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Incluidos y excluidos: Los hornos

crematorios de "población sobrante"


Laboratorios experimentales

Los nuevos hornos crematorios de "población sobrante"


operan y están activados durante las 24 horas del día.
Son completamente invisibles porque el sistema (los
gobiernos, la prensa y la población mundial) son
indiferentes a su ejecución y no los registran en las
estadísticas. No se trata de Hitler, sino de los nuevos
laboratorios militares experimentales de "solución final".

Por Manuel Freytas

El humano, un animal supuestamente racional, hoy formado mental y


psicológicamente por los programas y las pensamientos de acción del sistema
capitalista que gobierna el planeta, es el único espécimen que desarrolló una
estrategia y un plan de acción para dominar, controlar, y explotar a sus
semejantes ejecutando políticas de extermino social y de rapiña medio ambiental
más allá de sus necesidades individuales.

En perspectiva científica, el humano (del sistema capitalista) es un depredador en


gran escala que, a diferencia de las otras especies, ya no mata por
supervivencia, sino por construcción de dominio económico, político y
social.

Dentro de los parámetros funcionales del sistema capitalista (establecido como


"civilización única") la "población sobrante" son las masas expulsadas del
circuito del consumo como emergente histórico de la dinámica de concentración de
riqueza en pocas manos.
Estas masas, que se multiplican por las periferias de Asia, África y América Latina,
no reúnen los estándares del consumo básico (supervivencia mínima) que
requiere la estructura funcional del sistema para generar rentabilidad y nuevos
ciclos de concentración de activos empresariales y fortunas personales.

Además, esa masas expulsadas del circuito del consumo, requieren (para darle
una pantalla "compasiva" al sistema) de una estructura "asistencialista"
compuesta por la ONU y las organizaciones internacionales que representan una
carga y un "pasivo indeseable" en los balances de gobiernos y empresas
trasnacionales a escala global.

Dentro del mercado y de la sociedad de consumo capitalista, la lógica de


producción no se mide por la satisfacción de las necesidades básicas de la
sociedad (comida, vivienda salud, educación etc.) sino por los parámetros de
optimización de la rentabilidad privada.

La producción de bienes y servicios (esenciales para la supervivencia) controlada


por el capitalismo está socializada, pero su utilización está privatizada: No
responde a fines sociales de distribución equitativa de la riqueza producida por el
trabajo social sino a objetivos de búsqueda de rentabilidad capitalista privada.

El objetivo estratégico central del sistema (su lógica y esencia funcional) está
motorizado, en primer término, por la búsqueda de la rentabilidad para sus
empresas y bancos transnacionales, su columna vertebral ejecutora de sistema
económico dominante a escala planetaria.

Esta dinámica -históricamente probada- genera un resultante contradictorio:


Achicamiento del consumo, concentración de riqueza en pocas manos, y
expulsión del circuito del consumo y de la supervivencia de miles de
millones de personas.

La población del mundo ya supera los 6.500 millones de personas, de la cuales


sólo alrededor de 500 millones, las "clases altas" (ricos y súper ricos) se ubican
en el status de "nivel óptimo" de consumo que requieren las necesidades
operativas de rentabilidad de los bancos y empresas que hegemonizan la
industria, el comercio y las finanzas del sistema capitalista impuesto a escala
global.

Fuera de este triángulo del "consumo óptimo", compuesto en su vértice por el


segmento de los ricos y "súper-ricos", alimentado por el sector concentrador de
riqueza a escala global, se encuentran otros 2.500 millones de personas, las que
(sin llegar al "consumo óptimo" de los "súper ricos") desarrollan un "consumo
regular" de los bienes y servicios producidos y ofertados (para quien pague por
ellos) por la estructura productiva capitalista.

Este sector está formado por los sectores llamados "clases medias" (en estratos
de "alta" a "baja") que se ubican en el medio de la pirámide de la sociedad de
consumo capitalista, tanto en los países centrales como en las áreas periféricas,
emergentes o subdesarrolladas, de Asia, África y América Latina.

Debajo de estos segmentos, hay una franja de población de aproximadamente


3.500 millones de personas que oscilan entre la "pobreza estructural" (no cubren
sus necesidades básicas) y la "indigencia" (carentes de medios de
supervivencia), que conforman una "masa crítica" de expulsados del circuito del
mercado masivo del consumo.

"Pobres estructurales" e "indigentes", marcan las fronteras de la exclusión social,


y son el producto histórico más representativo, el emergente social de un sistema
económico que no produce con fines sociales sino con fines de rentabilidad
individual conseguida con la explotación del trabajo social.

Como el sistema dominante solo produce para quien pueda pagar por los
bienes y servicios, esta masa expulsada del circuito del consumo (por la
dinámica concentradora de riqueza en pocas manos) le "sobra" al sistema
capitalista, y sólo una cantidad reducida (la masa integrada que va quedando
detrás de las expulsiones periódicas) le produce ganancia a las grandes empresas
y bancos transnacionales que controlan todos los eslabones del mercado y la
producción mundial.

Y esta expulsión sistemática de los parámetros de supervivencia humana arroja un


resultado:

Según la ONU, en el mundo ya hay más de 3.500 millones de personas que


padecen hambre, pobreza o desnutrición, la cifra más alta de la historia, cerca
de la mitad de la población mundial, que hoy ya se estima en alrededor de 7.000
millones de personas.

Según la ONU, con "menos del 1%" de los fondos económicos que han utilizado
los gobiernos capitalistas centrales para salvar al sistema financiero global (bancos
y empresas que han desatado la crisis económica), se podría resolver la
calamidad y el sufrimiento de los miles de millones que son víctimas de la
hambruna a escala mundial. ¿Y por qué no se hace? Por una razón de fondo: Los
pobres, los desamparados, la "población sobrante", no son un "producto
rentable" para el sistema capitalista.

No consumen, o lo poco que pueden consumir para supervivir en escalas


marginales, no alcanza para mantener los estándares de rentabilidad que requiere
el aparato productivo y la sociedad de consumo capitalista.

Por lo tanto, la fábrica de "población sobrante" del sistema capitalista, genera


como emergente más inmediato bolsones de rebelión y de estallidos sociales
que se potencian a niveles impensables dentro del colapso económico financiero
desatado a escala mundial.
La "solución maltusiana"

¿Qué hacer con la "población sobrante", con los pobres, con los desintegrados
expulsados del mercado del consumo capitalista?

¿Pueden volver a ser incluidos dentro del mercado como consumidores regulares?

Para los expertos, en la actual configuración del sistema productivo mundial (sólo
orientado al segmento de los que pueden pagar) es lógicamente improbable (sino
imposible) reincorporar a la masa de de "población sobrante" que sólo podría
realizarse por medio de la "socialización" del producido de riqueza mundial.

Algo imposible de realizar dentro de los parámetros de rentabilidad privada que


rige la estructura capitalista privada nivelada para todo el planeta.

¿Y qué va a pasar cuando los pobres y los hambrientos, empiecen a estallar


como una masa de rebelión violenta por las áreas emergentes y
subdesarrolladas del sistema a escala global?

El sistema, más allá de un asistencialismo superficial, no está diseñado ni


preparado para cubrir contingencias alimentarias a gran escala como ya se verificó
con la crisis alimentaria producida por la suba de alimentos en el 2008.

En la Cumbre Mundial sobre Seguridad Alimentaria que se celebró en Roma, en


noviembre del 2009, el director general de la Organización para la Agricultura y la
Alimentación (FAO) de Naciones Unidas, Jacques Diouf, ante la ausencia de los
líderes políticos de los países ricos, señaló que "el problema del hambre no es
una prioridad para los países más ricos".

El fracaso reiterado de las cumbres por la solución de la pobreza y del hambre,


revela por si solo que los pobres y hambrientos del mundo (por una estricta
valoración de la ecuación "costo-beneficio" capitalista) ya fueron abandonados a
su suerte y condenados a muerte sin juicio previo.

El capitalismo, está probado, carece de una salida inclusiva y también de una


salida asistencialista para la masa de población sobrante que se incrementa
aceleradamente con la crisis económica del sistema.

Pague o haga dieta: Parece ser la receta final del sistema capitalista para la masa
mundial de población sobrante, empobrecida y hambrienta, que permanece fuera
del mercado del consumo.

¿Qué hacer con los pobres y hambrientos que pueden marchar en una rebelión
sangrienta y desesperada hacia la conquista de comida por la fuerza en las
grandes urbes? ¿Si el sistema no los puede incluir cuál es la solución?
Aquí llegamos al punto de "solución maltusiana" más descarnada. Si el sistema
capitalista no los puede incluir y quiere sobrevivir, evitando una masiva rebelión de
los pobres atacando sus metrópolis, por lógica, tiene que buscar y concretar una
nueva forma quirúrgica de exterminarlos sin dejar rastro.

¿Nuevos hornos crematorios de "solución final" en gran escala?

Laboratorios experimentales

Como principio experimental, los nuevos hornos crematorios de "población


sobrante" ahora cambiaron de denominación. Ya no se llaman hornos crematorios
sino "guerra contraterrorista".

Bajo esa denominación, desde el 2001, funcionan operaciones militares de


exterminio masivo que abarcan áreas estratégicas de "población sobrante" de
Asia, África y Medio Oriente.

Los nuevos hornos crematorios son los bombardeos masivos a supuestos


búnkeres de "terroristas" situados en áreas densamente pobladas de
poblaciones civiles habitadas por pobres y marginales, conformados como nuevos
laboratorios experimentales de "solución final" (incorporada) para contener las
futuras rebeliones de hambrientos.

En Irak, distintas organizaciones internacionales estiman en más de un millón los


muertos desde la ocupación, en Afganistán, las victimas se cuentan por
centenares de miles en los distintos frentes militares imperiales de Asia y África,
las víctimas se suman por decenas de miles.

Los exterminios militares continuados de Israel en Gaza y en Líbano, son


apenas la punta de un iceberg de un genocidio en alta escala de "población
sobrante" que desde el 2001, y en nombre de la "guerra contraterrorista", ha
masacrado a millones de seres humanos en las áreas subdesarrolladas y pobres
de Asia, África y Medio Oriente.

Las matanzas son diarias, sistemáticas, continuas, y nadie las contabiliza en una
estadística general que seguramente sorprendería y choquearía por la
intensidad numérica de las masacres que se suman ante la indiferencia mundial de
gobiernos y de las sociedades idiotizadas y alienadas por la estructura mediática.

Mientras la población "incluida" goza de espectáculos, consume productos y


depresión individualista, y vive sus problemas como el fin de la historia, hay una
maquinaria militar aceitada que ejecuta "población sobrante" durante las 24 horas
del día.

Esta nueva "solución final" maltusiana aplicada militarmente, que evoluciona de


lo simple a lo complejo, tiene un clara línea de ejecución y continuidad en los
procesos de ocupación militar (Irak y Afganistán) y en los distintos escenarios de
"guerra contra el terrorismo" en Asia, África y Medio Oriente.

Líbano, Irak, Gaza, Afganistán, Irak, Pakistán, Sudán, Somalia, entre otros (al
margen de los objetivos geopolíticos y militares que representan dentro del tablero
de la guerra intercapitalista por el apoderamiento del petróleo y de los recursos
estratégicos), son teatros experimentales de exterminio militar en masa de
"población sobrante" que funcionan bajo la carátula operativa de la "guerra contra
el terrorismo".

Bajo la total indiferencia de la población mundial "incluida", casi a diario, y en


nombre de la "guerra contraterrorista", se registran matanzas militares de
"población sobrante" que son tomadas como un "hecho natural" por la prensa del
sistema.

Gaza, Líbano, Afganistán, Pakistán, Irak, Sudán, Somalia, Nigeria, Yemen, son los
ejemplos más sobresalientes de estos ensayos experimentales de supresión
militar diaria de "población sobrante" que se suceden ante la total indiferencia de
la sociedad mundial de los incluidos en el mercado del consumo.

En este escenario, luego de Líbano y de Gaza, la última experiencia más


sobresaliente de exterminio militar relámpago de "población sobrante" en masa
fue Sri Lanka, en mayo del 2009.

En Sri Lanka (ex Ceilán), en lo que EEUU y las potencias occidentales calificaron
como "fase final contra el terrorismo tamil" fueron asesinadas, en sólo cuatro
semanas, más de 20.000 civiles, según una investigación del diario británico The
Times.

La cifra, triplicó la información oficial aportada por la ONU y el gobierno títere


ceilandés. A su vez, la operación de exterminio militar dejó a más 300.000 civiles
con sus viviendas destruidas y sometidos a una catástrofe humanitaria sin
precedentes.

La masacre, realizada mediante bombardeos aéreos y terrestres ininterrumpidos


sobre poblaciones civiles, sentó un precedente de "práctica genocida impune", un
procedimiento de exterminio militar aceptado y tolerado sobre la base de la
complicidad del "silencio" de los gobiernos mundiales y de las organizaciones
internacionales, a los que se sumaron (en calidad de grandes ocultadores y
manipuladores) las grandes cadenas mediáticas y sus repetidoras locales a nivel
de los cinco continentes.

Pero el laboratorio nunca se detuvo. Más allá de sus cíclicas "masacres


relámpago" las masacres funcionan durante las 24 horas del día como una
aceitada maquinaria de exterminio masivo que no se detiene nunca.
En Afganistán, Irak, Pakistán, África y Medio Oriente, los operativos masacre de
"población sobrante" son sistemáticos, y las cifras de muertos (que se suman a
diario) no son registrados en forma general por las estadísticas oficiales ni por la
prensa del sistema.

Son los nuevos hornos crematorios para exterminar a los excluidos


"sobrantes" del sistema, que pasan desapercibidos por la malla de complicidad
existente entre los medios de comunicación, los gobiernos y la sociedad de los
"incluidos" a escala global.

Como le diría Bush a Obama: Se trata de la "guerra contraterrorista", estúpido.

Manuel Freytas es periodista, investigador, analista de estructuras del poder,


especialista en inteligencia y comunicación estratégica.

Artículo publicado el 5 de marzo del 2010 en http://www.iarnoticias.com/

http://www.iarnoticias.com/2010/secciones/co
ntrainformacion/0025_exterm_poblac_sobrant
e_04mar2010.html

http://www.iarnoticias.com/
 

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