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El envejecimiento

Teresa Dey

Una muy corta reflexió n sobre El tango de la guardia vieja de Arturo Pérez
Reverte. Para comenzar debo agradecer la sugerencia, porque esta lectura me
acompañ ó durante las ú ltimas semanas de clase, cuando todo el mundo está tan
cansado que no puede dormir. Esos días en que la ansiedad de los estudiantes
por la calificació n rebasa con mucho su interés por aprender. Así que, gracias a
Max Costa, Mecha Inzunza, Armando Troeye y sus llamados a la lectura, pude
descansar la mente cuando el cuerpo se negaba a dar paso al sueñ o. Por lo
menos en el libro, me rodeaba un universo del todo comprensible y lo leí sin
tropiezos gracias a esa prosa ligera y precisa del autor.
Debo confesar que fui lectora asidua de Pérez Reverte, siempre con la
conciencia de que se trataba de un autor de Best Sellers, como él mismo lo
confiesa. He pasado por El maestro de esgrima, La tabla de Flandes, La piel del
tambor y otras que no guardo en la memoria; también recuerdo haber hecho
alguna reseñ a periodística sobre su trabajo como corresponsal en la guerra de
los Balcanes, mucho antes de conocer al poeta kosovar y tener una idea siquiera
de dó nde se hallaban Kosovo, Serbia y Montenegro, porque a mí la geografía
posterior a la caída del muro, me eludía.
Dejé de seguir al autor porque tras dos intentos de lectura de La reina del
sur, el libro me aburría. La historia de la mejicana ni siquiera logró , como éste,
capturar mi cansancio.
En fin, al enfrentarme de nuevo a este autor, recordaba que por lo menos
La piel del tambor, logró sorprenderme con su final del todo inesperado y como
en aquella época yo todavía tenía contacto con el curas de prosapia y las
leyendas que sobre él tejían sus familiares, no me fue difícil afincar la fantasía en
personajes conocidos.
Así que con la mejor de las voluntades comencé la lectura del Tango de la
guardia vieja, sin rastrear ningú n otro antecedente. Como dije antes, la lectura
pudo atraparme y me hizo descansar, no obstante, o Pérez Reverte ya se quedó
en la fó rmula: hombre y mujer se encuentran en condiciones que exigen un
conflicto, los dos extremadamente guapos: “…Eres endiabladamente apuesto…”
decía Mecha, mientras que Max a través del narrador nos habla de ojos dorados y
una figura enloquecedora; obviamente el autor nunca se detiene a explicarnos
por qué Mecha baila tango como una profesional arrabalera, y nosotros, junto
con Max, mordemos el anzuelo.
La trama se desarrolla en escenarios sorrentinos, en un romá ntico
trasatlá ntico y entre las callejuelas de una zona marginal de Buenos Aires… y
claro, aparece el tango y el compositor de gustos perversos (có mo si no, iba a
justificarse el romance de Mecha y Max). Una historia como todas las del
novelista, donde se pone en juego algo má s que la relació n amorosa, (misma que
debo admitir, está narrada con buen gusto), donde los hilos narrativos se
remontan a un momento histó rico o dos…
Sin embargo, casi al principio, cuando Max ya viejo se topa con Mecha
Inzunza en la riviera italiana y averigua que Jorge Keller es hijo de ella, supe de
inmediato, por ló gica de la trama, que aquel que alguna vez fuera el “bailarín
mundano” tenía que ser el padre. Me llamó la atenció n que el autor insistiera en
el espejo de gestos cerrados entre Mecha, Max y Jorge Keller de manera tan
machacona que este recurso perdió totalmente su eficacia. Evidentemente, el
ajedrez y el tango se enlazan en una danza digna de la coreografía de Corrientes
348 para conformar los leitmotifs de la obra.
Ahora que escribo esto con fondo musical de tango, me entero que la
guardia vieja es un movimiento cultural, la etapa y el grupo de mú sicos que
crearon el tango; que existe una “Orquesta típica de la Vieja Guardia”; y que el
tango “Vieja guardia” existe, es instrumental, tal cual, sin letra y que fue
compuesto por Ricardo Malerba. Nadie puede acusar a Pérez Reverte de escribir
sin investigar.
En la pá gina oficial del autor, que seguramente alguien consultó , aparece
un artículo que me llamó la atenció n desde Google por el título: “El fracaso
elegante”, al seguir el enlace sin fijarme que se trataba de una pá gina web de
promoció n, me encontré con que quien reseñ a compara a Pérez Reverte con
Scott Fitzgerald y fue entonces cuando me percaté de que había vuelto a caer en
las trampas del novelista… Porque el título del artículo, no su contenido,
representa justo lo que pienso de esta novela y si yo comprara a Pérez Reverte
con otro novelista, sería má s bien, Corín Tellado. Puede ser que Pérez Reverte
se esté haciendo má s viejo que Mecha y Max o yo ya leí mucho má s como para
que su trama logre sorprenderme.

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