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Revisa la columna de opinión elaborada por 

María Teresa Oré, miembro de la


Asamblea del INTE-PUCP y especialista en gestión social del agua publicada en Punto
Edu.

Tener acceso al agua potable es un derecho que no es compartido por todas las
familias peruanas

«A lavarse las manos con agua y jabón por veinte segundos y varias veces al
día» «Agua y jabón para salvar tu vida»

Esas son las primeras medidas que recomiendan en todo el mundo para combatir el
coronavirus (COVID-19). El agua ha vuelto a cobrar protagonismo en tiempos de
pandemia. Sin embargo, ¿quiénes en el Perú tienen acceso al agua potable durante 24
horas al día, en las ciudades y en las zonas rurales? ¿Una familia de Carabayllo o del
distrito limeño de Surco? ¿Las familias campesinas de las regiones de Apurímac o
Puno? Tener acceso al agua potable es un derecho que no es compartido por todas
las familias peruanas.

Las brechas por el acceso al agua potable y al saneamiento en las zonas urbanas
todavía son altas. Más aún en comparación con las zonas rurales del país. Las
personas sin acceso al agua potable son las más vulnerables, y esto se pone en evidencia
en esta pandemia. Muchísimas familias se ven en la necesidad de salir diariamente de
sus casas para conseguir o comprar agua con los pocos recursos económicos que
cuentan: «Queremos agua, señor presidente, para evitar contagiarnos»[1], decían
llorando pobladores de un asentamiento humano en Lima.

Muchísimas familias se ven en la necesidad de salir diariamente de sus casas para


conseguir o comprar agua con los pocos recursos económicos que cuentan».

Siempre hemos escuchado que el agua es «fuente de vida», pero también es uno de los
recursos más escasos y reclamados por la población. Es el origen de conflictos
socioambientales en distritos y conos de la capital y en diversas regiones del país. Estos
han venido marcando nuestra agenda política de los últimos años. Esto nos hace
regresar a los debates de los años noventa: ¿el agua es un bien común o es un bien
económico? Esta disyuntiva le tomó veinte años al país antes de lograr un acuerdo, que
concluyó con la promulgación de la nueva Ley de Recursos Hídricos en marzo del
2009. La ley priorizó al agua como bien económico, un recurso clave para la actividad
productiva del país. Hoy, la pandemia del COVID-19 nos vuelve a poner sobre la mesa
ese debate y la necesidad de repensar el agua como bien común.

En estos días se ha puesto en cuestión y se ha criticado la situación precaria de la


infraestructura y la institucionalidad del Sistema Nacional de Salud en el Perú. Parte de
ello se debe a los problemas para el acceso al agua, de la cual depende la salud de la
población.

La pandemia del COVID-19 nos vuelve a poner sobre la mesa ese debate y la
necesidad de repensar el agua como bien común».

Ello nos lleva a preguntarnos ¿cómo se encuentra la gestión pública del agua en el país?
Esta es poco visibilizada, dado el carácter técnico que la caracteriza y los distintos
intereses que en ella se encuentran. Las principales autoridades y funcionarios de la
Autoridad Nacional del Agua, bajo la jurisdicción del Ministerio de Agricultura y
Riego, son permanentemente cambiadas, por lo que no hay continuidad institucional.
Ciertamente, la Sunass viene cumpliendo una interesante labor, y Sedapal viene
realizando y ejecutando nuevos proyectos, pero la gestión integrada del agua, cuyo
objetivo es la coordinación entre los diversos sectores y ministerios, no es efectiva
por la poca o nula relación que se da entre diversos ministerios y sectores. Existe
una fragilidad institucional. Es en estos momentos que la coordinación con el Ministerio
de Salud cobra importancia especial para hacer frente a la emergencia que plantea el
coronavirus.

La gestión integrada del agua no es efectiva. Existe una fragilidad institucional».

Asimismo, en la gestión del agua, la participación de las organizaciones de usuarios


cobra gran importancia. Sin embargo, las Juntas Administradoras de Agua y
Saneamiento -que son organizaciones comunales-, así como los encargados de
administrar, operar y mantener los servicios de agua y saneamiento en las zonas rurales
y periurbanas, son todavía débiles organizativamente.

¿Cuál es la lección que sacamos a raíz del 22 de marzo, Día Internacional del Agua, en
tiempos de coronavirus? Nos abre una ventana de oportunidad para llamar la atención
sobre la necesidad de una gestión pública del agua transparente que proporcione
seguridad hídrica, y acceso al agua potable y saneamiento a todos los
peruanos. Esta es la forma de proteger y garantizar la salud de toda la población,
entendiendo que el acceso al agua potable es un derecho humano y el agua es un bien
común.

[1]Entrevista realizada por el programa «Punto final «, domingo 22 de marzo, 2020.

Fuente: Punto Edu

Etiquetas: ACCESO AL AGUA, AGUA, Covid-19, María Teresa Oré

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