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INFORME DE LECTURA

TEOLOGÍA Y POSMODERNIDAD

Juan Manuel Díaz Oñoro


USTA Manizales
Facultad de educación
Lic. Teología I semestre

Berzosa, Raúl (1994). “Hacer teología hoy”. Editorial San Pablo. Madrid.

Cecilio Raúl Berzosa Martínez es un teólogo católico español que nació en Aranda de

Duero (Burgos) el 22 de noviembre de 1957. Doctor en Teología Dogmática, Licenciado

en Derecho Canónico y Diplomado en Ciencias de la Información. Obispo de Ciudad

Rodrigo. Realizó los estudios eclesiásticos en el Seminario Menor de Burgos (1968-

1974) y en la sede de Burgos de la Facultad de Teología del Norte de España (1974-

1982), donde obtuvo el Doctorado en Teología Dogmática (1984).

Fue ordenado sacerdote el 8 de noviembre de 1982, en Valencia, por Su Santidad Juan

Pablo II. Está incardinado en la archidiócesis de Burgos.

De 1984 a 1987 realizó los cursos de Licenciatura en Derecho Canónico en la Pontificia

Universidad de Santo Tomás de Aquino en Roma y los cursos diplomáticos en la

Pontificia Academia Eclesiástica. Durante este período estudió Antropología Teológica

en la Pontificia Facultad Teológica “Teresianum” y siguió un curso de periodismo en el

Instituto Profesional “Lazio”, en Roma.

Obispo Auxiliar de Oviedo (2005) y Obispo de Ciudad Rodrigo (2011).

Colabora con varias revistas de investigación, divulgación y cultura religiosa 1.

1
Tomado de Wikipedia, con algunos datos del libro del que Berzosa es autor, pero más actualizados por dicha
página.
Hacer teología hoy es un texto que analiza las teologías existentes y sus paradigmas

antes del Concilio Vaticano II, y el desarrollo de las teologías posconciliares, así como

los aportes que pueden dar a los hombres de hoy, situados en una cultura posmoderna

y con rasgos multirreligiosos. Muestra también que el cristianismo tiene mucho que

aportar a temas como la posmodernidad y la Nueva Era, sin olvidar la propia historia.

El autor comienza este apartado “Teología y posmodernidad” comentando los factores

configuradores de la modernidad: el asentamiento de la burguesía, el mito del progreso

(vinculado al primero), el descubrimiento del hombre como ser personal e histórico y no

cosmológico, la crítica de la religión (deviene del anterior), lo económico y por último la

reestructuración simbólica del mundo religioso. Esto ha hecho que la religión se haya

convertido en materia de debate, “cuestión de conciencia, pero no ley de la sociedad, ni

una cuestión pública”. Afirma también que se ha ido construyendo una mitología de la

modernidad puesto que la sociedad ha ido esculpiendo sus propios dioses y su Olimpo,

con base en el progreso científico, aunque en todo ello parezca asomar un regreso o

pseudorregreso a lo sagrado, ya que la experiencia de lo sagrado, de lo religioso, se

vive fuera del centro, desligada de las grandes iglesias o liturgias históricas.

El autor habla del “gran relato”, las grandes instituciones, religiones, liturgias. Todos

estos que han marcado la modernidad ya no dicen nada, sino que ahora hay una

multiplicación de horizontes de sentido.

Ante todo esto, dice el autor, la respuesta desde la teología debe darse desde tres vías:

- La “vía estética”, pues tras lo bello se oculta la deidad.

- La “vía ética”, en cuanto lo sagrado aparece para establecer un orden ético, y

- La “vía mística”, para llegar a Dios más por vía vital que racional.
Partiendo de esto, el autor, basado en otros autores que cita en su texto, afirma que “la

Iglesia debe mostrar que la utopía evangélica anida en ella misma con fuera y realismo,

rompiendo el pragmatismo insolidario de la cultura posmoderna. Es el único camino

para hacer creíble el metarrelato cristiano”. Con esta premisa muestra que el camino

para dar respuesta a la situación religiosa posmoderna desde la cristiandad es el

camino de la caridad, de no pretender demostrar la existencia de Dios sino de amarle y

de pensar en la gratuidad de su Amor. La Iglesia también debe procurar aprender a

dialogar con la cultura posmoderna sin sancionarla. Así mismo redescubrir la oración

personal y comunitaria y las formas de ejercer la autoridad en la Iglesia.

Por último, el autor afirma que, para buscar un método teológico posmoderno, se

necesita redescubrir la dimensión mística, optar por el pobre y hacer lectura del reverso

de la historia, romper con todo lo que hace del cristianismo una ideología y por vivir

coherentemente y con base en la caridad cristiana. Debe darse también un

redescubrimiento de un Dios vivo y encarnado y dejar de lado un “reduccionismo” de la

fe, sin espiritualismos idealistas ni “imanentismos culturales”.

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