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La Biblia contiene más literatura del género narrativo que de ningún otro estilo literario.
Por ejemplo más del cuarenta por ciento del Antiguo Testamento es narrativo. Como el
Antiguo Testamento constituye unas tres cuartas partes de toda la Biblia, por eso el
estilo narrativo es el más común en ella. Por eso es importante tener conocimiento de
este estilo literario y cuales son los principios para poder interpretarlo.
Lo que es la narración
Las narraciones son relatos. La narración también es una sola historia, con un solo
grupo de personajes y una sola trama. Las narraciones bíblicas nos cuentan cosas que
sucedieron pero no solamente cualquier cosa. Su propósito es mostrar a Dios en acción
en su creación y en medio de su pueblo. Las narraciones lo glorifican, nos ayudan a
entenderlo y valorarlo, y nos presentan una descripción de su providencia y protección.
No hay nada malo en el estudio de alguna narración por separado, lo cual es muy
recomendable. Ahora bien, para obtener su sentido más completo, hay que considerar
tal narración dentro de su contexto más amplio.
Lo que no es la narración
-Las narraciones del Antiguo Testamento no son solamente historias sobre las personas
que vivieron en la época del A.T. Son principalmente las historias de la intervención de
Dios en la vida de esas personas y a través de ellas. Dios es el “protagonista” supremo,
o el personaje decisivo y principal de todas las narraciones.
-Las narraciones del A.T. no son alegorías ni historias con significados ocultos, pero
puede haber aspectos de las narraciones que no sean de fácil comprensión. No siempre
podemos entender la manera como Dios obra en la historia, su influencia en los actos
humanos y la ejecución de su propia voluntad por medio de seres humanos.
-Las narraciones del A.T. no siempre enseñan directamente. Y aunque esto no sea así a
menudo ejemplifican lo que se enseña directa y categóricamente en otro lugar. Esto
representa una enseñanza implícita, que en correspondencia con las enseñanzas
explícitas de la Escritura, puede producir la enseñanza que el Espíritu Santo puede usar
de modo positivo.