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Pontificia Universidad Católica de Chile

Curso TTF080-2
¿Quién es el hombre? Una mirada desde
la Antropología Cristiana.
Profesor: Cristián Núñez D. / Ayudantes: Francisca Rodríguez – Ariel Sperlig
Estudiante: Maite Olavarría C.

“El misterio de la muerte:


¿Merecemos otra oportunidad en el más allá?”

La muerte, es una palabra que viene del latín “mors” o “mortis” que se define según la real
academia como “el cese o término de la vida” [1]. Desde un punto vista biológico es la
incompatibilidad de mantener la homeostasis del cuerpo lo que conlleva al cese permanente de
sus funciones vitales. Su definición se ve simple, pero la muerte es un concepto mucho más
profundo y amplio que puede analizarse a través de diferentes dimensiones como psicológicas,
sociales, físicas, espirituales, entre muchas otras. Hasta el día de hoy sigue siendo uno de los
enigmas más grandes de la humanidad. A lo largo de todo el mundo, distintas religiones se han
encargado de tratar de darle un significado que pueda generar tranquilidad a sus seguidores,
creencias que no pueden comprobarse científicamente, porque nadie ha regresado de la muerte
para confirmarlo y va más allá de la ciencia o de nosotros mismos.
A través de este ensayo daré mi opinión sobre que es para mí la muerte, que corrientes o
religiones se acercan a mi pensamiento y como se parecen o diferencian de la creencia cristiana.

Para empezar, la muerte es un concepto que siempre ha atormentado a la humanidad, incluso


causa miedo el simple hecho de hablar, ver o pensar en ella. Es un tema que se trata con mucho
cuidado, casi como si fuera tabú. ¿Pero por qué causa tanto temor? Primero porque es permanente
y segundo, porque nadie sabe que es lo que sucede después, el terror a lo desconocido nos
condiciona en la forma en que actuamos y como nos relacionamos con otros, con nosotros
mismos y con el mundo que nos rodea.
Como la respuesta no puede encontrarse de forma empírica, el hombre frente a una necesidad
psicológica para calmar su angustia ante el destino inevitable de la muerte ha recurrido a la
religión para sentir de alguna forma algún consuelo de que al creer en la existencia de un más allá
o segunda vida, puede asegurarse un buen final. [2] La mayoría de las religiones a lo largo de todo
el mundo, a pesar de ser distintas en origen, todas coinciden en la creencia de la vida después de
la muerte, ya sea a través de la reencarnación o la resurrección.
La reencarnación, es la creencia filosófica o religiosa de que la esencia individual de un ser vivo
(alma o espíritu) empieza una nueva vida en un cuerpo o forma física diferente después de su
muerte biológica. Está presente en la mayoría de las religiones orientales, como el hinduismo y
budismo. Pero en las últimas décadas, también han surgido como movimientos en occidente. [3]
La resurrección, en cambio, es una creencia escatológica en las religiones abrahámicas, donde se
considera que la resurrección de las almas individuales es actual y permanente o bien una
resurrección singular de los muertos al final del siglo del mundo. [4]
La muerte y resurrección de Jesús es un foco central del cristianismo. Se produce debate con
respecto a qué tipo de resurrección es la verdadera, ya sea una resurrección espiritual con un
cuerpo espiritual al cielo o una resurrección material con un cuerpo humano restaurado. [5]
Habiendo definido estas dos concepciones de la vida tras la muerte, me gustaría comenzar
explicando cual es mi creencia respecto al tema. No sigo a ninguna religión en específico, pero
siempre he encontrado maravillosa la idea de que después de morir, uno pueda ir recolectando
experiencias de distintas vidas y que, una vez completada esta etapa, pueda ir finalmente a
reunirse como espíritu individual a una energía más grande y universal, que es parte de todos y
todo. Este tipo de mirada se puede encontrar en las ideas del espiritismo, la teosofía, la
antroposofía y el New Age (o Nueva Era) en donde la reencarnación se ha entendido de una
manera mucho más optimista ante la visión de las religiones orientales, como un proceso de
aprendizaje y de realización individual progresiva como una forma de participación en la
evolución cósmica. Cuando el alma se separa del cuerpo, los individuos pueden volver la mirada
hacia toda su vida hasta ese instante y cuando el alma se une a su nuevo cuerpo se obtiene una
visión anticipada de la siguiente fase de la vida. [6]
Una de las razones porque me gusta esta filosofía, es porque no existe un castigo que te sentencia
por toda la eternidad o parte de ella como ocurre con el cristianismo o hinduismo como ejemplo
de religión oriental que cree en la reencarnación. En el caso del cristianismo existe el infierno o
purgatorio (catolicismo), dependiendo de la gravedad de la falta que se haya cometido en vida es
como la persona debe pagar sus pecados. Esto se puede verse en el nuevo testamento, cuando San
Pablo hace referencia al día del juicio final y que pasa con los buenos creyentes dependiendo de
sus acciones: "Un día se verá el trabajo de cada uno. Se hará público en el día del juicio, cuando
todo sea probado por el fuego. El fuego, pues, probará la obra de cada uno. Si lo que has
construido resiste el fuego, será premiado. Pero si la obra se convierte en cenizas, el obrero
tendrá que pagar. Él se salvará, pero no sin pasar por el fuego". (1 Corintios 3,13-15) Si la obra
resiste, la persona se salvará, sin necesidad de pasar por una purificación. En cambio, si la obra no
resiste, se salvará de todas formas, pero antes tendrá que pasar por un castigo (purgatorio).
Obviamente los que no entran en esta categoría, no tienen salvación. (infierno) [7]
En el caso del hinduismo, está el concepto de karma que se interpreta como una ley de causa y
efecto. De esta forma cada una de las sucesivas reencarnaciones (Samsara) quedaría condicionada
por los actos realizados en vidas anteriores. Por eso todo sufrimiento es el castigo merecido por
una culpa, que proviene de acciones efectuadas en vida o de vidas pasadas. [8]
Estos castigos entregados por cada religión chocan con mis ideales, ya que para mí es natural del
ser humano errar y equivocarse, por lo que las faltas que se cometan deberían pagarse en la
respectiva vida y no en el más allá ni en vidas posteriores. No puede condensarse a una persona
por la eternidad, sin darle una segunda oportunidad como no ocurre en el cristianismo ni tampoco
darle oportunidades “cargadas con castigo” como pasa con el hinduismo. Estos castigos solo
terminan generando más temor en sus seguidores ante la muerte.
Por esto es que la filosofía del New Age por ejemplo, representa una manera justa de tratar a las
personas durante su vida, generando un sentimiento de aceptación ante la muerte y rechaza el
énfasis cristiano del pecado y la culpa, porque obstaculizan la evolución espiritual con el miedo.
A través del karma, tratándolo solo como una ley de causa y efecto que asegura el equilibrio
cósmico, no es visto como un sistema que impone castigo por acciones pasadas como el
hinduismo. De esta forma, antes de la reencarnación se elige el cuerpo y las circunstancias en las
que nacerá, teniendo múltiples oportunidades para aprender nuevas lecciones y así avanzar en la
propia evolución espiritual. [9]
Esta idea está ligada profundamente a como se ve el ser superior en cada creencia. Por ejemplo,
en el cristianismo se cree en un Dios que quiere salvar al hombre del pecado porque lo ama, esto
queda plasmado en el Prefacio al Libro V de Adversus Haereses de San Irineo: “Jesucristo, que,
por medio de su amor trascendente, se convirtió en lo que somos, para poder llevarnos a ser lo
que él mismo es”. Para entender la divinización, no se realiza solamente en virtud de los esfuerzos
propios, sino con el auxilio de la gracia de Dios, que actúa en y por medio de los cristianos,
implicando una dependencia. A diferencia de la visión de New Age donde no existe un ser divino
externo como líder o guía, porque se tiene el concepto de “dios interior”, donde se da importancia
a reconocer nuestra propia divinidad porque al final del camino, todos somos parte de ese dios y
de algo más grande que es la energía universal. [6] Al final cada uno es el único responsable de su
salvación individual y de los eventos que le suceden durante su vida, una idea que trae consigo
mucho empoderamiento, porque somos independientes de cualquier poder externo y no existe un
sentimiento de inferioridad como ocurre con el cristianismo, donde se recalca siempre que somos
seres imperfectos ante la presencia de Dios.
Habiendo hecho un análisis en profundidad con las diferencias del concepto de la muerte que
existentes tanto en el cristianismo como en el New Age, podemos sintetizar que ambas creencias
han dado una respuesta a este enigma, en donde el cristianismo cree en la resurrección y que
dependiendo de las acciones que se hayan cometido existe un castigo a las faltas mediante el
purgatorio o el infierno, donde este proceso es siempre mediado por un Dios externo del que
dependemos. En cambio, el New Age cree en la reencarnación como otras religiones orientales,
existe el karma, pero sin un castigo como lo hace el hinduismo que termina afectando a las
siguientes vidas. Este karma es independiente de las acciones que se hayan cometido en vida,
porque son vistas como una lección para crecer espiritualmente y todo este proceso es individual,
porque cada uno tiene su propio “dios interior”.

El Vaticano tiene una fuerte preocupación con la filosofía del New Age, ya que mucho de sus
principios son totalmente contrarios al cristianismo, problema que puede profundizarse más en el
texto: "Jesucristo manantial de Agua Viva. Una reflexión cristiana sobre la New Age" [6]
elaborado por los consejos pontificios para la Cultura y el Diálogo Interreligioso. [10]
Bibliografía
(1) Real Academia Española. 23.ª ed., [versión 23.4 en línea]. Recuperado el 3 de mayo de
2021, de https://dle.rae.es/muerte
(2) Muriá Vila, Irene (2000). La concepción religiosa de la muerte: un estudio evolutivo.
Recuperado de http://www.revista.unam.mx/vol.1/art2/conclusion.html
(3) Juergensmeyer, Mark & Clark, Wade (2011). Encyclopedia of Global Religion (pp. 271–
272). California, EE.UU: SAGE Publications
(4) St Gregory of Nyssa (1993). On the Soul and the Resurrection. Recuperado de
https://www.ccel.org/ccel/schaff/npnf205.x.iii.ii.html
(5) Maas, A. (1911). Catholic Encyclopedia: General Resurrection. New York: Robert
Appleton Company. Recuperado de https://www.newadvent.org/cathen/12792a.htm
(6) Consejo Pontificio de la Cultura. (2003). Jesucristo portador del agua de la vida una
reflexión cristiana sobre la nueva era. Ciudad del Vaticano, Italia: Librería Vaticana.
Recuperado de:
https://www.vatican.va/roman_curia/pontifical_councils/interelg/documents/rc_pc_interel
g_doc_20030203_new-age_sp.html
(7) Zavala, Martin (s.f). El Purgatorio ¿Es bíblico o un invento de la Iglesia? Recuperado de:
https://apologeticacatolica.org/masalla/El-Purgatorio-%c2%bfEs-biblico-o-un-invento-de-
la-Iglesia/
(8) Tovar, Dora (2000). Theologica Xaveriana ¿Reencarnación o resurrección? Vol. L, no.
135, pp. 391, 2000.
(9) Hanegraaff, Wouter (1996). New Age Religion and Western Culture: Esotericism in the
Mirror of Secular Thought. Leiden: Brill
(10) El Vaticano advierte a los cristianos contra la New Age. (3 de febrero del 2003) La
Vanguardia. Recuperado de:
https://www.lavanguardia.com/vida/20030203/51262769048/el-vaticano-advierte-a-los-
cristianos-contra-la-new-age.html

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