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Análisis de la película “Doce hombres en pugna”

Bioética 231054/21/

Jorge Alberto Salazar Rodríguez

Universidad de Santander- UDES

Medicina/ Terapia ocupacional


Un jurado compuesto por un grupo de doce hombres, asistieron a una reunión
para discutir y examinar un juicio que se realizó, debido a un asesinato de un
hombre a manos de su hijo, el joven a juzgar tiene 19 años de edad, la decisión de
este grupo de hombres, daría como resultado, la inocencia o la culpabilidad del
acusado, esta última, si es escogida, sería la que llevaría a la muerte a este joven.

Al comenzar la reunión, once hombres, de los doce que estaban presentes,


votaron en la total culpabilidad del joven, debido a las múltiples pruebas que
habían en su contra, sin antes hacer un análisis detallado de cada una de
ellas, pero aún no se podía dar fin a esta votación ya que para poder llegar
a un veredicto final, tenían que haber doce votos de doce posibles, es decir,
una decisión unánime, el último hombre que faltaba, es decir, el numero 8
por dar su decisión, daría su voto por la inocencia del joven, no porque
estuviera totalmente convencido de esta, solo porque el sentía que se tenía
que hacer una discusión de cada uno de los parámetros planteados en el
caso y teniendo que plantearse más allá que una “duda razonable” para
poder dar la total culpabilidad del acusado, o en su defecto la inocencia.

En medio de la discusión para hacer cambiar de opinión a numero 8, salen a flote


muchos prejuicios, sea económicos, sociales o físicos… hechos por estos
hombres, que definitivamente estaban interviniendo en la decisión final de
cada uno de ellos, a medida que avanzan en los argumentos y la resolución
de cada caso, gracias a la confianza de número 8, al intentar ser justo y
razonable, se plantean diferentes cuestionamientos, que les permitan
dudar, si cada evidencia es totalmente justificada por los hechos ocurridos,
para dar el veredicto final, esto hace que vayan cambiando de opinión poco
a poco, cada uno de ellos va pensando que el joven es inocente, o
permitiéndose tener cada uno el beneficio de una “duda razonable”.

Aceptar que nuestro propio punto de vista no es absoluto, que nuestras razones
sobre algo no pueden agotar el cuestionamiento de otros frente a una
opinión, o incluso en forma opuesta a las nuestra, no son necesariamente
opiniones malas, y son decisiones que nos pueden ayudar a avanzar en el
análisis de problemas. Para participar en un verdadero proceso de
deliberación, es necesario contar con cierta humildad, es decir, la
capacidad que cada uno nos damos para escuchar al otro, esa empatía al
estar abierto a cualquier opinión, sin juzgar la capacidad intelectual o la
competitividad que tiene esta persona antes un problema.

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