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Bálavat

Educación Montessori en Argentina


Prof. Paula A. Fernández
consultas@balavat.com.ar / www.balavat.com.ar

Límites: construir para convivir

Muchas veces los adultos vivimos situaciones de estrés que pueden traducirse en estados de
ansiedad. Consecuentemente, experimentamos miedo o angustia. Esa ansiedad no es más
que una tensión emocional y muscular, una manifestación de algún aspecto (físico,
psíquico, emocional, espiritual...) de nuestro cuerpo que afecta todo nuestro ser. Por lo tanto,
nos sentimos nerviosos, acelerados, perturbados. Los niños y niñas también lo perciben en
nosotros, y en ocasiones, absorben nuestros estados anímicos y se siente del mismo modo.

Ahora bien, ¿cuál es la ayuda que los adultos podemos y debemos brindarles? En primera
instancia tenemos que relajar el ambiente de una manera natural: En cuanto a las rutinas
de alimentación, es importante establecer horarios para cada comida y ser constante en
ello. Luego del lavado de manos y antes de iniciar nuestra comida, podemos volver a la
calma con un masaje suave o una canción armónica, instrumental, que relaje el cuerpo y
la mente; así haremos una mejor recepción de los alimentos y estaremos más conscientes
de lo que estemos próximos a degustar. Durante este momento se desaconseja mirar
televisión y se alienta el diálogo familiar armonioso. Cada quien puede contar qué planes
tiene para ese día, cómo le ha ido en el colegio o en el trabajo. Cualquiera sea nuestro
credo, es una buena ocasión para agradecernos la presencia en nuestra mesa. La calidad
de la alimentación también es importante, por eso debemos preservar la incorporación de
verduras y frutas frescas y secas, evitando la ingesta de azúcar refinado. Es conveniente
endulzar las comidas y bebidas con miel, azúcar mascabo o algún otro endulzante natural
u orgánico.

Con respecto al sueño, es conveniente instalar el hábito del aseo personal (higienizarse y
cepillarse los dientes) y ajustarnos a un horario rutinario para ir a la cama, de modo que
queden garantizadas 8/10 horas continuas de descanso. Para ayudar a conciliar el sueño,
podemos escuchar o cantar una canción, leer un cuento, o sentir algún aroma que nos
resulte agradable. Debemos tener en cuenta que el ambiente donde se descansa debe ser
acogedor y seguro, y estar adecuadamente climatizado, limpio y aireado, evitando la
carga innecesaria de estímulos (muchos colores, ruidos molestos, luces fuertes, desorden).
Durante la primera infancia, y hasta tanto sean capaces de hacerlo de manera autónoma,
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es importante que acompañemos a los niños y niñas con nuestra presencia hasta que logren
conciliar el sueño. Podemos mostrarles y practicar ejercicios de respiración consciente para
relajarnos, como ingresar el aire por nariz y llevarlo al abdomen, mientras les mostramos
cómo se infla “la panza”, poniendo las manos sobre ella. Luego exhalar el aire lentamente
por la nariz.

Otra práctica que hace consciente la respiración, es la de respirar por una sola narina. La
derecha ayuda a conciliar el sueño; la izquierda, a volver a la calma. También se las puede
ir alternando, tapando la que no uso con el dedo índice, para lograr un estado armónico y
de equilibrio. Es recomendable aplicarlas gradualmente, comenzando por cinco
respiraciones, e ir aumentando de a 5 por día. Si están nerviosos, alterados, o cuando
rompen en llanto y no logran volver a la calma, podemos pedirles que nos miren a los ojos,
mientras tomamos sus manos y hacemos que perciban nuestra respiración o los latidos de
nuestro corazón. Lo mismo con su propia respiración y latidos. Recordarles la forma correcta
de respirar por la nariz. También podemos preguntarles si desean que los abracemos.

Contribuyen a la infancia las propuestas artísticas que les permiten expresar con otros
lenguajes, aquello que no pueden poner en palabras. Manipular materiales blandos, como
masa, arcilla o plastilina, amplían la creatividad, pero además facilitan una descarga de
energía que muchas veces se mal dirige a otros objetos, o lo que es peor aún, hacia el propio
cuerpo o hacia el cuerpo de otra persona. Lo mismo sucede con las actividades que
implican trabajar la tierra. Esto nos ubica y conecta con nosotros mismos y con el entorno,
nos da seguridad y estabilidad, porque la tierra es nuestro anclaje y sostén.

Compasión y respeto: dos claves para guiar la crianza.

Como bien sabemos quiénes compartimos la vida con infantes, los ambientes naturalmente
relajados son necesarios, pero no suficientes. Cuando nacemos, y a medida que vamos
creciendo, nos constituimos en partícipes de nuestra sociedad. Ese entorno social se va
ampliando conforme pasan los primeros años. Es así como llega un día en el que nuestros
hijos e hijas desean hacerlo todo por sí mismos y es lógico que así sea, pues están
construyendo su personalidad, edificando su autoestima, elaborando confianza en sí
mismos y desarrollando sus potencialidades. No obstante, siguen necesitando de quien guie
y acompañé su crecimiento aportando pautas y límites claros y acordes a su edad, para
que puedan desarrollarse saludablemente en este mundo. Los adultos ya hemos pasado
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por esos estados y podemos ayudar a los niños y niñas a identificar esas emociones y a
resolverlas, pero para ello es fundamental aceptar y comprender que todas esas emociones
pueden experimentarse desde temprana edad.

¿Qué es un límite?

Antes de adentrarnos en el tema es importante dejar explícito qué entendemos por límite:
“El límite es, ante todo, aunque no siempre se comprenda así, un mensaje de cuidado. Es
necesario. Es seguridad, educación y respeto por las personas. Toda trasgresión de límite
tiene su consecuencia, la cual debemos poder anticipar con palabras; y es situacional, es
decir, siempre tiene que ver con lo acontecido, con el hecho en sí mismo, nunca con la
persona”. (Wernicke; 2003)

Estos límites han de ser significativos y concisos. Hemos de ser claros con nuestros mensajes y
perseverantes con su sostenimiento. Para lograrlo, debemos manifestarles una intención real
de querer estar presentes, compartiendo un tiempo de atención, interés y disfrute,
ocupándonos de reforzar lo que sí hacen bien. A su vez es importante brindar claramente
las razones de por qué tal o cuáles cosas son consideradas inapropiadas o indebidas.
Siempre que se pueda, es significativo ofrecer dos opciones sencillas para que los niños
puedan elegir: “¿te pondrás el pantalón azul, o el verde?”

Conservar la calma

Como mencionáramos más arriba, las niñas y los niños perciben nuestros cambios
emocionales y eso puede alterar su estado anímico.

Si luego de poner un límite nos quedamos alterados, enojados o nerviosos, es muy probable
que también se sumerjan y permanezcan en el enojo, sin aceptar nuestros dichos y con una
dolorosa sensación de frustración. Si en cambio nos agachamos a su altura les hablamos
mirándoles a los ojos, les haremos saber que estamos allí, sosteniendo y acompañando su
aprendizaje. Es importante hablar con una voz firme pero amable y controlar nuestras
emociones, les ayudará a controlar las suyas, y a expresar sus deseos o necesidades sin
necesidad de elevar el tono de voz.
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Toda acción tiene su consecuencia

En algunas ocasiones, cuando los niños y las niñas hacen algo inaceptable, las
consecuencias de sus actos quedan opacadas o pasan desapercibidas tras nuestro reto o
castigo, Es contradictorio castigar con un golpe a un niño que acaba de golpear a su
hermano. Es importante dar a conocer al niño las consecuencias directas de traspasar un
límite. Debe ser una consecuencia que tenga que ver directamente con el mismo y
particular hecho ocurrido. Este ejercicio, paulatinamente refuerza nuestra responsabilidad
social y construye la de nuestros niños y niñas.

A modo de ejemplo:

o Podemos acordar en familia los tiempos de exposición ante la TV: supongamos, dos
horas de televisión diarias. Si algún infante se excediera, podemos anticiparle que al
día siguiente verá menos, mostrándole en el reloj el tiempo en que podrá disponer
del televisor; al otro día debemos sostener este límite.
o Cuando los niños no quieren ir a la cama, con calma y seguridad debemos recordarle
que ya es el momento de descansar, y a modo de recurso, anticiparles y mostrarles
que el reloj ya está marcando la hora en que vamos a descansar. o Muchas veces
los niños y las niñas toman sin permiso objetos que no les pertenecen. En ese caso
debemos dialogar acerca de la importancia de pedir permiso antes de tomar algo
que no es nuestro, y de contar con el consentimiento de la persona dueña o
propietaria del objeto, antes de usarlo.
o Cuando algún objeto se rompe y siempre que ello sea posible, les invitamos a
repararlo con nuestra ayuda, mientras reforzamos la idea de que debemos ser
cuidadosos con nuestras cosas y con las de otras personas.
o A veces las y los pequeños eligen otro juego sin antes guardar el que estaba
utilizando. Es importante anticiparles que necesitamos mantener cierto orden de los
espacios. Al finalizar será importante guardar y dejar todo tal como lo encontramos,
para poder disponer de el en otro momento o quizás para cuando quiera compartirlo
con otra persona. Luego, sí podremos tomar otros objetos.

o Construir el sentido del orden lleva un tiempo y es probable que también genere
momentos de tensión en la familia. Para calmar esas tensiones, es importante
anticiparles que no podrá hacer otra cosa sin antes guardar lo que estaban usando
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antes. También podemos ofrecerles nuestra ayuda para ordenar, sin enojarnos y sin
repetir tantas veces “tenés que guardar”. Cuando lo logre, es importante destacar
cuánto nos alegra su logro e invitarlos a la siguiente actividad: ¡Ahora sí podemos salir
a la hamaca!

“No olvidemos que los niños necesitan de nuestra atención y nuestro cariño”

Es de suma importancia pensar y tener un criterio formado sobre ¿sanciones adecuadas o


efectivas?

Un estilo democrático en la disciplina que voy a impartir es el favorable. Ni autoritario ni el


más permisivo. Aunque los tres estilos estén presentes en cada ser humano uno de ellos se
destaca con mayor intensidad y es importante educar estos estilos a favor de la crianza y
de nuestros vínculos con los niños. Otorgando límites con cariño y firmeza.

Como dice el pediatra español y experto en crianza respetuosa, Carlos González:

– Mi padre me solía dar un consejo muy útil: “Antes de hacer una tontería, cuenta hasta diez.
Y luego, no la hagas”.

González nos aconseja no preocuparnos por el tema. Más bien ocuparnos diría yo. Lo que
necesitan los niños es mucha atención y mucho cariño. Lo demás viene solo.

¿De dónde vienen los límites en el aula Montessori? De las propias libertades...

La convivencia y el aprendizaje requieren estructuras claras y un ambiente de armonía que


sólo es posible estableciendo reglas, dado que la libertad individual no debe nunca reducir
los derechos de libertad de las otras personas del grupo.

Estas libertades y reglas no deberán ser nunca arbitrarias sino regirse por conceptos fáciles
de comprender para todos:

LIBERTADES BÁSICAS:

-Libertad para actuar de forma independiente y autónoma

-Libertad de no ser interrumpido en el trabajo y la concentración -Libertad

para desarrollarnos por nuestros propios esfuerzos


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LÍMITES QUE SE DERIVAN DE ELLAS:

-No podemos obligar a nadie a trabajar en grupo si no lo desea.

-No podemos interrumpir a nadie en su trabajo y concentración, y por lo tanto no podemos


hacer ruidos o acciones molestas.

-No podemos estropear el material dado que estaríamos quitando la libertad a otra persona
de usarlo cuando lo necesite, debemos mantener el orden en el aula para que los demás
puedan usar los espacios y los materiales libremente.

Paula A. Fernández

Prof. en Educación Inicial


Especializada en Educación Montessori
Diplomada en Neuroeducación
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Bibliografía consultada:

- González, Carlos. “Autoridad y límites” Conferencia.

- Montes, G. S. “La infancia y los responsables” en “El corral de la infancia” Fondo de cultura económica.

- Montessori, M. Sobre libertad y disciplina. Voluntad, autonomía, límites… en “El secreto de la infancia” 1906 y
“Mente Absorbente” 1949.

- Wernicke, C. “Todo tiene un límite” Fundación Holismo, 2003 Buenos Aires.

- Wernicke, C. “Actividad y problemas de conducta” Suplemento Eduterapia, 2004.

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