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El fusil de cerrojo

James Paris Lee, un escocés que emigró a los Estados Unidos, había desarrollado un fusil de cerrojo.
Debajo del cerrojo iba una caja metálica, dentro de la cual los cartuchos iban colocados encima de un
muelle. Al abrir el cerrojo, el muelle forzaba a los cartuchos a subir contra un tope; y el cerrojo Ilevaba
el cartucho de arriba a la recámara al cerrarse. Después del disparo, la apertura del cerrojo extraía la
vaina vacía del cartucho y al volver a cerrarlo, se cargaba un nuevo cartucho. La caja se podía sacar para
volverla a Ilenar y el fusil iba provisto de un cargador aparte para recargar rápidamente cuando se estaba
en combate. Lee había fabricado algunos fusiles deportivos basándose en este principio y, después de
serias pruebas, el ejército británico adoptó el cerrojo y el cargador de Lee en el fusil Lee-Metford.
Metford era el diseñador del cañón. Otra innovación fue la adopción de una bala con camisa, de 0,303
pulgadas de calibre, una reducción considerable del calibre 45, que era el calibre normal en los fusiles
militares de la época.

La bala pequeña con camisa fue desarrollada por el comandante Rubin, del ejército suizo. Era de alta
velocidad (dando más precisión) y, debido a su camisa metálica, no dejaba residuos de plomo en el
cañón del fusil. Los franceses tomaron la misma decisión, aunque utilizando una sólida bala de latón,
con su fusil M 1886, como lo hicieron los alemanes con su fusil M 1888.
Los alemanes se dieron cuenta de que su arma de cargador tubular había sido un error y le pidieron a
Mauser que hiciera algo mejor. Mauser adaptó la idea del cargador de caja y fabricó un fusil con un
cargador similar encerrado en la culata. Mejoró el cierre del cerrojo, encajándolo dentro de la recámara
del cañón, y los fusiles Mauser desarrollados en la década de 1980 se exportaron al mundo entero.

En Austria, el conde Mannlicher diseñó otro fusil de cargador, similar al Mauser en algunos aspectos,
pero acabó por adoptar un cerrojo de movimiento recto y un cargador giratorio, aunque oculto en la
culata. Este cierre recto se basaba en el funcionamiento de una leva: se tiraba hacia atrás del mango del
cerrojo, haciendo retroceder un manguito, que arrastraba a su vez un perno roscado a lo largo de una
leva en el cuerpo del cierre que le hacía girar. Había quien decía que era más rápido que un cerrojo
giratorio, pero por regla general era más frágil. Los suizos adoptaron un diseño recto, mientras que los
japoneses y los italianos copiaron el Mauser. Sólo los escandinavos y los americanos intentaron algo
distinto, con el fusil Krag-Jorgensen, que tenía un peculiar cargador montado a un lado que alimentaba
el arma a través de una trampilla.

Otros países optaron por diversos tipos de cerrojo; Estados Unidos adoptó el Krag-Jorgensen, que tenía
un cargador de alimentación lateral; Rusia, el Mosin-Nagant, un diseño belga que era decididamente
poco interesante, igual que el japonés Arisaka y el italiano Carcano. El ejército alemán volvió al Mauser
en 1898 y adoptó su Gewehr 98, el no va más del Mauser, con el que siguieron hasta 1945. El único gran
paso que se dio después fue la adopción del sistema Lee-Enfield por parte de los británicos; utilizaba los
sistemas anteriores de cerrojo y de cargador, pero ahora combinados con un nuevo cañón desarrollado
por la Royal Small Arms Factory, de Enfield. Fue consecuencia de la adopción por los británicos del
propulsor sin humo Ilamado cordita, lo que exigía un sistema algo diferente de rayado para conseguir los
mejores resultados del arma.

Hasta entonces, la infantería había estado dotada con fusiles largos, mientras que la caballería, la
artillería, los ingenieros y otros, que sólo necesitaban un arma de defensa, Ilevaban carabinas cortas.
Ahora bien, parece evidente que esto era antieconómico, puesto que significaba fabricar diferente
armamento (aunque no fuese más que porque la caballería no podía tener la misma carabina que los
ingenieros), aparte de todos los problemas de mantenimiento y repuestos. Consecuentemente, se
desarrolló el Lee-Enfield corto, de cargador. Más corto que un fusil largo y más largo que una carabina,
iba a ser la solución para todos, una idea que fue rápidamente acogida por los Estados Unidos (que
abandonaron el Krag y adoptaron el Springfield, un diseño modificado del Mauser) y por Alemania. El
nuevo Lee-Enfield hizo que los británicos adoptasen el cargador externo, una brida recta en la que se
metían cinco cartuchos para alimentar el depósito de diez disparos del Lee-Enfield.
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Hablando en lineas generales, el sistema de cerrojo ha cambiado muy poco durante el siglo XX. El fusil
para tiradores selectos británico L 42 A1, de calibre 7,62 mm, que todavía está en servicio en la
actualidad emplea el mismo tipo de cierre que fue introducido en 1903 por el Lee-Enfield corto, con
algunos cambios muy pequenos para simplificar su fabricación, mientras que el Mauser 66 SP para los
tiradores selectos del ejército de la Alemania Federal, utiliza el mismo mecanismo Mauser 1898,
también ligeramente mejorado a través de los años."

En Inglaterra, el diseño principal de revólver fue realizado por Robert Adams, en 1851. Era ésta un arma
de armadura sólida, esencialmente más robusta que la armadura abierta del Colt, y además el mecanismo
de disparo era de montado automático: al accionar el gatillo, el martillo se montaba y después percutía.
En contraste, el revolver de Colt empleaba la simple acción, en la que el martillo tenía que montarse a
mano y después se soltaba por la acción del gatillo. Los diseños de Adams y de Colt compitieron durante
muchos años para conseguir la aprobación militar, siendo adoptados ambos por varios ejércitos. La
opinión generalizada era que el Colt tenía ventaja en cuanto a precisión, mientras que el Adams era
mejor en cuanto a la rapidez de su manejo.

Cuando en 1857 caducó la patente de Colt, hubo un tropel de competidores con diseños basados, en
términos generales, en el Colt, aunque todos ellos eran armas de percusión. Horace Smith y Daniel
Wesson, con visión de futuro, patentaron en 1854 un cartucho de ignición anular, y adquirieron otra
patente, que cubría cualquier tipo de cilindro con recámaras perforadas de un extremo a otro. En 1857
empezaron a fabricar un revólver de calibre 0,22 pulgadas y cartucho de ignición anular. Gracias a esta
patente disfrutaron de un monopolio virtual en los EE.UU. hasta 1869.

En 1856, el ejército británico encargó un cierto número de revólveres Colt de percusión; los Colt Navy.
En 1868, el ejército británico decidió cambiar a armas de retrocarga; muchas de las armas de percusión
Adams y Colt se adaptaron para poder utilizar cartuchos de percusión central Boxer. Incluso en 1872,
había muchas unidades del ejército británico que todavía estaban siendo dotadas con pistolas de
percusión de un solo disparo pero, después de prolongados debates y con cierta oposición por parte del
duque de Cambrídge, que era Comandante en jefe, se autorizaron los revólveres para las unidades de
Lanceros, en 1877. Los oficiales pudieron adquirir siempre libremente sus propios revólveres, de forma
que siempre hubo diversidad de armas en servicio.

En agosto de 1880, el revólver-pistola B.L. Enfield (Mark I), que disparaba un cartucho de 0,45
pulgadas, fue aprobado oficialmente para uso del ejército británico. Era un revólver basculante, es decir
que cuando se soltaba un fiador en la parte de arriba, el cañón podía bajarse. La placa en forma de
estrella permanecía fija en su posición posterior, lo bastante adelantada como para que el casquillo vacío
pudiese caer, mientras que los cartuchos no disparados, al ser más largos, permanecían en su sitio. Estos
revólveres no tuvieron mucho éxito y se les hicieron cambios, incluyendo la adición de un fiador del
seguro, lo que resulta muy raro en la tecnología de revólveres.

En 1886, el famoso nombre comercial británico Webley estampaba su marca en el campo de los
revólveres reglamentarios, cuando la Royal Irish Constabulary (Real Policía Irlandesa) adoptó un
revólver fabricado por dicha firma. Era un arma tosca, robusta, que disparaba un cartucho de 0,442
pulgadas, y estuvo en servicio con muchas fuerzas de policía del imperio británico, incluidas las de
Australia y Africa del Sur. En 1887, el Webley Pistol (Mark I) fue designado revólver oficial del ejército
británico Tenía un calibre de 0,44 pulgadas y un cañón de 10 cm (4 pulgadas) de longitud, con un
espolón en la parte superior. Resultó un arma fiable y robusta y se encargaron unas 10.000 unidades. No
fue más que el primero de una larga serie de revólveres Webley de diversos estilos y calibres que se
distribuyeron al ejército británico, algunos de los cuales estuvieron en servicio durante la II Guerra
Mundial.

Las naciones europeas examinaron su panoplia de armamento a la luz de los cambios que habían tenido
lugar, y el centro de fabricación de armas de Lieja en Bélgica, estuvo enormemente ocupado, fabricando
revólveres para el propio ejército belga y también para muchos otros ejércitos. Un producto, fácilmente
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reconocible fue el revólver Gasser, que se hizo para Montenegro, pequeño estado de los Balcanes. La
mayoría de ellos son muy grandes y tienen una culata que parece desproporcionadamente pequeña.

Otro revólver muy fácil de reconocer, fabricado en Lieja, es el Galand, diseñado por un francés y
adoptado por la marina rusa. La característica distintiva es el arco del guardamonte que se extiende hacia
adelante hasta debajo del cañón. Al abrirlo mediante un pequeño fiador, bascula hacia adelante y hacia
abajo, moviendo hacia adelante todo el conjunto del cañón. Los cartuchos pasan a través de una placa
situada detrás del cilindro; ésta avanza también una distancia corta y después se para, mientras que el
cilindro continúa avanzando. La distancia es tal que los casquillos vacíos son empujados fuera del
cilindro, mientras que los cartuchos no disparados, que son más largos porque aún Ilevan las balas,
permanecen en su sitio. Al regresar el guardamonte a la posición de cerrado, vuelve a poner en su sitio la
placa, dejando listo al cilindro para actuar.

Los rusos adoptaron también un revólver Smith & Wesson, el Modelo 3, First Russian Model, que se
modificó ligeramente para que pudiese admitir el cartucho ruso de 0,44 pulgadas. Más tarde se
distribuyó un segundo modelo, que tiene una especie de espolón que sale del guardamonte para
proporcionar una empuñadura más firme. Más adelante, algunos de estos revólveres se fabricaron en
Berlín y en Tula, el centro de fabricación de armas de Rusia.

En 1895, los rusos cambiaron a un arma de calibre más pequeño, el revolver Nagant de obturación por
gases. Esta arma, que fue diseñada por un francés, es muy poco corriente por el hecho de que la bala está
encerrada por completo dentro de la vaina metálica y el gollete es ligeramente puntiagudo. Al cargarse,
la punta del cartucho sobresale un poco del extremo del cilindro. Si se monta el arma, avanza todo el
cilindro, lo que significa que la punta del cartucho entra en el cañón. La idea era que en los revólveres
normales tenía que haber una ligera separación entre el principio del cilindro y la boca del cañón, a pesar
de que al hacer un disparo había un escape considerable de gases a través de ella. El sistema Nagant
obturaba esta separación e impedía la pérdida de presión. Había una versión del Nagant de simple
acción, que se distribuyó a los suboficiales, y un modelo de doble acción para los oficiales. EI ejército
noruego lo suministró también a sus tropas.
Uno de los revólveres militares más grandes y, para muchos, el más feo es el Reichsrevolver alemán,
con su gran culata curva y su gran fiador de seguro. A pesar de tratarse de un revólver, era engorroso de
cargar, pero probablemente el ejército alemán consideraba las armas cortas como inferiores, sólo para
usarse en situaciones Iímite o en las cargas de caballería.

Armas comerciales

El tiro como deporte iba ganando en popularidad y hubo un crecimiento continuado en revólveres de
pequeño calibre, de 0,22 pulgadas. Numerosas firmas abastecieron el mercado de tiro al blanco, en
especial en los Estados Unidos. Su producción fue considerable. La Iver Johnson de New Jersey y la
Harrington & Richardson Inc., de Massachusetts, hicieron millares de revólveres de pequeño calibre; en
su mayoría eran modelos de cañón basculante con expulsión automática de los casquillos vacíos.
Algunos fabricantes, incluidos la Smith & Wesson, la Stevens y la Webley, produjeron armas de tiro al
blanco de un solo disparo, muchas de las cuales tenían el cañón más largo para mejorar la precisión. Casi
invariablemente eran de simple acción, para que tuvieran una empuñadura estable y un fácil disparo,
pues con este sistema se necesita mucha menos presión para actuar sobre el disparador, y en
consecuencia es menos probable que el revólver oscile en la mano al apretar el gatillo. Algunos
fabricantes suministraban también juegos para conversión, de forma que un revólver de calibre normal
pudiese transformarse para disparar con el calibre inferior de 0,22 pulgadas. Normalmente, los juegos
incluían un cilindro alternativo y un tubo rayado, que podían insertarse en el cañón fijo para reducir el
calibre.
Otro mercado floreciente fue el que podría Ilamarse de armas de defensa personal. En general se trataba
de revólveres pequeños, de los calibres de 0,22 o de 0,25 pulgadas, y lo bastante pequeños como para
poder Ilevarlos en un bolsillo. Hubo dos tipos principales, que se diferenciaban en el martillo. El tipo
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usual tenía un espolón en el martillo, de manera que podía montarse a mano. Este podía engancharse en
la ropa y montarse o incluso disparar el arma accidentalmente. La solución fue el modelo sin martillo.

Otra solución consistía en encerrar el martillo entre dos paredes protectoras de las que sobresalía un
poco la punta del martillo, de forma que fuese posible, aunque no fácil, montar el arma a mano."

Las pistolas automáticas sólo se convirtieron en una propuesta realista después de la invención de los
propulsores sin humo, a finales del siglo XIX. Hasta entonces, los residuos y restos ácidos que quedaban
después de disparar un cartucho de pólvora negra, atascaban las complicadas piezas móviles de las,
entonces, experimentales armas cortas semiautomáticas. Sin embargo, los principales componentes de la
pólvora sin humo se crearon mediante la acción del ácido nítrico sobre sustancias o fibras orgánicas, lo
que produce nitroglicerina y compuestos de nitrocelulosa como el algodón pólvora: ambos datan de
mediados del siglo XIX. Un inventor prusiano, Ilamado Schultze elaboró, en 1865 un sucedáneo de la
pólvora negra a partir de la madera nitrada, que alcanzó un éxito limitado. No obstante, la mayoría de los
nuevos propulsores no pudieron utilizarse hasta que Nobel descubrió un método sencillo de
estabilizarlos, en la década de 1870.

Principios básicos

(Esto es sólo una descripción genérica y NO debe tomarse como “solución de la cátedra. Esto lo
veremos ampliamente más adelante)

El principio básico de todas las armas de fuego de carga automática es el mismo. Utilizando, ya sea los
gases producidos en el disparo, ya sea la energía de retroceso generada por el cartucho, se expulsa una
vaina vacía de la recámara y se inserta un nuevo cartucho procedente de un cargador. La inmensa
mayoría de las pistolas de carga automática vuelven a montar el martillo o el percutor al efectuar el
ciclo. Las primeras pistolas automáticas militares eran sólo de simple acción, siendo necesario montar a
mano el martillo antes de disparar. El montado solía tener lugar cuando se accionaba la corredera para
meter un cartucho en la recámara; luego se aplicaba un fiador del seguro. Las modernas pistolas
automáticas de calibres hasta 9 mm Luger y 45 ACP, suelen tener un gatillo de doble acción, con lo que
al apretar éste, se monta y dispara el arma; en los disparos subsiguientes el disparador se monta gracias
al ciclo automático del cierre al disparar. Sólo ha habido un pequeño número de pistolas automáticas que
se montasen sólo con el gatillo. La Smith & Wesson está considerando actualmente ofrecer dicho
dispositivo en su gama de armas automáticas.

El automatismo propiamente dicho sucede en alguna de las formas siguientes:

Retroceso directo. El retroceso directo es el sistema más sencillo de carga automática utilizado para
pistolas. Se emplea en la mayoría de las pistolas de baja potencia del calibre 9 mm (380 Auto) e
inferiores. El cierre retiene el cartucho en la recámara mediante la presión de un muelle. Al producirse el
disparo, el muelle y la inercia del bloque de cierre mantienen cerrada la recámara hasta que el proyectil
ha recorrido la mayor parte del cañón, normalmente corto, o hasta que haya salido de él. El bloque de
cierre, en forma de una corredera o un cerrojo, se mueve después hacia atrás por la acción del retroceso,
abriendo la recámara. Un extractor en forma de gancho toma el cartucho consumido y lo Ileva hacia
atrás con el bloque de cierre hasta que el culote de la vaina choca con un expulsor, que la lanza hacia
fuera a través de una ventana de expulsión. En el movimiento hacia adelante por la acción del muelle, el
bloque de cierre recoge otro cartucho del cargador y lo introduce en la recámara, dejándole listo para el
disparo siguiente. El retroceso directo no se utiliza para calibres más potentes, ya que entonces o bien el
muelle de retroceso tendría que ser más fuerte, o harían falta bloques de cierre muy grandes con una
gran inercia para mantener cerrada la recámara durante el disparo. Este último sistema se emplea
satisfactoriamente en las pistolas ametralladoras, donde el peso no constituye un problema.
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Retroceso o apertura retardados. Con munición más potente, la recámara de una pistola automática
necesita mantenerse completamente cerrada hasta que el proyectil haya salido del cañón y haya bajado la
presión en la recámara. Para lograr esto hay que utilizar de alguna manera un sistema de apertura
retardada. El método más común es el sistema de cierre Browning, de retroceso corto, inventado por el
genio del armero John Moses Browning y patentado por primera vez en 1897. Cuando la corredera y el
cierre están totalmente adelantados y juntos, el cañón es empujado hacia arriba por una leva basculante,
y unos resaltes situados sobre el cañón engarzan con unas ranuras en la corredera. Al disparar, el cañón y
la recámara siguen unidos y comienzan juntos el retroceso. Cuando disminuye la presión de los gases, el
cañón desciende sobre la leva basculante, permitiendo a la corredera moverse hasta atrás del todo,
extrayendo el casquillo disparado y volviendo a introducir en la recámara un nuevo cartucho, al igual
que en una pistola de retroceso directo. El primer diseño utilizaba orejetas o levas, una en cada extremo
del cañón, pero posteriormente, se perfeccionó en una versión con una sola orejeta para una pistola
fabricada por la Colt y adoptada por el ejército de los Estados Unidos en 1911. La pistola modelo 1911
disparaba un potente cartucho nuevo, el 45 ACP (Pistola Automática Colt), y siguió siendo el arma
individual reglamentaria militar de los Estados Unidos hasta ser sustituida por la serie de pistolas Beretta
91, de calibre 9 mm Luger, en los años 80. Después de su muerte, el diseño de Browning fue
perfeccionado por la Fabrique Nationale de Bélgica, que en 1935 produjo la pistola GP 35 de 9 mm
Luger que utilizaba un vástago fijo en la parte inferior del cañón para producir el mismo efecto de cierre
y retroceso retardado. El otro diseño principal de retroceso retardado, todavía común hoy en día, es el
sistema de cuña de la Walther/Beretta, en el que una cuña pivotante en la parte inferior del cañón hace el
cierre con la corredera, bajo la presión de los gases de la recámara. Después de retroceder juntos una
corta distancia, el cañón y la corredera se sueltan por la acción de un pasador deslizante en la parte
posterior de la cuña de cierre. Para entonces, la presión en la recámara ha disminuido, y la cuña
desciende, permitiendo que la corredera se mueva hacia atrás.

Pistolas accionadas por los gases. Ha habido muchos intentos infructuosos de fabricar pistolas
automáticas accionadas por gases. En general, han resultado voluminosas y complejas y requieren un
cartucho potente para completar el ciclo del funcionamiento. La recámara suele mantenerse cerrada
mediante un cierre giratorio en la corredera que encaja en unas orejetas situadas en la recámara. Al
disparar, los gases se expanden por el cañón y empujan un pistón conectado a la corredera. Lo mismo
que en los sistemas de retroceso retardado, el cierre permanece cerrado hasta que baja la presión; la
fuerza ejercida sobre la corredera hace que el cierre se abra y la corredera complete su ciclo. La pistola
Wildey se sigue fabricando, utilizando este sistema, lo mismo que la Desert Eagle (águila del desierto),
israelí, con la que compite para el título de la pistola automática de serie más potente del mundo.

Revólveres automáticos.

Ha habido también algunos intentos notables de producir revólveres de montado automático o


automáticos. El más famoso ha sido el británico Webley-Fosbery, fabricado entre 1901 y 1914. Era un
revólver de seis disparos, similar en apariencia al Webley Mark VI, autoextractor del calibre 455;
Fosbery utilizaba la energía del retroceso del cartucho disparado para hacer girar el cilindro y volver a
montar el martillo. El Fosbery fue el que tuvo más éxito de todos los revólveres automáticos que se han
fabricado en varias épocas en todo el mundo. Uno de los primeros fue el sistema Orbea, español, en
1863, que tenía un orificio de gases en el cañón y un pistón de gases, mecanismo éste que se encuentra
con frecuencia en los modernos fusiles automáticos. El revólver Paulsen de 1866 utilizaba también un
pistón de gases que montaba el martillo y accionaba el cilindro.

Ventajas
Dejando aparte los primeros modelos fabricados, las pistolas de carga automática ofrecían numerosas
ventajas con respecto al revólver. Podían contener más munición, normalmente en un cargador de peine
que se podía sacar. El cargador de peine significaba que se podía recargar muy rápidamente,
sustituyendo el cargador vacío por uno Ileno. El retroceso que se siente en una pistola es también, por lo
general, inferior al de un revólver del mismo peso que utiliza munición de la misma potencia. Parte del
retroceso es absorbido por el movimiento combinado de los mecanismos y la pistola puede mantenerse
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más próxima a la Iínea de mira, reduciendo la torsión en el disparo. Al no tener un cilindro giratorio
voluminoso, las pistolas son mucho más planas que los revólveres, y al no haber un hueco entre el cañón
y el cilindro, se malgasta poco o nada de los gases de la combustión de la carga propulsora.

Inconvenientes
También la pistola tiene sus desventajas. Un revólver es mucho más rápido de recargar con cartuchos
sueltos y más fiable con una amplia gama de munición. Una pistola necesita que la calidad de la
munición sea buena, de lo contrario fallará en la extracción o en la alimentación. Si por alguna razón
falla un cartucho al disparar o hay algún otro fallo, suelen ser necesarias las dos manos para salvar la
interrupción. Si un revólver falla al disparar, se puede montar de nuevo con una mano, con el pulgar o el
gatillo para poner un nuevo cartucho en Iínea con la recámara. Anteriormente, el mecanismo del
revólver podía habérselas con munición mucho más potente que una pistola, ya que el tamaño de los
cartuchos y las fuerzas sobre las piezas combinadas limitaban la capacidad de un arma automática. Sin
embargo, esta diferencia se ha reducido en los últimos años.

El revólver de doble acción se convirtió en el arma preferida para los defensores de la ley y la defensa
personal civil. Y, muy recientemente, las fuerzas de policía estadounidense y británica han comenzado a
utilizar la pistola automática con preferencia al revólver.

Especialización militar

Las fuerzas militares comenzaron a adoptar la pistola automática a principios de siglo, habiendo
proporcionado el impulso inicial para su desarrollo junto con el de los fusiles automáticos y
ametralladoras. Los ejércitos tienen los recursos para especificar y controlar el rendimiento de su
munición. Y como la instrucción en el manejo de armas forma parte de su programa diario, se atenúan
los inconvenientes de las pistolas automáticas. En cualquier caso, al arma corta se la suele considerar
como un arma defensiva personal de último recurso; los militares prefieren la artillería y los fusiles de
asalto como su principal potencia de fuego. Hay ciertas unidades de fuerzas especiales que utilizan
armas cortas, ofensivamente, para operaciones antiterroristas y para acciones de rescate de rehenes a
distancias cortas, donde los subfusiles y fusiles resultan demasiado engorrosos."
El honor de haber conseguido desarrollar un arma automática eficaz corresponde a un austriaco, Ilamado
Laumann, que había patentado una pistola con la acción de un cierre de funcionamiento mecánico y que
convirtió después en un arma de retroceso retardado. Fabricó un pequeño número, inferior a cien, de
estas pistolas, en la factoría Steyr-Mannlicher, y las comercializó como las pistolas Schonberger en
1892. En la actualidad no sabríamos decir quién era Schonberger, probablemente el patrocinador
financiero de Laumann. Su calibre era de 8 mm. Sólo se sabe hoy de una que exista, y nadie de los que
hoy viven ha visto nunca un cartucho de su munición, pero indudablemente fue la primera pistola
automática de serie.

Borchardt y Luger

Los años siguientes vieron la aparición de un diseño destinado a convertirse en leyenda. Hugo Borchardt
emigró a America en los años 1860 y se convirtió en un ciudadano de los EE.UU. Durante algún tiempo
trabajó en el diseño de revólveres con la Winchester, pero ninguno de sus diseños Ilegó a fabricarse y
Borchardt regresó a Europa para trabajar en la fábrica oficial húngara de armas. Allí vio una exhibición
de la ametralladora de Maxim y como resultado comenzó a pensar en una pistola automática. Adoptó el
cierre de palanca articulada de la Maxim: cuando retrocedía el cañón, la palanca cedía para retirar el
cierre, activando simultáneamente un muelle tipo resorte. Fue el primero en utilizar un cargador de caja
en la culata, además de desarrollar el elemento esencial: el cartucho agolletado y sin reborde de calibre
7,63 mm, sin el cual el diseño seguramente no habría funcionado. El resultado fue la pistola de
Borchardt, hecha por Ludwig Loewe en Berlín y lanzada al mercado en 1893. Se cree que unas 3000 de
estas pistolas se fabricaron entre 1893 y 1896, y fue ciertamente la primera pistola automática que se
vendió en cantidades importantes. Se trataba de un diseño difícil de manejar, con mecanismos frágiles y
de fácil interrupción, pero Borchardt parecía satisfecho con él y, aparte de patentar algunas mejoras
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menores, que por cierto nunca incorporó al diseño, lo dejó estar y se ocupo de otras cosas.

Correspondió a otro empleado de Loewe, Georg Luger, recoger la idea de Borchardt para convertirla en
un arma más práctica. Mejoró el diseño, colocando el muelle de retroceso en la culata y desarrolló un
cartucho de 7,65 mm bastante potente. Cambió también el ángulo de la culata, de forma que la pistola se
apuntaba de manera más instintiva y se Ilevaba con más comodidad en la mano. El resultado fue la
pistola Luger, Ilamada en propiedad la pistola Parabellum, que apareció en 1900. Fue adoptada por
Suiza en 1901, pero el ejército alemán quería algo que tuviese un calibre más pesado y Luger, en
consecuencia, tomó el cartucho de 7,65 mm, le ensanchó la boca e insertó en él un proyectil de 9 mm.
Iba a ser la pistola reglamentaria alemana hasta el comienzo de la II Guerra Mundial.

Una razón para el desarrollo de la pistola Luger fue el hecho de que las ventas de la Borchardt estaban
sufriendo la competencia de la Mauser, que en 1896 ya fabricaba su propia arma automática, que era
mejor. La Mauser utilizaba el cartucho Borchardt, aunque cambió su nombre por el de cartucho Mauser
de 7,63 mm en esta ocasión. La pistola empleaba un cierre que retrocedía sujeto mediante unas orejetas
en su parte inferior y que se abría tras un retroceso corto del cañón y de la armadura. El cargador estaba
delante del gatillo, como en el fusil Mauser y se cargaba con el cierre abierto utilizando un cargador de
diez cartuchos.

Tenía en común con la Borchardt una culata de madera, que se engarzaba con la empuñadura de la
pistola para formar una carabina rudimentaria. Era precisa, robusta, estaba magníficamente hecha y se
vendía bien, pero no consiguió interesar al ejército alemán y, lo cierto es que en raras ocasiones fue arma
reglamentaria para ninguna fuerza importante, aunque hubo muchos oficiales que la compraron por su
cuenta.

Merecen mencionarse otros dos diseños europeos de esta época. Theodor Bergmann tuvo a su servicio a
un inteligente diseñador, Louis Schmeisser, para desarrollar un arma de retroceso directo, que adapta el
principio que la ametralladora Skoda había sido la primera en adoptar. Era bastante similar al modelo de
la Mauser, con un cargador alimentado por peine delante del gatillo, pero el cartucho era de poca
potencia y 6 mm de calibre. El arma era barata, sencilla y se vendió muy bien. Schmeisser siguió
desarrollando diseños de cierre, con la esperanza de obtener un contrato militar; al final lo logró en
1905, con una pistola de 9 mm que adoptó el ejército español.

Desgraciadamente, las instalaciones de fabricación de Bergmann eran pequeñas, con lo que tuvo que
subcontratar trabajo para las pistolas. Su subcontratista fue absorbido por una firma mayor, que después
canceló el contrato y dejó a Bergmann sin ningún medio de fabricación. Entonces vendió el contrato a la
Pieper, una empresa belga, y se retiró de la fabricación de pistolas. La Pieper cambió el nombre del
arma, Ilamándola Bergmann-Bayard (Bayard era su marca comercial) y cumplimentó el contrato
existente con España. Después consiguió otro contrato para suministrar al ejército danés.

En 1907, el ejército austro-húngaro se convirtió en el primer ejército importante que adoptaba una
pistola automática (un año antes que los alemanes) al aprobar la Roth-Steyr. Era ésta un arma compleja
que adoptó un método totalmente nuevo de cerrar la recámara. El cañón podía girar libremente en el
interior de un manguito envolvente; detrás de él estaba el cierre, también contenido en el manguito, que
constituía el cuerpo de la pistola. En la parte delantera del cañón había dos orejetas que engarzaban en
unas muescas o estrías helicoidales, situadas en la superficie interna del manguito. Cuando retrocedía el
cañón, cerraba el cierre y empujaba a dichas orejetas a lo largo de las estrías, que hacían girar el cañón
unos 30 grados. Esto hacía que el cañón se soltase del cierre, con lo que dejaba de moverse, permitiendo
que el cierre continuase hacia atrás, extrajese la vaina vacía, y después, impulsado por un muelle,
avanzase para cargar el cartucho siguiente. Una característica extraña era que el cargador, dentro de la
empuñadura, se cargaba por la parte superior del arma, abriendo el cierre y metiendo un cargador de diez
disparos, los que luego había que introducir empujándolos hacia abajo. Otra característica curiosa es
que, al completar el ciclo del arma, la aguja percutora sólo se montaba a medias. Para montarla del todo
había que apretar el gatillo, que primero completaba el montado de la aguja percutora y después la
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impulsaba. Se dice que se insistió en esto por parte de los militares, porque la pistola era para dotar con
ella a la cabaIlería y se temía lo que pudiera pasar si un jinete tenía el dedo sobre el gatillo de una pistola
montada y su caballo se encabritaba repentinamente.

La original Browning

En los Estados Unidos, la pistola automática pasó por tiempos difíciles antes de su adopción. John
Browning desarrolló una pistola de retroceso directo del calibre 32 y un cartucho concebido y fabricado
especialmente para ella. Fue incapaz de encontrar un fabricante estadounidense y Ilevó el diseño a
Europa, donde Ilegó a un acuerdo con la Fabrique Nationale d'Armes de Lieja, Bélgica, para fabricar sus
diseños. Utilizando el nombre Browning, se Ilegaron a fabricar subsiguientemente cerca de un miIlón de
pistolas de retroceso directo. Su primer modelo se hizo famoso como la Original Browning o Modelo
1900, siguiéndole pronto un modelo todavía más sencillo. Éste se convirtió en el Modelo 1903, uno de
los diseños de pistola más sencillos y de mayor éxito que se han fabricado nunca. Sin embargo, el
cartucho no era lo suficientemente potente para uso militar, así que Browning regresó a su oficina de
diseños para desarrollar una pistola con un cierre capaz de disparar una carga potente. Por entonces,
había una atmósfera más receptiva en los Estados Unidos y la firma Colt aceptó su diseño militar. Llevó
varios años perfeccionarlo pero por fin, en 1911, la pistola automática Colt de .45 se convirtió en el arma
auxiliar estándar en los EE.UU. Esta posición privilegiada la iba a conservar durante los 70 años
siguientes, siendo una de las armas de más duración de la historia moderna. La construcción básica era
similar a la de la pistola de 1903, armadura y corredera, pero el martillo estaba fuera de la armadura,
donde con una ojeada se podía ver si la pistola estaba montada o no. El cañón estaba sujeto a la
armadura, mediante una conexión no rígida, de forma que pudiera moverse hacia atrás y hacia abajo. En
la parte superior había dos orejetas que casaban con dos ranuras de la superficie interior de la corredera.

Con la pistola cargada, las orejetas y las ranuras se engarzaban; al disparar, la fuerza de retroceso
empujaba hacia atrás el cañón y la corredera, cerrados juntos durante una corta distancia,
proporcionando el tiempo requerido para que el proyectil saliese del cañón. Luego, debido al enlace, la
parte trasera del cañón descendía, sacando así las orejetas de las ranuras. El cañón dejaba de moverse,
pero la inercia de la corredera la hacía seguir hacia atrás, extrayendo y expulsando el casquillo vacío,
montando el martillo, y volviendo después hacia adelante por la fuerza de un muelle para cargar un
cartucho nuevo. Una vez que el cartucho estaba en la recámara, la corredera al avanzar empujaba el
cañón, volviéndolo a elevar para engarzar con la corredera en su posición avanzada, quedando así el
arma lista para volver a disparar.

Este sistema de cierre basculante Browning es otra idea que ha sido muy copiada. El único cambio fue
cambiar el enlace basculante por un sistema mucho más sencillo: hay una orejeta de metal debajo del
cañón, que tiene una ranura con una cierta forma, que engarza con un pasador que atraviesa la armadura.
Cuando retrocede el cañón, la ranuravse engancha con el pasador y su superficie curva impulsa el cañón
hacia abajo. El resultado es el mismo, pero su fabricación es algo más sencilla. Otra modificación ha
sido eliminar los resaltes que sobresalían del cañón y las ranuras en la corredera y dar forma
sencillamente al extremo posterior del cañón para formar el cierre. El resultado es el mismo, pero la
fabricación es más sencilla.

La Browning High Power

El Modelo Browning 1935, de 9 mm Luger, conocido también como GP 35 o High Power (gran
potencia), se desarrolló a partir de diseños de cierre Browning que éste dejó al morir, en 1926. Los
diseños fueron patentados por la FN en 1927 y, después de su lanzamiento al mercado en 1935, la CP 35
se convirtió en la pistola militar más utilizada en todos los paises no comunistas.
29
La P 7 Heckler & Koch

Hay un nuevo diseño moderno, la pistola alemana automática P 7 Heckler & Koch de 9 mm, que utiliza
los gases propulsores para ayudar a su funcionamiento. El 9 mm Luger es un cartucho demasiado
potente para poder usarse con facilidad en una pistola ligera, de retroceso directo. Para reducir la presión
sobre el cierre, la P 7 utiliza una acción retardada por gases; una parte de los gases propulsores se hace
pasar desde el cañón a un cilindro situado en la armadura, dentro del cual va colocada la guía del muelle
de retroceso. La presión de los gases al disparar actúa contra la guía del muelle de retroceso, retardando
el movimiento de retroceso de la corredera. Cuando el proyectil sale del cañón, la presión de los gases en
el cilindro disminuye; la corredera puede retroceder entonces, quedando accionada por el muelle de
retroceso. La pistola P 7 utiliza también el montado apretando: la presión que hace el tirador sobre la
empuñadura monta el martillo percutor antes del disparo. Si se deja de apretar la empuñadura, la pistola
se desmonta. Este sistema elimina la necesidad del fiador de seguridad o de una acción combinada del
gatillo de doble y simple acción.

Pistolas de funcionamiento por gases

El funcionamiento por gases hace a las pistolas automáticas voluminosas y complejas, además de
requerir también un cartucho muy potente para que genere los gases suficientes para la acción
combinada de los mecanismos. La pistola Wildey así lo ha hecho y ha comercializado dos opciones de
calibre, ambos fabricados específicamente para ella: el calibre 45 Winchester Magnum y el Winchester
Magnum de 9 mm. La Wildey utiliza un cierre de bloque giratorio así como el funcionamiento por
gases, característica ésta compartida por la Pistola Desert Eagle de la Israel Military Industries, que
utiliza los cartuchos de revólver con reborde 44 Magnum y 357 Magnum. Ambas se concibieron
pensando en la caza con arma corta, más bien que en la defensa personal. La Autamag II de AMT tiene
un funcionamiento asistido por gases con un calibre de 22 WMR de ignición anular."

En los primeros años de este siglo había empezado a utilizarse la ametralladora; los inventores
empezaron a considerar cómo hacer un fusil de funcionamiento automático, con el que el soldado sólo
tuviera que limitarse a mantener la puntería y tener apretado el gatillo. Es cierto que la marina danesa ya
había adoptado hacia 1890 un fusil automático, aunque no consiguió durar y acabó convirtiéndose más
tarde en una ametralladora ligera. Aparecieron otros diseños, entre los que merecen citarse el italiano
Cei-Rigotti, en 1900, y el mexicano Mondragón, en 1907; pero resultaban engorrosos y demasiado
complicados para resistir el servicio activo. Hasta 1932, ningún ejército importante había adoptado un
fusil automático como reglamentario. En esa fecha, el ejército de los EE.UU. lo hizo con el Garand.

El invento de John Garand, que trabajaba en la Springfield Armory, es un fusil de 0,30 pulgadas de
calibre, accionado por gases, que toma una pequeña parte de los gases propulsores del cañón y la utiliza
para hacer moverse hacia atrás un pistón. Éste va enlazado con el cierre, para hacerle girar, abrirle e
impulsarle después hacia atrás, venciendo la resistencia de un muelle. Una vez disipado el empuje de los
gases, el muelle obliga al cierre y al pistón a avanzar; en su movimiento de regreso, toman un cartucho
del cargador y lo introducen en la recámara, al mismo tiempo que montan el mecanismo de disparo. El
cargador tenía ocho disparos en un peine. Después de disparar el último cartucho, el cierre quedaba
abierto y el cargador de peine era expulsado, quedando el arma lista para volver a cargarse. Aunque algo
más pesado que el Springfield, al que sustituyó, el Garand era un arma sólida y fiable, que se ha
utilizado en el ejército de los EE.UU. durante más de 30 aiios, aunque en sentido estricto era un arma
semiautomática más que automática, ya que disparaba y volvía a cargar, pero el tirador tenía que volver
a apretar el gatillo para el disparo siguiente. Podría habérsele dotado de tiro automático, pero no era
práctico. Hacer fuego con un cartucho tan potente con una cadencia de tiro elevada daba lugar a que un
arma, sujeta con las manos, se volviese incontrolable y supusiese un mero derroche de munición.

Los soviéticos ya habían descubierto esto. En la década de los 20, habían adoptado un pequeño número
de fusiles automáticos Federov, diseñado en 1916 en torno al cartucho del fusil japonés de 6,5 mm, del
que los rusos habían capturado grandes cantidades durante la guerra ruso-japonesa de 1904-1905. Este
30
disparo de poca potencia hacía más controlable el arma, pero ésta resultó algo frágil y, en el caos de la
revolución y los acontecimientos posteriores, se abandonó la idea. Sin embargo, cuando los americanos
pusieron en servicio el Garand, se reavivó el interés soviético y se fabricaron dos diseños: el Simonov en
1936 y el Tokarev en 1938. Los dos disparaban el cartucho de 7,62 mm, de gran potencia y ambos
demostraron ser demasiado difíciles de manejar y demasiado frágiles para el senricio general. Al final, el
Tokarev quedó para utilizarse como un fusil especial para francotiradores.

El ejército alemán analizó a fondo también el concepto de fusil automático. La Mauser había hecho
armas experimentales durante la I Guerra Mundial, pero ninguna era aceptable. Aunque hubo varios
inventores que presentaron ideas en el periodo entre ambas guerras mundiales, no fue hasta el año 1940
cuando el ejército se decidió a hacer una petición oficial de tales armas. La respuesta fue el Walther G
41, un arma singular que utilizaba el rebufo de la boca de fuego para hacer avanzar un dispositivo que
accionaba el mecanismo de recarga. No tuvo éxito y, al ser sumamente sensible y desequilibrada, pronto
se suspendió su fabricación, aunque el fusil continuó usándose hasta 1945.

Un avance más importante fue el FG 42, fusil especial desarrollado para las fuerzas paracaidistas
alemanas. Al igual que el G 41, éste utilizaba el cartucho estándar de fusil de 7,92 mm; era un cartucho
potente, pero un diseño inteligente lo hizo casi controlable en el tiro automático. Como arma de un solo
disparo el cerrojo quedaba sujeto y seguro antes de tirar; en la modalidad de tiro automático, el cierre
quedaba abierto entre ráfagas, permitiendo así que el cañón se enfriase. Su diseño era en Iínea recta en
lugar de tener la culata tradicional en descenso, de tal forma que el retroceso iba directamente al hombro
y tenía poca tendencia a levantar la boca de fue go, en beneficio de mantener la puntería sobre el blanco.

El cargador se introducía lateralmente, utilizándose en su fabricación metal y plástico, siendo el peso


total inferior a las 10 libras (4,5 kg). Desafortunadamente, resultaba caro y de fabricación lenta. Por lo
tanto fue un arma más bien de la Luftwaffe (fuerza aérea alemana) que del ejército de tierra (las
unidades de paracaidistas pertenecían a la fuerza aérea alemana), por lo que nunca entró en servicio en el
ejército y no se fabricaron más de 7.000 unidades. Más éxito tuvo el MP 44, el padre de todos los fusiles
de asalto que han proliferado desde entonces."

Salvo por unos pocos experimentos de corta duración, los restantes ejércitos que participaron en la II
Guerra Mundial fueron a la guerra con versiones ligeramente mejoradas de los fusiles de cerrojo que
habían Ilevado a la guerra de 1914-1918 y, hasta que no concluyó aquélla, no se comenzó a trabajar
seriamente para sustituir todas estas armas por otras automáticas. El primero en entrar en servicio
(aunque no se supo en Occidente durante muchos años) fue el fusil soviético Kalashnikov AK 47,
diseñado en torno a un nuevo cartucho de 7,62 mm corto que probablemente tendría algo que ver con el
cartucho del fusil de asalto alemán. El Kalashnikov era senciIlo y robusto, podía disparar tiro a tiro o
automáticamente a una velocidad de 600 disparos por minuto, estaba accionado por gases y utilizaba un
cargador de 30 disparos. Probablemente es el fusil más prolíficamente fabricado y distribuido de la
historia, con más de cuarenta millones producidos en los últimos cuarenta años. La fabricación del
Kalashnikov y de sus réplicas prosigue todavía en muchos países.

También Inglaterra quedó impresionada por la idea del cartucho alemán de vaina corta y desarrolló un
cartucho de 7 mm y un fusil para éste, a finales de los años 40. Este fue el EM 2 (modelo 2 de Enfield),
un diseño revolucionario muy por delante de su tiempo. La disposición del fusil era la que se conoce
(por razones no muy claras) como de bullpup (novillo), con lo que se quiere decir que la recámara
propiamente dicha está justamente en el extremo de la culata del cañón, debajo del oído del tirador. En
este tipo de disposición bullpup, con la recámara en el extremo de la culata, la longitud del cierre y del
cañón constituyen la longitud del fusil, de manera que un cañón de la misma longitud puede acomodarse
en una longitud total más corta.

El EM 2 fue aprobado para entrar en servicio con el nombre de Fusil N"" 9, en 1951, pero el proyecto se
canceló antes de que entrase en la fase de fabricación. Por entonces estaban comenzando los primeros
movimientos para la normalización en la NATO y entre las primeras prioridades figuraba un cartucho
31
común para las armas portátiles. Los ejércitos de Canadá y Francia estaban favorablemente dispuestos
hacia el cartucho británico de 7 mm, pero los americanos se opusieron tenazmente a éste. Por último, en
aras de la buena armonía en la NATO, Inglaterra renunció a su fusil y su cartucho y adoptó el cartucho
estadounidense de 7,62 mm (que no era más que la bala del calibre de 0,30 pulgadas en una vaina
ligeramente más corta) y el fusil FAL, de la Fabrique National belga, para dicho cartucho. Los EE.UU.
se pusieron a reformar el Garand para hacerle capaz de la modalidad de tiro automático y le dotaron de
un cargador tipo caja con 20 disparos: al resultado lo Ilamaron el fusil M 14 de 7,62 mm. El resto de las
naciones de la NATO se decidieron por fusiles automáticos, convencionales accionados por gases, que
disparaban el cartucho estándar de 7,62 mm, y las cosas podrían haber quedado así si no hubiese sido
por el estallido del conflicto del Vietnam.

En los años de intervención hubo una empresa privada de los Estados Unidos, la Armalite, que había
desarrollado un fusil ligero accionado por gases y que disparaba un nuevo cartucho de 0,233 pulgadas.
En gran medida esto se debió a que el ejército de los EE.UU. estaba buscando un nuevo fusil que tuviese
una mayor probabilidad de impacto al primer disparo. La mayoría estaba a favor de un fusil ligero que
disparase proyectiles más ligeros, de manera que las desviaciones de puntería debidas al retroceso fuesen
mínimas. Esto Ilevó a la Armalite a su fusil de 0,233 pulgadas, al que Ilamó el AR 15. Durante la guerra
del Vietnam, la Fuerza Aérea de los EE.UU. adquirió un cierto número de ellos para utilizarlos en la
protección de aeródromos en Vietnam. Cuando los vieron las unidades americanas del Ejército de Tierra,
pensaron que esos fusiles eran lo que necesitaban para la guerra en la jungla. Se adquirieron más y hacia
finales de los años 60 el ejército de los EE.UU. había decidido que el AR 15, conocido como el M 16,
sería su fusil reglamentario para la infantería. Esto dejó sin sentido la normalización en la NATO, asi
como su anterior rechazo al cartucho de 7 mm.

Ante esto, el resto de la NATO tuvo que reflexionar sobre el armamento de su infantería. La mayoría de
los fusiles adoptados a principios de los 50 estaban casi obsoletos, y para los 80 necesitarían ser
sustituidos. Los diseñadores se volvieron hacia el cartucho de calibre 0,233 (o, el conocido como de 5,56
mm). Aunque más pequeño que el calibre estándar de 7,62 mm utilizado hasta entonces, tenía una gran
velocidad y era muy letal; el único inconveniente era que su eficacia era escasa para distancias
superiores a 400 ó 500 metros. Aparecieron numerosos diseños procedentes de fabricantes privados,
como la Beretta, la Fabrique Nationale y la Heckler & Koch; sin embargo, en vez de decidirse pronto
por uno de ellos, la NATO optó por unas pruebas exhaustivas a finales de los años 70, con objeto de
zanjar el problema de qué cartucho adoptar como estándar.
Después de cuatro años de pruebas, el resultado fue la normalización del cartucho de 5,56 mm, pero con
un proyectil más pesado. Con esto, los ejércitos ya podían adoptar nuevos diseños, y los británicos
fueron de los primeros con su SA 80 (Small Arms of the 80s = armas ligeras de los 80). Sin embargo,
quizá el más sorprendente de los fusiles europeos de 5,56 mm, fue el austriaco AUG (Army Universal
Gun = arma universal para el ejército), desarrollado por la Steyr-Mannlicher. Era también un diseño del
tipo bullpup, introducido a principios de los 80, pero se construyó de forma modular, con algunas de sus
piezas intercambiables. Toda el arma se basa en una caja de plástico fuerte; el cañón puede quitarse con
rapidez y cambiarse por otro, entre cuatro longitudes diferentes, con posibilidades de subfusil, carabina,
fusil o ametralladora ligera. El cajón de los mecanismos, en cuyo interior actúa el cierre, incorpora un
mango de transporte con un alza telescópica incorporada, aunque esto puede cambiarse por un cajón de
los mecanismos que tenga una plataforma plana, sobre la que pueda ajustarse cualquier alza telescópica.
El mecanismo de disparo está construido en plástico y encaja dentro de la culata."

A principios de siglo, la transición de la pólvora negra a los propulsores de nitrocelulosa en la munición


para armas cortas, demandaba materias primas más fuertes y mejor elaboradas, incluyéndose aquí a las
propias armas. La pólvora negra era sucia y corrosiva al quemarse y generaba poca presión en los cierres
y recámaras de las armas. Incluso una pequeña cantidad de pólvora sin humo producía una presión casi
el doble de la de la vieja pólvora, tan es así que muchas de las primitivas armas de fuego, hacían
explosión cuando se utilizaban inadvertidamente con munición sin humo. Para las nuevas armas cortas
fueron necesarias mejores aleaciones de acero y, en general, una construcción más sólida para
aprovechar las ventajas del mejor rendimiento de los nuevos propulsores. Donde antes se había utilizado
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latón para armaduras, se sustituyó ese material por el acero.

La fabricación en tiempo de guerra.

La escalada de conflictos militares europeos en el siglo XX, creó una demanda de armas de fuego a una
escala nunca vista con anterioridad. Con poco tiempo para desarrollar nuevos métodos de fabricación
antes de la I Guerra Mundial, las armas cortas utilizadas se fabricaron en gran parte como lo habían sido
durante los 20 años anteriores. El caucho y los primeros plásticos sólo se vieron en las empuñaduras, en
sustitución de la madera. El principal ahorro en costes de las armas militares estuvo en permitir
tolerancias de fabricación más amplias y en abaratar el acabado, utilizando pavonado al fosfato y no
refinado, en lugar del pavonado fuerte y del pulido intenso utilizado para las armas comerciales.

Sin embargo, durante el rearme para la II Guerra Mundial, la escasez de acero impuso una modificación
drástica en el diseño de las armas de combate. El subfusil se había incorporado a los arsenales
mundiales, y siguiendo el camino de Alemania con el MP 38, éstos se hicieron baratos con acero
prensado, plásticos y alambre. Al arma corta se la seguía considerando como un arma de último recurso,
para defensa inmediata. Los Estados Unidos distribuyeron a sus soldados la carabina M1 de calibre 30,
de acero y madera, como un arma de asalto manejable, aunque se siguió equipando con la robusta pistola
1911 A1 a los soldados más veteranos que podían controlarla. Otros ejércitos dotaron con armas cortas
sólo a los oficiales, como arma defensiva para espacios confinados como carros de combate o aeronaves,
o bien versiones especiales con silenciador para operaciones encubiertas; se lanzaron por avión pistolas
sencillas de acero prensado, detrás de las líneas del enemigo, para su utilización por las organizaciones
de la resistencia clandestina. Como en la I Guerra Mundial, la economía principal con las armas cortas
estuvo en el acabado, más bien que en los diseños y los materiales.

El chapado como protección.

El arma corta se ha usado como arma de defensa personal, y como tal se Ilevaba en el bolsillo, en la
pistolera o en el cinturón. La proximidad del sudor humano, si el arma iba oculta, o la exposición a los
elementos atmosféricos cuando se Ilevaba en una funda exterior, producían corrosión en la superficie de
las armas cortas. Muchos revólveres de los del Oeste en el siglo XIX, se podían adquirir con un acabado
niquelado para mejorar la resistencia de las armaduras de acero y de los cilindros. Esta tradición se
transmitió al siglo XX, en especial para las pistolas de bolsillo, pistolas y revólveres de armadura
pequeña y muy poco calïbre que se solían niquelar, cromar o platear El cromado duro, que endurece la
superficie del acero, se ha convertido en algo muy común en la actualidad, sobre todo en las pistolas de
caza y de competición de la IPSC (Confederación Internacional de Tiro de Combate).

Acero inoxidable.

Las presiones y tensiones inherentes a las armas de fuego impidieron durante muchos años la utilización
de cualquier otro material que no fuese el acero al carbono para buena parte de su estructura. Pronto
aparecería el acero inoxidable como material ideal: era una aleación de hierro con hasta el 20% de
cromo y el 12% de níquel, que venía utilizándose por la industria desde la I Guerra Mundial.

Sin embargo, no se empleó para armas de fuego completas hasta 1965, cuando la Smith & Wesson
introdujo el Modelo 60 Chief's Special, un revólver de armadura pequeña, del calibre 38. Esto se debió,
en parte, al coste del material y también a la dificultad de trabajarlo, pues las herramientas utilizadas con
acero inoxidable se desgastan cinco veces más deprisa que cuando se utilizan sobre acero fundido o
incluso con un elevado componente de carbono. Otro problema entorpecedor era el de la excoriación,
consistente en que las piezas de acero inoxidable que se rozan mutuamente, recogen partículas de las
otras piezas y dejan una superficie rugosa. Esto hacía que las pistolas semiautomáticas se encasquillasen,
a menos que se las lubrificara cuidadosamente con aceites especiales. Los aceros inoxidables eran
también más blandos que el acero al carbono y no mantenían el borde requerido para las nueces del
disparador; también se desgastaban en torno a los puntos de giro, lo que daba lugar a que los revólveres
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necesitasen frecuentes revisiones de los armeros para mantenerlos a punto. Se encontró que, utilizando
diferentes aleaciones de acero inoxidable para las piezas que rozaban, se reducía la excoriación y los
avances posteriores en aleaciones mejoraron de forma considerable la resistencia al desgaste.

La Auto Mag del 44.

Una de las primeras pistolas automáticas totalmente de acero fue la Auto Mag de calibre 44, lanzada al
mercado en 1971 por la Harry Sanford, de Pasadena, Califomia. Para hacer la munición de la Auto Mag,
la Sanford utilizó cartuchos recortados del calibre 308 de fusil. Como otros muchos diseños
revolucionarios, no fue un éxito comercial en el ámbito conservador de las armas cortas, en parte debido
a la poca disponibilidad de munición.

El acero inoxidable es ahora un material corriente en las armas cortas, con la Smith & Wesson, la Colt,
la Ruger y la Walther, haciendo todas ellas versiones de sus pistolas o revólveres en acero inoxidable y
acero al carbono. Algunos de los nuevos fabricantes de los EE.UU., como la Detonics, la Freedom
Arms, la AMT y la Randall, utilizan sólo acero inoxidable para sus armas. La pistola israelí Desert Eagle
se puede encontrar ahora con armadura de acero inoxidable, al igual que la Elite, de la Colt.
La utilización del acero inoxidable es muy apreciada por los tiradores con pólvora negra, que disfrutan
utilizando el añejo propulsor, para tirar al blanco y cazar con viejas armas y sus réplicas. Los residuos
que deja la pólvora negra al disparar son muy corrosivos, y por ello se pueden encontar muchas réplicas
de armas antiguas en acero inoxidable.

Fusión a la cera.

Los modernos métodos de fundido con envoltura o de fusión a la cera, han mejorado la calidad y rapidez
de la fabricación, al mismo tiempo que han reducido costes. El fundido se ha venido utilizando desde
que los metales eran, primero, derretidos y vertidos después en moldes de arena, pero las piezas de
fundición solían ser frágiles y porosas, inadecuadas para piezas ligeras sometidas a presiones o cargas.
Para estos componentes, el método tradicional de fabricación era tomar un bloque grande de acero de
alta calidad, sometiéndole después a la acción de las máquinas para desechar el metal sobrante que no
correspondiese a la forma de la pieza deseada.
El ahorro, de costes en la fabricación de armas cortas se ha hecho tan importante como la calidad. Los
pedidos militares de armas cortas se basan en el precio y en el volumen del pedido y las ventas civiles
están cayendo en todo el mundo debido a la influencia de los grupos de presión antiarmamentistas. Se
pueden emplear tornos y fundiciones, controlados por ordenador, para la fabricación, pero siguen
necesitándose formas más baratas de fabricación y la Ilamada fusión a la cera perdida ha sido el mayor
descubrimiento. La fusión por molde o a la cera perdida, parte de un positivo en cera, hecho por
inyección en un molde, del producto acabado. Éste se reviste con cerámica líquida, que primero se seca
y después se cuece. La cera se funde, dejando un negativo del molde, perfecto, dentro del cual se inyecta
el metal fundido Una vez solidificado, se rompe el molde de cerámica, dejando una fundición de gran
calidad que necesita poco trabajo de máquina y a la que pueden dársele formas complejas. El trabajo
mínimo a máquina que se requiere, hace sumamente adecuada la técnica para aceros inoxidables muy
duros de trabajar o para cualquier pieza que normalmente necesite un acabado muy laborioso.

La Ruger P 85.

Un pionero contemporéneo en la tecnología para fabricación de armas cortas es Bill Ruger, de la Sturm
Ruger, una firma con sede en Nueva Inglaterra, EE.UU. En la actualidad ya se ha consolidado como un
fabricante de gran calidad, bajo precio y armas cortas robustas, que hace un uso extensivo del fundido
con envoltura. La Ruger ha lanzado hace poco su primera pistola de 9 mm Luger, la P 85. Los conceptos
de funcionamiento de esta pistola de doble acción no son nuevos y siguen basándose en los principios de
Browning de primeros de siglo: el sistema basculante de apertura retardada. El método de fabricación
está totalmente al día y la Ruger ha construido una fábrica en Prescott, Arizona, EE.UU., para el montaje
de la nueva pistola que ha sido diseñada con tan sólo 50 piezas (el sencillo Colt 1911, de simple acción,
34
tiene más de 60 piezas y un revólver moderno de doble acción, más de 70). La pistola es casi
enteramente de fundición. La corredera es de acero fundido con envoltura al cromo y al molibdeno; la
armadura, también fundida, de aleación de aluminio; la mayoría de las piezas internas de acero
inoxidable son también fundidas a la cera perdida. Las cachas son de plástico Xenoy, moldeadas por
inyección, y la pistola tiene el cañón y la recámara hechos de dos piezas roscadas entre si.

Aleaciones de aluminio.

La Ruger P 85 utiliza una armadura de aleación de aluminio para reducir peso. El aluminio es un metal
blando y dúctil, con problemas de excoriación por frotamiento similares a los del acero inoxidable
cuando se utiliza para piezas que se rozan. La resistencia a la extensión de las primeras aleaciones era
tan baja que no podían utilizarse para piezas sometidas a tensión. Sin embargo, puesto que las pistolas se
Ilevan con mucha frecuencia pero muy pocas veces se dispara con ellas, antes se utilizaban aleaciones de
aluminio más fuertes para las armaduras de pistolas y revólveres. Las armaduras de aleación se han
usado especialmente en las pistolas que Ilevan los guardaespaldas, como la Colt Commander de 9 mm o
los revólveres ligeros Charter Arms del 38 y del 44. Se dice que las últimas aleaciones de aluminio
tienen una resistencia a la tensión mucho mayor que la del acero y su utilización en las armaduras se está
generalizando. Pero la resistencia al impacto del aluminio no es todavía lo suficientemente buena como
para la corredera y el cañón, sometidos a fuertes presiones.

El experimento de la Colt con cilindros ligeros de aluminio para revólveres, para las tripulaciones de los
aviones durante la Guerra de Corea, terminó en 1951, cuando la idea fue rechazada por la Fuerza Aérea
de los EE.UU. para los revólveres del calibre 38; y, por lo que respecta al público en general, terminó en
1955 para los revólveres del 32 y del 22. La American Derringer Corporation ha fabricado una Derringer
de su extensa gama del calibre 38 Special con armadura de acero inoxidable y cañón de aluminio. La
nueva pistola ligera de explorador de la Smith & Wesson, el Modelo 422, tiene la armadura y la mortaja
del cañón de una aleación muy tensil, con el disparador y componentes del cierre de acero prensado,
para conseguir una de las armas semiautomáticas de calibre 22 de más calidad y menos precio que se
pueden encontrar.

Aleaciones exóticas.

Otras aleaciones exóticas no han tenido tanto éxito. El bronce al manganeso, muy resistente a la tensión,
se ha utilizado sólo en dos armas cortas: el revólver de simple acción, modelo 100, de la Century Arms y
en el Golden Bison Super 6. El cobre al berilio se ha utilizado para las agujas percutoras en los
revólveres de la Charter Arms y se está investigando para su utilización en las armaduras de las pistolas
de la Para Ordnance, en Canadá. El titanio es muy resistente y ligero en las aleaciones, pero es caro. La
Göncz, de California, utiliza titanio para forrar los tubos de sus pistolas High Tech, y se dice que así se
reduce el desgaste del cañón. La Göncz usa también revestimientos muy modernos para evitar el
desgaste de otras piezas, a las que pueden aplicarse silenciadores; también pueden utilizarse como
lanzagranadas.

Pistolas de plástico/polímeros.

Se está volviendo la atención a los plásticos, la fibra de carbono y la cerámica para los nuevos diseños.
Aunque el caucho y los plásticos se han venido usando para las empuñaduras de las armas cortas desde
1850, correspondió a un ingeniero austriaco que nunca había diseñado una pistola el hacer un uso
extensivo del plástico en la estructura de la pistola Glock 17. La armadura, el disparador y el cargador de
la Glock son de plástico, lo que Ilevó a una alarma general, al rumorearse que los libios se las
suministrarían a los terroristas y los secuestradores, puesto que no serían detectables en los aeropuertos
por los detectores de metales ni por los aparatos de rayos X. En realidad, la Glock sigue teniendo una
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corredera de acero y el cañón tiene más metal que algunas pistolas de bolsillo, y tanto la Glock como su
munición de 9 mm, con casquillo, detonador y bala metálicos, son fácilmente detectables por los
dispositivos de seguridad.

La pistola de tiro al blanco Hämmerli modelo 280, del 22, está hecha en buena parte de su armadura de
fibra de carbono. Las pistolas de pequeño calibre y tiro al blanco para acontecimientos olímpicos no
tienen las limitaciones de las armas de reglamento en cuanto a ocultación, facilidad de transporte y
fiabilidad en campaña, y aunque algunos de sus avances no han sido adoptados por la mayoría de los
fabricantes, la investigación suele perfeccionarse para su aplicación a las armas militares o policiales.

Cerámica.
La cerámica suele considerarse un compuesto quebradizo y resistente a la temperatura, más adecuada
para el fundido de alta tecnología o la eledrónica que para las armas cortas. Sin embargo, en los años 80
hubo informes de que en el bloque del Este se había desarrollado un arma totalmente de plástico, que
disparaba un proyectil de cerámica desde un casquillo de plástico, para intentar anular los dispositivos de
seguridad.

Los materiales para las armas cortas en la actualidad.


Los revólveres populares de hoy, como el Modelo 686 de la Smith & Wesson, están hechos de acero
inoxidable; pero la tendencia para las pistolas automáticas es hacer armaduras de aleaciones fuertes y
correderas de acero al carbono. La Beretta 92 F, de gran capacidad y calibre de 9 mm Luger, tiene
precisamente esa construcción y ha sido adoptada como la nueva pistola reglamentaria en los EE.UU. y
en Francia. Las pistolas de un solo disparo se hacen con armaduras fundidas con envoltura, pero se
presta más interés a la resistencia que a la reducción de costes."

La munición moderna para armas cortas comenzó con el cartucho de calibre 22 corto, de ignición anular,
desarrollado por la Smith & Wesson en su modelo n"". 1 First Issue Revolver: la primera arma corta
fabricada en los EE.UU. para utilizar el tipo de cartucho metálico que sigue usándose hoy en día. El
cartucho de ignición anular era mucho más seguro y fiable en los revólveres que el cartucho de
percusión de cápsula y bala, y también que el cartucho de percusión de espiga o aguja de Lefaucheux,
diseñado por Houiller en 1836, que se había popularizado en Europa.

La ignición anular utiliza un anillo con una mezcla detonante que va en un hueco plegado del culote de
la vaina, que detona al ser aplastado por un golpe en el culote, iniciando a su vez la combustión de la
carga propulsora principal. La idea partió de una patente francesa de 1831, en la que el compuesto
detonante cubría todo el interior de la cabeza del cartucho. El cartucho de ignición anular de la Smith &
Wesson se desarrolló a partir de la cápsula BB de Flobert de 1845, un cartucho de muy baja potencia
utilizado para prácticas de tiro al blanco a cortas distancias y en espacios interiores.

Los cartuchos de ignición anular tenían sus propias limitaciones. Los primeros que se hicieron, eran de
baja potencia, con un calibre de sólo 0,22 pulgadas (5,56 mm). El problema radicaba en el propio
sistema de ignición anular. El anillo del cartucho tenía que ser endeble, para que la mezcla detonante
pudiese ser sensible al impacto del martillo e iniciar así la ignición de la carga de pólvora. El hacer más
grande el cartucho era una forma fácil de aumentar la potencia, pero la simple utilización de una vaina
mayor y una bala con más potencia no era fácil. El casquillo de la vaina necesitaba seguir siendo lo
suficientemente fino como para permitir la ignición, pero también lo bastante fuerte para soportar las
mayores presiones requeridas para vencer la inercia de una bala pesada.

Uno de los cartuchos de ignición anular más potentes y eficaces que se han fabricado fue el 56-56
Spencer. Disparaba una bala de 350 granos (22,7 gramos) a 1.200 pies por segundo (366 m.p.s), con una
carga de 45 granos (2,9 g) de pólvora negra. El Spencer de 56-56 fue el primero de los cartuchos de
ignición anular de gran calibre, que incluían los calibres 56-52, 56-50 y 56-46. En principio, el cartucho
se diseñó para usar en el fusil Spencer, que fue patentado en 1860. La primera aparición de los fusiles
Spencer fue en la Guerra de Secesión americana de 1862, y después se dijo de ellos que habían dado a
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los ejércitos de la Unión una ventaja vital en potencia de fuego antes de su victoria en Gettysburg.

Otro cartucho de ignición anular que adquirió una reputación bien merecida fue el 44 Henry. El fusil de
repetición Henry, de 15 disparos, fue el precursor de un famoso rifle de mecanismo de palanca: el
Winchester. El cartucho era tan potente como el Spencer de 56-56; disparaba una bala de 200 granos (13
g) a unos 3.443 m.p.s. Sin embargo, podía usarse en revólveres, dando a los colonizadores la
oportunidad de tener un fusil de gran capacidad y un revólver de 6 disparos que utilizaban la misma
munición.

Hoy en día, la munición de ignición anular se fabrica sólo en calibre 22 para armas rayadas. Sus usos
principales son el control de plagas y el tiro al blanco. Los primeros cartuchos de revólver se utilizaron
en cilindros perforados en paralelo. Es decir, que la bala y el casquillo del cartucho tenían que ser del
mismo diámetro que el cilindro que, a su vez, tenía el mismo diámetro que el tubo del cañón. Las balas
de este tipo, conocidas como de talón o lubricadas exteriormente, se sujetaban a la vaina con un pequeño
pliegue embutido en la base, que dejaba al aire libre el grueso de la bala y su revestimiento lubrificante.

Este diseño sigue vigente hoy día en los cuatro cartuchos de ignición anular del 22. En la época en que
apareció el Peacemaker de la Colt, en 1873, los cartuchos se habían perfeccionado para que contuviesen
la bala en un casquillo sobredimensionado, que envolvía las ranuras de engrase de la bala y la superficie
de contacto que muerde el rayado del cañón. La Smith & Wesson abandonó el cartucho de talón del 44,
estadounidense, en beneficio del 44 ruso, que finalmente evolucionó hasta Ilegar al cartucho de 44 que
se encuentra en la actualidad. Por entonces, las recámaras de los revólveres se fueron escalonando para
acomodarse a la vaina aumentada de tamaño, perdiendo un poco de diámetro para asegurar una buena
estanqueidad de los gases sobre la bala, al salir ésta del casquillo en el momento del disparo. Los
casquillos seguían teniendo un reborde sólido que impedía que el cartucho se deslizase dentro de la
recámara y servía de junta entre la cara del cierre y el cañón. Las balas seguían haciéndose de plomo y
sin camisas de metal, ya que las bajas velocidades de la munición para las armas cortas, entre 180 y 275
m.p.s. no dejaban sedimentos importantes en los cañones.

En Inglaterra, la patente que registró el coronel Edward Boxer en enero de 1866 cambió el cartucho
militar del ejército británico. La vaina metálica, hecha con una delgada lámina de latón, se enrollaba en
torno a un molde metálico, y se ajustaba después a una base que contenía el detonador. Al hacer un
disparo, la vaina de metal se expandía, obturando con eficacia la recámara. El cartucho Boxer fue
principalmente de fusil, pero se fabricó un cartucho de 0,577 pulgadas para el revólver Webley. Se
produjo un cartucho Boxer de 0,442 pulgadas, hecho también por la Webley, para la Real Policía
Irlandesa, en 1868. En el mismo año, el ejército británico adoptó oficialmente como arma estándar el
revólver de percusión convertido Adams; su cartucho de calïbre 455 pulgadas era una variante del
Boxer, con un cuerpo de latón y una cápsula de hierro en el detonante. Contenía 13 granos de pólvora
negra y una bala de plomo con base hueca, en donde se pretendía que se concentrase la propulsión de los
gases del cañón.

El último paso hacia el actual cartucho para armas cortas fue la introducción de un casquillo de latón
estirado en lugar del casquillo de Iámina de latón, que tendía a separarse de la base y encasquillar el
arma. Como el cartucho para arma corta era mucho más corto que el del fusil, resultaba más fácil y más
barato fabricar un casquillo de latón estirado.

En 1873, se probó toda una gama de cartuchos con vaina metálica en el Arsenal de Frankford,
Filadelfia, y el resultado fue el desarrollo de un tipo casi universal de cartucho con vaina de latón
estirado y bala de plomo. La única diferencia verdadera entre la mayoría de los cartuchos americanos y
británicos radica en la aplicación de la cápsula. Mientras la inmensa mayoría de las vainas británicas
usaban el sistema Boxer, muchos cartuchos metálicos americanos utilizaban un detonador Berdan. En su
aspecto extemo no hay diferencia aparente, pero en el interior el cartucho Boxer tiene un orificio central
que a través de la base Ileva a la cápsula detonante, mientras que el cartucho Berdan utiliza dos
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pequeños orificios y una forma de aplicación ligeramente distinta.

El desarrollo del sistema de carga por la recámara Ilevó a un aumento del interés por el tiro. Deportistas,
policías, militares, cazadores y quienes sólo querían un arma para defensa propia: todos pensaron que
necesitaban un tipo especial de arma y, muchas veces, un cartucho también especial. Se pensó en el
gasto, pero el alcance y la capacidad de detener a un animal o a un criminal que se viene encima fueron
factores que animaron a los fabricantes a producir numerosos cartuchos. Aunque la forma básica de los
cartuchos era similar, los tamaños fueron muy variados

El método para denominar los cartuchos Ilegó a ser complicado y sigue siéndolo hoy, al no haber un
sistema mundialmente aceptado. En general, el diámetro o calibre de la bala se expresa en pulgadas:
0,45 pulgadas, 0,38 pulgadas o 0,22 pulgadas, por ejemplo. En la terminología anglosajona, se suprime
la numeración decimal para expresar los calibres. Los anteriores serían, pues,.45, .38 y .22. Este tipo de
notación es el generalmente aceptado. También suele decirse, coloquialmente, el 45, el 38 o el 22. En
Europa, por otra parte, las medidas se dan en milímetros, siendo la más corriente la de 9 mm. Sin
embargo, algunos cartuchos tienen también una segunda cifra, y ésta puede referirse a la longitud de la
vaina o a la carga de pólvora. Un cartucho de pólvora negra, descrito como un 45-60, significaría que el
cartucho es de 0,45 pulgadas de calibre y la carga, de pólvora negra, de 60 granos. Algunos cartuchos se
describen con el calibre y el nombre del arma para la que se fabricó: por ejemplo, 9 mm Steyr.

El calibre es cuestión de gustos, pero, en general, los tiradores al blanco en locales cubiertos son
partidarios del cartucho de 0,22 pulgadas, pues es barato y tiene poco retroceso. Puesto que el tiro al
blanco en locales cubiertos y con armas de pequeño calibre se suele hacer casi siempre a menos de 25
yardas (23 m), la carga de pólvora y la bala que se necesitan son pequeñas. El cartucho de calibre 22 se
usa mucho para la caza menor. De este calibre hay dos tamaños: el 22 LR (Long Rifle) y el 22 Short
(corto). A pesar de su nombre, el 22 LR es el preferido, muy usado para pistola y revólver, mientras que
el de 22 corto, se prefiere para el fuego rápido, porque la corredera tiene que recorrer una distancia más
corta al extraer la vaina y el arma puede disparar con una cadencia más rápida.

El desarrollo de las pistolas automáticas a partir de 1890 siguió a la introducción de los propulsores sin
humo de gran presión. Como mejor funcionaban las armas automáticas era con cartuchos sin reborde
para pistola, de lados paralelos o con gollete, con una hendidura embutida o una acanaladura para que el
extractor pudiera asir la vaina durante el disparo y el ciclo de funcionamiento. Para evitar la
acumulación de plomo en los cañones se hicieron necesarias las camisas metálicas para las balas. La
Convención de La Haya sobre Leyes de Guerra, proscrïbió oficialmente el uso de plomo sin revestir en
la munición militar, incluso en la de baja velocidad, y a partir de entonces resultó habitual una camisa
metálica de cobre o acero en la munición militar para armas cortas. A comienzos de la I Guerra Mundial,
se habían consolidado los calibres principales occidentales para pistolas automáticas y revólveres, y la
mayoría de los subsiguientes calibres nuevos, fueron meras versiones, ampliadas o reforzadas de los
mismos. Los dos calibres para armas cortas que más se usan en el mundo hoy son el de 9 mm Luger para
pistolas y el de 38 Special de la Smith & Wesson, para revólveres, que se lanzaron al mercado en 1902.
Sólo en la segunda mitad de este siglo se han vuelto a desarrollar algunos calibres nuevos de
importancia."

El cartucho de vaina metálico sacó también a la luz las posibilidades del fusil de cerrojo, que al final se
convirtió en el arma de carga por la recámara y funcionamiento manual más usada en el mundo. El
primer sistema básico de cerrojo fabricado, lo fue en Alemania, por Johann Nicolaus Dreyse, quien
comenzó a trabajar sobre un nuevo sistema de cierre y de ignición, en 1827. El fusil de aguja de Dreyse
fue adoptado por el ejército prusiano en 1840 y, aunque el cartucho con este sistema de ignición había
pasado a la historia, el sistema de carga por la recámara que usaba el fusil constituye la base de todos los
sistemas de cerrojo modernos.

El Mauser de 1898.
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Hacia 1898, la Mauser alemana había perfeccionado el sistema de cerrojo, hasta el punto de que ha
permanecido en uso a lo largo de todo el siglo XX, aunque con algunas modificaciones secundarias. Los
sistemas de cierre tipo Mauser los utilizan prácticamente todos los fabricantes modernos de fusiles con
cierre de cerrojo. El meollo del diseño de 1898 es el propio cerrojo, que tiene dos o más tetones u
orejetas de cierre en la cabeza del cerrojo y un tercero en la parte posterior del mismo. En esencia, el
cerrojo es una larga barra de acero, con un hueco en el centro para el percutor y su muelle, una uña
extractora montada sobre resortes para sacar la vaina consumida y un brazo de palanca, en ángulo en la
parte inferior, para accionar el cerrojo. Las orejetas o tetones encajan en los correspondientes rebajes en
el cajón de los mecanismos cuando se gira el mango del cerrojo. Éste cierra mecánicamente las dos
partes, que forman una recámara muy fuerte capaz de resistir presiones muy altas. Una disposición de
cierre ligeramente distinta se utiliza en el sistema austriaco de la Steyr-Mannlicher, que cierra en la parte
posterior del cerrojo mediante seis orejetas o tetones.

Dentro del cerrojo hay una aguja percutora o percutor, accionado por un muelle. El percutor se monta al
abrirse la recámara por la acción de una leva en la parte posterior del cerrojo. Al apretar el gatillo,
estando cerrado el sistema, se dispara el percutor que golpea el detonador y provoca la ignición del
cartucho. Para volver a cargar se acciona el mango del cerrojo hacia arriba y después hacia atrás, con lo
que se abre la recámara, se monta el percutor y se extrae el cartucho gastado. La vaina vacía es
expulsada de la recámara en la parte final del recorrido del cerrojo, cuando choca con un expulsor
saliente. Cuando se acciona el cerrojo hacia adelante, recoge un nuevo cartucho y lo introduce en la
recámara, listo para el próximo disparo. Con los fusiles de sistema de cerrojo pueden conseguirse
grandes velocidades de tiro, aunque no la misma velocidad que puede alcanzarse con sistemas de
palanca. El fusil de cerrojo fue el arma reglamentaria para el soldado de a pie en las dos guerras
mundiales y en otros conflictos menores, ocurridos inmediatamente antes de finales de siglo.

La potencia que puede generarse en un fusil de cerrojo es, desde luego, muy grande y los sistemas
originales del Mauser 98, tanto militares como comerciales, son la base de los fusiles de gran potencia,
hechos para utilizarse en África, por las firmas Rigby, Holland & Holland y Westley Richards, del Reino
Unido. Son armas hechas para la caza mayor y todos los fabricantes han diseñado sus propios cartuchos.

El 375 Holland & Holland.


Introducido en el año 1912, el 375 Belted Rimless Magnum, cartucho reforzado y sin reborde, de la
Holland & Holland es uno de los cartuchos más eficaces de calibre medio entre los utilizados en Africa.
Dicha empresa sigue produciendo fusiles de cerrojo basados en los sistemas Magnum Mauser y
especialmente preparados para el calibre 375 H & H Magnum, al igual que hacen otros muchos
fabricantes. La vaina reforzada le da más fuerza a la estructura del cartucho y hay muchos otros
cartuchos de marca y wildcat que se han basado en el 375 H&H. La mayoría de los fabricantes de
munición hacen el cartucho con una carga del 375 H&H y una bala de 270 ó 300 granos (17,5 ó 19,4 g).
La bala más ligera es un poco más rápida y tiene algo más de energía de boca: 835 m.p.s. y unos 6.100
julios.
Un cartucho reforzado, sin reborde, de calibre 30 fue introducido en 1930 por la Holland & Holland; se
hizo famoso como un buen cartucho para larga distancia, cuando se ganó con él el campeonato de tiro a
1.000 yardas, la Wimbledon Cup en 1935. La velocidad y la energía del .300 H & H Magnum exceden
ligeramente a las del 30-60 Springfield

El 416 Rigby.

La John Rigby & Co. introdujo en 1911 el cartucho 416 Rigby para su fusil de cerrojo Mauser Magnum;
al igual que la Holland & Holland, sigue hoy fabricando fusiles preparados para ese calibre. Como,
desde el punto de vista comercial, el sistema Mauser original de puente recto resulta caro y difícil de
encontrar, la Rigby fabrica fusiles de calibre 416 con la posibilidad de un sistema de cierre a petición del
cliente; en ellos se incluyen los sistemas de la Dakota y la Ruger en los EE.UU., de la Heym de
Alemania, de la Dumoulin belga, y de la BRNO, de la República Checa. El 416 Rigby puede utilizarse
para cualquier tipo de caza mayor y dispara un proyectil de 410 granos (26,6 g) a 723 m.p.s. con una
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energía de boca de 6.911 julios. De todos los fusiles fabricados en los Estados Unidos, el modelo 77
Magnum de la Ruger es el único que está preparado precisamente para los cartuchos 375 Holland &
Holland y 416 Rigby.

El 425 Westley Richards Magnum.

El rendimiento del 416 Rigby es ligeramente superior al del 425 Westley Richards, que se comercializó
por primera vez en 1909 con una bala de 410 granos (26,6 g) que viajaba a 716 m.p.s. con una energía
de boca de 6.931 julios. Como puede verse, la diferencia no es un consuelo para el animal que reciba el
proyectil. El 425 Westley Richards tiene una vaina más corta que el 416 Rigby y no requiere el largo
cierre Magnum. Los primeros cartuchos tenían un borde rebajado para permitir la utilización de una
cabeza de cerrojo estándar Mauser. Hoy hay disponible una versión mejorada, con una vaina sin reborde,
pero no tiene mejores cualidades balísticas que la original.

Otros calibres del 416.

Había muchos tiradores en los EE.UU. que consideraban que el calibre .416 se había quedado, por
desgracia, anticuado; a pesar de todo, se seguía haciendo munición del tipo 416 Rigby y la Rigby de
Londres seguía fabricando fusiles para ella. El interés de los americanos se reavivó en 1988, cuando se
fabricó el cartucho 416 Remington Magnum. Tenía una vaina reforzada con un zuncho, sin reborde, que
no era más que la Remington Magnum de 8 mm con el gollete más alto para contener una bala de 400
granos (25,9 g), que se dispara a 732 m.p.s. con una energía de 6.931 julios; poco más que la del
cartucho Rigby. Al siguiente año, la Weatherby anunció su propio cartucho 416 Weatherby, que tenía
también una vaina sin reborde y reforzada, similar a la de la Remington. El cartucho 616 Weatherby
usaba también una bala de 400 granos, pero proporcionaba una superior velocidad de 823 m.p.s. y una
energía de 8.755 julios, lo que mejoraba de forma considerable la penetración en incidencia angular en
los animales de caza de piel dura.

El 500 Rimless Jeffrey.

Durante muchos años, el 500 Rimless Jeffrey fue el cartucho más potente que se podía encontrar para
fusiles de repetición con mecanismo de cerrojo. Como el 425 Westley Richards, tenía un reborde
rebajado de diámetro inferior al de la vaina para ajustarse a la cabeza del cerrojo en un sistema Mauser.
En realidad, el cartucho es idéntico al alemán 12,7 x 70 (500) Schuler; las dos balas pesan lo mismo: 535
granos (24,7 g), y también tienen la misma balística: la velocidad en la boca de fuego es de 723 m.p.s. y
su energía de 9.214 julios. El cartucho se ha venido utilizando mucho en África, en ambas versiones. La
Jeffrey diseño un cartucho de calibre 404, conocido como el 404 Rimless Nitro Express para sus fusiles
de repetición. El 404 Jeffrey ha sido utilizado por la RCCM, del Canadá, como la vaina base para sus
cartuchos Magnum de medidas británicas.

El 505 Gibbs Rimless Magnum.

Ligeramente inferior, desde el punto de vista balístico, al 500 Jeffrey, el 505 Gíbbs se introdujo justo
antes de la I Guerra Mundial y se hizo una reputación infundada de ser un cartucho que daba un enorme
culatazo al dispararlo.

Cartuchos europeos.

Ha habido un gran número de cartuchos muy potentes europeos (en oposición a los cartuchos británicos
y estadounidenses) fabricados para fusiles de sistema Mauser. Algunos, como el 12,7 x 70 Schuler y el 7
mm Mauser, eran intercambiables con calibres de medidas británicas. Por ejemplo, el 7 mm Mauser es
lo mismo que el 275 Rigby. Otros son únicos: Wilhelm Brenneke diseñó muchos cartuchos para sus
propios fusiles de sistema Mauser en Alemania antes de la I Guerra Mundial; en el período de
entreguerras, E.A. Van Hofe hizo lo mismo. El cartucho más potente de los Brenneke es el 9,3 x 64,
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disponïble con distintas cargas. El más potente de ellos tiene una bala de 195 granos (19 g) con una
velocidad de 811 m.p.s., que transmite una energía de unos 6.300 julios.

La Norma, en Suecia, introdujo su propio cartucho magnum reforzado, que tenía un rendimiento
ligeramente superior al 300 H & H Magnum. El calibre 308 Magnum utiliza una designación en medidas
británicas, de igual manera que lo hace el cartucho de la Lapua con su cartucho de alto rendimiento y
para francotiradores: el 338 Lapua Magnum. Pero el cartucho de la Lapua tiene además un calibre del
sistema métrico decimal: el de 8,6 x 71 mm. El 308 Norma Magnum es un poco menos potente que el
300 Weatherby Magnum; el 338 Lapua Magnum, con reborde y convencional, es comparable al 340
Weatherby."

El impulso final en la tecnología de las municiones Ilegó con la fabricación de las pólvoras sin humo de
alta presión, hechas de madera, algodón o glicerina nitrados. Al no dejar, o dejar muy poco, residuo de
pólvora, las pólvoras sin humo hicieron posibles las armas automáticas. Los propulsores basados en la
nitrocelulosa, el algodón pólvora y la nitroglicerina hicieron que la velocidad de las balas saltara a otro
nivel. Empleando pólvora negra en los cañones de las armas cortas y los fusiles y sin usar balas grandes
y pesadas, era difícil alcanzar velocidades mayores de 450 metros por segundo. Sin embargo, con las
pólvoras sin humo se puede Ilegar a los 1.200 metros por segundo, utilizando balas de pequeño calibre,
que tienen la ventaja de ser más ligeras, costar menos y tener una trayectoria más tensa.

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