Está en la página 1de 3

LA VIDA SANTA

TEXTO: 1 PEDRO 1:13-16

INTRODUCCION: El lugar que tenemos en Cristo compromete nuestro testimonio


en santidad (1 Corintios 1:2) y comunión con Dios. Con el nuevo nacimiento, Dios
nos ha dado una vida totalmente distinta en calidad moral a la que teníamos
antes. Basados en esta realidad, el apóstol Pedro exhorta a sus lectores a
practicar una conducta transformada. ¿Cómo debería ser, entonces nuestra
conducta? Sugerimos estas características:

I. DEBEMOS SER IMITADORES DE DIOS. ¿En qué o cómo podemos imitar a


Dios? Al leer en Efesios 4:32(Antes sed benignos unos con otros,
misericordiosos, perdonándoos unos a otros, como Dios también os
perdonó a vosotros en Cristo)
a. El modo en que nos perdonó, es evidente que imitarle significa
perdonarnos unos a otros como El lo hizo. El Señor había dicho en el
sermón de la montaña: “Sed, pues, vosotros perfectos, como vuestro
Padre que está en los cielos es perfecto” (Mateo 5:48).
También, él puso el ejemplo de los deudores (Mateo 18:24–31) para
comprender mejor la ley del perdón. Imitar a Dios, en este sentido,
es saber perdonar (Mateo 6:14)
b. La verdadera vida cristiana muestra el amor y fidelidad de Dios.
La naturaleza de nuestro nuevo Salvador debe penetrar todos los
aspectos de nuestra conducta.

II. DEBEMOS SER HACEDORES DE LA PALABRA


a. La vida santa requiere ser diferentes del mundo (v. 14). Cuando no
conocíamos a Dios, vivíamos de acuerdo con deseos egoístas
desenfrenados. Ahora que lo conocemos, la obediencia es nuestra
meta.
b. Ser “hacedores de la palabra” significa poner en práctica lo que nos
enseña (Mateo 7:21 “No todo el que me dice: Señor, Señor, entrará
en el reino de los cielos, sino el que hace la voluntad de mi Padre que
está en los cielos.”). A menudo estamos tentados a leer u oír sus
enseñanzas y aplicárselas a otros, pero ahora hemos descubierto que
Dios quiere que practiquemos lo que aprendemos (Lucas 6:46 “¿Por
qué me llamáis, Señor, Señor, y no hacéis lo que yo digo?”; 11:28 “Y
él dijo: Antes bienaventurados los que oyen la palabra de Dios, y la
guardan.”).
c. El apóstol Juan dice que nos engañamos si no practicamos la verdad
(1 Juan 1:6 “Si decimos que tenemos comunión con él, y andamos
en tinieblas, mentimos, y no practicamos la verdad;”; 3:7 “Hijitos,
nadie os engañe; el que hace justicia es justo, como él es justo.”). El
mismo Santiago menciona a la “palabra implantada” (1:21) que debe
llevar fruto. Si no lo hace, es porque la fe está inactiva y en
consecuencia estéril para Dios (Santiago 2:14 “Hermanos míos, ¿de
qué aprovechará si alguno dice que tiene fe, y no tiene obras? ¿Podrá
la fe salvarle?”).
d. Las doctrinas de Dios son como un espejo que refleja nuestro estado
natural y las imperfecciones que debemos corregir. Si al terminar la
predicación o la lectura seguimos como antes, somos simplemente
oidores (Santiago 1:23–25) y nos engañamos a nosotros mismos.

III. DEBEMOS SER FIELES HASTA LA MUERTE


a. Solamente el Señor puede saber y medir la fidelidad que profesamos
a su nombre (Mateo 24:45 “Quién es, pues, el siervo fiel y prudente,
al cual puso su señor sobre su casa para que les dé el alimento a
tiempo? Bienaventurado aquel siervo al cual, cuando su señor
venga, le halle haciendo así.”; 25:21, 23). Nosotros podemos hablar
del tema, pero El, es el que lo juzga.
Leemos de la fe que el Señor encontró en algunas personas (Mateo
8:10; 9:2; 9:29) y también del modo en que habló de la infidelidad
(Lucas 10:11–12).
Pero, ser fieles “hasta la muerte” puede significar: “durante toda la
vida” o “hasta que nos maten”, hasta tener que morir por causa de la
fe.
b. Nosotros podemos considerar fieles a quienes a nuestro juicio andan
o hacen ciertas cosas, pero Dios realmente sabe quiénes lo son en
verdad (leer Hebreos 3.12-13). PARA SER FIELES DEBEMOS DE
APARTARNOS SEGÚN GALATAS 5.16 DE LAS OBRAS DE LA CARNE

CONCLUSION
Al hablar de los deberes de los cristianos fuertes en el testimonio, debemos
conformar nuestro desarrollo espiritual a los propósitos y conducta de Dios, no a
las insinuaciones y prácticas del mundo en que vivimos.

También podría gustarte