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Sylvia Saítta, “La dramaturgia de Elías Castelnuovo: del teatro social al teatro
proletario” en Osvaldo Pellettieri (editor), Escena y realidad. Estudios de teatro
iberoamericano y argentino, Buenos Aires, Galerna / Facultad de Filosofía y Letras
(UBA), 2003. Págs. 187-195. ISBN: 950-556-444-9
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Este trabajo fue realizado con un subsidio de investigación de la Universidad de Buenos Aires.
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del país, en 1928, con el drama En el nombre de Cristo. Su literatura fue la que mejor
representó las características del grupo de Boedo como corriente cultural al sostener el arte
social, el populismo, el naturalismo, la visión piadosa de la clase trabajadora, en relatos donde
los límites entre el proletario y el lumpen nunca eran muy precisos, y donde el mundo de los
pobres y de los humildes solía ser infernal, sombrío y generalmente monstruoso.2 A su vez, la
literatura del Castelnuovo de los años veinte excedió, como demuestra Adriana Astutti, los
presupuestos de Boedo tanto por su mirada sobre la miseria según una lógica religiosa que
difícilmente compartieran sus compañeros de izquierda, como por su fascinación por lo
monstruoso, lo miserable, lo horroroso, lo deforme.3 Sus relatos de los años veinte fueron
entonces, en palabras de Beatriz Sarlo, “ficciones científicas del terror social” donde el
hipernaturalismo de los manuales médicos, los casos clínicos, la documentación de
reformatorio y de manicomio, se combinaban con una narración voyeurista que no conocía los
límites del corte, de la elipsis, del buen gusto, del silencio.4 Asimismo, por los temas que
abordaron y por los escenarios en los cuales se situaron, esos relatos buscaron dar testimonio
de la miseria y de la pobreza de una verdadera galería de personajes marginales: niños
abandonados, ciegos, mendigos, artistas pobres, personajes enfermos y alucinados. Como
señala Nicolás Rosa, la descripción de la pobreza asumió, en el plano narrativo, “una
narración que apela a la cientificidad de sus enunciados (la pobreza entendida como mal
social) y en el otro extremo como miserabilismo folletinesco que va desde el concepto
patibulario de la niñez (...) cuyos temas se convierten en verdaderas cristalizaciones
narrativas: la orfandad, la internación en celdas y asilos, y, en un espacio público, el itinerario
de la pobreza como circulación en los sitios secretos de la ciudad: aquellos que marcan las
entradas y salidas de la planimetría ciudadana: estaciones, vías férreas, subsuelos,
subterráneos, etc.”.5
A comienzos de los años treinta, cuando Castelnuovo regresa de su viaje a la Unión
Soviética, comienza a participar de las empresas culturales vinculadas al Partido Comunista:
colabora en el diario comunista Bandera Roja, dirige la revista Actualidad, participa de la
fundación de la Unión de Escritores Proletarios y es secretario general de Teatro Proletario.
En 1932, publica Yo vi... en Rusia!; en 1933 da a conocer su segunda parte titulada Rusia
Soviética, y al año siguiente publica Vidas proletarias (Escenas de la lucha obrera), tres
obras de teatro pensadas para ser representadas en el Teatro Proletario, muchas de cuyas
escenas habían sido ya publicadas en la revista Actualidad. Si en el marco de la revista
Actualidad, Castelnuovo participa de las discusiones sobre el arte revolucionario y el arte
proletario, será en la Introducción a Vidas proletarias donde escriba su manifiesto estético y
político.
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La revista Actualidad. Económica, política, social se publica en varias etapas y con
cuatro interrupciones. Su primera etapa, dirigida por Castelnuovo, se extiende desde abril de
1932 hasta febrero de 1933, lapso en el que publican doce números. Los artículos sobre
literatura, pintura y arte que allí se publican reflexionan sobre la construcción de un arte
proletario en la Argentina. La revista busca descubrir nuevos escritores y artistas entre los
obreros, los campesinos, los estudiantes, ya que los lectores, sostiene Actualidad, deben
constituirse en escritores y en dibujantes, y Actualidad debe ser la expresión real de sus vidas,
de sus problemas y de sus luchas en forma literaria y artística. Actualidad se define entonces
como una “voz genuinamente proletaria en esta hora decisiva para las clases antagónicas de la
sociedad, que vienen librando una lucha cada día más áspera en todos los terrenos”.6 El
Proletkult postulaba un arte que, a diferencia del arte de agitación o de propaganda,
encontrara su sentido revolucionario, antes que en el contenido, en la posición de clase del
artista: el poeta —sostenía Bogdanov— “ve el mundo con los ojos de su clase, piensa y siente
como lo hace naturalmente su clase según su naturaleza social”.7 El arte proletario se definía
entonces por las condiciones de existencia de la propia clase obrera (su situación en la
producción, su tipo de organización, su destino histórico) que diferenciaran su arte del de
otras clases sociales. El acento estaba puesto en el punto de vista desde el cual se escribía y no
en los datos biográficos del artista: “El poeta puede no pertenecer económicamente a la clase
obrera, pero si se ha familiarizado profundamente con su vida colectiva, si ha penetrado de
una manera real y sincera sus aspiraciones, sus ideales, su manera de pensar, si goza con sus
alegrías y sufre con sus sufrimientos, en una palabra, si se funde con ella con toda el alma,
entonces es capaz de convertirse en el portavoz estético del proletariado, en el organizador de
sus fuerzas y de su conciencia bajo una forma poética”.8
La militancia por un arte proletario se traduce en medidas concretas e institucionales.
La primera apuesta en la consolidación de un arte proletario en la Argentina es el impulso que
la revista otorga a la formación de la Unión de Escritores Proletarios en mayo de 1932. Los
objetivos principales de la Unión de Escritores Proletarios son: la defensa de la Unión
Soviética, la lucha contra la guerra imperialista, y la lucha contra el fascismo y el social
fascismo; la participación en las luchas del proletariado y la militancia por imprimir un
carácter social definido a la literatura nacional. La asamblea constitutiva de la Unión de
Escritores Proletarios se reúne en el local de la revista y nombra una Comisión Provisoria
Organizadora formada por Elías Castelnuovo y Roberto Arlt, quienes redactan la declaración
y los estatutos con los que se regirá la nueva entidad; el Partido Comunista, vinculado a la
agrupación, aprueba la declaración de principios, donde se sostiene que la tarea del escritor
proletario, a diferencia del escritor burgués, no es satisfacer el gusto de sus lectores sino “forzar
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la lucha de clases para acelerar la inminente caída del sistema capitalista” y “trazar una línea
divisoria, bien visible, entre los que sirven a la burguesía y los que están al servicio de los
intereses de los trabajadores, de las luchas revolucionarias clasistas y antiimperialistas”.9
La segunda gran apuesta institucional de Actualidad es la promoción del Teatro
Proletario, creado en abierta confrontación con el Teatro del Pueblo dirigido por Leónidas
Barletta. Las divergencias son más políticas que estéticas ya que el Teatro Proletario se
propone “formar un amplio frente con el cual iniciar de inmediato una formidable ofensiva
contra el teatro burgués”. A mediados de julio de 1932 se realiza el acto de inicio de
actividades con un elenco formado por un sector disidente de la compañía inicial de Barletta,
que se separa de Teatro del Pueblo por considerar que carece de ideología y que es necesario
un teatro militante que sirva a la revolución. El grupo está dirigido por Ricardo Passano e
integrado por Abraham Vigo, Rodolfo Kubik, Guillermo Facio Hebequer, entre otros. El
Teatro Proletario inicia sus actuaciones con Madre Tierra de Alejandro Berutti, pero como
carece de sala, actúa en sindicatos y bibliotecas. Su última actuación es en 1935, en un festival
de ayuda a los obreros españoles.10 El manifiesto de Teatro Proletario se publica en
Actualidad, y en él se diferencia tanto del teatro comercial como también del teatro de
vanguardia, considerados ambos teatro burgués, arma del régimen capitalista.11 Por su parte,
la revista convoca a sus lectores a participar del Teatro Proletario y los invita a escribir en la
sección de teatro, asumiendo las dificultades que implica la existencia de un teatro proletario
fuera de la Unión Soviética. La casi inexistencia de un teatro proletario en la Argentina se
explica por la ausencia de una literatura proletaria, de clase, políticamente dialéctica y
materialista; para Actualidad, si bien existe un núcleo de artistas anarquistas, socialistas,
maximalistas, cuya producción busca ser el reflejo de las aspiraciones populares, este núcleo,
a pesar de su buena voluntad y de luchar contra el arte burgués, no está capacitado
políticamente para crear un arte verdaderamente proletario, porque no tiene ninguna base
científica sino que escribe o pinta solamente impulsado por un amor innegable hacia las
masas. En este sentido, la revista proclama enfáticamente que la situación ha cambiado en los
últimos años con la constitución de tres organismos que así lo certifican, como son la Unión
de Escritores Proletarios, el Teatro de Arte Proletario y el Teatro Judío.12
Notas
1
Elías Castelnuovo, Yo vi...! en Rusia (Impresiones de un viaje a través de la tierra de los
trabajadores), Buenos Aires, Actualidad, 1932; pág. 58.
9
2
Juan Carlos Portantiero, Realismo y realidad en la narrativa argentina, Buenos Aires, Procyón,
1961.
3
Adriana Astutti, “Elías Castelnuovo o las intenciones didácticas en la narrativa de Boedo” en María
Teresa Gramuglio (directora), Historia crítica de la literatura argentina, tomo VI, Buenos Aires,
Emecé, en prensa.
4
Beatriz Sarlo, “Marginales y proletarios” en Una modernidad periférica: Buenos Aires 1920 y 1930,
Buenos Aires, Nueva Visión, 1988; pág. 201.
5
Nicolás Rosa, “La mirada absorta” en La lengua ausente, Buenos Aires, Biblos, 1997.
6
Actualidad, año I, n° 12, febrero de 1933.
7
Bogdanov, El arte y la cultura proletaria, Madrid, Comunicación, 1979; pág. 28.
8
Bogdanov, El arte y la cultura proletaria, op. cit., pág. 37.
9
“De la Unión de Escritores Proletarios”, Actualidad, año 1, n° 3, junio de 1932.
10
Larra, Raúl, El hombre de la campana. Leónidas Barletta, Buenos Aires, 1987.
11
“Todo el teatro burgués, arma del régimen capitalista, responde a la decrépita y absurda fórmula de
‘El Arte por el Arte’ y a exigencias de boletería, defendiendo así los intereses de la clase dominante. Y
para neutralizar la influencia de ese medio narcotizante de la burguesía, aparece Teatro Proletario, que
será la antítesis del teatro burgués. Por eso la obra social y cultural que hará Teatro Proletario será
Arte Proletario. El proletariado, que posee una misión histórica determinada, tiene sus problemas
propios y sus orientaciones originales. Teatro Proletario será quien refleje fielmente todo esto. Teatro
Proletario se suma a las armas de que disponen ya las masas obreras, para luchar por su liberación.
Teatro Proletario se dirige a todos los sectores del proletariado manual e intelectual, invitándolos a
colocarse a su lado, para así formar un amplio frente con el cual iniciar de inmediato una formidable
ofensiva contra el teatro burgués. Teatro Proletario solicita del proletariado del país que le preste su
solidaridad moral y su apoyo material, amplios y desinteresados”. (“Teatro Proletario”, Actualidad,
año I, nº 4, julio de 1932)
12
“Teatro”, Actualidad, II época, n° 4, primera quincena de setiembre de 1933.
13
Elías Castelnuovo, “Introducción” en Vidas proletarias (Escenas de la lucha obrera), Buenos Aires,
Victoria, 1934; pág. 7. Agradezco a Carlos Altamirano la posibilidad de consultar este libro.
14
Elías Castelnuovo, “Introducción” en Vidas proletarias, op. cit., pág. 11.
15
Elías Castelnuovo, “Introducción” en Vidas proletarias, op. cit., pág. 19.
16
En las pocas representaciones del mundo del trabajo que aparecían en su narrativa de los años
veinte, los obreros eran representados como seres bestiales, sin conciencia de clase ni raciocinio, más
cercanos a los animales que a los humanos: si las condiciones de trabajo bajo el régimen capitalista
“embrutecen” a los hombres, los obreros son, literalmente, representados como brutos: “Por instantes,
los obreros semejan una tropa de ganado, fatigada y sucia, encerrada en un brete que espera la hora de
la matanza con los ojos inmóviles y velados ante la inminencia de la muerte. Hay, en el conjunto, la
misma resignación trágica y vacuna, el mismo apelotonamiento, la misma caída de orejas y espaldas,
idéntico silencio bestial” (Elías Castelnuovo, “¡Agua!” en Entre los muertos, Buenos Aires, Atlas,
1926; pág. 11)
17
Beatriz Sarlo, “Marginales y proletarios” en Una modernidad periférica: Buenos Aires 1920 y 1930,
op. cit., pág. 201.
18
“Si no conseguimos la solidaridad de los demás gremios, no vamos a triunfar nunca, porque nuestra
fuerza radica, precisamente, en la unión de todos los trabajadores (...) Separados, la burguesía nos va a
derrotar siempre. Juntos, en cambio, le podemos presentar combate. Quiero decir que si distraemos
nuestras fuerzas en acciones individuales, exclusivamente, debilitamos el frente de lucha que es lo
principal. Un carnero, después de todo, no es más que un obrero no conquistado” (Elías Castelnuovo,
Vidas proletarias, op. cit., pág. 29)
19
Dice El Negro: “Los obreros socialistas son obreros también. Los camaleones no son ellos sino sus
dirigentes. La masa del partido socialista es revolucionaria. ¡La dirección es la traidora! (...) Una cosa
es la masa del partido socialista o de la Confederación amarilla, y otra cosa son los bomberos de la
revolución que la dirigen. Por eso, nosotros debemos luchar por el frente único de toda la clase
trabajadora” (Elías Castelnuovo, Vidas proletarias, op. cit., pág. 30)
20
Elías Castelnuovo, Vidas proletarias, op. cit., pág. 28.
21
Elías Castelnuovo, Vidas proletarias, op. cit., pág. 49.
22
Elías Castelnuovo, Vidas proletarias, op. cit., pág. 52.
10
23
“¿Por qué no pensás de verdad y pensás en la vida desgraciada que has llevado? ¿Por qué no pensás
que nosotros somos trabajadores, y que somos muchos, y que todos estamos igual por culpa de los que
nos explotan? ¿Eh? ¿Por qué no pensás de que si nos apretan y nos apretan es porque hay muchos
infelices como vos que ni siquiera se dan cuenta que le están chupando la sangre?” (Elías Castelnuovo,
Vidas proletarias, op. cit., pág. 61)
24
Elías Castelnuovo, Vidas proletarias, op. cit., pág. 88.
25
“Existía en esa época una banda de atorrantes que vivían como moscardones alrededor de la quema,
cuyos componentes acudían en procesión al mediodía y al anochecer, con una latita, a recibir los restos
de comida que suministraba la Escuela de Artes. Esta banda subterránea y numerosa era capitaneada
por Trapos, una vieja de setenta años, con ojos redondos de lechuza, altísima, fantasmal, a quien debo
yo mi educación religiosa. (...) Trapos era una vieja solitaria, ceñuda, inabordable. Siempre estaba
descontenta: reñía siempre con los pobres porque eran pobres y maldecía a los ricos porque eran ricos.
Tenía tal fama de bicho malagüero que su presencia hacía temblar al vecindario” (Elías Castelnuovo,
“La raza de Caín” en Malditos, Buenos Aires, Claridad, 1924; pág. 16)
26
Elías Castelnuovo, Vidas proletarias, op. cit., pág. 94.
27
Dice el militante comunista: “Todos, compañero. Los que trabajan y los que no trabajan. Porque
todos pertenecen a la misma clase y sufren todos por una causa igual. La unión de todos los que
padecen producirá la explosión (...) ¡Hay que gritar que tenemos hambre! ¡Hay que rugir! ¡Hay que
aliarse con los obreros! ¡Hay que formar el frente único de todos los explotados!” (Elías Castelnuovo,
Vidas proletarias, op. cit., pág. 97.
28
Elías Castelnuovo, Vidas proletarias, op. cit., pág. 95.