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BOLIVAR DICTADOR DEL PERU

Para los peruanos es insufrible ya la situación, la anarquía reina por


doquier, y la amenaza realista crece. El 10 de febrero de 1824 Bolívar
es nombrado Dictador del Perú, para que controle las riendas.

Su actuación, de hecho, produjo los frutos deseados. El decreto del


Congreso del Perú dice: «Considerando ...que sólo un poder dictatorial
depositado en una mano fuerte, capaz de hacer la guerra, cual
corresponde a la tenaz obstinación de los enemigos de nuestra
independencia, puede llenar los ardientes votos de la representación
nacional...la suprema autoridad política y militar de la República queda
concentrada en el Libertador Simón Bolívar».

Eran los días en que el Perú agradecido confiaba en el Libertador y


depositaba en él toda su esperanza. No fue defraudado este país sureño,
cuando ese mismo año de 1824 Bolívar logró desbaratar la anarquía de los
inadaptados, y para cerrar con broche de oro el 9 de diciembre Sucre
vence en Ayacucho dando libertad al Perú y al resto de la América
dominada entonces por los españoles.

BOLÍVAR Y LA GRAN COLOMBIA. Bolívar comenzó con la república federal creada en diciembre de 1819 en Angostura
-tres departamentos que eran Cundinamarca o la antigua Nueva Granada, Venezuela y Quito, cada uno de ellos gobernado
por un vicepresidente- para crear una nación unitaria un año después, tan pronto como la independencia empezó a ser una
realidad.

El golpe militar de Riego sorprendió al ejército expedicionario de Tierra Firme que estaba esperando refuerzos para
recuperar el territorio perdido tras la batalla de Boyacá. El general Morillo recibió la orden de jurar la Constitución, poner en
libertad a los presos políticos y concertar un armisticio con Bolívar. Los generales Sámano y Warleta se negaron a luchar en
esas condiciones y se embarcaron para Jamaica.

Morillo trató de concertar una negociación con el Congreso de Angostura a través de Bolívar. Éste le contestó que la
única negociación posible era el reconocimiento de la independencia de Colombia, por lo que se acordó una tregua de seis
meses, a partir del 25 de noviembre de 1820, y una regularización del estado de guerra para evitar matanzas inútiles.

El 27 de noviembre Morillo y Bolívar se reunieron en Santa Ana y ratificaron el convenio. El general español se convenció
de que seguir resistiendo no conducía a nada en tales circunstancias y decidió embarcarse para España en diciembre,
dejando el mando del ejército a Miguel de la Torre.

El Congreso Constituyente de Colombia fue convocado por Nariño, que había regresado de España tras su liberación por el
nuevo gobierno liberal, para el 6 de mayo de 1821. En él se decidió enterrar el estado federal ideado en Angostura y
convertirlo en unitario, con un ejecutivo formado por un presidente (Bolívar) y un sólo vicepresidente (Santander). Tendría
un legislativo bicameral y un judicial con una Corte de Justicia y unos tribunales de apelación. La capital quedaba
establecida en Bogotá, la antigua Santa Fe.

La victoria militar de los patriotas se impuso rápidamente. Bolívar rompió el armisticio y realizó una serie de acciones que
culminaron con la batalla de Carabobo (24 de junio de 1821), en la que derrotó al ejército de La Torre. Los últimos efectivos
realistas se encerraron entonces en Puerto Cabello, donde La Torre resistió hasta noviembre de 1823.

Tras Carabobo, los patriotas se volcaron en la antigua Nueva Granada o Cundinamarca, tomando en octubre de 1821
Cartagena. Bolívar dejó en la costa el baluarte realista de Santa Marta, de escasa importancia y que terminó cayendo en
1823, y se dirigió a Popayán, en diciembre de 1821 para acabar con la resistencia pastusa. Tras arduos combates logró
entrar en Pasto en Junio de 1822.

Mientras tanto en Quito hubo que plantear dos batallas: una contra los realistas y otra contra los propios patriotas, que
siendo partidarios de la independencia veían con reticencia su integración en Colombia. El 9 de octubre de 1820 estalló un
movimiento independentista en Guayaquil que instaló una Junta de Gobierno, cuya presidencia recayó en León de Febres
Cordero, mientras que las funciones civiles fueron para el poeta José Joaquín de Olmedo.

El general Antonio José de Sucre fue enviado por Bolívar, junto con un millar de hombres, para en primera instancia
apoyar la revolución contra las fuerzas realistas bajo el mando del general Aymerich, y posteriormente convencer a los
patriotas de la conveniencia de unirse a Colombia, lo que aceptaron al fin como una solución provisional.
Las tropas libertadoras acantonadas en Guayaquil se organizaron para abatir los últimos baluartes del poderío español.
El día 22 de abril de 1822, al mando de las argentinas y chilenas, el general bonaerense Lavalle expulsa a los realistas de
Riobamba. Las tropas restantes, unidas a los guayaquileños y a los patriotas del interior, al mando del futuro mariscal de
Ayacucho logran el armisticio de Babahoyo y, desde Santa Rosa, barren los últimos retazos del dominio español en las
provincias de Loja y Cuenca.

Bolívar había proyectado originariamente libertar Panamá después de Venezuela, y luego ir hacia el Sur, por mar, hasta
Guayaquil. Sin embargo, la principal razón que llevó a Bolívar a marchar hacia el Sur fue el miedo a que San Martín pudiera
llegar antes al Ecuador y lo reclamara para el Perú. Los acontecimientos se desencadenaron, y Panamá se encontró con
una situación inmejorable para acceder a su liberación de una forma incruenta.

Todo se debió a que Juan de Sámano llegó a Panamá como virrey de Nueva Granada y estableció un gobierno fuerte
para impedir el progreso de la independencia, cortado rápidamente por su improvisada muerte. Accedió al mando el
mariscal de campo Juan de la Cruz Murgeón, que comprendiendo la importancia de la batalla que se estaba librando en
Quito, hizo reunir todos los efectivos militares panameños que encontró para enfrentarse con ellos a Bolívar y Sucre,
dejando libre de fuerzas el territorio panameño, lo que favoreció su proceso de liberación.

Mientras tanto, Sucre dirigió distintas operaciones contra los realistas para evitar que éstos concentraran sus fuerzas en
el Norte, donde estaba Bolívar empeñado en la batalla de Pasto.

En Quito, Sucre se vio atrapado en un laberinto político, estorbado no sólo por los realistas que le cerraban el camino a la
capital, sino por las distintas facciones que peleaban dentro de Guayaquil, divididos como estaba entre quienes querían la
independencia tanto respecto de Colombia como de España, y los que pedían la unión con el Perú. Pero Sucre necesitaba
de los insurgentes de Guayaquil y éstos necesitaban de Sucre y de Colombia. Así, sin mencionar el estatuto de Guayaquil
se firmó una alianza en mayo de 1821. Sucre podía defender la costa de modo efectivo, pero continuaba sin tener el poder
para pasar por las tierras altas hasta Quito, y en ese frente quedó encantado de aceptar un armisticio en noviembre de
1821. Protegida por la cordillera por el Oeste, Quito era también inexpugnable desde el Norte, donde los enclaves realistas
cerraban los pasos de montaña a la revolución.

Finalmente Sucre, tras atravesar las alturas de la cordillera en abril de 1822, en vez de atacar por el Sur como se
esperaba, avanzó desde el Norte, y el 24 de mayo dio la gran batalla del Pichincha, con su extinguido volcán cubierto de
nieves eternas, que fue un gran triunfo patriota y supuso la liberación del territorio que luego sería ecuatoriano. Sucre
entraba victorioso en Quito y aceptaba la rendición del Gobernador Aymerich.

Quito aceptó integrarse en Colombia, pero Guayaquil siguió defendiendo su independencia, por lo que el Libertador tuvo
que ir personalmente a dicha ciudad en julio de 1822 para convencer a los guayaquileños. La anexión de Guayaquil y la
entrevista con San Martín fueron los grandes hechos de aquel julio de 1822.

El 16 de junio de 1822 el Libertador entró en la capital, pero sólo para dejar a un no muy contento Sucre como presidente
del nuevo departamento de Quito.

A su llegada a esta ciudad Bolívar conoce a la ecuatoriana Manuela Sáenz, una criolla ilegítima. Esta joven se convirtió
en su celosa amante, que le acompañaba del campamento al campo de batalla y de ahí al Palacio Presidencial, tan
enamorada de la causa de la liberación como de los hombres que la defendían y, sobre todo, de aquel cuyos designios
dirigía.

En mayo de 1830, cuando Bolívar abandonó Bogotá obligado a un exilio desesperado, dejó atrás a una Manuela
amargada que intentó suicidarse siete meses más tarde al recibir la noticia de la muerte del Libertador, y que pasó sus
últimos días vendiendo caramelos y tabaco en una pequeña ciudad del Perú.

Volviendo a junio de 1822, mientras Sucre quedaba en Quito, Bolívar se encontraba en Guayaquil, uno de los más
intratables y difíciles problemas de su carrera y causa de una creciente tensión entre Colombia y Perú. Tomó la precaución
de enviar tropas a Guayaquil, y allí fue él en persona, como ya hemos apuntado, a principios de julio.

Colombia quería Ecuador y Ecuador necesitaba de Guayaquil. Económicamente las tierras altas no tenían salida al mar.
Bolívar se aprovechó también de la necesidad de salvar Guayaquil del dominio de la plebe: «Sólo vosotros os veíais
reducidos a la situación más falsa, más ambigua, más absurda, para la política como para la guerra. Vuestra posición era
un fenómeno, que estaba amenazando la anarquía; pero yo he venido, guayaquileños, a traeros el arca de salvación». Y el
13 de julio decretó la formal incorporación de Guayaquil a Colombia, posteriormente confirmada por el «voto» de los
guayaquileños.
La Tercera República de Venezuela es el nombre que recibe el periodo histórico que transcurre desde el año 1817 al
año 1819 durante la Guerra de Independencia de Venezuela. El inicio de la Tercera República se atribuye al momento en el
cual finalizada la campaña de Guayana los republicanos restauran las instituciones en la ciudad de Angostura.
Al igual que las dos anteriores repúblicas, la Tercera República tuvo un muy corto tiempo de duración durante el cual entre
los principales hechos se citan la organización de un gobierno civil, la aceptación de todos los jefes militares venezolanos
de la autoridad de Bolívar, la llegada de las fuerzas británicas voluntarias que colaborarían con el proceso independentista y
la Campaña Libertadora de Nueva Granada que dio libertad a la Nueva Granada y su confederación junto a Venezuela en
la República de Colombia con lo que termina el período conocido como Tercera República de Venezuela.

BOLÍVAR PRESIDENTE

Bolívar también fue presidente de Perú (1824-26) y de Bolivia (1825-26), e implantó en estas dos últimas Repúblicas un
modelo constitucional llamado "monocrático", con un presidente vitalicio y hereditario. Historiadores más críticos señalan
que el éxito que tuvo como libertador no fue compatible con su actividad política. Su manera de ejercer el poder se basó en
la arbitrariedad, lo cual despertó muchos rechazos. Asimismo, el proyecto de una gran Hispanoamérica unida no se
encontraba en sintonía con los sentimientos de los antiguos virreinatos, audiencias y capitanías generales del imperio
español, cuyas oligarquías locales buscaron la independencia política por separado.

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