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Abstract: La novela El mundo alucinante (1965) de Reinaldo Arenas nos enfrenta a la vida
Fray Servando mediante una serie de recursos narrativos como la hipérbole o los cambios
de focalización que logran construir un ambiente contradictorio y grotesco. Entre los
recursos narrativos encontramos el erotismo en un vaivén similar al de las olas o las
campanas. Según Octavio Paz en su libro La llama doble, el erotismo como rasgo humano
contendría un ritmo de ida (transformación) y vuelta (animalidad) que podremos ver
representado en la novela: en las escenas de erotismos violentos atravesados por discursos
de poder (expansión) y de erotismos animales o naturales (contracción). A partir de un
seguimiento y análisis de estas escenas podemos interpretar la castidad de Fray Servando
como una búsqueda mística de libertad, equilibrio y calma como expresa en la epifanía del
capítulo XXXIV, completando además la figura de Servando como revolucionario y
disidente de los juegos de poder.
“Lo más útil fue descubrir que tú y yo somos la misma persona” le escribe Reinaldo Arenas
a Fray Servando en uno de los textos introductorios a la novela El mundo alucinante
(1965). Dicho gesto inaugura el encuentro de dos existencias controversiales atravesadas
por la represión y la marginalidad. Dos cuerpos, dos subjetividades igualmente enfrentadas
a los poderes políticos de su tiempo; a la vez, abrazadas en sus ideales de libertad. Pero,
esta breve yuxtaposición o fusión entre ambos sujetos no debe alejarnos del norte, como lo
han hecho algunos textos críticos 1, ante todo El mundo alucinante es una novela y debe ser
leída como tal. Dicho esto, continúo. Arenas, autor de la novela, inconforme con las
estructuras narrativas convencionales nos introduce a la vida de Fray Servando Teresa de
Mier (1975-1827) -fraile, sacerdote dominico y prócer de la Independencia de México-
mediante una serie de recursos narrativos como la hipérbole, la contraposición o los
constantes cambios de focalización que logran construir un ambiente contradictorio y
1
Por ejemplo, el análisis que hace María Guadalupe Silva en “El mundo alucinante: Construcción de la
disidencia” en la que lee la novela como “intuición” de lo que será la vida del autor los años posteriores a su
publicación. O la tesis “Modernidad/colonialidad y Otredad en El Mundo Alucinante de Reinaldo Arenas” de
Anne-Britt Lind Storli que, si bien amplía el horizonte de su lectura, insiste en homologar la homosexualidad
de Arenas con la de Fray Servando.
grotesco. Entre los recursos narrativos encontramos el erotismo en un vaivén similar al de
las olas o las campanas. Según Octavio Paz en su libro La llama doble, el erotismo como
rasgo humano contendría un ritmo de ida (transformación) y vuelta (animalidad) que
podemos ver representado en la novela: en las escenas de erotismos violentos atravesados
por discursos de poder (expansión) y de erotismos animales o naturales (contracción). A
partir de ello podemos interpretar la castidad de Fray Servando como una búsqueda mística
de libertad, equilibrio y calma como expresa en la epifanía del capítulo XXXIV.
Olas
A lo largo de su libro Para una erótica latinoamericana (2007) Enrique Dussel sostiene
que el erotismo es la experiencia de alteridad existencial mediada por los placeres, la
trasgresión y las relaciones político-culturales. Es decir, llamamos erótico a aquel contacto
íntimo -interior- que tenemos con la existencia y la corporalidad del otro. Este contacto o
esta búsqueda de contacto no será un impulso sexual meramente biológico, sino que está
mediado por la infinidad de discursos que constituyen al ser en sí. Cabe aclarar que lo
erótico no niega totalmente el impulso “animal”, de hecho, lo contiene porque hay algo en
la sexualidad que nos devuelve a la condición de bestias, como afirma Paz en La llama
doble (1993). De esta forma, el erotismo contiene un ritmo de ida y vuelta -transgresión y
animalidad-. En el ir, la sexualidad se desprende del instinto y se transforma a través del
imaginario de quien la vive. Mientras que en el volver se experimenta un retroceso hacia lo
natural donde la pareja descansa apacible y “Allí recobra la inocencia de las bestias” (Paz,
1993: 28).
Expansión
Como se explicó anteriormente, en la expansión -ir- nos encontramos con una sexualidad
humana que está transformada y atravesada por la cultura. En ella podemos ver claramente
el control político-religioso de los cuerpos. Esta es la razón por la cual Fray Servando se
encuentra en una actitud de rechazo o, desde su perspectiva, las escenas eróticas se pintan
grotescas y violentas. Siguiendo la cronología de acontecimientos en la novela, el primer
encuentro erótico de Fray Servando se da en su estadía en el Monasterio de Santo
Domingo. Nos introducimos en el campo del erotismo católico:
Otra escena expansiva que pone en evidencia la dominación sexual a través del discurso
religioso es la que sucede en Valladolid, en la estadía de Fray Servando con el padre
americano. Sucede que, tras haber escapado de su prisión en Las caldas, Fray Servando
escapa sin rumbo para dar en una parroquia que dirige un padre norte americano. Dicho
personaje parece coincidir con el fraile en su discurso contra español, sin embargo, este
planea eliminarlos a todos y, pese a lo disparatado del discurso, Servando decide quedarse.
Intrigado, el fraile sigue al conjunto de mujeres que rodean al religioso y observa lo que
ocurre desde la rendija. El padre norteamericano se encuentra desnudo, sudoroso y con el
miembro erecto sin dejar de recitar sus prédicas en latín. La imagen es clara, se celebra una
degradación de la eucaristía católica: “Y he aquí que el cura coge aquella parte tan
desarrollada, y con las manos la empieza a introducir trabajosamente en la boca de la dama
arrodillada (a manera de hostia) que, en una actitud de plena adoración e idolatría besaba,
engullendo gozosa toda su proporción” (158). Las “devotas” participan ansiosas en esta
orgía ritual. Lo curioso está en la reacción de Fray servando a quien no le sorprende lo que
ve, de manera que se va configurando una dura crítica en la imagen que va construyendo de
la iglesia católica. Nos encontramos frente a un erotismo religioso que adoctrina y esclaviza
en la necesidad que provoca. Se altera los significados rituales eucaristía para dar paso al
goce del cuerpo que ostenta el poder.
Contracción
Después de ser capturado por herejía, el fraile es llevado a un buque para ser transportado a
las prisiones españolas, sin embargo, el buque es atacado por otros marineros y, tras una
serie de acontecimientos, termina en un barco lleno de negras que están siendo violadas:
“Pero no las podían violar porque violadas estaban desde que se oyó el primer grito […]
Las negras, que al principio se resistían, ahora aceptaban y hasta se reían y daban gritos de
gozo […]muchos grupos de hombres se lanzaban sobre una sola, que resultaba ser siempre
una niña, y así aguardaban turnos para disfrutar su cuerpo, ultrajándola” (132). Esta es una
de las escenas en la que la sexualidad “humana” es representada en su forma más cruda y
bestial. No solo las mujeres negras son violadas, sino que, tanto desde la perspectiva del
narrador como de los mismos agresores, la mujer cautiva llega a disfrutar de estas
violaciones.
Conclusión: Campanas
Mientras servando espera la muerte en su lecho, afuera suenan fuertemente las campanas
que alteran el tiempo y enloquecen a los pájaros: “… campanas, campanas, y el tumulto se
enardece y revuelve y el estrépito de la lujuria es ya imponente; campanas, campanas y
una mujer desnuda corre entre chillidos hacia un grupo de hombres que al instante la
perforan” (313). Este último fragmento “erótico”, en el que el sonido del vaivén de las
campanas marca el ritmo de la fiesta, sintetiza aquello que se ha argumentando a lo largo
del texto. El erotismo posee un movimiento, quizá incontrolable como el estruendo de las
campanas, que nos subyuga y al que nos entregamos gozosos e inconscientes de nuestra
propia esclavitud. La brutalidad (violación a las negras) y la belleza (fiesta animal) del goce
erótico se nos es representada desde la perspectiva de dos presencias distantes a ellas, la del
fraile y la del mismo narrador en 2da o 3ra persona, cuestionándonos constantemente sobre
el juego de poderes que se encuentran en aquellas prácticas, y que a través de la historia
hemos naturalizado. Es así que la disidencia de Fray Servando cobra más sentido, no solo
es política y religiosa, sino que es ante todo sexual. Esta reivindicación de la libertad sexual
en la castidad del fraile cuestiona, amplía y actualiza la moderna discusión de las libertades
sexuales. Como decía anteriormente, Fray Servando no es un héroe de estampilla, es una de
esas existencias atemporales que amablemente nos invitan a salir, junto con él, del calabozo
de nuestras creencias.
Bibliografía:
Arenas, Reinaldo (2008): El mundo alucinante (Una novela de aventuras). Cátedra. Letras
hispánicas. España.
Dussel, Enrique (2007): Para una erótica latinoamericana. Fundación editorial El perro y
la rana. Gobierno bolivariano de Venezuela.
Paz, Octavio (1993): La llama doble. Amor y erotismo. Seix Barral. 1993.