Concepto kantiano de la historia *
ipo GUEDES:
ARC
MANUEL SACRISTAN LUZON PE rR
A la memoria del Dr. Mirabent,
hombre liberal y que, por serio,
gustaba de releer a Kant.
Es comtinmente recibida la tesis de que el siglo xviit
ha sido ciego para lo hist6rico. Al valorar la raz6n_ por
encima de todo otro talento del tesoro humano, Ia Tus-
tracin (se dice) podia a lo més mirar con precipitado
simplismo ese ciimulo de datos diicilmente ordenables
que es la historia. Con dos o tres honestas y razonables
jdeas —acaso con una sola— los empelucados razonado-
res saldaban a su plena satisfaccién tan ca6tico balance
como es el de la historia. Un vistazo filosofante a una
decena de datos —“Thistoire en philosophe"— y rotun-
das profecfas triunfalmente raciocinadas en un vacio de
hechos: esa serfa la “aportacién” del siglo xvitt al escla-
recimiento de lo hist6rico.
‘No lleva poca agua ese sonoto rfo: es verdad que los
hombres del xvitt han tenido poca conciencia de los pro-
blemas estrictamente filoséficos que plantea el ser his-
térico, No se han formulado nunca la sola pregunta a
euyo aldabonazo se abre una puerta filoséfiea: Qué es
la historia? cQué es? Buena prueba de ello es que el tini-
co escritor de la época en que aparece una preocupacién
especifica por la complejidad del dato histérico —Her-
der—, se siente muy divorciado de las especulaciones
para-filos6ficas que entretienen a sus contemporéneos
cuando creen ocuparse filoséficamente de.la Histori
Herder es hoy, para nosotros, un prerroméntico bien ca-
racterizado, y entre los rasgos que le definen como tal
es de poca relevancia el de su sensibilidad para lo his-
t6rico.
Esa tesis, pues —verdadera de un modo muy gene-
ral—, se acepta referida a Kant. Adelantemos que con
escaso fundamento: en “Idea de una historia universal
7 Este articulo se publicd en Laia, 22, 1953.en sentido cosmopolita”, Kant se muestra bi jens
te de que los intentos dieciochescos entre ellos el
suyo— no versan sobre una disciplina substantivamente
filosdfiea que tuviera por objeto ta historia, sino sobre
un tema no filossfico modalizado pricticamente por el
interés de la vida cotidiana. Es suya la expresiOn de
“historia filoséfica” para intentar [a cual hay, segtin
cree, varios motivos, todos ellos de indole politica 0
spor “Un ensayo ‘losic que trate de construr Ia
seep mester que [0 pensemos en sit
ro reproche, empero, resulta més fundado ye:
también mas grave, So admite generalmente gue el pens
samiento filoséfico-hist6rico de ta ultima época de Kant
(del “viejo”, como decia Goethe) no esti en conexién
sistemética con su filosofia ertica. Esto es exacto a con-
dicién de que maticemos el juicio del siguiente modo:
el pensamiento filoséfico histirico de la vejez de Kant
no esta siempre bien enlazado con el sistema trascenden-
tal; pero lo esté a veces, y aun muy a menudo, Precisa-
mente habré que agradecer al lector el esfuerzo que st
ondré observar, en Io que sigue, cémo determinadas te-
sis Kantianas pueden entenderse sisteméticamente enla-
zadas a la moral critica, aunque deben ser reestructura.
as, para su coherente’ establecimiento sistematico, en
un esquema metodolégico més rigurosamente critico,
‘més Kantiano” que el que brindaba al viejo Kant su
indecisa “Critica de la Raz6n Préctica” *™
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Ecaanad
‘Los textos son citados segiin la edicién Cassirer, rion
par de ocasiones que se expresa en otra edicién,’ come
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flosfic-histeica son posterires a Ta “Crea. de la ‘Razon
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86
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Con todo, la “historia filoséfica” tiene en Kant de-
masiada importancia y le impide lograr una visién pre~
cisa de los problemas especificamente filossficos que plan-
tea la historia. La “historia filoséfica” mancha con su
estéril opacidad de brochazo gordo los pérrafos finales
de “Idea...”. Su desmesurada importancie se debe a que
estd fundada en dos ideas que no pueden ser claras sin
tun previo andlisis filoséfico: las ideas de Progreso y de]
Teologia natural. Kant trabaja en una “historia filos6fi
ca” con conceptos que deberfa haber aclarado previamen-
fe en una filosofia de la historia. Aqui esté la raz6n ulti-
ma de ese aspecto confusionario que suele apartar a los
lectores de esas paginas seniles, Sorprende, en efecto, que
tun escritor tan critico como Kant use alegremente y de
un modo aparentemente acritico ideas tan populares
como progreso y fines de la naturaleza. Lo hace, sin em-
bbargo, mai que le pese al lector: “... si hemos de supo-
ner que la Naturaleza, aun en el terreno de Ia libertad
humana, no procede sin plan ni meta, esa idea podria ser
‘itil; y aunque seamos un poco miopes para calar el
mecanismo secreto de su dispositivo, esa idea deberia
servirnos, sin embargo, como hilo conductor para repre-
sentarnos como sistema, por lo menos en conjunto, lo
que de otro modo no es ms que un agregado de acciones
humanas sin plan alguno. Porque si partimos de la his-
toria griega....". Y luego, naturalmente, se dedica a cul-
tivar esa bendita supersticién de lo helénico que es el
fondo sentimental de todo buen pensar europeo. El estilo
hipotético del trozo citado tiene precedentes en Kant.
Procede del pesimismo teorético de la “Critica de la Ra-
zin Prictica”, de la malhadada inflexién del pensamiento
Kantiano que llevé al gran maestro a desesperat de po-
der encontrar un “hilo conductor” sistemético para todo
el campo de la Etica, La Idea kantiana —es decir: el con-
cepto limite regulador de un sistema conceptual— que
tan claro papel juega en la “Critica de la Razén Pura”,
parece dejar a Kant desarmado precisamente en aquellos
ferrenos en que més eficaz deberfa ser: allf donde inter-
vienen la tendencia o la voluntad. En la segunda parte
de la “Critica del juicio”, pérrafo 84, se lee esta serie
descorazonadora de condiciones e imperfectos de subjun-
tivo: “‘Serfa posible que la felicidad de los seres racionales
en el mundo fuera un fin de la Naturaleza, y entonces
“dee...” “Werke,..", ¥0. 6% p. 164,
87,seria también el siltimo fin; al menos, no se puede deci
€ priori por qué la naturaleza no habria de estar asf orde=
nada, pues ese efecto seria muy posible por medio de su
‘mecanismo, al menos hasta donde alcanza nuestra pene-
tracién”*. Probar, como hacemos, que la vaguedad en
‘materias teolégicas es propia n0's6lo de Kant “viejo”
sino también de Kant de las Criticas tiene su interés:
el de hacer ver lo infundado del punto de vista que se-
para radicalmente ambos grupos de criticos.
Si la “finalidad de la Naturaleza” parece (a una pri-
mera lectura) un concepto poco critico y poco claro
poco concepto— Ia nocién de progreso no cautiva mus
cho més al lector primetizo; es concebida como el des-
arrollo de unos gérmenes finalisticos introducidos en el
hombre por la sabia Naturaleza, desarrollo tan fatalmente
seguro que resulta initil ayudarlo revolucionariamente
EI progreso es fruto de la irresistible accién de la Natura-
Jeza, capaz de aprovechar para sus fines nuestras accio-
nes més disparatadas: ‘*No se imaginan los hombres en
particular ni tampoco los mismos pueblos que al perseguir
cada cual su propésito, segiin su talante y a menudo en
‘mutua oposici6n, siguen insensiblemente como hilo con-
uctor Ia intencén de la Naturaleza, qu ellos ignoran, ni
smo participan en tna empresa mocida
<6 po nen una gmpresa que de sees conoeida no
‘bundan Ios textos aproveckables para quien qui
Sete ae oma
2. Si bien el progreso es defirido en general como des-
urollo de las “disposiciones” del hombre, en segui
Be ee ees,
hombre hacia la constitueién civil usta, Ta cual fundard
ae un Foedus Amphyctionum, Ia
lega un momento en que el lector de la “Crit
1a Razon Pura", ses honrado, decide reler esos ears
del viejo Kant, releerlos dejando de lado toda la influen-
cia de los manuales, libréndose de la sugestién de todos
los t6picos, Si lo hace, si el lector relee y estudia, descu-
bre por fin al fil6sofo de Ia “Critic i
Sescrea erated vee ce
obs citadel
snlchen Despostism und gewinnalctiger oder herretchiger Be.
dretung aber aiomas ware "efor der Deakungsart sean
= Soe
Saleen eee
ee
de los folletos de senectud. Ese descubrimiento —como
todos_— no trae sino problemas, vuelve problematica toda
Ta lectura, Ayudar al lector que ha resuelto bonradamente
releer esos ensayos del viejo Kant es lo que se proponen
las siguiente consideraciones.
rita
1, En la mayoria de las exposiciones kantianas acerea
de 1a teologia natural y el progreso hay deficiencias de
método y de expresién. Por lo que respecta al primer con-
cepto —los “fines de la Naturaleza”— no hay més modo
teitico de entenderlo que como regla metédica para uso
Gel historiador. Kant, sin duda, esté muy impresionado
ppor los ejemplos histéricos que le parecen ser encarna-
idn de fines reales, y eso le impide formular categ6rica-
mente como metédica mera la idea en cuestién. Pero al-
gunas veces esté muy cerca de hacerlo: “No hay otra sa 2
lida para el filésofo... que tratar de descubrir en este cos-
mos contradictorio de las cosas humanas alguna intenciin
de la Naturaleza, para que, valiéndose de ella, le sea po-
sible trazar una historia de criaturas semejantes...”
Otros textos indican también que la idea de Naturaleza
esti usada por Kant en un sentido menos definido que el
{que suele tener en él una “Idea” en sentido técnico. Con-
festando a un hipotético objetante que Te aconsejara el
empleo del término “Providencia”, escribe el filésofo en
“La Paz perpetua”: ‘“Traténdose, como aqat se trata, de
teorfa y no de religi6n, el uso de fa palabra “naturaleza”
‘es més propio de la limitacién de la raz6n humana que
Gebe mantenerse dentro de los limites de la experiencia
posible, dentro de los mites de aquello que se refiere a
Ja relacion de efectos y causas” *. Pero acaso ningiin texto
‘pueda ilustrar tanto como el siguiente lo escasamente afin-
ado que estaba en Kant el valor central que para la com-
prensin de la historia concede a los “fines de la Natura-
Ieza": “Para mostrar unos cuantos ejemplos de esta con-
tradiccién entre el esfuerzo de la humanidad por su des-
ttino moral y el seguimiento invariable de las leyes pues-
‘tas en su naturaleza para el estado rudo y animal, expon-
dré lo siguiente: la época de 1a emancipacién, esto es, Ia
Epoca del impulso y de la capacidad de preereaci6n, la ha
colocado la naturaleza entre los diecistis y los diecisiete
‘aos... De aqui surge una ruptura inevitable de las leyes
1G eae Friede
p. 152.
ugar citado, p 448.
89de la Naturaleza por parte de les costumbres... la dispo-
Sieon (ee: de los hombres) no estaba crentada hacia th
do civlizado... Por eso aquel estado de -
tradiccién ineludible, contradiecién que s6lo una const
tucién civil perfecta’ puede cancelar--Otro, ejemplo nue
hos demuestra la verdad de la proposiciOn de que la Nex
turaleza ha colocado en nosotros disposiciones para doe
fines diferentes, el de la humanidad como espscle cat,
mal y el de le misma como especie moral, es aquello
ae ae longs vita bev enero, aslo
haya escrito eso en serio o en broma: dentro del kantis
‘mo, ese texto pasa del limite que la necesidad expresiva
concede a la metéfora, “Naturaleza”, ademas, est toma:
lo aqui en dos sentidos, que hacen’ del “razonamiento”
luna inadmisible quatternio: esté tomado el termine, 6 a
ves, ei Sentido téenico kantiano (—="conjunto de Ta ex-
Petienea posible”) y con el significado de ser 0 "natura:
2. De todos modos, pese a que los textos citado:
algunos més) permiten entender que Kant habla solo sing
licamente y para fines de vulgarizacién cuando emples
Ja expresién “fines de la Naturaleza”, la vaguedad que coe
concepto introduce en sus exposiciones. histérico iilose:
ficas se debe a una insuficiencia metédica general del
sistema. Ortega ha visto hace ya tiempo que la oscuri,
dad del estilo Kantiano se debe al destino de titan que
cupo en suerte al maestro prusiano: Kant no pudo apve.
ciar —tal es la tesis de Ortega— las enormes dimersi
hes del mundo teérico que habla alumbrado, Sintid que
su “giro copernicano” abarcaba toda actividad te6riea
pero’ no. pabo “yauier aabes (outacerHad twig
‘mismo el giro en todos los terrenos y hasta ‘sus ditimes
consecuencias. Y acaso el campo tedrico que menos ne
conmovido por la gran revolucién Kantiana fue ‘el del
teorizar teleolégico, Esta laguna del kantismo afecta de
leno a nuestro tema. Por eso d:bemos rellenatla oon
ue Investiacén incidental
_,ES conocida la distincidn kantiana entre juicio deter-
minante y juicio rflexionante, Decerminante & ol ito
gue subsume datos bajo una eatenria. (Por ejemplo: A
‘ reflexionante es en cambio aquel
ue, partiendo de datos no obtenidos originalmente Laie
categorfas, apunta en sentido ascendente hacia el conjunto
de las categorfas o formas de experiencia, conjunte con
1 que aquellos datos parecen “concordar espontines,
mente”. (Por ejemplo: esta bellota evoluciona hacia ex.
* “Mutmasslicher let Menschengeschichte”,
ado, Muspasslicher Anfang der Menschengeschichte”,tugnr ci-
90
cina, como si la idea de encina fuera causa de ese desarro-
llo y de la bellota misma). El juicio determinante es el
propio de Ia ciencia fisico-matemética, Ningin dato de
esta clase es comprensible si no se da ya sometido a las
categorfas de causa y efecto, de relacién.
En cambio, en la estética y en la biologfa el juicio deter-
minante juega pobre papel. Sin duda pueden establecer-
se relaciones de causacin eficiente entre el hecho de que
un animal respire y la conservacién de su vida. Pero
tal relacién no aclara nada. El problema fundamental de
Ia biologfa no se aclara estableciendo relaciones de causa~
lidad eficiente, porque el auténtico micleo protlemético de
esa ciencia debe plantearse més bien asi: 2A qué se debe
que el animal respire, se alimente, etc...., de modo que
conserve su vida? Para la construccién de la biologia
como ciencia, lo que importa es plantearse problemas de
adecuacién (no de causacin eficiente), problemas, pues,
teleol6gicos, que s6lo pueden resolverse sisteméticamente
en juicios reflexionantes —juicios que en vez de partir
de un sistema de conceptos estructurales (como ocurre en
Ia fisica) los busquen por modo inverso 0 ascensional, a
partir de datos que parecen aclararse por si mismos. Los
datos de Ia biologia (como los de Ia estética) apuntan ast
una forma nueva de concepto ordenador, concepto que
los ordena no por dominarlos esqueméticamente y estruc-
turarlos interiormente (como ocurre en la Fisica), sino
regulindolos externamente en una peculiar dacién colec-
tiva de sentido; los datos de la biologia apuntan a la
dea de organismo, y son s6lo construibles sistemétic
‘mente en ciencia si se ordenan y cosechan bejo —o, me-
jor: hacia la Idea reguladora “Organismo”.
Pero obsérvese que las ideas reguladoras son necesa-
rias incluso para la constitucién de una ciencia fisico-
matemética. Los datos fisicomateméticos (la relacién en-
tre esta cafda y la masa de este grave, por ejemplo) son
comprensibles, sin duda, por su mero sometimiento a los
‘esquemas categoriales. Pero con eso s6lo son comprensi
bles individualmente. Por el sometimiento de los datos
a la categorfa causada comprendemos esta cafda y aquella
propulsin. Pero una ciencia no es un mero discurrir anec-