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2 NeverHaveIEver
2 NeverHaveIEver
Moderadoras PaolaS
Diseño luchita_c
Encantadora Vida
E stoy detrás del volante de mi Volvo británico 122 verde de 1965. Mis manos
aprietan el volante envuelto en cuero, y mi pie se mueve con facilidad el
embrague. Madeline está sentada junto a mí, moviendo la sintonía de su radio
sobrealimentada. Charlotte, Laurel, y las Gemelas Twitter se apretujan en la parte
trasera, soltando risitas cada vez que el auto se inclina al doblar una esquina y las
aplasta a todas a un lado. Gabby mueve un lápiz labial rojo como si fuera una
varita mágica.
—No te atrevas a manchar los asientos de cuero de Floyd con lápiz labial —
advierto.
Charlotte suelta una risita.
—No puedo creer que llames a tu auto Floyd.
La ignoro. Decir que adoro mi auto es quedarse corto. Mi papá me lo compró
en eBay hace un par de años, y lo ayude a devolverlo a su antigua gloria,
martilleando las abolladuras en los paneles e instalando un nuevo motor que
ronronea como un feliz puma. No me importa si no tiene las comodidades como
un adaptador de iPod o un asistente de estacionamiento paralelo, este auto es
único, con clase, y adelantado a su tiempo, justo como yo.
Pasamos Starbucks, el centro comercial de galerías de arte que todos los jubilados
aman, y las canchas de polvo de ladrillo donde tomé mi primera lección de
tenis cuando tenía cuatro años. La luna es de exactamente el mismo ámbar
de los ojos del coyote que se metió por debajo de la cerca del jardín trasero el
año pasado. Estamos yendo a una fiesta de la fraternidad en la U de A, lo cual
promete ser increíble. Sólo porque esté con Garrett no significa que no pueda
admirar abiertamente a la mercancía de chicos universitarios apuestos de vez
en cuando.
Madeline se detiene en una estación que toca “California Gurls” de Katy Perry.
Gabby chilla y comienza a cantar.
—Uch, estoy tan cansada de esta canción —gimió, estirándome y girando la
perilla del volumen una vez más. Usualmente no me importa cantar, pero algo
me molesta esta noche. O, más exactamente, dos personas me molestan.
P link. Plink
Emma saltó de golpe de la cama de Sutton. La luna proyectaba un haz de
luz plateada sobre la alfombra. El protector de pantalla del ordenador de ella
estaba pasando una compilación de fotografías de felices pijamadas del Juego
de la Mentira. La pantalla plana de Sutton estaba pasando un episodio de The
Daily Show. The Bell Jar, el cual Emma estaba releyendo después de que Ethan lo
hubiera discutido la semana anterior, estaba volcado sobre la mesa de noche.
La puerta hacia el pasillo estaba bien cerrada. Todo estaba exactamente donde
Emma lo había dejado cuando se había ido a la cama.
Plink
El sonido provenía de la ventana. Emma jaló las cobijas. Justamente la semana
anterior, ella había tenido un sueño que empezaba precisamente así. Cuando
cerró la ventana en el sueño, Becky estaba de pie en la entrada. Advirtiéndole.
Diciéndole que tuviera cuidado. Y luego, se desvaneció.
Emma caminó vacilante hasta la ventana y echó un vistazo. Las luces de la calle
formaban un suave círculo dorado sobre el espinoso cactus junto a la acera.
El Jetta de Laurel estaba estacionado directamente debajo de ella. En efecto,
alguien estaba parado en la entrada debajo de la cancha de basketball. Ella
casi esperaba que fuera Becky, pero la figura dio un paso hacia la luz, con su
brazo listo para lanzar otra roca hacia la ventana.
Era Ethan.
Ella inhaló bruscamente y se alejó de la ventana. Se colocó un brasier deportivo
gris debajo de la camisola transparente de Sutton y metió sus piernas desnudas
en un par de pantalones de pijama. Luego reapareció en el cristal, saludó con su
mano, y levantó la ventana. La señora Mercer no la había cerrado todavía, y se
abrió fácilmente. El aire nocturno estaba sofocante sin el menor rastro de viento.
—¿Has oído hablar de utilizar tu teléfono en lugar de una roca? —ella dijo en voz
baja
Ethan entornó los ojos hacia ella.
U nos minutos más tarde, Emma corrió hasta la acera de la casa de los Mercer.
El árbol fuera del dormitorio de la ventana de Sutton no tenía una rama
lo suficientemente baja como para volver a subir por ahí, por lo que la única
manera de volver a entrar era a través de la puerta de entrada.
La llave estaba debajo de una gran roca bajo un árbol de almez, tal como
había estado en la primera noche en que Emma entró a la casa de Mercer. La
introdujo en la cerradura, dando una oración porque los Mercer no hubieran
puesto la alarma de noche. La cerradura giró. Silencio. ¡Punto para Emma!
La puerta se abrió fácilmente, y Emma se escabulló en el interior. El aire
acondicionado estaba a todo lo que daba, y la piel de gallina deformó su piel
húmeda. Los paneles de vidrio sobre los retratos de la familia brillaban ante la
pálida luz. La tarjeta del detective Quinlan estaba sobre la mesa de la consola
junto a la puerta, justo donde la madre de Sutton la había dejado por la tarde.
Emma colocó la palma de su mano sobre su muñeca y recordó lo que había
sentido cuando Ethan apoyó sus dedos allí. Cerró los ojos y apoyó la cabeza
contra la pared.
¿Qué estaba mal con ella? Quería preguntarle. ¿Por qué no le dio un beso?
Crujido. Emma se quedó helada. ¿Fue eso un paso? Crujido. Creeaaaak. Una
sombra apareció a finales del pasillo. Pasos golpeaban el piso, cada vez más
fuertes, hasta que Laurel salió a la luz. Emma saltó hacia atrás y contuvo un grito.
—¡Guau! —Laurel levanto sus manos—. Alguien está nerviosa!
Se quedó mirando más de cerca a Emma. —¿Por qué estás toda mojada?
Emma miró a la camisola empapada aferrarse a su piel.
—Me di una ducha —dijo.
—¿Con ropa?
Emma entró en el tocador y se secó la cara con una toalla de color verde mar.
Cuando miró su reflejo, vio que Laurel la miraba en el espejo. ¿La había visto con
Laurel arrastro sus dedos por la parte superior de una escultura de hierro forjado
con las palabras vivir, reír, amar en la parte posterior de la taza del baño.
—¿Por qué no me dices la verdad? —dijo, sonando herida—. No se lo diré a
nadie. Te lo prometo. Puedo mantener un secreto.
Emma bajó los ojos. La única persona en la que podía confiar en Tucson era
Ethan.
—Estaba sola en la piscina, te lo juro. Tenia calor, estaba despierta... fin de la
historia. Y Alex es una chica que conocí en campo de tenis.
Esperó que Sutton haya ido al campamento tenis... y esperó que Laurel no
hubiera ido con ella. Entonces, tratando de actuar molesta y distante, se empujó
alrededor de Laurel a la sala.
—Sutton, espera.
Emma se dio la vuelta. Laurel estaba detrás de ella, con una sonrisa peligrosa en
los labios. —Te estaré vigilando. Tú vas a decirme lo que estás haciendo. O de lo
contrario....
Las palabras quedaron flotando en el aire, casi palpables.
—O de lo contrario ¿qué?
Laurel estaba tan cerca que Emma podía oler su champú de limón. Tenía los
hombros cuadrados y fuertes. Con sus manos anchas acurrucadas a su lado.
Con todo a la vez, Emma se transportó de vuelta a aquella terrible noche en la
casa de Charlotte cuando alguien la agarró por detrás y casi la mata. Laurel era
más alta que Emma, la altura de la persona que la había asaltado. Y había una
sólida fuerza sobre ella, una seguridad que hacia pensar a Emma que podría ser
capaz de tal cosa. Después de todo, Emma vio a Laurel sacudir violentamente a
Sutton en la película de la asfixia.
Laurel dio un paso más cerca, y Emma se estremeció y miró hacia otro lado.
—Será mejor que me digas lo que estás haciendo pronto, o realmente te voy
a dar algo para que tengas miedo. ¿Crees que la broma del tren es algo para
reírse ahora? ¿Qué si le digo a mamá y a papá todo? ¿Qué pasa si les digo lo
que realmente sucedió?
S e portará bien, mamá —le rogó Laurel—. Te lo prometo. ¿Por favor, déjala
ir?
Era viernes por la noche, y Emma y Laurel permanecían de pie en el vestíbulo de
la casa de los Mercer. La Sra. Mercer se asomó hacia las chicas desde la puerta
de su oficina. Drake jadeaba junto a ella, su lengua larga parecía una gruesa
lonja de jamón. Emma se apartó de él un poco.
—Es simplemente una estúpida cena del equipo de tenis —continuó Laurel en
una dulce voz—. Va a ser totalmente aburrido... Nisha está organizándola. Y de
todos modos, ¿no te dijo la entrenadora Maggie que prácticamente pondría
un monitor de tobillo en Sutton una vez que llegue allí? No tienes nada de qué
preocuparte.
—¿Por favor? —Emma le dio a la Sra. Mercer una mirada de cachorro que hacía
juego con la de Laurel. Hace una semana no hubiera creído que querría ir a
algo en la casa de Nisha. Pero la verdad era, que estando castigada era más o
menos... una mierda. No era que estuviera atrapada simplemente en la casa; la
Sra. Mercer le había quitado a Emma los privilegios del internet, desconectado la
caja de cable de la habitación de Sutton, y confiscado su iPhone.
Después de acostumbrarme al brillante equipo de alta tecnología de Sutton, el
anticuado y golpeado BlackBerry que Emma había traído de Las Vegas no era
exactamente lo máximo. Había pasado la noche recorriendo la habitación de
Sutton una vez más, buscando algo relacionado con su asesinato, pero no había
nada.
Lo único que quedaba por hacer era tarea. Sutton estaba probablemente
revolcándose en su tumba.
Si estuviera en algún lugar tan aburrido como una tumba. Lo que dudaba
muchísimo.
Emma no se suponía que tendría permiso para ir a la cena del equipo de tenis
de Nisha, pero la entrenadora Maggie había llamado al parecer a la Sra. Mercer
al trabajo esta tarde y la instó a que dejara asistir a Sutton. Sería bueno para la
¿ PUEDES ESCABULLIRTE?”
Emma rodó sobre su espalda para leer el texto que Ethan acababa de
enviarle. Empujándose encima una de las cobijas azul claro del cubrecama de
Sutton sobre sus piernas desnudas, le escribió de vuelta: “LOS MERCER SALIERON
A CENAR. TENDRÍA QUE ESTAR DE REGRESO ANTES DE LAS DIEZ”.
¿ Dónde está Gaby? —grita Lili cuando el tren pasó a toda velocidad.
Me giro frenéticamente alrededor comprobando los andenes. Lo había
planeado todo con mucho cuidado. No hay manera de que Gabby haya
quedado enrollada bajo el tren... ¿no?
Entonces Laurel camina unos pocos metros y apunta con su tembloroso dedo
hacia una figura reducida contra la pared curva del subterráneo. Es Gabby. Su
cabello rubio cubre la mayor parte de su rostro. Su pálida mano está abierta, y
su iPhone Crystal Studded está tirado bocabajo sobre la grava.
—¿Qué demonios? —grita Madeline.
—¡Gabby! —grita Lili, corriendo hacia ella.
—¿Gabby? —estoy de pie sobre su cuerpo inerte—. ¿Gabs?
Un repentino temblor recorre desde las manos de Gabby hacia sus hombros.
Pequeños hilos de saliva salen de sus labios, y luego todo su cuerpo empieza
a convulsionar. El tren pasa como un bólido, haciendo castañear mis dientes
y volar mi cabello. Gabby se sacude más fuerte y rápido. Sus brazos y piernas
tienen vida propia, sacudiéndose aleatoriamente. Sus ojos se vuelven a la parte
posterior de su cabeza como si fuera una especie de zombi.
—¿Gabby? —grito—. ¿Gabs? ¡Vamos! ¡Esto no es divertido!
De repente, un hombre negro con una barba cuidadosamente recortada y un
pendiente en una oreja me empuja fuera del camino. Consigo vislumbrar un
mono azul con el brillo de una tarjeta de identificación en la oscuridad. Condado
de Pima E.M.T. No me había dado cuenta de la ambulancia hasta que había
rugido, pero ahí está, un vehículo blanco con luces rojas girando en la parte
superior.
—¿Qué pasó? —pregunta el médico, en cuclillas junto a Gabby.
—¡No tengo ni idea! —Lili pasa por delante de mí. Su boca es un triángulo con
ojos abiertos y desesperados—. ¿Qué pasa con ella?
A l principio, Emma sólo pudo distinguir sombras borrosas. Oyó gritos, pero era
como si vinieran del final de un largo túnel. El piso de madera presionaba
fuertemente su espalda. El olor de la humedad se metía en su nariz. Algo húmedo
se pegaba en su cara, vagamente se preguntó si era sangre.
Un tejido suave rozó su brazo desnudo. Aliento calentaba su piel.
—¿Hola? —luchó por decir Emma. Le tomó un gran esfuerzo formar las palabras—.
¿Hola? —dijo nuevamente—. ¿Quién anda ahí?
Una figura se alejó. Las tablas del suelo crujían. Algo no andaba bien con la
visión de Emma. Alguien se asomó, pero lo único que podía ver era una mancha
negra. Oyó sonidos chirriantes, olía a polvo de tiza. ¿Qué estaba pasando?
Unos segundos después, su visión se focalizó. La mancha se había ido. Frente a ella
había una gran pizarra en posición vertical. Emma había pasado innumerables
veces teniendo en cuenta durante los preparativos de la fiesta de hoy, que
alguien había escrito una cita de The Glass Menagerie: “Las cosas tienen una
manera de ponerse mal”. Esas palabras ahora habían sido borradas, y un nuevo
mensaje había tomado su lugar.
Tan pronto como Emma leyó la escritura inclinada, se le heló la sangre.
“Deja de investigar, o la próxima vez voy a hacerte daño de verdad”.
Emma se quedó sin aliento. —¿Quién anda ahí? —gritó—. ¡Salga!
¡Diga algo! también grité tan ciega como ella. Sabemos que estás ahí!
Pero quien había escrito la nota no respondió. Entonces la oscuridad cálida,
palpitante, comenzó a apoderarse de Emma, una vez más. Sus ojos se agitaban,
y luchó para mantenerlos abiertos. Justo antes de que se desmayara de nuevo,
vio la misma figura borrosa, o tal vez dos figuras borrosas, girando las manos en la
pizarra, eliminando las palabras, borrándolas.
La siguiente vez que Emma abrió los ojos, estaba tendida en una cama en una
pequeña habitación blanca. Una hoja de instrucciones sobre cómo lavarse
adecuadamente las manos estaba colgada en la pared opuesta.
¡ Bienvenidos! —Un adolescente con su cara llena de espinillas, con una capa
en satén de Drácula, colmillos de plásticos, y un delineado pico de viuda
apareció de repente en la puerta de Scare-O-Rama, la tienda de Halloween
mejor surtida en Tucson—. ¿Puedo ayudarles? ¡Las chicas parecen bastante
buenas para morderlas! —cuando él se reía, sonaba como el Conde de Plaza
Sésamo.
—Uh, ¡no! —dijo Lauren, pasando junto a él. Drácula cubría la mitad de su cara
con su capa, al estilo vampiro rechazado, y rápidamente se alejo a su posición
detrás del mostrador.
Era jueves después de la escuela, Emma y Laurel estaban en la búsqueda de
sus trajes para el baile de bienvenida. Sinceramente, todo lo que Emma quería
hacer por el resto de la noche era acostarse en la cama de Sutton en un ovillo,
a salvo y gracias a su estrella de la suerte, la lámpara no había estado un par de
pulgadas a la izquierda, pero ella finalmente había cedido después de fastidiar
constantemente a Laurel. El baile era mañana, después de todo —el tiempo se
estaba acabando. Incluso si no tenía una cita, tenía que asistir con un estilo. Pero
solo aventurarse en ese mundo se sintió peligroso, Lili y Gabby podrían estar en
cualquier lugar o hacer cualquier cosa.
Emma continuó mirando las cuentas privadas de las Twitter, pero ellas no habían
posteado nada desde el tweet de Gabby esa tarde. Necesitaba más información
sobre ellas —algo concreto, claro. Pero había registrado el cuarto de Sutton, la
casa, su IPhone, las redes sociales, los dos lockers, y en todas partes donde había
pensado.
Laurel tomó el brazo de Emma y la guío por los estantes abarrotando casi cada
centímetro de la tienda. Horquillas, sombreros altos brillantes, mascaras de terror
y arañas colgando en la pared. La casa de los espejos hizo que el cuerpo de
Emma pareciera gordo o como un caramelo estirado. Como era de esperarse,
“Monster Mash” sonaba en el estéreo, y Drácula y su compañera de trabajo
—una chica alta metida en un corsé de cuero— se balanceaban siguiendo el
ritmo.
¡ Escuchen, chicas! —dijo Laurel brillante y radiante hacia Gabby y Lili—. Esto
podrá ser increíble.
—¡No hay problema! —Los ojos de Gabby parpadeaban como una serpiente
hacia Emma, luego de regreso hacia Laurel. Había un atisbo de sonrisa en sus
labios, como si estuviera tratando de contener una carcajada—. Todos sabemos
lo mucho que Sutton necesitara su auto de regreso.
—Sí, así ella podrá tener su puesto otra vez —agregó Lili en voz baja.
Un espeluznante escalofrío me atravesó.
Lili dirigió a Emma hacia su SUV blanca, la cual estaba estacionada en el
estacionamiento. —Vamos. Un pajarito me dijo que cierran el estacionamiento
a las seis.
—Pero... —protestó Emma, plantando firmemente sus pies—. No puedo ir hoy...
—Tonterías —dijo Lili apresuradamente—. No nos importa. Esto es lo que hacen
las amigas, ¿verdad?
—¡Ustedes son las mejores! —Laurel rebuscó dentro de su bolso las llaves del
auto—. ¡Habrá diversión con Floyd, Sutton!
Emma miró sobre su hombro a Laurel, era claro que la impotencia y el miedo
estaban escritas por toda su cara, pero Laurel fingió no darse cuenta de lo obvio.
Ella lanzó su bolsa amarilla Scare-O-Rama sobre su hombro y se deslizó dentro de
su Jetta.
Lili abrió la puerta de pasajero de su SUV con una reverencia. —Las damas
primero —dijo dulcemente, señalándole a Emma uno de los oscuros asientos del
interior. Emma vaciló, preguntándose qué pasaría si se echaba a correr.
—¿Qué pasa, Sutton? —bromeó Gabby, notando la renuencia de Emma—.
¿Estás asustada por entrar en la tienda de Halloween? ¿Miedo de que otra luz
vaya a caer sobre tu cabeza?
Emma tragó saliva, las palabras cortaron como cuchillos. Su corazón nunca había
latido tan rápido o tan fuerte. Pero se dijo a sí misma que las Gemelas no podían
G arret cerró la puerta del armario. Le tomó un momento a Emma para que
sus ojos se ajustaran a la poca luz. Por encima de su cabeza estaba un
compartimiento con pelotas rojas de goma para jugar quemados27. A su izquierda
estaban redes de futbol, delantales de hockey de campo, y palos extras de
lacrosse28. La pequeña habitación olía a rancio, como si hubiera estado cerrada
por un tiempo. Las más brillantes cosas en la habitación eran los cuernos de
vikingo de Garret, que despedían un misterioso e iridiscente resplandor.
—¿Qué es lo que quieres? —Emma preguntó, tratando de no estar demasiado
asustada. Este era sólo Garret, después de todo. Era inofensivo… ¿cierto?
De repente, encerrados en un oscuro armario y enfocada en lo blanco de los
dientes descubiertos de Garret, ya no estaba tan segura.
—Sólo necesito preguntarte algo, ¿de acuerdo? —La voz de Garret estaba
dolorosamente tensa. Dio otro paso hacia Emma, casi encajándola contra la
estantería detrás de ella—. ¿Qué es esto que he escuchado sobre ti saliendo con
otro chico?
—¿Q-qué? —Emma tartamudeó.
—No me mientas. —Garret sujetó una mano alrededor de la muñeca de Emma—
. He escuchado todo sobre eso. ¿Quién es él?
Sonaba tan certero, tan seguro de sí mismo. Alguien le había dicho sobre Ethan.
—¿De quién escuchaste eso? ¿De Nisha?
—¿Así que, entonces, es verdad? —El aliento de Garret olía a levadura y a dulce,
como a cerveza.
27 Es un juego popular infantil. El objetivo es lanzar la pelota a los adversarios, ya que cuando
un participante es tocado es expulsado del juego. Gana el equipo que logre sacar del campo
a todos sus adversarios.
28 Es un juego rápido entre dos equipos de diez jugadores cada uno usan un palo con una red
en la parte superior, para pasar y agarrar una pelota de goma con el objetivo de meter goles
embocando la pelota en la red del equipo contrario.
E mma giró y atravesó la multitud, desesperada por salir del gimnasio tan
pronto como sea humanamente posible. Una neblina roja nadó ante sus
ojos. Al carajo con seguir vigilando a las Gemelas Twitter. Necesitaba un poco
de aire.
Apenas sintió las manos presionando las puertas dobles o el aire fresco de la
noche en su piel. Todo lo que la rodeaba era el cruelmente hermoso cielo rosa
de Arizona. Los talones de los boletos arrancados llenaban la acera. La máscara
de gato que alguien había dejado tirada yacía apoyada contra un árbol. Un
bajo fuerte zumbaba del interior de la escuela, y de vez en cuando, se producía
un crujido ensordecedor de truenos falsos.
Hundiéndose en el banco más cercano al patio, Emma puso su cabeza entre
las manos. Había sido la única, después de todo, que podía poner un freno a las
cosas. Pero...
¿Samantha? ¿La chica que había hecho que la arrestaran? Era como una
bofetada en la cara.
Las puertas se abrieron, y la música del baile flotó hacia fuera. Cuando Emma se
volvió y vio a Ethan, fingió buscar algo en su bolso. —¿Dónde está tu cita? —no
pudo evitar soltar.
—Ella está... adentro. —Ethan permaneció de pie sobre ella por un momento,
esperando. Emma se había dejado caer en medio del banco, pero no pensaba
moverse para hacerle espacio a él—. ¿Estás bien?
Emma asintió con frialdad. —Sip. Bien.
—Te estaba buscando, pero no te vi con Madeline y los demás —dijo Ethan,
quitándose el sombrero de Robin Hood de su cabeza. Era un poco horrible, notó
Emma con satisfacción. Lo hacía parecer un elfo.
—Bueno, que tengas una noche agradable. —Emma sabía cuán perra sonaba,
pero no pudo encontrar en su corazón ser amable en estos momentos.
Los hombros de Ethan se desplomaron. —Mira. Creo que sé lo que te molesta.
32 Son una marca de pastillas para el aliento que ha existido desde el siglo diecinueve
M ientras el auto subía el Monte Lemmon, los cactus dieron paso a pinos de
hoja caduca y el aire se hizo más raro. El camino se curvaba sobre la ladera
rocosa, ofreciendo vistas impresionantes de la brillante Tucson debajo.
—¿Cuánto más alto estamos yendo? —preguntó Charlotte cuando pasaron otro
sitio de camping. Varios campistas estaban en el estacionamiento, y una familia
cocinaba hamburguesas en una de las parrillas públicas.
—Un poco más arriba —dijo Gabby, inclinándose hacia adelante entre los
asientos.
Finalmente, después de pasar otros tres miradores panorámicos y de hacer dos
giros equivocados que las obligaron a bajar en reversa, Gabby chilló,—¡Ahí está!
Madeline detuvo el auto en un estacionamiento de grava plana. Un pequeño
cartel de madera decía CAMPAMENTO. Otro marcaba SENDEROS, y el tercero
advertía CUIDADO CON LAS SERPIENTES DE CASCABEL.
Las chicas salieron y descargaron el equipo del asiento trasero. Habían subido
varios cientos de pies de altura, y el aire era cortante y frío. A Emma se le puso
la piel de gallina. Gabby se sacó la toga y se puso jeans y una sudadera con
capucha, y las otras chicas hicieron lo mismo.
—Probablemente también deberíamos ponernos zapatillas —instruyó Gabby,
tirando de un par de Nikes de su bolso—. Los manantiales están a más o menos
una milla de caminata de aquí.
—¿Vamos a hacer senderismo en la oscuridad? —barbotó Emma. Apenas podía
ver el sendero cubierto de maleza que se adentraba en el desierto. Un solitario,
sibilante viento hacia volar plantas rodadoras33 por el estacionamiento.
—Para eso están las linternas. —Gabby sacó una Maglite larga y plateada, lo
suficientemente pesada como para golpear fuertemente la cabeza de alguien.
Cuando presionó la llave a la posición de encendido, nada ocurrió—. Uh.
33 Las plantas secas arrastradas por el viento que pueden verse en las películas ambientadas en
paisajes desérticos.
El Sr. y la Sra. Fiorello llegaron, dejándome aterrorizada de que Lili vaya a decirles
qué realmente paso. Ella no lo hizo. En cambio, ella los agarro sollozando en sus
pechos. Ellos se sentaron a unas pocas sillas de nosotras, poniéndose nerviosos,
mirando a los libros sin pasar las páginas. La Sra. Fiorello tiene ruleros, y el Sr Fiorello
está vistiendo unos zapatos que lucen sospechosamente como pantuflas para ir
a la cama. Entonces de nuevo, son cerca de la una de la madrugada.
Cerca demedia hora de espera, Lili se para y se acerca a una de las mujeres
mayores detrás de gruesas gafas de vidrio. La Sra. Fiorello la sigue, el Sr. Fiorello
apoya su cabeza atrás en la silla y cierra sus ojos. Cuando la mujer le dice a Lili
que no puede ver a su hermana por quinta vez, Lili grita,
Laurel revienta en lágrimas, Madeline se saca con los dientes lo que queda de su
manicura. Charlotte sigue haciendo estas arcadas, hinchando sus mejillas como
si quisiera vomitar.
—Lo siento, les digo discretamente a ellas, sabiendo que todas privadamente
están pensando que soy una gran perra—. No sabía que esto podría…
Los ojos de Lili están redondos. —¿Ella está bien? ¿Pero por qué dijo que tuvo
convulsiones?
Se abría y cerraba la lapicera sin parar de hacer clicks, —Una convulsión puede
ser provocada por una infección, pero examinamos su sangre, y mostró no tener
signos de infección. Puede ser causado por un tumor cerebral, pero hicimos una
RM* para descartar esa posibilidad. Más que probable…
—¿Pueda una convulsión ser provocada por miedo? Lili preguntó. —¿Como si
alguien real, realmente la asustase? Ella se volteó y miró mordazmente hacia mí.
Yo me encogí un poco en mis zapatos.
—Eso es muy improbable, el doctor dijo. —Creemos que Gabriella tiene epilepsia.
Probablemente la ha tenido desde que nació, pero la enfermedad puede
permanecer inactiva mucho tiempo antes de manifestarse. Por qué eligió esta
noche para encabritarse esta cabeza fea, nunca lo sabremos.
Lili corre hacia Gabby y arroja sus brazos alrededor suyo, haciendo el somier
chirriar.
—Estoy tan contenta de que estés bien. Ella susurra, su vos sofocada por las
lágrimas.
Después de abrazar a sus padres, nos da una pequeña sonrisa. —Hey, chicas.
Yo muevo mi mano con desdén. ¿Las Gemelas Twitter haciéndome caer? Bien.
Ya no soy esa asustada niña necesitada de la sala de espera. Soy Sutton Mercer
nuevamente, la chica a la que todo el mundo mira hacia arriba. La chica a la
que todos temen. La chica que se sale con la suya con todo.
Todo el mundo se giró y miró hacia Emma, esperando por su respuesta. Su corazón
todavía estaba rasgueando rápido. Su sangre fluía con adrenalina. Hace solo
unos momentos, ella había creído que este era el final. Podía haber jurado que
Gabby y Lili eran las asesinas de Sutton y el caso estaba solucionado. Pero ahora,
todo parecía al revés. ¿Todo esto era solo una broma? ¿No había malicia, no
había venganza asesina? Su alivio se mezcló con la realización de hundimiento
de que una vez más, no tenía idea de quién había matado a Sutton.
Pero por primera vez en semanas, me relajé. Emma estaba segura, por ahora.
Gabby y Lili simplemente querían ser parte de nuestro grupo. Mi asesino estaba
fuera de allí, pero las cinco chicas que estaban paradas mirando fijamente a
Emma, pensando que ella era yo, no eran asesinas. Eran mis amigas.
Finalmente, Emma se enderezó y tomó un respiro profundo.
—Definitivamente me atraparon —admitió—. Fue una broma buena.
—Fue una broma sorprendente —concordó Charlotte—. ¿Cómo pensaron en
eso? ¿Tuvieron ayuda?
—Créanlo o no, la idea salió de nuestros pequeños cerebros —Lili apuntó justo
encima de su oreja—. Les hemos dicho un millón de veces, tenemos toneladas
34 Películas snuff: son grabaciones de asesinatos reales (sin la ayuda de efectos especiales o
cualquier otro truco. Su finalidad es registrar estos actos mediante algún soporte audiovisual y
posteriormente distribuirlas comercialmente para entretenimiento
B zzz. Bzzz.
Emma abrió sus ojos y miró alrededor. Estaba recostada en una bolsa de
dormir en el suelo del estudio de la familia Mercers. La luz azul de la televisión sin
sonido titilaba a través de la habitación, las bolsas y contenedores de comida
Tailandesa estaban tirados sobre la mesa de centro, y algunas copias desgastadas
de Us Weekly y Life & Style estaban boca abajo sobre la alfombra. La hora en
la caja de la televisión por cable decía 2:46 A.M. Charlotte, Madeline, y Laurel
dormían a su lado, y Gabby y Lili estaban en acurrucadas junto a la chimenea,
sus nuevas tarjetas de membrecía de Lying Game aún estaban sujetas en sus
manos.
Bzzz.
El teléfono de Sutton brilló al lado de la almohada de Emma. La pantalla decía
ETHAN LANDRY. Emma estuvo alerta de inmediato.
Emma se deslizó fuera del saco de dormir y fue hacia el pasillo. La casa estaba
extrañamente tranquila y oscura, el único sonido era el rítmico tic-tac del reloj
del abuelo en el vestíbulo. —¿Hola? —susurró ella en el teléfono.
—¡Por fin! —gritó Ethan en el otro extremo—. ¡Te he estado llamando toda la
noche!
—¿Uh?
—¿No recibiste mis mensajes? —Ethan sonaba sin aliento, como si hubiera estado
corriendo—. ¡Necesito hablar contigo!
Oh, ahora quieres hablar conmigo, pensó Emma, mirando por la ventana. Un
familiar auto rojo estaba estacionado en la acera. Ella dejó caer la cortina y tiró
de su camisa hacia abajo para cubrir su estómago. —¿Tú… tú estás afuera de la
casa de Sutton?
Hubo una pausa. Ethan suspiró. —Sí. Estado paseando en el carro, y vi el auto de
Madeline afuera de tu casa. ¿Puedes salir?
Sinopsis
Traducido por PaolaS
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