Cristologia en 1 Juan PDF

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CRISTOLOGÍA EN 1 JUAN

Introducción
La primera carta de Juan al igual que toda la Biblia esta centrada en Jesucristo el hijo
unigénito de Dios. En ella podemos conocer mucho del carácter divino de Cristo. Sin
embargo, aun existen grupos que discuten si Cristo es Dios o no. Evidentemente los grupos
que niegan la deidad de Cristo pasan por alto lo que Juan nos dice en sus epístolas y lo que la
Biblia en su panorama general también dice acerca de Él. El apóstol Juan los describe como
herejes. Juan dice también que aquellos que no confiesen que Cristo viene de Dios poseen el
espíritu del anticristo (1Jn 4:3b) así como también poseen espíritu de error (1Jn 4:6b). Los
grupos detractores afirman que Jesús es simplemente creación de Dios. Que el no es Dios.
Que Cristo al ser creado por Dios esta subordinado a Él.
Estas afirmaciones comenzaron con Arrio (¿250-336?) y fueron discutidas en el
Concilio de Nicea en el año 325 d.C. donde fueron declaradas como herejías. Aun cuando
fue exonerado en el año 335 en el concilio de Tiro, tras su muerte en el concilio de
Constantinopla en el año 381 Arrio fue declarado anatema. Tristemente la doctrina arriana
tuvo eco en la historia y aun perdura en algunas sectas como los mormones y los testigos de
Jehová, quienes no creen que Jesucristo es Dios. Además que afirman que Jesús no ha
existido desde siempre.
Esta serie de artículos tiene como fin exponer los atributos de Cristo semejantes a los
atributos de Dios, pues, es Dios. Nuestra base de exposición será la primera epístola de Juan.
Veremos de Cristo su eternidad, su santidad, su fidelidad, su justicia, y su naturaleza divina.
Además veremos lo que Juan nos dice sobre su encarnación, su obra redentora, la centralidad
del Evangelio que existe en Él y sobre los mandatos que pidió que sus seguidores debían
seguir. Finalmente mostraremos como en la epístola queda manifiesto que Jesús es Dios.

CRISTO ES ETERNO
De la misma forma que lo hace en el Evangelio que lleva su nombre, Juan comienza la
primera epístola hablando sobre la eternidad de Jesús. En 1:1-2 dice:
Lo que era desde el principio, lo que hemos oído, lo que hemos visto con nuestros ojos, lo que
hemos contemplado, y palparon nuestras manos tocante al Verbo de vida (porque la vida fue
manifestada, y la hemos visto, y testificamos, y os anunciamos la vida eterna, la cual estaba con
el Padre, y se nos manifestó);

Empecemos por responder la pregunta ¿A qué se refiere Juan cuando dice lo que era
desde el principio? Según Alfred Tuggy la palabra griega de la cual es traducido principio es arcé
y significa, lo que es primero, fuente de origen, punto de partida, soberanía. Desde la
concepción filosófica, esta palabra es un nuevo inicio en una secuencia temporal. Se usa para
describir el material primario del cual evoluciona todo, concepto similar expresa Juan al
decir: Todas las cosas por él fueron hechas, y sin Él nada de lo que ha sido hecho, fue hecho (Jn 1:3).
El apóstol Pablo también escribió: porque en Él fueron creadas todas las cosas, las que hay en los
cielos y las que hay en la tierra, visibles e invisibles; sean tronos, sean dominios, sean principados, sean
potestades; todo fue creado por medio de Él y para Él (Col. 1:16).
En la LXX este concepto se relaciona con tiempo primigenio. Entonces el Verbo, es
decir Cristo, ha existido exactamente como Dios lo ha hecho. Cristo se hizo perceptible a los
discípulos pero es eternamente preexistente, ya que es Dios mismo quien aquí se da a
nosotros. Antes de la creación de todo el mundo, y todo cuanto conocemos Cristo ya existía.
Juan también escribió: en el principio ya existía el Verbo, y el verbo estaba con Dios, y el verbo era
Dios. Él estaba con Dios en el principio (Jn 1:1-2 NVI). Concluimos diciendo, que sí aceptamos
que toda la Biblia es inspirada por Dios en la epístola de Juan las evidencias respecto a la
preexistencia de Cristo son irrefutables.

CRISTO ES LA FUENTE DE LA VIDA ETERNA


Hemos visto que Jesús preexistía antes de todo lo que conocemos, es decir antes de la
creación. Una evidencia que Jesús es eterno. Ahora, es necesario decir que Cristo no
solamente es eterno sino que además Él es la fuente de la vida eterna. En 2:25 dice: Y esta es
la promesa que Él nos hizo, la vida eterna.
En los versos anteriores esta afirmación nos dice que Jesús promete la vida eterna a
aquellos que celosamente guardan las palabras de Cristo. De hacerlo así permanecerán en
Cristo, y también en el Padre. Ahora, para permanecer en Él hay que ser parte de la familia
de Dios. En otras palabras la fe en Jesucristo es la llave que abre la puerta para una vida de
eternidad con Él. En el contexto inmediato al pasaje, la epístola dice que en Jesús no hay
mentira, que Él es la luz y por tanto no hay tinieblas en Él. Al pensar que en Jesús hay vida
eterna porque lo ha prometido podemos tener la certeza y la garantía que así es. Él lo
prometió y así será. El apóstol Juan puede afirmar tal promesa porque él estuvo presente en
el momento que lo dijo. Sumado a esto, la manifestación o la prueba que Dios nos da
respecto a que hay vida eterna es Jesucristo en 5:11, Juan nos dice:
Y el testimonio es éste: que Dios nos ha dado vida eterna, y esa vida está en su Hijo, el que
tiene al Hijo, tiene la vida; el que no tiene al Hijo de Dios, no tiene la vida (NVI).

Cristo mismo es la señal indiscutible que existe vida eterna. Que ha existido, que
todo fue creado por Él y además Él puede dar vida, porque todas las cosas subsisten por su
causa (Jn 1:3). Juan sigue diciendo que todo aquel ser humano que ponga su fe en el Hijo
recibe departe de Dios vida eterna porque la vida eterna procede de Jesús. Aquellos que no
son reconocidos por Dios como hijos no tienen la vida eterna. Por mas que crean conocerlo,
y saber algo sobre Él no tienen la vida eterna. Porque la fuente eterna de la vida es Jesús.
Sume a esto que Jesús nos revela al Padre, nos da entendimiento para que conozcamos al Dios
verdadero. Y estamos con el verdadero –afirma Juan– con su Hijo Jesucristo. Éste es el Dios verdadero y
la vida eterna (1Jn 5:20 NVI). ¡Oh que gran verdad! Jesús es Dios verdadero, Jesús es eterno, y
Jesús es la vida eterna. Cierro con uno de mis pasajes favoritos para apuntalar esta gran
verdad Juan escribió: y esta es la vida eterna: que te conozcan a ti, el único Dios verdadero, y a
Jesucristo a quien, has envidado (Juan 17:3).

Aplicación:
Tras esta primera evidencia sobre la eternidad de Jesús, mi deseo es que: si tu querido lector,
aun no has reconocido a Jesucristo como Señor de tu vida y aun no es Él tu salvador, este día
reconozcas tu necesidad de perdón de pecados. Que en este día puedas reconocer que sin Él
estas encaminándote a tener otra clase de vida eterna, de dolor, de sufrimiento. Sin Cristo
nuestro destino final será lamentable. Mi deseo es que ese no sea tu destino final, al
contrario, al igual que Dios mi deseo es que vengas a vida eterna con Cristo. Deseo que
examines tu vida y pienses en cuanto puedes perder si Cristo no mora en ti. Si tienes dudas al
respecto escríbeme o déjame un comentario.
Transición
En la sección anterior mostramos una de las evidencias mas contundentes que anulan
la idea Arriana sobre que Cristo no es Dios. Vimos como el apóstol Juan muestra la
eternidad y la preexistencia de Jesucristo tal como Dios. Además pudimos ver que Cristo no
solamente es eterno sino que además tiene la potestad de dar eternidad a quienes ponen su
fe en Él. Ahora, para continuar con esta apología de Cristo en contra de aquellos que niegan
su Deidad, veremos algunos de sus atributos semejantes a los de Dios pues Él es Dios. Éste
será un argumento más, para evidenciar que Cristo es la Segunda Persona de la Trinidad.

JESÚS ES FIEL

Dios Padre posee distintos atributos. Los teólogos han hecho una división entre los
atributos comunicables de Dios y los atributos incomunicables. Dentro de los atributos
comunicables existe otra clasificación. Wayne Grudem habla sobre atributos que describen el
ser de Dios, atributos mentales, atributos morales, atributos de propósito y atributos
sumarios. La veracidad o fidelidad de Dios se encuentra dentro del grupo de atributos
mentales de Dios según lo que describe Grudem. La definición que nos dice es: la veracidad
de Dios quiere decir que Él es el Dios verdadero, y que todo su conocimiento y palabras son a la vez
verdad y la norma suprema de la verdad1. Uno de los conceptos que podemos resaltar de esta
definición es que Dios fiel. Que todo el tiempo podemos confiar en Él porque no cambia.
Cuando Dios promete algo se cumple, o en palabras del apóstol Pablo: porque todas las
promesas de Dios son en Él Sí, y en Él Amén, por medio de nosotros, para la Gloria de Dios.
De igual forma Cristo es veraz. En Cristo podemos confiar. Sus promesas también son
confiables. Sus palabras también son verdaderas. La evidencia que encontramos dentro de la
Biblia lo comprueba. Jesús antes de sufrir la muerte lo anunció tres veces y esa palabra se
cumplió. Prometió que el Espíritu Santo sería enviado luego que Él partiera al Padre y así
fue. Dijo que habría persecuciones por Su causa y fue así en aquel tiempo y lo es así todavía.
Anunció que no quedaría piedra sobre piedra del templo en Jerusalén y así fue. Estas son
solo algunas de las evidencias que podemos decir, porque tal como dijo el apóstol Juan si se
escribiera todo lo que hizo, los libros no cabrían en todo el mundo (Jn 21:25). Ahora, en la

1
Wayne Grudem Teología sistemática (Miami: Editorial Vida, 2007), 201.
primer epístola de Juan también podemos observar versos que demuestran la veracidad de
Cristo, su fidelidad como uno de sus atributos.

Jesús es fiel para perdonar nuestros pecados. En 1:9 dice: Si confesamos nuestros pecados,
Él es fiel y justo para perdonar nuestros pecados, y limpiarnos de toda maldad. Este verso revela el
primer propósito que Cristo tuvo con su arribo al mundo, salvarlo de la condenación eterna.
Es decir, que cuando una persona puede verse delante de la Santidad de Cristo como el mas
vil de los pecadores, reconoce esa condición y se arrepiente, Jesús lo perdonará. De ninguna
manera sería condenado sin antes tener la posibilidad de recibir el perdón de pecados.
Cuando Jesús hablaba con Nicodemo le decía que Él no había venido para condenar al
mundo sino para salvarlo (Jn 3:17). Sin embargo, cuando una persona no rechaza a Jesús,
sino que lo recibe y cree en su nombre, Dios lo hace parte de la familia de la fe (Jn 1:12).
Jesús vino para proveer la única posibilidad que tenemos las personas de poder
acercarnos al Padre, Él mismo. Por eso en Juan 5:24 dijo: de cierto, de cierto os digo: el que oye
mi Palabra, cree al que me envió tiene vida eterna; y no vendrá a condenación, mas ha pasado de
muerte a vida. Jesús es veraz, es fiel, y no miente. Él vino a buscar y a salvar lo que se había perdido
(Lc 19:10). Si confesamos nuestros pecados, Jesús es fiel y también es justo para perdonarnos.
Él no quiere que las personas padezcan la ira de Dios. Él no busca personas que estén limpias
de pecado, Él busca personas que reconozcan su condición y que vengan a Él, porque
aquellos que se acercan no son rechazados (Jn 6:37). Su pasión y muerte buscaba que las
personas pusieran su fe y su esperanza en ese sacrificio final para alcanzar la vida eterna.
Jesús es fiel para cumplir sus promesas. Jesús no solamente es fiel para perdonar
nuestros pecados sino que también lo es para cumplir las cosas que Él nos ha prometido. En
5:14-15 dice: Y esta es la confianza que tenemos en Él, que si pedimos alguna cosa conforme a su
voluntad, Él nos oye. Y si sabemos que Él nos oye en cualquiera cosa que pidamos, sabemos que
tenemos las peticiones que le hayamos hecho. Recordemos que la centralidad de este escrito es la
fidelidad de Cristo como uno de sus atributos y que nuestro objetivo es rebatir la postura de
aquellos que niegan que Cristo es Dios. Digo esto porque ante la exposición que Juan hace
respecto a la Deidad de Jesucristo parece poco probable que no alcancemos nuestro objetivo.
Observa con atención que el apóstol dice: esta es la confianza que tenemos en Él. Es habitual
que una persona confíe plenamente en algo o en alguien cuando esto es verdadero. Una
persona no confía fácilmente en un medico charlatán –por ejemplo– o en la medicina de
dudosa procedencia.
Tampoco las personas confían fácilmente en una persona que les ha mentido
constantemente, o que les ha fallado un sinfín de veces, o que incumple sus promesas. Pero
Juan está diciendo que existen una plena confianza porque Jesús es verdadero. Jesús dijo de sí
mismo: yo soy el camino, y la verdad, y la vida; nadie viene al Padre, sino es por mí (Jn 14:6). Dijo
también: y conoceréis la verdad, y la verdad os hará libres (Jn 8:32), hablando de sí también. Sume
esto también: cuando Jesús habló de su muerte dijo que al tercer día resucitaría y Juan fue
testigo fiel de su resurrección. Presenció la manifestación gloriosa del Hijo de Dios. No
encontramos mentiras o contradicciones que nos lleven a no confiar en Él. Habiendo
demostrado la fiabilidad de Él es necesario decir que cuando nosotros oramos de acuerdo a
los propósitos de Dios o bajo Su Voluntad, podemos confiar que nos oye. A pesar que Dios
es eterno, Él esta cerca de sus hijos.
Cristo al igual que Dios no es ajeno a nuestras necesidades, no hace caso omiso a
nuestros problemas o a no es ajeno a lo que transcurre en nuestra vida. Dios escucha, y no
solo eso, dice el apóstol Juan que ya podemos dar por sentado que nuestras peticiones serán
respondidas. Posiblemente no en la forma tal cual nosotros pedimos sino conforme a la
sabiduría de Dios. En Cristo nuestras peticiones tienen eco. Él es fiel para responder nuestras
peticiones. La clave es pedir de acuerdo a Su Voluntad. Pedir aquello que no es para
satisfacer nuestras pasiones, o que sean para envanecernos. Todo cuanto pedimos debe dar
Gloria a Dios. Concluyo brevemente diciendo: Jesús no cambiará, Él es confiable y es veraz.
Si aun no has puesto toda tu confianza en Él yo te invito a que lo hagas, no vas a
arrepentirte. Jesús permanece fiel –dice Pablo–aunque fuéremos nosotros infieles, Él no
puede negarse así mismo (2Ti 2:13).

Transición

En la porción anterior vimos el primer atributo de Jesucristo a partir de los descrito por
el apóstol Juan en su primera epístola. Vimos que Jesús al igual que Dios es Fiel. Su fidelidad
es sinónimo de veracidad. Jesús es alguien veraz. Jesús de la misma manera que Dios no
mienten, ni engañan. La confianza que depositamos en Dios Padre puede ser depositada de
igual forma con Dios Hijo. Jesús es inmutable en sus propósitos de la misma manera que el
Padre.

Además de ello, ya que Jesús es Dios, también puede perdonar pecados como el Padre.
Dicho sea de paso esta fue una de las razones por las cuales Jesús fue rechazado por las
autoridades religiosas de su tiempo. Cuando Jesús sanaba y perdonaba pecados (Cp. Mc 2:5;
Lc 7:48) las autoridades veían esto como un acto sacrílego. Consideraban que Jesús
blasfemaba al perdonar pecados porque sabía que tal cosa solo el Padre podía hacerla. Sin
embargo su Deidad le permitía hacerlo. Jesús es fiel para perdonar pecados dice el apóstol
Juan (1Jn 1:9), y también es fiel para cumplir sus promesas (1Jn 5:14-15). En esta sección
veremos otro atributo más de Cristo, Su Justicia. Este atributo revela la misma naturaleza que
posee la primera persona de la Trinidad, Dios.

JESÚS ES JUSTO

La Justicia de Cristo al igual que Su Fidelidad se develan en el vs 9 del capitulo 1. Jesús


es tanto Fiel como Justo para perdonar y limpiar todos los pecados de aquellos que los
confiesan a Él. Es precisamente esa es la condición, confesar los pecados, el pasaje dice: si
confesamos nuestros pecados Él es fiel y justo para perdonar nuestros pecados, y limpiarnos de toda
maldad. La justicia de Dios y la justicia de Cristo, se muestran bajo la humillación de todo ser
humano que se arrepiente. El arrepentimiento proviene del vocablo metanoia y significa
cambiar de manera de pensar, cambiar de actitud, cambiar de forma de vivir. Ese
arrepentimiento llega en el momento que una persona reconoce que su vida es un completo
fracaso. Cuando se da cuenta que no tiene paz, que la clase de vida que ha llevado es inútil,
infructuosa, sin sentido.

Ahora, esto no sucede por casualidad o error. Para reconocer nuestra pecaminosidad
hace falta encontrarse con Jesús. Jesús expone nuestra naturaleza pecadora. Te doy unos
ejemplos: cuando Pedro se encontró con Jesús quedó expuesta su pecaminosidad. Él
reconoció que Jesús era alguien sobre natural. Pedro y otros hombres habían intentado
pescar toda la noche, Jesús apareció en su barca, y lo intentaron justo en el lugar que Jesús
indicó, las redes casi no soportaban la enorme cantidad de peces que habían pescado. Ese
milagro sorprendió tanto a Pedro que se rindió a Cristo. Dice Lucas 5:8 viendo esto Simón
Pedro, cayó de rodillas ante Jesús, diciendo: Apártate de mí, Señor, porque soy hombre pecador. Él supo
que Jesús era alguien distinto. Alguien que poseía cualidades completamente sobrenaturales.
La sola presencia de Cristo hizo que Pedro entendiera que él era un pecador.

Un ejemplo más: cuando Jesús llegó a Capernaúm se encontró con un oficial del
ejercito romano, si, leíste bien, un oficial del ejercito romano, no cualquier oficial, él era un
centurión. Alguien que tenía a cargo a un centenar de soldados. Este hombre delante de
Jesús se humilló y le rogó que sanase a uno de sus criados. Cuando Jesús le dijo: yo iré y le
sanaré (Mt 8:7), aquel hombre quedó expuesto al igual que Pedro. Señor, –dijo el centurión–
no soy digno de que entres bajo mi techo; solamente di la palabra, y mi criado sanará. Puedes verlo,
ese oficial romano, con tanto poder, pudo haber obligado a Jesús, pero no fue así. Él
reconoció que era indigno, es decir que no merecía que Jesús fuera con Él. El centurión
comprendía que su pecaminosidad lo apartaba de Jesús. El encuentro con Cristo expuso el
pecado del centurión y esto lo llevó al arrepentimiento.

Ambos fueron evidentemente pecadores confesos. Reconocieron a Cristo. Pedro y el


centurión poseían orígenes distintos, uno era judío el otro romano. Además estaban en
posiciones económicas distintas, uno era pescador y el otro era un oficial romano. Sin
embargo ambos reconocieron su pecaminosidad delante de Jesús. Ambos indistintamente de
su origen y clase fueron descubiertos por el Hijo de Dios. ¡Oh que gran bendición! El perdón
de Cristo puede alcanzar a todo ser humano que confiesa delante de Él que es pecador y que
se arrepiente de todo cuanto ha hecho. Jesús es Justo, y no hace acepción de personas. No
diferencia entre origen y posición, su justicia es movida por la necesidad del pecador que se
arrepiente.

Confesarse indigno es reconocerse pecador. Juan utilizó la palabra jómologeo para decir
que aquellos que confiesan o admiten abiertamente sus faltas pueden ser perdonados. Este
mismo vocablo es la raíz de homólogo, que significa: “semejante a otra cosa por tener en
común con ella características referidas a su naturaleza, función o clase”. Cuando alguien
confiesa sus pecados, esta diciendo que reconoce que su naturaleza es contraria a la
naturaleza de Dios.

Cuando un ser humano comprende que no puede perdonarse así mismo y reconoce
que toda su vida le ha fallado a Dios y se humilla y pide perdón, es perdonado. Aunque el
pasaje no habla de humillación en sí misma, se requiere vencer todo orgullo, toda vanidad
para reconocer que existe pecado. Solamente de esa manera puede hallar reconciliación con
Dios. Entonces Jesús es justo porque perdona a cualquier ser humano que se humilla y
confiesa sus pecados. No importa clase, posición, origen, color, raza, nada, solo basta
confesarse pecador.

Concluyo diciendo que Jesús es justo pero también su nombre es Justo Hijitos míos,
estas cosas os escribo para que no pequéis; –dice el apóstol Juan– y si alguno hubiere pecado, abogado
tenemos para con el Padre, a Jesucristo el Justo (1Jn 2:1), Jesús es justo para perdonar los pecados
de quienes se arrepienten y también es un abogado justo que intercede por los Hijos de Dios
cuando estos han fallado. Él juzga con justicia porque es Justo. Isa 9:7 dice: lo dilatado de su
imperio y la paz no tendrán limite, sobre el trono de David y sobre su reino, disponiéndolo y
confirmándolo en juicio y en justicia desde ahora y para siempre. El celo de Jehová de los ejércitos hará
esto. Entonces, si Dios es Justo y Cristo es Dios, Cristo es Justo porque es parte de su esencia,
negar tal cosa es simplemente no reconocer la evidencia que el mismo texto expone acerca de
Jesucristo.

Transición

En secciones previas, hemos visto tres atributos de Cristo que son propios de Dios.
Hemos dicho que Jesús es Eterno y a la vez es la fuente de la vida eterna. También dijimos
que Jesús es Fiel. Es alguien confiable porque sus promesas son verdaderas y cada una de ellas
ha encontrado cumplimiento. Finalmente dijimos que Jesús es Justo. Tanto para perdonar
como para alcanzar a las personas indistintamente de su clase económica, raza, lengua, linaje,
etc. Jesús es Justo como parte de sus atributos y también su nombre es Justo. Ahora veamos el
último de sus atributos que deseamos presentar desde la primera epístola de Juan, su
Santidad. La Santidad de Dios es la misma Santidad de Cristo. Ahora por qué es necesario
resaltar esta parte del carácter de Cristo, sí debería darse por sentado. El tema es, que
aquellos que niegan la Divinidad de Cristo, lo colocan dentro de la posición de criatura que
puede pecar. Lo cual es necesario revertir a través de mostrar que Él al igual que Dios, Es
Santo. También concluiremos esta serie de artículos demostrando que Jesús es Dios a través
de su unión hipostática. Y que Él, Dios y El Espíritu Santo son una persona que testifican de
sí mismos.

JESÚS ES SANTO (2:6; 2:9; 3:3)

El apóstol Juan no reservó ningún tipo de detalle respecto a Cristo en esta epístola. En
el capitulo 3 escribió: Todo el que tiene esta esperanza en Cristo, se purifica a sí mismo, así
como Él es puro. El apóstol Juan utiliza la palabra agnós para decir que Jesús es puro. Es la
misma raíz que hagios, que significa Santo, en tanto que libre de toda mezcla con el mal.
Originalmente «lo que despierta temor reverente», se usa en sentido cultual en la LXX (2
Mac. 13:8), aunque también para la disposición interior (Pr. 20:9) y la castidad (4 Mac. 18:7–
8). Poco común en el NT, significa «pureza moral» (1 Jn. 3:3; 1 Ti. 5:22; Stg. 3:17),
«inocencia» (2 Co. 7:11), y «castidad» (2 Co. 11:2) (énfasis añadido). Observe con atención
cada uno de los calificativos que he resaltado a propósito. Principalmente cuando dice que la
pureza de Jesús despierta temor reverente. Las personas se sorprendían cuando lo veían.
Como vimos en sección anterior, tanto Pedro como el centurión reconocieron su
pecaminosidad cuando estuvieron frente a la Santidad de Cristo. Jesús está libre de toda
mezcla con el mal también.

En Él no hay maldad, ni deseos de hacer lo malo. No hay nada que pueda señalarse
acerca de su falta de santidad. En su ministerio terrenal nadie podía acusarlo de nada, fue
casto, puro moralmente, de su corazón no salieron palabras que reflejaran un corazón
contaminado por envidias, orgullo, o pecado. Recordemos que Jesús rechaza toda la manera
de pensar que se oculta detrás de las prescripciones de los rabinos sobre la pureza. El
testimonio que Jesús mostró en el tiempo que estuvo en la tierra fue evidentemente
impecable, repito y enfatizo en esto, de nada se le pudo acusar, nadie pudo decir nada en
contra de su persona. Jesús el hijo de Dios es Santo, Jesús como Dios es Santo.
DIOS ENCARNADO EN CRISTO (1:1-2; 2:28; 3:2; 4:2; 5:6)

Cuando hablamos de Dios encarnado debemos hablar de Unión Hipostática. ¿Qué


significa esto? El logos es decir Cristo no se unió con una persona, sino con un naturaleza
humana. Cristo es una persona Divino-humana. Las dos naturalezas están unidas en Cristo,
sin perder su identidad. No se mezclan ni se confunden. Los atributos de una naturaleza no
son atribuidos a la otra, pero los atributos de ambas naturalezas le son atribuidos a la
persona. La Biblia no habla de dualidad en la persona de Cristo. Se habla de Cristo en
términos que son verdaderos en el caso de ambas naturalezas (Hch 20:28; 1Co 2:8; Col
1:13,14 y Jn 3:13). La unión hipostática permanecerá para siempre.

Juan muestra que Jesús encarnó en un ser humano tanto en el Evangelio que lleva su
nombre como en esta epístola que hemos venido estudiando. En Juan 17 dice: tu me
enviaste, 30 veces Juan indica la humanidad de Cristo. Jesús en 17:4 muestra que fue
encarnado o humanizado para alcanzar un propósito, terminar una obra encomendada.
También en el primer capítulo de esta epístola, específicamente en los primeros versículos
Juan da testimonio que oyó, que vio y que palpó a Jesús, porque Cristo fue manifestado por
parte de Dios. Debo decir que solamente se puede ver y tocar algo que es físico, que tiene
materia, Jesús encarnó en materia humana, Jesús se manifestó. Jesús fue tangible a sus
discípulos, a las personas, a multitudes, aun después de haber resucitado se presentó con
cuerpo glorificado pero de forma material.

Estuvo entre la humanidad y Juan es testigo de que él lo pudo ver. Juan vio también
que Jesús ascendió a los cielos, fue un testigo ocular de tal evento y no únicamente eso sino
ahora transmite la promesa hecha por Jesús. Jesús volverá. En 2:28 Juan refiere a esa venida
de Jesús donde nuevamente se manifestará Su pueblo. Por ello Juan exhorta a llevar una vida
de santidad para que con tal evento no seamos apartados y avergonzados por no haber
permanecido en Él. Jesús nuevamente ha de manifestarse, Jesús nuevamente ha de venir a la
tierra. Y cuando se manifieste seremos semejantes a Él, porque le veremos tal como Él es,
Jesús vendrá y nos transformará, nos cambiará el cuerpo de muerte y seremos glorificados.
Como vemos, Jesús es Dios, la naturaleza de Cristo como se ha mencionado es
cuestionada por algunos grupos. Es lamentable que con tanta evidencia interna en una carta,
todo ese escepticismo quede finalizado. La Escritura nos revela el misterio a través de la
persona de Cristo porque Dios así le ha placido hacer. En 4:9 dice: Dios envió a su hijo
unigénito, Jesús proviene de Dios, no es creado porque Él es eterno. En 5:7 dice que Jesús es
igual al Padre y al Espíritu Santo, que Jesús pertenece a la trinidad: ellos dan testimonio en el
cielo y los tres son uno. Acá no queda lugar a dudas que Cristo es Dios, es Espíritu Santo, y
es eterno. Entonces, una persona que no acepta estos argumentos, perecerá en su ignorancia
o insistencia a no aceptar la verdad de Cristo como Dios. Como dice en 1Juan 3:23 todo el
que niega al Hijo no tiene al Padre, el que reconoce al Hijo tiene también al Padre.

Aplicación:

Aplicando esto debemos citar las palabras del apóstol Pedro cuando dice: sed santos en
toda vuestra manera de vivir porque Dios es Santo. ¿De qué forma? Como dice en 2:6: el que
permanece en Él, debe andar como Él anduvo. En Santidad, el testimonio de cada creyente
debe ser como el de su Creador, debe ser como el de su Salvador. El mandato es a vivir una
vida de santidad. Porque Dios es Santo. Jesús es la luz, y por tanto si se permanece en Él debe
andar en luz como Jesús, 2:9. La luz es únicamente una metáfora que emplea el apóstol Juan,
para hacer el contraste entre la vida de luz y la vida de tinieblas, entre la vida de santidad y la
vida de pecado que llevan los que no son hijos de Dios. Pero sobre todo como dice en 3:3,
los que esperan en Jesús se purifican porque Jesús es puro, Jesús es limpio, santo, no hay en
Él ninguna contaminación.

Termino diciendo, Jesús es Dios, la evidencia en la primera carta de Juan, los


argumentos a favor son concisos y confiables. Jesús como se ha dicho posee los atributos
mismos de Dios Padre, Su Naturaleza, y Su Esencia. El discípulo amado muestra a un Jesús
que no dejó de ser Dios. Por tanto, ante esto, solo podemos decir que no podemos ir a otro
lugar mas confiable y seguro que el Hijo de Dios, pues solo Él tiene palabras de Vida Eterna.

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