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cado (Jn 7,39), lo realizará con toda otorga para el mero disfrute perso-
abundancia el día de Pentecostés. nal, sino para la misión, para la evan-
Volviendo al capítulo 1 de Hechos, gelización.
vemos que Jesús especifica aún más
en qué consiste la promesa del Pa- La gran cosecha (cp. 2)
dre. Ante la actitud de los discípu- La fiesta judía de Pentecostés, o
los, preocupados por la restauración «fiesta de las semanas» (Ex 34,22;
del Reino de Israel, Jesús les repro- Nm 28,26), concluía el tiempo de la
cha sus miras todavía demasiado ras- cosecha, que comenzaba con la fies-
treras y les transmite la única segu- ta de Pascua y duraba siete semanas.
ridad que debe bastarles: «recibiréis Era una fiesta de gozo que expresa-
la fuerza del Espíritu Santo, que des- ba la gratitud a Dios por la bendi-
cenderá sobre vosotros, y seréis mis ción de las mieses cosechadas (Dt
testigos en Jerusalén, en toda Judea 16,9s).
y Samaria, y hasta los confines de la Pues bien, el Pentecostés cristiano
tierra» (1,8). es también fiesta de cosecha y abun-
El Espíritu Santo es calificado dancia. Cristo es el sembrador que
como «fuerza» (dynamis) que des- ha contemplado los campos dorados
ciende sobre ellos. Ya al final del para la siega, pero ha dejado a otros
evangelio Jesús había insistido a los el gozo de recoger el fruto de su siem-
discípulos en que permanecieran en bra (Jn 4,35-38). Más aún, Él mismo
Jerusalén «hasta ser revestidos de es el grano que caído en tierra da fru-
poder desde lo alto» (Lc 24,49). Sólo to abundante (Jn 12,24). Pentecostés
así podrán ser testigos de Cristo hasta es la gran cosecha de la siembra y
los confines de la tierra. Para la mi- del sacrificio de Cristo. De hecho,
sión confiada las fuerzas humanas no ese mismo día aceptaron la Palabra
sirven (recordemos a los apóstoles y fueron bautizados unos tres mil
encerrados por miedo a los judíos). (2,41). Sí, verdaderamente «los que
Sólo un poder sobrehumano, divino, sembraban con lágrimas cosechan en-
que los inviste desde lo alto, que los tre cantares» (Sal. 126,5). La venida
sumerge y anega, puede capacitarlos del Espíritu se muestra de manera in-
para semejante misión. mediata inmensamente fecunda.
Por lo demás, el objetivo princi- De esta manera, Pentecostés cons-
pal –y en cierto modo único– de la tituye el nacimiento de la Iglesia. Si
venida del Espíritu parece ser éste: ya Cristo la había instituido eligien-
constituirlos en testigos, capaces de do a los Doce y poniendo a Pedro
anunciar a Cristo. Esta parece la fi- como cabeza (Mc 3,13-19; Mt 16,18-
nalidad a la que todo se orienta, 19), y la había «engendrado» en la
como por lo demás irá apareciendo cruz, ahora es dada a luz por la fuer-
a lo largo del libro. El Espíritu no se
Julio Alonso Ampuero 7
za del Espíritu. Los que estaban es- Jesús recibió una unción especial del
condidos por miedo a los judíos se Espíritu en el bautismo para iniciar
manifiestan públicamente y la comu- la predicación y la vida pública (Lc
nidad inicial –unos 120: 1,15– ex- 3,21-22), también la Iglesia, Cuerpo
perimenta un crecimiento extraordi- de Cristo, recibe en Pentecostés su
nario. «bautismo en el Espíritu» (1,5). Así
Surge así el nuevo pueblo de Dios la Iglesia es «ungida», hecha «cris-
como una nueva creación (cf. 2 Cor tiana», y capacitada para la misión
5,17). Si al inicio de la historia de ser testigo de Cristo hasta los con-
Yahveh Dios había insuflado al ba- fines de la tierra. Del mismo modo
rro del suelo su propio aliento para que Jesús recibe el Espíritu estando
convertirlo en hombre, en ser vivien- en oración (Lc 3,21), también la Igle-
te (Gn 2,7), ahora, el Espíritu Santo, sia se abre por la oración al don del
aliento de Cristo Resucitado (Jn Espíritu (1,14).
20,22) viene sobre la humanidad para Por tanto, si la Iglesia es «creada»
convertirla en humanidad nueva, re- en Pentecostés, es «constituida» por
creada y regenerada. Se cumplen así el don del Espíritu, podemos afirmar
los anuncios de los grandes profe- que una Iglesia –comunidad, parro-
tas: la multitud de huesos muertos y quia, etc.– sin Pentecostés se desna-
secos es resucitada por el soplo turaliza, se profana y se vuelve infe-
vivificante del Espíritu divino (Ez cunda. Sin la acogida gozosa y cons-
37,1-14). ciente del Espíritu ya no es la Iglesia
Se establece una alianza nueva. Si de Cristo. Sin el Espíritu es como un
en la alianza del Sinaí Israel fue cons- cuerpo sin alma; vuelve a ser una mu-
tituido como «reino de sacerdotes y chedumbre de huesos secos: sin vida
nación santa» (Ex 19,6), el don del y sin capacidad de vivificar. Pues
Espíritu consagra a la Iglesia como sólo el Espíritu vivifica (Jn 6,63; 2
pueblo santo «adquirido para procla- Cor 3,6).
mar las hazañas del que nos llamó a
salir de las tinieblas y a entrar en su Defensa y consuelo
luz maravillosa» (1 P 2,9). El Espí- en la persecución (4,23-31)
ritu Santo es dado a cada creyente
como Ley nueva que desde dentro le
capacita y le impulsa a cumplir la En la narración de los Hechos en-
voluntad del Padre (cf. Jer 31,33; Ez contramos un segundo Pentecostés en
36,26-27; Rom 8,1-4). el capítulo cuarto. Tras la curación
del tullido y el consiguiente discur-
Pentecostés es el bautismo de la so de Pedro al pueblo (cp. 3), Pedro
Iglesia. De modo semejante a como y Juan son conducidos al Sanedrín –
8 Iglesia evangelizadora en los Hechos de los Apóstoles
(5,12). Se nos dice que los discípu- lo mismo que su Cabeza y bajo su
los «se multiplican» (6,1.7). influjo– hasta el fin de los tiempos,
hasta llegar «a la madurez de la ple-
Lo mismo ocurre cuando el evan- nitud de Cristo» (Ef 4,13).
gelio sale de la tierra de Israel y pe-
netra de lleno en el ámbito pagano. Ahora bien, este crecimiento sólo
En Antioquía, como el Señor estaba será posible en la medida que nues-
con ellos, «un crecido número reci- tras comunidades tengan la misma
bió la fe y se convirtió al Señor» vitalidad y frescor que la Iglesia de
(11,21). También se destaca la bon- los Hechos de los Apóstoles, mani-
dad, la fe y la docilidad de los fiesten el mismo vigor y susciten el
evangelizadores al Espíritu, que tie- mismo atractivo. El obstáculo para
ne como consecuencia que «una con- el crecimiento de la Iglesia no resi-
siderable multitud se agregó al Se- de en las dificultades externas, por
ñor» (11,24). Incluso en medio de las muchas y graves que sean, sino en la
dificultades y persecuciones, «la Pa- propia falta de vitalidad. Sólo una
labra de Dios crecía y se multiplica- Iglesia joven y viva, que refleje y
ba» (12,24). Los gentiles se alegran testimonie en su existencia concreta
de recibir el Evangelio, glorifican la la novedad traída por Cristo y su
Palabra del Señor, y ésta «se difun- evangelio, será capaz de evangelizar
día por toda la región» (13,48-49). el mundo de hoy. En cambio, los sín-
tomas de vejez y anquilosamiento
Por lo demás, no se trata sólo de sólo consiguen repeler a los no cre-
crecimiento numérico, sino de afian- yentes, pues la sal que se vuelve sosa
zamiento y robustecimiento de las co- no sirve más que para tirarla y para
munidades. Además de crecer en nú- que la pisoteen los hombres (Mt
mero «de día en día», «las Iglesias 5,13). La falta de crecimiento –o, aún
se afianzaban en la fe» (16,5). «La peor, la disminución– de muchas co-
Palabra del Señor crecía y se robus- munidades delata la falta de vitali-
tecía poderosamente» (19,20). dad espiritual y evangélica.
«Crecía y se fortalecía» se afirma
también de Jesús niño (Lc 2,40). De Llenos de gozo
manera similar a como la Palabra he- Una de las características de la ex-
cha carne crecía y se fortalecía en periencia cristiana, tal como la pre-
cuanto hombre, ahora la Palabra senta el libro de los Hechos, es la
transmitida por los evangelizadores alegría.
crece y se fortalece en el corazón de San Pablo presenta la alegría como
los que le acogen por la fe; la Igle- fruto del Espíritu (Ga 5,22). Y el
sia, Cuerpo de Cristo, tiene que con- evangelio de San Lucas aparece en-
tinuar creciendo y fortaleciéndose – vuelto en una atmósfera de alegría (Lc
16 Iglesia evangelizadora en los Hechos de los Apóstoles
tol. También en Corinto halló difi- junto a los diversos textos de perse-
cultades, hasta el punto de tener que cución que hemos ido mencionando,
ser confortado por el Señor (18,9- aparece referido una y otra vez que
10); finalmente acabó ante el tribu- muchos abrazaban la fe, que la Igle-
nal (18,12ss). sia crecía y se robustecía, que los
En el tercer viaje, en Éfeso surge discípulos quedaban llenos de ale-
una revuelta «con motivo del Cami- gría y de Espíritu Santo... Es lo que
no» (19,23). De regreso hacia Jeru- más tarde formularía tan acertada-
salén el Espíritu le testifica que le mente Tertuliano: «La sangre de los
aguardan «prisiones y tribulaciones» mártires es semilla de cristianos».
(20,23). Y así sucede: apresado en Esto lo vemos particularmente
Jerusalén, donde los judíos intentan ejemplificado en el martirio de Es-
eliminarlo, permanecerá dos años teban, el primer mártir cristiano. Su
encarcelado en Cesarea y después en muerte es prolongación de la de Je-
Roma... sús: como Jesús es condenado por
El martirio es consustancial a la proclamarse Hijo de Dios (Mt.26,63-
vida de la Iglesia. También aquí re- 66), también Esteban por proclamar-
sultan proféticas las palabras de Je- le glorificado, sentado a la diestra
sús: «Seréis mis testigos... hasta los de Dios (7,56); lo mismo que Jesús,
confines de la tierra» (1,8). Testimo- Esteban muere fuera de la ciudad,
nio quiere decir martirio. Fortaleci- como un proscrito (7,57); como Je-
da por el Espíritu, la Iglesia conti- sús se abandona en manos del Padre
nuará hasta el fin del mundo dando (Lc 4,46), Esteban se confía en las
testimonio de la presencia y de la manos de Jesús, el Señor resucitado
fuerza de Cristo Resucitado median- (7,59); como Jesús (Lc 23,34), tam-
te el martirio de sus hijos. bién Esteban muere perdonando
(7,60). Y como la muerte de Jesús
Del mismo que Jesús había afirma- había sido fecunda (Jn 12,24), tam-
do que era necesario que el Hijo del bién la de Esteban: San Lucas pare-
Hombre sufriera, fuera reprobado y ce sugerir que la conversión de Saulo
matado para resucitar (Mc 8,31), está de algún modo vinculada al mar-
Pablo exhorta a sus comunidades sin tirio de Esteban; y esta muerte es al
ambages: «Es necesario pasar por menos la ocasión de que el Evange-
muchas tribulaciones para entrar en lio se extienda fuera de Jerusalén y
el Reino de Dios» (14,22). Judea (8,4).
Porque lo que pone de relieve el
libro de los Hechos es que la perse- La embriaguez del Espíritu
cución no es obstáculo para la mi-
sión de la Iglesia. Todo lo contrario: Todos estos rasgos que percibimos
en la Iglesia primitiva (alegría en
Julio Alonso Ampuero 19
medio de las dificultades, valentía en humanas, que están muy por encima
la persecución y el martirio, caridad de los estrechos límites de la razón.
fraterna, comunión de bienes...) cons- Por eso resulta siempre nuevo y
tituyen un conjunto sumamente atra- creativo, no se repite. Pero para el
yente para unos (2,47; 4,33; 5,13) y que vive a ras de tierra, anclado –
motivo de repulsa para otros, como anquilosado– en la cárcel de las pru-
hemos visto. Nadie queda indiferen- dencias humanas, todo eso le parece
te: como Jesús (Lc 2,34), también la locura (1 Cor 2,14) y tacha de loco
Iglesia es signo de contradicción al hombre de Dios como hicieron con
(14,4). el propio Jesús (Mc 3,20-21). El
Y es que ese conjunto de rasgos re- «vino nuevo» del Espíritu reclama
sulta humanamente inexplicable. La los «odres nuevos» (Mc 2,22) de una
comunidad cristiana aparece a los mentalidad nueva, de un estilo nue-
ojos de los no creyentes a la vez fas- vo, de unas instituciones nuevas...
cinante y temible, sorprendente y has-
ta desconcertante. Por eso ya la mis-
ma mañana de Pentecostés la gente
se reía de ellos diciendo que esta-
ban borrachos (2,13).
Este detalle, que fácilmente pasa
desapercibido como algo anecdóti-
co, constituye sin embargo una clave
explicativa de la vida de la Iglesia 3. Una Iglesia evangelizadora
primitiva: los discípulos viven em- y evangelizada
briagados del Espíritu, del vino nue-
vo aportado por Jesús con su Pas-
cua.
Del mismo modo que el que está Hemos visto en el primer capítulo
ebrio de licor pierde el uso de su ra- que el Espíritu crea la Iglesia. Sin
zón y queda a merced de sus instin- embargo, hay que añadir algo más:
tos, el que es lleno del Espíritu y de la Iglesia nace y crece por el anun-
Él se embriaga ya no actúa conforme cio del Evangelio. La primera comu-
a la lógica razonable y a los esque- nidad surge de la efusión del Espíri-
mas preestablecidos, sino que queda tu en Pentecostés, pero brota también
a merced del impulso del Espíritu, de la proclamación de la Buena No-
instinto divino infinitamente superior ticia de la Salvación que realiza Pe-
a toda lógica humana. El ebrio de dro a continuación (2,14-36). La pa-
Espíritu Santo vive y actúa confor- labra «Iglesia» (ekklesía) significa
me a criterios y valoraciones sobre- etimológicamente «convocación»: la
Iglesia es la comunidad de los con-
20 Iglesia evangelizadora en los Hechos de los Apóstoles
Ahora tiene que seguir cumpliéndo- ellos el Espíritu Santo que les capa-
se hasta llegar «a todas las naciones». citará para cumplir esa misión.
El mandato misionero aparece más A la luz de estos hechos, vemos que
explícito en los dos primeros evan- no es en absoluto exagerada la afir-
gelios. En San Marcos escuchamos mación del Papa Pablo VI: «La Igle-
a Jesús afirmar: «Id por todo el mun- sia existe para evangelizar»
do y proclamad la Buena Nueva a (Evangelii nuntiandi, 14). Es lo que
toda la creación. El que crea y sea nos testimonia el libro de los Hechos
bautizado se salvará; el que no crea de los Apóstoles de principio a fin.
se condenará» (Mc 16,15-16). Des-
pués muestra un inicial cumplimien- «Daban testimonio con gran poder»
to de este encargo por parte de los (4,33)
discípulos (v. 20).
En San Mateo las palabras de Je- En el segundo resumen de la vida
sús suenan más solemnes. Menciona de la primera comunidad encontra-
su poder total y su señorío absoluto mos esta afirmación que recoge un
como indicando («id, pues...») que rasgo de la Iglesia de los Hechos pre-
ese poder se dirige a impulsar y sos- sente a lo largo de todo el libro: «Los
tener a su Iglesia en la misión que apóstoles daban testimonio con gran
inmediatamente le va a encomendar: poder de la resurrección del Señor»
«Id, pues, y haced discípulos a todas (4,33).
las gentes bautizándolas en el nom- El secreto de la evangelización está
bre del Padre y del Hijo y del Espí- en dar testimonio, lo cual implica ne-
ritu Santo, y enseñándoles a guardar cesariamente ser testigos. Sólo quien
todo lo que yo os he mandado» (Mt ha visto y oído (cf. 1 Jn 1,1-3), quien
28,19-20). Finalmente añade la pro- ha experimentado en sí mismo, es
mesa de su presencia –que es tam- capaz de dar un testimonio creíble y
bién promesa de asistencia– en me- convincente.
dio de sus discípulos hasta el fin del De hecho, como hemos visto, para
mundo. eso es dado el Espíritu en Pentecos-
De otra manera, pero no con me- tés: para ser testigos (1,8). Así lo
nos fuerza, encontramos el mandato había prometido el propio Jesús:
misionero también en el cuarto evan- «Cuando venga el Paráclito, que yo
gelio. Según San Juan, el mismo día os enviaré de junto al Padre, el Es-
de Pascua Jesús se pone en medio píritu de la verdad, que procede del
de sus discípulos –todavía llenos de Padre, Él dará testimonio de mí, y
miedo– y, después de transmitirles su también vosotros daréis testimonio,
paz, les dice: «Como el Padre me porque estáis conmigo desde el prin-
envió, también os envío yo» (Jn cipio» (Jn 15,26-27). Los apóstoles
20,21). Y, soplando, alienta sobre dan testimonio porque han convivi-
22 Iglesia evangelizadora en los Hechos de los Apóstoles
acreditado en medio de Israel por los mada a abandonar los ídolos y a re-
milagros, signos y prodigios que chazar el pecado, volviéndose por la
Dios realizó a través de Él (2,22; fe a Cristo. Conversión implica de-
10,38). dicarse a Dios, consagrarse a Cris-
to, ponerse a su servicio. De hecho,
b) Más fuerte es la insistencia en
al arrepentimiento de los pecados y
la pasión y muerte de Jesús, desta-
a la conversión va inseparablemente
cando su inocencia y, sobre todo, que
unida la fe.
esta muerte no es mera consecuencia
de la confabulación de los judíos, Resumiendo, vemos que el
sino algo previsto y ordenado por el Kerygma es esencialmente proclama-
plan de Dios (2,23; 3,18). ción de una Persona, Jesucristo, y de
su obra salví-fica. El apóstol no anun-
c) El acento se pone sobre todo en cia simples doctrinas, sino un hecho,
la resurrección: frente a la acción un acontecimiento: la muerte y resu-
asesina de los jefes y sacerdotes ju- rrección de Cristo, acaecida por el
díos, Dios ha intervenido liberándole designio del Padre para nuestra sal-
de los lazos de la muerte (2,24.32; vación. Y lo anuncia, no de oídas,
3,15; 4,10; 5,30; 10,40; 13,34.37; sino en calidad de testigo personal
17,31). Además se mencionan los tes- de esos acontecimientos. Nótese la
tigos de este acontecimiento único, fuerza de la proclamación: «Dios le
aquellos que han comido y bebido ha exaltado con su diestra como Jefe
con Él después de la resurrección y Salvador... y nosotros somos testi-
(10,41) y a los que se ha aparecido gos» (5,31-32). Pone así a sus oyen-
durante muchos días (13,31). tes ante un hecho que les afecta de
d) San Lucas añade además la sig- manera decisiva para sus vidas y les
nificación mesiánica de estos acon- invita a aceptar las consecuencias de
tecimientos salvíficos realizados en ese hecho acogiendo a Cristo y su
Cristo, mostrando que son cumpli- salvación por la fe y la conversión.
miento de lo anunciado por los pro-
fetas. Así hace una lectura La fuerza del Kerygma
cristológica del Sal 16,8-11, que ya
hablaba de la resurrección de Cristo San Pablo afirma que el Evangelio
(2,25-28; 13,35), y de los salmos 2,7 es «fuerza de Dios para la salvación
y 110,1 que anunciaban la entroniza- de todo el que cree» (Rom 1,16). La
ción de Cristo a la derecha del Pa- evangelización es mucho más que una
dre. enseñanza: es como un sacramento;
Finalmente, aparece una invitación la predicación del Evangelio no sólo
a la conversión (2,38; 3,19.26; 10,43; manifiesta verdades, sino que es el
13,38-39). Esta consiste en una lla- signo y el instrumento a través del
Julio Alonso Ampuero 25
cual actúa la fuerza de Dios y se de- Agripa, este se siente afectado por
rrama su gracia sobre aquellos que el testimonio de Pablo, pero no que-
la acogen con fe (cf. 1 Tes 2,13; 1 riendo comprometerse acaba reaccio-
Cor 2,4-5). nando con una respuesta evasiva
Esto lo constatamos también en He- (26,28). Lo mismo les ocurrió a los
chos. Terminada la predicación de atenienses (17,32). En otros casos,
Pedro el día de Pentecostés, nos re- como hemos visto, se da un rechazo
fiere Lucas que «estas palabras les abierto de la Palabra (13,46) que lle-
traspasaron el corazón y dijeron a ga incluso a provocar la persecución
Pedro y a los demás apóstoles: de los apóstoles.
«¿Qué tenemos que hacer, herma- Pero para quienes la acogen, la Pa-
nos?» (2,37). Las palabras exterio- labra se convierte en Palabra de Sal-
res son vehículo de la gracia interior vación (13,26) y Palabra de Vida
que toca los corazones y los mueve a (5,20). Los que aceptan la Palabra
entregarse al Señor Jesús. (2,41; 8,14; 11,11; 17,11), se convier-
Lo mismo encontramos en el caso ten a Cristo y se hacen bautizar, que-
de los primeros paganos convertidos, dan libres de sus pecados y reciben
Cornelio y su familia. Se nos relata el don del Espíritu Santo (2,38; 10,48;
cómo Pedro los anuncia la Buena No- 16,15). Al acoger la Palabra por la
ticia y cómo la acción de Dios se fe, se recibe la salvación realizada
hace presente a través de ese anun- por Cristo (13,38-39). Cuando una
cio: «Estaba Pedro diciendo estas persona acepta la predicación, se
cosas cuando el Espíritu Santo cayó somete a Cristo y a su influjo salva-
sobre los que escuchaban la Pala- dor y entonces toda su vida es trans-
bra» (10,44). formada y renovada.
En la evangelización de Filipos un
grupo de mujeres escuchan la predi- «También a los gentiles...» (11,18)
cación de Pablo. Entre ellas se en-
contraba Lidia, una pagana, vende- Todos conocemos por los evange-
dora de púrpura, que se había acer- lios las reticencias de los fariseos
cado al judaísmo del que era simpa- ante el hecho de que Jesús acogía a
tizante. Ella escuchaba con interés y los pecadores. Repetidas veces hubo
«el Señor le abrió el corazón para de explicar su conducta remitiéndo-
que se adhiriese a las palabras de se al amor misterioso del Padre y
Pablo» (16,14). subrayando que «no necesitan de
médico los sanos, sino los enfermos»
Desde luego, no se trata de algo au- (Mt 9,12) y que Él había venido pre-
tomático. El anuncio debe ser libre- ferentemente a buscar la oveja per-
mente aceptado por cada oyente. dida (Lc 15,4-7). Lo mismo ocurría
Cuando Pablo predica ante el rey
26 Iglesia evangelizadora en los Hechos de los Apóstoles
ne por qué serlo en las demás. Es el Algo similar se nos dice de Pablo.
momento de centrarse en lo esencial Durante su estancia en Corinto
y no absolutizar lo relativo. Esto no evange-lizaba y trabajaba al mismo
significa tirar por la borda todo lo tiempo con sus manos; pero al
pasado. Pero sí saber discernir que unírsele Silas y Timoteo, «se dedicó
muchas expresiones y realizaciones enteramente a la Palabra» (18,5). La
han estado –o están– muy condicio- expresión puede traducirse de diver-
nadas por planteamientos sas maneras: se consagró todo ente-
individualistas, racionalistas, etc. Lo ro a ella, se dio, se entregó, fue ab-
mismo que a los paganos de enton- sorbido por la Palabra. Se puede de-
ces les repelía la circuncisión y no cir que estaba poseído por la Pala-
se hubieran incorporado a la Iglesia bra, que era su prisionero. Más que
si se les hubiera obligado a guardar ser él el portador de la Palabra, era
la ley judía, hoy puede haber hom- esta la que le sujetaba, le sostenía y
bres y mujeres de buena voluntad que era la portadora del apóstol.
estarían dispuestos a aceptar a Cris- Así, la tarea permanente de los
to pero que encuentran estorbo en de- apóstoles es anunciar la Palabra
terminadas formas con que se expre- (4,29.31; 8,4.25; 11,19; 13,5; 14,25;
sa la Iglesia de hoy. Sólo desde un 16,6.32; 18,11). Es su tarea incesan-
afianzamiento en lo esencial se pue- te, continua: anunciar a Cristo, es
den encontrar con creatividad nue- decir, anunciar la Palabra que es Cris-
vas expresiones válidas para los to. El fin de su misión es depositar
hombres de hoy. la Palabra en los corazones de los
hombres como una semilla llamada
«Al servicio de la Palabra» (6,4) a crecer y a dar fruto de vida eterna.
Ciertamente evangelizan los após-
Tan importante es la evangelización
toles (5,42; 8,25), pero no sólo ellos.
que, al crecer la comunidad, los Pablo y Bernabé inician una podero-
apóstoles deciden abandonar el ser- sa actividad evangelizadora (14,7;
vicio de las mesas –confiándolo a 15,35; 16,10), que acaba penetrando
otros– para dedicarse «a la oración
en el corazón de Europa. También los
y al ministerio de la Palabra» (6,4).
siete, elegidos inicialmente para el
Esta expresión nos aporta una su- servicio de las mesas, se dejan arras-
blime definición del apóstol: un diá- trar por el Espíritu con ímpetu para
cono, un siervo de la Palabra. Lejos el anuncio del Evangelio: así Este-
de manejarla a su gusto, es más bien ban (6,10; 7,2ss) y Felipe (8,35.40).
él un instrumento de la Palabra; es la Y de la misma manera, también los
Palabra quien manda, y el apóstol creyentes son evang-elizadores: San
sirve a la Palabra. Lucas nos refiere que algunos ciuda-
danos de Chipre y de Cirene «llega-
28 Iglesia evangelizadora en los Hechos de los Apóstoles
Por lo demás, sólo desde este ar- Iglesia primitiva. Una Iglesia que ora
dor evangelizador se cumplirá el es una Iglesia que vive en la depen-
mandato de Jesús y se dará testimo- dencia de su Señor, lo mismo que
nio con gran poder; sólo desde este Jesús había vivido en la dependen-
celo se tendrá audacia y creatividad cia del Padre. No percibimos en los
para predicar el evangelio en todo Hechos una Iglesia autosuficiente,
tiempo y lugar; sólo desde este dina- segura de sí misma y de sus medios,
mismo evangelizador se encontrarán sino una Iglesia que en su debilidad
los métodos y los cauces adecuados se sostiene en el poder de Dios. La
para llegar a cada generación... Sólo oración es su respiración cotidiana.
desde este empuje misionero se po- Y la oración es también su fuerza.
drán contemplar los milagros que La comunidad cristiana primitiva ex-
produce el anuncio del Kerygma perimentó el poder de la oración, la
cuando se proclama con autoridad en eficacia que Jesús había prometido
el nombre de Cristo Jesús. a la súplica hecha en su nombre con
fe y humildad. La Iglesia de los He-
chos se experimentó milagrosamen-
te sostenida por la oración que la
hacía fuerte en medio de la debili-
dad.
resida en ella el poder de Dios para En esa ocasión los discípulos le in-
quien nada hay imposible (Lc 1,37). terrogan, con cierta impaciencia y
La oración es capaz de cambiar el mentalidad aún carnal y mundana:
curso de los acontecimientos. Verda- «Señor, ¿es en este momento cuando
deramente, la Iglesia que ora «tiene vas a restablecer el Reino de Israel?»
las manos en el timón de la historia» (1,6). Siguen soñando con la idea de
(S. Juan Crisóstomo) un Mesías temporal y político que
restablezca el Reino de David y les
dé la independencia frente a los ro-
manos. Siguen encerrados en sus es-
quemas mentales que comparten con
la mayoría de los judíos. Su mentali-
dad sigue sin convertir.
5. En docilidad
Frente a esa tendencia, Jesús los
al Espíritu recibido coloca radicalmente en la humildad
de quien no sabe: «No os toca a vo-
sotros conocer el tiempo y el momen-
to que el Padre ha fijado con su au-
En el capítulo primero vimos que toridad» (1,7). Les toca colaborar
la efusión del Espíritu hace a la Igle- con un plan que desconocen en su
sia, y la constituye como comunidad realización concreta. Por eso deben
llena de vitalidad capaz de evangeli- despojarse de sus expectativas.
zar el mundo. Les basta una certeza que Jesús les
Ahora damos un paso más, contem- transmite de manera absoluta e in-
plando cómo las personas y comuni- equívoca: «Recibiréis la fuerza del
dades se dejan conducir por el Espí- Espíritu que baja de lo alto y seréis
ritu. El Espíritu otorgado por Cristo mis testigos...» (1,8). Tienen que des-
y por el Padre es positivamente aco- pojarse de sus esquemas mentales, de
gido por la Iglesia. Consciente y de- sus ilusiones y proyectos. Todo con-
liberadamente se secunda la acción siste en dejarse guiar, en secundar el
y el impulso del Espíritu. No se trata impulso del Espíritu, que ciertamen-
de una actitud meramente pasiva, sino te recibirán, hasta los confines de la
de acoger con decisión la iniciativa tierra...
del Espíritu dejándose mover por Él. A los apóstoles se les llama a ha-
cerse como niños (Mc 10,14-15), a
«No os toca saber...» (1,7) dejarse conducir por el Espíritu se-
gún los planes del Padre. Y estos pla-
Ya hemos mencionado las palabras nes misteriosos sólo se dan a cono-
programáticas de Jesús en 1,8 antes cer a los que se saben pequeños,
de su ascensión. mientras que se ocultan a los que se
Julio Alonso Ampuero 39
bras intrínsecamente unidas entre sí, hombres (Lc 11,20). Él no sólo pro-
de tal manera que las obras realiza- clamó la misericordia de Dios; la
das por Dios en la historia de la sal- mostró visiblemente conviviendo con
vación manifiestan y corroboran la los publicanos y pecadores (Mt 9,10-
doctrina y las realidades significa- 13). Él no sólo dijo que amaba a los
das por las palabras, y a su vez las hombres; lo confirmó entregando su
palabras proclaman las obras e ilu- vida por ellos (Jn 13,1; 15,13).
minan el misterio en ellas conteni- Así fue en la Iglesia primitiva. Los
do» (Dei Verbum, 2). signos y prodigios mostraban que
No bastan las palabras, que deben Jesús estaba vivo, que los apóstoles
ser corroboradas y confirmadas por no eran unos impostores al procla-
las obras que les dan autoridad y cre- mar que Jesús había resucitado. De
dibilidad. Tampoco bastan las obras, ahí la fuerza de las palabras de Pe-
que deben ser explicadas por las pa- dro en la curación del tullido: «¿Por
labras que manifiestan su sentido y qué nos miráis fijamente, como si por
significado. nuestro poder y piedad hubiéramos
Así fue en la antigua alianza. En hecho caminar a este? El Dios de
ella, Dios ante todo se da a conocer Abraham... ha glorificado a su sier-
actuando, realizando gestos y obras vo Jesús... Dios le resucitó de entre
maravillosas, humanamente inexpli- los muertos... y por la fe en su nom-
cables, que muestran su poder y su bre, este mismo nombre ha restable-
voluntad de salvar. Este es el signi- cido a este que vosotros veis y co-
ficado, por ejemplo, de las famosas nocéis» (3,12-16). Las palabras ex-
plagas de Egipto (Ex 7-11): a través plican las obras... y las obras confir-
de ellas Dios manifiesta que está pre- man las palabras.
sente y actúa con poder, y da a en- Y así ha de ser en la Iglesia de to-
tender al Faraón y a los egipcios que das las épocas y lugares. Los signos
lo que dice a través de su enviado y prodigios muestran la veracidad
Moisés no es una pretensión absur- del testimonio central de los discí-
da. La salida de Egipto, la conduc- pulos: que Cristo está vivo, que ha
ción por el desierto, la entrada en la resucitado y es el Señor. No puede
Tierra prometida... serán otros tan- ser de otra manera: así Dios se ha
tos hechos a través de los que Dios revelado y así quiere seguir dándose
seguirá revelándose a su pueblo. a conocer hasta el fin del mundo y
Así fue en Jesús. Él no sólo anun- hasta los confines de la tierra.
ció con su palabra que el Reino de
Dios había llegado; manifestó con «Se adherían al Señor» (5,12)
sus milagros que efectivamente el En el tercer resumen de la vida de
Reino de Dios, con todo su poder, la primitiva comunidad, después de
había irrum-pido en la historia de los
48 Iglesia evangelizadora en los Hechos de los Apóstoles
mencionar las muchas señales y pro- guos. Sabe que el que no quiere creer,
digios que realizaban los apóstoles, jamás dará el paso a la fe por mu-
San Lucas añade que «el pueblo ha- chos signos que vea (Lc 16,31), como
blaba de ellos con elogio» y afirma de hecho ocurrió a muchos testigos
que «los creyentes cada vez en ma- de sus milagros. Y por otra parte no
yor número se adherían al Señor, una se fía del que cree sólo por los sig-
multitud de hombres y mujeres» nos que ve (Jn 2,23-24). Por eso elo-
(5,13-14). Con este inciso da a en- gia al que cree apoyado sólo en su
tender –aun sin decirlo explícitamen- palabra (Jn 4,50; Mt 8,8-10), aunque
te– que esos signos y prodigios ayu- condesciende en hacer milagros que
daban a muchos a dar el paso a la fe. ayuden a la fe (Mc 2,9-11).
Sí se dice de manera explícita en Podemos decir que si los signos y
los dos milagros de Pedro narrados prodigios fueron necesarios para que
en el capítulo 9. Tras la curación del el Evangelio se abriera paso en el
paralítico Eneas, el relato afirma: mundo pagano de la antigüedad, tam-
«Todos los habitantes de Lida y bién lo son para la nueva evangeli-
Sarón le vieron y se convirtieron al zación de nuestro mundo neopagano.
Señor» (9,35). Del mismo modo, des- Sin absolutizarlos, pues son sólo sig-
pués de la resurrección de Tabita: nos, indicios que apuntan a la vera-
«Esto se supo en todo Joppe y mu- cidad y realidad de Cristo; sin abso-
chos creyeron en el Señor» (9,42). lutizarlos, pues la fe será siempre un
Sin embargo, es cierto que los sig- acto libre del hombre que decide en-
nos por sí solos son ambiguos. Cuan- tregarse al Señor. Pero tampoco res-
do Pablo cura al tullido de Iconio, la tándoles nada del valor que Dios
gente grita entusiasmada: «Dioses mismo ha querido darles como sig-
en figura de hombres han bajado has- nos de credibilidad del mensaje,
ta nosotros» (14,11). Y a duras pe- como ayuda para la fe al hombre de
nas pudieron evitar que les ofrecie- buena voluntad.
ran un sacrificio (14,13-18). Por tanto, ni buscar el milagro por
Por eso, lo normal es que al signo el milagro, ni tampoco despreciar-
–como en la curación del tullido de los dando por sentado que Dios no
la puerta Hermosa del templo– vaya los quiere otorgar o que no son con-
unido el anuncio explícito de Cristo venientes. Son signos de la fe, dados
(3,12-26), y que a ambos siga la con- por el Señor a los creyentes y como
versión y la fe en el Señor Jesús ayuda para creer (Mc 16,17-20). No
(4,4). son fin en sí mismos, sino dones con
los que Cristo equipa a su Iglesia para
Por lo demás, este modo de actuar evangelizar con poder y abrir las
sigue el estilo y la pedagogía de Je- mentes y corazones al Evangelio.
sús en los evangelios. Él sabe que
los signos son insuficientes y ambi-
Julio Alonso Ampuero 49
va. María aparece con los Doce y la La consecuencia («por eso») es que
comunidad de hermanos perseveran- el que ha de nacer será Santo e Hijo
do en oración a la espera del Espíri- de Dios; en Hechos es que los discí-
tu. La intercesión de María dispone pulos serán testigos de Jesús hasta
a la Iglesia para la efusión del Espí- los confines de la tierra.
ritu. Esto sugiere que la Iglesia está lla-
Si la Iglesia está llamada a vivir mada a prolongar la maternidad vir-
un Pentecostés permanente, eso sig- ginal de María. Si María hubiera con-
nifica que ha de convertirse en un cebido de varón habría dado a luz un
cenáculo permanente. La Iglesia debe simple hombre. Porque concibe por
vivir en oración constante, en la es- el poder del Espíritu que desciende
pera del Espíritu, en unión con Ma- sobre ella da a luz al Santo, al Hijo
ría, la madre de Jesús. Y eso, la Igle- de Dios.
sia toda: la jerarquía, los obispos y
sus colaboradores los presbíteros – De igual manera, la Iglesia está lla-
personificados en los Doce–; y la to- mada a «no conocer varón», es de-
talidad de los bautizados, hombres y cir, a no apoyarse en medios natura-
mujeres –personificados en los 120 les y a no buscar seguridades en ayu-
hermanos iniciales–. Sólo desde este das humanas. Si dependiera de ello,
cenáculo permanente la Iglesia pue- sólo produciría obras humanas, fru-
de crecer y multiplicarse. tos para este mundo y resultados a
ras de tierra. Dejándose fecundar
Pero hay más. Al mencionar a Ma- virginalmente por el poder del Espí-
ría al inicio mismo de los Hechos, ritu Santo es hecha madre fecunda y
San Lucas parece ponerla en relación engendra santos e hijos de Dios; cu-
con la presencia de María al inicio bierta por la sombra del Espíritu,
de su Evangelio (Lc 1,26-38). transmite vida divina y eterna dando
En efecto, María concibe y da a luz testimonio de Cristo hasta los confi-
al Hijo de Dios, sin colaboración de nes de la tierra.
varón, porque la fuerza del Espíritu En este sentido, podemos decir que
desciende sobre ella y la fecunda. María personifica ejemplarmente a
Ahora bien, no es casual que en Lc la Iglesia. En ella podemos contem-
1,35 y en Hch 1,8 encontremos ex- plar realizado con perfección cuanto
presiones similares. En ambos tex- en los capítulos precedentes hemos
tos se habla del «Espíritu Santo» que ido descubriendo en la Iglesia pri-
«desciende sobre» (mismo verbo) y mitiva. María es modelo de acogida
se le califica de «fuerza» o «poder» del Espíritu y de los planes de Dios
(dyna-mis; en Lucas se habla de «po- («he aquí la esclava del Señor»).
der del Altísimo», que por el parale- Evangelizada por el ángel, acepta sin
lismo se refiere al Espíritu Santo). condiciones el mensaje de Dios («há-
gase en mí según tu palabra») y se
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