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Aumentar La Disponibilidad de Agua en El Suelo Documento Tecnico
Aumentar La Disponibilidad de Agua en El Suelo Documento Tecnico
CAPACITACIÓN EN RIEGO
Aumentar la disponibilidad
de agua en el suelo
PIEN – Riego
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Foto 11: Lastrado del terreno con tablón............................................................................ 17
Foto 12: Roturado del suelo con arado de vertedera ......................................................... 17
Foto 13: Raíces atrofiada. Cultivo de durazno ................................................................... 19
Foto 14: Raíces atrofiadas, pie de arado............................................................................ 19
Foto 15: Estiércol de ganado vacuno. Seco y listo para ser usado ................................... 21
Foto 16: Estiércol amontonado en la parcela ..................................................................... 23
Foto 17: Estiércol amontonado en la parcela ..................................................................... 23
Foto 18: Estiércol distribuido en la parcela......................................................................... 23
Foto 19: Incorporación de estiércol con yunta.................................................................... 23
Foto 20: Cultivo de haba para abono verde ....................................................................... 24
Foto 21: Cultivo de tarwi ..................................................................................................... 25
Foto 22: Corte del abono verde .......................................................................................... 26
Foto 23: Incorporación de tarwi al suelo............................................................................. 26
Foto 24: Incorporación de abono verde al suelo ................................................................ 26
Foto 25: Rastrojo de arveja ................................................................................................ 28
Foto 26: Rastrojo de cebada .............................................................................................. 29
Foto 27: Paja de trigo incorporado al suelo........................................................................ 30
Foto 28: Cultivos asociados: maíz con frejol ...................................................................... 33
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1. Importancia de la preparación del suelo para el buen riego
El riego consiste en la aplicación de agua al suelo para beneficiar el desarrollo de las plantas.
Un riego óptimo se logra con agua de buena calidad y un suelo que tenga una buena capaci-
dad de infiltración y de retención de humedad. Una buena capacidad de infiltración y de reten-
ción de humedad del suelo se traduce en mayor aireación, menor pérdida de agua y suelo por
escurrimiento, menor pérdida de agua y nutrientes por percolación, mejor enraizamiento de las
plantas, mejor asimilación de nutrientes y agua por las plantas, y en fin una mejor producción
de los cultivos.
El riego se hace ineficiente cuando el suelo apenas deja que infiltre agua o cuando su capaci-
dad de almacenamiento de agua es muy reducida. Tal es el caso cuando la parcela presenta
una o varias de las siguientes características:
Una capa impermeable en la superficie (encostramiento), que no permite la infiltración del
agua, causando escurrimiento superficial y erosión.
Una capa impermeable a poca profundidad (20 a 25 cm). Es conocido como el ‘pie de ara-
do’, que es una capa compacta en el suelo, justo debajo de la profundidad hasta donde pe-
netra el arado. El ‘pie de arado’ no permite que el agua entre a las capas inferiores del suelo
e impide un buen enraizamiento.
Suelos muy compactos, con pocos poros que retienen poca humedad.
Suelos poco profundos, que de por si no tienen mucho espacio de almacenamiento para el
agua.
Suelos que son demasiado sueltos y porosos, que tienen una excelente infiltración, pero no
tienen la capacidad de conservar el agua en su perfil.
En suelos que presentan uno o varios de estos problemas, el efecto es que el suelo almacena
poca agua, sea por falta de infiltración o por falta de capacidad de retención. En consecuencia,
a los pocos días de regar, las plantas ya presentan señales de escasez de agua, que afecta en
sus rendimientos de producción.
Tal como estas características son consecuencia de un mal manejo del suelo, con un buen
manejo del suelo se puede resolver una gran parte de los problemas.
Para un buen riego, se precisa realizar una buena preparación de suelo con medidas específi-
cas para aumentar su capacidad de infiltración y su capacidad de retención de humedad.
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Incrementar la profundidad del suelo con prácticas mecánicas de subsolado.
Aflojar el suelo con labranzas adecuadas.
Mejorar la textura de suelo mediante la incorporación de materia orgánica.
Adicionalmente, se proponen medidas básicas para mejorar la fertilidad de los suelos, con én-
fasis en los elementos químicos que más afectan a la capacidad de asimilación de agua por las
plantas.
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2. Aspectos básicos de suelo y agua para las plantas
El término ‘suelo’ alude a la capa superficial de la corteza terrestre que ha sufrido los efectos
del clima y se ha fragmentado en partículas. El suelo está constituido principalmente por mine-
rales (partículas), materia orgánica (residuos de vegetales (y animales?) en diferentes estados),
agua (que también tiene sustancias disueltas, por lo que debería llamarse la solución del suelo)
y aire.
La estructura del suelo es el modo cómo se agrupan las diferentes partículas del suelo en
conglomerados. La forma estructural de los conglomerados determina el tipo de estructura del
suelo. Puede ser laminar, prismática, columnar, bloque angular, granular y migajosa.
La textura y la estructura del suelo son importantes para el desarrollo y la productividad de los
cultivos, porque influyen en:
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La permeabilidad y drenaje de los suelos.
La capacidad de retención de humedad en el suelo.
La aireación del suelo.
El almacenamiento de elementos nutritivos.
El enraizamiento de los cultivos.
Para el buen desarrollo de las plantas es imprescindible que haya suficiente agua disponible en
el suelo. El agua disponible depende de la posibilidad del agua de infiltrar en el suelo y de la
capacidad del suelo de retener el agua en sus poros.
La capacidad de infiltración del agua es la velocidad con la que el agua puede penetrar desde
la superficie al perfil del suelo. La capacidad de infiltración suele expresarse en milímetros de
agua por minuto.
En la mayoría de los suelos, la capacidad de infiltración varia según las distintas capas que los
componen. Debajo de una capa con alta capacidad de infiltración, puede haber una capa me-
nos permeable, que frena el proceso de infiltración después de una velocidad inicial alta.
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Sellamiento superficial: formación de una capa fina y compacta sobre la superficie del
suelo. Estas capas suelen formarse producto del riego, cuando las partículas finas son fija-
das alrededor de las partículas gruesas por efecto del flujo del agua.
Compactación del suelo: por araduras en terreno húmedo que generan la formación del
‘pie de arado’ directamente debajo de la profundidad a la que penetra el arado.
Grietas en el suelo: suelos con grietas suelen tener una velocidad de infiltración inicial alta,
pero una vez que se expandan las partículas arcillosas, se cierran casi completamente y no
dejan pasar más agua.
Sales del suelo y del agua: altos contenidos de sodio en el suelo provocan dispersión de
las arcillas, que a lo largo generan suelos muy compactos.
Sedimentos en el agua de riego: las partículas de limo y arcilla que se mantienen en sus-
pensión producen encostramiento en el suelo.
En el riego tecnificado (aspersión y goteo), se pretende dar una cantidad de agua que es me-
nor a la capacidad de infiltración del suelo. Así se garantiza que toda el agua puede penetrar
en el suelo y se evita escurrimiento superficial.
Los factores más importantes que condicionan la capacidad de retención en el suelo son:
La textura: suelos de textura fina retienen mayor cantidad de agua que los suelos de textu-
ra gruesa.
La estructura: suelos con buena estructura retienen mayor cantidad de agua.
El contenido de materia orgánica: la materia orgánica tiene una elevada porosidad que
permite retener considerable cantidad de agua.
El espesor del suelo explorado por las raíces: un suelo profundo retiene mayor cantidad
de agua que un suelo superficial.
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agua del suelo, por lo que está agua no puede ser aprovechada para el desarrollo de los
cultivos. Esto puede ocurrir en los suelos altamente arcillosos.
Se considera que una porosidad total del 70% es excesiva. La porosidad es buena cuando está
entre 55% a 60%, satisfactoria entre 50% y 55%, y no satisfactoria cuando es menos del 50%.
El aumento en el contenido de materia orgánica en el suelo genera una textura más ligera al
mezclarse el material orgánico con las partículas minerales. Un mayor contenido de materia
orgánica aumenta la capacidad de infiltración y retención, debido a un incremento de la porosi-
dad. La influencia de la materia orgánica sobre la capacidad de retención de humedad del agua
del suelo es mayor en los suelos arenosos que en los arcillosos.
La capacidad de retención del suelo es el indicador de la cantidad de agua que el suelo puede
almacenar. Para determinar la cantidad de agua para regar, hay que conocer la humedad del
suelo antes del riego y su capacidad máxima de retención. La diferencia entre estos dos volú-
menes de agua define la cantidad de agua que puede aplicarse.
En suelos arcillosos, la capacidad de retención de agua varía entre el 41 y 48% del volumen.
En suelos arenosos, la capacidad de retención de agua es sólo entre el 12 y 18%.
Si infiltra más agua en el suelo que la que puede almacenar, esta agua sobrante drena debajo
de la zona de raíces. Este proceso se llama percolación. Lo más común es que, el agua de
percolación se pierde para las plantas. En algunos casos, la capilaridad de los poros del suelo
puede hacer volver una parte de esta agua a la zona de raíces.
No toda el agua almacenada en el suelo está disponible para las plantas. Una parte del agua
queda como pegada a las partículas del suelo. Es difícil que las raíces puedan absorber esta
capa de agua, porque las partículas del suelo ejercen una fuerza de atracción (fuerza higroscó-
pica) sobre la misma agua. Cuanta menos agua hay en el suelo, más fuerza de succión requie-
re de las raíces para absorberla.
La disponibilidad de agua para las plantas se refiere al volumen de agua en el suelo que las
raíces pueden absorber sin mayor dificultad. El agua disponible para las plantas depende del
tipo de suelo y varía entre el 20 y 30 por ciento de la capacidad de retención total. El agua dis-
ponible para las plantas suele expresarse en milímetros.
Los distintos tipos de suelo tienen mayor o menor capacidad de infiltración y mantienen un
mayor o menor volumen de agua disponible para las plantas. El Cuadro 2 presenta un resumen
de estas características.
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Cuadro 2: Características de infiltración y retención de los suelos
Tipos de suelos
Nombres comunes Livianos Francos Pesados
Contenido de frac-
ciones en %:
Arena 80 – 100 85 – 100 < 20 < 50 < 20 < 45
Limo < 20 < 10 60 – 100 28 – 52 < 40 < 40
Arcilla < 20 < 15 < 40 < 30 40 – 100 40 – 100
Trabajabilidad del Fácil, sin problemas Medianamente fácil, requiere Difícil, requiere mucha capaci-
suelo capacidad técnica y conoci- dad técnica y conocimientos
mientos sobre el suelo y su particulares en el manejo del
manejo (estado de humedad, suelo (estado de humedad,
compactación) compactación)
Infiltración Rápida (> 30 mm/hora) Buena (30 a 10 mm/hora) Lenta y baja (10 a < 5 mm/hora)
Almacenamiento de Baja capacidad por Buena (mediana) capacidad Gran capacidad de retención y
agua efectos de pérdida de y volumen de almacenamien- almacenamiento
agua por percolación. to y retención de humedad
Falta de capacidad de
retención.
Poco volumen de alma-
cenamiento
Disponibilidad del Fácil acceso para las Buena accesibilidad Mucha agua no disponible por
agua para el cultivo raíces fuerza higroscópica de las
arcillas
Gráficamente se puede presentar estas diferencias entre los distintos tipos de suelos de la
siguiente manera:
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Cuadro 3: Características agrícolas de los distintos tipos de suelo
Contenido de nutrientes
El buen enraizamiento de los cultivos es un factor crucial en la asimilación del agua disponible
en el suelo. El crecimiento de raíces depende principalmente de la información genética de la
planta y de la humedad y las características físicas del suelo (textura, estructura, presencia de
capas impermeables). Por tanto, para el aprovechamiento óptimo del agua, hay que generar
mejores condiciones de suelo para apoyar un mayor desarrollo y crecimiento de las raíces.
Una planta sana y en óptimas condiciones, puede desarrollar raíces profundas y con extensio-
nes densas, lo que se traduce en una buena producción. En las plantas de raíces profundas la
distribución del sistema radical aproximadamente es: el 40%, en la primera cuarta parte de su
profundidad total; el 30%, en la segunda cuarta parte; el 20%, en la tercera cuarta parte, y el
10% restante en la cuarta parte más profunda.
Para dar una idea de la extensión que pueden lograr las raíces, el Cuadro 4 presenta las pro-
fundidades máximas para algunos grupos de cultivos.
Profundidad en cm Especies
Brócoli
Cebolla
Hasta 40 cm Coliflor
Lechuga
Rábano
Arveja
Frejol
Hasta 80 cm Maíz
Papa
Zanahoria
Hasta 120 cm Tomate
Mayor a 150 cm Cultivos perennes (frambuesas, duraznos, etc.)
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2.6 Problemas de enraizamiento
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Mayor fuerza significa: mayor resistencia de suelo (mayor densidad de suelo, menos vo-
lúmenes de poros), lo que es desfavorable para un buen desarrollo de raíces.
Menor fuerza significa lo contrario: un suelo con muchos poros y menor densidad, lo que
es sumamente favorable para el crecimiento de las raíces.
Los nutrientes en el suelo ayudan al suelo a mejorar sus condiciones físicas (porosidad, estruc-
tura, textura), químicas (nutrientes, pH) y biológicas (facilitan la vida en el subsuelo), además
de favorecer positivamente en los procesos de infiltración y retención de humedad, característi-
cas necesarias para un buen riego. Ésta mejor condición del suelo hace que las raíces de las
plantas desarrollen mejor, estén bien alimentadas y puedan obtener mejores rendimientos.
El fósforo es un elemento esencial para la vida de las plantas. Éstas lo necesitan para crecer y
desarrollar su potencial genético (formación de tejidos y órganos vegetales). Este elemento no
es abundante en el suelo, y en gran parte no esta en forma disponible para la planta por estar
fijado (no disponible) en los minerales del suelo.
Los cultivos extraen grandes cantidades de potasio del suelo para su crecimiento y desarrollo.
La falta de éste elemento influye negativamente en el rendimiento y calidad del cultivo. Ade-
más, la deficiencia de potasio aumenta la vulnerabilidad del cultivo a enfermedades y lo hace
menos resistente a condiciones de stress tales como sequías y heladas.
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3. Medidas para mejorar la capacidad de infiltración y retención del sue-
lo y de paso mejorar su fertilidad
Para lograr una buena capacidad de infiltración y una mayor retención de humedad en el suelo,
se tiene que contar con un suelo profundo, sin capas impermeables, con buena textura, con
una buena estructura (con suficientes poros), y con una vida y biológica activa.
Objetivo Práctica
Mejorar la profundidad del suelo y romper capas Labranza cuidadosa y variada.
impermeables. Subsolado.
Sembrar cultivos asociados.
Aflojar el suelo. Labranza.
Incorporación de material orgánico.
Cultivos asociados.
Mejorar la fertilidad. Incorporación de material orgánico.
Fertilización específica.
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4. Labranza del suelo
Los principales objetivos de realizar una buena labranza son mejorar la textura y estructura del
suelo y brindarle buena aireación con el fin de proporcionar mejores condiciones para un buen
riego. Esto se logra en dos pasos: labranza primaria y labranza secundaria.
La labranza primaria se denomina también labranza inicial. Con la cual se logra un primer nivel
de mejora en la estructura del suelo brindándole mejores condiciones de aireación, además de
eliminar malezas y patógenos del suelo.
Una vez aireado el suelo y drenado el agua después de haber realizado el riego de barbecho,
se procede a roturar el suelo con yunta o con tractor.
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Foto 4: Primera arada con tractor Foto 5: Arado de palo con yunta de bueyes
La labranza secundaria también se llama labranza fina. Con ella se logra dar las condiciones
de estructura y aireación más óptimas para recibir la semilla.
Una vez realizada la labranza primaria se procede al riego por inundación, el cual permitirá
remojar el suelo hasta saturarlo. Cuando el suelo este aireado y drenado se inicia la labranza
secundaria.
Para el inicio de la labranza secundaria se debe considerar la humedad del suelo a capacidad
de campo, considerando que inmediatamente después se procederá a la siembra del cultivo.
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Recomendaciones cuando el trabajo es a tracción animal
Realizar dos cruzas con el arado de palo.
Pasar con lastra de madera o tablón para nivelar, desterronar y mullir bien el suelo y dejarlo
listo para la siembra.
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Foto 10: Roturado del suelo con arado de vertedera
Pasar con lastra de madera o tablón para nivelar, desterronar y mullir el suelo y dejarlo listo
para la siembra.
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5. El subsolado del suelo
Los objetivos de la práctica de subsolado en los suelos son: romper la capa impermeable ubi-
cada al interior del suelo (pie de arado), mejorar la porosidad, mejorar la fertilidad, además de
mejorar la capacidad de infiltración y retención de humedad del suelo, y brindar mejores condi-
ciones para el enraizamiento de los cultivos.
Esta capa compacta no permite el desarrollo del crecimiento de las raíces hacia mayores pro-
fundidades. Por tanto, reduce enormemente el volumen de agua y nutrientes disponibles para
las plantas.
fácil
Capa arada,
hasta los 15 cm
Capa de acumulación de
materia orgánica no
difícil
mineralizada, a los
15 – 20 cm
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Las fotos 13 y 14 muestran un cultivo de durazno con raíces atrofiadas a consecuencia del pie
de arado.
Las siguientes medidas ayudan a prevenir la formación de una capa compacta al interior del
suelo:
Evitar labranzas con tractor cuando el suelo está muy húmedo.
Evitar un manejo repetitivo del suelo con arado por muchos años a la misma profundidad de
labranza.
Romper la capa compactada provocada por el arado de vertedera.
Preparar el suelo sin invertirlo reiteradamente.
Regar según el requerimiento de la planta y con volúmenes de agua accesible a las raíces
de los cultivos.
Mantener o cubrir con residuos vegetales la superficie del suelo, esto favorece la vida bio-
lógica y mejora su productividad.
Cultivar en lo posible cultivos intercalados con gran capacidad de enraizamiento (haba, tar-
wi, alfalfa, trébol).
Combinar la preparación usando implementos que aflojan el suelo y/o subsoladuras que
rompen capas compactadas (por lo menos cada 2 – 3 años).
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Figura 2: Equipos utilizados en prácticas de subsolado
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6. La incorporación de material orgánico
Foto 15: Estiércol de ganado vacuno. Seco y listo para ser usado
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El estiércol es el abono orgánico de origen animal, conocido en muchas zonas como guano. Se
caracteriza por contener bastante materia orgánica, pero con bajo contenido de nutrientes (ali-
mentos).
El mejor estiércol es aquel que se guarda bajo techo y proviene de corrales o establos, donde
se esparce paja de trigo, cebada, arveja u otros residuos vegetales, como cama para el gana-
do.
Se recomienda incorporar por lo menos 1 vez al año, en cantidades mayores al que se incorpo-
ra tradicionalmente.
Se puede complementar con la incorporación de otros abonos orgánicos, como rastrojos, resi-
duos de cosecha o paja. Ésta práctica genera un ahorro de hasta el 50 % para el bolsillo del
agricultor.
Incorporar estiércol a una arrobada de superficie (tercera parte de una hectárea), cuesta alre-
dedor de 2.000 Bolivianos.
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Foto 16: Estiércol amontonado en la parcela Foto 17: Estiércol amontonado en la parcela
Foto 18: Estiércol distribuido en la parcela Foto 19: Incorporación de estiércol con yunta
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6.2 Incorporación de abono verde al suelo
Sirve también como fertilizante o de alimento al cultivo, evita el crecimiento de malezas o malas
hierbas y disminuye el ataque de insectos, plagas y enfermedades en los cultivos.
El abono verde se puede producir sin perjudicar las siembras y cosechas del agricultor al año y
con un mínimo de inversión en mano de obra y recursos económicos.
Se llama abono verde al cultivo que es sembrado para luego ser incorporado al suelo, con la
finalidad de mejorar la capacidad de infiltración del suelo y la capacidad de almacenar agua.
Además de servir de alimento para el siguiente cultivo.
El momento óptimo para incorporar el abono verde al suelo es cuando el cultivo empieza a
florecer o un poco antes.
Se puede incorporar al suelo cualquier cultivo como abono verde. Mejor si es un cultivo conoci-
do o tradicional de la zona, tomando en cuenta los siguientes aspectos en la selección para la
siembra:
Cultivos que produzcan con poca inversión.
Cultivos de rápido desarrollo vegetativo (que florezcan antes de los 2 meses) y que formen
suficientes raíces, ramas, hojas, como la arveja, haba, tarwi, maíz, avena y cebada, que
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pueden ser sembrados solos o asociados, dependiendo de la disponibilidad de semilla y co-
sto.
Sembrar en época de lluvia, para bajar costos de producción. Mejor si se logra producir sin
riego, solo con las lluvias.
Incorporar el cultivo al suelo cuando alcance el 10% de floración.
Producir e incorporar una arrobada de terreno (tercera parte de una hectárea), cuesta entre
1.000 y 1.500 Bolivianos, dependiendo del cultivo y la forma de incorporación del abono al sue-
lo.
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Para garantizar la descomposición del abono verde en el suelo, incorporar con las últimas
lluvias de la época, cuando el cultivo está empezando a florecer o antes de que inicie la flo-
ración, y en caso de la arveja y/o haba, incorporar al suelo después de cosechar el fruto en
verde.
à Abrir el surco con yunta, tractor o azadón. Colocar o acomodar las plantas cortadas en
los surcos y enterrar en los primeros 15 centímetros, con yunta, tractor o azadón.
à Cortar el cultivo, picar las plantas, esparcir en el terreno y enterrarlo con yunta en forma
superficial.
à Se puede incorporar también sin cortar, usando tractor con rotabator, que pica y entierra
al mismo tiempo el abono verde. Para picar y enterrar bien el abono, se requiere pasar
dos veces por una misma franja. Normalmente no cuesta mas de 2 horas picar y enterrar
en una arrobada de terreno (tercera parte de una hectárea).
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Paso 4. Descomposición del abono verde
Para facilitar la descomposición del abono verde, el suelo deberá contener humedad ade-
cuada.
Si hay buena humedad y temperatura, las plantas enterradas como abono verde, se des-
componen en 30 a 90 días.
Si el abono verde se entierra picando, la descomposición será más rápido.
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6.3 Incorporación de rastrojo al suelo
¿Qué es el rastrojo?
Son restos vegetales que quedan en el terreno después de la cosecha del cultivo anterior, que
puede ser utilizados como abono orgánico si se los incorpora al suelo.
Por la disponibilidad de este tipo de abono orgánico, como rastrojos de maíz, trigo, cebada,
haba, arveja, y de algunas hortalizas como repollo, coliflor y brócoli, se sugiere incorporar des-
pués de cada cosecha.
Incorporar a una arrobada de superficie (tercera parte de la hectárea), cuesta alrededor de 150
Bs., depende de la forma de incorporación del abono.
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Recomendaciones, para la incorporación de rastrojos al suelo:
Si la altura del rastrojo permite roturar el suelo, este puede ser incorporado directamente al
mismo con un simple roturado superficial: con arado de vertedera o con yunta de bueyes.
Dependiendo de la humedad en el suelo y del tamaño del rastrojo, puede tardar en des-
componerse entre 4 y 6 semanas aproximadamente.
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6.4 Incorporación de residuos de trilla al suelo
La incorporación de residuos de la trilla, como abono orgánico, es también una alternativa bara-
ta para mejorar el suelo en su capacidad de infiltración y de guardar agua, además de la fertili-
dad o contenido de nutrientes para el siguiente cultivo.
Son restos vegetales que salen de la trilla del trigo, cebada, arveja, haba y tarwi, llamados tam-
bién paja. Pueden ser incorporados al suelo como abono orgánico.
Se recomienda incorporar una vez al año, mejor si se hace junto con el estiércol, reduciendo de
esta manera la cantidad requerida de estiércol y la cantidad de trabajo requerido.
Incorporar paja a una arrobada de superficie (tercera parte de la hectárea), cuesta alrededor de
300 Bolivianos.
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Paso 1. Traslado de la paja al terreno
Antes de roturar el suelo, trasladar la paja del lugar de almacenamiento (era) al terreno y
esparcir en toda la parcela por lo menos un mes antes de la siembra, sin dejar espacios
vacíos.
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7. Cultivos asociados
Actualmente los cultivos asociados no forman parte de las rotaciones manejadas en áreas agrí-
colas bajo riego, debido a la competencia temporal de los suelos con cultivos comerciables y
también por la baja valoración o el desconocimiento de los efectos de los cultivos intercalares.
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Foto 28: Cultivos asociados: maíz con frejol
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8. Fertilización con elementos principales Fósforo (P) y Potasio (K)
Entre todos los elementos requeridos por el cultivo resaltan dos nutrientes de mayor importan-
cia en la producción bajo riego: la suficiente disponibilidad de Fósforo (P) y Potasio (K). La
adecuada incorporación de P y K al suelo, disminuye el requerimiento de agua y genera mayor
tolerancia al estrés hídrico por parte de las plantas, garantizando una buena producción.
Fósforo:
à La falta o insuficiente alimentación con fósforo provoca un crecimiento lento de raíces,
con débil estructura, poca profundidad y poca ramificación.
à Asegurar una suficiente alimentación de la planta con fósforo estimula el crecimiento en
general y en particular de las raíces.
à La mayor cobertura y cantidad de raíces permite al cultivo alimentarse mejor con agua y
nutrientes, además de aumentar la tolerancia al estrés hídrico.
Potasio:
à La falta, débil o insuficiente alimentación con potasio provoca mayor requerimiento de
agua para los procesos fisiológicos y para mantener la temperatura adecuada en la plan-
ta.
à La deficiencia de potasio aumenta la vulnerabilidad del cultivo a enfermedades y lo hace
menos resistente a condiciones de stress, tales como sequías y heladas.
à Potasio es un elemento irremplazable en el proceso metabólico: fotosíntesis, síntesis de
proteínas y carbohidratos.
à Potasio es el regulador de la presión osmótica y motor de la turgencia celular. Tiene gran
incidencia en el balance de agua y en el crecimiento meristemático.
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