Habilidades

lectoras 4

bimestre

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 Lectura por frases (IV)

Este texto está dividido en grupos de palabras. Lee saltando

de un grupo a otro.

■ Realiza la lectura por lo menos tres veces.

La Navidad en las montañas

9 La noche se acercaba tranquila y hermosa; era 24

9 de diciembre; es decir, que pronto la noche de
7 Navidad cubriría nuestr o hemisferio con su sombra
10 sagrada y animaría a los pueblos cristianos con sus alegrías
10 íntimas. ¿Quién que ha nacido cristiano y que ha oído
10 renovar cada año, en su infancia, la poética leyenda del
8 nacimiento de Jesús, no siente en semejante noche
9 avivarse los más tiernos ecuerdos
r de los primeros días
3 de su vida?

10 Yo, al pensar que me hallaba, en este día tan

9 solemne, en medio del silencio de aquellos bosques majestuosos.
8 aun en pr esencia del magnífi co espectáculo que se
9 presentaba a mi vista, no pude menos que interrumpir
8 mi dolor osa meditación y encerrándome en un r eligioso
8 recogimiento evoqué todas las dulces y tiernas memorias
4 de mis años juveniles.

Tiempo de lectura Número de palabras

Ejercicio 1

Tiempo de lectura Número de palabras

Ejercicio 2

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 8 Ellas se despertar on alegres como un enjambr e de
9 bulliciosas abejas y me transportaron a otros tiempos, a
10 otros lugares; ora al seno de mi familia humilde y
9 piadosa; ora al centro de populosas ciudades, donde el
10 amor, la amistad y el placer, en delicioso concierto, habían
8 hecho siempr e grata para mi corazón, esa noche
7 bendita. Recor daba mi pueblo, mi pueblo querido,
8 cuyos alegres habitantes celebraban con bailes, cantos y

Lectoras
4 modestos banquetes la Nochebuena.

7 Parecíame ver aquellas pobres casas adornadas con

9 sus nacimientos y animadas por la alegría de la
7 familia; ecordaba
r la pequeña iglesia iluminada, dejando
8 ver desde el pórtico el pr ecioso belén, curiosamente
8 levantado en el altar mayor; par ecíame oír los
7 armoniosos repiques que r esonaban en el campanario,
10 medio derruido, convocando a los fieles a misa de gallo.

Tiempo de lectura Número de palabras Palabras contadas

Ejercicio 3

Fecha: / /

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 Trazado de márgenes (IV)
Observa las líneas que atraviesan el texto. Empieza a leer donde
está la raya de la izquierda y termina donde encuentres la de la
derecha.

■ Repite el ejercicio varias veces, hasta que de modo natural

leas de una raya a la otra.

La Navidad en las montañas

12 Aún escuchaba con el corazón palpitante, la dulce voz de mi padr e,
12 excitándonos a mis hermanos y a mí a arreglarnos pronto para dirigirnos
18 a la iglesia, a fin de llegar a tiempo; y aún sentía la mano de mi buena y
9 santa madre tomar la mía para conducirme al oficio.

11 Después me par ecía llegar, penetrar por entr e el gentío que se

13 precipitaba en la humilde nave, avanzar hasta el pie del presbiterio y allí
11 arrodillarme, admirando la hermosura de las imágenes, el portal con la
11 escarcha, el semblante risueño de los pastores, el lujo deslumbrante de
9 los Reyes Magos y la iluminación espléndida del altar.

15 Aspiraba con delicia el fresco y sabroso aroma de las ramas de pino y el

13 heno que se enredaba en ellas, que cubría el barandal del presbiterio y
11 que ocultaba el pie de los blandones. V eía después apar ecer al
12 sacerdote con su alba bordada, con su casulla de brocado seguido de
8 los acólitos, vestidos de rojo con sobrepellices blanquísimas.

Tiempo de lectura Número de palabras

Ejercicio 1

Tiempo de lectura Número de palabras

Ejercicio 2

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 13 Y luego, a la voz del celebrante, que se elevaba sonora entr e los
9 devotos murmullos del concurso, cuando comenzaban a ascender las
10 primeras columnas de incienso, de aquel incienso r ecogido en los
13 hermosos árboles de mis bosques nativos y que me traía con su perfume
13 algo como el perfume de la infancia; resonaba todavía en mis oídos los
10 alegrísimos sones popular es con que los tañedor es de arpas, de
11 bandolinas y de flautas saludaban el nacimiento del Salvador. El Gloria
10 in excelsis, ese cántico que la religión cristiana, poéticamente supone
10 entonado por ángeles y niños, acompañado por alegres repiques, por
14 el ruido de los petar dos y por la fr esca voz de los muchachos del
11 coro, parecía transportarme con una ilusión encantadora al lado de mi
13 madre, que lloraba de emoción, de mis hermanitos, que reían y de mi

Lectoras
11 padre, cuyo semblante severo y triste, parecía iluminado por la piedad
1 religiosa.
12 Y después de un momento en que consagraba mi alma al culto
13 absoluto de mis recuerdos de niño, por una transición lenta y penosa me
11 trasladaba a México, el lugar depositario de mis muchas impr esiones de
1 joven.
13 Aquel era un cuadro diverso. Ya no era la familia: estaba entre extraños;
14 pero extraños que eran mis amigos; la bella joven por quien sentí la vez
11 primera palpitar mi corazón enamorado, la familia dulce y buena que
10 procuró con su cariño atenuar la ausencia de la mía.

Tiempo de lectura Número de palabras Palabras contadas

Ejercicio 3

Fecha: / /

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 Movimiento de ojos en zigzag (IV)

Sigue los rectángulos negros como si leyeras algo. Mueve los

ojos tan rápidamente como puedas, de izquierda a derecha,
renglón por renglón.

■ Practica máximo tres minutos.

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Lectoras
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 Palabras clave (IV)
Lee el texto y subraya la información más importante.

La Navidad en las montañas

Pero volviendo de aquel encantado mundo de los recuerdos a

la realidad que me rodeaba por todas partes, un sentimiento de
tristeza se apoderó de mí. ¡Ay!, había repasado en mi mente aquellos
hermosos cuadros de la infancia y de la juventud; pero ésta se alejaba
de mí a pasos rápidos y el tiempo que pasó al darme su poético adiós
hacía más amarga mi situación actual.
¿En dónde estaba yo? ¿Qué era entonces? ¿A dónde iba? Y un
suspiro de angustia respondía a cada una de estas preguntas que me
hacía, soltando las riendas de mi caballo, que continuaba su camino
lentamente.
Eran las posadas con sus inocentes placeres y con su devoción
mundana y bulliciosa; era la cena de Navidad con sus manjares
tradicionales y con sus sabrosas golosinas; era México, en fin, con
su gente en la calle corriendo gallo; con su plaza de armas llena
de puestos de dulces; con sus portales resplandecientes; con sus
dulcerías francesas, un mundo de juguetes y confituras preciosas; eran
los suntuosos palacios, derramando por sus ventanas torrentes de luz
y armonía. Era una fiesta que aún me causa vértigo.
Me hallaba perdido en medio de aquel océano de montañas
solitarias y salvajes; era yo un proscrito, una víctima de las pasiones
políticas, e iba tal vez en pos de la muerte, que los partidarios en la
guerra civil tan fácilmente decretan contra sus enemigos.

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 Ese día cruzaba un sendero estrecho y escabroso, flanqueado por
enormes abismos y por bosques colosales, cuya sombra interceptaba
ya la débil luz crepuscular. Se me había dicho que terminaría mi
jornada en un pueblecillo de montañeses hospitalarios y pobres, que
vivían del producto de la agricultura, y que disfrutaban de un bienestar
relativo, merced a su alejamiento de los grandes centros populosos, y
a la bondad de sus costumbres patriarcales.
Ya se me figuraba hallarme cerca del lugar tan deseado, después
de un día de marcha fatigosa: el sendero iba haciéndose más

Lectoras
practicable, y parecía descender suavemente al fondo de una de las
gargantas de la sierra, que presentaba el aspecto de un valle risueño,
a juzgar por los sitios que comenzaba a distinguir, por los riachuelos
que atravesaba, por las cabañas de pastores y de vaqueros que
se levantaban a cada paso al costado del camino, y en fin, por ese
aspecto singular que todo viajero sabe apreciar aun a través de las
sombras de la noche.
Algo me anunciaba que pronto estaría dulcemente abrigado bajo
techo en una choza hospitalaria, agasajado por aquella gente ruda,
pero sencilla y buena a cuya virtud debía yo, desde hacía tiempo,
inolvidables servicios.
Mi criado, soldado viejo, y por lo tanto acostumbrado a las largas
marchas y al fastidio de las soledades, había procurado distraerse
durante el día, ora cazando al paso, ora cantando, y no pocas veces
hablando a solas, como si hubiese evocado los fantasmas de sus
camaradas del regimiento.
Entonces, se había adelantado a alguna distancia para explorar el
terreno, y sobre todo, para abandonarme con toda libertad a mis
tristes reflexiones.

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 Completar oraciones (IV)

Trabaja con tres compañeros. Escriban en los espacios

las palabras que completen las ideas.

La Navidad en las montañas

Repentinamente lo vi a galope, como portador
de una noticia extraordinaria.
—¿Qué hay, González? —le
Nada, mi capitán, sino que habiendo visto a unas
que iban a caballo delante de , me avancé a
reconocerlas y a tomar informes, y me encontré con que eran el
cura del adonde vamos y su mozo, que vienen de
una confesión y van al a celebrar la Nochebuena.
Cuando les dije que mi capitán venía a retaguardia, el señor
me mandó que viniera a ofrecerle de su parte alojamiento, y allí hizo
alto para esperarnos.
—¿Y le diste las gracias?
—Es claro, mi capitán, y aun le dije que bien necesitábamos
de todos sus auxilios, porque venimos y no
hemos encontrado en todo el día un triste rancho donde comer
y
—Y ¿qué tal? ¿Parece buen sujeto el cura?
—Es español, mi capitán, y creo que es todo un
—¡Español! —me dije yo— eso sí me alarma; yo no he conocido
clérigos más que jesuitas o carlistas, y todos malos.
En fin, con no promover disputas políticas me evitaré cualquier
disgusto y pasaré una agradable. Vamos, González,
a reunirnos con el cura.

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 Con otros tres compañeros haz lo mismo que en el ejercicio
anterior. Comenten las respuestas con sus compañeros de
grupo.

Diciendo esto, puse mi a galope, y un minuto

después llegamos adonde nos el eclesiástico y su
mozo.
Señor capitán —me — en todo tiempo
tengo el mayor placer de ofrecer mi humilde hospitalidad
a los peregrinos que una rara casualidad suele traer a
estas ; pero en esta noche es doble mi regocijo,

Lectoras
porque es una noche sagrada para los corazones ,
y en la cual el deber ha de cumplirse con entusiasmo: es la
Nochebuena, señor.
Di las al buen por su
afectuosidad, y acepté desde luego oferta tan lisonjera.
—Tengo una cural muy modesta —añadió—
como que es la casa de un cura de aldea, y de aldea pobrísima. Mis
feligreses viven con el producto de un agotador
y no siempre fecundo. Son labradores y ganaderos, y a
veces su cosecha y sus apenas les sirven
para Así es que mantener a su pastor es una
carga demasiado para ellos y no alcanzan a darme
todo lo que quisieran, aunque por mi parte tengo todo lo que
y aun me sobra. Sin embargo, me es preciso
anticipar a usted esto, señor capitán, para que disimule mi escasez
que, con todo, no será tanta que no pueda yo a
usted una buena lumbre, una blanda cama y una hoy
apetitosa, gracias a la fiesta.

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 Rastreo visual (IV)

Sigue las intrucciones. Observa el ejemplo.

• Busca, renglón por renglón, las letras del recuadro.

• Localízalas en el orden en el cual se presentan y rodéalas.
• Debes hacer la búsqueda de izquierda a derecha.

a bcd e f g h i j k l mnño p q r s t u v w x y z

Lits pano der c fym bix omc zeh. T oug doj kelh xyp

gorw zil fuv tloms. Ikn zurth pamg byh pawt vox. Casn

quork fyrz tuc bise baj. Paz wrenk tux dof sawb. Stulh

ym dagn eñt cerbo tafz pegy sbat quach agx chis. Faber

zib falj deb stehc kog yach nekuh. Bim enp lifab bov

neoch lyp cwea. Kirg roxic ah lerst baye zem plequ chon.

Niwh gelf sov yexp tial pr omb zud piy nulc gom stid

. Hawx molk
uhk. Perz yos thuw. Snat figor quap toz viby

tepit dow pacy arj kets rezod. Ulb chud zarf pum. Tras

nadñw feth styb diboz bey wich talp kud gleq durf shom.

Dely bith muj davec. Koln ginf kilj ewn paox famr leeb.

Ropde igf dalh loya purg acb stim ratf rebuz.

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 a bcd e f g h i j k l mnño p q r s t u v w x y z

Arom bixto. Heen dolk roche hekis tuv yiho koder quop

Lectoras
frittin phox. Qull gump burs chom maj yaril trun jub

naboy zaw boken lete. Naden bom razew nush harb

ñufid. Zoy cate gud gult. Pamel gues quim flek r emb

caw. Dil sauf delm gaton. Fliz bluke jeg bol nime hovic

pidar mok newek dep tane frax. Basy curit loid zarimp.

Niwh gelf sov yexp tial pr omb zud piy nulc gom stid

uhk. Perz yos thuw . Snat figor quap toz viby . Hawx

molk tepit dow pacy arj kets er zod. Ulb chud zarf pum.

Tras nodow feth stñb dibaz boy wich talp kud gleq durf

shom. Dely bith muj davec. Koln ginf kilj ewn paox famr

leeb. Ropde igf dalh loya purg acb stim ratf rebuz.

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 Discriminación (IV)

Encuentra las quince diferencias.

■ Observa los dos dibujos.

■ Rodea las diferencias.

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 Lectoras

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 Taller de lectura

Con base en la historia La Navidad en las montañas, dibuja

en cada recuadro lo que se pide.

• Algunos personajes que aparecen en el cuento.

• Lugar donde ocurren los hechos.

• Suceso más importante del cuento.

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 Divide la historia La Navidad en las montañas en tres
momentos: lo que ocurrió al inicio, lo que pasó después
y lo que pasó a final.

Inicio:

Lectoras
Después:

Final:

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 Emplea las técnicas de lectura que trabajaste durante
el bimestre y reconoce tus avances.

La química de los vampiros

Los vampiros, aunque algunas personas no lo crean, son
personajes que pertenecen exclusivamente al mundo de la ficción.
El más famoso de ellos es el Conde Drácula, que fue creado por el
escritor Bram Stoker y que ha generado numerosas adaptaciones
cinematográficas que van desde el terror al humor.

La leyenda de los vampiros se ha ido gestando poco a poco,

desde las características que la novela de Bram Stoker les atribuyó
hasta las que cada nueva creación cinematográfica incorpora.
El resultado es que hoy caracterizamos a los vampiros de manera
muy particular: necesitan alimentarse de sangre, no les puede dar
directamente la luz del Sol, porque los daña, huyen de los ajos y
de las cruces. Algunas de esas características parecen inspiradas
en una misteriosa enfermedad de la sangre: la porfiria.

Unos compuestos químicos denominados porfirinas se acumulan

en la piel, los huesos y los dientes. Algunas de estas porfirinas
sufren una reacción química por acción de la luz, lo que da lugar a
compuestos que destruyen los tejidos cercanos y, en consecuencia,
la piel se llena de ampollas y los huesos se corroen. En el proceso
también se produce una fuerte anemia, lo que provoca debilidad
y por tanto una gran palidez. En definitiva, esta enfermedad reúne
muchas de las características que se atribuyen a los vampiros.
M. A. Gómez, en El rincón de la ciencia, 59, junio 2011
centros5.pntic.mec.es/ies.victoria.kent/Rincon-C/rincon.htm (adaptación).

Fecha:
Tiempo de Número de Palabras
lectura palabras contadas
Al final del cuarto
bimestre

¿Qué texto te gustaría leer en las próximas semanas? Coméntalo.

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