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Mi Autobiografía

Nací el 29 de abril del 2003 en Tuluá, Valle del Cauca, fui el primogénito de mis padres, y
emergí de mi madre, pequeño y delicado. Vine a este mundo en la fecha estimada, teniendo
algunos percances, pero nada destacable. Mi infancia, fue algo normal, siendo muy querido
entre la familia, tuve muchos regalos de parte de tíos, abuelos, primos etc. Sin embargo, como
vivía lejos de la mayoría de la familia, (en Sevilla, ya que mi papá vivía ahí) las reuniones y
eventos no eran tan comunes. Mi papá, era sonidista, maneja la logística de eventos musicales,
además tenía una gran ferretería, la cual sé llamada “la casa del vidrio” conocida por la
mayoría del pueblo. En esta ferretería, fue donde encontré la afición que me marcaría, el
destruir cosas para crear nuevas.

Siendo un niño, mis juguetes eran mi principal medio de entretenimiento, no para jugar con
ellos, sino para armar nuevos, pintándolos pegándolos, rearmándolos o reparándolos, sin
embargo, dejaron de dármelos con tanta frecuencia, ya que mis familiares solo veían que los
dañaba. Cuando cumplí 6 años mis padres decidieron tener otro hijo, mi hermano, un niño
regordete desde nacimiento, muy ruidoso, pero tierno, no obstante, al año y medio de haber
tenido a mi hermano, decidieron separase, gracias a que no se soportaban el uno al otro, por
sus constantes discusiones, problemas económicos, mal humor etc. Al darme cuenta de esto,
les suplique con toda el alma, para que no se separasen, sin embargo, la decisión ya estaba
tomada, y así terminé yéndome con mi madre y mi hermano a la casa de mis abuelos en
Bugalagrande, lugar en donde viviría gran parte de mi niñez.

Una vez en Bugalagrande, me recibieron con muchísimo amor, generosidad, y todo el aprecio
que unos abuelos le pueden dar a sus nietos. Cursé toda mi primaria en una escuela pública de
la zona, llamada La María Inmaculada, ya que mi mama aún no tenia los ingresos para darme
una mejor educación a mí y a mi hermano, pero de todas formas fue divertida y provechosa,
además de que, en esta época, conocí el mundo de los deportes y de las asociaciones, ya que
en el pueblo había disponibles, no solo gratuitas, sino también, que podía participar
representando al pueblo. Me volví Boy Scout e hice diferentes actividades como acampar y
viajar a otros centros de entrenamiento como en Buga o Pereira, también practiqué natación y
baloncesto y haciendo un énfasis en el último, hice parte del equipo juvenil de baloncesto de
Bugalagrande enfrentándonos contra Yotoco, Andalucía, Cali, Buga, Pereira, Tuluá, palmira, y
muchos más. Cuando empecé la secundaria me cambiaron a una escuela privada, ya que mi
madre ya se podía dar el lujo de pagarla. Este colegio se llamaba Antonio José González, un
colegio muy pequeño, tan pequeño, como una casa medianamente grande, sin embargo, pese
a sus instalaciones, sus profesores eran los mejores. Este colegio era el mejor de todo el
pueblo, en cuanto a promedios académicos y calidad de docencia, además de las ingeniosas
metodologías para realizar actividades lúdicas y demás. Estudié en Bugalagrande mi
secundaria hasta noveno, gozando de los privilegios de vivir en un pueblo, realizando deportes,
y de vez en cuando saliendo con mis amigos a disfrutar, sin embargo una vez llegado a décimo
me mudé a Cali, y entre al colegio Liceo Pichincha, un colegio enorme, en comparación a mi
anterior colegio, muy lindo y con buenas instalaciones, ubicado en el batallón militar
Pichincha, para dar un estudio accesible a los hijos de militares, y gracias a un tratado, pude
aprovechar esta oportunidad junto a mi hermano, ya que mi abuelo era militar.

En este colegio termine mi secundaria, teniendo mi primer gran desamor, conociendo a mucha
gente que considero muy buenos amigos y también conociendo a mi actual novia, además de
que gracias a que entré al mejor salón del colegio, siendo el mejor académicamente, el más
abierto ideológicamente, honesto e influenciador del colegio, tuve un gran desarrollo en mi
personalidad, en mi forma de actuar y de pensar. Habiendo iniciado unce, empezó la
pandemia, lo que impidió disfrutar del sentimiento de ser el grado 11, el ultimo grado del
colegio y concientizar se que el colegio ya estaba por acabarse para nosotros, esto genero una
gran infelicidad y frustración, ya que tuve que cursar prácticamente todo el año en virtualidad.

No obstante, cuando terminé 11, empezó la búsqueda de una universidad, ya que tenía claro
que quería estudiar (ingeniería electrónica) sin embargo frente a distintas adversidades
terminé eligiendo Ingeniería Informática o en sistemas ya que tengo cierto apego hacia la
computación. Elegí la UAO gracias a un convenio que tiene con mi último colegio, además de
que destaca en cuanto a sus ingenierías. Y así es lo que he vivido, hasta el día de hoy.

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