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Biografia de Augusto Comte


Pensador francés, padre del positivismo (1798 - París). Interrumpiendo la tradición católica
y monárquica de su familia, durante la época de la Restauración se inclinó hacia el
agnosticismo y las ideas revolucionarias.

Desde 1817 se vinculó al socialista Saint-Simon, para el cual trabajó de secretario hasta su
ruptura en 1824. Descubierto bajo su influencia el problema social, Comte buscó
comprender los problemas sociales a través de conocimiento objetivo propio de las ciencias
naturales y buscó trasladarlo al estudio de la realidad social.

Contra la libertad de pensamiento, origen de la anarquía moral que atribuía a la Revolución,


no oponía el dogma religioso o los principios de la tradición, sino la «ciencia positiva» que,
al atenerse a los hechos tal como son, proporcionaba -según él- el único punto de apoyo
sobre el que se podría edificar un futuro de «orden y progreso». Contrario al individualismo
y a la democracia, confiaba en un mundo regido por el saber, en el que productores y
banqueros ejercerían una especie de dictadura. Tales ideas, fundamento del pensamiento
positivista, tuvieron un gran éxito en los países occidentales desde mediados del siglo xix,
proporcionando un credo laico para el mundo del capitalismo liberal y de la industria
triunfante. Sin embargo, Comte vivió una vida desgraciada: el exceso de trabajo le produjo
problemas psiquiátricos, un intento de suicidio y el abandono de su mujer. Su rebeldía y su
intransigencia le impidieron insertarse en el mundo académico: expulsado en 1817 de la
Escuela Politécnica, no pudo acabar sus estudios, que completó de forma autodidacta;
luego, aunque llegó a enseñar en la misma escuela desde 1832, no pudo obtener cátedra
en ella, y fue expulsado de nuevo en 1844. Sólo la ayuda económica de algunos
admiradores (como Littré o John Stuart Mill) le salvó de la miseria. En 1848 creó una
Sociedad Positivista, que tuvo seguidores sobre todo en los países anglosajones. Su
pensamiento, reflejado en obras como Curso de filosofía positiva (1830-42) o Sistema de
política positivista (1851-54), ha ejercido influencia sobre las más diversas ramas del
conocimiento (filosofía, medicina, historia, sociología…) y sobre diversas corrientes polítcas.

Biografía de Karl MarxNació el 5 de mayo de 1818 en Tréveris (Alemania). Fue el segundo de los
ocho hijos de un abogado judío liberal, que se convirtió al protestantismo con toda la familia. Cursó
estudios en el gimnasio jesuita de Trier y posteriormente en las universidades de Bonn, Berlín y Jena.
En el año 1842 se publicó un artículo suyo en la Rheinische Zeitung de Colonia, convirtiéndose algún
tiempo después en jefe de redacción. Tuvo problemas con las autoridades por las críticas que realizó
sobre las condiciones sociales y políticas, en sus artículos periodísticos y fue obligado a dejar su
puesto en el rotativo en 1843. Se casa con Jenny von Westphalen y en 1844. Se traslada a París de
donde es expulsado y se establece en Bruselas donde traba una amistad que dura toda la vida con
Federico Engels. Intercambiaron pensamientos y opiniones, llegando a la conclusión de que ambos
tenían la misma concepción sobre la naturaleza de los problemas revolucionarios. Trabajaron juntos
en el análisis de los principios teóricos del comunismo y en la organización de un movimiento
internacional de trabajadores dedicado a la difusión de aquéllos. Escriben La Sagrada Familia (1845)
y La Ideología Alemana (1845-1846) contra Feuerbach y los hegelianos de izquierda por idealistas.
Organiza y dirigire una red de grupos llamados Comités de Correspondencia Comunista, establecidos
en varias ciudades europeas. Dos años después, Marx y Engels recibieron el encargo de elaborar una
declaración de principios que sirviera para unificar todas estas asociaciones e integrarlas en la Liga de
los Justos (Liga Comunista),así nació el Manifiesto Comunista. Las proposisicones centrales del
Manifiesto, aportadas por Marx, constituyen la concepción del materialismo histórico, concepción
formulada más adelante en la Crítica de la economía política (1859). En estas tesis, se presenta el
sistema económico dominante en cada época histórica, por el cual se satisfacen las necesidades
vitales de los individuos. Ésta determina la estructura social y la superestructura política e intelectual
de cada periodo. Así, la historia de la sociedad es la historia de las luchas entre los explotadores y los
explotados. Tras la publicación del Manifiesto, estallaron procesos revolucionarios (las revoluciones
de 1848) en Francia, Alemania y el Imperio Austriaco y fue expulsado de Bélgica. Regresó a París y
después a Renania. Fundó y editó en Colonia una publicación comunista, la Neue Rheinische Zeitung
(Nueva Gaceta Renana), y colaboró en actividades organizadoras de agrupaciones obreras. En 1849
fue arrestado y juzgado bajo la acusación de incitar a la rebelión armada. Fue absuelto, pero le
expulsaron de Alemania y se cerró la revista. Algún tiempo después las autoridades francesas
también le obligaron a abandonar el país y se trasladó a Londres, donde permaneció el resto de sus
días. Elaboró varias obras que fueron constituyendo la base doctrinal de la teoría comunista, entre
ellas se encuentra su ensayo más importante, El capital (volumen 1, 1867; volúmenes 2 y 3, editados
por Engels y publicados a título póstumo en 1885 y 1894, respectivamente), un análisis histórico y
detallado de la economía del sistema capitalista, en el que desarrolló la siguiente teoría: la clase
trabajadora es explotada por la clase capitalista al apropiarse ésta del 'valor excedente' (plusvalía)
producido por aquélla. Su segunda obra, La guerra civil en Francia (1871), analizaba la experiencia
del gobierno revolucionario francés (la Comuna de París), establecida en esta ciudad durante la
Guerra Franco-prusiana. Interpretó su creación y existencia como una confirmación histórica de la
necesidad de que los trabajadores tomen el poder mediante una insurrección armada y destruyan al
Estado capitalista. Desarrolló la teoría en Crítica del programa de Gotha (1875) en los siguientes
términos: "Entre los sistemas capitalista y comunista se encuentra el periodo de transformación
revolucionaria de uno en otro. Esta fase corresponde a un periodo de transición, cuyo estado no
puede ser otro que la dictadura revolucionaria del proletariado". Además escribió crónicas sobre
acontecimientos sociales y políticos para periódicos de Europa y Estados Unidos, entre ellos varios
artículos sobre las 'revoluciones liberales' en España y en la América hispana. Trabajó como
corresponsal del New York Tribune desde 1852 hasta 1861 y escribió varios artículos para la New
American Cyclopedia. En 1852 se disolvió la Liga Comunista y contactó con cientos de
revolucionarios a fin de crear otra organización de la misma ideología. Sus esfuerzos y los de sus
colaboradores culminaron en 1864 con la fundación en Londres de la I Internacional. Pronunció el
discurso inagural, escribió sus estatutos y posteriormente dirigió la labor de su Consejo General
(órgano directivo), superando las críticas del grupo seguidor de Mijaíl Bakunin, de carácter anarquista.
Cuando se eliminó la Comuna parisina, en la que habían participado miembros de la I Internacional, la
influencia de esta organización disminuyó y recomendó trasladar su sede a Estados Unidos. En los
últimos años de su vida luchó contra las dolencias físicas que le impedían trabajar en sus obras

Engels nació en 1820, en la ciudad de Barmen, provincia renana del reino de Prusia. Su padre era
fabricante. En 1838, se vio obligado por motivos farniliares, antes de terminar los estudios
secundarios, a emplearse como dependiente en una casa de comercio de Bremen. Este trabajo no
le impidió ocuparse de su capacitación científica y política. Cuando era todavía estudiante
secundario, llegó a odiar la autocracia y la arbitrariedad de los funcionarios. El estudio de la
filosofía lo llevó aún más lejos. En aquella época predominaba en la filosofía alemana la doctrina
de Hegel, de la que Engels se hizo partidario. A pesar de que el propio Hegel era admirador del
Estado absolutista prusiano, a cuyo servicio se hallaba como profesor de la Universidad de Berlín,
su doctrina era revolucionaria. La fe de Hegel en la razón humana y en los derechos de ésta, y la
tesis fundamental de la filosofía hegeliana, según la cual existe en el mundo un constante proceso
de cambio y desarrollo, condujeron a los discípulos del filósofo berlinés que no querían aceptar la
realidad, a la idea de que la lucha contra esa realidad, la lucha contra la injusticia existente y el mal
reinante procede también de la ley universal del desarrollo perpetuo. Si todo se desarrolla, si
ciertas instituciones son remplazadas por otras, ¿por qué, entonces, deben perdurar eternamente
el absolutismo del rey prusiano o del zar ruso, el enriquecimiento de una ínfima minoría a expensas
de la inmensa mayoría, el dominio de la burguesía sobre el pueblo? La filosofía de Hegel hablaba
del desarrollo del espíritu y de las ideas: era idealista. Del desarrollo del espíritu deducía el de la
naturaleza, el del hombre y el de las relaciones entre los hombres en la sociedad. Marx y Engels
conservaron la idea de Hegel sobre el perpetuo proceso de desarrollo *, y rechazaron su
preconcebida concepción idealista; el estudio de la vida real les mostró que el desarrollo del
espíritu no explica el de la naturaleza, sino que por el contrario conviene explicar el espíritu a partir
de la naturaleza, de la materia. . . Contrariamente a Hegel y otros hegelianos, Marx y Engels eran
materialistas. Enfocaron el mundo y la humanidad desde el punto de vista materialista, y
comprobaron que, así como todos los fenómenos de la naturaleza tienen causas materiales, así
también el desarrollo de la sociedad humana está condicionado por el de fuerzas materiales, las
fuerzas productivas. Del desarrollo de estas últimas dependen las relaciones que se establecen
entre los hombres en el proceso de producción de los objetos necesarios para satisfacer sus
necesidades. Y son dichas relaciones las que explican todos los fenómenos de la vida social, las
aspiraciones del hombre, sus ideas y sus leyes. El desarrollo de las fuerzas productivas crea las
relaciones sociales, que se basan en la propiedad privada; pero hoy vemos también cómo ese
mismo desarrollo de las fuerzas productivas priva a la mayoría de toda propiedad para concentrarla
en manos de una ínfima minoría. Destruye la propiedad, base del régimen social contemporáneo, y
tiende por sí mismo al mismo fin que se han planteado los socialistas. Estos sólo deben
comprender cuál es la fuerza social que por su situación en la sociedad contemporánea está
interesada en la realización del socialismo, e inculcar a esa fuerza la conciencia de sus intereses y
de su misión histórica. Esta fuerza es el proletariado. Engels lo  conoció en Inglaterra, en
Manchester, centro de la industria inglesa, adonde se trasladó en 1842 para trabajar en una firma
comercial de la que su padre era accionista. Engels no se limitó a permanecer en la oficina de la
fábrica, sino que recorrió los sórdidos barrios en los que se albergaban los obreros y vio con sus
propios ojos su miseria y sufrimientos. No se limitó a observar personalmente; leyó todo lo que se
había escrito hasta entonces sobre la situación de la clase obrera inglesa y estudió
minuciosamente todos los documentos oficiales que estaban a su alcance. Como fruto de sus
observaciones y estudios apareció en 1845 su libro La situación de la clase obrera en Inglaterra.

En nuestros días todo el proletariado en lucha por su emancipación ha hecho suyos estos
conceptos de Marx y de Engels. Pero cuando los dos amigos colaboraban en la década del 40, en
las publicaciones socialistas, y participaban en los movimientos sociales de su tiempo, estos
puntos de vista eran completamente nuevos. A la sazón había muchos hombres con talento y otros
sin él, muchos honestos y otros deshonestos, que en el ardor de la lucha por la libertad política, en
la lucha contra la autocracia de los zares, de la policía y del clero, no percibían el antagonismo
existente entre los intereses de la burguesía y los del proletariado. Esos hombres no admitían
siquiera la idea de que los obreros actuasen como una fuerza social independiente. Por otra parte,
hubo muchos soñadores, algunas veces geniales, que creían que bastaba convencer a los
gobernantes y a las clases dominantes de la injusticia del régimen social existente para que
resultara fácil implantar en el mundo la paz y el bienestar general. Soñaban con un socialismo sin
lucha. Finalmente, casi todos los socialistas de aquella época, y en general los amigos de la clase
obrera, sólo veían en el proletariado una lacra y contemplaban con horror cómo, a la par que crecía
la industria, crecía también esa lacra. Por eso todos ellos pensaban cómo detener el desarrollo de
la industria y del proletariado, detener "la rueda de la historia". Contrariamente al miedo general
ante el desarrollo del proletariado, Marx y Engels cifraban todas sus esperanzas en su continuo
crecimiento. Cuantos más proletarios haya, tanto mayor será su fuerza como clase revolucionaria,
y tanto más próximo y posible ser á el socialismo. Podrían expresarse en pocas palabras los
servicios prestados por Marx y Engels a la clase obrera diciendo que le enseñaron a conocerse y a
tomar conciencia de sí misma, y sustituyeron las quimeras por la ciencia.

A grandes rasgos lo que plantea es que no existan clases sociales, que lo mismo que tienes
tu lo tenga yo; el problema es que aunque en el papel está muy bien en la práctica no
porque todo lo que tu y yo producimos tenemos que entregarlo al estado quien lo
"administrará" pero como no falta un vivazo, los que estaban en el poder, se adueñaban de
todo y tu y yo pasábamos hambre

A grandes rasgos lo que plantea es que no existan clases sociales, que lo mismo que tienes
tu lo tenga yo; el problema es que aunque en el papel está muy bien en la práctica no
porque todo lo que tu y yo producimos tenemos que entregarlo al estado quien lo
"administrará" pero como no falta un vivazo, los que estaban en el poder, se adueñaban de
todo y tu y yo pasábamos hambre

El Manifiesto denuncia la explotación del trabajo asalariado y plantea "suprimir el carácter


miserable de esa apropiación, que hace que el obrero no viva sino para acrecentar el capital y tan
sólo en la medida en que el interés de la clase dominante exige que viva".

En su capítulo II, titulado "Proletarios y Comunistas", se propugnaron diez medidas para un


programa obrero.
Entre otras, propusieron la "expropiación de la propiedad territorial", "fuerte impuesto progresivo",
"abolición del derecho de herencia", "centralización del crédito en manos del Estado por medio de
un Banco nacional con capital del Estado y monopolio exclusivo", "centralización en manos del
Estado de todos los medios de transporte", "multiplicación de las empresas fabriles pertenecientes
al Estado y de los instrumentos de producción, según un plan general", "obligación de trabajar para
todos", "combinación de la agricultura y la industria", etc.

Aunque los autores, en su Prefacio a la Edición alemana de junio de 1872, aseguraron que aquel
programa "tendría que ser redactado hoy de distinta manera, en más de un aspecto", el mismo fue
visionario en muchos de sus tramos.

Por ejemplo, reproducimos textualmente el punto 10: "Educación pública y gratuita de todos los
niños, abolición del trabajo de éstos en las fábricas tal como se practica hoy, régimen de educación
combinado con la producción material, etc" (Idem, pág. 43).

Cuando vemos que el imperialismo mandó a la muerte a 2 millones de niños en las guerras de los
últimos años, y que en el mundo hay 250 millones de chicos que son superexplotados en el trabajo,
violándose abiertamente la propia legislación laboral burguesa, resalta la justeza de aquellos
planteos de Marx y Engels del siglo pasado.

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