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Un Giro Inesperado (Aoshi) - 1
Un Giro Inesperado (Aoshi) - 1
2.- Mi único objetivo es entretenerme y no lo hago con ánimo de lucro, (si a alguno/a le
gusta el fic de paso, pues mejor para él/ella y si no, yo no soy responsable de que haya
perdido horas de su tiempo leyéndolo, porque aviso que es largo).
3.- Este fic es un A/M en toda regla, aunque salen los demás personajes, muy de vez
en cuando, por exigencias del guión (como en el caso de los personajes inventados).
4.- El género no es ni acción, ni aventura, ni nada por el estilo. Por decirlo de una
manera, se puede definir como empalagoso, porque romántico se queda muy corto. Al ir
escribiéndolo, hasta yo misma me daba cuenta de lo muy empalagoso que es y que
necesitamos una nueva palabra en el diccionario para definir esto. Si quiere saber si es
capaz de leerlo, coja una cuchara en copete de azúcar y cómasela. Si puede soportarlo,
creo que será capaz de leer este fic sin acabar odiando este género.
5.- Este fic se basa en una historia contada por uno de los protagonistas desde su
punto de vista y sentimientos. Existe otro fic con la misma historia pero desde el
punto de vista del otro protagonista, habiendo partes en común, y partes vividas sólo
por uno de ellos que ayudan a la resolución y comprensión de las situaciones (la historia
se complementa la una con la otra).
a) Si alguno decide leer sólo uno de los fics, que no me pregunte cuál debería
leer porque no sabría decirlo, puesto que lo he ideado como un fic en dos
partes (algunas partes están más completas en uno que en otro y eso
depende del personaje y la situación). De modo que, le aconsejaría esperar a
que un/a valiente y con mucho tiempo se lea los dos y deje un review
indicando cuál le ha parecido mejor.
b) Por si alguno se pone a leerlos, que no me pregunte qué es mejor: si leerlos
por separado de un tirón o leerlos simultáneamente, porque ni yo misma lo sé.
Cada forma tiene sus lados positivos y negativos. Por ejemplo: leerlos
simultáneamente le ayudará a comprender totalmente la situación que se va
dando, pero al leerlo dos veces, aunque sea desde distintos puntos de vista,
podría resultarle pesado o repetitivo, al leer lo mismo sin avanzar la historia.
Por lo que deberá elegir el método que más le convenga dependiendo de sus
gustos.
c) Para que vea que no le miento, le diré que al principio, los cogí con ganas los
dos, pero llegó un punto en que el desarrollo de la historia en mi mente iba
más rápido de lo que podía escribirlos y por eso se me hacía pesado tener
que escribir el segundo después, por lo que opté por terminar uno y luego
continuar el otro en base a ése, y modificándolo según veía que hacía falta.
Pero claro, mientras escribía el primer personaje, yo ya sabía más o menos
qué pasaba con el otro y entendía perfectamente porqué se daban ciertas
cosas sólo con un personaje, ventaja que sólo yo tengo hasta que los lea.
6.- La calificación de este fic es para adultos. Puesto que no es de acción ni demás, no
lo es por exceso de violencia, de modo que sí, es debido a la presencia de un lemon y
podría decirse que también a un lima – lemon (si lo lee, sabrá a qué me refiero). El
resto del fic que rodea el lemon es para +13 puesto que hay escenas que podrían herir
la sensibilidad de menores. Advertencias sobre las zonas lemon:
d) El hecho de que sea XXX, no indica que esté escrito con mal lenguaje,
simplemente, los personajes disfrutan mucho durante largo tiempo.
7.- Al no ser la creadora de estos personajes, podría encontrar diferencias en las
personalidades de los personajes. Además, se van modificando a lo largo del fic. De
modo que, si es muy estricto con esto, a parte de que pocos fics habrá leído (por no
decir que ninguno), no debería leer éste.
8.- He introducido en el fic algunos vocablos japoneses aunque, si bien es cierto que a
veces queda bien y resulta curioso enterarse de lo que significan, otras se abusan de
ellos y, por lo menos a mí, me acaba siendo algo pesado. Por eso, los que he utilizado
son contados y muy posiblemente, aunque no haya leído muchos fics antes, sabrá qué
significan. Me refiero a los honoríficos y a alguna palabra muy aislada. De todos
modos, sólo los he utilizado porque así se manifiestan en los fics de los demás. Yo soy
española y cuando hice este fic, sólo había visto el anime, en el cual, en el doblaje, no
se ha tenido en cuenta todos esos tratos de respeto entre los distintos personajes y
sólo me enteré de ellos al leerlos por los fics. Además, no los he traducido al
castellano porque, al menos en mi entorno, se utilizan en contadas ocasiones como en el
trabajo y cosas así, por lo que me suenan tan mal que prefiero ponerlos en japonés a
los que ya me he acostumbrado. El fic esta castellanizado, porque dudo mucho que las
expresiones que utilizo las digan en Japón y mucho menos en aquella época, así que
está avisado.
10.- Respecto al punto anterior, aviso que no he visto el OVA final de Rurouni Kenshin
y tampoco tengo intención de verlo porque RK me gusta mucho y me niego a ver
semejante final. Sólo sé en esencia lo que pasa con los personajes de Tokyo, y que por
cierto, sólo he mencionado un aspecto porque lo demás de ese OVA me parece un
crimen contra la humanidad e intento olvidarlo, pero no sé nada respecto a los
personajes de Kioto. Es decir, que lo que os encontraréis aquí no tiene nada que ver
con el final original e incluso, el mismo argumento (la pareja A/M) podría diferir de la
idea original del autor, pero esta pareja me gusta mucho y por eso he hecho este fic.
11.- Por último, si ha leído hasta aquí, no se asuste por la forma en la que he redactado
las advertencias siendo tan puntillosa, pero es que no quiero que luego me vengan con
que no había avisado esto, ni dicho lo otro.
Ejemplo: “oye, que es demasiado romanticón y no me gusta... ”, pues recibirá de vuelta
un “haber leído el punto 4 y no sólo la síntesis” .
Y si me he olvidado algo de lo que se ha dado cuenta, me lo dice que sigo con el listado,
porque la verdad, sólo de pensar la cara que debe de tener la persona que haya leído
esto, me anima a poner más puntos y seguir divirtiéndome con ello.
* Como información al lector: debido a que soy una persona que sólo lee los fics cuando
ya se ha escrito el último capítulo (una mala experiencia con uno que no se terminó y,
aunque el hombre es el único animal que tropieza con la misma piedra, yo soy mujer y
no me vuelvo a tropezar... lo siento por los hombres, chiste fácil), le aviso que éste ya
está terminado (como se habrá dado cuenta si ha leído los puntos anteriores) y no
corre riesgo de quedarse por la mitad (al menos que me pase algo) si no recibo tantos
reviews por capítulo (no pretendo que nadie se dé ni por ofendido ni por aludido, cada
uno es muy libre de hacer lo que quiere y no esforzarse ni perder su tiempo si siente
que es en vano, pero precisamente por ello, yo soy libre de leer sólo los fics
terminados).
** Si he publicado este fic, es porque leí por ahí que alguien decía que se necesitaban
más fics de la pareja A/M, así que aquí hay otro aunque no le guste. Este fic no tenía
pensado publicarlo, era para uso personal, así que no esperaba reviews que me
incitasen a continuar. Pero si alguien quiere dejar reviews, tanto para bien como para
mal, bienvenido sea, siempre y cuando no sean virus.
Bueno, y sin más le dejo con el fic. Si ha leído todos los puntos y todavía
quiere seguir leyéndolo, ¡enhorabuena! Habría que concederle la medalla al
valor o hacerle un monumento por su fidelidad a leer los fics de la gente.
Si no los ha leído y va a ciegas con este fic y su fic complemento... es un
imprudente porque podría salir escaldado...
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UN GIRO INESPERADO: AOSHI
FORMATO DE ESCRITURA:
- Texto normal.
- Diálogos.
- Cartas y “conciencia o pensamientos directos”: no sé cómo explicar esto, pero
cuando lo vea, sabrá a qué me refiero.
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Sangre por todos sitios y mis amigos muertos tirados en el suelo. Con esta imagen me
volví a levantar otro día más. Por más que el tiempo pasara no se me quitaban estas
pesadillas y, día sí, día también, me despertaba angustiado y sudoroso por recordar los
últimos momentos con vida de mis compañeros.
Me levanté y me acerqué a la ventana. Todavía era muy temprano y dudaba que alguien
se hubiese levantado ya. Aun así, salí de mi cuarto y me dirigí al patio a tomar un poco
el aire.
Vi a Omasu salir, supuse que a hacer las compras temprano y evitar así la algarabía de
gente después cuando hubiese avanzado más el día. También vi a Okon dirigirse a la
cocina y fui tras ella. Sería bueno desayunar ahora que todavía la gente seguía
durmiendo. Entré en la cocina y Okon me saludó.
Sólo asentí con la cabeza y salí al salón donde me senté mirando al patio. Era un día
soleado de verano o al menos iba a serlo porque no había ninguna nube alrededor y
seguramente haría mucho calor como en días anteriores. Menos mal que en el templo
corría la brisa y había una buena sombra, allí se estaba muy bien. Después, Okon me
llamó, tenía mi desayuno listo. Me dirigí a la cocina y desayuné en la mesa que había.
Okon seguía a sus cosas, entrando y saliendo de la cocina. Empecé a oír puertas
abriéndose y cerrándose por lo que los habitantes del Aoiya debían estar levantándose
ya. Okon volvió a entrar y se puso a hacer el desayuno de los demás. Terminé, dejé los
platos en el fregadero y me dispuse a marcharme de vuelta a mi habitación.
Okon: ¿va al templo, Aoshi – san?
La miré, no solían preguntarme a dónde iba, lo cierto es que, a parte de Okina, Misao y
Kenshin, no hablaba con nadie más, sólo lo necesario. Me giré.
Aoshi: no.
Okon: eso pensaba, Okina me dijo que hablaría con vosotros por la mañana.
¿A quiénes se refería? Pensé que Okina me requería para algún tipo de encomienda,
¿acaso iría acompañado?
Aoshi: ¿nosotros?
Okon: sí, con Misao y usted.
Iba a preguntarle qué sabía del asunto cuando entró Omasu con unas bolsas de
compras en las manos y las dejó en la mesa.
Omasu: bueno... ya está todo hecho. Apenas había alguien por las calles así que
nos evitamos las colas y el calor que hará luego, jeje.
Después, Okon la cogió de las manos y se pusieron a dar saltitos hablando de todo lo
que tenían que preparar. Hasta que una voz las interrumpió.
Misao había entrado y me giré a verla. Me quedé de piedra, sentí que todavía estaba
soñando y por fin, no era una pesadilla. Ella estaba en la puerta con las kunais en sus
manos dispuesta a atacar al primero que se cruzara, hasta ahí todo bien. El problema
era que parecía venir del baño porque su pelo largo y mojado le caía por la espalda y
hombros. Además, su yukata estaba pegada a su cuerpo por el agua y... se podría decir
que prácticamente había entrado desnuda a la cocina.
Misao siguió adelante y cogió la mano de Omasu que Okon le estaba enseñando.
Noté que Okon me miraba y rápidamente me quité mi camisa para ponérsela a ella.
Misao observaba su cuerpo y se puso muy roja. Me acerqué y la tapé.
Debería darme un baño de agua muy fría porque las cosas con ella que se me estaban
pasando por la mente en ese momento, habrían escandalizado a cualquiera. Por suerte,
Omasu volvió a hablar y devolverme un poco de cordura de nuevo.
Omasu: gracias, Misao, estoy muy contenta... al fin voy a casarme con el
hombre que amo...
Misao: ya quisiera yo también casarme... (suspiro). Una casada y la otra a
punto, Kaoru también se casó con Kenshin y... bueno, aunque Megumi no lo haya
hecho todavía, se ve que está muy feliz con el cabeza de pollo y que pronto lo
hará... sólo quedo yo...
Omasu: no te preocupes, ya te tocará...
Okon: sí... quizás...
Algo había dicho después que no llegué a entenderle bien, sonaba como “esta noche, no
sé qué”... ¿qué iba a pasar esta noche? Los demás entraban en ese momento por la
puerta.
Okina: ¡Ehh! ¿A qué viene ese escándalo?... ¿Misao...? ¿Aoshi...?, ¿qué demonios
hacéis así?
Subí a mi habitación con la imagen gravada a fuego en mi mente y vi que salía de ella
una ya vestida Misao. No creía que me hubiese visto, entré y vi mi camisa doblada
sobre mi futón. La cogí, estaba algo húmeda después de haber estado cubriendo el
mojado cuerpo de... otra vez esa imagen. Temí que ya no pudiera volver a ver a Misao
de la misma forma, y no me refería a verla como la mujer que ella se empeñaba en
decir que era. Eso ya lo sabía y desde hacía tiempo, para mi desgracia. El deseo y la
lujuria me recorrían el cuerpo, de una forma todavía más intensa de la que ya lo
hacían, sólo de pensar en esa imagen. Tenía miedo de que la próxima vez que la viera,
no pudiera contenerme y me abalanzara sobre ella.
Me senté en mi postura de meditación y me puse a pensar como lo hacía todos los días.
Desde hacía tiempo, la mayoría de mi meditación la pasaba pensando en ella y algo me
decía que a partir de ahora, ese tiempo se convertiría, si no era en un 100%, en un
99,9%.
Todo esto empezó a ocurrir desde la boda de Kenshin Himura y Kaoru Kamiya. Fue allí
donde, en una charla con él, me abrió los ojos.
Durante esa semana todo fue normal: los preparativos, los arreglos, los invitados que
fueron llegando... todo. La boda también transcurrió sin mayor problema... excepto por
la celebración que hubo después. No es que pasara nada que lo estropeara, más bien al
contrario, todo fue muy ameno (o por lo menos la gente se divertía).
Por supuesto, yo estaba más que molesto pero como siempre me convencía diciendo
que era porque, como su tutor, debía velar por su seguridad y que ninguno de esos
tipos se aprovechara de ella.
Aparté mi vista de Misao por un momento para mirar a Kenshin que sonreía de forma
pícara. Su cara y el tono que había utilizado me hizo sentir que esa frase iba con
segundas... algo así como: “deberías decirle que la quieres y si te corresponde, nadie
te la quitará”. Sin embargo, me hice el desentendido.
Kenshin: ¿y bien?
Aoshi: no quiero bailar.
Kenshin: bueno... pero luego no te molestes si alguno lo consigue.
Aoshi: no me molesta, ella puede bailar con quien quiera.
Kenshin: seguro...
Otra vez ese tonillo, ¿qué pretendía? Volví a mirar hacia Misao... también había
despachado a éste.
Aoshi: Battousai...
Kenshin (sonriendo afectadamente): ¿ni el día de mi boda vas a darme tregua?
Aoshi: ...
Kenshin: ...
Aoshi: Himura... ¿pretendes decirme algo?
Kenshin: si todavía no te has dado cuenta... puede que sí.
Aoshi: ...
Kenshin: deberías decirle a Misao lo que sientes por ella.
La volví a mirar, estaba contándoles algo divertido a Kaoru y Megumi porque las dos se
reían sin parar, seguro que era alguna anécdota del Aoiya. Era un ángel entre todas
aquellas personas, con su fuerte espíritu y desbordante vitalidad. Y sin embargo yo...
Quería matarle, yo hablándole de un tema tan serio como éste y él me salía con sus
tonterías. Se lo dejé patente con una de mis miradas fulminantes.
Kenshin: perdona, pero es que no sé a qué te refieres con eso y me salí por la
tangente.
Aoshi: Misao es demasiado... activa. Es alegre, impulsiva, cariñosa, amable... y
yo sólo la amargaría con mis penas y hermetismo. Si consiguiese tenerla a mi lado
no podría hacerla feliz.
Kenshin: eso debería decidirlo ella, ¿no crees?
Aoshi: además, es mucho más joven que yo y...
Kenshin: te recuerdo que la persona con quién estás hablando se acaba de casar
con una mujer 12 años más joven. En ese aspecto, incluso estás mejor que yo.
Aoshi: ...
Kenshin: ¿sabes? En este tema nos parecemos mucho, los dos hemos sufrido un
pasado sangriento para volver a ver la luz de la mano de dos mujeres jóvenes. La
diferencia entre tú y yo, es que yo he decidido ser egoísta y quedarme con ella
para ser feliz aunque no lo merezca, y privarle a otro de ella aun siendo éste
más digno que yo. Pero sólo quiero verla feliz y si ella lo es a mi lado, mejor
para mí.
Me quedé pensativo, nunca pensé que Kenshin tuviera ese tipo de razonamientos y
menos confesarlos tan abiertamente. Pero quizás, él tenía razón. Sin embargo, seguía
teniendo dudas. Para mí el tema de la edad era un obstáculo bastante grande que se
incrementaba con el hecho de que había sido su tutor de pequeña: sus padres me la
habían confiado para cuidarla y protegerla. Si bien es cierto que durante 10 años no
había estado con Misao, desde que llegué había retomado esta responsabilidad con
1
La primera vez es cuando le hace recapacitar sobre su vida y que vuelva al Aoiya.
ella. Kenshin había salvado este punto de la edad, pero no contaba con un factor como
ése.
Kenshin hizo un gesto con la mano y miré a quién se lo dirigía. Kaoru le llamaba para
que fuera a su lado. Lo cierto es que los dos estaban muy felices y cierto sentimiento
de envidia apareció en mi pecho.
Volvimos a Kioto y, después de mucho meditar, decidí que si veía alguna posibilidad de
que ella me amara, le comentaría acerca de mis sentimientos. Por eso comencé a
observar sus pasos detenidamente, sus reacciones en mi presencia, sus actos,... todo.
Sin embargo, mis esperanzas poco a poco se esfumaban. Llegué a la conclusión que el
trato que ella tenía conmigo era más propio de una hija que intenta conseguir la
aprobación y el orgullo de su padre, que el de una mujer intentando contentar a un
hombre.
Y aquí me encontraba ahora, con la batalla totalmente ganada por mi corazón desde
hacía tiempo y sufriendo en silencio por ello. Ni siquiera mi conciencia podía ayudarme
ya, también se había rendido a Misao y la muy traidora conciencia se había unido a mi
corazón enemigo que sólo pretendía hacerme sufrir por un amor imposible... Misao...
otra vez su imagen incrementando mi deseo por ella y mi sufrimiento por no tenerla.
Sí, definitivamente algo iba mal, y el hecho de que Misao estuviera, me indicaba que
tenía que ver con ella.
Okina: os he llamado por algo muy importante que te incumbe a ti, Misao... y por
tanto, también a ti, Aoshi, puesto que eres su tutor.
Lo sabía, Misao era la implicada pero... ¿de qué demonios iba todo esto?
Okina: verás, Misao, eres la Okashira del grupo y como tal tienes ciertas
responsabilidades.
Levantó la mano para impedir que Misao le interrumpiera, que era lo que estaba a
punto de hacer. Ella, sin más, le dejó continuar.
Okina: déjame terminar, ya me está costando decirte esto como para que
también me interrumpas. No te estoy diciendo que lo estés haciendo mal, ni
mucho menos, lo cierto es que estoy muy orgulloso de ti, has superado todas mis
expectativas y de estar tus padres vivos aún, también ellos te lo habrían dicho...
Misao (confundida): ¿entonces? No entiendo...
Okina: Misao... estás a punto de cumplir 20 años y debes casarte.
Esto estaba yendo mal, definitivamente, muy mal. ¿Qué pretendía hacer Okina?
¿Obligarla a que escogiese a alguien? ¿O acaso ya le había buscado algún prometido?
Esto no me gustaba, evidentemente, ese hombre no iba a ser yo y eso me estaba
creando una angustia indescriptible.
Hizo una pequeña pausa, supuse que era para que Misao asimilase todo lo que le estaba
diciendo.
Okina: Puesto que no has encontrado a alguien con quien casarte, te he buscado
algunos pretendientes de otros grupos ninjas y te he concertado entrevistas con
ellos para que los conozcas y decidas cuál te conviene. Esta noche se ha
preparado una cena en la que estará el primero. En mi opinión, es el que mejor te
iría, pero yo te he buscado algunos más para no limitar tus opciones. Tienes
hasta el día de tu vigésimo cumpleaños para encontrar a alguien o tendrás que
decidir entre uno de ellos. Así tendremos un margen para preparar todo como
debe ser antes de que cumplas 21 años y deseamos que para entonces ya esperes
a tu primer descendiente.
No tenía un espejo para verme y daba gracias de que Okina y Misao estuvieran
concentrados el uno en el otro, porque esta vez mi cara tenía que decirlo todo. Mi alma
se estaba haciendo añicos y además muy pequeños. Misao cumplía años en apenas 2
semanas y entonces la vería irremediablemente amarrada a otro hombre que no era yo
y encima... Okina interrumpió mis pensamientos.
¿Qué demonios iba a decir? “¿No, Okina, no puedes casar a Misao porque la quiero
para mí y mataré al que se le acerque?”. Pero algo tenía que decir, por algo estaba allí.
Así que volví con lo de siempre.
Okina: ¿Aoshi?
Aoshi: Okina... deberías volver a hablar con los demás, Misao es demasiado
joven todavía para...
Misao (furiosa): ¡¡¡Por Dios, Aoshi!!! ¡¡¿¿Todavía sigues con ésas??!! Ya no soy una
niña, hasta Okina está diciendo que debería estar casada desde hace dos años,
¡¡pero tú no te enteras!! ¡¡¡¡Da igual el tiempo que pase, ya puedo tener 50 años y
nietos que tú seguirás diciendo que soy demasiado joven!!!!
Y se marchó llorando. Esto sí que no lo esperaba, me gritó, pero no como las otras
veces que más bien eran simples recriminaciones. Estaba furiosa y olvidó todas las
formas de respeto que solía tener hacia mí. Se había dirigido directamente
hablándome de tú y olvidando el Aoshi – sama que la caracterizaba. No es que eso me
importase mucho, siempre había querido que me hablase con más familiaridad, pero me
dolía el momento en que lo había hecho. Me mostraba su rabia y enfado hacia mí y no
podía culparla. Yo era su tutor, como su padre, y en vez de ayudarla e intentar
interferir de una forma más contundente impidiendo tajantemente esto, simplemente
me había limitado a decir que era joven.
¿Se había vuelto loco? ¿encima tenía que escoger al futuro marido de Misao? ¿el
hombre que me la arrebataría y me restregaría que era él quién la tenía y no yo? Por
encima de mi cadáver.
Okina: sí, Aoshi. Ahora está muy dolida y es posible que no distinga bien quién la
merece más, debes asesorarla en esto, quiero que esté lo más cercanamente
posible de la felicidad, ¿tú no?
Me miraba con un brillo extraño en los ojos, como esperando una contestación por mi
parte a otra pregunta que no había formulado y que yo no sabía. Pero mi corazón no
estaba dispuesto a pasar por eso, y lo sentía mucho por ella, pero yo no creía tener la
fuerza necesaria para no derrumbarme eligiéndole marido.
Aoshi: yo no soy el más indicado para esto, es Misao la que debe decidir con
quién quiere convivir.
Okina: tú sólo ayúdala, por favor. A ti te hará más caso.
No sabía por qué lo hice pero asentí. Supuse que por formalismo porque en mi interior
me hervía la sangre y la ira me recorría.
Okina: por cierto, como tutor de Misao debes ir también a la cena. Será aquí, en
el Aoiya, y estaremos el candidato y su padre, Misao, tú y yo.
Pero lejos de esto, lo único que hacía era torturarme más. Mis pensamientos me
llevaban una y otra vez al mismo sitio, el Aoiya, donde la mujer de mis sueños sufría
por una mala jugada del destino.
Se iba a casar... Misao se iba a casar con otro... sería otro el que se llevaría sus
sonrisas, conviviría con su alegría y vitalidad, sería cuidado por ese ángel que siempre
daba lo mejor de sí misma para los demás y... la imagen de esta mañana por enésima
vez pasó por mi mente para torturarme... yo ya no la tendría... serían otras manos las
que tocarían su suave piel, otros labios los que la saborearían y sería otro hombre el
que la haría suya... sería la madre de sus hijos y no de los míos...
Por primera vez en tantos años quería llorar, noté que mis ojos se humedecían pero no
llegaban a derramar lágrimas. Ni podía hacerlo ni quería permitirlo. Me estaba
derrumbando y no sabía cuánto podría aguantar esta situación. Deseaba irme lejos, lo
más lejos que pudiera e intentar superar esto sólo con su recuerdo y no también con
su presencia que ahora me dolía tanto...
Pero no podía, le había dicho a Okina que estaría aquí para ayudar a Misao y se lo
debía. Durante muchos años estuve lejos de ella sin apoyarla y cuidarla, era hora de
cumplirle y... ¿qué mejor que con algo que cambiaría toda su vida radicalmente? Debía
sacar fuerzas de donde fuese, por ella... para hacerla lo menos desgraciada que
pudiera.
Decidí que ya era hora de volver al Aoiya, debía prepararme para la cena, así que me
levanté y me fui del templo. Al llegar encontré a un Okina bastante preocupado y
triste. Me acerqué y le saludé. Cambió la expresión de su cara, a una seria que no
mostraba lo que sentía. Esto le tenía que estar doliendo, él quería a Misao y lo último
que querría era verla infeliz, pero no debía demostrarlo.
Todo esto no tenía que ser cosa de él. Juraría incluso que si fuera por él, habría
mandado al demonio el honor de los Oni con tal de que su pequeña Misao consiguiera
ser feliz, pero él no tenía la última palabra.
Seguramente habría hablado con los siguientes en mando a Misao que estaban más
lejos de aquí supervisando que todo se desarrollase con normalidad. Personas que no
estaban ligados a Misao de la misma forma que nosotros y que sólo pensaban en el
honor de los Oni, aun a expensas de la felicidad de la Okashira. Al fin y al cabo, ¿qué
esperaba? Los matrimonios concertados estaban a la orden del día en nuestra época,
no era tan extraño, pero dolía ver el problema tan de cerca.
Okina: deberías prepararte. Después, llama a Misao para esperar aquí a nuestros
invitados.
Asentí. Como esta mañana, con ganas de hacer justamente lo contrario. Pero subí a mi
habitación y me preparé. Después, fui a la habitación de Misao, toqué y entré.
¡¡Dios!! Estaba tan bella2... no era justo. Aun con esa expresión de tristeza en su rostro
parecía un ángel... triste, sí, pero igualmente bella...
Ella asintió y se acercó hasta la puerta. Tuve que contenerme mucho para no
secuestrarla y marcharme de allí muy lejos con ella, donde nadie nos encontrara
jamás.
Su voz era muy fría y cortante, toda la calidez que normalmente emanaba de ella se
había esfumado. Nadie volvió a decir nada hasta que llegaron.
La cena transcurrió sin ninguna novedad. Okina se enzarzó en una charla con el padre
del chico... no sabía sus nombres, cuando los presentó Okina estaba en otras cosas,
como la mejor manera de matar a ese chico y que pareciese un accidente, aunque si se
supiera que había sido yo, tampoco me preocupaba mucho.
Me pasé la cena pasando mi mirada de la habitualmente fría a Misao, a una que helaría
el mismísimo infierno en segundos a él, cosa que fue peor cuando él se le acercó al oído
y le dijo algo. Misao se rió y los otros dos se callaron para verles. El padre del chico
los miró, sonrío y prosiguió con su charla.
Quería estrangularlo, hacerle tiritas y trocearlo en finos trozos para asegurarme que
cualquier animal pudiera comérselo sin problemas y así, desapareciera de la faz de la
Tierra. Pero algo me sacó de mis anhelados deseos.
Aoshi: ¿mm?
Okina: ¿verdad que Misao lleva a los Oni desde los 16 años y que los está
llevando muy bien?
Aoshi: sí.
Cuando volví mi mirada hacia ellos, Misao le asentía.
Chico: bueno, nosotros nos retiramos un rato para conversar, si nos disculpan...
Se levantaron y se fueron. Si hubiera sido por mí, les habría seguido, pero no estaba
solo. Seguimos con la conversación, más bien siguieron porque yo estaba en mis
pensamientos.
“¿Le sonríe? ¿por qué le sonríe? ¿y qué es lo que le ha dicho que tiene que tener muy
presente? ¿acaso que le elija a él?”
Quería respuestas y las quería ya, pero me contuve. Se marcharon. Después Okina
habló.
Aoshi: “Eso, buena pregunta Okina, aunque deberías haber evitado ese tono divertido.
Misao no le quiere, ¡no puede quererle!... ¡¡¡no quiero que le quiera!!!”
Misao: eso es algo entre Kai – san y yo, Okina, y no le incumbe a nadie más.
Lo miré... mejor dicho lo fulminé. Eso no era lo que quería que le dijera, tenía que
insistirle pero parecía que no lo iba a hacer y además, parecía contento con que la
noche se desarrollase bien. Pensándolo detenidamente, para eso se habían concertado
estas citas, para que Misao eligiera al que mejor le convenía para casarse...
Aoshi: “¡NO! ¡me niego! No podía caerle bien ese tipo... ¡no podía!”
Me acosté en el futón. Miles de cosas pasaban por mi mente y todas relacionadas con
la mujer que me atormentaba. Pero ahora era peor... ahora ya tenía la cara de un
hombre para unir a la persona de Misao. Y me los imaginaba juntos y felices, con
hijos...
*************************
Me desperté por la mañana de golpe por una pesadilla. Era temprano, como ayer
cuando desperté. El día era muy similar, también haría calor. Sin embargo, era muy
distinto. El tema de la pesadilla había cambiado para ser protagonistas Misao y el tal
Kai ese, recordándome que en unos días se haría oficial el prometido de Misao y me la
quitarían.
Me levanté y me fui directamente al templo sin desayunar. Tampoco hoy tenía hambre
y, por supuesto, hoy menos que nunca me apetecía ver a alguien.
Allí estuve por horas carcomiéndome con lo mismo hasta que alguien pidió permiso
para entrar.
Esperé a que se sentara y comenzara con la ceremonia del té. No quería abrir los ojos
y verla porque me dolería aún más y quería evitar a toda costa que pudiera darse
cuenta de cómo me sentía por todo esto.
Pero un sonido me llamaba la atención. Era el movimiento de alguna tela contra otra y
no era el habitual, pero sólo sentía a Misao. No había nadie más.
Abrí los ojos con curiosidad y allí estaba ella, con un precioso kimono que le quedaba
perfecto y se había cambiado el peinado. Lo intenté pero no pude quitar mi vista de
ella, tenía a la más bella de las mujeres sentada a mi lado y haciéndome el té.
Aoshi: ¿por qué te has vestido así? ¿Va a venir otro de los candidatos hoy?
Misao (sorprendida): ¿eh? No, no. Será mañana, vendrán un día sí, otro no, y
después me dejarán varios días para pensármelo.
Aoshi: ¿y bien?
Misao (confundida): ¿mm?
Aoshi: ¿por qué te has vestido así?
Misao: por nada en especial, sólo que, puesto que pronto voy a casarme, debo ir
preparándome para ser una buena esposa. Y bueno, las mujeres se visten con
kimonos, ¿no?
¿Preparándose para ser una buena esposa? Todo esto lo decía muy tranquila, como si la
idea de casarse con otro ya no le pareciera tan grave como lo era ayer. ¿Es que ya no
le importaba? Y esto pasó después de hablar con ese... ese... K – A – I... , estaba
furioso otra vez. ¿Qué demonios le había dicho? ¿acaso era, que aun sin saber cómo
eran los demás, éste ya le parecía bueno para ella y ya no estaba angustiada porque
podría elegirle? ¿es que le gustaba?
Y para colmo se preparaba así, como intentando restregarme lo que iba a perder. Si no
fuera porque era Misao y no sabía que yo la amaba, pensaría que lo hacía a propósito.
Quería respuestas y las quería ya, y puesto que ni Okina ni nadie, iba a formular las
preguntas, lo haría yo.
Lo dejé caer como si preguntase si iba a llover. Ella se me quedó mirando sorprendida.
Ésa no era la respuesta que quería. No es que me gustase verla llorar, pero prefería
que en este momento lo hiciera y me dijera cosas como: “no es cierto, esto es
horrible, no quiero casarme” y cosas por el estilo. Sabía que eso estaba mal, que
debería alegrarme de que pudiera ser feliz aunque fuese con otro, pero no podía. Era
superior a mis fuerzas: la quería para mí, y sólo para mí. Me sacó de mis pensamientos.
Misao: No lo esperaba así, es muy agradable, simpático, con sentido del humor y
muy maduro. Estuvimos hablando de cosas del pasado y qué cosas esperábamos
del futuro. Hablamos de cómo podría ser un posible matrimonio entre los dos... y
bueno, puesto que ya no tengo escapatoria y debo casarme, tampoco me pareció
tan malo lo que me decía. Además, también es muy atractivo.
Aguanté como pude para que no se me notara y lo logré, pero todo lo que me decía me
dolía y con cada palabra, me hundía más y más.
Misao: Okina tenía razón. Kai – san no parece tan malo para mí, después de
todo. Ya veré lo que pasa con los demás.
Aoshi: ...
Misao: bueno, será mejor que me vaya y lo deje tranquilo, Aoshi – sama.
*************************
Los días fueron pasando. Con ellos, los pretendientes de Misao que ella tan
amablemente recibía. Además, se preparaba muy bien para ellos, más de lo que estos
días ya lo hacía para andar por el Aoiya “preparándose para ser mejor esposa”, y
conversaba con ellos en un intento de conocerse mejor y caerse bien.
Esto me irritaba sobremanera, pero lo único que podía hacer era luchar porque no se
me notara y, aunque con mucha dificultad, lo estaba consiguiendo. Además, de todos
los pretendientes que le habían presentado, sólo uno no pareció dispuesto a entablar
conversación con Misao y no sabía si eso me gustó o me disgustó: ¿cómo se atrevía a
rechazar a un ángel como Misao?. Los demás habían mostrado su interés en ella: ¿cómo
se atrevían a poner sus ojos en ella?
Me daba lo mismo que fuese para bien o para mal, quería matarlos a todos por el mero
hecho de acercársele y pulverizarlos por tener posibilidades de llevársela.
Cuando finalmente se marchó el último, Okina quiso hablar con nosotros así que nos
reunimos en su habitación.
Okina: Bueno, Misao, ya los conoces a todos. Tienes 3 días para decidirte por el
que será tu prometido. Piénsalo bien porque el hombre que elijas será tu
prometido oficial y será irreversible. Una vez confirmado, no podrás retractarte.
Si necesitas consejo debes hablarlo con Aoshi, él es tu tutor, y debe tener una
opinión acerca de cuál te conviene más en caso de dudas.
Misao y Aoshi: ...
Okina: eso es todo. Podéis iros.
Okina: espero que abras los ojos y no tengas que arrepentirte el resto de tu
vida, por tu decisión...
Le miré, ¿a qué venía eso? Poco me importaba cuál escogiese, yo no le iba a dar ninguna
preferencia por alguno. Ella vería. Algo me contrajo el corazón, estaba mintiéndome,
en el fondo me preocupaba que eligiera mal. Poco a poco había ido aceptando que sería
de otro y esperaba que, por lo menos, alguno de ellos intentase hacerla feliz. Al fin y
al cabo, parecía haber asimilado la situación e, incluso, lo llevaba hasta bien.
Estaba claro que con eso zanjaba la conversación y me fui, pero... ¿por qué había dicho
eso? ¿a qué se refería? No me podía estar insinuando que... ¿es que se había dado
cuenta de lo que sentía por ella? ¿acaso era un libro abierto en el que todo el mundo
veía mis sentimientos? ¡¡¿¿desde cuándo??!! Primero Kenshin, ahora Okina... ¿quién más
lo sabía?
Me frené de golpe y volví tras mis pasos. Me daba igual que Okina no quisiera hablar
del tema pero, si no, que no hubiese dicho nada. Llamé a la puerta y entré. Okina me
miraba con cara de susto, yo no tenía esos impulsos y mucho menos pedía explicaciones
como lo estaba haciendo ahora.
Me fui a mi habitación con la cabeza llena de pensamientos. La única charla que había
tenido tan intensa sobre mis sentimientos, fue en la boda de Kenshin y Kaoru y
también en aquella ocasión había acabado dándole vueltas a un montón de cosas. Pero
en aquel entonces no tenía tanta presión como ahora.
*************************
El día siguiente estaba tan contento como yo: diluviaba, así que no fui al templo y me
quedé en mi cuarto pensando y pensando. Ni todas las meditaciones diarias que llevaba
desde que volví al Aoiya, habrían superando a la cantidad tan inmensa de pensamientos
que me rondaban en la cabeza estos días.
Entre todos ellos, uno en especial: la posibilidad de decirle a Misao lo que sentía por
ella. Me sentía mal pensando que la coaccionaría si se lo dijera. Quizás se sintiera
obligada después a aceptarme por mi vínculo de tutor con ella... ¡pero es que la quería
para mí!
En el fondo, Misao estaba sacando lo peor de mí. A costa de ella ya había sentido:
furia, rabia, celos, ganas de asesinar brutalmente, posesión sobre ella, lujuria,... por
sentir, hasta había sentido ganas de llorar. ¿Cómo era posible que una mujer pudiese
despertar tantos sentimientos en mí? La respuesta era demasiado obvia: amor. Esto
sólo lo podía originar el amor, un profundo amor por ella... por Misao.
Me pasé todo el día batallando entre decírselo o no. No bajé ni a desayunar ni a comer.
Lo cierto es que no sabía cómo tenía fuerzas para levantarme, porque en este tiempo
no me había alimentado como era debido (me saltaba muchas comidas).
Tardé poco tiempo en irme yo también. Subí a mi habitación y como no tenía otra cosa
que hacer, me puse con lo de siempre: Misao. Se libraba otra batalla en mí pero,
curiosamente, los papeles estaban invertidos.
Esta vez era mi mente la que me decía que lo mandase todo el demonio y se lo dijera,
incluso aunque tuviera que chantajearla emocionalmente para conseguir que me
aceptara. Por contra, mi corazón se negaba a hacerle eso a Misao y no soportaría verla
infeliz.
Para horror de este último, mi mente llevaba ventaja y cada vez cobraba más peso esa
posibilidad. Si de por sí tenía que casarse con alguien que no quisiera, ¿quién mejor que
alguien que la amase para intentar hacerla feliz? Yo haría todo lo que estuviese en mi
mano por conseguirlo y la trataría como realmente se merecía.
*************************
Otro día más... la lluvia había cesado y salía el sol. Estuve un rato en mi cuarto
meditando entre decirle o no, pero mi mente colapsó después de tantos días de
inagotable funcionamiento y se me quedó en blanco por un momento. Después me di
cuenta que ese momento se había transformado en varias horas. Era cerca del
mediodía y no me había movido ni apartado la mirada del punto fijo en la pared. Decidí
ir al templo.
Bajé y escuché a Omasu y Okon que hablaban en el restaurante colocando bien las
mesas. Su conversación me detuvo en seco.
Llegué y me senté. Para mí seguía habiéndose decidido demasiado rápido y pensé que, a
lo mejor, no le importaba tanto como yo creía casarse con ese hombre. Me volví a
imaginar a Misao y a Kai. Por alguna razón, yo estaba con Omasu: iba a ser él, seguro
que mañana saldría de sus labios mi sentencia de muerte: “he decidido casarme con
Kai”.
El té me lo volvió a traer Okon, esta vez la dejé hacerlo aunque ni siquiera lo probé. El
tiempo pasaba y no me moví ni un milímetro de ahí, ni siquiera al refrescar opté por
utilizar la habitación que tenía allí para cuando me quedaba en el templo a pasar la
noche. Y esta última se acercaba y con ella, el que hasta hoy iba a ser el peor día de mi
vida, ni siquiera la muerte de mis compañeros y eso que ya es decir. Y decía hasta hoy
porque sería superado por el día de su boda, el día en que confirme su embarazo con
otro hombre, el nacimiento de su hijo... se me estaba nublando la vista. Iban a ser
demasiados días malos.
Algo me recorría el rostro. Me llevé la mano hasta allí y se me mojaron los dedos:
lágrimas. Ya ni recordaba lo que eran y ni siquiera pensaba que volvería a sentirlas.
Estaba llorando. Yo. El hombre al que los amigos de Misao llamaban “cubo de hielo”. Si
me viesen en este momento... recogí mis piernas entre mis brazos y escondí mi rostro
allí. Quería esconder mis lágrimas, mi tristeza, mi frustración... y lloré más fuerte,
como nunca lo había hecho.
*************************
Una suave mano y una dulce voz me despertaron. Estaba en el templo. Me había
quedado dormido con mi desesperación en el patio del templo.
Era Misao. Estaba radiante aunque con un deje de tristeza en su rostro. Aun así, era
la visión más hermosa que había visto, en toda mi vida, nada más despertarme. No
sabía todavía qué hacía aquí.
Mi visión perfecta se había ido al traste recordándome la realidad... otra vez. ¡Ya
estaba bien!, quería terminar con todo esto y después largarme lejos de aquí. Así que
me levanté y me dirigí al Aoiya.
Volvió a llamarme. Seguro que quería hablarme de algo y posiblemente sería del
hombre que había elegido.
Otra vez lo había hecho. ¿Por qué escogía siempre tan malos momentos para tratarme
más cercanamente? Me giré a mirarla y le hablé aunque me faltaba la entereza en mi
voz.
Ella bajó, sorprendida. Seguro que también se había dado cuenta de mi voz.
Misao: Okina me ha dicho que necesito tu aprobación acerca del prometido que he
elegido.
Lo sabía... sabía que era de eso de lo que quería hablar. No estaba preparado para una
conversación sobre las cualidades y defectos de sus candidatos, y menos, contrastar
su elección con una posible mía. ¡Por supuesto que no tenía mi aprobación! Pero en vez
de eso dije...
Aoshi: la tienes.
Misao: ¡pero si no te he dicho quién es!
Aoshi: es el que tú has decidido y a mí me parece bien.
Quería zanjar la conversación ahí y me giré para irme, pero ella se apresuró a
decirme...
Cerré mis ojos... había confirmado mis sospechas, pero ahora sólo quería que no dijera
nada más. Que lo dejara todo ahí sin decirme nada acerca de él.
Me había girado. Tenía ganas de llorar por mi desesperación pero me aguanté y perdí
mi autocontrol con ella.
Aoshi (enojado): ¡¡¿qué es lo que quieres que te diga?!! ¡¡¡Has elegido al que más
crees que te conviene!!! ¡¿es que no estás segura y necesitas que te lo confirme?!
¡¡Si te digo que no estoy de acuerdo, lo único que conseguirás es que te entren
dudas cuando no falta nada para que digas tu elección!!
Eso último no quise decirlo. Misao se me quedó mirando y empezó a llorar. No era
cierto, en una ocasión pensé que preferiría verla así, pero no era verdad. Me dolía, y
mucho, ver que sufría de esa manera. Con una mano retiré sus lágrimas y disfruté el
contacto con su piel... era tan suave...
¿Qué le iba a decir ahora? Yo no había pensado en nadie y no iba a decirle uno al azar
que pudiese confundirla cuando ella ya había elegido. Por alguna extraña razón, pasó
fugazmente por mi cabeza la conversación con Kenshin. ¿Y si se lo decía, aunque fuese
egoísta por mi parte? Como dijo Okina, podría estar obligándola a aceptarme por
compromiso, pero a lo mejor ella prefería eso...
La cogí al vuelo porque se caía y se puso a llorar otra vez. No sabía qué hacer, no sabía
por qué lloraba... si para ella era bueno o malo.
Aún dudaba qué contestarle, pero algo en el timbre de su voz me animó a decirle.
Aoshi: si te dijera que sí, mentiría. Esa palabra no expresa lo que siento por ti.
Misao, te amo con todas las fuerzas de mi corazón y mi alma. Eres tan necesaria
para mí como el aire que respiro y no soporto la idea de que seas de otro. Sé
que no debería pedirte esto porque soy tu tutor pero... por favor, acéptame a mí
como tu esposo. Te juro que haré todo lo que esté en mi mano para que seas
feliz.
Misao le estaba dando gracias a Dios porque esto no era un sueño... entonces,
¡realmente quería esto! La abracé y apoyé mi cabeza contra la suya. Estaba tan feliz,
finalmente Misao sería mía y sólo mía. Y entonces, escuché las tres palabras más
bellas del mundo, seguidas de unas que tampoco eran menos...
Misao: te amo, Aoshi. Toda mi vida lo he hecho y lo seguiré haciendo hasta el fin
de mis días.
Aoshi: Misao...
Me quedé abrazándola por unos momentos pero ansiaba besarla otra vez, y esta vez
quería el beso que no me atreví a darle antes. Me separé y la miré. Me dio la sensación
de que sabía lo que pretendía de ella y la besé al principio de una manera tierna...
dudaba mucho que Misao hubiera besado a alguien antes que a mí y no quería asustarla.
Pero poco a poco fui haciendo el beso más intenso y profundizándolo más. Ella me dejó
entrar en su boca y confirmé lo que pensaba: yo era el primero que la besaba porque
estaba a la expectativa. La guié para enseñarle cómo debía hacerlo y no tardó mucho
en coger iniciativa... y lo cierto es que aprendía rápido.
Era gracioso verla dirigirse a mí de esta manera. Sabía perfectamente que estaba
bromeando. Bueno, aunque no lo parezca, yo también sabía hacerlo.
La volví a besar... me encantaba, sus labios eran tan suaves y dulces... Misao empezó a
reírse. ¿Y ahora qué le pasaba?.
Misao (entre risas): Aoshi, ¿qué tal si seguimos luego? Ahora nos esperan.
De eso sí que podía estar riéndose. La cogí de la mano y fuimos hasta el Aoiya. En la
entrada me soltó y fue corriendo hasta el comedor. Cuando la alcancé me dio la
impresión de que estaba ensayando para no reírse y quedarse seria... ¿qué iba a hacer?
Me sonrió y después de ponerse seria otra vez, entró. Yo la seguí y me senté al lado de
ella. Empezó a hablar.
Misao: bueno, no creo que haga falta que os diga por qué estamos aquí.
Todos: ...
Misao: Okina, quiero que les comuniques a los no elegidos, que ha estado muy
reñido y que me ha costado decidirme.
Todos: ...
Misao: pero después de meditarlo mucho y contrarrestar todos los pros y contras
de los 5, había llegado a una conclusión.
Okina: ¿habías?
Misao: sí... hasta que hablé con Aoshi – sama como me dijiste esta mañana...
Todos me miraron y algunos, no con muy buenas caras, pero ya sabía a qué estaba
jugando Misao y no le iba a arruinar su momento, estaba haciéndoles sufrir un poco.
Así que me dediqué a pasar mi sombría mirada de uno a otro.
Misao: ... y creo que tiene razón. He decidido elegir por esposo al hombre que
me ha propuesto.
Okon: Misao, ¿por qué te...?
Volvió a mirarme pero esta vez le acompañaban las miradas de los demás que parecían
estar entendiendo qué decía Okon. Misao les confirmó sus sospechas.
Era cierto, se la veía entusiasmada junto con Okon y Omasu. Había vuelto
completamente toda la vitalidad y alegría que desbordaba por todos sus poros. Aún me
costaba creerlo: ¿cómo era posible que tuviera la dicha de ser correspondido por un
ángel como Misao siendo yo tan frío y distante con la gente?
Pero con ella eso iba a cambiar, porque era la única persona viviente a la que quería
demostrarle lo importante que era en mi vida. Y se lo haría saber.
No tardó mucho en aparecer sake y comida por todos lados. Por el menú y lo rápido
que apareció todo, supuse que ya estaba preparado, seguramente por el cumpleaños de
Misao, ya que estaban sus platos favoritos...
¡El cumpleaños de Misao! Con todo esto se me había olvidado por completo comprarle
algo, así que debía darme prisa en pensar algo... pero, ¿qué podía comprarle?
No tardó ni 2 segundos en cruzarse una idea por mi mente. Estaba claro, ¿no? Me
había comprometido con ella y no tenía anillo que lo confirmara, así que...
Esperé a que terminaran con la celebración para desaparecer sin que pudieran
echarme de menos y anduve por la ciudad buscando tiendas de joyería, pero no
encontraba nada. ¿Y qué esperaba? Hacía muchos años que no pisaba Kioto y había
cambiado mucho entre una época y otra. Y cuando volví, el único recorrido que hacía
era del Aoiya al Templo y vuelta. No tenía ni idea de por dónde caía alguna joyería,
hasta que oí una voz...
Saito: pero... ¿no le iban a concertar un matrimonio? Bueno, eso es lo que tengo
entendido... está en boca de todos.
No me apetecía lo más mínimo contar los detalles de todo lo ocurrido en estos días y
mucho menos a él.
Me llevó por un par de joyerías hasta que en la siguiente vi un anillo que me llamaba la
atención. Era un anillo de oro blanco muy elegante con una flor en relieve a base de
zafiros y brillantes. Me lo imaginé en el dedo de Misao... ¡ése era el que quería! Saito
me comentó que después de todo no tenía tan mal gusto y se quedó sorprendido
cuando vio que pude pagarlo así sin más.
Por supuesto que no le dije de dónde había sacado el dinero. Eran unos ahorros que
tenía de mi pasado oscuro, en la época del negocio del opio y, como desde que llegué al
Aoiya no tenía gastos... al menos servirían para algo bueno.
Salí y me despedí de él para volver al Aoiya, no sin antes oír que un día se pasaría por
allí para escuchar la historia de boca de Misao, que con la ilusión que le haría contar su
final feliz, seguro que se enteraría de todo.
Pasé del tema, mientras Misao siguiera conmigo, me daba igual que Saito, o cualquier
otro, se enterase del problema de su compromiso.
Cuando volví, el Aoiya seguía siendo un ajetreo de menús van y platos vuelven, y Misao
iba de un lado a otro alegremente... quería llamarla y decirle que viniera a donde mí.
Por supuesto que éste no era el momento para dárselo, eso hasta yo lo sabía, pero
sentía unas ganas tremendas de estrecharla y sentirla junto a mí. Decidí esperar a que
se vaciara un poco el restaurante.
Estuve dando algunas vueltas por allí, viendo cómo se iba acercando la tarde y pasaba:
los últimos menús de rezagados, los tés de los que ya terminaban, recogiendo todo el
lugar...
¡¿Otro más?! Esto empezaba a ser grave, sobre todo teniendo en cuenta que éste
estuvo conmigo sólo un rato y se había dado cuenta de mis sentimientos.
Aoshi: ...
Misao: por eso intentaba darte celos, me acercaba a mis citas y me vestía más
femenina... para ver si reaccionabas. Y casi no lo haces.
Aoshi (apenado): lo siento, Misao.
Misao: pero ya todo se ha acabado... y tú estás conmigo... Jejeje, ya verás
cuando se lo cuente a Kaoru... (separándose un poco): ¡¡aahh!! ¡Se me olvidaba!
Kaoru me escribió para decirme que Sanosuke y Megumi se casan en dos semanas
y que estamos invitados... vendrás, ¿no?
Es cierto que no esperaba otra respuesta, pero aun así mi corazón dio un vuelco. Le
puse el anillo y la volví a besar. Nunca me cansaría de hacerlo. Me separé y la miré
fijamente mientras le acariciaba su suave mejilla. Cuando volví al Aoiya podría decirse
que renací de nuevo gracias a ella, pero nunca me había sentido tan vivo como lo hacía
al estar con Misao. Sólo por eso, ya le debía todo...
... Y sonreí. Después de tanto tiempo lo hice. No había intentado reprimirlo y tampoco
le veía el sentido a hacerlo. Por fin la felicidad llamaba a mi puerta, ¿por qué no
demostrarle a Misao lo que ella hacía conmigo?
Misao: ¿por qué no sonríes más a menudo? Te ves más atractivo aún, si cabe.
Aoshi: ...
Misao: entonces te lo pediré. Esta mañana dijiste que harías cualquier cosa por
verme feliz... ésta es una de ellas.
Aoshi: lo intentaré para ti.
No pude evitar sonreír ante este pensamiento: habían sucedido tantas cosas en tan
poco tiempo... y gracias a Dios, eran para beneficio mío. Me sorprendí experimentando
un sentimiento que ya tenía olvidado: era feliz. Después de tanto tiempo, el destino me
sonreía... Parecía increíble cómo, en tan sólo unos días, “mi vida había dado un giro
inesperado3”.
*************************
Los días fueron pasando, la boda de esos dos en Tokyo se acercaba y fuimos a ella.
Cuando llegamos nos felicitaron... bueno, por lo menos a mí, porque a Misao, Kaoru le
echó la bronca por algo. Algo de una carta que la tenía angustiada. Por su parte,
Kenshin me dijo que había tardado demasiado pero que, al menos, había hecho lo
correcto.
La boda fue muy normal, no pasó nada raro aunque en la celebración se puso a llover y
se tuvo que terminar en el dojo. No es que a mí especialmente me preocupara eso, las
fiestas no es que me gustasen demasiado, pero esperaba que en la nuestra no lloviera
para que Misao tuviera la boda que quería.
Durante todo este tiempo había hablado con Misao sobre nuestra boda. Me contaba lo
que quería, cómo quería que se realizara, a quién quería invitar... habíamos acordado
hacer la boda dos meses después de la de Omasu porque se habían juntado ya unas
cuantas y era mejor descansar un poco para coger la nuestra con ganas.
Aunque me molestó un poco por tener que esperar 3 meses (y más sabiendo que había
sido idea mía, aunque el tiempo fue cosa de ella), al final, tampoco lo llevé tan mal. El
noviazgo lo estaba disfrutando y era una buena manera de ir, poco a poco, abriéndome
más a ella. La solía llevar a pasear o nos quedábamos tardes sentados haciéndonos
compañía el uno al otro. Me contaba sus cosas, yo le contaba las mías... porque sí, se
había puesto terca diciéndome que si iba a casarse conmigo le debía confianza y, por
tanto, tenía que contarle mis preocupaciones.
Al principio no me hacía gracia, pero sabía que ella tenía razón por lo que decidí
complacerla. Sin embargo, luego vi que me sentía mucho mejor al desahogarme y, al
final, le contaba mis cosas sin necesidad de que ella me sonsacara.
En este tiempo pude comprobar que el amor que me tenía era grande, tan grande como
el mío y, poco a poco, fui perdiendo el miedo a que algún día ella me dijera que no era
lo que esperaba de mí y me dejara de amar (aunque ya no podía paralizar la boda).
Algunas veces soñaba que ella ya no me amaba y se casaba conmigo por obligación. Ella
era muy infeliz y eso me atormentaba. Me despertaba muy angustiado y generalmente,
eso me duraba hasta que la veía sonriéndome por la mañana y comprobaba que todavía
eso no había pasado.
Ella debía notar que había dormido mal por lo que siempre me preguntaba qué había
soñado, pero siempre le decía que lo olvidaba o, como mucho, sueños de mi pasado.
Pero Misao ya me conocía muy bien y sabía que la mentía. Me miraba con mala cara y
me decía que le había prometido decirle todo. Le conté mi mayor temor y siempre
recordaré su respuesta.
Porque sí, desde que me comprometí con ella había hecho todo lo posible para parecer
un verdadero novio, tratando a Misao como de verdad debía tratar a la que sería mi
futura esposa. Tenía con ella muchos detalles que antes no tenía, aunque deseaba
tenerlos, y sabía que le encantaba y se veía feliz. Eso era suficiente para mí.
Según pasaba el tiempo iba cogiendo más seguridad en nuestra relación y perdiendo el
miedo a hacer algo y que ella se enfadara conmigo. No es que hasta ahora me hubiera
enfadado con ella, lo cierto es que, a lo máximo que habíamos llegado, era a discrepar
en algún tema no consiguiendo ponernos de acuerdo. Pero luego, la reconciliación era
muy dulce.
*************************
Los días pasaron y los amigos de Misao llegaron... bueno, vale, es cierto que a mí
también empezaban a caerme bien, pero me fastidiaba el trato tan “amigable” que
tenían con Misao Sanosuke y Yahiko. Les hice ver, de una forma muy similar a la
empleada con Saito, mi opinión acerca de cómo la llamaban. Después de eso, por lo
menos en mi presencia, no volví a oír ese estúpido apodo.
Esos días, había ido bastante al templo. Había mucho barullo con tanta gente
revoloteando por el Aoiya y yo quería más tranquilidad. Verles me ponía más tenso de
lo que ya estaba por la boda.
Dos días antes de eso, Kenshin se acercó al templo. Como me pasaba gran parte del día
aquí, no había hablado mucho con ellos y no me hacía falta bajar, porque Misao venía a
estar un rato conmigo por la mañana y por la tarde, dándome cuenta, que cada vez que
subía, lo hacía más tensa y preocupada. Supuse que por la boda, sólo que ella podía
disimularlo peor que yo, y en ese estado, no se daba cuenta del mío.
Abrí los ojos y le miré. Tenía su vista al frente viendo el paisaje. Pensé en que, las
conversaciones que había tenido con él desde que desistí de matarle, siempre me
habían ayudado. Probablemente por lo que él me dijo en una ocasión (su boda): “en
este tema nos parecemos mucho”. Miré el paisaje también y le hablé.
Al preguntarle una segunda vez, le había dejado patente que no me lo creía y que
quería una respuesta, pero me volvió a dar evasivas. No me gustaba que me mintiera y
más cuando ella sabía que me estaba dando cuenta y seguía en las mismas.
”Pues peor me lo pones”. Debía ser algo que realmente le preocupaba y ahora sí que
quería saberlo. La estaba mirando de una manera muy fría. Sabía que odiaba que le
dirigiera esas miradas a ella y, por eso precisamente, acabaría haciendo lo que le pedía
para que la cambiara.
Espera, ¿la había entendido bien? ¿Cómo que de mi opinión hacia ella? ¿Acaso, a estas
alturas, todavía no sabía lo que representaba en mi vida?
Aoshi: no te entiendo, sabes que eres lo más valioso que tengo. ¿De qué tienes
miedo?
Misao (bajando la mirada y muy roja): de cuando tú y yo... eso, y que me veas
y... de que no... te guste mi cuerpo y... no me desees... o... que no sepa... no
sepa tocarte y te moleste... y te decepciones de mí... y ya no me quieras... o...
me compares con otras...
Me lo dijo muy rápido y tartamudeando pero me estaba quedando con todo lo que me
decía. ¡¡¿¿Pero qué demonios le cruzaba por la cabeza a esta mujer??!! ¡¡¡¿¿Pero cómo
no iba a desearla??!!! Si era lo qué más ansiaba desde hacía años y ni contar lo que me
estaba costando controlar mis instintos cada vez que la tenía cerca y recordaba la más
bella de las visiones: su yukata mojada sobre su precioso cuerpo.
Esta mujer se iba a enterar de qué era lo que me hacía sentir su sólo recuerdo. La
besé mientras la apretaba contra mí. Me separé y la acaricié con mis dedos el rostro.
Los fui bajando por su mejilla hasta su cuello, despertando aún más el fuego de mi
interior, y le sonreí.
Aoshi: ¿pero cómo puedes pensar eso? No tienes ni idea de lo que estás diciendo.
Misao: bueno, es que...
Aoshi: ven conmigo... te voy a enseñar algo.
La miré con ganas de hacerla de todo allí mismo, pero me contuve y, mucho más, al ver
su angustia al pensar qué iba a hacerle. No debía preocuparse, la amaba demasiado y
no quería deshonrarla a 2 días de su boda. No me lo perdonaría. Pero aun así, le iba a
enseñar unos aperitivos de lo que le iba a esperar y conseguir así, que ansiara nuestra
noche de bodas.
Misao, Misao... ahora ibas a sufrir un poquito de lo que yo he sufrido todo este tiempo
por no tenerte.
La llevé a la habitación que solía utilizar cuando dormía en el templo. Podía ver su cara
de confusión al ver el cuarto.
Volví a tomar sus dulces labios y poco a poco me deslicé hasta su cuello que llenaba de
besos. Su piel era tan suave... tan apetecible. Noté que ella se movía pero no quería
que hiciera nada. Era yo el que quería demostrarle lo equivocada que estaba y de paso,
conseguir un aliciente para ella y que esperara nuestra noche de bodas con más
ganas...
Aoshi: no te muevas. No quiero que hagas nada, sólo déjame a mí.
Seguí con mi camino hasta que encontré su kimono. Llevé mis manos hacía su espalda y
fui bajándolas hasta su obi para desatarlo y dejar libre el cuerpo de Misao, con el que
jugaría un rato y le haría experimentar cierta sensación que la dejaría... *(salto zona lima)
La pobre temblaba, podía hacerme una idea de lo que estaba pasándole por la cabeza
en ese momento. Fui metiendo mis manos por el kimono para acariciarla e ir
soltándoselo hasta que, finalmente, resbaló hasta el suelo a través de su cuerpo de
una forma muy sensual. Ahora sí, la tenía completamente desnuda delante mío. Me
separé y la contemplé descaradamente sintiendo a Misao sonrojarse furiosamente.
Estaba maravillado. Por fin la podía ver sin sentirme mal por ello y viéndome obligado a
taparla como la última vez. Y esta vez tampoco había yukata que me impidiera
contemplar completamente todo su esplendor. Estaba nítidamente desnuda frente a
mí para deleite de mis ojos.
Aoshi: ¿cómo puede ser que no seas consciente de lo preciosa que eres? Cualquier
hombre mataría por tenerte... yo lo haría, y sería la primera vez desde que volví
aquí que no tendría ningún tipo de remordimiento en hacerlo. Es más, incluso si
me dijesen que por hacerte mía debiera pagar como precio mi vida, lo haría y
después, yo mismo te daría el arma con el que cumplir mi castigo.
Misao (reteniendo las lágrimas): no digas eso Aoshi, yo nunca podría ser feliz sin
ti, y menos llevar a cabo lo que dices por hacer algo que yo también deseo que
ocurra...
Desear... eso era lo que le iba a enseñar en ese momento. Si hasta ahora solamente
había imaginado lo que era desearme, ahora iba a experimentar parte de lo que eso
implicaba realmente. La cogí en brazos y la tumbé en el futón. Volví a besarla como
momentos antes estaba haciendo y noté como ella iba dejándose arrastrar por la
pasión que le producía a su cuerpo. Sentía su respiración, agitándose cada vez más, al
contacto de mis dedos con su piel y el paso de mi lengua por su cuerpo. Empecé a subir
mi mano por sus piernas, su cintura...
Me detuve jugando con mis dedos en su pezón mientras deslizaba mi boca a su otro
pecho. Lo apresé entre mis labios besándolo y lamiéndolo, jugando con él. Ella
mencionaba mi nombre entre gemidos de placer cosa que me estaba excitando
sobremanera.
Sonreí. La tenía donde quería. Debía saber lo que era que la razón le dijera que no
debía hacerlo pero su cuerpo le pedía que siguiera más. Seguí estimulándola con mi
mano ocupada en su húmeda intimidad y mi otra mano que la acariciaba sin descanso.
Introduje otro de mis dedos en ella para proporcionarla más placer. Su respiración se
aceleraba más e introduje más profundamente mis dedos acelerando el ritmo de ellos
y consiguiendo gemidos de placer.
Me estaba costando controlarme para no hacer una locura y acabar haciéndola mía.
Noté que acumulaba tensión alrededor de mis dedos a causa del placer y, cuando sentí
que iba a terminar, paré.
Ahora sí, Misao estaba experimentando lo que era el deseo carnal por alguien y no sólo
imaginarlo. Podía ver claramente por su cara, su deseo de que continuara con ella hasta
el final...
Saqué mis dedos totalmente humedecidos de su esencia y los chupé mientras la miraba
a los ojos, saboreándola y contemplando todas sus reacciones. Estaba totalmente
confundida con mi respuesta, pero más que confundida la había dejado...
*(cont.)
... Frustrada. Misao me miraba fijamente esperando una respuesta por haberla
dejado a medias, con la miel en los labios. No me lo decía abiertamente, pero su mirada
expresaba sus ansias por continuar, pero yo la iba a dejar así... con el deseo de
tenerme y no conseguirlo.
Aoshi: esto que sientes ahora es el deseo, Misao... deseo por tenerme.
Estaba convencido de que no sabía a qué venían mis palabras después de lo que le había
hecho a su cuerpo.
Aoshi: ni siquiera sabes cómo sigue esto ni cómo termina, pero sí que quieres
continuar hasta el final y tenerme más cerca.
Aoshi: esta sensación es la que me recorre todo el cuerpo cada vez que te tengo
cerca o tu imagen me viene a la cabeza, pero a diferencia de ti, yo sé lo que es
sentir toda esta experiencia hasta el final, y mis ansias por tenerte aumentan
con cada día que paso sin hacerlo. Llevo años queriendo apagar este fuego que me
provocas haciéndote mía y no he podido hacerlo todavía...
Misao (sorprendida): Aoshi...
Aoshi: dime, Misao... ahora que sabes un poco lo que es sentir el deseo de tener
a alguien, multiplica esto por años esperando ese momento. Llevo años con este
estado de ansiedad por tenerte... ¿crees que no te voy a desear lo suficiente
como para hacerte mía? ¿que después de conseguir lo que tantas veces he soñado
voy a andar comparándote con otra mujer a la que no amaba y sólo me
proporcionaba un momento de placer?
Misao (muy sorprendida): yo no... no sabía...
Aoshi: pues ten por seguro que dentro de dos días no vas a descansar porque no
pienso soltarte hasta que me haya resarcido.
Misao (tremendamente roja): Aoshi...
Aoshi (sonrisa pícara): además, después de esto, llegarás con otra predisposición
al querer saber cómo termina lo que hoy he empezado y no he acabado.
La cara de Misao era todo un poema. Estaba confundida (por lo que había pasado),
sorprendida (por cómo había actuado) y asustada (por lo que le estaba diciendo).
Quizás había sido muy directo con ella diciéndole que la iba a disfrutar hasta que me
cansara en nuestra “gran noche”.
Le pasé su kimono y vi que había parado de llover. Le dije que nos marcháramos y
rápido porque me estaba poniendo cardíaco por contemplarla vistiéndose. Nos fuimos y
cenamos en el Aoiya para después irnos a dormir.
*************************
El día siguiente fue horrible. No era porque el día fuera malo en sí ni porque pasara
algo. El problema era que había un movimiento impresionante por todos lados. De modo
que volví a escaparme al templo y allí me quedé, contando cada segundo menos que
quedaba para alcanzar mi sueño: casarme con la mujer que amaba y ser feliz junto a
ella.
Decidí quedarme en el templo esa noche lejos del alboroto del Aoiya, a saber cómo
estaba el ambiente por allí esta noche.
*************************
Por la mañana temprano bajé a por mi traje: era el día más esperado de mi vida y por
fin había llegado.
Todo fue muy normal y pude ver el alivio en Misao por no sufrir ningún percance. Y es
que más les valía porque, no sólo les haría picadillo personalmente sino que, además,
estaban en la ceremonia los mejores luchadores de Japón... cómo para meterse aquí...
Misao parecía muy sorprendida por esto, pero ni loco me quedaba a pasar nuestra
noche de bodas en el Aoiya con todos. Encima, el ofrecimiento de esta casa nos venía
como llovido del cielo. Y de paso nos tomábamos unas vacaciones ya que nos íbamos.
Me preguntó a dónde la llevaba y le dije que un alto miembro de los Oni me había
dejado una casa de veraneo que tenía y que utilizaba para descansar porque estaba
apartada del núcleo urbano. Lo que no le dije es que lo había hecho porque, al estar en
un sitio apartado y sin gente a nuestro alrededor, pasaríamos más tiempo “juntos” y
así saldríamos de allí con el descendiente que tanto querían.
Llegamos a la casa que estaba a unos minutos de Kioto. Era muy bonita y grande con un
gran paisaje alrededor. Pude ver que a Misao le encantaba el sitio. La casa había sido
preparada para nuestra llegada.
Me acerqué a ella, la rodeé con mis brazos alrededor de su cintura y la besé con
pasión. Estaba ansioso y quería cada vez más, sobre todo, sabiendo que lo obtendría y
que nadie podría decirme nada. Misao me correspondía con la misma intensidad
subiendo una de sus manos hasta mi cuello y sujetándome para profundizar más el
beso mientras que con la otra me acariciaba la espalda por encima de la ropa.
Por mi mente pasó la posibilidad de que ella quisiera tomar cierta iniciativa y esa idea
me sorprendió mucho: si se me había cruzado por la mente, razones me habría dado
ella. Seguramente no quería ser pasiva en esto y por eso intentaba hacer algo. Lo
cierto es que yo no me esperaba mucha participación de su parte siendo esta su
primera vez. Podía imaginar que ella tuviera algo de vergüenza ante esto y tendría que
hacerlo todo yo. Así que le iba a preguntar, para probarla, si quería tomar la iniciativa,
ella se echaría para atrás y yo aprovecharía para decirle que quería que participase en
esto activamente si se veía con ánimos para hacerlo.
Estaba perplejo aunque dudaba mucho que ella se estuviera dando cuenta. ¿Había oído
bien? ¿Misao quería realmente empezar con todo? Sabía que era impulsiva pero no
hasta este punto y por supuesto que yo no iba a quitarle esa ilusión. La vi quitarse
algunas horquillas del pelo para ir deshaciéndose el recogido.
Dudó un momento ante lo que iba a decir. No quería presionarla en esto, así que esperé
pacientemente a lo que quería decir.
Misao: y... ¿qué es lo que puedo hacer?
Aoshi: ... ahora eres mi esposa y tienes derecho a hacer lo que quieras.
Misao: bueno... pero a lo mejor hay algo... que no te guste o que... que no
debería hacer...
Aoshi: ... en este momento no se me ocurre nada.
Estaba atónito: ¿qué se le estaba pasando por la cabeza hacerme para que preguntase
algo así? Se miró la mano y vio unas cuantas horquillas y pasadores que ya se había
quitado. El pelo empezaba a escurrírsele del recogido dándole un aire muy sensual. Se
acercó al tocador que había y las dejó allí. Después se acercó a las maletas que había
subido el cochero y empezó a rebuscar cosas. Sacó un neceser y se quedó con una
prenda en la mano pensando.
Al cabo de un rato salió del baño. Casi me dio un infarto. Se había soltado totalmente
el pelo, se había desmaquillado dejando su rostro totalmente limpio y al natural y
llevaba puesta... el corazón parecía que se me iba a salir del pecho... llevaba ropa
nupcial puesta. Era un traje con poca tela que no dejaba ver nada (sólo piernas y
brazos) pero que, a la vez, tampoco dejaba mucho a la imaginación puesto que tenía
transparencias que dejaban ver e imaginar su cuerpo.
Me estaba costando decidirme. Llevaba mucho tiempo esperándola y la quería ya, pero
también es cierto que un poco de tiempo más no iba a matarme y, al fin y al cabo, se
había pedido el turno ella y yo se lo había concedido.
Me recosté a su lado mirándola fijamente. En el fondo, tenía curiosidad por ver lo que
iba hacer. Se incorporó apoyándose en su codo mientras que con la otra mano me
acariciaba el rostro.
Apenas me rozaba con sus cálidos dedos y el contacto con su piel me provocaba
escalofríos por todo el cuerpo. Deslizó sus dedos hasta el cuello y después me besó
muy dulce y tranquilamente. Pude sentir que se iba a tomar esto con mucha calma.
Vale, quizás un poco de tiempo no iba a matarme, pero no sabía si iba a poder aguantar
tanto. *(hasta el siguiente capítulo)
Se movió de su sitio y se sentó encima de mí con las piernas a cada lado de mi cuerpo.
Sus manos pasaron lentamente por mi pecho, como queriendo sentir su forma por
encima de la camisa, hasta que llegaron donde ella. Después comenzó a subir por
debajo de la camisa suavemente consiguiendo erizar los pelos de mi cuerpo y que una
corriente eléctrica fluyera a través de mí arrancándome suspiros de placer.
Sin darme mucha cuenta ella había ido desabrochando los botones de mi camisa y al
poco tenía descubierto mi pecho. Terminó de quitarme totalmente la camisa
dejándome sólo con la ropa interior y volvió a besarme. Sus manos se movían
suavemente por todos los lugares allí donde alcanzaban mientras hacía un recorrido de
besos por mi rostro y su pelo largo se movía por mi torso desnudo provocándome una
gran excitación.
No pude evitarlo y empecé a tocarla por la cintura y sus piernas desnudas casi hasta
arriba y tan suaves como la seda, pero ella se acercó a mi oído.
Misao (susurrando): no te muevas. No quiero que hagas nada, sólo déjame a mí.
Sonreí. Le debió quedar grabado porque era lo mismo que yo le había dicho a ella en el
templo. Supuse que se estaba tomando la revancha por lo que le hice... gemí. Eso era
nuevo, se había puesto a mordisquearme el lóbulo de la oreja y me estaba dando mucho
placer. No sabía de eso pero me estaba bien empleado por haber ido siempre tan
rápido con las otras mujeres sin darles tiempo a que me enseñaran esto. Quizás Misao
descubriese mis puntos más excitantes y sensibles.
Me reí. Misao estaba haciéndome un estudio sobre las zonas que más me gustaba que
tocase. Le debía gustar ir descubriendo esos puntos por ella misma.
Dejó aquella zona y fue bajando dándome pequeños besos unas veces, o simplemente
respirando en mi piel haciéndome desearla más en otras, hasta llegar a mi pecho. Allí
se entretuvo con mis pezones saltando de uno a otro. Era muy placentero. Su lengua
me recorría dejándome miles de sensaciones mientras que yo le dejaba patente cuan
placentero me estaba resultando esto. Y sus manos seguían recorriéndome por todos
lados. Además, era la primera vez que estaba con una mujer que no llevaba el pelo
recogido y las caricias que éste me daban allí por donde pasaba, eran muy
estimulantes. No sabía si Misao se estaba dando cuenta de este detalle, ya que al ir
combinado con sus caricias, podía pasar desapercibido.
Siguió bajando y pude notar como se saltaba mi ropa interior ruborizándose ante lo
que veía. A estas alturas, yo estaba ya muy excitado y mi miembro así lo reflejaba
aunque estuviese tapado todavía. Me besó por una pierna mientras me acariciaba la
otra. Lo cierto es que la tranquilidad con que se lo estaba tomando, era una tortura. Yo
la deseaba fervientemente y ella me torturaba con la espera sin dejar de sentir placer
por sus atenciones.
La vi llevar su mano hasta él, pero se paró en el camino. Me miró a los ojos
posiblemente esperando algún gesto de aprobación o desaprobación ante lo que iba a
hacer. Yo simplemente me quedé mirándola a la expectativa observando todas las
reacciones de ella. Al no decirle nada, estaba dándole permiso para tocarme y así lo
entendió.
Ella me miró. Era lo segundo porque sus ojos me pedían ayuda. Llevé mi mano hasta la
suya y se la coloqué sobre mi miembro indicándole cómo debía moverla. Tardó muy
poco en coger el ritmo y no necesitar más de mi ayuda. Y yo estaba en el séptimo cielo.
Poco después se lo metió en la boca y siguió con el ritmo que en un principio le había
marcado con la mano. Yo ya estaba muy excitado y esto sólo aumento más ese estado.
Lo cierto es que estaba muy sorprendido por lo que hacía. Apenas le había indicado
nada sobre qué hacer y sin embargo, a estas alturas, debía llevar un libro de notas
mentales.
Puse una de mis manos sobre su cabeza siguiendo su movimiento e indicándola que iba
bien. ¡¿Cómo demonios había aprendido a hacer todo esto?! Si era capaz de hacer esto
sin experiencia, sólo de pensar en lo que podría hacer dentro de unos encuentros más...
Misao aceleró el ritmo mientras se ayudaba de una mano con mi miembro y con la otra
acariciaba mis testículos para después seguir por el resto de mi cuerpo. No podía
evitar gemir cada vez más fuerte y decir su nombre con el placer que me estaba
dando. La sujeté la cabeza con más fuerza mientras le ayudaba a aumentar el ritmo
cuando sentí que estaba por acabar. Le dije que estaba a punto de terminar y que
debía apartarse si no quería que eyaculase dentro de ella. Dudo que supiera a que me
refería, y ella siguió hasta que, finalmente, ya no pude aguantar más y eyaculé dentro
de su boca.
Había sido genial. Aún no entendía cómo había hecho todo esto tan bien y con tan poca
ayuda por mi parte. Otra vez mi mente divagó en lo que Misao podría llegar a hacerme
disfrutar cuando tuviese algo más de experiencia y aprendiese algunos trucos.
Aoshi (sonriendo): has estado muy bien, koishii. Ha sido una sorpresa más que
agradable.
Misao (sonriendo): ¿de verdad?
Aoshi: te lo aseguro.
Ella subió hasta mí y me besó tiernamente. Su sabor era distinto, sin duda debido a la
mezcla de mi esencia con su saliva. Después se me quedó mirando apoyándose en mí y
acariciando mi rostro con sus dedos. Su expresión me demostraba alegría y felicidad
por haberme proporcionado ese placer. Subí mi mano a su mejilla y también se la
acaricié. Después la cogí por detrás de su cuello enredando mis dedos en su suave
cabello y la acerqué a mí dándole un beso al principio suave. Pero según se lo daba, el
beso se hacía más pasional y poco a poco me iba recuperando de la experiencia
anterior... “Mi pequeña Misao, has jugado con fuego y estás a punto de quemarte”.
Sin darme cuenta, ella había cogido la mano que acariciaba sus labios y lamía mis dedos
de forma sensual... tan excitante. Volví a la realidad, esta vez me tocaba a mí.
Sonrió y dejó mis dedos. La besé el cuello muy lentamente acariciando con mis manos
su cintura por encima de la ropa. Aunque le quedaba muy bien, empezaba a molestarme
no poder tocar su piel. Fui subiéndosela poco a poco por su cuerpo hasta que conseguí
quitársela por encima de su cabeza y la lancé. Volví con mis manos a través de sus
brazos... tenía cosquillas y los bajó hasta su cuerpo rápidamente. Sonreí por ello, me
encantaba verla así, tan feliz y alegre simplemente por el hecho de estar conmigo.
La besé en los labios que prácticamente volvían a tener su sabor normal, el sabor de
Misao y comencé una ruta de besos saboreando su piel con mi lengua hasta
aproximarme a sus pechos suaves y redondos. Me entretuve con uno de sus pezones
mordiéndolo tranquilamente y succionándolo con mi boca haciéndola suspirar de placer
y poniéndoselos cada vez más duros.
Empecé a subir mi mano desde su pierna hasta su otro pecho que perfectamente se
amoldaba al tamaño de mi mano, parecían hechos a mi medida y me encantaban. Jugaba
con él entre mis dedos rozando y cogiendo levemente su pezón. Podía sentir la
excitación de ella, su respiración se iba agitando y su piel, cada vez estaba más
caliente.
Seguí mi camino hasta su pecho de nuevo mientras mi mano subía por su pierna e iba
separándoselas. Misao accedió a este gesto y pude llegar sin problemas hasta esa zona
que sólo yo había tocado. La acaricié mientras ella gemía con más placer y a mí me
excitaba cada vez más, hasta que finalmente, volví a introducir uno de mis dedos en su
interior como días atrás había hecho. La diferencia era que, esta vez, acabaría lo que
había empezado.
Misao arqueó la espalda mientras mencionaba mi nombre, lo que me permitió un mayor
roce de su interior e introduje otro de mis dedos causándole más placer aún. La
estimulé durante un rato viendo aumentar su excitación y fui bajando hacia abajo
dándole besos y saboreándola con mi boca.
Saqué mis dedos de ahí y noté su disconformidad ante este gesto. Separé más sus
piernas y la besé paseando mi lengua por todos sus pliegues y, finalmente,
introduciéndola en su interior. Ella ahogó un grito de placer y llevó una de sus manos
hasta mi cabeza enredándola entre mi pelo e indicándome que quería acelerar el ritmo
y una mayor profundidad por parte de mi lengua. Por supuesto que yo se lo concedí
mientras bebía el líquido que de ella emanaba cada vez en mayor cantidad, producto de
su mayor excitación.
Subí hasta ella y la besé muy lentamente. Quería que recuperara su ritmo normal
antes de volver a empezar con ella. Esta vez no me andaría con juegos: la haría mía de
una vez por todas, y más teniendo en cuenta que, todo esto me había excitado de
nuevo y quería apagar el fuego que volvía a recorrerme.
Llevé otra vez mi mano a ese lugar tan cálido y húmedo y volví a introducir uno de mis
dedos. Lo saqué al comprobar algo que ya imaginaba: aún estaba demasiado tensa de la
experiencia anterior. Debía relajar sus músculos de nuevo para poder recibirme de la
mejor manera.
La miré y vi que ella me estaba observando atenta a todos mis movimientos. Ya había
recuperado su ritmo normal. Le quité un mechón rebelde de su rostro y la contemplé
mientras la sonreía.
Miré su espalda, era preciosa, tan fina y suave. Le fui pasando mis dedos por la
columna vertebral viendo cómo contraía la espalda a su paso. Empecé a besar aquellos
lugares que mis dedos abandonaban hasta que me quedé sin vértebras que cubrir. De
modo que mis manos la dejaron para subir lentamente por los lados de su espalda.
Llegué arriba y me puse a besarle el cuello mientras suspiraba y respiraba cada vez
más fuerte.
Me quedé tocándole los hombros unos momentos dándole un suave masaje a la vez que
seguía con mi ruta de besos por su cuello y después, bajé mis manos por sus costados,
haciéndola cosquillas al pasar por su cintura. Llegué a sus glúteos tan bien formados
por el ejercicio y me recreé en ellos estimulándolos y volviendo a erizar los pelos de
Misao... debían estar recorriéndola muchos escalofríos por el cuerpo.
Pasé mis manos por el interior de sus piernas para separárselas y me coloqué en el
hueco que dejó. Acerqué mi miembro a ella para estimularla pero sin llegar a
penetrarla. Deslicé mis caderas por las de ella con un movimiento suave. Ella gemía más
fuerte y mi miembro iba humedeciéndose con sus fluidos. Simulaba el movimiento de la
penetración pero por fuera de ella y esto nos estaba excitando tremendamente.
La miré a los ojos. Ella sabía qué venía ahora y noté que su nerviosismo aumentaba.
Quise tranquilizarla. La acaricié el rostro.
... Aunque no las tenía todas conmigo y no sabía si se lo decía a ella o intentaba
convencerme a mí mismo de que saldría bien. Esto iba a dolerle, pero no sabía hasta
qué punto podría ser. Evidentemente, nunca se lo había preguntado a ninguna mujer: ni
se me había ocurrido, ni aunque se me hubiera pasado por la mente, lo habría hecho.
Y ahora estábamos aquí: en la hora de la verdad. Pero por mucho que lo sintiese, iba a
tener que pasar por ello.
Se quedó blanca con lo que le dije. Estaba estática y no se movía. No entendía muy
bien su reacción. Volví a decirle mientras la cogía de la mano y tiraba suavemente de
ella para que se moviera.
Se había soltado rápidamente, negando con la cabeza. ¿Tanto miedo tenía a lo que iba
a pasar? Se empezó a poner muy roja mientras balbuceaba palabras. Estaba muy
alterada y horrorizada mientras las decía y negaba con la cabeza muy rápidamente.
Empecé a ver cuál era el problema y sonreí por no haberme dado cuenta. Era la
primera vez de Misao y le estaba diciendo que fuera ella la que dirigiese todo, y muy
posiblemente, sin saber cómo hacerlo. Pero es que, precisamente por ser su primera
vez, tenía mis motivos para que ella fuese la que llevara todo. La hablé dulcemente
para que se tranquilizara.
La besé en los labios mientras volvía a acariciarla. Noté que estaba muy tensa... eso no
sería bueno. Bajé hasta su cuello dándole besos muy pasionales y con mis manos iba
acariciando sus pechos. Poco a poco iba relajándose, debía pensar que había accedido a
su petición... pero no era así y esto ya empezaba a alargarse más de lo que quería. Me
separé y la miré fijamente.
Había sido muy tajante y ella se había callado. Esta vez estaba serio y había notado
que no aceptaba un no por respuesta. Empezó a acelerársele la respiración,
posiblemente por la angustia que le estaba creando esto. Pero no me iba a echar para
atrás y arriesgarme a dañarla por un miedo suyo a no saber qué hacer.
Me estiré en el futón, la cogí de la mano y la ayude a subirse. Temblaba como una hoja
en otoño. La visión que tenía de ella, completamente desnuda y encima de mí, era muy
excitante. Le acaricié el rostro en un intento de calmarla.
Aoshi (suavemente): koishii... tranquila... no importa cómo salga, tanto para bien
como para mal, tú sólo céntrate en que te duela lo menos posible, ¿entendido?
Misao asintió nerviosa. Aunque parecía ir aceptando que era ella quien iba a empezar
con esto, seguía temblando.
Volvió a asentir. Estaba seria pero yo lo estaba más para no dejarla negarse. La cogí
de las caderas y la elevé un poco hasta ponerla a la altura de mi miembro. La sujeté ahí
mientras ella lo cogía y lo orientaba hacia su sexo. Le costó porque le temblaba
terriblemente el pulso, me estaba empezando a preocupar lo mal que lo estaba
pasando. Pero después, noté la punta colocada en su entrada... por fin, después de
tantos años anhelando este momento, lo iba a hacer realidad.
Empezó a bajar por él muy lentamente, sintiendo cómo sus paredes internas iban
atrapando mi miembro con el mayor roce que nunca antes había sentido. Su cavidad
era muy estrecha... nadie antes había pasado por ahí. Era tremendamente placentero.
Misao fue bajando, poco a poco, moviéndose para amoldarse mejor a él. Quería
observar todas las reacciones de su rostro pero no pude sostenerle la mirada por más
tiempo. El placer me hizo cerrar los ojos mientras ella continuaba con la penetración.
Por el camino noté como tocaba una fina barrera y cómo la rompía a mi paso hasta
llegar al final. Fue con estos últimos pasos con los que oí un pequeño gemido de dolor
salir de Misao.
Abrí los ojos de golpe y me la encontré inmóvil, con los ojos cerrados y una respiración
entrecortada. Me inquieté al ver que la expresión de su cara era serena porque no
sabía muy bien si era porque, realmente no le había dolido mucho, o porque se había
dado cuenta de la importancia que tenía para mí esto y lo estaba disimulando para no
preocuparme.
Para mi horror, sentí un líquido deslizarse por mi miembro hasta el exterior: sangre. El
alma se me cayó a los pies. Mi razón me decía que no me preocupara, que había
mujeres que sangraban la primera vez y resultaba que Misao, era una de ellas. Pero mi
corazón quería morirse ahí mismo. Estaba claro que era la segunda opción porque, si
sangraba, tenía que haberle dolido aunque no lo aparentara.
Aoshi (susurrando): Misao...
¡¡¿Cómo que lo sentía por mancharme?!! Además, ésta era la demostración última de
que sólo se me había entregado a mí, que yo era el primero y único que la había
poseído. ¡¡¡¿¿Qué demonios me importaba ahora que su sangre me manchara??!!! Esa no
era la respuesta que quería oír, quería saber cómo estaba. La vi llevarse una mano que
rápidamente intercepté.
Aoshi: no te toques...
Parecía decirme la verdad, así que sonreí y la besé. Ella me respondió con mucha pasión
y fui bajando mis manos hasta sus caderas las cuales sujeté y empecé a mover. Se
dejó guiar mientras la levantaba y se separó de mis labios emitiendo un gemido de
inconfundible placer. Después la volví a bajar y aproveché para besarle el cuello. Así
seguí mientras ella iba cogiendo el ritmo y empezaba a moverse por sí sola e iba
acelerando el ritmo.
Me recosté otra vez aún con mis manos en sus caderas viéndola ascender y descender
por mi miembro, enloqueciendo mis sentidos y arrancando gemidos desde lo más
profundo de mi ser. Verla moverse así sobre mí, con mi miembro entrando y saliendo
de ella, sus caderas moviéndose a un ritmo cada vez más rápido, sus pechos
moviéndose con ella y verla gemir por el placer que mi cuerpo le causaba, era
demasiado excitante para mí.
Empecé a moverla más rápido y presionándola para que bajara más y profundizara
todavía más la penetración. Ella gemía más fuerte... me encantaba. Estábamos ya los
dos muy excitados y sentí que pronto llegaría al clímax. Misao se movía más rápido y
cada vez bajaba con más fuerza. Estaba a punto de terminar, pero no quería acabar
tan pronto.
Abrí los ojos y me encontré con los de Misao que me miraba muy preocupada.
Pobrecilla, por supuesto que no sabía a qué había venido mi reacción, pero después me
lo agradecería. A mí se me había cortado el momento, que era lo que quería, y a ella,
con esto, seguramente que también, de modo que podía volver a empezar para
acumular cada vez más placer y que la culminación fuera mucho más intensa.
Me tumbé sobre ella para besarla y volví a penetrarla, suavemente, pero de una sola
vez. Ella ahogó un gemido en mi boca y comencé a moverme dentro de ella, pero iba
muy, muy lento. Era desesperante incluso para mí a pesar de ser cosa mía. A Misao la
notaba impaciente por acelerar pero en mi mente estaba la idea de prolongar esta
tortura de ansiar más.
Cogí una de sus piernas doblándola a la altura de mi cintura, mientras que con la otra
mano me recreaba en sus pechos. Con esta nueva postura, conseguía un mayor roce de
nuestros cuerpos y una mayor profundidad no alcanzada hasta ahora. Misao gritó de
puro placer... menos mal que nuestra casa no tenía vecinos en muchos metros a la
redonda. Continué muy lentamente, la penetraba muy profundamente y no quería
causarle ningún daño, pero esto era una tortura porque yo también quería más. Pero a
la vez, esto nos proporcionaba una ansiedad y deseo que aumentaban nuestra
excitación hasta límites insospechados.
Misao estaba a punto de acabar y yo paré en ese punto, tal y como estaba, esperando
que bajara su nivel de excitación. Esta vez, no pudo evitar preguntarme.
Noté su tensión disminuir, así que continué penetrándola. Esta vez ya no iba ni tan
lento ni tan suave. Seguí así por un tiempo, cada vez que ella o yo íbamos a terminar
me paraba y luego comenzaba con un ritmo distinto aunque, cada vez, el tiempo que
tardábamos en notar el final aparecer, era menor, y la sensación con la que llegaba era
mayor. Mi cuerpo, al menos, estaba acumulando ya mucha tensión debido a este juego
de nunca acabar. Misao se había resignado a mi juego aunque no sabía porqué lo hacía y
podía sentir su desesperación por terminar y, sin embargo, no dejarla.
Era terriblemente excitante tenerla en ese estado, suplicante por terminar con esta
tortura y poder rendirse al placer que le proporcionaría llegar al final. Estuve tentado
de no concedérselo, pero me apiadé de ella: para ser su primera vez, había soportado
más de lo que debiera.
Comencé a embestirla de nuevo, esta vez muy rápido y fuerte, entrando y saliendo de
forma casi animal. Ella gemía y repetía mi nombre continuamente mientras me pedía
que siguiera y no parara... estaba fuera de sí. Decidí abandonarme completamente a
esta sensación, puesto que no iba a volver a parar, convirtiéndome en un ser irracional.
Toda la tensión que llevaba acumulada me hacía empujar cada vez más fuerte al tener
tan próximo el final de todo esto y sentí su cuerpo estremecerse, lo que me provocó
terminar a mí también.
Me entró pánico de haberla hecho daño o peor, haberla dañado con mis embestidas. La
miré, apenas se movía pero respiraba muy rápido. Tenía lágrimas por su rostro y eso
me tranquilizaba aún menos. La llamé.
Se había dormido o desvanecido, no estaba muy seguro. Yo caí sobre ella respirando
más tranquilamente y riéndome de alivio para después abrazarla apretándola contra mi
cuerpo. Me había llevado un disgusto enorme pensando que le había hecho algo pero,
finalmente, parecía que sólo habían sido cosas mías.
Me quedé unos minutos así hasta que, al mirarme, me di cuenta de que tenía rastros de
su sangre todavía en mi miembro relajado y decidí ir a limpiarme. Entré en el baño y vi
una palangana con agua sucia por el maquillaje de Misao junto con una toalla también
sucia. Había otras toallas sin usar así que, cogiendo una junto con la palangana, las
llevé fuera. La toalla la dejé a los pies del futón y la palangana me la llevé a la cocina.
Había un pozo de agua dentro, la lavé con agua limpia y después me lavé yo. Cogí
nuevamente agua limpia y la llevé a la habitación.
Misao seguía en la misma posición, no se había movido. Tenía las piernas aún abiertas
debido a que yo había estado entre ellas. Llegué hasta ella dejando la palangana a un
lado y la miré. Como suponía, ella también tenía rastros de su sangre que poco a poco
se secaba. La lavé, no quería que al despertar después de esta experiencia, se sintiera
sucia. Pero vi algo más que me hizo detenerme y hundirme en mis pensamientos por un
momento... rastros de mi semen.
Mi mente voló hasta los deseos que tenía todo el mundo, incluido yo, de que Misao
tuviera descendencia... nuestra descendencia. Volví a pensar en los momentos
anteriores y cómo había eyaculado tan profundamente en ella. No me sorprendería si
dentro de unas semanas decía que estaba embarazada para regocijo de todos, aunque
también es cierto que no me importaba “seguir intentándolo”. Y si no era hoy, ya sería
en una de las tantas veces que tenía pensado hacerle el amor a esta mujer.
Le acaricié el vientre... nuestros hijos... sonreí. Hasta que no había estado con ella
nunca se me había pasado la posibilidad de tener hijos propios, pero ahora me hacía
mucha ilusión tener hijos con ella, la mujer más importante para mí y a la que más
amaba en el mundo.
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Notas:
- No hablo mucho sobre la boda puesto que, aunque me puedo hacer una idea al haber
leído otros fic, realmente desconozco cómo se llevaba a cabo una boda en aquella
época en Japón.
- Y antes de que nadie me lo diga... sí, en la primera vez, alguna cosa suele salir mal y
por supuesto que Misao debería ser más torpe y no tan lanzada, pero esto es un fic y
me apetecía que fuese bien. Queda dicho.
*************************
Misao: me alegro.
Aoshi: ¿cómo te encuentras?
Misao: bien... ¿por qué?
Aoshi: ayer te desmayaste.
Misao (ruborizándose): ...
La vi ponerse roja, no sabía muy bien porqué motivo, si por desmayarse o por lo que
hicimos. Como se desmayó, no pude preguntarle si había sido muy brusco con ella y
quería asegurarme de que estaba bien.
Vaya, vaya... estaba muy sorprendido de su confesión. Así que a mi pequeña Misao le
gustaba la pasión desenfrenada. Sonreí a mis adentros... la miré con deseo y me mordí
un labio al pensar todo lo que me apetecía hacerla.
Aoshi (juguetonamente): pues vas a saber lo qué es bueno, todavía tengo mucho
fuego que apagar...
Ella se rió ante el comentario y la recosté hacia atrás para acomodarla y besarla con
furia mientras ella hacía lo mismo. Acababa de despertar y ya me volvía a recorrer el
deseo de tenerla otra vez, pero en esta ocasión, me dejé llevar por mis instintos, al fin
y al cabo, ya no era necesario tener tanto cuidado con ella.
*************************
Los días fueron pasando en esta casita en las afueras. Era un lugar idóneo para mí, era
muy tranquilo y en contacto con la naturaleza y, sobre todo, tenía a Misao a mi entera
disposición ya que no tenía un restaurante que atender. La solía llevar a pasear por
este lugar. A ella le encantaba este sitio e iba siempre tan alegre por todos lados,
dándole más vida aún. Sí, verla así me hacía plenamente feliz... lo cierto era, que nunca
había sido tan feliz como ahora.
Al cabo de unas semanas nos volvimos al Aoiya porque se encontraba mal. Empezó con
náuseas por la mañana y algunos mareos, hasta que finalmente, se ponía mala con la
comida, incluso cuando había comenzado dándose un atracón, para terminar
vomitándola. A mí todo esto me sonaba a embarazo aunque, por supuesto, yo no dije
nada... no era médico y no iba a dar un diagnóstico sobre algo tan serio.
Pero ella se empeñaba en decir que había cogido alguna infección en el estómago y, al
final, se resignó a que debíamos volver para que la viera un médico... es que no quería
irse. Misao no mencionó ni una sola vez la posibilidad de embarazo, pero cada vez
estaba más seguro de que esperábamos ya a nuestro primer hijo. No sabía cómo era
ella de regular pero, en todo este tiempo no había tenido el período y esto me mosqueó
bastante aunque ella no mencionó su falta.
Todo esto me inquietaba porque parecía que yo sabía mucho más de las reacciones del
cuerpo de una mujer, que la propia Misao, que era una. Y me hizo pensar en la falta de
una figura materna en la vida de ella. No sabía hasta qué punto, Okon y Omasu habían
podido conversar con ella sobre estos temas pero parecía tener una desinformación
total... bueno, mayor sería su sorpresa cuando el médico se lo dijera.
Me sorprendí a mí mismo pensando en que me hacía ilusión tener más de uno. Yo había
sido hijo único y siempre había querido tener la compañía de un hermano. Me decidí a
preguntarle.
Misao me miró extrañada y sorprendida. Era normal, le había salido de repente con
una pregunta como ésta y no se lo esperaba, pero me respondió.
Misao (sonríe): pues hombre... sí, sobre todo contando con que querían casarme
para que los tuviera (se ríe).
Aoshi: sí, bueno... pero ¿quieres tenerlos o lo haces porque te obligan?
Misao (seria): quiero tenerlos... ¿acaso tú no?
Aoshi (sonriendo): sí, yo también quiero.
Misao (sonriendo): ...
Aoshi: ...
Misao: ¿por qué lo preguntabas?
Aoshi: porque no habíamos hablado del tema.
Misao: aahh...
Aoshi: ...
Misao: ¿puedo preguntarte algo?
Aoshi: bueno, ya lo has hecho... (sonríe): lo que quieras.
Misao (sonriendo): ¿has pensado cuántos te gustaría tener?
Aoshi: exactamente no, pero me gustaría que fueran más de uno.
A Misao le dio la risa y como no paraba, poco a poco me la contagió y acabé riéndome
con ella.
De repente se puso muy seria lo que me alarmó un poco, ya que el ambiente hasta
ahora, había sido muy alegre y distendido.
Si mis sospechas eran ciertas, lo único que podía pasar ahora era que tuviera abortos
y no consiguiera nacer ninguno, porque quedarse embarazada sí que podía.
Me acerqué a ella y la besé en los labios. Definitivamente no era una de esas mujeres
que no querían niños, por lo que ahora me encontraba con una mujer temerosa de no
poder tenerlos. Sabía de mujeres que se veían inseguras de su feminidad por no poder
tener hijos y también sabía que, muchas veces, tenían sus razones porque sus maridos
buscaban a otra que pudiera dárselos, cosa que me parecía cruel. Si ya de por sí una
mujer lo pasaba mal por no poder tener hijos, encima tener que aguantar que su
marido le sea infiel y se vaya con otra para tenerlos... Yo jamás le haría algo así.
Aoshi: te lo juro, koishii. Hasta que no estuve contigo, ni se me había pasado por
la mente tenerlos... yo no quiero a otra mujer como la madre de mis hijos.
Misao (con ojos llorosos): ¿de verdad?
Aoshi: no te mentiría en algo como esto, Misao. Además, no sé porqué piensas
eso, ¿acaso si la culpa fuese mía tú te irías con otro que te dejase embarazada?
Misao: no, claro que no.
Aoshi: entonces, ¿por qué piensas que yo lo haría?
Se le cayeron las lágrimas y yo se las limpié. ¿En qué momento había dado este giro la
conversación? ¡Sólo quería saber si ella deseaba tener hijos! Y ahora la tenía
desesperada en mis brazos ante la posibilidad de no dármelos. ¿Acaso estaba ante uno
de esos cambios de humor que tanto decía la gente que padecían las embarazadas?
Intentaba calmarla pero no se tranquilizaba y seguía llorando con fuerza.
El coche se paró y pronto apareció el cochero por la puerta para ver qué había pasado.
Misao: si les dice que después de nuestra luna de miel hemos pasado por el
médico sospecharían.
Aoshi: ...
Misao: si estoy embarazada quiero dar yo la noticia.
Aoshi: ...
Misao: y de paso me evito el viaje mañana, que el médico está lejos del Aoiya.
Aoshi: ...
No dije nada, al fin y al cabo, estaba en su derecho de dar a conocer la noticia como
más le gustara. Ella recostó su cabeza en mi pecho y así continuamos hasta llegar a la
clínica. No tardaron mucho en atendernos y cuando lo hicieron, sólo confirmaron mis
sospechas mientras una “¡Vamos a ser padres!” Misao, me abrazaba con todas sus
fuerzas dejándome casi sin aire.
Después volvimos al Aoiya, Misao iba radiante con la noticia, agarrada de mi mano. Me
dijo que lo comunicaríamos esta noche en la cena y yo no puse objeción. ¿Cómo iba a
decir que no y desilusionarla con lo feliz que estaba? Antes me cortaba las venas. Y así
llegamos a nuestro destino.
Misao: ¡¡ya hemos llegado!!
Okon (molesta): ¡¡pero bueno!! ¿se puede saber qué es tan urgente que, sin
siquiera pasar por aquí a saludarnos, os habéis ido al mercado?
Misao: ¡oh! Nada importante, sólo quería mirar unos kimonos por si me gustaba
alguno, ir a comprarlo mañana.
Okon: ¿y por qué no hubieras ido mañana y así lo comprabas directamente?
Misao: porque hoy ya había salido de casa y poco me costaba continuar unos
momentos más fuera, además de que nos llevaba el coche, y como no he
encontrado uno a mi gusto, mañana me evito el viaje. Hay que ser prácticos.
Estaba pasmado. Ni le había temblado la voz mientras decía esa mentira. Era como si
hubiera estado ensayando esa conversación por el camino. Si no hubiese sido porque
había estado con ella, yo también la habría creído. Sólo esperaba que no utilizara ese
truco conmigo porque odiaba que pudiese mentirme aunque, hasta el momento, siempre
había sabido cuando lo hacía... “quizás a mí no era capaz de mentirme de esa manera...
” me consolé.
A Misao y a las chicas las perdí de vista mientras entraban dentro y dejé de oír el
relato de Misao. Los chicos me saludaron y después volvieron a sus quehaceres y Okina
aprovechó para hablarme.
Okina (pícaro): vaya... Misao viene muy contenta, ¿lo habéis pasado bien?
Aoshi: ...
Okina (esperando respuesta): ...
Aoshi: sí.
Me estaba dando reparo contestarle. Y no era por mi habitual actitud, al fin y al cabo,
con los únicos con los que tenía una conversación “completa” eran Okina, Kenshin y, por
supuesto, Misao, la única a la cual además, le mostraba todos mis sentimientos. Pero el
tono que estaba empleando Okina y lo... “viejo verde” (por decirlo de alguna forma) que
era, pues me daba que esta conversación podría desviarse a un terreno que no quería
tocar.
Okina (sonriendo): bueno, era de suponer... una pareja enamorada el uno del otro
desde años atrás, con las tensiones vividas y por fin solos en una casa aislada, es
evidente que se habrán divertido mucho... (fingiendo llorar): mi pequeña nieta
ahora sí que es toda una mujer...
Le fulminé, sabía que acabaría hablando de ese tema, así que corté por lo sano con una
mirada asesina que, por supuesto, tuvo el efecto que deseaba. Okina se calló y
entramos dentro. Yo me fui a mi habitación y descubrí que todo había sido recogido.
Bajé a la cocina y, según me acercaba, oía a las chicas hablando a saber de qué.
Supuse que sería sobre qué tal nos había ido nuestra luna de miel o de lo que había
pasado durante nuestra ausencia, pero yo me limité a preguntar por mis cosas.
Misao: Aoshi, dentro de media hora vamos a cenar todos... una cena de
bienvenida y todo eso... ya sabes.
Aoshi: ...
Apoyé mi frente contra la suya mientras suspiraba... ¿cómo podía quererla tanto y no
volverme loco por ello? Y lo mejor, ¿cómo podía quererme tanto siendo como soy y
aguantando todos mis actos? No entendía qué demonios veía Misao en mí, pero daba
gracias a lo que fuera porque había conseguido que ella fuese mía.
Se habían quedado de piedra e incluso oí algunos palillos caer hasta los platos. Normal,
tal y cómo lo había soltado Misao, nadie podía esperarse semejante noticia y estaban
asombrados. Omasu fue la primera en hablar y después la siguieron los demás.
Omasu (fingiendo molestia): ¿tan pronto? ¡no es justo! Yo llevó más tiempo que tú
intentándolo y nada.
Okon: ¡¡¡Felicidades, futuros padres!!! ¡¡¡bienvenidos al club!!!
Okina: ¡¡¡coger más sake, esto hay que celebrarlo!!! ¡¡ya verás cuando corra la voz
por nuestra organización, al fin la Okashira va a tener un hijo!!
Poco a poco, todos fueron felicitándonos y después de la fiesta improvisada que
organizaron, nos fuimos a dormir.
*************************
Los meses fueron pasando y las molestias de Misao fueron desapareciendo a excepción
de cuando el niño empezó a moverse, que muchas veces la despertaba por la noche y a
mí me encantaba sentirlo poniendo mi mano, o incluso escuchando su vientre. La verdad
es que, sin contar los primeros meses, su embarazo fue muy bueno. Además, no tenía
muchos antojos y el desarrollo fue normal. El único problema era que tenía que decirle
más a menudo que era preciosa porque solía preguntarme si se veía atractiva para mí.
La verdad es que sí lo era, aunque de una forma distinta. Ella seguía delgada y
conservaba unas curvas de ensueño, pero el vientre no me permitía verla como mujer –
amante, sino mujer – madre de mi hijo, y el hecho de saber que dentro de ella crecía
nuestro hijo, la hacía verse la mujer más maravillosa del mundo, y entonces la cogía y
le hacía el amor para que sintiera lo que significaba para mí, solucionando su bajón de
autoestima.
Pero llegó un punto en que ya no podía solucionarlo de esta manera. Empezó a darme
reparos hacer el amor con ella en los últimos meses de embarazo, sobretodo porque su
vientre era muy grande y temía hacerle daño. Ella me dijo que tampoco se sentía con
ánimos de intimar conmigo pero que sentía mi falta de deseo por ella, por lo que tuve
una charla explicándole que no era por ella, sino porque yo no podía psicológicamente al
estar en una etapa avanzada de gestación y temía hacerle daño. Mi solución a esto fue
ser más cariñoso y darle más caricias, lo que pareció funcionar.
*************************
A tres semanas para que Misao saliera de cuentas, cogió un mosqueo monumental. Eran
las fiestas del pueblo de al lado (1) que, por lo que me dijeron, tenía una gran feria y
muchísimos eventos. Para mí era una fiesta tan insignificante como las demás, pero
que “cualquier persona normal, querría presenciar” .
Sí, esas fueron las palabras que empleó Okina, pero debido al estado que tenía Misao,
ninguno le permitimos ir. Por supuesto que pasaba de lo que le dijimos y yo tuve que
recurrir a una de mis miradas congelantes para conseguir que se quedara, aunque me
dolió hacerlo. Además, le dije que yo me quedaría con ella... ¡cómo si quisiera ir a la
fiesta...!
Durante esa semana, el Aoiya cerraría para instalarse en un local en ese pueblo y así
tener muchas ganancias debido a la gran multitud, de los pueblos circundantes, que
aparecería por allí. Aun así, venían para dormir y hacer una visita a Misao para que no
se sintiera tan sola.
Sólo quedaban ya dos días de fiestas y no sabía qué era peor, si tenerla aquí o dejarla
ir, porque estaba muy tensa y bastante enojada ya que se estaba perdiendo un gran
evento y esto, evidentemente, no podía ser bueno para el estado en que estaba:
necesitaba reposo. Para colmo, hoy se había enterado que, a primera hora de la tarde,
habría una exposición de “lucha”, es decir, distintos grupos de dojos, ninjas,
samuráis... se presentarían allí y harían gala de sus técnicas en pequeños combates
amistosos. Misao se puso muy pesada con que quería ir a verlo prometiéndome miles de
cosas a cambio y diciéndome que era cruel por no haberla dejado ir en toda la semana,
ni siquiera diez minutos, para ver cómo lo habían dejado todo.
Finalmente, accedí y, después de hacerla jurar que estaríamos un ratito y que luego
debía volver sin rechistar en el momento que yo dijera, fui donde el vecino a ver si nos
dejaba el coche que tenía para así, poder llevar a Misao, aunque le dije que, con un
poco de suerte, la convencería para no ir. Él, que sabía que la pobre Misao había sido
recluida, nos dejó el coche gustosamente para darle el capricho a una embarazada, y
que si finalmente íbamos, me pasara por allí antes de que se fueran para preparar el
coche. Total, ellos habían estado yendo andando hasta allí estos días.
Y era normal, el verano estaba siendo muy suave y los días eran muy agradables para
dar paseos. La gente se desplazaba hasta allí andando y dejando las calles y casas
vacías. Estos días estaban siendo ideales para mí porque no había ni un alma en la calle
y podía gozar de una plena tranquilidad sin necesidad de ir al templo.
Después hice algo de comer para irnos temprano, y recoger todo antes de irnos (no iba
a dejar que Misao hiciera esfuerzos), pero sentí que algo no iba bien. Misao apenas
habló y se acariciaba mucho el vientre. Estaba muy seria.
Se había callado de golpe y con una mueca de dolor se contrajo. Misao había contenido
la respiración y luego respiró muy agitadamente.
Quería demostrar calma pero no sabía hasta que punto lo estaba consiguiendo, porque
en sólo segundos, me temblaba todo... ¿qué iba a hacer ahora?
¡¡¿¿Algo más??!! Lo de coger unas toallas y agua no era difícil pero... ¡¿cómo que ayudar
al niño a salir?! ¡¿cómo demonios iba a hacer eso?! ¡¡¡¿¿y todo lo demás que había
dicho??!!! Lo único que sabía era por dónde salían pero no cómo... no tenía ni idea de lo
que me iba a encontrar. Pero Misao estaba muy alterada ya que esto lo dijo de
carrerilla y casi sin respirar, esto tenía que serle muy difícil y no quería estar sola
pasara lo que pasara.
Pasaron varias horas en las cuales, las contracciones cada vez eran más seguidas y más
fuertes. Misao apenas podía ya silenciarlas por el dolor y empezaba a dar gemidos.
También había dilatado bastante desde la primera vez que la vi, pero tampoco sabía
hasta dónde iba a hacerlo antes de que saliera el niño. Lo único que podía hacer era
esperar y ver cómo ella lo pasaba cada vez peor.
La tarde empezó a caer y la noche llegó. Lo único que había hecho hasta el momento,
era compadecer a Misao. Lo estaba pasando muy mal: yo estaba muy cansado y eso que
sólo estaba esperando, tratando de tranquilizarla y dejando que me “aplastara” las
manos, el brazo o lo que primero pillara. Pero ella llevaba toda la tarde con
contracciones cada vez más fuertes y seguidas haciéndola casi llorar de dolor y su
dilatación era mayor. Me rompía el corazón verla en ese estado: suplicando porque el
niño saliera de una vez y terminar con esto ya.
Vi que Misao tenía una contracción y que empujaba dando un grito desgarrador. Si
alguien estuviera escuchando, pensaría que la estaban matando. A estas alturas ya
sabía distinguir cuando se aproximaba una contracción y se lo hacía saber a Misao,
aunque ella misma ya se daba cuenta... ¡pero es que no sabía qué hacer! Estuvo así unas
contracciones más y pude ver que algo asomaba, era la cabeza. Le intenté dar ánimos
diciéndole que lo estaba haciendo bien y que ya veía la cabeza... me insultó.
Sus frases iban cargadas de rabia y odio. Esperaba que, todo lo que me decía, fuera
fruto de las circunstancias por las que pasaba y que realmente, no pensaba eso, si no,
mi mundo se acabaría, no resistiría que Misao me odiase.
Misao lloraba a lágrima viva y sus gritos me estremecían, sobretodo, de pensar que
cumpliría sus “amenazas” de no poder más y dejarme solo con esto. Cuando vi ya los
hombros fuera, me decidí a cogerlo y tirar de él suavemente en otra contracción,
sacándolo por completo de ella.
Me quedé con mi hijo en las manos, porque sí, era niño, mientras contemplaba que
seguía unido a Misao. Le hice llorar, cogí una de las kunais de Misao que había dejado
cerca y lo corté, después até el cordón, lo limpié y lo arropé... increíblemente me
acordaba de todo lo que me había dicho cuando empezó esto.
Ella no había dicho ni una palabra, estaba muy cansada y le estaba costando
mantenerse despierta, seguramente por la curiosidad de verlo y saber qué era. La
incorporé un poco porque ella no podía y me senté detrás de ella para aguantarla con el
niño: se había quedado sin fuerzas y las manos le temblaban al no poder mantener el
pulso.
Cogí al niño y recosté a Misao para que durmiera... lo necesitaba y lo merecía. Después
de esto, iba a tener una visión distinta de las mujeres. Sabía que un parto no era cosa
de risa, pero no tenía ni idea de que una mujer tuviera que pasar por todo esto al
tener un niño. Y yo pensando que las mujeres eran frágiles... lo cierto es que dudaba
que muchos hombres fueran capaces de pasar por semejante experiencia.
Dejé a nuestro hijo en el futón junto a Misao y me puse a limpiar todo: el cordón que
una vez fuera, iba unido a algo(2), la sangre, a Misao... y de repente Misao se quejó.
Me quedé mirándola sin saber qué pensar. Pero al muy poco se volvió a quejar con un
grito.
Misao (a punto de llorar): se mueve... creo que voy a tener otro niño, Aoshi...
¡¡¡¡¡¿¿Otro??!!!!! No podía ser... ¡¡¿cómo que otro?!! Misao se volvió a quejar y se puso a
llorar.
Intentaba calmarla pero Misao, otra vez se estaba poniendo agresiva conmigo y volvió
a gritar, esta vez más fuerte. Éste no tardaría en empezar a salir, sobre todo,
teniendo en cuenta que ya no tenía que dilatar. Al cabo de unas contracciones noté que
volvía a hacer fuerza con ellas, ya debía estar saliendo.
No lo podía creer, íbamos a pasar de ser una pareja, a ser padres de dos niños. A éste
le estaba costando salir y seguramente era porque Misao apenas hacía fuerza. Estaba
exhausta por el parto anterior y veía claramente que con éste ya no podía. Hasta había
dejado de meterse conmigo y no me extrañaba, estaba prácticamente inconsciente.
Había hecho un gran esfuerzo, hasta la extenuación y, para mi horror, estaba
perdiendo mucha sangre... estaba extremadamente pálida. Y oí lo que nunca querría
oír.
Misao: Aoshi... si yo no... (costándole hablar): haz lo que sea pero... no dejes
que el niño muera...
Aoshi (asustado): ¡¡por Dios, no hables así!! Verás cómo puedes con esto y dentro
de un momento los estaremos cogiendo entre los dos...
Tenía ya la contracción e hizo su último esfuerzo con las fuerzas que le quedaban
junto a un grito nada alentador y después se desmayó, o eso esperaba mi corazón.
Había salido ya la cabeza y uno de sus hombros.
Aoshi: ¡¡¡MISAO!!!
La puerta se abrió de golpe. Los miembros del Aoiya estaban de regreso ya que se
había hecho tarde. ¡Por fin, ayuda!
Le pasé a la niña sin rechistar, a mí ya me temblaba todo y aún no sabía cómo seguía en
pie. Entendía porqué decían que muchos hombres que veían esto se desmayaban. Si no
llegaba a ser porque Misao me necesitaba y saqué fuerzas de donde pude,
posiblemente me habría caído.
Había sido extraño contemplar el nacimiento de los niños, pero a la vez era muy
impactante (incluso para un hombre como yo que había visto tantas muertes
sangrientas). Más bien diría que, en parte, había sido aterrador porque me encontré
solo sin saber qué hacer mientras Misao sufría terriblemente al pasar por esto y, para
colmo, la complicación de un nacimiento múltiple. Al fin y al cabo, todo había ido bien
hasta que llegó el segundo. Pero si hubiera estado más sereno, me hubiera acompañado
un médico y Misao no me hubiera dado el susto que me había dado, seguramente habría
apreciado el parto como algo realmente bello...
Pasé un rato en el que sólo me dedicaba a tocarle el cabello a Misao y pasar mi vista de
ella a nuestros hijos, que estaban tranquilamente dormidos gracias a los cuidados de
Okon y Omasu. Al cabo de un rato, llegó el médico y me quería sacar de la habitación a
lo que me negué. Después de lo que había pasado, ya me quedaba hasta el final y no me
separaría de ella hasta que la viera despierta y confirmando que no se le iba a ocurrir
morirse como me había insinuado.
Él la revisó y le felicitó a Omasu por el buen trabajo que había hecho cortándole la
hemorragia. Modesta ella, le dijo que sólo había hecho lo que aprendió en el parto de
Okon. Después revisó a los niños que seguían dormidos y me felicitó diciendo que tenía
una esposa muy fuerte y unos hijos sanos.
Se habían callado de repente y me miraban con cara de dudar que hubiera hablado.
Aoshi: estaba muy enfadada conmigo aunque al final me dijo que me quería. Pero
creo que sólo porque pensaba que no lo superaba.
Okon: aahh... no se preocupe, Aoshi – san, es normal. Se pasa muy mal y muchas
mujeres lo primero que hacen es echarle la culpa al presunto responsable, jajaja.
Si supiera lo que yo dije de mi marido... quizás Misao lo aprendiera de mí.
Las dos se rieron y después dejaron pasar a los demás, que me felicitaron por ser
padre de dos niños y siendo reprendidos por Okon que dijo que Misao necesitaba
descansar. Me dijeron que se iban a dormir porque mañana volverían a la feria y debían
descansar. Okon se quedó un momento para explicarme algunas cosas que debía tener
en cuenta esta noche, ya que Misao no estaba en condiciones ni de cuidarlos ni de
decirme cómo hacerlo y me tocaría a mi atenderlos.
Fue terminar de decir eso, que la niña se puso a llorar, como si la hubiese oído. Okon la
cogió y después la miró un momento tratando de calmarla, sonrió y le metió el dedo
meñique en la boca. Se calló y después se puso a llorar otra vez.
Me negaba a tener que despertarla después de lo agotada que estaba, y por nada del
mundo lo hubiera hecho. Sin embargo, en unas horas el mundo había cambiado y ahora
tenía dos hijos que cambiaban este punto. Le acaricié el rostro y la llamé suavemente.
Le sonreí, era una visión única: Misao alimentando a mi hija. Tenía un sentimiento muy
intenso en mi cuerpo: era felicidad en estado puro, una inmensa felicidad que casi me
dolía en el corazón de lo fuerte que era.
Misao (sonriendo): esto es injusto... tantos años que me costó arrancarte una
sonrisa y esta bendita niña, lo consigue nada más nacer.
Ya no aguanté más y me puse a llorar. Había sido una tarde muy larga y con demasiados
sentimientos revueltos en ella: nervios, angustia, temor, miedo de perderla, felicidad...
y ya no pude controlarlos por más tiempo.
La besé en los labios. Era lo que deseaba, que me fuese imposible librarme de ella. Yo
era bastante egoísta en este aspecto porque no quería verla morirse, prefería
morirme yo antes aunque luego ella lo pasase mal. Pero es que yo nunca estaría
preparado para perderla.
Pero ella estaba bien y lo mejor de todo era que me había dado dos hijos preciosos que
me hacían plenamente feliz. Lo cierto es que se podría decir que podía morir tranquilo:
había sido amado por una maravillosa mujer y había tenido dos hijos... ya no le podía
pedir más a la vida... y todo se lo debía a ella.
La abracé teniendo en cuenta que estaba mi hija todavía alimentándose y, poco a poco,
me fui tranquilizando, ahogando mis lágrimas en su hombro.
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Notas:
1: No tengo ni idea de cómo ni cuándo son las fiestas de Kioto ni de ningún pueblo
cercano. Me la he inventado, así que ya está dicho.
2: se refiere a la placenta que sale junto al cordón, pero puesto que Aoshi no ha
presenciado nunca un parto (al menos en este fic) y no asistió a clases de anatomía,
dudo que supiera lo que es.
3: gemelos y mellizos (coloquialmente hablando). Muchas veces me he encontrado con
que la gente no sabe diferenciarlos y los llama indistintamente pero la diferencia es
abismal, de modo que, si no sabe la diferencia, lea esto:
- Gemelos (gemelos monocigóticos): son dos individuos que vienen de la fecundación de
un óvulo y un espermatozoide, pero que en las primeras divisiones embrionarias, se
divide en dos masas que se desarrollarán creando dos individuos genéticamente
iguales en la misma placenta.
- Mellizos (gemelos dicigóticos): son dos individuos que vienen de la fecundación de un
óvulo y un espermatozoide distintos, es decir, en total hay dos óvulos y dos
espermatozoides, de modo que son individuos distintos genéticamente y cada uno se
desarrolla en su propia placenta. No necesariamente son un chico y una chica, pueden
ser del mismo sexo.
0: No leer hasta el final (no pongo número por si alguien, al verlos, lee la nota que
pongo y no quiero que se entere del embarazo múltiple ya que es la sorpresa del
capítulo): Sobre el adelanto del parto, decir que no lo es. A parte de que Misao se ha
pasado esa semana más tensa de lo que debiera y si queréis hasta podría coincidir la
Luna llena, lo cierto es que un embarazo normal, suele ser de unas 40 semanas, pero
uno de este tipo suele ser de 37. Por lo que en realidad, a Misao le tocaba dar a luz.
*************************
Los días, las semanas, los meses fueron pasando y he de dar gracias a Dios por
habernos enviado unos niños tan tranquilos. Lloraban sólo lo necesario y encima
dormían de un tirón. Yo ni me lo creía. Entre los dos se habían quedado con los
nombres que habíamos elegido ante la posibilidad de ser niño o niña. Así que se los
repartieron: Yuri y Kai (este último, en honor a su “ex - pretendiente”, que tanto la
había ayudado con su charla en esos días tan funestos, y bueno... que le hacía ilusión,
¡qué le iba a hacer!).
Todo fue normal, cada día los niños crecían más y se parecían a Misao. Yuri se parecía
a su madre y Kai, aunque tenía una extraña mezcla a los dos, también se le parecía a
ella más que a mí.
Habían pasado ya 3 años del nacimiento de los mellizos cuando Misao me propuso tener
otro hijo. Yo no daba crédito a lo que oía, ¿cómo tenía moral para tener otro hijo,
después de lo que fue el parto? Todavía me temblaba el pulso de sólo recordarlo. No
entendía cómo las mujeres querían pasar varias veces por eso. Yo por mi parte, no
quería ni pensar en hacerle pasar a Misao otra vez por todo aquello.
Misao se puso terca y al final me convenció, al fin y al cabo, era difícil que volvieran a
venir otros dos y el parto podría ser mejor si todo fuese bien, claro. Poco después,
Misao esperaba a nuestro tercer hijo con todos los síntomas propios del embarazo,
incluidos los sentimientos de inseguridad de Misao. La diferencia fue que su vientre
era más pequeño que la última vez. Como supuse en un principio, en este parto, vendría
sólo uno... ¡gracias a Dios!. Además, ella se cansaba menos que la primera vez,
probablemente, debido a que tenía que soportar menos carga y era mucho más libre de
ir a donde quería.
Pero un día las cosas se complicaron. Estando a falta de una semana para salir de
cuentas, Misao tuvo un accidente durante un paseo con Okon: un coche la había
atropellado, pasándola completamente por encima.
Casi me muero ahí mismo. Apenas escuché el relato de Okon acerca de que no lo vieron
venir y Misao no tuvo tiempo de reaccionar, mientras salía corriendo hacia la clínica.
Cuando llegué la estaban operando. Allí, en la sala de espera, estaba el hombre que la
había atropellado que, muy preocupado, la había traído lo más rápido posible en el
coche y ahora daba vueltas por la sala rezando a Dios para no matar a una mujer
embarazada.
El que lo iba a matar era yo, pero Okina me cogió y me sacó fuera diciéndome que
había sido un accidente y el había ayudado a Misao en lo que había podido para que se
salvara. Me tranquilicé, pero no volví a la sala de espera, me dirigí a la puerta de la
habitación donde operaban a Misao.
Pasaron horas y el médico salió. Me dijo que tanto Misao como el niño ya estaban fuera
de peligro pero que habría secuelas.
Ante el escándalo que estaba montando por mi nerviosismo, los demás aparecieron
rápidamente para saber qué había pasado.
Me acerqué y saqué su mano derecha de debajo de las mantas. Tenía la uña del dedo
índice partida y algunos moretones por el brazo. Literalmente, la habían pasado por
encima.
Omasu (dulcemente): pero mira qué bonito es... intenta llamar la atención, como
nadie te estaba haciendo caso, ¿verdad? Pobrecito, pero tía Omasu ya está
aquí...
Okon: déjamelo, que quiero cogerlo... pero qué rico...
Me había conmocionado tanto el aspecto de Misao que me había olvidado del niño... por
un momento no quise verlo, me sentía mal por disfrutar de él cuando Misao todavía no
lo había visto y ni siquiera sabía que estaba fuera de ella. Pero luego pensé que el niño
no tenía la culpa de lo que había pasado y que velaría por él hasta que Misao pudiera
verlo... después de este accidente, pensé que los embarazos de Misao estaban
malditos, la llegada de los niños casi conseguían que la perdiese pero, por desgracia o
por fortuna, esto ya no tendría que preocuparme porque ya no podríamos tener más
hijos, así que ya no la arriesgaría más.
Lo miré detenidamente y sonreí. Los pocos rasgos que se le apreciaban, debido a ser
tan pequeño, eran muy parecidos a los míos. No percibí ninguno de Misao.
*************************
Me desperté al notar una leve presión en mi mano, Misao se movía y yo me acerqué más
a ella. Abrió los ojos y me vio, haciendo un gesto de dolor al haberse intentado mover.
Como acordándose de algo, Misao llevó su mano derecha rápidamente hasta su vientre
y pude ver el miedo en su rostro.
Aoshi (sonriendo): Eroshi está bien. Esta vez se parece a mí, koishii.
Misao (suspirando): ¿dónde está?
Yo le había dicho que se lo habían tenido que sacar para salvarles la vida pero aún no le
había dicho nada acerca de su imposibilidad de tener más hijos. A mí eso me
importaba muy poco y más, teniendo en cuenta que ya teníamos 3 hijos. Misao seguía
siendo mi mujer y, a mis ojos, el hecho de que ya no fuera fértil, no me hacía verla de
distinta forma. Buscaba la forma de decirle esto, junto con la mala noticia, para que se
sintiera bien.
*************************
El problema vino al pasar la cuarentena (2). Misao se había recuperado de sus lesiones y
empezaba a hacer pequeños ejercicios de rehabilitación, sin embargo, no le aparecía el
período. Aunque nosotros ya habíamos retomado nuestras relaciones, ella sabía que no
se había vuelto a quedar embarazada y no podía explicar esta falta de menstruación.
Aun así, andaba con la mosca detrás de la oreja porque a veces, no me acordaba que
ella no lo sabía y eyaculaba dentro de ella, cosa que no hice después de su primer
embarazo. Sólo me dijo una vez de refilón, que debía tener más cuidado porque aún no
quería tener otro niño.
Yo empecé a ponerme tenso porque veía muy cerca el momento de contarle todo a
Misao y, por supuesto, ella se dio cuenta de mi nerviosismo.
Aoshi: ante todo... quiero que sepas que tú y nuestros hijos sois las personas que
más quiero en mi vida y eso no lo podría cambiar...
Misao (nerviosa): Aoshi... ¿qué me pasa?
Aoshi: Misao, tranquilízate, no es grave...
Misao (impacientándose): ¿y por qué das tantos rodeos?
Aoshi: porque no es grave, pero no sé cómo te lo vas a tomar. Déjame acabar sin
interrumpirme, ¿vale? Ya me está resultando difícil decírtelo.
Misao: ...
Aoshi: Misao... el día que tuviste el accidente, tuvieron que operarte para sacar
al niño, pero llegaste muy dañada y no había forma de parar la hemorragia que
te producían los daños de tu útero y...
Misao (a punto de llorar): no... no...
Aoshi: tuvieron que extraértelo para salvarte...
Misao (llorando): por favor, Aoshi... no...
Aoshi (cogiéndole la mano): no puedes tener más hijos... pero no tienes que
preocuparte por eso...
Misao se puso a llorar desconsoladamente suplicándome que le dijera que era mentira.
Yo la abracé, se me estaba rompiendo el alma de verla así. La intentaba calmar
diciéndole cosas dulces como que la amaba y que era la mujer más bella y maravillosa
del mundo, pero acabó pidiéndome quedarse sola. Me negaba, no quería dejarla sola
después de esta noticia, pero acabó por echarme y bastante alterada. Me fui y me
quedé viendo la puerta oyéndola llorar, esperando a que se calmase.
Okina apareció, los llantos de Misao no habían quedado sólo en nuestra habitación...
Todos se me quedaron mirando con cara interrogante, pero lo único que hice fue volver
a mi habitación. Ella aún sollozaba aunque muy débilmente, estaría cansada. Esperé un
poco más y dejé de oírla, quizás se había dormido ya. Entré sigilosamente y me acosté
a su lado abrazándola contra mí, quería sentirla y que ella me sintiera a mí si es que no
estaba dormida. Así estuvimos un rato hasta que habló, y fue cuando me di cuenta de
que estaba despierta.
Misao se me había quedado mirando a los ojos y se reía. Me acarició la cara y volví a
besarla con pasión y acariciarla por el cuerpo metiendo mis manos entre su ropa... iba a
poner en práctica lo que había dicho.
Okon se fue y nos quedamos con los niños jugando. Aún no podía creerme que
finalmente, todo había salido bien y había evitado males mayores con Misao. Después
de haberlo hablado, se lo había tomado bastante bien y, viéndola jugar, suponía que no
era sólo por mí.
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Notas:
1: el líquido amniótico se encuentra en la placenta y es en el que flota el feto y sale al
romper aguas. Una de sus funciones es proteger al niño de posibles golpes
amortiguándolos, aunque dudo mucho que hubiera servido en un accidente de este tipo.
Pero esto es un fic.
2: la cuarentena es un periodo de ausencia de regla tras el parto, de unos dos meses
aproximadamente (el tiempo depende de la mujer). Es falsa la creencia de que, por no
tener la regla, no hay riesgo de embarazo... por si alguien no lo sabe.
*************************
Capítulo 9: Y la vida continúa.
El tiempo fue pasando, los niños fueron creciendo y, no sabía si era por un amor de
padre, pero los niños cada vez eran más guapos. Cuando ya habían llegado a la
adolescencia se podía ver claramente cómo se nos parecían.
Eroshi era el que más se parecía a mí, no era igual básicamente porque su actitud
extrovertida era como la de su madre y le daba un toque más alegre y desenfadado a
la expresión de su rostro. Siempre pensé que era debido a ser el niño “mimado” (por
ser el más pequeño) y bajo la tutela de Kai. Kai era muy parecido a Misao, pero muy
responsable y serio, seguramente por ser el mayor y haberse apuntado la extraña
tarea de “cuidar” de sus hermanos. Yuri era la niña de los ojos de todos al ser la única
chica. Era la mismísima imagen de Misao, tanto físicamente como de carácter, y éste
chocaba con la sobreprotección de Kai que la tenía en palmitas, aunque Eroshi y,
mismamente yo, tampoco nos quedábamos atrás.
Pero pasó un tiempo y Kai dejó de hablarme sobre lo que hacía Yuri, suponiendo que ya
se había encargado en este tiempo, de que todos perdieran sus esperanzas y que,
cuando alguno intentara algo, se le echaría encima.
Mas mi sorpresa fue monumental cuando un día, yendo de paseo con Misao a uno de
nuestros tantos lugares tranquilos, nos encontramos con una pareja de novios que se
estaban “comiendo” literalmente... y eso que estábamos lejos. Estaban tumbados en el
suelo, el chico sobre ella a la cual besaba el cuello intensamente y la chica le
correspondía.
Misao (muy nerviosa): Aoshi, ¿por qué no nos vamos, sí? Anda vámonos.
Lo dijo muy rápido, quizás le resultaba violento ver una escena así y poder interrumpir
a la pareja. Pero mientras me dejaba mover por Misao, me di cuenta del chico...
pelirrojo. A las únicas personas de este mundo que conocía con ese color de pelo eran
Kenshin y su hijo Kenji, y supuse que era Kenji ya que había estado por Kioto
entrenándose con el maestro Hiko y Kenshin estaba en Tokyo con Kaoru, así que no
podía ser él.
Aoshi: ¿ese no es Kenji?
Misao (todavía más nerviosa): sí, debemos irnos, ¿no querrás interrumpirle,
verdad?
Aoshi (girándose para irse): pensaba que había vuelto a Tokyo, ¿no había
terminado con su entrenamiento hace un año?
Misao (tirando de él): cuando cumplió 18, hace 2 años, pero suele volver para
estar con su maestro...
Aoshi (sarcástico): no creo que sea sólo por su maestro...
Evidentemente, nadie en su sano juicio se quedaría con Hiko por gusto, estaba claro
que volvía por la chica... debía de quererla mucho para andar volviendo con Hiko y estar
2 años “extras” con él, por ella... me parecía todo un logro. Me volví con curiosidad al
oírles reírse y lo que vi me dejo de piedra. Habían cambiado de posiciones y era ella la
que estaba encima de él besándole. Y la podía ver perfectamente.
Lo iba a matar, ¡¡¡¿qué demonios hacía él con mi hija?!!! ¡¡¡y de esa manera!!! No eran
simples besos y cuando yo empezaba así con Misao, siempre llegábamos hasta el final...
¡¡¡¡Por encima de mi cadáver!!!! Ese chico era fiambre, por mucho hijo de Kenshin que
fuera.
Pero cuando iba a ir allí, algo me retuvo, Misao tiraba de mí para frenarme.
Me solté y fui donde ellos con Misao detrás de mí pidiéndome que no hiciera nada. No
sabía porqué se preocupaba, sólo iba a hacer trocitos finitos con su carne. Kenji debió
notar mi aura de “estás muerto” porque se levantó inmediatamente cuando empecé a
acercarme a ellos y se puso en posición de defensa al sacar yo mis kodachis.
¡Maldito niño! ¿Cómo se atrevía a decirme que lo habláramos como adultos y llamarme
inmaduro? Ese chico estaba... pervirtiendo a mi niña desde los... ¡¡14 años!! Muy bien,
quería hablar, pues que hablase, después haría alimento para perros con su cuerpo.
Eso sí que no podía hacerlo, ¿cómo iba a hacerme eso? Se estaba pasando, lo normal
sería no tener relaciones una temporada a modo de castigo, pero eso... ¡¡¿Cómo que
dejarme de hablar para siempre?!! Eso y matarme era lo mismo... tenía que ser un
farol.
Misao: sabes perfectamente que te amo con todas mis fuerzas, pero no pienso
dejar que le estropees su felicidad a nuestra hija por un ataque de celos
paternal. Ella es mi hija, y deseo que sea feliz, y si tengo que hacer eso para
conseguirlo, lo haré, no te quepa duda.
Aoshi (sorprendido): Misao...
Misao: hazlo y siéntate ahora mismo.
Le miré para intimidarle, pero su mirada era igual que la mía. Me desafiaba a mi
autoridad y no parecía echarse atrás.
Yuri (suavemente): papá... quiero casarme con él, le amo con toda mi alma desde
hace mucho. Tampoco es un capricho mío.
Aoshi: pero hija, seguro que estás confundida... estás conociendo gente nueva y
crees sentir por él algo que no es.
Yuri: no papá, no estoy confundida.
Aoshi: pero si tienes 16 años, a esa edad no se sabe lo que se quiere...
Misao: ¡hombre, gracias por la parte que me toca! De modo que llevo toda mi vida
con un hombre al que parece ser que no quiero porque cuando lo decidí, tenía la
edad de estar confundida. Es bueno saberlo.
Aoshi: Misao, no es eso, pero tú y yo nos casamos cuando eras más mayor y para
entonces ya lo tenías muy claro... aunque también fue algo repentino.
Misao: pero yo te quería desde muy pequeña, incluso más que de la edad de Yuri,
y lo tenía muy claro desde entonces, y aún lo sigo teniendo.
Ella me miraba fijamente con sus preciosos ojos mientras me cogía de la mano
suavemente... por lo menos, ya no estaba enfadada conmigo, eso es algo que no podría
soportar.
Misao: deja a los chicos que hagan su vida juntos. Tú acabas de enterarte y no
les has visto, pero yo sí, y sé que se quieren de verdad. Tú no has visto cómo le
mira nuestra hija, cómo le brillan los ojos y resplandece su sonrisa al verle...
La miré, tenía fijos sus ojos en el suelo y se había puesto roja, Kenji le sujetaba la
mano mientras la sonreía.
Al oír eso, soltó su mano inmediatamente y también bajó la vista... Misao era buena
avergonzando a la gente con sus comentarios...
Misao: Aoshi, tienes que entenderlo, nuestra hija ya no es la niña que andaba
correteando por el Aoiya... ha elegido su camino y ha decidido caminarlo con él.
Misao le correspondió el abrazo y también se la veía feliz por cómo habían terminado
las cosas.
Kenji: gracias, Shinomori – san...
Aoshi (frío): no me des las gracias, no lo hago por ti.
Kenji: lo sé, pero aun así, gracias por concederme a su hija.
Aoshi: como la hagas sufrir o...
Kenji: no lo haré, la amo con toda mi alma y viviré sólo para verla feliz, se lo
prometo.
Aoshi: ...
No parecía importarles que estuviéramos delante, se besaban sin ningún tipo de pudor
y eso me llevó a la primera imagen de ellos dos que tuve.
Kenji (muy rojo): no se preocupe, la respeto demasiado como para hacerle eso.
Aoshi: bien... porque cómo lo hagas, te casarás inmediatamente con ella y
después morirás, ¿entendido?
Kenji: sí, claro.
Aoshi (muy serio): volveremos a hablar del tema cuando tenga 30 años.
Yuri: ¡¡¡papá!!!
Aoshi: ... (sonriendo): es broma, hija.
Todos (sorprendidos): ...
Se habían quedado de piedra, rara vez bromeaba cuando eran temas serios, pero
estaban tan contentos que me hizo gracia ver cómo se les esfumaba la alegría de la
cara. Kenji le susurró a Yuri aunque pude oírle perfectamente.
Kenji: ¿pero no era tu padre muy serio? Los amigos de mis padres le llaman cubo
de hielo, ¿lo sabías?
Aoshi: sólo quería borraros esa sonrisa un rato, porque a mí todo este asunto no
me gusta.
Todos: ...
Aoshi: Kenji, como decías que querías esperar al menos hasta que tuviera un año
más y porque antes no te iba a dejar, ven a verme cuando Yuri cumpla 17 años, y
hablaremos de qué va a pasar.
Kenji: sí, Shinomori – san, allí estaré.
Me levanté y me fui al Aoiya, mientras dejaba atrás a ese grupito de personas felices.
*************************
El mismo día del cumpleaños de Yuri, Kenji vino a verme al Aoiya muy temprano ( “por
poco y nos levanta su visita”), para hablar sobre su matrimonio.
Aoshi: supongo que si has venido y además, tan temprano, es porque sigues
queriendo casarte con mi hija.
Kenji: creo que fui yo quien le recordó de esta charla hace dos días.
Aoshi: conservaba la esperanza de que cambiases de opinión.
Kenji: ...
Aoshi: ¿habéis pensado una fecha? Creo que cuando sea mayor de edad y tenga
18 años estaría...
Kenji: un mes.
Aoshi (confundido): ¿cómo?
Kenji: queremos casarnos dentro de un mes.
Aoshi: no os vais a casar dentro de un mes. Un año como mínimo.
Kenji (tajante): no, un mes.
Aoshi: he dicho que no, es todavía muy joven.
Kenji: mi madre se casó con 17 años y me tuvo con 18, y en ningún momento se
dijo que era joven.
Aoshi: pero la situación de tu madre era distinta.
Kenji: un mes...
Aoshi: he dicho que no.
Kenji: ... dos meses.
Aoshi: un año.
Kenji (desafiante): yo no creo poder aguantar otro año sin hacerla mi mujer,
cada vez me cuesta más contenerme.
Aoshi (fulminándole): te mato.
Kenji: no me importaría.
Aoshi (queriéndolo matar): ...
Kenji (aguantándole fríamente): ...
Aoshi: seis meses.
Kenji: tres meses y ni un día más.
Aoshi: seis meses.
Kenji: tendrá suerte si consigo convencer a Yuri de que no nos casemos en un mes
y le ponga el grito en el cielo... tres ya son suficientes.
Lo mataba, ¿cómo que quería casarse con mi niña en 3 meses? Y me había dicho
abiertamente que quería hacerla su mujer ya... ¡pero si sólo tiene 17 años!, ¿cómo nadie
puede pensar en hacer esas cosas con una niña de 17 años?
“Tú cállate, que también pensabas esas cosas cuando Misao tenía su edad”...
Pero era distinto...
“Claro, la diferencia es que en esa ocasión eras tú el que quería aplacar su deseo con
ella”...
Pero es demasiado pequeña para que ya la... “pervierta” este tipo...
“Cómo si sólo fuese cosa de él”...
Salí tras él, a saber cómo se lo contaba. No iba a dejar que me pusiera a mí de malo
por aplazarle dos meses la boda. Cuando llegué al salón donde estaban ya le había
contado la noticia, pero parecía habérsela tomado muy bien.
Kenji: fue algo así... tuve que regatearle, pero al final me concedió los tres
meses que queríamos.
Yuri (riéndose confundida): ¿cómo que tuviste que regatearle?
Lo hacía pedacitos, me había montado ese número de hacerme creer que Yuri me iba a
odiar por aplazarle la boda y de que cualquier día se sobrepasaría con ella, sabiendo
desde el principio que no le iba a conceder el tiempo que querían, y de esa forma,
conseguirlo... era muy hábil.
De lo malo, malo, era mucho más decidido que su padre y no se andaba con tonterías
cuando quería algo. Y le había echado valor al arriesgarse a lo que podría haberle
hecho por haberme insinuado lo que quería hacerle a Yuri si no les dejaba casarse
pronto. Sonreí en mi interior al ver cómo este chico me había enredado en sus trucos
y mis debilidades para conseguir lo que quería.
La besó apasionadamente delante de mis narices... mira que eran empalagosos... aunque
mirándolo fríamente, Misao y yo les hacíamos la competencia... ¡pero ella era mi hija!...
“Aoshi, tienes un problema, estás obsesionado con eso” .
Susceptible o no, no quería que se viesen a solas. Aunque fuesen a casarse dentro de
tres meses, mi hija debía llegar virgen al matrimonio.
*************************
Pero según pasaba el tiempo, la idea de que mi hija iba a dejar de ser una dulce niña
inocente, me ponía malo. Sólo pensar que las manos de Kenji la recorrerían por todo su
cuerpo y que...
Misao se lo estaba pasando en grande con todo esto, le importaba muy poco que
dentro de unos días Yuri sería una mujer en todos los aspectos.
Misao: pero venía a otra cosa... han llegado nuestros “consuegros”, así que
deberías bajar a saludarlos.
Aunque les había visto algunas veces cuando eran novios, yo aún no lo sabía y ninguno
había dicho nada entonces, así que, ahora, la situación era distinta... extraña, de
repente íbamos a ser familia.
*************************
En la ceremonia, los padrinos íbamos a ser Kaoru y yo que, siendo mi hija y el día más
feliz de su vida, no pude negarme, y todo transcurrió sin ningún problema. Después de
la celebración se marcharon a su luna de miel y sólo quedamos los miembros del Aoiya
y los amigos de Tokyo que se quedarían aquí a pasar unos días antes de volver.
Ni lo había pensado pero, ahora que mi hija se había casado, tendría hijos propios...
¡¡Acabaría siendo abuelo!! ¡¡¡¡ABUELO!!!! ¡¡Pero, ¿tan mayor era ya?!! No podía creerlo,
Yuri siendo madre... me sorprendí a mi mismo ilusionándome por la llegada de un nuevo
niño al Aoiya: mi nieto. Y de repente me reí dejando a todos perplejos.
Sano: ¿y a ti, qué te hace tanta gracia? No hemos contado ningún chiste, aunque
tampoco te ríes con chistes, tú nunca te ríes.
Aoshi (fríamente): es algo que he pensado y que no te importa.
Misao (sonriendo): seguro que no es nada bueno.
Aoshi (tiernamente): es algo bueno, koishii... me voy a mi cuarto
(sarcásticamente a Sanosuke): donde seguiré pensando cosas y riéndome hasta
que me duerma.
Y me marché dejando a todos de piedra y a una Misao dándole un ataque de risa por
ver a sus amigos así. Poco después apareció por la habitación y lo primero que me dijo
al acostarse fue porqué me había reído y cuando se lo conté, me dijo que a ella
también le hacía ilusión ser abuela.
*************************
Los amigos de Tokyo se fueron al de una semana y los recién casados volvieron al de
mes y medio de la boda, dándoles una cena de bienvenida. Ellos se quedarían en el
Aoiya... de lo malo, malo, Yuri seguiría cerca.
La cena me recordó mucho a nuestra cena de bienvenida, sólo que había mucha
juventud por los hijos de todos los miembros del Aoiya y faltaba Okina, que había
fallecido hacía unos años por la edad. Nos estuvieron contando cómo les había ido
todo, los lugares que habían visto... pero ahora ya estaban aquí y debían comenzar la
que sería su vida de ahora en adelante y Kenji fue el primero en mencionarla.
Kenji: estos días hemos decidido que vamos a quedarnos aquí. Yuri quiere
quedarse en Kioto y seguir trabajando en el Aoiya, y puesto que yo también he
pasado la mayor parte de mi vida aquí, no me importa esa decisión. Pero ya que
nos vamos a quedar, me gustaría ser útil y poder trabajar en lo que se necesite.
Misao: aahh, no te preocupes por eso, aquí siempre hay algo que hacer.
Kenji: bien, entonces ese punto está arreglado.
Eroshi: ¿es que hay más puntos? ¿y se puede saber cuáles son?
Kenji: sólo hay un punto más.
Eroshi: bueno, ¿y lo vas a decir de una vez o qué?
Yuri (riéndose): claro Eroshi, la otra noticia es que vas a ser tío.
Eroshi y Kai (emocionados): ¿en serio?
Yuri: sí...
Misao me había cogido la mano fuertemente y tenía la cara iluminada. Después se soltó
y la abrazó felicitándola... vaya, parecía ser que no iba a tardar mucho en saber lo que
era ser abuelo... y con este pensamiento, felicité a los futuros padres.
FIN
Lo siento por los seguidores de Kenji y sus finales alternativos de él que tengan en
mente, pero si no les gusta, que hubiesen dejado de leer en el capítulo anterior. Es
cierto que la idea de unir estas familias no es la primera vez que se menciona en un fic,
pero la verdad es que la primera vez que la leí, me pareció curiosa y me gustó. Y,
puesto que las oportunidades se dan al estar en la misma ciudad, se me ha ocurrido
explotar la idea a mí también (que conste, que no se me ocurrió hacer el capítulo 9
hasta que no terminé el 8, pero me aburría y me dio por escribir algo sobre esos dos.
Además, así conseguiría terminar con un capítulo impar aunque seguro que nadie se ha
dado cuenta de la diferencia entre un capítulo par e impar, y no es sólo el título (otra
vez mis paranoias, ya dije que no es normal entenderme)). Mis disculpas al autor/a
original de la idea, si es que está leyendo esto, pero es que no sé quién es el primero
que lo pensó.
Añadido sobre la cronología (al que le interese): no doy fechas exactas, aviso.
La historia comienza con Misao (20 años) y Aoshi (30 años). No tengo ni idea de la
fecha de cumpleaños de Misao pero para este fic, lo he colocado en la tercera semana
de Agosto coincidiendo en el mes con unas posibles fiestas de algún pueblo (por lo
menos aquí son en verano casi todas) y con el final del signo Leo. Puesto que Misao es
muy enérgica y pasional, pues se ha quedado con ese signo que encima es en verano
(del zodíaco chino no tengo ni idea). No es que sea muy creyente de esas cosas (la
sociedad que te rodea influye mucho en el carácter de cada uno), pero algo he leído y
en algún lugar tenía que situar los nacimientos de algunos de los personajes para llevar
cierta cronología, así que me he basado en el zodíaco.
Contando desde el cumpleaños de Misao, pasan 3 meses hasta la boda, es decir, mitad
– finales de Noviembre y Misao se queda embarazada en la luna de miel. Si se cuentan
9 meses de embarazo, los mellizos deberían haber nacido hacia el cumpleaños de
Misao, pero se le adelanta el parto 2 semanas, lo que nos sitúa en principios de Agosto
(Leo también).
Yéndome por otro lado, Kaoru se casa con 17 años y Kenshin con 29. Tienen a Kenji
cuando Kaoru tiene 18 años y le he situado la fecha hacia principios de Octubre más o
menos (Libra: personas inteligentes y con firmeza. He elegido este signo porque se
asemeja a las características que le ha dado a su personaje en este fic). Sabiendo que
Kaoru tiene un año más que Misao, el día de la boda de nuestros protagonistas, ella
tiene 21 años y Kenji tiene 3 años y casi 2 meses aproximadamente, por lo que, cuando
nacen los mellizos, el tiene 3 años y 10 meses que es la diferencia de edad entre Kenji
y Yuri.
LIBRA (22 Sep – 21 Oct): signo de aire, regido por Venus y representado por una
balanza equilibrada. Asociado a la legalidad, la justicia, el equilibrio interior entre lo
bueno y lo malo, entre la conciencia y la materia. Son leales, nobles y poseen una gran
filosofía de la vida. Sus juicios racionales les aportan una gran sabiduría. Son
cariñosos y mimosos y no logran la felicidad si no consiguen una pareja estable, ya que
la necesitan para mantener su equilibrio interno. Salud: el hígado y los riñones son sus
puntos débiles.
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