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¿Qué es la cirrosis hepática?

La cirrosis hepática es un proceso de cicatrización del hígado, lo que trae


como consecuencia fallas en su funcionamiento. Esto es grave, ya que
nuestro hígado destaca por ser el órgano interno más grande del cuerpo,
capaz de:

 Producir la bilis, una aliada para la absorción de grasa y algunas


vitaminas.
 Extraer los nutrientes absorbidos por el aparato digestivo y
procesarlos.
 Controlar el metabolismo del colesterol en nuestro cuerpo.
 Fabricar las proteínas de sangre del cuerpo.

¿Qué causa de la cirrosis hepática?

Esta enfermedad es consecuencia de una lesión en el hígado causada por


varios factores y no únicamente por la ingesta frecuente de alcohol. Tal es
el caso de una infección crónica causada por el virus de hepatitis (B y C). Al
igual que el hígado graso, trastornos hereditarios, consumo de drogas,
enfermedades en el conducto biliar y hasta enfermedades autoinmunes.

20% de los pacientes con cirrosis hepática no tienen una causa


identificable

Pero desafortunadamente, es difícil identificar en las primeras etapas de la


enfermedad algún signo específico. Sin embargo, de acuerdo con el Colegio
Americano de Gastroenterología, a medida que el tejido cicatricial avanza,
pueden empezar a notarse los siguientes síntomas:

 Fatiga
 Picazón en la piel
 Edema (retención anormal de líquidos en el cuerpo)
 Ascitis (retención anormal de líquidos en la zona abdominal)
 Sangrado del tubo digestivo
 Ictericia (decoloración de la piel, oscurecimiento de la orina, ojos
amarillentos, heces de color claro)
 Encefalopatía hepática (desaceleración mental, confusión,
somnolencia y hasta problemas con el habla)
 Náuseas y pérdida de apetito

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Es por esta razón que, al tratarse en un principio de una enfermedad


silenciosa, no debes de esperarte a presentar algún síntoma para acudir
con el médico. Si sueles beber frecuentemente o conoces a alguien que lo
hace, no se olviden de ir a consulta para conocer el estado del hígado.
¿Qué es Ascitis?
¿Qué es ascitis?
La ascitis es la acumulación de una cantidad anormal de líquido dentro del abdomen
(vientre). Estos es un problema común en los pacientes con cirrosis (cicatrización) del
hígado. Aproximadamente un 80% de los pacientes con cirrosis del hígado desarrollan
ascitis.

¿Cuáles son los síntomas de la ascitis?


La mayoría de la gente que contrae ascitis desarrolla un gran vientre y experimenta una
rápida pérdida de peso. Algunas personas también desarrollan hinchazón de los tobillos
y falta de aliento.

¿Qué causa la ascitis?


La ascitis es el resultado final de una serie de eventos. La cirrosis del hígado es la causa
más común de la ascitis. Cuando ocurre la cirrosis, la sangre que fluye a través del
hígado se bloquea. Este bloqueo causa un aumento de la presión de la vena principal (la
vena porta) que distribuye sangre de los órganos digestivos al hígado. Esta enfermedad
se llama hipertensión portal. La ascitis ocurre cuando se desarrolla la hipertensión
portal. Los riñones no pueden hacer que el cuerpo se deshaga de suficiente sodio (sal) a
través de la orina. El que el cuerpo no pueda deshacerse de sal hace que los líquidos se
acumulen en el abdomen, resultando en ascitis.

¿Cuáles son los factores de riesgo para desarrollar ascitis?


Los factores de riesgo comunes para desarrollar ascitis son cualquier enfermedad que
cause la cirrosis del hígado. Estas incluyen hepatitis B, hepatitis C, y alcoholismo/
abuso de alcohol. Otras enfermedades que llevan a la acumulación de líquidos son la
insuficiencia cardiaca congestiva y el fallo renal. El cáncer de los órganos en el
abdomen también puede llevar a tener ascitis.

¿Cómo se diagnostica la ascitis?


La ascitis se diagnostica basándose en el examen físico, historial médico, pruebas de
sangre, ecografía o escáner TAC (CT scan por sus siglas en inglés) y paracentesis. La
paracentesis es un procedimiento en el que se mete una guja a través de la pared
abdominal (después de la anestesia local) y se extrae el líquido. Este líquido se examina
para ver si hay señales de infección, cáncer, u otros problemas médicos.

¿Cuáles son las complicaciones de la ascitis?

 Dolor abdominal, malestar y dificultad para respirar. Estos problemas ocurren cuando


se acumula demasiado líquido en la cavidad del abdomen. Esto puede limitar la
capacidad del paciente de comer, andar y hacer cualquiera de las actividades diarias.
 Infección. Los líquidos que se acumulan en la tripa como resultado de la ascitis puede
infectarse con bacteria. Cuando esto pasa, la enfermedad se llama peritonitis
bacteriana espontánea. Normalmente causa fiebre y dolor abdominal. El diagnóstico
se suele hacer tomando una muestra de la cavidad abdominal como ya hemos
explicado antes (ej. haciendo una paracentesis). La peritonitis bacteriana espontánea
es una enfermedad seria que requiere tratamiento con antibióticos por vía
intravenosa. Después de recuperarse de esta infección, se necesita hacer un
tratamiento a largo plazo con antibióticos por vía oral para evitar que la infección
vuelva a aparecer.
 Líquido en los pulmones. Esta enfermedad se llama hidrotórax hepático. El líquido
abdominal llena los pulmones (sobre todo en el lado derecho). Esto resulta en falta de
aliento, tos, hipoxemia (falta de oxígeno en la sangre) y/o malestar en el pecho. La
mejor forma de tratar el hidrotórax hepático es sacando la ascitis del abdomen
mediante paracentesis.
 Fallo renal. El empeoramiento de la cirrosis del hígado puede llevar a un fallo renal.
Esta enfermedad se llama síndrome hepatorrenal. Es raro, pero es una enfermedad
seria y puede llevar a tener fallo renal.

¿Cuáles son los mejores tratamientos para la ascitis?


Limita la cantidad de sal en tu dieta. El paso más importante para tratar la ascitis es el
reducir drásticamente la cantidad de sal que consumes. Los límites recomendados son
2,000 mg o menos al día. Ayuda mucho el ir a ver a un especialista en nutrición
(dietista) especialmente porque es difícil de determinar el contenido de sal en los
alimentos. Se pueden usar sustitutos de la sal – los cuales no contienen potasio. A
menudo los pacientes necesitarán diuréticos (“pastillas de agua”) para tratar la ascitis.
Toma estas pastillas de la manera que te las hayan recetado. Algunos diuréticos
comunes son la espironolactona (Aldactone®) y/o furosemida (Lasix®). Estas pastillas
“de agua” pueden causar problemas con tus electrolitos (sodio, potasio) y con tu función
renal (creatina). Tomar estas píldoras de agua no es un sustituto para disminuir el
consumo de sal. Se necesitan ambos para tratar la ascitis.

Otros tratamientos, cada vez más agresivos, incluyen:


Paracentesis como tratamiento: A veces los líquidos continúan acumulándose en el
abdomen a pesar de los diuréticos y de la reducción de sal en la dieta. En estos casos,
los pacientes pueden necesitar una paracentesis para extirpar esta gran cantidad de
exceso de líquido.

Cirugía. A veces se usa como tratamiento la colocación por medio de cirugía de una
derivación (tubo) entre la vena principal (vena porta) y las venas más pequeñas. Un
radiólogo puede colocar una derivación directamente a través del hígado, aliviando la
hipertensión portal y disminuyendo la ascitis. Al aumentar el flujo de sangre, todos los
órganos del cuerpo son capaces de llevar a cabo su función mejor. Por ejemplo, en los
pacientes con ascitis, la mejoría de la función de los riñones ayuda al cuerpo a eliminar
el exceso de sodio (sal) y prevenir la acumulación de líquidos.
Trasplante del hígado. Este enfoque se reserva para aquellos pacientes con cirrosis muy
severa cuyos hígados están fallando.

¿Qué puedo hacer para controlar mi ascitis?

 Pésate diariamente. Llama a tu médico si ganas más de 10 libras ( o más de 2 libras por
día en 3 días consecutivos).
 Limita la cantidad de alcohol que bebes. Mejor aún, no bebas ninguna bebida
alcohólica. Reducir la cantidad de alcohol que bebes reduce el riesgo de desarrollar
ascitis.
 Limita el uso de medicamentos anti inflamatorios no esteroideo (NSAID por sus siglas
en inglés). Algunos ejemplos de NSAID son el iboprufeno (Advi®l, Motrin®), la aspirina,
indometacina, sulindac. Estos medicamentos afectan a los riñones, y causan que el
cuerpo retenga agua y sal.
 Sigue las pautas para una dieta baja en sal. Los límites recomendados son 2,000 mg o
menos al día.
CIRROSIS HEPÁTICA: ¿EN QUÉ CONSISTE?
  30 sept. 2020    03.00p.m.

La Cirrosis Hepática, sus síntomas, causas,  tratamiento y cómo evitarla

La cirrosis hepática,  también conocida como  cirrosis del hígado  o


simplemente cirrosis, es una enfermedad que consiste en la cicatrización
progresiva del hígado o fibrosis.

Esta enfermedad, ocurre cuando el hígado ha sufrido múltiples lesiones a


causa de condiciones hepáticas crónicas, pues la cirrosis es parte de una
etapa, en la que el órgano lesionado intenta repararse a sí mismo, generando
así el tejido cicatrizado.

Por su parte el hígado cirrótico,  presenta una superficie irregular que


obstruye los vasos sanguíneos del mismo, lo que dificulta sus funciones de
descomposición y absorción de nutrientes.

¿Cómo saber si tienes cirrosis hepática?  


Debido a que es una enfermedad progresiva, los síntomas de la  cirrosis
hepática no se manifiestan de inmediato y pueden variar de acuerdo al
avance de la enfermedad.

Algunos síntomas presentados son: fatiga, moretones, fiebre, cambios


drásticos de peso, ictericia, sangrado en las heces y/o coloración clara y
pérdida de apetito.
También estado de confusión mental, -debido a fallas del hígado que impiden
el procesamiento de toxinas. Dichas fallas también pueden llegar a inducir un
coma cuando la enfermedad está en una etapa avanzada- y retención de
líquido, que deriva en inflamación de tobillos, piernas o abdomen, conocida
como ascitis.
Toma en cuenta, que  la cirrosis hepática se puede diagnosticar  a través de
un examen físico que permite determinar el estado de la superficie del hígado.
Si esta es suave, es señal de un hígado saludable, pero si es irregular, indica
la presencia de cirrosis.
Asimismo, se puede recurrir a tomografías o ecografías, que   proporcionan
una imagen del hígado, aunque también se realiza una biopsia -análisis de
una muestra del hígado- para confirmar su estado.  

Tratamiento recomendado para la cirrosis hepática  


La cirrosis hepática no tiene cura, pero se puede retrasar su evolución si se
detecta en las etapas iniciales.  

El tratamiento usual consiste en medicamentos que ataquen directamente la


cirrosis o a enfermedades que puedan ser la causa de ella.  

Es importante seguir el tratamiento, no solo para retrasar el progreso de la


enfermedad, sino para disminuir el riesgo de sufrir otras complicaciones que
pueden devenir de esta condición.  

Entre las condiciones derivadas de la cirrosis hepática, se encuentra el


sangrado por varices, especialmente en el esófago. Esta condición nace de un
bloqueo de la vena que conecta los órganos digestivos con el hígado,
causando que esta se agrande, lo que la hace propensa al sangrado.  

Con respecto a las condiciones mencionadas anteriormente en el apartado de


síntomas, los diuréticos contribuyen a disminuir la retención de líquidos y
edemas, y se recomienda una dieta baja en sodio para tratar tanto estas
condiciones como la ascitis, para la cual también se sugiere la intervención
médica para retirar el líquido extra del abdomen.

Para síntomas como el estado mental confuso, se suelen utilizar


medicamentos como laxantes y una dieta especial para eliminar las toxinas
remanentes que el hígado no es capaz de procesar por sí mismo.

Otras enfermedades que pueden surgir a raíz de la cirrosis hepática son la


diabetes y la pérdida de masa muscular. Además, esta condición es indicio
inequívoco de insuficiencia renal y aumenta el riesgo de infección en el
paciente.

El último tratamiento al que se mira para casos de cirrosis hepática es


el trasplante de hígado,  y este solo se realiza cuando el resto de las
opciones son inviables o dejan de ser efectivas para la persona que padece de
esta enfermedad.

Causas de la cirrosis hepática


Las principales causas de cirrosis hepática son las enfermedades hepáticas
crónicas, es decir, prolongadas que afectan al hígado. Entre ellas contamos
la hepatitis B y C, y la diabetes, por ejemplo.  

Igualmente, el consumo excesivo de alcohol también contribuye a ocasionar


lesiones en el hígado. Si esto se realiza de manera prolongada, es probable
que se desarrolle una cirrosis.
¿Cómo evitar la cirrosis hepática?
Se puede prevenir la cirrosis hepática llevando una dieta saludable, que
incluya comidas balanceadas, bajas en sal y en grasas, al igual que tener un
consumo moderado de alcohol.

Al mismo tiempo, se recomienda llevar un control médico regular para detectar


cualquier condición o enfermedad que pueda dañar el hígado y ser causante
de cirrosis. 

Tomar prevención para evitar estas enfermedades, también constituye un


punto importante para  protegerse ante la cirrosis hepática,  por lo que es
recomendable vacunarse contra infecciones como la hepatitis B y eludir el
intercambio de fluídos con personas que las padezcan.  
Diagnóstico

Biopsia de hígadoOpen pop-up dialog box


Las personas con cirrosis hepática en etapa temprana generalmente no tienen
síntomas. Frecuentemente, la cirrosis se detecta por primera vez a través de un
análisis de sangre o control de rutina. Con el fin de ayudar a confirmar el
diagnóstico, se suele hacer una combinación de análisis de laboratorio y de
diagnóstico por imágenes.

Pruebas

El médico puede ordenar una o más pruebas que pueden sugerir un problema
con tu hígado, inclusive las siguientes:

 Pruebas de laboratorio. El médico puede ordenar análisis de


sangre para detectar signos de funcionamiento deficiente del
hígado, como exceso de bilirrubina, así como para detectar ciertas
enzimas que pueden indicar daño hepático. Para evaluar la función
renal, se analiza la sangre para determinar la creatinina. Serás
examinado para detectar los virus de la hepatitis. También se
verifica tu índice normalizado internacional (INR) para determinar la
capacidad de coagulación de la sangre.

En función de los resultados de los análisis de sangre, el médico


puede diagnosticar la causa subyacente de la cirrosis. También
pueden usar análisis de sangre para ayudar a identificar la
gravedad de la cirrosis.

 Estudios de diagnóstico por imágenes. Se puede recomendar la


elastografía por resonancia magnética (ERM). Esta prueba de imagen
avanzada no invasiva detecta el endurecimiento o la rigidez del hígado.
También se pueden realizar otras pruebas de diagnóstico por imagen,
como IRM, TC y ecografía.

 Biopsia. Una muestra de tejido (biopsia) no es obligatoria para el


diagnóstico. Sin embargo, el médico puede pedírtela para identificar la
gravedad, el alcance y la causa de las lesiones del hígado.

Si tienes cirrosis, es posible que el médico te recomiende análisis regulares de


diagnóstico para controlar los signos de avance o las complicaciones de la
enfermedad, especialmente las várices esofágicas y el cáncer de hígado. Las
pruebas no invasivas están cada vez más disponibles para el monitoreo.
n la etapa temprana de la cirrosis, se puede minimizar el daño hepático si se
trata la causa de base. Entre las opciones se incluyen las siguientes:

 Tratamiento para la dependencia del alcohol. Las personas que


padecen cirrosis provocada por el abuso de alcohol deberían dejar
de beber. Si resulta difícil detener el abuso de alcohol, es posible
que el médico te recomiende un programa de tratamiento para esa
adicción. Si tienes cirrosis, es fundamental que dejes de beber, ya
que cualquier cantidad de alcohol es tóxica para el hígado.

 Pérdida de peso. Es posible que las personas con cirrosis


provocada por la enfermedad de hígado graso de causa no
alcohólica se recuperen si pierden peso y controlan sus niveles de
azúcar en sangre.

 Medicamentos para controlar la hepatitis. Los medicamentos


pueden limitar el avance del daño a las células del hígado causado
por la hepatitis B o C a través de un tratamiento específico de estos
virus.

 Medicamentos para controlar otras causas y síntomas de la


cirrosis. Los medicamentos pueden frenar la evolución de algunos
tipos de cirrosis hepática. Por ejemplo, en el caso de las personas
que padecen cirrosis biliar primaria diagnosticada en una etapa
temprana, los medicamentos pueden retrasar significativamente la
evolución de la cirrosis.

Otros fármacos pueden aliviar algunos síntomas, como la picazón, la fatiga y el


dolor. Es posible que se indiquen suplementos nutritivos para contrarrestar la
desnutrición asociada con la cirrosis y para prevenir los huesos débiles
(osteoporosis).

Tratamiento de las complicaciones de la cirrosis

Tu médico trabajará para tratar cualquier complicación de la cirrosis, como por


ejemplo:

 Exceso de líquido en el cuerpo. Una dieta baja en sodio y


medicación para prevenir la acumulación de líquido en el cuerpo
puede ayudar a controlar la ascitis y la hinchazón. Una
acumulación de líquido más grave puede necesitar de
procedimientos para drenar líquido o cirugía para liberar presión.
 Hipertensión portal. Algunos medicamentos para la presión
arterial pueden controlar el aumento de presión en las venas que
llevan sangre al hígado (hipertensión portal) y prevenir una
hemorragia grave. Tu médico te realizará una endoscopia superior
de forma periódica para buscar venas dilatadas en el esófago o
estómago (várices) que podrían sangrar.

Si te aparecen várices, seguramente necesitarás medicación para


reducir el riesgo de sangrado. Si tienes signos de que te sangran
las varices o es probable que te sangren, podrías necesitar un
procedimiento (ligadura con banda) para frenar el sangrado o
reducir el riesgo de mayor sangrado. En los casos graves, es
posible que necesites un tubo pequeño, una derivación
portosistémica intrahepática transyugular, que se coloca en la vena
para reducir la presión arterial en el hígado.

 Infecciones. Puedes recibir antibióticos u otros tratamientos para


las infecciones. Posiblemente tu médico también te recomiende
vacunas para la influenza, la neumonía y la hepatitis.

 Aumento del riesgo de cáncer de hígado. Es probable que el


médico recomiende ecografías y análisis de sangre periódicos para
detectar signos de cáncer de hígado.

 Encefalopatía hepática. Te pueden indicar medicamentos para


ayudar a reducir la acumulación de toxinas en la sangre debido a
una mala función del hígado.

Cirugía de trasplante de hígado

En casos de cirrosis avanzada, cuando el hígado deja de funcionar, un


trasplante de hígado puede ser la única opción de tratamiento. Un trasplante de
hígado es un procedimiento para reemplazar su hígado con un hígado sano de
un donante fallecido o con una parte de un hígado de un donante vivo. La
cirrosis es una de las razones más comunes para un trasplante de hígado. Los
candidatos para trasplante de hígado deben realizarse pruebas exhaustivas
para determinar si están lo suficientemente saludables como para tener un
buen resultado después de la cirugía.

Históricamente, las personas con cirrosis alcohólica no han sido candidatas


para trasplantes de hígado por el riesgo de que vuelvan a tomar el hábito
perjudicial de la bebida luego del trasplante. Sin embargo, según estudios
recientes las personas con cirrosis alcohólica grave que fueron
minuciosamente seleccionadas tienen tasas de supervivencia del trasplante de
hígado similares a las de los receptores de trasplantes de hígado con otros
tipos de enfermedad hepática.

Para que el trasplante sea una opción si tienes cirrosis alcohólica, necesitarás
lo siguiente:

 Encontrar un programa que se ocupe de las personas con cirrosis


alcohólica

 Cumplir con los requisitos del programa, que incluyen


comprometerse de por vida a no beber alcohol, además de otros
requisitos específicos del centro de trasplante

Posibles tratamientos futuros

Los científicos están trabajando para ampliar los tratamientos actuales para la
cirrosis pero el éxito ha sido limitado. Debido a que la cirrosis tiene numerosas
causas y complicaciones, existen muchos enfoques posibles para abordarla.
Una combinación de más cantidad de exámenes para la detección, cambios en
el estilo de vida y nuevos medicamentos puede mejorar las respuestas en
personas con lesiones en el hígado, si se comienza tempranamente.

Los investigadores trabajan sobre terapias que tienen como objetivo específico
las células hepáticas, para ayudar a ralentizar o incluso revertir la fibrosis que
provoca la cirrosis. Aunque la terapia objetivo no está lista, el marco de trabajo
para el desarrollo de tales tratamientos está en curso, y el progreso se acelera.

Estilo de vida y remedios caseros

Si tienes cirrosis, asegúrate de ponerle un límite al avance de las lesiones


hepáticas:

 No bebas alcohol. Evita el alcohol, si la cirrosis fue causada tanto


por el consumo crónico de alcohol o por otra enfermedad. Beber
alcohol puede causar mayores lesiones hepáticas.

 Mantén una dieta baja en sodio. La sal en exceso puede hacer


que tu cuerpo retenga líquidos, lo cual empeora la hinchazón en el
abdomen y las piernas. Utiliza hierbas para sazonar la comida, en
lugar de sal. Elige comidas elaboradas que tengan poco sodio.

 Mantén una alimentación sana. Las personas con cirrosis pueden


experimentar desnutrición. Esto se puede combatir con una dieta
saludable en base a plantas que incluya una variedad de frutas y
verduras. Elige proteínas magras, como las legumbres, las aves o
el pescado. Evita los mariscos crudos.

 Evita las infecciones. La cirrosis hace que sea más difícil para ti
pelear contra las infecciones. Protégete evitando a las personas
que están enfermas y lávate las manos con frecuencia. Vacúnate
contra la hepatitis A y B, la influenza y la neumonía.

 Utiliza medicamentos de venta libre con precaución. La cirrosis


hace que sea más difícil para tu hígado procesar fármacos. Por
esta razón, pregúntale a tu médico antes de tomar cualquier
medicamento, incluso los fármacos sin receta. Evita los
medicamentos como la aspirina y el ibuprofeno (Advil, Motrin IB y
otros). Si tienes daño hepático, tu médico puede recomendarte que
evites el paracetamol (Tylenol y otros) o que lo tomes en dosis
bajas para aliviar el dolor.

Medicina alternativa

Se ha utilizado una cantidad de medicamentos alternativos para tratar las


enfermedades del hígado. El cardo (la silimarina) es el más utilizado y el mejor
estudiado.

Sin embargo, no hay suficientes pruebas de beneficios en los ensayos clínicos


como para recomendar el uso de algún producto a base de hierbas para tratar
la cirrosis hepática. Además, algunos medicamentos alternativos pueden dañar
el hígado. Consulta con el médico si estás interesado en probar medicamentos
alternativos para ayudarte a enfrentar la cirrosis.

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