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EQUIPACIÓN SALARIAL

La Diferencia salarial de género (también conocida como brecha salarial de


género) es la diferencia existente entre los salarios de los hombres y los de las
mujeres expresada como un porcentaje del salario masculino, de acuerdo con la
OCDE.

El concepto se ha extendido en los últimos años más allá del ámbito de las
desigualdades de género para entrar en el terreno de las desigualdades en el seno
de las empresas y se define, en términos análogos, como la diferencia entre la
remuneración media entre los directivos de la empresa y los trabajadores de la
misma, siendo esas diferencias más acusadas para el caso de las EMPRESAS
TRANSNACIONALES que para el de aquéllas que sólo tienen naturaleza nacional.

La Comisión Europea define a la brecha de género como la diferencia media entre


el salario de los hombres y de las mujeres por hora. Existe un debate en torno de
hasta que punto esta diferencia es el resultado de diferencias de género,
discriminación implícita debida a opciones estilo de vida, por ejemplo número de
horas trabajadas o mayor frecuencia de bajas de maternidad o si estas diferencias
se deben a una discriminación sexista explícita.

Esta brecha salarial constituye una expresión reforzada del incremento de las
desigualdades sociales que las dinámicas desencadenadas por la globalización
neoliberal en su forma actual imponen sobre las economías y, más
concretamente, sobre los mercados de trabajo. La misma se produce como
resultado de la confluencia de una serie de factores diversos, todos ellos insertos
en el marco de rasgos definitorios de la globalización y el neoliberalismo
contemporáneos.

Entre esos factores podemos encontrar, por ejemplo, los siguientes: el incremento
de la competitividad a nivel internacional; el predominio creciente de la economía
financiera sobre la actividad económica real; la toma de posiciones de los agentes
financieros en los consejos de administración de las grandes empresas
transnacionales y la traslación a este ámbito de las prácticas de gestión y
remuneración del mundo financiero; el debilitamiento de la capacidad regulatoria
de los estados y de la capacidad negociadora de los sindicatos; la existencia de
múltiples mecanismos de fuga de dicha regulación por parte de las corporaciones
que operan a escala global; la amenaza constante de la deslocalización productiva
hacia entornos en los que la regulación laboral, social y medioambiental es menos
exigente sobre las que se impone desde la empresa matriz transnacional todo el
peso del ajuste salarial como mecanismo espurio de incremento de la
competitividad internacional.

Un informe de 2010 publicado por la Fundación Europea para la Mejora de las


Condiciones de Vida y de Trabajo, mostró que, si bien las mujeres tienden a
participar más a menudo en el trabajo a tiempo parcial y toman más y más largas
interrupciones de la carrera que reducen la permanencia en el empleo, las
diferencias en la brecha salarial en Europa - que en 2007 se situaba en el 17,6%
(Eurostat) - se aprecian en el pago por hora y no en el total.

En cualquier caso, los datos de estas encuestas dejan poco espacio para la
complacencia en América Latina, independiente del país que se mire. En su
conjunto, la mujer latinoamericana no recibe lo mismo cuando hace el mismo
trabajo de un hombre.

En palabras del estudio del BID, "una simple comparación de ingresos promedio
indica que los hombres ganan 10% más que las mujeres. Pero cuando los analistas
comparan hombres y mujeres con iguales edades y niveles de educación, la
brecha de ingresos llega a 17%".

La desigualdad entre sexos aparece en toda su magnitud si se compara


cuantitativamente el grado de deterioro con los datos desagregados que ofrece el
informe N° 1145 de la Encuesta Trimestral de Ocupación e Ingresos (ETOI). Entre
el último trimestre de 2015 y 2016, mientras los varones aumentaron en su
ocupación principal sus ingresos interanuales en un 26 por ciento ($3.712), las
mujeres lo hicieron en un promedio de 24 por ciento ($3.359).

La distribución del ingreso por sexo cambia en función del tipo de empleo. En el
caso de los asalariados, la diferencia se achica levemente y se ubica en torno a los
$2.806, al contrastar los $17.229 promedio que percibían los varones contra los
$14.423 de las mujeres. Pero se vuelve a ampliar si el indicador se matiza en
términos de mayorías: la mitad de los hombres cobraba $15.000 o menos, cuando
la mitad de las mujeres percibía $12.000 o menos.

Por su lado, los trabajadores y trabajadoras por cuenta propia padecen peores
condiciones económicas que los asalariados, ya que perciben un ingreso promedio
de 11.827 pesos. Se trata de un grupo que mayoritariamente afecta a empleos
"precarizados", como cartoneros, changarines, personal doméstico y vendedores
ambulantes, entre otras ocupaciones.

Los saldos mas igualitarios a nivel nacional se encuentran en Ruanda, Noruega y


Zambia.

Si bien alcanzar la paridad aún es un objetivo aún muy lejano, el Foro Económico
Mundial pone las miras en el corto plazo y afirma que simplemente reducir esta
desigualdad entre géneros un 25% en los próximos 8 años añadiría un suculento
'extra' de 4.565 millones de euros al PIB mundial.

Un año más, el Foro Económico Mundial ha dado a conocer su "Índice Global de la


Brecha de Género" correspondiente a 2017 en el que no sólo se estudian las
disparidades económicas entre hombres y mujeres de un total de 144 países, sino
que también se analizan aspectos políticos, educativos y de salud. Para llevar a
cabo este completo informe se tiene en cuenta la información que manejan
instituciones como la Organización Internacional del Trabajo (OIT), la ONU o la
Organización Mundial de la Salud (OMS).

Este 2017 las novedades que nos trae el estudio distan mucho de ser halagüeñas,
ya que por primera vez desde 2006, momento en el que la fundación comenzó a
dar a conocer estos datos, la paridad entre ambos sexos ha disminuido a nivel
global. Se estima que, de media, se ha cerrado el 68% de la llamada brecha de
género en todo el mundo, pero aún se necesitarán cerca de 100 años para superar
por completo el desequilibrio.

Uno de los principales culpables de esta situación es el apartado dedicado a la


participación y oportunidad económica, que ha sido uno de los que más ha
empeorado. Entre otras variables, engloba la denominada brecha salarial.

El estudio señala que, a día de hoy, se necesitarán 217 años para acabar
definitivamente con esta desigualdad.

Según los últimos datos del INDEC, la población urbana con ingresos, proyectado a
todo el país, suma 24 millones o el 59,4% del total, en partes casi iguales: 29,6% %
son varones y 29,7% mujeres. Pero en promedio, los hombres perciben $ 14.690
mensuales y las mujeres $10.710.

Esto sucede, no tanto porque se las discrimine en una misma empresa, algo que
está prohibido por la Constitución. Sino, porque las mujeres son amplia mayoría y
hasta duplican a los varones entre los segmentos de menores ingresos. El informe
del INDEC señala que los varones participan del 57,8% del total de los ingresos y
las mujeres del 42,2% restante.

Tras ser interpelada sobre la brecha salarial de género en el mercado laboral,


Fátima Báñez anunció que el Gobierno quiere que las empresas informen por ley
«regularmente» sobre los sueldos de sus trabajadores -tanto sobre la
remuneración fija como sobre los complementos variables- «desglosados por
género».

La ministra de Empleo anunció que ésta es sólo una de las medidas que el
Ejecutivo va a proponer a los interlocutores sociales, en el marco del diálogo
social, ante un problema que, a su juicio, ha mejorado en los últimos años, pero
en el que todavía hay que «dar batalla». Además, animó a las empresas a realizar
auditorías salariales externas y registrar los planes de igualdad.Unas explicaciones
que no convencieron a la diputada de Unidos Podemos y portavoz de En Marea,
Yolanda Díaz, que criticó la visión tan optimista de Báñez, teniendo en cuenta,
dijo, «la gravedad» del problema de la brecha de género en España.

Así, recordó que la diferencia de sueldo entre hombres y mujeres por un mismo
trabajo es del 23%, e incluso en las profesiones donde las mujeres están
sobrerrepresentadas la brecha llega hasta el 34%, una realidad que las políticas
del Gobierno no sólo no están corrigiendo, precisó, sino que están sirviendo para
«consolidar el machismo. Casi dos millones de mujeres asalariadas son pobres,
cobran el 50% del Salario Mínimo Interprofesional (SMI). Su modelo laboral nos
convierte en nadies en este país», le recriminó Díaz.

La brecha salarial en Argentina es de 106 por ciento: por cada 100 dólares que
cobra una mujer, el hombre obtiene 206. A pesar de ser una cifra muy elevada, se
sitúa por debajo del promedio global de países en desarrollo, con 182 por ciento
de brecha salarial.

Así se desprende de un informe de la empresa Accenture. Un tercio de la brecha


salarial en Argentina se debe a que 52 por ciento de las mujeres no participa en el
mercado laboral.

Si la tendencia continua de la misma manera y sin modificación alguna, en 2030 la


brecha salarial en Argentina se reducirá sólo a 104 por ciento, lo que supondrá
que por cada 100 dólares que gane una mujer, el hombre recibirá 204.

De acuerdo a la actual tendencia, no será hasta 2105 que la brecha salarial se


cerrará.

"Son procesos culturales, lograr la igualdad de género es beneficioso para las


empresas y por lo tanto le hace bien al país", dijo Gabriela Oliván, directora de
comunicación corporativa de Accenture para América Latina, al presentar este
miércoles el informe en la Ciudad de Buenos Aires.

El informe señala que las carreras que las estudiantes jóvenes eligen las posiciona
para ingresar a la fuerza laboral con menos conocimientos digitales, menos
asesoramiento y menor interés para procurar trabajos bien remunerados, en
comparación con sus pares masculinos.

Tomás Castagnino, jefe de investigaciones económicas de la consultora, agregó


que cada uno de los tres ecualizadores que identificaron "contribuye a cerrar la
brecha salarial". Son: fluidez digital, estrategia profesional e inmersión
tecnológica.

"Estos ecualizadores pueden reducir 102 años de brecha salarial en los mercados
en desarrollo y 36 años en los mercados desarrollados. A nivel mundial, para el
año 2030, pueden reducir la brecha salarial en un 35 por ciento, aumentando los
ingresos de las mujeres en $3,9 billones", destacó.

Según el estudio, las empresas, los gobiernos y las instituciones académicas


juegan un papel importante para cerrar la brecha salarial entre hombres y
mujeres. Las universidades deben concientizar a las estudiantes mujeres sobre el
impacto que su elección académica tendrá en la remuneración futura y el
progreso laboral.

En la actualidad, el salario es un factor para decidir la carrera en el 38 por ciento


de los hombres frente a 19 por ciento en el caso de las mujeres.

Por su parte, los gobiernos deben cumplir su parte, proporcionando acceso a


Internet de alta velocidad como un derecho básico de cada ciudadano,
especialmente en los mercados en desarrollo, donde ninguna otra acción
contribuirá más para que las mujeres trabajen.

Y las empresas deben proporcionar las herramientas para que las empleadas
mujeres tengan éxito y progresen, incluyendo capacitación durante toda la vida,
programas de asesoramiento a través de mentores, horarios flexibles,
transparencia y comparación salarial. "Las empresas que creen ambientes de
trabajo que las respalden pueden atraer mejor a las candidatas mujeres,
alentando al mismo tiempo a que las mujeres de mejor desempeño se queden
-una dinámica que se reconoce cada vez más como un diferencial competitivo-",
indicaron de Accenture.

Lo que concluyó el Foro Económico Mundial en su último Informe Global de la


Brecha de Género, en el que aseguraba que ahora las mujeres ganan ahora lo
mismo que ingresaban los hombres hace una década. "Si se extrapola esta
trayectoria, es de suponer que el mundo tardará otros 118 años en cerrar la
brecha económica por completo", apostillaba.

Pero es obvio que el ritmo será dispar en el mundo, como lo son las diferencias
salariales entre ambos sexos. Tan sólo en Europa, éstas oscilan entre los 29.276
euros de Países Bajos y los 5.833 de Eslovenia, el país donde el desajuste es más
sueve.
España queda en una zona intermedia. Según los datos del Foro Económico
Mundial, las mujeres ganan una media de 23.059 euros y los hombres, de 37.319
euros, lo que deja la diferencia en 14.261 euros, ligeramente por debajo por de
los 14.386 euros que promedian los 28 países de la Unión Europea. Por debajo de
ese montante también quedan otros 17 países, entre los que destacan Francia,
Portugal o Grecia.

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