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Nueva Antropología

ISSN: 0185-0636
nuevaantropologia@hotmail.com
Asociación Nueva Antropología A.C.
México

Araiza Hernández, Elizabeth


EL MONTAJE TEATRAL DE LAS IDENTIDADES. PERSONAJES RANCHEROS Y ACTORES
INDÍGENAS EN LAS PASTORELAS DE LA SIERRA PURÉPECHA
Nueva Antropología, vol. XXVI, núm. 79, julio-diciembre, 2013, pp. 75-98
Asociación Nueva Antropología A.C.
Distrito Federal, México

Disponible en: http://www.redalyc.org/articulo.oa?id=15930719005

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EL MONTAJE TEATRAL DE LAS IDENTIDADES.
PERSONAJES RANCHEROS Y ACTORES INDÍGENAS
EN LAS PASTORELAS DE LA SIERRA PURÉPECHA

Elizabeth Araiza Hernández*

Resumen: Muchos aspectos del ritual continúan siendo objeto de debate en antropología, confron-
tando diversas corrientes y autores, pese a ello, hay un punto en el que al parecer todos coinciden:
el ritual expresa, comunica y refleja la identidad de los grupos sociales que lo realizan. En este
artículo se reflexiona sobre el carácter problemático de este supuesto a través del caso de las pas-
torelas que se realizan en el territorio purépecha. Asumiendo que de cualquier modo no podemos
evitar recurrir a la noción de identidad, el texto nos plantea que en la pastorela no está implicada
una identidad sino una variedad de identidades. Éstas no son simple expresión o reflejo de la
identidad tal como se siente o se concibe en la vida ordinaria. En la pastorela las identidades se
presentan de manera inhabitual: se afirman y al mismo tiempo se niegan. Para ello la autora
hace una revisión crítica de las teorías clásicas del ritual y construye un enfoque alternativo.
Palabras clave: identidad, ritual, pastorela, purépechas.

Abstract: Many aspects of rituals are still the focus of debate in Anthropology, pitting diverse
schools of thought and authors in direct confrontation one with another. However, there is conver-
gence among them that rituals express, communicate, and reflect the identity of the social groups
who perform these rituals. This article reflects on the problematical character of this assumption
by examining Christmas plays carried out in the Purépechan area. Given that the idea of identity
cannot be overlooked, the text points out not one, but several identities are involved in these
Christmas plays. They are not simple expressions or reflections of identity as perceived in ordi-
nary life. In Christmas plays identities are presented in unusual ways: they are affirmed at the
same time they are negated. For this purpose the author undertakes a critical review of classic
theories of ritual and builds an alternative perspective.
Keywords: Identity, ritual, Christmas play (“pastorela”), Purépechas.

LA PASTORELA de representación escénica, ya sea ri-


tual o teatral, o ambas a la vez— que

L
a pastorela es una modalidad de remite, en principio, a un pasaje evan-
narrativa y de ejecución corpo- gélico en el cual se narran las vicisitu-
ral —o, para darse a entender des de los pastores en su afán de
rápidamente, digamos que es un tipo venerar el nacimiento de Jesucristo.
En un sentido, podría decirse que la
*Doctora en artes, filosofía y estética por la
Universidad de París 8. Especialidad en etnoes-
pastorela es una representación vi-
cenología. Profesora-investigadora de El Cole- viente de los nacimientos que en Méxi-
gio de Michoacán. co se acostumbra instalar durante la

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Navidad. Sin embargo, tanto éstos pués de la Navidad, habría que tener
como el pasaje evangélico suelen adqui- en cuenta que cada poblado ha puesto
rir una variedad de formas según el el acento en una de las etapas o situa-
contexto social y cultural donde se rea- ciones asociadas al nacimiento del Niño
liza. Así, por ejemplo, las pastorelas del Dios. Acontecimiento que, pese a la di-
medio rural e indígena se distinguen versidad formal, constituye el punto
claramente respecto de las que se pre- unificador —vinculado estrechamente
sentan en contextos urbanos. En es­ con la figura del diablo y a la del án-
tos últimos, la pastorela se asocia con gel— de este tipo de escenificaciones. A
los festejos navideños, por lo que resul- este respecto, si en algunos poblados
taría inconcebible realizarla en otra consideran más importante el día del
época del año. En cambio, en el medio nacimiento del Niño Dios, otros en
rural e indígena, pueden realizarse en el cambio otorgan mayor relevancia a la
mes de febrero, marzo e incluso en cual- visita de los Reyes Magos, mientras
quier otro momento del año. otros enfatizan el día en que el niño
Las pastorelas en el medio rural Jesús fue presentado al templo, otros
pueden formar parte de las fiestas del remontan hasta el día en que fue con-
ciclo de vida —bodas y bautizos—1 o cebido.3 De ahí que las pastorelas pue-
bien de celebraciones de carácter cívico dan realizarse desde diciembre hasta
—la visita de un funcionario—, y de marzo e incluso en julio y agosto. Ha-
festividades en que lo religioso, lo civil bría que considerar también que, en
—o cívico— y la reivindicación étnica algunas regiones, la presentación prin-
se imbrican, como por ejemplo el Año cipal de la pastorela se rige por un sis-
Nuevo purépecha.2 De modo que prác- tema de rotación que involucra a varios
ticamente cualquier ocasión festiva es poblados dentro de una región. En la
propicia para ver y realizar una pasto- zona lacustre de Michoacán, por ejem-
rela. Para entender por qué se siguen plo, la pastorela —al igual que la fies­
llevando a cabo en el medio rural des- ta del Corpus Christi o chananskua
(Castilleja, 2004) sigue un circuito de
1
En julio de 2010, en Huétamo, Michoacán, presentaciones: primero en un pobla-
se realizó una pastorela como parte de la cele- do el 24 de diciembre, luego en otro el
bración de una boda (Gabriela Zamorano, comu-
nicación personal).
6 de enero, y así sucesivamente, hasta
2
En el marco del programa de celebraciones culminar en Tócuaro el 4 o 5 de febre-
del Año Nuevo purépecha que se llevó a cabo en ro, cerrando el circuito. De este modo
Chilchota en febrero de 2008, se presentó un se crean las condiciones para que las
segmento —el diálogo entre los luzbeles y el ar-
cángel Miguel— de la pastorela que, no obstan-
personas que habitan en un poblado
te, se realiza de manera tradicional en diciembre
en Comachuén. Mientras en el Año Nuevo puré- 3
Es el caso de Santo Domingo, zona media
pecha que tuvo lugar en Jarácuaro, en febrero de de San Luis Potosí, en el que la presentación
2011, se presentó una pastorela que, como se in- principal tiene lugar el 18 de marzo debido a
dica en el programa es “danza representativa” que es el día en que el Niño Dios debió ser conce-
de la comunidad de Tsurumuta y de la región bido, por lógica, nueve meses antes del 24 de di-
lacustre. ciembre (García Lam, 2009).

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participen en las pastorelas de los po- que no exclusivo, ya que por lo común
blados circunvecinos, reforzando así entra en juego una multiplicidad de re-
los lazos de intercambio y reciproci- ferentes— el nacimiento de Jesucristo.
dad entre ellos.
Si consideramos al conjunto de po- ALGUNAS INTERROGANTES
blados rurales e indígenas donde las
pastorelas se llevan a cabo, año con año El propósito principal de este artículo
y de manera tradicional —involucran- es presentar los avances de una inves-
do a por lo menos tres generaciones de tigación en curso sobre las pastorelas
participantes— abarcaríamos una ex- que se realizan en el territorio purépe-
tensísima área geográfica. Tendríamos cha de Michoacán. En esta ocasión
que ampliar la mirada hacia el norte, centraré el análisis en la identidad o,
desde Nuevo México, Texas, Colorado, más precisamente, las identidades. Un
Arizona y California, e igualmente ha- postulado que —como veremos más
cia el sur hasta Honduras y Nicaragua; adelante— ha sido muy influyente en
en México, desde Yucatán y Oaxaca antropología, según el cual los rituales
hasta Nuevo León y Sinaloa pasando dicen y/o dan a ver lo que es un deter-
por Colima, Jalisco, Michoacán, Gua- minado grupo social, resulta, en un
najuato, Zacatecas y San Luis Potosí primer momento, muy sugerente e in-
(León, 1906; Cole, 1907; Robe, 1954; Ro- negable. Los rituales son una pantalla
mero Salinas, 1984; Sabido, 2000; Ara- en la que los grupos sociales se reflejan
cil et al., 2004; García Lam, 2009; tal como son, o tal como se conciben a
Albalá, 2002; Camacho, 2004). sí mismos y desean ser vistos por otros.
Pese a la variedad de formas que Pensándolo más detenidamente, surge
adquieren los escenarios, los persona- una serie de interrogantes: ¿por qué
jes, el vestuario y los objetos escénicos, para comunicar sobre su identidad las
podemos distinguir una pastorela por personas tendrían que recurrir a un
la presencia de dos personajes: el dia- medio tan complicado y que exige tan-
blo y el ángel. Éstos encarnan dos de to esfuerzo como el lenguaje corporal?
los valores fundamentales del ser hu- ¿Por qué no utilizarían medios que
mano: el bien y el mal o, para ser más resultan más directos y eficaces en
precisos en lo que concierne a los puré- términos de información y de comuni­
pechas, lo bueno y lo no-bueno, que en cación? Tratando de aplicar este postu-
idioma vernáculo se expresan con las lado para explicar lo que sucede en las
expresiones ampakiti y no ampakiti. pastorelas que se realizan en el área
Esta última palabra se usa también bajo estudio, surgen otras preguntas:
para referirse al diablo. Además, sabe- ¿si la intención es expresar la identi-
mos que se trata de una pastorela —y dad purépecha, qué vienen a hacer
no de un carnaval o de otro evento en personajes tales como los rancheros,
el que también aparece el diablo— por- los luzbeles y los diablos? ¿Si de lo que
que la lucha entre el diablo y el ángel se trata es de decir y mostrar la identi-
tiene como referente principal —aun- dad de los purépechas, por qué se ha-

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cen pasar por rancheros —se visten y una cualidad a otra. En un segundo
se comportan como mestizos o blancos momento expondremos los argumen-
ganaderos, adoptan sus valores cultu- tos de una revisión crítica de las con-
rales y sociales— en el curso de la pas- cepciones de la identidad y de los
torela? Es reveladora a este respecto la enfoques antropológicos, que ven sig-
elocución de uno de los personajes: “Soy nos de ésta en el ritual. Por último ob-
ranchera de las buenas, ranchera ori- servaremos cómo se ponen en marcha,
ginal. Y toda mi descendencia, ranche- cómo se actúan las identidades en la
ros para adular” 4. Si el ritual expresa pastorela.
la cosmovisión de los purépechas, ¿por
qué la pastorela tiene como referente ¿ACASO LAS PASTORELAS TENDRÍAN
un pasaje evangélico que proviene pre- UNA IDENTIDAD?
cisamente de una cosmovisión impues-
ta por los españoles? ¿Por qué en la En los últimos años, con el auge de los
pastorela las identidades, étnica y de movimientos de reivindicación étnica y
género tienen que presentarse de ma- de la aparición de un sector social lla-
nera inhabitual? Me refiero, por ejem- mado intelectuales purépechas, se ma-
plo, a los aspectos siguientes: una nifiesta a la vez una tendencia, casi
afirmación de identidad es al mismo generalizada, a poner el calificativo de
tiempo testimonio de diferencia, una purépecha a buena parte de las prác­
expresión de halago es al mismo tiem- ticas sociales y/o culturales que se lle-
po burla, la de autoridad es sumisión, van a cabo en la región donde habita
provocando un efecto de contradicción. el grupo étnico en cuestión. Así, por
Así, por ejemplo, en su actuación los ejemplo, se han vuelto recurrentes ex-
rancheros unen identidades que en la presiones como “Corpus Cristi purépe-
vida ordinaria resultan incompatibles: cha”, “Carnaval purépecha” o “Pastorela
ser indígena y a la vez ranchero, ser purépecha”. La lógica de razonamiento
una mujer liberada y a la vez sumisa y que subyace a esta adjetivación sería
recatada, refrendar reconocimiento al más o menos la siguiente: la identidad
gobierno y al mismo tiempo culparlo es algo, un núcleo duro, una esencia,
de los males que soporta el ranchero. una cosa, que las personas tienen o de-
Cabe preguntarse, en fin, si acaso mos- ben tener; los purépechas tienen o
trar signos de etnicidad o reafirmar la deben tener una identidad, todo lo que
identidad étnica sería la única, o siquie- ellos hacen es por tanto purépecha, ya
ra la principal, finalidad de la pastorela. que esa esencia se plasma tal cual en
Para responder a estas interrogantes todo lo que ellos hacen. No es de sor-
primero haremos una exploración a tra- prender que asuman la idea, que revi-
vés del espacio y del tiempo para obser- saremos más adelante, según la cual los
var cómo la pastorela ha transitado de rituales expresan o comunican la iden-
tidad de los grupos que los realizan.
4
Notas de mi Diario de campo, Comachuen Esta tendencia a la “purepechización”
24 de diciembre de 2011. de prácticamente todo incurre en una

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concepción de identidad cuyos funda- fluido deba ser conceptualizado como


mentos esencialistas ya se encargaron una “identidad” (ibidem: 75). Por tanto,
de cuestionar, entre otros, Brubaker busco apoyo más bien en el plantea-
(2001: 66-85). Para los “identitarios” miento según el cual los rituales son
—es decir, aquellos que defienden tal una modalidad de la acción, cuya espe-
concepción y entre los cuales incluye a cificidad radica en que condensa identi-
ciertos académicos que son a su vez dades ordinariamente incompatibles
analistas y protagonistas de las políti- (Houseman y Severi, 1994; Houseman,
cas identitarias— resulta importante 2003 y 2008).
convencer a los demás y a ellos mismos Una vez hecha esta aclaración, en
de que la identidad es similitud, uni- lo que sigue haremos un recorrido por
dad y permanencia. Emiten mensajes la historia, no tanto para saber de
fundamentalistas y esencialistas, en dónde es —qué identidad tiene— o
tanto ellos buscan ante todo que los qué es una pastorela, sino cómo tran-
llamados de identidad tengan un efec- sitó de una cualidad a otra: de ser rural
to en la práctica (idem). Brubaker se­ a ser ur­bana, de ser europea o españo­
ñala que las concepciones esencialistas la a ser purépecha, de extranjera a lo-
de la identidad prevalecen actualmente cal, de cristiana a pagana, de religiosa a
incluso en ámbitos académicos —o lo profana y así por el estilo. Valga insistir,
que él llama el discurso científico—, la pregunta central en este apartado es:
pese a la influencia tan grande que ha ¿cómo transitó una modalidad de ejecu-
ejercido la perspectiva constructivista. ción corporal para devenir pastorela?
Subraya que si bien hoy en día todo Si bien resulta incuestionable que
mundo acepta que la identidad es una lo que conocemos hoy como pastorela
construcción social, no obstante, con “los se inspiró en algún modelo provenien-
esfuerzos recientes por evitar reificar la te del continente europeo, es probable
identidad y por elaborar una teoría de que ya en ese transitar debió sufrir una
las identidades consideradas como múl- serie de transformaciones al gra­do de
tiples, fragmentadas y fluidas […] esta- que, una vez arraigada en suelo ame­
mos con frecuencia ante una amalgama ricano, adquirió un nuevo rostro. Sin
de lenguaje constructivista y argumen- duda a esto se debe que los eruditos,
tación esencialista (ibidem: 66). A este por ejemplo Horcasitas (1974), hayan
respecto, cabe aclarar que al sostener afirmado que aún no hemos logrado
en este artículo que las pastorelas po- encontrar datos fehacientes —libretos,
nen en juego y condensan varias iden- testimonios, crónicas— para demos-
tidades no necesariamente estoy trar que alguna de las pastorelas reali-
afirmando que estas identidades sean zadas durante el siglo xvi en lo que hoy
múltiples, fragmentarias y fluidas. es México tuviera como fuente directa
Como ya demostrara Brubaker, el cons- un texto español de la misma época.
tructivismo revela a su vez grandes li- Este autor señaló que si bien en mu-
mitaciones, por ejemplo: “No vemos por chos países europeos se realizaron,
qué lo que es múltiple, fragmentario y mucho antes de la Conquista, numero-

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sas escenificaciones inspiradas en el antes. Así, a la pregunta —que acaso


tema del nacimiento del Niño Dios y resulte pertinente— de cuál es la pri-
en el de la adoración de los Reyes Ma- mera pastorela que se representó en
gos, no obstante éstas resultan en poco México, se responderá que es El ofreci-
comparables con las que se realizaron miento de los Reyes,6 representada du-
durante el siglo xvi en México (Horca- rante una misa en Tlaxcala un 6 de
sitas, 1974: 287). Es por eso que este enero de 1535 o 1536, o bien se refutará
autor reclama otorgar a la pastorela el este dato, dependiendo de la posición
lugar que verdaderamente le corres- que se tome en esta polémica.
ponde, y que los eruditos rara vez le Mis datos etnográficos indican que
conceden, en el campo de la literatura para quienes participan en las pasto-
mexicana y no de la española. Por con- relas actuales en la región purépecha
siguiente, las pastorelas de las que es- resulta fundamental la presencia de
tamos hablando tienen ciertamente los luzbeles o diablos. Podríamos decir
una identidad: son mexicanas. que la pastorela se distingue, respecto
Ahora bien, ¿cómo es que devinieron de otras modalidades de escenifica-
tales? Una vez implantadas en el conti- ción, por la presencia del diablo y, más
nente americano, las pastorelas debie- precisamente, por la lucha que éste es-
ron transitar de nuevo, esta vez de una tablece con el bien, o lo bueno, ya sea el
orden religiosa a otra, y forzosamente arcángel Miguel u otros personajes
en ese movimiento adquirieron nuevas que figuren dichos valores. En la re-
formas. A este respecto se anudan las gión purépecha no puede haber pas­
polémicas: ¿franciscanas o jesuitas?, torela sin el coloquio o diálogo de los
se preguntan aquellos para quienes al
parecer resulta importante otorgar una datos que interpreta —creemos— erróneamen-
carta de identidad a las pastorelas. En te de manera que llega a la conclusión de que la
efecto, algunos especialistas (Albalá, pastorela ‘fue creada, difundida y conservada
por los jesuitas y los alumnos de sus colegios’
2002; Horcasitas, 1974) sugieren que se […]. A los franciscanos corresponde, por tanto,
otorgue a los franciscanos la autoría de el mérito de la introducción del teatro de evan-
las pastorelas. Por tanto, su nacimiento gelización […] De esta forma, la representación
debe situarse en el siglo xvi. Otros (Ro- de la adoración de los Reyes Magos todavía se
conserva hoy en México como la adoración del
mero Salinas, 1984; Sabido, 2000; De ‘Niñopa’ en Xochimilco y tiene, con seguridad,
Híjar Ornelas, 2008), en cambio, asegu- su origen en la evangelización franciscana” (Al-
ran que sus verdaderos autores fueron balá, 2002: 378-380).
los jesuitas. Debido a ello, su acta de na- 6
Si se considera que las representaciones de
las sociedades prehispánicas eran todas de carác-
cimiento debe fecharse entre finales del ter ritual o ceremonias enteramente dedicadas
siglo xvi y principios del xvii,5 más no al culto religioso, se aceptará que El ofrecimien-
to de los Reyes constituye de hecho la primera
5
La nota de Albalá es reveladora del tono obra de teatro que se representó en el continen-
que adquiere esta discusión: “El origen de este te americano. Desafortunadamente, no dispone-
género tan popular hay que buscarlo en las pri- mos de documentación acerca de esta obra más
meras etapas de la evangelización de México. El que un breve comentario de Motolinía (Horcasi-
estudio de Romero Salinas aporta una serie de tas, 1974: 249).

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luzbeles y sin la danza de los cientos de rural antes que en zonas urbanas. Esto
diablos menores. A partir de esta ob- se explica por el hecho de que con fre-
servación se puede plantear la siguien- cuencia las zonas rurales quedaron
te hipótesis: si bien es cierto que la fuera de un estrecho control colonial.7
serie de obras con el tema de los Reyes
Magos, impulsada por los francisca­ TRANSITAR HACIA EL TERRITORIO
nos durante el siglo xvi (El coloquio de PURÉPECHA
los pastores de Sinaloa, 1596; El ofreci-
miento de los Reyes, Tlaxcala, 1535 o Desde el estudio pionero de Stanley L.
1536; La adoración de los Reyes ¿1760? Robe, Coloquio de pastores from Jalis-
y La comedia de los Reyes, Tlatelolco, co (1954), las investigaciones sobre la
1607) no es la fuente directa de las pas- pastorela se han concentrado particu-
torelas que se realizan actualmente en larmente en dicho estado. Así lo indica
el medio rural, es probable que sí lo la cantidad —considerablemente más
fueran obras con otros temas e impul- extensa comparada con la relativa a
sadas por los franciscanos mismos. Me otros estados— de obras publicadas
refiero a las obras en que de algún modo sobre las pastorelas de Jalisco (Alba,
se representó al diablo. Dicho lo cual, es 1978; Sánchez Olmedo, 1993; Cama-
preciso reconocer que en esta serie do- cho, 2004, De Híjar Ornelas, 2008). Ha-
cumentada por Horcasitas (1974: 247- ciendo una revisión bibliográfica, así
33), en por lo menos tres obras, pese a sea somera, se puede constatar que
que el tema principal es la visita de los
Reyes y éstos los personajes centrales, 7
Debemos tener en cuenta que incluso en los
aparece ya el diablo. Tales obras son: periodos en que se intentó ejercer un control ab-
Los tres Reyes de Cuernavaca, 1535- soluto sobre prácticas consideradas como heréti-
1540; El auto de los Reyes Magos de cas, paganas, supersticiosas o idolátricas —que
Tlaxomulco, 1578 y La lucha entre san llegaron a ser calificadas y aún hoy en día, mani-
festaciones de culto al diablo—, como por ejem-
Miguel y Lucifer, Zapotlán, 1578. Las plo durante la Inquisición, las zonas rurales
dos últimas presentan rasgos que per- quedaron al margen. Así por ejemplo, Del Pino
duran en las pastorelas de la región sostiene, siguiendo a otros autores que han apor-
purépecha. Más adelante abundaré al tado pruebas fehacientes, que “los indios no estu-
vieran [estuvieron] finalmente sujetos al control
respecto. inquisitorial”. La lógica de razonamiento que
Para finalizar este apartado, y por sustenta esta interpretación se argumenta de
cuestiones de espacio, nos limitaremos este modo: “Algunos han relacionado de modo
tan sólo a mencionar el transitar de lo enfático la no injerencia inquisitorial directa en
el tema indiano con un concepto ‘paternalista’ de
rural a lo urbano, sobre el cual habría los españoles hacia los indios, creyéndolos inca-
que profundizar en futuros trabajos. paces de herejía o irresponsables de ella, en defi-
Podríamos suponer que como el teatro nitiva ‘menores de edad’ desde el punto de vista
es un fenómeno urbano, así también la religioso. Evidentemente hay argumentos para
sostener esta opinión incluso desde el punto de
pastorela. Pero, por sorprendente que vista jurídico (Juan Solórzano y La Nueva Reco-
parezca, en México las pastorelas se pilación indiana) y muchos religiosos argumen-
arraigan y se desarrollan en el medio taban de esta manera” (Del Pino, 2004: 284).

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son más numerosos los textos —ar­ pastores en purépecha”8 a manera de


tículos y libros— publicados en Esta- título, lo cual hace suponer que quizá
dos Unidos. Habría que profundizar en había una parte precedente que no ha
futuros trabajos sobre lo que ha moti- sido encontrada. Como quiera que sea,
vado este tratamiento desigual por re- las características del texto autorizan
giones. a colocarlo dentro del género de la pas-
Uno de los primeros —y a decir ver- torela (Nava, 2001: 135). Pastorela de
dad de los pocos— autores en llamar la viejos (Contreras et al., 1944),9 es el tí-
atención sobre la existencia de pastore- tulo de un texto anónimo encontrado
las en nuestra región de estudio fue en Quinceo, por uno de los miembros
Nicolás León (1906). Como parte de su de la misión alfabetizadora en esta lo-
magistral trabajo etnográfico sobre las calidad. Aunque lleva como subtítulo
tradiciones purépechas, este autor “para el año de 1912”, Adrián F. León,
aportó uno de los tres textos más anti- autor de la paleografía e interpreta-
guos de que disponemos hasta ahora, ción fonémicas, asegura que se trata
escritos en lengua vernácula. Me refie- de “una pieza redactada en las postri-
ro al libreto anónimo y sin título encon- merías del siglo xvi”. De ser así, Pasto-
trado en Pichátaro en 1883. Casi un rela de viejos sería en realidad el texto
siglo después, Fernando Nava (2001) más antiguo en lengua purépecha.
tradujo e hizo un minucioso análisis Como posible efecto de que estos tex­
de esta pastorela. En la conclusión de tos salieran a la luz pública —dos de
su artículo, el lingüista expresó su ellos en la prestigiosa revista Tlalo-
más profundo deseo de que éste sirva can—, el interés de los investigadores
para inspirar nuevas investigaciones. se centró en las dimensiones lingüísti-
Pero al parecer este llamado de aten- ca, verbal y discursiva de las pastore-
ción no ha provocado mayores reso- las de la región purépecha. Salvo quizá
nancias. el de García Mora (2011) y el de Amós
Cabe precisar aún sobre los tres (2001), la mayoría de los pocos estudios
textos antiguos en lengua purépecha: de que disponemos revelan una predi-
Pastorela de viejitos para solemnizar el lección por el análisis textual, en par­
nacimiento de Nuestro Señor Jesucris- ticular de los libretos escritos en lengua
to es el título de la más antigua pasto- vernácula, pese a que hoy en día prácti-
rela de que tenemos registro en camente todas las pastorelas de la zona
Michoacán. El etnólogo purépecha Pa-
blo Velázquez Gallardo encontró este 8
La transcripción al purépecha fue realiza-
libreto en Charapan, aun cuando en la da por el presbítero Cristóbal Romero, con fecha
portada aparece una leyenda: “Mo­ del 14 de noviembre de 1883, en Pichátaro, pue-
relia, 1848”, especificando así lugar y blo perteneciente al actual municipio de Tin-
fecha de edición, pese a que se trata gambato; fue documentada por Nicolás León
(1906: 431-453).
de un manuscrito. En Pichátaro fue 9
Paleografía e interpretación fonémicas
encontrado otro texto con fecha de 1883, de Adrián F. León M. Versión tarasco-español de
con la inscripción “los nombres de los Hilario Contreras A., de Charapan, Michoacán.

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Figura 1. Localización del área de estudio (realización propia, 2011).

purépecha son habladas en español. A (Nava, 2001). Sin duda estos trabajos
través de la expresión lingüística plas- son una invaluable contribución, pero
mada en los libretos, se trata de remon- el conocimiento de las pastorelas de los
tar al origen e identificar la evolución purépechas se ha construido sobre la
de la pastorela mexicana y la de los pu- base de la expresión verbal en de­
répechas en particular (Aracil, 2004), o trimento de las dimensiones de lo no-
bien se intenta reconstituir aspectos de verbal, lo corporal, los elementos
la cultura y de las relaciones sociales escenográficos, el vestuario, los univer-
de los tarascos y de los purépechas sos sonoros, la música, la coreografía,

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que son inherentes a la creación y la tierra y en la de México y otras, en las


ejecución de esta modalidad de repre- encinas y robles y otros árboles y es a
sentación escénica. manera de raicillas o barbas, asidas
Antes de concluir este apartado debo unas con otras, muy blandas y de­­li­ca­
retomar un punto que quedó pendien­te: das, que en lengua mexicana se llama
los aspectos presentes en tres piezas paxtle y sirve para muchas cosas” (ibi-
creadas bajo la dirección de los fran­ dem: 101). Esta acción —ir al monte
ciscanos y que se preservan en las pas- para recolectar la planta que en pu­
torelas actuales. Acerca de Los tres répecha se llama terhendap’u y a la
Reyes Magos de Cuernavaca (¿1535 o cual se ha agregado el nuriten— que
1540?), no se proporcionan mayores deben realizar los varones solteros, du-
detalles sino que “se hizo un neixcuiti- rante un día y una noche, en un acto
lli para que sepáis cómo se puso la es- que además desempeña una función de
trella que guió a los tres reyes magos rito iniciático o rito de paso, es funda­
cuando fueron a visitar a nuestro se- mental para la preparación y ejecución
ñor”. A lo cual Horcasitas (1974: 251- de las pastorelas actuales. Tanto el
252) precisa que “juzgando por la tronco como la estrella y el portal re­
importancia que se le da a la estrella cubierto con estas plantas deben ser
en el corto pasaje, ésta debe haber sido elaborados cada año, sirviendo una
uno de los aspectos más sensacionales sola vez para este fin.
del drama, como lo fue en Tlaxcala y en Con respecto a la muy breve des-
Tlajomulco”. Justamente, la estrella cripción de Ponce sobre La lucha entre
sigue siendo de fundamental impor- San Miguel y Lucifer (Zapotlán, 1578),
tancia y en torno de su instalación en cabe aventurar que se hayan preserva-
la casa del carguero del Niño Dios, en- do dos aspectos, acaso a la manera de
cima de un enorme tronco de pino, se una vuelta a la vida de lo antiguo o na-
realizan una serie de acciones rituales, chleben en el sentido de Warburg
comenzando por la ida al monte, por (1999). Me refiero la postura corporal
parte de varones solteros, para elegir y del ángel “con una espada desnuda en
cortar dicho tronco. Por otro lado, res- la mano, como que hería a Lucifer”, y
pecto a la pastorela de Tlajomulco, la al gesto de éste “dando bramidos”
descripción de Ponce redactada por (Horcasitas, 1974: 557). La lucha entre
Ciudad Real (1976 [1568]), aporta de- estos personajes en las pastorelas de la
talles sobre la escenografía que en va- Meseta purépecha no es del tipo que
rios aspectos se asemeja a las uno esperaría, como una confrontación
pastorelas actuales de los poblados pu- cuerpo a cuerpo, con grandes adema-
répechas. Además del ya señalado nes, implicando una ampliación de los
modo en que se coloca la estrella, se movimientos corporales o aceleración
preserva la forma de construir la enra- del ritmo en los pasos. La derrota de
mada o el portal (de Belén), así como el Lucifer apenas es perceptible a los ojos
recubrimiento de éste con “uno como del público. Basta un gesto sutil del
moho o maehojo, que se cría en aquella ángel, un ligero levantar la espada,

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El montaje teatral de las identidades… 85

para que Lucifer caiga al suelo rendi-


do. La confrontación es más bien ver-
bal, con los largos parlamentos previos
y posteriores, pero más que las pala-
bras en sí lo que indica tal derrota es el
ritmo, el tono de la voz, la cadencia al
recitar, lo cual—como mencioné arri-
ba— es de suma importancia. Otro de
los gestos que se preservan es el bra-
mido, el cual se manifiesta constan­
temente durante la última parte de la
pastorela en que aparecen cientos de
diablos. A este respecto cabe mencio-
nar el espesor sensible y el sentido pro-
fundo que adquieren los universos
sonoros, en la pastorela, como en todo
ritual, sonidos que no se agotan en la
música, el canto, la plegaria.

ACTUANDO IDENTIDADES

En otros artículos me esforcé por des-


cribir lo más detalladamente posible lo Figura 2. Luzbel de Turícuaro, 2012 (fotogra-
que sucede en una pastorela, las se- fía de Juan José Estrada Serafín).
cuencias de que se conforma, los perso-
najes y la variedad de referentes a los de los luzbeles”, la adoración al Niño
que remiten, así como los universos Dios y la danza de los diablos menores.
sensoriales (Araiza, 2013; en prensa a En uno de estos artículos (Araiza, 2013)
y b). También hice alguna referencia al abordé el tema de la identidad centran-
transitar de una modalidad de actua- do la atención de modo particular en la
ción a otra en el marco de la pastorela segunda secuencia, es decir, en la que
(Araiza, 2013). En dichos trabajos ar- unos personajes llamados rancheros se
gumenté que para facilitar el análisis encargan de adorar al Niño Dios can-
podíamos considerar que las pastore- tándole una canción de cuna y bailán-
las se conforman por lo común de tres dole un zapateado. Se dedican también
secuencias. En lo esencial, porque por a relatar una serie de acontecimientos
supuesto habrá alguna versión en al- relativos más bien a la vida ordinaria.
gún poblado que presente solamente En este espacio me propongo abundar
dos partes o secuencias, en otros casos sobre la cuestión de las identidades.
habrá quizá cuatro o seis. Pero aunque El evento llamado pastorela inicia
sean más o menos, seguramente de to- cuando caen los últimos rayos del sol.
dos modos giraran en torno al “coloquio Unas notas musicales se encargan de

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86 Elizabeth Araiza Hernández

momento final en que tienen que de-


rrotarlos. Cada diálogo es precedido y
seguido por una “letra”, es decir, una
nota musical que enfatiza o atenúa los
lamentos ante la incertidumbre que
dicen experimentar estos personajes.
Los diálogos de los luzbeles se des-
pliegan en un constante interrogarse,
no solamente acerca de su propia iden-
tidad, en tanto que ángeles caídos,
sino también sobre la identidad de la
madre de Jesucristo que dicen es vir-
gen y sin embargo se embaraza. Ade-
más expresan duda sobre la identidad
del ser humano: ¿cederá éste a las ten-
taciones del diablo? ¿Es un ser bueno o
malo por naturaleza? En fin, los luz­
beles se lamentan ante la incertidum-
bre de saber quiénes son ellos mismos
y quién es el ser humano, qué ocurrirá
Figura 3. Luzbel de Tócuaro, 2010 (fotografía
en el futuro. Así, por ejemplo, uno de
de Elizabeth Araiza).
los tres luzbeles, Pereza, se expresó de la
anunciar el comienzo. Los primeros en siguiente manera:
aparecer son los luzbeles. Visten con
largas túnicas hechas con tela de ter- Para completar los siete vicios capita-
ciopelo, un velo —o bien una impre­ les, Luzbel préstame tu mandato, ya
sionante máscara— cubriéndoles el sabes mi príncipe que mis obras son
rostro y sobre la cabeza llevan un toca- tales que no consienten en las cosas
do que les hace aparecer como seres buenas que intentan engañar con una
que tienen un cuerpo más grande que falsa prudencia, que una mujer será
el de un ser humano. Estos personajes aclamada como la protectora univer-
recitan largos parlamentos, ya sea en sal. ¡Ay que necedad de los sabios!
prosa o en verso, comúnmente en oc­ Cómo va a ser que sea siempre Virgen
tosílabos. Los luzbeles pueden ser tres, si espera ser madre. Y es una loca de-
siete e incluso nueve y dialogan entre sí cadencia que los grandes sabios no
turnándose la palabra y dirigiéndose dan una explicación (Notas del diario
aparentemente al arcángel Miguel. En de campo de la pastorela realizada en
realidad son tres ángeles que en algu- Aranza el 25 de diciembre de 2010).
nas versiones aparecen a la vista del
público —en otras permanecen ocul- La segunda secuencia es —como ya he
tos—, pero no responden a las provoca- mencionado— la de los rancheros. Se
ciones de los luzbeles sino hasta el desarrolla instantes después de que fi-

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El montaje teatral de las identidades… 87

naliza el coloquio de los luzbeles. Lla­ a ellos se presentan a sí mismos, cada


ma la atención que mientras estos uno a su turno, diciendo sus respectivos
últimos se interrogan insistentemente nombres y apellidos, el lugar de donde
sobre su propia identidad, la de la vir- son originarios o dónde radican. Es en
gen, la del propio Jesucristo y la del ser este sentido que podemos decir que
humano en general, los rancheros pare- mientras los luzbeles, que son los diablos
cen no dudar. Estos personajes apa­ principales o mayores, dudan acerca de
recen en escena por pares, una mujer y la identidad, los rancheros al parecer es-
un varón, o bien formando una larga tán seguros de quienes son, de donde
fila con varias parejas (pueden ser desde vienen, cuál es su origen. Más adelan­
diez hasta cincuenta). Primero bailan te podremos apreciar que en realidad la
al son de una tonada que, en muchos afirmación de identidad es aparente
casos, fue compuesta especialmente porque al mismo tiempo estos persona-
para esta pareja, luego cantan una can- jes testimonian una ambigüedad.
ción de cuna. Se hace un silencio, y Finalmente, en algunas versiones
cuando la atención del público se dirige de la pastorela donde participan estos

Figura 4. Rancheras: pastorela de Turícuaro, 2012 (fotografía de Juan José Estrada Serafín).

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88 Elizabeth Araiza Hernández

Figura 5. Rancheros, pastorela de Comachuen, diciembre de 2011 (fotografía de Elizabeth Araiza).

personajes, los rancheros hacen comen- pan o adultera la leche, tal muchacho
tarios sobre cuestiones de la vida dia- que se fue “al otro lado” y tantos otros
ria, más que nada aludiendo a aspectos migrantes que ya regresaron al pueblo.
materiales: la posesión de grandes ex- La tercera secuencia es la que mar-
tensiones de tierra para el cultivo o la ca el final del evento llamado pastore-
crianza de animales, el carácter lujoso la; en algunos lugares se conoce como
de las cosas que tienen, la belleza, ho- danza de los diablos. En efecto, ésta
nestidad y rectitud de su esposa o es- consiste por lo esencial en que apare-
poso. Por momentos, esta ostentación cen decenas e incluso cientos de dia-
de riquezas se intercala con referen- blos cobrando una variedad de formas:
cias a los acontecimientos: la actuali- una máscara que claramente remite a
dad, como por ejemplo, el atentado del los políticos del momento, por ejemplo
11 de septiembre en Estados Unidos, algunos ex presidentes como Salinas o
el fraude electoral en México, etcétera. Fox; o bien a algunos militares o nar-
También remiten directamente a la ac- cos, personajes sacados de programas
tualidad local, como por ejemplo tal se- de televisión, artistas, etcétera. Estos
ñor que en su tienda vende más caro el diablos menores no hablan, simple-

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El montaje teatral de las identidades… 89

Figura 6. Diablos menores en la pastorela de Comachuen, diciembre de 2011 (fotografía de


Elizabeth Araiza).

mente bailan y brincan por las calles, sionantes máscaras o los misteriosos
la plaza o cualquier lugar del poblado. velos. En principio nadie debe saber
Por momentos emiten sonidos gutura- quién es el actor que encarna a tan te-
les que semejan bramidos. De hecho, rribles personajes. En cambio, la iden-
algunos parecen encarnar a ciertos tidad de quienes interpretan a los
animales (perro, toro, vaca, víbora) o al rancheros queda al descubierto ante la
diablo cuando cobra el disfraz de algún mirada del público. Por ello, ante estos
animal. Los diablos menores también actos no resulta convincente una inter-
parecen poner en duda la identidad, pretación en el sentido de visibiliza-
pero se interrogan acerca de quiénes ción de lo que la persona o el grupo es:
son los otros: los políticos, los anima- asistimos a un juego entreverado don-
les de la naturaleza o el diablo mismo. de unos actores se dan a ver, otros se
Es interesante observar, además, hacen visibles y a la vez se ocultan.
que quienes interpretan a los luzbeles Estas observaciones etnográficas
y a los diablos menores mantienen su nos conducen de vuelta a las pregun-
identidad oculta detrás de las impre- tas planteadas al comenzar este ar­

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90 Elizabeth Araiza Hernández

Cuadro 1. Secuencias de la pastorela (elaboración propia, 2013)


Secuencias Coloquio de los Adoración al Niño Danza de los diablos
luzbeles Dios menores
Función Marca el inicio de la Intermedio Marca el final de la
pastorela pastorela
Personajes Luzbeles: diablos Rancheritos (en Diablos menores
terroríficos, provocan algunas versiones (también llamados
miedo son pastores, viejitos, changos, negros o
ermitaños) chalis) que provocan
risa
Identidad Duda sobre la identi- Certeza de la propia Cuestionar revelando
dad del ser humano identidad y unión de y al mismo tiempo
identidades nominal- ocultando la identidad
mente incompatibles de los otros

tículo. Ciertamente, la cuestión de la rías. Para la antropología clásica, el ri-


identidad está implicada en cada una tual es un mundo que contiene todos los
de estas secuencias, no obstante, es mundos: estructura social, cosmología,
claro que lo que está en juego es algo mitología, visión de mundo, sistemas de
más complejo que un acto que consisti- dominación y poder, etcétera. Por tanto,
ría simplemente en hacer visible la el ritual debe contener también la iden-
identidad del grupo social concernido tidad colectiva de las sociedades que
¿Cuál sería el marco de interpretación habitualmente estudian los antropólo-
antropológica que nos permitiría iden- gos. En efecto, en él se han querido en-
tificar, analizar y comprender ca­ contrar signos, testimonios, rasgos de la
balmente este tipo de eventos? En lo identidad (Díaz, 1998 y 2004). El para-
que sigue expondremos una revisión digma del Aleph sigue orientando mu-
—que no tiene pretensiones de ex- chos estudios sobre el ritual. Se puede
haustividad— sobre cómo se ha articu- reconstituir la genealogía intelectual
lado ritual e identidad en el campo de la arraigada en concepciones del ritual co­
antropología. mo auto-representación del grupo social;
o como puesta en escena de los pape­
RITUAL E IDENTIDAD EN les sociales; o como puesta en actos
ANTROPOLOGÍA de la identidad o de la cultura. Recorde-
mos que, para Durkheim (s.a.: 555), en
En su magistral estudio sobre las teo- el ritual un colectivo se representa a sí
rías antropológicas del ritual, Díaz mismo para celebrar su unidad y ga-
Cruz (1998) demuestra hasta qué pun- rantizar así la cohesión social. Para
to el paradigma de Aleph, un punto del Gluckman ([1965] 1978), en el ritual se
universo que contiene todos los puntos, ponen en escena los papeles que cada
inspiró la construcción de dichas teo- individuo desempeña en la vida ordina-

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El montaje teatral de las identidades… 91

ria, resolviendo así los conflictos que ritual (Díaz Cruz, 2004: 410). No so­
genera la confusión de dichos papeles, lamente sigue predominando este tipo
y con ello la disolución de los lazos so- de lógicas en las interpretaciones de
ciales. Por su parte, Turner sostiene la identidad étnica en México, sino de la
que “es a través de las performances identidad regional en otras áreas geo-
rituales y teatrales que las culturas se gráficas, tal como se evidencia en la si­
expresan de manera más contundente guiente cita, que hace referencia a la
sobre sí mismas y adquieren concien- fiesta de la que el ritual es parte consti-
cia de sí mismas” (citado en Goody, tutiva:
1999: 147). En fin, más recientemente
se acuñó la expresión “ceremonia defi- […] un agregado social entra en con-
nicional” para referirse a un tipo de tacto con las fuentes últimas de su
ceremonia en la que “los grupos socia- identidad y reconstituye la experien-
les se dan a ver tal como son o como cia de comunidad imaginada mediante
desean ser vistos por los otros” (Díaz la actuación de grupos específicos
Cruz, 2004: 411). Así, dado que los gru- como agentes del ritual festivo. Evi­
pos sociales se representan o se ponen den­ciando y exaltando identidades y
en escena a sí mismos por medios ri- re­ligación, contribuye a la toma de
tuales, el ritual sería una expresión de conciencia y a la creación de identi-
la identidad colectiva. O bien, puesto dad colectiva […] Potencial que no ha
que los grupos sociales se dan a ver tal perdido en las sociedades multicultu-
como son o tal como desean ser consi- rales y globalizadas de la modernidad
derados por los otros, el ritual es una tardía, ya que vehicula la expresión
pantalla transparente, un espejo en el de identidades heteróclitas (Homobo-
que se reflejaría la identidad colectiva. no, 2004: 33).
Numerosos estudios actuales inten-
tan situarse en esta línea, en ocasiones Al respecto, cabe subrayar el cuestiona-
simplificando y reduciendo demasia­ miento que dirige Díaz Cruz a las citas
do aquellas interpretacio­nes de los que él retoma, poniendo en relieve, ade-
clásicos, tal como en las citas que Díaz más de la reificación en que incurren,
Cruz retomó de los estudios antropo- el hecho de que no aportan pruebas so-
lógicos actuales en México, por resul- bre cómo es que el ritual (o incluso el
tar “axiomáticas y representativas de ciclo ritual anual) puede expresar la
la continuidad hasta nuestros días del enorme complejidad de la cosmovisión
paradigma del Aleph”. Tales citas afir- del mundo, según se trate de la inter-
man que “en las prácticas rituales se pretación de un adepto o no […] cómo
expresan las ideas que (los yaquis y es que los rituales podrían garantizar
los mayos) tienen del orden y del por ellos mismos y por la efervescencia
mundo”; “estos rituales representan que suponen la identidad colectiva y la
la cosmovisión del grupo”; “la identi- unidad social, o mediatizar los conflic-
dad colectiva de la comunidad está ga- tos que son de naturaleza estructural
rantizada por la celebración de este (Díaz Cruz, 2004: 410).

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92 Elizabeth Araiza Hernández

Es cierto que no todas las inter­ En numerosos rituales, las personas y


pretaciones del ritual como puesta en los grupos deben manifestarse recí-
escena de la identidad colectiva si- procamente sus papeles. Los reyes,
guieron al pie de la letra las indicacio- los jefes, los parientes de un rey tie-
nes de Durkheim; es decir, pone nen papeles prescritos luego de la
énfasis en la cohesión social. Por ejem- instalación del rey […]. Los actos ri-
plo, Gluckman y después Turner se tuales prescritos de los participantes
interesaron en el conflicto y en los pro- pueden incluir la representación di-
cesos de fisión implicados en el ritual recta de su papel cotidiano presente o
y en la vida ordinaria. Si para Durk­ futuro, como cuando una futura es­
heim el ritual es una representación posa se encarga de cuidar a su bebé,
del grupo social por medio de la que realizar los quehaceres de la casa, re-
éste se celebra a sí mismo, teniendo coger leña para el fuego o la cocina. O
como efecto la reafirmación de lazos bien cada participante puede ejecutar
sociales, la unidad y cohesión social, (perform) un acto altamente simbóli-
para Gluckman el ritual es la puesta co. O incluso un participante puede
en escena de papeles sociales —que en invertir el papel que desempeña en la
la vida ordinaria tienden a disolver- vida diaria, como cuando un tío ma-
se— y tiene como efecto la resolución ternal Iatmul en el Naven se viste
del conflicto social. Como señala Las- como una vieja viuda repugnante y se
sègue (2003), no queda claro en la vuelve grotesco y ridículo para mag-
teoría de Gluckman (1965) —y podría- nificar los logros del hijo de su herma-
mos agregar que tampoco en la de na (Gluckman, 1965: 251).
Durkheim— en razón de qué los lazos
sociales tenderían a disolverse por sí Turner también enfatizó el conflicto y
mismos. De acuerdo con el comentario consideró el ritual como una puesta en
crítico de Lasségue, Gluckman atribu- escena de las identidades colectivas,
yó la necesidad de poner en escena los aunque apelando a una categoría más
papeles —podríamos decir la iden­ extensa, que es la cultura. Goody (1999)
tidad— de las personas por medios ri- se encargó de revelar las limitaciones
tuales, a la confusión que estos generan de esta idea turneriana —aprobada
en la vida ordinaria. De acuerdo con plenamente por Schechner (2000; 2003
este autor, en las sociedades tribales se [1988]) y por la corriente de los estu-
generan dos tipos fundamentales de dios del performance—. Lo que Goody
conflicto: los que se provocan debido a objeta es lo siguiente:
las diferencias de intereses económi-
cos, políticos, etcétera, y los que se ge- Dos aspectos quedan poco claros en el
neran por la confusión de los papeles. postulado de Turner. En primer lugar,
A estos últimos nuestro autor les llamó la reificación de la cultura a la que se
conflictos de profundidad y a aquéllos supone depositaria de unos “significa-
conflictos de superficie. La explicación dos, valores, objetivos fundamenta-
es como sigue: les”. Pero ¿esto es cierto? ¿Podemos

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El montaje teatral de las identidades… 93

definir estas características, incluso una sociedad dominante (Díaz Cruz,


de manera poco precisa, en cualquie- 2004: 411). En la medida en que los
ra de las “culturas” que conocemos? grupos étnicos han sido sistemática-
¿Cuánto tiempo persisten? Este enfo- mente marginados, invisibilidados y
que enfatiza, inevitablemente, el ca- tratados de manera desigual por parte
rácter homogéneo de la vida humana, de las sucesivas sociedades dominan-
mientras que un punto de vista alter- tes, son los que de manera particular
nativo, más realista, resaltaría los han recurrido a la puesta en escena
conflictos y las contradicciones inhe- para hacerse visibles, para darse a ver
rentes a aquel. Turner tiene en cuen- tal como son o quieren que los demás
ta el conflicto pero solamente en la los vean. De hecho, la mayor parte de los
fase reparadora del teatro de conteni- es­tudios sobre identidad étnica, por
do social (Goody, 1999:147-148). ejemplo Bierschenk (1995: 457-458),
admiten que ésta es una construcción
Con el auge, en los últimos años, de los social y que los rituales contribuyen
movimientos de reivindicación étnica y largamente a dicha construcción, dado
de defensa de las diferencias raciales, que no solamente expresan los valores,
sexuales y de género, está cobrando principios, significados, metas funda-
particular sentido la noción de defini- mentales, sino que hacen visibles a los
tional ceremony (ceremonia definito- grupos étnicos tal como son.
ria) (Myerhoff, 1982 y 1986).10 Esta vez Para concluir este apartado cabe su-
los conflictos están asociados a las si- brayar algunos puntos críticos implica-
tuaciones de desigualdad, margina- dos en la idea de ritual como pantalla
ción e invisibilidad provocados por las transparente, donde se refleja la identi-
jerarquías sociales, las relaciones de dad individual o colectiva. El principal
dominación y de subordinación. Los es que no podemos aportar pruebas de
grupos sociales y las personas constru- que lo que se expresa en el ritual co-
yen contextos particulares para narrar rresponde con lo que sienten las perso-
cómo son sus vidas, su identidad y sus nas involucradas. Pareciera que hay un
relaciones con los otros. Así, se definen movimiento mecánico y unívoco entre
tal como desean ser vistos por los otros, el sentimiento o la concepción de iden-
muestran la manera en que se conci- tidad colectiva que se construye en la
ben ellos mismos. La ceremonia defini- vida ordinaria y la que se muestra en
toria es utilizada en los lugares donde un escenario, sea ritual, ceremonial o
el pueblo sufre una crisis de invisibili- teatral. Es decir, las diferentes perspec-
dad, de marginación, de desigualdad, tivas que hemos revisado hasta aquí
de desprecio o cuando luchan contra soslayan o no consideran en su justa
medida el trabajo de creación, modifi-
cación, invención y/o transformación
10
La especificidad de este tipo de ceremonias es-
triba en que “provide opportunities for being seen and
implicados en el ejercicio mismo de
in one’s own terms, garnering witnesses to one’s own puesta en escena del ritual. No tienen
worth, vitality, and being” (Myerhoff, 1986, p. 267). en cuenta, como señala Houseman

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94 Elizabeth Araiza Hernández

(2003 y 2008), lo que quizá es esencial de esas realidades particulares” (idem);


para los rituales, a saber: lo que cuenta por tanto, las relaciones sociales ordi-
es la acción, el acto realizado, no lo que narias se actualizan, se re-contextua­
sienten o expresan las personas que eje­ lizan, en el ritual; los rituales condensan
cutan dichas acciones (una obser­ modalidades de relación social ordina-
vación ya señalada por Durkheim);� de riamente incompatibles. Por último,
todos modos, subraya Houseman los rituales aportan a las personas un
(2008), como no podemos entrar en el marco para la experiencia, que es la
interior de los sujetos rituales bajo es- experiencia personal de participar en
tudio para saber qué es lo que real- las relaciones instauradas en el curso
mente sienten o piensan, sólo podemos de la actuación.
basarnos en los actos que podemos ob-
servar. Si bien los rituales implican IDENTIDADES ORDINARIAMENTE
poner en actos algo como historias, mi- INCOMPATIBLES
tos, conocimientos o estados de ánimo
sobre uno mismo o sobre los otros, esto Cabe detenerse para observar más
no quiere decir que su finalidad sea la de cerca lo que sucede en la secuencia de
de comunicar o informar, por ejemplo, los rancheros. Claramente, los purépe-
acerca de la identidad de un grupo so- chas no se muestran tal como son, ni
cial o de una persona. Si se ponen en- tal como desean ser vistos por los otros.
tre paréntesis las presupo­siciones de No podríamos aportar pruebas de que
la antropología clásica —funcionalis- al actuar así estén expresando su de-
tas, simbolistas y comunicacionales—, seo de ser o llegar a ser algún día ran-
se podrá constatar que aunque las cheros. Los purépechas se visten con la
palabras, los enunciados, por ejemplo ropa que caracteriza a los rancheros,
los enunciados litúrgicos, lleguen a siendo pobres en gran mayoría apare-
ocupar un lugar preponderante en al- cen en escena como ricos —trajes lujo-
gunos rituales, “lo que cuenta es el he- sos, principalmente sombrero, botas de
cho de proferir esas palabras, esos piel, pantalón y chamarra de tipo cha-
enunciados”. Además, la significación rro—. Dedicándose en la vida diaria al
de las acciones rituales queda con fre- cultivo del maíz o de otros productos
cuencia oscura a los participantes; de agrícolas, se dicen ganaderos. En un
ahí que los enfoques textuales no resul- sentido podría decirse que asistimos a
ten pertinentes para dar cuenta de la la representación invertida de los pa-
especificidad del ritual. En lugar de ex- peles: los purépechas, que son indíge-
presar símbolos, lenguajes o textos, los nas, se ponen en escena bajo la figura
rituales ponen en marcha unas “reali- del otro, el ranchero, que es su vecino y
dades particulares”, que son los lazos con quien establece relaciones conflic-
que se anudan entre sujetos (House- tivas. Incluso, quizá estaríamos ante
man, 2008). Pero estos lazos no son una representación idealizada que co-
como en la vida ordinaria, ya que “el rresponde con el imaginario indígena
ritual es una puesta en acto inhabitual de cómo son y cómo viven los ranche-

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El montaje teatral de las identidades… 95

ros. O bien una representación donde la he llevado a conocer


los papeles son invertidos, según las toditito nuestro país.
interpretaciones más frecuentes, por Tenemos mucho dinero
ejemplo, del evento llamado carnaval. y vivimos de lo mejor
En éste los hombres se visten de muje- todo esto lo he logrado
res, los ricos de pobres, etcétera, invir- porque soy muy trabajador.
tiéndose de este modo las jerarquías,
las autoridades, las posiciones sociales. La actuación de los rancheros se desa-
Tengamos en cuenta lo que dice uno de rrolla de este modo: a una afirmación
los personajes: de identidad le sigue de inmediato una
oración que marca diferencia. Por tan-
Yo soy Ventura Treviño to, no asistimos a un simple traslado
un ranchero a todo dar de la identidad ordinaria sobre una es-
con un buen cuete al cinto cena “teatral” o a la inversión de las
y dinero para gastar. relaciones que rigen en la vida ordina-
Tengo muchas propiedades ria. En todo caso, dicha inversión no
me ha gustado trabajar. opera en un sólo sentido, en tanto que
En el cerro de Quinceo afirmación de identidad, dado que es
libertad de este lugar puesta entre dicho de manera simultá-
sembramos mucho maíz nea, durante la performance misma,
que aumenta mi capital instaurándose así una diferencia. Por
en toda esta tierra ejemplo, sucede que luego de presen-
que es pura de temporal. tarse este tipo de ranchero, quien afir-
ma tenerlo todo, se presente otro que
Este personaje afirma tener una iden- afirme todo lo contrario, que diga estar
tidad, la cual resulta incompatible con muy “amolado” y atribuye su miseria,
las acciones que en la vida ordinaria su falta de tierras y de ganado al mis-
corresponden con dicha identidad. Dice mo gobierno. Esta incompatibilidad
tener mucho dinero y no obstante dedi- entre la identidad mostrada en escena
carse a cultivar maíz en una tierra de respecto de la que rige en lo ordinario
temporal. Por mucho maíz que se culti- se evidencia claramente en la respues-
ve, en una tierra de temporal no se ob- ta de la ranchera, quien se encarga de
tiene tanto dinero como para darse una contradecir la identidad que pretender
vida según la que presume este perso- tener el ranchero:
naje, tal como continúa afirmando:
Petronila Carvajal es mi nombre de
También tengo otro negocio pila. Más conocida como la Petrona.
para lo que es lo mismo Soy ranchera de las buenas. Ranche-
el gobierno me cumplió ra original. Y toda mi descendencia,
la Secretaría de Turismo. rancheros para adular. Mi rancherito
Por eso mi ganado me dijo que era un ganadero de los
y mi ranchera es feliz más prestigiados de su región. Pero

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de ganadero no tiene nada. Lo único das del ritual como una especie de
que tiene es un montón de deudas por cascarón vacío —en el que se depositan
parrandero y jugador. Es un manteni- signos, rasgos o testimonios de identi-
do, bueno para nada, que lo único que dad—, se revelan limitantes para dar
hace todo el día es rascarse la panza. cuenta de la pastorela y no solamente
de las que se realizan en la región pu-
Como se puede constatar, en esta se- répecha. Sin embargo, tampoco basta
cuencia no solamente se actúa un tipo con establecer que las identidades son
de relación, sino además que hay una múltiples, fragmentadas y fluidas. Por
condensación de varias relaciones no- sugerente que resulte, esta concepción
minalmente incompatibles o contra- de identidad no resuelve el problema.
dictorias: se actúan las relaciones Intentamos hacer una aproximación
entre grupos étnicos y gobierno, hom- apoyándonos de una propuesta alter-
bres y mujeres, hombres y animales. nativa. No obstante, para demostrar su
Es este aspecto de condensación que validez se requiere continuar explo-
los estudios clásicos del ritual, y prin­ rando a mayor profundidad otras di-
cipalmente del carnaval, dejaron de mensiones, por ejemplo la experiencia
lado. Y no obstante, como han demos- de los intérpretes y los efectos de la ac-
trado Houseman y Severi (1994), la tuación de las identidades en la vida
especificidad del ritual es condensar ordinaria.
modalidades de relación ordinaria-
mente incompatibles. En la secuencia BIBLIOGRAFÍA
que vengo comentando: la relación en-
tre hombres y mujeres, hombres y ani- Albalá, Paloma (2002), “Sobre la pastorela:
males. Así, por ejemplo, el secreto del a propósito de una canción navideña
marido se revela en la vida ordinaria, española en las Islas Marianas”, Revis-
se muestra como alguien que tiene éxi- ta de Literatura, vol. LXIV, núm. 128,
to y muchas riquezas pero su esposa lo pp. 365-384.
descubre de otra manera. Amós Martínez, Jorge (2001), “‘¡Ese negro
ni necesita máscara!’ Danzas de ‘negri-
CONCLUSIÓN tos’ en cuatro pueblos de Michoacán.
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región purépecha revisten un interés choacán.
particular para la reflexión sobre la Aracil Varón, Beatriz (2004), “Pastorelas
problemática de la identidad implica- tradicionales indígenas en el siglo xix”,
da en los rituales. Planteamos que la en Beatriz Aracil et al., Fiesta y teatra-
pregunta más significativa a este res- lidad de la pastorela mexicana, México,
pecto no es acerca del origen o la defi- unam.
nición de qué es una pastorela, sino Araiza, Elizabeth (2013), “El arte de actuar
cómo ésta devino tal. Las interpreta- varias realidades particulares. Notas
ciones clásicas y comúnmente admiti- para un estudio antropológico de las

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