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enseñanza superior, hace falta proceder de tal manera que las instituciones
universitarias y de enseñanza superior sean consideradas como socios reales en
la formulación de las elecciones sociales y económicas de la sociedad global, y
que, en contrapartida, estas instituciones actúen como verdaderos socios,
aceptando que las orientaciones de la enseñanza superior y su puesta en
práctica en la organización y en la gestión de las instituciones concernidas, sean
objeto de un consenso en la sociedad.
Se trata de reconocer que debe haber una relación entre el proyecto de la
enseñanza superior y el proyecto de sociedad, y que esta relación esté enfocada
en una perspectiva universal, manteniéndose sujeta a la propia realidad de cada
país.
En consecuencia, el mayor reto de la enseñanza superior para el siglo xxi será el
reconocimiento de su pertinencia, dada la rapidez y la amplitud de las
mutaciones actuales, que se van a ir desplegando tanto a nivel mundial como en
cada sociedad. Hay que llegar a una comprensión mutua de lo que define la
pertinencia de la enseñanza superior, ya que cubre los criterios de la calidad de
la formación, los objetivos de la cooperación internacional, las formas de gestión
y de atribución de los recursos apropiados. Por ello, es necesario examinar la
pertinencia de la enseñanza superior, insistiendo en la importancia de algunos
principios cuyos fundamentos podrían verse debilitados en el transcurso de la
próxima década.
Hay que reafirmar que la misión central de la enseñanza superior es la
formación y educación orientada hacia una visión de largo plazo, y no sólo hacia
una búsqueda de adaptación a las necesidades inmediatas del mercado de
trabajo; hace falta considerar también el proyecto de formación y de educación
dentro de una perspectiva de desarrollo personal y de preparación de los
individuos para su contribución al desarrollo social y económico, por medio de la
educación a la ciudadanía y una formación “a lo largo de toda la vida”.
La enseñanza superior debe ser definida como un servicio público y no como
una empresa del saber y de la formación orientada por las leyes del mercado.
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necesarias por las nuevas exigencias de formación que tienen que plasmar los
valores culturales propios de cada sociedad y que deben abrirse a la
interdisciplinaridad y a la pluridisciplinaridad. Hace falta recordar aquí la posición
de la UNESCO en cuanto al efecto de esta pluridisciplinaridad que debe contener
una dimensión ética en la manera de percibir los problemas y de resolverlos.
El reconocimiento de lo adquirido por un sistema adecuado de evaluación de los
aprendizajes efectuados afuera del sistema de enseñanza formal sigue siendo
una tarea que hace falta realizar en la mayoría de los países.
Reconociendo el papel central de las NITC en el apoyo al desarrollo pedagógico
y en el mejoramiento del acceso al conocimiento, hace falta reafirmar que éstas
no pueden sustituir en ningún caso la relación profesor-estudiante.
La cooperación internacional debe estar más presente dentro de las actividades
de las instituciones y debe responder al crecimiento de la interdependencia de
las sociedades y de las migraciones de las poblaciones.
La educación a la ciudadanía dentro de un mundo plural debe formar parte de
los programas de estudios y de la cultura de los establecimientos. Esto significa
que la enseñanza superior debe preparar a los estudiantes para que se
comprometan con una cultura de la paz; que puedan funcionar dentro de varias
culturas y consideren soluciones de tipo cooperativo a los problemas
relacionados con la globalización. Los objetivos de los programas deben permitir
el desarrollo de estas competencias para crear bases de valores comunes e
incrementar la mutua comprensión y la cooperación tanto en el interior de cada
grupo como entre las comunidades de interés.
Las instituciones de enseñanza superior deben enmarcar su misión dentro de
una perspectiva de socios con los principales actores sociales y otorgarle su
pleno lugar a la sociedad civil; así es cómo deben de responder a las solicitudes
de contribución que provienen de otros actores sociales e integrarse dentro de
las redes nacionales e internacionales.
Dentro del contexto de todos esos cambios externos y de los nuevos desafíos
que se le plantean a la enseñanza superior, una apuesta muy importante será la
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han terminado la escuela preparatoria en estos países, ya que han una tasa de
acceso. Es difícil entonces hablar en este caso del derecho a la educación y a la
enseñanza superior, y algunos participantes han hablado de la “teporochización”
de sus jóvenes estudiantes.
Si por otro lado se desea alentar la movilidad internacional de los estudiantes
durante sus estudios, falta hacer un enorme trabajo en cuanto a la armonización
de los programas y al reconocimiento del conocimiento adquirido, así como en
las formas de organización de las universidades, para garantizar la validez de
los estudios y de los diplomas a nivel internacional.
Sin embargo, ¿no sería necesario volver a ubicar la perspectiva de la
cooperación internacional e ir más allá de la puesta en marcha de programas de
movilidad de los estudiantes, para construir una genuina red de cooperación
universitaria que permita un mayor acceso, y la puesta en pie de universidades
de alto nivel en los países en vías de desarrollo? ¿Cómo evitar el éxodo de
cerebros de estos países y apoyar el establecimiento de instituciones de
enseñanza superior que puedan beneficiarse del acceso a los conocimientos y
saberes producidos en los países desarrollados y, al mismo tiempo evitar la
estandarización y la homogenización de los programas de formación, apostando
así en los propios conocimientos de los países en vías de desarrollo y dentro del
respeto de sus culturas?
Para lograrlo, el recurso a las nuevas tecnologías de la información y de la
comunicación podría ser una de las formas de alcanzar este objetivo, siempre y
cuando haya la suficiente distancia crítica que evite volver a caer en las trampas
de la colonización cultural. Como ejemplo de nuevas formas de proceder en
cuanto a cooperación internacional, citaré el programna de cátedras Unitwin de
la UNESCO que persigue este objetivo, y al respecto, la Red Orhicom de
cátedras en comunicación y desarrollo internacional (que cuenta ahora con cerca
de 25 cátedras en el nnunido entero) acepta muy bien el desafío.
Conclusión
Concebir que las sociedades que podrán mejorar sus oportunidades de
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desarrollo social y económico en el siglo xxi, son las que sabrán apostar en el
capital intelectual y las capacidades innovadoras producto de una educación de
alto nivel y de una formación continua de sus miembros, permite prever que las
instituciones de enseñanza superior, entre las cuales la Universidad es la más
importante, conservarán su pertinencia siempre y 7 cual (lo cuestionen algunas
de las formas de cumplir su misión y acepten transformarse con rapidez. Por
ello, debe efectuarse una seria y urgente reflexión acerca del modo de
financiamiento del sistema de enseñanza superior, haciendo un llamado a
elecciones de sociedad; si mío así, las universidades del siglo xxi corren el riesgo
de transformarse en pequeñas empresas o en transnacionales del saber y de la
formación. Se pone en clara evidencia entonces la importancia de preservar la
preponderancia del financiamiento público, para contrarrestar esa tendencia y
asegurar el porvenir de la enseñanza superior dentro del respeto de los prin-
cipios evocados a lo largo de la Conferencia Mundial de Educación Superior.