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generalizada 2
•
Guillermo Belaga
(COMPILADOR)
Eric Laurent
Bern a rd i n o Horne
Cél ia Sa l l es
Graciela Sobra l
Alejandra Glaze
Jésus Santiago
Si lvia Ba u d i n i
Editores:
ALEJANDRA GLAZE
DANIEL FEIJOÓ
© Grama ediciones
ISBN 987-1199-22-8
l. Psicoanalisis. l. Título
CDD 150.195
IMPRESO EN ARGENTINA
6
In d ice
Presentación
GUILLERMO A. BELAGA
Ciencia, política y clínica del trauma 1 9
ERIC LAURENT
El tratamiento de la angustia postraumática:
sin estándares, pero no sin principios 1 31
MóNICA TORRES
Todos contra la pared en la civilización del trauma 1 51
MAURICIO TARRAB
La insistencia del trauma 1 59
MERCEDES D E FRANCISCO
La época que niega lo imposible 1 63
ÜSVALDO DELGADO
Angustia y trauma 1 75
7
GRACIELA SOBRAL
La madre como Otro contemporáneo:
madres, anorexia y femineidad 1 1 07
ALEJANDRA GLAZE
Las declinaciones del síntoma en la infancia 1 119
SILVIA BAUDINI
Amor en fuga 1 1 45
8
Presentación
La urgencia generalizada
Ciencia, política y clínica del trauma
GUILLERMO BELAGA
1. I ntrod ucción
2 LAURENT, E., "El revés del trauma" en Vírtualía N°6, Rev. Electrónica de
la Escuela de la Orientación Lacaniana.
3 TORRES, M., "Todos contra la pared en la civilización del trauma", en este
libro. 11
2. Ciencia, pol ítica y clín ica del tra u m a
5
GARMENDIA, J., "Urgencia psiquiátrica. Una perspectiva psicoanalítica.",
16 en La urgencia generalizada. La práctica en el hospital., Grama, Bs. As., 2004.
Volviendo sobre la práctica en la guerra podemos preguntar:
¿en qué se apoyaban estos psiquiatras militares para hacer volver
a alguien a una situación que le había provocado la crisis nervio
sa? ¿Cómo hacerles retornar al espanto del que huían? Se sabe
que no pueden modificarse ni evitarse las condiciones que provo
caron la crisis: la situación bélica, el horror del enfrentamiento, el
miedo a la muerte y la mutilación. ¿Y entonces?, entonces la úni
ca posibilidad fue considerar que estos pacientes, para quienes la
situación se ha tornado insoportable, y que en su momento afron
taron estos riesgos, y eran capaces de combatir, que se trataría en
tonces de restituir esta capacidad perdida, de volver a ese estado
anterior mediante un breve alejamiento del campo de batalla y
una serie de medidas paliativas, como el alivio del hambre y la fa
tiga, que hagan resurgir las fuerzas capaces de controlar la con
ducta.
En consecuencia la enseñanza que más se extrajo, es que la exi
gencia de solución del conflicto que se pone en juego en la urgen
cia es buscar la restitución de la salud, de la capacidad para afron
tar el contexto de vida en el que cada sujeto está sumergido.
De esto surge la concepción de la urgencia psiquiátrica, y que
se pone de manifiesto sobre todo en la primera fase del esquema
clásico de intervención. De las cuatro fases: triage, evaluación,
plan de tratamiento y plan disposicional, la primera corresponde
a un término anglosajón que designa un principio por el cual se
trata a las víctimas de una catástrofe de acuerdo con un criterio de
selección. En este primer paso lo fundamental es determinar si
existe el riesgo de un acto violento o un acto suicida. Luego, una
vez que la seguridad del paciente, familiares y personal técnico
está a salvo, se procede con las etapas restantes.
Este punto es especialmente destacable, debido a que una gran
parte de las urgencias psiquiátricas se producen por el temor o
amenaza de agresión o el riesgo de suicidio, cuestiones que deben
ser controladas, y que resultan en demandas perentorias al psi
quiatra de urgencia que es quien para la sociedad debe realizar
esta labor. Cuestión que sobre todo en los casos de violencia lo ex
ceden, al menos en parte, por su formación y por la génesis psico
social de los mismos.
Por su lado, el psicoanálisis fue planteando otras teorizaciones
y prácticas. Tras la Primera Guerra Mundial Freud tomó partido
contra los métodos utilizados por la psiquiatría alemana de su 17
época. Esta insistía sobre la autoridad, siguiendo su tradición: for
zaban a los soldados a volver al frente con un encuadre muy rígi
do, mediante un tratamiento que llegó a consistir en la aplicación
de choques eléctricos completados con una sugestión autoritaria.
En cambio, los métodos franceses e ingleses, si bien distintos
entre sí, eran más flexibles.
En Francia, los médicos, cuyo poder se había afirmado a lo lar
go del siglo XIX, participaban en las decisiones del ejército. Pro
ponían remedando lo que sostenía Aristoteles en relación a la
Amistad como virtud, no poner a los soldados demasiado lejos
del frente y de sus compañeros, constatando mejores tasas de ro
tación que las obtenidas por los métodos autoritarios, al mantener
los lazos de camaradería de combate y sin la condena ligada a la
invalidez.
En cuanto a los ingleses, desde su tradición protestante, apli
caban métodos de discusión en común, en parte del tipo de los
que más tarde acabarán derivando en Alcohólicos Anónimos. Pe
ro, sobre todo de su experiencia es muy importante rescatar el elo
gio que les hace Lacan en su conocida conferencia "La psiquiatría
inglesa y la guerra". En la misma, refleja el viaje de estudios de
cinco semanas efectuado en septiembre de 1945, para estudiar co
mo psiquiatra francés las transformaciones de la psiquiatría ingle
sa por la guerra.
En el texto, como señala E. Laurent, se constatará y resaltará el
impacto del psicoanálisis y de sus métodos sobre la psiquiatría in
glesa, instalando en primer lugar el contexto de un "realismo de
lucha" para confrontar con las técnicas de adaptación que Lacan
vió a su alrededor -durante la ocupación nazi y el "petainismo"
actuando en toda su efectividad6.
Sin duda, lo que se subraya, es la gran enseñanza de las prác
ticas de Bion y Rickman: que si el psicoanálisis puede estar pre
sente en su dimensión de efectividad social es en tanto que instru
mento de lucha contra la muerte que opera en la civilización. Con
lo cual se ve despuntar una gran misión para el mismo: ser "una
base de operaciones contra el malestar en la civilización".
En este sentido, en la práctica, el énfasis será puesto sobre la ex
periencia del "pequeño grupo" como puesta a punto de los princi-
7
SUMMERFIELD, D., "The invention of post-traumatic disorder and the so
cial usefulness of a psychiatric category", BMJ, Volume 322 13 January
22 2001 bmj.com.
perspectiva general de acercamiento a fenómenos clínicos ligados
a las catástrofes individuales o colectivas de la vida social. Este
hecho se verifica en la presencia de este diagnóstico en muchos
programas "humanitarios", con fines de captar y registrar el im
pacto de eventos como las guerras, sin importar el entorno cultu
ral, la situación cotidiana y el significado subjetivo de la experien
cia por parte de los sobrevivientes.
Asimismo, de la misma manera, en la sociedad actual se des
cribe una creciente transferencia de atributos de lo que antes se
consideraba "trauma" hacia el concepto más naturalista de dis
tress, pasando a ser parte de la descripción de la vida cotidiana.
En conclusión, el perfil del TEPT ha ascendido espectacular
mente, y ha llegado a ser una manera por la cual las personas bus
can tener el status de víctimas -con todo su peso moral- en pos de
reconocimiento y compensación. Hasta tal punto, que un editorial
reciente del American Journal of Psychiatry comentó que era raro en
contrar en las personas que se quisiera tener un diagnóstico psi
quiátrico, pero que el Trastorno de Estrés Postraumático era uno.
27
8. Concl usión. La a n g ustia del practica nte
ERIC LAURENT
La s i n g u l a ridad de l os casos
Sin embargo, como Lacan lo precisaba: " ... afirmar del psicoa
nálisis como de la historia, que en cuanto ciencias son ciencias de
lo particular, no quiere decir que los hechos con los que tienen que
vérselas sean puramente accidentales, si es que no facticios, y que
su valor último se reduzca al aspecto bruto del trauma"3.
El psicoanalista se define por su deseo de, en el seno de lo que
es vivido por todos, hacer surgir la particularidad de cada cual; y
los casos presentados por nuestros dos colegas lo muestran bien.
En el caso presentado por Araceli Fuentes, el apres-coup del trau
matismo toma la forma del abatimiento de un sujeto por su cul
pabilidad: "culpabilidad referida a lo que pudo hacer y no hizo
[ ... ] no se detuvo a ayudar a los heridos". En lugar de eso "salió
despavorido de la estación de Atocha". Mientras corría despavo
rido, este sujeto "en su huida se cruzó con un hombre que tenía la
cara ensangrentada, otro estaba tirado en el suelo", en una posi
ción que recuerda al Cristo yacente. "Por la noche, una pesadilla
se le repite [ ... ] : el momento de la explosión y la imagen del hom
bre-cristo yacente"4. Se reprocha no haber podido estar a la altu-
5
LIGUORI, R., "El uso del debriefing en psicoanálisis", en: Cuadernos de Psi-
coanálisis, op. cit. 33
membrarse aparecen grandes dificultades para aquellos que lo
constituyen. El exterior, para ellos, está lleno de hostilidad, de pe
ligro; está indeterminado y las personas que lo componen no se
diferencian, todos tienen el mismo valor. También, en ocasiones
[ .. ] es difícil identificar lo que corresponde a la historia de cada
.
uno. La impresión es, más bien, que cuando uno habla es como si
lo hiciera en el lugar de otro, como si explicara su historia tanto
como la del otro. Por esta fusión de las historias, cada uno de los
miembros del grupo, sin saberlo, intenta sostener la idea de que
nada les puede separar."6
Nuestra colega, pues, antes que nada, reunió al grupo de her
manos para, en un segundo tiempo, obtener una palabra singular:
"La dificultad en este grupo fraterno residía en que el mayor apa
ciguaba los llantos, minimizaba lo que el más pequeño decía, ha
cía chistes cuando las hermanas hablaban de su dolor. Intentaba
tapar algo para que los otros no se desbordaran, ocupando un lu
gar paterno de consuelo y diciendo que las cosas iban a ir bien.
[ ... ] Al finalizar la entrevista de casi dos horas, se ofrece la posibi
lidad a cada uno de ellos de tener otras entrevistas, todos juntos o
con cada uno. Inesperadamente, el hermano mayor acepta, alivia
do, la oferta de las entrevistas individuales y propone con quién
tendrá las entrevistas cada uno."7 Después de esta primera y lar
ga entrevista, se decide una palabra singular que compromete la
culpabilidad y la falta de cada cual respecto del desaparecido.
En la segunda entrevista, realizada con el mayor de los herma
nos, éste pone de manifiesto "sus dificultades con la figura pater
na, sus conflictos, sus contradicciones como hermano mayor, sus
temores por las decisiones que habrá de tomar en el futuro, por la
responsabilidad que debe asumir y no se siente autorizado" .8
Esta viñeta da un ejemplo muy preciso de lo que Guy Briole
denomina, con una fórmula que da en el clavo, refiriéndose a un
grupo definido por un acontecimiento traumático: "desanudar
sin deshacer". Les remito a su conferencia dictada en Madrid al
día siguiente del horrible atentado, en la que, a propósito de la
manera de hacer con las víctimas que se presentan en grupo de
La d iferencia d e l os sujetos y
l a homogeneización biológ ica del estrés
39
La genera l ización del tra u m a
14 BRIOLE, G., LEBIGOT, F., LAFONT, B., FAVRE, J.-D., VALLET, D., Le traumatís
me psychique: rencontre et devenir, publicado por el Congres de Psychiatrie
42 et de Neurologie de Langue Franr;aise, Masson, París, 1994.
por el estrés producido por el hecho de que Alemania es el país de
Europa donde más gente se suicida arrojándose bajo los trenes
(un suicidio cada cinco minutos). Digo mueca de la historia pues
no hemos de olvidar, en este fenómeno, la importancia de la refle
xión sobre las secuelas de los campos de concentración. Los psi
quiatras que se ocuparon de los supervivientes descubrieron en
efecto el "síndrome de la culpabilidad del superviviente", con fe
nómenos comparables a los de los traumas de guerra: ansiedad y
depresión asociados a trastornos somáticos variados. Frente a una
experiencia de encuentro con la muerte que desafía a toda razón,
se producen fenómenos parecidos.
Dos factores intervienen pues en la extensión clínica del trau
ma. De un lado, la experiencia psiquiátrica de los traumas de gue
rra en los países democráticos, es decir, en los países en los que no
se abandona a los ciudadanos a la muerte sin palabras. En rela
ción con esto, las nuevas definiciones de las misiones de "mante
nimiento de la paz", la extensión del papel "humanitario" de los
ejércitos, especialmente europeos, acentúan esta experiencia. Una
película como Warriors ha popularizado el trauma de guerra en
las operaciones de mantenimiento de la paz. De otro lado, al to
mar en cuenta la patología civil del trauma, se extiende la defini
ción de la experiencia traumatizante a cualquier experiencia que
comporte el encuentro de un riesgo importante para la seguridad
o la salud del sujeto. La lista de los peligros mezcla ahora cual
quier tipo de catástrofe técnica, de accidente individual o colecti
vo, con una agresión individual, un atentado, la guerra o la viola
ción.
17LACAN, J., "Función y campo de la palabra y del lenguaeje ... ", en op. cit.,
pág. 308.
18 LuMINET, J.-P., L'Univers chiffonné, Paris, Fayard, 2001, pág. 325. El resul
tado se obtiene a partir de la definición de una magnitud denominada
"género" de una superficie cerrada, en 1813, por Simon Lhuilier. "Puede
así ser definido para cualquier superficie cerrada, y es denominado 'gé
nero'. El género del toro es 1, el de una-esfera es O, el de una esfera pro-
46 vista de T asas es T."
petitivo sobre lo real [ ... ]. El sujeto no puede responder a lo real si
no _sintomatizándolo. El síntoma es la respuesta del sujeto a lo
traumático de lo real."19 Ese punto de reat imposible de reabsor
ber en lo simbólico, es la angustia entendida en un sentido gene
ralizado en el que incluye la angustia traumática.
s E)
El tratamiento que se deduce de este modelo es el siguiente: en
caso de trauma, hay que llegar a dar sentido a lo que no lo tiene.
Es el tratamiento por el sentido. El psicoanálisis se inscribe enton
ces, con otras psicoterapias, en una voluntad de no limitar el trau
ma a un fuera-de-sentido cuantitativo. Considera que, en el acci
dente más contingente, la restitución de la trama del sentido, de
la inscripción del trauma en la particularidad inconsciente del su
jeto� fantasma y síntoma, es curativa.
En esta perspectiva, el psicoanalista es extraño un donante de
sentido. Cuida haciéndose una especie de "héroe hermenéutico
singular" de la comunidad de discurso de la que procede. Frente
a las diferentes figuras del discurso del amo de las que el sujeto
ha sido expulsado, le hace reencorttrar su representante. El psi
coanálisis se apoya ahí en el inconsciente como un dispositivo q\le
produce sentidp libidinal. Eso supone a la vez desconfiar de la
inscripción del sujeto en grandes categorías anónimas y preservar
su particularidad. A esta posibilidad de borramiento del trauma,
Lacan se refiere en "Función y campo de la palabra y del lengua
je en psicoanálisis": " ...el [ . . . ]acontecimiento retornará a su valor
traumático susceptible de un progresivo y auténtico desvaneci
miento, si no se reanima expresamente su sentido"20•
Denominamos al psicoanalista así definido, para parodiar a
Winnicott, un traumatismo LO "suficientemente bueno" para que
"impulse" a hablar. Volvemos a encontrar ahí la función del trau
matismo como productor de equívoco. El traumatismo tiene co-
27 de junio de 2004
49
50
Tod os contra la pa red en la
civilización del t rauma
MóNICA TORRES
LAURENT, E., "El revés del trauma", en Virtualia No 6, Junio /Julio del 2006,
52 Revista Digital de la Escuela de la Orientación Lacaniana.
1 1 ) U n h ij o del tra uma
2
CAMPERO, A., "Cine con filo", en Revista El Amante No 155, abril de 2005. 53
por los bordes, se marcan los cuerpos con heridas y tatuajes. La
sangre corre de una manera casi erótica en este frenesí de seres
acorralados e imposibles de domesticar.
Sibel representa la luminosidad femenina, es su determinación
la que va a ir salvando a Caith de su ruina. Sin embargo, la segre
gación que ambos sufren, el exilio de cualquier tierra posible, ya
que no son ni turcos ni alemanes, y sobre todo el exilio de la rela
ción sexual, terminará por separarlos. La solución por la vía del
amor llegará tarde.
V) Efecto d e agujero
5
56 MILLER, J.-A., Pieces détachées, Curso 2004 / 2005, Inédito.
del significante 5 [ . . . ] La astucia del hombre es atiborrar todo
1
eso, se los he dicho, con la poesía que es efecto de sentido, pero
también efecto de agujero. No hay más que poesía que permita la
interpretación."6
Frente a lo acuciante de lo que Éric Laurent ha llamado la civi
lización del trauma, queda la neutralidad del analista, la aspira
ción del analista por lo real. 7
El otro camino que hay, con relación a esa aspiración por lo
real, es el camino del artista. 8
En el artículo de Éric Laurent titulado "El teatro de la cruel
dad" publicado en Élucidation nos dice: "Es necesario aceptar que
la luz no está solamente en la razón. Ella surge del movimiento
violento de lo rea1."9
Tendremos que ocuparnos, ahora más que nunca, del movi
miento violento de lo real. Este mundo le pide al analista que in
vente una nueva práctica con relación al trauma. Será el único
modo de que pueda estar a la altura del tiempo que le ha tocado
villir.
El primer Freud ya se había encontrado con lo que hoy pode
mos llamar el trauma de ser sexuados. Un trauma que no les ocu
rre a unos sí y a otros no. La sexualidad es traumática, y las dife
rentes neurosis expresan las respuestas que da el sujeto a ese trau
ma. Sin embargo, en nuestra civilización, aparecen nuevos sínto
mas y nuevas angustias, lo que hace necesario nuevas respuestas
del psicoanálisis.
La clínica contemporánea, que es la clínica del Otro que no
_existe, pone en evidencia nuevas modalidades de goce, síntomas
que no se organizan alrededor del Nombre del Padre y que dejan
al sujeto cada vez más desamarrado del lazo al Otro y librado a lo
mortífero del goce pulsional.
¿Qué hará el analista, con estos hijos del trauma?, ¿qué lugar
para el analista Después de la masacre? 10
6 LACAN, ]., "L'ínsu que saít de l 'une-bevue s 'aíle a mourre", Clase del 17 de
mayo de 1977, Inédito.
7 LACAN, ]., "Palabras sobre la histeria", 26 de febrero de 1977, Inédito.
8 TORRES, M., "La neutralidad lacaniana", en Revista Enlaces N° 1 0. Publi
cación del Departamento de Estudios Psicoanalíticos sobre la Familia.
9 LAURENT, E., "El teatro de la crueldad", en Élucídatíon, Editorial Atuel-
Anáfora, Bs. As., 2003.
10
MILNER, J.-C., "Después de la masacre", en É lucídation, op. cit. 57
El artista, nos lleva siempre la delantera, como Akin nos lo de
muestra; él mismo es un paradigma de lo que significa ser hijo del
trauma de nuestro tiempo. El suyo es un tratamiento posible pa
ra el trauma.
El psicoanálisis propone su respuesta: se trata de sintomatizar
el_ goce para hacerlo compatible con la vida.
58
La insistencia del tra uma
MAUR/C/0 TARRAB
LACAN, J., El Seminario, Libro 1 1 , Los cuatro conceptos fundamentales del psi-
coanálisis, Ed. Paidós, Bs. As., 1986, pág. 63. 61
tos que rodearon la concepción del niño. Es aquello que esperaba
al niño en términos de deseo del Otro, tanto del lado del cocodrilo
materno como en términos de pere-versión, que es de donde surgi
rían las modalidades de sus respuestas. Pero entre lo que espera al
niño, y la respuesta que este da hay una decisión insondable. Al la
do de lo que espera al sujeto en términos de determinación o de
fortuna hay una decisión que se toma. Una decisión que se toma a
la orilla de lo que traumatiza al sujeto y que le concierne al sujeto.
A veces es una decisión implacable, irrevocable y con la que no
se puede vivir. Una decisión inquebrantable de cuya huella el suje
to, si hace un análisis, puede tener la chance de ponerse un poco al
lado. En fin; una decisión que marca un destino. Lacan desplaza
tempranamente la causalidad, hacia "esa insondable decisión del
ser" que incide en fijar las determinaciones del drama subjetivo.
De esa "insondable decisión" se deriva entonces una frontera
conceptual. Una frontera que deja de un lado el determinismo
freudiano, ese determinismo exhaustivo que Freud construye y
que termina en el agujero del trauma, y en cuyo límite Freud po
ne lo insondable en la cuenta de lo disposicional.
Del otro lado, la causalidad lacaniana incluye una causalidad
que al poner en juego una d_ecisión del ser, incluye lo imprevisto,
lo excepcional, lo incomparable de cada uno. Hay entonces deter
minación, hay encuentro con lo real, hay trauma, pero hay tam
bién una insondable decisión.
62
La é poca q ue niega l o im posi b le
MERCEDES DE FRANCISCO
*
Expresión usada por Reyes Mate, en su conferencia "El pensamiento des
pués del Holocausto" realizada en la Sede de la ELP de Madrid en el es
pacio Psicoanálisis en la Ciudad. No sé claramente si es una expresión
64 acuñada por él o extraída de algún otro autor.
Frente a estas preguntas que nos hacíamos al principio, este
texto nos marca el camino. Benjamín ahonda en Freud ("Más allá
del principio del placer") para diferenciar la experiencia y el ·acon
tecimiento, de la vivencia y la toma de conciencia. De ello también
podemos deducir lo equivocado de confundir un tiempo marca
do por el shock1 , por lo chocante, con la experiencia traumática.
W. Benjamín nos cuenta como los soldados que habían vivido
"las experiencias más espantosas de la historia universal", regre
saban mudos del campo de batalla, y una generación entera se ha
bía encontrado indefensa frente a un cambio que afectaba a todo
y que dejaba a la intemperie el "mínimo destructible cuerpo hu
mano".
Sirviéndose de Freud, Bergson, Baudelaire, W. Benjamin mos
trará que la experiencia del hombre moderno es tal que la recepción
de shocks se ha convertido en regla, y la consecuencia de ello será
una toma de conciencia rápida, una defensa frente al impacto, pues
hay un flujo incesante de excitaciones que ponen a prueba la tole
rancia de los sujetos. Este enorme aumento de la tolerancia frente a
este contínuo suceder de conmociones tiene como precio esterilizar
a la conciencia para la experiencia, pues lo característico del shock
en cuanto a la experiencia es no dejar huellas, quedar disuelto en la
conciencia en la medida en que es tolerado por ella.
Esta asepsia con respecto a la huella, a la marca, a la memoria,
es una forma de defensa frente a una realidad permanentemente
plagada de estímulos impactantes. Observamos descriptivamen
,te como, cada vez más, soportamos imágenes que proliferan por
la televisión, internet, cine, etc., conmocionantes, con la conse
cuencia de un cierto desagrado fácilmente superable. Nos defen
demos haciéndonos insensibles, pero también así perdemos nues
tra capacidad de vivir una experiencia, de que el acontecimiento
nos deje huellas, de que la memoria nos anude a nuestra propia
narración.
El psicoanálisis es una experiencia con la palabra, con el hecho
del relato, del narrar, con la puntuación, con lo poético, y no ha re
nunciado a que la experiencia revista un carácter traumático, es
decir que sea una experiencia que deje huella, que marque.
2 LACAN, J., El Seminario, Libro 1 7, El reverso del psicoanálisis, Ed. Paidós, Bs.
70 As., 1992, pág. 191.
Popilius en Le Sinthome, comentada por Jacques-Alain Miller. Ca
da vez que pensaba en redactar estas líneas aparecía la convic
ción, que me llegaba a parecer insensata, de que esta referencia
me sería útil para este trabajo.
En el rastreo por los Seminarios de Jacques Lacan, y sobre to
do teniendo como base el 23, encontré un punto en común "el dar
vueltas en círculo" que es señalado por Jacques-Alain Miller en su
comentario: "Es así que la trivialidad del círculo popiliano, se en
cuentra en los círculos separados, que dan lugar cada uno a 'dar
vueltas en círculo', a un encerramiento particular, desaparece
cuando se establece entre ellos, por el sinthome, la nodalidad bo
rromea a cuatro, y más todavía, la nodalidad falsa (la del último
capítulo)".
En La carta robada, es la policía la que se mueve en círculo, es
decir en una geometría euclidiana que no le permite descubrir na
da; en Los cuatro conceptos , el impacto interpretativo se da en el
...
B i b l i og rafía
73
Angustia y t ra uma
0SVALDO DELGADO
1. I ntrod ucción
2. U rgencia y tra u ma
ra protectora.
• Respuesta ante un peligro.
propia persona.
• Instante traumático, como fracaso del principio de placer y
B i b l iog rafía
91
Cuan d o la vio lencia n o es virt ual
MARIA INÉS NEGRI
l . E l Padre freudiano
B i b l iografía
FREUD, S., "Tótem y tabú", en Obras Completas, t. XIII, Amorrortu, Bs. As.,
1988.
FREUD, S., "Moisés y la religión monoteísta", en op. cit., t. XXIII, Amorrortu,
Bs. As., 1986.
FREUD, S., "Psicología de las masas y análisis del yo", en op. cit., t. XVIII Amo
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abril 2002.
LAURENT, E., "El revés del trauma�<, en Virtualia N° 6, Revista digital de la Es
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DI CiACCIA, A., " Vu de Rome", Élucidation No 2, París, abril 2002.
98 ALEMÁN, J., La experiencia del fin, Miguel Gómez Ediciones, Málaga, 1996.
E l n o m bre del tra uma
I ntrod ucción
¿Qué hacer?
a
a
Nombra rlo
FREUD, S.: "Rascunho E", en: Obras Completas, ESB, Vol. I, !mago, Rio de
Janeiro, pág. 217.
2 HORNE, B.: "Efectos de formación: el analista en el psicoanálisis aplicado
a la terapéutica", en: Los usos del psicoanálisis, Ed. Paidós, Bs. As., 2003.
100 SALLES, C.: "Cisne: un caso feliz", in Op9ao Lacaniana No. 38.
enseña que en la clínica de los nuevos síntomas, el goce se hace
presente en los pacientes de forma directa. Es mediante la articu
lación con el significante que lo nombra que podemos hacer ope
rar lo simbólico sobre él. Para saber hacer con él. Hay que nom
brarlo. Recientemente, en su curso3, Miller pone en tensión nom
brar y comunicar. Nombrar, dice, es establecer una relación entre
real y simbólico. No es concordar con el Otro, sino agregar a lo
real algo que hace sentido. Agrega que se trata del acto por exce
lencia, y que la última enseñanza de Lacan, que se inicia en el Se
minario 20, Aun, gira en tomo del acto de nombrar
El trouma tisme
1 . El po l l ito a p lastado
5
BASSOLS, M.: "La interpretación "Como malentendido", Opt;ao Lacaniana,
No. 18, Sao Paulo, Eolia, 1997.
6 HORNE, B.: "Esa sombra espesa", 9• sesión del curso "El Otro que no exis
te y sus comités de ética", 1996-1997, Eric Laurent y Jacques-Alain Miller,
102 La Cause Freudienne, Revue de psychanalyse N° 36, 1997.
Trabajando sobre la cuestión del nombre encontramos, en el re
lato de un reciente AE7, la comprobación de nuestra hipótesis: que
el acto de nombrar el plus de goce produce efectos terapéuticos
sorprendentes.
2. El Moco
3. E l monstruo8
7 Esqué, X.: "Lo éxtimo empuja", en: Pase y transmisión, Colección Orienta
ción Lacaniana, EOL-Grama ediciones, Bs. As., 2004, pág. 49.
8 SALLES, C.: "O embrulho do nada na obesidade", trabajo presentado en el
5° Congreso de miembros de la Escola Brasileira de Psicanálise, 2005. 103
al $, desconoce que la pulsión siempre se satisface y crea trabajo
para el discurso del psicoanálisis.
En los casos de obesidad mórbida pos-cirugía bariátrica, traba
jamos con la hipótesis freudiana: "cuando se interfiere en el acto
compulsivo de un paciente, aparece la angustia"9. En la compul
sión, el obeso amortigua las señales de angustia y permanece en
una posición de no querer saber. El cuerpo del obeso es un dema
siado lleno que el sujeto vive como un vacío infinito. En la clínica
de la obesidad, la mortificación del cuerpo se da en lo real, sin in
termediación de lo simbólico.
El obeso es un sujeto prisionero de su tentativa de evitar la an
gustia, pues coloca el objeto "nada" en el cuerpo impidiendo su
captura en la fantasía. Tratar la obesidad es hacer posible, en un
primer momento, la captura del objeto "nada" en la fantasía, ha
ciendo surgir la angustia constituida, en la que el sujeto vive la
dolorosa experiencia de su propia división. En un segundo mo
mento, se trata de ir más allá de lo que Miller llamó la "envoltura
sin valor" de la angustia.10
En su relato destacamos el nombre de "monstruo" cuando di
jo que un amigo elogió su cuerpo. Ella se preguntó cómo era an
tes. La respuesta causó fuertes ecos en su memoria: "un mons
truo", como la llamaba su padre.
En la vida de Anne hubo una encrucijada: mientras era una
adolescente atractiva, con cuerpo de mujer, se negaba a ser como
la madre y, cuando desarrollaba sus dotes de mujer atractiva, el
padre la trataba como una prostituta. En la obesidad, insondable
decisión del ser, Anne encontró una solución en la que convergen
tanto la solución de la madre, quien la atiborraba de comida y así
ocultaba su atractivo femenino, como la obediencia al imperativo
categórico paterno de ser un monstruo. Al destacar el significan
te "monstruo", se abre la vertiente de la fantasía y la vertiente de
objeto. Ser un "monstruo", en el trabajo analítico, fue tomando
nuevas formas que le permitieron volver a ser una mujer atracti
va abierta al campo del deseo. En su análisis se va dando un cam
bio en la economía de goce, en que el monstruo obeso se transfor-
9 FREUD, S.: "Conferencia XXVI", en: ESB, !mago, Vol. 12, Rio de Janeiro,
pág. 217.
10
MILLER, J.-A.: "Angústia constituída, angústia constituinte", intervención
104 en las Jornadas de otoño 2004 de la É cole de la Cause Freudienne (ECF)
ma en mujer monstruosamente atractiva, en un monstruo de abo
gada, un monstruo de saber, etc.
El significante "monstruo" permitió construir la fantasía de la
paciente. El monstruo obeso fue resultado de no saber hacer con
el padre; gozaba de forma directa en el acto compulsivo de comer.
Trabajar en análisis sobre este significante, permitió cambios en la
economía de goce hacia un saber hacer con ello.
Teoría de la cl ín ica
11
Ibid.
12
LAURENT, E . : "Usos actuales posibles e imposibles del psicoanálisis", en:
Extractos de la locución al Encuentro Internacional de Salud Mental, Bs. As.,
1999. 105
La madre co m o
Otro contem poráneo :
Madres, anorexia y femini dad
GRAC/ELA SOBRAL
La m ujer y l a madre
116
La mad re, Otro contem poráneo
1 17
B i b l i og rafía
118
Las dec linac i ones del s ínto ma
en la infanc ia
ALEJANDRA GLAZE
2 LACAN, J., El Seminario, Libro 3, Las psicosis, Paidós, Bs. As., 1981, pág. 445.
3 LACAN, J., "Función y campo de la palabra y del lenguaje en psicoanáli
120 sis", en: Escritos 1, Siglo Veintiuno editores, México, 1981, pág. 271 .
va y subjetivamente estructurante del Edipo, y donde la única
verdad es el goce, que arranca al sujeto de su incertidumbre res
pecto a lo injustificable de la existencia.
La figura de un hombre moderno surge ajeno a las profecías de
los pensadores de fines del siglo XIX, que auguraban un hombre
nuevo alejado de las ataduras moralistas. Pero la significación del
autocastigo ha prevalecido, y el hombre se encuentra sumido a la
búsqueda del legislador que propine el golpe, en un retorno cruel
que a la luz de las figuras edípicas adquiere sus formas típicas.
Pero hoy nos encontramos con un Otro contemporáneo donde,
según J.-A. Miller, se promueve el objeto-plus de gozar (a) que ad
quiere el rango de Ideal en eclipse, y que surge como lo que resis
te a la captura del amo o del significante como amo. Un goce que
parece no anclar en el significante, una parte fuera del Todo que
escapa a la ironía lacaniana respecto a la máxima kantiana que se
anuncia en el Seminario 7: "Actúa de tal suerte que tu acción siem
pre pueda ser programada ... ", máxima que parece defender el
discurso de la ciencia.
Con el mito de "Totem y tabú" Freud ha encontrado en el cri
men primordial el origen de la ley universal que localiza la distri
bución de goce en lo social en la culpa vía la amenaza de castra
ción. Lacan introduce en esa hiancia el Nombre del Padre, como
un nombre asignado entre otros al goce totalmente Otro, con el
consiguiente rebajamiento de todo lo que es del orden del saber,
y en ese sentido todo lo que se dice corresponde al semblante en
relación con lo real.
La mentira
4 LACAN, J. El Seminario, Libro 4, Las relaciones de objeto, Ed. Paidós, Bs. As.,
122 1994, pág. 296.
dido, convirtiéndose en un atributo del padre. En definitiva, se
trata del pasaje de la ley de la madre, incontrolada e incontrolable
-descripta por Lacan en el Seminario 5-, a la ley del padre como
legislador. Esa ley incontrolada, no es tal, más que por el hecho de
que el ser hablante está perdido en las mismas leyes del signifi
cante, "en el buen o mal querer de la madre"5, es decir, es puro ca
pricho, verdad siempre en reabsorción en su relación con lo real.
Pero qué pasa si ese goce no es interceptado, si la madre no es
privada por el padre localizando un más allá de ese deseo, una
mediación que realice un corte entre ese niño como falo y su goce
que lo apresa en el fantasma de la madre. No nos detengamos en
las disquisiciones diagnósticas que resultarían de las diferentes
salidas de esta situación, sino en ese punto donde la madre "mira
hacia otro lado", donde el conflicto en el sentido freudiano hace
su aparición. Es lo que Lacan describe como "la necesidad de ha
cer algo trascendente"6 para escapar del vértigo que implica que
dar en ese apresamiento.
A través de la clínica y el encuentro con ese conflicto, Freud lo
calizó en el marco del Edipo -en la célebre tragedia mítica de Só
focles-, una trama prototípica donde la subjetividad humana pa
recía encontrar su anclaje simbólico; redes significantes que ubi
can al sujeto en relación a un orden que teje lugares donde cada
sujeto encuentra un modo de defensa que signa su encuentro con
lo real. Incluso, ha puesto el acento en los aspectos fallidos de la
solución del conflicto edípico, y en lo que llamó la solución de
compromiso, donde lo que se juega es la "poca realidad" del de
seo en el que el sujeto se sostiene, en comparación con la intensi
dad y persistencia de la realidad psíquica de los conflictos simbó
licos y las fijaciones imaginarias, quedando así delimitada la vía
del psicoanálisis en la experiencia subjetiva de hacer reconocer
ese deseo, perturbando la defensa del sujeto.
De esta manera, la teoría heredada de Freud se extiende en el
interior de este conflicto fundamental, que a través de la rivalidad
con el padre, vincula al sujeto a un valor simbólico fundamental
instaurando de esta manera la racionalidad de la fantasía y si-
5
LACAN, J., El Seminario, Libro 5, Las formaciones del inconsciente, Paidós, Bs.
As., 1999, pág. 194.
6 LACAN, J., "Lo simbólico, lo imaginario y lo real", en: De los Nombres del
Padre, Paidós, Bs. As., 2005, pág. 3 1 . 123
tuando al sujeto en una relación con el saber. Conflicto fundamen
tal que permitió ubicar un cierto tipo de sufrimiento y enferme
dad en el hombre que señala un lugar vacío, donde ese conflicto
aparece como reacción, incluso como construcción -en el sentido
freudiano-: una puesta en juego de la subjetividad. Edipo testi
monia de "cierto salvajismo del pensamiento" que define al saber
no como el acto subjetivo de captura de una idealidad objetiva, si
no como cierta afección, e incluso una enfermedad del viviente, y
que a la altura del Seminario 11 Lacan define como una causa del
inconsciente siempre perdida, pero que aun antes, en el Seminario
3, la describe del siguiente modo: "El complejo de Edipo significa
que la relación imaginaria, conflictural, incestuosa en sí misma,
está prometida al conflicto y a la ruina"7. Un saber que ex-siste y
constituye el mundo de los objetos, determinando de esta mane
ra la realidad del sujeto; aunque siempre queda una hiancia don
de la angustia invade al sujeto en el encuentro con un real engen
drado por lo imposible de cernir por el significante, en la vía del
trauma que surge en la contigencia de un mal encuentro para ese
sujeto particular, enfrentado más allá de la cadena significante, al
sinsentido como lo injustificable de una existencia que sólo es ver
daderamente humana cuando se torna parlante, sexuada y mor
tal, cuando la lengua captura al ser en sus redes simbólicas ha
ciendo posible la existencia de cada uno como singular y único.
Etiológicamente, en el desencadenamiento de la neurosis se de
signa a la función de la realidad como traumatismo. Es en la sor
presa del trauma, en el acontecimiento imprevisto que deshace las
coordenadas simbólicas del sujeto, donde se pone en dificultades
a ese régimen edípico.
Freud buscaba restablecer, frente a ese pathos como sinsentido
bruto de la vida, un lagos, un buen encadenamiento causal y una
virtud positiva del efecto de saber anclado en el drama edípico,
donde se reencuentran las imagos reguladoras de un goce e inclu
so de una locura que surge del hecho contingente de las fragilida
des del organismo, como resultado de lo que Lacan define como
"una permanente virtualidad de una grieta abierta en su esen
cia"8.
7 LACAN, J., El Seminario, Libro 3, Las psicosis, op. cit., pág. 139.
8 LACAN, J., "Acerca de la causaliaad psíquica", en: Escritos 1, Siglo Veintiu
124 no editores, México, pág. 166.
Para Lacan, la pulsión es lo que anima a ese conflicto básico que
constituye el fondo de la acción humana, pero también sostiene que
en aquello que piensa, nunca se hace otra cosa que constituir al su
jeto en objeto, objetalizarlo para de ese modo ser, lo que lo convier
te en víctima siempre voluntaria de la relación al Otro. La lengua
parasita al ser vivo añadiendo un modo de satisfacción anómalo
sin adaptación definitiva, plus que sólo impone su satisfacción.
Para Lacan, " ... si el conflicto existe, es porque los hombres no sa
ben contar mucho mejor que el león, a saber, nunca integran por
completo el número tres, tan sólo lo articulan. La relación dual fun
damental animal no por ello deja de prevalecer en determinada zo
na, la de lo imaginario, y precisamente porque no obstante el hom
bre sabe contar, se produce en última instancia lo que llamamos un
conflicto"9. Recuerdo un niño psicótico de 9 años cuya maestra in
sistía en que no podía aprender a contar más que hasta dos, muy
angustiada por no poder sortear ese imposible de enseñar.
La riva l idad
9 LACAN, J., El Seminario, Libro 4, La relación de objeto, op. cit., pág. 240. 125
tido que lo plantea Lacan en el Seminario 5: "Si el niño no franquea
ese punto nodal, es decir, no acepta la privación de la madre ope
rada por el padre, mantiene una determinada forma de identifica
ción con el objeto de la madre, es decir, ser el falo de la madre. Es
te objeto que les represento desde el origen como un objeto rival
-es decir, rival respecto al lugar del niño- [ . . . ] si se trata de fobia,
como de neurosis o de perversión, la cuestión va a ser: ser o no ser
el falo, y tener o no tener el falo" 10.
La niña dice: "Mi mamá no quiere a mi papá, y mi papá no
quiere a mi mamá". Con la introducción en la sesión, vía el juego,
de la falta en la madre (y en este sentido fue fundamental la pér
dida de un muñeco que hacía de hijo), y una intervención enérgi
ca de un "¡No!" frente a una situación en que la niña no permitía
que intercambie unas palabras con su madre fuera del consulto
rio, interrumpiendo una y otra vez, comienzan a aparecer frases
como: "El hijo quiere ser el padre", "mi papá me reta a mí, pero
no a mi hermano", y juegos con espadas donde un padre es ata
cado para quedarse con la princesa. Finalmente, las maestras di
cen a la madre que su hija se encuentra mucho mejor en el colegio
a pesar de que ésta sigue insistiendo en que todo está "más o me
nos bien". Aparece el conflicto y la niña entra en el juego del Edi
po, haciendo alusiones precisas al pene de su hermano y de su pa
dre, y jugando con el hecho de que ella y su madre "no lo tienen".
Rectificación vía el análisis que la ubica en rivalidad ineludible
para la constitución de un sujeto separado del deseo de la madre,
que no es otra cosa que goce.
En el Seminario 2, refiriéndose a los mitos griegos, Lacan sostie
ne: "En el fondo de todo esto, hay un aspecto irresistiblemente có
mico que alimentó sin cesar al teatro: a fin de cuentas, siempre se
trata de mí, de ti y del otro."11 Es en la época de la tragedia grie
ga que se representa " .. .la relación del hombre con la palabra en
tanto que esta relación lo atrapa en su fatalidad -una fatalidad
conflictiva . . . "12.
10 LACAN, J., El Seminario, Libro 5, Las formaciones del inconsciente, op. cit., pág.
191.
11 LACAN, J., El Seminario, Libro 2, El yo en la teoría de Freud y en la técnica psi
coanalitica, Paidós, Bs. As., 1982, pág. 392.
1 2 LACAN, J., El Seminario, Libro 5, Las formaciones del inconsciente, op. cit., pág.
126 270.
Pero también, en "La interpretación de los sueños", Freud
anuncia la existencia de un material legendario cuya eficacia dra
mática universal descansa en su conformidad universal con los
datos de la psicología del niño: la tragedia de Edipo. Así, estable
ce una idea de un esquema dramático edípico bajo un doble as
pecto: como explicitación de deseos infantiles universales y uni
versalmente reprimidos, pero también como forma ejemplar de
revelación de un secreto escondido.
Se trata de identificar la intriga amorosa con un esquema de
racionalidad causal, convirtiendo al síntoma en la huella de una
historia, donde Edipo aparece como víctima "de un fantasma no
elucidado", y donde "hay un sentido donde parece no haberlo, un
pensamiento que funciona solo y que tiene sus efectos más allá de
su reconocimiento por el sujeto, un enigma a descifrar en la cade
na del sentido." 1 3
Es Edipo, como dice Jacques-Alain Miller, quien hace creer en
la falta dando lugar entre el Todos y el Uno a la idea de falta. Es
así que realiza en el curso De la naturaleza de los semblantes, una cla
ra distinción entre la lógica del No-Todo y la del Uno. Edipo se en
cuentra ubicado del lado del Uno, lado masculino por excelencia
que conlleva la falta, tesis que se desprende de la frase de Lacan:
"Todo macho es siervo de la función fálica" 1 4, dando a entender
que el falo es su medida ineludible. Nos encontramos aquí dentro
de lo que se denomina el drama patético de la neurosis, el anuda
miento del sujeto a la cadena de las generaciones, aquella posi
ción que implica para ese sujeto una atadura -según lo indica el
sentido de la tragedia-, al crimen y al incesto, donde de lo que se
trata en última instancia, más allá del mito y la fábula, es de la
transmisión de la castración. Una manera de crear un hay donde no
hay, una "cuestión de fe" . En ese sentido, para Harold Bloom,
" ...una ficción, en la que creas aunque sepas que es una ficción, só
lo puede ser validada mediante la pura voluntad" 1 5.
Pero luego está el lado No-Todo, el lado femenino donde pre
domina la falta de medida, el exceso, el perseverar sin límite en
una serie en constante desarrollo, y que se introduce muy precisa-
13 RANCIERE, J., El inconsciente estético, Del estante editorial, Bs. As., 2005,
pág. 62.
14 LACAN, J., Seminario 18, De un discurso que no serfa de la apariencia, inédito.
15 BLOOM, H., ¿Dónde se encuentra la sabidurfa ?, Taurus, Bs. As., 2005, pág. 89. 1 27
mente como la lógica no-edípica, clínica que se ubica en un más
allá del Edipo y en la pluralización del Nombre del Padre. Dentro
de esta lógica del No-Todo se incluye la voluptuosidad frente a la
cual Freud contrapone la intriga causal del Edipo, la racionalidad
de la fantasía.
E l odio
16 Ver este caso desarrollado en Glaze, A., "Del pánico a la obsesión", en:
CUCAGNA, A. (Comp. ), Ecos y matices en psicoanálisis aplicado, Grama edi
ciones, Bs. As., 2005.
1 7 LACAN, J.: El Seminario, Libro 5, Las formaciones del inconsciente, op. cit., pág.
128 193.
Pero queda un hueco: "el temor a hacerles daño", algo es dicho
de ese no comercio con las mujeres, situación que vuelve a poner
en juego cuando comenta otras situaciones en que queda "paraliza
do" frente a una mujer que pide "de más": "la mataría, le pegaría,
la escupiría, pero no puedo nada, ni responder a lo que me pregun
ta", momento de inhibición frente a un odio sólo entendible si lo
ponemos en línea con la dualidad originaria del amor y el odio que
asume la forma de rechazo primordial del Otro, y expresa la volun
tad narcisista de preservar la propia integridad frente a ese Otro.
En definitiva, es el odio mortal por la castración, odio por la falta
como tal. Como dice Recalcati, " ... se trata de un goce de un sujeto
que se encuentra parasitado por un exceso de goce y por un defec
to del Otro" 18, como modo de anular la división en una forma no
subjetivada. En definitiva, se trata de un deseo abolido por el goce,
por el odio puro hacia el Otro. Hay una falla del saber en lo real,
que implica que ese saber no programa el acceso al otro sexo.
Hoy vivimos más en la época del fantasma que en la de la re
presión, en una efectuación repetida como matriz de significa
ción, que constituye un Otro consistente, pasando a conectarse
con la pura certeza de la pulsión de un sujeto anudado a su goce.
Queriendo sostener un Otro acorde con el discurso de la ciencia,
el sujeto queda irremediablemente conectado a su ser de objeto,
constituyendo su propio cuerpo como respuesta: ataques de páni
co, anorexias, bulimias, toxicomanías, pasajes al acto. Modifica
ción en el mecanismo de la represión que provoca una alteración
que determina gran parte de la clínica de la época, y que ubica al
trauma como el momento de desencadenamiento de un sujeto
anudado a cierta certeza estática del fantasma por fuera de la po
sibilidad siempre creadora de la metonimia del deseo.
Harold Bloom escribió su nuevo libro ¿ Dónde se encuentra la sa
biduría? luego de su encuentro con la posibilidad de la muerte, y
como él mismo dice: "surge de la necesidad personal, que refleja
la búsqueda de una sagacidad que pudiera consolarme y mitigar
los traumas causados por el envejecimiento, por el hecho de una
grave enfermedad y por el dolor de la pérdida de amigos queri
dos"19. Pero dice algo más: " .. .la sabiduría, sea esotérica o no, me
parece una perfección capaz de absorber o destruir, según lo que
18 RECALCATI, M.:, La clínica del vacío, Síntesis, Madrid, 2003, pág. 156.
19 BLOOM, H., ¿ Dónde se encuentra la sabiduría ?, op. cit., pág. 13. 129
le aportemos"20 y es más, "Casi todos nosotros sabemos que la sa
biduría se va de inmediato al garete cuando estamos en crisis"21.
En el Seminario 7, Lacan indica que "La tragedia, para nosotros,
analistas, está presente en el primer plano de nuestra experiencia,
manifestada como tal por las referencias que Freud encontró en
Edipo" . Como sostiene A. Badiou, el teatro es acontecimiento de
pensamiento, en la misma línea que Ranciere ubica un lagos in
merso en un pathos. Pero el primero, llega incluso a decir que es el
"antiperiodismo": por medio del teatro uno puede aprender a ver
el mundo de una manera diferente de aquella que se nos pide que
usemos para verlo22• En el teatro se trata de una verdad que es un
agujero de la opinión, del sentido común, de la opinión pública
que hoy funciona como verdadero discurso amo; pero también es
un agujero del 'para todos' instaurado de la mano del discurso de
la ciencia, un saber científico que descubre, mientras que el saber
en psicoanálisis, inventa.
Por algo J. Lacan ha escrito: "Si somos conmovidos por una
obra de teatro . . . es a causa de lo que encierra para nosotros de
problemático nuestra propia relación con nuestro propio deseo",
deseo que más adelante, en el mismo Seminario, dice que sólo
"podemos atraparlo por la cola, a saber, en el fantasma"23.
El teatro, en sus dos formas superiores, la tragedia y la come
dia, es circulación del objeto del deseo, exhibición de los comple
jos familiares, drama exacerbado de la diferencia de los sexos, y
produce un efecto de verdad singular e irreductible, en un en
cuentro maquinado en un tiempo inédito y singular con las figu
ras eternas de la subjetivación de lo verdadero.
E l deseo
20
BLOoM, H., Ibídem, pág. 14.
21 BLOOM, H., Ibídem, pág. 15.
22 BADIOU, A., Imágenes y palabras. Escritos sobre cine y teatro, Manantial, Bs.
24 MILLER, J.-A., De la naturaleza de los semblantes, Paidós, Bs. As., 2002, pág.
64.
25 LACAN, J., Seminario 15, El acto psicoanalítico, Clase 14, inédito.
26 LACAN, J., Seminario 1 8, De un discurso que no ser{a de la apariencia, inédito.
27 LACAN, J., El Seminario, Libro 7, La ética del psicoanálisis, Paidós, Bs. As.,
1988, pág. 384.
28 BLOOM, H., ¿ Dónde se encuentra la sabiduría ?, op. cit., pág. 16.
29 LACAN, J., El Seminario, Libro 7, La ética del psicoanálisis, op. cit., pág. 373. 131
acceso al deseo necesita franquear "no sólo todo temor, sino toda
compasión, que la voz del héroe no tiemble ante nada y muy es
pecialmente ante el bien del otro", en definitiva, que no sea presa
del miedo. Este es el verdadero epas trágico, alejado de la subjeti
vidad de nuestra época que con su ideal de seguridad sumerge a
lo social en el miedo, y con las garantías individuales, sostiene la
verdad e identificación a un goce que desconecta al sujeto de la
verdad del deseo.
Para Bloom la tragedia sigue la lógica de la catástrofe-creación,
es decir de. la constitución de la subjetividad vía la creación, para
palear el sinsentido bruto de la vida. "Cuando Freud exhorta a lo
que él llama 'evaluar la realidad', lo que quiere decir es que debe
mos aprender a aceptar nuestra mortalidad y al final rechazar to
das las ficciones [ . . . ]."30 Para Lacan, la lengua, el sexo y la muer
te nombran la misma imposibilidad como letra muda que invoca
a la palabra.
Pero hoy en día el conflicto que la tragedia pone siempre en
marcha, parece tener problemas para instaurarse frente a la lógi
ca de la catástrofe, del encuentro con la inconsistencia del Otro, de
la caída en el goce del sujeto sumido como se encuentra en las pa
tologías de la época, a ser puro objeto del estrago.
Pero Lacan dice más acerca de la tragedia y su relación con el de
seo: " . . . de todas formas, no lo olvidemos, no confundamos la fic
ción trágica, quiero decir el mito de Edipo, de Antígona por ejem
plo, con lo que es verdaderamente la única acepción valedera, fun
dada, de la tragedia, a saber: la representación de cosa", operación
de negativización de la Cosa freudiana, que crea la realidad del
mundo de los objetos para el sujeto, de donde el saldo de esa ope
ración significante es el deseo como producto, y que es definido por
Lacan como una "condición absoluta", lo que quiere decir, no dia
lectizable. Es decir, en última instancia, "deseo de falo", como signi
ficante último del deseo, siempre en relación con lo que falta en el
Otro, un más allá de la demanda, una metonimia de la falta en ser.
Mientras la cosa está perdida, el falo es el significante de la repre
sión, es la huella dejada por la Cosa del goce. Es lo que enuncia la
escritura S(A), la incompletud del saber respecto a sus fundamen
tos, en definitiva, respecto a su referente, como causa siempre per
dida y vuelta a reencontrar en la huella mnémica que dirige la pul-
132 30 BLOOM, H., ¿ Dónde se encuentra la sabiduría?, op. cit., pág. 213.
sión al objeto. El patetismo del "gran teatro de locos", como Bloom
define a las tragedias, elude el hecho de que todos somos víctimas
de la muerte tarde o temprano, es decir, inscriptos en la castración.
En esta misma línea, más adelante, presenta Lacan lo que lla
ma una clínica más allá del Edipo, donde de lo que se trata no es
" ...ni del niño, ni de la madre, ni del trágico pasaje del padre al hi
jo, ¿qué pasaje? Sino es el del Falo"31, como un significante que va
a permitir una articulación del ser del sujeto. Y define al falo co
mo "la totalidad de aquello que femeninamente puede estar suje
to al goce"32, de ahí que la tragedia es una necesidad lógica para
el ser hablante, basada en la idea de que hace falta que todo ten
ga una causa, causación lógica que sólo puede ser un efecto de
significante: nuestro propio bla bla como defensa frente a la incon
sistencia de un mundo por fuera de lo representable, aquello real
que ubica el punto imposible por fuera de la lógica.
Lacan ya ha anunciado que " ...el deseo falta, y falta por cuan
do se ha hundido el Ideal"33. Vivimos en la época del vértigo en
tre la necesidad de ser todo y la angustia de no ser nada, vértigo
que es la condición para lo que Freud llamó defensa o represión,
alejarse de las representaciones prohibidas del deseo, en una per
cepción constante de inexistencia que suscita una angustia in
nombrable. De la dialéctica entre ser y tener, pasamos así al pare
cer, como modos relevantes de relación al Otro, que enmascaran
en ese parecer al tener, para protegerlo en el hombre, y para en
mascarar la falta en la mujer, " ... y que tiene por efecto proyectar
enteramente en la comedia las manifestaciones ideales o típicas
de comportamiento de cada uno de los sexos, hasta el límite del
acto de la copulación [ . . . ] lo que implica la dimensión del sem
blante en el comportamiento sexual"34.
Jugando con el significante, el hombre cuestiona constante
mente su mundo, y " ... el valor de la agudeza, que la distingue de
lo cómico, es su posibilidad de poner en juego el profundo sinsen
tido de todo uso del sentido"35. Es recién en lo cómico, como
134
El tra uma y las neo- i n hibiciones
I rrupción de l a a ng ustia
5
Ver SANTIAGO, Ana Lydia, La inhibición intelectual en psicoanálisis, Jorge Za-
har, 2005, pág. 84. 139
E ncuentro con l o rea l del sexo
7
LACAN, J., El Seminario, Libro 11, Los cuatro conceptos fundamentales del psi-
coanálisis, Ed. Paidós, Bs. As., 1985. 141
ma es, por ende, concebido como debiendo ser taponado por la
homeostasis subjetivante del dispositivo fantasmático, dispositi
vo que se presenta regulado por el automatón del principio del
placerB. En fin, si el encuentro con el Otro sexo es traumático es
porque ese real del encuentro se localiza detrás del automatón, y
ese real es, por lo tanto, lo que está más allá del automatón propio
del placer que se obtiene con el circuito del fantasma.
Antes, Roberta vivía en un mundo que giraba en torno de las
mujeres: su abuela materna tuvo varias hijas y todas ellas, inclu
so después de casadas, permanecían ligadas a la madre: sus accio
nes eran sometidas a su aprobación, vivían en el mismo edificio,
pasaban las vacaciones en el mismo lugar, los maridos trabajaban
en el negocio de la familia y todos tenían el mismo salario. Ella
frecuentaba diversos ambientes pero su convivencia era preferen
temente con mujeres; en sus fiestas de cumpleaños invitaba sólo a
las nenas.
No fue una tarea difícil eliminar de su universo a todos los
hombres, a excepción de sus dos hermanos mayores -diez y doce
años de diferencia en relación con su edad-, con los cuales tenía
una relación muy estrecha. Decía que los hermanos morían de ce
los por ella, le pedían que no salga y los espere en casa para po
der verla y jugar juntos. Los juegos predilectos de ellos eran el de
arrojarla hacia arriba y el de luchar en la cama. Esa actitud de los
hermanos traduce lo que Roberta creía era la expresión del verda
dero amor, en cuanto a los compañeros, con sus juegos, en el co
legio, apuntaban sólo a mostrarse. Así, contraponía el amor ver
dadero de la relación fraterna al amor interesado de los compañe
ros de escuela. Con esa repartición, el sujeto se preservaba de lo
sexual, en la medida en que el erotismo presente en los juegos con
los hermanos estaba destinado a la represión.
El primer dibujo de Roberta en análisis ya inaugura una nue
va tesitura simbólica al servicio del tratamiento de este punto de
real. Ella representa una familia, con un padre -de 33 años, profe
sor-, una madre -de 29, cuya profesión es la misma que la de su
propia madre- y dos hijos, una estudiante de 13 años y un niñito
de 2 años. El padre y la madre se conocieron en la escuela, en un
baile de graduación, estuvieron de novios 5 años y tuvieron el pri
mer hijo, una nena. Ésta quería un hermanito y, por eso, la pareja
142 8 Ibíd.
tuvo un segundo hijo.· En esa familia -cuya estructura es de una
ficción- Roberta se identifica al niñito. Le pregunté por qué le
gustaría ser el niñito y ella respondió: "porque me gustan los ni
ños". le pregunté entonces si podría haber otras razones para que
una nena desee ser un nene, a lo que ella argumentó:
• "los nenes hacen lío y yo adoro hacer lío";
144
A m or en fuga
SILVIA BAUDINI
I n icio
Erotoma n ía
U na entrada posible
MILLER, J.-A., El hueso de un análisis, Tres Haches, Bs. As., 1998, pág. 85. 149
quería atender, me decía que era una estúpida" . "¿Por qué me en
gancho tanto con la gente? Lo mismo me pasó con Juan y me di
jo que me aborrecía".
Esto que llama "enganche" son los momentos de desconexión
del lazo de este sujeto. En Los inclasificables .. 2 leemos en la inter
.
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