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Pesadilla Mortal

El cansancio abunda, la mirada caída, sesenta y nueve parpadeos por minuto, mi conciencia
dice; déjate ir pero mis manos aun sostienen aquel aparato electrónico; los dedos se mueven
sin parar y de repente no veo más.

No había sido un buen día, problema va problema viene, la cotidianidad hacia efecto y la
preocupación no me dejaba concentrar, caminaba por la calles con la mente desordenada, el
ruido imparable y uno que otro personaje molestando sin saber por lo que estaba pasando,
la falta de empleo, el vaivén de los servicios luz, gas, agua etc. El mercado escaseaba
mientras el hambre crecía, sin harapos nuevos que estrenar y electrodomésticos por tirar,
tan solo un poco de mi triste realidad.

Me encontraba parado en un lugar, quien sabe dónde con tres personas más, uno tirado en
el suelo se estaba ahogando, parecía un pez recién sacado del agua, sentía que tenía los
conocimientos para actuar, pero mi cuerpo ni se movía, estaba congelado y mi lengua igual.
El cielo era sangriento y a nuestro alrededor la nada, un desierto nos rodeaba, únicamente
solo uno se arrodillo y mientras; mantenía su cabeza semi levantada, gritaba y lloraba.
Desaparecí.

Ahora una habitación, sus cuatro paredes todas blancas, menos el inferior que era negro
como los trajes de todos los presentes muy elegantes y relucientes, era acaso, esto un
matrimonio o quizás una fiesta de la alta, llegaron los abrazos en fila una tras de otro y
puedo apostar que se sentía muy bien, tenía la atención de todos, pero no era yo el novio
pues ni acompañado estaba, regalos no habían nadie me felicitaba, solo veía un nuevo par
de brazos cada dos segundos acompañado de una leve palmada en la espalda, sus caras
invisibles a nadie distinguí, camine un poco y un par de gotas cayeron sobre mi cara, ahora
el techo estaría agrietado.

Alzo la mirada y un cristal resplandeciente separaba mis ojos de los suyos, muy elegante
estaba, con los brazos un poco entre cruzados, estaba muy perfecto como recién arreglado,
con su escaso cabello le sentaba el peinado, su pecho no se movía, levanto aquella
puertecilla lo toco y frio esta, ahora puedo ver; llanto en los ojos de todos, con la misma
atención en mí unos se tapaban la boca, otros se arrodillaban al punto de un desmayo, se
desborda un cascada de este par de ojos, mis manos temblorosas, taticardia, el aire me
faltaba y un sentimiento inexplicable, perdí el conocimiento .

Todo oscuro, el rostro húmedo, la sabana en el suelo me quedo pensativo, comprendiendo


la realidad del momento ahora sin querer volver.

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