Está en la página 1de 88

Émeline / Francia

'
97
Los postigos azules 99
René 109
La niña más sola del mundo
Fabien Durand 133
123
En lugar seguro �· 141
Dawid / Polonia Prólogo
El violín
143
Dawid se queda solo
145 .¡
El extraño cortejo de los músicos
151 1

La mujer de Jan Posnan


155 1

Tereza
163
La vecina de al lado
169
175
Agradecimientos 183 ¿ Sabes'qué es un testigo? Un téstigo es
una persona que conoce un hecho porque lo
ha visto o lo ha vivido.
En este libro voy a contar una historia, y
hasta más de una, de muchachitos que vivie,
ron hace un montón de años, en un tiempo en
el que yo no había nacido todavía. Por con,
siguiente, no soy. testigo de sus historias. Sin
<

embargo, los he conocido á través de libros, a


través de relatos escritos de personas que vivie,
ron esos hechos. Me he enterado de que hubo
'l-

un tiempo en que se obligaba a los niños a par,


tir con una maleta l)echa a toda prisa, hacia
un destino que no conocí:3-n, y no volvían a

_,.
Más tarde, hombres, mujeres y niños eran diarios, camisetas, mu6ecas, violines, cabellos,
introducidos en una estancia donde desde sombreros, ropa, brochas...
unas pequeñas grietas salía un gas que los Cuando te encuentras en Auschwitz ante
mataba en pocos minutos. Fuera, entre tan­ ese cristal mirando las maletas abandonadas,
to, los alemanes tomaban todo lo que había casi esperas oír las voces, las carcajadas, ver
en las maletas y se lo quedaban, o bien lo los rostros de los niños. En ciertas ocasiones
16
enviaban a Alemania: no se desperdiciaba no hace falta conocer a las personas para sen­ 17
nada. Las bolsas vacías las echaban en un tir su falta; basta con un nombre escrito sobre
gran almacén. la maleta de un extraño que partió en un tren
'
Aquellas maletas se encuentran hoy en el 1
para desaparecer.
bloque 5, detrás de un cristal. Y se pueden Detrás de ese cristal, me ha acontecido oír
leer los nombres, los apellidos, las direcciones las voces de Carlo, Hannah, Jacob, Dawid,
escritas por los hombres, por las mujeres y por Émeline... Al principio eran voces descorro.:.
los niños que pasaron por allí. De este modo, ciclas y parecían todas iguales. Sin embargo,
nadie podrá decir nunca que aquellas personas aguzando el oído, he aprendido a distinguirlas
no existieron. Nadie podrá hacer desaparecer 1
y ahora ya no me son extrañas.
1 •
nunca Auschwitz! Me gustaría quitar el cristal, abrir las male­
1
Hitler perdió la guerra en 1945. Ahora bien, tas con los nombres y buscar la esperanza que
a pesar de que no fueron exterminados todos ha quedado dentro de ellas. Me gustaría libe­
los judíos, se calcula que murieron más de seis rarla, estoy segura de que volvería a casa.
millones (un tercio de los judíos de Europa).
Además de ellos, ios nazis hicieron perecer en
los campos de concentración a otras dif�rentes
categorías de personas: homosexuales, gitanos,
minusválidos, prisioneros de guerra, opositores
políticos... No hay una cifra exacta, pero en
cualquier caso se trata de millones de perso­
nas, entre siete y once, lo que da un total que
oscila, por tanto, entre los trece y los diecisie­
te millones. De estas personas han quedado
los objetos que cuentan su vida pasada: pei­
nes, zapatos, ollas, guitarras, juegos, plumas,
ven la salida a un paso y se ponen nerviosos Cado corría detrás de �l para devolvérselo, a
si alguien se les pone en medio cuando bajan, toda costa. Eran órdenes de su padre. Su papá
porque ya querrían estar fuera. Desde el sexto nunca había querido que aceptara dinero, no
vagón hacia atrás la salida se presenta distan� lo llevaba con él para eso. Y mucho menos
te. Las personas bajan del tren y van resigna, ahora: hubieran sido capaces de denunciarlo.
das: saben que deben hacer un buen trecho de No se podía correr riesgos. Ahora ya no.
camino para salir y, si no llevan mucha prisa Cuando hasta el último pasajero había
por algún motivo particular, se dirigen tran, ganado la salida, Carlo contaba satisfecho el
24 2'5
quilas hacia la salida. Tú espera y no des la botín de la jornada. En alguna ocasión había
impresión de estar ansioso por detenerlas, por, ., llegado a recoger cincuenta billetes. En cada
que de lo contrario te evitan". uno escribía a pluma la fecha del día.
Cado esperaba a que se abrieran las puer, Cuando llegaba a casa, los depositaba.en el
tas y después, en voz alta, empezaba: "Bue, cajón donde los guardaba. Nadíe podía meter
nos días, señora, lha tenido un buen viaje? la nariz en él. Su madre había visto una vez el
Por favor, lpuede darme su billete? Gracias". cajón que desbordaba y lo había abierto. Al
Muchas veces había oído a sú padre decir hacerlo, algunos billetes habían caído al suelo
estas palabras en el tren cuando revisaba los y ella, enfadada por el desorden, había tirado
billetes de los pasajeros. unos pocos.
Siempre la misma frase, sin pausa. Sin Carlo no quiso comer y se encerró en su
embargo, cada vez que las palabras salían de la cuarto durante dos días. Lloraba. Antonio, su
boca de Carlo parecían nuevas. Y es que él se padre, se enojó con su mujer.
las creía, se sentía el jefe de estación, y esto le Al tercer día su madre fue al cuarto de Car,
gustaba más que nada en el mundo. Ni siquie, lo y le dijo: "Te pido que me disculpes. Nunca
ra los ojos de Anna tenían el mismo poder. más volveré a tocar tu cajón. A..hora bien, debes
Los pasajeros reaccionaban de diferentes tenerlo ordenado. Encuentra la manera de con,
modos.. Algunos le sonreían sin darle cierna, servar tus billetes sin que vayan por todas par,
siada importancia, otros lo miraban de t�avés tes. Tal vez sea mejor que les encuentres otro
y seguían recto; había algunos que le daban sitio, pero no quiero verlos revolotear por todas
el billete sin sonreír y otros que se lo ofrecían partes en casa. Te prometo que no lo volveré a
con una caricia. Había incluso quien, distraído, hacer si los conservas ordenados".
pensaba que el niño estaba pidiendo limosna, Fue una paz justa. Carlo repartió los billetes
y junto con el billete le daba dinero. Entonces en dos cajones.
-lCuántos has conseguido hoy? -le pre­ •
guntó Antonio aquel día.
-Cuarenta y ocho, papá. Los pasajeros están
todos en regla, nos podemos ir. En casa les pon­
dré la fecha de hoy: 15 de octubre de 1938.

Volviéndose, el niño le dijo a su padre:


26
-Papá, todavía no me has explicado por
qué ya no te dejan ir al trabajo. Tú eras muy
bueno para hacer que todos te dieran el bille­
te. Te obedecían de inm.ediato, no como a mí. El último día de escuela
Ya se lo había preguntado más de una vez y
siempre recibía la misma respuesta.
-Un día te lo explicaré. Es difícil de com­
prender para un niño de nueve años.

e arfo estaba Ya en cuarto de primaria.


La escuela había comenzado pocos días antes.
Aquella mañana, el gato Aquiles perseguía las
hojas amarillas y marrones caídas de los robles
del jardín que rodeaba las aulas. El viento
hacía que se arremolinaran las hojas de repen,
te y las émpujaba lejos. Aquiles no se daba
tregua: las espiaba y, en cuanto se movían, se
lanzaba sobre ellas, convencido de que esta­
ba cazando un ratón.o una lagartija. Mientras
Aquiles intentaba capturar el viento, Carlo
entraba a la escuela por última vez.
Aquiles era el único animal tolerado por
Alfredo Cisco, el severo director de la escuela
1 .
-Ya le había dicho, ¡iirector, que no debía
le enseñara las cuatro reglas, puesto que con la
estar aquí ...
ayuda de la tía y del cuñado habían abierto una Después se dirigió a Cado.
mercería y nunca sabía cuánto debía dar de
-De Simone, levántate y vete con el direc­
vuelto a los clientes. O bien les contaba cosas
tor -eso fue todo. No dijo nada más. Carlo la
de su hermano, que se había escapado de casa
miró durante unos instantes sin moverse, sin
porque sus padres lo querían hacer estudiar a
· comprender. Ella se impacientó.
la fuerza. Al final había vencido éi y no había 31
30 -lQuieres darte prisa? iEl director te está
estudiado, pero las ganas de escapar no se le
esperando! -lo intimó.
habían pasado, porque estaba en el negocio •:
: Mientras salía, Cado la vio tomar la lista
familiar como dependiente junto a su madre,
y trazar una línea encima dé su nombre.- ¿Era
que lo llevaba a rajatabla, mientras que su
posible que lo estuviera borrando?
padre le tomaba el pelo diciéndole: "iTe lo
El muchachito se afanaba buscando en
tienes bien merecido! iBurro!".
su memoria: ciertamente había debido hacer
El maestro Francesco mezclaba los relatos
algo gordo en los últimos días, algo muy gra­
de su casa con las matemáticas y con la gra�
ve... Pero lera posible que no lo recordara?
mática, con él nq se aburrían nunca. A nadie
Tal vez le hubiera dado comida a Aquiles.
se le pasaba po� la cabeza distraerse y, al final,
Quizá se había distraído y le había echado un
los chicos aprendían también la gramática y
trozo de la merienda._..
las matemáticas. Además de un montón de
"lSerá que alguien ha hecho correr la voz?",
historias divertidas.
pensaba Cado. El director callaba, su padre
La lección había empezado hacía ya una
también. Nunca lo había visto tan pálido.
hora y Silvana Miele se había pasado más tiem­
-Vete con tu padre, De Simone -también
po gritando que no se distrajeran que explican�
él, el director, se limitó a decir estas pala­
do el tema... pero después pasó algo.
bras; ni siquiera se había dignado pronunciar
Cado oyó la voz de su padre: también él
su nombre, y había recalcado "De Simone"
estaba-chillando ... lEra posible que su padre,
como si se tratara de un apestado. Con todo,
Antonio, estuviera gritando? A continuación,
el director Cisco no era malo. Cuando anun­
le llegó la voz baja del director. Había en su
ció la salida del maestro Francesco incluso
voz una mezcla de autoridad y de incomodi�
estaba triste, porque sabía que era un buen
dad. Por fin se abrió la puerta y el director
profesor. Sin embargo, aquel día parecía cohi­
cuchicheó brevemente con la maestra. Ella le
bido, presuroso.
murmuró al final:
"Papá me lo explicará", pensaba Carlo. -lQuién lo comprenderá? lQuién ha redac,
Intentó saludar a Aquiles, pero el gato tam, tado esta prohibición?
bién escapó. Aquella mañana todo iba torcido. -El Pc1.rtido Fascista, son ellos los que man,
"Quién sabe la que habré armado", se dan y deciden sobre las leyes y sobre la vida de
repetía. las personas en este momento.
Al final se decidió: -:-Pues la maestra dice que los fascistas
-Papá, lqué _es lo que he hecho? lPor qué son buenos y que debemos seguir todas sus
32 33
me han expulsado? -sí, era inútil andarse ya órdenes...
con rodeos. Lo habían expulsado--. Quién sabe -El maestro Francesco no lo creía, Carlo.
lo que he hecho, no me acuerdo... Y dijo a todo el mundo que él no era fascista.
Ahora no conseguía pensar en otra cosa. Por eso lo han despedido.
Después vio las lágrimas de su padre. -Papá, ly si no se dan cuenta de que estas
Era la primera vez que lo veía llorar. .. Sin leyes raciales están equivocadas? lSabes qué
embargo, tal vez pudiera tener remedio la pasará? En la escuela está Gemma Anzini,
cosa. Su mamá decía siempre que todo tie, que no comprende nunca nada. El maestro
ne remedio. Francesco no le gritaba, siempre le decía que
Su padre apretó fuerte la mano de Carlo. antes o después lo vería todo claro, pero eso
Era corno si le estuviera pidiendo que lo per, no ha pasado nunca. A él lo han echado y ella
donara porque no podía protegerlo. sigue sin entender nada. Y la maestra Miele
Antonio paró de llorar. O tal vez las lágri, siempre le va gritando detrás...
mas habían sido engullidas quién sabe dónde. Sin embargo, su padre ya no hablaba. No
-No has hecho nada, Carla, recuérdalo oía. Estaba en alguna otra parte, donde Carlo
bien, nada. Es por el apellido. Te llamas "De no lo podía alcanzar.
Sirnone". Somos judíos. Han escrito nuevas De ahí que él siguiera cavilando por su
reglas, se llaman "leyes raciales": se ha prohi, cuenta, aunque lo único que conseguía pen,
bido a 1os judíos asistir a la escuela o trabajar. sar terminaba con un signo de interrogación.
El director te ha dejado asistir algunos días, "Pero lpor qué soy judío? ¿y qué significa
pero lo han llamado al orden: debe hacer res, ser judío? lQué mal han hecho los judíos para
petar la prohibición. No se puede hacer nada. que los expulsen de todas partes? Y estas leyes,
Pero no te preocupes, se están equivocando. 1
Lson solo para los judíos? Pero lqué tengo que
Antes o después lo comprenderán y podrás ver yo con todo esto? iSi ni siquiera sé lo que
· ·
volver a la escuela. sigm•fica ser JUd/10 7. " .
profesores judíos. Pero están muy lejos de judía -le respondió su padre- y se ha ofrecido
aquí y nadie puede acompañarte. Tampoco a darte clases de repaso durante este tiempo,
podemos permitirnos ponerte un tutor que te Carlo. Se llama Sarah y vive cerca de aquí.
siga en los estudios. Las leyes raciales también Para ir a su casa pasaremos por delante de tu
impiden que tu padre trabaje, ya lo sabes, y el escuela precisamente a la hora de la entrada
dinero que tenemos es poco. Ya estás viendo y, probablemente, conseguirás ver a alguno
también tú que debo levantarme a las cinco de tus compañeros... Pero si no quieres, ire, l7
36
de la mañana para ir a limpiar las casas de las mos por otro camino.
señoras ricas. Menos tnal que tu abuela nos Había que pensarlo bien. No es que tuvie�
ha dejado la casa; de no ser así correríamos el ra ganas de ver a sus compañeros de la escue,
riesgo de tener que dormir en la calle. la, considerando que nadie se había movido
Esta mamá parecía algo nueva ... Antes cuando Cado fue expulsado. Tampoco había
nunca habría hablado así. Antes decía siempre pasado por su casa ninguno de ellos. Ni siquie,
que todo tiene remedio, y sonreía. Ahora que ra para decirle: "Hola, Carlo". Tampoco
lo pensaba, Cado no la había visto reír desde Anna. Quién sabe si seguía teniendo esos ojos
hacía un montón de tiempo. Antes no se can, que se clavaban. Quién sabe a quién miraría
saba de repetir que ser amable con los otros ahora Anna. Tal vez estuviera esperando a
era lo más importante. Ahora parecía que lan, que volviera Carlo. No. Todos tenían mie,
zaba las palabras, y cuando llegaban a las per, do de mezclarse con los judíos. Cado lo sabía
sanas eran como piedras afiladas, hacían mal. ahora bien. No le había hecho falta gran cosa
Sin embargo, su madre lo necesitaba. para comprenderlo: cuando él y Antonio iban
-Mamá, Lya no volveré a ver nunca más. a ver los trenes, los colegas de su papá ya no
a mis compañeros de la escuela? Y, si me los lo saludaban como antes, con alegría; ahora
encuentro, Lpodré saludarlos o está prohibido? hacían como si no lo hubieran visto.
La madre miró al padre, se veía que estaba Sin embargo, lo veían; Carlo sentía sus
pensando en cómo responder. Pero no tenía miradas sobre él. Se había acostumbrado a
muchas ganas. Carla sospechaba algunas causa de Anna; sabía cuándo alguien le da,
veces que las prohibiciones le habían quita, vaba la mirada, aunque estuviera de espaldas.
do las fuerzas a su madre, por lo muy cansada "Esta de los judíos es una historia extra�
que parecía. ña", pensaba Carlo constantemente. Un día
-Pronto iremos a conocer a una profe, le pidió a su madre que le explicara qué mal
sora que también ha sido expulsada por ser habían hecho los judíos para que los trataran

Los compañeros de la escuela

Cario, a su escuela, la recordaba dife,


,

rente.. Bueno, no diferente, sino más grande.


¿Cómo era posible? Hacía dos meses que no
la veía, no dos años. No podía haberse hecho
más pequeña.
Sin embargo, la escalinata que subía para
entrar a clase le parecía ahora más estrecha.
Y la verja, más pequeña. ¿y Aquiles? ¿Por
qué no estaba lamiéndose los bigotes y el pelo
junto al roble? ¿Era posible que todo hubiera
cambiado en dos meses?
Allí estaba Anna. Sus ojos que se clavan.
Y no te sueltan. Se abren de par en par por
la sorpresa y después se te quedan prendidos
1
rostro. Caminaba cojeando porque tenía un lo hacía tenderse en la éama sin decir una sola
corte feo en la pierna. Tenía en las manos palabra y después, poco a poco, Carlo empezaba
quemaduras oscuras y profundas. Su mamá de nuevo a respirar normalmente. Sin embar­
lo curaba, pero no decía una sola palabra. go, aparte de la respiración, nada había queda­
Parecían dos extraños, ni siquiera conseguían do igual, tanto dentro como fuera de él.
mirarse. Carlo iba dos veces por semana a casa de
Una noche vino la abuela y su papá habló una señora que era maestra, una amiga de su
48 49
un poco con ella, en voz baja, para que no lo mamá. Su apellido también era judío y, por
oyera Carlo, pero él escuchó furtivamente y .1 • lo tanto, tampoco podía estar ya en fa escue­
captó algo. la con los otros niños. La señora Sarah no era
-He sido un cobarde, mamá -decía su mala, se veía que deseaba ayudar a Carlo a no
padre-. No he podido resistir sus torturas quedarse atrás, pero no tenía mucha pacien­
y he dado los nombres de Giulio y Vincen­ cia. Cario no sabía si también había sido así
zo. LSabes lo que eso significa? iQue yo los he en el pasado, pero ahora parecía siempre
hecho detener! iLa culpa es mía! No me lo enfadada con el mundo y, aunque sonreía, se
perdonaré nunca. veía que no quería estar allí con él. Tal vez
Dos cosas le habían quedado claras a Car- pensaba en su clase, en sus alumnos. A pesar
lo: su padre ya no conseguiría volver a ser el de todo, a Carlo no le importaba gran cosa
de antes. Nunca le bastaría con pedir per­ en reaÍidad. Y es que "ya no tenía tantas ganas
dón para perdonarse a sí mismo. Era coíno si de estudiar; pensaba en Anna, en sus compa­
hubieran arrancado de su corazón la palabra ñeros de clase que estaban todos juntos en el
"perdón". Y lo mismo ocurrió con su sonrisa. aula. Él estaba allí solo con una desconocida
Carlo no volvió a verla nunca más. que no se acordaba de su nombre. Cuando no
La otra cosa que comprendió fue que los le venía "Carlo" ni tampoco le venía su apelli­
fascistas eran los responsables de lo que le do "De Simone", lo llamaba "querido", "teso­
había -pasado a su papá y que maltrataban ro", "pequeño", pero a Carla no le gustaban
a las personas. El maestro Francesco, tenía estos modos de dirigirse a él. Tenía razón la
razón cuando decía que eran malos. abuela Lidia: "No hay nada más bello para los
Hubiera querido ver a su maestro: él habría niños que su propio nombre; les da seguridad,
comprendido la sensación de miedo que le se sienten amados y considerados. « Tesoro»
atenazaba el vi.entre y le subía hasta impedir­ . y «querido», en cambio, son designaciones
le respirar. Cuando le pasaba esto, su mamá anónimas, para niños invisibles".
-Es un deber -continuó diciendo-. Pero .,
ahora debo irme. No había entrado, tenía
miedo de que lo denunciaran. Los amigos de
los judíos se exponían a pasar por serios pro­
blemas y los había que no esperaban otra cosa
que hacer de espías.
56
-Comprendo. Te has comportado como
un amigo y te lo agradezco. Te debo mi vida
-le dijo Antonio.
Gracias a estas palabras Carlo compren­
La partida
dió que él era la vida para su padre y para su
madre. A partir de aquella noche pensó con
frecuencia en David, pero jamás le volvió a
venir a la mente alejarse de su mamá y de su

.
papá.

A partir del mes de octubre de 1943,


la abuela se vino a vivir con su hijo Anto,
nio, porque los alemanes habían ocupado la
1
ciudad y requisado la casa de muchos judíos.
Entre ellas estaba también la de la abuela de
Cado. El muchachito se sentía feliz con su
presencia, porque ella daba fuerza a todos.
Aunque era muy anciana, parecía la más ani,
,,,.t
mosa de la familia. Le decía siempre a su hijo
Antonio, el papá de Cario, que Italia era dife­
rente de Alemania. Mientras estuvieran en
Italia nada malo les podría pasar. Y la abuela
seguía resistiendo incluso cuando los alema­
nes se convirtieron en los dueños de la nación
y se comportaban con arrogancia y violencia.
"Esto acabará pronto -decía-, resistamos ,,,
todo lo que podamos y las cosas volverán a ser -Preparen sus cosas. Tienen que marchar­
como antes". Todos le creían, querían creerle. se -fue lo único que dijeron.
Era la noche del 15 de diciembre de 1943. La mamá de Carlo intentó preguntar:
Cado, ía abuela, la mamá y el papá apenas -lMarchamos? lAdónde? Esta es nuestra
habían acabado de cenar. Estaban acostum­ casa...
brados a oír liamar con fuerza a la puerta, del El soldado extranjero gritó entonces algo
mismo modo que se habían acostumbrado a en alemán y sacó la pistola. Los policías ita­
58 los controles de la policía. Fue a abrir la abue­ lianos hablaron con él y después se dirigieron
la e intentó ser amable, como de costumbre. con dureza al papá de Carla: 59
Normalmente no le contestaban con la misma -iNo deben discutir las órdenes, malditos
amabilidad, pero ella no perdía la compostura. judíos! Prepárense, les damos diez minutos y
"No es culpa de ellos -decía-. Ejecutan después los sacaremos. A no ser que quieran
,, denes " .
or que los mate el camarada alemán, les'convie­
Carlo no comprendía cómo se las arregla­ ne obedecer, lcomprendido?
ba la abuela para ver siempre lo bueno de cada
situación. Estaba dotada de tal seguridad, que Mientras el papá y la mamá preparaban las
daba ánimo a todos. Aquella noche, sin embar� maletas para todos, la abuela apartó a Carla
go, venía con los policías italianos un soldado y le preguntó si des�aba llevarse con él algo
alemán. Era joven y guapo. Estaba de pie, con precioso, algo que lo hiciera sentirse seguro
la espalda tiesa. Carla lo miraba con curio­ incluso lejos de casa.
sidad y pensaba que estando así de r�cto se Carlo lo pensó y se dirigió al cajón de los
alargaría. Pero aquel ya era alto, lcuánto que­ billetes de tren. Tornó un puñado.
ría crecer aún? -Estos son de cuando papá y yo íbamos
El soldado de la SS no se dirigió a la abuela juntos a trabajar y éramos como todo el mun­
de Carla, ni siquiera la miró, pero ordenó a do. Quiero llevarme algunos.
los policías en un italiano hablado con difi­ -Ya está, estamos preparados -dijo el
cultad que contaran a las personas que había papá de Carla cargando tres maletas. La de la
en la casa y les dijeran que prepararan las abuela Lidia llevaba los billetes de Carlo.
maletas. Los policías le obedecieron. Regis­ Los policías cerraron la puerta y se queda­
traron la casa y así encontraron a Cado, a su ron con las llaves.
madre y a su padre. Sabían que ya no iban a servirles a los anti­
guos moradores.
-iMamá! Ven a buscar a Jacob, no nos deja
jugar a mí y a Rose. dentro de ella, gracias af"profundo amor que
Sarah, la madre de Jacob y de Hannah, era sentía por aquel hijo diferente y especial. Se
una mujer morena, pero aparte de los ojos y acercaba a Jacob y, con una caricia, le expli,
del pelo no había nada más en ella que fuera caba por enésima vez que no debía haberse
oscuro;- Tenía un cutis clarísimo que se ilu, llevado la pelota de Hannah y de Rose, y que
minaba cada vez que sonreía. Llamó a Jacob su hermana lo quería mucho, aunque jugara
sonriendo, y este le obedeció de manera dócil con su amiga.
64 y les dejó la pelota a Hannah y a Rose. -Hannah, ltu hermano ha sido siempre
-Jacob, tú sabes que Hannah te quiere siem, retrasado? 65
pre, aunque esté jugando con Rose -le dijo a su -Sabes que no me gusta que se diga de él
hijo-. Pero si les quitas la pelota, entonces se que es un "retrasado", Rose. Jacob es solo un
enfada y ya no quiere hablarte. poco lento, pero hay muchas personas que son
Sarah, su mamá, pronunciaba las palabras más lentas que él sin haber tenido los proble,
despacio cuando hablaba con Jacob. La maes, mas de Jacob. Él podría haber sido como noso,
tra de un instituto privado que había empe, tras, como tú y como yo, lsabes? La culpa es
zado a seguirlo todas las mañanas le había del médico que, cuando lo sacó del vientre de
explicado que, aunque no podía comprender mi madre, le hizo mal y le causó daño. No le
todo, Jacob necesitaba que se le hablara siem, cambió solo la forma de la cabeza, sino que le
pre con dulzura. Sin enfadarse. Esto le daría dañó también lo que está dentro.
confianza y le permitiría aprender al menos -Está bien, no te ofendas, no hablaré más
las cosas más sencillas.. de eso.
"Su retrasq mental le permite comprender -lVienes mañana a mi casa? -dijo Rose.
conceptos simples y breves. Ahora bien, si las -Sí, claro. lPero tu madre estará de
emociones toman la delantera, entonces es acuerdo? Las últimas veces parecía un poco
como si ya no oyera nada". molesta ...
En é'onsecuencia, era preciso hablarle con -Se lo preguntaré esta noche y te lo diré
calma, sonriendo, sin enfadarse, repitiendo mañana en la escuela. lDe acuerdo?
muchas veces los mismos conceptos simples. Sin embargo, Hannah no pudo ir a la·
Sarah, su mamá, se cansaba algunas veces escuela al día siguiente porque estaba enfer,
de repetir siempre las mismas cosas, pero no ma. Tenía mucha fiebre y su mamá, Sarah,
le importaba. Volvía a encontrar la sonrisa estaba preocupada. Decidió ir a casa del
médico y dejó sola a Hannah.
Ahora ya tenía doce años, era una mucha, Todos los pacientes d.é la sala de espera
chita juiciosa y podía quedarse en casa sola. miraron a Sarah. La luz desapareció del rostro
Cuando la señorita Margot vio a Sarah de la mujer. Sin embargo, Sarah no se mostró
en la sala de espera del médico, la saludó con avergonzada.
frialdad. El hecho de verla allí la ponía en una Los pacientes eran alemanes, evidente,
situación embarazosa y también molesta. Sarah mente eran de raza aria. ¿se debió a eso el
hizo como si no se hubiera dado cuenta; de un hecho de que no dijeran nada? Algunos baja,
tiempo a esta parte se había acostumbrado a ron los ojos, otros miraban el reloj con signos
. 66 estas manifestaciones de "afecto" por parte de 67
de mal humor: estaban perdiendo el tiempo.
sus coi:iciudadanos. Se sentó a esperar su tur, Algún otro asentía de manera vigorosa, les
no para hablar con el doctor Heissmeyer. Vio ¡ faltaba poco para felicitar al doctor Heissme,
que la señorita Margot entraba en el gabine, yer. Pero nadie dijo que aquello era una locu,
te del médico y dos minutos después salieron ra. Solo Sarah, que había enrojecido de rabia,
juntos. encontró las fuerzas necesarias para replicar
El doctor Emst Heissmeyer llevaba unas con firmeza:
gafas de gruesos vidrios. Era absoluta e inequí, -Mi hija Hannah está enferma y usted es
vocamente miope, por lo que encontrar a médico, tiene el deber de recetarme las medí,
Sarah entre la decena de personas que esta, ' cinas para curarla.
ban en su sala de espera le costó un poco. El médico la fulminó con sus ojos azules.
Pero al final la vio. Le parecía una infamia imperdonable que
-lSeñora Sarah Weiss? una mujer judía se permitiera cuestionar su
-Sí, soy yo, doctor Heissmeyei: -lqué actitud.
necesidad tenía de pedirle la confirmación -lCómo se atreve a señalarme cuáles son
del nombre? Se habían visto ya muchas veces mis deberes como médico? Usted no es más
como aquella ... Era el médico de cabecera de que una judía y como tal ya no tiene derechos
la familia, y siempre se había mostrado ama, en Alemania. Márchese de aquí mientras aún
ble con ellos. está a tiempo. Lo que le pase a sus dos hijos
-No debe volver por aquí. Su persona no es judíos y minusválidos ya no representa nin,
grata. Esta es una consulta médica para perso, gún problema para mí. iY ahora, váyase! O
nas de raza aria, para patriotas alemanes. Los llamo a la policía...
judíos no son bienvenidos. Váyase, por favor. El miedo. Sarah lo sintió llegar antes en las
No venga nunca más. piernas, y después en el corazón, que empezó
1
i
1

a latirle con fuerza. Había visto lo que pasaba <I!

en Berlín con los judíos que iban a quejarse


a la policía. Los había visto en los periódicos,
desnudos, en la calle, con gruesos carteles col,
gados al cuello en los que estaba escrito: Soy
un judío y no iré a quejarme más a la policía. Lo
68-
prometo. No tengo derecho a ello. Si eso había
pasado en Berlín también podía pasar allí, en
Leipzig. No podía arriesgarse a que el médico
llamara a la policía.
Él tenía razón, ya no había derechos para
Hannah y Rose
ellos, para los judíos.
Y además no había nada que hacer, Sarah
lo comprendió. Se marchó de allí sin despe,
dirse de nadie. El doctor Heissmeyer siem,
pre se había mostrado amable con ella y con
su marido Joseph, pero nunca había querido 1 ,

·Q
saber nada de Jacob. Ahora comprendía el
-l
1
motivo: le consideraba un minusválido. No ué hace esa aquí?
sabía si en la clasificación de los parias· de la El padre e Rose había vuelto antes aque,
sociedad iban primero los minusválidos o los lla tarde y había encontrado a Hannah estu­
judíos, pero aquel día descubrió que ylla y su diando con Rose. No la había saludado, había
familia tenían ambas vergüenzas. bajado adonde estaba su mujer y le había dicho
Unas vergüenzas de las que ella estaba con dureza:
orgullosa. Y lo estaría siempre. Esto fue lo que _¿ Qué hace esa aquí?
volvió_ a prometerse una vez más, aquel día, -Ya lo sabes, Kurt, son amigas ... Rose le tie,
Sarah, la mamá de Hannah y de J acob. ne mucho cariño, se conocen desde que eran
,
pequeñas.;. Hannah ha estado enferma algu,
nos días y no ha podido seguir adelante con el
programa, por eso Rose la está ayudando. Sabes
que han tenido que ponerle un profesor priva­
do desde que ya no puede asistir a la escuela...
La madre de Rose temblaba de miedo. Kurt Rose había empezado'"a temblar en el piso
era policía y en casa se comportaba con fre, de arriba y Hannah se había puesto lívida: se
cuenda del mismo modo que cuando estaba avergonzaba de estar allí; se avergonzaba por
con criminales. No hacía distinciones entre su amiga del corazón, que tenía un padre tan
su mujer y su hija: quien se equivoca lo paga, violento y estúpido; se avergonzaba de no
esa era la ley de Kurt Bauer. Después de los tener el valor necesario para ir a decirle cuatro
70
relámpagos llegaron también los truenos. cosas a aquel hombre enfurecido. Sin embar,
-iYa no puede ir a la escuela porque es 71
go, no se avergonzaba de ser judía. Siempre
judía! iY los judíos tampoco deben entrar en había sabido que era diferente, su madre se lo
esta casa! Contaminan todo lo que tocan, son había repetido con frecuencia; pero era una
seres inferiores, lquieres comprenderlo o no, diferencia hermosa, importante.
mujer estúpida? iNo quiero que Rose vaya -Hannah, mi padre viene para acá. Por
con esa sucia judía! favor, huye, es capaz de todo. Tú no lo sabes,
-Pero, Kurt, isino es más que una niña ... ! pero es un hombre muy violento ... Sal por la
-iNunca serás una patriota, eres dema, ventana, por favor -le imploró Rose llorando.
siado estúpida! La obediencia al Führer y a Hannah obedeció y al salir oyó a Kurt, que
sus leyes no se' discute en esta casa, lestá gritaba mientras subía las escaleras:
claro? -iEscapa, escapa, judía... Y no vuelvas
Si lo comprendía él, lo debían comprender aquí nunca más, borr·a de tu memoria a Rose
también los otros. Kurt siempre había sido así, y esta casa!
desde joven: se extrañaba de que alguna per, Hannah no consiguió dormir aquella noche.
sona pudiera contravenir lo que impo;nían las Estaba arrepentida de haber escapado como
leyes de los que tenían el poder. El que man, una ladrona de la casa de su mejor amiga.
da sabe lo que hace. Así era para Kurt Bauer Hubiera debido quedarse y enfrentarse con el
y así debía ser para todos los demás. padre de Rose, como siempre le habían ense,
A él no le importaba nada que Hannah ñado sus padres. Decidió no contarle nada
fuera judía. Lo había sabido siempre. �ero el a los suyos. Ya estaban pasando por muchas
Führer había dicho que los judíos eran sucios calamidades, porque las leyes raciales die,
y malos, y que debían desaparecer de la faz de tadas por Hitler eran cada vez más restricti,
la Tierra. Y Kurt lo había comprendido y lo vas para los judíos. Empezaron cuando Hitler
había hecho suyo, sin preguntarse nunca por se convirtió en jefe del gobierno, en 1933. Y
el motivo. cada día aparecía una nueva prohibición para
los judíos. Antes eran ciudadanos alemanes pero estoy seguro de qu� Hitler caerá pron­
como todos los demás, después se transfor­ to ... y además, fadónde quiere llegar? El mun­
maron en seres inferiores. Había oído decir do no puede permitir que suceda lo peor.
además que ya no debían ser considerados -Joseph, itú sueñas! iLo peor ya está ocu­
alemanes. Eran solo "pordioseros judíos". rriendo ante nuestros ojos! lQué quieres que
Desde ese tiempo ya nadie hacía nego­ suceda aún para comprender que estamos en
cios con las empresas judías t porque las leyes peligro? Tú no tienes trabajo, nadie nos mira 13
72 · ya a la cara por miedo a verse obligado a res�
raciales lo prohibían; por consiguiente, la
empresa de calzado de su padre, Joseph, había ponder al saludo. lHas visto a nuestros veci­
dejado de tener contratos con los de raza aria. nos? ¿Te acuerdas de lo amables y disponibles
Estos no debían hacer tratos con los judíos. que se mostraban con Jacob y con Hannah?
Hasta hacía algu nos años el papá de Hannah ¿Te acuerdas de las felicitaciones por tus éxi­
suministraba zapatos al ejército alemán, pero tos en el terreno laboral? Bien, mira, ayer llamé
ahora ya no -le daban trabajo y el dinero iba a la puerta de la farmacia porque me faltaba
disminuyendo. la medicina para Jacob, pero no me la quisie­
Hannah oyó hablar a stis padres una ron dar. Yo estaba oyendo el piano de Bertha,
noche, acerca de'la posibilidad de irse de Ale­ estaban en casa. Sin embargo, no me abrieron.
mania. Después, esa misma noche, antes de que vol­
· -Tengo cada vez más miedo. Por nosotros, vieras, éncontré una nota pegada en la puerta.
por los niños. Aquí no hay futuro para rmes­ ¿Quieres que te la enseñe? En ella han escrito
tra familia; estoy convencida de que debería­ que no quieren tener nada que ver con judíos.
mos marchamos, Joseph. Ahora ya ni siquiera iY estos son nuestros buenos vecinos! Ya no
se nos considera alemanes ... tenemos médico porque me han expulsado de
_¿y adónde podríamos ir? No tenemos su consulta. No podemos ir a las tiendas ni a los
parientes más que en la Argentina, pero lqué · restaurantes arios, nos han obligado a añadir
podríamos hacer allí? Aquí tenemos toda nues­ los nombres judíos a los documentos para ser
tra vida. Y también nuestros hijos. Somqs ale­ reconocibles, estamos fichados como inde­
manes, Sarah. Yo me siento un judío alemán. seables... lQué deberá pasar aún para que te
Esta política racial no podrá durar mucho en convenzas de que a los ojos de esta gente ya
nuestro país, no puedo creerlo ... Mi padre fue no somos alemanes?
un patriota alemán, murió durante la Prime­
ra Guerra Mundial. También yo tengo miedo,
'1'

Hannah cuenta las estrellas

Hannah ya. tio iba a la escuela des­


de hacía tiempo y no veía a ningún amigo.
, 1 (f

Nadíe la había b4scado desde que le prohi,


bieron asistir a ia escuela junto· con los de
raza aria. Esta palabra se la había aprendí,
do bien: "arios". Eran todos los otros 1 los que
podían seguir yendo a la escuela, tomando el
tranvía, teniendo una bicideta, entrando en
un parque. Los judíos eran una raza inferior.
Lo había leído en una tienda que no acep,
taba a clientes judíos. Hannah pensó aquel
día que los mios tenían necesidad de mirar
la estrella de David, que los judíos estaban
1

,¡ obligados a coser en su ropa, para saber que

----·----
se trataba de una raza inferior. De otro modo, -Puedes irte tú coñ Hannah. De todos·
no habrían sido capaces de distinguirlos. modos, ya no puedes trabajar. Has tenido que
Ahora bien, esto no se lo dijo a nadie: se le ceder a los de raza aria lo que nunca hubie,
habían pasado las ganas de hablar. Cada vez ras querido dejar. Nos han dado dos céntimos
que sus padres le decían algo los miraba, pero que ya se están acabando. Deberíamos ven,
no salía ningún sonido de su boca. der esta casa para seguir drando. Yo puedo
Le parecía que ya casi ni siquiera pensa, encontrar otro empleo... Márchense. Cuando
ba. Se había vuelto perezosa y quería dormir haya dado sepultura a Jacob, me reuniré con
92 con frecuencia. Pero cada vez que miraba ustedes. 93
las estrellas en el cielo se ponía a contarlas . -No te voy a dejar sola, Sarah. Te espera,
Un día Joseph le mostró a Sarah una tarje, remos -le dijo Joseph, aunque sabía que nun,
. ta postal de la prima Nora: había conseguido ca encontrarían el cuerpo de Jacob.
llegar de manera milagrosa a la Argentina y Un mes más tarde, el 23 de septiembre
le in:ip1oraba a Saráh que se reuniera allí con de 1941, Hitler decidió que los judíos ya no
su familia. podían salir de Alemania. Estaban atrapados.
-Sarah -le dijo su marid�, tenías razón, La del 16 de octubre era una noche apa,
debí haberte hecho caso hace mucho tiem, cible de otoño y hasta se podían contar las·
po ... lPor qué no nos vamos de aquí? Argen, es�rellas, porque el cielo estaba muy oscuro,
tina es un buen sitio, reconstruiremos allí pero sin nubes. ·-
nuestra vida. Tenernos a Hannah, debemos Hannah no oyó el timbre, estaba absor,
pensar en ella. lLa ves'!, parece un fantasma, ta mirando desde su ventana y contando las
pobrecita. Por favor, Sarah, vámonos de aquí. estrellas por Jacob, de veinte en veinte, todas.
Su mujer lo miró como a un extraño al Desde que se habían llevado a su hermano
que fuera preciso tratar bien por cortesía. lo hacía de manera continua. Las contaba y
-No podemos irnos, Jacob está aquí. No escribía los números en un cuaderno, esperan,
nos ñan devuelto su cuerpo, todavía tengo do a que Jacob volviera. Nunca se había creí,
que darle sepultura. ¿y si no hubiera m,uerto? do la historia de la pulmonía, se acordaba muy
Debemos descubrir lo que le ha pasado. bien de que ella se engripaba todos los invier,
-Sarah, desgraciadamente nuestro hijo nos, pero él nunca, nunca se ponía enfermo.
Jacob ya no existe. Ahora debemos pensar en Jacob era más fuerte de lo que parecía.
Hannah. Por favor, querida, en la Argentina Y si no había tenido ninguna pulmonía,
estaremos bien. entonces estaba vivo. Y debía volver.

,.
Emeline
Francia

i
1.
devorar todo lo que desea. El color rojo del "Ya sabía que mamá tenía poderes mágicos,
mar representa el deseo". a veces también a mí me parece extraña ... lNo
"LPero qué es lo que quiere decir exac, será un poco bruja?".
tamente tu cuadro, mamá? lPor qué lo has "lAcaso has visto alguna vez a una bruja
hecho", había preguntado Émeline con can, tan guapa? Parece extraña porque su aten,
didez. ción es captada por cosas que los otros no
"Porque quería contar que nosotros, los perciben".
106 107
hombres y las mujeres, engordamos de deseos. "A mí también me gustaría. lPodré apren,
Nos damos enormes atracones y después nos der, papa,,,,,
..
ponemos pesados como la ballena". "Yo creo que sí. Pero lno te disgustará que
En resumidas cuentas, era "un cuadro con te digan que eres rara?", le había respondido
significados simbólicos". Esto último se lo su padre acariciándole el pelo.
había explicado su papá. Émeline, luego de pensarlo un poco, había
"¿Qué son los significados simbólicos, dicho por fin, con aire serio: "No. Bastará con
papá?", le había preguntado Émeline. Ella no que René sea como tú. ¿ Qué dices, papá, le
se rendía nunca: en el fondo, ¿ para qué esta, gustarán también a René la mujeres que pare,
ban los mayores sino para explicar los miste� cen un poco brujas?".
rios a los niños?
"Hay obras en las que el pintor pone cosqs
escondidas, cosas que hemos de buscar, que
hemos de adivinar -le había respondido
Pierre-. Por lo general, los niños son µiejo,
res en este juego. Los mayores, por si quieres
saberlo, Émeline, hacen-como si entendieran,
pero no siempre es verdad".
"Si es por eso, tampoco yo lo consigo,
papá", había tenido que admitir Émeline.
"Ya te acostumbrarás. Mamá te ensefíará
a leer las cosas escondidas y a usar los ojos
especiales. Ella es una artista, es capaz de .i
ver incluso las cosas que para los otros no
existen".
i
¡

-No. Yo soy católica. Escucha, Émeline,


tampoco a mí me gusta este cartel, pero no
'1 -Pero, señora ... así c;.¡;:>rre el riesgo de com,
prometer su libertad y la de la niña. iEs dema­
siado peligroso! Puede aventurarse a una
podemos entrar. Volvamos a casa. delación, a una redada. Se lo ruego, no se pre,
Por mucho que Émeline buscara una
1 cipite, espere a su marido...
explicación, nada acudía a su mente. Tenía 1
-iNo quiero esperar a mi marido y no soy
la cabeza vacía. una mujer que se precipite! Deberían ser uste,
-Pero lpor qué no pueden entrar los judíos des, franceses de raza aria, los que lo hicie­
113
112
al parque? -le preguntó entonces a Amandine. ran: ocupar el parque con sus hijos para decir
-Es cosa de la: guerra, querida Émeline.
"basta" a estas injusticias. Sin embargo, obe,
Nuestro país ha caído prisionero de los sol­ decen siem�re. Yo no quiero obedecer más.
dados alemanes... En pocas palabras, mandan Tornó a Emeline por un brazo y salió.
ellos, y a los alemanes no les gustan los judíos. Gustav y Bastien estaban todavía en el
-lY por qué? -debía haber algún motivo.
parque. Un poco más allá había dos niñas a
"Yo no soporto a Bibiane, pero sé el motivo", las que Émeline no conocía. Brigitte entró
pensó Émeline.
-No hay ningún motivo. Es así. Son unas decidida en el parque junto con su hija igno,
personas malas -fa niña sabía que, cuan, rando el cartel con la prohibición. Las madres
do Amandine no tenía ganas de hablar de un de Gustav y de Bastien se miraron y empeza,
tema, daba por lo general respuestas secas que ron a hablar a toda velocidad.
no contenían explicaciones. Eso significaba que -Ve a jugar con tus amigos, Émeline -dijo
las preguntas habían llegado al final y debían Brigitte a la niña.
detenerse. Eso fue lo que hizo Émeline. '�Pero Émeline obedeció. El tono que empleó
siempre hay algún motivo -pensó-, al menos su madre lo había oído pocas veces, pero le
eso es lo que dice papá. Se lo preguntaré a él". habían bastado para saber que no admitía
réplicas.
Los niños recibieron a Émeline sonrien,
-iEsto es demasiado! Ahora también los do y empezaron a jugar con ella como si se
niños... iMalditos! iMalditos sean! Ven, É�e, hubieran visto un minuto antes. Como si el
íine, vamos al parque, vas a venir con mamá. mundo no hubiera cambiado mientras tanto.
Amandine miró a la madre de la niña: en Sin embargo, de golpe y porrazo, las
aquellos ojos se veía una mezcla de miedo. y madres de Gustav y de Bastien llamaron a sus
de sorpresa. hijos para irse.
1

la revolución tú sola. L.,os alemanes están en


Una de ellas se detuvo, sin embargo. Vaci,
París y nosotros, los judíos, solo podemos
ló un instante. Dio marcha atrás y se dirigió a
subir en el último vagón del tranvía. lTe das
Brigitte.
cuenta? Se han quedado con nuestras propie,
-Lo siento, señora. No tenemos nada
. dades, con nuestros objetos de oro, con nues,
contra usted ni contra su hija, pero no que,
tro dinero, lte das cuenta? No tienen que
remos arriesgarnos a que nos detengan tam,
pedir permiso para hacerlo, son los vencedo,
bién a nosotros, por si acaso las descubren en 115
114 res. Pero no, tú no te das cuenta de nada, tú
el parque. Déjeme decirle que está corriendo
tienes tu mar para dibujar. lVes ese cartel?
usted un riesgo quedándose aquí... Lo siento.
lSabes lo que significa? Que si no lo respe,
Hasta la vista. tas te llevan a la cárcel y ya no vuelves a salir.
Brigitte no respondió. Se volvió hacia Éme,
lEres consciente del riesgo que le has hecho
line. La niña se había quedado de pie y mira,
correr a tu. hija?
ba a Gustav y a Bastien que se marchaban. No
Al oír aquellas palabras, las dos últimas
oía nada. Era como si todo aquello le estuvie,
madres que quedaban en el parque salieron
ra pasando a otra persona, no a ella; no había
llevándose con ellas a sus hijas.
razón para lo que le estaba pasando.
-Pero les que no comprendes que todo
En ese momento llegó Pierre. Amandine
esto es absurdo? -le respondió Brigitte seña,
lo había puesto al corriente porque estaba
landa a las dos mujeres que se iban-. Nadie
preocupada por Émeline. Iba corriendo, mira,
se rebela; la vida a nuestro alrededor pare,
ba inquieto a su alrededor. Llevó a Émeline
ce la misma, solo ha cambiado para noso,
fuera del parque. Después intentó sacar tam,
tros. Todos aquí siguen yendo al teatro, al
bién a Brigitte, que se negó rotundamynte.
cine, al restaurante, discuten de política y de
Empezaron a levantar la voz. Pierre, al
libertad y, sin embargo, pe1miten que unos
principio, hablaba despacio, controlando los
niños sean excluidos del parque. Pero fadón,
gestos y el tono para no llamar la atención.
de habíamos vivido hasta ahora? Por lo que a
Sin efubargo, poco después perdió la pacien,
mí respecta, ya no puedo soportar toda esta
cía y sus palabras se hicieron audibles para
indiferencia...
todos. Hasta Émeline lo podía oír.
-iNo es indiferencia, Brigitte! fEs miedo!
-l Qué piensas hacer, Brigitte? Esto no es
Sí, todos tienen miedo tanto en París como
un escenario para artistas revolucionarios; esto
en toda Francia. Sé que es un sentimiento
es la vida, la tuya, la mía y la de Émeline. Y
que tú no conoces, pero la realidad es esta. Y
la estás poniendo en peligro. No puedes hacer
harías bien en tener miedo tú también. ¿No que vuelvas a nosotros. La vida ha cambiado.
te das cuenta... ? Y cambiará todavía mucho más. Por el hecho
-Eres tú el que no se da cuenta, Pierre -repli, de negarlo no vas a conseguir convencerte a
có su mujer-. iVamos, abre por fin los ojos! Te ti misma de que todo sigue como antes. No
estás comportando como un cobarde, como puedes seguir adelante, Brigitte...
todos los franceses... Pierre estaba agotado. Se dejó caer en un
_¿ Qué sabes tú de lo que me está pasando banco y comenzó a llorar de manera queda,
116 117
a mí? LDe verdad quieres saberlo? ¿Quieres en silencio.
saber adónde voy cuando me marcho por la Brigitte parecía haberse convertido en una.
mañana? Me voy a casa de mi madre, porque estatua de mármol, como las que hay en los
me han despedido, Brigitte. ¿y sabes por qué? pargues junto a las fuentes.
Porque soy judío. Los periodistas judíos no Emeline fue a abrazar a su padre. Después
son dignos de escribir en el París ocupado por corrió junto a su madre con el deseo de pro,
los alemanes, llo sabías? Pues bien, así están tegerla también a ella. Los tenía aferrados de
las cosas -admitió dejando de gritar. Su voz las manos y la inmovilidad de sus padres le
se tomó cansada-. Hace una semana que me infundía temor.
dijeron que podía' quedarme en casa. Las dis, Pierre fue el primero en recuperarse.
posiciones son estas. No he tenido el valor de -Vamos a damos prisa; salgamos de aquí.
decírtelo. Tú te sigues comportando como si Nos están mirando desde las ventanas, quién
no hubiera 'pasado nada. Hace meses que las· sabe a cuánta gente le habremos desperta,
cosas se e�tán precipitando y tú haces como si do la curiosidad con nuestros gritos. Alguien
nada. Y o ya no sé qué hacer... Voy a la casa podría haber llamado a los gendarmes.
de mi madre, sí. Ella me dice que te lo diga y Tornó de la mano a É meline y la sacó del
cada día vuelvo con la intención de hacer, parque; después, y dado que Brigitte no se
lo, pero tú siempre andas obnubilada con tus movía, también la tomó de la mano. Su mujer
cuadros y por tu rabia contra los alemanes y lo siguió sin decir nada.
contra la gente de París... lSabes que 3: par, Volvieron a casa y Brigitte se abrazó a
tir de hoy todos los judíos debemos llevar una Pierre. Sin decir nada, acarició su rostro con
estrella amarilla, símbolo de nuestra maldi, ternura, como si fuera un niño.
ción? Debemos ser reconocibles, detectables, Émeline buscó la mano de su madre, se sen,
está claro que quieren hacernos desaparecer. tía feliz al ver a sus padres tan unidos. Después
Pero len qué país vives, Brigítte? Es preciso se sintió sola y se fue a buscar a René. Los
postigos de color azul se abrieron y la cabe­ Sus padres estaban- hablando en. la sala
za de Émeline se asomó al mundo de su patio de estar y no se dieron cuenta de que Émeli­
una vez más. Los postigos verdes de René ne había abierto la puerta y había salido muy
estaban cerrados. Émeline llamó y René acu­ despacito.
dió. Tenía un aire extraño, hablaba despacio, Ya era de noche y no quedaba nadie en el
no la miraba a la cara. parque. Émeline entró y empezó a buscar su
"Qué manera tan extraña de comportar­ estrellita.
119
118 -lHas perdido algo?
se -pensó la niña-. lTambién él será judío?
Parece que tiene miedo' 1

Frente a Émeline apareció un señor ancia­
-lTambién tú eres judío, René? -le preguntó. no, vestido de manera elegante, aunque tenía
., .,
-Yo no, pero tu s1. los zapatos rotos y la chaqueta le colgaba toda
_¿y entonces? de un lado. Además olía un poco mal. Sin
-Y entonces mi madre ha dicho que no embargo, su cara parecía simpática.
debemos tratarnos, al menos durante un tiem­ -Estoy buscando una estrellita de plata. Es
po. Dice que es peligroso. Yo no sé el motivo, mi amuleto, la llevo siempre en el bolsillo. lLa
pero tengo que ha�er lo que me ·dice. ha visto por casualidad?
-lAunque no te parezca justo? -No, lo siento -respondió el señor-. A
-Bueno, es mi madre. Es una "persona propósito, yo me llamo Jacques. ¿y tú?
mayoe'. Siempre lo sabe todo. Si me lo ha -Émeline. Perdone, pero ahora debo bus­
dicho, algún motivo habrá. De todos modos, car mi estrellita...
sigamos siendo novios, ya pasará esto. -Justo. Si me dejas que arregle mi cama,
-No -dijo Émeline con orgullo-. No pasa­ después te ayudaré a buscarla.
rá. Yo seguiré siendo siempre judía, y me -lLa cama? lQué cama?
acordaré de que no quisiste hablarme porque Émeline lo siguió con la mirada. Jacques
tenías miedo -cerró los postigos y pensó que se acercó a un banco; detrás del banco, las
nadie tenía las ventanas pintadas de azul en ramas de un árbol bajaban hasta el sudo
aquel edificio; solo ellos, que eran judío�. hasta formar un refugio. Debajo de aquel
Buscó en sus bolsillos su amuleto, una estre­ pequeño escondite había unos cartones y
llita de plata que le había regalado su abuela. dos mantas.
iHabía desaparecido! iClaro, debía haberla
1

! -Esta es mi cama -dijo Jacques,


perdido en el parque! Tenía que volver allí a -lQuieres decir que duermes aquí? i lEn el
buscarla. No había otro remedio. parque?!
1
-Sí, esta es mi casa. En invierno hace frío Jacques tenía razón;' en efecto. Ta
l vez los
y tengo otra cama, pero en primavera se está alemanes estaban locos además de
ser malos.
muy bien aquí, Émeline. Émeline decidió que no se pondría
la estrella.

1
_¿y no te ve nadie? LNo te dicen nada? -iEh, mira aquí! Esta estrellita qu
e brilla
Yo soy judía y ni siquiera puedo venir ya al sobre las hojas debe ser la tuya.
parque. Tú no eres judío, lverdad? De otro -iEs la mía! Gracias. LCómo has
hecho
120
modo, te cazarían. para verla?
-Oh, si supieran que estoy aquí me cazarían -Estoy acostumbrado a las estrellas 121
de la
de todos modos. Pero yo no me dejo ver de día. noche -le respondió Jacques.
Vengo aquí por la noche para estar en paz, lejos -Ahora tengo que volver a casa.
¿sabes
de los coches, a dormir bajo las estrellas. Siento una cosa? Estoy contenta, porqu
e al menos
que ya no puedas entrar en el parque. Resiste, me ha quedado un amigo en el pa
rque, Jac,
Émeline, los alemanes pasarán también, solo ques. lQuieres ser mi amigo?
las estrellas se quedan siempre donde están. -Me sentiré muy honrado, Émeline.
-Mi papá tiene mucho miedo de ellos. -LAunque sea judía?
lSabes que los ju�íos tenemos ·que cosernos -Con mayor razón aún -le respo
ndió el
ahora una estrella amarilla en el brazo para elegante señor con los zapatos agujer
eados.
que se nos pueda reconocer?
-Tú no te la pongas, Émeline. Hazme caso,
es una trampa. Tú no eres diferente de cual,
quier otra niña francesa. Solo si te pones la
estrella te podrán detectar. Son unos hombres
locos, además de malos.
-Pero ly si después me atrapan? Si descu,
bren que no llevo la estrella y soy judía me
meterán en la cárcel.
_¿y por qué habrían de atraparte _si no ''
saben que eres judía? lCómo hacen para dis,
tinguir a una persona judía? Por la estrella.. 1
Hazme caso, es una trampa. Con la estrella
bien visible, los podrán sacar con más facili, 1

dad. No te la pongas, Émeline.


se vayan cuanto antes. Mientras tanto debe, a la estrella. Todo parecta normal y Émeline
mos obedecer. Es el único modo que tenemos se olvidó del asunto. Sin embargo, cuando
de sobrevivir. salieron al patio para el recreo tuvo lugar un
-iNo, mamá! lEs que no lo comprendes? Es hecho que convirtió a Émeline en la niña más
una manera de reconocemos y poder detener, triste y sola del mundo.
nos cuando quieran. Los alemanes están locos. En un determinado momento entraron
-iBasta, Émeline! -intervino su padre de dos gendarmes en la escuela. Iban acampa,
manera brusca-. No te hemos preguntado ñados d,e un soldado alemán. Fueron a hablar 125
124 tu opinión; tú no puedes decidir, a tus siete con el director y salieron cinco minutos des,
años, lo que es justo y lo que no lo es. Cosere, pués. Iban acompañados del portero, Léon.
mos la estrella en tu chaqueta y te la pondrás. Este último señaló a los gendarmes tres niños,
Eso es todo. dos chicos y ella, Émeline. Los otros dos tam,
_,.Está bien, papá -respondió la niña. Pero bién llevaban cosida la estrella en el brazo. El
sigo pensando que les estamos haciendo un alemán hizo una seña precisamente a Éme,
favor a los alemanes. line, y los tres se dirigieron hacia ella. Justo
El trayec, to desde su casa a la escuela supu, en ese momento desaparecieron todos los que
so un sufrimiento para Émeline. Muchos la estaban junto a Émeline, se alejaron apresura,
señalaban como si se tratara de un bicho raro. damen�e de ella interponiendo una distancia
Otros la evitaban, como si el solo hecho de de diez metros por lo menos. Sus compañeros
saludarla fuera peligroso. Sin embargo, alguien hacían como si nada, seguían hablando como
les sonrió y una señora le estrechó la mano a si no hubieran advertido a los gendarmes y al
su padre. Él le obsequió una amplia sonrisa, oficial alemán. Solo que lo hacían a una dis,
como si la conociera desde hacía mucho tiem, tanda de seguridad de la niña con la estrella
po. "Pero eso significa lo mismo, papá, signi, amarilla. Hasta las maestras se habían aleja,
fica qu,_.e somos diferentes", pensó Émeline. A do, su sonrisa había desaparecido. Émeline
ella no le gustaba ninguna de las reacciones estaba sola.
que provocaba la vista de la estrella amarilla Un gendarme le preguntó bruscamente su
cosida en su brazo como una marca. nombre y su apellido. También la calle donde
Las cosas funcionaron mejor en la escue, viví�.- Ella respondió y el oficial alemán escri,
la. Sus maestras la recibieron con una sonrisa bió fJ,lgo en un-cuaderno. Después se ditigié-<
más grande qúe de costumbre, y ni siquiera ron a los dos niños con la estrella amarilla y
los niños demostraban hacer el menor caso les hicieron las mismas preguntas.
Los gendarmes y el soldado se marcharon. silencio no había amov•Émeline no hubiera
Una vez que hubieron desaparecido, todos querido quedarse allí ni un minuto más. Aho­
se quedaron quietos, dejaron de hablar y de ra lo sabía. Sabía que aquella estrella haría
moverse. Sin embargo, se trataba de un silen­ que se quedara sola.
cio muy distinto de aquel que Émeline había Volvió a pensar en su amigo del parque,
empezado a conocer en su casa. A su madre Jacques, el hombre con los zapatos agujerea�
126
y a su padre no les faltaban las palabras, solo dos. Le había dicho que quería ser su amigo,
tenían miedo de pronunciarlas. En su vida las aunque fuera judía. Él no tenía miedo. Al 127
palabras iban siempre de la alegría a la espe­ menos, así lo parecía. lSería verdad? Dife�
ranza, de los proyectos a las discusiones y, rente sí que lo era, dormía bajo las estrellas.
después, a las reconciliaciones. Había siem� Deseaba verlo. Ahora bien, lcómo lo iba a
pre muchas palabras, y otras nacían de ellas hacer? Jacques solo estaba en el parque cuan­
por amor. do ya había oscurecido.
Con aquella nueva vida, las palalJras y la A las siete sus padres estaban en la cocí�
atmósfera despreocupada que las acompaña� na. Oyó que hablaban del parque, qué coin�
ba parecían perqidas. N'a había sitio para la cidencia.
despreocupación, sino solo para el miedo y -Lo sé, Brigitte -decía Pierre-. Sé qUe lo
la obediencia a las nuevas leyes racialés. Con habrías hecho, amor. Si tú no hubieras sido
todo, Émeline tenía aún en sus oídos aquellas judía y ·hubieras visto la prohibición de que
bellas charlas nocturnas que se daban en la los niños judíos entraran al parque, te habrías
cocina entre su mamá, su papá y sus amigos, quedado a dormir allí en señal de protesta,
y sabía que también a ellos les faltaban, pro� por solidaridad con los excluidos, no tengo
bablemente las tendrían apretadas dentro, en la menor duda. Y hasta es posible que yo me
espera de poder usarlas de nuevo. Entretanto, hubiera quedado allí contigo. Pero las cosas
se mantenían abrazados entre ellos, sin pala­ no son así. Ahora somos nosotros los dife­
bras, pero con amor. rentes. Y yo comprendo el miedo que tienen
Aquel día, sin embargo, las cosas fueron todos. Los nazis son fieras, no son hombres, y ;{-i¡

diferentes en el pa,tio. de la escuela. Daba la no conocen la piedad. Ahora han comenzado --i
impresión de que las personas se hubieran con las batidas ... Me han dicho que llevan a
tragado una piedra. Cada uno callaba y carga­
ba con su dosis de miedo, un peñasco que los
1 los judíos de París a campos de trabajo, como
esclavos. Tal vez nosotros también debería,
hacía enmudecer y ponerse tristes. En aquel mos irnos de aquí. ..
r r
1
-Sabes que a mí no me gusta escapar. Pero protesta,\ tal corno le hu:Jm.era gustado hacer
tal vez sea lo único que nos queda por hacer. a su madre. Sin embargo, debía decirle algo
Vayamos a casa de mi madre, Pierre. En Breta� convincente a Jacques. De lo contrario, la
ña todavía está la cosa bastante tranquila. Y si mandaría inmediatamente a su casa.
vemos que allí también hay peligro, podríamos -Hoy han venido los gendarmes a mi escue�
ir a reunirnos con mí tío en los Estados Unidos. la. lVes? Llevo la estrella amarilla. Mi madre
-No sé, no querría empeorar la situación. dice que es preciso llevarla a la fuerza, por eso
128 129
Estoy intentando trabajar, me dejan escri� me han visto y me han preguntado dónde vivía
bir con un seudónimo y me pagan bien los ,1 y con quién. Yo he tenido que contestarles.
artículos. El director de mi periódico se ha Pero cuando volví a mi casa, a mi madre y a
mostrado generoso conmigo, podría haberse mi padre se los habían llevado. Una vecina me
desentendido. Aquí tenemos al menos unos ha dicho que desapareciera porque iban a vol�
ingresos seguros. Y está también la escuela de ver también por mí... lPuedo esconderme aquí
Émeline ... No sé. Vamos a pensarlo aún algu� contigo? lTienes un refugio para mí?
nos días, l te parece? -Émeline, tú eres una niña, no puedes
Émeline ya había oído bastante. i Su madre dormir en la calle.
. ., ....?
-l·y entonces tu
había tenido una idea espléndida! Se fue al
dormitorio de sus padres, abrió los postigos -En mi caso es diferente, ahora ya me he
azules de par en par y probó a llamar en voz ·acostu:rñ.brado.
baja a René. Le hacía falta, aunque ya no qui, -Pero estoy sola. ¿Adónde podría ir?
siera ser su novia; pero él no respondió. La -lNo tienes parientes?
muchachita tomó entonces esta decisión: -No, aquí no tengo a nadie.
me deslizaré por la puerta silenciosamente. Jacques se quedó pensativo durante unos
Nadie se dio cuenta. En un abrir y cerrar de minutos.
ojos estaba afuera. -Está bien, quédate esta noche y mañana
_¿Qué haces tú aquí a esta hora? veremos, lde acuerdo?
Jacques estaba tendiendo la ropa en las -iBien! Gracias, tú eres un verdadero ami�
ramas de un árbol. Había lavado algunas go de los judíos.
prendas en la fuente del parque y las colgaba -Bueno, no exageretnos ... Soy tu amigo,
al aire caliente de la noche. eso sí. A los otros no los conozco.
Émeline no sabía qué responder. Había Jacques reunió unos cartones y unas man�
decidido ir a dormir con su amigo en plan de tas que sacó de sus cosas. Después se puso a
iMamá y papá! lPero cómo era posible?
,;?

Émeline no había pensado en ellos más que


por la mañana al despertarse. lHabrían pen�
sado en ella? lO tal vez se habrían marchado
a la Bretaña sin ella? Pero no, no era posible.
Y además no quería volver enseguida a casa
de sus padres, se encontraba bien con Jac�
ques. Los días pasaban más rápido que en su
132

casa. Émeline pensó que sus padres no debían


preocuparse ya que ella se estaba divirtien�
Fabien Durand
do muchísimo. Estaba segura de que ellos lo
comprenderían. Especialmente su mamá.

'

Brigitte y Pierre, los padres de Émeli­


ne, estaban desesperados. La habían buscado
por todas partes. El director del periódico le
había aconsejado a Pierre que no denuncia�
ra la desapatición a los gendarmes, porque,
dado que eran judíos, se expondrían a las
redadas que eran comunes por aquellos días.
Pierre fue también al parque, a la escue�
la, a casa de René, a las de sus amigas, pe.ro
nada. Nadie había visto a Émeline. El direc"
tor del periódico de Pierre hizo publicar una
foto de Émeline, sin mencionar su apellido
por miedo a que se descubriera que era judía.
Pusieron el número de teléfono del periódico
-lNadie sabe dónde puede estar la niña? irme. Nos veremos en�a próxima reunión.
¿Cuántos años tiene? -Después, poniéndose la chaqueta, aña,
-Me parece que ocho, tal vez menos. dió-: lHa avisado ya alguno de ustedes a la
-lLa han buscado ustedes? madre de la señora Brigitte? ¿Adónde vive
-Pues no, lqué podemos hacer noso, exactamente?
tros? Es judía, lacaso pretende usted que nos -En un pueblecito de la Bretaña, se llama
detengan a todos? -explotó el doctor Roux, Le Val André. Y no, no le hemos avisado. 137
136 -Entonces me toca a mí. Está claro. lPue,
el del cuarto piso.
-Pues claro que sí. Cada uno debe estar de escribirme alguno de ustedes el nombre de
en su sitio, es justo -dijo el administrador con la madre de la señora Brigitte? ¿ O no lo sabe
gran convicción. nadie?
-Nosotros no tenemos la menor culpa de -Yo lo sé -respondió la señora Dubois con
que sean judíos, lno? lNo le parece? -lo reba, una triste sonrisa de circunstancias-. Me la
tió Pascal Roux ajustándose sus pequeñas encontré una vez en las escaleras y ella mis,
gafas sobre la nariz. ma se presentó, es una señora muy elegante
-Supongo qué; no. Me pregunto si esto se -escribió en una hojita el nombre y el ape,
debe considerar como una culpa... En todo llido de la madre de Brigitte y se la entregó a
caso, de seguro tiene usted razón, doctor Roux Fabien, dándole las gracias-. ¿Sabe? Es mejor
-dijo Fabien intentando ser lo más diplomáti, que le avise usted -añadió-. Usted es el admi,
co posible. Cada vez le resultaba más difícil. En nistrador y podrá redactarle un comunicado
un determinado momento la señora Dubois se oficial.
levantó y le entregó a Fabien una hoja., "Vaya consuelo para aquella mujer, vieja
-Mire, esta es la foto que el padre de la bruja", pensó Fabien. Sin embargo, como es
natural, prefirió no revelar su pensamiento:
se
niña había hecho publicar en su periódico
para encontrarla. Pobre hombre... -Es un deber, señora Dubois -dijo, y
El corazón de Fabien Durand dio un tercer marchó deprisa. Las náuseas empezaban a
vuelco. Esta vez más fuerte. Tal vez pudie, devorarlo.
ra hacer todavía algo por Brigitte. Se levan, "iEl parque Monceau! Allí fue donde la
tó deprisa al mismo tiempo que devolvía el vi. Ayer por la mañana pasé por allí y ella
periódico. estaba junto a la fuente ... Estoy seguro de
-Les ruego que me disculpen, no quisiera que era ella", se dijo el administrador recor,
dar la impresión de ser descortés, pero debo dando el recorte del periódico. Nunca había
visto a Émeline, pero por la foto reconoció los -Yo soy un amigo de.-..Émeline. A propósi,
· rasgos de Brigitte, el mismo pelo liso, sus ojos to, lcómo está su madre? Dígamelo antes de
·
redondos y curiosos. Mientras tanto se diri, que llegue la pequeña. lTiene usted noticias?
gía a pasos rápidos hacia el parque. Cuando Émeline miraba desde lejos, no había vist0
la vio eran las siete de la mañana, era posi, nunca a aquel señor.
·_ ble que hubiera dormido allí. "Era demasía, -Por desgracia, las noticias son pésimas.
do temprano para que estuviera sola en el Los han apresado a los dos. lSabe? Eran
138 '139
parque -seguía reflexionando-. No, ahora judíos...
que lo pienso no estaba sola: estaba al lado -Sí, sí, lo sé. i Asquerosos asesinos! Pobre
de un mendigo... ". Fabien recordó la escena. pequeña Émeline. lSabe usted si tiene otros
La niña se lavaba la cara salpicando al viejo, parientes? Lleva dos días aquí, pero no pue,
parecían amigos. do tenerla conmigo mucho tiempo. Este no es
"lPero cómo es que estaba allí? -se pre, su sitio. Aunque no quiero que le pase nada
guntaba mientras se dirigía a toda velocidad malo ...
hacia el parque-. Dios mío, haz que sea ella, -Tampoco yo. Debe creerme. Como le he
así habré hecho algo al menos por Brigitte... ". dicho, soy un amigo de Brigitte, su madre.
-iÉmeline! iÉtneline! -el administrador Quiero llevar a Émeline a casa de su abue, ·
empezó a llamarla, primero en voz baja, des, la en Bretaña, al parecer la situación está allí
pués más fuerte. Ella le oyó, pero tenía míe, más tranquila. Aquí está en peligro: la están
do. ¿Quién era aquel hombre? Jacques oyó buscando, sabían que la familia estaba com,
· también a Fabien, se levantó y le salió al puesta por tres personas y no se rendirán.
encuentro. -Me lo imagino, estos miserables la quieren
-i Qué diantre, no grite tanto! La gen, también a ella, lno es así? -el hombre reflexio,
te de París es curiosa, no sabía? Estos no son nó unos instantes y después prosiguió-: Que,
tiempos para ponerse a chillar por la noche. rría fiarme de usted 1 pero comprenderá que
lQuié�. es usted? -preguntó Jacques, preocu, en estos tiempos ...
pado por si era de la policía. -Escuche, es el único m.odo de dar a Éme,
-Soy un amigo de la madre de Émeline. line una posibilidad. Si yo fuera de la policía
No he podido conocer a la niña porque he no tendría ninguna necesidad de convencer,
estado varios años fuera de París -mintió el lo. lMe comprende?
hombre para no alarmar al mendigo--. Me lla, -Claro que lo comprendo. Tiene usted
mo Fabien Durand. ¿y usted? razón. Debo fiarme. Sea. iÉmeline! Ven.
-lQuién es él, Jacques? - preguntó la niña "'
mirando a Fabien.
-Es un amigo de tu mamá. Y quiere llevarte
a casa de tu abuela. lQuieres ir con ella?
-i LLa abuela Danielle? !
-Sí -respondió Fabien-. Te está esperando.
-Oh, sí. lTambién están allí papá y mamá?
Decían que querían ir allí.
140

-No lo sé, pequeña. Pero la abuela te pro,


tegerá. Vete ahora con el señor Fabien. Yo
me fío de él.
En lugar seguro
-Pero no me gusta dejarte aquí solo, Jac,
ques --dijo la niña.
-Émeline, yo no estoy nunca solo. Tengo
mis estrellas. LTe acuerdas? Y acle.más algún
día volverás a encontrarme.
-Seguro que volveré. Eres mi mejor amigo, [,
ahora eres el único amigo que tengo.
-Vete· ahora, pequeña Émeline. Fabien
tiene que irse. Brigitte y Pie�e estaban en el campo
�Sí, debemos irnos -asintió Fabien miran, de Drancy. Desde allí llevaban a los judíos
do a su alrededor por miedo a que a_lguien a Auschwitz, pero ellos no lo sabían. Un día
hubiera advertido su presencia y llamara a los recibió Brigitte una carta. Era de su adminis,
gend,;1.rmes. trador. Los nazis abrían todas las cartas, de
Érueline buscó en el bolsillo de su falda. ahí que el contenido debía tener en cuenta a
Cogió �u estrellita y se la dio a Jacques. los espías.
-A mí me ha traído suerte -'-le dijo-, aho, Fabien había escrito:
ra te toca a ti. Consérvala, por favor. De este
modo sabrás que volveré a verte. Querida señora Brigitte:
En calidad de administrador de vuestra propie,
dad debo decirle que sus postigos azules se quedarán
corno están. He convencido a los copropietarios de
en la bodega. Tenía once años y sabía bien que soldados. La redada de jydíos había terminado.
aquellos disparos habrían matado a alguien. Los alemanes se marcharon de allí, tal vez a
Pero ni siquiera tuvo tiempo para preocuparse cumplir con su deber en otra casa. Pero Dawid
por sus padres y su hermana, porque los oyó no se movió. Aún los oía caminar por las esca­
llegar. El miedo lo dejó petrificado. Echaron leras del edificio, otros disparos, otros gritos.
abajo la puerta de la bodega y lo llamaron por Después, nada. Nadie lloraba, nadie se lamen­
su nombre. "Eran precisos los alemanes, eran taba. Nadie gritaba. Silencio.
148 149
enterradores ordenados", pensó Dawid, que Dawid no salía. Recordaba la recomenda­
no perdía nunca el sentido del humor. Los ción de su padre, y esperaba. Esperó y esperó
nazis conocían a todos los componentes de la mucho tiempo. Sentía que se ahogaba, pero no
familia de la casa a la que iban a buscar a los salía. Pasaron dos noches, aunque Dawid no
judíos. Estaban jugando con él, se divertían estaba seguro. Era difícil tener conciencia del
porque estaban seguros de que lo encontra­ tiempo transcurrido en aquellas condiciones.
rían. Jugaban al gato y al ratón y, en efecto, A la mañana del tercer día oyó voces proce­
Dawid se sentía en ese momento precisamen­ dentes de la calle. Se decidió a salir: el ruido
te como un ratón. que haría se confundiría con los otros.
Sin embargo no se movió, y aunque hubiera Cuando intentó moverse sus piernas no le
querido hacerlo sus piernas estaban paraliza­ respondieron. Intentó darles un masaje, des­
das. Ni siquiera oía el sonido de su respiración, pués etnpezó a mover los dedos de los pies.
tal vez había dejado de respirar. Tal vez estaba Poco a poco su cuerpo se fue despertando.
muerto y no se había dado cuenta. Consiguió desplazar las tablas y sacó la cabeza;
Los soldados seguían llamándolo, se esta­ estaba aterrorizado por la idea de encontrar­
ban impaci�ntando. Estaban sobre Iá trampi­ se con los nazis, pero por fin se animó a subir.
lla, caminando prácticamente sobre su cabeza.
Habrían podido oír el crujido de una tabla
y comprender que allí abajo había un escondi­
te. Pero su padre había reforzado el pavimen­
to donde estaba el agujero, había realizado un
trabajo perfecto y Dawid esperaba podérselo
decir algún día.
No había tiempo para seguir buscando, el
oficial que se había quedado arriba llamó a sus
Y, en efecto, no conseguía llorar, se sen; En ese momento Dawid salió de su escondite.
tía vacío como un tronco de árbol ahuecado, -iCállate! -le ordenó-. Pueden oírte y
pero también se sentía pesado, tan pesado que volver.
ya ni siquiera se movía. lEran precisamente Cuando se recuperó del espanto, Piotr se
ellos? Tres días antes se había peleado con sintió feliz al ver a Dawid. Tal vez fueran ellos
Marja, y después habían hecho las paces rién; los únicos habitantes del edificio en aquel
152
<lose de su madre, que hacía un año que no momento.
iba a la peluquería y que con el pelo en esas í15.B
-iEntonces, estás vivo! Estaba pensando
condiciones parecía una bruja. que te habrían llevado-dijo Piotr.
-Mamá, lde verdad me has dejado solo? -Sí, estoy vivo. lCómo has hecho tú para
Se dejó caer en tierra y empezó a acariciar salvarte? lDónde están tus padres?
a su madre. Como sintió la mejilla fría y dura -Mi madre me escondió en la buhardilla,
bajo sus manos, comenzó a llorar, cada vez en el techo, y no miraron en ese sitio... Se los
más fuerte, sin poder detenerse. Aquel rostro han llevado -Piotr empezó a llorar de nuevo,
gélido era la prueba de que su madre estaba parecía inconsolable.
muerta de verdad, ya no existía. Estaba solo. Dawid estaba perdiendo la paciencia.
Habría debido marcharse como le había lQué debía hacer con Piotr? lTenía que He;
dicho su padre; sin embargo, lcómo podía várselo con él?
dejarlos? En cierto modo, si se quedaba allí, -lQué vas a hacer.ahora? -le preguntó.
era como tenerlos todavía cerca. Pero si se 1 -No lo sé -respondió Piotr. Después le
1
marchaba era como perderlos para siempre. preguntó, con ojos implorantes-: lQué vas a
Después oyó un ruido, y el instinto de 1
hacer tú? lMe puedo quedar contigo?
supervivencia fue más fuerte que todo. Dawid -Debemos intentar salir del gueto. De otro
se escondió. modo no nos salvaremos.
Entró un niño. Dawid lo reconoció: vivía -Pero lcómo lo vamos a hacer? -dijo el
en eLcuarto piso, se llamaba Pi.otr y debía tener niño más pequeño.
unos ocho años. Dawid no lo conocía gran -No lo sé. Pero ya es hora de que nos vaya;
cosa, era muy pequeño para él. Y además, llo; mos. Tú sígueme y no digas ni una sola pala;
raba demasiado para su gusto. bra, llo has comprendido?
En efecto, el niño empezó a llorar fuerte -Puedes estar tranquilo, seré mudo.
cuando vio a la madre, al padre y a la herma; Dawid besó a sus padres y a su hermana
na de Dawid. Marja, tomó su abrigo para él y le dio una de
sus chaquetas al otro niño: no podían arríes,
garse a volver a casa de Piotr, era mejor pasar
�-

un poco de frío que tener algún encuentro


desagradable. Dawid buscó a continuación el
violín y lo puso en el estuche negro que había
dejado dentro del armario.
-lPor qué te lo llevas? -preguntó extrañado
Piotr señalando el violín.
154

-No voy a ninguna parte sin él-le respon,


dió Dawid. El· extraño cortejo de los músicos

Emplearon media hora para llegar al


rellano del tercer piso. Lo hacían todo len,
tamente;. mirando siempre hacia atrás. Piotr
resultó más despierto de lo que Dawid hubiera
imaginado. Fue una suerte.
Ya estaban fuera, pero lqué iban a hacer
ahora? Era por la mañana y por el guet9 cir,
culaba toda clase de personas, casi todas
enfermas: las condiciones de vida eran
ahora insoportables. No había nada para
comer, los pobres morían de hambre sin
que nadie se diera cuenta. En aquel infier,
no todo se había vuelto normal, hasta la
desesperación.
. i
hacía mucho tiempo, muy fiel a Hitler. Este ! tuberculosis o de tifus q,J,,1.e pedían limosna, los
intelectual había expresado su deseo de que, militares no gritaban a los transeúntes ni les
en su funeral, un coro de niños cantara can, disparaban solo para divertirse.
ciones tradicionales polacas; por eso los ale, Los soldados nazis hablaban aquí y allá
manes habían reclutado a los jóvenes músicos con las personas y parecían amables. Fue,
del gueto. Tocios ellos mano de obra de costo .ra del gueto la gente reía, había un mercado
cero. Hacían lo mismo con cualquier trabajo con mucha fruta, verdura y especies de colo, 159
158
que hubiera que hacer en la ciudad. res, collares y ropa. Y se oía la música proce,
No, Dawid no tocaría en el funeral de un dente de los bares y de los restaurantes. Sí,
nazi; él hubiera deseado tocar aquel día el había aún restaurantes donde la gente iba a
violín para su padre, su madre y su herma, celebrar los cumpleaños; todavía había gen,
na. Habría querido tocar para expresar con te feliz, había hombres, mujeres y niños, fue,
la música el dolor que le oprimía el estómago ra del gueto. En este último solo había judíos.
y el pecho. Contar con el violín los días que Hediondos, llenos de piojos, sucios y enfer,
habían pasado juntos, la armonía y el amor mos. Y cada vez más pobres, porque día tras
que los mantenía unidos. día les iban quitando todo.
Dawid y Piotr estaban en la fila. Sin dejar Las plazas estaban llenas de gente y las
de mirarse, tenían un ojo puesto en el guardia tiendas permanecían abiertas. Y en los patios
alemán que estaba detrás de ellos vigilando de las casas la gente se asomaba a las ven,
aquel extraño cortejo. tanas para tender la ropa. Dawid se había
En un determinado momento salieron del olvidado ya de lo que era vivir de manera
gueto y dejaron a sus espaldas el largo muro normal: hacía tres años que no veía nada
que habían. construido los alemanes para como esto. Él había dejado de ser niño a la
encerrar a los judíos, indignos, según ellos, de edad de ocho año�. Ni siquiera había podi,
convivir con los de raza aria. do asistir a la escuela de violín. Fue su padre
Una vez fuera del gueto, la vida empezó a dis, quien le enseñó. Era médico, aunque en rea,
curri� de nuevo ante sus ojos precisamente tal lidad le hubiera gustado ser músico; había
como la habían dejado tres años antes. Al otro estudiado en el conservatorio; pero, más tar,
lado del muro, por consiguiente, la gente no de, sus padres, y sobre todo su padre, médi,
pasaba hambre ni frío, no había cadáveres por el co de renombre, quisieron que continuara
suelo, no había soldados nazis en cada portal, la tradición de la familia. Ya no quedaban
no había enjambres de mendigos enfermos de escuelas en el gueto.
Según decían los alemanes, los judíos eran -Puedes estar tranqµilo, Piotr, el alemán
animales. No tenían derecho a la educación. no se ha dado cuenta de nada, ni tampoco los
Era algo inútil para ellos. otros niños.
· Dawid miró a Piotr: él había dejado de _¿y qué vamos a hacer ahora?
ser niño cuando solo tenía cinco años. Por el -Vamos a quedarnos un poco aquí, por
modo en que miraba a su alrededor, con la seguridad; después nos iremos a buscar al ami,
boca abierta por la sorpresa, se hubiera dicho go de mi padre que vive en la calle Wawelska. n161
160
que no recordaba una vida diferente de la del -lSabes dónde se encuentra? lYa has esta,
gueto. Pobre Piotr. Era el primer sentimiento do allí?
de ternura que experimentaba hacia su com, -No, pero la encontraré, no te preocupes,
pañero de viaje, al que había encontrado un Piotr. Está junto a un gran parque. Te lle,
poco por casualidad. vo al parque, lno estás contento? Después de
De repente, el soldado de guardia que iba todo eres un niño, lno? -le dijo con sufí.cien,
al final del cortejo se distrajo con una mucha, da, dándole a entender que ya era hora de
cha que le había pedido una información en callar.
alemán. Salieron antes de que se hiciera de noche.
Dawid miró a su alrededor: vio un portal No sabían si había también allí toque de que,
abierto. da, todavía estaban cerca del largo muro que
El cortejo de los niños músicos giró hacia dividía la ciudad en dos. Aunque el gueto y su
una calle secundaria mientras el solda, vida de miseria, en poder de los esbirros ale,
do seguía hablando con la muchacha, que manes, parecían muy lejos de allí. Dawid se
caminaba junto a él, y él parecía -r;o tener acordó de las palabras de su padre y antes de
ojos más que para ella. Era una ocasión que salir se quitó del brazo la franja con la estrella
no podían perder: Dawid asió a Piotr por un amarilla e hizo lo mismo con Piotr.
brazo y se quedó atrás. Un segundo después, Ya sin la estrella, nadie podría decir que
los dgs niños se habían metido en el portal. eran judíos. Solo eran dos niños polacos.
_¿y si nos descubren? -susurró. Piotr, Dawid empezó a preguntar dónde estaba la
muerto de miedo. calle Wawelska y todos le respondían con
Dawid se sentía mayor, sabía que tenía en amabilidad. Quién sabe cómo habrían reac,
sus manos las riendas de la situación y debía donado los polacos de raza aria si hubieran
mostrar seguridad para in.fundir valor a su llevado la estrella amarilla en el brazo, pero
pequeño amigo. no podía someterlos a prueba.
Pasaron junto a un mercado; los campe,
sinos estaban cerrando los puestos dé fruta

y verdura y se marcharían pronto. El ham,


bre que tenían los niños era ahora demasía,
do grande. Ni Dawid ni Piotr se sostenían ya
sobre las piernas. Los dos niños vieron a algu,
nas personas que recogían lo que los campe,
sinos dejaban; se acercaron y empezaron ellos
162

también a rebuscar entre los restos del merca,


do, intentando no molestar a los que habían
llegado antes que ellos. Hicieron una reser,
La mujer de Jan Posnan
va de víveres con todo lo que encontraron y
después se instalaron en un rincón a comer:
manzanas, zanahmias, patatas, de todo. Poco
a poco fueron recuperando fuerzas.
Una hora después, Dawid decidió que ya
era tiempo de ponerse otra vez en marcha.
Los dos niños recorrieron muchas calles
desconócidas. Dawid caminaba estrechando su
�¡
violín; no lo habría dejado nunca por nada
del mundo, era lo único que lo unfa aún a
su padre y a su madre. Se lo habían regala,
do ellos cuatro años antes para sü cumplea,
ños. No hubieran podido hacerle un regalo
más hermoso. Desde aquel día no lo había
abandonado nunca: adonde iba Dawid allí
iba también su estuche negro, que se volvía
cada vez más pequeño a medida que el niño
iba creciendo. Se trataba de un violín de gran
valor: su padre había elegido el mejor para él,
aun a costa de darle una buena acometida a
los ahorros de la familia.
dejar descansar la voz, Dawid se divertía más el pequeño Piotr se desmayó

mientras can-
porque no se veía obligado a tocar aquellas taba. El hambre, el frío y, probablemente, la
insulsas cancioncillas polacas que se escucha-· fiebre lo habían extenuado en aquellos días
ban en los restaurantes para turistas, en vez cada vez más duros.
de la música que les gustaba a él y a su padre. Mientras tanto se había detenido un gru-
Sobre todo Chopin. Cuando tocaba Dawid, el pito de personas para preguntarle a Dawid si
violín y él se fundían en un solo corazón, en · necesitaba ayuda para el niño, que suponían
170 171
un único sonido. su hermano. Entonces oyó a una mujer que
Estaba empezando a anochecer y las per­ decía en voz alta:
sonas se iban marchando del parque; los dos -Pero leres tú? ilEres tú precisamente?!
niños necesitaban dormir. El cansancio los El chico se volvió y vio una cabeza rubia.
había asaltado de improviso y en cuanto se Una figura delgada y menuda le salía al
tendieron se durmieron. Habían encontra­ encuentro con el rostro preocupado.
do junto al parque un local abandonado que -Dawid, pero les verdad que no te acuer­
debía haber sido un pequeño restaurante. das de mí?
Todavía estaba limpio y había agua, por lo Pues claro, ahora caía en la cuenta de
que los dos niños' dormían allí y por la maña­ quién era la muchacha. Era la niñera, la tier­
na podían lavarse. Una verdadera suerte, · na y joven Tereza que había estado durante
según Dawid; una pocilga llena de pulgas, un año· con su familia. Tereza. Cuando_ llegó,
según Piotr. · en 1938, tenía solo diecinueve años y, más
En efecto, tras una semana de aquella vida que una niñera, había sido para Dawid y para
los dos chicos habían adelgazado rp.ucho, Marja una compañera de juegos y una precio­
estaban flacos y apagados. Las monedas que sa confidente.
recogían en el gorro que había pertenecido Sin embargo, Tereza era católica y, para
a Jan Posnan eran cada vez menos. Sucedía los nazis, era inmoral que una persona de raza
que las personas que pasaban por el parque aria sirviera en una casa de parásitos de raza
eran á. menudo las mismas y sus dúos ya no judía. Tuvo que marcharse, y Dawid se acor­
representaban una novedad. Hasta su reper­ daba todavía de su llanto el día en que tuvie­
torio se había vuelto repetitivo. Los primeros ron que despedirse.
días llegaron a llenar el gorro, pero una sema­ Teresa se reveló también muy práctica.
na después las monedas se contaban con los Antes de seguir hablando con Dawid se incli­
dedos de una mano. Tenían hambre. Un día nó sobre el pequeño Piotr y empezó a frotarle
las manos heladas, después sacó algo del pan
11 la costura, me he cop_vertido en una buena
111
que llevaba en la bolsa, todavía caliente, y se modista ... Con todo, debemos estar atentos.
lo pasó por debajo de la nariz. Piotr se reani,
, Será preciso inventar una historia para 1os
mó. Estaba hambriento, tomó el pan y empe, vecinos, gente curiosa, y tú sabes que Varso,
zó a morderlo con ardor. via está llena de espías de los alemanes... Rrn
T ereza le dio también a Dawid; mientras, mi casa pasa mucha gente para que les tome
Piotr se iba recuperando y los transeúntes las medidas de la ropa...
172 :!t:73
curiosos acabaron por alejarse, con lo cual se -Gracias, Tereza, eres muy buena, así pre,
quedaron solos.. 1
cisamente era como te recordaba -susurró
T ereza hizo que Piotr se sentara en un ·I Dawid-. También nosotros sabemos que es
banco con otro trozo de pan. Le dijo que lo preciso estar muy atentos. Hasta nos hemos
comiera despacio, porque le podía hacer daño cambiado de nombre: ahora nos llamamos
si llevaba ya tantos día de ayuno. Teodor y Gustaw, aunque él se llama en rea­
t -Querido Dawid -dijo Tereza tomándolo lidad Piotr.
!i
�. J
de las manos-, estoy contenta de verte, pero -Está bien -concluyó la mucha.cha-, pro,
¡,·J
tengo miedo de preguntarte por qué estás
aquí solo. l cederemos así. Diremos que son sobrinos,
1 •
nietos de esta tía mía, que me ha dejado en
Dawid empezó el relato. Y con Tereza no 1 herencia la renta y... también a ustedes dos.
se retuvo, lloró como un niño pequeño, hasta Diremos que son hermanos, hijos de una pri,
tal punto que Piotr, al oírlo sollozar, empezó a ma de ella. Diré que en el testamento de la tía
hacerlo él también, en silencio. había una cláusula que yo he aceptado: si el
También Tereza lloraba, y cuando p_aró no padre de ustedes muriera, sería yo quien me
se le borró la tristeza de los ojos. ocuparía de cuidarlos, porque no tienen otros.
-Dios los castigará por lo que están hacien, : parientes vivos. Su madre ha muerto hace ya
do, son unos malvados, y quiero creer que no muchos años. lEstá todo claro, Dawid?
habrá perdón para tanta maldad -comen, T ereza había tenido siempre una fanta,
'· tó Tereza con ímpetu-. No pueden seguir sía febril. Inventaba cuentos bellísimos cada
viviendo de este modo -le dijo por 'fin a noche para acostar a Dawid y a Marja.
Dawid-. Van a venir conmigo, he recibí, -Está clarísimo. Yo se lo explicaré a Piotr,
do una pequeña herencia de una tía mía y puedes estar tranquila. No sé cómo darte las
he podido comprar una casi.ta aquí cerca. Ya gracias... Te arriesgas mucho, los nazis no tie,
no trabajo de criada, sino que me arreglo con nen piedad con los que ayudan a los judíos.
,'
il!
1'
:¡< i

f
Se reían también un montón, porque Tere, A esas preguntas tan difíciles respondía
¡,
¡
za tenía sentido del humor y contaba siempre siempre Tereza, que no los dejaba nunca solos
11 cosas divertidas. Así, cuando las señoras que con nadie. Y mucho menos con Zofia,
1;ff,
ñu venían a probarse la ropa se marchaban, Tere, Esto irritaba a la vieja señora.
¡� za empezaba a imitarlas, y se reía de su modo -Sin embargo, jovencito, me parece que te
k' de comportarse o de su actitud de gran dama. he visto antes en alguna parte. lNo eres tú
t
it,',
Les contaba a Piotr y a Dawid la vida de las el que tocaba el violín en los restaurantes de
176 177
señoras que pasaban por su taller, y a veces se
t{t
¡: Varsovia?
\i,
mostraba verdaderamente despiadada. -Noooo, lestá de broma, señora Zofia? -dijo
Í1¡: Era este un aspecto de Tereza que Dawid Teresa estremeciéndose-. El padre de Teodor

j¡;
1¡ no conocía precisamente, pero no le disgus, no lo habría permitido nunca. Era un cultor de
�¡
'.Ji\
taba, porque aquellas risas lo ponían de buen la música clásica, conocía a todos los autores
y toda la música europea. Quería que Teodor
l!
humor.
t, Un día sonó el timbre, pero no era una se convirtiera en un músico de verdad, no de
i:
!;,

de las acostumbradas clientas de Tereza. Era esos que tocan para los turistas...
i�


,
t
una vecina, anciana y con unas gafas peque, -lDe verdad? ¿y cuál es tu compositor
ñas con vidrios muy gruesos. Tereza la tra,

r favorito? Pero Teresa, querida, deja respon,


taba con gran ama bilidad; sin embargo, la der a J'eodor.
; I,

l
¡ vieja no le gustaba nada a Dawid. Era dema, -Me gusta Chopin, señora -respondió
siado curiosa, preguntaba siempre muchas Dawíd con frialdad.
cosas sobre él y sobre Piotr. Y cuando Tereza -Oh, Chopin, óptima elecdón, muchacho
le explicaba la situación, los miraba cqn aire -comentó la vieja con una sonrisa.
escéptico. Sin embargo, a Dawid seguía sin gustarle
Aquel día la señora Zofia fue a llamar con la vieja, la encontraba falsa y afectada.
la excusa de que le faltaba azúcar para una -lY a tu hermanito? lTambién a ti te gusta·
tarta. _pawid estaba seguro de que la vieja la música, Gustaw?
había venido para curiosear y porque quería -Sí, señora -respondió él.
descubrir quién sabe qué secreto. -lY tu padre quería que te convirtieras en
-Así _pues, jovencito -le dijo la mujer a cantante?
Dawid-, sé que has tomado clases de violín, -Oh, no -respondió Piotr sin pensarlo-.
porque te oigo tocar de vez en cuando. lDón, Era mi madre quien lo quería. i Mi padre odia�
de has aprendido? ba la música!
'

,.l
,1
'f
\f/l I
¡

/1
¡:

,/ Fue un error imperdonable, un error que Tereza había déj ado bien a
la vis ta un
la señora Zafia no dejó esca¡:ar. Estaba cla� retrato de ella con la familia
5
de Dawid, que
ro que aquellos dos no eran hijos del mis� había sido tomado en 1938.
mo hombre. T ereza intentó desdramatízar la La foto se había hecho duran
te una comí�
situación y Gustaw dijo que se habí� equivo� da. Era una imagen alegre. Da
wid se acorda�
¡.
i'
cado. Dawid escrutaba a la vieja e intuía que ba de que la había encargado
hacer su padre
su cerebro, por muy pequeño que fuera, se
l: 178 para Tereza; era su manera de
hacerla sentir
f, había puesto ahora en movimiento. parte de la familia. 179
!•'I En efecto, volvió a la tarde siguiente. Dawid estaba más pequeño,
pero se lo
Esta vez su presencia también puso nervio� podía reconocer. Como es na
tural, no esta�
sa a T ereza, pero no podía evitar que entra� ba Piotr.
!!'¡t·:
ra. Sobre todo ahora que tenía dudas sobre la Tereza emitió un grito. Se llevó
la mano a
l· procedencia de los niños. la boca como para contenerse
jf¡ , pero ahora ya
�1'i Aquella tarde Zafia Cygan se mostraba era tarde.
:�
ff¡¡ , intranquila, parecía buscar algo ep. casa de Tere� Se acordó de que le había conf
; iádo a la vieja
f¡ za. Con diferentes excusas entraba en todas las Zafia, cuando empezó a vivir
"hli
1 • en aquella casa,
,j habitaciones. En un determinado momento que había estado trabajando
para una fami�
pidió ir al baño y, como tardaba en volver, lía de_ personas judías, a las qu
e había cobra�
Tereza y Dawid fueron a ver. do un gran afecto. Se acordó
de haber hecho
La encontraron en la habitación de Tere� comentarios delante de ella sob
re la injusticia
za. Había entrado en ella sin pedir permiso y de la guerra y de la invasión ale
mana.
estaba mirando una foto que había sobre la Era probable que la señora Zo
fia lo hubiera
mesita de noche. En cuanto vio a la mucha� comprendido ahora todo.
cha, la dejó. Dawid y Tereza se miraron. No
sabían qué
-Oh, querida -se justificó en tono de hacer. Intentaron conservar la
calma y reflexio�
lamento-, espero que sepas perdonarme, soy nar. No estaban seguros de
que Zqfia lo
tan vieja y estoy tan sola que me gust:an las hubiera comprendido realmen
te. En el 'fot:1do,
fotos en las que las personas que se quieren tenía más de setenta y cinco
años, y en algú�
están juntas. nas ocasiones también le fallab
a la memoria.
En cuanto la vieja se marchó, Tereza y Y1 en definitiva, ¿ por qué ha
bría de den un�
Dawid fueron a mirar las fotos que había en la ciarlos? Tal vez pudieran int
entar hablarle.
mesita de noche. Tereza estaba convencida de
que, si hubiera
7
i

1/'i'
'.l l.
.,

,i,
¡\!
'1
/
j
l•

sabido la verdad, la señora habría compren, Pero de todos mod.Qs a usted


ya no le va a
dido ... Dawid dijo que, por seguridad, quizá servir. .. Afortunadamente, tie
ne usted unos
sería mejor que él y Piotr se marcharan algún vecinos atentos que sabían
a lo que se expo�
tiempo, a fin de no hacerle correr riesgos a nían si hubieran mantenido oc
ulta la presen,
' Tereza. cia de dos judíos, y ellos nos
¡1_'1
a han dado aviso.
Estaban indecisos. La generosidad de Tere, Han sido verdaderos aliados
. Prepare una
za y su incurable optimismo la inducían a creer maleta, los tres van a venir co
180 n nosotros.
que la señora no había estado espiando. Y, Al salir, Dawid miró hacia la 181
puerta de
de todos modos; quedaba tiempo para tomar Zofia Cygan. No estaba abier
ta, pero le pare�
ª�¡
!f.i'
una decisión.
Sin embargo, no. Ya no quedaba tiempo.
ció ver en la mirilla los ojos pr
de grandes vidrios que los mi
ovistos de gafas
raban salir con
!J Media hora más tarde la Gestapo estaba lla, satisfacción. La vieja señor
a debía encon�

Inhl.
fl, trarse mejor después de habe
mando a la puerta de Tereza. Llamaron de r actuado como
-�mt_•!
¡11 una manera amable, porque, después de todo, espía. Se sentía por fin en pa
z con su con�
se trataba de una persona de raza aria, aun, ciencia; había impedido una
probable repre�
m: que estuviera esc9ndiendo a dos judíos. .. salia contra todos los vecinos

1
si los alemanes
Tereza estaba esperando a una clienta hubieran descubierto que se
i /i
escondían en el

f, y pensó que tal vez había llegado con cinco edificio dos niños judíos. Los
nazis eran muy
i( minutos. de anticipación. bueno; en el arte de- hacer qu
e los dudada�
-Esta es la señora a la que estaba espetan, nos se sintieran a salvo ejerci
tando su propia
do, Dawid. Me daré prisa con ella y después mezquindad.
decidiremos lo que vamos a hacer. Dawid salió, junto con Piotr y
con Tereza;
Se encontró ante dos hombres vestidos de con su fardo negro a las espald
as.
negro. Hablaban polaco con acento alemán.
Vieron enseguida a los dos niños.
-Usted está manchada por una infamia,
señora, lástima. En vez de decimos q�e dos
parásitos judíos habían huido del gueto, los
ha escondido en su casa. lSabe que son por,
tadores de enfermedades? Tifus y tuberculo,
sis, por no hablar de los piojos y de las pulgas.
Ahora tendremos que desinfectar su casa.

También podría gustarte