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Introducción.
Un componente esencial de las sociedades en la actualidad, son las relaciones jurídicas que en
ellas toman lugar (ejemplo: empleado-empleador). Estas son, además de numerosas, causales
de múltiples conflictos de intereses.
¿Cómo podemos solucionar esos conflictos?
*Buscando un tercero imparcial – heterocomposición del litigio. Se llama a un tercero, por
ejemplo, al juez, para que resuelva el litigio.
*A través de que las partes se pongan de acuerdo – autocomposición. La autocomposición
puede presentarse en dos diferentes escenarios: cuando las partes se ponen de acuerdo y
solucionan el conflicto; o cuando acuden a un tercero a los efectos de que actúe como
mediador o conciliador, el cual agotará su finalidad cuando logre que las partes se pongan de
acuerdo; es decir, su tarea no se extiende a solucionar el litigio, sino a lograr que las partes,
llegando a un acuerdo, lo hagan.
*Uso de la fuerza o imposición de la voluntad – autotutela o autodefensa (encuentran su
amparo en el Derecho).
A pesar de ser la forma más primitiva de solución de conflictos (regulada, incluso, en la antigua
Ley del Talión), siguen existiendo actualmente una serie de mecanismos que la mantienen
vigente, aunque de forma restringida, debido a la potestad de juzgar y sancionar que el Estado
posee; potestad que, junto con la legítima defensa, contribuyó a la disminución de la práctica
que llevaban a cabo anteriormente los individuos de defenderse a sí mismos.
Actualmente, podemos observar la autotutela en el derecho de retención (no hacer entrega de
una cosa hasta que la otra parte no cumpla con su prestación); en la excepción del contrato no
cumplido; etc.
¿Qué componentes tiene que tener el trámite para poder poner al tercero imparcial a
solucionar el conflicto entre las partes?
El acreedor inicia la acción dirigiéndose al tercero, para lo cual precisa pruebas de la relación
jurídica (por ejemplo, que hubo una compraventa, que el acreedor cumplió y el deudor no). Si
no hay documento, se puede recurrir a testigos (medios de prueba).
Esa acción que inicia el acreedor, es lo que se conoce como demanda, y lo que viene a pedir,
es su pretensión. El deudor debe ser notificado, para luego hacer la contestación.
El acreedor es aquí el actor, y el deudor el demandado.
La siguiente etapa procesal, aquella en la que el tercero define quien tiene la razón, es la etapa
de las pruebas. Hay que probar las alegaciones o afirmaciones. El tercero imparcial (Juez)
va a realizar la resolución del conflicto a través de la sentencia. Cuando se realiza esta
resolución ante un árbitro (procedimiento privado), la resolución no será una sentencia, sino un
laudo.
Todo proceso es una secuencia de actos procesales (demanda, resolución, etc.). Es un
conjunto de actos jurídicos. Esos actos procesales se van realizando por los distintos sujetos
(partes, juez, funcionarios del juzgado, peritos, etc.). Hay actos realizados por sujetos
interesados (“partes” en el proceso contencioso, “interesados” en el voluntario), y otros
realizados por sujetos desinteresados (por ejemplo, el Juez).
Todos estos actos le dan al proceso una unidad estructural, ya que no se dan de forma
aislada, sino que son interdependientes entre sí. Además, están encaminados a un fin en
particular.
Y, ¿cuál es el fin del proceso?. Desde el punto de vista doctrinario, los autores establecen
como finalidad del proceso, distintos matices.
Así, para Couture, el propósito es la resolución de un conflicto. Para Carnelutti, la finalidad era
la justa composición del litigio. Para Chiovenda, es la aplicación de la ley. Para Guasp, es la
satisfacción de una pretensión. Y finalmente, para Barrios De Angelis, la finalidad es la
exclusión de la insatisfacción jurídica. El proceso es una sucesión de actos interdependientes
coordinados a la obtención de la satisfacción jurídica mediante el ejercicio de la jurisdicción.
¿Cómo se inicia un proceso contencioso? Con una demanda escrita, que debe contener: el
nombre de quien comparece; datos del actor; el demandado (nombre y domicilio si se
conocen); los hechos, una narración precisa de ellos; las pruebas, las cuales deben ser
presentadas todas al momento de la demanda, ya que luego, salvo excepciones, no podrá
presentar más.
El juez, al recibir la demanda, hace un control de admisibilidad: controla que la ésta cumpla
con los requisitos formales. No es un análisis de fondo, y no puede resolver nada porque aún
no se escuchó a la otra parte. Solo se controla que se cumpla con los requisitos formales.
Si la demanda no cumple con los requisitos formales, hay que subsanarla. Si cumple, se pasa
a la siguiente etapa: el emplazamiento.
El juez tiene que notificar al demandado y realizar el emplazamiento, lo cual le da al
demandado 30 días para contestar la demanda. Estos 30 días comienzan a correr el día
siguiente de la notificación. (NOTIFICACION Y EMPLAZAMIENTO NO SON LO MISMO).
El demandado puede manifestar diferentes actitudes dentro de la demanda: allanamiento;
contestación contradictoria; oposición de excepciones previas; reconvención (contrademanda-
el demandado no solo contradice la pretensión del actor, sino que sostiene que fue este ultimo
el que hizo el daño); actitud de expectativa; mera comparecencia.
Si no comparece en el plazo, el proceso tiene que seguir.
Toda esta etapa relatada anteriormente fue escrita y se compone por los llamados “actos de
proposición”. Este es el cierre de esta etapa, y la siguiente es la audiencia preliminar, a la que
las partes tienen la obligación de comparecer, de lo contrario, pueden tener sanciones, algunas
graves (por ejemplo, si el actor que promovió la demanda no comparece, luego no puede volver
a iniciar una demanda por el motivo que lo llevo a promover la primera).
Las etapas más importantes en la audiencia preliminar son: la conciliación intraprocesal y la
resolución de las excepciones previas.
Una vez que se cumplen todas las fases, va a haber una segunda audiencia: audiencia
complementaria, que es una audiencia de prueba. Luego de ella, el juez va a dictar una
sentencia definitiva de primera instancia que, en el caso de que sea apelada, dará inicio a la
segunda instancia, donde se dictara una sentencia definitiva de segunda instancia.
*Principales y accesorios.
Proceso principal. Agota su finalidad en sí mismo.
Proceso accesorio. Siempre supone la existencia de un proceso principal.
Estos procesos pueden desarrollarse al mismo tiempo, pero lo que nunca puede pasar es que
el principal haya terminado y el accesorio no. Solo puede ser anterior o simultaneo.
Contenido.
Aunque el Derecho Procesal se integra con todas aquellas normas jurídicas que disciplinan el
proceso, es fácil percibir dentro de ese conjunto de normas, dos sectores bien diferenciados:
aquel que regula la organización judicial, que podemos denominar “parte orgánica”, y aquel
que se refiere específicamente al desarrollo mismo del proceso, y que podemos calificar como
estrictamente “procesal o procedimental”.
Caracteres.
1) Publicidad. El derecho procesal forma parte del Derecho Público, de allí que como principio,
que admite excepciones expresas (art 92), la vigencia de sus normas escape a la autonomía de
la voluntad de las partes.
2) Autonomía. Esta autonomía debe afirmarse en un doble sentido: con relación al Derecho
civil, Penal, Comercial, Laboral, etc. por un lado, y con relación al Derecho Constitucional y al
Derecho Administrativo, por otro.
Es autónomo, en primer lugar, del derecho sustantivo al que se refiere el litigio, esto es,
autónomo con relación al derecho civil, penal, etc. que regulan las relaciones jurídicas que son
materia del litigio –si se trata de un proceso contencioso- o del interés protegido por la ley, si se
trata de un proceso voluntario.
Pero es autónomo, en segundo término, con respecto al Derecho constitucional – que regula la
organización y funcionamiento del P.J y de sus órganos- y al Derecho Administrativo – que
reglamenta el complejo de relaciones existentes entre el Estado y los funcionarios judiciales-
aunque resulta inevitable que estos sectores del Derecho objetivo se entrecrucen con el
Derecho Procesal. Así, por ejemplo, las normas constitucionales que se refieren a la
designación de los jueces, pertenecen, al mismo tiempo, al Derecho constitucional y al Derecho
Procesal.
3) Instrumentalidad. Se dice que el Derecho Procesal es instrumental en el sentido de que está
constituido por normas jurídicas que establecen los medios para solucionar los litigios o para
amparar aquellos intereses que requieran la forma del proceso.
4) Unidad. Existe un único Derecho Procesal, y no uno para cada derecho sustantivo. Lo que sí
hay, son distintas estructuras dependiendo de la diferente materia, pero el Derecho Procesal es
uno solo.
INTEGRACION.
Integrar es llenar un vacío legal.
Acerca de los vacios legales, hay quienes creen que no existen, partiendo de la base de que
uno puede hacer todo aquello que no está prohibido. Por otro lado, hay quienes sostienen que
las normas establecen lo que hay que hacer y, si no hay norma, no hay vacío.
Además de haber vacío donde no hay norma, también puede haberlo en donde, si bien hay
norma, esta solo establece un precepto, y no una consecuencia jurídica.
La tarea de integración supone conocer cuáles son los supuestos de hecho determinados en la
norma. Desde este punto de vista, hay que realizar un silogismo. Si es A, debe ser B. Pero si
no es A, ¿Qué se aplica?. El CC resuelve esto en el artículo 16, según el cual, el mecanismo
de interpretación es la analogía (en el fundamento de la ley).Y si persiste la duda, se recurre a
los principios generales del Derecho y luego a las doctrinas mas recibidas.
Pero de acuerdo al CGP, el juez puede optar por cualquiera de los tres. Están establecidos, no
en un orden, sino de forma horizontal, lo cual se ve reflejado en el uso del “y”.
Además de estos dos grandes pilares, hay otras disposiciones que hacen a la tutela
constitucional del proceso, entre las que se destacan:
-Artículos 7, 8 y 10.
-Artículos 30 y 318, que consagran el derecho de petición (que comprende al derecho de
acción)
-Artículo 254, que garantiza el acceso a la justicia en la medida en que consagra la auxiliatoria
de pobreza
-Artículos 256 y ss, que prevén un mecanismo de control de constitucionalidad de los actos
legislativos
-Artículos 24 y 25, que regulan constitucionalmente lo relativo a la responsabilidad del Estado
(que incluso podría generarse por el ejercicio de la función jurisdiccional)
-Artículo 19, que prohíbe la existencia de juicios por comisión
-Los artículos de la sección XV, referida a la organización del poder judicial
-Artículo 253, que regula el ejercicio excepcional de función jurisdiccional por parte del Poder
Ejecutivo en lo relativo a la jurisdicción militar
-Artículos 93 y 102, referidos al juicio político, que pese a las discrepancias doctrinarias que se
han suscitado, puede decirse que se trata de un supuesto de función jurisdiccional ejercida por
el Poder Legislativo
-Artículo 322 (TCA), que atribuye a la Corte Electoral el ejercicio de función jurisdiccional en
materia de delitos electorales.
Además de todas esas normas referidas a la tutela del proceso en general, existe otra serie de
artículos orientados a tutelar constitucionalmente el proceso penal: art 13, que tiene que ver
con el Tribunal; los arts 15 (que establece las condiciones para ser detenido), art 16 (que
estatuye la declaración que se le debe tomar al detenido), art 17 (habeas corpus), art 20
(prueba), art 21 (inicio del proceso con demandado no presente), art 22 (en principio el
acusador –titular de la acción penal- es el Ministerio Publico y, excepcionalmente, son los
privados), art 26, art 14 (en otros supuestos en los que no existan razones políticas, se admite
la confiscación, como por ejemplo ocurre, con el decomiso en materia aduanera), art 27.
FUENTES DEL DERECHO PROCESAL
La noción de fuente puede ser entendida en un doble sentido: formal o material.
a) Fuente formal de validez. Procedimientos por los que se crean las normas jurídicas. Desde
esta perspectiva, existen tantas fuentes formales de validez, como procedimientos hábiles para
crear normas jurídicas, admita un Derecho Positivo en concreto.
b) Fuente en sentido material (o fuente de inspiración). Son aquellas que han servido de
modelo o inspiración para la elaboración de las normas jurídicas. A vía de ejemplo, han sido
fuentes de inspiración del CGP, el Proyecto de Código de Procedimiento Civil de Couture y el
Código del Proceso Penal.
Caracteres.
*Bifrontalidad. La mayoría de los principios generales a los que referimos tienen su opuesto.
Peyrano afirma que se presentan en parejas y que “casi todos reconocen la viabilidad teórica
de su antítesis”. La política legislativa está en resolver a cual seguir para organizar el proceso.
Decimos “casi todos”, y no “todos”, porque hay ciertos principios que no permiten la elección de
uno opuesto, por ejemplo, el de igualdad, el de buena fe y el de imparcialidad.
También debe señalarse que el hecho de que en un ordenamiento se tome partido por un
principio general, no implica la imposibilidad de que, en ocasiones, el mismo pueda
desatenderse (excepción al principio o regla general).
*Complementariedad. No se configuran aislados sino fuertemente unidos o entrelazados;
suponen la existencia de otros que, en cierta medida, son consecuenciales o complementarios.
Por ejemplo, la oralidad supone necesariamente, la inmediación, la concentración, la
publicidad, etc.
1) Principio dispositivo.
El principio dispositivo consiste en una regla conforme a la cual se da predominancia a los
interesados principales en la realización de ciertas tareas particularmente importantes
(iniciativa, desistimiento, determinación del objeto etc.). Confiere a las partes el dominio, o
señorío ilimitado, del proceso. Cuando se adopta su opuesto, el llamado “principio inquisitivo”,
dicha predominancia en tales tareas la tiene el tribunal.
En los Códigos anteriores había una gran parte de tareas que se basaban en el principio
inquisitivo. Esto fue mutando con el correr del tiempo porque el Estado se fue interesando en
una mayor justicia, y en que no todo quedara al arbitrio de los tribunales. Hoy en día tenemos
como principio rector el dispositivo, con algunas notas del inquisitivo.
¿De dónde resulta que el principio dispositivo uruguayo es el que rige el proceso jurisdiccional
en Uruguay? Estrictamente la vigencia del principio dispositivo o del principio inquisitivo debe
ser analizada en relación a cada una de las diferentes tareas indicadas; desde que es habitual
que en un mismo Derecho Procesal para ciertas actividades rija el principio dispositiva y para
otras el inquisitivo.
Disposiciones en las que se nota que el legislador opto por el principio dispositivo:
A) INICIACION (arts 1 y 11 CGP, art 5 LOT). La iniciación del proceso incumbe a los
interesados.
Los artículos citados recogen el viejo aforismo romano “no hay juicio sin actor”, “no hay
jurisdicción sin acción”. ¿Qué es el derecho de acción? Es el derecho a reclamar la función
jurisdiccional. Este derecho de acción, o derecho al proceso, está consagrado en el art 11
CGP.
El artículo 5 de la LOT establece lo mismo que el artículo 1 del CGP, pero desde el punto de
vista del tribunal.
Los procesos en general se inician con actos procesales que presenta/n el/los interesado/s. En
el caso del proceso contencioso, este acto procesal recibe el nombre de “demanda”, y en el
caso del proceso voluntario, “solicitud”.
Los medios impugnativos, entre los que se incluye el recurso de apelación (segunda instancia),
también funcionan a petición de interesado.
b) APORTACION DE LOS HECHOS A LA CAUSA. La hacen los interesados. Los hechos
objeto del proceso solamente pueden ser aportados por las partes, lo cual hacen a través de la
demanda y la contestación. El juez no puede incorporar al proceso, hechos no proporcionados
por las partes.
De regla, todos los hechos deben ser presentados en la demanda o contestación, y solo
pueden añadirse luego a la causa, hechos que hayan tenido lugar con posterioridad a los actos
de proposición. Esto es una manifestación de la preclusión.
c) APORTACION DE PRUEBAS (Arts 137, 139, 341.6). Las pruebas únicamente pueden ser
aportadas por las partes. Corresponde probar los hechos que invoquen las partes y sean
controvertidos. Los hechos admitidos por las partes, los que las mismas no controvierten, se
imponen al Juez, salvo que se trate de procesos en que se ventilan cuestiones o derechos
indisponibles (art 137). El que alega un hecho tiene la carga de probarlo, y quien contradice la
pretensión de su adversario, tiene la carga de probar los hechos modificativos, impeditivos o
extintivos de la pretensión (art 139).
d) TERMINACION DEL PROCESO. De acuerdo al artículo 1 del CGP, las partes le pueden
poner fin al proceso de forma unilateral o bilateral en cualquier momento. En forma unilateral, el
actor puede desistir de la pretensión o renunciar a su derecho (228), el demandado puede
desistir de su oposición a la pretensión (229), o puede allanarse a la demanda (134), y pueden,
uno u otro, desistir de uno o más actos procesales (230). En forma bilateral, las partes pueden
conciliar, o pueden transar (transacción y conciliación intraprocesal. Art 223 y 224), y el actor
puede desistir del proceso con el consentimiento tácito o expreso del demandado (227). O
pueden someter el proceso a la resolución de un tribunal arbitral (472). Por otro lado, la
inactividad de las partes durante determinado lapso provoca la perención o extinción de la
instancia.
El desistimiento del proceso no obsta la posibilidad de volver a presentar la demanda (227.2), a
diferencia de lo que ocurre en el desistimiento a la pretensión, que implica la renuncia al
derecho sustantivo.
e) SENTENCIA. Es el modo normal u ordinario de terminación del proceso. Los supuestos
vistos anteriormente son formas extraordinarias de dar por terminado el proceso.
El principio de congruencia impone que haya una estrecha vinculación entre los hechos y la
pretensión por un lado, y la sentencia, por el otro.
El Juez no puede fallar ni extra, ni ultra, ni minus petita. Ultra petita: más allá de lo pedido
(términos cuantitativos). Refiere al supuesto de que el Juez conceda más de lo que las partes
piden. Minus petita: El juez omite pronunciarse sobre una de las pretensiones. Menos cosas de
lo pedido. No hay que confundirlo con menos cuantía de lo pedido, el juez puede fijar un monto
menor al pedido, el límite está entre no pagar nada, y pagar lo que se pidió. Un ejemplo de un
fallo minus petita se encontraría en el supuesto de que se le pida al juez una indemnización por
concepto de daño moral y patrimonial, y este solo resuelva uno de ellos, sin pronunciarse sobre
el otro. Extra petita: más allá de lo pedido (términos cualitativos). Ejemplo: que en el petitorio no
se haga referencia al daño moral, y el juez se pronuncie sobre ese aspecto.
No hay sistemas puramente dispositivos o inquisitivos. En la generalidad de los procesos civiles
hay, en mayor o menor medida, atenuaciones, esto es, elementos o notas de inquisitividad.
Señalaremos esas notas de inquisitividad con relación a cada tarea aludida anteriormente.
a) INICIACION. Esta tarea se rige, mayoritariamente, por el principio dispositivo, salvo en
algunos casos, por ejemplo, el tribunal puede, de oficio, iniciar algunos procesos específicos,
tales como: 1- declaración de inconstitucionalidad (258 Constitucion, 509 CGP), 2- adopción de
medidas cautelares. De regla, la misma procede a petición de partes, pero hay casos en los
que el tribunal puede, de oficio, adoptar medidas cautelares, por ejemplo, perdida de patria
potestad, violencia domestica, etc. 3- relevamiento de nulidades y presupuestos procesales
Las nulidades implican actos realizados sin conformidad con la regulación del derecho
procesal. Los presupuestos procesales son aquellos que hacen a la validez del proceso
(133.2).
b) El Juez nunca puede aportar hechos. No hay atenuaciones en esta tarea.
c) APORTACIÓN DE PRUEBAS. El Juez puede proponer medios probatorios, pero deben estar
referidos a los hechos invocados por las partes. “Iniciativa probatoria del tribunal”.
No puede sustituir pruebas, solo complementar, porque de lo contrario, estaría ayudando a la
otra parte (arts. 24 y 25).
4) Principio de igualdad.
Se encuentra regulado en el artículo 4 CGP. Este principio tiene, además, rasgo constitucional,
ya que está consagrado en el artículo 8.
Es uno de esos principios excepcionales, que en cierta forma podríamos catalogar como de
forzosa aplicación, ya que parece inconcebible la posibilidad de que legislativamente se
consagre un principio opuesto.
Lo que procura prohibir el principio de igualdad, es el tratamiento discriminatorio. Aunque esa
regla no es absoluta, en el sentido de que es admisible que exista un tratamiento desigual en
situaciones distintas, y que se creen diferencias siempre que estas, en el sentido de lo
expresado por MALLET, sean objetivamente justificables.
El principio de igualdad se construye a partir de tres subprincipios:
1) Bilateralidad. El principio de bilateralidad implica que, si una parte está habilitada para
realizar una actividad procesal, la otra parte debe estar igualmente facultada para
hacerlo. Como ejemplo de normas procesales que violentaban el principio de
bilateralidad, podemos citar el caso de la Ley 18.578. En materia de recurso de
apelación, la citada ley habilitaba al trabajador a interponerlo libremente, en cambio, la
norma limitaba el ejercicio de la interposición de recurso de apelación por parte del
empleador en el sentido de que lo supeditaba al depósito del 50% del monto al que se
lo había condenado en primera instancia cuestión que constituye inequívocamente un
obstáculo para el ejercicio de un acto impugnativo que la otra parte no tiene. Sin
embargo, es conveniente señalar, como lo hace Couture, que al hablar de bilateralidad,
no referimos a una especie de igualdad aritmética, sino a la razonable igualdad de
posibilidades en el ejercicio de la acción y la defensa.
Tarigo menciona atenuaciones, por ejemplo, en el proceso monitorio ejecutivo
cambiario o tributario, se reduce el espectro de excepciones que pueden oponerse.
2) Contradicción. De acuerdo a este, se debe escuchar la opinión de la otra parte,
dándole la posibilidad de contradecir lo dicho por la primera, dando su lugar así al
contradictorio de coordinación al que alude Barrios de Angelis, que constituye un
carácter constante en el proceso contencioso. Según Couture, este principio de
contradicción, se resume en el precepto audiatur altera pars (“óigase a la otra parte”).
Hay también excepciones a este principio de contradicción. En el caso de las medidas
cautelares, existe la posibilidad de que se resuelva unilateralmente, y que se adopten
sin que la otra parte sea escuchada, sin perjuicio de la facultad que esta tiene de
impugnarlas.
3) Imparcialidad. El principio de imparcialidad implica que, el encargado de dirigir el
proceso y dictar la sentencia, sea tan ajeno a los intereses del actor, como a los del
demandado, y que no desarrolle actividad procesal que corresponde a las partes. El
Juez, de oficio, puede apartarse de las causas en las que estime que su conocimiento
es potencialmente lesivo de la imparcialidad, o los propios interesados pueden recusar
(pedirle que se aparte) al juez de conformidad con lo dispuesto en los artículos 325 y
siguientes.
5) Principio de onerosidad.
La actividad procesal requiere de ciertos sujetos que la realicen y de algunos medios materiales
que permitan esa realización. Todo ello tiene un costo que, por el solo hecho de existir, genera
inmediatamente el problema de determinar quién es que debe soportarlo.
Cuando en un Derecho Positivo se recoge el “principio de la onerosidad”, ese costo es
asumido por los interesados principales.
Cuando, en cambio, se recoge el “principio de la gratuidad”, el costo no es asumido por todos
ellos, sino solo por uno de los mismos.
De lo expuesto puede deducirse que los términos con que se identifican los señalados
principios de onerosidad y gratuidad son estrictamente impropios, en cuanto el proceso
siempre es oneroso, pues siempre tiene un costo. Continuar utilizándolos es admisible en la
medida en que, al hablar de onerosidad o gratuidad, sea en relación de los interesados
principales.
El proceso es gratuito en el caso de la auxiliatoria de pobreza emanada del artículo 254 de la
Constitución, según el cual “la justicia será gratuita para los declarados pobres con arreglo a la
ley”.
En la actualidad nuestro Derecho Positivo establece como principio o regla general la
onerosidad del proceso para todos los interesados principales; esto es, que el costo de toda la
actividad procesal debe ser soportado por todos los interesados principales, con algunas
excepciones en cuyo caso ese costo se le impone –total o parcialmente- a solo uno de ellos o a
algún tercero individualizado o a toda la comunidad a través del Estado.
La pregunta clave es si el deber de colaboración de las partes comprende todos los actos
procesales o solo algunos de ellos y, en ese caso, cuáles. Al respecto podrían sostenerse
diferentes posiciones:
1) Que el deber de colaboración refiere a la “realización de todos los actos procesales” porque
así lo dice expresamente el art 5 CGP y que, por ende, la remisión entre paréntesis al art. 142
sobre prueba es solo porque allí se regula una manifestación del principio general.
2) Que el deber de colaboración refiere exclusivamente a la prueba, en virtud de la remisión
expresa del art. 5 al art. 142. Y aquí quedaría incluida la colaboración en materia probatoria
para las diversas actividades del procedimiento probatorio, incluyendo no solo la producción o
diligenciamiento, sino incluso el ofrecimiento y la carga probatoria.
3) Que el deber de colaboración rige solo para un aspecto de la actividad probatoria: su
producción.
Pereira Campos establece que la norma es clara en el sentido de la primera interpretación
analizada. Si la voluntad del legislador hubiera sido limitarse a la prueba, hubiera bastado
modificar el art. 142 y ubicar el deber de colaboración como un principio de la prueba, sin
necesidad de ubicarlo como un principio del proceso. Ésta conclusión a la que llega el autor, no
deriva solo de la claridad del texto legal, sino también de la filosofía general del Código.
Para la interpretación del alcance y limites del art. 5 resulta de especial interés lo expuesto por
la Comisión: “La modificación responde a la necesidad y conveniencia de reforzar uno de los
principios básicos del CGP, explicitando los alcances consolidados en doctrina y jurisprudencia.
Desde el invalorable aporte de Couture, aquella máxima de que nadie puede ser obligado a
suministrar pruebas contra si (nemo tenetur aedere contra se) ha dejado lugar a una regla
civilizadora que atiende a la lealtad y buena fe del litigante, a quien no se le requiere que ayude
a su adversario, sino a la Justicia: no se lo obliga a suicidarse desde el punto de vista de la
estrategia del proceso, sino que se le reclama que ilustre y aclare la información dirigida al
juez”.
Por ende, no puede, por ejemplo, atribuirse violación al deber de colaboración a aquel que,
conforme a la ley, alega la imposibilidad de introducirse al proceso una prueba pro preclusión
del derecho de su contrario a ofrecer dicha prueba al no haberlo hecho en la oportunidad
pertinente. El ejercicio de un legítimo derecho no puede arrastrar consecuencias negativas para
su titular.
SUJETOS DEL PROCESO.
Sujeto del proceso es todo aquel que aparece como titular de alguna de las diferentes
situaciones jurídicas procesales. Las mismas (de D. subjetivo procesal, de poder-deber
procesal, de deber complejo procesal u obligación compleja procesal) son situaciones en las
que se encuentra el sujeto frente a la norma jurídica procesal (Arlas).
Estatuto procesal (del sujeto en cuestión): conjunto de las situaciones jurídicas procesales
que en un proceso jurisdiccional corresponde a cada clase de sujeto. Así, es posible hablar de
un estatuto procesal del juez, del actor, del demandado, del testigo, etc.
Estatuto funcional (distinto del estatuto procesal): aquel que tienen los sujetos del proceso
que además de ser tales son funcionarios públicos (jueces, fiscales, alguaciles, etc.). Es un
entramado de normas que desde el punto de vista administrativo regulan la actividad de los
señalados sujetos.
2) a- sujetos principales o necesarios: son aquellos sin los cuales no puede existir un proceso
jurisdiccional. Ellos son el Tribunal y los interesados principales.
b- sujetos auxiliares o eventuales: son aquellos que no aparecen necesariamente en todo
proceso, y cuyo rol consiste precisamente en auxiliar a los sujetos principales. Existen sujetos
auxiliares del Tribunal (como el informante, el perito, el testigo, el depositario, etc.) y sujetos
auxiliares de los interesados principales (como el abogado, el escribano público o el contador
público).
En todos los sujetos mencionados al hacer esta segunda clasificación quedan comprendidos
tanto los sujetos sobre los que recaen los efectos de los actos procesales como aquellos que
efectivamente los realizan (de acuerdo a lo señalado en la primera clasificación).
Requisitos.
Existen ciertas circunstancias establecidas por el D. procesal que necesariamente deben
presentarse para que un sujeto cualquiera pueda ser sujeto de un proceso jurisdiccional
concreto. Tales requisitos son siempre 2, pero se concretan de diferente forma en cada D.
procesal positivo y, aun dentro de un mismo D., se diferencian según cuál sea el sujeto del que
se trate.
Capacidad: aptitud que debe tener el sujeto, que existe cuando se presentan ciertas
circunstancias intrínsecas (que forman parte de la naturaleza íntima del sujeto, que siempre lo
acompañan) a su persona. Es imposible que incorporar al concepto global que ahora se intenta
el detalle de las circunstancias que configuran la capacidad, puesto que las mismas varían de
acuerdo a cada clase de sujeto.
Para ser sujeto sobre el que recaigan los efectos de los actos procesales se requiere la
denominada capacidad para ser parte y para ser sujeto que realiza efectivamente los actos
procesales se requiere la denominada capacidad procesal.
Podemos preguntarnos: ¿son idénticas las circunstancias intrínsecas que conforman cada una
de estas capacidades? En algunos casos sí (como es el caso del Tribunal arbitral) y en otros no
(como sucede en el caso de las partes).
Legitimación: aptitud que debe tener el sujeto, existe cuando se presenta cierta circunstancia
extrínseca (que no forma parte de la naturaleza íntima del individuo y que, por tal razón, para
un mismo sujeto puede darse en algunos casos y no darse en otros) a su persona, consistente
en:
a- un vínculo entre ella y el objeto del proceso, si nos referimos a la legitimación en la causa,
que es requisito para ser sujeto al que se le puedan imputar los efectos de los actos procesales
que corresponden a dicho proceso.
b- un vínculo entre ella y el sujeto al que se le imputan los efectos de los actos procesales, si
nos referimos a la legitimación procesal, que aparece como requisito para ser sujeto que realiza
efectivamente los actos procesales. Pero ese vínculo que se exige que exista entre los dos
sujetos no siempre es el mismo, sino que puede darse de muy diferentes formas (vínculo de
identidad, de representación, de sustitución).
Tribunal.
Es aquel sujeto al cual el ordenamiento jurídico le otorga (e impone) el poder-deber de
jurisdicción.
Es el sujeto, tal como señalaba Couture, investido de la función jurisdiccional.
¿Qué es la jurisdicción?
El vocablo jurisdicción no tiene una sola significación sino varias:
Jurisdicción como poder-deber.
Esta es la acepción consagrada en el art. 6 LOT, que refiere a la jurisdicción como la potestad
pública de juzgar y hacer ejecutar lo juzgado.
Jurisdicción como competencia.
Si bien la confusión entre jurisdicción y competencia fue superada hace ya bastante tiempo, en
nuestro derecho positivo sobrevive un texto (art. 6 LOT, cuyo origen se remonta a un proyecto
de ley de 1915) en el que se identifica al vocablo jurisdicción con lo que, en doctrina, se
denomina competencia por razón de materia.
Jurisdicción como función jurisdiccional.
Esta es la acepción recogida por el art. 51 LOT, que refiere al ejercicio de la función
jurisdiccional. Sobre la función jurisdiccional, Tarigo la caracteriza como aquella función estatal
que persiguen la justa solución de los litigios o la satisfacción de pretensiones de parte,
mientras que Guasp la señala como función estatal por medio de la cual el Estado satisface
pretensiones.
Jurisdicción como ámbito territorial de competencia de un Tribunal.
Señala Tarigo que es frecuente que la ley incurra en este error. A título de ejemplo, el art. 72
CPC se refería a las diligencias que deban practicarse en diverso territorio jurisdiccional,
mientras que el art. 1 de la Ley 15.881 dispone que los juzgados letrados de primera instancia
en el interior tendrán en su jurisdicción igual competencia que los juzgados letrados de primera
instancia en lo contencioso administrativo.
ESTATUTO JURÍDICO.
Tribunal estatal: normas de rango constitucional, legal (LOT, CGP arts. 17 y ss.) y reglamentos
(actos-regla) de la SCJ (acordadas).
Tribunal arbitral: normas de Derecho Internacional convencional y de rango legal (472 y ss.
CGP).
DIFERENCIAS
*Principio de indelegabilidad
La Ley le atribuye al Tribunal ciertas funciones, las cuales éste, en principio, no puede delegar.
Él es el sujeto titular del poder-deber de la jurisdicción y es quien dispone en el proceso.
No obstante, el ordenamiento le permite al Tribunal, en determinadas situaciones, delegar
ciertos actos, lo cual constituye la excepción al principio en estudio. Y esas delegaciones
pueden darse en el ámbito interno (delegación interna) o en el externo (delegación externa).
Delegación interna: en este tipo de delegación, el Tribunal delega a funcionarios de su propio
tribunal, los cuales “solo realizarán los actos permitidos por la ley, por delegación y bajo la
dirección y responsabilidad del tribunal” (art. 18.1 CGP). Del artículo transcripto se desprende
la idea de que no todos los actos pueden ser delegables, por lo que, a los efectos de conocer
cuáles pueden serlo, es necesaria la lectura conjunta de éste, junto con el 18.2, que establece
que la “delegación solo abarcará la realización de actos auxiliares o de aportación técnica,
cuando los funcionarios revistan la idoneidad respectiva”. A modo de ejemplo, la transcripción
de las actas que se desarrollan en la audiencia, puede ser llevada a cabo por los funcionarios
auxiliares, pues es un acto auxiliar. Por otro lado, delegarle a un actuario que sea, también,
escribano, la realización de un informe notarial, constituye un ejemplo de delegación de un acto
de aportación técnica, ya que se le delega esa tardea específicamente atendiendo a su
formación profesional (de escribano/a, en el caso del ejemplo).
En algunos casos, el juez puede delegarle algunas funciones al alguacil (ejecutor de las
resoluciones del tribunal. “Juez en la calle”). Estos casos configuran excepciones al principio de
indelegabilidad, y las tres más típicas son las siguientes: a) Si bien las diligencias de prueba
requieren de la intervención judicial, el artículo 186 establece, en su inciso segundo, que “podrá
ser cometida al alguacil de la Sede la inspección que solo tenga por objeto determinar la
identidad de los ocupantes de un inmueble”. La realización de esta inspección reviste
importante utilidad cuando los dueños de una casa ocupada quieren demandar a los ocupantes
pero no conocen la identidad de estos. b) La Ley 14.219 de arrendamientos urbanos, en su
artículo 53, permite al juez delegarle al alguacil en los procesos de desalojo, la tarea de la
inspección de la finca a desalojar a los efectos de conocer el estado de conservación de la
misma. c) Artículo 418.1 CGP: “Si por alguno de los herederos, cónyuge supérstite, legatarios o
por el Ministerio Publico se solicitare la facción del inventario judicial, el tribunal lo decretará,
dando mandamiento al funcionario o funcionarios que corresponda”.
Delegación externa. Se comete la diligencia para que se realicen actos procesales por sujetos
que no forman parte del Tribunal, es decir, que están fuera del radio del Juzgado. Es lo que
sucede cuando un tribunal con competencia en Montevideo, debe notificar a otra ciudad, para
lo cual delega a un funcionario de ésta. Arts 77, 83, 152 y 526 CGP.
*Principio de inmediación
La inmediatez a la que apunta este principio, es a la que debe desarrollarse entre la actividad
del Tribunal y el resto de los sujetos del proceso.
Hay una serie de artículos que evidencian la existencia de este principio: artículos 8, 18, 20, 23
y 100.
Artículo 8. Todas las audiencias y las diligencias probatorias deben realizarse por el Tribunal, y
éste no puede delegarlas (exceptuando los casos referidos anteriormente). Si lo hace, el acto
será nulo absolutamente. Así, si durante una declaración, el Juez se ausenta, la audiencia no
será nula, pero sí lo será la declaración.
Al estudio de este artículo, debe acompañarlo la lectura del artículo 100 CGP, que determina
que los procesos que se desarrollan por audiencias, serán presididas por el tribunal bajo pena
de nulidad que compromete su responsabilidad funcional.
Por último, y de manera de completar el estudio sistemático, es necesaria una armonización
entre los dos artículos citados, con los artículos 20 y 23. Del primero de ellos surge que “los
tribunales se deben mutua asistencia y colaboración en todas las actuaciones que se
requieran”. El segundo, permite la delegación para diligencias fuera de la sede judicial.
De la lectura conjunta de los artículos mencionados, se extrae la conclusión de que la
presencia del Tribunal en los procesos es esencial. Esencialidad que se manifiesta, tanto en el
hecho de que si falta dicha presencia en algún acto, éste puede adolecer de nulidad absoluta,
como en la imposibilidad de apartarse del principio de inmediación salvo en los casos –
limitados- en que la ley lo permite, y que se encuentran regulados en los artículos 8, 18.1, 18.2
y 23.
*Principio de independencia
El artículo 21.1 del CGP dispone que “cada tribunal es independiente en el ejercicio de sus
funciones”. Esta independencia se refiere a dos planos: interno y externo.
Independencia interna: todos los jueces actúan con independencia de los demás jueces y
tribunales. La Suprema Corte de Justicia, por ejemplo, no puede inmiscuirse en algo que
naturalmente es competencia del Tribunal de Apelaciones, pues eso, además de que
constituiría un caso de avocación (pues es un órgano de jerarquía mayor, interviniendo en
asuntos de un órgano menor), violaría el principio de independencia.
Independencia externa: independencia del Poder Judicial con respecto a los otros Poderes.
Ésta es una manifestación de la separación de poderes.
*Principio de imparcialidad
Artículo 21.2: (El tribunal) “debe actuar con absoluta imparcialidad en relación a las partes”.
La imparcialidad no solo implica que el Tribunal no tenga ningún interés a favor ni en contra en
relación con las partes, sino también, que no esté vinculado al objeto.
La importancia de este principio y los perjuicios que podría causar si faltase, encaminaron al
legislador a establecer formas de evitar que la imparcialidad se vea afectada. Uno de los
mecanismos es la recusación, regulado en el artículo 325 CGP: las partes pueden utilizar este
mecanismo cuando estén bajo cualquier circunstancia en la que sea comprobable que la
imparcialidad del Juez puede ser afectada. El segundo, es la abstención, donde el Juez se
inhibe de oficio y pasa el caso al Juez subrogado.
*Principio de autoridad
Las decisiones que toma el tribunal deben ser acatadas por todo sujeto, y éste último debe,
además, prestarle asistencia al Tribunal para que se logre la efectividad de sus mandatos.
Este es otro de los principios que cuenta con mecanismos tendientes a hacer efectiva su
aplicación, los cuales están establecidos en el artículo 21.3 y en el artículo 4 de la LOT, y
consisten en el proceso de ejecución de la sentencia, y en el uso de la fuerza pública.
COMPETENCIA
En abstracto, la jurisdicción –en su sentido doctrinario amplio y no en el sentido restringido que
posee en nuestro Derecho- corresponde a todos los órganos jurisdiccionales considerados en
su conjunto, ya que la potestad publica de administrar la justicia es única, pero en concreto y
por razones de elemental practicidad, la jurisdicción se fracciona y se distribuye entre los
diversos órganos que forman el Poder Judicial. Surge así, naturalmente, el concepto de
competencia como distribución y como atribución de la jurisdicción entre los diversos órganos
jurisdiccionales.
Todos los jueces tienen jurisdicción, pero no todos tienen competencia. La competencia es,
según algunos autores, la porción de jurisdicción que se le asigna a cada Tribunal. Esta
posición no es compartida por Tarigo, quien opina que la competencia es un concepto
relacionado con el sujeto que ejercita la jurisdicción, mientras que ésta última, en cambio, es un
concepto referido a la actividad que desarrolla el sujeto que la ejerce.
Sin embargo, para nuestro legislador, el concepto de jurisdicción se equipara al concepto de
competencia por materia (Artículo 6 LOT).
*CRITERIO TERRITORIAL
Este criterio tiene como fundamento la descentralización de la función jurisdiccional, ya que una
justicia rígidamente centralizada en un solo punto o lugar implicaría, en infinidad de casos, una
verdadera denegación de justicia, en cuanto muchísimos individuos se verían impedidos de
poder deducir sus pretensiones. Por lo tanto, se busca permitir el acceso a la justicia desde
todos los puntos del territorio.
A la asignación de la competencia en razón de la presencia de algunos elementos del proceso,
es a lo que se le llama “fueros”. La LOT adopta, a este respecto, una serie de criterios en forma
dispar. Para tratar de sistematizar en algo sus disposiciones, podemos diferenciar cuatro
razones fundamentales en función de las cuales distribuir la competencia territorial: fuero
personal, fuero real, fuero causal y fuero instrumental.
Fuero personal: se asigna la competencia en razón de la presencia de las partes en ese
juzgado: si las partes se encuentran en Montevideo, el juzgado que va a atender el caso tendrá
que ser de Montevideo. Esta solución elemental, presenta dos dificultades: en primer lugar, las
partes pueden domiciliarse en un lugar determinado, tener residencia en otro, hallarse
accidentalmente en un tercer lugar, etc. lo que significa que la noción de sede de una persona
no es única, sino múltiple. En segundo lugar, puede no coincidir la sede de una de las partes en
el proceso con la de la otra. Para resolver la primera dificultad, nuestro Derecho Procesal sienta
una regla de precedencia: en primer término, deberá atenderse al domicilio de las partes, y solo
a falta de este, a su residencia (arts 21 y 25 LOT y 31 CC). Para solucionar la segunda
dificultad –que en definitiva solo puede resolverse en una opción entre la sede del actor y la
sede del demandado- la LOT opta decididamente por la sede del demandado (Arts 21 y 27).
Fuero real: se asigna la competencia en razón de la presencia del objeto del litigio, por ejemplo,
en una acción de desalojo, se tomara en cuenta el lugar de ubicación de la finca. Esta
asignación se explica fácilmente por la conveniencia que habrá de derivarse en caso de que la
cosa deba ser inspeccionada por el tribunal. y como esa conveniencia resulta mas acentuada
en el caso de los inmuebles que en el de los muebles, con respecto a los primeros se establece
una regla fija (art 15 inc 1) en tanto que, para los segundos, se establece una regla tan solo
relativa (art 17).
Fuero causal: se asigna la competencia en razón del hecho que constituye el fundamento de la
pretensión, por ejemplo, lugar de nacimiento de ésta última. En el artículo 21, la LOT utiliza el
fuero causal como elemento atributivo de competencia, por ejemplo, en dos de las tres
hipótesis que el artículo citado regula.
Fuero instrumental: toma en cuenta algún elemento del proceso, por ejemplo, el de la prueba
(artículo 28 LOT).El legislador puede tomar distintos elementos del proceso para que, a los
efectos de facilitar las cosas, determine el lugar del juicio. (Ej: la primera de las dos hipótesis
del artículo 28- juicios en que se ejerciten acciones respecto a la gestión de tutores,
guardadores y administradores).