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Punto 25
Punto 25
Contrato de franquicia
Se incorpora en el año 2015 al Código civil pero en nuestro país ya está casi
desarrollado por medio de las leyes de EEUU que es donde el contrato se
desarrolló con más frecuencia.
En los inc. a y b del art. 1513 CCC se alude a dos formatos de franquicias:
la mayorista y la de desarrollo. Ambos casos refieren a ámbitos generales
que sirven para instalar franquicias, que a su vez pueden asumir distintas
modalidades que se pueden identificar en alguno de estos grupos:
a) la de producto o industrial;
b) la de servicio;
c) la de llave en mano o negocio en funcionamiento, usualmente
denominada “business format franchising”.
En el resto, la descripción de la norma es suficientemente clara, solo cabe
agregar que la franquicia industrial queda fuera de todo el régimen que
estamos analizando, inclusive de este artículo, por mandato expreso del art.
1524 CCC donde se establece que las reglas de la franquicia le son
aplicables solo en cuanto sean compatibles.
El inc. c, por su parte, describe qué es un sistema de negocios, o sea, el
objeto de lo que puede ser cedido por el franquiciante junto con las marcas,
patentes, nombres comerciales y emblemas. La descripción gira sobre cinco
notas del sistema que, en ese sentido, debe ser probado, secreto, sustancial
y transmisible.
El contrato de franquicia lleva incita esta cláusula, salvo que las partes
renuncien a la exclusividad y las partes lo hagan en el contrato
expresamente. Si no lo hacen se entiende exclusivo.
Exclusividad -> franquiciante le otorga al franquiciante una zona de
influencia determinado, sólo él va a poder operar en esta zona.
Franquiciante no puede otorgar a otra persona una franquicia en el mismo
lugar.
Si el franquiciado permite que el franquiciado ponga otro contrato de
franquicia en la zona podrá entonces hacerlo, deberá ser con
consentimiento del franquiciado.
* La buena fe, principio ético de antigua tradición (art. 1134 in fine del
Código de Napoleón) consagrado expresamente en nuestro ordenamiento
positivo —primero a través de la ley 17.711 y ahora en el CCyC (arts. 9° y
1061)— presupone pautas de conducta ética ponderables por parte de
quienes interactúan entre sí, en tanto hombres honestos y razonables que
actúan y se relacionan previsiblemente con la diligencia debida.
La buena fe comprende dos supuestos: la buena fe creencia y la buena fe
probidad. La primera refiere al grado de persuasión o convicción psicológica,
razonablemente fundada, con que se aprecia y mantiene una determinada
situación jurídica; la segunda importa aquella conducta precedida de un
obrar recto y leal, evitando así el perjuicio al otro.
En esta clase de contratos, la “no competencia” como regla básica deviene
un elemento inherente a la lealtad que las partes se deben recíprocamente
y que tiende, sin dudas, a la búsqueda y alcance de los beneficios que
ambas pretenden al momento de relacionarse.
Si bien el art. 1517 CCyC establece como regla general la exclusividad en
favor de ambas partes, lo cierto es que aquellas “pueden limitarla o
excluirla”, lo cual abre la puerta a la autonomía de la voluntad, extremo que
en definitiva, será lo primero que deberá ponderarse al momento de
interpretar los alcances de cada caso particular.
Bajo esa línea conceptual, la norma continúa diciendo que el franquiciante
no puede autorizar otra unidad de franquicia en el mismo territorio, salvo
que exista al respecto consentimiento del franquiciado.
En cuanto a la territorialidad y más allá de su exclusividad o no según lo
acuerden las partes, lo cierto es que habitualmente este elemento
constituye una pauta integradora del contrato, habida cuenta de que la
necesidad del franquiciado para desarrollar y explotar su negocio requiere
habitualmente de una delimitación espacial, en tanto de ello suele depender
el éxito del emprendimiento.
Por ello, y aun frente al ejercicio de la opción por parte del franquiciante en
su favor, ponderando especialmente las características formales de esta
clase de acuerdos —contratos de adhesión—, el principio de buena fe
impone respetar y reconocer ciertas pautas de razonabilidad, comprendido
ello dentro de un contexto de realidad económica a fin de respetar en favor
del franquiciado un ámbito de desarrollo comercial que permita, al menos,
aspirar al logro de las expectativas contempladas al contratar.
Sin perjuicio de lo expuesto, cabe aclarar que el aspecto territorial no es el
único que se tiene en cuenta al momento de delimitar las pautas de
exclusividad. Así, suelen pactarse cláusulas en las que se le exige al
franquiciado la adquisición de materias primas o productos elaborados
directamente por el franquiciante, o bien aquellas mediante las cuales se
prohíbe al franquiciado comercializar otros productos que no entren en
competencia con su propia actividad.
Desde otra perspectiva, la norma establece que el franquiciado deberá
desempeñarse en los locales indicados y dentro del territorio asignado, no
pudiendo operar por interpósita persona unidades de franquicia o
actividades que sean competitivas. Ello resulta lógico, habida cuenta el
deber de colaboración y buena fe implícita tendiente a evitar prácticas
desleales por parte de ambos contratantes que importen una actitud
competitiva entre sí.
* El último artículo sobre franquicia —art. 1524 CCC— establece que las
disposiciones de este capítulo se aplican a las franquicias industriales, a las
relaciones entre franquiciantes y franquiciado principal, y a las que se den
entre este y cada uno de los subfranquiciados.
En principio, estas situaciones no están comprendidas directamente en el
ordenamiento sino solo si la situación presenta la suficiente analogía fáctica
como para poder incluirse.
La franquicia industrial resulta aplicable a la producción de bienes, a
diferencia de la “comercial”, que se utiliza para distribución o prestación de
servicios. En el “know-how” de tipo “industrial” la franquicia tiene un
contenido mucho más técnico, comprensivo de procedimientos de
fabricación o de aquellos que sirven para la aplicación de técnicas
industriales dentro de la empresa. La norma establece la aplicación de las
prescripciones de este Código a la franquicia de tipo industrial en lo que
resulte compatible teniendo en cuenta las características antes indicadas.
En lo que hace al régimen de la sub-franquicia —sin perjuicio de lo normado
por los arts. 1518, inc. a, y 1636 CCyC— la relación entre el franquiciante
mayorista y los subfranquiciados(78) también se rige por las normas de
este Capítulo; ello, no obstante se le puedan imponer vía contractual al sub-
franquiciado algunas condiciones especiales (v. gr. prestar conformidad a
los contenidos esenciales del contrato de franquicia principal, renunciar a
reclamos contra el franquiciador al momento de la transferencia, etc.)