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Sueño mortal.

Pablo Cid Ávila

Caminando un estrecho bosque me encuentro a un hombre sentado. Tiene los


ojos entrecerrados y parece que intenta decir algo, sus palabras se dirigen a mí.
Murmullos salen de su boca, pero no es muy comprensible

-Palabras…conta…giosas..- fue lo único que alcancé a oír. Una extraña sensación


invade mi mente.

La leyenda de este bosque cuenta que fue hechizado con una maldición, la gente
que tiene aldeas cerca ya no está y hay demasiado silencio como para estar
cómodo. Me dejo llevar por el camino, pero ahora mi mente me pesa. Tengo que
llegar al otro lado, es la salida mas cercana.

- ¡Espera un momento ¡- Esta vez oí al aldeano con mas claridad, pero cuando
volteé a ver de donde venía no veía mas que niebla. Mi humor se fue
oscureciendo junto con el bosque. Horas antes, cuando lo bello del bosque
todavía era algo nuevo para mí, estaba muy confiado en que lo podía cruzar,
encontrar la salida y llegar a casa a tiempo para la cena.

Pero entre más me adentraba al bosque, mas espesa la niebla alrededor mío,
hacía muy difícil orientarme. El musgo del bosque agarraba mis pisadas, sentía
como mi como mi cuerpo pesaba con la caminata. Pierdo el equilibro y me
detengo en un árbol, me siento mas débil. -Tengo sueño- me dije a mi mismo en
voz alta. En el momento en el que mis palabras salieron de mi boca, escuché una
sinfonía de insectos saliendo a la vida. El bzzzz de los insectos rechinó mis
dientes. Los insectos gritaban. El bosque aullaba. Pero entonces silencio
absoluto.

¡Criii¡ ¡Criii¡ ¡Criii¡

El sonido disminuyó, pero ahora empezaba a ver patrones en los sonidos. Esto no
es solo un sonido, tiene que ser algo más… Recordé lo que dijo el aldeano hace
un tiempo, pero ¿De que me habré contagiado? Parece que los insectos me
intentan decir algo.

¡Criii¡ ¡Criii¡ ¡Criii¡

-De ja vu- murmuré. Me sentí en un sueño. -Es eso- me dije, -un sueño-. El sonido
de los insectos esta vez se detuvo por completo. Luciérnagas alumbraban en
forma de camino. Me están guiando. Con mucho esfuerzo me levanto y sigo el
camino.

- ¿Será que el bosque me habrá aceptado? - A lo largo del camino encuentro una
pequeña casa olvidada, un hombre encapuchado me mira y me dice. -Entro por la
ventana, pero sin romper el vidrio. Cuando cae la luz desaparezco. ¿Qué soy?-

-¿Qué quieres decir?- conteste

-Entro por la ventana, pero sin romper el vidrio. Cuando cae la luz desaparezco.
¿Qué soy?- Me contesta ahora con un tono mas fuerte.

¿Será un gato? ¿Un pájaro? Creo que la respuesta es mas simple de lo que
parece.

-La luz del sol- contesté muy seguro.

Un rayo de luz ilumina mi rostro y la niebla parece dispersarse. Ese haz de luz me
recargo de energía cual batería. Veo la salida. Esta vez corro con miedo de que el
bosque cambie de opinión. Sentí una un extremo alivió al llegar la salida. Mirando
atrás no pude evitar de pensar en los aldeanos del bosque, en sus sueños
eternos, la razón por la que el bosque estaba tan callado. Pero lo que mas me
angustiaba al regresa a mi casa era… ¿Cuándo dejé de soñar yo?

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