprudencia no ha sido precisa con este tema, por lo que el mismo pasa a examinar los tipos de
vicios:
a. Vicio de fabricación.
El fabricante responde cuando los daños que se producen al consumidor o usuario provienen de una
falla en el proceso de fabricación. Esta falla puede ser imputada a un dependiente, caso en el cual
responde el fabricante por el hecho del mismo. El vicio de fabricación debe tener su origen en la
organización empresarial, puesto que si es sobreviniente no habría nexo causal. Se ha señalado que
cuando el defecto se visualiza en gran número de productos, hay que presumir que el vicio existía al
tiempo de la elaboración.
En cambio, es distinto cuando se presenta en productos aislados. Lorenzetti cita el ejemplo de un
tribunal mendocino: un sujeto murió por envenenamiento producido por la yerba mate ¿la sustancia se
había contaminado en la fábrica o en la casa del consumidor? Tras numerosos indicios de que el sujeto
manipulaba fertilizantes tóxicos, se eximió a la fábrica.
Hay otros casos en los que el vicio sólo es posible que haya sido causado en la elaboración. Esto es
evidente en los automotores nuevos o tecnologías nuevas.
La doctrina argentina y la jurisprudencia van admitiendo reglas precisas de inversión de la carga
probatoria como la res ipsa loquitur ─la cosa habla por sí misma─ que es aplicaba a este caso.
55
b. Vicios de diseño.
En este caso, el producto está mal concebido. No se puede diseñar un producto que genere más daños
que beneficios. Este criterio es aplicable a los medicamentos, en los que normalmente deben ser
diseñados en un adecuado balance entre los beneficios y los efectos adversos.
En otros casos el diseño puede estar viciado por un defecto de previsión del empresario. Es el caso de la
botella que explota, o el celular que explota.
La prueba en este caso es más fácil que en el supuesto del vicio de fabricación. Por ejemplo, si en una
máquina cortadora de césped realizada tal como ha sido diseñada, el botón de retroceso ha sido
colocado en una posición y con caracteres tales que confunde el de avance, produciendo reiteradas
lesiones a los usuarios, etc.
La regla res ipsa loquitur será de plena aplicación.
c. Vicios de información.
El fabricante debe suministrar información al consumidor. Este derecho está regulado en la ley y nos
remitimos al comentairo efectuado en el capítulo cte.
La falta de advertencia sobre un riesgo que causa el daño es la que genera la responsabilidad. Es
necesario probar el nexo causal: si se hubiera informado debidamente, el daño no se habría producido
3. La noción de servicios.
El artículo 40 se refiere a los servicios, sin otra clasificación.
La norma se refiere al daño derivado de la “prestación del servicio”. Es decir, s e trata de una obligación
de hacer. Esta obligación de hacer, de contenido inmaterial, constituye un servicio. Cuando está destinado
al consumo, está calificado como supuesto regulado por al relación del consumo.
ii. Legitimación pasiva.
1. La solución del artículo 40 de la ley 24.240.
La ley imputa al productor, el fabricante, el importador, el distribuidor, el proveedor, el vendedor y quien
haya puesto su marca en la cosa o servicio, así como al transportista.
Conforme la ley, el consumidor puede demandar a todos ellos, ya que la responsabilidad es solidaria,
pasiva y legal.
En la solidaridad el deudor que paga en exceso tiene las acciones derivadas del pago con subrogación, y
las del mandato, gestión de negocios y enriquecimiento sin causa, según se haya pagado con
consentimiento, en ignorancia o contra la voluntad de los otros deudores. Puede ejercer esta acción de
reembolso juntamente con la de reintegro derivada del principio de contribución.
iii. Eximentes.
El artículo 40 de la ley 24.240 dispone la liberación, total o parcial, mediante la prueba de que la causa del
daño ha sido ajena al imputado. Las VII Jornadas de Derecho Civil resolvieron que el elaborador se libera
total o parcialmente acreditando:
1) El caso fortuito extraño a la empresa;
2) La culpa de la víctima;
3) El hecho del tercero por quien no se debe responder.
Con referencia a la culpa de la víctima, habrá de estarse a su hecho más que a su culpa, y a los parámetros
objetivos de previsibilidad. La CSJN estableció que, al ser sujetos vulnerables, «no corresponde exigirles la
diligencia de quien celebra un contrato comercial».
4. Los daños punitivos.
La reforma del estatuto del consumidor por la ley 24.240 introdujo ene l Derecho argentino los llamados
“daños punitivos”. En realidad, nos e trata de un supuesto de reparación de daños, porque consiste en la
imposición al proveedor de una sanción, una multa civil.
Se ha definido a los daños p unitivos como 2sumas de dinero que los tribunales mandan a pagar a la víctima
de ciertos ilícitos, que se suman a las indemnizaciones por daños realmente experimentados por el
damnificado, que están destinados a unir graves inconductas del demandado y a prevenir hechos similares
56
en el futuro” ─Pizarro.
Tienen origen en el common law, donde son llamados punitive damages.
El artículo 52 bis de la ley 24.240, incorporado por la ley 26.361, dispone:

Art. 957 “Definición”: Contrato es el acto jurídico mediante el cual dos o más partes manifiestan su
consentimiento para crear, regular, modificar, transferir o extinguir relaciones jurídicas patrimoniales.
El artículo bajo análisis brinda mayores precisiones sobre la definición del contrato en el mismo sentido que
la doctrina venía sosteniendo y proponiendo, así entonces se aclara en primera medida que el contrato es
un acto jurídico, siendo e mismo un hecho voluntario y lícito. Se ratifica y confirma el seguimiento de la
tesis amplia de la noción de contrato, al indicarse de forma expresa que el contrato no sólo tiene la función
de colocar el derecho a las partes (como lo hacía la anterior definición), sino que cubre todas las variables
generadoras de efectos jurídicos por tratarse de un acto jurídico y atinentes a cualquier clase de derecho
patrimonial (personales, reales, e intelectuales), y no sólo relativo a las obligaciones. También se agrega el
término patrimoniales”, lo que anteriormente no se había agregado, pero que salía de un artículo posterior.
En el CC de Vélez sólo regulaba el contrato paritario, el nuevo CCC regula el contrato paritario, el de
cláusulas generales y el contrato de consumo.
i. Las proyecciones de la tutela del consumidor con relación a los pilares básicos de la teoría general del
contrato.
ARTICULO 958.- «Libertad de contratación». Las partes son libres para celebrar un contrato y determinar
su contenido, dentro de los límites impuestos por la ley, el orden público, la moral y las buenas costumbres.

ARTICULO 959.- «Efecto vinculante». Todo contrato válidamente celebrado es obligatorio para las partes.
Su contenido sólo puede ser modificado o extinguido por acuerdo de partes o en los supuestos en que la
ley lo prevé.

ARTICULO 960.- «Facultades de los jueces». Los jueces no tienen facultades para modificar las
estipulaciones de los contratos, excepto que sea a pedido de una de las partes cuando lo autoriza la ley, o
de oficio cuando se afecta, de modo manifiesto, el orden público.

ARTICULO 961.- «Buena fe.» Los contratos deben celebrarse, interpretarse y ejecutarse de buena fe.
Obligan no sólo a lo que está formalmente expresado, sino a todas las consecuencias que puedan
considerarse comprendidas en ellos, con los alcances en que razonablemente se habría obligado un
contratante cuidadoso y previsor.

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Unidad 9
1. Compraventa de consumo.
a. El contrato de compraventa en la ley 24.240.
La ley 24.240, en su redacción original, regulaba los contratos de consumo y dentro de ellos, la
compraventa, con un ámbito de aplicación restringido. En efecto, de conformidad con el texto anterior del
artículo 1º, sólo las compraventas de cosas muebles e inmuebles nuevos destinados a vivienda están
comprendidas en el régimen protectorio. A partir de la reforma por la ley 26.361, se han eliminado esas
limitaciones, con lo que se extiende el ámbito de las compraventas abarcadas por el régimen
consumerista. Cuando un individuo-coasociado- quiere para sí y con exclusividad un hien determinado,
intenta implícita o expresamente someter a su propia voluntad una o varias voluntades ajenas (de otro u
otros coasociados): a esto se le asigna el nombre de pretensión.
i. Delimitación subjetiva.
El comprador es un consumidor, PF o PJ, que adquiere o utiliza productos o servicios como destinatario
final. Este consumidor puede celebrar la compraventa de consumo por cualquier medio. El marco
contractual puede ser excedido por la incorporación del usuario como sujeto protegido, así como de quien
esté expuesto a una relación de consumo.
El vendedor es un “proveedor”, tanto el sector público como el privado pueden ser proveedores.
ii. Delimitación objetiva.
1. Cosas incluídas.
Con la supresión de la enumeración taxativa que traía el antiguo artículo 1, cabe considerar incluidos en
su ámbito todos los contratos de compraventa entre proveedores y consumidores, referidos a cualquier
especie de cosas, sean nuevas o usadas. No es necesario que el proveedor comercialice este tipo de
cosas en forma profesional, pues resulta suficiente que lo haga ocasionalmente.
Las compraventas de inmuebles quedan en principio amparadas por la norma, pero no todas. Quedan
excluidas aquellas en las que el vendedor no pueda ser calificado como proveedor, o bien quien
adquiere lo haga para dar al bien un destino que exceda el consumo final.
El adquirente de los lotes por mensualidades se encuentra protegido por la ley 14.005, sea cual fuere el
destino, por lo que si ,a demás, se tratara de una compraventa de consumo, tendrá una doble
protección. Lo mismo cabe decir respecto de la aplicación de la ley 19.724 de Prehorizontalidad.
2. Bienes de consumo y bienes de capital integrados al proceso productivo.
La empresa es normalmente proveedora de clientes, entre los cuales se encuentran otras personas, PF o
PJ, las que pueden adquirir o utilizar esos productos o servicios para integrarlos al proceso de
producción; en este caso no están regulados por la LDC, sino por el Derecho común.
b. Instrumentación: el documento de venta.
La ley regula el “documento de venta”. En la venta de cosas muebles o inmuebles, sin perjuicio de la
información exigida por otras normas, deberá constar (art. 10, ley 24.240):
a) La descripción y especificación del bien
a) La descripción y especificación del bien.
b) Nombre y domicilio del vendedor.
c) Nombre y domicilio del fabricante, distribuidor o importador cuando correspondiere.
d) La mención de las características de la garantía conforme a lo establecido en esta ley.
e) Plazos y condiciones de entrega.
f) El precio y condiciones de pago
g) Los costos adicionales, especificando precio final a pagar por el adquirente.
Añade la ley que la redacción debe ser hecha en idioma castellano,e n forma completa, clara y
fácilmente legible, sin reenvíos a textos o documentos que no se entreguen previa o simultáneamente.
Cuando se incluyan cláusulas adicionales a las aquí indicadas o exigibles, aquéllas deberán ser escritas
en letra clara, destacada y suscritas por ambas partes.
También se consagra la formalidad del doble ejemplar. La ley dispone que la reglamentación establecerá

58
modalidades más simples cuando la índole del bien objeto de la contratación así lo determine, siempre
que asegura la finalidad perseguida en esa ley.
Contratos de compraventa de:
Cosas muebles nuevas
Cosas muebles usadas
Todos los Inmuebles (antes solo inmueble nuevo con destino a vivienda, lotes de terreno a tales fines,
cuando sea por oferta pública a persona indeterminada), lo que no obsta la obligación de escriturar del
C.C.
Solo bienes de consumo. Bienes de capital: NO
No alcanza a los contratos de prestación de servicios,
Del art. 32 se desprende que cuando dicha contratación se efectúe fuera del establecimiento del
proveedor, sí resultarán alcanzados.
Contradicción entre las dos normas anteriores: Resulta objetable que deba cumplirse con esta formalidad
cuando el contrato DE SERVICIO se celebre fuera de la empresa proveedora pero no cuando el mismo
tenga lugar en su establecimiento, por prestación de servicios (Vázquez Ferreyra) .
No alcanza a la compraventa de bienes “perecederos” recibidos por el consumidor y abonados al
contado (excepción al art. 32)
El documento de venta (art. 10) es de aplicación no solo al contrato de venta sino a todos los contratos
de consumo (FARINA).

c. Incumplimiento del contrato: acciones.


La ley establece (art. 10 bis) que el incumplimiento de la oferta o del contrato pero el proveedor, salvo
caso fortuito o fuerza mayor, faculta al consumidor, a su libre elección a:
a) Exigir el cumplimiento forzado de la obligación, siempre que ello fuera posible;
b) Aceptar otro producto, o prestación equivalente;
c) Rescindir el contrato con derecho a la restitución de lo pagado, sin perjuicio de los efectos producidos,
considerando la integridad del contrato.
Todo ello sin perjuicio de las acciones de daños y perjuicios que correspondan.
La primera opción de acción es la del cumplimiento específico. Proviene del derecho anglosajón y
Lorenzetti dice “no es novedosa”, sin embargo el agregado de “siempre que ello fuera posible” puede
producir un efecto devastador si se interpreta que el acreedor debe cumplir siempre que le sea posible, ya
quede esa manera se atiende a las posibilidades de cumplimiento del deudor en base a una prestación
diligente y a la protección de su libertad personal, y no a la satisfacción del acreedor.
La segunda acción es la sustitución del producto o servicio por otro equivalente, a cargo del acreedor
incumpliente.
La tercera vía se basa en la ineficacia. No se trata de una rescisión como dice el texto, sino de una
resolución, toda vez que tiene efectos retroactivos y se basa en el incumplimiento. Por efecto de la
resolución, puede solicitarse la restitución de lo pagado, porque queda sin causa atendiendo a la
ineficacia.
Con respecto a esta tercera alternativa, la jurisprudencia hah señalado dos diferencias relevantes entre el
régimen de la ley 24.240 y el del Derecho común:
- El consumidor afectado por elincumplimiento del proveedor puede proceder a la resolución sin
necesidad de interpelar previamente al proveedor para que cumpla en un término no inferior a quince
días, como lo disponía el CC y el CCOM.
- La ley 24.249 no pone al estado demora del comprador como valla, obstáculo o impedimento para pedir
la resolución del contrato, lo que si hacía el CC y el CCOM.
La acción de daños y perjuicios derivados del incumplimiento contractual es basada en las normas de la
propia ley y de la reforma de la ley 24.999 para los supuestos específicos que ella contempla.
59
2. Contrato de prestación de servicios.
El capítulo V se pronuncia sobre la prestación de servicios.
¿Cuál es su ámbito de aplicación?
Se aplica a todos los servicios en general. En especial aquellos servicios de limpieza, mantenimiento,
reparación y acondicionamiento, especialmente amparados en los arts. 20 y 21.
También se aplican a los servicios públicos no domiciliarios (aunque parte de la doctrina se inclina a
incorporar los servicios públicos domiciliarios) y a los servicios de transporte no aéreo (ARTÍCULO 63. —
Para el supuesto de contrato de transporte aéreo, se aplicarán las normas del Código Aeronáutico, los
tratados internacionales y, supletoriamente, la presente ley).
Según la doctrina y la jurisprudencia está incluido en el capítulo V los siguientes servicios: ahorro previo,
transporte de personas o cosas, enseñanza privada, espectáculos, albañilería, instalaciones, hotelería,
atención al usuario en servicios de aeropuerto, agencia de viajes, turismo común y estudiantil, seguro,
asesoramiento financiero, tarjeta de crédito, etcétera.
a. Régimen juridico.
ARTICULO 19. — Modalidades de Prestación de Servicios. Quienes presten servicios de cualquier
naturaleza están obligados a respetar los términos, plazos, condiciones, modalidades, reservas y demás
circunstancias conforme a las cuales hayan sido ofrecidos, publicitados o convenidos.
ARTICULO 20. — Materiales a Utilizar en la Reparación. En los contratos de prestación de servicios cuyo
objeto sea la reparación, mantenimiento, acondicionamiento, limpieza o cualquier otro similar, se
entiende implícita la obligación a cargo del prestador del servicio de emplear materiales o productos
nuevos o adecuados a la cosa de que se trate, salvo pacto escrito en contrario.
ARTICULO 21. — Presupuesto. En los supuestos contemplados en el artículo anterior, el prestador del
servicio debe extender un presupuesto que contenga como mínimo los siguientes datos:
a) Nombre, domicilio y otros datos de identificación del prestador del servicio;
b) La descripción del trabajo a realizar;
c) Una descripción detallada de los materiales a emplear.
d) Los precios de éstos y la mano de obra;
e) El tiempo en que se realizará el trabajo;
f) Si otorga o no garantía y en su caso, el alcance y duración de ésta;
g) El plazo para la aceptación del presupuesto;
h) Los números de inscripción en la Dirección General Impositiva y en el Sistema Previsional.
Dice Mosset Iturraspe que dichos requisitos deberán ser observados en todos los servicios que así lo
requieran, y no tan solo en los enunciados en el artículo 20.
El inciso f) es contradictorio con el artículo 24, que dispone que la garantía debe ser extendida por escrito.
Para Farina es un derecho del usuario no solicitarla por escrito, pero no es un derecho del proveedor el de
no entregarla. Y aunque no esté por escrito la garantía subsiste.
Para Mosset Iturraspe y Wajntraub es un error de la LDC.
Para Nassio si no se entrega la garantía hay presunción de que el servicio fue prestado indebidamente.
ARTICULO 24. — Garantía. La garantía sobre un contrato de prestación de servicios deberá
documentarse por escrito haciendo constar:
a) La correcta individualización del trabajo realizado;
b) El tiempo de vigencia de la garantía, la fecha de iniciación de dicho período y las
condiciones de validez de la misma;
c) La correcta individualización de la persona, empresa o entidad que la hará efectiva.
¿Cuál es la consecuencia de falta de presupuesto establecido ene l art. 21? La LDC no nos da una
respuesta expresa,
FARINA y MOSSET ITURRASPE sostienen que crea una presunción iuris tantum a favor de lo que el
consumidor indique como características de la prestación del servicio.
¿El presupuesto es oferta? Sí, según el art. 7.
El presupuesto debe ser gratuito.
60
ARTICULO 22. — Supuestos no Incluidos en el Presupuesto. Todo servicio, tarea o empleo material o
costo adicional, que se evidencie como necesario durante la prestación del servicio y que por su
naturaleza o características no pudo ser incluido en el presupuesto original, deberá ser comunicado al
consumidor antes de su realización o utilización. Queda exceptuado de esta obligación el prestador del
servicio que, por la naturaleza del mismo, no pueda interrumpirlo sin afectar su calidad o sin daño para
las cosas del consumidor.
ARTICULO 23. — Deficiencias en la Prestación del Servicio. Salvo previsión expresa y por escrito en
contrario, si dentro de los treinta (30) días siguientes a la fecha en que concluyó el servicio se
evidenciaren deficiencias o defectos en el trabajo realizado, el prestador del servicio estará obligado a
corregir todas las deficiencias o defectos o a reformar o a reemplazar los materiales y productos
utilizados sin costo adicional de ningún tipo para el consumidor.
La diferencia entre éste y el artículo 11 son las siguientes: si bien ambos son garantías legales, el artículo
once rige para las cosas muebles no consumibles, el plazo del artículo 23 es considerablemente menor, y
hay supletoriedad.
Con respecto a la utilización del término plazo, que se hace en el decreto reglamentario, hay ciertas
cuestiones que hacen que la interpretación literal resulta inconveniente.
El Decreto Reglamentario 1798/1994 señala que “se considera que el plazo comienza a correr desde que
concluyó la prestación del servicio”. Agrega que “cuando por las características del caso no fuere posible
comprobar la eficacia del servicio inmediatamente de finalizado, el mismo comenzará a correr desde que
se den las condiciones en que aquélla pueda constatarse”.
Para FARINA Si son defectos ocultos se aplica el art. 1647 bis C.C. y si son aparentes u ostensibles se aplica
el art. 23 LDC (que establece que cuando lo defectos eran ocultos, el plazo será de 60 días desde que el
defecto fue descubierto.)
Como referencia al “pacto en contrario” al que se referencia la norma, podemos decir que de la
interpretación literal inferimos que el pacto en contrario es válido. La cláusula en contrario no exime al
proveedor, salvo que se tratara de una dispensa otorgada por el usuario por escrito y fundamentada
(VAZQUEZ FERREYRA). No se admite pacto en contrario a pesar de lo dispuesto en el art. 21 inciso f),
respecto a la existencia de la garantía, solo sobre su otorgamiento por escrito (FARINA). Ni siquiera por el
art. 21 inciso f) el proveedor puede eximirse de su obligación de garantía ni tampoco de extenderla por
escrito ( MOSSET ITURRASPE).
b. Venta domiciliaria ya distancia (oferta fuera de los locales comerciales).
i. Venta domiciliaria
¿Cuáles son las ventas domiciliarias del artículo 32?
Está la:
A) DOMICILIARIA (Texto Ley 24.240). La efectuada en el lugar donde el consumidor: reside -permanente o
transitoria- o en su trabajo
B) (Ley 26.361) dispone: toda aquella OFERTA «EFECTUADA», que tenga lugar "fuera del establecimiento
del proveedor” por exclusión
C)- POR CONVOCATORIA: Agrega la Ley 26.361 (un párrafo prácticamente idéntico al incorporado por el
dec. 561/99 al art. 32 del decreto reglamentario 1798/94): "También se entenderá comprendida dentro de
la venta domiciliaria o directa aquella contratación que resulte de una convocatoria al consumidor o
usuario al establecimiento del proveedor o a otro sitio, cuando el objetivo de dicha convocatoria sea total
o parcialmente distinto al de la contratación, o se trata de un premio u obsequio".
Casos de ventas domiciliarias o directas según el artículo 32.
Se entiende que son ventas directas:
─En ocasión de un tour;
─En un hotel;
─En el lugar de internación del consumidor;
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─En el lugar habitual donde cursa sus estudios;
─En lugares públicos en general;
─En la calle, trátese o no de una venta ambulatoria;
─Así como en contratación celebrada por el consumidor a su solicitud de domicilio, cuando su objeto es un
bien diverso de aquél por el cual requirió la vista.
No tan solo se regula la venta, sino cualquier contrato.
Sin embargo, hay una exclusión: en la última parte del artículo 32: “lo dispuesto precedentemente no es
aplicable a la compraventa de bienes perecederos, recibidos por el consumidor y abonados al contado”
(hubiera sido más correcto hablar de bienes consumibles). Por ejemplo: compra de alimentos a vendedores
ambulantes.
ii. Venta a distancia.
Es aquella en que la “propuesta” se efectúa por: medio postal, telecomunicaciones, electrónico o similar, y
la respuesta a la misma se realiza por iguales medios.
Para la misma es aplicable el artículo treinta y dos de la LDC y el artículo diez ter.
iii. Revocación de la aceptación.
ARTICULO 34. — Revocación de aceptación. En los casos previstos en los artículos 32 y 33 de la presente
ley, el consumidor tiene derecho a revocar la aceptación durante el plazo de DIEZ (10) días corridos
contados a partir de la fecha en que se entregue el bien o se celebre el contrato, lo último que ocurra, sin
responsabilidad alguna. Esta facultad no puede ser dispensada ni renunciada.
El vendedor debe informar por escrito al consumidor de esta facultad de revocación en todo documento
que con motivo de venta le sea presentado al consumidor.
Tal información debe ser incluida en forma clara y notoria.
El consumidor debe poner el bien a disposición del vendedor y los gastos de devolución son por cuenta de
este último.
Naturaleza jurídica de esto: la mal llamada revocación de la aceptación es en realidad una posibilidad de
dejar sin efecto un contrato perfeccionado, y por tanto, ya concluido. Va ne contra dae la teoría clásica del
contrato.
Según Alterini esto es un pacto de displicencia, según Pizzio consiste en una formación progresiva del
consentimiento, según De Lorenzo se trata de contrataciones hechas bajo condiciones suspensivas (lo cual
vendría a ser una venta a satisfacción del comprador).
Fundamento de la revocación de la aceptación: La contratación “fuerza del establecimiento comercial” es
efectuada bajo el vicio de sorpresa. Se tratan de supuestos de ventas inducidas, el potencial cliente es
atacado o abordado, buscando el empresario una decisión irreflexiva o compulsiva.
Se crítica al tratamiento de los arts. 32 y 33 porque la fundamentación no es tan clara en el caso del art. 33.
E l posible fundamento del artículo 33 podría ser la distancia entre el bien que se adquiere y el consumidor.
Caracteres del arrepentimiento: El mismo tiene efectos ex tunc, es decir, retroactivos; es un derecho
subjetivo, potestativo y discrecional, que no requiere motivación ni origina responsabilidad alguna; es un
derecho irrenunciable.
Deber de información contenido en el artículo 34: El vendedor debe informar por escrito al consumidor
esta facultad de revocación en todo documento que con motivo de venta le sea presentado al consumidor.
El consumidor no pierde el derecho si el vendedor no le informa por escrito esto ¿Qué ocurre cuando el
vendedor omite el deber de informar? Nulidad del contrato por incumpliendo de forma ad solemnitatem
(López de Zavalía).
¿Cuál es el plazo de caducidad del deber de informar el derecho de arrepentimiento? Plazo de seis meses
previsto por el art. 11 para la garantía legal por los defectos o vicios.
Artículo 105 de la Ley 1/2007 de 16/11: «Omisión de información sobre el derecho de desistimiento
1. Si el empresario no ha facilitado al consumidor y usuario la información sobre el derecho de
desistimiento, tal como se establece en el artículo 97.1.i), el periodo de desistimiento finalizará doce
62
meses después de la fecha de expiración del periodo de desistimiento inicial, determinada de
conformidad con el artículo 104.
2. Si el empresario ha facilitado al consumidor y usuario la información contemplada en el apartado 1, en
el plazo de doce meses a partir de la fecha contemplada en el artículo 104, el plazo de desistimiento
expirará a los 14 días naturales de la fecha en que el consumidor y usuario reciba la información».
iv. Ventas agresivas.
ARTICULO 35. — Prohibición. Queda prohibida la realización de propuesta al consumidor, por cualquier
tipo de medio, sobre una cosa o servicio que no haya sido requerido previamente y que genere un cargo
automático en cualquier sistema de débito, que obligue al consumidor a manifestarse por la negativa
para que dicho cargo no se efectivice.
Podemos observar que no se prohíbe la propuesta, sino que ella conlleve un cargo automático.
Si con la oferta se envió una cosa, el receptor no está obligado a conservarla ni a restituirla al remitente
aunque la restitución pueda ser realizada libre de gastos.
1. Jurisprudencia.
Hechos: Una asociación de defensa del consumidor interpuso una demanda tendiente a que se le ordene
al banco demandado cesar en el cobro a los titulares de tarjetas de débito de un “seguro de robo en
cajeros automáticos”. La Cámara hizo lugar a la acción colectiva entablada.
Sumario:
1.- … proceda a reintegrar los fondos debitados por tal concepto ya que, el art. 35 de la ley 24.240 prohíbe
la realización de propuestas al consumidor sobre una cosa o servicio que no haya sido requerido
previamente y que genere un cargo automático en cualquier sistema de débito, obligando al consumidor
a manifestarse por la negativa para que dicho cargo no se efectivice
2.- Aún cuando el banco demandado hubiera logrado acreditar que remitió a sus clientes cartas
advirtiéndoles de las consecuencias del silencio ante el anoticiamiento del inicio de los débitos en
concepto de seguro contra robo en cajeros automáticos, ello no obsta a que se tenga por vulnerada la
prohibición consignada en el art. 35 de la ley 24.240 …
(Juzg. 1 Gualeguaychú, “Asociación Protección de Consumidores del Mercosur Proconsumer c/ Nuevo
Banco de Entre Rios”)
v. Rescisión por el mismo medio (art. 10 ter).
«Se faculta al consumidor o usuario en los supuestos de contratación de servicios celebrados a distancia
por medio telefónico, electrónico o similar a rescindirlo por el mismo medio».
AMBITO DE APLICACIÓN:
─ contratación de servicios a distancia, comprendidos de modo genérico en las previsiones del art. 33 ,
LDC., titulado "Venta por correspondencia y otras"
─ incluido el público domiciliario.
Además: “El proveedor del servicio deberá enviar sin cargo al domicilio del consumidor o usuario una
constancia fehaciente del mismo dentro de las 72 horas posteriores a la recepción del pedido de rescisión”.
RESPONSABILIDAD SOLIDARIA: La obligada al cumplimiento de esta obligación será la empresa que reciba el
pedido, se trate del propio proveedor o de una tercera empresa que se ha contratado al efecto (ej. Call
Centers)
3. Contrato de tiempo compartido.
a. Orígenes y finalidad de la figura.
Es un contrato de cambio concebido para que ambas partes obtengan ventajas: el consumidor tiene el uso
de una casa de vacaciones sin comprarla, sin los costos de mantenimiento, sin los riesgos, evitando el uso
ineficiente, ya que sólo lo hace por quince días y no tiene que pagar por el resto del período en que no la
precisa. El propietario y el administrador persiguen una renta por el uso, además de los servicios; si se trata
de hotelería, se gana con la venta anticipada y con la disminución de los riesgos de temporada.
Desde el punto de vista de la finalidad económica, hay poca diferencia con un contrato de hotelería o uno
63
de servicios, a tal punto que muchos empresarios hoteleros transforman parte de su estructura en
departamentos sometidos al sistema de tiempo compartido.
Estudiamos este contrato dentro de los vínculos en que se transfiere el uso y no la propiedad.
b. Concepto.
Es la contratación del uso de un inmueble, en un área turística, por un tiempo determinado de una o dos
semanas por año.
Dicha definición contiene los siguientes elementos:
─Atribuye al titular la facultad de disfrute de una cosa que consiste en un alojamiento susceptible ed
utilización independiente, por tener salid apropia a al vía pública o a un elemento común del edificio en el
que estuviera integrado, y que está dotado de modo permanente de mobiliario adecuado al efecto;
─ Con carácter exclusivo, durante un período específico de cada año;
─Con derecho a la prestación de los servicios complementarios;
─La facultad de disfrute no comprende las alteraciones de alojamiento ni de su mobiliario:
─La técnica jurídica utilizada es la división temporal del derecho a disfrutar de un bien.
LEY 26356: ARTICULO 14. — Concepto. A los fines de la presente ley, se denomina contrato de tiempo
compartido, independientemente del nombre o forma jurídica que se utilice, y del régimen jurídico a que
se encuentren sometidos los bienes, a todo convenio escrito en virtud del cual una persona llamada
emprendedor, por sí o a través de terceros, se obliga a proporcionar en forma periódica y durante un
tiempo determinado, turnos de alojamiento u hospedaje, en una unidad vacacional con el mobiliario y
enseres necesarios para su uso y goce y con las cosas y espacios comunes, en uno o varios
establecimientos vacacionales, que constituyen un STTC, con la calidad, características y demás
condiciones expresamente pactadas, a otra persona llamada usuario, quien a su vez se obliga a pagar un
precio determinado en dinero a cambio de dichas prestaciones, además de obligarse a cubrir con la
frecuencia convenida, los gastos de administración y mantenimiento correspondientes.
c. Finalidad.
La finalidad de este contrato es la cesión del uso y goce de un inmueble con fines turísticos. La obligación
nuclear es la concesión del uso con destino final, lo que la ubica como contrato de consumo y con servicios
propios del turismo.
d. Derecho personal y derecho real.
El tiempo compartido puede se instrumentado como un derecho real, siendo la forma más utilizad ala del
condominio. No obstante, la doctrina ha señalado dificultades, como la administración de la cosa común, la
indivisión y otras, que llevan a la conclusión de que debe regularse especialmente.
La ley 26.356, recientemente sancionada, regula el sistema de tiempo compartido “con independencia de la
naturaleza de los derechos que se constituyan o transmitan y del régimen legal al que se encunetren
sometidos los bienes que lo integran” (art. 1º) y lo deifne “independientemente del nombre o forma
jurídica que se utilice, y del régimen jurídico a que se encuentren sometidos los bienes” (art. 14).
e. Caracteres.
i. Contracto de consumo.
Así lo tratan la mayoría delas legislaciones extranjeras, que han difundido técnicas comunes para su
regulación. En el Derecho Argentino, el artículo primero de la 24.240 establece expresamente que queda
comprendida en su régimen “la adquisición de derechos en tiempos compartidos”.
ii. Contrato típico.
A partir de la ley 26.356. Con anterioridad era un contrato atípico mixto.
iii. Contrato de cambio o asociativo. Instrumentación como sociedad: una de las formas que se han
encontrado para instrumentar este vínculo es la sociedad: la empresa que va a desarrollar el negocio
constituye a la otra el uso; lo que se vende a los consumidores es una acción sobre esta última sociedad. El
sistema es inconveniente y es una simulación, porque bajo la apariencia asociativa encubre una relación de
cambio.
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iv. Contrato bilateral, oneroso, consensual. A partir de la sanción de la ley 26.356, es forma solemne, pues se
impone la forma escrita.

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Unidad 10
1. Contrato de tarjeta de crédito
a. Concepto.
Conjunto complejo y sistematizado de contratos individuales cuya finalidad es:
a) Posibilitar al usuario efectuar operaciones de compra o locación de bienes o servicios u obras; obtener
préstamos y anticipos de dinero del sistema en los comercios e instalaciones adheridos.
b) Diferir para el titular responsable el pago o las devoluciones a fecha pactada o financiarlo conforme
alguna de las modalidades establecidas en el contrato.
c) Abonar a los proveedores de bienes o servicios los consumos del usuario en los términos pactados.
El consumidor es un sujeto de derechos pero no es el fundamento de la disciplina.
b. Funcionamiento.
La entidad emisora, previo estudio satisfactorio (que verifica la solvencia, las referencias personales, entre
otras, del usuario) admite la solicitud, admite una tarjeta identificadora dotada de una codificación especial
y exclusiva.
El usuario adquiere bienes o contratas servicios con proveedores adheridos, previa autorización de la
emisora; por otro lado estampa su firma en un cupón especial: original queda en poder del proveedor y el
duplicado será para él.
El proveedor remite una liquidación o resumen de las facturas cupones de ese período a la entidad paga.
El usuario recibirá cada mes en su domicilio una liquidación, proporcionada por la entidad, que establezca
el precio de los consumos gastos efectuados, lo cargos del sistema, los cuales debe abonar resptando al
forma, condiciones y plazos preestablecidos. La falta de pago determinará que la tarjeta quede inhabilitada
para operar.
c. Partes.
Art. 2º de la ley.
i. Emisor.
Es la entidad financiera, comercial o bancaria que emite tarjetas de crédito o que hace efectivo el pago.
ii. Titular de la Tarjeta de Crédito.
Aquél que está habilitado para el uso de la tarjeta de crédito y quien se hace responsable de todos lo cargos
y consumos realizados personalmente o por los autorizados por él mismo .
iii. Usuario, titular adicional o beneficiario de extensiones.
Aquél que está autorizado por el titular para realizar operaciones con Tarjeta de Crédito, a quien el emisor
le entrega un instrumento de idénticas características que al titular.
iv. Proveedor o Comercio Adherido.
Aquel que en virtud del contrato celebrado con el emisor proporciona bienes, obra so servicios al usuario
aceptando percibir el importe mediante el sistema de Tarjeta de Crédito.
d. Naturaleza jurídica.
i. De la intermediación o corretaje.
afirma que el emisor es un corredor o intermediario, pues su función consistiría en poner en contacto a dos
personas, el usuario y el proveedor, para que ellos celebren un contrato de consumo, lucrando por esa
intermediación. Si bien pueden darse ciertas notas propias de la actividad, el emisor debe contratar, tanto
con el usuario como con el proveedor, el corredor no lo hace, solo acerca a dos partes.
ii. Del contrato a favor de terceros.
Partiendo de la base de que en esta operatoria se identifican, en principio, tres sujetos, esta teoría sostiene
que presenta la naturaleza de un contrato a favor de terceros. Recordemos que en la teoría gral de los
contratos participan el estipulante, el obligado y el tercero beneficiario y trayendo esto se dice que entre el
emisor y el proveedor celebrarían un contrato a favor del usuario. Y en este caso no podríamos decir que el
usuario es un beneficiario porque está obligado al pago de resumen.-
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iii. Del contrato complejo.
Porque está conformado por una serie de relaciones de diverso carácter que participan de distintos tipos
contractuales, y que convergen, coordinados, hacia una finalidad común.-
Incluye un contrato de uso de crédito eventual.-
Es de naturaleza plurilateral, porque además de que deben concurrir a su formación varias partes, sus
obligaciones, que son de diverso contenido no representan intereses antagónicos, sino una composición o
coordinación de tales intereses orientados al logro de una finalidad común.
Se integra por adhesión a condiciones generales predispuestas por una de las partes, y esta es exigida tanto
a los usuarios como a los proveedores.
Es de cumplimiento continuado o periódico porque está destinado a producir sus efectos durante un lapso
más o menos prolongado.
Se objeta a esta teoría, que estamos frente a un sistema que a su vez está integrado con distintos negocios
jurídicos o actos jurídicos contractuales vinculados entre sí, y no es un único negocio jurídico. Que las
partes que integran este sistema, usuarios, proveedor, son distintos a cada uno de los otros usuarios o
proveedores, constituyendo cada uno un centro de interés.-
iv. Teoría de los contratos conexos.
Sostiene esta teoría que estamos frente a un conjunto de contratos distintos y autónomos que estan
ligados entre sí por conexidad y esta noción se la liga a la de interés, siendo este el interés en el sistema no
el individual.-
Wayar, sostiene que estamos frente a un sistema como conjunto ordenado de contratos.
Con la palabra sistema se designa: “el conjunto de reglas o principios enlazados entre sí”, o bien, “el
conjunto de cosas que ordenadamente relacionadas entre sí concurren a un mismo fin o constituyen en
cierto modo una unidad”. Dice, haciendo uso de cualquiera de estas dos acepciones, estamos frente a un
sistema por las sig razones:
Resulta imprescindible la formación, como mínimo, de tres especies de contratos: primera especie,
contratos entre los usuarios y la entidad emisora, segunda especie, contratos entre los proveedores y la
entidad emisora, tercera especie, contratos entre los usuarios y los proveedores. No se trata de uno o dos
contratos se trata de una pluralidad.
Hay un conjunto de contratos individuales. Y estos deben funcionar de manera armónica y el sistema debe
tener una finalidad común a todos los sujetos intervinientes. Existe conexidad contractual, porque los
contratos están vinculados funcionalmente.-
En resumen, sostiene este autor, que con la expresión “sistema de tarjetas de créditos” nos referimos al
conjunto complejo y ordenado de contratos individuales conexos, orientado al logro de una finalidad
común.
e. Contrato de emisión.
Es el contrato entre el emisor de la tarjeta y usuario, llamando usuario tanto al titular de la misma como al
titular adicional. Está regulado en los artículos sexto y subsiguientes de la ley de tarjeta de crédito.
El art. 3, de la LTC establece que “...las relaciones por operatoria de Tarjetas de Crédito quedan sujetas a la
presente ley y supletoriamente se aplicaran las normas de los Códigos Civil y Comercial de la Nación y de la
ley de Defensa del consumidor (Ley 24.240)".
La LDC nos dice en su art. 1 "...Se consideran consumidores o usuarios, las personas físicas o
jurídicas que contratan a titulo oneroso para su consumo final o beneficio propio o de su grupo familiar o
social...b) la prestación de servicios..." .
No hay duda de que el Titular de la tarjeta de crédito encuadra en esta categoría de "consumidor o
usuario", trátese de una persona física que utiliza la tarjeta para beneficio propio o de su grupo familiar, o
de una persona jurídica, titular de una tarjeta (v.gr. una sociedad anónima) que utilicen sus directivos o
empleados, ("grupo social"). Se trata del usuario de un servicio prestado por el Emisor

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El fundamento es el principio protectorio constitucional aplicado a partir del acto de consumo, lo que da
lugar a una relación jurídica de consumo realizados persona.
Por otra parte, la LDC considera "Proveedores de servicios" a "...todas las personas físicas y jurídicas, de
naturaleza pública o privada que, en forma profesional, aun ocasionalmente,...presten servicios a
consumidores o usuarios..." (arg. conf. Art. 2LDC).
Entonces, los emisores de tarjetas de c´reditos encuadrados en la categoría de proveedores de servicios,
prestan al titular d ela tarjeta un servicio consistente en_
“[…] a) posibilitar al usuario efectuar operaciones de compra o locación de bienes o servicios u obras,
obtener préstamos y anticipos de dinero”.
El usuario titular:
─ está habilitado para el uso de la tarjeta de crédito;
─ se hace responsable de todos los cargos y consumos realizados personalmente o por los autorizados por
el mismo-
El usuario adicional:
─ está autorizado por el titular para realizar operaciones con tarjeta de crédito;
─ el emisor le entrega un instrumento de idénticas características que al titular.
i. Regulación en la normativa.
ARTICULO 6° — Contenido del contrato de emisión de Tarjeta de Crédito. El contrato de emisión de Tarjeta
de Crédito debe contener los siguientes requisitos:
a) Plazo de vigencia especificando comienzo y cese de la relación (plazo de vigencia de la tarjeta).
b) Plazo para el pago de las obligaciones por parte del titular.
c) Porcentual de montos mínimos de pago conforme a las operaciones efectuadas.
d) Montos máximos de compras o locaciones, obras o retiros de dinero mensuales autorizados.
e) Tasas de intereses compensatorios o financieros.
f) Tasa de intereses punitorios.
g) Fecha de cierre contable de operaciones.
h) Tipo y monto de cargos administrativos o de permanencia en el sistema (discriminados por tipo, emisión,
renovación, envío y confección de resúmenes, cargos por tarjetas adicionales para usuarios autorizados,
costos de financiación desde la fecha de cada operación, o desde el vencimiento del resumen mensual
actual o desde el cierre contable de las operaciones hasta la fecha de vencimiento del resumen mensual
actual, hasta el vencimiento del pago del resumen mensual, consultas de estado de cuenta, entre otros).
i) Procedimiento y responsabilidades en caso de pérdida o sustracción de tarjetas.
j) Importes o tasas por seguros de vida o por cobertura de consumos en caso de pérdida o sustracción de
tarjetas.
k) Firma del titular y de personal apoderado de la empresa emisora.
1) Las comisiones fijas o variables que se cobren al titular por el retiro de dinero en efectivo.
m) Consecuencias de la mora.
n) Una declaración en el sentido que los cargos en que se haya incurrido con motivo del uso de la Tarjeta de
Crédito son debidos y deben ser abonados contra recepción de un resumen periódico correspondiente a
dicha tarjeta.
h) Causales de suspensión, resolución y/o anulación del contrato de Tarjeta de Crédito.
(Nota Infoleg: Frase observada en el inciso k), por art. 1° del Decreto N° 15/99 B.O. 14/1/99, pero
confirmada por Mensaje del Senado de fecha 1/9/99 B.O. 24/9/99).
ARTICULO 7° — Redacción del contrato de emisión de Tarjeta de Crédito. El contrato de emisión de Tarjeta
de Crédito deberá reunir las siguientes condiciones:
a) Redactado en ejemplares de un mismo tenor para el emisor, para el titular, para el eventual fiador
personal del titular y para el adherente o usuario autorizado que tenga responsabilidades frente al emisor o
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los proveedores.
b) El contrato deberá redactarse claramente y con tipografía fácilmente legible a simple vista.
c) Que las cláusulas que generen responsabilidad para el titular adherente estén redactadas mediante el
empleo de caracteres destacados o subrayados.
d) Que los contratos tipo que utilice el emisor estén debidamente autorizados y registrados por la
autoridad de aplicación.
(Nota Infoleg: Inciso d) observado por art. 2° del Decreto N° 15/99 B.O. 14/1/99, pero confirmado por
Mensaje del Senado de fecha 1/9/99 B.O. 24/9/99).
ARTICULO 8° — Perfeccionamiento de la relación contractual. El contrato de Tarjeta de Crédito entre el
emisor y el titular queda perfeccionado sólo cuando se firma el mismo, se emitan las respectivas tarjetas y
el titular las reciba de conformidad.
El emisor deberá entregar tantas copias del contrato como partes intervengan en el mismo.
ARTICULO 9° — Solicitud. La solicitud de la emisión de la Tarjeta de Crédito, de sus adicionales y la firma del
codeudor o fiador no generan responsabilidad alguna para el solicitante, ni perfeccionan la relación
contractual.
ARTICULO 10. — Prórroga automática de los contratos. Será facultativa la prórroga automática de los
contratos de Tarjeta de Crédito entre emisor y titular. Si se hubiese pactado la renovación automática el
usuario podrá dejarla sin efecto comunicando su decisión por medio fehaciente con treinta (30) días de
antelación. El emisor deberá notificar al titular en los tres últimos resúmenes anteriores al vencimiento de
la relación contractual la fecha en que opera el mismo.
ARTICULO 11. — Conclusión o resolución de la relación contractual. Concluye la relación contractual
cuando:
a) No se opera la recepción de las Tarjetas de Crédito renovadas por parte del titular.
b) El titular comunica su voluntad en cualquier momento por medio fehaciente.
ARTICULO 12. — Conclusión parcial de la relación contractual o cancelación de extensiones a adherentes u
otros usuarios autorizados. La conclusión puede ser parcial respecto de los adicionales, extensiones o
autorizados por el titular, comunicada por este último por medio fehaciente.
f. Contrato entre emisor y proveedor.
El emisor se obliga a pagar las liquidaciones periódicas que le presente el proveedor por las compras o
servicios ofrecidos al usuario. Por otro lado el proveedor se obliga a aceptar que el precio le sea pagado con
posterioridad a al venta o prestación del servicio, además tiene que pagar al emisor comisione sy otros
cargos administrativos.
Este contrato no es de consumo porque ni al emisor ni al proveedor le cabe el rótulo de consumidor o
sumario.
Cabe aclarar que en este tipo de contrato, el usuario es tercero con respecto a las partes.
i. Regulación en la normativa.
ARTICULO 32.— Deber de información. El emisor, sin cargo alguno, deberá suministrar a los proveedores:
a) Todos los materiales e instrumentos de identificación y publicaciones informativas sobre los usuarios del
sistema.
b) El régimen sobre pérdidas o sustracciones a los cuales están sujetos en garantía de sus derechos.
c) Las cancelaciones de tarjetas por sustracción, pérdida, voluntarias o por resolución contractual.
ARTICULO 33. — Aviso a los proveedores. El emisor deberá informar inmediatamente a los proveedores
sobre las cancelaciones de Tarjetas de Crédito antes de su vencimiento sin importar la causa.
La falta de información no perjudicará al proveedor.
ARTICULO 34. — Las transgresiones a la regulación vigente serán inoponibles al proveedor, si el emisor
hubiera cobrado del titular los importes cuestionados.
ARTICULO 35. — Terminales electrónicas. Los emisores instrumentarán terminales electrónicas de consulta
para los proveedores que no podrán excluir equipos de conexión de comunicaciones o programas
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informáticos no provistos por aquellos, salvo incompatibilidad técnica o razones de seguridad,
debidamente demostradas ante la autoridad de aplicación para garantizar las operaciones y un correcto
sistema de recaudación impositiva.
ARTICULO 36. — Pagos diferidos. El pago con valores diferidos por parte de los emisores a los proveedores,
con cheques u otros valores que posterguen realmente el pago efectivo, devengaran un interés igual al
compensatorio o por financiación cobrados a los titulares por cada día de demora en la efectiva cancelación
o acreditación del pago al proveedor.
ARTICULO 37.— El proveedor esta obligado a:
a) Aceptar las tarjetas de crédito que cumplan con las disposiciones de esta ley.
b) Verificar siempre la identidad del portador de la tarjeta de crédito que se le presente.
c) No efectuar diferencias de precio entre operaciones al contado y con tarjeta.
d) Solicitar autorización en todos los casos.
ARTICULO 38. — El contrato tipo entre el emisor y el proveedor deberá ser aprobado por la autoridad de
aplicación y contendrá como mínimo:
a) Plazo de vigencia.
b) Topes máximos por operación de la tarjeta de que se trate.
c) Determinación del tipo y monto de las comisiones, intereses y cargos administrativos de cualquier tipo.
d) Obligaciones que surgen de la presente ley.
e) Plazo y requisitos para la presentación de las liquidaciones.
f) Tipo de comprobantes a presentar de las operaciones realizadas.
g) Obligación del proveedor de consulta previa sobre la vigencia de la tarjeta.
Además deberán existir tantos ejemplares como partes contratantes haya y de un mismo tenor.
(Nota Infoleg: Frase del primer párrafo observada por art. 13 del Decreto N° 15/99 B.O. 14/1/99, pero con

g. Contrato entre proveedor y usuario.


Los usuarios contratan con los proveedores, adquieren viene so servicios, utilizando la tarjeta como un
medio subrogado de cumplir con la obligación de pagar el precio de tales adquisiciones.
El emisor no es responsable por eventuales incumplimientos del proveedor para con el usuario.
Se pudo decretar la responsabilidad concurrente o en su caso solidaria, entre emisor y proveedor respecto
al usuario por incumplimiento del proveedor. Y ello sucede cuando “el emisor promoviere los productos o
al proveedor, pues garantiza con ello la calidad del producto o servicio” (art. 43, segunda parte, LTC)
Promover, a los fines de la ley, es mas que publicitar y según el art, 8 de la LDC, las precisiones formuladas
en la publicidad o en anuncios, prospectos, circulares u otros medios de difusión obligan al oferente y se
tiene por incluidas en el contrato con el consumidor” por lo que si el emisor publicita y promueve la venta
de productos o servicios, será pasible de responsabilidad.-
Siendo esta responsabilidad extracontractual, Wayar sostiene que la responsabilidad es contractual, por la
conexidad contractual, aunque el emisor no ha contratado directamente con el usuario la venta o
prestación del servicio que éste adquirió al proveedor, por lo que es obvio que existe entre ellos una
conexión de vínculos contractuales que justificarían la imposición de una responsabilidad de esta clase.-
Este es un contrato de consumo y por lo tanto regido por las normas de la LDC.
Artículo 4: INFORMACIÓN: Quienes produzcan, importen, distribuyan o comercialicen cosas o presten
servicios, deben suministrar a los consumidores o usuarios, en forma cierta y objetiva, información veraz,
detallada, eficaz y suficiente sobre las características esenciales de los mismos.
Artículo 5: PROTECCIÓN AL CONSUMIDOR: Las cosas y servicios deben ser suministrados o prestados en
forma tal que, utilizados en condiciones previsibles o normales de uso, no presenten peligro alguno para la
salud o integridad física de los consumidores o usuarios.
Artículo 6: COSAS Y SERVICIOS RIESGOSOS: Las cosas y servicios, incluidos los servicios públicos
domiciliarios, cuya utilización pueda suponer un riesgo para la salud o la integridad física de los
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consumidores o usuarios, deben comercializarse observando los mecanismos, instrucciones y normas
establecidas o razonables para garantizar la seguridad de los mismos.
En tales casos debe entregarse un manual en idioma nacional sobre el uso, la instalación y mantenimiento
de la cosa o servicio de que se trate y brindarle adecuado asesoramiento. Igual obligación regirá en todos
los casos en que se trate de artículos importados, siendo los sujetos enunciados en el artículo 4º
responsables del contenido de la traducción.
Y las obligaciones del usuario serán la de proporcionar al proveedor los elementos necesarios y suficientes
para que este pueda incluir el precio del bien o servicio prestado en la liquidación que presentara ante el
ente pagador.-
h. Tutela al usuario de una tarjeta de crédito frente a la entidad emisora y al proveedor.
Derecho del Consumidor: es un derecho protectorio de base constitucional, de orden público, que se
impone a las relaciones jurídicas para proteger y ordenar la sociedad en base a principios de sociabilidad.
En los contratos de tarjeta de crédito existe:
─ Vulnerabilidad: ya que el sujeto es débil frente a otro en una relación jurídica, y por tanto necesita
protección. Además es una desigualdad específica, que demanda protección.
─ Bien jurídico: la lealtad en las relaciones económicas de todo tipo, lo comprenda a la totalidad de las
etapas del proceso de comercialización, asegurando al consumidor la plenitud de sus facultades de
información ,elección y exigencia.
─ Las tarjetas de crédito se basan en la utilización de contratos de adhesión, su contenido no suele se
predispuesto por cada una de las entidades emisores sino que son comunes, al menos en sus aspectos
fundamentales, a toda la organización que coordina el uso de un determinado medio de pago y ante ello es
necesaria la debida tutela de la ley, para la declaración de nulidad de cláusulas abusivas.
─ Información: Otro medio de tutela es la de información , es decir la adecuada información, que no debe
consistir, exclusivamente, en una manifestación de los aspectos más característicos que comporta el uso de
la tarjeta de crédito, sino que ha de cumplir el objetivo instrumental de satisfacer otro derecho de todo
consumidor: el de su educación y formación en materia de consumo.
i. Cláusulas abusivas.
Las cláusulas abusivas contenidas en la LTC deben integrarse en su interpretación, dispuesto por la ley
24.240 en su art. 37.
Son nulas las cláusulas insertas en un contrato de tarjeta de crédito que estipulen que:
─ a falta de aviso de pérdida de la tarjeta, el usurario responderá por lo gastos hasta tanto la misma haya
sido recuperada;
─ las que importen la renuncia por parte del titular a cualquiera de los derechos que otorga la LTC;
─ las que faculten al emisor a modificar unilateralmente las condiciones del contrato;
─ las que impongan un monto fijo por atrasos en el pago del resumen;
─ las adicionales no autorizadas por la autoridad de aplicación;
─las que imponan compulsivamente al titular un representante;
─las que permiten la habilitación directa de la vía ejecutiva por cobro de deudas que tengan origen en el
sistema de tarjetas de crédito;
─ las que importen prórroga a la jurisdicción establecida por la ley, etc.
Por otro lado, podemos observar que es ineficaz a la luz de las directivas contenidas en el cciv: 1198, 1°
parr. y ley 24240: 37 (en particular incisos "a" y "b")-, la cláusula dispuesta en un contrato de tarjeta de
crédito, que concede al banco prerrogativas para cancelar "ad nutum" el uso de tarjeta, sin causa que lo
justifique y sin un razonable preaviso al usuario, pues ello lesionaría la buena fe en la ejecución e
inteligencia de las cláusulas contractuales, desnaturalizando las obligaciones propias del rol de banco en
estos supuestos.
Carece de validez la cláusula contractual, según la cual el usuario de tarjeta de crédito, aun cuando
no aceptase algún cargo por compra, debe abonarlo primero y luego efectuar el reclamo para
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gestionar el contracargo correspondiente; pues contraria el deber de actuar de buena fe en la etapa
de ejecución contractual, standards de actuación cuya trasgresión hallaba expreso amparo normativo,
aun antes de entrar en vigencia normas específicas como La ley de defensa del consumidor 24240 y de
tarjeta de crédito 25065 (cciv: 1071, 1198 y ccdtes.).
i. Nulidad de los contratos, según la LTC.
ARTICULO 13. — Nulidad de los contratos. Todos los contratos que se celebren o se renueven a partir del
comienzo de vigencia de la presente ley deberán sujetarse a sus prescripciones bajo pena de nulidad e
inoponibilidad al titular, sus fiadores o adherentes. Los contratos en curso mantendrán su vigencia hasta el
vencimiento del plazo pactado salvo presentación espontánea del titular solicitando la adecuación al nuevo
régimen.
ARTICULO 14. — Nulidad de cláusulas. Serán nulas las siguientes cláusulas:
a) Las que importen la renuncia por parte del titular a cualquiera de los derechos que otorga la presente
ley.
b) Las que faculten al emisor a modificar unilateralmente las condiciones del contrato.
c) Las que impongan un monto fijo por atrasos en el pago del resumen.
d) Las que impongan costos por informar la no validez de la tarjeta, sea por pérdida, sustracción, caducidad
o rescisión contractual.
e) Las adicionales no autorizadas por la autoridad de aplicación.
f) Las que autoricen al emisor la rescisión unilateral incausada.
g) Las que impongan compulsivamente al titular un representante.
h) Las que permitan la habilitación directa de la vía ejecutiva por cobro de deudas que tengan origen en el
sistema de tarjetas de crédito.
i) Las que importen prorroga a la jurisdicción establecida en esta ley.
j) Las adhesiones tácitas a sistemas anexos al sistema de Tarjeta de Crédito.
j. Intereses abusivos.
Los intereses: son accesorio del capital; tienen carácter dinerario; se fijan en una relación porcentual con
éste; el titular debe pagarlo por el uso de ese capital o crédito, y están destinados a retribuir al acreedor y
en el caso de las tarjetas de crédito al ente emisor; se extinguen cuando se satisface capital.
k. Intereses compensatorios o financieros.
Representa el precio por el uso del capital.
El art. 16 de la LCT ha dispuesto que “El límite de los intereses compensatorios o financieros que el emisor
aplique al titular no podrá superar en más del veinticinco por ciento (25%) a la tasa que el emisor aplique a
las operaciones de préstamos personales en moneda corriente para clientes. En caso de emisores no
bancarios el límite de los intereses compensatorios o financieros aplicados al titular no podrá superar en
más del veinticinco por ciento (25%) al promedio de tasas del sistema para operaciones de préstamos
personales publicados del día uno al cinco (1 al 5) de cada mes por el Banco Central de la República
Argentina. La entidad emisora deberá obligatoriamente exhibir al público en todos los locales la tasa de
financiación aplicada al sistema de Tarjeta de Crédito.
l. Intereses punitorios.
Son aquellos que el usuario debe pagar por haber incurrido en incumplimiento o en mora y están dirigidos
a indemnizar al acreedor por el perjuicio que supone el pago tardío y a su vez también son aquellos que
debe pagar como sanción o pena por el retardo o mora.
El límite, conforme el art. 18 LCT es que este interés no podrá superar en más del 50% a la efectivamente
aplicada por la institución financiera o bancaria emisora en concepto de interés compensatorio o
financiero.-
Y obviamente se prohíbe el anatocismo, que es la capitalización de los intereses.-
Por aplicación de lo dispuesto por el art. 37 de la ley de defensa del consumidor, la reducción de intereses
abusivos, sería una facultad judicial que pude ser ejercida para evitar los abusos que se hubieran cometido,
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más aún en casos donde la relación se ha materializado en un contrato prácticamente de adhesión.-art.38
ley 24.240-
Por cierre cuadra destacar que “el propio Banco Central de la R.A, ha reconocido la aplicación de la ley
24240 en materia bancaria, al interpretar en el informe sobre “Normas para Entidades Financieras” (Nro
144/853/97) que el análisis de las cláusulas que rigen las operaciones crediticias con sus clientes, excedería
la competencia de esta institución al incursionar en el campo de la autoridad de aplicación de la Ley de
Defensa del Consumidor –que está reservado en el dispositivo legal a la Secretaria de Industria, Comercio y
Minería.
En conclusión y sin perjuicio de considerar a la morigeración mas que una facultad, un deber de los jueces,
se debe recalcar que “La morigeración de intereses de oficio debe estar debidamente fundada dado que se
trata de una facultad judicial de carácter excepcional”. “… y debe ser ejercida con prudencia, justificándose
sólo cuando es notoriamente abusiva la cláusula o importa una lesión a la regla de la moral o una exacción
exorbitante…”.

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