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EL PROCESO

Introducción.
Un componente esencial de las sociedades en la actualidad, son las relaciones jurídicas que en
ellas toman lugar (ejemplo: empleado-empleador). Estas son, además de numerosas, causales
de múltiples conflictos de intereses.
¿Cómo podemos solucionar esos conflictos?
*Buscando un tercero imparcial – heterocomposición del litigio. Se llama a un tercero, por
ejemplo, al juez, para que resuelva el litigio.
*A través de que las partes se pongan de acuerdo – autocomposición. La autocomposición
puede presentarse en dos diferentes escenarios: cuando las partes se ponen de acuerdo y
solucionan el conflicto; o cuando acuden a un tercero a los efectos de que actúe como
mediador o conciliador, el cual agotará su finalidad cuando logre que las partes se pongan de
acuerdo; es decir, su tarea no se extiende a solucionar el litigio, sino a lograr que las partes,
llegando a un acuerdo, lo hagan.
*Uso de la fuerza o imposición de la voluntad – autotutela o autodefensa (encuentran su
amparo en el Derecho).
A pesar de ser la forma más primitiva de solución de conflictos (regulada, incluso, en la antigua
Ley del Talión), siguen existiendo actualmente una serie de mecanismos que la mantienen
vigente, aunque de forma restringida, debido a la potestad de juzgar y sancionar que el Estado
posee; potestad que, junto con la legítima defensa, contribuyó a la disminución de la práctica
que llevaban a cabo anteriormente los individuos de defenderse a sí mismos.
Actualmente, podemos observar la autotutela en el derecho de retención (no hacer entrega de
una cosa hasta que la otra parte no cumpla con su prestación); en la excepción del contrato no
cumplido; etc.

De los mecanismos señalados, al primero que debe recurrirse es a la autocomposición, y al


último, el juicio. Dentro de los mecanismos de heterocomposición, el Estado ha creado el
proceso.

Concepto. ¿Qué es el proceso?.


En términos generales, se puede afirmar que el proceso es un instrumento o garantía para
hacer efectivo un derecho sustantivo. Es un instrumento que está al servicio de los derechos
sustantivos. El articulo 14 CGP establece que la finalidad del proceso es la efectividad de los
derechos sustanciales.
En una observación empírica, el fenómeno que denominamos proceso se nos presenta como la
actividad –actos jurídicos y materiales- cumplida por un conjunto de sujetos de derecho –Juez o
tribunal, partes o interesados, auxiliares, terceros- con arreglo a ciertas formas más o menos
rígidas y que están destinadas a alcanzar un determinado resultado.
Si de esta observación empírica del proceso, tratamos de elevarnos a una formulación
científica, advertimos que el proceso es definido usualmente como una serie o un conjunto de
actos a los que se atribuye una determinada finalidad. Y en este sentido, Couture define al
proceso como “una secuencia o serie de actos que se desenvuelven progresivamente, con el
objeto de resolver, mediante un juicio de la autoridad, el conflicto sometido a su decisión”.
Algunos autores dan una visión más amplia del proceso, y lo colocan en un plano superior a
aquel que se limita a ver solamente una serie o secuencia de actos. Es, por ejemplo, lo que
acontece con Guasp, cuando define al proceso como “la institución jurídica que tiene por objeto
la satisfacción de pretensiones”.

De las definiciones proporcionadas debe advertirse que refieren, explícita o implícitamente, al


proceso contencioso, excluyendo de esta noción al proceso voluntario. Por esta razón,
aceptamos la noción amplia que postula Carnelutti, cuando define al proceso como “aquel
conjunto de actos dirigidos a la formación o a la aplicación de mandatos jurídicos, cuyo carácter
consiste en la colaboración a tal fin de las personas interesadas con una o más personas
desinteresadas”.
Debe observarse, además, que en todas las posiciones examinadas (salvo la de Guasp), la
unidad del proceso se logra a través de su finalidad, entendiendo por tal, no la finalidad
concreta y real que cada uno de sus participes persigue en un proceso determinado, sino la
finalidad que el Derecho objetivo atribuye a ese complejo que es el proceso. Sin desconocer la
importancia fundamental que tiene la idea de fin como elemento determinante de la unidad del
proceso, entendemos que debe afirmarse además su unidad de estructura, como componente
característico de esa misma unidad.
Normalmente la estructura del proceso se explica en función de su finalidad. Por eso hay una
estructura característica del proceso contencioso y otra estructura propia del proceso
voluntario. Puede sostenerse, entonces, que el proceso se caracteriza por la doble unidad
formal y teleológica, es decir, por la unidad de estructura y por la unidad de fin.

¿Qué componentes tiene que tener el trámite para poder poner al tercero imparcial a
solucionar el conflicto entre las partes?
El acreedor inicia la acción dirigiéndose al tercero, para lo cual precisa pruebas de la relación
jurídica (por ejemplo, que hubo una compraventa, que el acreedor cumplió y el deudor no). Si
no hay documento, se puede recurrir a testigos (medios de prueba).
Esa acción que inicia el acreedor, es lo que se conoce como demanda, y lo que viene a pedir,
es su pretensión. El deudor debe ser notificado, para luego hacer la contestación.
El acreedor es aquí el actor, y el deudor el demandado.
La siguiente etapa procesal, aquella en la que el tercero define quien tiene la razón, es la etapa
de las pruebas. Hay que probar las alegaciones o afirmaciones. El tercero imparcial (Juez)
va a realizar la resolución del conflicto a través de la sentencia. Cuando se realiza esta
resolución ante un árbitro (procedimiento privado), la resolución no será una sentencia, sino un
laudo.
Todo proceso es una secuencia de actos procesales (demanda, resolución, etc.). Es un
conjunto de actos jurídicos. Esos actos procesales se van realizando por los distintos sujetos
(partes, juez, funcionarios del juzgado, peritos, etc.). Hay actos realizados por sujetos
interesados (“partes” en el proceso contencioso, “interesados” en el voluntario), y otros
realizados por sujetos desinteresados (por ejemplo, el Juez).

Todos estos actos le dan al proceso una unidad estructural, ya que no se dan de forma
aislada, sino que son interdependientes entre sí. Además, están encaminados a un fin en
particular.
Y, ¿cuál es el fin del proceso?. Desde el punto de vista doctrinario, los autores establecen
como finalidad del proceso, distintos matices.
Así, para Couture, el propósito es la resolución de un conflicto. Para Carnelutti, la finalidad era
la justa composición del litigio. Para Chiovenda, es la aplicación de la ley. Para Guasp, es la
satisfacción de una pretensión. Y finalmente, para Barrios De Angelis, la finalidad es la
exclusión de la insatisfacción jurídica. El proceso es una sucesión de actos interdependientes
coordinados a la obtención de la satisfacción jurídica mediante el ejercicio de la jurisdicción.

Elementos del proceso.


Hay ciertos componentes que, siempre que hablamos de proceso, están presentes. Estos son:
*El elemento objetivo. Todo proceso tiene un objeto, que es lo que constituye su contenido o
su materia, y que varia, naturalmente, según se trate del proceso contencioso o del proceso
voluntario. El objeto del proceso contencioso es el litigio (según Carnelutti), o la pretensión
(según Guasp). En el proceso voluntario, el objeto es el interés o grupo de intereses para cuya
protección la ley instituye la necesidad del proceso.
*El elemento subjetivo. Son sujetos del proceso aquellas personas –físicas o jurídicas-
capaces de crear, modificar o extinguir una relación jurídica procesal.
*El elemento teleológico. Todos los actos procesales se dirigen a un fin.

Naturaleza jurídica del proceso.


Determinar cuál es la naturaleza jurídica del proceso significa determinar qué cosa es el
proceso, y a este respecto hay diferentes teorías.
*Teoría del contrato. Se inspira en el antiguo Derecho Romano y entiende que, en definitiva,
el proceso no es sino un contrato en el que el actor y el demandado se ponen de acuerdo para
someter su diferendo a la resolución del magistrado. Esta concepción, que predomino durante
largo tiempo, deja sin explicar un elemento esencial del proceso, que es la autoridad del
tribunal –que es de índole pública y que no puede, naturalmente, emanar de la voluntad de las
partes- y la eficacia imperativa de que se encuentra revestida su decisión, es decir, el
fenómeno de la cosa juzgada.
*Teoría del cuasi contrato. Resulta obvio que el proceso no encuadra en ninguna de las
formas de cuasi contrato que regulan los distintos Derechos positivos y, además, al igual que la
anterior, deja sin explicación la autoridad pública del tribunal y la eficacia que el Derecho otorga
a su decisión.
*Teoría de la relación jurídica. A pesar de las críticas que ha recibido, esta sigue siendo la
teoría más aceptada. Lo esencial de ella es que concibe al proceso como una relación jurídica
entre las partes o entre cada una de las partes y el Juez, lo que genera, como toda relación
jurídica, derechos y obligaciones. El principal derecho de las partes es su derecho a la
sentencia; la obligación más importante del Juez es la de dictar esa sentencia.
A esta teoría se le hacen diversas críticas, por ejemplo, que las relaciones jurídicas no se dan
solo entre las partes o entre cada una de ellas y el Juez, sino que se trata de un vinculo
multilateral, donde se incluyen las relaciones entre las partes, el Juez y los terceros: peritos,
testigos, auxiliares. Además, si bien en el proceso existen auténticos derechos subjetivos y
autenticas obligaciones, estas situaciones constituyen un mínimo dentro del proceso, y lo que
se da con mayor frecuencia es otro tipo de relaciones jurídicas (activas y pasivas, denominando
genéricamente a las primeras poderes y a las segundas deberes, y distinguiendo, dentro de la
primera categoría entre derecho subjetivo, poder y facultad, y dentro de la segunda entre
obligación, deber, carga y sujeción).
*Teoría de la situación jurídica. El proceso es una situación jurídica, debiendo entenderse por
tal la posición en que se encuentran las partes del proceso con respecto al derecho subjetivo
que han hecho valer en el derecho de propiedad, de crédito, de familia, etc.- frente a la
eventualidad de una sentencia, que puede ser favorable o desfavorable.
Esta teoría es objeto de algunas críticas, entre ellas, la que establece que el juez o tribunal,
elemento esencial del proceso, queda fuera de la situación jurídica, ya que esta solo se refiere
y tiene sentido frente a las partes
*Teoría de la institución. La noción de institución se compone de un doble ingrediente. En
primer término, una idea objetiva, que tiene existencia propia y que es independiente de las
hipótesis concretas en que se da la institución: la idea de proceso es permanente y tiene
existencia independiente, aunque los infinitos procesos concretos tengan nacimiento, desarrollo
y extinción. En segundo lugar, un elemento subjetivo, consistente en la adhesión que los
individuos en general prestan a aquella idea objetiva. Aplicando estos conceptos a nuestro
tema, Guasp afirma que el proceso es una institución, como lo son el Estado, la familia, etc.,
pues en el se dan los dos elementos antes referidos.
Desde un punto de vista jurídico formal, la noción de institución aplicada al proceso no puede
calificarse como errónea. Pero decir que el proceso es una institución, al igual que el Estado o
que la familia o que otras personas jurídicas, no le agrega ninguna precisión conceptual y no
sirve para diferenciarlo de otras instituciones. Lo que puede aceptarse como aportación positiva
de esta teoría es que ella acentúa la unidad del proceso, la cual queda desdibujada cuando se
califica al proceso simplemente como una relación jurídica.
Lo que resulta inaceptable en esta concepción es la consecuencia a que ella puede conducir en
lo que atañe a las relaciones entre el individuo y el Estado. En la medida en que se afirme que
el proceso es una institución, con el alcance que en doctrina se da a esta expresión, se acentúa
el carácter autoritario de esta figura, que encuentra su finalidad en si misma y que en esa
misma medida prescinde del interés individual que se encuentra siempre presente en el
proceso y que el Derecho debe indudablemente proteger.
*El proceso como entidad jurídica compleja. El proceso debe ser contemplado desde un
triple punto de vista: concreto y estático, y entonces se traduce en una situación jurídica
compleja; concreto y dinámico, y entonces debe calificarse como un acto jurídico complejo;
abstracto, y entonces aparece como una relación jurídica compleja. La crítica que se hace es
que, si bien es innegable la complejidad del instituto que es el proceso, parecería que no se
agrega ninguna precisión conceptual afirmando esta característica.
*Conclusión. Tarigo cree que el proceso es una relación jurídica, o conjunto de relaciones
jurídicas, con las características referidas al estudiar esa teoría.

Estructura del proceso ordinario.


En primer lugar, siempre se trata (salvo excepciones) de obtener una forma de
autocomposición del litigio: de que lo solucionen las partes. Por lo tanto, antes de iniciar un
proceso, hay que ir a una conciliación previa, la cual puede catalogarse dentro de los procesos
preliminares. En esta conciliación, las partes pueden:
*Llegar a un acuerdo en la totalidad del acuerdo y, por ende, firmar un acta. En este caso, ya
no puede presentarse el litigio (que ya fue resuelto) en el proceso ordinario.
Si el acuerdo al que llegaron las partes se incumple por una de ellas, la otra no tiene que
empezar un juicio para probar que tiene razón, sino que puede, de forma directa, ejecutar lo
que era objeto del litigio.
*Ponerse de acuerdo en parte, y en otra no. Llegan a una conciliación parcial. El juicio puede
iniciarse sobre aquellos aspectos sobre los que no hubo acuerdo y que por ende, no
resolvieron.
*No arribar a ningún acuerdo. En este caso, se emite un acta de inútil tentativa de conciliación,
lo cual coloca a las partes en condiciones de iniciar el proceso.

¿Cómo se inicia un proceso contencioso? Con una demanda escrita, que debe contener: el
nombre de quien comparece; datos del actor; el demandado (nombre y domicilio si se
conocen); los hechos, una narración precisa de ellos; las pruebas, las cuales deben ser
presentadas todas al momento de la demanda, ya que luego, salvo excepciones, no podrá
presentar más.
El juez, al recibir la demanda, hace un control de admisibilidad: controla que la ésta cumpla
con los requisitos formales. No es un análisis de fondo, y no puede resolver nada porque aún
no se escuchó a la otra parte. Solo se controla que se cumpla con los requisitos formales.
Si la demanda no cumple con los requisitos formales, hay que subsanarla. Si cumple, se pasa
a la siguiente etapa: el emplazamiento.
El juez tiene que notificar al demandado y realizar el emplazamiento, lo cual le da al
demandado 30 días para contestar la demanda. Estos 30 días comienzan a correr el día
siguiente de la notificación. (NOTIFICACION Y EMPLAZAMIENTO NO SON LO MISMO).
El demandado puede manifestar diferentes actitudes dentro de la demanda: allanamiento;
contestación contradictoria; oposición de excepciones previas; reconvención (contrademanda-
el demandado no solo contradice la pretensión del actor, sino que sostiene que fue este ultimo
el que hizo el daño); actitud de expectativa; mera comparecencia.
Si no comparece en el plazo, el proceso tiene que seguir.
Toda esta etapa relatada anteriormente fue escrita y se compone por los llamados “actos de
proposición”. Este es el cierre de esta etapa, y la siguiente es la audiencia preliminar, a la que
las partes tienen la obligación de comparecer, de lo contrario, pueden tener sanciones, algunas
graves (por ejemplo, si el actor que promovió la demanda no comparece, luego no puede volver
a iniciar una demanda por el motivo que lo llevo a promover la primera).
Las etapas más importantes en la audiencia preliminar son: la conciliación intraprocesal y la
resolución de las excepciones previas.
Una vez que se cumplen todas las fases, va a haber una segunda audiencia: audiencia
complementaria, que es una audiencia de prueba. Luego de ella, el juez va a dictar una
sentencia definitiva de primera instancia que, en el caso de que sea apelada, dará inicio a la
segunda instancia, donde se dictara una sentencia definitiva de segunda instancia.

Clasificación de los procesos.


GENERAL
*Proceso civil y penal. El proceso civil comprende todo lo que no es penal.
DENTRO DE LOS CIVILES
*Contenciosos y voluntarios.
Según que el proceso tenga o no como objeto una contienda o litigio, estaremos en presencia
de un proceso contencioso o de un proceso voluntario. El litigio consiste en un conflicto
intersubjetivo de intereses, calificado por una pretensión resistida o insatisfecha, que se plantea
ante el Juez o tribunal y que éste debe resolver.
Procesos contenciosos. Cuando hay contienda o litigio, el proceso es contencioso. Este
proceso tiene ciertas notas distintivas: a) al haber contienda, siempre habrá un actor y un
demandado (“partes”), quienes van a actuar frente a un tribunal. b) La pretensión está
contenida en un acto procesal escrito que se llama “demanda” (acto procesal escrito donde se
deduce la demanda). c) En los procesos contenciosos se dicta sentencia, que es el modo
normal de concluir el proceso (a no ser que sea privado). d) La sentencia pasa en autoridad de
cosa juzgada, que significa que no se puede volver a plantear, quedó firme, ejecutoriada, y la
cuestión no puede volverse a plantear ni en el mismo, ni en otro tribunal. “Me bis in ídem”- no
se puede juzgar lo mismo dos veces. e) El propósito que el actor busca a través del proceso es
obtener una modificación en la esfera jurídica de otra persona.
Los procesos contenciosos se dividen en procesos de conocimiento y de ejecución. Los de
conocimiento son aquellos en los que se pretende la formación de un mandato jurídico. Pero
puede pasar que ya haya mandato jurídico y que no se esté cumpliendo, en cuyo caso se inicia
un proceso de ejecución. Aunque a veces hay procesos de ejecución que no tienen un proceso
de conocimiento previo, por ejemplo, los relativos a las hipotecas.
Dentro de los procesos de conocimiento no hay una única estructura: EL OBJETO
DETERMINA LA ESTRUCTURA. Las estructuras posibles son el proceso ordinario y el
extraordinario en sentido amplio, el cual abarca todo aquello que no es ordinario, y que se
subdivide en tres: proceso extraordinario en sentido estricto, proceso monitorio, y otras
estructuras, que pueden estar dentro del CGP o fuera del CGP.
A grandes rasgos, el proceso ordinario empieza con una demanda que el demandado tiene la
carga de contestar. Sigue con una audiencia preliminar (art 341) a la que le sigue la audiencia
complementaria. Y ahí se dicta una sentencia definitiva de primera instancia. Eventualmente
puede haber una revisión de esa sentencia.
El proceso extraordinario en sentido estricto es, en principio, igual en la parte de la demanda,
emplazamiento y contestación (salvo algunas diferencias). Pero aquí hay una audiencia única y
sentencia definitiva de primera instancia. Art 346.
El proceso monitorio se resuelve primero, y después se da la oportunidad al demandado de
contestar. Se tiene fehaciencia de que el actor tiene la razón. El juez dicta la sentencia
definitiva antes de escuchar a la otra parte. Al demandado se le da un plazo de 10 días para
oponer excepciones (que no son previas). Al notificar se le da una copia de la demanda y una
de la sentencia. El demandado puede, en esos 10 días, no decir nada, en cuyo caso se da por
finalizado el proceso; oponer excepciones, lo cual ordinariza el proceso.
Cuando se presenta una pretensión, es necesario recurrir a la ley para ver si la pretensión tiene
específicamente establecida una solución particular. De lo contrario, se tramita por el proceso
ordinario, por lo que tiene objeto universal.
Estos procesos están dentro de los procesos contenciosos de conocimiento.
Los procesos contenciosos de ejecución se dividen en: ejecución de obligación dineraria (Via
de apremio); ejecución de dar, hacer o no hacer; ejecución de sentencia contra el Estado,
Gobiernos Departamentales, Entes Autónomos y Servicios Descentralizados.

Procesos voluntarios. En los procesos voluntarios no hay contienda. No existe un conflicto de


intereses contrapuestos entre dos o más sujetos. Lo que tenemos es un
interesado/gestionante/peticionante/solicitante, pero no viene a deducir una pretensión al
tribunal contra otro sujeto, sino que viene a que se le reconozca un derecho del que es titular.
No hay partes. Lo que se viene a deducir es un interés (art 402).
En el resultado de este proceso, no puede haber perjuicios a terceros.
Este tipo de proceso no implica una modificación en la esfera jurídica del otro. Se puede hablar
de dos tipos de proceso voluntario: por naturaleza o por acuerdo. Cuando es por acuerdo, sí
hay modificación en la esfera jurídica, pero como es consentido, no se califica al proceso como
contencioso.
Notas distintivas: a) No hay demanda, hay solicitud. b) Tampoco hay sentencia, sino que hay
resolución judicial/autos/providencias. c) No hay cosa juzgada. Lo que se resuelve se puede
modificar en el mismo proceso o en otro (incluso en uno de naturaleza contenciosa, en cuyo
caso, lo contencioso prevalece sobre lo voluntario- art 405.2).

*Constitutivos, declarativos, de condena.


Procesos constitutivos. La pretensión es crear, modificar o extinguir una situación determinada.
Ejemplo: divorcio.
Procesos declarativos. Se declara algo ya existente. Ejemplo: prescripción.
Procesos de condena.

*Principales y accesorios.
Proceso principal. Agota su finalidad en sí mismo.
Proceso accesorio. Siempre supone la existencia de un proceso principal.
Estos procesos pueden desarrollarse al mismo tiempo, pero lo que nunca puede pasar es que
el principal haya terminado y el accesorio no. Solo puede ser anterior o simultaneo.

*Plenarios, plenarios abreviados y de conocimiento sumario


Proceso plenario. Es aquel donde el material de conocimiento del Juez no está limitado.
Ninguna de las partes está limitada en cuanto a los hechos, defensas, etc. El objeto no está
limitado.
Procesos plenarios abreviados. Se abrevia el plenario. Se abrevia la estructura pero no hay
límite de objeto.
Procesos de conocimiento sumario. Hay una limitación en el material de conocimiento.

*Procesos constitutivos necesarios. La satisfacción de la petición no se puede lograr si no es a


través del proceso. Ej: divorcio.
EL DERECHO PROCESAL
Concepto.
Es la rama del Derecho que tiene por objeto las normas que regulan el proceso jurisdiccional.
Es un instrumento para la aplicación del derecho sustantivo. Art 14 CGP.

Contenido.
Aunque el Derecho Procesal se integra con todas aquellas normas jurídicas que disciplinan el
proceso, es fácil percibir dentro de ese conjunto de normas, dos sectores bien diferenciados:
aquel que regula la organización judicial, que podemos denominar “parte orgánica”, y aquel
que se refiere específicamente al desarrollo mismo del proceso, y que podemos calificar como
estrictamente “procesal o procedimental”.

Caracteres.
1) Publicidad. El derecho procesal forma parte del Derecho Público, de allí que como principio,
que admite excepciones expresas (art 92), la vigencia de sus normas escape a la autonomía de
la voluntad de las partes.
2) Autonomía. Esta autonomía debe afirmarse en un doble sentido: con relación al Derecho
civil, Penal, Comercial, Laboral, etc. por un lado, y con relación al Derecho Constitucional y al
Derecho Administrativo, por otro.
Es autónomo, en primer lugar, del derecho sustantivo al que se refiere el litigio, esto es,
autónomo con relación al derecho civil, penal, etc. que regulan las relaciones jurídicas que son
materia del litigio –si se trata de un proceso contencioso- o del interés protegido por la ley, si se
trata de un proceso voluntario.
Pero es autónomo, en segundo término, con respecto al Derecho constitucional – que regula la
organización y funcionamiento del P.J y de sus órganos- y al Derecho Administrativo – que
reglamenta el complejo de relaciones existentes entre el Estado y los funcionarios judiciales-
aunque resulta inevitable que estos sectores del Derecho objetivo se entrecrucen con el
Derecho Procesal. Así, por ejemplo, las normas constitucionales que se refieren a la
designación de los jueces, pertenecen, al mismo tiempo, al Derecho constitucional y al Derecho
Procesal.
3) Instrumentalidad. Se dice que el Derecho Procesal es instrumental en el sentido de que está
constituido por normas jurídicas que establecen los medios para solucionar los litigios o para
amparar aquellos intereses que requieran la forma del proceso.
4) Unidad. Existe un único Derecho Procesal, y no uno para cada derecho sustantivo. Lo que sí
hay, son distintas estructuras dependiendo de la diferente materia, pero el Derecho Procesal es
uno solo.

Integración e interpretación de la norma procesal.


INTERPRETACION.
Interpretar es desentrañar el sentido de la norma, es buscar el significado a través de la lectura
y el análisis del supuesto de hecho, y de la consecuencia. El segundo paso, el cual es
diferenciado de la labor del intérprete, es la aplicación de la norma al caso concreto.
La interpretación siempre precede a la aplicación, y debe hacerse siempre, sea clara la norma,
o no.
Hay distintos métodos de interpretación:
*Auténtica: la que hace el propio legislador de la norma a interpretar. Lo hace a través de una
ley. Este tipo de interpretación no es el más habitual.
*Literal: se está al tenor gramatical y eventualmente técnico. Arts 18 y 19 CC.
*Teleológico: No solo se analiza lo gramatical, sino también el espíritu de la norma. Aquello que
pretendió el legislador al crear esa norma. Con espíritu nos referimos a la ratio legis, a la razón
de la ley. Se puede estudiar también el contexto histórico, lo cual configura una interpretación
lógico-sistemática.
La interpretación puede ser extensiva (quedan comprendidos supuestos de hecho que no están
comprendidos en el texto), o restrictiva (el objeto de la norma queda reducido al texto. No se
quiso contemplar todas las situaciones, sino solo algunas).
El sistema de interpretación del CGP es diferente al del Código Civil. El CC establece el
siguiente orden: tenor literal y, si quedan dudas, interpretación teleológica.
En el CGP, en cambio, el artículo 14 no establece un orden. Comienza estableciendo que
nunca lo procesal debe primar sobre el derecho sustancial, y por lo tanto, tomando esta
afirmación como pauta de interpretación, y a los efectos de respetarla, se pueden utilizar todos
los caminos necesarios, ya sea por interpretación literal o teleológica.
El segundo inciso del artículo 14 es controvertido, ya que establece que, si subsisten dudas, se
debe recurrir a las normas generales, es decir, a aquellas establecidas en el Código Civil. A
este respecto, hay quienes opinan que este segundo inciso solo se aplica en caso de duda, y
quienes dicen que debe aplicarse siempre.

INTEGRACION.
Integrar es llenar un vacío legal.
Acerca de los vacios legales, hay quienes creen que no existen, partiendo de la base de que
uno puede hacer todo aquello que no está prohibido. Por otro lado, hay quienes sostienen que
las normas establecen lo que hay que hacer y, si no hay norma, no hay vacío.
Además de haber vacío donde no hay norma, también puede haberlo en donde, si bien hay
norma, esta solo establece un precepto, y no una consecuencia jurídica.
La tarea de integración supone conocer cuáles son los supuestos de hecho determinados en la
norma. Desde este punto de vista, hay que realizar un silogismo. Si es A, debe ser B. Pero si
no es A, ¿Qué se aplica?. El CC resuelve esto en el artículo 16, según el cual, el mecanismo
de interpretación es la analogía (en el fundamento de la ley).Y si persiste la duda, se recurre a
los principios generales del Derecho y luego a las doctrinas mas recibidas.
Pero de acuerdo al CGP, el juez puede optar por cualquiera de los tres. Están establecidos, no
en un orden, sino de forma horizontal, lo cual se ve reflejado en el uso del “y”.

APLICACIÓN DE LA NORMA PROCESAL EN EL TIEMPO.


Artículo 12.
Si comienza un proceso, termina, y luego se modifica una norma, éste no sufre modificaciones,
debido a que ya estaba terminado. (Juicio civil, ya que en el Penal, si la nueva norma es
benigna, hay retroactividad).
El problema de la aplicación de la norma procesal en el tiempo comienza si hay una
modificación de una norma procesal cuando está en curso el proceso. A este respecto, el
código proporciona la siguiente solución: a) para el caso de que el cambio sea en el
procedimiento (supresión de una etapa, etc.), en principio, la nueva norma sí modifica el
procedimiento. Tiene aplicación inmediata. Así, por ejemplo, si aún no se llegó a la sentencia
definitiva y para apelar hay 15 días, y entra en vigencia una nueva norma que modifica ese
plazo a 30 días, este último será el que se tomara en cuenta. Pero para ello, el plazo aún no
debe haber empezado a correr, de lo contrario, no rige la nueva disposición. Esto constituye
una de las excepciones a la regla de la aplicación inmediata de la regla procesal. b) Si se
modifica una regla relativa a la competencia, el Tribunal que estaba conociendo el caso, es
quien lo seguirá.

APLICACIÓN DE LA NORMA EN EL ESPACIO.


Artículo 13. Principio de territorialidad de la norma.
Cuando todos los elementos de un proceso se encuentran situados en un mismo país o sujetos
a un mismo ordenamiento jurídico, no se plantea problema alguno en cuanto a la vigencia o a
la aplicación espacial de las normas procesales. Es lo que, en alguna medida, establece el art
13 del CGP al señalar que “este código regirá en todo el territorio nacional”. Este problema
aparece cuando esos distintos elementos pertenecen a países diversos o se encuentran
sometidos a distintos regímenes jurídicos. Así, podrían darse casos en los que, por ejemplo,
dos personas viven en Uruguay, y uno es deudor de otro, pero su único bien lo tiene en el
exterior, y el acreedor quiere embargarlo. El procedimiento no va a ser el mismo, ya que las
normas procesales son territoriales. Primero hay que estarse a lo dispuesto en los Tratados
entre Uruguay y aquel país donde el deudor tiene su único bien. Si no tienen, se estará a las
disposiciones de Derecho internacional, que se encuentran en el 524 y ss del CGP.
TUTELA CONSTITUCIONAL DEL PROCESO
Introducción.
En la Constitución hay un entramado de disposiciones procesales que tienden a proteger o
garantizar el proceso en general y otras que constituyen garantías específicas del proceso
penal. Entre las primeras, es necesario hacer hincapié en los artículos 12 y 18 que constituyen
dos pilares fundamentales de la tutela constitucional del proceso. El artículo 18, que establece
el principio de legalidad, es fundamental porque otorga a la ley la facultad exclusiva de regular
el proceso (reserva legal), lo que constituye una garantía frente a los avatares políticos y a la
eventual arbitrariedad que podría derivar de la estructuración normativa del proceso por la vía
administrativa. Pero dicha facultad tiene un límite, ya que el legislador debe observar o seguir
los lineamientos de distintos aspectos que componen el principio del debido proceso legal que
también se encuentra consagrado en nuestra constitución en el artículo 12. Este principio
aparece redactado para el proceso penal, pero es extensivo a todos los procesos en general.

¿Qué es el debido proceso legal?


Hay ciertos principios que deben respetarse en todos los procesos:
*Acceso ilimitado a la justicia. Se debe garantizar que todo individuo que se encuentra en
una situación que le genere la necesidad de acceder al servicio de prestación de justicia,
efectivamente pueda hacerlo. Plazos de caducidad muy breves, costos muy altos, etc.,
violarían este principio. La propia constitución prevé, en su artículo 254, un mecanismo de la
auxiliatoria de la pobreza, mediante el cual se le puede exonerar el pago de tributos a quienes
sean considerados pobres.
*Derecho a la defensa. No es suficiente acceder a la justicia, se necesita también, disponer de
todos los medios posibles para lograr una defensa, lo cual a veces se ve restringido. Por
ejemplo, la ley 18572, que abrevia diversos plazos en materia de procesos laborales. Esto fue
objeto de muchas declaraciones de inconstitucionalidad, que obligaron a la creación de una
nueva norma, que estableciera plazos más extensos. La garantía no debe ser ilusoria.
Lo principal es tener una razonable oportunidad del ejercicio de defensa.
Dentro del derecho a la defensa, se incluyen también, el derecho al conocimiento (derecho a, si
me inician una demanda, saberlo); el derecho a ser escuchado (His day in court), y a tener la
posibilidad de oponer pruebas y a que el Juez las admita).
La razonable oportunidad del derecho de defensa, está estrechamente vinculada con los
principios de bilateralidad y confrontación que componen el principio de igualdad.
*El Tribunal tiene que ser competente e imparcial. El Juez debe ser aquel que corresponde
por aplicación de las normas de competencia. Y tiene que ser imparcial: su interés no puede
estar comprometido en los intereses de las partes.

Además de estos dos grandes pilares, hay otras disposiciones que hacen a la tutela
constitucional del proceso, entre las que se destacan:
-Artículos 7, 8 y 10.
-Artículos 30 y 318, que consagran el derecho de petición (que comprende al derecho de
acción)
-Artículo 254, que garantiza el acceso a la justicia en la medida en que consagra la auxiliatoria
de pobreza
-Artículos 256 y ss, que prevén un mecanismo de control de constitucionalidad de los actos
legislativos
-Artículos 24 y 25, que regulan constitucionalmente lo relativo a la responsabilidad del Estado
(que incluso podría generarse por el ejercicio de la función jurisdiccional)
-Artículo 19, que prohíbe la existencia de juicios por comisión
-Los artículos de la sección XV, referida a la organización del poder judicial
-Artículo 253, que regula el ejercicio excepcional de función jurisdiccional por parte del Poder
Ejecutivo en lo relativo a la jurisdicción militar
-Artículos 93 y 102, referidos al juicio político, que pese a las discrepancias doctrinarias que se
han suscitado, puede decirse que se trata de un supuesto de función jurisdiccional ejercida por
el Poder Legislativo
-Artículo 322 (TCA), que atribuye a la Corte Electoral el ejercicio de función jurisdiccional en
materia de delitos electorales.

Además de todas esas normas referidas a la tutela del proceso en general, existe otra serie de
artículos orientados a tutelar constitucionalmente el proceso penal: art 13, que tiene que ver
con el Tribunal; los arts 15 (que establece las condiciones para ser detenido), art 16 (que
estatuye la declaración que se le debe tomar al detenido), art 17 (habeas corpus), art 20
(prueba), art 21 (inicio del proceso con demandado no presente), art 22 (en principio el
acusador –titular de la acción penal- es el Ministerio Publico y, excepcionalmente, son los
privados), art 26, art 14 (en otros supuestos en los que no existan razones políticas, se admite
la confiscación, como por ejemplo ocurre, con el decomiso en materia aduanera), art 27.
FUENTES DEL DERECHO PROCESAL
La noción de fuente puede ser entendida en un doble sentido: formal o material.
a) Fuente formal de validez. Procedimientos por los que se crean las normas jurídicas. Desde
esta perspectiva, existen tantas fuentes formales de validez, como procedimientos hábiles para
crear normas jurídicas, admita un Derecho Positivo en concreto.
b) Fuente en sentido material (o fuente de inspiración). Son aquellas que han servido de
modelo o inspiración para la elaboración de las normas jurídicas. A vía de ejemplo, han sido
fuentes de inspiración del CGP, el Proyecto de Código de Procedimiento Civil de Couture y el
Código del Proceso Penal.

Es necesario distinguir, también, fuentes directas (normas jurídicas) e indirectas (solamente


utilizadas cuando la ley se remite a ellas).
FUENTES DIRECTAS
*Constitución. Existe una serie de normas constitucionales de carácter procesal. Las mismas
pueden dividirse en: a) las que refieren a la organización judicial, cuya inclusión en el Derecho
Procesal no es compartida por Abal, quien cree que las mismas pertenecen o son propias del
Derecho Constitucional o Administrativo y; b) las que regulan el proceso o la actividad procesal
propiamente dicha, como las contenidas en los artículos destinados a regular el procedimiento
de declaración de inconstitucionalidad de los actos legislativos y las contenidas en la sección II,
que refieren, o que constituyen, el sistema de tutela constitucional del proceso (por ejemplo,
principio de legalidad, debido proceso legal, principio de igualdad, etc.)
*Ley ordinaria. Fuente formal por excelencia, en la medida en que la Constitución establece la
reserva legal para la regulación del proceso. Es, cuantitativamente, la más importante.
Los códigos son leyes ordenadas y sistematizadas por materia. Así, entran dentro de esta
fuente, el Código General del Proceso (fuente principal de nuestro Derecho Procesal, que
sustituyo al Código del Procedimiento Civil de 1978. Ha sufrido modificaciones por varias leyes
posteriores como por ejemplo, la ley 19.090 del 2013); el Código del Proceso Penal (sustituyo
el Código de Instrucción Criminal de 1879. En el 1997 se sanciono un nuevo CPP que debió
entrar en vigencia en el 98 y nunca lo hizo. Actualmente hay aprobado un nuevo CPP que
debería entrar en vigencia el año próximo: ley 19.293 de 2014); la LOT (derogó el decreto ley
15.464 de 1983, que había subido al COT del 1933); la Ley Orgánica del Ministerio Publico y
Fiscal; etc.
*Tratados o convenciones que ratifica el país. Fuerza de ley o prevalece frente a la ley.
Disposiciones procesales en tratados. Tratado de Derecho Procesal del 1889 y 1940, Tratado
de Montevideo de Derecho Procesal Internacional, Convención Interamericana de Derecho
Internacional Privado, Convención Interamericana sobre normas generales de Derecho
Internacional Privado (), Convención Interamericana de Derechos Humanos (fundamentalmente
en materia de Derecho Procesal Penal).
*Reglamentos. Hay que distinguir los reglamentos propiamente dichos (dictados por el Poder
ejecutivo), de las acordadas (reglamentos dictados por la SCJ en ejercicio de la potestad
reglamentaria – art 239 núm. 2), las cuales, como son de rango inferior a la ley, no se pueden
apartar de ella. Como ejemplo de los primeros, pueden citarse los casos en los que, por el
fuero mismo, se deberían reglamentar por vía administrativa, por ejemplo justicia militar.
FUENTES INDIRECTAS
*Voluntad de las partes. Los interesados principales pueden establecer las reglas del concreto
proceso en el que ellos intervendrán. El carácter indirecto de esta fuente, es suficiente para
afirmar que solo puede ser fuente en los casos en que la ley se remite a ella. Pero además,
podemos encontrar respaldo legal de esa afirmación en el artículo 16 CGP (“Los sujetos del
proceso no pueden acordar, por anticipado, dejar sin efecto las normas procesales, salvo en el
proceso arbitral”).
El requisito de que la ley se remita a ella, se cumple: en el artículo 92 del CGP, que permite
que por acuerdo de partes y en un proceso determinado, se suspenda el transcurso de los
plazos procesales; en el artículo 472 que permite que, por igual acuerdo de partes, en todos los
procesos donde ellas intervengan como tales, el tribunal sea un arbitro; en el artículo 10, que
admite que el acuerdo de partes abrevie los plazos. Aunque esta afirmación es controvertida en
la doctrina, ya que hay quienes sostienen que se trata de una autorización general, y quienes
sostienen que solo refiere a casos en que hay normas especificas, como el numeral 2 del art
215.
Acerca del proceso arbitral, las partes pueden pactar en el contrato que recurrirán a él, e
incluso pueden pactar la estructura que quieran. Y pueden pactar que en ese proceso arbitral,
se seguirá la estructura del proceso Estatal. Si nada se expresa a este ultimo respecto, se
entenderá que se seguirá el proceso Estatal.
Todos estos supuestos corresponden a creaciones de normas jurídicas por las partes.
*Costumbre. Este procedimiento consiste en la creación de normas jurídicas, a través de la
reiteración generalizada de una determinada conducta en el marco de un grupo social
(elemento material), con la convicción cada vez más acentuada de que tal conducta es
obligatoria (elemento psicológico).
Disposiciones en que la ley se remite a ella: art 387.3 CGP.
*Doctrinas más recibidas. Según ciertas disposiciones constitucionales y legales, las
conclusiones de los estudios realizados por la doctrina acerca de cómo debería ser la norma
procesal general, cuando adquieren un importante grado de adhesión y refieren a ciertos casos
que veremos detenidamente más adelante al estudiar la "integración del Derecho Procesal", se
convierten ellas mismas en normas procesales. De allí que el procedimiento (los estudios
doctrinarios) a través del cual se generan esas nuevas normas generales, deba ser
considerado, en tal caso, fuente formal del Derecho Procesal. Es oportuno destacar que no
ocurre lo mismo con las conclusiones a que pudiera arribar la doctrina acerca del significado de
la norma procesal vigente; esto es, no se convierten nunca en normas jurídicas las
conclusiones de la doctrina sobre cómo debe interpretarse una norma procesal que ya existe.
Disposiciones: artículo 332 Constitución.
*Resoluciones judiciales. Este procedimiento consiste en el dictado de una resolución judicial
en el curso de un proceso determinado, la que automáticamente deviene en norma jurídica
general y abstracta que dispone, con carácter de precedente obligatorio, en qué forma debe en
adelante procederse por todos los tribunales en situaciones similares.
Se discute si constituye, o no, fuente. A este respecto, Abal afirma que en muchas
oportunidades, lo que los tribunales hacen es establecer que en ciertos casos existen lagunas
técnicas y, de esta forma, a través de la integración con normas análogas, principios generales
o doctrinas de mayor recibo, lo que concretamente hacen esos tribunales es establecer que
solamente es admisible una de las posibles opciones que la norma marco admite. Ello es
naturalmente correcto y aceptado también por nuestro Derecho; pero cuando la jurisprudencia
se admite como fuente formal, esa solución de un tribunal se torna obligatoria para la
generalidad de los demás tribunales que luego deban resolver en casos similares, y esto
último, en cambio, no es aceptado por nuestro Derecho. No está previsto en nuestra
Constitución y, a diferencia de lo que ocurre con la costumbre y las doctrinas mas recibidas, no
existen a su respecto ni siquiera remisiones legales.
A pesar de esto, podrían darse determinados casos en que se cree una norma a través de una
resolución judicial, por ejemplo, articulo 1070 del Código Civil.
*Principios generales del Derecho y Principios especiales del proceso. No hay unanimidad
sobre si esta es una fuente indirecta o no, ya que hay quienes opinan que los Principios
generales del Derecho son normas de máxima generalidad que, tomando las palabras de Abal,
“o bien se deducen o bien se inducen del ordenamiento correspondiente, pero que ya están
vigentes desde que está vigente el mismo ordenamiento del cual ellos mismos surgen”.
Considerarla fuente indirecta, o no, dependerá entonces de si los PGDD se consideran
normas, o no.
*Normas de las asociaciones profesionales. A este procedimiento de normas generales se
remite expresamente el artículo 144 de la ley 15.750 al disponer que para regular los
honorarios profesionales de abogados y procuradores, deberá tenerse en cuenta el arancel de
las asociaciones profesionales, por lo cual no hay duda de que es, entre nosotros, una fuente
formal de normas jurídicas generales.
PRINCIPIOS PROCESALES
Concepto.
*Son criterios de carácter general cuya aplicación a cada solución concreta contenida en las
diversas normas procesales determina que estas supongan un orden coherente y homogéneo.
*Criterio general seguido por numerosas disposiciones que establecen reglas concretas.
*Toda ley procesal es, en primer término, el desenvolvimiento de un principio procesal, y ese
principio es, en sí mismo, un partido tomado.

¿De dónde surgen?


*De la explicitación del ordenamiento positivo. Pueden surgir de las propias disposiciones
normativas:”principios normativos”. Si bien no se hace expresa alusión a todos los principios,
en los primeros artículos del CGP, se explicitan varios que el legislador ha seguido al regular el
proceso. Por esta inclusión que el legislador ha hecho de los mismos en un texto de derecho
procesal positivo, es que Tarigo los denomina principios normativos (verdaderas normas
jurídicas) y les asigna el carácter de indiscutibilidad (aparecen claramente expresados y
sistematizados, no son meramente extraídos por el intérprete del conjunto de normas jurídicas
procesales).
*De la labor que realiza el intérprete. Se puede llegar por el mecanismo de la inducción
(extrayéndolos de diversas disposiciones concretas) o de la deducción (se parte de un principio
conocido y se llega a la solución concreta). La diferencia radica en el punto de partida.

Fines y funciones que cumplen los principios.


Consolidan la estructura procesal, le dan coherencia y homogeneidad, y ayudan en la labor de
integración e interpretación.

Caracteres.
*Bifrontalidad. La mayoría de los principios generales a los que referimos tienen su opuesto.
Peyrano afirma que se presentan en parejas y que “casi todos reconocen la viabilidad teórica
de su antítesis”. La política legislativa está en resolver a cual seguir para organizar el proceso.
Decimos “casi todos”, y no “todos”, porque hay ciertos principios que no permiten la elección de
uno opuesto, por ejemplo, el de igualdad, el de buena fe y el de imparcialidad.
También debe señalarse que el hecho de que en un ordenamiento se tome partido por un
principio general, no implica la imposibilidad de que, en ocasiones, el mismo pueda
desatenderse (excepción al principio o regla general).
*Complementariedad. No se configuran aislados sino fuertemente unidos o entrelazados;
suponen la existencia de otros que, en cierta medida, son consecuenciales o complementarios.
Por ejemplo, la oralidad supone necesariamente, la inmediación, la concentración, la
publicidad, etc.

1) Principio dispositivo.
El principio dispositivo consiste en una regla conforme a la cual se da predominancia a los
interesados principales en la realización de ciertas tareas particularmente importantes
(iniciativa, desistimiento, determinación del objeto etc.). Confiere a las partes el dominio, o
señorío ilimitado, del proceso. Cuando se adopta su opuesto, el llamado “principio inquisitivo”,
dicha predominancia en tales tareas la tiene el tribunal.
En los Códigos anteriores había una gran parte de tareas que se basaban en el principio
inquisitivo. Esto fue mutando con el correr del tiempo porque el Estado se fue interesando en
una mayor justicia, y en que no todo quedara al arbitrio de los tribunales. Hoy en día tenemos
como principio rector el dispositivo, con algunas notas del inquisitivo.
¿De dónde resulta que el principio dispositivo uruguayo es el que rige el proceso jurisdiccional
en Uruguay? Estrictamente la vigencia del principio dispositivo o del principio inquisitivo debe
ser analizada en relación a cada una de las diferentes tareas indicadas; desde que es habitual
que en un mismo Derecho Procesal para ciertas actividades rija el principio dispositiva y para
otras el inquisitivo.
Disposiciones en las que se nota que el legislador opto por el principio dispositivo:
A) INICIACION (arts 1 y 11 CGP, art 5 LOT). La iniciación del proceso incumbe a los
interesados.
Los artículos citados recogen el viejo aforismo romano “no hay juicio sin actor”, “no hay
jurisdicción sin acción”. ¿Qué es el derecho de acción? Es el derecho a reclamar la función
jurisdiccional. Este derecho de acción, o derecho al proceso, está consagrado en el art 11
CGP.
El artículo 5 de la LOT establece lo mismo que el artículo 1 del CGP, pero desde el punto de
vista del tribunal.
Los procesos en general se inician con actos procesales que presenta/n el/los interesado/s. En
el caso del proceso contencioso, este acto procesal recibe el nombre de “demanda”, y en el
caso del proceso voluntario, “solicitud”.
Los medios impugnativos, entre los que se incluye el recurso de apelación (segunda instancia),
también funcionan a petición de interesado.
b) APORTACION DE LOS HECHOS A LA CAUSA. La hacen los interesados. Los hechos
objeto del proceso solamente pueden ser aportados por las partes, lo cual hacen a través de la
demanda y la contestación. El juez no puede incorporar al proceso, hechos no proporcionados
por las partes.
De regla, todos los hechos deben ser presentados en la demanda o contestación, y solo
pueden añadirse luego a la causa, hechos que hayan tenido lugar con posterioridad a los actos
de proposición. Esto es una manifestación de la preclusión.
c) APORTACION DE PRUEBAS (Arts 137, 139, 341.6). Las pruebas únicamente pueden ser
aportadas por las partes. Corresponde probar los hechos que invoquen las partes y sean
controvertidos. Los hechos admitidos por las partes, los que las mismas no controvierten, se
imponen al Juez, salvo que se trate de procesos en que se ventilan cuestiones o derechos
indisponibles (art 137). El que alega un hecho tiene la carga de probarlo, y quien contradice la
pretensión de su adversario, tiene la carga de probar los hechos modificativos, impeditivos o
extintivos de la pretensión (art 139).
d) TERMINACION DEL PROCESO. De acuerdo al artículo 1 del CGP, las partes le pueden
poner fin al proceso de forma unilateral o bilateral en cualquier momento. En forma unilateral, el
actor puede desistir de la pretensión o renunciar a su derecho (228), el demandado puede
desistir de su oposición a la pretensión (229), o puede allanarse a la demanda (134), y pueden,
uno u otro, desistir de uno o más actos procesales (230). En forma bilateral, las partes pueden
conciliar, o pueden transar (transacción y conciliación intraprocesal. Art 223 y 224), y el actor
puede desistir del proceso con el consentimiento tácito o expreso del demandado (227). O
pueden someter el proceso a la resolución de un tribunal arbitral (472). Por otro lado, la
inactividad de las partes durante determinado lapso provoca la perención o extinción de la
instancia.
El desistimiento del proceso no obsta la posibilidad de volver a presentar la demanda (227.2), a
diferencia de lo que ocurre en el desistimiento a la pretensión, que implica la renuncia al
derecho sustantivo.
e) SENTENCIA. Es el modo normal u ordinario de terminación del proceso. Los supuestos
vistos anteriormente son formas extraordinarias de dar por terminado el proceso.
El principio de congruencia impone que haya una estrecha vinculación entre los hechos y la
pretensión por un lado, y la sentencia, por el otro.
El Juez no puede fallar ni extra, ni ultra, ni minus petita. Ultra petita: más allá de lo pedido
(términos cuantitativos). Refiere al supuesto de que el Juez conceda más de lo que las partes
piden. Minus petita: El juez omite pronunciarse sobre una de las pretensiones. Menos cosas de
lo pedido. No hay que confundirlo con menos cuantía de lo pedido, el juez puede fijar un monto
menor al pedido, el límite está entre no pagar nada, y pagar lo que se pidió. Un ejemplo de un
fallo minus petita se encontraría en el supuesto de que se le pida al juez una indemnización por
concepto de daño moral y patrimonial, y este solo resuelva uno de ellos, sin pronunciarse sobre
el otro. Extra petita: más allá de lo pedido (términos cualitativos). Ejemplo: que en el petitorio no
se haga referencia al daño moral, y el juez se pronuncie sobre ese aspecto.
No hay sistemas puramente dispositivos o inquisitivos. En la generalidad de los procesos civiles
hay, en mayor o menor medida, atenuaciones, esto es, elementos o notas de inquisitividad.
Señalaremos esas notas de inquisitividad con relación a cada tarea aludida anteriormente.
a) INICIACION. Esta tarea se rige, mayoritariamente, por el principio dispositivo, salvo en
algunos casos, por ejemplo, el tribunal puede, de oficio, iniciar algunos procesos específicos,
tales como: 1- declaración de inconstitucionalidad (258 Constitucion, 509 CGP), 2- adopción de
medidas cautelares. De regla, la misma procede a petición de partes, pero hay casos en los
que el tribunal puede, de oficio, adoptar medidas cautelares, por ejemplo, perdida de patria
potestad, violencia domestica, etc. 3- relevamiento de nulidades y presupuestos procesales
Las nulidades implican actos realizados sin conformidad con la regulación del derecho
procesal. Los presupuestos procesales son aquellos que hacen a la validez del proceso
(133.2).
b) El Juez nunca puede aportar hechos. No hay atenuaciones en esta tarea.
c) APORTACIÓN DE PRUEBAS. El Juez puede proponer medios probatorios, pero deben estar
referidos a los hechos invocados por las partes. “Iniciativa probatoria del tribunal”.
No puede sustituir pruebas, solo complementar, porque de lo contrario, estaría ayudando a la
otra parte (arts. 24 y 25).

2) Principio de economía procesal.


De acuerdo con el principio de economía, las disposiciones procesales deben procurar
encontrar soluciones que simplifiquen el proceso. La simplificación se sintetiza en tres grandes
aspectos: tiempo, costos y esfuerzos (tripo de Guasp). Al principio de economía se opone el
que podríamos denominar “principio de la desatención de la economía procesal”.
El fundamento básico para la adopción del principio de economía, está en que la excesiva
demora o el alto costo al que eventualmente podría condicionarse la obtención de una
resolución, son elementos idóneos para determinar un menoscabo de los derechos que dicha
resolución procura amparar. Sin embargo, es también riesgosa la aplicación desmedida del
principio de economía, en cuanto es también indudable que un mayor tiempo y el auxilio de
mejores asesoramientos y medios técnicos, favorecen en numerosas ocasiones la justicia
intrínseca de las resoluciones jurisdiccionales. Teniendo esto en consideración, es de vital
importancia que el legislador excepcione, en ocasiones, el principio de economía, prolongando
los tiempos o requiriendo el auxilio de asesores y la implementación de medios técnicos que
sirvan a la calidad de la justicia.
Existen diversos principios que se presentan como corolarios del principio de economía:
1) Principio de celeridad. Artículos 3 y 9 CGP. En estos artículos, se establece un deber
del tribunal en pro de tal objetivo.
En estos grandes aspectos se puede ver la aplicación práctica de este principio:
A) Notificaciones. Las resoluciones que se dictan en la audiencia, quedan notificadas
en la propia audiencia (Artículo 76). Para las resoluciones dictadas fuera de audiencia,
la regla es que la notificación se efectúe en la oficina del tribunal y los interesados
tienen tres días para comparecer, y si no comparece en ese plazo queda notificado en
forma ficta (Artículos 78 y 86). La notificación a domicilio exceptúan ese régimen
general, y se regulan de conformidad a lo dispuesto por el artículo 87.
B) Plazos. En nuestro CGP, los plazos son perentorios e improrrogables (artículo 92).
No obstante, el régimen en materia de contenciosos anulatorios ante el TCA, es el
opuesto, es decir, que en ese proceso los plazos procesales son perentorios y
prorrogables. El código regula de antemano los plazos (artículos 194, 200, 203)
C) Impulso procesal
D) Impugnaciones. Las resoluciones tomadas en audiencias, tienen que ser recurridos
en la propia audiencia. La regla de los efectos de las apelaciones en materias
interlocutorias es, no suspensivos o diferidos.
2) Concentración y eventualidad. De acuerdo a este principio, se busca reunir la mayor
cantidad de actividad procesal en la menor cantidad de actos procesales: se busca
actividad procesal simultánea, y no sucesiva. Ejemplos de aplicación práctica:
En una misma demanda, es posible acumular distintas pretensiones (artículo 120).
Acumulación de autos (expedientes) – artículo 323.
El demandado puede optar en un mismo acto, más de una actitud a la hora de la
contestación (artículo 132).
El actor y el demandado pueden presentar demanda y contestación en forma conjunta,
cosa que se ve, por ejemplo, en materia de divorcios (Articulo 130.3).
En materia de audiencias, se desarrollan un montón de actividades (artículos 341 y
343).
3) Preclusión. La preclusión está vinculada en cierta forma a la perentoriedad, con la
salvedad de que ésta refiere a los plazos, y aquella a las etapas o actos procesales. De
acuerdo al principio de preclusión, no es posible volver atrás en el proceso a etapas
anteriores. Ejemplo: según el 216 es posible modificar lo resuelto por sentencias
interlocutorias siempre que ello no signifique retrotraer el procedimiento.
3) Principio de publicidad.
Este principio se encuentra dentro de aquellos que tienen un opuesto (bifrontalidad), que es el
principio de reserva. Éste último es consagrado, por ejemplo, en lo relativo al presumario penal,
que consagra una publicidad diferida para los sujetos ajenos, dado que, el presumario penal es
secreto en un principio, y se vuelve publico luego de que transcurre un año.
Hay distinta publicidad según los sujetos que pueden tener acceso a las cuestiones del
proceso: interna (los propios participes del proceso), o externa (a los terceros ajenos al
proceso)
El artículo 7 sienta la regla de principio, que es la publicidad del proceso. Sin perjuicio de que
existen excepciones al mismo contenidas en el inciso 2° del propio articulo 7. En éste, se
restringe la publicidad externa en los procesos que se traten ciertas situaciones como por
ejemplo, separación de cuerpos, divorcio, etc. En estos casos, el juez puede dar lugar a la
publicidad externa del proceso, siempre que las partes lo consientan.
Existe, asimismo, una segunda clasificación, que complementa a la relativa a los sujetos, que
es aquella que distingue entre publicidad inmediata y diferida, y que atiende al momento en el
que se toma conocimiento de los actos procesales. Es inmediata aquella que permite el acceso
al conocimiento del acto en forma instantánea a que se realiza el mismo. En los casos de
publicidad diferida, lo que ocurre, es que alguno de los sujetos, toma conocimiento acerca del
acto, pero no en forma instantánea, sino en un momento posterior. El ejemplo típico que suele
manejarse para ilustrar el funcionamiento de la publicidad diferida, es el de las medidas
cautelares, entre las que se encuentra el embargo. En el caso en el que una de las partes
solicite ese embargo en un proceso contencioso, la otra parte no va a tener conocimiento
acerca de ello, sino hasta que el Tribunal resuelva la adopción de la medida, porque, de lo
contrario, se podría ver afectada la eficacia de la misma.

4) Principio de igualdad.
Se encuentra regulado en el artículo 4 CGP. Este principio tiene, además, rasgo constitucional,
ya que está consagrado en el artículo 8.
Es uno de esos principios excepcionales, que en cierta forma podríamos catalogar como de
forzosa aplicación, ya que parece inconcebible la posibilidad de que legislativamente se
consagre un principio opuesto.
Lo que procura prohibir el principio de igualdad, es el tratamiento discriminatorio. Aunque esa
regla no es absoluta, en el sentido de que es admisible que exista un tratamiento desigual en
situaciones distintas, y que se creen diferencias siempre que estas, en el sentido de lo
expresado por MALLET, sean objetivamente justificables.
El principio de igualdad se construye a partir de tres subprincipios:
1) Bilateralidad. El principio de bilateralidad implica que, si una parte está habilitada para
realizar una actividad procesal, la otra parte debe estar igualmente facultada para
hacerlo. Como ejemplo de normas procesales que violentaban el principio de
bilateralidad, podemos citar el caso de la Ley 18.578. En materia de recurso de
apelación, la citada ley habilitaba al trabajador a interponerlo libremente, en cambio, la
norma limitaba el ejercicio de la interposición de recurso de apelación por parte del
empleador en el sentido de que lo supeditaba al depósito del 50% del monto al que se
lo había condenado en primera instancia cuestión que constituye inequívocamente un
obstáculo para el ejercicio de un acto impugnativo que la otra parte no tiene. Sin
embargo, es conveniente señalar, como lo hace Couture, que al hablar de bilateralidad,
no referimos a una especie de igualdad aritmética, sino a la razonable igualdad de
posibilidades en el ejercicio de la acción y la defensa.
Tarigo menciona atenuaciones, por ejemplo, en el proceso monitorio ejecutivo
cambiario o tributario, se reduce el espectro de excepciones que pueden oponerse.
2) Contradicción. De acuerdo a este, se debe escuchar la opinión de la otra parte,
dándole la posibilidad de contradecir lo dicho por la primera, dando su lugar así al
contradictorio de coordinación al que alude Barrios de Angelis, que constituye un
carácter constante en el proceso contencioso. Según Couture, este principio de
contradicción, se resume en el precepto audiatur altera pars (“óigase a la otra parte”).
Hay también excepciones a este principio de contradicción. En el caso de las medidas
cautelares, existe la posibilidad de que se resuelva unilateralmente, y que se adopten
sin que la otra parte sea escuchada, sin perjuicio de la facultad que esta tiene de
impugnarlas.
3) Imparcialidad. El principio de imparcialidad implica que, el encargado de dirigir el
proceso y dictar la sentencia, sea tan ajeno a los intereses del actor, como a los del
demandado, y que no desarrolle actividad procesal que corresponde a las partes. El
Juez, de oficio, puede apartarse de las causas en las que estime que su conocimiento
es potencialmente lesivo de la imparcialidad, o los propios interesados pueden recusar
(pedirle que se aparte) al juez de conformidad con lo dispuesto en los artículos 325 y
siguientes.

5) Principio de onerosidad.
La actividad procesal requiere de ciertos sujetos que la realicen y de algunos medios materiales
que permitan esa realización. Todo ello tiene un costo que, por el solo hecho de existir, genera
inmediatamente el problema de determinar quién es que debe soportarlo.
Cuando en un Derecho Positivo se recoge el “principio de la onerosidad”, ese costo es
asumido por los interesados principales.
Cuando, en cambio, se recoge el “principio de la gratuidad”, el costo no es asumido por todos
ellos, sino solo por uno de los mismos.
De lo expuesto puede deducirse que los términos con que se identifican los señalados
principios de onerosidad y gratuidad son estrictamente impropios, en cuanto el proceso
siempre es oneroso, pues siempre tiene un costo. Continuar utilizándolos es admisible en la
medida en que, al hablar de onerosidad o gratuidad, sea en relación de los interesados
principales.
El proceso es gratuito en el caso de la auxiliatoria de pobreza emanada del artículo 254 de la
Constitución, según el cual “la justicia será gratuita para los declarados pobres con arreglo a la
ley”.
En la actualidad nuestro Derecho Positivo establece como principio o regla general la
onerosidad del proceso para todos los interesados principales; esto es, que el costo de toda la
actividad procesal debe ser soportado por todos los interesados principales, con algunas
excepciones en cuyo caso ese costo se le impone –total o parcialmente- a solo uno de ellos o a
algún tercero individualizado o a toda la comunidad a través del Estado.

6) Principio de buena fe y lealtad procesal.


La buena fe es un estándar jurídico de conducta, presidida por las reglas de la ética.
El principio de buena fe es una regla que impone a todos los sujetos del proceso el deber de
actuar de buena fe, con lealtad. El principio que se opondría, es el “principio del formalismo en
el actuar procesal”. Cuando rige éste último, los sujetos del proceso no tienen el deber jurídico
de actuar de buena fe y, por lo tanto, si no lo hacen, sus actos serán igualmente admisibles, y
quienes los lleven a cabo no serán sancionados.
Aunque el alcance de dicha regla es fuertemente discutido, en su máxima comprensión este
principio implicaría que todos estos sujetos manifiesten lo que consideran que es verdadero;
que deben proponer y dar a conocer todas las fuentes de prueba de los hechos (incluso
aquellas que puedan perjudicarlos); que deben colaborar con la producción de los medios de
prueba y; también, que solamente deben realizar los actos procesales con la finalidad para la
cual el Derecho Procesal los admite (empleando un recurso, a modo de ejemplo, solamente
para impugnar una decisión jurisdiccional cuando la consideran incorrecta y no para dilatar la
marcha del proceso).
El artículo 5 CGP es una disposición que, debido a que lo establece a texto expreso, permite
concluir que en el Derecho Procesal Uruguayo rige el principio de buena fe y no su opuesto,
pues impone a todos los participes del proceso el deber jurídico de actuar de buena fe y con
lealtad.
Hay, además, una serie de disposiciones que recogen este principio, de cuyo conjunto podría
fácilmente ser inducido que es éste el principio que rige: art 63 (que establece como requisito
de admisibilidad de los actos procesales el “ser realizados con veracidad y buena fe”); art 114
(que prevé la anulación –aun después de terminado el proceso- “de los actos realizados
mediante dolo, fraude o colusión”); arts 281 y ss (que establecen la revocación de una
sentencia impugnada por el recurso de revisión en diversos supuestos en que se actuó sin
respetar el principio de la buena fe); etc.
Pero no solamente en el CGP se recoge este principio de la buena fe, pues diversas
disposiciones contenidas en otras leyes y códigos también lo consagran, por ejemplo, el
artículo 180 del código penal (“El que prestando declaración como testigo, en causa civil o
criminal, afirmase lo falso, negase lo verdadero, u ocultare en todo o en parte la verdad, será
castigado con tres meses de prisión a ocho años de penitenciaría“); art 159 LOT; etc.

Excepciones. En el mismo CGP se establecen algunas normas que explícitamente no recogen


este principio. La más notoria se encuentra en el art. 156, donde se exonera de declarar como
testigos a quienes, con su deposición, pueden contradecir las afirmaciones de sus familiares.
Pero la principal excepción guarda relación con el actuar procesal de los demandados (y de sus
defensores) en los procesos penales, en lo que refiere a la no existencia del deber de
manifestar la verdad ni de proporcionar fuentes probatorias que los perjudiquen. Dicha
excepción hasta ahora no ha sido expresamente recogida en nuestro Derecho Procesal, pero
podría fundarse en la integración normativa a través de principios específicos del proceso
penal.

Fundamento. A lo largo de los tiempos apareció predominantemente recogido el principio de la


buena fe, hasta que con el triunfo del liberalismo y del individualismo se fue imponiendo una
corriente que condujo a que en el proceso no se hiciera hincapié en la buena fe del obrar
procesal. Ésta ultima corriente fue luego retrocediendo a lo largo del SXX, extendiéndose
bastante en la época contemporánea, la convicción de que la actividad jurídica debe estar
regida por la regla de la buena fe y la lealtad, y que deberían rechazarse los actos que la violen
y, por lo tanto, que son sancionables tanto esos actos como las omisiones en que se puede
incurrir cuando en virtud de tal principio se debió actuar y no se lo hizo. Con su consagración se
trata de garantizar la actuación justa del tribunal y, en definitiva, de garantizar que con el
proceso se asegura la vigencia de los derechos sustantivos de los sujetos reclamantes en el,
evitando que con las actuaciones procesales se desvirtúe lo que las normas de Derecho
Sustantivo consagran. Sin embargo, salvo cuando se recoge en normas que establecen
sanciones expresas, existen muchas y lógicas dudas en cuanto al exacto alcance de este
principio recogido, en general vagamente, por ordenamientos jurídicos como el uruguayo,
particularmente en cuanto su recepción plena contradice normalmente la vigencia de otro
principio, el dispositivo, que también es recogido por tales Derechos Procesales.

La pregunta clave es si el deber de colaboración de las partes comprende todos los actos
procesales o solo algunos de ellos y, en ese caso, cuáles. Al respecto podrían sostenerse
diferentes posiciones:
1) Que el deber de colaboración refiere a la “realización de todos los actos procesales” porque
así lo dice expresamente el art 5 CGP y que, por ende, la remisión entre paréntesis al art. 142
sobre prueba es solo porque allí se regula una manifestación del principio general.
2) Que el deber de colaboración refiere exclusivamente a la prueba, en virtud de la remisión
expresa del art. 5 al art. 142. Y aquí quedaría incluida la colaboración en materia probatoria
para las diversas actividades del procedimiento probatorio, incluyendo no solo la producción o
diligenciamiento, sino incluso el ofrecimiento y la carga probatoria.
3) Que el deber de colaboración rige solo para un aspecto de la actividad probatoria: su
producción.
Pereira Campos establece que la norma es clara en el sentido de la primera interpretación
analizada. Si la voluntad del legislador hubiera sido limitarse a la prueba, hubiera bastado
modificar el art. 142 y ubicar el deber de colaboración como un principio de la prueba, sin
necesidad de ubicarlo como un principio del proceso. Ésta conclusión a la que llega el autor, no
deriva solo de la claridad del texto legal, sino también de la filosofía general del Código.
Para la interpretación del alcance y limites del art. 5 resulta de especial interés lo expuesto por
la Comisión: “La modificación responde a la necesidad y conveniencia de reforzar uno de los
principios básicos del CGP, explicitando los alcances consolidados en doctrina y jurisprudencia.
Desde el invalorable aporte de Couture, aquella máxima de que nadie puede ser obligado a
suministrar pruebas contra si (nemo tenetur aedere contra se) ha dejado lugar a una regla
civilizadora que atiende a la lealtad y buena fe del litigante, a quien no se le requiere que ayude
a su adversario, sino a la Justicia: no se lo obliga a suicidarse desde el punto de vista de la
estrategia del proceso, sino que se le reclama que ilustre y aclare la información dirigida al
juez”.
Por ende, no puede, por ejemplo, atribuirse violación al deber de colaboración a aquel que,
conforme a la ley, alega la imposibilidad de introducirse al proceso una prueba pro preclusión
del derecho de su contrario a ofrecer dicha prueba al no haberlo hecho en la oportunidad
pertinente. El ejercicio de un legítimo derecho no puede arrastrar consecuencias negativas para
su titular.
SUJETOS DEL PROCESO.
Sujeto del proceso es todo aquel que aparece como titular de alguna de las diferentes
situaciones jurídicas procesales. Las mismas (de D. subjetivo procesal, de poder-deber
procesal, de deber complejo procesal u obligación compleja procesal) son situaciones en las
que se encuentra el sujeto frente a la norma jurídica procesal (Arlas).

Estatuto procesal (del sujeto en cuestión): conjunto de las situaciones jurídicas procesales
que en un proceso jurisdiccional corresponde a cada clase de sujeto. Así, es posible hablar de
un estatuto procesal del juez, del actor, del demandado, del testigo, etc.
Estatuto funcional (distinto del estatuto procesal): aquel que tienen los sujetos del proceso
que además de ser tales son funcionarios públicos (jueces, fiscales, alguaciles, etc.). Es un
entramado de normas que desde el punto de vista administrativo regulan la actividad de los
señalados sujetos.

Clasificación de los sujetos del proceso.


En un proceso es posible distinguir:
1) a- sujetos a los que se imputan (o sobre quienes recaen) los efectos de los actos procesales
propios o ajenos (los únicos a los que podemos denominar, con propiedad, actor, demandado,
etc.), correspondientes a cada clase de sujeto.
b- sujetos que efectivamente realizan esos actos procesales cuyos efectos se imputan a los
anteriores.
Se trata de la vieja distinción entre parte en sentido material y en sentido formal (teniendo en
cuenta que tal distinción se aplica a todos los sujetos del proceso y no sólo a las partes del
mismo).
Puede ocurrir, sin embargo, que esos sujetos (que técnicamente son diferenciables y que
podrían ser distintos) coincidan, es decir que las consecuencias jurídicas que apareja el acto
procesal realizado por un sujeto recaigan sobre él mismo.

2) a- sujetos principales o necesarios: son aquellos sin los cuales no puede existir un proceso
jurisdiccional. Ellos son el Tribunal y los interesados principales.
b- sujetos auxiliares o eventuales: son aquellos que no aparecen necesariamente en todo
proceso, y cuyo rol consiste precisamente en auxiliar a los sujetos principales. Existen sujetos
auxiliares del Tribunal (como el informante, el perito, el testigo, el depositario, etc.) y sujetos
auxiliares de los interesados principales (como el abogado, el escribano público o el contador
público).

En todos los sujetos mencionados al hacer esta segunda clasificación quedan comprendidos
tanto los sujetos sobre los que recaen los efectos de los actos procesales como aquellos que
efectivamente los realizan (de acuerdo a lo señalado en la primera clasificación).

Requisitos.
Existen ciertas circunstancias establecidas por el D. procesal que necesariamente deben
presentarse para que un sujeto cualquiera pueda ser sujeto de un proceso jurisdiccional
concreto. Tales requisitos son siempre 2, pero se concretan de diferente forma en cada D.
procesal positivo y, aun dentro de un mismo D., se diferencian según cuál sea el sujeto del que
se trate.
Capacidad: aptitud que debe tener el sujeto, que existe cuando se presentan ciertas
circunstancias intrínsecas (que forman parte de la naturaleza íntima del sujeto, que siempre lo
acompañan) a su persona. Es imposible que incorporar al concepto global que ahora se intenta
el detalle de las circunstancias que configuran la capacidad, puesto que las mismas varían de
acuerdo a cada clase de sujeto.
Para ser sujeto sobre el que recaigan los efectos de los actos procesales se requiere la
denominada capacidad para ser parte y para ser sujeto que realiza efectivamente los actos
procesales se requiere la denominada capacidad procesal.
Podemos preguntarnos: ¿son idénticas las circunstancias intrínsecas que conforman cada una
de estas capacidades? En algunos casos sí (como es el caso del Tribunal arbitral) y en otros no
(como sucede en el caso de las partes).

Legitimación: aptitud que debe tener el sujeto, existe cuando se presenta cierta circunstancia
extrínseca (que no forma parte de la naturaleza íntima del individuo y que, por tal razón, para
un mismo sujeto puede darse en algunos casos y no darse en otros) a su persona, consistente
en:
a- un vínculo entre ella y el objeto del proceso, si nos referimos a la legitimación en la causa,
que es requisito para ser sujeto al que se le puedan imputar los efectos de los actos procesales
que corresponden a dicho proceso.
b- un vínculo entre ella y el sujeto al que se le imputan los efectos de los actos procesales, si
nos referimos a la legitimación procesal, que aparece como requisito para ser sujeto que realiza
efectivamente los actos procesales. Pero ese vínculo que se exige que exista entre los dos
sujetos no siempre es el mismo, sino que puede darse de muy diferentes formas (vínculo de
identidad, de representación, de sustitución).

Tribunal.
Es aquel sujeto al cual el ordenamiento jurídico le otorga (e impone) el poder-deber de
jurisdicción.
Es el sujeto, tal como señalaba Couture, investido de la función jurisdiccional.

¿Qué es la jurisdicción?
El vocablo jurisdicción no tiene una sola significación sino varias:
Jurisdicción como poder-deber.
Esta es la acepción consagrada en el art. 6 LOT, que refiere a la jurisdicción como la potestad
pública de juzgar y hacer ejecutar lo juzgado.
Jurisdicción como competencia.
Si bien la confusión entre jurisdicción y competencia fue superada hace ya bastante tiempo, en
nuestro derecho positivo sobrevive un texto (art. 6 LOT, cuyo origen se remonta a un proyecto
de ley de 1915) en el que se identifica al vocablo jurisdicción con lo que, en doctrina, se
denomina competencia por razón de materia.
Jurisdicción como función jurisdiccional.
Esta es la acepción recogida por el art. 51 LOT, que refiere al ejercicio de la función
jurisdiccional. Sobre la función jurisdiccional, Tarigo la caracteriza como aquella función estatal
que persiguen la justa solución de los litigios o la satisfacción de pretensiones de parte,
mientras que Guasp la señala como función estatal por medio de la cual el Estado satisface
pretensiones.
Jurisdicción como ámbito territorial de competencia de un Tribunal.
Señala Tarigo que es frecuente que la ley incurra en este error. A título de ejemplo, el art. 72
CPC se refería a las diligencias que deban practicarse en diverso territorio jurisdiccional,
mientras que el art. 1 de la Ley 15.881 dispone que los juzgados letrados de primera instancia
en el interior tendrán en su jurisdicción igual competencia que los juzgados letrados de primera
instancia en lo contencioso administrativo.

ESTATUTO JURÍDICO.
Tribunal estatal: normas de rango constitucional, legal (LOT, CGP arts. 17 y ss.) y reglamentos
(actos-regla) de la SCJ (acordadas).
Tribunal arbitral: normas de Derecho Internacional convencional y de rango legal (472 y ss.
CGP).
DIFERENCIAS

JURISDICCIÓN ESTATAL JURISDICCIÓN ARBITRAL

Poder Judicial y otros órganos del


Estado en ejercicio de función Personas físicas.
jurisdiccional.
Poder- deber impuesto en general
Poder-deber asignado por el por la voluntad de las partes
ordenamiento jurídico, en concreto (arbitraje convencional), y en
por la Constitución. ciertos casos por la Ley (arbitraje
necesario).
Exclusivamente para un proceso o
Carácter general, para todos los
un conjunto de procesos (referidos
procesos.
siempre a Derechos disponibles).

Resuelve mediante sentencias. Resuelve mediante laudos.

Puede ejecutar sus decisiones. No puede ejecutar sus decisiones.


PRINCIPIOS QUE RIGEN LA ACTIVIDAD JURISDICCIONAL
El CGP consagra a texto expreso, en sus artículos 18 y ss, una serie de principios que rigen la
actividad jurisdiccional. Estos son:

*Principio de indelegabilidad
La Ley le atribuye al Tribunal ciertas funciones, las cuales éste, en principio, no puede delegar.
Él es el sujeto titular del poder-deber de la jurisdicción y es quien dispone en el proceso.
No obstante, el ordenamiento le permite al Tribunal, en determinadas situaciones, delegar
ciertos actos, lo cual constituye la excepción al principio en estudio. Y esas delegaciones
pueden darse en el ámbito interno (delegación interna) o en el externo (delegación externa).
Delegación interna: en este tipo de delegación, el Tribunal delega a funcionarios de su propio
tribunal, los cuales “solo realizarán los actos permitidos por la ley, por delegación y bajo la
dirección y responsabilidad del tribunal” (art. 18.1 CGP). Del artículo transcripto se desprende
la idea de que no todos los actos pueden ser delegables, por lo que, a los efectos de conocer
cuáles pueden serlo, es necesaria la lectura conjunta de éste, junto con el 18.2, que establece
que la “delegación solo abarcará la realización de actos auxiliares o de aportación técnica,
cuando los funcionarios revistan la idoneidad respectiva”. A modo de ejemplo, la transcripción
de las actas que se desarrollan en la audiencia, puede ser llevada a cabo por los funcionarios
auxiliares, pues es un acto auxiliar. Por otro lado, delegarle a un actuario que sea, también,
escribano, la realización de un informe notarial, constituye un ejemplo de delegación de un acto
de aportación técnica, ya que se le delega esa tardea específicamente atendiendo a su
formación profesional (de escribano/a, en el caso del ejemplo).
En algunos casos, el juez puede delegarle algunas funciones al alguacil (ejecutor de las
resoluciones del tribunal. “Juez en la calle”). Estos casos configuran excepciones al principio de
indelegabilidad, y las tres más típicas son las siguientes: a) Si bien las diligencias de prueba
requieren de la intervención judicial, el artículo 186 establece, en su inciso segundo, que “podrá
ser cometida al alguacil de la Sede la inspección que solo tenga por objeto determinar la
identidad de los ocupantes de un inmueble”. La realización de esta inspección reviste
importante utilidad cuando los dueños de una casa ocupada quieren demandar a los ocupantes
pero no conocen la identidad de estos. b) La Ley 14.219 de arrendamientos urbanos, en su
artículo 53, permite al juez delegarle al alguacil en los procesos de desalojo, la tarea de la
inspección de la finca a desalojar a los efectos de conocer el estado de conservación de la
misma. c) Artículo 418.1 CGP: “Si por alguno de los herederos, cónyuge supérstite, legatarios o
por el Ministerio Publico se solicitare la facción del inventario judicial, el tribunal lo decretará,
dando mandamiento al funcionario o funcionarios que corresponda”.
Delegación externa. Se comete la diligencia para que se realicen actos procesales por sujetos
que no forman parte del Tribunal, es decir, que están fuera del radio del Juzgado. Es lo que
sucede cuando un tribunal con competencia en Montevideo, debe notificar a otra ciudad, para
lo cual delega a un funcionario de ésta. Arts 77, 83, 152 y 526 CGP.

*Principio de inmediación
La inmediatez a la que apunta este principio, es a la que debe desarrollarse entre la actividad
del Tribunal y el resto de los sujetos del proceso.
Hay una serie de artículos que evidencian la existencia de este principio: artículos 8, 18, 20, 23
y 100.
Artículo 8. Todas las audiencias y las diligencias probatorias deben realizarse por el Tribunal, y
éste no puede delegarlas (exceptuando los casos referidos anteriormente). Si lo hace, el acto
será nulo absolutamente. Así, si durante una declaración, el Juez se ausenta, la audiencia no
será nula, pero sí lo será la declaración.
Al estudio de este artículo, debe acompañarlo la lectura del artículo 100 CGP, que determina
que los procesos que se desarrollan por audiencias, serán presididas por el tribunal bajo pena
de nulidad que compromete su responsabilidad funcional.
Por último, y de manera de completar el estudio sistemático, es necesaria una armonización
entre los dos artículos citados, con los artículos 20 y 23. Del primero de ellos surge que “los
tribunales se deben mutua asistencia y colaboración en todas las actuaciones que se
requieran”. El segundo, permite la delegación para diligencias fuera de la sede judicial.
De la lectura conjunta de los artículos mencionados, se extrae la conclusión de que la
presencia del Tribunal en los procesos es esencial. Esencialidad que se manifiesta, tanto en el
hecho de que si falta dicha presencia en algún acto, éste puede adolecer de nulidad absoluta,
como en la imposibilidad de apartarse del principio de inmediación salvo en los casos –
limitados- en que la ley lo permite, y que se encuentran regulados en los artículos 8, 18.1, 18.2
y 23.

*Principio de independencia
El artículo 21.1 del CGP dispone que “cada tribunal es independiente en el ejercicio de sus
funciones”. Esta independencia se refiere a dos planos: interno y externo.
Independencia interna: todos los jueces actúan con independencia de los demás jueces y
tribunales. La Suprema Corte de Justicia, por ejemplo, no puede inmiscuirse en algo que
naturalmente es competencia del Tribunal de Apelaciones, pues eso, además de que
constituiría un caso de avocación (pues es un órgano de jerarquía mayor, interviniendo en
asuntos de un órgano menor), violaría el principio de independencia.
Independencia externa: independencia del Poder Judicial con respecto a los otros Poderes.
Ésta es una manifestación de la separación de poderes.

*Principio de imparcialidad
Artículo 21.2: (El tribunal) “debe actuar con absoluta imparcialidad en relación a las partes”.
La imparcialidad no solo implica que el Tribunal no tenga ningún interés a favor ni en contra en
relación con las partes, sino también, que no esté vinculado al objeto.
La importancia de este principio y los perjuicios que podría causar si faltase, encaminaron al
legislador a establecer formas de evitar que la imparcialidad se vea afectada. Uno de los
mecanismos es la recusación, regulado en el artículo 325 CGP: las partes pueden utilizar este
mecanismo cuando estén bajo cualquier circunstancia en la que sea comprobable que la
imparcialidad del Juez puede ser afectada. El segundo, es la abstención, donde el Juez se
inhibe de oficio y pasa el caso al Juez subrogado.

*Principio de autoridad
Las decisiones que toma el tribunal deben ser acatadas por todo sujeto, y éste último debe,
además, prestarle asistencia al Tribunal para que se logre la efectividad de sus mandatos.
Este es otro de los principios que cuenta con mecanismos tendientes a hacer efectiva su
aplicación, los cuales están establecidos en el artículo 21.3 y en el artículo 4 de la LOT, y
consisten en el proceso de ejecución de la sentencia, y en el uso de la fuerza pública.
COMPETENCIA
En abstracto, la jurisdicción –en su sentido doctrinario amplio y no en el sentido restringido que
posee en nuestro Derecho- corresponde a todos los órganos jurisdiccionales considerados en
su conjunto, ya que la potestad publica de administrar la justicia es única, pero en concreto y
por razones de elemental practicidad, la jurisdicción se fracciona y se distribuye entre los
diversos órganos que forman el Poder Judicial. Surge así, naturalmente, el concepto de
competencia como distribución y como atribución de la jurisdicción entre los diversos órganos
jurisdiccionales.
Todos los jueces tienen jurisdicción, pero no todos tienen competencia. La competencia es,
según algunos autores, la porción de jurisdicción que se le asigna a cada Tribunal. Esta
posición no es compartida por Tarigo, quien opina que la competencia es un concepto
relacionado con el sujeto que ejercita la jurisdicción, mientras que ésta última, en cambio, es un
concepto referido a la actividad que desarrolla el sujeto que la ejerce.
Sin embargo, para nuestro legislador, el concepto de jurisdicción se equipara al concepto de
competencia por materia (Artículo 6 LOT).

Criterios de distribución de la competencia:


*Criterio territorial
*Criterio de la cuantía
*Criterio temporal o de turnos
*Criterio funcional
Hay criterios objetivos (todos menos el funcional) y estructurales (funcional).
Hay, también, criterios de distribución horizontal (tribunales jerárquicamente iguales) y
distribución vertical (tribunales con distinta jerarquía, por ejemplo, hay algunos que atienden en
primera instancia, y otros en segunda).
Estos son los cinco criterios que hay que tener en cuenta a los efectos de determinar cuál es el
juzgado competente.

*CRITERIO TERRITORIAL
Este criterio tiene como fundamento la descentralización de la función jurisdiccional, ya que una
justicia rígidamente centralizada en un solo punto o lugar implicaría, en infinidad de casos, una
verdadera denegación de justicia, en cuanto muchísimos individuos se verían impedidos de
poder deducir sus pretensiones. Por lo tanto, se busca permitir el acceso a la justicia desde
todos los puntos del territorio.
A la asignación de la competencia en razón de la presencia de algunos elementos del proceso,
es a lo que se le llama “fueros”. La LOT adopta, a este respecto, una serie de criterios en forma
dispar. Para tratar de sistematizar en algo sus disposiciones, podemos diferenciar cuatro
razones fundamentales en función de las cuales distribuir la competencia territorial: fuero
personal, fuero real, fuero causal y fuero instrumental.
Fuero personal: se asigna la competencia en razón de la presencia de las partes en ese
juzgado: si las partes se encuentran en Montevideo, el juzgado que va a atender el caso tendrá
que ser de Montevideo. Esta solución elemental, presenta dos dificultades: en primer lugar, las
partes pueden domiciliarse en un lugar determinado, tener residencia en otro, hallarse
accidentalmente en un tercer lugar, etc. lo que significa que la noción de sede de una persona
no es única, sino múltiple. En segundo lugar, puede no coincidir la sede de una de las partes en
el proceso con la de la otra. Para resolver la primera dificultad, nuestro Derecho Procesal sienta
una regla de precedencia: en primer término, deberá atenderse al domicilio de las partes, y solo
a falta de este, a su residencia (arts 21 y 25 LOT y 31 CC). Para solucionar la segunda
dificultad –que en definitiva solo puede resolverse en una opción entre la sede del actor y la
sede del demandado- la LOT opta decididamente por la sede del demandado (Arts 21 y 27).
Fuero real: se asigna la competencia en razón de la presencia del objeto del litigio, por ejemplo,
en una acción de desalojo, se tomara en cuenta el lugar de ubicación de la finca. Esta
asignación se explica fácilmente por la conveniencia que habrá de derivarse en caso de que la
cosa deba ser inspeccionada por el tribunal. y como esa conveniencia resulta mas acentuada
en el caso de los inmuebles que en el de los muebles, con respecto a los primeros se establece
una regla fija (art 15 inc 1) en tanto que, para los segundos, se establece una regla tan solo
relativa (art 17).
Fuero causal: se asigna la competencia en razón del hecho que constituye el fundamento de la
pretensión, por ejemplo, lugar de nacimiento de ésta última. En el artículo 21, la LOT utiliza el
fuero causal como elemento atributivo de competencia, por ejemplo, en dos de las tres
hipótesis que el artículo citado regula.
Fuero instrumental: toma en cuenta algún elemento del proceso, por ejemplo, el de la prueba
(artículo 28 LOT).El legislador puede tomar distintos elementos del proceso para que, a los
efectos de facilitar las cosas, determine el lugar del juicio. (Ej: la primera de las dos hipótesis
del artículo 28- juicios en que se ejerciten acciones respecto a la gestión de tutores,
guardadores y administradores).

“Circunscripción territorial”. No todos los jueces tienen competencia en la misma jurisdicción o


circunscripción territorial.

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