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Los otomíes son un 

pueblo indígena mexicano que, debido a la convivencia en las mismas regiones


a lo largo de los siglos, comparte rasgos de cultura material con los nahuas.
Se considera que el lugar de origen de los pueblos otomíes, en tiempos prehispánicos, fue
el noroeste del Altiplano Central mexicano, ya que en esa zona es posible rastrear diversos
pueblos con lenguas emparentadas con el otomí. Desde dicha región, donde habitaron durante
milenios, se habrían producido migraciones hacia otras áreas desde finales del período
prehispánico.
En la actualidad, los otomíes ocupan diversas áreas del centro de México. Se asientan
especialmente en el Valle del Mezquital, en el Estado de Hidalgo. También se encuentran
comunidades otomíes más o menos numerosas en los Estados de México, Querétaro y Veracruz.

¿Cuál es la realidad que ellos viven?

Los pueblos otomíes son agricultores, cultivan maíz, frijol, calabazas, también son recolectores y
cazadores. Son una comunidad donde todos se ayudan.
La organización social de los otomíes se basa en la familia que, según las regiones, puede
ser familia nuclear o familia extensa. La estructura familiar es patrilineal, es decir que los hijos
viven con la familia del padre.
El trabajo se divide por sexos. Los hombres se ocupan de los cultivos, la ganadería, la construcción
y los trabajos comunitarios, y las mujeres realizan las tareas domésticas, cuidan a los hijos y
colaboran durante la siembra y la cosecha.

Son muy importantes los trabajos comunitarios, llamados «la faena».


El pueblo otomí fabrica diversas artesanías entre las que podemos destacar la producción de
tapetes de lana, molcajetes y metates de piedra negra, sombreros de palma, sillas de tule, ayates
de fibra de maguey, textiles elaborados en telar de cintura. Se utiliza el carrizo para fabricar
macetas, canastos, sonajas en forma de paloma y cantaros para el pulque.
Los otomíes, en general, adoptan la vestimenta de los campesinos de la región donde viven. Las
mujeres mayores suelen conservar la ropa tradicional, que consiste en una blusa con bordados y
un manto, el rebozo, con el que se cubren los hombros y una falda de lana.
Los hombres usan camisa y pantalón de manta, por lo general con bordados. Sus creencias
originales también se manifiestan en los rituales propiciatorios de las actividades agrícolas, en
el culto de los muertos y en la medicina.

El pueblo otomí ha vivido una condición de sometimiento por parte del Estado, tanto en la época
colonial como en la República, sin embargo, se ha sabido adaptar manteniendo su cultura por
medio de las festividades religiosas. Lo peculiar de este pueblo es que es uno de los que más ha
estado inserto en los procesos de industrialización, lo que ha modificado sus dinámicas
sustancialmente, sin embargo, la indiofobia los mantiene en una condición de marginalidad.

 En promedio, el 6% de la población cuenta con energía eléctrica. Al igual que con el hacinamiento,
esta problemática no se distribuye de manera homogénea al interior de los municipios, ni
tampoco corresponde únicamente a los territorios indígenas, pero sí es en éstos donde encuentra
sus cifras más altas.

La mayoría vive en piso de tierra, debido a esto es más frecuente que se den casos de
enfermedades gastrointestinales en las familias. Esto se debe a que en el polvo es posible
encontrar agentes patógenos que se pueden ingerir en los alimentos y producir dichas
enfermedades.

El analfabetismo no es exclusivo de las regiones indígenas, pero sí recrudece en ellas. En la región


otomí las zonas indígenas llegan a alcanzar hasta 39.65 por ciento de su población de 15 años o
más en condición de analfabetismo.

En el año 2000, 60 por ciento de la población en la región otomí no contaba con derechohabiencia,
mientras que para 2010 se redujo a 34 por ciento. 

De manera general, se observa que las zonas habitadas por los indígenas dentro de la etnorregión
otomí de la entidad, presentan los niveles más bajos de educación, así como también las
condiciones más precarias de vivienda. Estos fenómenos son comprensibles cuando se relacionan
los resultados con la teoría.
Tal como se mencionó anteriormente, para el capitalismo y la cultura que éste trata de imponer,
lo esencial es crear trabajadores desvinculados de la tierra y con un conocimiento básico para
operar la maquinaria de las industrias o desempeñar determinadas tareas, por lo cual la educación
integral de quienes son la fuerza de trabajo que explotan no es prioridad.

La marginación hacia los indígenas se da en distintas dimensiones, como la educativa, la


económica, en el aspecto de la salud, en la vivienda, etc. y se presenta en grados alarmantes si se
compara con la población no indígena. Se puede observar que los indígenas se encuentran por
debajo de lo necesario para tener acceso a lo que se consideraría una buena calidad de vida.

¿Cómo su realidad contrasta con la mía?

Existen muchas diferencias entre la forma de vivir de los pueblos otomíes y la mía, para empezar
en su estilo de trabajo, yo trabajo en una escuela, que se encuentra en una ciudad que cuenta con
todos los servicios y nunca he tenido actividades de campo, como lo hacen ellos. Aunque en temas
de familia es un poco parecida, yo crecí en una familia nuclear con una estructura patrilineal, como
lo fue con mi abuelo. De igual forma contrasta mucho en relación a las actividades que hacen las
mujeres, ya que ellas apoyan a los esposos en sus actividades en campo y cuidan todo el día a sus
hijos, al contrario, yo por mi trabajo, laboro todo el día de forma independiente y por la noche
estoy con mi hijo. Tampoco realizo trabajos comunitarios con mi familia.

En mi forma de vestir, bueno, definitivamente no visto de ropa tradicional, ni uso rebozo, es una
vestimenta más de la cultura pop y ejecutiva la que empleo.

Cuatro aspectos más que estoy seguro contrastan más la diferencia entre el estilo de vida que
ellos tienen y el mío, es que yo siempre he gozado de tener luz eléctrica, por lo tanto internet y un
nivel de comunicación bastante bueno, a diferencia de ellos que la mayoría vive sin ellas, y
también he gozado de un piso de mosaico, no he tenido la experiencia de vivir en piso de tierra, y
ni que decir de los servicios médicos, tanto de gobierno como particular, he gozado de servicios de
salud no tan solo a mi alcance sino que cerca de casa, sin tener que desplazarme muchos
kilómetros. Por último, el tema de la marginación, jamás he sido discriminada por mis orígenes ni
por el idioma que hablo, contrastante con ellos, que ha sido un impedimento hasta para encontrar
trabajo.

¿Podría adaptarme a su realidad?


Creo que todo ser humano tiene la capacidad de adaptarse a cualquier situación, siempre
dependiendo del tiempo que tengas para hacerlo y de la necesidad o motivo que este te lleve a
hacerlo. Sin embargo, sería sumamente difícil esta adaptación y al menos, por voluntad propia no
lo haría, ya que ellos mantienen sus tradiciones y forma de vida para salvar su identidad, su
idioma, sus tradiciones y costumbres, yo, por el contrario, no tengo el amor a estos valores y
tradiciones que tienen ellos, desde esa perspectiva, me sería imposible adaptarme a su realidad.

¿Cómo se relaciona con la teoría de Gustave Le Bon?

Al integrarse a una multitud, como menciona Le Bon, los otomíes adquieren un alma colectiva, por
esa razón todos tienen estos aspectos en común, como lo es su estructura social, la cuál es
patrilineal, además de sus funciones en el trabajo, dónde ya tienen por entendido que el hombre
es quién trabaja el campo y la mujer es quién realza las labores domésticas, apoya al hombre en su
trabajo y además cuida a los hijos en casa. Justo como menciona Le Bon, quedan sometidos a un
inconsciente colectivo y social, donde no se cuestiona el porqué hacen lo que hacen y mucho
menos lo llevo más allá, que es aspirar a realizar otra actividad, prácticamente se queda como ley
en sus mentes, una ley que de generación en generación deben seguir.

Le Bon también menciona tres factores básicos: Liberación instintiva, contagio mental y sugestión
colectiva, los cuales se relacionan de la siguiente manera:

Liberación instintiva: Los actos que realizan ellos, desde sus costumbres hasta su forma de trabajar
y ver la vida, que los realizan como tal de forma consciente, provienen justo de las influencias que
genera su grupo social derivado de lo que heredan, de lo que ven en sus padres, abuelos y hasta
bisabuelos, ya que estos grupos tienden a mantenerse unidos durante toda su vida.

Contagio mental: Incluso el temor que ellos tienen por el uso de la tecnología, ya que consideran
que podría alejarlos de su identidad, son producto de la misma sugestionabilidad que se produce
en la multitud del grupo, ya que todo sentimiento y acto se vuelve contagioso, estos fenómenos
también determinan la conducta que toman, tanto en el tema de la tecnología como en adaptarse
a un mundo más capitalista al cuál son ajenos.

Sugestión colectiva: Como bien menciona Le Bon, la sugestión provoca que ellos mismos
exterioricen un contagio, contagio sobre sus ideas, sus creencias, sus costumbres, sus limitaciones,
incluso sobre su temor a salir de su área de confort, la influencia de lo colectivo ejerciendo el
temor a ser individual y desarrollar una personalidad propia y libre.

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