Documentos de Académico
Documentos de Profesional
Documentos de Cultura
2
Página
Esta traducción fue hecha de fans para fans, sin ningún tipo de ganancia.
Para promover la buena lectura y darle la posibilidad de leer el libro a
aquellas personas que no leen en inglés. Puedes apoyar a la autora
comprando sus libros y siguiéndola en sus redes sociales.
Yiany Moreline
Emotica G. W RRZOE
Usakoserenity MadHatter
Yani
MadHatter
Atómic_Mellark
2
Página
Atómic_Mellark
Atómic_Mellark Idk.Zab
Eli25 Walezuca
MicaDeMaddox Yiany
Jessmddx
Eli25
Sole
Laura
2
Página
Sinopsis Capítulo 12
Prólogo Capítulo 14
Capítulo 01 Capítulo 15
Capítulo 02 Capítulo 16
Capítulo 03 Capítulo 17
Capítulo 04 Capítulo 18
Capítulo 05 Capítulo 19
Capítulo 06 Capítulo 20
Capítulo 10
Capítulo 11
2
Página
Emilia Lancaster es el pequeño secreto sucio de la familia real.
Queridos lectores,
¡ESPEREN!
¡Oh! Cierto.
Ahora lo recuerdo.
Un halo sucio.
¡La ropa!
Guárdatelo.
Por mi parte, preferiría pasar el resto de mis días fregando pisos en lugar
de quedarme atrapada en un castillo sofocante, rodeada de gente jodidamente
rica, forzando una sonrisa falsa durante seis periodos largos y desabridos.
Lo estoy viviendo.
EL REY HA MUERTO.
Los detalles son tan sagaces, sus bordes me cortan cuando les doy vuelta
en mi mente. El sabor rancio de la cerveza en mi lengua. El olor a cáscaras de
cacahuete agrietadas, esparcidas por la gastada barra frente a mí. El chillido de
la estática de los altavoces, con la lista de reproducción reciclada de artistas de
un solo éxito se corta con un violento cambio de interruptor.
Llamas y muerte.
Owen maldice por lo bajo, pero apenas puedo distinguir el sonido. Mis
ondas cerebrales se han vuelto estática. Me tiemblan los dedos al dejar mi
cerveza, sintiéndome mareada por algo más que el alcohol en mis venas
mientras observo los labios de la presentadora de noticias escupir verdades que
no estoy preparada para procesar.
Excepto…
Que no lo hace.
No Henry también.
No nuestro heredero.
No nuestro príncipe.
Los observo romperse como olas contra las rocas más afiladas,
fragmentándose en conchas golpeadas por el dolor que no se parecen en nada
a los estudiantes universitarios alborotadores que eran hace apenas unos
minutos. No importa que nunca hayan estrechado la mano de su rey, que nunca
hayan visto a su príncipe en persona excepto quizás desde la seguridad de una
barricada en la acera cuando su carruaje pasaba rodando durante un desfile real.
Esta noticia es una hoja hundida en el mismo tejido de nuestra existencia.
Incluso la presentadora de noticias se está limpiando las lágrimas mientras la
historia sombría se desarrolla.
Ante la mención del Duque, los ojos de Owen se encuentran con los míos
en la penumbra, una racha de preocupación desconocida en sus profundidades.
Él es una de las únicas personas en el planeta que sabe de mi conexión con los
Lancaster. Del apellido paterno impreso en mi acta de nacimiento en letras
negritas, innegables.
―Emilia...
―No. ―Tomo mi vaso de cerveza, para tener algo que hacer con mis
manos mientras la transmisión dolorosa se reproduce. Lo aprieto tan fuerte que
estoy media sorprendida de que no se rompa en pedazos contra mi palma.
―En esta hora más oscura... ―La voz de la presentadora se quiebra junto
con su calma―. Creo que hablo por todos los que estamos aquí en GBTV, y cada
ciudadano germano escuchando por ahí, cuando digo que nuestros
pensamientos y oraciones se encuentran con cada miembro de la familia
16
Página
Lancaster mientras intentamos sobrellevar esta pérdida tremenda… y resolver
exactamente lo que significará para el liderazgo de nuestra nación…
No te quería.
—No puedo revelar el estado del Príncipe Henry en este momento. Sin
embargo, me informaron que el hermano menor del rey Leopoldo, Linus, el
Duque de Hightower, se encuentra a salvo en una ubicación fuera del sitio.
—En efecto.
Muere.
Si el príncipe muere.
La boca de Simms se frunce como una bolsa con cordón, que contiene
todas sus emociones bajo la superficie. —Tenga la seguridad de que Germania
no se quedará sin gobernante. El Duque está completamente preparado para
asumir su manto como Rey Regente si el Príncipe Heredero no puede cumplir su
función por algún motivo.
—El duque tiene dos hijastros de su matrimonio con lady Octavia Thorne
—replicó—. Pero tiene razón. No tiene herederos legítimos propios.
Legítimos.
18
Página
La palabra hace que mi sangre se enfríe. Mis manos se aprietan más
alrededor de mi vaso. Owen se me acerca más, sintiendo mi inquietud.
Prácticamente puedo sentir las olas de preocupación irradiando de él.
—Me importa una mierda lo que pueda pasar si esa corona cambia de
manos al hermano menor del rey, El Duque de GranImbécil, me importa una
mierda lo que pueda... —Hunde los dientes en su labio inferior. No dice el resto,
pero está escrito en toda su expresión.
»Lo siento, Ems. —La voz de Owen me hace volver a la realidad. Cuando
nuestros ojos se encuentran, traga saliva bruscamente, moviendo su manzana
de Adán—. No quise alterarme y desquitarme contigo.
Con una media sonrisa débil, golpeo mi hombro contra el suyo para
hacerle saber que no estoy molesta. Me llevaría mucho más que unas pocas
palabras escuetas para que realmente me enojara con Owen. Hemos sido
amigos desde que nos asignaron cubículos adyacentes en la guardería.
Crecimos en la misma calle, lo que lo hace, literalmente, el chico de al lado. Es
difícil imaginarlo haciendo algo que pueda romper ese vínculo. Él es la única
constante en mi vida, sin importar qué más cambie.
Mi tía y mi tío.
—¿Quién es ese? —le susurra una de las chicas que lloran en la multitud
a su amiga, mirando la televisión con sus brillantes ojos rojos.
Ambas me miran con extrañeza. Miro hacia otro lado antes de que
puedan preguntar por qué sabría un hecho tan poco conocido. Las autoridades
en pantalla todavía están hablando, diciendo cosas que no quiero escuchar.
Me quedo totalmente inmóvil, casi sin poder respirar, y envío una oración
a quien quiera que esté escuchando por el primo que nunca conocí.
—Que reine por mucho tiempo. —Los asistentes del bar que me rodean
hacen eco a la pantalla, sus voces malhumoradas y temerosas mientras observan
la imagen proyectada de su nuevo monarca. Un hombre con cabello oscuro y
espeso y ojos verdes fríos. Un hombre al que he pasado toda mi vida intentando
evitar.
Su Majestad.
El rey Linus
Mi padre.
22
Página
Traducido por Moreline y RRZOE
Owen me está diciendo algo; puedo ver que su boca se mueve, pero no
comprendo ninguna de sus silenciosas sílabas. Murmuro algo sobre la necesidad
de aire y me suelto de su agarre, dirigiéndome hacia la salida delantera. Me
sigue mientras nos abrimos paso entre la densa multitud. Nadie parece saber a
dónde mirar o qué decir. Están paralizados, incapaces de procesar la noticia de
que su reino se ha derrumbado, mirando aturdidos los televisores como si
estuvieran atrapados en una pesadilla de la que se despertarán en cualquier
momento.
Mi mejor amigo.
—Ems...
—Pero…
—¡No!
¡Chuu Chuu!
—Te guste o no, Ems... no estás bien —dice con suavidad—. ¿Y cómo
podrías estarlo? Esa es tu familia.
—No quiero hablar más de esto, Owen —le digo con voz gruesa,
preguntándome por qué de repente el aire se siente tan pesado—. Esa gente no
es mi familia. Nunca lo han sido. Nunca quisieron serlo.
—Ems...
»No hables así. ¿Me escuchas? No eres basura. Eres... algo para ser
atesorado. Si pudieras ver lo que yo veo... si tú... tú... Dios, Emilia, yo...
Mi corazón comienza a latir con fuerza. Hay algo nuevo en su voz. Algo
que nunca antes había escuchado, en todos los años que lo conozco. Una
mezcla de determinación, desesperación y...
¡Screeeeeech!
Qué.
Demonios.
Por una fracción de segundo, creo que realmente nos matarán a sangre
fría, nuestros cuerpos dejados para pudrirse en este callejón olvidado como
basura, pero no hacen ningún movimiento para sacar sus armas. Sin embargo,
estaría mintiendo si dijera que mi corazón no está martillea al doble de
velocidad dentro de mi pecho. En el exterior, los hombros de Owen parecen
firmes, pero puedo sentir las rápidas inspiraciones de aliento a través de la
delgada tela de su camisa.
—Emilia Lancaster —dice el tipo de traje más cercano con voz monótona.
Casi.
—Necesitamos que vengas con nosotros. —La voz del hombre es tan
vacía como su mirada—. Inmediatamente.
Trato de hablar, pero no logro emitir más que un quejido de aire entre
mis entumecidos labios.
—¡Emilia!
Escucho el eco del grito de Owen en mis oídos hasta mucho después de
que nos apartamos de la acera y andamos por la calle, el motor ruge como una
criatura enjaulada debajo del capó. Me encuentro sola en el asiento trasero. No
puedo ver mucho con la partición subida, separándome de los tipos con traje en
la parte delantera.
Perfecto.
»¡Llamaré a la policía!
Luego otro.
Y espero.
Y espero.
¿Otro cautivo?
Corrección: no es un chico.
Es un hombre.
Concéntrate, Emilia.
Me estremezco. ―¿Perdona?
Giro la cabeza hacia delante para enfrentar la partición, con las mejillas en
llamas. ―No lo hacía.
Una risita baja asalta mis oídos. ―Lo que digas, Orquídea.
Abre un ojo, azul cristalino, todo un mar caribeño en un solo iris, para
observarme. ―El cabello morado.
Oh. Claro.
Solo me mira fijamente. Hay un borde perceptivo en sus ojos, a pesar del
hecho de que su cerebro está dando vueltas en un charco de Johnnie Walker.
Incluso a través de una bruma borracha, mirarlos es desconcertante. Me
pregunto fugazmente cómo sería este hombre cuando se encuentra en plena
posesión de sus facultades mentales.
―Solo hay una razón por la que una chica que luce como tú hace algo
así: se está escondiendo. O de ella misma o de alguien más.
Las personas que se parecen a él, por así decirlo, que son bendecidos
genéticamente, rara vez desarrollan un sentido del humor porque, a diferencia
de nosotros, los simples mortales, no tienen que trabajar para obtener atención
o afecto. Simplemente se les entrega desde el momento en que surgen sus
rostros perfectamente formados.
―¿Asquerosamente atractivo?
―No. Solo el viejo regular asqueroso. Para una lista de sinónimos, ver: vil,
repelente, repulsivo.
Sus labios se contraen de nuevo y sus ojos se llenan de calor, las brasas
acumuladas cobran vida como si acabara de encender una cerilla dentro de él.
Debo estar volviéndome loca, porque parece casi complacido con el hecho de
que lo he insultado usando más de unas pocas palabras de mi vocabulario
36
Página
colorido. Como si mi áspera declaración no fuera un asesinato de un personaje,
sino más bien...
Un reto.
―¿Johnnie?
―Sí. Como Johnnie Walker. Como Bourbon. Como el olor que irradia de
tus poros ―le explico con dulzura, gesticulando hacia él―. Ya que estamos
intercambiando apodos, y todo eso.
37
Página
No se ríe ni sonríe. No hay diversión en su mirada. Solo una dura e
inquebrantable intención mientras se queda allí sentado, viendo que lo observo.
Sus ojos empapados de licor suben y bajan por mi cuerpo, tomando cada
detalle a su gusto, haciendo que mi pulso se acelere peligrosamente bajo mi
piel. No estoy segura si el alcohol ha disminuido sus inhibiciones o si es
simplemente él, incluso sobrio. Magnetismo sexual crudo y un derecho
masculino puro.
―Ahí va ella con esa mirada asesina de nuevo ―dice en voz baja, casi
para sí mismo―. Esto debe ser bueno.
―¡¿Perdona?!
―¿Sabías que tu rostro delata todo lo que estás pensando? Es obvio que
te estás preparando para dar una conferencia. Escúpelo, ya; no tengo toda la
noche. ―Hace una pausa―. En realidad, sí la tengo. Pero eso no significa que
quiera gastarla escuchando esa extensa lista de fallas que has compilado en
nuestro corto tiempo juntos.
Intento reunir mis palabras, pero es una lucha. Estoy más nerviosa de lo
que quiero admitir. Hay algo en este hombre que hace que todos mis cilindros
se disparen a la vez; desprecio, confusión, curiosidad, cada uno ardiendo en
igual medida, hirviendo mi sangre hasta que apenas puedo respirar.
38
Página
»Tic, toc, pequeña Orquídea ―dice, incitándome―. Me está empezando a
doler el cuello por mirarte hacia arriba en ese pedestal tuyo...
Eso es todo.
Bien.
Sonríe.
Ha terminado conmigo.
No sé por qué me siento tan vacía, ahora que he liberado todas esas
palabras de enojo en el aire entre nosotros.
39
Página
Tragando saliva con dificultad, miro hacia adelante y trato de recordarme
que ahora mismo hay peces mucho más grandes que freír. A saber, el hecho de
que todavía estoy encerrada en el asiento trasero de una camioneta, en un
camino desconocido en medio de la noche.
Tal vez... Echo un vistazo y veo que sus ojos todavía están cerrados. Me
pregunto si se ha desmayado. Tal vez él sepa algo...
Resopla.
—¿Quién eres?
Intento apartar la mirada, pero sus ojos, esos ojos azules, me mantienen
cautiva.
1 Bi-curioso: Son personas que son normalmente heterosexuales, lesbianas o gais y que tienen
curiosidad en experimentar con personas de géneros diferentes a los de su preferencia usual.
2 Jorge el Curioso: Es un dibujo animado de libros para niños.
3 El curioso caso de Benjamin Button: Es una película dirigida por David Fincher, basada en un
relato de F. Scott Fitzgerald, cuenta la historia de Benjamin Button, un hombre que nace con el
cuerpo de una persona de 80 años y que con el transcurso del tiempo va rejuveneciendo.
42
Página
»No estarías en este auto si no fueras importante. Así que... ¿quién eres?
—pregunta de nuevo, con menos paciencia—. ¿Una amiga de Chloe? ¿La nueva
asistente de Octavia? ¿La sobrina perdida de Gerald?
—Amor, ha sido una noche larga. Una noche que pretendía pasar
emborrachándome gloriosamente para olvidar todas las cosas de mierda que
hoy han sucedido. En su lugar, estoy atrapado con un duendecillo delirante de
43
Página
cabello morado que es legítimamente tonta o simplemente actúa como tal y,
para colmo, mi bourbon se ha agotado. Lo que significa que pronto tendré una
resaca de proporciones masivas. —Cierra los ojos una vez más—. Entonces, no.
No voy a hacer una estrategia contigo. Me voy a dormir y, con suerte, cuando
me levante, todo este jodido día habrá sido una pesadilla. Contigo incluida.
¡¿Pesadilla?!
Dios, es un imbécil. Debería haber sabido que sería tan útil como un
teléfono celular sin batería. Pero no voy a adoptar su perspectiva derrotista. Si
no me ayuda a defendernos... tendré que hacerlo sola.
Cincuenta.
Cien.
»¡DÉJENME! ¡SALIR!
Una lágrima enojada cae por mi mejilla. No hago una pausa para secarla.
»¡MALDITOS BASTARDOS!
—Una cosa que deberías saber sobre mí... —Su nariz roza un lado de mi
garganta y trato de no temblar—. No me esfuerzo en resultados inútiles.
Preferiría poner mi energía en actividades más... viables..., donde se garantice
que el final del juego será satisfactorio. Para todas las partes involucradas.
Mis muslos se contraen por voluntad propia. Nunca pensé que la palabra
viable pudiera ser tan malditamente sexy.
Estaba equivocada.
Resopla.
Ignoro el sonido.
—¿O qué? —La veta de humor en su tono me dice que está disfrutando
este combate verbal.
Maldición.
Maldito sea.
Para mi consternación, me doy cuenta de que solo hay una forma de salir
de esto. Expulso un fuerte suspiro y me esfuerzo por disminuir mi pulso rápido.
Respira, Emilia.
Solo respira.
Nada de calma.
Oh, Dios.
Oh, no.
Sobre sí mismo.
―No lo sé. ¿Tal vez porque tu coeficiente intelectual es incluso más bajo
que tus estándares, a juzgar por las manchas de labial en tu cuello?
―Mmm. ―Su nariz roza mi garganta otra vez y siento que mi estómago
se revuelve―. Sí, tengo una imaginación bastante activa...
―Eres nefasto ―le informo con una voz que sería mucho más
convincente si no fuera tan jadeante―. Ahora, suéltame.
―¿Lo estás?
―Sí.
Sus pulgares acarician la piel delgada que cubre las venas de mis
muñecas y siento que mi corazón da un vuelco en respuesta.
―Mmm.
―Sí.
―Mentirosa.
Santa.
Mierda.
Es enorme. Y está duro como una roca. Solo el sentirlo a través de la tela
de mi falda me provoca una conmoción, lo suficientemente fuerte para
desgarrar los fragmentos restantes de mi compostura en cintas. Se necesita de
toda mi fuerza para mantener rígida mi columna, para mantener mis músculos
tensos con indiferencia cuando cada átomo en mi cuerpo grita que debería
49
Página
hacer exactamente lo contrario. Mi corazón late tan fuerte que estoy segura de
que puede oírlo golpetear en mi cuello.
Odio que un hombre que nunca antes he conocido, me afecte tanto, tan
rápido. Odio que no haya sido nada más que un imbécil conmigo, que el mundo
esté desmoronándose a nuestro alrededor, y que, a pesar de todo eso… el
deseo todavía palpite dentro de mis venas, con un redoble implacable.
Lo odio.
Odio esto.
Lo odio a él.
Entonces… ¿qué dice sobre mí que esté más excitada de lo que alguna
vez he estado en mi vida?
Junto mis labios con fuerza para contener el pequeño sonido que
burbujea desde un lugar oscuro, peligroso dentro de mí que no quiero
reconocer. Un lugar que gustosamente dejaría que este extraño tomara
cualquier cosa que quisiera de mí en este asiento trasero oscuro, mientras me
da lo que probablemente sería el sexo más emocionante de mi vida aburrida, de
vainilla.
Parpadeo estúpidamente.
¿Qué dije?
¡No!
No.
―Amor, no necesito adivinarlo. Esa falda es tan corta que todo lo que
tendría que hacer sería inclinarme hacia adelante para averiguarlo.
Pongo los ojos en blanco con tanta fuerza que me sorprende que no se
queden atascados en la parte de atrás de mi cráneo. ―Honestamente, de todas
las personas con las que pude haber sido secuestrada, y tuve que terminar con
alguien como tú...
―Eres repugnante.
El aire se pone tan quieto, tan tenso, que casi me rindo y lo miro. Más
temprano, cuando lo insulté, él se mostraba totalmente imperturbable. Aunque,
esta vez, claramente he golpeado algún tipo de nervio, porque cuando habla de
nuevo todas las burlas han sido despojadas de su voz. Es casi un gruñido.
52
Página
―Solo te agarré porque estabas lastimándote, como un niño teniendo un
berrinche. Lo que pasó después de eso, la forma en la que reaccionaste a mí,
eso fue algo más. Si quieres torcerlo en tu cabeza, si quieres fingir que no lo
sentiste, esa es tu prerrogativa. Pero no grites abuso sexual cuando ambos
sabemos que tu pulso acelerado y tus bragas mojadas son evidencia de algo
más.
Me sonrojo, castigada por sus palabras frías y avergonzada por las mías.
Abro la boca para disculparme por mi acusación irreflexiva, luego de inmediato
la cierro bruscamente de nuevo.
No le debo nada.
No es mi amigo. No es mi aliado.
—¿En serio? ¿El Lockwood Estate? —se burla, mirando al guardia más
cercano—. Los protocolos de extracción exigen que me lleves a un lugar seguro,
no a un lugar tan alejado de algo que sea remotamente interesante, querré
volarle los sesos después de treinta minutos.
54
Página
Los tipos con trajes, como era de esperar, no reaccionan excepto para
comenzar a caminar hacia la puerta principal. Está claro que esperan que los
sigamos, pero ninguno de los dos hace un movimiento. Yo, por mi parte, no
tengo prisa por descubrir qué me espera detrás de ese umbral.
Miro de nuevo al extraño. Abro la boca para hacerle una pregunta, pero
la cierro antes de que una sola palabra pueda salir. Después de nuestro intenso
tête-à-tête en el auto, no estoy segura de que queramos hablarnos.
—Ahora o nunca.
—Sí. —Un rayo de dolor destella a través de sus ojos, enterrado tan
rápido que estoy segura debí imaginarlo—. Cuando hay una amenaza para la
corona, toda la familia real se pone a resguardo, junto con sus parientes más
cercanos, amigos, conexiones pertinentes... Entiendes la idea.
Asiento.
Henry.
Son cercanos.
56
Página
Amigos. Tal vez incluso familia.
Palidezco. Dios, he estado tan envuelta con el caos de mi propia vida, que
no me di cuenta de que él también podría sentirse desbordado. Eso, con toda
probabilidad, la pérdida de este extraño supera con creces la mía.
Para él…
¿Eran familiares?
—¿Perdona?
Sus ojos sostienen los míos por un largo momento. Bien podría estar
viendo dos escudos cerúleos, es totalmente ilegible. Probablemente debería
mirar hacia otro lado, pero no lo hago. El espacio entre nosotros comienza a
hervir de nuevo, extrañas corrientes cargando el aire, zumbando de un lado a
otro, de él hacia mí. Cuando finalmente rompe el silencio, hay grava en su voz.
—¿Ya terminaste?
—¿Terminé?
—Ni de cerca.
Dejo escapar un gruñido. No tengo más remedio que correr tras él,
bajándome la minifalda y peinándome el cabello lo mejor que puedo mientras
recorremos el borde de una fuente ornamentada rodeada de un elaborado
arbusto. Mi presión arterial aumenta en proporción directa a nuestra distancia
cada vez menor de la puerta. Cuando subimos los cinco escalones de mármol
hasta el umbral, hay cuatro guardias que nos flanquean por todos lados, me
encuentro segura de estar a punto de desmayarme por un accidente coronario
masivo.
Justo antes de que entremos, dos ojos azules se fijan en los míos.
—¿Una cosa que deberías saber sobre mí? —Cuadro los hombros, miro al
frente y veo que la puerta se abre hacia adentro—. Yo no me echo para atrás.
Sonríe, como si supiera que estoy llena de mierda, y hace una reverencia
burlona. —Después de ti, entonces.
Siempre lo decía.
59
Página
El tiempo verbal sigue haciéndome tropezar, de vez en cuando. Han
pasado casi dos años, pero todavía no me acostumbro a que ella se encuentre
en el pasado en lugar de en el presente. Dudo que alguna vez lo supere.
Todo está decorado en tonos cremosos, desde los muebles hasta las
cortinas, las molduras de coronas y los pisos de madera clara bajo mis pies. Hay
estantes de libros de buen gusto alineados en las paredes, un piano de cola
domina una esquina y tres sofás blancos están dispuestos artísticamente
alrededor del punto focal de la habitación: una increíble chimenea de mármol,
su repisa más gruesa que mi cuerpo y el doble de larga.
—Carter.
»¿En dónde está Chloe? —pregunta la mujer en ese mismo tono frío.
»Lo último que supe fue que Chloe iba a un club que abría en Lund con
Ava. Estoy seguro de que fueron directamente al hospital cuando escucharon las
noticias sobre Henry.
La mujer deja su taza y su platillo sin hacer siquiera el menor ruido antes
de volver a mirar a Carter. —¿Y no sentiste que debías acompañarlas?
—¿Para quedarme allí sentado y verlo morir? No. Creo que ya hay
suficientes personas haciendo eso.
—Otra vez con tus dramas. —Frunce los labios con desdén—. Alguien
tiene que intervenir en este momento de agitación, para tomar el mando antes
de que las cosas comiencen a salirse de control. Aunque, viendo como vives tu
vida, tropezando de forma beligerante entre una fiesta y la siguiente, no espero
que comprendas de lo que estoy hablando.
Hay una marcada pausa antes de que las manos de Carter comiencen a
golpearse en un aplauso lento y burlón. Me estremezco con cada fuerte
palmada en la habitación silenciosa. En la esquina, veo a Simms haciendo lo
mismo.
—Si fue un accidente, ¿por qué nos pusieron en cuarentena aquí bajo la
guardia completa? —Menea la cabeza—. Ambos sabemos que esto fue algo
más. Un ataque.
—Eso aún está por verse. Tal vez Chloe proporcionará más información
cuando llegue. —Sus ojos lo escudriñan de arriba abajo—. Al menos uno de
ustedes es de alguna utilidad.
¿¡Madre!?
Espera, ¿¡que!?
62
Página
»¿No ha soportado esta familia lo suficiente por una noche? —sisea
Octavia—. ¿Por qué debes insistir en hacer siempre una escena?
—Octavia...
¡Ugh!
—Escúpelo, Gerald.
Ahora no.
No él.
No de esto.
Mi barbilla se alza más, para que sepa que no estoy intimidada. Tal vez se
supone que deba inclinar mi cabeza en súplica, tal vez se supone que deba jugar
bien, después de todo, él es el nuevo Rey, pero no puedo mostrar ni una pizca
de respeto al hombre que nos echó a mi madre y a mí como el condón que
debería haber estado usando la noche en que fui concebida.
Bastardo.
Debe estar loco, esa es la única explicación. No soy la única que piensa
así.
—Me temo que no puedo hacer eso —dice Linus, sin apartar sus ojos de
los míos.
—Pero…
Octavia junta los labios en una línea delgada. Desliza sus ojos hacia mí y
estoy agradecida de que las miradas no puedan, de hecho, matar a las personas
porque de lo contrario mi sangre salpicaría toda su inmaculada alfombra
oriental blanca.
—Linus... —Dirige sus ojos rápidamente hacia mí—. ¿Estás seguro de que
ella es... tuya? ¿Se le han realizado las pruebas necesarias para demostrar...?
—Octavia. —El acero en su tono es más afilado que una espada ancha—.
Eso no está en discusión.
—Espero que aceptes a mi hija, como yo una vez acepté a los tuyos —
Linus mira a Carter, que se encuentra a unos metros a mi izquierda, luego de
vuelta a mí—. Me disculpo Emilia, debes estar terriblemente confundida.
Permíteme presentarte formalmente a mi familia. Esta es mi esposa, Octavia
Thorne.
Permanezco quieta.
Su esposa.
Thorne.
Mi hermanastro.
Regresar a mi vida.
Volver a la realidad.
—No tienes ni idea de lo que hablas. —Parece que Linus está a punto de
reventar—. Claramente, tu educación ha carecido de disciplina, modales e
información creíble. No te preocupes, nos esforzaremos para compensar cada
brecha en la educación que tu madre no consideraba adecuada.
Los tres guardias dan un paso hacia adelante, con las manos en sus
fundas. Carter se me acerca más, con preocupación en sus ojos. Por una buena
razón. Insultar al rey ya es suficientemente malo... ¿pero amenazarlo
abiertamente?
Cuatro minutos más tarde, todavía estoy enojada, pero la ira ha tomado
un segundo plano ante una sensación más apremiante: el frío. Temblando, me
froto los brazos desnudos con los dedos que desde hace mucho tiempo se han
adormecido. Mis rodillas rebotan, un intento inútil de generar algo de calor
71
Página
corporal muy necesario. No sirve de nada, estoy casi hipotérmica, cada
centímetro de piel expuesta, cubierta de piel de gallina.
Hace demasiado frío para ser octubre, incluso en lo alto de las montañas.
Me doy cuenta de que tendré que volver a entrar finalmente, es eso o morir
aquí congelada, ya que mi intento de secuestrar un vehículo no tuvo éxito.
Cuando salí de la mansión, me saludaron las inmejorables miradas de los
mismos cuatro guardias voluminosos que me agarraron antes, miembros élite
de la Guardia Real, ahora me doy cuenta que tienen la tarea de proteger a los
Lancaster.
Me estremezco.
Por mucho que me gustaría fingir que esto es todo un gran chiste
cósmico, sé más que eso. Linus, no puedo llamarlo de otra forma, incluso en mi
cabeza, hablaba muy en serio. Tiene la intención de que yo sea nombrada
públicamente como la evidente heredera. Reconocida frente a todo el mundo
como su hija.
Pero ya no.
72
Página
Porque ahora sé que los sueños vienen con condiciones. Como solía decir
mamá: cuando algo parece demasiado bueno para ser verdad... generalmente es
porque lo es.
—Tengo que decir —comenta una voz irónica desde las sombras,
matándome del susto—. Este no es el mejor plan que he visto en mi vida.
—¿Q… qué?
—No sé tú, pero creo que una lluvia de ideas es mucho más efectiva
cuando estoy caliente. Seco. Preferiblemente con un vaso de bourbon en mi
mano. —Vacila un instante, luego da un paso hacia adelante y extiende su
mano—. Vamos.
Gruñendo para sí mismo, sale por uno de los senderos del jardín y
desaparece entre dos rosales en el espacio de unos pocos pasos. Antes de que
tenga tiempo de hablar, me pongo de pie, corriendo tras él.
—¡Cristo! —maldice.
»¿Emilia?
—Estoy bien —susurro con una voz que apenas reconozco como la mía—
. Estaré bien.
Su calor.
Su fuerza.
Se tensa, pero solo lo abrazo con más fuerza, aferrándome como si fuera
mi salvavidas en aguas turbulentas, como si fuera la única cosa que mantiene mi
cabeza por encima de las olas de agotamiento estrellándose en mi sistema.
Por absurdo que parezca, durante mucho tiempo nos quedamos allí, bajo
la lluvia torrencial, con los brazos rodeando al otro. Abrazándonos. Y no se
siente lleno de tensión, como nuestra interacción anterior. No hay nada
remotamente erótico al respecto. Es simplemente un humano que se encuentra
en una necesidad desesperada de consuelo; otro agarrándolo y ofreciéndoselo
libremente.
Suéltalo.
Da un paso atrás.
Aléjate.
Acechando.
Esperando.
—Toma.
—Debió haber sido útil cuando eras adolescente, para escabullirte por la
noche —murmuro, estrujándome el agua del cabello.
Eleva las cejas. —Nunca tuve que escabullirme. Los Lancaster no son
exactamente defensores de la paternidad práctica, como pronto lo descubrirás.
—¿No es así?
—Tómalo de alguien que creció con ello y lo vive, son cenas estatales
aburridas y la fiesta ocasional de cortes o eventos de caridad. Sonreír. Saludar.
Mantener la boca cerrada. —Se encoge de hombros—. Me parece que no están
buscando que seas una líder. Necesitan a alguien que demuestre que la línea de
Lancaster está viva y bien, alguien a quien puedan usar para convencer al
público que no han caído por la pérdida del rey Leopold y la reina Abigail. —Sus
ojos se centran en los míos—. Con Henry en el hospital... ahora mismo, eres
prácticamente la única persona que queda en el planeta que puede asumir ese
papel. No los veo permitiendo que te alejes de esto. Te guste o no... eres el
peón vital en este particular juego de ajedrez.
—¿Crees que no lo sé? —me burlo enojada—. ¿No crees que me doy
cuenta de que la única razón por la que estoy en este pasillo hablando contigo
79
Página
ahora mismo es porque literalmente no tienen otras opciones a su disposición?
—Mi voz salta una octava—. ¡No mires ahora, han sacado de las sombras a la
hija ilegítima! Realmente han llegado tan bajo, ¿no es así?
Correcto. Supongo que no, no con Octavia como madre. Ella no parece
exactamente el tipo de persona que da validación.
—Es justo, ya que has vuelto a ser más transparente que la envoltura de
plástico.
Lo fulmino con la mirada. —¿Por qué te importa una mierda esto? ¿Las
decisiones que tome? ¿Si me quedo?
—No me importa.
—Ya tengo un funeral al que asistir esta semana —dice, con las manos
cerrándose en puños a los costados—. No estaba de humor para organizar otro
en mi calendario social.
—Vaya. —Giro la toalla en mis manos, para tener algo que hacer y no
retorcerle el cuello—. Sabes, pensé que tal vez podríamos ser amigos. Ahora veo
que fue un terrible error.
Los ojos de Carter brillan de ira, pero su tono es medido cuando por fin
habla nuevamente. —Creo que hemos terminado con este intento fallido de
amistad. ¿No es así, hermana?
—Perfecto.
Sé que debería cerrarle la puerta, cortar este contacto visual con veneno
antes que las cosas se intensifiquen aún más, pero todavía hay un grupo de
palabras atrapadas en mi garganta. No puedo respirar bien hasta que estén
libres.
—No.
—Bien.
Ninguno de los dos se mueve. Por mi vida, no puedo explicar por qué.
—¡Y nunca dije que tuviera un novio! —añado con enojo, por razones
que decido que es mejor no examinar demasiado de cerca.
—¡Bien!
82
Página
—Bien.
Imbécil.
Cierro los ojos, me deslizo bajo el agua y suelto el grito que he estado
reprimiendo durante las últimas horas, levantándose como una tempestad
desde el primer momento en que una presentadora de noticias con blazer
83
Página
amarillo pronunció las palabras, "el rey ha muerto". Un estallido de burbujas
sube hacia la superficie, disminuyendo cuando me quedo sin aire. Jadeando,
emerjo, sintiéndome mejor solo ligeramente.
Es mi mejor amigo, les digo, una y otra vez. Simplemente nunca ha sido
así entre nosotros.
Las lágrimas brotan de mis ojos cuando pienso en mamá. Ella odiaría
esto, que esté en esta casa, con estas personas. No le gustaba la monarquía casi
tanto como el patriarcado, y pasó mis años formativos dándome conferencias
sobre las muchas caídas del poder absoluto, riqueza concentrada y un grupo
completo de otros problemas sociales que apenas podía entender mi cerebro
aún en desarrollo.
Estoy bastante segura de que me hizo recitar eso junto con mis rimas
infantiles.
"El exceso engendra el egoísmo, Emilia. Cuando uno nace con nada, no
hay nada que no daría para ayudar a otro a tener éxito; cuando uno nace con
todo, hará todo lo que pueda para guardárselo".
Una lágrima rueda por mi mejilla, golpeando la superficie del agua con
un pequeño salpicón.
—¡¿Qué?!
Me paso una mano por el cabello salvaje. Como predije, siento que perdí
una apuesta que involucraba un tomacorriente eléctrico y un tenedor. —No
respondiste a mi pregunta.
—Ajá.
—Realmente...
88
Página
—¡Genial! —Me guiña un ojo—. Ya hay suficientes mojigatos en esta
casa.
Suspiro profundamente.
—Lo digo en serio. —Chloe toma otra calada profunda, cerrando los ojos
cuando los efectos de la marihuana comienzan a rodar por su sistema—. Solo he
estado aquí tres malditas horas. Si recibo un sermón más acerca de dejar cenizas
en todos estos muebles invaluables...
—Toma. —La arroja sobre la cama. Hago todo lo posible para atraparla
con una sola mano sin dejar caer la sábana—. Esto estaba apoyado frente a tu
puerta cuando llegué. Cortesía de la flota de compradores personales del
palacio. Estoy segura de que te han abastecido con una variedad de atuendos
completamente aburridos. Hagas lo que hagas, no permitas que seleccionen tu
vestido para el funeral, a menos que seas fanática de algo negro y cuadrado,
probablemente con un modesto cuello de barco. ¡Que Dios no permita que
nadie en esta familia muestre un indicio de escote!
—¿Cuándo es el funeral?
—El domingo.
—¿Mañana?
Resopla. —Por supuesto que no. En una semana a partir de mañana. Las
funciones reales toman eones para planificarse, especialmente los funerales. Y
este no será solo un funeral. Estamos de luto por la pérdida de nuestro rey y
89
Página
nuestra reina. Antes de la ceremonia, los cuerpos permanecerán en capilla
ardiente durante una semana completa.
—Por lo que parece, la mitad del reino. Lo juro, ya se está formando una
cola en las calles que rodean la catedral, y la vigilia oficial ni siquiera comienza
hasta mañana. Vi a varios grupos lanzando tiendas de campaña para no perder
sus lugares en la fila.
—Vivo. Apenas. —Su expresión se cierra—. Salí anoche con su novia, Ava
Sterling, cuando vimos las noticias en Twitter. ¿Te lo imaginas? Descubrir en
Internet que el hombre con el que se supone que te vas a casar, casi fue
quemado vivo por extraños. —Suelta una risa amarga—. Un mundo de mierda
en el que vivimos.
—Él…
—¿Si habló de ti? —Pone los ojos en blanco—. No. Ni una palabra. Por lo
que sé, la prensa todavía no se ha enterado de ti.
El alivio me atraviesa.
Estoy a salvo.
»¿Qué te dije? —Chloe se ríe sin poder hacer nada—. Cuello de barco.
Puede ser feo, pero es mejor que estar desnuda. Me la pongo y revuelvo
el resto de la ropa hasta que un par de elegantes pantalones capri azul marino
se materializan. No son como nada de lo que tengo, demasiado formales para
usar en clases o en la clínica. Me doy cuenta rápidamente de la razón, cuando
mis ojos se fijan en la etiqueta del precio.
—Sabes, para alguien que le acaban de entregar el mundo, eres algo así
como aguafiestas.
—Caramba, gracias.
—Ese no es el punto.
—¿Tienes un punto?
Tuerce los labios. —Puedo darte todos los consejos del mundo cuando se
trata de sobrevivir en este lugar... pero los obtendrás de inmediato, sin filtro. Y si
vamos a ser amigas, esperaré lo mismo a cambio.
—Exactamente.
—Entonces, pídelo.
—Pi. De. Lo. —Se pone de pie y me mira como si fuera la persona más
estúpida que haya conocido, una expresión que me recuerda a su hermano al
instante—. Eres la jodida princesa. Has sido elevada a una posición que la
mayoría de nosotros solo podemos soñar con poseer, solo porque sucedió que
Linus vacío una eyaculación en tu madre hace unas décadas.
—Pensé que se suponía que mi hada madrina tenía alas y una varita —
dije finalmente, sonriendo a mi pesar—. En lugar de eso, ¿tengo a una fumadora
mal hablada en tacones de diseñador?
Una hora más tarde, todos los signos de mi sonrisa han desaparecido.
Miro furiosa al hombre corpulento bloqueando mi camino hacia el estudio
privado, su doble papada temblando con justa indignación mientras me mira
por encima de su nariz.
—Sí. Ya dijiste eso. —Inclino mi cabeza hacia él—. La cosa es que todavía
necesito verlo. Urgentemente.
—¿Quieres decirme que el rey está demasiado ocupado para hablar con
la única heredera de Germania?
Mi sonrisa vuelve.
Ventaja, en efecto.
95
Página
Traducido por RRZOE y MadHatter
Asiento.
Cierro los ojos cuando recuerdo mi arrebato; las palabras “metértelo por
el culo” se repiten en mi cabeza en un bucle sin fin. No fue exactamente mi
mejor momento.
96
Página
No puedo disculparme, pero sí pongo una expresión contrariada. —
Anoche me sentía abrumada y agotada. Fue... mucho para asimilar de una vez.
—No eres una prisionera, Emilia. Fuiste traída a Lockwood Estate como
una forma de protección durante una emergencia. Y, a pesar de lo que puedas
pensar, todos en esta casa están encantados de tenerte aquí.
—Es cierto que algunos tienen más problemas con esta transición que
otros. —Un brillo de humor aparece en sus ojos—. Pero incluso Octavia, en
algún momento cobrará el sentido.
»Si puedo preguntar... ¿Para qué has venido hasta aquí? —Tose, un
sonido húmedo y atormentado que me recuerda a mi madre antes de ingresar
al hospital. Trato de concentrarme en los puntos que pienso mencionar en esta
conversación, pero es difícil.
¿Está enfermo?
No reacciona.
—Esto es una negociación, ¿no es así? —me interrumpe con voz severa.
—Sí...
Concéntrate en tu objetivo.
—¿Qué?
—Por supuesto, haremos los arreglos necesarios para que tu novio venga
aquí, después de que se lo haya examinado para detectar posibles amenazas de
seguridad.
Sus ojos brillan. —Ahora que hemos resuelto el asunto del señor
Harding... ¿Supongo que tienes más elementos en tu lista de demandas?
—Sí.
—Eso no es posible.
Abro mis ojos de par en par. Había sospechado que esa podría ser una
posibilidad, pero escuchar que mi hipótesis es confirmada, sigue siendo un
golpe en mis tripas. Linus repentinamente se ve cada vez más de su edad, los
setenta y tres años de vida le pesan como un yunque.
La palabra hija cuelga en el aire entre nosotros, más pesada que la niebla.
Dejo caer mis ojos sobre la superficie reluciente de su escritorio y hago todo lo
posible por ignorarlo.
—Pero…
Mis manos se convierten en puños. Miro con furia al hombre que está al
otro lado del escritorio, al implacable conjunto de sus hombros y la firme
presión de su boca, y de repente me doy cuenta de dónde viene mi racha
obstinada.
La heredera evidente.
La Princesa Heredera.
»Debe haber algo más —interviene Linus de repente, pareciendo leer mis
pensamientos—. Algo de igual o mayor valor para ti, que puedo ofrecer a
cambio de los sacrificios que estás haciendo.
Mis ojos sostienen su mirada por un largo momento. —Hay una cosa.
—Dímelo.
—No fue culpa de mamá. La casa estaba casi pagada. Pero cuando ella
murió... —Lo miro a los ojos, la vergüenza tragándome por completo—. Entre
las facturas del hospital y mis gastos escolares, no tuve más remedio que
consolidar nuestra deuda. Una segunda hipoteca fue la única opción que se me
ocurrió para llegar a fin de mes.
Lo único que odio más que pedir ayuda, es pedir dinero. Me hace sentir
sucia. Llena de mortificación y orgullo herido porque no puedo manejar las
cosas por mi cuenta. Pero esa sensación no se compara con la devastación que
experimento cada vez que pienso en perder la casa.
Cada habitación, cada pared, cada tabla del suelo está incrustada con
recuerdos de mi madre. Cocinando juntas comidas elaboradas en la pequeña
cocina, leyendo junto a la vieja estufa de leña en la habitación de atrás, viendo
películas en blanco y negro debajo de una manta en las frías noches de otoño.
No puedo soportar la idea de perder mi último vínculo restante con ella.
El alivio me inunda. Tal vez esta noche, por primera vez en meses, podré
dormirme sin dar vueltas y vueltas, soñando con sobres marcados con ATRASO
en tinta roja, preocupándome por el grave agujero financiero en el que me he
metido.
—Gracias —murmuro.
—La próxima vez, no cedas tan rápido —agrega en un tono más ligero—.
Si te hubieras mantenido firme, podrías haberme convencido de descartar las
lecciones de princesa.
—Así es. —La risa se desliza de su tono, reemplazada por una tristeza
desgarradora—. Ella era testaruda. Hermosa. Una verdadera fuerza a tener en
cuenta.
Antes de que pueda hacer algo estúpido, como hacer la pregunta en voz
alta, salgo de su estudio y cierro la puerta firmemente detrás de mí.
105
Página
Traducido por Emotica G. W, MicaDeMaddox
Eli25 &Procrastination Princess
―Sí, señorita.
Avancemos.
Pero apuesto que aquí nunca nadie se ha divertido tanto como mamá y
yo cortando cebollas en esas encimeras de linóleo agrietado, riendo hasta las
lágrimas.
Galletas.
Así que, dejo de lado mis preocupaciones por toparme con Carter o
Chloe o, Dios no lo quiera, su madre demoníaca, y salí en busca de la cocina.
Ahora, si solo pudiera encontrar la harina, podría hacerlo...
Como en casa.
―Por supuesto que estoy aquí. ¿Crees que dejaría que te encerraran y
tiraran la llave, sin pelear? De ninguna manera, Ems.
»Lo digo en serio, Ems. ¿Qué diablos está pasando? Entro, esperando
encontrarte encerrada en alguna mazmorra como una prisionera de guerra,
luchando con uñas y dientes por tu libertad… Imagina mi sorpresa al ver que
estás perfectamente contenta de que haber sido secuestrada.
―¡Eso no es cierto!
―¿No es así?
―Entonces explícamelo.
No ha dicho ni una palabra desde que le hablé sobre el trato que hice
con Linus. No puedo decir que lo culpo. Cuando recién llegó, pensó que estaba
aquí para rescatarme. Mi caballero real y viviente de brillante armadura. En
cambio, se enteró de que la princesa no necesitaba ninguna salvación. De
hecho, ya había hecho un trato con el rey malvado.
111
Página
Me estremezco mientras la brisa se levanta. Mi blusa ligera de algodón y
mi pantalón azul marino pueden estar a la moda a los ojos de los compradores
personales del palacio, pero no son exactamente adecuados para pasar el
tiempo al aire libre en el clima germano. No puedo evitar pensar que su
decisión de no incluir un abrigo en mi nuevo guardarropa fuera menos que un
descuido, sino más bien un movimiento intencionado para evitar que me alejara
demasiado de la mansión.
―Toma. Póntela.
»Owen...
―Puedes decirte a ti misma que solo haces esto para que él pague tu
hipoteca, para que puedas mantener la casa en la que creciste y aun así
mantener tu anonimato... pero, en cambio, sé que hay una parte de ti que siente
curiosidad sobre cómo sería vivir en lugares como este. ―Se vuelve con el
pulgar hacia Lockwood Estate―. Siervos a tu entera disposición. Una princesa de
buena fe, sacada de un cuento de hadas.
―Sí, ¿el que nunca quiso ninguna mierda contigo hasta ayer? Lo
recuerdo bastante bien ―murmura―. Es realmente patético verte doblegarte
como una maldita silla de jardín en el primer segundo en que te presta atención.
Las lágrimas brotan de mis ojos. ―No todos nos criamos en una familia
como la tuya, Owen. Padres perfectos, casa perfecta, hermanas perfectas.
Algunos tenemos problemas sin resolver que, por supuesto, sería bueno tratar
cuando finalmente se nos da la oportunidad. Pensé que tú, de todas las
personas, entenderías eso. Tal vez estaba equivocada.
Grita las palabras a pleno pulmón, tan fuerte que una bandada de pájaros
sale volando desde un árbol cercano, perturbada por el estruendo de sus
palabras. Tan alto que estoy realmente sorprendida de que los guardias no
lleguen corriendo, con las armas desenfundadas.
―Owen... ―Mi voz se quiebra cuando una lágrima corre por mi mejilla.
Sinceramente, no puedo creer que me haya dicho eso. O, más exactamente, me
113
Página
gritara eso. En todos nuestros años de amistad, nunca actuó de esta manera. No
puedo evitar preguntarme si esta reacción tiene que ver con algo más que solo
conocer a mi padre.
Permanezco en silencio.
―Ems...
Owen se acerca otro paso, hasta que nuestras caras se separan por medio
centímetro, y se inclina para tomar mi rostro entre sus manos. Su pulgar limpia
una lágrima. ―Las cosas cambian todo el tiempo. En un mes. En una noche. En
un instante.
Algo destella en sus ojos. Abre la boca para decir algo, pero nunca tiene
la oportunidad, porque de repente no estamos solos. Dos personas con ropa
deportiva ajustada recorren la curva del camino, prácticamente apresurándose
directamente hacia nosotros. Nos separamos al instante.
114
Página
―Bueno, esto sí que es íntimo ―dice Chloe, observándonos con gran
interés. Su coleta roja se balancea alegremente mientras una sonrisa se extiende
por su rostro.
―Él es Owen ―digo, sin ofrecer más detalles que los absolutamente
necesarios―. Owen, estos son los hijastros de Linus. Chloe y... ―¿Por qué es tan
difícil decir su nombre cuando me está mirando así?―. Y Carter.
Carter aparta sus ojos de los míos y los dirige hacia Owen, su expresión
severa se intensifica. Siento que Owen se pone rígido a mi lado, irguiéndose a su
máxima altura cuando devuelve la mirada. Ninguno de los dos hombres dice
nada, al menos en voz alta. Pero cualquier comunicación no verbal que
intercambian no es buena, a juzgar por el frígido silencio que se extiende sobre
nuestro pequeño grupo.
―Es un placer conocerte ―interviene Chloe con un tono forzado, sus ojos
perspicaces mientras oscilan de un lado a otro, entre su hermano y mi mejor
amigo―. Si todos los amigos de Emilia son así de lindos, creo que esto de la
hermana pequeña no deseada no será tan malo.
Sin embargo, queda claro que no está de humor para bromear, ya que
sus ojos vuelven a los míos. ―Me importa una mierda si está bromeando o no.
¿Sabes algo sobre estos nuevos hermanos con los que has decidido vivir?
Probablemente no, ya que evitas los chismes reales como a la plaga.
―Emilia es una niña grande ―dice Chloe, divertida―. Puede tomar una
decisión sobre nosotros.
Owen la ignora, volviéndose hacia mí. Sus ojos están llenos de tanta
desesperación, que me asusta. ―¿No lo entiendes? Estas personas representan
todo lo que está mal con esta monarquía. Cosechan todos los beneficios de la
realeza sin ninguna responsabilidad. Son solo... sanguijuelas, chupando la
sangre vital de nuestros contribuyentes.
Chloe resopla.
Él la mira.
―Lo mismo digo ―espeta―. Dios, Ems, sé que estás buscando una
familia, pero creo que mereces algo mejor que una drogadicta y una
enfermedad de transmisión sexual ambulante.
116
Página
Carter da un paso amenazador hacia adelante, con las manos puestas a
los lados. ―¿Te importaría repetir eso, chico bonito?
Los ojos salvajes de Chloe se encuentran con los míos. ―Tal vez ustedes
deberían irse.
Sus ojos parpadean en los míos y por solo un segundo, veo un rastro del
chico que solía conocer debajo de esta postura de macho alfa irreconocible.
Cada vez que empiezo a cuestionar por qué me estoy sometiendo a esto,
me concentro en la luz de cien mil dólares al final del túnel. Es suficiente para
impedir que salga huyendo.
―Muy bien, Lady Morrell. ―Ajusto mi apretón por décima vez―. ¿Así?
Utilice "Su Majestad" para hacer frente a un rey o reina. "Su Alteza" para
un príncipe o princesa. "Su gracia" para un duque o duquesa. "Mi Señor" para
barones, condes y caballeros.
Los guantes largos hasta el codo deben ser llevados para todas las
ceremonias oficiales del estado.
No.
No.
No.
Intento evitar mirar el imponente reloj de pie al otro lado del comedor, a
sabiendas de que solo va a decepcionarme, pero no puedo evitarlo. Las cuatro
en punto. Todavía queda otra hora completa antes de que sea libre. Reajusto mi
agarre sobre la cuchara e intento tomar un sorbo de mi sopa sin que, y cito,
sorba como un adolescente que bebe una Coca-Cola en el cine.
Porque…
121
Página
Ew.
Es difícil concebir que algo como esto podría suceder, aún más difícil
imaginar que no haya testigos, ni pistas…
Nada.
Cierro los ojos con fuerza, horrorizada al volver a pensar en ello… al igual
que en la enorme pelea que tuve con Owen después.
Sin importar las veces que lo diga, el concepto es difícil de asimilar. Antes
de esto, nunca hubo un punto en mi vida en el que no nos hablásemos. Seguro,
hubo pequeños desacuerdos durante estos años… pero nada como esto. No
creo que olvide jamás la mirada en sus ojos cuando lo llevé a la entrada y le
pedí que se marchara.
Patética.
Ingenua.
Rota.
Siempre creí que no quedaban líneas que cruzar entre nosotros, ningún
límite que sobrepasar, ahora veo lo estúpida que fui. La gente que más nos
quiere es la mejor equipada para destruirnos. Después de todo, hemos pasado
años dándoles municiones, pieza a pieza, dándoles todo lo que alguna vez
necesitarían para infligir el máximo daño.
Lo más retorcido es que, por más enfadada que esté, aún quiero llamarlo,
solo para escuchar el tono reconfortante de su voz. Hoy, dos veces, me encontré
buscando mi teléfono celular que, da la casualidad, tenía borradas
misteriosamente todas las aplicaciones de redes sociales antes de que me lo
devolvieran. Conseguí detenerme antes de hacer la llamada, pero sé que es
cuestión de tiempo antes de que sucumba a la urgencia.
―Creo que por fin domina el plato de sopa ―me informa, asintiendo con
aprobación―. Quizá esté lista para ascender a algo más complejo.
Dios, es tan fría. No sé qué hice para sacar su lado malo tan rápido,
además de, ya saben, existir, pero me encuentro temblando a pesar del calor del
fuego.
―Supongo que hay una razón para esta visita inesperada ―digo, con la
voz llena de falsa dulzura.
―Por supuesto. ―Se vuelve hacia mí, cruzando los brazos sobre su
pecho―. Linus me ha informado que asistirás al funeral junto a nuestra familia.
Creo que ella se sentiría más contenta ante la idea de una inminente
colonoscopia.
―Maravilloso.
―Hace unos días, un amigo tuyo visitó las instalaciones, Owen Harding.
¿Es correcto?
Me congelo. ―No.
―Octavia, por favor... ―Mi voz se rompe. Mi corazón golpea contra mis
costillas, como una marca desenfrenada―. ¡Owen no es parte de ninguna célula
terrorista! No es anti-monárquico. Claro, puede haber participado en algunas
protestas no violentas, una o dos marchas políticas en el campus de la
universidad... pero nunca ha hecho nada que sea ni remotamente ilegal, y
mucho menos radical.
―No puede hacer esto ―susurro, odio que mis ojos ardan―. No puede.
―Eres una niña tonta. ¿De verdad creíste que, porque te escuchó una
sola tarde, se interesa por ti? ¿Que porque te envió algunos libros y necesita un
nuevo heredero, va a intervenir de repente y convertirse en una figura paterna?
Te equivocas. La única persona a la que sirve Linus Lancaster es a Linus
Lancaster. Descubrirás por ti misma lo poco que le importas, tan pronto como
tus intereses dejen de adaptarse a los suyos.
―¿Lo estoy? ―Se acerca más―. Puede que se llame la Guardia del Rey,
pero todos en esta casa responden a una persona, a mí. No a Linus, encerrado
en su estudio con sus manuscritos, sus memorándums y sus pintorescas
reuniones sobre el té. Y ciertamente no a ti. ―Hace un ruido burlón al chasquear
la lengua con sus labios―. Así que adelante e intenta desafiarme, niña. Haré que
Owen Harding sea encerrado en una celda de la prisión real tan rápido que hará
127
Página
que tu cabeza gire. Él nunca volverá a ver la luz del día, a menos que yo
considere oportuno permitírselo.
De repente, puedo ver las cosas muy claramente. Nada de esto es sobre
Owen. Demonios, ni siquiera se trata de mí.
Un odio que no se parece a nada que haya conocido antes se abre paso
por mis venas. Antes de darme cuenta, estoy en movimiento, avanzando hacia
ella con lágrimas en los ojos y malicia en el corazón.
Carter está allí de pie, con el cabello oscuro desordenado por el sueño,
mirándome con preocupación escrita en todo su rostro. Debe haberme
escuchado gritar y salió a investigar. Aspiro un aliento que no tiene nada que
ver con mis nudillos doloridos cuando veo que está descalzo y sin camisa, un
par de pantalones de chándal grises que se enganchan en sus caderas definidas.
Mi boca se seca al ver sus músculos abdominales, un paquete de ocho
perfectamente cincelado, con un rastro de vello que nace en su ombligo hacia
abajo, hacia abajo, hacia abajo...
Dulce Cristo.
No dice nada.
Yo tampoco.
Me quedo mirando sus pies descalzos. Por alguna razón, la vista de ellos
es incluso más fascinante que sus abdominales. El señor Carter Thorne, al estilo
Adonis, despojado de sus pantalones de vestir perfectamente confeccionados y
sus brillantes zapatos Oxford. Un simple mortal, después de todo.
130
Página
»¿Emilia?
―Oh, solo fue una charla regular entre una chica y su nueva madrastra,
llena de amenazas levemente veladas, maniobras políticas y falsedad absoluta.
Ya sabes, lo de siempre.
Nos quedamos en silencio otra vez, solo mirándonos. Está tan silencioso
el pasillo, que puedo escuchar cada toma rítmica de su aliento. Estiro mis
piernas, tratando de encontrar una posición más cómoda.
Gruñe en acuerdo.
―Por ahora.
―Confía en mí, ella también. Sabe que tan pronto Linus fallezca, se
quedará en bolas, para decirlo sin rodeos. ―Sus ojos azules están
concentrados―. Y Linus no es joven. Lo que simplemente deja…
―A mí ―murmuro suavemente.
―A ti ―repite.
Tal vez sea mi imaginación, pero juraría que sus ojos se iluminan con
calor mientras observa mi boca formando esas palabras. Rápidamente sofoca la
mirada bajo una máscara de fría indiferencia. Poniéndose de pie, se para en el
umbral, de espaldas a mí, deteniéndose brevemente por un momento.
Son las 11:55 a.m. y estoy caminando afuera de las puertas cerradas de la
sala. Me niego a entrar a esa habitación hasta que sea absolutamente inevitable.
―Te acostumbrarás.
Meneo la cabeza con cansancio. ―No estoy segura de estar lista para
esta vida.
133
Página
―Nunca nadie está listo para nada. Simplemente lo aguantas, lo haces y
esperas que eventualmente las piezas encajen en su lugar. Quien te diga lo
contrario, miente.
―¡Qué escándalo!
―¡Oh, la humanidad!
―Solo tiene un poco de algo para que te relajes. Yo los llamo Doma-
Octavia. Hace que al menos sea un tanto soportable estar a su alrededor,
especialmente cuando hace algo así de odioso.
Chloe resopla. ―Oh, eres tan nueva en esto. Podría ser lindo si no fuera
tan trágico.
―No lo sé…
Pero cualquiera que sea el ingrediente especial que contienen los osos de
Chloe, es de un calibre completamente diferente. No me siento drogada en lo
absoluto. De hecho, me siento tan relajada que podría hundirme en el suelo y
desaparecer.
A medida que avanza la tarde, Octavia se pone cada vez más molesta
cuando sus comentarios sarcásticos sobre mi "figura llena" no logran inspirar
una respuesta. Cambia la táctica, insistiendo sobre el "atroz color morado" de mi
cabello intentando provocarme. La expresión en su rostro cuando acepto
alegremente teñirlo de un castaño más discreto antes del funeral, no tiene
precio.
―¿Cuál es el veredicto?
―De nada. ―Ríe―. Ahora, ¿podemos por favor ir a buscar algo para
comer? Estoy hambrienta.
―Oh, Dios mío, estas galletas están muy buenas ―gime Chloe,
mordiendo otra―. ¿Dónde dijiste que las conseguiste?
―De Patricia. Trabaja en la cocina. Sabe cómo usar una batidora eléctrica.
―¿Cómo es posible que hayas estado en esta familia como unos cinco
minutos y el personal ya te trata mejor que a mí? Veinte años viviendo como la
hijastra del duque de Hightower, y ni una vez me han llevado galletas caseras a
la suite.
Sonríe. ―Touché.
―Solo digamos que hay una razón por la que Carter no cree en el
matrimonio o en el compromiso a largo plazo. Crecer en una casa con dos
padres que se odian mutuamente exactamente no inspira fe en la monogamia
como una opción de estilo de vida.
―Es verdad. ¿Por qué crees que te detesta tanto? ―Chloe levanta las
cejas―. En ti, se ve a sí misma.
―Vaya.
―Eso suena…
―¿Glamuroso?
―Cállate.
―¿Cuán lejano?
―No lo sé. ―Se encoge de hombros―. Pero puedo decir, con al menos
cierto grado de confianza, que no eres una completa idiota. Solo Dios sabe qué
clase de imbécil podría apararse, arrastrándose de la nada.
―Qué dulce.
―Los funerales no son para los muertos, son para los vivos. Y, en el caso
de una muerte de la realeza, se trata más del espectáculo que de otra cosa. Días
de pompa y circunstancia, dignatarios volando desde todo el mundo… es un
circo mediático. Francamente, preferiría recordar a mi tía y a mi tío en privado,
no en exhibición por el bien del mundo entero.
Dudo.
»Suéltalo, E.
―Era Owen.
―Vagamente.
―¿QUÉ?
―¿Algún consejo?
―Déjame entenderlo. ¿Desplazó a toda una familia hacia el otro lado del
país, solo para evitar que fueras amiga de alguna chica al azar?
―Lo siento, Chloe. Eso es... ―Niego―. Eso es una mierda. Debes ser libre
de estar con quien quieras, y ser quien quieras.
4 Escala creada por el biólogo Alfred Kinsey en el Informe Kinsey, que establece siete diferentes
grados de comportamientos sexuales, cuando tradicionalmente se consideraban solo tres
(heterosexual, bisexual y homosexual)
142
Página
―Mejor amigo. Biiiiiien. Sigue diciéndote eso.
―¿Nunca?
―Nunca.
―Una amiga a la que quiere inclinar y follar por todo el reino, tal vez.
―¡Chloe!
―Yo tendría sexo con él. ―Silba por lo bajo―. El chico puede ser un
imbécil, pero es sexy como el infierno. Lo montaría como una escalera mecánica.
―Como quieras. ―Se ríe―. Entonces, si las bellezas rubias no hacen que
tus motores se aceleren, ¿quién lo logra? ¿Cuál es tu tipo? ¿Rapados? ¿Zorros
plateados? ¿Deportivos? ¿Dioses del rock?
Reflexiono sobre la pregunta. Los pocos tipos con los que he tenido
relaciones sexuales, todos fueron aventuras informales en la universidad,
sesiones de besos ebrias y en la oscuridad, en camas de dormitorios estrechos,
que suelen terminarse en unos pocos minutos. No tengo el valor de admitirle a
Chloe que nunca he tenido un orgasmo. En realidad, ni siquiera me acerqué. Y
definitivamente no voy a informarle que la única vez que sentí una pizca de
pasión, como las que leía en mis libros favoritos, fue en el asiento trasero de un
vehículo deportivo utilitario el viernes pasado, sentada en el regazo de su
hermano, la dura longitud de su erección se hizo conocer sin arrepentimiento
contra mi trasero.
»Vamos ―pide Chloe―. Habla. ¿Quién fue el último chico que inspiró
algunas fantasías sexuales ardientes?
143
Página
Con un esfuerzo considerable, logro empujar el rostro de Carter a las
profundidades de mi psique.
―Ninguno. Honestamente.
―¡Chloe! Ya ríndete.
Así está más a salvo, me digo a mí misma, con los ojos picando
dolorosamente. Escuchaste la historia de Chloe sobre Kacey. Si Octavia le hizo
algo así a su propia hija… no se lo pensará dos veces antes de hacértelo a ti.
Santo Cielo.
―¡Hey!
No dice ni una sola palabra mientras los tres salimos por las puertas
delanteras y bajamos por el camino de entrada, donde Octavia y Linus esperan
junto a Simms en las limusinas. Al menos diez miembros de la Guardia Real
también están presentes, armados hasta la empuñadura, literalmente, todos
llevan espadas, con impresionantes uniformes militares azul marino. Sus
botones dorados de doble fila brillan ante el sol de la mañana. Parecen más que
147
Página
dispuestos a enfrentarse a un ejército invasor más que acompañar a una familia
afligida a un funeral.
―No, gracias.
―Solo bébelo ―murmura, mirándome a los ojos. Sé que puede leer las
emociones que se agitan dentro de ellos, todo el miedo y la preocupación y las
náuseas inducidas por las mariposas―. Te calmará los nervios.
»Así que. ―Me aclaro la garganta y ambos me miran―. ¿Quiénes son los
Sterling y por qué los odiamos?
Chloe se ríe. ―En primer lugar, no los odiamos. Hay una historia
complicada entre los Sterling y los Lancaster. Empezando por el hecho de que
Ava estaba comprometida con el príncipe Henry. Y su hermano Alden era su
mejor amigo.
―Crecimos juntos. Los cinco, en realidad, Carter, Henry, Ava, Alden y yo.
Como uña y mugre.
―¿Y ahora?
―Mira, E, eres nueva en todo esto, así que no creo que te des cuenta de
lo pequeño que es el círculo de familias aristocráticas en Germania. Incluso si no
te gusta alguien, está prácticamente garantizado que te lo cruzarás con relativa
frecuencia en eventos benéficos para recaudar fondos, galas, bailes,
coronaciones…
―Lo que quiero decir es que si evitara a todos los imbéciles de este país,
no quedaría nadie. Incluyendo los de mi propia sangre ―dice mirando
brevemente a Carter de nuevo―. Pero si quieres mi consejo… solo ten cuidado
con ellos, ¿de acuerdo? Especialmente una vez que sepan quién eres realmente.
Los hermanos Sterling se suben al asiento trasero con tanta gracia que
me recuerdan a los cisnes que se asientan en la superficie del agua. Él viste de
un negro sobrio, desde el traje hasta la corbata, la camisa y el bolsillo cuadrado.
Ella lleva un exquisito vestido de seda y un sombreo de coctel con un velo de
malla que baja para cubrir la mitad de su impresionante rostro.
―¿Oh, ella? ―Los ojos de Chloe brillan con buen humor mientras
interviene. Está disfrutando con esto, la chiflada―. Nadie de importancia. Solo
mi nueva asistente, Emilia.
―No sabía que fumar marihuana todo el día requería de ayuda. ―El tono
de Ava puede ser remilgado y apropiado, sin embargo, no hay duda del
menosprecio bajo sus palabras. Estoy enormemente aliviada cuando sus ojos se
alejan de mí.
―Sí, bueno, no podemos ser tan productivos como tú, Ava. ―La sonrisa
de Chloe se parece más a una mueca―. ¿Cuántas organizaciones co-presides
ahora? ¿Cuatro?
Sin decir una palabra, Carter toma el decantador y vuelve a llenar mi vaso
junto con el suyo. Tomando un sorbo fortificante, golpeo ligeramente mi codo
contra el suyo.
Gracias.
De nada.
Una respiración temblorosa vibra desde mis pulmones cuando siento que
se activa el freno. Es nuestro turno de bajar.
Ava, Alden y Chloe se bajan primero. Solos en la limusina, Carter clava sus
ojos en los míos por un breve momento.
―¡EMILIA!
»¡EMILIA LANCASTER!
¿Dijo Lancaster?
Déjame ir.
Corrección: gritándome.
―¡Es ella!
¡Emilia!
¡Emilia!
¡Emilia!
Cierro mis ojos con fuerza con mis manos, como si eso de alguna manera
los hiciera desaparecer. No los abro de nuevo hasta que nos encontramos a
varias cuadras de distancia, saliendo de la ciudad a casi el doble del límite legal
de velocidad.
… veinte años…
Estoy agradecida de que los Sterling no estén aquí para presenciar esta
humillación. Me siento aún más agradecida de que Simms ya haya borrado mi
presencia en las redes sociales de la faz de la tierra. No es que alguna vez haya
sido una publicadora prolífica, pero en lo que a mí respecta, cuantas menos
fotos y recuerdos tengan que diseccionar estos buitres en sus programas de
entrevistas matutinos, mejor.
―No está tan mal ―dice Chloe, golpeando su hombro contra el mío,
cuando una foto mía horrible con el cabello rizado y ortodoncia aparece en la
pantalla. Mi retrato de secundaria, si no recuerdo mal.
―¡No! No está bien. No, si yo no quería. —Dejo caer la cabeza entre mis
manos con un gemido―. Se suponía que esta era mi decisión.
―Todavía lo es ―insiste.
―¿Qué? ―digo.
―Al diablo con el mundo ―repite―. No pueden hacerte ser alguien que
no quieres ser, Emilia. Si no quieres esto… nadie puede obligarte a hacerlo. Ni la
prensa, ni Linus, ni siquiera ese novio idiota tuyo.
En el pesado silencio que sigue, mis ojos arden, fijos en la pantalla, ahora
en negro donde, si los entrecierro, solo puedo distinguir la silueta de una chica
extraña mirándome fijamente. La de cabello castaño oscuro y espíritu roto.
―Lo que pasó no fue culpa tuya, aun así hay que hacer algunas
reparaciones. Para ello, daremos una rueda de prensa mañana por la mañana,
anunciándote oficialmente como mi heredera. Me gustaría que estuvieras allí, a
mi lado, cuando lo anunciemos. Como una muestra de fortaleza.
Espera mi respuesta.
No le doy ninguna.
―Si es así como tratas a tu familia, me gustaría saber cómo manejas a tus
enemigos.
―Sea como sea, también soy un Rey con el peso de todo un país sobre
mis hombros. Te guste o no, tus deseos ya no son los únicos en Germania que
me conciernen. ―Sus ojos se convierten en esquirlas de hielo esmeralda―. Lo
cual es la razón por la que mañana estarás en la rueda de prensa. Actuarás
dignamente y reconocerás verbalmente tu intención de tomar el puesto de
Princesa de la Corona.
―¿Y si no lo hago?
―No puedes hacer eso ―jadeo―. ¡Ya has pagado la hipoteca! La casa es
mía, libre de cargas.
―¿Lo es?
Soy un peón.
163
Página
Traducido por Emotica G. W
& MicaDeMaddox
Nada.
Espero.
Veinte.
Espero.
Treinta.
Cuarenta.
Cincuenta.
Espero.
Espero.
Espero.
Porque creo que… alguna parte de mí sabe que él vendrá, incluso antes
de que tome la decisión consciente de dejar la mansión, mucho antes de que
escuche su voz en la oscuridad a mi espalda.
Carter.
»¿Estás bien?
―¿Capa de invisibilidad?
Niega.
»En realidad es bastante divertido —le digo con una voz hueca que no es
divertida en absoluto―. Soy estudiante de psicología. Estudio el
comportamiento humano. Leí todos estos libros sobre nuestra capacidad de
manipulación y maldad. Sobre cada atrocidad que nosotros, como especie,
hemos cometido el uno contra el otro durante miles de años. Cómo en realidad
hemos evolucionado para ser crueles y egoístas, en lugar de ser honestos y
verdaderos. ―Inhalo superficialmente―. Todo ese conocimiento, justo allí en las
yemas de mis dedos… y aun así, me encuentro totalmente ciega cuando me
pasa.
―No.
―Me importa una mierda. Yo nunca soy buena compañía. Pero a veces,
todos necesitamos a alguien. Alguien en quien apoyarnos. ―Está respirando con
dificultad. Puedo escuchar las rápidas subidas y bajadas de su pecho mientras
me observa llorar―. Si necesitas apoyarte en alguien esta noche… estaré aquí.
Abrázame fuerte.
Abrázame.
167
Página
Abrázame hasta que termine esta pesadilla.
Carter levanta las manos para cubrir mi rostro hinchado por las lágrimas.
Hundo las yemas de mis dedos contra la parte posterior de su cuello. Y de
repente, sin ninguna advertencia, me está besando.
Lo único que sé con certeza es que, ahora que está sucediendo, no hay
vuelta atrás. No importa que esté mal. Prohibido. Condenado. No importa que
nunca debería haber ocurrido.
Sí.
Dios, sí.
168
Página
No me di cuenta de lo mucho que ansiaba su toque hasta que lo sentí
moviendo sus grandes manos sobre mi piel. Lo mucho que quería esto, su
agarre de vuelta a mi cabello, mordiéndome el labio inferior, frotando su cuerpo
duro contra el mío.
Octavia.
Linus.
Owen.
Lo necesito.
Necesito esto.
Preocupación.
―No importa.
Se sienta, llevándome con él. Frunce el ceño mientras aprieta mis bíceps
con sus grandes manos. ―¿Qué quieres decir con que no importa? Por supuesto
que importa.
»Deja de mirarme así ―le digo, sintiendo que algo se desmorona dentro
de mí. Otra línea de falla, está hecha de sueños rotos y malas intenciones.
Sal de eso, Emilia… antes de que hagas un lío aún más grande.
¿Qué he hecho?
Pero no lo hago.
No puedo.
Se pone de pie y se dirige hacia mí, con los ojos brillantes. ―Emilia…
Incluso yo.
Pero ahora que vivo en uno, desearía poder volver atrás y decirle a mi yo
de cinco años que sueñe con algo mejor, que no desperdicie sus deseos en un
lugar frío, lleno de piedras, lleno de pasillos zigzagueantes y habitaciones con
camas con corrientes de aire.
¡Oh! Espera.
No.
Ojalá pudiera decir que las cosas se han calmado, pero estaría mintiendo.
Las solicitudes de entrevistas son ininterrumpidas, Simms sigue recibiendo al
menos veinte al día, y los paparazzi están tan fuera de control, que he sido
confinada a quedarme en el palacio hasta nuevo aviso. Por mi propia
protección, por supuesto.
Por tal motivo, las costureras reales han estado aquí prácticamente todos
los días para tomar medidas. Me esfuerzo por mantenerme quieta mientras
sostienen diferentes muestras de tela contra mi tono de piel, y luego hago lo
mejor que puedo para no tropezarme mientras prueban las opciones de zapatos
de una amplia gama de tacones altos, como si alguien fuera a ver mis pies bajo
el gigantesco vestido de fiesta que están diseñando.
Porque nada grita más romance que un hombre que se preocupa más
por la corona posada sobre tu cabeza que los pensamientos que ocurren dentro
de ella.
Debí hacer algún ruido, medio jadeo medio suspiro, porque él levantó la
vista y me vio allí merodeando entre las estanterías, apretando una primera
edición de “Rebeca” por Daphne Du Maurier fuertemente contra mi pecho.
Sin un “hola” siquiera, cerró su libro de golpe, se puso en pie y salió de la
biblioteca.
No miró atrás.
No solo lo dejé.
Lo alenté a hacerlo.
Participé activamente.
No es mío.
Con un suspiro, agarro la tableta de pantalla táctil que controla todos los
ajustes de mi habitación, desde las luces a las peticiones de servicio de limpieza,
el termostato o el volumen de los altavoces. Ajusto la temperatura, subiendo el
radiador unos cuantos grados. Hay un increíble aire frío que señala el inminente
invierno. Octubre ya está terminando, los días acortados señalados por las
tardes ventosas que levantan las hojas en coloridos vórtices. En días más cálidos,
me siento afuera, en mi terraza, mirándolas girar alrededor del patio, pero hoy
estoy envuelta en un jersey de cachemira ultra suave con las puertas y ventanas
bien cerradas.
Cierro mi libro de golpe y estiro los brazos por encima de mi cabeza con
un gruñido bajo. Cuatro horas seguidas de psicofarmacología definitivamente
garantizan un descanso del estudio. Tengo los ojos cansados, pero se siente
bien estar concentrada en lecciones reales de nuevo. Aprender algo que
realmente importa en lugar de la adecuada altura de una reverencia o los pasos
de un tedioso vals.
Ella aún pasa por aquí cada día, haciendo su mejor esfuerzo por
convertirme en una princesa de verdad. Yo fuerzo una sonrisa en mi rostro y
hago los movimientos, pero creo que ambas sabemos que mi corazón ya no
está en ello. Cualquier incentivo que tuviera para complacer a Linus con mi
progreso se desvaneció en el momento en que supe que él ya había sellado mi
destino, robado mi futuro, arrancado incluso la ilusión de libre albedrío de mis
manos sin una onza de remordimiento.
Miro fijamente las botas Louboutin en los pies de Chloe, sus suelas rojo
cereza mostrándose completamente.
―Has pasado las últimas dos semanas con tu cabeza enterrada en esos
libros. ―Me mira con curiosidad―. Casi como si estuvieras tratando de evitar
algo.
―¿¡Qué!? No, no lo hago. ―Mi corazón late más fuerte―. Solo estoy
tratando de ponerme al día con todo lo que me he perdido estas últimas
semanas. Afortunadamente, mis profesores fueron muy comprensivos cuando
me puse en contacto con ellos sobre completar las tareas.
―Cerebrito.
―No es por ser mala, pero aún no veo por qué te molestas. Estarás un
poco ocupada manejando un país. Dudo que encuentres muchas oportunidades
180
Página
para usar tu título. ―Hace una pausa―. A menos que sea para confirmar el
trastorno de personalidad narcisista de Octavia, pero no estoy segura realmente
de que necesitemos un diagnóstico médico de buena fe para eso.
Esta vez, mi risa es genuina. ―Además, está el hecho de que sin mis
estudios, me aburriría hasta la médula... No hay mucho más que hacer por aquí.
―Me llevaría a toda la maldita Guardia del Rey si eso significara unas
pocas horas fuera de este castillo.
Golpea su hombro contra el mío. ―No será así para siempre, después de
la coronación la prensa se calmará. La historia se desvanecerá de los titulares. Y
eventualmente, los investigadores descubrirán quien inició el fuego y estos
locos protocolos de seguridad se relajarán. Serás libre de vivir una vida normal.
Bueno... tan cerca de lo normal como es la vida para un Lancaster.
―¿Cómo lo sabes?
―No hay mejoría. ―Toma otra calada de su pipa―. Ayer traté de visitarlo
en el hospital, pero no me dejaron entrar.
―¿Por qué?
―Los mejores amigos. Maldita sea, eran casi inseparables. Está siendo
muy difícil para él. Mucho más difícil que para esa egoísta hermana suya. Parece
que a ella no le importa que su novio se muera.
―Ah.
182
Página
Siempre olvido que la mayoría de la gente realmente quiere ser de la
realeza. Para ellos, ser uno de los Lancaster es un sueño al que aspirar... no una
pesadilla que evitar a toda costa.
―Sí. Quería saber cómo te las arreglas con toda esta locura. Le dije que
pasara por el castillo y que te lo preguntara él mismo.
―Chloe.
La miro dudosa.
―Oh, vamos, E, eres terca pero no estás ciega. Alden parece... bueno,
como si uno de los arcángeles hubiese caído del techo de la Capilla Sixtina y
vagara hacia el norte.
Maldita sea.
183
Página
Lo último que quiero hacer es salir con Alden. Entre Carter evitándome
como a la plaga y Owen acosándome a través de mensajes de voz de disculpas,
los hombres en mi vida ya son demasiado complicados. Ciertamente no
necesito agregar más testosterona a esa ecuación. Pero no estoy segura de
cómo hacer que Chloe lo entienda sin revelar otros detalles que preferiría
reservármelos.
Jadeo. ―¡Chloe!
―¿Qué?
―¡¿QUÉ?!
¡¿Cita?!
―Te odio ―le siseo a Chloe, levantándome y saliendo como una bala.
184
Página
―¡Ve por ellos, tigre! ―grita. La escucho reír como una maldita hiena
incluso cuando salgo del invernadero y me dirijo directamente a mi suite.
185
Página
Traducido por Procrastination Princess, Yuli Darcy
Emotica G. W &Eli25
Con los ojos abiertos, puse mi mano en su fuerte y cálido agarre, luego lo
seguí por un pasillo oscuro y lleno de telarañas. Pasamos por otra puerta a una
escalera caracol de color negro oscuro, con sus escalones de piedra desgastados
durante cientos de años. Subimos, subimos, con solo la luz del móvil de Alden
para iluminar el ascenso, hasta que llegamos a la cima de la torre más alta del
Palacio de Waterford.
Para ser honesta, había empezado a dudar de que algo pudiera valer la
pena el ardor en mis muslos después de trescientos escalones... pero tan pronto
como atravesamos la gruesa puerta de madera hacia la pequeña aguja redonda,
me olvidé por completo de mis músculos doloridos.
―Ni siquiera sabía que la gente pudiera venir hasta aquí ―digo,
asombrada―. Pensé que estaba clausurado desde hace años.
―No clausurado, per se. Solo… desaconsejado para uso público. No está
en el recorrido autorizado del castillo, eso es seguro.
Me muevo al otro lado de la torre, con los ojos fijos en los cielos
distantes.
Se ríe. ―¿A ti? Ciertamente no. Eres la princesa. Técnicamente, eres dueña
de esta torreta. Yo, en cambio...
Sus ojos color avellana brillan con pensamientos que no puedo descifrar.
Vuelve a sonreír. Da unos pasos hacia mí, los ojos color avellana nunca se
alejan de los míos. ―Gracias, Emilia. Definitivamente voy a aceptar esa oferta.
Pronto.
Sencillo.
Fácil.
Sin complicaciones.
188
Página
―¿Deberíamos bajar? ―pregunta. De cerca, sus ojos tienen manchas
verdes y doradas. Son impresionantes.
―El Rey Leopold no era fanático de los excesos o el libertinaje. ―Sus ojos
se vuelven tristes otra vez―. No como su hijo. Henry amaba una buena fiesta. Si
hubiera sido coronado... su coronación habría sido una celebración como
Germania nunca ha visto.
Echo la cabeza hacia atrás y río. ―Oh, Dios mío, por favor, dime que hay
evidencia fotográfica.
Alden menea la cabeza, sonriendo. ―Me temo que no. ¿Puedes imaginar
si alguna vez eso se filtrara a la prensa? Seríamos reprendidos.
No mide más de metro ochenta de altura, así que cuando inclina su cara
hacia la mía, la distancia no es tanta. Siento que mi boca se seca, observándolo
acercarse.
¿Me va a besar?
¿Voy a dejarlo?
5Mula: Cóctel hecho con vodka, cerveza de jengibre picante y jugo de limón, adornado con una
rodaja o rodaja de limón y hojas de menta.
190
Página
Mis preguntas nunca obtienen respuestas, hay un golpe desde nuestra
izquierda, lo suficientemente fuerte como para hacerme pegar un susto. Alden y
yo giramos la cabeza para mirar y encontrar la fuente del sonido de pie en la
puerta de su suite, con la mano aún en el pomo, fulminándonos con una mirada
oscura en nuestra dirección.
Carter.
Las palabras son amables, la voz con la que las dice no tanto. Saco mi
mano del agarre de Alden con un tirón que le hace levantar las cejas.
―¿Eso es cierto?
Me estremezco.
―Mmm. ―Los ojos de Carter parpadean hacia los míos y los sostienen―.
Tal vez traiga a las modelos a la coronación. A ver si puedo hacer que Octavia
haga explotar una junta.
―Tal vez así sea. ―Todavía me está mirando, esa mirada intensa me
mantiene cautiva con más eficacia que las cadenas. Estoy encerrada en él a su
vez, con el pulso palpitando, apenas respirando. Deseando como loca que la
sensación que se extiende por mis venas sea indiferente a la que es proyectada
en mi cara.
Es tarde.
Fallo.
Miserablemente.
Si sintió mi pena.
¿Está pensando en mí, acostada aquí, con las piernas enredadas en las
sábanas, mis pensamientos enredados en él? ¿O acaso fantasea con sus hazañas
con las tres modelos suecas, que fue tan rápido en lanzarme a la cara?
¿Qué demonios?
Es Carter.
¿Por qué?
Lloro.
Espero.
La canción se desvanece.
Voy a vomitar.
―¿Hola?
―La elección era darme espacio, como pedí después de que le contaras a
todo el mundo acerca de mi identidad y arruinaras mi vida. ¿Recuerdas?
―Eso no justifica lo que hiciste. ―Mi voz se vuelve suave―. Dices que soy
la persona más importante en tu vida, que soy tu mejor amiga... pero esas son
solo palabras si no tienes las acciones para respaldarlas...
―¡NO! ―Su rugido es tan fuerte, que retrocedo del teléfono―. Necesito
que me escuches. No tengo mucho tiempo. Mira, es posible que las cosas ya
estén en movimiento y no estoy seguro de poder detenerlas.
―¡No! Lo estás entendiendo todo mal, Ems. Solo me uní al grupo porque
pensé que podrían tener respuestas sobre... ―Su voz baja, como si tuviera
miedo de decir las siguientes palabras en voz demasiado alta―. Sobre el
incendio.
―No sé qué esperas que haga con esta información. Linus nunca lo
cancelará, no sin una amenaza creíble. Y no hay manera de que yo no me
presente.
―Lo sé. ―Se detiene―. Solo... por favor ten cuidado. Si alguna vez te
pasara algo, nunca me lo perdonaría.
Una lágrima se desliza por el rabillo de mi ojo y cae a la madera dura con
un pequeño chapoteo. ―Tendré cuidado.
―Bien ―dice, con voz ronca. Sé que está manteniendo un fuerte control
sobre sus emociones―. ¿Podrías... crees que podrías llamarme después? ¿Para
poder escuchar tu voz y saber que estás bien?
―¿Sí?
―Gracias. Por cuidar mi espalda, incluso cuando las cosas están tan
complicadas entre nosotros.
No.
Detente.
Sonríe.
Respira.
202
Página
Simms me está mirando fijamente desde el otro lado del descansillo,
completamente preparado para hacer mi presentación a la multitud... pero mis
pies se congelan. No me puedo mover. Me quedo en las sombras, fuera de la
vista, tratando y fallando en dar mis primeros pasos por esas escaleras. Imagino
visiones de mí, tropezando con la cola de mi vestido y rodando con la cabeza
sobre los talones por veinticinco escalones de piedra en frente de toda la corte
en un bucle continúo dentro de mi cabeza.
―¿Estás nerviosa?
»Estás preciosa, Emilia. ―Sus ojos verdes, como los míos, parecen brillar
en la oscuridad―. Cada centímetro de la princesa que siempre supe que eras.
―¿Por qué la dejaste? ―Formo puños apretados con las manos―. ¿Por
qué nos dejaste?
―¿Qué?
―No, me imagino que no. Estoy seguro de que te dijo que yo era un
sinvergüenza y un rastrero, un hombre de mediana edad con un ojo errante que
sedujo a una mujer demasiado joven para él por unos veinte años. ―Suspira―.
Y todo eso es verdad. Sin embargo, no es la historia completa. Y no es la razón
por la que no te crié como mi hija.
―Tu madre no quería tener algo que ver con esta vida. Ni conmigo ni
con mis obligaciones familiares, ni la pretensión ni el esplendor, ni las estrictas
reglas y restricciones que acompañan a la corona. Nada de eso. ―Se detiene―.
Era un espíritu libre. Una artista. Habría sido totalmente miserable, confinada en
el papel de Duquesa de Hightower. Estoy seguro de que puedes verlo.
―Diariamente deseo haber elegido hacer las cosas de otra manera. Estas
últimas semanas... he visto la buena mujer en la que te has convertido, he sido
testigo de la forma en la que has manejado una situación sin precedentes con
gracia y aplomo, cuando una persona inferior pudo haberse desmoronado bajo
la presión... has sido una fuente de gran orgullo y profundo arrepentimiento.
Pero es inútil.
―Dale una corona a un rey, él tratará al mundo como plebeyos. Dale una
corona a un hombre común, él tratará al mundo como reyes ―recito de
memoria, sonriendo, aunque quiera llorar.
―Te lo juro, Emilia... ―Linus se rompe, una dolorosa tos que le atraviesa
el pecho, pero se las arregla para recuperarse―. Trataré de ser el tipo de Rey del
que ella estaría orgullosa. Por muy corto que sea mi reinado.
Hoy no.
―¡Linus! ―espeta una voz fría y femenina desde las sombras, rompiendo
el momento―. ¿Qué demonios estás haciendo aquí? He estado esperando con
Gerald durante cinco minutos.
Ambos nos giramos para mirar mientras Octavia camina hacia nosotros,
su ajustado vestido azul impresionante en contraste con el tono de su cabello.
Desliza la mirada hacia mí.
Estoy lista.
Setenta metros.
Cuarenta metros.
Diez metros.
Mi reino.
Su princesa.
Y así comienza.
Su heredera manifiesta.
Su futura reina.
Un halo sucio.
210
Página
Traducido por Walezuca & Yiany
No hay señales de él por ninguna parte. Y no puedo evitar notar que Ava
también está sospechosamente ausente.
No tiene importancia.
No tiene importancia.
No tiene importancia.
―No puedo creer que me hayas mentido ―me susurra al oído cuando el
vals llega a su fin.
―¿Qué?
―Dame tiempo.
Dos horas más tarde, me duelen los pies cuando otro pretendiente de
algún lugar que no recuerdo el nombre me guía por la pista de baile.
Desafortunadamente para mí, a diferencia de Alden, este Conde en particular no
posee ni una pizca de ligereza de pies, como lo demuestra el hecho de que ya
ha pisoteado el mío al menos tres veces.
Escondo mi mueca de dolor con una sonrisa falsa. ―No hay problema.
Chloe me hace una mueca por encima del hombro del apuesto señor con
el que está bailando. Trato de devolverle la sonrisa, pero se convierte en otro
ceño fruncido de dolor a medida que su considerable peso baja sobre mis pies.
213
Página
―Mis profundas disculpas, una vez más...
Hago una mueca y rezo para que casi haya terminado. Estoy cansada de
sonreír benignamente y de hablar con extraños; de ser atacada por señores de
mediana edad con barrigas caídas y aliento amargo; de defenderme de los
comentarios mordaces de sus esposas durante los breves interludios, he logrado
escapar de la pista de baile para tomar un fortificante sorbo de champán.
Santa.
Mierda.
―¿Puedo interrumpirlos?
―Carter...
―¿Preferirías que te dejara con ese gran patán? ―Entrecierra los ojos―.
Bien. Estoy seguro de que puedo llamarlo de vuelta...
Sonríe.
Totalmente inocente.
Su rostro lleva una máscara educada, pero sus ojos me queman como
una marca de fuego. No me ha mirado así desde la noche que cruzamos una
frontera indescriptible, en Lockwood Estate. Me preocupa que en cuanto acabe
este baile, no vuelva a mirarme así. Que, tan pronto como las notas se
desvanezcan en silencio, volverá a poner esa pared en su sitio, hecha de una
indiferencia cruel, que es tan terriblemente efectiva para dejarme afuera.
El tiempo se está acabando. Cada deslizamiento del arco del violín contra
sus cuerdas nos lleva una nota más cerca del final de este momento. Nuestro
final. Así que, antes de que pueda detenerme, antes de que pueda recordar la
razón por la que esos cuidadosos muros existen entre nosotros en primer
lugar... Hago una pregunta imprudente. Una pregunta que me ha estado
matando cada noche mientras estaba acostada en la cama, esperando un ruido
que nunca llega.
Se acabó.
―Porque lo único que odiaba más que verte con él era que lloraras por
mí.
216
Página
Sus palabras me golpean como un puñetazo físico. Alejo mis manos de él.
Mis ojos se llenan de lágrimas cuando meneo la cabeza y susurro
temblorosamente―: Entonces será mejor que mires para otro lado.
Nosotros.
Ahora.
Separo las piernas por debajo de las gruesas capas de tul mientras las
amontona en mi cintura, para que pueda acercarse más.
Más cerca.
Gruñe mi nombre mientras me agarra con fuerza, dejando caer los labios
para chupar la piel sensible de mi cuello. El mordisco de los dientes contra mi
vena yugular, donde mi pulso corre a doble velocidad, me hace arquear la
espalda como la cuerda de un arco.
―Sabes que eso no es a lo que me refiero. Una vez que hagamos esto...
―Emilia.
Gruñe mi nombre como una oración. Como una promesa. Como un voto.
220
Página
Introduce su lengua en mi boca, moviéndose al mismo ritmo que su
polla. Sus ojos son más salvajes de lo que los he visto nunca, manteniendo los
míos cautivos mientras nos movemos juntos, empuje tras empuje.
Algo que me asusta un millón de veces más que cualquier otra cosa que
haya enfrentado esta noche.
―Toma.
Juro que hace un sonido bajo de rabia, pero cuando abro mis ojos de
golpe, se ve completamente tranquilo. El cuadro de la indiferencia.
―No. Si quieres volver allí, está bien. Pero si crees que tengo ganas de
seguirte, de quedarme al margen, viéndote coquetear con cada hombre en un
radio de novecientos kilómetros...
―¿Qué sugieres, Emilia? ―Los ojos de Carter se han vuelto tan oscuros
que casi no lo reconozco―. Déjame adivinar, ¿olvidar que alguna vez pasó?
¿Volver a ser enemigos? ―Resopla―. Porque eso nos funcionó muy bien la
última vez que lo intentamos, ¿no es así? ¡Dos semanas de espacio, luego una
follada rápida en una mesa de trabajo durante tu maldita coronación!
Enderezo la columna. ―Una follada rápida. ¿Eso es lo que fue todo para
ti?
―Dime, Emilia. ―Se inclina, con la mirada atrapada en la mía―. ¿Que fue
esto? ¿Un comienzo o un final?
―No lo sé, ¿de acuerdo? Esto no se suponía que debía suceder. Dios...
―Meneo la cabeza, sintiendo que mis emociones se desenredan. La confusión,
la desesperación y el anhelo me desgarran con garras violentas. No quiero nada
más que dar esos tres pasos hacia adelante, lanzarme al círculo de sus brazos y
enterrar mi cabeza contra su pecho. Pero perderme en él no resolverá ni una
maldita cosa. De hecho…
―Carter...
―Ve.
»Gracias a todos por venir aquí esta noche, para celebrar esta ocasión. Ha
sido un tiempo oscuro para Germania. Hemos sufrido pérdidas tremendas, de
las que tendremos que luchar durante años para recuperarnos. Pero no
podemos abandonar la fe. No podemos perdernos en la oscuridad. Ahora, más
que nunca, debemos unirnos. Un frente unido. Un reino unificado. ―Extiende la
mano y saca de la bandeja dos de las copas de champán. Pasándome una a mí y
la otra a Octavia, toma la última flauta para sí mismo y la levanta en el aire.
―Non sibi sed patriae ―dice, su voz sonando con esperanza y fuerza―.
No para uno mismo, sino para el país. Que todos podamos esforzarnos por
incorporar ese valor germánico fundamental cada día, a medida que avanzamos
hacia un futuro brillante.
El canto continúa durante bastante tiempo, hasta que agita su mano para
indicar silencio. Su copa sube de nuevo.
225
Página
―Gracias amigos. Ahora, unámonos en una bebida, no como rey y
súbditos, sino como amigos.
Octavia está gritando algo desde su otro lado, pero no le hago caso. Miro
el rostro de mi padre, agarrando su mano con fuerza dentro de la mía.
No.
Su pecho vibra.
Su mandíbula se afloja.
226
Página
Y en el espacio de una respiración...
En la longitud de un latido...
Hace dos meses, Emilia Lancaster era una chica normal con una vida normal.
Entre los bailes de caridad, los eventos de prensa y las obligaciones reales,
los días de Emilia se encuentran repentinamente repletos de
responsabilidades desconocidas. Y con una serie de nuevos pretendientes
compitiendo por su atención, sin mencionar a Carter Thorne, el único
hombre que nunca podrá tener, durmiendo a una suite de distancia, sus
noches no son mucho más fáciles de llevar.