Está en la página 1de 110

INSTRUCCIONES Y ADVERTENCIAS ANTES DE LEER EL FIC:

En vista de que son unas cuantas, si no quiere leerlas, la síntesis es:


“Si empiezas a leer el fic, allá tú con las consecuencias te encuentres con lo que te
encuentres, así que luego no me llores. Aun así, te aconsejaría como mínimo que
leyeses, aunque sea en parte, los puntos 4, 5, 6 y 9, o lee lo subrayado. Pasa la hoja
hasta llegar al título”.

1.- Los personajes de este fic no me pertenecen, son propiedad de su autor y la


empresa que los distribuye. Sólo algunos de los personajes que salen en este fic, son
de mi creación por exigencia de guión, y son tan obvios que ni hace falta que los ponga
en un listado. Ya los irá descubriendo si finalmente decide leerlo. Además, algunos de
sus nombres son combinaciones de letras al azar, de modo que, cualquier significado en
a saber qué idioma, es casualidad.

2.- Mi único objetivo es entretenerme y no lo hago con ánimo de lucro, (si a alguno/a le
gusta el fic de paso, pues mejor para él/ella y si no, yo no soy responsable de que haya
perdido horas de su tiempo leyéndolo, porque aviso que es largo).

3.- Este fic es un A/M en toda regla, aunque salen los demás personajes, muy de vez
en cuando, por exigencias del guión (como en el caso de los personajes inventados).

4.- El género no es ni acción, ni aventura, ni nada por el estilo. Por decirlo de una
manera, se puede definir como empalagoso, porque romántico se queda muy corto. Al ir
escribiéndolo, hasta yo misma me daba cuenta de lo muy empalagoso que es y que
necesitamos una nueva palabra en el diccionario para definir esto. Si quiere saber si es
capaz de leerlo, coja una cuchara en copete de azúcar y cómasela. Si puede soportarlo,
creo que será capaz de leer este fic sin acabar odiando este género.

5.- Este fic se basa en una historia contada por uno de los protagonistas desde su
punto de vista y sentimientos. Existe otro fic con la misma historia pero desde el
punto de vista del otro protagonista, habiendo partes en común, y partes vividas sólo
por uno de ellos que ayudan a la resolución y comprensión de las situaciones (la historia
se complementa la una con la otra).

a) Si alguno decide leer sólo uno de los fics, que no me pregunte cuál debería
leer porque no sabría decirlo, puesto que lo he ideado como un fic en dos
partes (algunas partes están más completas en uno que en otro y eso
depende del personaje y la situación). De modo que, le aconsejaría esperar a
que un/a valiente y con mucho tiempo se lea los dos y deje un review
indicando cuál le ha parecido mejor.
b) Por si alguno se pone a leerlos, que no me pregunte qué es mejor: si leerlos
por separado de un tirón o leerlos simultáneamente, porque ni yo misma lo sé.
Cada forma tiene sus lados positivos y negativos. Por ejemplo: leerlos
simultáneamente le ayudará a comprender totalmente la situación que se va
dando, pero al leerlo dos veces, aunque sea desde distintos puntos de vista,
podría resultarle pesado o repetitivo, al leer lo mismo sin avanzar la historia.
Por lo que deberá elegir el método que más le convenga dependiendo de sus
gustos.

c) Para que vea que no le miento, le diré que al principio, los cogí con ganas los
dos, pero llegó un punto en que el desarrollo de la historia en mi mente iba
más rápido de lo que podía escribirlos y por eso se me hacía pesado tener
que escribir el segundo después, por lo que opté por terminar uno y luego
continuar el otro en base a ése, y modificándolo según veía que hacía falta.
Pero claro, mientras escribía el primer personaje, yo ya sabía más o menos
qué pasaba con el otro y entendía perfectamente porqué se daban ciertas
cosas sólo con un personaje, ventaja que sólo yo tengo hasta que los lea.

6.- La calificación de este fic es para adultos. Puesto que no es de acción ni demás, no
lo es por exceso de violencia, de modo que sí, es debido a la presencia de un lemon y
podría decirse que también a un lima – lemon (si lo lee, sabrá a qué me refiero). El
resto del fic que rodea el lemon es para +13 puesto que hay escenas que podrían herir
la sensibilidad de menores. Advertencias sobre las zonas lemon:

a) Si es menor de edad (según las leyes de su país) o es sensible a este tipo de


temática, no debe leer este fic, o al menos, la parte en la que va contenido.
Si lo hace, es bajo su responsabilidad y riesgo.

b) La zona lemon está debidamente señalada por lo que no se sorprenderá


leyéndolo de repente, a parte de que se ve venir. Si no quiere leerlo, no se
preocupe, las acotaciones las he colocado de manera que los párrafos
anteriores y posteriores puedan continuarse sin perderse gran contenido
argumental.

c) El carácter del lemon es XXX, es decir, es muy explícito y de bastante


duración (unas cuantas páginas). No sé si será porque lo he escrito yo, pero
es un lemon paradójico, ya que siendo muy explícito, si lo que busca es
ponerse... (bueno, creo que sabe a qué me refiero), no lo conseguirá. También
podría ser porque explico sus sentimientos en el proceso.

d) El hecho de que sea XXX, no indica que esté escrito con mal lenguaje,
simplemente, los personajes disfrutan mucho durante largo tiempo.
7.- Al no ser la creadora de estos personajes, podría encontrar diferencias en las
personalidades de los personajes. Además, se van modificando a lo largo del fic. De
modo que, si es muy estricto con esto, a parte de que pocos fics habrá leído (por no
decir que ninguno), no debería leer éste.

8.- He introducido en el fic algunos vocablos japoneses aunque, si bien es cierto que a
veces queda bien y resulta curioso enterarse de lo que significan, otras se abusan de
ellos y, por lo menos a mí, me acaba siendo algo pesado. Por eso, los que he utilizado
son contados y muy posiblemente, aunque no haya leído muchos fics antes, sabrá qué
significan. Me refiero a los honoríficos y a alguna palabra muy aislada. De todos
modos, sólo los he utilizado porque así se manifiestan en los fics de los demás. Yo soy
española y cuando hice este fic, sólo había visto el anime, en el cual, en el doblaje, no
se ha tenido en cuenta todos esos tratos de respeto entre los distintos personajes y
sólo me enteré de ellos al leerlos por los fics. Además, no los he traducido al
castellano porque, al menos en mi entorno, se utilizan en contadas ocasiones como en el
trabajo y cosas así, por lo que me suenan tan mal que prefiero ponerlos en japonés a
los que ya me he acostumbrado. El fic esta castellanizado, porque dudo mucho que las
expresiones que utilizo las digan en Japón y mucho menos en aquella época, así que
está avisado.

9.- Argumento: se trata de la vida de los protagonistas después de donde lo deja el


anime. No hay mucha intriga ni emoción, (más que al principio y algo al final debido a
enredos románticos), pues la historia se basa en las distintas situaciones que van
viviendo en su relación los protagonistas, hasta donde lo dejo al final del fic. Aviso que
la historia no te deja con ansias de seguir leyendo porque lo he decidido yo así, de
forma que pueda “desengancharse” cuando quiera de la historia (bueno, quizá los
primeros capítulos). Con esto me refiero a que un capítulo no termina, por ejemplo, con
la incógnita de si el personaje muere o no, o por lo menos, yo creo que no lo dejo con
ese tipo de suspense, pero debo admitir que soy muy rara y lo que a mí me parece no
tener suspense, lo tenga para alguien en concreto... quién sabe. No sé si se me
entiende lo que quiero decir.

10.- Respecto al punto anterior, aviso que no he visto el OVA final de Rurouni Kenshin
y tampoco tengo intención de verlo porque RK me gusta mucho y me niego a ver
semejante final. Sólo sé en esencia lo que pasa con los personajes de Tokyo, y que por
cierto, sólo he mencionado un aspecto porque lo demás de ese OVA me parece un
crimen contra la humanidad e intento olvidarlo, pero no sé nada respecto a los
personajes de Kioto. Es decir, que lo que os encontraréis aquí no tiene nada que ver
con el final original e incluso, el mismo argumento (la pareja A/M) podría diferir de la
idea original del autor, pero esta pareja me gusta mucho y por eso he hecho este fic.
11.- Por último, si ha leído hasta aquí, no se asuste por la forma en la que he redactado
las advertencias siendo tan puntillosa, pero es que no quiero que luego me vengan con
que no había avisado esto, ni dicho lo otro.
Ejemplo: “oye, que es demasiado romanticón y no me gusta... ”, pues recibirá de vuelta
un “haber leído el punto 4 y no sólo la síntesis” .

Y si me he olvidado algo de lo que se ha dado cuenta, me lo dice que sigo con el listado,
porque la verdad, sólo de pensar la cara que debe de tener la persona que haya leído
esto, me anima a poner más puntos y seguir divirtiéndome con ello.

* Como información al lector: debido a que soy una persona que sólo lee los fics cuando
ya se ha escrito el último capítulo (una mala experiencia con uno que no se terminó y,
aunque el hombre es el único animal que tropieza con la misma piedra, yo soy mujer y
no me vuelvo a tropezar... lo siento por los hombres, chiste fácil), le aviso que éste ya
está terminado (como se habrá dado cuenta si ha leído los puntos anteriores) y no
corre riesgo de quedarse por la mitad (al menos que me pase algo) si no recibo tantos
reviews por capítulo (no pretendo que nadie se dé ni por ofendido ni por aludido, cada
uno es muy libre de hacer lo que quiere y no esforzarse ni perder su tiempo si siente
que es en vano, pero precisamente por ello, yo soy libre de leer sólo los fics
terminados).

** Si he publicado este fic, es porque leí por ahí que alguien decía que se necesitaban
más fics de la pareja A/M, así que aquí hay otro aunque no le guste. Este fic no tenía
pensado publicarlo, era para uso personal, así que no esperaba reviews que me
incitasen a continuar. Pero si alguien quiere dejar reviews, tanto para bien como para
mal, bienvenido sea, siempre y cuando no sean virus.

Bueno, y sin más le dejo con el fic. Si ha leído todos los puntos y todavía
quiere seguir leyéndolo, ¡enhorabuena! Habría que concederle la medalla al
valor o hacerle un monumento por su fidelidad a leer los fics de la gente.
Si no los ha leído y va a ciegas con este fic y su fic complemento... es un
imprudente porque podría salir escaldado...

“El que avisa no es traidor... ”

*************************
UN GIRO INESPERADO: AOSHI

FORMATO DE ESCRITURA:

- Texto normal.
- Diálogos.
- Cartas y “conciencia o pensamientos directos”: no sé cómo explicar esto, pero
cuando lo vea, sabrá a qué me refiero.

*************************

Capítulo 1: Una mala noticia.

Sangre por todos sitios y mis amigos muertos tirados en el suelo. Con esta imagen me
volví a levantar otro día más. Por más que el tiempo pasara no se me quitaban estas
pesadillas y, día sí, día también, me despertaba angustiado y sudoroso por recordar los
últimos momentos con vida de mis compañeros.

Me levanté y me acerqué a la ventana. Todavía era muy temprano y dudaba que alguien
se hubiese levantado ya. Aun así, salí de mi cuarto y me dirigí al patio a tomar un poco
el aire.

Vi a Omasu salir, supuse que a hacer las compras temprano y evitar así la algarabía de
gente después cuando hubiese avanzado más el día. También vi a Okon dirigirse a la
cocina y fui tras ella. Sería bueno desayunar ahora que todavía la gente seguía
durmiendo. Entré en la cocina y Okon me saludó.

Okon: Buenos días, Aoshi – san. ¿Desea desayunar?

Sólo asentí con la cabeza y salí al salón donde me senté mirando al patio. Era un día
soleado de verano o al menos iba a serlo porque no había ninguna nube alrededor y
seguramente haría mucho calor como en días anteriores. Menos mal que en el templo
corría la brisa y había una buena sombra, allí se estaba muy bien. Después, Okon me
llamó, tenía mi desayuno listo. Me dirigí a la cocina y desayuné en la mesa que había.

Okon seguía a sus cosas, entrando y saliendo de la cocina. Empecé a oír puertas
abriéndose y cerrándose por lo que los habitantes del Aoiya debían estar levantándose
ya. Okon volvió a entrar y se puso a hacer el desayuno de los demás. Terminé, dejé los
platos en el fregadero y me dispuse a marcharme de vuelta a mi habitación.
Okon: ¿va al templo, Aoshi – san?

La miré, no solían preguntarme a dónde iba, lo cierto es que, a parte de Okina, Misao y
Kenshin, no hablaba con nadie más, sólo lo necesario. Me giré.

Aoshi: no.
Okon: eso pensaba, Okina me dijo que hablaría con vosotros por la mañana.

¿A quiénes se refería? Pensé que Okina me requería para algún tipo de encomienda,
¿acaso iría acompañado?

Aoshi: ¿nosotros?
Okon: sí, con Misao y usted.

Iba a preguntarle qué sabía del asunto cuando entró Omasu con unas bolsas de
compras en las manos y las dejó en la mesa.

Omasu: bueno... ya está todo hecho. Apenas había alguien por las calles así que
nos evitamos las colas y el calor que hará luego, jeje.

Se llevó una mano a la frente y algo brilló.

Okon (asombrada): Omasu, ¿es un anillo lo que llevas en la mano?


Omasu (sonriendo): SI, (mostrándoselo): ¿te gusta?
Okon: ¡¡¡¡¡AAAAHHHHHH!!!!!
Omasu: ¡¡¡¡¡ssshhhh!!!!! ¿te has vuelto loca? Vas a despertar a todo el vecindario.
Okon (emocionada): pero Omasu... ¡te vas a casar...! ¿qué importa que se
despierten todos los vecinos si es por una noticia así, eh? No todos los días se
promete una... ¡¡¡¡¡FELICIDADES!!!!!
Omasu: gracias... estoy más contenta...
Aoshi: felicidades Omasu.
Omasu: ¿ehh? Oh... gracias, Aoshi – san.

Después, Okon la cogió de las manos y se pusieron a dar saltitos hablando de todo lo
que tenían que preparar. Hasta que una voz las interrumpió.

Misao: ¿Estáis bien?

Misao había entrado y me giré a verla. Me quedé de piedra, sentí que todavía estaba
soñando y por fin, no era una pesadilla. Ella estaba en la puerta con las kunais en sus
manos dispuesta a atacar al primero que se cruzara, hasta ahí todo bien. El problema
era que parecía venir del baño porque su pelo largo y mojado le caía por la espalda y
hombros. Además, su yukata estaba pegada a su cuerpo por el agua y... se podría decir
que prácticamente había entrado desnuda a la cocina.

Okon: ¡¡¡Sí Misao, mira!!!!

Por lo que a mí se refiere, estaba a punto de darme un infarto, y aunque lo disimulaba,


algo se me tenía que estar notando, seguro. La miré intentando grabar cada milímetro
de su cuerpo en mi mente y retinas aun sabiendo que no debería hacerlo, pero... puede
que no lo parezca, pero uno es humano y... también hombre.

A Misao se le notaban los pechos perfectamente debajo de la yukata que se pegaba a


su cuerpo mostrando una figura perfecta. Siguiendo para abajo, su estrecha cintura
poco a poco se iba ensanchando dando lugar a sus caderas y sus piernas perfectas por
las que corrían dichosas gotas de agua. Sí, sabía que ya las había visto antes por sus
trajes ninjas, pero esta visión en conjunto era muy distinta... demasiado. Enfrente de
mí se había encarnado la belleza en forma de mujer... Misao... “no deberías
presentarte así delante de mí porque podría perder el poco autocontrol que tengo
cuando estás a mi lado”.

Misao siguió adelante y cogió la mano de Omasu que Okon le estaba enseñando.

Misao: ¡¡¡Es precioso, Omasu!!! ¡¡¡FELICIDADES!!!


Okon: Misao... tu yukata...

Noté que Okon me miraba y rápidamente me quité mi camisa para ponérsela a ella.
Misao observaba su cuerpo y se puso muy roja. Me acerqué y la tapé.

Misao: no... no me había dado cuenta...


Aoshi: deberías tener mas cuidado, Misao.
Misao: s... sí, gracias Aoshi – sama.

Debería darme un baño de agua muy fría porque las cosas con ella que se me estaban
pasando por la mente en ese momento, habrían escandalizado a cualquiera. Por suerte,
Omasu volvió a hablar y devolverme un poco de cordura de nuevo.

Omasu: gracias, Misao, estoy muy contenta... al fin voy a casarme con el
hombre que amo...
Misao: ya quisiera yo también casarme... (suspiro). Una casada y la otra a
punto, Kaoru también se casó con Kenshin y... bueno, aunque Megumi no lo haya
hecho todavía, se ve que está muy feliz con el cabeza de pollo y que pronto lo
hará... sólo quedo yo...
Omasu: no te preocupes, ya te tocará...
Okon: sí... quizás...

Algo había dicho después que no llegué a entenderle bien, sonaba como “esta noche, no
sé qué”... ¿qué iba a pasar esta noche? Los demás entraban en ese momento por la
puerta.

Okina: ¡Ehh! ¿A qué viene ese escándalo?... ¿Misao...? ¿Aoshi...?, ¿qué demonios
hacéis así?

No dije nada. Pensé en la situación: mi torso al descubierto y Misao empapada y con mi


camisa. Yo habría hecho la misma pregunta.

Misao (roja): no es nada, Okina... es que... verás... yo... salí de...


Okon: ¡¡¡Omasu se casa!!!
Todos: ¿en serio?

Todos se pusieron alrededor de Omasu felicitándola y abrazándola, pidiéndole que les


explicara cómo había sido todo. Misao desapareció del lugar. Después de calmarse el
ambiente, Okina se me acercó y me dijo que quería hablar conmigo y Misao después
del desayuno, que estaría en su habitación.

Subí a mi habitación con la imagen gravada a fuego en mi mente y vi que salía de ella
una ya vestida Misao. No creía que me hubiese visto, entré y vi mi camisa doblada
sobre mi futón. La cogí, estaba algo húmeda después de haber estado cubriendo el
mojado cuerpo de... otra vez esa imagen. Temí que ya no pudiera volver a ver a Misao
de la misma forma, y no me refería a verla como la mujer que ella se empeñaba en
decir que era. Eso ya lo sabía y desde hacía tiempo, para mi desgracia. El deseo y la
lujuria me recorrían el cuerpo, de una forma todavía más intensa de la que ya lo
hacían, sólo de pensar en esa imagen. Tenía miedo de que la próxima vez que la viera,
no pudiera contenerme y me abalanzara sobre ella.

Me senté en mi postura de meditación y me puse a pensar como lo hacía todos los días.
Desde hacía tiempo, la mayoría de mi meditación la pasaba pensando en ella y algo me
decía que a partir de ahora, ese tiempo se convertiría, si no era en un 100%, en un
99,9%.

Todo esto empezó a ocurrir desde la boda de Kenshin Himura y Kaoru Kamiya. Fue allí
donde, en una charla con él, me abrió los ojos.

******************** Flash Back ********************


Misao y yo habíamos ido una semana a Tokyo invitados a la boda de estos dos. Los
demás se habían quedado en el Aoiya, no podían cerrar el restaurante por tanto
tiempo.

Durante esa semana todo fue normal: los preparativos, los arreglos, los invitados que
fueron llegando... todo. La boda también transcurrió sin mayor problema... excepto por
la celebración que hubo después. No es que pasara nada que lo estropeara, más bien al
contrario, todo fue muy ameno (o por lo menos la gente se divertía).

Me había apartado de la fiesta y la seguía sentado al pie de un árbol. Pero algo no me


dejaba tranquilo. Después de mucho batallar, Kaoru y Megumi habían conseguido una
promesa por parte de Misao de que, para la boda, se dejaría arreglar como se merecía
la ocasión e iría con un kimono. Y lo cierto es que se arregló... y muy bien, estaba
preciosa. Pero hasta aquí todo bien si no fuera porque no fui el único que se dio cuenta
de eso. A la boda habían venido muchas personas del barrio conocidos de la pareja y a
estas alturas de la fiesta, a Misao ya le habían entrado 4 chicos que, muy
educadamente, ella había despachado.

Por supuesto, yo estaba más que molesto pero como siempre me convencía diciendo
que era porque, como su tutor, debía velar por su seguridad y que ninguno de esos
tipos se aprovechara de ella.

Alguien se sentó a mi lado, era Kenshin.

Kenshin: ¿te aburres?


Aoshi: ...

Ni me inmuté, seguía mirando a Misao a la cual ya le estaba entrando el 5º chico de la


noche.

Kenshin: deberías pedirle bailar y si acepta, evitarás que los demás se le


acerquen.

Aparté mi vista de Misao por un momento para mirar a Kenshin que sonreía de forma
pícara. Su cara y el tono que había utilizado me hizo sentir que esa frase iba con
segundas... algo así como: “deberías decirle que la quieres y si te corresponde, nadie
te la quitará”. Sin embargo, me hice el desentendido.

Kenshin: ¿y bien?
Aoshi: no quiero bailar.
Kenshin: bueno... pero luego no te molestes si alguno lo consigue.
Aoshi: no me molesta, ella puede bailar con quien quiera.
Kenshin: seguro...

Otra vez ese tonillo, ¿qué pretendía? Volví a mirar hacia Misao... también había
despachado a éste.

Aoshi: Battousai...
Kenshin (sonriendo afectadamente): ¿ni el día de mi boda vas a darme tregua?
Aoshi: ...
Kenshin: ...
Aoshi: Himura... ¿pretendes decirme algo?
Kenshin: si todavía no te has dado cuenta... puede que sí.
Aoshi: ...
Kenshin: deberías decirle a Misao lo que sientes por ella.

Aparté otra vez la vista de Misao para posarla en Kenshin.

Kenshin: decirle que la amas.


Aoshi: no la amo, sólo es mi protegida y me preocupo por ella.
Kenshin: Aoshi... yo también he pasado por eso y tienes los mismos síntomas...
(mirando a Kaoru): Crees que lo haces porque se ve indefensa y frágil aunque no
lo sea, y eso no es más que una excusa para acercarte a ella y seguir sus
movimientos. Después viene lo que te pasa ahora.
Aoshi: ...
Kenshin (mirándole): celos.
Aoshi: no tengo celos, ya te he dicho que sólo me preocupo por ella. No quiero
que ninguno le haga daño, no es más que una niña.
Kenshin: ¿de verdad lo piensas o sólo lo dices como un pretexto para
convencerte?
Aoshi: ¿convencerme de qué?
Kenshin: mientras pienses que es una niña, verás lejano el día en que pueda venir
un hombre reclamándola como mujer y te la arrebate, y así, vives más
tranquilo... aunque no creo que eso sea del todo cierto.

Me quedé mirándolo por un momento volviendo al debate de siempre: mi conciencia me


decía que eso no era cierto, ella era una niña y mi protegida, pero mi corazón gritaba
que, finalmente, la batalla que luchaba contra mi conciencia la había ganado dándole la
razón y que incluso otra persona se había dado cuenta: Kenshin, de modo que alguna
razón debía estar mostrando.

Era cierto, me aterraba la idea de perderla ahora que la había descubierto y me


proporcionaba la paz y el consuelo que mi alma necesitaba. Sin su alegría, posiblemente
me habría hundido en lo más profundo de mis oscuros recuerdos y pensamientos. Se
podría decir, que era mi único soporte a la vida. Y me daba rabia que Kenshin, otra vez,
hubiera sido el que me abriese los ojos1.

La volví a mirar, estaba contándoles algo divertido a Kaoru y Megumi porque las dos se
reían sin parar, seguro que era alguna anécdota del Aoiya. Era un ángel entre todas
aquellas personas, con su fuerte espíritu y desbordante vitalidad. Y sin embargo yo...

Aoshi: no puedo hacerle eso, Kenshin...


Kenshin: ¡¡¡orooo!!! En verdad he tenido que ayudarte: he pasado de Battousai a
Himura y de Himura a Kenshin en una sola conversación.

Quería matarle, yo hablándole de un tema tan serio como éste y él me salía con sus
tonterías. Se lo dejé patente con una de mis miradas fulminantes.

Kenshin: perdona, pero es que no sé a qué te refieres con eso y me salí por la
tangente.
Aoshi: Misao es demasiado... activa. Es alegre, impulsiva, cariñosa, amable... y
yo sólo la amargaría con mis penas y hermetismo. Si consiguiese tenerla a mi lado
no podría hacerla feliz.
Kenshin: eso debería decidirlo ella, ¿no crees?
Aoshi: además, es mucho más joven que yo y...

Caí en cuenta de con quién estaba hablando y no tardé en oírlo.

Kenshin: te recuerdo que la persona con quién estás hablando se acaba de casar
con una mujer 12 años más joven. En ese aspecto, incluso estás mejor que yo.
Aoshi: ...
Kenshin: ¿sabes? En este tema nos parecemos mucho, los dos hemos sufrido un
pasado sangriento para volver a ver la luz de la mano de dos mujeres jóvenes. La
diferencia entre tú y yo, es que yo he decidido ser egoísta y quedarme con ella
para ser feliz aunque no lo merezca, y privarle a otro de ella aun siendo éste
más digno que yo. Pero sólo quiero verla feliz y si ella lo es a mi lado, mejor
para mí.

Me quedé pensativo, nunca pensé que Kenshin tuviera ese tipo de razonamientos y
menos confesarlos tan abiertamente. Pero quizás, él tenía razón. Sin embargo, seguía
teniendo dudas. Para mí el tema de la edad era un obstáculo bastante grande que se
incrementaba con el hecho de que había sido su tutor de pequeña: sus padres me la
habían confiado para cuidarla y protegerla. Si bien es cierto que durante 10 años no
había estado con Misao, desde que llegué había retomado esta responsabilidad con

1
La primera vez es cuando le hace recapacitar sobre su vida y que vuelva al Aoiya.
ella. Kenshin había salvado este punto de la edad, pero no contaba con un factor como
ése.

Kenshin hizo un gesto con la mano y miré a quién se lo dirigía. Kaoru le llamaba para
que fuera a su lado. Lo cierto es que los dos estaban muy felices y cierto sentimiento
de envidia apareció en mi pecho.

Kenshin: Piénsalo Aoshi... yo me voy, gracias a mi egoísta decisión, con la mujer


que me proporciona una nueva vida.

Y ahí me quedé, pensando sobre lo que habíamos hablado...

******************** Fin del Flash Back ********************

Volvimos a Kioto y, después de mucho meditar, decidí que si veía alguna posibilidad de
que ella me amara, le comentaría acerca de mis sentimientos. Por eso comencé a
observar sus pasos detenidamente, sus reacciones en mi presencia, sus actos,... todo.
Sin embargo, mis esperanzas poco a poco se esfumaban. Llegué a la conclusión que el
trato que ella tenía conmigo era más propio de una hija que intenta conseguir la
aprobación y el orgullo de su padre, que el de una mujer intentando contentar a un
hombre.

Y recaí en el mismo círculo de antes. Mi conciencia retomó su lugar en la batalla


ganando rápidamente posiciones sobre mi corazón. Supuse que mis ganas de evitar
sufrimientos eran un aliciente más que poderoso para avivar la fuerza de mi
conciencia. Y mi corazón se rindió esperando tiempos mejores, tiempos que poco a
poco fueron llegando porque con cada día que pasaba, Misao se ponía más hermosa y,
con cada minuto que pasaba, mi conciencia también lo notaba e iba perdiendo fuerza.

Y aquí me encontraba ahora, con la batalla totalmente ganada por mi corazón desde
hacía tiempo y sufriendo en silencio por ello. Ni siquiera mi conciencia podía ayudarme
ya, también se había rendido a Misao y la muy traidora conciencia se había unido a mi
corazón enemigo que sólo pretendía hacerme sufrir por un amor imposible... Misao...
otra vez su imagen incrementando mi deseo por ella y mi sufrimiento por no tenerla.

Abrí los ojos, parte de la mañana ya había avanzado y seguramente ya habrían


terminado de desayunar. Me levanté en busca de Misao y la encontré en la cocina.
Hablaba con Osamu que tan contenta le contaba su pedida de mano y lo feliz que ahora
estaba. Mientras, Misao con los ojos brillantes la escuchaba con suma atención.
No quería interrumpirla pero Okina nos había llamado y no quería hacerle esperar.
Misao sólo me siguió sin decir nada. Llamé a la puerta y entramos. Okina nos esperaba
sentado en el centro de la habitación con una taza de té enfrente y un semblante muy
serio. Algo iba mal, por alguna razón mis sentidos me decían que esto no se trataba de
ninguna misión. Okina se podía poner serio cuando quería pero esto era distinto,
incluso podría atreverme a decir que estaba... ¿frustrado?

Sí, definitivamente algo iba mal, y el hecho de que Misao estuviera, me indicaba que
tenía que ver con ella.

Okina: os he llamado por algo muy importante que te incumbe a ti, Misao... y por
tanto, también a ti, Aoshi, puesto que eres su tutor.

Lo sabía, Misao era la implicada pero... ¿de qué demonios iba todo esto?

Okina: verás, Misao, eres la Okashira del grupo y como tal tienes ciertas
responsabilidades.

Levantó la mano para impedir que Misao le interrumpiera, que era lo que estaba a
punto de hacer. Ella, sin más, le dejó continuar.

Okina: déjame terminar, ya me está costando decirte esto como para que
también me interrumpas. No te estoy diciendo que lo estés haciendo mal, ni
mucho menos, lo cierto es que estoy muy orgulloso de ti, has superado todas mis
expectativas y de estar tus padres vivos aún, también ellos te lo habrían dicho...
Misao (confundida): ¿entonces? No entiendo...
Okina: Misao... estás a punto de cumplir 20 años y debes casarte.

Esto estaba yendo mal, definitivamente, muy mal. ¿Qué pretendía hacer Okina?
¿Obligarla a que escogiese a alguien? ¿O acaso ya le había buscado algún prometido?
Esto no me gustaba, evidentemente, ese hombre no iba a ser yo y eso me estaba
creando una angustia indescriptible.

Misao (perpleja): ¿qué... qué has dicho?


Okina: he tenido mucha paciencia contigo porque te quiero, eres mi nieta y no
quiero que sufras. Deberías haberte casado cuando cumpliste los 18 años y haber
tenido descendientes, pero no lo has hecho, y no puedes pasar de los 21 sin
hacerlo... digamos que es una fecha límite cuando se trata de la Okashira.

Hizo una pequeña pausa, supuse que era para que Misao asimilase todo lo que le estaba
diciendo.
Okina: Puesto que no has encontrado a alguien con quien casarte, te he buscado
algunos pretendientes de otros grupos ninjas y te he concertado entrevistas con
ellos para que los conozcas y decidas cuál te conviene. Esta noche se ha
preparado una cena en la que estará el primero. En mi opinión, es el que mejor te
iría, pero yo te he buscado algunos más para no limitar tus opciones. Tienes
hasta el día de tu vigésimo cumpleaños para encontrar a alguien o tendrás que
decidir entre uno de ellos. Así tendremos un margen para preparar todo como
debe ser antes de que cumplas 21 años y deseamos que para entonces ya esperes
a tu primer descendiente.

No tenía un espejo para verme y daba gracias de que Okina y Misao estuvieran
concentrados el uno en el otro, porque esta vez mi cara tenía que decirlo todo. Mi alma
se estaba haciendo añicos y además muy pequeños. Misao cumplía años en apenas 2
semanas y entonces la vería irremediablemente amarrada a otro hombre que no era yo
y encima... Okina interrumpió mis pensamientos.

Okina: ¿no tienes nada que decir?


Misao (a punto de llorar): yo no quiero casarme, no me hagas esto, por favor...
Okina: yo no te estoy haciendo nada, a los 21 años tienes que estar casada, las
cosas son así y como Okashira debes...
Misao: pero mi padre me tuvo siendo más mayor y nadie le dijo...
Okina: pero tu padre era hombre y tú eres una mujer. Está mal visto que la
Okashira de un grupo ninja sobrepase cierta edad siendo soltera y sin
proporcionar descendientes, y lo sabes.
Misao: pero, ¿no se puede esperar más? ¿tiene que ser ya?
Okina: la fecha no la hemos estipulado nosotros, Misao. Viene de antaño y dice
bien claro que, si un grupo ninja está liderado por una mujer, ésta deberá
casarse y tener descendientes a la edad de 18 años, con una fecha límite de 21
años, en caso de no haberse podido dar antes. Si aún no estás casada es porque
he interferido en ello, pero ya no puedo hacer más por ti, hija. Debes cumplir
con la tradición.
Misao (suplicante): por favor...
Okina: entiéndelo...
Misao: ...
Okina: Aoshi, ¿tú no tienes nada que decir?
Aoshi: ...

¿Qué demonios iba a decir? “¿No, Okina, no puedes casar a Misao porque la quiero
para mí y mataré al que se le acerque?”. Pero algo tenía que decir, por algo estaba allí.
Así que volví con lo de siempre.

Okina: ¿Aoshi?
Aoshi: Okina... deberías volver a hablar con los demás, Misao es demasiado
joven todavía para...
Misao (furiosa): ¡¡¡Por Dios, Aoshi!!! ¡¡¿¿Todavía sigues con ésas??!! Ya no soy una
niña, hasta Okina está diciendo que debería estar casada desde hace dos años,
¡¡pero tú no te enteras!! ¡¡¡¡Da igual el tiempo que pase, ya puedo tener 50 años y
nietos que tú seguirás diciendo que soy demasiado joven!!!!

Y se marchó llorando. Esto sí que no lo esperaba, me gritó, pero no como las otras
veces que más bien eran simples recriminaciones. Estaba furiosa y olvidó todas las
formas de respeto que solía tener hacia mí. Se había dirigido directamente
hablándome de tú y olvidando el Aoshi – sama que la caracterizaba. No es que eso me
importase mucho, siempre había querido que me hablase con más familiaridad, pero me
dolía el momento en que lo había hecho. Me mostraba su rabia y enfado hacia mí y no
podía culparla. Yo era su tutor, como su padre, y en vez de ayudarla e intentar
interferir de una forma más contundente impidiendo tajantemente esto, simplemente
me había limitado a decir que era joven.

Aoshi: ¿para qué querías que viniese si ya está todo decidido?


Okina: como tutor debías enterarte de la nueva situación de Misao. Además,
necesito que la ayudes a escoger.

¿Se había vuelto loco? ¿encima tenía que escoger al futuro marido de Misao? ¿el
hombre que me la arrebataría y me restregaría que era él quién la tenía y no yo? Por
encima de mi cadáver.

Okina: sí, Aoshi. Ahora está muy dolida y es posible que no distinga bien quién la
merece más, debes asesorarla en esto, quiero que esté lo más cercanamente
posible de la felicidad, ¿tú no?

Me miraba con un brillo extraño en los ojos, como esperando una contestación por mi
parte a otra pregunta que no había formulado y que yo no sabía. Pero mi corazón no
estaba dispuesto a pasar por eso, y lo sentía mucho por ella, pero yo no creía tener la
fuerza necesaria para no derrumbarme eligiéndole marido.

Aoshi: yo no soy el más indicado para esto, es Misao la que debe decidir con
quién quiere convivir.
Okina: tú sólo ayúdala, por favor. A ti te hará más caso.

No sabía por qué lo hice pero asentí. Supuse que por formalismo porque en mi interior
me hervía la sangre y la ira me recorría.
Okina: por cierto, como tutor de Misao debes ir también a la cena. Será aquí, en
el Aoiya, y estaremos el candidato y su padre, Misao, tú y yo.

Volví a asentir. Salí de la habitación directo al templo, si encontraba a alguien en


medio podría sufrir las consecuencias de esto, así que era mejor alejarme hasta que
me tranquilizase.

Pero lejos de esto, lo único que hacía era torturarme más. Mis pensamientos me
llevaban una y otra vez al mismo sitio, el Aoiya, donde la mujer de mis sueños sufría
por una mala jugada del destino.

Se iba a casar... Misao se iba a casar con otro... sería otro el que se llevaría sus
sonrisas, conviviría con su alegría y vitalidad, sería cuidado por ese ángel que siempre
daba lo mejor de sí misma para los demás y... la imagen de esta mañana por enésima
vez pasó por mi mente para torturarme... yo ya no la tendría... serían otras manos las
que tocarían su suave piel, otros labios los que la saborearían y sería otro hombre el
que la haría suya... sería la madre de sus hijos y no de los míos...

Me sorprendí con este pensamiento a mí mismo. A estas alturas de mi vida todavía no


había pensado en la posibilidad de tener mis propios hijos, pero ahora que lo pensaba,
tenía bien claro que la quería a ella como la madre de ellos... Misao...

Por primera vez en tantos años quería llorar, noté que mis ojos se humedecían pero no
llegaban a derramar lágrimas. Ni podía hacerlo ni quería permitirlo. Me estaba
derrumbando y no sabía cuánto podría aguantar esta situación. Deseaba irme lejos, lo
más lejos que pudiera e intentar superar esto sólo con su recuerdo y no también con
su presencia que ahora me dolía tanto...

Pero no podía, le había dicho a Okina que estaría aquí para ayudar a Misao y se lo
debía. Durante muchos años estuve lejos de ella sin apoyarla y cuidarla, era hora de
cumplirle y... ¿qué mejor que con algo que cambiaría toda su vida radicalmente? Debía
sacar fuerzas de donde fuese, por ella... para hacerla lo menos desgraciada que
pudiera.

Estaba anocheciendo y curiosamente no había comido. Tampoco me sorprendió tanto.


Misao era la que me traía la comida todos los días pero dudaba que estuviera en
condiciones de andar pensando en eso. Ningún otro componente del Aoiya había
aparecido sustituyéndola y... tampoco me sorprendía. La noticia ya debía haber
recorrido el Aoiya y posiblemente medio Kioto, los ánimos no debían estar como para
andar acordándose de mi comida y habrían pensado que, si tuviese hambre, ya bajaría
por mí mismo.
Pero no bajé, me había pasado todo el día sumergido en la mayor de mis pesadillas y
aunque me hubiesen traído la comida, ni habría probado bocado. Lejos de tener
hambre, el pensar en la cena de esta noche me revolvía el estómago.

Decidí que ya era hora de volver al Aoiya, debía prepararme para la cena, así que me
levanté y me fui del templo. Al llegar encontré a un Okina bastante preocupado y
triste. Me acerqué y le saludé. Cambió la expresión de su cara, a una seria que no
mostraba lo que sentía. Esto le tenía que estar doliendo, él quería a Misao y lo último
que querría era verla infeliz, pero no debía demostrarlo.

Todo esto no tenía que ser cosa de él. Juraría incluso que si fuera por él, habría
mandado al demonio el honor de los Oni con tal de que su pequeña Misao consiguiera
ser feliz, pero él no tenía la última palabra.

Seguramente habría hablado con los siguientes en mando a Misao que estaban más
lejos de aquí supervisando que todo se desarrollase con normalidad. Personas que no
estaban ligados a Misao de la misma forma que nosotros y que sólo pensaban en el
honor de los Oni, aun a expensas de la felicidad de la Okashira. Al fin y al cabo, ¿qué
esperaba? Los matrimonios concertados estaban a la orden del día en nuestra época,
no era tan extraño, pero dolía ver el problema tan de cerca.

Okina: deberías prepararte. Después, llama a Misao para esperar aquí a nuestros
invitados.

Asentí. Como esta mañana, con ganas de hacer justamente lo contrario. Pero subí a mi
habitación y me preparé. Después, fui a la habitación de Misao, toqué y entré.

Aoshi: Misao, debemos bajar a...

¡¡Dios!! Estaba tan bella2... no era justo. Aun con esa expresión de tristeza en su rostro
parecía un ángel... triste, sí, pero igualmente bella...

Aoshi: debemos bajar abajo a esperar a los invitados, para recibirles.

Ella asintió y se acercó hasta la puerta. Tuve que contenerme mucho para no
secuestrarla y marcharme de allí muy lejos con ella, donde nadie nos encontrara
jamás.

Aoshi: Ese traje te queda muy bien.


Misao: gracias, Aoshi – sama.
2
Casi no voy a andar describiendo las vestimentas en el fic porque cada uno tiene una visión propia de cómo se
verían mejor los personajes... nuestra imaginación es nuestra mejor arma y yo no le voy a imponer la mía a nadie.
Aoshi – sama otra vez. Parece ser que su enfado conmigo se le había pasado ya y volvía
a su normal trato de respeto.

Misao: siento lo de esta mañana, no debí hablarle así. Perdóneme.


Aoshi: no te preocupes, Misao. Comprendo tu reacción.

Y en verdad la comprendía, pero dolía. No volvimos a cruzar palabra hasta que


llegamos abajo.

Okina: Misao... mi pequeña niña... estás preciosa...


Misao: gracias.

Su voz era muy fría y cortante, toda la calidez que normalmente emanaba de ella se
había esfumado. Nadie volvió a decir nada hasta que llegaron.

Eran muy corteses, se habían dirigido a nosotros de buenas maneras y realmente


parecían buenas personas, pero por el simple hecho de a lo que venían, yo ya los tenía
cruzados.

La cena transcurrió sin ninguna novedad. Okina se enzarzó en una charla con el padre
del chico... no sabía sus nombres, cuando los presentó Okina estaba en otras cosas,
como la mejor manera de matar a ese chico y que pareciese un accidente, aunque si se
supiera que había sido yo, tampoco me preocupaba mucho.

Me pasé la cena pasando mi mirada de la habitualmente fría a Misao, a una que helaría
el mismísimo infierno en segundos a él, cosa que fue peor cuando él se le acercó al oído
y le dijo algo. Misao se rió y los otros dos se callaron para verles. El padre del chico
los miró, sonrío y prosiguió con su charla.

Quería estrangularlo, hacerle tiritas y trocearlo en finos trozos para asegurarme que
cualquier animal pudiera comérselo sin problemas y así, desapareciera de la faz de la
Tierra. Pero algo me sacó de mis anhelados deseos.

Okina: ¿... , Aoshi?

Miré a Okina, ¿de qué demonios estaría hablando?

Aoshi: ¿mm?
Okina: ¿verdad que Misao lleva a los Oni desde los 16 años y que los está
llevando muy bien?
Aoshi: sí.
Cuando volví mi mirada hacia ellos, Misao le asentía.

Chico: bueno, nosotros nos retiramos un rato para conversar, si nos disculpan...

Se levantaron y se fueron. Si hubiera sido por mí, les habría seguido, pero no estaba
solo. Seguimos con la conversación, más bien siguieron porque yo estaba en mis
pensamientos.

Después de un buen rato volvieron. Y bastante contentos para mi gusto.

Chico: creo que ya es muy tarde papá, deberíamos irnos.


Padre: tienes razón hijo. Bueno, Okina - san, ya seguiremos en otro momento.
Okina: cuando quieras, Shinkeru – san.
Chico: buenas noches, a todos... Misao – san, ten muy presente lo que te he
dicho...
Misao (sonríe): ya veré, buenas noches, Kai – san, y gracias.

“¿Le sonríe? ¿por qué le sonríe? ¿y qué es lo que le ha dicho que tiene que tener muy
presente? ¿acaso que le elija a él?”

Quería respuestas y las quería ya, pero me contuve. Se marcharon. Después Okina
habló.

Okina: bien, Misao... ¿qué te pareció el joven Kai – san?


Misao (sonriendo débilmente): creo que es un buen hombre.
Okina: te lo dije, Misao, proviene de una buena familia, además de un grupo ninja
muy bueno. Como ya te dije esta mañana, creo que es el que más te conviene,
hija... y por cierto, ¿a qué se estaba refiriendo? ¿de qué habéis hablado?

Aoshi: “Eso, buena pregunta Okina, aunque deberías haber evitado ese tono divertido.
Misao no le quiere, ¡no puede quererle!... ¡¡¡no quiero que le quiera!!!”

Misao: eso es algo entre Kai – san y yo, Okina, y no le incumbe a nadie más.

Aoshi: “¿Cómo que no le incumbe a nadie? ¡A mí me incumbe y quiero saberlo! Vamos


Okina, dile algo... ”

Okina: bueno... parece, entonces, que no ha ido tan mal la noche.

Lo miré... mejor dicho lo fulminé. Eso no era lo que quería que le dijera, tenía que
insistirle pero parecía que no lo iba a hacer y además, parecía contento con que la
noche se desarrollase bien. Pensándolo detenidamente, para eso se habían concertado
estas citas, para que Misao eligiera al que mejor le convenía para casarse...

Aoshi: “¡NO! ¡me niego! No podía caerle bien ese tipo... ¡no podía!”

Decidí irme a mi habitación o acabaría cometiendo alguna locura de la que después me


arrepentiría.

Aoshi: me retiro, buenas noches.

Cuando fui a abrir la puerta de mi habitación vi sangre en mi mano... un momento,


¿sangre? No me había dado cuenta pero había tenido hasta ahora los puños cerrados y
tenía las marcas de mis uñas en carne viva. ¿En qué momento había pasado esto? Me
curé las heridas y lavé mis manos. Debía ser más cuidadoso aunque este tema me
sobrepasase. Estaba dejando ver mis sentimientos y ahora menos que nunca debía
mostrarlos.

Me acosté en el futón. Miles de cosas pasaban por mi mente y todas relacionadas con
la mujer que me atormentaba. Pero ahora era peor... ahora ya tenía la cara de un
hombre para unir a la persona de Misao. Y me los imaginaba juntos y felices, con
hijos...

*************************

Capítulo 2: Viviendo en el abismo.

Me desperté por la mañana de golpe por una pesadilla. Era temprano, como ayer
cuando desperté. El día era muy similar, también haría calor. Sin embargo, era muy
distinto. El tema de la pesadilla había cambiado para ser protagonistas Misao y el tal
Kai ese, recordándome que en unos días se haría oficial el prometido de Misao y me la
quitarían.

Reconsideré el quedarme. Sólo llevaba un día y un candidato y sentía que no soportaría


más. ¿Qué pasaría cuando el día de la decisión se fuese acercando, Misao fuese
conociendo a los demás y empezase a comentar por el Aoiya sus preferencias entre
unos y otros?

Me levanté y me fui directamente al templo sin desayunar. Tampoco hoy tenía hambre
y, por supuesto, hoy menos que nunca me apetecía ver a alguien.
Allí estuve por horas carcomiéndome con lo mismo hasta que alguien pidió permiso
para entrar.

Misao: buenos días, Aoshi – sama, le traigo su té.

Esperé a que se sentara y comenzara con la ceremonia del té. No quería abrir los ojos
y verla porque me dolería aún más y quería evitar a toda costa que pudiera darse
cuenta de cómo me sentía por todo esto.

Pero un sonido me llamaba la atención. Era el movimiento de alguna tela contra otra y
no era el habitual, pero sólo sentía a Misao. No había nadie más.

Abrí los ojos con curiosidad y allí estaba ella, con un precioso kimono que le quedaba
perfecto y se había cambiado el peinado. Lo intenté pero no pude quitar mi vista de
ella, tenía a la más bella de las mujeres sentada a mi lado y haciéndome el té.

Misao: aquí tiene su té, Ao... Aoshi – sama.

Se había ruborizado al ver que la miraba tan fijamente.

Misao: también le he traído algo de comer...

Se formó un incómodo silencio y, aunque pareciese mentira, fui yo el que lo rompió.

Aoshi: ¿por qué te has vestido así? ¿Va a venir otro de los candidatos hoy?
Misao (sorprendida): ¿eh? No, no. Será mañana, vendrán un día sí, otro no, y
después me dejarán varios días para pensármelo.

Nos quedamos en silencio otro rato y volví a hablar. No había respondido a mi


pregunta, así que se lo hice notar.

Aoshi: ¿y bien?
Misao (confundida): ¿mm?
Aoshi: ¿por qué te has vestido así?
Misao: por nada en especial, sólo que, puesto que pronto voy a casarme, debo ir
preparándome para ser una buena esposa. Y bueno, las mujeres se visten con
kimonos, ¿no?

¿Preparándose para ser una buena esposa? Todo esto lo decía muy tranquila, como si la
idea de casarse con otro ya no le pareciera tan grave como lo era ayer. ¿Es que ya no
le importaba? Y esto pasó después de hablar con ese... ese... K – A – I... , estaba
furioso otra vez. ¿Qué demonios le había dicho? ¿acaso era, que aun sin saber cómo
eran los demás, éste ya le parecía bueno para ella y ya no estaba angustiada porque
podría elegirle? ¿es que le gustaba?

Y para colmo se preparaba así, como intentando restregarme lo que iba a perder. Si no
fuera porque era Misao y no sabía que yo la amaba, pensaría que lo hacía a propósito.

Quería respuestas y las quería ya, y puesto que ni Okina ni nadie, iba a formular las
preguntas, lo haría yo.

Aoshi: ¿qué te pareció Kai – san?

Lo dejé caer como si preguntase si iba a llover. Ella se me quedó mirando sorprendida.

Misao: como ya dije ayer, me parece un buen hombre.

Ésa no era la respuesta que quería. No es que me gustase verla llorar, pero prefería
que en este momento lo hiciera y me dijera cosas como: “no es cierto, esto es
horrible, no quiero casarme” y cosas por el estilo. Sabía que eso estaba mal, que
debería alegrarme de que pudiera ser feliz aunque fuese con otro, pero no podía. Era
superior a mis fuerzas: la quería para mí, y sólo para mí. Me sacó de mis pensamientos.

Misao: No lo esperaba así, es muy agradable, simpático, con sentido del humor y
muy maduro. Estuvimos hablando de cosas del pasado y qué cosas esperábamos
del futuro. Hablamos de cómo podría ser un posible matrimonio entre los dos... y
bueno, puesto que ya no tengo escapatoria y debo casarme, tampoco me pareció
tan malo lo que me decía. Además, también es muy atractivo.

Aguanté como pude para que no se me notara y lo logré, pero todo lo que me decía me
dolía y con cada palabra, me hundía más y más.

Misao: Okina tenía razón. Kai – san no parece tan malo para mí, después de
todo. Ya veré lo que pasa con los demás.
Aoshi: ...
Misao: bueno, será mejor que me vaya y lo deje tranquilo, Aoshi – sama.

Se levantó y se fue. Me llevé una sorpresa cuando oí un sonido de una taza


rompiéndose y líquido en mi mano. La había roto de la fuerza que estaba haciendo
sobre ella, ni siquiera recordaba en qué momento me la había dado y menos que la
tuviera en la mano.
Ni me preocupé en limpiarme, las palabras de Misao resonaban una y otra vez en mi
mente juntándose con los “la estás perdiendo” que me aparecían. Pero poco a poco
empezaron a formarse frases de “lucha por ella... haz algo o la perderás... para
siempre... no tienes nada que perder...”. Pero, ¿qué podía hacer yo ya?. Y volví a
hundirme en la oscuridad de mis pensamientos.

*************************

Los días fueron pasando. Con ellos, los pretendientes de Misao que ella tan
amablemente recibía. Además, se preparaba muy bien para ellos, más de lo que estos
días ya lo hacía para andar por el Aoiya “preparándose para ser mejor esposa”, y
conversaba con ellos en un intento de conocerse mejor y caerse bien.

Esto me irritaba sobremanera, pero lo único que podía hacer era luchar porque no se
me notara y, aunque con mucha dificultad, lo estaba consiguiendo. Además, de todos
los pretendientes que le habían presentado, sólo uno no pareció dispuesto a entablar
conversación con Misao y no sabía si eso me gustó o me disgustó: ¿cómo se atrevía a
rechazar a un ángel como Misao?. Los demás habían mostrado su interés en ella: ¿cómo
se atrevían a poner sus ojos en ella?

Me daba lo mismo que fuese para bien o para mal, quería matarlos a todos por el mero
hecho de acercársele y pulverizarlos por tener posibilidades de llevársela.

Cuando finalmente se marchó el último, Okina quiso hablar con nosotros así que nos
reunimos en su habitación.

Okina: Bueno, Misao, ya los conoces a todos. Tienes 3 días para decidirte por el
que será tu prometido. Piénsalo bien porque el hombre que elijas será tu
prometido oficial y será irreversible. Una vez confirmado, no podrás retractarte.
Si necesitas consejo debes hablarlo con Aoshi, él es tu tutor, y debe tener una
opinión acerca de cuál te conviene más en caso de dudas.
Misao y Aoshi: ...
Okina: eso es todo. Podéis iros.

Misao se fue y yo también, pero antes de irme...

Okina: espero que abras los ojos y no tengas que arrepentirte el resto de tu
vida, por tu decisión...

Le miré, ¿a qué venía eso? Poco me importaba cuál escogiese, yo no le iba a dar ninguna
preferencia por alguno. Ella vería. Algo me contrajo el corazón, estaba mintiéndome,
en el fondo me preocupaba que eligiera mal. Poco a poco había ido aceptando que sería
de otro y esperaba que, por lo menos, alguno de ellos intentase hacerla feliz. Al fin y
al cabo, parecía haber asimilado la situación e, incluso, lo llevaba hasta bien.

Aoshi: no creo que Misao necesite de mi ayuda para decidirse.


Okina: no me refiero a eso, Aoshi... buenas noches.

Estaba claro que con eso zanjaba la conversación y me fui, pero... ¿por qué había dicho
eso? ¿a qué se refería? No me podía estar insinuando que... ¿es que se había dado
cuenta de lo que sentía por ella? ¿acaso era un libro abierto en el que todo el mundo
veía mis sentimientos? ¡¡¿¿desde cuándo??!! Primero Kenshin, ahora Okina... ¿quién más
lo sabía?

Me frené de golpe y volví tras mis pasos. Me daba igual que Okina no quisiera hablar
del tema pero, si no, que no hubiese dicho nada. Llamé a la puerta y entré. Okina me
miraba con cara de susto, yo no tenía esos impulsos y mucho menos pedía explicaciones
como lo estaba haciendo ahora.

Aoshi: ¿por qué has dicho eso?


Okina (asombrado): ...
Aoshi: ¿qué sabes?
Okina: quizás más de lo que piensas.
Aoshi: ...
Okina: empezando porque la amas aunque no debieras por ser su tutor.
Aoshi: ...
Okina (sonriendo): vaya, vaya... entonces tengo razón... ¿desde cuándo?
Aoshi: no me has contestado, ¿por qué me has dicho que puedo arrepentirme?
Okina (riéndose): eso debe ser mucho tiempo si he conseguido que me respondas
con otra pregunta...
Aoshi: ...
Okina: porque todavía tienes la oportunidad de decírselo y que te acepte a ti.
Aoshi: ella no me quiere.
Okina: ¿y eso tú cómo lo sabes?
Aoshi: ...
Okina: además, ¿crees que eso importaría? ¿piensas que quiere a alguno de los
hombres que le he presentado?
Aoshi: ...
Okina: a ti te conoce, ¡te adora Aoshi! Y aunque no te quiera como tú a ella, de
igual modo se tendría que casar con un hombre que no quiere, y estoy seguro que
preferiría aceptarte a ti. Por lo menos, alguien sería feliz, es más, su adorado
Aoshi – sama estaría siendo feliz después de todo. ¿No crees que a lo mejor se
sentiría mejor con esa idea?
Aoshi: pero no soportaría que fuese infeliz por mi culpa.
Okina (suspira): eso debe decidirlo Misao... por favor Aoshi, prométeme que
hablarás con ella antes de que sea demasiado tarde.
Aoshi: ...
Okina: podría corresponderte y sólo estarías consiguiendo que los dos fuerais
infelices... prométemelo.
Aoshi: debo... debo retirarme a dormir, buenas noches, Okina.
Okina: ... (suspiro).

Me fui a mi habitación con la cabeza llena de pensamientos. La única charla que había
tenido tan intensa sobre mis sentimientos, fue en la boda de Kenshin y Kaoru y
también en aquella ocasión había acabado dándole vueltas a un montón de cosas. Pero
en aquel entonces no tenía tanta presión como ahora.

Me tumbé en mi futón pensando en todo, y cómo las cosas habían girado y


desmoronado mi mundo en cuestión de días.

*************************

El día siguiente estaba tan contento como yo: diluviaba, así que no fui al templo y me
quedé en mi cuarto pensando y pensando. Ni todas las meditaciones diarias que llevaba
desde que volví al Aoiya, habrían superando a la cantidad tan inmensa de pensamientos
que me rondaban en la cabeza estos días.

Entre todos ellos, uno en especial: la posibilidad de decirle a Misao lo que sentía por
ella. Me sentía mal pensando que la coaccionaría si se lo dijera. Quizás se sintiera
obligada después a aceptarme por mi vínculo de tutor con ella... ¡pero es que la quería
para mí!

En el fondo, Misao estaba sacando lo peor de mí. A costa de ella ya había sentido:
furia, rabia, celos, ganas de asesinar brutalmente, posesión sobre ella, lujuria,... por
sentir, hasta había sentido ganas de llorar. ¿Cómo era posible que una mujer pudiese
despertar tantos sentimientos en mí? La respuesta era demasiado obvia: amor. Esto
sólo lo podía originar el amor, un profundo amor por ella... por Misao.

Me pasé todo el día batallando entre decírselo o no. No bajé ni a desayunar ni a comer.
Lo cierto es que no sabía cómo tenía fuerzas para levantarme, porque en este tiempo
no me había alimentado como era debido (me saltaba muchas comidas).

Ni siquiera cuando Okon quiso prepararme el té lo acepté. No me apetecía y encima, ni


siquiera era Misao la que me lo traía (hubiera hecho un esfuerzo y me lo habría
tomado por ella).
Para la cena sí que salí, quería ver su actitud ahora que ya había conocido a todos y
tenía que elegir. Además de que no quería dejar demasiado patente que todo esto me
molestaba. Pero ella no estaba. Me dijeron que se había levantado con molestias en el
estómago y que cuando habían ido a buscarla para cenar, estaba dormida.

Tardé poco tiempo en irme yo también. Subí a mi habitación y como no tenía otra cosa
que hacer, me puse con lo de siempre: Misao. Se libraba otra batalla en mí pero,
curiosamente, los papeles estaban invertidos.

Esta vez era mi mente la que me decía que lo mandase todo el demonio y se lo dijera,
incluso aunque tuviera que chantajearla emocionalmente para conseguir que me
aceptara. Por contra, mi corazón se negaba a hacerle eso a Misao y no soportaría verla
infeliz.

Para horror de este último, mi mente llevaba ventaja y cada vez cobraba más peso esa
posibilidad. Si de por sí tenía que casarse con alguien que no quisiera, ¿quién mejor que
alguien que la amase para intentar hacerla feliz? Yo haría todo lo que estuviese en mi
mano por conseguirlo y la trataría como realmente se merecía.

*************************

Otro día más... la lluvia había cesado y salía el sol. Estuve un rato en mi cuarto
meditando entre decirle o no, pero mi mente colapsó después de tantos días de
inagotable funcionamiento y se me quedó en blanco por un momento. Después me di
cuenta que ese momento se había transformado en varias horas. Era cerca del
mediodía y no me había movido ni apartado la mirada del punto fijo en la pared. Decidí
ir al templo.

Bajé y escuché a Omasu y Okon que hablaban en el restaurante colocando bien las
mesas. Su conversación me detuvo en seco.

Okon: pues sí...


Omasu: Pobre Misao. Ha tenido que ser muy duro para ella.
Okon: ¿y qué otra cosa iba a hacer?
Omasu: para serte sincera, pensaba que se presentaría ante Okina y le diría que
escogiese él porque a ella le daba igual.
Okon: bueno... pero es lógico, Misao ha tenido que pensar que es su futuro.
Estamos hablando del hombre que compartirá su vida. Y yo en su lugar, aunque
me doliese en el alma, también intentaría suavizar esto escogiendo al que más me
agradase, y así, intentar llevar una vida lo más feliz posible.
Omasu: ¿y quién crees tú que es el afortunado?
¡Espera un momento! ¿Misao había escogido ya? ¿tan rápido? “¿cómo que tan rápido?
La elección es mañana, no podía esperar eternamente” mi subconsciente me habló.
Esperé la respuesta de Okon, que parecía estar pensándoselo.

Okon: no lo sé... ¡y mira que le he insistido para que me lo dijera! ¡pero no


soltaba prenda! Sólo me ha dicho que nos enteraremos de su decisión mañana.
Omasu: ¿cómo puede dejarnos con esta incertidumbre? Que no hubiera dicho
nada y ahora no le estaríamos dando vueltas... aunque para serte sincera... yo
creo que ha escogido al primer chico.
Okon: mmm... puede ser.
Omasu: bueno, es del que mejor y más habla. Además, me he enterado de que es
el que más le gusta a Okina para Misao y seguro que eso, ella lo tendrá en
cuenta. Ya lo ver...
Misao: ¿qué hace, Aoshi - sama?

Casi me dio un infarto. No la había oído llegar.

Okon: ... de nada nos sirve especular... ya lo sabremos mañana y entonces


veremos si tienes razón.
Shiro: ¡¿queréis dejar de hablar y venir aquí?!, ¡están a punto de entrar los
clientes!
Omasu (quejándose): ya vamos, ya vamos...

Las oí marcharse. Me di la vuelta y la vi. Estaba muy sorprendida.

Misao: ¿estaba escuchando la conversación?


Aoshi: sólo pasaba.
Misao: aahh...
Aoshi: parece que ya has hecho tu elección.
Misao: sí.
Aoshi: estaré en el templo.

Me marché. A diferencia de ellas yo no quería saberlo. No estaba preparado para


ponerle uno de los 5 rostros que conocía, a la figura que me imaginaba abrazando a
Misao.

Llegué y me senté. Para mí seguía habiéndose decidido demasiado rápido y pensé que, a
lo mejor, no le importaba tanto como yo creía casarse con ese hombre. Me volví a
imaginar a Misao y a Kai. Por alguna razón, yo estaba con Omasu: iba a ser él, seguro
que mañana saldría de sus labios mi sentencia de muerte: “he decidido casarme con
Kai”.
El té me lo volvió a traer Okon, esta vez la dejé hacerlo aunque ni siquiera lo probé. El
tiempo pasaba y no me moví ni un milímetro de ahí, ni siquiera al refrescar opté por
utilizar la habitación que tenía allí para cuando me quedaba en el templo a pasar la
noche. Y esta última se acercaba y con ella, el que hasta hoy iba a ser el peor día de mi
vida, ni siquiera la muerte de mis compañeros y eso que ya es decir. Y decía hasta hoy
porque sería superado por el día de su boda, el día en que confirme su embarazo con
otro hombre, el nacimiento de su hijo... se me estaba nublando la vista. Iban a ser
demasiados días malos.

Algo me recorría el rostro. Me llevé la mano hasta allí y se me mojaron los dedos:
lágrimas. Ya ni recordaba lo que eran y ni siquiera pensaba que volvería a sentirlas.
Estaba llorando. Yo. El hombre al que los amigos de Misao llamaban “cubo de hielo”. Si
me viesen en este momento... recogí mis piernas entre mis brazos y escondí mi rostro
allí. Quería esconder mis lágrimas, mi tristeza, mi frustración... y lloré más fuerte,
como nunca lo había hecho.

*************************

Capítulo 3: Un giro inesperado.

Una suave mano y una dulce voz me despertaron. Estaba en el templo. Me había
quedado dormido con mi desesperación en el patio del templo.

Misao: Aoshi – sama, despierte.

Era Misao. Estaba radiante aunque con un deje de tristeza en su rostro. Aun así, era
la visión más hermosa que había visto, en toda mi vida, nada más despertarme. No
sabía todavía qué hacía aquí.

Aoshi: Misao, ¿ocurre algo?


Misao: no, es sólo que Okina está reuniendo a los miembros del Aoiya para mi
elección.

Mi visión perfecta se había ido al traste recordándome la realidad... otra vez. ¡Ya
estaba bien!, quería terminar con todo esto y después largarme lejos de aquí. Así que
me levanté y me dirigí al Aoiya.

Misao: ¡espere, Aoshi – sama!


La oí llamarme y correr tras de mí, pero yo no paré, cuanto antes acabase todo, antes
podría empezar a recuperarme.

Misao: ¡Aoshi – sama!

Volvió a llamarme. Seguro que quería hablarme de algo y posiblemente sería del
hombre que había elegido.

Misao: ¡quédate donde estás, Aoshi!

Otra vez lo había hecho. ¿Por qué escogía siempre tan malos momentos para tratarme
más cercanamente? Me giré a mirarla y le hablé aunque me faltaba la entereza en mi
voz.

Aoshi: ¿qué... quieres...?

Ella bajó, sorprendida. Seguro que también se había dado cuenta de mi voz.

Misao: Okina me ha dicho que necesito tu aprobación acerca del prometido que he
elegido.

Lo sabía... sabía que era de eso de lo que quería hablar. No estaba preparado para una
conversación sobre las cualidades y defectos de sus candidatos, y menos, contrastar
su elección con una posible mía. ¡Por supuesto que no tenía mi aprobación! Pero en vez
de eso dije...

Aoshi: la tienes.
Misao: ¡pero si no te he dicho quién es!
Aoshi: es el que tú has decidido y a mí me parece bien.

Quería zanjar la conversación ahí y me giré para irme, pero ella se apresuró a
decirme...

Misao: es Kai – san.

Cerré mis ojos... había confirmado mis sospechas, pero ahora sólo quería que no dijera
nada más. Que lo dejara todo ahí sin decirme nada acerca de él.

Misao: ¿no vas a decir nada?


Aoshi: ...
Misao: ¿te parece bien? A lo mejor prefieres otra opción para mí...
Aoshi: ...
¿Pero qué demonios pretendía que dijera? “¿No, me parece muy mal y aunque cambies
de opción seguiré pensando lo mismo?”. Esto estaba siendo muy duro para mi sufrida
alma. Pero ella volvió a insistir y ya no pude más.

Misao (suplicante): Aoshi, contéstame.


Aoshi: ¿por qué me haces esto?
Misao (susurrando): ¿qué quieres dec... ir?

Me había girado. Tenía ganas de llorar por mi desesperación pero me aguanté y perdí
mi autocontrol con ella.

Aoshi (enojado): ¡¡¿qué es lo que quieres que te diga?!! ¡¡¡Has elegido al que más
crees que te conviene!!! ¡¿es que no estás segura y necesitas que te lo confirme?!
¡¡Si te digo que no estoy de acuerdo, lo único que conseguirás es que te entren
dudas cuando no falta nada para que digas tu elección!!

Se había quedado blanca de la impresión, pero aun así, habló.

Misao (dudando): ¿no estás de acuerdo con mi decisión?


Aoshi: ¡NO!

Eso último no quise decirlo. Misao se me quedó mirando y empezó a llorar. No era
cierto, en una ocasión pensé que preferiría verla así, pero no era verdad. Me dolía, y
mucho, ver que sufría de esa manera. Con una mano retiré sus lágrimas y disfruté el
contacto con su piel... era tan suave...

Misao (temerosa): ¿a... quién... prefieres tú?

¿Qué le iba a decir ahora? Yo no había pensado en nadie y no iba a decirle uno al azar
que pudiese confundirla cuando ella ya había elegido. Por alguna extraña razón, pasó
fugazmente por mi cabeza la conversación con Kenshin. ¿Y si se lo decía, aunque fuese
egoísta por mi parte? Como dijo Okina, podría estar obligándola a aceptarme por
compromiso, pero a lo mejor ella prefería eso...

Aoshi: no querrás saberlo.


Misao: sí quiero... sé since...

Me decidí y la besé. No la dejé terminar. La había cogido también de la cintura para


que no pudiera irse. Esta podría ser la única vez que la besara y quería sentirla. Pero
para mi sorpresa ella también me agarró y me correspondió el beso.
Era un beso suave, si la estaba obligando a besarme, tampoco quería presionarla en un
beso apasionado como me hubiera gustado, pero al final me separé. Los dos estábamos
con la respiración agitada, y era normal porque me estaba quedando sin aire, y ella
estaba muy roja. Quizás esto había sido muy violento para ella, al fin y al cabo, no
sabía si me había correspondido porque quería o se había visto forzada. La solté.

Aoshi: lo... lo siento, Misao.


Misao (susurrando): Aoshi...
Aoshi: no quer...

Me retracté. Sí que quería, por eso lo había hecho.

Aoshi: no debí hacerlo, discúlpame.


Misao: ¿no querías o no debías hacerlo?

He de admitir que me sorprendió esta pregunta. No me la esperaba pero le respondí


sinceramente, después de todo, ya había empezado...

Aoshi: no debí hacerlo.

La cogí al vuelo porque se caía y se puso a llorar otra vez. No sabía qué hacer, no sabía
por qué lloraba... si para ella era bueno o malo.

Misao: entonces, ¿me quieres?

Aún dudaba qué contestarle, pero algo en el timbre de su voz me animó a decirle.

Aoshi: si te dijera que sí, mentiría. Esa palabra no expresa lo que siento por ti.
Misao, te amo con todas las fuerzas de mi corazón y mi alma. Eres tan necesaria
para mí como el aire que respiro y no soporto la idea de que seas de otro. Sé
que no debería pedirte esto porque soy tu tutor pero... por favor, acéptame a mí
como tu esposo. Te juro que haré todo lo que esté en mi mano para que seas
feliz.

(Irónico):“¡Genial! La estaba chantajeando emocionalmente” . Me enfadé conmigo mismo


por hacer eso.

Misao: esto es un sueño, ¿verdad? Ahora despertaré y volveré a la pesadilla que


es mi realidad.
Aoshi: no, Misao, esto no es ningún sueño. Pero todavía espero una respu... esta
tuya...
Me abrazaba y muy fuerte, como si pensara que iba a salir corriendo. Estaba muy
nervioso. Susurró algo que pude oír perfectamente...

Misao: ¡gracias, Dios mío... gracias por escucharme y no abandonarme a mi


suerte!

Misao le estaba dando gracias a Dios porque esto no era un sueño... entonces,
¡realmente quería esto! La abracé y apoyé mi cabeza contra la suya. Estaba tan feliz,
finalmente Misao sería mía y sólo mía. Y entonces, escuché las tres palabras más
bellas del mundo, seguidas de unas que tampoco eran menos...

Misao: te amo, Aoshi. Toda mi vida lo he hecho y lo seguiré haciendo hasta el fin
de mis días.
Aoshi: Misao...

Me quedé abrazándola por unos momentos pero ansiaba besarla otra vez, y esta vez
quería el beso que no me atreví a darle antes. Me separé y la miré. Me dio la sensación
de que sabía lo que pretendía de ella y la besé al principio de una manera tierna...
dudaba mucho que Misao hubiera besado a alguien antes que a mí y no quería asustarla.
Pero poco a poco fui haciendo el beso más intenso y profundizándolo más. Ella me dejó
entrar en su boca y confirmé lo que pensaba: yo era el primero que la besaba porque
estaba a la expectativa. La guié para enseñarle cómo debía hacerlo y no tardó mucho
en coger iniciativa... y lo cierto es que aprendía rápido.

Recordé que nos esperaban así que se lo hice saber a Misao.

Aoshi: Misao, debemos bajar a escuchar tu decisión.


Misao (juguetonamente): no sé... tenías razón, ahora tengo dudas...

Era gracioso verla dirigirse a mí de esta manera. Sabía perfectamente que estaba
bromeando. Bueno, aunque no lo parezca, yo también sabía hacerlo.

Aoshi: quizás necesites que te repita el último consejo...


Misao (sonriendo): seguramente me ayude...

La volví a besar... me encantaba, sus labios eran tan suaves y dulces... Misao empezó a
reírse. ¿Y ahora qué le pasaba?.

Misao (entre risas): Aoshi, ¿qué tal si seguimos luego? Ahora nos esperan.

Aoshi: “Sí, pero por eso no te estabas riendo”.


Misao: ya verás cuando se enteren Okon y Omasu... ¡las caras que van a poner!

De eso sí que podía estar riéndose. La cogí de la mano y fuimos hasta el Aoiya. En la
entrada me soltó y fue corriendo hasta el comedor. Cuando la alcancé me dio la
impresión de que estaba ensayando para no reírse y quedarse seria... ¿qué iba a hacer?

Me sonrió y después de ponerse seria otra vez, entró. Yo la seguí y me senté al lado de
ella. Empezó a hablar.

Misao: bueno, no creo que haga falta que os diga por qué estamos aquí.
Todos: ...
Misao: Okina, quiero que les comuniques a los no elegidos, que ha estado muy
reñido y que me ha costado decidirme.
Todos: ...
Misao: pero después de meditarlo mucho y contrarrestar todos los pros y contras
de los 5, había llegado a una conclusión.
Okina: ¿habías?
Misao: sí... hasta que hablé con Aoshi – sama como me dijiste esta mañana...

Todos me miraron y algunos, no con muy buenas caras, pero ya sabía a qué estaba
jugando Misao y no le iba a arruinar su momento, estaba haciéndoles sufrir un poco.
Así que me dediqué a pasar mi sombría mirada de uno a otro.

Misao: ... y creo que tiene razón. He decidido elegir por esposo al hombre que
me ha propuesto.
Okon: Misao, ¿por qué te...?

Okon miraba suspicazmente a Misao y luego me miró a mí como si le estuviera dando la


respuesta a algo. Parecía que había descubierto el juego de Misao.

Okon: ¡¡¡¡Misao!!!! ¡¡¿¿no me digas que...??!!

Volvió a mirarme pero esta vez le acompañaban las miradas de los demás que parecían
estar entendiendo qué decía Okon. Misao les confirmó sus sospechas.

Misao: sí, Aoshi me ha propuesto casarme con él y he aceptado.


Omasu y Okon: ¡¡¡¡¡¡AAAAHHHHH!!!!!! ¡¡¡Felicidades, felicidades, felicidades,...!!!

Se le echaron encima y la tiraron al suelo, mientras gritaban y le decían un montón de


cosas. También escuché a los demás felicitarnos y Okina se me acercó y me habló.
Okina: has hecho bien, hijo... sabía que al final se lo pedirías, aunque he de
reconocer que ayer empecé a tener mis dudas. Pero todo se ha solucionado
finalmente.
Aoshi: ...
Okina: sus padres estarían muy contentos, te la confiaron para que cuidases de
ella y no sólo vas a hacer eso... mírala, está radiante de felicidad.

Era cierto, se la veía entusiasmada junto con Okon y Omasu. Había vuelto
completamente toda la vitalidad y alegría que desbordaba por todos sus poros. Aún me
costaba creerlo: ¿cómo era posible que tuviera la dicha de ser correspondido por un
ángel como Misao siendo yo tan frío y distante con la gente?

Pero con ella eso iba a cambiar, porque era la única persona viviente a la que quería
demostrarle lo importante que era en mi vida. Y se lo haría saber.

Okina: ¡¡Esto hay que celebrarlo!!

No tardó mucho en aparecer sake y comida por todos lados. Por el menú y lo rápido
que apareció todo, supuse que ya estaba preparado, seguramente por el cumpleaños de
Misao, ya que estaban sus platos favoritos...

¡El cumpleaños de Misao! Con todo esto se me había olvidado por completo comprarle
algo, así que debía darme prisa en pensar algo... pero, ¿qué podía comprarle?

No tardó ni 2 segundos en cruzarse una idea por mi mente. Estaba claro, ¿no? Me
había comprometido con ella y no tenía anillo que lo confirmara, así que...

Esperé a que terminaran con la celebración para desaparecer sin que pudieran
echarme de menos y anduve por la ciudad buscando tiendas de joyería, pero no
encontraba nada. ¿Y qué esperaba? Hacía muchos años que no pisaba Kioto y había
cambiado mucho entre una época y otra. Y cuando volví, el único recorrido que hacía
era del Aoiya al Templo y vuelta. No tenía ni idea de por dónde caía alguna joyería,
hasta que oí una voz...

Saito: ¡vaya, vaya! ¡Pero si es el mismísimo Aoshi Shinomori en persona paseando


por las calles de Kioto! ¿qué es lo que te ha hecho salir de tu templo de
meditación?
Aoshi: ...
Saito: está claro que una misión no es. Todo anda muy tranquilo últimamente.
Aoshi: ...
Saito: tan comunicativo como siempre... tengo mucho trabajo, será mejor que me
vaya y te deje con tus nuevos hábitos...
No estaba muy seguro de decirle pero, era el único que en este momento podía
ayudarme. Era policía después de todo, así que debía saber dónde quedaban las cosas.
Además, tarde o temprano se enteraría de la noticia.

Aoshi: quizás puedas ayudarme.


Saito: ¿has hablado?
Aoshi: busco una joyería.
Saito: ¿y para qué buscas tú una joyería?
Aoshi: necesito comprar un anillo.
Saito (sorprendido): ¿de compromiso?
Aoshi: ...
Saito: ¡no me lo puedo creer! ¿finalmente has decidido casarte con la comadreja?
Aoshi (con mirada congelante): jamás... vuelvas... a llamarla... así...
Saito (riéndose): ¡vale, no te pongas así! Pero entonces... ¿es cierto?

Simplemente afirmé con la cabeza.

Saito: pero... ¿no le iban a concertar un matrimonio? Bueno, eso es lo que tengo
entendido... está en boca de todos.

No me apetecía lo más mínimo contar los detalles de todo lo ocurrido en estos días y
mucho menos a él.

Saito: ¿y bien? ¿eran ciertos los rumores?


Aoshi: sí.
Saito: ya veo... de modo que, la iban a comprometer con otro pero a ti no te
hizo gracia. Así que, al final, te adelantaste a los otros y se lo pediste...
Aoshi: ...
Saito (riéndose): ya me puedo imaginar a la comad... a Misao cuando se lo
pediste... daría saltos de alegría, ¿no? Después de estar toda su vida tras tus
huesos... es increíble que no te dieras cuenta antes, todo el mundo lo sabía.

¡Pues yo no lo sabía! Y si alguno de todos estos personajes de “gran sabiduría” me


hubiera dicho algo, se lo habría pedido hace ya tiempo, y me habría evitado la angustia
de estos días y el casi perderla. Podría llevar incluso un par de años casado felizmente
con ella, porque me di cuenta de mis sentimientos después de la boda de Kenshin y
Kaoru... aunque ya los sintiera de antes, y no tendría que haberme estado engañando
todo este tiempo de mi amor por ella, al pensar que no me correspondía.

Aoshi: ¿me puedes decir ahora, dónde queda alguna joyería?


Saito: claro, aunque eso me suponga acumular más trabajo, pero esto no me lo
pierdo... e incluso te ayudaré a escoger uno, no me fío de tu gusto.

Me llevó por un par de joyerías hasta que en la siguiente vi un anillo que me llamaba la
atención. Era un anillo de oro blanco muy elegante con una flor en relieve a base de
zafiros y brillantes. Me lo imaginé en el dedo de Misao... ¡ése era el que quería! Saito
me comentó que después de todo no tenía tan mal gusto y se quedó sorprendido
cuando vio que pude pagarlo así sin más.

Por supuesto que no le dije de dónde había sacado el dinero. Eran unos ahorros que
tenía de mi pasado oscuro, en la época del negocio del opio y, como desde que llegué al
Aoiya no tenía gastos... al menos servirían para algo bueno.

Salí y me despedí de él para volver al Aoiya, no sin antes oír que un día se pasaría por
allí para escuchar la historia de boca de Misao, que con la ilusión que le haría contar su
final feliz, seguro que se enteraría de todo.

Pasé del tema, mientras Misao siguiera conmigo, me daba igual que Saito, o cualquier
otro, se enterase del problema de su compromiso.

Cuando volví, el Aoiya seguía siendo un ajetreo de menús van y platos vuelven, y Misao
iba de un lado a otro alegremente... quería llamarla y decirle que viniera a donde mí.
Por supuesto que éste no era el momento para dárselo, eso hasta yo lo sabía, pero
sentía unas ganas tremendas de estrecharla y sentirla junto a mí. Decidí esperar a que
se vaciara un poco el restaurante.

Estuve dando algunas vueltas por allí, viendo cómo se iba acercando la tarde y pasaba:
los últimos menús de rezagados, los tés de los que ya terminaban, recogiendo todo el
lugar...

Cuando oí pocas voces por el local, decidí buscarla y me la encontré en el pasillo


leyendo un papel... parecía una carta y sonreía. Pensé que quizás era de Kaoru que la
felicitaba por su cumpleaños.

Aoshi: ¿qué lees?


Misao (saltando del susto): ¡por el amor de Dios, Aoshi!... (riendo): ¿es que
quieres que me dé un infarto?
Aoshi (mirando la carta): ...
Misao: me la ha enviado Kai... (pícaramente): me dice que debería reconsiderar
mi decisión... que todavía estoy a tiempo...
¡¡¡¿¿Cómo??!!! Estaba claro que ese hombre no deseaba vivir y por eso quería que yo
acabase con su existencia. ¡¿Cómo se atrevía a intentar convencer a Misao de que se
vaya con él y me deje?! Si en vez de una carta, estuviera aquí, a Misao y a mí nos
separaría un cadáver.

Misao: Aoshi... que es broma. Me ha escrito para felicitarme por mi cumpleaños


y por mi compromiso contigo... (abrazándolo): ¿sabes? Él se había dado cuenta
de que me amabas y me dijo que luchara por conseguir que me lo dijeras.

¡¿Otro más?! Esto empezaba a ser grave, sobre todo teniendo en cuenta que éste
estuvo conmigo sólo un rato y se había dado cuenta de mis sentimientos.

Aoshi: ...
Misao: por eso intentaba darte celos, me acercaba a mis citas y me vestía más
femenina... para ver si reaccionabas. Y casi no lo haces.
Aoshi (apenado): lo siento, Misao.
Misao: pero ya todo se ha acabado... y tú estás conmigo... Jejeje, ya verás
cuando se lo cuente a Kaoru... (separándose un poco): ¡¡aahh!! ¡Se me olvidaba!
Kaoru me escribió para decirme que Sanosuke y Megumi se casan en dos semanas
y que estamos invitados... vendrás, ¿no?

¿Cómo negarle algo si me ponía esa cara de niña buena?

Aoshi: claro, Misao.


Misao (abrazándolo): gracias.
Aoshi: ¿ésa es mi recompensa?
Misao (separándose): ¿recom...

La besé, llevaba aguantándome desde la mañana y aproveché este momento. Me la llevé


al patio. Quería tranquilidad un rato pero con su compañía así que nos sentamos en un
banco apartado viendo cómo atardecía.

Rompí el silencio y me di cuenta de que Misao casi estaba dormida en mi pecho.

Aoshi: con todo lo que ha pasado, no te había comprado nada...


Misao: ¿mm?
Aoshi: es tu cumpleaños y no te había comprado nada. Pero he salido hace un
rato a cogerte algo.
Misao (incorporándose y despejándose): no tenías que haberte molestado.
Además, el hecho de comprometerte conmigo es el mejor regalo que podía
recibir.
Volví a pensar en lo afortunado que era por tenerla y daba gracias al encargado de
enviármela.

Aoshi: pero yo quiero hacer las cosas bien.

Me levanté y también la levanté a ella. Saqué la caja de mi bolsillo y a Misao se le


comenzaron a poner vidriosos los ojos.

Aoshi: Misao Makimachi, ¿me harías el honor de casarte conmigo y convertirme


en el hombre más feliz de este mundo?

Se le caían las lágrimas. Estaba emocionada por el momento aunque estábamos


oficialmente comprometidos desde esta mañana.

Misao: claro que quiero casarme contigo.

Es cierto que no esperaba otra respuesta, pero aun así mi corazón dio un vuelco. Le
puse el anillo y la volví a besar. Nunca me cansaría de hacerlo. Me separé y la miré
fijamente mientras le acariciaba su suave mejilla. Cuando volví al Aoiya podría decirse
que renací de nuevo gracias a ella, pero nunca me había sentido tan vivo como lo hacía
al estar con Misao. Sólo por eso, ya le debía todo...

... Y sonreí. Después de tanto tiempo lo hice. No había intentado reprimirlo y tampoco
le veía el sentido a hacerlo. Por fin la felicidad llamaba a mi puerta, ¿por qué no
demostrarle a Misao lo que ella hacía conmigo?

Evidentemente se sorprendió. En el fondo, hasta yo estaba sorprendido de eso. Dibujó


mi sonrisa con su mano.

Misao: ¿por qué no sonríes más a menudo? Te ves más atractivo aún, si cabe.
Aoshi: ...
Misao: entonces te lo pediré. Esta mañana dijiste que harías cualquier cosa por
verme feliz... ésta es una de ellas.
Aoshi: lo intentaré para ti.

Nos abrazamos. Fácilmente podía acostumbrarme a esto.

Omasu: ¡¡¡¡MISAO!!!! ¡¡¡¡AUNQUE SEA TU CUMPLEAÑOS, NO TE LIBRARÁS DE


TRABAJAR ESTA NOCHE!!!!
Misao: ¡Jo! Me tengo que ir... luego te veo.
Aoshi: hasta luego, Misao.
Y se fue. Pero cuando por fin terminó, estaba muy cansado y ella, molida. Estas dos
últimas semanas nos estaban pasando factura. Así que nos despedimos y nos fuimos a
dormir. Ya tendríamos tiempo de estar juntos.

Entré en mi habitación y, sin encender la luz, me cambié y me metí en el futón. Tenía


una sensación extraña... bueno, tanto como extraña no era, pero sí la echaba en falta
porque se trataba de tranquilidad: ésa que no tenía desde hacía dos semanas. Mi
mente estaba despejada, lejos de las torturas a las que me había estado sometiendo
por la pérdida de Misao. Sin embargo, hoy todo había cambiado: a partir de hoy, a los
ojos de todo el mundo ella era mi prometida y futura esposa, pero lo mejor de todo es
que sería por su propia voluntad.

No pude evitar sonreír ante este pensamiento: habían sucedido tantas cosas en tan
poco tiempo... y gracias a Dios, eran para beneficio mío. Me sorprendí experimentando
un sentimiento que ya tenía olvidado: era feliz. Después de tanto tiempo, el destino me
sonreía... Parecía increíble cómo, en tan sólo unos días, “mi vida había dado un giro
inesperado3”.

*************************

Capítulo 4: Esperando el cambio.

Los días fueron pasando, la boda de esos dos en Tokyo se acercaba y fuimos a ella.
Cuando llegamos nos felicitaron... bueno, por lo menos a mí, porque a Misao, Kaoru le
echó la bronca por algo. Algo de una carta que la tenía angustiada. Por su parte,
Kenshin me dijo que había tardado demasiado pero que, al menos, había hecho lo
correcto.

La boda fue muy normal, no pasó nada raro aunque en la celebración se puso a llover y
se tuvo que terminar en el dojo. No es que a mí especialmente me preocupara eso, las
fiestas no es que me gustasen demasiado, pero esperaba que en la nuestra no lloviera
para que Misao tuviera la boda que quería.

Nos regresamos a Kioto al de unos días y en el Aoiya ya preparaban la boda de Omasu.


Tampoco pasó nada especial. En este caso no llovió, todo fue normal, Okina se
emborrachó con sake montando un espolio... lo normal. Después hablaría con él y le
3
Sí, los dos han tenido el mismo pensamiento antes de dormirse. Por si alguien se lo está preguntando, este “giro
inesperado”, corresponde al del título del fic que se refiere a la situación global de los últimos días. Sin embargo,
“un giro inesperado” como título de este capítulo, hace referencia a un giro inesperado dentro del propio giro
inesperado global, es decir, al hecho de que Aoshi se decida por cambiar el rumbo de la historia. Sí, lo sé... son
paranoias mías que me dan y en las que seguramente nadie ha caído pero es que, tampoco es normal entenderme.
diría que ni se le ocurriera hacer eso en nuestra boda y que, si no se contenía, ese día
sólo bebería agua.

Durante todo este tiempo había hablado con Misao sobre nuestra boda. Me contaba lo
que quería, cómo quería que se realizara, a quién quería invitar... habíamos acordado
hacer la boda dos meses después de la de Omasu porque se habían juntado ya unas
cuantas y era mejor descansar un poco para coger la nuestra con ganas.

Aunque me molestó un poco por tener que esperar 3 meses (y más sabiendo que había
sido idea mía, aunque el tiempo fue cosa de ella), al final, tampoco lo llevé tan mal. El
noviazgo lo estaba disfrutando y era una buena manera de ir, poco a poco, abriéndome
más a ella. La solía llevar a pasear o nos quedábamos tardes sentados haciéndonos
compañía el uno al otro. Me contaba sus cosas, yo le contaba las mías... porque sí, se
había puesto terca diciéndome que si iba a casarse conmigo le debía confianza y, por
tanto, tenía que contarle mis preocupaciones.

Al principio no me hacía gracia, pero sabía que ella tenía razón por lo que decidí
complacerla. Sin embargo, luego vi que me sentía mucho mejor al desahogarme y, al
final, le contaba mis cosas sin necesidad de que ella me sonsacara.

En este tiempo pude comprobar que el amor que me tenía era grande, tan grande como
el mío y, poco a poco, fui perdiendo el miedo a que algún día ella me dijera que no era
lo que esperaba de mí y me dejara de amar (aunque ya no podía paralizar la boda).
Algunas veces soñaba que ella ya no me amaba y se casaba conmigo por obligación. Ella
era muy infeliz y eso me atormentaba. Me despertaba muy angustiado y generalmente,
eso me duraba hasta que la veía sonriéndome por la mañana y comprobaba que todavía
eso no había pasado.

Ella debía notar que había dormido mal por lo que siempre me preguntaba qué había
soñado, pero siempre le decía que lo olvidaba o, como mucho, sueños de mi pasado.
Pero Misao ya me conocía muy bien y sabía que la mentía. Me miraba con mala cara y
me decía que le había prometido decirle todo. Le conté mi mayor temor y siempre
recordaré su respuesta.

Misao (enumerando con dedos): serás idiota... si te he aguantado que me


abandonaras en mi infancia, que me hicieras recorrer Japón buscándote, que
volvieras y casi matases a Okina, que me trataras como una niña dañando mi
amor propio, que me trataras fríamente y me ignoraras, que me hicieras sufrir
por casi tenerme que casar con otro... ¿quieres que siga?
Aoshi: no...
Misao: pues si a pesar de eso te he seguido amando con todas las fuerzas de mi
corazón, ahora que eres tierno, cariñoso, comunicativo e incluso romántico
conmigo, ¿cómo crees que te voy a dejar de querer?

Porque sí, desde que me comprometí con ella había hecho todo lo posible para parecer
un verdadero novio, tratando a Misao como de verdad debía tratar a la que sería mi
futura esposa. Tenía con ella muchos detalles que antes no tenía, aunque deseaba
tenerlos, y sabía que le encantaba y se veía feliz. Eso era suficiente para mí.

Según pasaba el tiempo iba cogiendo más seguridad en nuestra relación y perdiendo el
miedo a hacer algo y que ella se enfadara conmigo. No es que hasta ahora me hubiera
enfadado con ella, lo cierto es que, a lo máximo que habíamos llegado, era a discrepar
en algún tema no consiguiendo ponernos de acuerdo. Pero luego, la reconciliación era
muy dulce.

*************************

Los días pasaron y los amigos de Misao llegaron... bueno, vale, es cierto que a mí
también empezaban a caerme bien, pero me fastidiaba el trato tan “amigable” que
tenían con Misao Sanosuke y Yahiko. Les hice ver, de una forma muy similar a la
empleada con Saito, mi opinión acerca de cómo la llamaban. Después de eso, por lo
menos en mi presencia, no volví a oír ese estúpido apodo.

Esos días, había ido bastante al templo. Había mucho barullo con tanta gente
revoloteando por el Aoiya y yo quería más tranquilidad. Verles me ponía más tenso de
lo que ya estaba por la boda.

Dos días antes de eso, Kenshin se acercó al templo. Como me pasaba gran parte del día
aquí, no había hablado mucho con ellos y no me hacía falta bajar, porque Misao venía a
estar un rato conmigo por la mañana y por la tarde, dándome cuenta, que cada vez que
subía, lo hacía más tensa y preocupada. Supuse que por la boda, sólo que ella podía
disimularlo peor que yo, y en ese estado, no se daba cuenta del mío.

Kenshin se sentó a mi lado y se quedó en silencio, quizás esperando un “vete, me


apetece estar solo”. Pero no lo dije, había venido hasta aquí para algo y quería saber
qué era. Al cabo de un rato habló.

Kenshin: ¿cómo lo llevas?


Aoshi: ...
Kenshin: ...
Aoshi: ¿el qué?
Kenshin: ¿qué va a ser? La boda.
Aoshi: bien, ¿por qué?
Kenshin: porque no lo sabía, apenas te he visto desde que llegué.
Aoshi: ...
Kenshin: mejor para ti, pensé que estarías nervioso y que a lo mejor querías
hablar con alguien.

Abrí los ojos y le miré. Tenía su vista al frente viendo el paisaje. Pensé en que, las
conversaciones que había tenido con él desde que desistí de matarle, siempre me
habían ayudado. Probablemente por lo que él me dijo en una ocasión (su boda): “en
este tema nos parecemos mucho”. Miré el paisaje también y le hablé.

Aoshi: sí, estoy nervioso, pero es normal y hay que sobrellevarlo.


Kenshin (mirándole): ...
Aoshi: ...
Kenshin: ¿va con segundas?
Aoshi: depende lo que hayas entendido.
Kenshin (mirando el paisaje): te gustan los acertijos, ¿eh? Bueno, pues dime si te
he entendido. Si estuvieras simplemente nervioso por la boda no me habrías dicho
nada, como es tu costumbre, ¿cierto?
Aoshi: ...
Kenshin: pero algo te preocupa aunque no sabes si contármelo o no, así que me lo
has dejado caer para ver si me doy cuenta, en cuyo caso, me lo contarías, o no
lo hago y tú dejarías correr el tema.
Aoshi: ...
Kenshin: ...
Aoshi: sí, iba con segundas.
Kenshin: pues tú me dirás. Te escucho.
Aoshi: verás... me preocupa... la noche de bodas.
Kenshin (sonriendo): lo imaginaba. ¿Es la primera vez que estás con una mujer?
Aoshi: ¿eh? No, no, pero... hace ya mucho tiempo que no estoy con ninguna.
Kenshin: por eso no te preocupes, yo llevaba 15 años sin haber tocado a una
mujer y todo salió bien.
Aoshi: pero... es la primera mujer a la que quiero... con las otras era todo muy
físico y ellas me importaban muy poco, yo iba a lo mío... ¿entiendes lo que te
intento decir?
Kenshin: a ella quieres complacerla y tienes miedo de no conseguirlo, ¿no?
Aoshi: ...
Kenshin: no te preocupes, tu propio cuerpo te pedirá hacer cosas según veas que
le agradan, ya lo verás.
Aoshi: ...
Kenshin: ¿hay algo más?
Aoshi: ella...
Kenshin: ¿si?
Aoshi: ella es... bueno, es... eehh...
Kenshin: ¿virgen?
Aoshi: ...
Kenshin: estoy convencido, siempre te ha querido y no me cabe pensar que ella
haya podido estar con otro.
Aoshi: eso lo sé.
Kenshin (mirándole): ¿tienes miedo a tocarla?
Aoshi (mirándole): ¿a tocarla? No, ya no... al principio sí me daba algo de reparo
porque me sentía como... no sé cómo explicártelo... como que no tenía derecho a
hacerle eso. ¿Me entiendes?
Kenshin (volviendo al paisaje): demasiado bien. Sientes que no te la mereces...
una mujer joven, alegre, inocente... a mí también me ocurrió eso con Kaoru. Pero
después pensé que eso era lo que ella quería, no debes darle más vueltas
innecesariamente.
Aoshi (viendo el paisaje): lo sé, por eso ahora ya no me preocupa eso. Mi
problema es... bueno, que... yo nunca he estado con una mujer virgen y... tengo
miedo a hacerle daño.
Kenshin: eso es algo que no podrás evitar y por lo que ella tiene que pasar. No te
preocupes, es sólo un momento al principio. Luego todo irá bien. Sólo piensa que
ella también lo desea y no le importara pasar por ello.
Aoshi: si en el fondo lo sé, pero no puedo evitar preocuparme...
Kenshin (sonriendo): te entiendo, en ese aspecto somos iguales...
Aoshi: ...
Kenshin: ...
Aoshi: gracias.
Kenshin: de nada Aoshi.

Nos quedamos por un rato en silencio mirando el paisaje. Al cabo de un tiempo


apareció Misao que me traía el té. Se excusó porque no había contado con que
estuviera Kenshin conmigo pero éste se marchó diciendo que pronto llovería y no
quería quedarse atrapado aquí estropeándonos unos momentos a solas.

Misao preparó el té y nos lo tomamos en silencio. Después se puso a llover y nos


refugiamos en el pórtico donde, sentados, nos quedamos abrazados. Misao estaba
mucho más callada que de costumbre así que le pregunté qué le ocurría.

Aoshi: koishii, estás demasiado callada. ¿Te encuentras bien?


Misao: ¿eh? ¡Oh, sí, sí, estoy bien!
Aoshi: ...
Misao (sonriendo): ...
Aoshi: ¿qué te preocupa?
Misao: nada, de verdad.
Aoshi: Misao...

Al preguntarle una segunda vez, le había dejado patente que no me lo creía y que
quería una respuesta, pero me volvió a dar evasivas. No me gustaba que me mintiera y
más cuando ella sabía que me estaba dando cuenta y seguía en las mismas.

Aoshi: estoy esperando.


Misao: es que no quiero hablarte de eso...

”Pues peor me lo pones”. Debía ser algo que realmente le preocupaba y ahora sí que
quería saberlo. La estaba mirando de una manera muy fría. Sabía que odiaba que le
dirigiera esas miradas a ella y, por eso precisamente, acabaría haciendo lo que le pedía
para que la cambiara.

Misao: tengo miedo.


Aoshi: ¿miedo? ¿miedo de qué?
Misao: de tu opinión hacia mí.
Aoshi: ...

Espera, ¿la había entendido bien? ¿Cómo que de mi opinión hacia ella? ¿Acaso, a estas
alturas, todavía no sabía lo que representaba en mi vida?

Aoshi: no te entiendo, sabes que eres lo más valioso que tengo. ¿De qué tienes
miedo?
Misao (bajando la mirada y muy roja): de cuando tú y yo... eso, y que me veas
y... de que no... te guste mi cuerpo y... no me desees... o... que no sepa... no
sepa tocarte y te moleste... y te decepciones de mí... y ya no me quieras... o...
me compares con otras...

Me lo dijo muy rápido y tartamudeando pero me estaba quedando con todo lo que me
decía. ¡¡¿¿Pero qué demonios le cruzaba por la cabeza a esta mujer??!! ¡¡¡¿¿Pero cómo
no iba a desearla??!!! Si era lo qué más ansiaba desde hacía años y ni contar lo que me
estaba costando controlar mis instintos cada vez que la tenía cerca y recordaba la más
bella de las visiones: su yukata mojada sobre su precioso cuerpo.

Esta mujer se iba a enterar de qué era lo que me hacía sentir su sólo recuerdo. La
besé mientras la apretaba contra mí. Me separé y la acaricié con mis dedos el rostro.
Los fui bajando por su mejilla hasta su cuello, despertando aún más el fuego de mi
interior, y le sonreí.

Aoshi: ¿pero cómo puedes pensar eso? No tienes ni idea de lo que estás diciendo.
Misao: bueno, es que...
Aoshi: ven conmigo... te voy a enseñar algo.

La miré con ganas de hacerla de todo allí mismo, pero me contuve y, mucho más, al ver
su angustia al pensar qué iba a hacerle. No debía preocuparse, la amaba demasiado y
no quería deshonrarla a 2 días de su boda. No me lo perdonaría. Pero aun así, le iba a
enseñar unos aperitivos de lo que le iba a esperar y conseguir así, que ansiara nuestra
noche de bodas.

Misao: ¿qué pretendes?


Aoshi (pícaro): tú sólo ven conmigo. Te aseguro que no te voy a hacer nada hasta
pasado mañana.

Misao, Misao... ahora ibas a sufrir un poquito de lo que yo he sufrido todo este tiempo
por no tenerte.

La llevé a la habitación que solía utilizar cuando dormía en el templo. Podía ver su cara
de confusión al ver el cuarto.

Aoshi: es la habitación que utilizo cuando se me pasa la hora y me quedo a


dormir aquí.

Me acerqué y comencé a besarla, al principio suavemente, pero luego la pasión empezó


a recorrerme. La cogí y empecé a mover mis manos por su cuerpo. Aun con el kimono
podía notar perfectamente las curvas que cada vez me hacían desearla más. Podía
notar su cuerpo tensarse ante mis actos.

Misao (temerosa): Aoshi, no deberías...


Aoshi: tranquila... te he dicho que voy a enseñarte algo. No te preocupes, te
prometo que llegarás entera a nuestra noche de bodas. Ni siquiera voy a
desvestirme.
Misao (dudosa): entonces, ¿por qué haces esto?
Aoshi: Misao, ¿confías en mí?
Misao: sí.
Aoshi: entonces déjame. Tú sólo déjate llevar.

Volví a tomar sus dulces labios y poco a poco me deslicé hasta su cuello que llenaba de
besos. Su piel era tan suave... tan apetecible. Noté que ella se movía pero no quería
que hiciera nada. Era yo el que quería demostrarle lo equivocada que estaba y de paso,
conseguir un aliciente para ella y que esperara nuestra noche de bodas con más
ganas...
Aoshi: no te muevas. No quiero que hagas nada, sólo déjame a mí.

Seguí con mi camino hasta que encontré su kimono. Llevé mis manos hacía su espalda y
fui bajándolas hasta su obi para desatarlo y dejar libre el cuerpo de Misao, con el que
jugaría un rato y le haría experimentar cierta sensación que la dejaría... *(salto zona lima)

********** Zona lima – lemon **********

Misao (temblándole la voz): Aoshi...


Aoshi: ssshhhh... relájate...

La pobre temblaba, podía hacerme una idea de lo que estaba pasándole por la cabeza
en ese momento. Fui metiendo mis manos por el kimono para acariciarla e ir
soltándoselo hasta que, finalmente, resbaló hasta el suelo a través de su cuerpo de
una forma muy sensual. Ahora sí, la tenía completamente desnuda delante mío. Me
separé y la contemplé descaradamente sintiendo a Misao sonrojarse furiosamente.

Estaba maravillado. Por fin la podía ver sin sentirme mal por ello y viéndome obligado a
taparla como la última vez. Y esta vez tampoco había yukata que me impidiera
contemplar completamente todo su esplendor. Estaba nítidamente desnuda frente a
mí para deleite de mis ojos.

Aoshi: ¿cómo puede ser que no seas consciente de lo preciosa que eres? Cualquier
hombre mataría por tenerte... yo lo haría, y sería la primera vez desde que volví
aquí que no tendría ningún tipo de remordimiento en hacerlo. Es más, incluso si
me dijesen que por hacerte mía debiera pagar como precio mi vida, lo haría y
después, yo mismo te daría el arma con el que cumplir mi castigo.
Misao (reteniendo las lágrimas): no digas eso Aoshi, yo nunca podría ser feliz sin
ti, y menos llevar a cabo lo que dices por hacer algo que yo también deseo que
ocurra...

Desear... eso era lo que le iba a enseñar en ese momento. Si hasta ahora solamente
había imaginado lo que era desearme, ahora iba a experimentar parte de lo que eso
implicaba realmente. La cogí en brazos y la tumbé en el futón. Volví a besarla como
momentos antes estaba haciendo y noté como ella iba dejándose arrastrar por la
pasión que le producía a su cuerpo. Sentía su respiración, agitándose cada vez más, al
contacto de mis dedos con su piel y el paso de mi lengua por su cuerpo. Empecé a subir
mi mano por sus piernas, su cintura...

Misao (susurrando): Aoshi...


Aoshi (susurrando): no pasa nada...
Quería calmarla, se estaba tensando con mi mano... sabía a dónde iba. Acaricié su
pecho con mis dedos como si fuera el cristal más frágil arrancando de sus labios un
gemido... sí, estaba consiguiendo encender la llama de su deseo.

Me detuve jugando con mis dedos en su pezón mientras deslizaba mi boca a su otro
pecho. Lo apresé entre mis labios besándolo y lamiéndolo, jugando con él. Ella
mencionaba mi nombre entre gemidos de placer cosa que me estaba excitando
sobremanera.

Mi otra mano recorría cada milímetro de su cuerpo, recreándose en cada rincón de


ella. Ya era hora de pasar a mayores. Subí mi mano por dentro de su pierna hasta
llegar a su intimidad. Sentí cómo se tensaba cuando la toqué. Recorrí con mis dedos
cada punto y pasando mis dedos por encima de su entrada. Quería introducir mis
dedos en ella y quise relajarla un poco.

Aoshi: koishii, estás demasiado tensa... relájate...

Había dejado su pecho para tranquilizarla un poco y la besé mientras introducía un


dedo en ella. Gimió con más fuerza separándose de mis labios.

Sonreí. La tenía donde quería. Debía saber lo que era que la razón le dijera que no
debía hacerlo pero su cuerpo le pedía que siguiera más. Seguí estimulándola con mi
mano ocupada en su húmeda intimidad y mi otra mano que la acariciaba sin descanso.
Introduje otro de mis dedos en ella para proporcionarla más placer. Su respiración se
aceleraba más e introduje más profundamente mis dedos acelerando el ritmo de ellos
y consiguiendo gemidos de placer.

Me estaba costando controlarme para no hacer una locura y acabar haciéndola mía.
Noté que acumulaba tensión alrededor de mis dedos a causa del placer y, cuando sentí
que iba a terminar, paré.

Misao: Ao... shi...


Aoshi: dime, Misao.
Misao: ...

Ahora sí, Misao estaba experimentando lo que era el deseo carnal por alguien y no sólo
imaginarlo. Podía ver claramente por su cara, su deseo de que continuara con ella hasta
el final...

Aoshi: quieres que siga, ¿verdad?


Misao (respirando agitadamente): ...
Aoshi: pues no lo voy a hacer.

Saqué mis dedos totalmente humedecidos de su esencia y los chupé mientras la miraba
a los ojos, saboreándola y contemplando todas sus reacciones. Estaba totalmente
confundida con mi respuesta, pero más que confundida la había dejado...

********** Fin de la zona lima – lemon **********

*(cont.)
... Frustrada. Misao me miraba fijamente esperando una respuesta por haberla
dejado a medias, con la miel en los labios. No me lo decía abiertamente, pero su mirada
expresaba sus ansias por continuar, pero yo la iba a dejar así... con el deseo de
tenerme y no conseguirlo.

Aoshi: esto que sientes ahora es el deseo, Misao... deseo por tenerme.

Estaba convencido de que no sabía a qué venían mis palabras después de lo que le había
hecho a su cuerpo.

Aoshi: ni siquiera sabes cómo sigue esto ni cómo termina, pero sí que quieres
continuar hasta el final y tenerme más cerca.

Me seguía mirando muy fijamente mientras se iba tranquilizando. No me interrumpía,


seguramente, porque quería saber mis motivos por dejarla así.

Aoshi: esta sensación es la que me recorre todo el cuerpo cada vez que te tengo
cerca o tu imagen me viene a la cabeza, pero a diferencia de ti, yo sé lo que es
sentir toda esta experiencia hasta el final, y mis ansias por tenerte aumentan
con cada día que paso sin hacerlo. Llevo años queriendo apagar este fuego que me
provocas haciéndote mía y no he podido hacerlo todavía...
Misao (sorprendida): Aoshi...
Aoshi: dime, Misao... ahora que sabes un poco lo que es sentir el deseo de tener
a alguien, multiplica esto por años esperando ese momento. Llevo años con este
estado de ansiedad por tenerte... ¿crees que no te voy a desear lo suficiente
como para hacerte mía? ¿que después de conseguir lo que tantas veces he soñado
voy a andar comparándote con otra mujer a la que no amaba y sólo me
proporcionaba un momento de placer?
Misao (muy sorprendida): yo no... no sabía...
Aoshi: pues ten por seguro que dentro de dos días no vas a descansar porque no
pienso soltarte hasta que me haya resarcido.
Misao (tremendamente roja): Aoshi...
Aoshi (sonrisa pícara): además, después de esto, llegarás con otra predisposición
al querer saber cómo termina lo que hoy he empezado y no he acabado.

La cara de Misao era todo un poema. Estaba confundida (por lo que había pasado),
sorprendida (por cómo había actuado) y asustada (por lo que le estaba diciendo).
Quizás había sido muy directo con ella diciéndole que la iba a disfrutar hasta que me
cansara en nuestra “gran noche”.

Le pasé su kimono y vi que había parado de llover. Le dije que nos marcháramos y
rápido porque me estaba poniendo cardíaco por contemplarla vistiéndose. Nos fuimos y
cenamos en el Aoiya para después irnos a dormir.

*************************

El día siguiente fue horrible. No era porque el día fuera malo en sí ni porque pasara
algo. El problema era que había un movimiento impresionante por todos lados. De modo
que volví a escaparme al templo y allí me quedé, contando cada segundo menos que
quedaba para alcanzar mi sueño: casarme con la mujer que amaba y ser feliz junto a
ella.

Decidí quedarme en el templo esa noche lejos del alboroto del Aoiya, a saber cómo
estaba el ambiente por allí esta noche.

*************************

Capítulo 5: El gran día.

Por la mañana temprano bajé a por mi traje: era el día más esperado de mi vida y por
fin había llegado.

Según me iba encontrando con la gente, me iban felicitando y dando ánimos. Me


encontré con Okina y tuve unas palabras con él: si bebía y empezaba a hacer de las
suyas por la boda, sería lo último que haría. Por nada del mundo iba a dejar que a Misao
se le arruinase el día y debió entenderme muy bien porque dejó de tomar el sake que
llevaba ya en la mano. Además, le dije que nos iríamos una temporada a una casa que
nos habían dejado y que, mientras estuviésemos fuera, se encargara él de lo que
pudiese surgir.
También me encontré a las chicas corriendo de un lado a otro y aproveché una de esas
veces para decirles si podrían preparar nuestro equipaje para esta noche, ya que era
una sorpresa para Misao y ella no lo haría, a lo que no me pusieron problema.

Llegué al templo donde ya esperaban algunos invitados y me coloqué en mi sitio


esperando a Misao. Cuando apareció no podía ni creérmelo. Estaba bella y esa palabra
no le hacía justicia. Me costó mucho mantener mi temple al tener al lado el ángel que
se les había perdido en el cielo y que vagaba en este plano terrenal haciendo feliz a un
servidor con su mera presencia.

Todo fue muy normal y pude ver el alivio en Misao por no sufrir ningún percance. Y es
que más les valía porque, no sólo les haría picadillo personalmente sino que, además,
estaban en la ceremonia los mejores luchadores de Japón... cómo para meterse aquí...

La celebración fue lo peor. Si de por sí las fiestas no me gustaban, ésta menos... me


separaba de mi momento con Misao, la consumación de nuestro matrimonio. Pero yo no
quería decir nada. Ella estaba pasándoselo genial como todos los demás. Estuve la
mayor parte del tiempo apartado de todo con mi vista fija sólo en ella, que de vez en
cuando me miraba y me saludaba a lo lejos.

Por fin la gente se marchaba y me acerqué a despedirme de todos. Misao no se lo


esperaba... era normal ya que eso era lo que pretendía. Les dije que nosotros nos
íbamos por unos días y no podríamos despedirnos cuando se volvieran a Tokyo. Como
les había dicho, Kuro y Shiro nos trajeron las maletas para nuestro viaje y nos
montamos en el coche.

Misao parecía muy sorprendida por esto, pero ni loco me quedaba a pasar nuestra
noche de bodas en el Aoiya con todos. Encima, el ofrecimiento de esta casa nos venía
como llovido del cielo. Y de paso nos tomábamos unas vacaciones ya que nos íbamos.

Me preguntó a dónde la llevaba y le dije que un alto miembro de los Oni me había
dejado una casa de veraneo que tenía y que utilizaba para descansar porque estaba
apartada del núcleo urbano. Lo que no le dije es que lo había hecho porque, al estar en
un sitio apartado y sin gente a nuestro alrededor, pasaríamos más tiempo “juntos” y
así saldríamos de allí con el descendiente que tanto querían.

Llegamos a la casa que estaba a unos minutos de Kioto. Era muy bonita y grande con un
gran paisaje alrededor. Pude ver que a Misao le encantaba el sitio. La casa había sido
preparada para nuestra llegada.

La cogí en brazos y me la llevé a la habitación matrimonial que era la que tenía la


puerta abierta en el piso de arriba. Cerré la puerta tras de mí y bajé a Misao. Había
llegado el momento: iba a ser mía en cuerpo y alma y, por supuesto, que superaría mi
“pequeño” temor por la situación. Nada me impediría ya tomarla, ni siquiera eso.

Aoshi: me temo que ya no tienes escapatoria, koishii...


Misao: aunque la tuviera, nada me haría escapar ahora, anata.

Me acerqué a ella, la rodeé con mis brazos alrededor de su cintura y la besé con
pasión. Estaba ansioso y quería cada vez más, sobre todo, sabiendo que lo obtendría y
que nadie podría decirme nada. Misao me correspondía con la misma intensidad
subiendo una de sus manos hasta mi cuello y sujetándome para profundizar más el
beso mientras que con la otra me acariciaba la espalda por encima de la ropa.

Por mi mente pasó la posibilidad de que ella quisiera tomar cierta iniciativa y esa idea
me sorprendió mucho: si se me había cruzado por la mente, razones me habría dado
ella. Seguramente no quería ser pasiva en esto y por eso intentaba hacer algo. Lo
cierto es que yo no me esperaba mucha participación de su parte siendo esta su
primera vez. Podía imaginar que ella tuviera algo de vergüenza ante esto y tendría que
hacerlo todo yo. Así que le iba a preguntar, para probarla, si quería tomar la iniciativa,
ella se echaría para atrás y yo aprovecharía para decirle que quería que participase en
esto activamente si se veía con ánimos para hacerlo.

Aoshi: Misao, ¿acaso quieres jugar conmigo como yo lo hice en el templo?

Me quedé asombrado. Se había quedado indecisa cuando yo esperaba una frase


negativa por su parte inmediatamente. Parecía que quería hablar y decirme que sí pero
ella misma se cortaba. Me dio la sensación de que se cohibía por miedo a algún tipo de
reacción por mi parte, no porque ella no quisiese hacerlo. Así que la animé.

Aoshi: sé sincera y dime qué es lo que realmente te apetece hacer.


Misao (dudando): pues... ehh... ¿te molestaría mucho?

Estaba perplejo aunque dudaba mucho que ella se estuviera dando cuenta. ¿Había oído
bien? ¿Misao quería realmente empezar con todo? Sabía que era impulsiva pero no
hasta este punto y por supuesto que yo no iba a quitarle esa ilusión. La vi quitarse
algunas horquillas del pelo para ir deshaciéndose el recogido.

Aoshi: no, claro que no.


Misao: y...

Dudó un momento ante lo que iba a decir. No quería presionarla en esto, así que esperé
pacientemente a lo que quería decir.
Misao: y... ¿qué es lo que puedo hacer?
Aoshi: ... ahora eres mi esposa y tienes derecho a hacer lo que quieras.
Misao: bueno... pero a lo mejor hay algo... que no te guste o que... que no
debería hacer...
Aoshi: ... en este momento no se me ocurre nada.

Estaba atónito: ¿qué se le estaba pasando por la cabeza hacerme para que preguntase
algo así? Se miró la mano y vio unas cuantas horquillas y pasadores que ya se había
quitado. El pelo empezaba a escurrírsele del recogido dándole un aire muy sensual. Se
acercó al tocador que había y las dejó allí. Después se acercó a las maletas que había
subido el cochero y empezó a rebuscar cosas. Sacó un neceser y se quedó con una
prenda en la mano pensando.

Misao: voy a quitarme todo esto.


Aoshi (asintiendo): ...
Misao (nerviosa y mirando el traje en sus manos): Megumi y Kaoru... ahora
vuelvo.

No podía creérmelo. Sin duda, esta faceta de Misao me había sorprendido


gratamente. Estaba claro que tendría que aprender poco a poco, pero por lo menos ya
sabía que Misao no era una de esas mujeres que sólo se dejaban hacer por el marido y
ya estaba. Y, en vista de la rapidez con la que parecía haber cogido confianza, era de
esperar que con algo de experiencia, acabaría disfrutando mucho con ella... me
reprendí mentalmente por estar pensando en esas cosas, aunque... ¡Qué demonios, a fin
de cuentas era mi esposa!

Me fui quitando parte de mi vestimenta tranquilamente y me senté en el futón. Había


llevado ropa occidental a la boda, así que me quité la chaqueta, los zapatos y demás, y
me quedé sólo con la camisa y la ropa interior. Quise dejar algo para que no me viera
tan directamente sin ropa y por si ella quería quitármela... sonreí. Lo cierto es que no
tenía ni idea de lo que le pasaba por la mente a Misao y la velada había dado un giro
radical a lo que me esperaba.

Al cabo de un rato salió del baño. Casi me dio un infarto. Se había soltado totalmente
el pelo, se había desmaquillado dejando su rostro totalmente limpio y al natural y
llevaba puesta... el corazón parecía que se me iba a salir del pecho... llevaba ropa
nupcial puesta. Era un traje con poca tela que no dejaba ver nada (sólo piernas y
brazos) pero que, a la vez, tampoco dejaba mucho a la imaginación puesto que tenía
transparencias que dejaban ver e imaginar su cuerpo.

Misao: Aoshi, te has quedado pálido. ¿No te gusta?


¡¡¡¡¿¿¿¿Que si no me gustaba????!!!! Estaba cardíaco. Por un lado quería quedarme
donde estaba y seguir grabando en mi mente esa imagen celestial, pero por otro,
quería levantarme, cogerla y arrancárselo a mordiscos para hacerla mía en ese
instante. Pero opté por algo intermedio ya que lo segundo, que era lo que más me
apetecía hacer, podría asustarla: me levanté, me acerqué y la besé con tanta pasión
como si fuera lo último que haría en mi vida.

La aprisioné contra la pared dejando que mi cuerpo se apoyara en el suyo y pudiese


comprobar la excitación que me provocaba. Después la cogí y la llevé hasta el futón
donde la recosté y empecé a besarla por el cuello, mientras mis manos la recorrían por
encima de la fina tela llegando hasta sus piernas y metiendo mi mano por debajo de su
ropa, subiéndosela poco a poco. Su respiración se estaba agitando y emitía pequeños
gemidos de placer.

Misao: entonces... ¿ya no me dejas a mí?

Me incorporé un poco encima de ella y la miré. Se me había olvidado por completo


debido al entusiasmo por poseerla definitivamente en ese momento.

Aoshi: estoy reconsiderándolo.


Misao (sonriendo): ¿tanto te ha gustado el traje?
Aoshi: demasiado.
Misao (riendo): entonces recuérdame agradecerles a Megumi y a Kaoru por su
regalo.
Aoshi: no lo dudes.
Misao: ...
Aoshi: ...

Me estaba costando decidirme. Llevaba mucho tiempo esperándola y la quería ya, pero
también es cierto que un poco de tiempo más no iba a matarme y, al fin y al cabo, se
había pedido el turno ella y yo se lo había concedido.

Aoshi (sonriendo): ¿qué querías hacer?


Misao (sonriendo): pero me tienes que ayudar un poco... yo no sé muy bien...
Aoshi: no te preocupes por eso, koishii.

Me recosté a su lado mirándola fijamente. En el fondo, tenía curiosidad por ver lo que
iba hacer. Se incorporó apoyándose en su codo mientras que con la otra mano me
acariciaba el rostro.

Apenas me rozaba con sus cálidos dedos y el contacto con su piel me provocaba
escalofríos por todo el cuerpo. Deslizó sus dedos hasta el cuello y después me besó
muy dulce y tranquilamente. Pude sentir que se iba a tomar esto con mucha calma.
Vale, quizás un poco de tiempo no iba a matarme, pero no sabía si iba a poder aguantar
tanto. *(hasta el siguiente capítulo)

********** Zona lemon xxx **********

Se movió de su sitio y se sentó encima de mí con las piernas a cada lado de mi cuerpo.
Sus manos pasaron lentamente por mi pecho, como queriendo sentir su forma por
encima de la camisa, hasta que llegaron donde ella. Después comenzó a subir por
debajo de la camisa suavemente consiguiendo erizar los pelos de mi cuerpo y que una
corriente eléctrica fluyera a través de mí arrancándome suspiros de placer.

Sin darme mucha cuenta ella había ido desabrochando los botones de mi camisa y al
poco tenía descubierto mi pecho. Terminó de quitarme totalmente la camisa
dejándome sólo con la ropa interior y volvió a besarme. Sus manos se movían
suavemente por todos los lugares allí donde alcanzaban mientras hacía un recorrido de
besos por mi rostro y su pelo largo se movía por mi torso desnudo provocándome una
gran excitación.

No pude evitarlo y empecé a tocarla por la cintura y sus piernas desnudas casi hasta
arriba y tan suaves como la seda, pero ella se acercó a mi oído.

Misao (susurrando): no te muevas. No quiero que hagas nada, sólo déjame a mí.

Sonreí. Le debió quedar grabado porque era lo mismo que yo le había dicho a ella en el
templo. Supuse que se estaba tomando la revancha por lo que le hice... gemí. Eso era
nuevo, se había puesto a mordisquearme el lóbulo de la oreja y me estaba dando mucho
placer. No sabía de eso pero me estaba bien empleado por haber ido siempre tan
rápido con las otras mujeres sin darles tiempo a que me enseñaran esto. Quizás Misao
descubriese mis puntos más excitantes y sensibles.

Misao (susurrando): nota mental: te gusta que te mordisqueen la oreja.

Me reí. Misao estaba haciéndome un estudio sobre las zonas que más me gustaba que
tocase. Le debía gustar ir descubriendo esos puntos por ella misma.

Dejó aquella zona y fue bajando dándome pequeños besos unas veces, o simplemente
respirando en mi piel haciéndome desearla más en otras, hasta llegar a mi pecho. Allí
se entretuvo con mis pezones saltando de uno a otro. Era muy placentero. Su lengua
me recorría dejándome miles de sensaciones mientras que yo le dejaba patente cuan
placentero me estaba resultando esto. Y sus manos seguían recorriéndome por todos
lados. Además, era la primera vez que estaba con una mujer que no llevaba el pelo
recogido y las caricias que éste me daban allí por donde pasaba, eran muy
estimulantes. No sabía si Misao se estaba dando cuenta de este detalle, ya que al ir
combinado con sus caricias, podía pasar desapercibido.

Siguió bajando y pude notar como se saltaba mi ropa interior ruborizándose ante lo
que veía. A estas alturas, yo estaba ya muy excitado y mi miembro así lo reflejaba
aunque estuviese tapado todavía. Me besó por una pierna mientras me acariciaba la
otra. Lo cierto es que la tranquilidad con que se lo estaba tomando, era una tortura. Yo
la deseaba fervientemente y ella me torturaba con la espera sin dejar de sentir placer
por sus atenciones.

Subió sus manos y bordeó mi ropa interior bajándola finalmente, y quitándomela. Se


había quedado muy roja mirándome el miembro. Estaba erecto y sabía que debía estar
impactándola. Dudaba mucho que hubiera visto uno y mucho menos en ese estado.

La vi llevar su mano hasta él, pero se paró en el camino. Me miró a los ojos
posiblemente esperando algún gesto de aprobación o desaprobación ante lo que iba a
hacer. Yo simplemente me quedé mirándola a la expectativa observando todas las
reacciones de ella. Al no decirle nada, estaba dándole permiso para tocarme y así lo
entendió.

La vi reanudar su camino y finalmente, sus dedos contactaron con mi miembro


provocándome la enésima descarga eléctrica. Apenas me rozaba y bajaba y subía sus
dedos a través de él muy lentamente. Era desesperante y mi cuerpo pedía más. Por la
forma en que iba tocando, me daba a entender que pretendía cogerlo pero por alguna
razón no se atrevía. No sabía si es que le daba pudor hacerlo o es que no sabía que
hacer con él después de cogerlo.

Ella me miró. Era lo segundo porque sus ojos me pedían ayuda. Llevé mi mano hasta la
suya y se la coloqué sobre mi miembro indicándole cómo debía moverla. Tardó muy
poco en coger el ritmo y no necesitar más de mi ayuda. Y yo estaba en el séptimo cielo.

Había cerrado mis ojos y abandonado al placer que me proporcionaba la masturbación


que me hacía moviendo su mano de arriba a abajo. De pronto, noté algo húmedo en la
punta y me tensé mientras gemía más fuerte. Era su lengua que vagaba por mi miembro
lamiéndolo de arriba a abajo y por todos lados. Sinceramente esto no me lo esperaba
de ella, o por lo menos, no en el primer encuentro. Misao estaba siendo muy impulsiva y
he de reconocer que eso me agradaba mucho.

Poco después se lo metió en la boca y siguió con el ritmo que en un principio le había
marcado con la mano. Yo ya estaba muy excitado y esto sólo aumento más ese estado.
Lo cierto es que estaba muy sorprendido por lo que hacía. Apenas le había indicado
nada sobre qué hacer y sin embargo, a estas alturas, debía llevar un libro de notas
mentales.

Puse una de mis manos sobre su cabeza siguiendo su movimiento e indicándola que iba
bien. ¡¿Cómo demonios había aprendido a hacer todo esto?! Si era capaz de hacer esto
sin experiencia, sólo de pensar en lo que podría hacer dentro de unos encuentros más...

Misao aceleró el ritmo mientras se ayudaba de una mano con mi miembro y con la otra
acariciaba mis testículos para después seguir por el resto de mi cuerpo. No podía
evitar gemir cada vez más fuerte y decir su nombre con el placer que me estaba
dando. La sujeté la cabeza con más fuerza mientras le ayudaba a aumentar el ritmo
cuando sentí que estaba por acabar. Le dije que estaba a punto de terminar y que
debía apartarse si no quería que eyaculase dentro de ella. Dudo que supiera a que me
refería, y ella siguió hasta que, finalmente, ya no pude aguantar más y eyaculé dentro
de su boca.

Inmediatamente noté cómo succionaba el líquido que emanaba de mi miembro a la vez


que yo colapsaba de placer. Cuando terminé, ella siguió lamiéndolo hasta que lo dejó
limpio y después se separó mientras yo intentaba recuperar el ritmo normal de mi
respiración y mi corazón.

Había sido genial. Aún no entendía cómo había hecho todo esto tan bien y con tan poca
ayuda por mi parte. Otra vez mi mente divagó en lo que Misao podría llegar a hacerme
disfrutar cuando tuviese algo más de experiencia y aprendiese algunos trucos.

Aoshi (sonriendo): has estado muy bien, koishii. Ha sido una sorpresa más que
agradable.
Misao (sonriendo): ¿de verdad?
Aoshi: te lo aseguro.

Ella subió hasta mí y me besó tiernamente. Su sabor era distinto, sin duda debido a la
mezcla de mi esencia con su saliva. Después se me quedó mirando apoyándose en mí y
acariciando mi rostro con sus dedos. Su expresión me demostraba alegría y felicidad
por haberme proporcionado ese placer. Subí mi mano a su mejilla y también se la
acaricié. Después la cogí por detrás de su cuello enredando mis dedos en su suave
cabello y la acerqué a mí dándole un beso al principio suave. Pero según se lo daba, el
beso se hacía más pasional y poco a poco me iba recuperando de la experiencia
anterior... “Mi pequeña Misao, has jugado con fuego y estás a punto de quemarte”.

La giré para tumbarla y colocarme encima para seguir besándola ardientemente.


Después la miré, era tan bonita... toqué sus labios... seguí admirando la belleza que
tenía en mis brazos, su rostro angelical, las curvas de ensueño de su cuerpo semi
tapadas por la fina tela nupcial...

Sin darme cuenta, ella había cogido la mano que acariciaba sus labios y lamía mis dedos
de forma sensual... tan excitante. Volví a la realidad, esta vez me tocaba a mí.

Aoshi: Misao... es mi turno de jugar.

Sonrió y dejó mis dedos. La besé el cuello muy lentamente acariciando con mis manos
su cintura por encima de la ropa. Aunque le quedaba muy bien, empezaba a molestarme
no poder tocar su piel. Fui subiéndosela poco a poco por su cuerpo hasta que conseguí
quitársela por encima de su cabeza y la lancé. Volví con mis manos a través de sus
brazos... tenía cosquillas y los bajó hasta su cuerpo rápidamente. Sonreí por ello, me
encantaba verla así, tan feliz y alegre simplemente por el hecho de estar conmigo.

La besé en los labios que prácticamente volvían a tener su sabor normal, el sabor de
Misao y comencé una ruta de besos saboreando su piel con mi lengua hasta
aproximarme a sus pechos suaves y redondos. Me entretuve con uno de sus pezones
mordiéndolo tranquilamente y succionándolo con mi boca haciéndola suspirar de placer
y poniéndoselos cada vez más duros.

Empecé a subir mi mano desde su pierna hasta su otro pecho que perfectamente se
amoldaba al tamaño de mi mano, parecían hechos a mi medida y me encantaban. Jugaba
con él entre mis dedos rozando y cogiendo levemente su pezón. Podía sentir la
excitación de ella, su respiración se iba agitando y su piel, cada vez estaba más
caliente.

Seguí bajando para continuar con el recorrido a través de su cuerpo, encontrándome


con su ropa interior que me impedía verla completamente. La cogí y fui bajándola hasta
desprenderme de ese obstáculo. Volví a subir por sus piernas saltándome su zona más
íntima y llegando a su vientre plano. Lo acaricie con los dedos... otra vez la hice
cosquillas y se rió. Me quedé mirándolo por unos momentos sin poder evitar imaginar
cómo se vería aguardando dentro a nuestro hijo y después lo besé.

Seguí mi camino hasta su pecho de nuevo mientras mi mano subía por su pierna e iba
separándoselas. Misao accedió a este gesto y pude llegar sin problemas hasta esa zona
que sólo yo había tocado. La acaricié mientras ella gemía con más placer y a mí me
excitaba cada vez más, hasta que finalmente, volví a introducir uno de mis dedos en su
interior como días atrás había hecho. La diferencia era que, esta vez, acabaría lo que
había empezado.
Misao arqueó la espalda mientras mencionaba mi nombre, lo que me permitió un mayor
roce de su interior e introduje otro de mis dedos causándole más placer aún. La
estimulé durante un rato viendo aumentar su excitación y fui bajando hacia abajo
dándole besos y saboreándola con mi boca.

Saqué mis dedos de ahí y noté su disconformidad ante este gesto. Separé más sus
piernas y la besé paseando mi lengua por todos sus pliegues y, finalmente,
introduciéndola en su interior. Ella ahogó un grito de placer y llevó una de sus manos
hasta mi cabeza enredándola entre mi pelo e indicándome que quería acelerar el ritmo
y una mayor profundidad por parte de mi lengua. Por supuesto que yo se lo concedí
mientras bebía el líquido que de ella emanaba cada vez en mayor cantidad, producto de
su mayor excitación.

Sus músculos se tensaban y la vi convulsionarse al haber llegado al clímax. Gritó mi


nombre como pudo entre los espasmos de su placer, quedando finalmente tendida en el
futón presa de la relajación posterior.

Subí hasta ella y la besé muy lentamente. Quería que recuperara su ritmo normal
antes de volver a empezar con ella. Esta vez no me andaría con juegos: la haría mía de
una vez por todas, y más teniendo en cuenta que, todo esto me había excitado de
nuevo y quería apagar el fuego que volvía a recorrerme.

Llevé otra vez mi mano a ese lugar tan cálido y húmedo y volví a introducir uno de mis
dedos. Lo saqué al comprobar algo que ya imaginaba: aún estaba demasiado tensa de la
experiencia anterior. Debía relajar sus músculos de nuevo para poder recibirme de la
mejor manera.

La miré y vi que ella me estaba observando atenta a todos mis movimientos. Ya había
recuperado su ritmo normal. Le quité un mechón rebelde de su rostro y la contemplé
mientras la sonreía.

Aoshi: ya falta poco... esta vez serás mía.

Ella simplemente me sonrió en respuesta. La besé y la giré de espaldas a mí. La coloqué


en una determinada posición para que estuviera cómoda y yo pudiera tocarla
tranquilamente. No puso ninguna objeción y me dejó moverla a mi gusto. Crucé sus
brazos a la altura de la cabeza dejando que la apoyase en ellos y bajé mis manos por
sus brazos. Pude sentir su piel erizarse ante esto y, una vez llegué a su espalda, recogí
su cabello y se lo aparté a un lado.

Miré su espalda, era preciosa, tan fina y suave. Le fui pasando mis dedos por la
columna vertebral viendo cómo contraía la espalda a su paso. Empecé a besar aquellos
lugares que mis dedos abandonaban hasta que me quedé sin vértebras que cubrir. De
modo que mis manos la dejaron para subir lentamente por los lados de su espalda.
Llegué arriba y me puse a besarle el cuello mientras suspiraba y respiraba cada vez
más fuerte.

Me quedé tocándole los hombros unos momentos dándole un suave masaje a la vez que
seguía con mi ruta de besos por su cuello y después, bajé mis manos por sus costados,
haciéndola cosquillas al pasar por su cintura. Llegué a sus glúteos tan bien formados
por el ejercicio y me recreé en ellos estimulándolos y volviendo a erizar los pelos de
Misao... debían estar recorriéndola muchos escalofríos por el cuerpo.

Pasé mis manos por el interior de sus piernas para separárselas y me coloqué en el
hueco que dejó. Acerqué mi miembro a ella para estimularla pero sin llegar a
penetrarla. Deslicé mis caderas por las de ella con un movimiento suave. Ella gemía más
fuerte y mi miembro iba humedeciéndose con sus fluidos. Simulaba el movimiento de la
penetración pero por fuera de ella y esto nos estaba excitando tremendamente.

Paré. Había conseguido lubricar mi miembro y la besé el cuello mientras la giraba y


terminaba en sus labios. Bajé mi mano para comprobar su estado: estaba
completamente húmeda y preparada para recibirme. Había llegado el momento por fin.

La miré a los ojos. Ella sabía qué venía ahora y noté que su nerviosismo aumentaba.
Quise tranquilizarla. La acaricié el rostro.

Aoshi: todo irá bien...

... Aunque no las tenía todas conmigo y no sabía si se lo decía a ella o intentaba
convencerme a mí mismo de que saldría bien. Esto iba a dolerle, pero no sabía hasta
qué punto podría ser. Evidentemente, nunca se lo había preguntado a ninguna mujer: ni
se me había ocurrido, ni aunque se me hubiera pasado por la mente, lo habría hecho.

Y ahora estábamos aquí: en la hora de la verdad. Pero por mucho que lo sintiese, iba a
tener que pasar por ello.

Aoshi: Misao... sube encima de mí.

Se quedó blanca con lo que le dije. Estaba estática y no se movía. No entendía muy
bien su reacción. Volví a decirle mientras la cogía de la mano y tiraba suavemente de
ella para que se moviera.

Aoshi: Misao... ven, sube...


Misao: ¡¡¡NO!!!
Aoshi (confundido): ¿no? ¿no qué?

Se había soltado rápidamente, negando con la cabeza. ¿Tanto miedo tenía a lo que iba
a pasar? Se empezó a poner muy roja mientras balbuceaba palabras. Estaba muy
alterada y horrorizada mientras las decía y negaba con la cabeza muy rápidamente.

Misao: yo no... nononono...


Aoshi: pero...
Misao: es que... ¿encima de...? que no, que no...

Empecé a ver cuál era el problema y sonreí por no haberme dado cuenta. Era la
primera vez de Misao y le estaba diciendo que fuera ella la que dirigiese todo, y muy
posiblemente, sin saber cómo hacerlo. Pero es que, precisamente por ser su primera
vez, tenía mis motivos para que ella fuese la que llevara todo. La hablé dulcemente
para que se tranquilizara.

Aoshi (sonriendo): Misao, es mejor para ti que...


Misao (nerviosa): que no, Aoshi.
Aoshi: escúchame. Si tú estás encima, podrás llevar el ritmo y la profundidad
que desees, según veas cómo reaccione tu cuerpo. Si lo hago yo, podría hacerte
más daño.
Misao: me da igual... de verdad...
Aoshi (sonriendo): pero a mí no... no te preocupes, yo te ayudaré después a
moverte si ése es el problema.
Misao (suplicante): Aoshi, por favor...

La besé en los labios mientras volvía a acariciarla. Noté que estaba muy tensa... eso no
sería bueno. Bajé hasta su cuello dándole besos muy pasionales y con mis manos iba
acariciando sus pechos. Poco a poco iba relajándose, debía pensar que había accedido a
su petición... pero no era así y esto ya empezaba a alargarse más de lo que quería. Me
separé y la miré fijamente.

Aoshi: vamos... sube...


Misao: pero...

Había sido muy tajante y ella se había callado. Esta vez estaba serio y había notado
que no aceptaba un no por respuesta. Empezó a acelerársele la respiración,
posiblemente por la angustia que le estaba creando esto. Pero no me iba a echar para
atrás y arriesgarme a dañarla por un miedo suyo a no saber qué hacer.
Me estiré en el futón, la cogí de la mano y la ayude a subirse. Temblaba como una hoja
en otoño. La visión que tenía de ella, completamente desnuda y encima de mí, era muy
excitante. Le acaricié el rostro en un intento de calmarla.

Aoshi (suavemente): koishii... tranquila... no importa cómo salga, tanto para bien
como para mal, tú sólo céntrate en que te duela lo menos posible, ¿entendido?

Misao asintió nerviosa. Aunque parecía ir aceptando que era ella quien iba a empezar
con esto, seguía temblando.

Aoshi: ve despacio y tómate tu tiempo... cuando termines, no te preocupes que


yo te guiaré. Ni se te ocurra apresurarte para acabar rápido y dejarme luego a
mí, ¿vale?

Volvió a asentir. Estaba seria pero yo lo estaba más para no dejarla negarse. La cogí
de las caderas y la elevé un poco hasta ponerla a la altura de mi miembro. La sujeté ahí
mientras ella lo cogía y lo orientaba hacia su sexo. Le costó porque le temblaba
terriblemente el pulso, me estaba empezando a preocupar lo mal que lo estaba
pasando. Pero después, noté la punta colocada en su entrada... por fin, después de
tantos años anhelando este momento, lo iba a hacer realidad.

Empezó a bajar por él muy lentamente, sintiendo cómo sus paredes internas iban
atrapando mi miembro con el mayor roce que nunca antes había sentido. Su cavidad
era muy estrecha... nadie antes había pasado por ahí. Era tremendamente placentero.
Misao fue bajando, poco a poco, moviéndose para amoldarse mejor a él. Quería
observar todas las reacciones de su rostro pero no pude sostenerle la mirada por más
tiempo. El placer me hizo cerrar los ojos mientras ella continuaba con la penetración.
Por el camino noté como tocaba una fina barrera y cómo la rompía a mi paso hasta
llegar al final. Fue con estos últimos pasos con los que oí un pequeño gemido de dolor
salir de Misao.

Abrí los ojos de golpe y me la encontré inmóvil, con los ojos cerrados y una respiración
entrecortada. Me inquieté al ver que la expresión de su cara era serena porque no
sabía muy bien si era porque, realmente no le había dolido mucho, o porque se había
dado cuenta de la importancia que tenía para mí esto y lo estaba disimulando para no
preocuparme.

Para mi horror, sentí un líquido deslizarse por mi miembro hasta el exterior: sangre. El
alma se me cayó a los pies. Mi razón me decía que no me preocupara, que había
mujeres que sangraban la primera vez y resultaba que Misao, era una de ellas. Pero mi
corazón quería morirse ahí mismo. Estaba claro que era la segunda opción porque, si
sangraba, tenía que haberle dolido aunque no lo aparentara.
Aoshi (susurrando): Misao...

Ella me miró y me sonrió, aunque después, me acarició el rostro confundida. Yo volví a


mirar la causa de mi preocupación, quería saber cómo estaba. Y la miré a los ojos
esperando una respuesta.

Ella se miró y se quedó muy sorprendida ante lo que veía.

Misao: lo siento... (cortándosele la voz)... te he manchado.

¡¡¿Cómo que lo sentía por mancharme?!! Además, ésta era la demostración última de
que sólo se me había entregado a mí, que yo era el primero y único que la había
poseído. ¡¡¡¿¿Qué demonios me importaba ahora que su sangre me manchara??!!! Esa no
era la respuesta que quería oír, quería saber cómo estaba. La vi llevarse una mano que
rápidamente intercepté.

Aoshi: no te toques...

Se me quedó mirando y yo me incorporé para cogerle el rostro con mis manos y


acariciarle las mejillas.

Aoshi (preocupado): ¿te he hecho daño? ¿estás bien?


Misao (confundida): estoy bien... no entiendo porqué he sangrado... no ha sido
para tanto.
Aoshi: ¿estás segura?
Misao: sí.
Aoshi: ¿de verdad?
Misao: sí, Aoshi... apenas me ha dolido, te lo juro.

Parecía decirme la verdad, así que sonreí y la besé. Ella me respondió con mucha pasión
y fui bajando mis manos hasta sus caderas las cuales sujeté y empecé a mover. Se
dejó guiar mientras la levantaba y se separó de mis labios emitiendo un gemido de
inconfundible placer. Después la volví a bajar y aproveché para besarle el cuello. Así
seguí mientras ella iba cogiendo el ritmo y empezaba a moverse por sí sola e iba
acelerando el ritmo.

Me recosté otra vez aún con mis manos en sus caderas viéndola ascender y descender
por mi miembro, enloqueciendo mis sentidos y arrancando gemidos desde lo más
profundo de mi ser. Verla moverse así sobre mí, con mi miembro entrando y saliendo
de ella, sus caderas moviéndose a un ritmo cada vez más rápido, sus pechos
moviéndose con ella y verla gemir por el placer que mi cuerpo le causaba, era
demasiado excitante para mí.

Empecé a moverla más rápido y presionándola para que bajara más y profundizara
todavía más la penetración. Ella gemía más fuerte... me encantaba. Estábamos ya los
dos muy excitados y sentí que pronto llegaría al clímax. Misao se movía más rápido y
cada vez bajaba con más fuerza. Estaba a punto de terminar, pero no quería acabar
tan pronto.

Levanté a Misao saliendo completamente de ella y la recosté en el futón, colocándome


en el hueco de sus piernas y apoyándome con los brazos a cada lado de ella. Cerré los
ojos para relajarme de esta situación pero ya estaba muy estimulado e iba a eyacular.
Inmediatamente apreté con mis dedos en la base de mi miembro para impedirlo e
inspiré profundamente varias veces hasta que recuperé un ritmo más tranquilo.

Abrí los ojos y me encontré con los de Misao que me miraba muy preocupada.
Pobrecilla, por supuesto que no sabía a qué había venido mi reacción, pero después me
lo agradecería. A mí se me había cortado el momento, que era lo que quería, y a ella,
con esto, seguramente que también, de modo que podía volver a empezar para
acumular cada vez más placer y que la culminación fuera mucho más intensa.

Me tumbé sobre ella para besarla y volví a penetrarla, suavemente, pero de una sola
vez. Ella ahogó un gemido en mi boca y comencé a moverme dentro de ella, pero iba
muy, muy lento. Era desesperante incluso para mí a pesar de ser cosa mía. A Misao la
notaba impaciente por acelerar pero en mi mente estaba la idea de prolongar esta
tortura de ansiar más.

Me llamaba, quería más pero, de momento, no iba a dárselo. La besaba intensamente


por donde podía y la acariciaba con mis manos allí donde alcanzaba. Por su parte,
tampoco estaba quieta. Me recorría la espalda, los brazos, los glúteos... mi cuerpo se
llenaba de distintas sensaciones a cada cual más excitante.

Cogí una de sus piernas doblándola a la altura de mi cintura, mientras que con la otra
mano me recreaba en sus pechos. Con esta nueva postura, conseguía un mayor roce de
nuestros cuerpos y una mayor profundidad no alcanzada hasta ahora. Misao gritó de
puro placer... menos mal que nuestra casa no tenía vecinos en muchos metros a la
redonda. Continué muy lentamente, la penetraba muy profundamente y no quería
causarle ningún daño, pero esto era una tortura porque yo también quería más. Pero a
la vez, esto nos proporcionaba una ansiedad y deseo que aumentaban nuestra
excitación hasta límites insospechados.
Misao estaba a punto de acabar y yo paré en ese punto, tal y como estaba, esperando
que bajara su nivel de excitación. Esta vez, no pudo evitar preguntarme.

Misao (entre suspiros): Ao... Aoshi... ¿ocurre... algo?


Aoshi (igualmente): no... tranquila... sólo... relájate.
Misao (sin recuperarse): pero...
Aoshi (más recuperado): déjame a mí... me lo agradecerás...

Noté su tensión disminuir, así que continué penetrándola. Esta vez ya no iba ni tan
lento ni tan suave. Seguí así por un tiempo, cada vez que ella o yo íbamos a terminar
me paraba y luego comenzaba con un ritmo distinto aunque, cada vez, el tiempo que
tardábamos en notar el final aparecer, era menor, y la sensación con la que llegaba era
mayor. Mi cuerpo, al menos, estaba acumulando ya mucha tensión debido a este juego
de nunca acabar. Misao se había resignado a mi juego aunque no sabía porqué lo hacía y
podía sentir su desesperación por terminar y, sin embargo, no dejarla.

Mi cuerpo estaba ya cansado de acumular tanta tensión y no poder descargarla, pero a


ella empecé a verla exhausta debido sobre todo, a la falta de costumbre. Volví a parar
y ya no aguantó más. Me suplicó que no volviera a hacerlo, que su cuerpo necesitaba
terminar ya.

Era terriblemente excitante tenerla en ese estado, suplicante por terminar con esta
tortura y poder rendirse al placer que le proporcionaría llegar al final. Estuve tentado
de no concedérselo, pero me apiadé de ella: para ser su primera vez, había soportado
más de lo que debiera.

Comencé a embestirla de nuevo, esta vez muy rápido y fuerte, entrando y saliendo de
forma casi animal. Ella gemía y repetía mi nombre continuamente mientras me pedía
que siguiera y no parara... estaba fuera de sí. Decidí abandonarme completamente a
esta sensación, puesto que no iba a volver a parar, convirtiéndome en un ser irracional.
Toda la tensión que llevaba acumulada me hacía empujar cada vez más fuerte al tener
tan próximo el final de todo esto y sentí su cuerpo estremecerse, lo que me provocó
terminar a mí también.

Su cuerpo temblaba de forma salvaje. Todos sus músculos se contraían muy


intensamente haciéndola gritar como no lo había hecho hasta ahora. Sus paredes
aprisionaban mi miembro muy fuertemente causándome muchísimo placer, pero
impidiéndome entrar sin problemas en ella en mis últimas embestidas, que solucioné,
sin pensarlo, con mayor fuerza y profundidad.

Misao empezó a relajarse mientras yo terminaba de eyacular en ella, para acabar


exhausto sobre su cuerpo que intentaba recuperar la calma. Fue entonces cuando me
di cuenta de lo que había hecho: había sido demasiado agresivo con ella. Me llegaron a
la mente los gritos que había provocado en ella pero, en el estado que estaba, su
recuerdo no era lo suficientemente claro como para distinguir si habían sido de placer
o de dolor.

Me entró pánico de haberla hecho daño o peor, haberla dañado con mis embestidas. La
miré, apenas se movía pero respiraba muy rápido. Tenía lágrimas por su rostro y eso
me tranquilizaba aún menos. La llamé.

Aoshi (preocupado): Misao... ¿estás bien?


Misao: ...
Aoshi (cogiendo su rostro): respóndeme... por favor...
Misao (susurrando): Ao... shi...
Aoshi (angustiado): ¿te encuentras bien? ¿te he hecho daño?
Misao (susurrando): tenías razón... (sonriendo): te lo agradezco... gracias...
anat...

Se había dormido o desvanecido, no estaba muy seguro. Yo caí sobre ella respirando
más tranquilamente y riéndome de alivio para después abrazarla apretándola contra mi
cuerpo. Me había llevado un disgusto enorme pensando que le había hecho algo pero,
finalmente, parecía que sólo habían sido cosas mías.

Me retiré de ella y me acosté a su lado mirándola. Ya se había calmado y su respiración


era suave y tranquila. Su rostro era pacífico y la sonrisa todavía permanecía en él.
Estaba preciosa, tan bella... no podía creer en mi suerte. Ya nada ni nadie nos
separaría y ahora era totalmente mía, en cuerpo y alma.

Me quedé unos minutos así hasta que, al mirarme, me di cuenta de que tenía rastros de
su sangre todavía en mi miembro relajado y decidí ir a limpiarme. Entré en el baño y vi
una palangana con agua sucia por el maquillaje de Misao junto con una toalla también
sucia. Había otras toallas sin usar así que, cogiendo una junto con la palangana, las
llevé fuera. La toalla la dejé a los pies del futón y la palangana me la llevé a la cocina.
Había un pozo de agua dentro, la lavé con agua limpia y después me lavé yo. Cogí
nuevamente agua limpia y la llevé a la habitación.

Misao seguía en la misma posición, no se había movido. Tenía las piernas aún abiertas
debido a que yo había estado entre ellas. Llegué hasta ella dejando la palangana a un
lado y la miré. Como suponía, ella también tenía rastros de su sangre que poco a poco
se secaba. La lavé, no quería que al despertar después de esta experiencia, se sintiera
sucia. Pero vi algo más que me hizo detenerme y hundirme en mis pensamientos por un
momento... rastros de mi semen.
Mi mente voló hasta los deseos que tenía todo el mundo, incluido yo, de que Misao
tuviera descendencia... nuestra descendencia. Volví a pensar en los momentos
anteriores y cómo había eyaculado tan profundamente en ella. No me sorprendería si
dentro de unas semanas decía que estaba embarazada para regocijo de todos, aunque
también es cierto que no me importaba “seguir intentándolo”. Y si no era hoy, ya sería
en una de las tantas veces que tenía pensado hacerle el amor a esta mujer.

Le acaricié el vientre... nuestros hijos... sonreí. Hasta que no había estado con ella
nunca se me había pasado la posibilidad de tener hijos propios, pero ahora me hacía
mucha ilusión tener hijos con ella, la mujer más importante para mí y a la que más
amaba en el mundo.

Terminé de limpiarla y la coloqué en una postura más apropiada. Me acosté al lado de


ella y pasé la manta por encima de los dos. La noche era algo fresca y no quería que se
resfriara en nuestra noche de bodas. La cogí entre mis brazos y dormí abrazado a
ella... el día había sido agotador.

********** Fin de la zona lemon xxx **********

----------

Notas:
- No hablo mucho sobre la boda puesto que, aunque me puedo hacer una idea al haber
leído otros fic, realmente desconozco cómo se llevaba a cabo una boda en aquella
época en Japón.
- Y antes de que nadie me lo diga... sí, en la primera vez, alguna cosa suele salir mal y
por supuesto que Misao debería ser más torpe y no tan lanzada, pero esto es un fic y
me apetecía que fuese bien. Queda dicho.

*************************

Capítulo 6: Sospechas de un acontecimiento.

Cuando desperté por la mañana, ella descansaba sobre mi pecho respirando


suavemente sobre mi piel. La acaricié el cabello y esperé a que despertara. No tardó
mucho en hacerlo.

Aoshi: buenos días.


Misao (somnolienta): mm... buenos días.
Aoshi: ¿qué tal has dormido?
Misao (sonriendo): muy bien... ¿y tú?
Aoshi: como nunca...

Se rió, se acercó y me besó apenas rozándome los labios.

Misao: me alegro.
Aoshi: ¿cómo te encuentras?
Misao: bien... ¿por qué?
Aoshi: ayer te desmayaste.
Misao (ruborizándose): ...

La vi ponerse roja, no sabía muy bien porqué motivo, si por desmayarse o por lo que
hicimos. Como se desmayó, no pude preguntarle si había sido muy brusco con ella y
quería asegurarme de que estaba bien.

Aoshi: fue todo bien, ¿verdad?


Misao (confundida): sí... ¿por qué lo dices?
Aoshi: me llevé un buen susto...
Misao (asombrada): ¿por qué?
Aoshi: al final me descontrolé y fui muy agresivo contigo... temí haberte hecho
daño.
Misao (sorprendida): aahh... bueno... noté... tu fuerza pero..., no me hiciste
daño... incluso... (muy roja): me resultó muy excitante.

Vaya, vaya... estaba muy sorprendido de su confesión. Así que a mi pequeña Misao le
gustaba la pasión desenfrenada. Sonreí a mis adentros... la miré con deseo y me mordí
un labio al pensar todo lo que me apetecía hacerla.

Aoshi (juguetonamente): pues vas a saber lo qué es bueno, todavía tengo mucho
fuego que apagar...

Ella se rió ante el comentario y la recosté hacia atrás para acomodarla y besarla con
furia mientras ella hacía lo mismo. Acababa de despertar y ya me volvía a recorrer el
deseo de tenerla otra vez, pero en esta ocasión, me dejé llevar por mis instintos, al fin
y al cabo, ya no era necesario tener tanto cuidado con ella.

*************************

Los días fueron pasando en esta casita en las afueras. Era un lugar idóneo para mí, era
muy tranquilo y en contacto con la naturaleza y, sobre todo, tenía a Misao a mi entera
disposición ya que no tenía un restaurante que atender. La solía llevar a pasear por
este lugar. A ella le encantaba este sitio e iba siempre tan alegre por todos lados,
dándole más vida aún. Sí, verla así me hacía plenamente feliz... lo cierto era, que nunca
había sido tan feliz como ahora.

Al cabo de unas semanas nos volvimos al Aoiya porque se encontraba mal. Empezó con
náuseas por la mañana y algunos mareos, hasta que finalmente, se ponía mala con la
comida, incluso cuando había comenzado dándose un atracón, para terminar
vomitándola. A mí todo esto me sonaba a embarazo aunque, por supuesto, yo no dije
nada... no era médico y no iba a dar un diagnóstico sobre algo tan serio.

Pero ella se empeñaba en decir que había cogido alguna infección en el estómago y, al
final, se resignó a que debíamos volver para que la viera un médico... es que no quería
irse. Misao no mencionó ni una sola vez la posibilidad de embarazo, pero cada vez
estaba más seguro de que esperábamos ya a nuestro primer hijo. No sabía cómo era
ella de regular pero, en todo este tiempo no había tenido el período y esto me mosqueó
bastante aunque ella no mencionó su falta.

Todo esto me inquietaba porque parecía que yo sabía mucho más de las reacciones del
cuerpo de una mujer, que la propia Misao, que era una. Y me hizo pensar en la falta de
una figura materna en la vida de ella. No sabía hasta qué punto, Okon y Omasu habían
podido conversar con ella sobre estos temas pero parecía tener una desinformación
total... bueno, mayor sería su sorpresa cuando el médico se lo dijera.

En el camino de regreso, seguí dándole vueltas al asunto y me di cuenta de algo.


Parecía que el dueño de la casa había conseguido que volviéramos con el tan anhelado
descendiente de Misao, lo que les alegraría un montón a todos, pero todavía no sabía
qué pensaba ella al respecto. Estaba claro que alguno tendríamos porque se lo exigían
los Oni wabanshu, pero quizás ella era una de esas mujeres que no querían tener niños
y en cuanto tuviera éste, no querría volver a hablar del tema.

Me sorprendí a mí mismo pensando en que me hacía ilusión tener más de uno. Yo había
sido hijo único y siempre había querido tener la compañía de un hermano. Me decidí a
preguntarle.

Aoshi: Misao... ¿has pensado en tener hijos?

Misao me miró extrañada y sorprendida. Era normal, le había salido de repente con
una pregunta como ésta y no se lo esperaba, pero me respondió.

Misao (sonríe): pues hombre... sí, sobre todo contando con que querían casarme
para que los tuviera (se ríe).
Aoshi: sí, bueno... pero ¿quieres tenerlos o lo haces porque te obligan?
Misao (seria): quiero tenerlos... ¿acaso tú no?
Aoshi (sonriendo): sí, yo también quiero.
Misao (sonriendo): ...
Aoshi: ...
Misao: ¿por qué lo preguntabas?
Aoshi: porque no habíamos hablado del tema.
Misao: aahh...
Aoshi: ...
Misao: ¿puedo preguntarte algo?
Aoshi: bueno, ya lo has hecho... (sonríe): lo que quieras.
Misao (sonriendo): ¿has pensado cuántos te gustaría tener?
Aoshi: exactamente no, pero me gustaría que fueran más de uno.

A Misao le dio la risa y como no paraba, poco a poco me la contagió y acabé riéndome
con ella.

Aoshi: ¿de qué te ríes?


Misao: ¿por casualidad querías haber tenido hermanos?
Aoshi (sorprendido): ... (“¿y eso?”)
Misao: dime...
Aoshi (extrañado): sí, ¿por qué?
Misao: porque yo también y pienso exactamente lo mismo que tú.

De repente se puso muy seria lo que me alarmó un poco, ya que el ambiente hasta
ahora, había sido muy alegre y distendido.

Aoshi: Misao, ¿estás...?


Misao: ¿y si no puedo tener hijos? ¿qué harías?

Si mis sospechas eran ciertas, lo único que podía pasar ahora era que tuviera abortos
y no consiguiera nacer ninguno, porque quedarse embarazada sí que podía.

Aoshi: no me importaría... yo te querría igual.


Misao: ¿estás seguro? ¿No buscarías a otra... que te los diera? Yo lo
entendería...

Me acerqué a ella y la besé en los labios. Definitivamente no era una de esas mujeres
que no querían niños, por lo que ahora me encontraba con una mujer temerosa de no
poder tenerlos. Sabía de mujeres que se veían inseguras de su feminidad por no poder
tener hijos y también sabía que, muchas veces, tenían sus razones porque sus maridos
buscaban a otra que pudiera dárselos, cosa que me parecía cruel. Si ya de por sí una
mujer lo pasaba mal por no poder tener hijos, encima tener que aguantar que su
marido le sea infiel y se vaya con otra para tenerlos... Yo jamás le haría algo así.
Aoshi: te lo juro, koishii. Hasta que no estuve contigo, ni se me había pasado por
la mente tenerlos... yo no quiero a otra mujer como la madre de mis hijos.
Misao (con ojos llorosos): ¿de verdad?
Aoshi: no te mentiría en algo como esto, Misao. Además, no sé porqué piensas
eso, ¿acaso si la culpa fuese mía tú te irías con otro que te dejase embarazada?
Misao: no, claro que no.
Aoshi: entonces, ¿por qué piensas que yo lo haría?

Se le cayeron las lágrimas y yo se las limpié. ¿En qué momento había dado este giro la
conversación? ¡Sólo quería saber si ella deseaba tener hijos! Y ahora la tenía
desesperada en mis brazos ante la posibilidad de no dármelos. ¿Acaso estaba ante uno
de esos cambios de humor que tanto decía la gente que padecían las embarazadas?
Intentaba calmarla pero no se tranquilizaba y seguía llorando con fuerza.

Aoshi: Misao... ¿sabes por qué te lo he preguntado realmente?


Misao (negando con la cabeza): ...
Aoshi: porque creo que el tema nos toca de cerca.
Misao (parando de llorar): ¿qué... qué quieres decir?
Aoshi: no te ilusiones todavía, primero debería verte un médico pero... creo que
estás embarazada.
Misao (sorprendida): ¿cómo puedes... saberlo?
Aoshi: porque tienes todos los síntomas.
Misao (confundida): ¿síntomas?

Tenía razón: Misao estaba totalmente perdida en este tema.

Aoshi: ¿desde cuándo no tienes el período?


Misao (muy roja): pues... debería haberlo tenido como hace dos semanas más o
menos... pero me suele desaparecer cuando paso por una época muy nerviosa y
estresante y... toda la boda, el cambio de lugar... bueno, que es normal que no
la tenga.
Aoshi: ¿y qué me dices de las náuseas, los vómitos, los mareos y demás que
tienes?
Misao (confundida): ¿ehh?
Aoshi: esos son síntomas clarísimos por los que suelen pasar casi todas las
mujeres en sus primeras semanas y meses de embarazo.
Misao: ¿en serio? Pues Okon estuvo muy bien todo el tiempo durante el embarazo
de su hijo.
Aoshi: Okon tuvo mucha suerte, ¿o no te acuerdas cómo todo el mundo le decía
que tenía un embarazo perfecto sin molestias?
Misao: ¿se referían a estas molestias?
Aoshi (asintiendo): ...
Misao (entusiasmada): ¿entonces no es una infección de estómago? ¡¡¡¿¿Voy a
tener un niño??!!!
Aoshi: no te emociones, primero hay que ir donde un médico.
Misao: ...
Aoshi: ...
Misao: ¡¡¡¡PARE EL COCHE!!!!

El coche se paró y pronto apareció el cochero por la puerta para ver qué había pasado.

Cochero: ¿ocurre algo, señores?


Misao: ¿podría llevarnos por la clínica y después llevar nuestras cosas al Aoiya?
Cochero: por supuesto, señora.
Misao: no se preocupe por nosotros, volveremos dando un paseo.
Cochero: como usted diga, señora.
Misao: ¡Ah! Y si le preguntan, diga que nos ha dejado en el mercado porque
queríamos mirar unas cosas.
Cochero: entendido, señora.

Se fue y el coche volvió a moverse. Yo la miraba atentamente sin mediar palabra.


Después ella me miró y me habló como contestando a una pregunta que yo no había
hecho.

Misao: si les dice que después de nuestra luna de miel hemos pasado por el
médico sospecharían.
Aoshi: ...
Misao: si estoy embarazada quiero dar yo la noticia.
Aoshi: ...
Misao: y de paso me evito el viaje mañana, que el médico está lejos del Aoiya.
Aoshi: ...

No dije nada, al fin y al cabo, estaba en su derecho de dar a conocer la noticia como
más le gustara. Ella recostó su cabeza en mi pecho y así continuamos hasta llegar a la
clínica. No tardaron mucho en atendernos y cuando lo hicieron, sólo confirmaron mis
sospechas mientras una “¡Vamos a ser padres!” Misao, me abrazaba con todas sus
fuerzas dejándome casi sin aire.

Después volvimos al Aoiya, Misao iba radiante con la noticia, agarrada de mi mano. Me
dijo que lo comunicaríamos esta noche en la cena y yo no puse objeción. ¿Cómo iba a
decir que no y desilusionarla con lo feliz que estaba? Antes me cortaba las venas. Y así
llegamos a nuestro destino.
Misao: ¡¡ya hemos llegado!!
Okon (molesta): ¡¡pero bueno!! ¿se puede saber qué es tan urgente que, sin
siquiera pasar por aquí a saludarnos, os habéis ido al mercado?
Misao: ¡oh! Nada importante, sólo quería mirar unos kimonos por si me gustaba
alguno, ir a comprarlo mañana.
Okon: ¿y por qué no hubieras ido mañana y así lo comprabas directamente?
Misao: porque hoy ya había salido de casa y poco me costaba continuar unos
momentos más fuera, además de que nos llevaba el coche, y como no he
encontrado uno a mi gusto, mañana me evito el viaje. Hay que ser prácticos.

Estaba pasmado. Ni le había temblado la voz mientras decía esa mentira. Era como si
hubiera estado ensayando esa conversación por el camino. Si no hubiese sido porque
había estado con ella, yo también la habría creído. Sólo esperaba que no utilizara ese
truco conmigo porque odiaba que pudiese mentirme aunque, hasta el momento, siempre
había sabido cuando lo hacía... “quizás a mí no era capaz de mentirme de esa manera...
” me consolé.

Okina: venga Okon, no les molestes, acaban de llegar de su luna de miel y lo


primero que les dices es una bronca.
Okon: pero es que llevan más de tres semanas fuera sin dar señales de vida.
Omasu (pícara): seguro que han estado muy ocupados y no han tenido tiempo de
preocuparse por escribirnos. ¿Qué tal lo habéis pasado?
Misao: ¡¡Genial!! Hemos ido a una casa a las afueras de Kioto que era enorme, y
tenía un jardín precioso con un pequeño lago y le rodeaba...

A Misao y a las chicas las perdí de vista mientras entraban dentro y dejé de oír el
relato de Misao. Los chicos me saludaron y después volvieron a sus quehaceres y Okina
aprovechó para hablarme.

Okina (pícaro): vaya... Misao viene muy contenta, ¿lo habéis pasado bien?
Aoshi: ...
Okina (esperando respuesta): ...
Aoshi: sí.

Me estaba dando reparo contestarle. Y no era por mi habitual actitud, al fin y al cabo,
con los únicos con los que tenía una conversación “completa” eran Okina, Kenshin y, por
supuesto, Misao, la única a la cual además, le mostraba todos mis sentimientos. Pero el
tono que estaba empleando Okina y lo... “viejo verde” (por decirlo de alguna forma) que
era, pues me daba que esta conversación podría desviarse a un terreno que no quería
tocar.
Okina (sonriendo): bueno, era de suponer... una pareja enamorada el uno del otro
desde años atrás, con las tensiones vividas y por fin solos en una casa aislada, es
evidente que se habrán divertido mucho... (fingiendo llorar): mi pequeña nieta
ahora sí que es toda una mujer...

Le fulminé, sabía que acabaría hablando de ese tema, así que corté por lo sano con una
mirada asesina que, por supuesto, tuvo el efecto que deseaba. Okina se calló y
entramos dentro. Yo me fui a mi habitación y descubrí que todo había sido recogido.
Bajé a la cocina y, según me acercaba, oía a las chicas hablando a saber de qué.

Omasu: ... oso?


Okon: yo no.
Misao: pues sí, y os lo aseguro.

Supuse que sería sobre qué tal nos había ido nuestra luna de miel o de lo que había
pasado durante nuestra ausencia, pero yo me limité a preguntar por mis cosas.

Aoshi (mirada fría): ¿dónde habéis llevado mis cosas?


Misao (sobresaltada): ¡¡Aoshi!! vaya susto que me has dado, no te he oído llegar.
Aoshi: ...
Omasu: ¿sus cosas? ¡ah! ¡es cierto! Se nos había olvidado comentaros. Os hemos
trasladado vuestras cosas a la habitación del fondo del pasillo, que es mucho más
grande, así os entra todo.

Sin más, comencé a irme pero Misao me habló.

Misao: Aoshi, dentro de media hora vamos a cenar todos... una cena de
bienvenida y todo eso... ya sabes.
Aoshi: ...

Ni me había girado cuando me habló y volví a caminar a la salida.

Misao: Aoshi, tú también...


Aoshi (cortante): estaré ahí.
Misao: bien.

Me fui y por el pasillo empecé a sentirme culpable. No lo había podido evitar, en


presencia de todos volví a ser cortante incluso con ella. Eso tenía que cambiar como
fuese, aunque con los demás siguiese igual, con ella no debía ser frío. Ya sólo por eso,
sentí nostalgia de nuestra escapada a la naturaleza. Ni un solo minuto en nuestra
estancia allí, me había comportado tan distante... sólo me había mostrado un poco
serio cuando quería conseguir algo de ella sin objeciones.
Llegué al cuarto y empecé a inspeccionar dónde estaban mis cosas y dónde las de
Misao. Lo cierto es que nos habían trasladado a una de las habitaciones más grandes
del Aoiya. Después bajé y me encontré a los miembros del Aoiya colocando la mesa
para una gran cena. Nos sentamos y cuando tuve a Misao a mi lado y todos los demás
estaban en sus conversaciones, me acerqué a su oído y le susurré para que nadie más lo
oyera...

Aoshi: perdóname Misao... no volverá a ocurrir.


Misao (susurrando): ¿el qué?
Aoshi: ser tan frío contigo delante de los demás.
Misao (sonriendo): no te preocupes, anata. No necesito que le muestres a los
demás que me quieres. Con saberlo yo me basta.
Aoshi: pero es que... no me gustaría que pienses que te quiero menos por eso...
Misao (acariciándole el rostro): de verdad, Aoshi, no te preocupes. (sonriendo):
Mostrar tus sentimientos públicamente no va contigo y sólo debes hacerlo el día
que te encuentres preparado, no por demostrarme algo a mí o a los demás...
además, me hace sentir especial ser la única persona que puede verlos.

Apoyé mi frente contra la suya mientras suspiraba... ¿cómo podía quererla tanto y no
volverme loco por ello? Y lo mejor, ¿cómo podía quererme tanto siendo como soy y
aguantando todos mis actos? No entendía qué demonios veía Misao en mí, pero daba
gracias a lo que fuera porque había conseguido que ella fuese mía.

Okina: ¡ey, parejita! ¿qué tanto cuchichean?


Misao (susurrando): creo que ya va siendo hora de decir nuestra noticia, ¿no?
Aoshi (susurrando): como quieras.
Misao: nada en especial, sólo le preguntaba si era el momento o no de
comunicaros que estoy embarazada.
Todos (atónitos): ...

Se habían quedado de piedra e incluso oí algunos palillos caer hasta los platos. Normal,
tal y cómo lo había soltado Misao, nadie podía esperarse semejante noticia y estaban
asombrados. Omasu fue la primera en hablar y después la siguieron los demás.

Omasu (fingiendo molestia): ¿tan pronto? ¡no es justo! Yo llevó más tiempo que tú
intentándolo y nada.
Okon: ¡¡¡Felicidades, futuros padres!!! ¡¡¡bienvenidos al club!!!
Okina: ¡¡¡coger más sake, esto hay que celebrarlo!!! ¡¡ya verás cuando corra la voz
por nuestra organización, al fin la Okashira va a tener un hijo!!
Poco a poco, todos fueron felicitándonos y después de la fiesta improvisada que
organizaron, nos fuimos a dormir.

*************************

Capítulo 7: El nacimiento sorpresa.

Los meses fueron pasando y las molestias de Misao fueron desapareciendo a excepción
de cuando el niño empezó a moverse, que muchas veces la despertaba por la noche y a
mí me encantaba sentirlo poniendo mi mano, o incluso escuchando su vientre. La verdad
es que, sin contar los primeros meses, su embarazo fue muy bueno. Además, no tenía
muchos antojos y el desarrollo fue normal. El único problema era que tenía que decirle
más a menudo que era preciosa porque solía preguntarme si se veía atractiva para mí.

La verdad es que sí lo era, aunque de una forma distinta. Ella seguía delgada y
conservaba unas curvas de ensueño, pero el vientre no me permitía verla como mujer –
amante, sino mujer – madre de mi hijo, y el hecho de saber que dentro de ella crecía
nuestro hijo, la hacía verse la mujer más maravillosa del mundo, y entonces la cogía y
le hacía el amor para que sintiera lo que significaba para mí, solucionando su bajón de
autoestima.

Pero llegó un punto en que ya no podía solucionarlo de esta manera. Empezó a darme
reparos hacer el amor con ella en los últimos meses de embarazo, sobretodo porque su
vientre era muy grande y temía hacerle daño. Ella me dijo que tampoco se sentía con
ánimos de intimar conmigo pero que sentía mi falta de deseo por ella, por lo que tuve
una charla explicándole que no era por ella, sino porque yo no podía psicológicamente al
estar en una etapa avanzada de gestación y temía hacerle daño. Mi solución a esto fue
ser más cariñoso y darle más caricias, lo que pareció funcionar.

*************************

A tres semanas para que Misao saliera de cuentas, cogió un mosqueo monumental. Eran
las fiestas del pueblo de al lado (1) que, por lo que me dijeron, tenía una gran feria y
muchísimos eventos. Para mí era una fiesta tan insignificante como las demás, pero
que “cualquier persona normal, querría presenciar” .

Sí, esas fueron las palabras que empleó Okina, pero debido al estado que tenía Misao,
ninguno le permitimos ir. Por supuesto que pasaba de lo que le dijimos y yo tuve que
recurrir a una de mis miradas congelantes para conseguir que se quedara, aunque me
dolió hacerlo. Además, le dije que yo me quedaría con ella... ¡cómo si quisiera ir a la
fiesta...!

Durante esa semana, el Aoiya cerraría para instalarse en un local en ese pueblo y así
tener muchas ganancias debido a la gran multitud, de los pueblos circundantes, que
aparecería por allí. Aun así, venían para dormir y hacer una visita a Misao para que no
se sintiera tan sola.

Sólo quedaban ya dos días de fiestas y no sabía qué era peor, si tenerla aquí o dejarla
ir, porque estaba muy tensa y bastante enojada ya que se estaba perdiendo un gran
evento y esto, evidentemente, no podía ser bueno para el estado en que estaba:
necesitaba reposo. Para colmo, hoy se había enterado que, a primera hora de la tarde,
habría una exposición de “lucha”, es decir, distintos grupos de dojos, ninjas,
samuráis... se presentarían allí y harían gala de sus técnicas en pequeños combates
amistosos. Misao se puso muy pesada con que quería ir a verlo prometiéndome miles de
cosas a cambio y diciéndome que era cruel por no haberla dejado ir en toda la semana,
ni siquiera diez minutos, para ver cómo lo habían dejado todo.

Finalmente, accedí y, después de hacerla jurar que estaríamos un ratito y que luego
debía volver sin rechistar en el momento que yo dijera, fui donde el vecino a ver si nos
dejaba el coche que tenía para así, poder llevar a Misao, aunque le dije que, con un
poco de suerte, la convencería para no ir. Él, que sabía que la pobre Misao había sido
recluida, nos dejó el coche gustosamente para darle el capricho a una embarazada, y
que si finalmente íbamos, me pasara por allí antes de que se fueran para preparar el
coche. Total, ellos habían estado yendo andando hasta allí estos días.

Y era normal, el verano estaba siendo muy suave y los días eran muy agradables para
dar paseos. La gente se desplazaba hasta allí andando y dejando las calles y casas
vacías. Estos días estaban siendo ideales para mí porque no había ni un alma en la calle
y podía gozar de una plena tranquilidad sin necesidad de ir al templo.

Después hice algo de comer para irnos temprano, y recoger todo antes de irnos (no iba
a dejar que Misao hiciera esfuerzos), pero sentí que algo no iba bien. Misao apenas
habló y se acariciaba mucho el vientre. Estaba muy seria.

Aoshi: ¿te encuentras bien?


Misao: ¿eh?... sí, sí, estoy bien, sólo pensaba en lo de esta tarde.
Aoshi: ...
Misao: ...
Aoshi (serio): te vuelvo a repetir... ¿te encuentras bien?
Misao: de verdad, Aoshi, no es nada, sólo que el niño está algo inquieto, nada
más.
Aoshi: nos quedamos en casa.
Misao (suplicante): Aoshi, no... ¿ves por qué no quería decirte nada? Sabía que
me harías esto... por favor... yo quiero...

Se había callado de golpe y con una mueca de dolor se contrajo. Misao había contenido
la respiración y luego respiró muy agitadamente.

Aoshi (preocupado): Misao, ¿que te pasa?

No respondió, sólo la vi llevarse la mano a sus piernas y, cuando la levantó temblorosa


por encima de la mesa, vi que estaba mojada... había roto aguas.

Misao (asombrada): todavía faltan 15 días...


Aoshi (blanco): no te preocupes... simplemente se te ha adelantado.

Quería demostrar calma pero no sabía hasta que punto lo estaba consiguiendo, porque
en sólo segundos, me temblaba todo... ¿qué iba a hacer ahora?

Aoshi: voy a buscar a un médico.


Misao (angustiada): ¡¡¡¡NO!!!! ¡No me dejes sola, por favor! tardarías un rato...
Aoshi: ¡pero yo no sé que hacer! ¿acaso tú sí?
Misao: bueno, estuve en el parto de Okon. Si todo sale igual, sólo tienes que
buscar unas toallas y agua limpia... y cuando llegue el momento, ayudar al niño a
salir, hacer que llore con un golpecito en la espalda, cortar el cordón que le una
a mí, atar con una cuerdecilla el fragmento de cordón que le quede al niño que ya
se le caerá, después limpiarlo y envolverlo en mantas... y seguramente deberás
calmarlo para que deje de llorar.

¡¡¿¿Algo más??!! Lo de coger unas toallas y agua no era difícil pero... ¡¿cómo que ayudar
al niño a salir?! ¡¿cómo demonios iba a hacer eso?! ¡¡¡¿¿y todo lo demás que había
dicho??!!! Lo único que sabía era por dónde salían pero no cómo... no tenía ni idea de lo
que me iba a encontrar. Pero Misao estaba muy alterada ya que esto lo dijo de
carrerilla y casi sin respirar, esto tenía que serle muy difícil y no quería estar sola
pasara lo que pasara.

La ayudé a llegar a nuestra habitación y la recosté en el futón. Tuvo otra contracción


que le quitó el aire, pero no se quejó. Me dijo que aún no eran muy fuertes. Y yo salí a
buscar las cosas. Al poco estaba allí. Estuve con ella un rato observándola hasta que
pensé en avisar a algún vecino para que fuera a buscar algún médico. Pero me acordé
de la maldita feria y supuse que, como todos estos días, no quedaría alma en el barrio.
Aun así, le dije a Misao que iba a ver si estaba el vecino, quizás no se habría marchado
todavía y podría buscar al médico en el coche para que viniera antes.
Misao me dejó ir, pero al poco volví porque, como sospechaba, no había ya nadie...
estaba alterada y apunto de llorar porque pensaba que la había dejado a su suerte y
me había largado. Lo tenía que estar pasando realmente mal porque no me había
demorado ni 5 minutos y para ella habían sido un montón.

Volvió a tener otra contracción y me apretó la mano. Cuando pasó, le ayude a


desvestirse de cintura para abajo. Ella tenía las piernas dobladas y algo separadas
pero no me permitían ver así que, acariciándole un poco las piernas, se las fui
separando sin saber lo que me encontraría. Estaba de los nervios y me daba
aprehensión mirar: iba a ver nacer a mi hijo... le vería salir de Misao... respiré hondo y
miré a ver cómo iba la cosa... la abertura de su vagina era más grande de lo normal,
poco, pero veía que estaba dilatando. Supuse que eso debía ser normal, porque si no...
¿cómo iba a salir un niño por un lugar tan pequeño? La miré, ahora estaba algo más
tranquila esperando la siguiente contracción, se había destapado también el vientre y
se lo acariciaba con las dos manos, quizás eso la relajara.

Pasaron varias horas en las cuales, las contracciones cada vez eran más seguidas y más
fuertes. Misao apenas podía ya silenciarlas por el dolor y empezaba a dar gemidos.
También había dilatado bastante desde la primera vez que la vi, pero tampoco sabía
hasta dónde iba a hacerlo antes de que saliera el niño. Lo único que podía hacer era
esperar y ver cómo ella lo pasaba cada vez peor.

La tarde empezó a caer y la noche llegó. Lo único que había hecho hasta el momento,
era compadecer a Misao. Lo estaba pasando muy mal: yo estaba muy cansado y eso que
sólo estaba esperando, tratando de tranquilizarla y dejando que me “aplastara” las
manos, el brazo o lo que primero pillara. Pero ella llevaba toda la tarde con
contracciones cada vez más fuertes y seguidas haciéndola casi llorar de dolor y su
dilatación era mayor. Me rompía el corazón verla en ese estado: suplicando porque el
niño saliera de una vez y terminar con esto ya.

De repente, empezó a sangrar. Yo me quedé blanco, lo pude notar. No lo sabía pero mi


instinto me decía que estaba por salir y ella me lo confirmó. Me dijo que iba a empujar
durante las contracciones y cuando empezara a sacar el cuerpo, lo cogiera para sacarlo
y que simplemente lo cogiera por la cabeza, para ayudarlo a salir mientras empujaba en
una contracción, pero que no tirara de él.

Me temblaba todo, estaba al borde de un ataque de nervios y me enfadaba conmigo


mismo por estar así, cuando en realidad, no había hecho nada.

Vi que Misao tenía una contracción y que empujaba dando un grito desgarrador. Si
alguien estuviera escuchando, pensaría que la estaban matando. A estas alturas ya
sabía distinguir cuando se aproximaba una contracción y se lo hacía saber a Misao,
aunque ella misma ya se daba cuenta... ¡pero es que no sabía qué hacer! Estuvo así unas
contracciones más y pude ver que algo asomaba, era la cabeza. Le intenté dar ánimos
diciéndole que lo estaba haciendo bien y que ya veía la cabeza... me insultó.

Me quedé de piedra, no me lo esperaba, pero no le dije nada... la situación no estaba


como para recriminarla, o enfurecerla, más de lo que ya estaba, al discutir con ella.
Tuvo unas cuantas contracciones más con las que, siguiendo con sus instrucciones,
conseguimos que el niño sacara parte de los hombros y hacerme pensar dónde
demonios había aprendido ese vocabulario: a estas alturas, Misao se había acordado de
muchos de mis familiares, y me había dicho, entre otras cosas, que cuando terminara
me la iba a cortar a menos que tuviese el próximo hijo yo.

Sus frases iban cargadas de rabia y odio. Esperaba que, todo lo que me decía, fuera
fruto de las circunstancias por las que pasaba y que realmente, no pensaba eso, si no,
mi mundo se acabaría, no resistiría que Misao me odiase.

Misao lloraba a lágrima viva y sus gritos me estremecían, sobretodo, de pensar que
cumpliría sus “amenazas” de no poder más y dejarme solo con esto. Cuando vi ya los
hombros fuera, me decidí a cogerlo y tirar de él suavemente en otra contracción,
sacándolo por completo de ella.

Me quedé con mi hijo en las manos, porque sí, era niño, mientras contemplaba que
seguía unido a Misao. Le hice llorar, cogí una de las kunais de Misao que había dejado
cerca y lo corté, después até el cordón, lo limpié y lo arropé... increíblemente me
acordaba de todo lo que me había dicho cuando empezó esto.

Ella no había dicho ni una palabra, estaba muy cansada y le estaba costando
mantenerse despierta, seguramente por la curiosidad de verlo y saber qué era. La
incorporé un poco porque ella no podía y me senté detrás de ella para aguantarla con el
niño: se había quedado sin fuerzas y las manos le temblaban al no poder mantener el
pulso.

Aoshi (dulcemente): ¿cómo te encuentras, koishii?


Misao (débilmente): ¿cómo está? ¿está bien? ¿está entero?
Aoshi (sonriendo): sí Misao, tenemos un niño precioso y completo, y con unos
buenos pulmones.
Misao (sonriendo): es tan pequeñito...
Aoshi: sí...
Misao (emocionándose): y es nuestro...
La abracé en respuesta, parecía que todo el enfado anterior contra mí, se había
esfumado al contemplar al niño. Me fijé que había algo en el suelo: el cordón que aún
colgaba de Misao.

Aoshi: Misao, ¿qué hago con el cordón?


Misao: no sirve, hay que tirarlo.
Aoshi: déjame al niño, tú acuéstate y descansa.

Cogí al niño y recosté a Misao para que durmiera... lo necesitaba y lo merecía. Después
de esto, iba a tener una visión distinta de las mujeres. Sabía que un parto no era cosa
de risa, pero no tenía ni idea de que una mujer tuviera que pasar por todo esto al
tener un niño. Y yo pensando que las mujeres eran frágiles... lo cierto es que dudaba
que muchos hombres fueran capaces de pasar por semejante experiencia.

Dejé a nuestro hijo en el futón junto a Misao y me puse a limpiar todo: el cordón que
una vez fuera, iba unido a algo(2), la sangre, a Misao... y de repente Misao se quejó.

Aoshi (preocupado): ¿qué te ocurre?


Misao (confundida): no lo sé, ha sido como otra contracción.

Me quedé mirándola sin saber qué pensar. Pero al muy poco se volvió a quejar con un
grito.

Misao (a punto de llorar): se mueve... creo que voy a tener otro niño, Aoshi...

¡¡¡¡¡¿¿Otro??!!!!! No podía ser... ¡¡¿cómo que otro?!! Misao se volvió a quejar y se puso a
llorar.

Misao (desesperada): otro no... no puedo con otro...


Aoshi: Misao, tranquila... verás cómo puedes... eres la mujer más fuerte que
conozco... lo conseguirás...
Misao (gritando): ¡¡¡no me digas que me tranquilice, es culpa tuya!!!

Intentaba calmarla pero Misao, otra vez se estaba poniendo agresiva conmigo y volvió
a gritar, esta vez más fuerte. Éste no tardaría en empezar a salir, sobre todo,
teniendo en cuenta que ya no tenía que dilatar. Al cabo de unas contracciones noté que
volvía a hacer fuerza con ellas, ya debía estar saliendo.

No lo podía creer, íbamos a pasar de ser una pareja, a ser padres de dos niños. A éste
le estaba costando salir y seguramente era porque Misao apenas hacía fuerza. Estaba
exhausta por el parto anterior y veía claramente que con éste ya no podía. Hasta había
dejado de meterse conmigo y no me extrañaba, estaba prácticamente inconsciente.
Había hecho un gran esfuerzo, hasta la extenuación y, para mi horror, estaba
perdiendo mucha sangre... estaba extremadamente pálida. Y oí lo que nunca querría
oír.

Misao: Aoshi... si yo no... (costándole hablar): haz lo que sea pero... no dejes
que el niño muera...
Aoshi (asustado): ¡¡por Dios, no hables así!! Verás cómo puedes con esto y dentro
de un momento los estaremos cogiendo entre los dos...

Iba a perder la consciencia (porque me negaba a pensar que se estuviera muriendo


desangrada), y apenas había salido la cabeza. La llamé intentando que reaccionara, el
niño necesitaba que empujara y lo sacara fuera... vi que se acercaba otra contracción.
La moví.

Aoshi (en alto): vamos Misao, tienes que empujar ahora...


Misao: te amo Aoshi...
Aoshi (con ojos llorosos): no me hables como si fuera una despedida... no me
puedes dejar solo...

Tenía ya la contracción e hizo su último esfuerzo con las fuerzas que le quedaban
junto a un grito nada alentador y después se desmayó, o eso esperaba mi corazón.
Había salido ya la cabeza y uno de sus hombros.

Aoshi: ¡¡¡MISAO!!!

Me quedé mirándola, vi que respiraba aún y me tranquilicé. Estaba viva, me había


temido lo peor pero, finalmente, sólo se había desmayado, aunque ahora estaba solo y
sin su ayuda. ¿Cómo lo iba a sacar?

La puerta se abrió de golpe. Los miembros del Aoiya estaban de regreso ya que se
había hecho tarde. ¡Por fin, ayuda!

Okina: ¡¡¿¿pero se puede saber qué es este...??!!... escándalo... (en bajo)


Omasu: ¡¡¡Oh, Dios mío!!!
Aoshi (alterado): ¡¡llamar a un médico, ha perdido mucha sangre y se ha
desmayado!!

Oí que alguien salía corriendo y que Omasu echaba a todos de la habitación


quedándose ella y Okon dentro y pidiendo que trajeran más agua.

Okon (asombrada): pero si son dos...


Misao había tenido otra contracción y noté que sin su fuerza, el avance del niño fue
muy lento. Decidí tirar de su hombro y de la parte baja del cuello del hombro a medio
descubrir, en la próxima contracción. No podía seguir así, el segundo estaba tardando
mucho en salir debido a la poca fuerza que ponía Misao y estaba perdiendo demasiada
sangre. Me preparé y en la siguiente contracción conseguí sacarlo... sacarla: era niña.

Omasu: déjeme Aoshi – san. Yo haré el resto.

Le pasé a la niña sin rechistar, a mí ya me temblaba todo y aún no sabía cómo seguía en
pie. Entendía porqué decían que muchos hombres que veían esto se desmayaban. Si no
llegaba a ser porque Misao me necesitaba y saqué fuerzas de donde pude,
posiblemente me habría caído.

Había sido extraño contemplar el nacimiento de los niños, pero a la vez era muy
impactante (incluso para un hombre como yo que había visto tantas muertes
sangrientas). Más bien diría que, en parte, había sido aterrador porque me encontré
solo sin saber qué hacer mientras Misao sufría terriblemente al pasar por esto y, para
colmo, la complicación de un nacimiento múltiple. Al fin y al cabo, todo había ido bien
hasta que llegó el segundo. Pero si hubiera estado más sereno, me hubiera acompañado
un médico y Misao no me hubiera dado el susto que me había dado, seguramente habría
apreciado el parto como algo realmente bello...

Okon: vaya... son gemelos(3)...


Omasu: no son gemelos, son mellizos. ¿No ves que no son iguales?
Okon: bueno... da igual, son dos y son una ricura... y a ti ya te queda menos...
Omasu: ¿sí, verdad? Estoy tan contenta de que por fin...

Siguieron hablando pero yo ya no escuchaba. Me había acercado a Misao, a la que, no


sabía si era cosa mía, la veía mala cara, y después de cómo me había hablado, me tenía
muy preocupado. Ella debía realmente estar muy mal si pensaba que no lo iba a
superar. Estaba muy pálida, seria y sudorosa y su respiración era muy suave y lenta.
Aun en ese estado, Misao era bella... tenía tanta suerte de tenerla...

Aoshi: Misao está muy pálida.


Okon (revisándola): no se preocupe, Aoshi – san. Es normal, después del esfuerzo
que ha realizado. Pero sí es cierto que ha perdido mucha sangre y necesita mucho
descanso.
Aoshi: ¿seguro que está bien?
Okon (sonriendo): sí, enseguida vendrá el médico.

Pasé un rato en el que sólo me dedicaba a tocarle el cabello a Misao y pasar mi vista de
ella a nuestros hijos, que estaban tranquilamente dormidos gracias a los cuidados de
Okon y Omasu. Al cabo de un rato, llegó el médico y me quería sacar de la habitación a
lo que me negué. Después de lo que había pasado, ya me quedaba hasta el final y no me
separaría de ella hasta que la viera despierta y confirmando que no se le iba a ocurrir
morirse como me había insinuado.

Él la revisó y le felicitó a Omasu por el buen trabajo que había hecho cortándole la
hemorragia. Modesta ella, le dijo que sólo había hecho lo que aprendió en el parto de
Okon. Después revisó a los niños que seguían dormidos y me felicitó diciendo que tenía
una esposa muy fuerte y unos hijos sanos.

Una vez concluida la visita, se marchó. Terminamos de arreglar a Misao, quitándole el


kimono y colocándole una yukata para dormir y la metimos en el futón para que
estuviera visible.

Omasu: verás lo contenta que se va a poner Misao cuando despierte... ha tenido


la parejita que tanto quería y de una vez, jajaja.
Aoshi: ...
Okon: si lo miras con detenimiento, ha tenido suerte. Tiene dos hijos pasando por
un sólo parto, claro que ha tenido que ser terrible, pero no tiene que pasar por
todo otra vez.
Aoshi: ...
Omasu: ¿no le gustaba ser práctica? Pues toma practicidad, jajaja.
Aoshi: ha estado enfadada conmigo.
Okon: jajaja... ¿perdone?

Se habían callado de repente y me miraban con cara de dudar que hubiera hablado.

Aoshi: estaba muy enfadada conmigo aunque al final me dijo que me quería. Pero
creo que sólo porque pensaba que no lo superaba.
Okon: aahh... no se preocupe, Aoshi – san, es normal. Se pasa muy mal y muchas
mujeres lo primero que hacen es echarle la culpa al presunto responsable, jajaja.
Si supiera lo que yo dije de mi marido... quizás Misao lo aprendiera de mí.

Las dos se rieron y después dejaron pasar a los demás, que me felicitaron por ser
padre de dos niños y siendo reprendidos por Okon que dijo que Misao necesitaba
descansar. Me dijeron que se iban a dormir porque mañana volverían a la feria y debían
descansar. Okon se quedó un momento para explicarme algunas cosas que debía tener
en cuenta esta noche, ya que Misao no estaba en condiciones ni de cuidarlos ni de
decirme cómo hacerlo y me tocaría a mi atenderlos.

En todo este tiempo no me había movido de mi posición, mi cuerpo aún no reaccionaba


después de todo lo que había vivido. Me dijo que debía acunarles cuando se pusieran a
llorar y, cuando tuvieran hambre, debía conseguir que Misao los alimentara, aunque
dudaba que le hubiera subido del todo la leche.

Fue terminar de decir eso, que la niña se puso a llorar, como si la hubiese oído. Okon la
cogió y después la miró un momento tratando de calmarla, sonrió y le metió el dedo
meñique en la boca. Se calló y después se puso a llorar otra vez.

Okon (riendo): ¿ve? Su hija tiene hambre. Despierte a Misao.

Me negaba a tener que despertarla después de lo agotada que estaba, y por nada del
mundo lo hubiera hecho. Sin embargo, en unas horas el mundo había cambiado y ahora
tenía dos hijos que cambiaban este punto. Le acaricié el rostro y la llamé suavemente.

Aoshi: Misao... despierta...


Misao: mmm...
Aoshi: koishii... nuestra hija te reclama...
Misao: ...

La incorporé sentándome detrás. Al estar dormida y sin fuerzas no podía sostenerse.


Le dije que me la pasara y Okon me la entregó mientras le bajaba la yukata a Misao y
descubría uno de sus pechos. La niña enseguida alcanzó su objetivo y comenzó a
succionar extrayendo la leche que tanto quería... Le acaricié la cara, tenía la piel
extremadamente suave. Me había dado cuenta que desde que la saqué, aún no la había
visto y era tan bonita...

La mano de Misao se movió y se puso encima de la niña para tocarla.

Misao (muy débil): ¿así que el niño tiene hambre?


Aoshi (dulcemente): no Misao, es nuestra hija. Nuestro hijo aún duerme.

Me miró con cara interrogante, estaba aturdida y posiblemente no se acordaba de que


había pasado por otro parto. Después debió acordarse y sonrió.

Misao: un niño y una niña... (se ríe): y está hambrienta...

Le sonreí, era una visión única: Misao alimentando a mi hija. Tenía un sentimiento muy
intenso en mi cuerpo: era felicidad en estado puro, una inmensa felicidad que casi me
dolía en el corazón de lo fuerte que era.

Misao (sonriendo): esto es injusto... tantos años que me costó arrancarte una
sonrisa y esta bendita niña, lo consigue nada más nacer.
Ya no aguanté más y me puse a llorar. Había sido una tarde muy larga y con demasiados
sentimientos revueltos en ella: nervios, angustia, temor, miedo de perderla, felicidad...
y ya no pude controlarlos por más tiempo.

Misao (cariñosamente): Aoshi... tranquilo...


Aoshi (llorando): pensé que te perdía...
Misao (sonriendo): pero ya ves que estoy aquí... parece ser que te va a costar
librarte de mí.

La besé en los labios. Era lo que deseaba, que me fuese imposible librarme de ella. Yo
era bastante egoísta en este aspecto porque no quería verla morirse, prefería
morirme yo antes aunque luego ella lo pasase mal. Pero es que yo nunca estaría
preparado para perderla.

Pero ella estaba bien y lo mejor de todo era que me había dado dos hijos preciosos que
me hacían plenamente feliz. Lo cierto es que se podría decir que podía morir tranquilo:
había sido amado por una maravillosa mujer y había tenido dos hijos... ya no le podía
pedir más a la vida... y todo se lo debía a ella.

Aoshi (emocionándose otra vez): gracias Misao... gracias... me has dado el


mayor regalo que podía recibir... gracias...
Misao (emocionada): de nada, anata... de nada.
Aoshi (más tranquilo): te amo tanto...
Misao (riendo y llorando): y yo a ti.

La abracé teniendo en cuenta que estaba mi hija todavía alimentándose y, poco a poco,
me fui tranquilizando, ahogando mis lágrimas en su hombro.

Misao: ¿ves cómo es cariñoso conmigo? La próxima vez me defenderás frente a


Omasu, ¿no? (se ríe)

Ni me había dado cuenta, Okon todavía estaba en la habitación y escuché cómo


lentamente salía. Después la niña terminó y lloró pidiendo ser dormida. Recosté a
Misao y me quedé acunando a la niña, esperando a que echase los gases (al menos eso
había dicho Okon y ella era la experta en esto) y después se durmió. Tuve que volver a
despertar a Misao más entrada la noche, pero esta vez por el niño. Pero lo cierto es
que dieron poca guerra.

----------

Notas:
1: No tengo ni idea de cómo ni cuándo son las fiestas de Kioto ni de ningún pueblo
cercano. Me la he inventado, así que ya está dicho.
2: se refiere a la placenta que sale junto al cordón, pero puesto que Aoshi no ha
presenciado nunca un parto (al menos en este fic) y no asistió a clases de anatomía,
dudo que supiera lo que es.
3: gemelos y mellizos (coloquialmente hablando). Muchas veces me he encontrado con
que la gente no sabe diferenciarlos y los llama indistintamente pero la diferencia es
abismal, de modo que, si no sabe la diferencia, lea esto:
- Gemelos (gemelos monocigóticos): son dos individuos que vienen de la fecundación de
un óvulo y un espermatozoide, pero que en las primeras divisiones embrionarias, se
divide en dos masas que se desarrollarán creando dos individuos genéticamente
iguales en la misma placenta.
- Mellizos (gemelos dicigóticos): son dos individuos que vienen de la fecundación de un
óvulo y un espermatozoide distintos, es decir, en total hay dos óvulos y dos
espermatozoides, de modo que son individuos distintos genéticamente y cada uno se
desarrolla en su propia placenta. No necesariamente son un chico y una chica, pueden
ser del mismo sexo.
0: No leer hasta el final (no pongo número por si alguien, al verlos, lee la nota que
pongo y no quiero que se entere del embarazo múltiple ya que es la sorpresa del
capítulo): Sobre el adelanto del parto, decir que no lo es. A parte de que Misao se ha
pasado esa semana más tensa de lo que debiera y si queréis hasta podría coincidir la
Luna llena, lo cierto es que un embarazo normal, suele ser de unas 40 semanas, pero
uno de este tipo suele ser de 37. Por lo que en realidad, a Misao le tocaba dar a luz.

*************************

Capítulo 8: Secretos de un accidente.

Los días, las semanas, los meses fueron pasando y he de dar gracias a Dios por
habernos enviado unos niños tan tranquilos. Lloraban sólo lo necesario y encima
dormían de un tirón. Yo ni me lo creía. Entre los dos se habían quedado con los
nombres que habíamos elegido ante la posibilidad de ser niño o niña. Así que se los
repartieron: Yuri y Kai (este último, en honor a su “ex - pretendiente”, que tanto la
había ayudado con su charla en esos días tan funestos, y bueno... que le hacía ilusión,
¡qué le iba a hacer!).

Todo fue normal, cada día los niños crecían más y se parecían a Misao. Yuri se parecía
a su madre y Kai, aunque tenía una extraña mezcla a los dos, también se le parecía a
ella más que a mí.
Habían pasado ya 3 años del nacimiento de los mellizos cuando Misao me propuso tener
otro hijo. Yo no daba crédito a lo que oía, ¿cómo tenía moral para tener otro hijo,
después de lo que fue el parto? Todavía me temblaba el pulso de sólo recordarlo. No
entendía cómo las mujeres querían pasar varias veces por eso. Yo por mi parte, no
quería ni pensar en hacerle pasar a Misao otra vez por todo aquello.

Misao se puso terca y al final me convenció, al fin y al cabo, era difícil que volvieran a
venir otros dos y el parto podría ser mejor si todo fuese bien, claro. Poco después,
Misao esperaba a nuestro tercer hijo con todos los síntomas propios del embarazo,
incluidos los sentimientos de inseguridad de Misao. La diferencia fue que su vientre
era más pequeño que la última vez. Como supuse en un principio, en este parto, vendría
sólo uno... ¡gracias a Dios!. Además, ella se cansaba menos que la primera vez,
probablemente, debido a que tenía que soportar menos carga y era mucho más libre de
ir a donde quería.

Pero un día las cosas se complicaron. Estando a falta de una semana para salir de
cuentas, Misao tuvo un accidente durante un paseo con Okon: un coche la había
atropellado, pasándola completamente por encima.

Casi me muero ahí mismo. Apenas escuché el relato de Okon acerca de que no lo vieron
venir y Misao no tuvo tiempo de reaccionar, mientras salía corriendo hacia la clínica.

Cuando llegué la estaban operando. Allí, en la sala de espera, estaba el hombre que la
había atropellado que, muy preocupado, la había traído lo más rápido posible en el
coche y ahora daba vueltas por la sala rezando a Dios para no matar a una mujer
embarazada.

El que lo iba a matar era yo, pero Okina me cogió y me sacó fuera diciéndome que
había sido un accidente y el había ayudado a Misao en lo que había podido para que se
salvara. Me tranquilicé, pero no volví a la sala de espera, me dirigí a la puerta de la
habitación donde operaban a Misao.

Pasaron horas y el médico salió. Me dijo que tanto Misao como el niño ya estaban fuera
de peligro pero que habría secuelas.

Aoshi (preocupado): ¿qué clase de secuelas?


Médico: ¿es usted el marido?
Aoshi: sí.
Médico: su hijo está bien, por suerte estaba a punto de nacer y haberle sacado
unos días antes, no le causará ningún problema. Debido al estado en el que ha
venido su mujer, hemos tenido que sacarlo con una operación para evitar que
murieran, pero él está perfectamente gracias al útero y el líquido amniótico (1) que
le ha protegido.
Aoshi (impacientándose): ¡¿y Misao?!
Médico: su mujer es la que peor parada ha salido. Tiene 2 costillas rotas, el
brazo izquierdo fracturado, un esguince en la rodilla izquierda y... (callándose)
Aoshi (muy alterado): ¡¡¡¿¿y qué??!!!
Médico: ... me temo que su esposa ya no podrá tener más hijos.
Aoshi: pero está bien, ¿no?

Ante el escándalo que estaba montando por mi nerviosismo, los demás aparecieron
rápidamente para saber qué había pasado.

Okina (preocupado): ¿cómo está mi nieta y mi bisnieto? ¿se pondrán bien?


Médico: sí, están fuera de peligro. Pero cómo le iba diciendo, esto conlleva
secuelas y no físicas precisamente...
Okina (confuso): ¿de qué está hablando, Aoshi?
Aoshi: ...
Médico: cuando llegó tenía el útero muy dañado, lo que le producía una gran
hemorragia. Se lo hemos tenido que extraer para evitar que se desangrara... no
podrá tener más hijos.
Okina (más tranquilo): pero eso no es tanto problema... además, ya tienen 3
hijos.
Okon y Omasu (tristes): pobre Misao...
Médico: señor, debe ser muy paciente con su esposa, una noticia como ésta no es
bien aceptada por una mujer, y mucho menos siendo tan joven, aun habiendo
tenido ya hijos. Aunque sí es cierto, que esto ayuda a que lo supere más
fácilmente al no tener verdadera necesidad por tener hijos. Tendrá que
enfrentarse, posiblemente, a un rechazo hacia usted por parte de ella.
Aoshi (confundido): no le entiendo, doctor.
Médico: las mujeres que pasan por esto suelen caer en una depresión. No se
sienten seguras como mujeres y rechazan el afecto de los hombres al no sentirse
plenas, ¿entiende lo que le quiero decir?
Aoshi (asintiendo): ...
Médico: su esposa pasará unos días en observación, después se la podrán llevar.
Sería conveniente que esta noticia se la dieran más adelante, cuando esté más
recuperada de sus lesiones y, preferiblemente, por un familiar, a poder ser su
esposo, ya que necesitará su apoyo más que el de nadie para superar esto. Pero
si les resulta incómodo puedo hacerlo yo.
Aoshi: no... no, yo lo haré.
Médico: bien, ahora está dormida, pero pueden ver al niño. Con su permiso, debo
atender a otros pacientes.
Okina: gracias doctor.
En cuanto dijo que se iba, yo entré en la habitación. El estado en el que estaba era
lamentable. Estaba tumbada en una cama con su bello rostro golpeado y con su labio
inferior partido. Tenía su brazo izquierdo en cabestrillo y su rodilla izquierda
entablillada y con unos almohadones debajo para tenerla en alto. Por lo demás, estaba
tapada y no se la veía.

Me acerqué y saqué su mano derecha de debajo de las mantas. Tenía la uña del dedo
índice partida y algunos moretones por el brazo. Literalmente, la habían pasado por
encima.

Me senté a su lado aferrando su mano, esperaría con ella a que despertara... no me


movería. Después de casi 4 años, volví a llorar. Sentí las lágrimas correr en una
confusión de sentimientos: por un lado estaba furioso y dolido por verla en ese estado
y no poder hacer nada, pero por otro, estaba agradecido por tenerla viva, si la hubiera
perdido... apoyé mi cabeza contra su mano en la cama y lloré, sin importarme que me
vieran, por un poco y la hubiera perdido para siempre.

Omasu (dulcemente): pero mira qué bonito es... intenta llamar la atención, como
nadie te estaba haciendo caso, ¿verdad? Pobrecito, pero tía Omasu ya está
aquí...
Okon: déjamelo, que quiero cogerlo... pero qué rico...

Me había conmocionado tanto el aspecto de Misao que me había olvidado del niño... por
un momento no quise verlo, me sentía mal por disfrutar de él cuando Misao todavía no
lo había visto y ni siquiera sabía que estaba fuera de ella. Pero luego pensé que el niño
no tenía la culpa de lo que había pasado y que velaría por él hasta que Misao pudiera
verlo... después de este accidente, pensé que los embarazos de Misao estaban
malditos, la llegada de los niños casi conseguían que la perdiese pero, por desgracia o
por fortuna, esto ya no tendría que preocuparme porque ya no podríamos tener más
hijos, así que ya no la arriesgaría más.

Aoshi: Okon, ¿me lo puedes traer? Me gustaría verlo...


Okon: claro, Aoshi – san.

Lo miré detenidamente y sonreí. Los pocos rasgos que se le apreciaban, debido a ser
tan pequeño, eran muy parecidos a los míos. No percibí ninguno de Misao.

Al cabo de un rato, se empezaron a ir hacia el Aoiya, Shiro se había quedado cuidando


de los niños y debían ir a ayudarle y descansar. Yo me quedé con Misao y con el
pequeño Eroshi, que así se llamaría.
Durante la noche, tuve un dejavù entre Yuri y Eroshi al tener que alimentarlo sin el
“consentimiento” de Misao, pero esta vez, ella no despertó y el niño no se tranquilizó,
seguramente no debía estar obteniendo mucho del pecho de Misao, ya que no le habría
subido la leche todavía al no haber habido un parto natural. Después de un rato el niño
se calmó.

*************************

Me desperté al notar una leve presión en mi mano, Misao se movía y yo me acerqué más
a ella. Abrió los ojos y me vio, haciendo un gesto de dolor al haberse intentado mover.

Aoshi: tranquila Misao, no debes moverte... tienes muchas heridas, descansa.

Como acordándose de algo, Misao llevó su mano derecha rápidamente hasta su vientre
y pude ver el miedo en su rostro.

Aoshi (sonriendo): Eroshi está bien. Esta vez se parece a mí, koishii.
Misao (suspirando): ¿dónde está?

Se lo traje y se quedó contemplándolo. Después se rió.

Misao: tienes razón, se parece más a ti que a mí.


Aoshi: ¿cómo te encuentras?
Misao: como si me hubiera pasado un tren por encima.
Aoshi: un tren quizás no, pero sí un coche.
Misao (bajando la mirada): no lo vi, no me dio tiempo ni a moverme, salió de la
nada.
Aoshi: ahora no pienses en eso, ¿sí? Tienes que recuperarte.
Misao (mirándole): ¿qué es lo que tengo?
Aoshi: unas costillas rotas, el brazo izquierdo, la rodilla izquierda, moretones y
la uña del dedo índice derecho... (sonriendo)
Misao (irónica): ¿sólo eso? ¿nada más?

Sonreí. No era el momento de decirle lo de su esterilidad e intentaba quitarle hierro


al asunto y que no se diera cuenta de que la mentía... era muy buena. Se me quedó
mirando por unos momentos y me puse nervioso, seguro que se estaba oliendo algo.

Misao: ¿te encuentras bien?


Aoshi: ahora que has despertado sí, llevo toda la noche sin pegar casi un ojo y
me diste un susto de muerte... no vuelvas a hacer eso.
Misao (fingiéndose ofendida): cómo si a mí me gustase que me atropellen los
coches, ¿sabes?
Me reí. Esta vez no se había dado cuenta. Una vez se había recuperado de la
operación, me la llevé al Aoiya para que descansara y se recuperara de sus lesiones.
Todo evolucionó bien: el niño, las heridas, el ánimo de Misao,... todo. Ella sabía que no
había tenido un parto normal, en primer lugar, porque notaba que su vagina estaba
intacta, y en segundo, porque tenía una cicatriz en el vientre.

Yo le había dicho que se lo habían tenido que sacar para salvarles la vida pero aún no le
había dicho nada acerca de su imposibilidad de tener más hijos. A mí eso me
importaba muy poco y más, teniendo en cuenta que ya teníamos 3 hijos. Misao seguía
siendo mi mujer y, a mis ojos, el hecho de que ya no fuera fértil, no me hacía verla de
distinta forma. Buscaba la forma de decirle esto, junto con la mala noticia, para que se
sintiera bien.

*************************

El problema vino al pasar la cuarentena (2). Misao se había recuperado de sus lesiones y
empezaba a hacer pequeños ejercicios de rehabilitación, sin embargo, no le aparecía el
período. Aunque nosotros ya habíamos retomado nuestras relaciones, ella sabía que no
se había vuelto a quedar embarazada y no podía explicar esta falta de menstruación.
Aun así, andaba con la mosca detrás de la oreja porque a veces, no me acordaba que
ella no lo sabía y eyaculaba dentro de ella, cosa que no hice después de su primer
embarazo. Sólo me dijo una vez de refilón, que debía tener más cuidado porque aún no
quería tener otro niño.

Yo empecé a ponerme tenso porque veía muy cerca el momento de contarle todo a
Misao y, por supuesto, ella se dio cuenta de mi nerviosismo.

Aoshi: no deberías preocuparte tanto.


Misao: claro que me preocupo Aoshi, no es normal. Llevo 2 meses y medio sin el
período... voy a ir mañana al médico a que me revise.
Aoshi (sonriendo): míralo desde este punto de vista, ya no te molesta... si en el
fondo estás mejor así.
Misao (seria): Aoshi, esto no tiene gracia, es un tema serio. Mañana iré al
médico.
Aoshi (serio): Misao...
Misao: ¿sí?
Aoshi (triste): no hace falta que vayas, yo ya sé lo que te dirá.
Misao (confundida): ¿qué quieres decir?
Aoshi: Misao, siéntate por favor.
Misao se me quedó mirando temerosa. Me había puesto muy serio y ella lo había
notado... sabía que algo no iba bien y, estaba seguro de que presentía que no le iba a
gustar lo que oiría. Me senté a su lado y le cogí la mano, no sabía cómo empezar pero el
médico me dijo que podría tener una falta de seguridad, así que empecé por dejarle
claro que, aun así, yo la quería igual que siempre, o incluso más.

Aoshi: ante todo... quiero que sepas que tú y nuestros hijos sois las personas que
más quiero en mi vida y eso no lo podría cambiar...
Misao (nerviosa): Aoshi... ¿qué me pasa?
Aoshi: Misao, tranquilízate, no es grave...
Misao (impacientándose): ¿y por qué das tantos rodeos?
Aoshi: porque no es grave, pero no sé cómo te lo vas a tomar. Déjame acabar sin
interrumpirme, ¿vale? Ya me está resultando difícil decírtelo.
Misao: ...
Aoshi: Misao... el día que tuviste el accidente, tuvieron que operarte para sacar
al niño, pero llegaste muy dañada y no había forma de parar la hemorragia que
te producían los daños de tu útero y...
Misao (a punto de llorar): no... no...
Aoshi: tuvieron que extraértelo para salvarte...
Misao (llorando): por favor, Aoshi... no...
Aoshi (cogiéndole la mano): no puedes tener más hijos... pero no tienes que
preocuparte por eso...

Misao se puso a llorar desconsoladamente suplicándome que le dijera que era mentira.
Yo la abracé, se me estaba rompiendo el alma de verla así. La intentaba calmar
diciéndole cosas dulces como que la amaba y que era la mujer más bella y maravillosa
del mundo, pero acabó pidiéndome quedarse sola. Me negaba, no quería dejarla sola
después de esta noticia, pero acabó por echarme y bastante alterada. Me fui y me
quedé viendo la puerta oyéndola llorar, esperando a que se calmase.

Okina apareció, los llantos de Misao no habían quedado sólo en nuestra habitación...

Okina: ¿se lo has dicho?


Aoshi: ...
Okina: es mejor que se desahogue... ¿por qué no bajas? Los niños han oído a su
madre llorar y están inquietos. Sería mejor que estuvieses con ellos.
Aoshi: ...
Okina: vamos... ya la verás cuando se calme... ve con tus hijos.
Aoshi (asintiendo): ...

Bajé y me encontré a las chicas calmando a Yuri, y a un Kai preguntando porqué su


madre lloraba y que quería estar con ella. Le dije que su madre se había caído y que se
había hecho mucho daño y hasta que no se le pasara, estaría llorando... los niños son
tan ingenuos... Les dije que después la verían, cuando ya no le doliese y se fueron más
tranquilos a jugar.

Todos se me quedaron mirando con cara interrogante, pero lo único que hice fue volver
a mi habitación. Ella aún sollozaba aunque muy débilmente, estaría cansada. Esperé un
poco más y dejé de oírla, quizás se había dormido ya. Entré sigilosamente y me acosté
a su lado abrazándola contra mí, quería sentirla y que ella me sintiera a mí si es que no
estaba dormida. Así estuvimos un rato hasta que habló, y fue cuando me di cuenta de
que estaba despierta.

Misao (hilo de voz): estoy vacía...


Aoshi: ¿cómo dices?
Misao: me falta una parte de mi cuerpo...
Aoshi: pero saliste con vida y eso es lo importante.
Misao (llorando): pero ya no soy una mujer completa...
Aoshi (mirándola): escúchame koishii, una mujer no es un simple útero que puede
traer niños al mundo y, por supuesto, tú no eres menos mujer por eso, ¿me has
oído bien?
Misao: pero ya no puedo darte más hijos...
Aoshi: ¿querías tener más, Misao?
Misao: ¿y tú?
Aoshi: Eroshi fue idea tuya, ¿recuerdas? Yo sólo accedí a tus deseos.
Misao: entonces, ¿no necesitas más?
Aoshi (sonriendo): ¿necesito? Misao, yo no necesito hijos para vivir, para eso sólo
te necesito a ti... (bromeando): bueno, y aire, comida y té... pero tú me has
dado 3 motivos para amar más mi vida, y que me hacen levantarme cada mañana
siendo el hombre más feliz del mundo.
Misao (llorando y riendo): ¿desde cuándo haces chistes con temas serios?
Aoshi (muy serio): desde que tengo a la mujer que más amo llorando
desconsoladamente en mis brazos.
Misao: ¿de verdad, no te importa? ¿no dejarás de desearme?
Aoshi: a mí no me importa, ya te lo he dicho y por supuesto que no voy a dejar
de desearte... eso nunca podría pasar. Además, estos días hemos hecho el amor
todas las veces que hemos querido, ¿acaso has notado que mi deseo hacia ti ha
bajado?
Misao (llorando ya muy suavemente): no.
Aoshi: ¿entonces? Yo ya lo sabía y te he demostrado el amor que te tengo
siempre que he podido, ¿por qué dudas ahora?
Misao: no lo sé, es que me siento algo rara de saber que...
Aoshi (besándola): ... no lo pienses más, no te atormentes de forma innecesaria
por algo que ya no nos viene al caso... (pícaro): incluso nos podría venir bien.
Misao paró de llorar inmediatamente. Se había quedado asombrada, seguro que no
había entendido porqué lo había dicho.

Misao (confundida): ¿por qué nos iba a venir bien?


Aoshi: por mi parte, tengo 3 maravillosos hijos con los cuales he superado todas
mis expectativas en esta vida.
Misao: sí... por la mía también.
Aoshi: entonces, ya no hay ningún problema... incluso todo son ventajas.
Misao (extrañada): no te entiendo, Aoshi.
Aoshi: si ya no íbamos a tener más hijos, lo único que hacía era molestar.
Misao (perpleja): ¿lo dices para animarme o realmente lo piensas?
Aoshi (enumerando con los dedos): piénsalo detenidamente. Ya no tendrás el
período, por lo tanto, no tendrás molestias ni tendrás sangrado...
Misao (pensativa): bueno... eso es cierto...
Aoshi: aunque, ahora que lo pienso, tú tienes un inconveniente...
Misao: ¿cuál?
Aoshi (pícaro): ahora tendrás que complacerme siempre... ya no habrá período
que me impida hacerte mía cuando yo quiera...
Misao (fingiendo enfado): ¡jo, es cierto! Ya no podré librarme de ti...
Aoshi (besándola): me temo que no, ya no hay excusas... y además, podré
disfrutarte plenamente...
Misao: ¿y eso?
Aoshi: porque ya no tengo que impedir dejarte embarazada... serás mía hasta el
final...

Sólo de pensarlo, mi cuerpo ya estaba reaccionando y el deseo se estaba apoderando


de mí. Lo cierto es que no había pensado en tantos lados positivos al estado de Misao.
Hasta ahora sólo había pensado en que ya no tenía que preocuparme por dejarla
embarazada, pero no había pensado en su período. Ahora ya no estaría tan sensible
esos días, no tendría las molestias que siempre la incordiaban y ya no habría días de
“descanso” para nuestros encuentros íntimos.

Misao se me había quedado mirando a los ojos y se reía. Me acarició la cara y volví a
besarla con pasión y acariciarla por el cuerpo metiendo mis manos entre su ropa... iba a
poner en práctica lo que había dicho.

Misao (mirándole): me deseas...


Aoshi: sí...
No había sido una pregunta, era una afirmación, pero yo de todas maneras la contesté.
Le besé el cuello mientras acariciaba ya sus senos haciéndola suspirar... gritos en el
pasillo y la puerta se abrió.

Okon: ¡no entréis...! (puerta abierta) ... ahí (voz resignada)


Yuri: ¡¡mamá!!, ¿ya e´taz buena?
Kai: shí, ya no llora.

Yo me separé de Misao que se colocó rápidamente la ropa bien mientras se le


abalanzaban encima.

Okon (avergonzada): siento la intromisión, Aoshi – san, intenté que no entraran


pero vinieron corriendo para ver a su madre y...
Aoshi: no te preocupes, está bien...
Kai (a su madre): ¿qué t´acía papá?
Aoshi (cogiéndole): ven aquí, pequeño... lo que yo le estaba haciendo a vuestra
madre no es asunto vuestro... (sonriendo)
Yuri: la e´taba curando porque ha deja´o de llorar, ¿a qué shi, mamá?
Misao (a Aoshi): ¿curándome? Bueno... es una forma de decirlo (se ríe)
Okon (sonriendo): me alegro de que estés bien Misao... les dejo, con permiso.
Misao: gracias Okon, hasta luego.

Okon se fue y nos quedamos con los niños jugando. Aún no podía creerme que
finalmente, todo había salido bien y había evitado males mayores con Misao. Después
de haberlo hablado, se lo había tomado bastante bien y, viéndola jugar, suponía que no
era sólo por mí.

----------

Notas:
1: el líquido amniótico se encuentra en la placenta y es en el que flota el feto y sale al
romper aguas. Una de sus funciones es proteger al niño de posibles golpes
amortiguándolos, aunque dudo mucho que hubiera servido en un accidente de este tipo.
Pero esto es un fic.
2: la cuarentena es un periodo de ausencia de regla tras el parto, de unos dos meses
aproximadamente (el tiempo depende de la mujer). Es falsa la creencia de que, por no
tener la regla, no hay riesgo de embarazo... por si alguien no lo sabe.

*************************
Capítulo 9: Y la vida continúa.

El tiempo fue pasando, los niños fueron creciendo y, no sabía si era por un amor de
padre, pero los niños cada vez eran más guapos. Cuando ya habían llegado a la
adolescencia se podía ver claramente cómo se nos parecían.

Eroshi era el que más se parecía a mí, no era igual básicamente porque su actitud
extrovertida era como la de su madre y le daba un toque más alegre y desenfadado a
la expresión de su rostro. Siempre pensé que era debido a ser el niño “mimado” (por
ser el más pequeño) y bajo la tutela de Kai. Kai era muy parecido a Misao, pero muy
responsable y serio, seguramente por ser el mayor y haberse apuntado la extraña
tarea de “cuidar” de sus hermanos. Yuri era la niña de los ojos de todos al ser la única
chica. Era la mismísima imagen de Misao, tanto físicamente como de carácter, y éste
chocaba con la sobreprotección de Kai que la tenía en palmitas, aunque Eroshi y,
mismamente yo, tampoco nos quedábamos atrás.

Y esto se remarcó al llegar la adolescencia y empezar con el tema “chicos”. Yo andaba


negro por todos lados, no sólo porque veía a esos... buitres acechándola como a una
presa, sino que además, contaba con los “informes” de Kai, que seguía sus movimientos
de cerca para evitar que se le acercaran, y me contaba que era muy cotizada por los
chicos de Kioto... si no hubiera sido por Misao, la habría encerrado en el Aoiya y no
habría salido hasta hacerse vieja. ¿Cómo se atrevían a mirar siquiera a mi niña?

Pero pasó un tiempo y Kai dejó de hablarme sobre lo que hacía Yuri, suponiendo que ya
se había encargado en este tiempo, de que todos perdieran sus esperanzas y que,
cuando alguno intentara algo, se le echaría encima.

Mas mi sorpresa fue monumental cuando un día, yendo de paseo con Misao a uno de
nuestros tantos lugares tranquilos, nos encontramos con una pareja de novios que se
estaban “comiendo” literalmente... y eso que estábamos lejos. Estaban tumbados en el
suelo, el chico sobre ella a la cual besaba el cuello intensamente y la chica le
correspondía.

Misao (muy nerviosa): Aoshi, ¿por qué no nos vamos, sí? Anda vámonos.

Lo dijo muy rápido, quizás le resultaba violento ver una escena así y poder interrumpir
a la pareja. Pero mientras me dejaba mover por Misao, me di cuenta del chico...
pelirrojo. A las únicas personas de este mundo que conocía con ese color de pelo eran
Kenshin y su hijo Kenji, y supuse que era Kenji ya que había estado por Kioto
entrenándose con el maestro Hiko y Kenshin estaba en Tokyo con Kaoru, así que no
podía ser él.
Aoshi: ¿ese no es Kenji?
Misao (todavía más nerviosa): sí, debemos irnos, ¿no querrás interrumpirle,
verdad?
Aoshi (girándose para irse): pensaba que había vuelto a Tokyo, ¿no había
terminado con su entrenamiento hace un año?
Misao (tirando de él): cuando cumplió 18, hace 2 años, pero suele volver para
estar con su maestro...
Aoshi (sarcástico): no creo que sea sólo por su maestro...

Evidentemente, nadie en su sano juicio se quedaría con Hiko por gusto, estaba claro
que volvía por la chica... debía de quererla mucho para andar volviendo con Hiko y estar
2 años “extras” con él, por ella... me parecía todo un logro. Me volví con curiosidad al
oírles reírse y lo que vi me dejo de piedra. Habían cambiado de posiciones y era ella la
que estaba encima de él besándole. Y la podía ver perfectamente.

Aoshi (pálido): Yuri...

Lo iba a matar, ¡¡¡¿qué demonios hacía él con mi hija?!!! ¡¡¡y de esa manera!!! No eran
simples besos y cuando yo empezaba así con Misao, siempre llegábamos hasta el final...
¡¡¡¡Por encima de mi cadáver!!!! Ese chico era fiambre, por mucho hijo de Kenshin que
fuera.

Pero cuando iba a ir allí, algo me retuvo, Misao tiraba de mí para frenarme.

Misao (susurrando): Aoshi, por Dios, vámonos.


Aoshi: ¿tú lo sabías?
Misao (susurrando): ¡déjalos!

Me solté y fui donde ellos con Misao detrás de mí pidiéndome que no hiciera nada. No
sabía porqué se preocupaba, sólo iba a hacer trocitos finitos con su carne. Kenji debió
notar mi aura de “estás muerto” porque se levantó inmediatamente cuando empecé a
acercarme a ellos y se puso en posición de defensa al sacar yo mis kodachis.

Yuri (alterada): ¡¡papá, espera!!


Aoshi (congelante): sepárate ahora mismo de él y vuelve al Aoiya.
Yuri (a punto de llorar): ¡no papá, no le hagas nada!
Aoshi: vuelve... ahora... mismo...
Yuri: papá...
Aoshi: ¿cómo te atreves a tocarla?
Yuri (llorando): es mi novio, y sólo nos besábamos.
Aoshi: no es tu novio, y eso no eran besos.
Yuri: ¡Kenji es mi novio!
Aoshi: ¿ah sí? ¿y desde cuándo?... (sarcástico): porque no me dirás que desde
que terminó su entrenamiento hace 2 años vuelve por ti, ¿verdad?
Yuri: pues sí, llevamos más de dos años.
Aoshi (incrédulo): ¡¡¡¡Estarás de broma, no puedes estar saliendo con él desde los
14 años!!!! ¡¡¡¿¿por qué no se me ha informado??!!!
Yuri (enfadada): ¡¡¡¡porque sabía que te pondrías así!!!!
Aoshi (frío): quítate...
Yuri (suplicante): mamá...
Misao: Aoshi, estás muy alterado, ¿por qué no vamos a casa, te preparo un buen
té y lo hablamos tranquilamente?
Aoshi: antes voy a acabar con él.
Yuri: no...
Kenji: Yuri, apártate.
Yuri: ¡¡¿qué?!! ¡¡¡NO!!!
Kenji: apártate, si no quiere solucionarlo por las buenas, será por las malas.
Aoshi: ¿a qué llamas tú, “solucionarlo por las buenas”?
Kenji: a hablarlo como adultos que somos y no enzarzados en una pelea como los
críos.

¡Maldito niño! ¿Cómo se atrevía a decirme que lo habláramos como adultos y llamarme
inmaduro? Ese chico estaba... pervirtiendo a mi niña desde los... ¡¡14 años!! Muy bien,
quería hablar, pues que hablase, después haría alimento para perros con su cuerpo.

Aoshi: ¿y qué se supone que me tienes que decir?


Kenji: nuestras intenciones. Estábamos esperando el momento adecuado para
poder pedirle la mano de su hija, pero Yuri tenía miedo de su reacción y por eso
es que se lo ocultamos. Me gustaría que me concediera el permiso para casarme
con su hija.
Aoshi: antes muerto, Yuri es una niña.
Yuri: ¡¡¡tengo 16 años!!!
Aoshi: ¡¡por eso mismo!! Y él es mayor para ti.
Misao (furiosa): ¡¡¡¡se acabó!!!! ¡¡¡¡¿¿cómo te atreves a decirle eso a nuestra hija,
delante mío, después de todo lo que me hiciste pasar con esa tontería??!!!! ¡¡¡¡y
nosotros nos llevamos 10 años, no 4 como ellos!!!!
Aoshi: ¡¡pero es distinto!!
Misao (cruzando los brazos): ¡¡¿¿en qué??!!
Aoshi: ¡¡¡Yuri es nuestra hija!!!
Misao (intentando controlarse): mira Aoshi...

Misao intentaba controlar su genio, no me gustaba cuando se ponía así porque


generalmente, era para hacer lo que ella quería sin decir ni media o algo muy malo
pasaría. Aun así, quería convencerla de que esta vez, yo tenía razón.
Aoshi: ella no será feliz con él, es sólo un capricho que tienen, y no pienso dejar
que este chico le arruine la vida.
Misao (muy fríamente): Aoshi, escúchame, si no guardas ahora mismo esas
kodachis, no volveré a hablarte en lo que me quede de vida.
Aoshi (asombrado): ¿qué estás diciendo? No serías capaz.

Eso sí que no podía hacerlo, ¿cómo iba a hacerme eso? Se estaba pasando, lo normal
sería no tener relaciones una temporada a modo de castigo, pero eso... ¡¡¿Cómo que
dejarme de hablar para siempre?!! Eso y matarme era lo mismo... tenía que ser un
farol.

Misao: sabes perfectamente que te amo con todas mis fuerzas, pero no pienso
dejar que le estropees su felicidad a nuestra hija por un ataque de celos
paternal. Ella es mi hija, y deseo que sea feliz, y si tengo que hacer eso para
conseguirlo, lo haré, no te quepa duda.
Aoshi (sorprendido): Misao...
Misao: hazlo y siéntate ahora mismo.

Me quedé mirándola fijamente. Estaba bastante sorprendido, no parecía bromear


porque nunca había visto a Misao con tanta determinación hacia mí, amenazándome con
apartarme de ella. Intenté tranquilizarme, guardé mis kodachis y me senté en mi
posición de meditación con los ojos cerrados.

Misao: sentaos vosotros también.


Yuri: mamá... gracias.
Misao: y ahora vas a escuchar lo que tengan que decir los chicos.
Kenji: Shinomori – san, en primer lugar quiero aclararle que Yuri no es ningún
capricho para mí. Además, yo nunca jugaría con algo tan serio como los
sentimientos de una persona y mucho menos si son amigos de la familia. Yo la
quiero y tengo la firme determinación de casarme con ella con o sin su
aprobación, pero me gustaría que nos lo permitiese porque Yuri desea su
autorización para hacerlo.
Aoshi: no la tienen.
Yuri: papá, pero si yo le...
Kenji (contundente): entonces será sin su aprobación.

Le miré para intimidarle, pero su mirada era igual que la mía. Me desafiaba a mi
autoridad y no parecía echarse atrás.

Kenji: llevamos 2 años y casi 4 meses saliendo. El día de su 16º cumpleaños, le


pedí matrimonio y ella aceptó, pero no me dejó hablar con usted porque temía su
reacción. Dejé pasar el tiempo porque tampoco tenía, ni tengo pensado, casarme
con ella hasta que no cumpla al menos un año más. Pero, puesto que ya se ha
enterado, no tiene caso ocultarle nuestros planes.
Aoshi: ...
Kenji: además, he hablado con su esposa y tengo su permiso y el respaldo de mis
padres.
Aoshi (molesto): ¿es que lo sabe todo el mundo?
Kenji: sin ánimo de ofenderle, pero lo cierto es que sí, y no tengo idea aún de
cómo han hecho para ocultárselo. Supongo que en parte, es debido a que no sale
mucho porque, desde que estamos comprometidos, en Kioto no se habla de otra
cosa puesto que en ningún momento he querido ocultar mi compromiso y me ha
importado poco que llegase a enterarse. No le tengo miedo y conseguiré lo que
quiero aunque tenga que vérmelas con usted.

Le estaba fulminando, ¿cómo se atrevía a decirme todo eso? y no se amilanaba, estaba


firme en su decisión... al menos, no era un cobarde, estaba dando la cara y mucho,
porque se estaba arriesgando a que lo degollara aquí mismo por soltarme esas
puñaladas y parecía que, de haber sido por él, yo ya estaría enterado de todo lo
relacionado con su noviazgo aunque eso significase enfrentarse a mí.

Yuri (suavemente): papá... quiero casarme con él, le amo con toda mi alma desde
hace mucho. Tampoco es un capricho mío.
Aoshi: pero hija, seguro que estás confundida... estás conociendo gente nueva y
crees sentir por él algo que no es.
Yuri: no papá, no estoy confundida.
Aoshi: pero si tienes 16 años, a esa edad no se sabe lo que se quiere...
Misao: ¡hombre, gracias por la parte que me toca! De modo que llevo toda mi vida
con un hombre al que parece ser que no quiero porque cuando lo decidí, tenía la
edad de estar confundida. Es bueno saberlo.
Aoshi: Misao, no es eso, pero tú y yo nos casamos cuando eras más mayor y para
entonces ya lo tenías muy claro... aunque también fue algo repentino.
Misao: pero yo te quería desde muy pequeña, incluso más que de la edad de Yuri,
y lo tenía muy claro desde entonces, y aún lo sigo teniendo.

Ella me miraba fijamente con sus preciosos ojos mientras me cogía de la mano
suavemente... por lo menos, ya no estaba enfadada conmigo, eso es algo que no podría
soportar.

Misao: deja a los chicos que hagan su vida juntos. Tú acabas de enterarte y no
les has visto, pero yo sí, y sé que se quieren de verdad. Tú no has visto cómo le
mira nuestra hija, cómo le brillan los ojos y resplandece su sonrisa al verle...
La miré, tenía fijos sus ojos en el suelo y se había puesto roja, Kenji le sujetaba la
mano mientras la sonreía.

Misao: ... y mírale a él, ahora...

Al oír eso, soltó su mano inmediatamente y también bajó la vista... Misao era buena
avergonzando a la gente con sus comentarios...

Misao: Aoshi, tienes que entenderlo, nuestra hija ya no es la niña que andaba
correteando por el Aoiya... ha elegido su camino y ha decidido caminarlo con él.

Me fastidiaba reconocerlo pero, en el fondo, Misao tenía razón. Estaba cometiendo


con ella el mismo error que cometí con Misao, resguardándome en la excusa de la edad
para no admitirme que se podía marchar... ¡¡pero es que era mi niña pequeña!!

Yuri me miró expectante, deseando una respuesta positiva de mi parte, se lo podía


notar. Pero era una decisión difícil: vale que ya me llevaba “bastante” mejor con
Kenshin Himura, pero una cosa era llevarse bien y otra muy distinta emparentar. Sin
embargo, parecía estar en juego la felicidad de mi hija y tampoco quería ser el
culpable de que la perdiera para que luego se pasase la vida odiándome por ello.

Aoshi (suavemente): hija... ¿estás segura de que le quieres?


Yuri (esperanzada): sí papá, segurísima, casi me duele amarlo tanto...
Aoshi (fríamente): ¿y tú?
Kenji: sí Shinomori – san, ella es mi vida, y mi único deseo es hacerla feliz junto
a mí.
Aoshi: ...
Todos: ...
Aoshi: está bien... pero tendréis que esperar.
Yuri (entusiasmada): ¡¡¡gracias, papá, gracias!!!

Se me había echado encima de la emoción y prácticamente me estaba ahogando con su


abrazo, mientras me decía que era el mejor padre del mundo, que me quería un
montón,... “sí, sí, sí, sí, pero hace un momento, no estaba pensando eso”.

Aoshi: Yuri... me estás... ahogando...


Yuri (separándose): oh, lo siento papá... (riéndose): mamá, gracias...
(abrazándola)

Misao le correspondió el abrazo y también se la veía feliz por cómo habían terminado
las cosas.
Kenji: gracias, Shinomori – san...
Aoshi (frío): no me des las gracias, no lo hago por ti.
Kenji: lo sé, pero aun así, gracias por concederme a su hija.
Aoshi: como la hagas sufrir o...
Kenji: no lo haré, la amo con toda mi alma y viviré sólo para verla feliz, se lo
prometo.
Aoshi: ...

Después de eso se abrazaron y se besaron... no me gustó nada. Misao se me acercó y


me abrazó mientras apoyaba su cabeza en mi hombro.

Aoshi: espero estar haciendo lo correcto.


Misao (sonriendo): lo has hecho, anata, lo has hecho.

No parecía importarles que estuviéramos delante, se besaban sin ningún tipo de pudor
y eso me llevó a la primera imagen de ellos dos que tuve.

Aoshi (congelante): espero que llegue intacta al matrimonio.


Misao (ruborizada): Aoshi...
Yuri (a la vez, muy roja): ¡¡¡papá!!!

Se habían separado al instante muy, muy rojos.

Kenji (muy rojo): no se preocupe, la respeto demasiado como para hacerle eso.
Aoshi: bien... porque cómo lo hagas, te casarás inmediatamente con ella y
después morirás, ¿entendido?
Kenji: sí, claro.

Se habían vuelto a abrazar y Misao les felicitaba totalmente feliz.

Aoshi (muy serio): volveremos a hablar del tema cuando tenga 30 años.
Yuri: ¡¡¡papá!!!
Aoshi: ... (sonriendo): es broma, hija.
Todos (sorprendidos): ...

Se habían quedado de piedra, rara vez bromeaba cuando eran temas serios, pero
estaban tan contentos que me hizo gracia ver cómo se les esfumaba la alegría de la
cara. Kenji le susurró a Yuri aunque pude oírle perfectamente.

Kenji: ¿pero no era tu padre muy serio? Los amigos de mis padres le llaman cubo
de hielo, ¿lo sabías?
Aoshi: sólo quería borraros esa sonrisa un rato, porque a mí todo este asunto no
me gusta.
Todos: ...
Aoshi: Kenji, como decías que querías esperar al menos hasta que tuviera un año
más y porque antes no te iba a dejar, ven a verme cuando Yuri cumpla 17 años, y
hablaremos de qué va a pasar.
Kenji: sí, Shinomori – san, allí estaré.

Me levanté y me fui al Aoiya, mientras dejaba atrás a ese grupito de personas felices.

*************************

El mismo día del cumpleaños de Yuri, Kenji vino a verme al Aoiya muy temprano ( “por
poco y nos levanta su visita”), para hablar sobre su matrimonio.

Aoshi: supongo que si has venido y además, tan temprano, es porque sigues
queriendo casarte con mi hija.
Kenji: creo que fui yo quien le recordó de esta charla hace dos días.
Aoshi: conservaba la esperanza de que cambiases de opinión.
Kenji: ...
Aoshi: ¿habéis pensado una fecha? Creo que cuando sea mayor de edad y tenga
18 años estaría...
Kenji: un mes.
Aoshi (confundido): ¿cómo?
Kenji: queremos casarnos dentro de un mes.
Aoshi: no os vais a casar dentro de un mes. Un año como mínimo.
Kenji (tajante): no, un mes.
Aoshi: he dicho que no, es todavía muy joven.
Kenji: mi madre se casó con 17 años y me tuvo con 18, y en ningún momento se
dijo que era joven.
Aoshi: pero la situación de tu madre era distinta.
Kenji: un mes...
Aoshi: he dicho que no.
Kenji: ... dos meses.
Aoshi: un año.
Kenji (desafiante): yo no creo poder aguantar otro año sin hacerla mi mujer,
cada vez me cuesta más contenerme.
Aoshi (fulminándole): te mato.
Kenji: no me importaría.
Aoshi (queriéndolo matar): ...
Kenji (aguantándole fríamente): ...
Aoshi: seis meses.
Kenji: tres meses y ni un día más.
Aoshi: seis meses.
Kenji: tendrá suerte si consigo convencer a Yuri de que no nos casemos en un mes
y le ponga el grito en el cielo... tres ya son suficientes.

Lo mataba, ¿cómo que quería casarse con mi niña en 3 meses? Y me había dicho
abiertamente que quería hacerla su mujer ya... ¡pero si sólo tiene 17 años!, ¿cómo nadie
puede pensar en hacer esas cosas con una niña de 17 años?

“Tú cállate, que también pensabas esas cosas cuando Misao tenía su edad”...
Pero era distinto...
“Claro, la diferencia es que en esa ocasión eras tú el que quería aplacar su deseo con
ella”...
Pero es demasiado pequeña para que ya la... “pervierta” este tipo...
“Cómo si sólo fuese cosa de él”...

Kenji: ... mori – san?


Aoshi (despertando): ¿eh?
Kenji: ¿se encuentra bien?
Aoshi: sí, sí, claro.
Kenji: no me ha respondido. Usted verá, o un mes o tres.
Aoshi (desconcertado aún): está bien, tres meses.
Kenji: perfecto. Con su permiso, debo ir a darle la noticia a mi prometida,
aunque no sé si le gustara... (sonríe)
Aoshi: ...

Salí tras él, a saber cómo se lo contaba. No iba a dejar que me pusiera a mí de malo
por aplazarle dos meses la boda. Cuando llegué al salón donde estaban ya le había
contado la noticia, pero parecía habérsela tomado muy bien.

Yuri (contenta): ¿de verdad?


Kenji (abrazándola): sí, dentro de tres meses serás la mujer de Himura.
Yuri: jajaja... y yo que pensé que te diría... (imitándole): ¿tres meses? Como
mínimo tres años...

Kenji se rió y después me miró sonriéndome mientras le decía.

Kenji: fue algo así... tuve que regatearle, pero al final me concedió los tres
meses que queríamos.
Yuri (riéndose confundida): ¿cómo que tuviste que regatearle?
Lo hacía pedacitos, me había montado ese número de hacerme creer que Yuri me iba a
odiar por aplazarle la boda y de que cualquier día se sobrepasaría con ella, sabiendo
desde el principio que no le iba a conceder el tiempo que querían, y de esa forma,
conseguirlo... era muy hábil.

De lo malo, malo, era mucho más decidido que su padre y no se andaba con tonterías
cuando quería algo. Y le había echado valor al arriesgarse a lo que podría haberle
hecho por haberme insinuado lo que quería hacerle a Yuri si no les dejaba casarse
pronto. Sonreí en mi interior al ver cómo este chico me había enredado en sus trucos
y mis debilidades para conseguir lo que quería.

Kenji (sensualmente): tuve que decirle que si no me dejaba casarme contigo


pronto, no me aguantaría las ganas de hacerte mía aunque fuese fuera del
matrimonio.
Yuri (muy roja): estarás bromeando, ¿no? Está claro que sí, porque te habría
matado.
Kenji: no, y así conseguí nuestra fecha de boda.
Yuri (riéndose): estás loco, ¿lo sabías?
Kenji: sí... por una mujer morena de ojos verdes y sonrisa perfecta.
Yuri (sonriéndole): pues deberías ir a buscarla y demostrárselo.
Kenji: eso está hecho.

La besó apasionadamente delante de mis narices... mira que eran empalagosos... aunque
mirándolo fríamente, Misao y yo les hacíamos la competencia... ¡pero ella era mi hija!...
“Aoshi, tienes un problema, estás obsesionado con eso” .

Eroshi: ¡iros a una habitación!


Aoshi: ¡de eso nada!
Yuri (soltándose): ¡¡papá, estabas aquí!!
Aoshi: os prohibo que os veáis a solas, siempre debe haber alguien con vosotros.
Eroshi (riéndose): pero si se van a casar en tres meses...
Aoshi (fulminándole): ...
Eroshi: me presto voluntario.
Kenji (sonriéndole a Yuri): creo que le he dejado susceptible, koishii.
Yuri (abrazándole): eso parece...

Susceptible o no, no quería que se viesen a solas. Aunque fuesen a casarse dentro de
tres meses, mi hija debía llegar virgen al matrimonio.

*************************
Pero según pasaba el tiempo, la idea de que mi hija iba a dejar de ser una dulce niña
inocente, me ponía malo. Sólo pensar que las manos de Kenji la recorrerían por todo su
cuerpo y que...

Misao (riéndose): ¿ya estás pensando en la noche de bodas de nuestra hija?


Aoshi (con mala cara): ¿y cómo lo sabes?
Misao: porque cada vez que lo haces, te aparece esta vena de aquí... jajaja.
Aoshi: no tiene gracia. A los 17 años se es muy inocente para esas cosas.
Misao (seductoramente): a los 17 años yo quería que me hicieras eso y mucho
más.
Aoshi (desconcertado): pero... pero Yuri... es distinto, ella es muy inocente,
seguro que no sabe con lo que se va a encontrar.
Misao: tú hija sabe más de lo que piensas.
Aoshi (perplejo): ¿has hablado con ella?
Misao: sí, y no me ha dado consejos de milagro, jajaja.
Aoshi (asombrado): ¿qué estás diciendo?
Misao: no te alteres, hombre, que es broma. (Enumerando con los dedos): Hemos
hablado y le he dicho lo que se va a encontrar, le he dado ideas, le he dicho qué
le puede pasar al ser su primera vez, qué debe hacer...
Aoshi (sarcástico): vale, vale... veo que no llegará tan desinformada como tú.
Misao: es lo que yo habría querido que me dijera mi madre de haberla tenido. No
me perdonaría que fuese tan a ciegas como yo a su primera noche...
Aoshi (irónicamente): pues cualquiera lo hubiera dicho, ¿sabes?
Misao (se ríe): además, ten en cuenta que ninguno de los dos tiene experiencia,
Kenji tampoco ha estado con una mujer... es que, al no estar aquí sus padres, ha
estado hablando conmigo para que le fuese dando ideas. Así que cuánta más
teoría sepan, mejor les puede salir.

Misao se lo estaba pasando en grande con todo esto, le importaba muy poco que
dentro de unos días Yuri sería una mujer en todos los aspectos.

Misao: pero venía a otra cosa... han llegado nuestros “consuegros”, así que
deberías bajar a saludarlos.

Aunque les había visto algunas veces cuando eran novios, yo aún no lo sabía y ninguno
había dicho nada entonces, así que, ahora, la situación era distinta... extraña, de
repente íbamos a ser familia.

Cuando bajé todos estaban en “éxtasis” de felicidad, aunque a mí se dirigieron lo


suficiente, Misao se habría encargado de decirles que a mí no me hacía mucha gracia la
idea de casar tan pronto a mi hija.
Habían venido muchos amigos de la familia tanto de Tokyo como de Kioto, y muchos
amigos propios a los novios. Kai había venido con su novia de toda la vida y Eroshi
apareció allí con una chica que no había visto nunca, ¿es que él también salía con
alguien? ¿Por qué no me había enterado? Misao me dijo que sólo era una amiga, de
momento, pero que era una chica que le gustaba. En el fondo, la culpa era mía por no
involucrarme en lo que hacían... pero también podían contármelo por iniciativa propia,
que yo siempre les escuchaba.

*************************

En la ceremonia, los padrinos íbamos a ser Kaoru y yo que, siendo mi hija y el día más
feliz de su vida, no pude negarme, y todo transcurrió sin ningún problema. Después de
la celebración se marcharon a su luna de miel y sólo quedamos los miembros del Aoiya
y los amigos de Tokyo que se quedarían aquí a pasar unos días antes de volver.

Estuvimos en el comedor un buen rato hablando de muchas cosas, bueno... ellos


hablaron, yo sólo me quedé por cortesía. Había sido un día muy largo, el día en que un
hombre me había arrebatado de mi lado a mi pequeña. Hasta que me sacó de mis
pensamientos una conversación: nietos.

Ni lo había pensado pero, ahora que mi hija se había casado, tendría hijos propios...
¡¡Acabaría siendo abuelo!! ¡¡¡¡ABUELO!!!! ¡¡Pero, ¿tan mayor era ya?!! No podía creerlo,
Yuri siendo madre... me sorprendí a mi mismo ilusionándome por la llegada de un nuevo
niño al Aoiya: mi nieto. Y de repente me reí dejando a todos perplejos.

Sano: ¿y a ti, qué te hace tanta gracia? No hemos contado ningún chiste, aunque
tampoco te ríes con chistes, tú nunca te ríes.
Aoshi (fríamente): es algo que he pensado y que no te importa.
Misao (sonriendo): seguro que no es nada bueno.
Aoshi (tiernamente): es algo bueno, koishii... me voy a mi cuarto
(sarcásticamente a Sanosuke): donde seguiré pensando cosas y riéndome hasta
que me duerma.

Y me marché dejando a todos de piedra y a una Misao dándole un ataque de risa por
ver a sus amigos así. Poco después apareció por la habitación y lo primero que me dijo
al acostarse fue porqué me había reído y cuando se lo conté, me dijo que a ella
también le hacía ilusión ser abuela.

*************************
Los amigos de Tokyo se fueron al de una semana y los recién casados volvieron al de
mes y medio de la boda, dándoles una cena de bienvenida. Ellos se quedarían en el
Aoiya... de lo malo, malo, Yuri seguiría cerca.

La cena me recordó mucho a nuestra cena de bienvenida, sólo que había mucha
juventud por los hijos de todos los miembros del Aoiya y faltaba Okina, que había
fallecido hacía unos años por la edad. Nos estuvieron contando cómo les había ido
todo, los lugares que habían visto... pero ahora ya estaban aquí y debían comenzar la
que sería su vida de ahora en adelante y Kenji fue el primero en mencionarla.

Kenji: estos días hemos decidido que vamos a quedarnos aquí. Yuri quiere
quedarse en Kioto y seguir trabajando en el Aoiya, y puesto que yo también he
pasado la mayor parte de mi vida aquí, no me importa esa decisión. Pero ya que
nos vamos a quedar, me gustaría ser útil y poder trabajar en lo que se necesite.
Misao: aahh, no te preocupes por eso, aquí siempre hay algo que hacer.
Kenji: bien, entonces ese punto está arreglado.
Eroshi: ¿es que hay más puntos? ¿y se puede saber cuáles son?
Kenji: sólo hay un punto más.
Eroshi: bueno, ¿y lo vas a decir de una vez o qué?
Yuri (riéndose): claro Eroshi, la otra noticia es que vas a ser tío.
Eroshi y Kai (emocionados): ¿en serio?
Yuri: sí...

Misao me había cogido la mano fuertemente y tenía la cara iluminada. Después se soltó
y la abrazó felicitándola... vaya, parecía ser que no iba a tardar mucho en saber lo que
era ser abuelo... y con este pensamiento, felicité a los futuros padres.

“La nueva generación del Aoiya ya estaba en camino”.

FIN

Acerca de la pareja Kenji – Yuri:

Lo siento por los seguidores de Kenji y sus finales alternativos de él que tengan en
mente, pero si no les gusta, que hubiesen dejado de leer en el capítulo anterior. Es
cierto que la idea de unir estas familias no es la primera vez que se menciona en un fic,
pero la verdad es que la primera vez que la leí, me pareció curiosa y me gustó. Y,
puesto que las oportunidades se dan al estar en la misma ciudad, se me ha ocurrido
explotar la idea a mí también (que conste, que no se me ocurrió hacer el capítulo 9
hasta que no terminé el 8, pero me aburría y me dio por escribir algo sobre esos dos.
Además, así conseguiría terminar con un capítulo impar aunque seguro que nadie se ha
dado cuenta de la diferencia entre un capítulo par e impar, y no es sólo el título (otra
vez mis paranoias, ya dije que no es normal entenderme)). Mis disculpas al autor/a
original de la idea, si es que está leyendo esto, pero es que no sé quién es el primero
que lo pensó.

Sobre Kenji, decir que su personalidad me la he inventado por completo. No tengo ni


idea de cómo es en el OVA puesto que no lo he visto, y como habréis podido
comprobar, no he seguido el final de Kenshin – Kaoru (punto 10 de las advertencias).

Añadido sobre la cronología (al que le interese): no doy fechas exactas, aviso.

La historia comienza con Misao (20 años) y Aoshi (30 años). No tengo ni idea de la
fecha de cumpleaños de Misao pero para este fic, lo he colocado en la tercera semana
de Agosto coincidiendo en el mes con unas posibles fiestas de algún pueblo (por lo
menos aquí son en verano casi todas) y con el final del signo Leo. Puesto que Misao es
muy enérgica y pasional, pues se ha quedado con ese signo que encima es en verano
(del zodíaco chino no tengo ni idea). No es que sea muy creyente de esas cosas (la
sociedad que te rodea influye mucho en el carácter de cada uno), pero algo he leído y
en algún lugar tenía que situar los nacimientos de algunos de los personajes para llevar
cierta cronología, así que me he basado en el zodíaco.

Contando desde el cumpleaños de Misao, pasan 3 meses hasta la boda, es decir, mitad
– finales de Noviembre y Misao se queda embarazada en la luna de miel. Si se cuentan
9 meses de embarazo, los mellizos deberían haber nacido hacia el cumpleaños de
Misao, pero se le adelanta el parto 2 semanas, lo que nos sitúa en principios de Agosto
(Leo también).

Yéndome por otro lado, Kaoru se casa con 17 años y Kenshin con 29. Tienen a Kenji
cuando Kaoru tiene 18 años y le he situado la fecha hacia principios de Octubre más o
menos (Libra: personas inteligentes y con firmeza. He elegido este signo porque se
asemeja a las características que le ha dado a su personaje en este fic). Sabiendo que
Kaoru tiene un año más que Misao, el día de la boda de nuestros protagonistas, ella
tiene 21 años y Kenji tiene 3 años y casi 2 meses aproximadamente, por lo que, cuando
nacen los mellizos, el tiene 3 años y 10 meses que es la diferencia de edad entre Kenji
y Yuri.

Signos (sólo pongo los aspectos positivos del signo):


LEO (22 Jul – 21 Ago): signo de fuego, regido por el Sol y representado por un león.
Sienten gran alegría de vivir, son ambiciosos y orgullosos, además de poderosos y
fuertes. Son extrovertidos y seguros de sí mismos. Gracias a su seguridad poseen
grandes dotes de mando y suelen triunfar en casi todo lo que se proponen. Aman con
pasión poniendo todo su corazón en las relaciones y expresan su cariño de forma tan
apasionada, que a veces puede resultar avasalladora. Salud: el corazón y la circulación
sanguínea son sus puntos débiles.

LIBRA (22 Sep – 21 Oct): signo de aire, regido por Venus y representado por una
balanza equilibrada. Asociado a la legalidad, la justicia, el equilibrio interior entre lo
bueno y lo malo, entre la conciencia y la materia. Son leales, nobles y poseen una gran
filosofía de la vida. Sus juicios racionales les aportan una gran sabiduría. Son
cariñosos y mimosos y no logran la felicidad si no consiguen una pareja estable, ya que
la necesitan para mantener su equilibrio interno. Salud: el hígado y los riñones son sus
puntos débiles.

01 - 27 / 06 / 04

También podría gustarte