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Correlación estratigráfica

Benitez y Jaillard han estudiado ampliamente el antearco ecuatoriano y de manera general estos autores
determinan que la secuencia del Cretácico está bien desarrollada en el sur, pero en el norte solo se
conservan las formaciones Piñón y Cayo. La secuencia del Paleógeno presenta una importante
variación, porque se tienen formaciones que no son continuas y con espesores muy variables por la
influencia de eventos deformativos y erosionales. La secuencia del Neógeno se encuentra ampliamente
desarrollada y en ella se puede observar dos regiones estratigráficas que contrastan fuertemente. Por
ejemplo, las cuencas de Progreso, Guayaquil y Jambelí presentan una estratigrafía muy similar que solo
se diferencia por la presencia de la Formación tablazos que se encuentra en la Cuenca Jambelí. Por otra
parte, las cuencas de Manabí, Borbón y Esmeraldas presentan continuidad en la mayoría de las
formaciones, sin embargo, la cuenca de Esmeraldas tiene un mejor desarrollo durante el Cuaternario.
Además, formaciones presentes en la cuenca Progreso y Jambelí han sido correlacionadas por Benitez
(1195) con formaciones presentes en las cuencas de Manabí, Esmeraldas y Borbón. Por ejemplo, la
formación Subibaja en la cuenca del Progreso se asocia con la formación Ónzole.

Para correlacionar estas cuencas sedimentarias Benítez utiliza criterios litológicos, en donde define que
algunas formaciones del neógeno se asocian debido a características semejantes en su litología o la
presencia de fósiles. Jaillard (1995) realiza un análisis principalmente en la parte sur del antearco, donde
determina correlaciones entre las cuencas de Manabí y Progreso, considerando principalmente criterios
estratigráficos como la presencia de fallas, deformaciones u otros eventos que han dejado huellas en la
sedimentación.

Discusión de la evolución geológica de las cuencas de antearco

El cambio en la dirección de convergencia relacionado con la creación de la placa Cocos que ocurre a
principios del Mioceno marca el inicio de la formación de las cuencas de antearco porque la
convergencia oblicua genera varios sistemas de fallas que dividen la deformación en la zona de
antearco. Este modelo sugiere la presencia de un arco marino poco profundo que en el Mioceno medio
emergió formando la Cordillera Costera y una cuenca de antearco representada por las cuencas Jambelí,
Progreso, Manabí y Borbón. La partición de la deformación se refleja en las fallas del sistema Guayaquil
que conduce a la división de la "cuenca antearco" en varias subcuencas (Jambelí, Progreso, Manabí y
Borbón) (Benítez, 1995).

En las cuencas de Progreso y Jambelí, la sedimentación comienza en el Mioceno temprano, con


depósitos continentales de transición del Fm Zapotal que se acuña a las fallas Carrizal y Guayaquil que
en ese momento eran importantes estructuras extensionales. Los conglomerados de El Morro, sin fecha,
probablemente corresponden a los depósitos más antiguos que marcan la apertura de estas cuencas. La
Fm Zapotal está cubierta por depósitos transgresivos de las formaciones Dos Bocas, Villingota y
Subibaja (Benítez, 1995).
En la cuenca del Manabí, una sedimentación de arcilla, correspondiente a la Fm Tosagua, similar a la
de la cuenca del Progreso continuó durante el Mioceno inferior; un hiato lo separa de los depósitos de
arcilla del oligoceno de la Fm Playa Rica. Este hiato corresponde aproximadamente al depósito del Fm
Zapotal en la cuenca del Progreso (Benítez, 1995).

En el Mioceno medio, la reorganización de las placas de Nazca y Cocos y el aumento de la velocidad


de convergencia dan lugar al movimiento dextral de las fallas de Jipijapa-Portoviejo, Jama-Coaque y
Quininde, que, combinado con la subducción de la Cordillera de Nazca, provocan el levantamiento de
la Cordillera Costera, la Cordillera Costera y la península. Este evento causa una migración del centro
de depósito de las cuencas antearco hacia el este, que se registra en las formaciones Progreso y
Angostura (Benítez, 1995).

La subducción de Carnegie contribuye a la migración hacia el este de los depocentros de las cuencas lo
que causa que la cuenca Progreso detenga su evolución y emerja al final del Mioceno. En las cuencas
de Manabí y Jambelí, la sedimentación continúa durante el Plioceno hasta el Pleistoceno, se tienen
depósitos gruesos de las formaciones superiores de Borbón y Puná. La cuenca de Manabí emerge
durante el Cuaternario después de que la Dorsal Carnegie empezara a subducirse. Al mismo tiempo, se
produce un levantamiento en la Península de Santa Elena y en la Cordillera Costera, dando lugar a
terrazas conocidas como la Fm Tablazos (Benítez, 1995).

El basamento del antearco ecuatoriano ha sido definido como la Fm Piñón que presenta rocas oceánicas
que se acrecionaron al margen continental durante el Cretácico tardío y Paleoceno temprano. La edad
de este basamento, así como su origen presentan diversas interpretaciones que sugieren la presencia de
dos tipos de roca que no se pueden asociar a las rocas de meseta presentes en Colombia (Reynaud, et
al., 1999), pero reconstrucciones paleomagnéticas determinan que los bloques, Piñón, San Lorenzo y
Pallatanga tienen composiciones derivadas de la meseta del caribe, sin embargo, las edades varían
porque se acrecionaron en diferentes tiempos (Luzieux, 2006).

Jaillard (1997) menciona que las cuencas de antearco frecuentemente se crean después de que han
ocurrido eventos de deformación por compresión porque la erosión tectónica es favorecida durante los
periodos de deformación por compresión. Por lo tanto, la creación y hundimiento de cuencas de antearco
ocurren solo después de que se libera la tensión de compresión. En Ecuador la última fase incaica está
relacionada con el origen de las cuencas de antearco en Ecuador a inicios del Mioceno, esto concuerda
con el hiato sedimentario propuesto por Benítez (1995). La Fase Quechua está ligada a un levantamiento
progresivo en la costa. En conclusión, el autor sugiere que las fases de deformación características de
los Andes Centrales han tenido un papel importante en el origen y desarrollo de las cuencas de Antearco
en Ecuador.

Daly (1989) concluye que el desarrollo estructural de las cuencas de antearco depende principalmente
de los cambios de direcciones y tasas de convergencia durante el Paleógeno y Neógeno. Sugiere que
periodos de convergencia lenta se asocian a regímenes extensivos donde se forman fallas normales,
mientras que, los periodos de convergencia rápida se relacionan a regímenes compresivos que originan
fallas inversas e inversiones tectónicas en las estructuras. Además, considera que las fases de
deformación propuestas por Steinman son las que han definido 5 eventos estructurales principales en la
región del antearco ecuatoriano, que están reflejados en la estratigrafía de cada cuenca. En la actualidad
se tiene un ambiente compresional en el cual la deformación relacionada a la subducción de Carnegie
no está bien definida.

La edad y origen de la formación Piñón que son discutidos por algunos autores, pero parece estar mejor
documentada para una edad del Campaniano y su origen estaría relacionado al fracturamiento de la
meseta del Caribe. En la evolución de las cuencas de antearco es indiscutible la influencia que han
tenido las fases de deformación Inca y Quechua propuestas por Steinman porque estas han provocado
una importante reorganización cinemática global marcada por cambios en el movimiento de las placas
y variaciones en las tasas de convergencia a lo largo del margen oeste de Sudamérica.

Referencias

Benítez, S. (1995). Evolution géodynamique de la Province Cotiere Sud-équatorienne au Crétacé


supérieure – Tertiaire. Grenoble, Francia: Univérsité Joseph Fourier.

Daly, M. (1989). Correlations between Nazca/Farallon plate kinematics and forearc basin evolution in
Ecuador . Tectonics, 769-790.

Jaillard, E., Ordoñez, M., Benitez, S., Berrones, G., Jiménez, N., Montenegro, G., & Zambrano , I.
(1995). Basin development in an accretionary, oceanic-floored fore-arc setting: southern
coastal Ecuador during Late Cretaceous-late Eocene time. Welsink., petroleum basins of
South America., 615-631.

Luzieux, L., Heller, F., Spikings, R., Vallejo, C., & Winkler, W. (2006). Origin and Cretaceous
tectonic history of the coastal Ecuadorian forearc between 1N and 3S: Paleomagnetic,
radiometric and fossil evidence. Earth and Planetary Sci, 400-414.

Reynaud, C., Jaillard, E., Lapierre, H., Mamberti, M., & Mascle, G. (1999). Oceanic plateau and
island arcs of southwestern Ecuador: their place in the geodynamic evolution of northwestern
South America. Tectonophysics, 235-254.

Witt, C., Reynaud, J., Barba , D., Poujol, M., Aizprua, C., Rivadeeneira, M., & Amberg, C. (2018).
From accretion to forearc basin initiation: The case of SW Ecuador, Northern Andes.
Sedimentary Geology.

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