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Ranciere El Malentendido Literario
Ranciere El Malentendido Literario
Tt
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impiden el ejercicio de esa lengua y lucran con el mal El malentendido es entre dos carnes. No es sólo un
entendido: por ejemplo los estafadores de todo tipo, eufemismo para marcar la impotencia de un órgano
expertos en la manipulación de las palabras y las acti .masculino a la hora de responder a las provocaciones
tudes con doble sentido, que dan a entender lo contra sensuales de una blonda glotona. Más radicalmente,
rio de lo que habría que entender; pero también aque las frases de Zola señalan un lazo esencial entre la va
llos que hacen profesión de una palabra cuyo valor cilación del vínculo entre dos cuerpos y la capacidad
mismo depende de su inaccesibilidad: los que usan de jugar con las palabras "sensualidad de una blon
palabras oscuras para esconder que dicen banalidades da glotona", un vínculo esencial entre la alegría de las
y arguyen que se trata de un malentendido porque la palabras y la impenetrabilidad de los cuerpos, entre el
gente cree haber comprendido lo que dicen, o sea, pre poder de la palabra y la falta de "relación sexual" en
cisamente, banalidades. el corazón.
El malentendido parece estar bien delimitado, en Esa brecha entre dos malentendidos, entre una
tonces, y la noción, si creemos en el Tesoro de la len mera cuestión de signos mal interpretados y un no-
gua francesa, quedó establecida en el siglo XVI, o sea al vínculo constitutivo de la facultad misma de emitir e
mismo tiempo que nuestra lengua. ¿Pero cómo expli interpretar signos, es algo que el lexicólogo no se toma
car, pues, los raros ejemplos que en el mismo artículo la molestia de constatar, y menos aun de explicar. El
ilustran la cuestión del lenguaje mal entendido? Cito: malentendido sobre el malentendido justamente tiene
"Es el engaño amoroso el que engendrará los malen cabida en la zona oscura que separa el repertorio or
tendidos más graves" (Jankélévitch); "En la base de denado de los significados de las palabras y esa forma
todo amor apasionado hay fatalmente un malenten específica de uso en la que la alegría de las palabras
dido, una ilusión generosa, un error de juicio, una fal se emplea para decir la tristeza de los cuerpos, o sea
sa concepción que uno se hace de otro" (Martin du la literatura. Es cierto que en el Tesoro se evoca a la ac
Gard); "El desacuerdo sólo había crecido, agravado tividad literaria en sí como ejemplo de malentendido.
por uno de esos singulares malentendidos de la car Pero se lo hace de una manera que restringe marca
ne que hielan hasta el ardor: él adoraba a su mujer, damente la comprensión. Si Zola exhibe una falta en
ella tenía la sensualidad de una blonda glotona, y ya el corazón mismo del vínculo entre lenguaje y sexua-
dormían separados, a disgusto, heridos rápidamente" ción, otro ejemplo tomado de Thibaudet remite el mal
(Zola).12 entendido literario a un lugar común más inofensivo:
La cuestión va más allá de decir que hay un mal "el malentendido, la hostilidad del artista y la socie
entendido simplemente porque uno de los involucra dad no se pueden negar".
dos interpreta mal las actitudes o las palabras del otro. Este lugar común no resulta menos enigmático.
Por qué pueden tomarse por sinónimos "malentendi
12 Este pobre marido es el ingeniero Hennebeau de Germinal.
do" y "hostilidad" y por qué conviene llamar "mal
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libro. Y yo estoy m uy satisfecho si he escrito una pá en Caen, en Évreux, he reconstruido el vitral, yux
gina sin asonancias ni repeticiones.14 taponiendo las pequeñas impresiones que m e ha
bían sido dadas. Pude delate de él a M adame Sazerat
Aquí ya no se trata de un malentendido que se ale ' para acentuar la impresión hum ana de la iglesia en
ga para preservar al alma de la élite de todo riesgo de ese m om ento. Pero todos mis personajes, todas las
ser comprendida por lo vulgar. Es entre escritores ene circunstancias de mi libro fueron inventados con un
migos de lo vulgar que se habla y que no se llega a un significado deliberado.16
entendimiento. Y es de la textura misma del libro en Así, el malentendido no estriba en algún equívo
particular y de la cosa literaria en general que se ha co u oscuridad del lenguaje, en algún enigma que ha
bla, bajo el signo del malentendido. Este malentendi de ser interpretado. Henri Ghéon ni siquiera se queja
do no se da sobre lo que unos u otros "quieren decir": de la extensión de la frase. Y Madame Sazerat no es el
sea da sobre lo que los escritores hacen en las páginas símbolo de algún significado oculto. El malentendido
mismas donde describen personajes o situaciones ca no es hermenéutico en el sentido habitual. Se da en
rentes de todo enigma. tomo a un asunto trivial: el estatuto que ha de conce
Tomemos otro ejemplo: el malentendido que en derse a la presencia de una persona sobre un reclina
frenta a Henri Ghéon con Proust a propósito de la des torio. Es así que el malentendido, en el estricto sentido
cripción de la iglesia de Combray. En su reseña, Henri del término, es un mal cálculo, una disputa en torno
Ghéon critica el amontonamiento de detalles: de un cálculo. Para Henri Ghéon, hay alguien que allí
Ni siquiera nos perdonará a M adame Sazerat con su está de más. Pero su crítica a ese estar de más remite a
paquete de pasteles; basta con que se acuerde de ha un malentendido sobre el estar ahí del caso. El cálculo
berla visto una vez en la iglesia.15 de los cuerpos que presenta el texto literario compro
La respuesta de Proust impugna la objeción: mete el estatuto del texto mismo.
Ghéon, en efecto, no es ingenuo. No es la vícti
Usted cree que hablo de Madame Sazerat porque no
ma del desdén de Don Quijote ante las marionetas de
me atrevo a omitir que la he visto ese día. Pero nun
Maese Pedro. Ni cree, como el duque de Guermantes,
ca la he visto [...]. Gracias a las horas apasionadas y
esclarecidas que en el curso de los años me ha sido que los novelistas recorren los salones con unas cajas
dado pasar en la Sainte-Chapelle, en Pont-Audemer, para meter adentro a la gente que encuentran. Sabe
que Madame Sazerat es un personaje de ficción. Y es
14 Gustave Flaubert, carta a George Sand, 31 de diciem
justamente por eso que la juzga superflua. Un perso
bre de 1875, en Correspondance, t. IV, Gallimard, colección naje de ficción posee ciertos rasgos que lo diferencian
"Bibliothèque de la Pléiade", 1998, p. 1000. de los seres vivos reales. Nada obliga a presentarlo
15 Artículo de la Nouvelle Revue Française, N° LXI, 1 de enero de
1914; cit. en Marcel Proust, Correspondance, t. XIII, Plon, 1985,
p. 29. 16 Carta a Henri Ghéon, 2 de enero de 1914, en ibid., p. 24.
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Flaubert... A todos esos escritores que inventaron esa como el efecto de realidad, apoyándose a su vez tam
nueva forma de escribir que se llama literatura se les bién en Flaubert: ¿para qué sirve el barómetro que
hizo el mismo reproche: la imposibilidad de eliminar, pende sobre el piano en U.n corazón simple? No posee
la multiplicación infinita de detalles que entorpecen papel funcional o dramático alguno. Pertenece, con
la individualidad del todo. Escuchemos por ejemplo cluye Barthes, a esa clase de objetos inútiles cuya fun
a un crítico contemporáneo de Flaubert, Armand de ción es únicamente la de decir "somos la realidad, lo
Pontmartin, comentando Madame Bovary: real es real".19 En última instancia, está allí para ase
Un feo aldeano quiere que le hagan una sangría: des gurar la consistencia de un orden del mundo, el de la
cripción de la vasija, del brazo, de la camisa, de la dominación burguesa. A ese representante del orden
aguja, del chorro de sangre. Monsieur Homais, el de las cosas se le opone implícitamente la flor mallar-
farmacéutico refinado, com pra pastelillos en Rouen: meana, ausente de todos los ramos de flores, que re
descripción de los pastelillos [...]. Un mendigo ex mite al lenguaje de su uso referencial a la conquista de
tiende la m ano en la ruta: descripción...18
un poder propio, homólogo a la subversión del orden
Exceso de cosas, exceso de seres. El argumento le burgués.
cabe a la literatura en sí y no al estilo de tal o cual es Pero esa simple identificación entre el exceso des
critor, se dirige a la política de la literatura. El centro criptivo, el privilegio d e la función referencial y la de
de dicha política es la relación entre el decir todo, el fensa de un orden del mundo carece de aquello que
decir en exceso, y una cierta situación política y so está en juego en el exceso descriptivo, eso que hace
cial. Ghéon interpreta esa relación tajantemente: si del presunto "realismo" no la cumbre del viejo orden
uno no se detiene es porque no está forzado a hacer representativo sino su destrucción en acto. El defecto
lo, es porque uno tiene el tiempo de los privilegiados. del exceso descriptivo es en efecto la oposición de un
Pontmartin, como buen reaccionario, va al núcleo del todo a otro. La proliferación "realista" de los seres y de
asunto. El problema no es el tiempo del que se dispo las cosas significa lo contrario de lo que en ella verá la
ne según la fortuna personal, sino el espacio simbóli era de Sartre y de Barthes. Marca la ruina del tipo de
co de la coexistencia de los cuerpos. Un singular nexo todo que estaba en armonía con la estabilidad del cuer
liga las críticas progresistas del siglo XIX con las críti po social. Pontmartin designa exactamente el princi
cas reaccionarias del XX. Lo que denuncia Pontmartin pio de esa ruina: la pérdida de la proporción poética
es de hecho eso que Roland Barthes designará luego que estaba estrictamente ligada a la jerarquía social.
El espacio congestionado de Madame Bovary se opone,
así, al espacio libre que el orden aristocrático les con social producen dos regímenes de escritura. Tanto la
fería a las novelas de la época de La princesa de Cléves. novela de Flaubert como la de Proust dan prueba por
En esas novelas, - igual del nuevo régimen de la sociedad y la escritura,
...la personalidad hum ana representada por las supe la falta de distinción entre espacios y tiempos que lla
rioridades de nacimiento, de espíritu, de educación y mamos democracia.
de corazón les dejaba poco lugar, en la economía del Como es sabido, Flaubert tenía una respuesta para
relato, a los personajes secundarios, y menos aun a eso, como Proust. Si cuenta todas las hojas no es por
los objetos materiales. Ese m undo exquisito sólo veía que sea un demócrata sino al contrario, es porque
el pueblo por la puerta de las carrozas y el campo por
siendo todas ellas distintas, las hojas se niegan a la
la ventana de sus palacios. De aquí que hubiera m u
uniformidad democrática. Más profundamente, la po
cho espacio -adm irablem ente lleno- para el análisis
de los sentimientos más finos y complicados, m ás di blación literaria requiere otra unidad de cálculo que
fíciles de desentrañar en las almas de la élite que en la población democrática, otra forma de individuali
tre el vulgo.20 dad que ya no es molar, sino molecular. Las individua
lidades "humanas", definidas como la unidad de un
Flaubert es entonces, para la crítica, el escritor de
cuerpo animado por un alma que determina su forma
una época en la que todo está al mismo nivel, en la que
global y sus expresiones y posturas particulares, son
hay que describirlo todo. La marea de seres y cosas, la
reemplazadas por individualidades prehumanas, fru
marea de cuerpos superfluos invade la novela. Dicha
to de una mezcla indiferente de átomos: los encuen
marea, para Pontmartin y sus semejantes, tiene un
tros de una brizna de hierba, un remolino de polvo,
nombre político: se llama democracia. De acuerdo con
el destello de una uña, un rayo de sol, encuentros de
esta lógica, la novela de Proust es democrática igual
los que se compone eso que en la vida ordinaria y la
que la de Flaubert: el bosque opaco del que se queja
tradición representativa se traduce en sentimientos y
Ghéon es producto de una nueva vegetación social.
opiniones de los individuos.
La era de Taine, en efecto, estableció la oposición entre
A partir de esa respuesta, es posible delimitar un
dos tipos de sociedades asimilándolas a dos grandes
poco mejor el núcleo del malentendido. No es un nú
tipos de espacios arbolados: por un lado, la antigua
cleo hermenéutico. El malentendido literario decidi
disposición de los parques, con perspectivas amplias
damente no es una cuestión de ambigüedad del len
y grandes árboles tutelares; por el otro, la moderna
guaje: es una cuestión de cuerpos y de cálculo. Los
maraña de arbustos apretados unos contra otros, que
panfletarios antidemócratas querrían reconducirla a
se asfixian y no dejan ni que corra el aire ni que se los
un problema de densidad: habría demasiados cuer
pueda ver en conjunto. Esos dos tipos de vegetación
pos iguales, que fatalmente se entremezclan en el ca
20 A. de Pontmartin, "MM. Edmond About et Gustave
jón novelesco. Pero el exceso no es estadístico: se de
Flaubert...", en NouvelJes Cnuseries du samedi, op. cit., p. 321-322. fine según una supuesta armonía entre el cálculo de
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cuerpos y el de palabras y significados. Lo que hay efecto, se ejerce en detrimento del mismo paradigma
que comparar no es la densidad social de los cuerpos de orden que el desacuerdo político: el bello animal,
y su densidad novelesca, sino el orden o el desorden compuesto como una armonía de miembros y de fun
de la relación entre los cuerpos y las palabras que rige ciones en una totalidad orgánica. Este modelo de ani
esas dos formas de ficción que son la ficción política y mal es asimismo un paradigma de proporciones entre
la ficción literaria. los cuerpos y los significados, un paradigma de co
Pues la literatura tiene que ver con la democracia rrespondencia y saturación: en la comunidad no debe
no en términos de "gobierno de las masas", sino como haber nombres-de-cuerpos que circulen de más res
exceso en el vínculo de los cuerpos con las palabras. pecto de los cuerpos reales, no debe haber nombres
La democracia es en principio la invención de pala flotantes y supernumerarios, susceptibles de formar
bras mediante las cuales aquellos que no cuentan se nuevas ficciones, que dividen al todo, que deshacen
hacen contar y empañan así el ordenado reparto de su forma y su funcionalidad. Y en el poema no debe
palabra y mudez que hacía de la comunidad política haber cuerpos supernumerarios respecto de lo que
un "bello animal", una totalidad orgánica. El mal cál pide la disposición de significados, no debe haber es
culo democrático consiste en poner en circulación se tados de cuerpo no ligados a un estado de significados
res que exceden a cualquier cálculo funcional de cuer por algún claro vínculo de expresividad.
pos; por ejemplo, la palabra "proletario", que Blanqui Tanto el desacuerdo político como el malentendido
le dice al procurador que le pregunta por su profesión. literario se refieren cada uno a un aspecto de ese pa
Esa palabra vacía, sin referente, configura un espacio radigma consensual de la proporción entre palabras y
político, un espacio de cuerpos ficcionales que exce cosas. El desacuerdo inventa nombres, enunciados, ar
den a todo cálculo ordenado del cuerpo social, de sus gumentaciones y demostraciones que instituyen nue
lugares y funciones. El exceso no tiene que ver con las vos colectivos donde cualquiera puede hacerse contar
grandes cantidades, sino con un desdoblamiento del entre los no contados. El malentendido procesa la rela
cálculo. Consiste en introducir otro cálculo que desha ción y la cuenta desde otro ángulo, suspendiendo las
ce el ajuste de los cuerpos a los significados. formas de individualidad por las que la lógica consen
En este ámbito es que se impone el desacuerdo po sual liga los cuerpos a los significados. La política tra
lítico.21 Es donde también se puede pensar el víncu baja con el todo, la literatura trabaja con las unidades.
lo entre la política y la literatura, entre el desacuerdo Su propia forma de disenso consiste en crear nuevas
político y el "malentendido" literario. Este último, en formas de individualidad que deshacen las correspon
dencias establecidas entre estados de cuerpos y signi
ficados, "hojas" que esconden el árbol a la vista de su
21 Cfr. J. Rancière, La Mésentente. Politique et philosophie, Galilée,
1995. [Tr. esp.: El desacuerdo. Politica y fïlosofia, Buenos Aires, propietario. Eso son los pastelillos en el reclinatorio
Nueva Vision, 1996.] de Madame Sazerat, y más aun la bandada de gru-
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lias sobre la playa de Balbec; eso son los cheminots que de menos que lo necesario; nada más que las hojas y
Monsieur Homais compró en Rouen, y más aun las el viento que las junta y que gracias a ellas hace per
delgadas hierbas, las burbujas azules de las olas, los ceptibles sus alteraciones. La página tendría que ha
insectos de finas patas y el rayo de sol cuyo efecto en cer que eso se entienda, no que se vea, sustituyendo el
conjunto se traduce en la vieja lengua como "el amor concepto del todo por la inmediatez sin concepto de
de Erna por León". la idea. Pero ninguna página logrará jamás que se en
De aquí surgen dos consecuencias: una propia del tienda esa consustancialidad entre el viento y las ho
disenso literario, y la otra referida a su relación con el jas. El trabajo de la supresión sólo lo promete a riesgo
disenso político. La primera consecuencia concierne al de hacer que la música de la idea se vuelva indistinta
vínculo de las unidades desligadas con el todo. Es cla de la prosa del mundo.
ro que el espacio de esas individualidades es incom La forma aditiva es la que adopta Proust. El todo
patible con la forma del bello animal o del parque con debe venir como algo adicional, bajo la forma de su
grandes árboles y amplias perspectivas. Pero eso no autoafirmación: "...todos mis personajes, todas las cir
excluye toda noción de totalidad. Al contrario, se pre cunstancias de mi libro fueron inventados con un sig
cisa una, no para detener la cuervta sino para auten nificado deliberado". Aquí lo dice en una carta, pero
tificar dichas individualidades, para mostrarlas como tiene que decirlo también en el libro mismo, en ese li
manifestaciones de una misma sustancia. De no ser bro que por ende excluye las "teorías", las declaracio
así, los pastelillos de Madame Sazerat y los cheminots nes de intención del autor. La respuesta se presenta así
de Homais serían efectivamente meros recuerdos de como una contradicción performativa. Pues en litera
infancia pegados en el libro. Si el todo no es la suma tura las intenciones no cuentan. Si un autor debe decir
de las partes, debe ser la sustancia inmanente de las lo que ha hecho, entonces no lo ha hecho.
unidades. ¿Pero cómo se manifiesta esa inmanencia? Lo que equivale a decir que la individualidad del
La sustancia literaria tal vez está condenada a probar todo que une a las individualidades literarias nunca
se a sí misma sólo por un mal cálculo de suma o de podrá ser consustancial a esas mismas individualida
resta, por desvanecimiento o por suplemento en las des. La totalidad de la novela proustiana está conde
cuentas. nada a ser un animal, una historia con un comienzo,
La forma sustractiva es la que afirma Flaubert en la un medio y un final, un relato de ilusión y reconoci
citada carta a George Sand: lo que se opone a la prác miento en el que todos los episodios se orientan hacia
tica de atrapar una palabra en la calle y pegarla en un ese reconocimiento. A riesgo de que el fin -es decir, la
libro es el trabajo que acaba en la página "sin asonan ley que viven y comprenden las individualidades- re
cias ni repeticiones". Así concebida, la página realiza fute el esquema de totalización dando a conocer que
ría por sí sola, a su manera, lo que era una propiedad las individualidades -o sea, las verdades- sólo existen
del a n i m al desarticulado: no contar nada de más ni como tales cuando no se las desea, cuando no se las
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construye, sino que se imponen como las nervaduras motivo, sin significado, y llevan las conciencias a la
de la hoja sobre la piedra. Se deduce de esto que nin afasia y la apatía, un mundo de microindividualida-
gún cuerpo sobre un reclinatorio jamás podrá quedar des menos que humanas y que imponen una escala
exento de la sospecha de estar de más. En este sentido, de tamaño distinta a la de los sujetos políticos. De este
el malentendido es propiamente la ley de la literatura modo, el malentendido literario instaura una escena
y no el mero protocolo de su recepción aleatoria o de del sobresignificado y una escena del subsignificado.
su no recepción programada. La brecha entre ambas hace dudoso que la literatura
La segunda consecuencia es la divergencia de ca pueda proveer lo que algunos le exigen como prueba
minos entre el desacuerdo político y el malentendido de btiena voluntad: la elaboración de una experien
literario. El disenso literario opera sobre los cambios cia sensible del mundo que sirva para configurar un
de escala y de naturaleza de las individualidades, so mundo común de debate, juicio y acción política. El
bre la deconstrucción de relaciones entre estados de malentendido literario tiende a apartarse del servicio
cosas y significados. Así se diferencia del trabajo de del desacuerdo político. Tiene su política, o mejor di
subjetivación política que configura con palabras los cho su metapolítica propia. Por un lado, la literatura
nuevos colectivos sociales. El disenso político se da lee los signos escritos sobre los cuerpos; por el otro,
bajo la forma de proceso de subjetivación que iden desliga los cuerpos de los significados con los que se
tifica la declaración de un colectivo de anónimos, un los quiere cargar.
nosotros, con la reconfiguración del campo de los obje A cambio de los servicios que nos niega, la litera
tos y de los actores políticos. La literatura se mueve en tura pretende prestarnos otros, es cierto. Pretende cu
sentido opuesto a esa organización del campo percep rarnos de ciertos malos cálculos, y en especial del mal
tivo en torno a un sujeto de enunciación. Deshace los cálculo que reúne a una multiplicidad de estados del
sujetos de enunciación en el tejido de perceptos y afec cuerpo -una mancha móvil y coloreada sobre una pla
tos de la vida anónima. El "malentendido" literario, ya o bien un rayo de sol sobre una gota de agua y un
así pues, tiende a oponerle a la escena de la palabra torbellino de polvo- en la totalidad de un cuerpo in
propia del desacuerdo político otra escena, otras rela dividualizado y pone a la relación entre el cuerpo así
ciones entre significados y estados de cosas que vie totalizado y aquel en el que nosotros mismos nos to
nen a invalidar las marcas de la subjetivación política. talizamos bajo el significado amor. Y entonces volve
Le opone una doble escena de la palabra muda: por mos al inicio de nuestra investigación sobre el vínculo
un lado, la escena de las cosas que expresan el mundo entre literatura y malentendido. No es casual que los
común mejor que los enunciados políticos, que hablan "malentendidos de la carne" ilustren sin transiciones
mejor que los oradores, si desplegamos los jeroglífi las divergencias de interpretación sobre los actos o los
cos de la historia común que llevan en su cuerpo; por temas. Lo que la literatura enseña es a elegir entre dos
el otro, la escena de las cosas mudas que existen sin interpretaciones: no dos interpretaciones de palabras
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