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Derechos Humanos - Todo Es Según El Dolor Con El Que Se Mira
Derechos Humanos - Todo Es Según El Dolor Con El Que Se Mira
Derechos Humanos - Todo Es Según El Dolor Con El Que Se Mira
AUTORES
Argentina
Centro de Estudios Legales y Sociales
Equipo de Salud Mental: Lic. Laura Conte; Lic. Elena Lenhardtson; Lic. Emma
Kestelboim; Lic. Matilde Ruderman;Lic. Amelia Calvo; Lic. Walter Capelli;
Lic.Rubén Caputo; Dr. Enrique Don; Lic. Rubén García; Lic. Graciela Guilis;Lic.
Roberto Gutman; Lic. María Mazitelli; Lic. Ana María Suárez; Lic. Mariana
Wikinski.
Chile
Pamela Pereira,abogado, presidenta de FEDEFAM
Vicaría de la Solidaridad
Equipo de Salud Mental: Dr. Andrés Donoso; Dr. Guillermo Hernández; Sergio
Lucero, Psicólogo; Dr. Ramiro Olivares y Janet Ulloa, auxiliar de enfermería.
El Salvador
Ignacio Martín Baró, Psicólogo.
Uruguay
Carlos Etchegoyhen, Médico Psiquiatra; Eduardo Fernández,Psicólogo;
María del Carmen Patrón, Psicóloga;Damián Schroeder, Psicólogo.
Contratapa:
Créditos: Edición al cuidado de Cecilia Allendes
Portada: Pintura de Guillermo Núñez. Colección Roberto Edwards.
Título verso de Mario Benedetti, del poema CROQUIS PARA ALGUN DIA.
ILAS: Directora Elizabeth Lira Kornfeld
Este libro fue publicado en Santiago de Chile en diciembre de 1989, con un tiraje
de 1000 ejemplares.
Se acepta su reproducción citando la fuente.
INDICE
PRESENTACIÓN
PRÓLOGO : DEMOCRACIAY REPARACIÓN
Ignacio Martin Baró Universidad Centroamericana José Simeón Cañas
San Salvador
EPÍLOGO
PRESENTACIÓN
Octubre de l989
PRÓLOGO
DEMOCRACIA Y REPARACIÓN
Ignacio Martín-Baró
Uno de los problemas más escabrosos que confronta el intento por establecer
regímenes democráticos en los países latinoamericanos lo constituye la necesidad de
resolver las secuelas por las campañas de represión política desarrolladas por los gobiernos
de "seguridad nacional". Este es un problema de palpitante actualidad en países como
Argentina y Uruguay, un problema que se anuncia como crítico en el futuro inmediato de
Chile, un problema que algún día tendrá que plantearse en Guatemala y el Salvador, y un
problema que apenas se está gestando en Perú o Colombia. La presunta transición pacífica
de dictadura a democracia, sin que medie una guerra que establezca como vencedoras a
las fuerzas democráticas, vuelve muy difícil toda pretensión de justicia y aún de simple
elaboración del pasado. Pero, parafraseando un conocido dicho, bien puede afirmarse que
los pueblos que no pueden confrontar su pasado histórico, están condenados a repetirlo.
Resulta necesario recordar la magnitud, cuantitativa y cualitativa, del daño
producido por las campañas de contrainsurgencia o de represión estatal, para comprender
el engaño de querer hacer borrón y cuenta nueva de esa historia; el pasado que tan
festinadamente se quiere cerrar no sólo está vivo en personas y grupos -víctimas y
victimarios-, sino que sigue operando en las mismas estructuras sociales. Por supuesto,
ahí está el vacío dejado por todos aquellos miles de personas asesinadas o "desaparecidas",
vacío que aún sigue acongojando a sus familiares; pero está también la herida viviente de
todos aquellos, probablemente tantos o más que los muertos, que sobrevivieron tras sufrir
en carne propia la crueldad de prisiones crueles, de interrogatorios sin fin, de torturas
refinadas; finalmente, está el trauma de aquellos innumerables que en algún momento
fueron amenazados, hostigados y perseguidos y que, para salvar sus vidas y las de sus
familiares, tuvieron que renunciar a sus ideales y principios o bien esconderse, huir,
refugiarse y aun exiliarse de su propia patria. Todo este daño es de tal magnitud que
resulta casi ingenuo o cínico pretender que se olvide de la noche a la mañana. Porque, en
el fondo, no se trata de un problema de individuos aislados, pocos o muchos; se trata de
un problema estrictamente social. El daño producido no es simplemente el de la vida
personal que se destruye; el daño se ha causado a las estructuras sociales mismas, a las
normas que rigen la convivencia, a las instituciones que regulan la vida de los ciudadanos,
a los valores y principios con los que se ha educado y en función de los cuales se ha
pretendido justificar la represión.
Son varios y de diversa naturaleza los argumentos que se esgrimen en defensa de
un olvido total de los daños producidos y de un perdón incondicional a sus ejecutores: (1)
en algunos casos, se retoma el argumento de la "debida obediencia", que dejaría como
únicos responsables a algunos pocos jefes supremos, por supuesto, considerados siempre
como individuos, no como representantes del estado o de las fuerzas armadas; (2) el
argumento más utilizado es el de la necesidad política de superar el pasado a fin de no
perpetuar el conflicto, lo cual requeriría el perdón y la reconciliación social; en ocasiones,
se intenta revestir este argumento con espíritu cristiano, como si esa salida fuera la única
concorde con las enseñanzas cristianas; (3) finalmente, de vez en cuando se trae o se
insinúa el argumento "de fuerza mayor" de que, si no se produce ese perdón y olvido
social, hay el peligro de que los militares se rebelen contra el sistema democrático y
vuelvan a establecer una dictadura. Por consiguiente, tanto por conveniencia social como
por realismo político, habría que abandonar toda pretensión de encausamiento a los
violadores en nombre de la seguridad nacional y de reparación a los daños personales y
sociales por ellos producidos.
No es del caso insistir en el retroceso histórico que supone el argumento de la
"obediencia debida"; los juicios de Nürenberg pierden toda validez y se convierten en una
simple venganza de los vencedores si su lógica ética, jurídica y social no fuera aplicable
en las circunstancias actuales. En este sentido, el famoso caso del Teniente William Calley,
uno de los responsables de la matanza de My Lai, ya constituye un mal precedente.
El segundo argumento es, sin duda, el más fuerte y hay que concederle un grado
de validez. Es indudable que el progreso de las sociedades requiere la capacidad de
superar conflictos, de perdonar ofensas y aún de renunciar a ciertas reivindicaciones
circunstanciales en aras de la concordia y el bien común, históricamente viable. Sin
embargo, el problema estriba en si ese perdón y renuncia se van a establecer sobre la base
de la verdad y la justicia, o de la mentira y la injusticia perpetuadas. Es evidente que nadie
va a devolver su juventud al disidente apresado, su inocencia a la joven violada, su
integridad al torturado, o los muertos y desaparecidos a sus familiares; lo que sí puede y
debe restituirse públicamente es su nombre y su dignidad, el reconocimiento formal de
que lo ocurrido es injusto y, hasta donde se pueda, una reparación material. Y, en el caso
de los "desaparecidos", una clarificación de lo sucedido y, si fuera posible, la devolución
de los restos mortales de la víctima o de la propia persona, en el caso de aquellos niños que
fueron robados a su familia. El cristianismo llama al perdón, sí, pero sobre la base de la
verdad y de la justicia, y hasta en la moral más tradicional sólo se habla de reconciliación
junto con el "propósito de enmienda", es decir, del reconocimiento del mal cometido, y de
la "satisfacción de obra", es decir, de la reparación.
El tercer argumento es, por desgracia, el de más peso político, aunque también el
más deleznable. Porque, en el fondo, lo que se está reconociendo es el carácter falsamente
democrático de un ordenamiento hipotecado a la fuerza de los militares y supeditado a su
voluntad. Una democracia así siempre penderá de la espada de Damocles de quienes,
desde el control de la violencia, pueden decidir sobre la conveniencia de un ordenamiento
legal o de una orientación política en función de sus intereses gremiales y aún personales.
Una democracia así siempre será una democracia atada, censurada, castrada, que desde
sus raíces contradice su propia naturaleza y vocación. Más aún, este argumento representa
una ofensiva desnaturalización de la propia institución militar, a la que se le niega la
posibilidad de cimentarse en la justicia o de funcionar con honestidad; en otras palabras,
no se considera que las Fuerzas Armadas sean capaces de enfrentar y aceptar el mismo
principio de justicia a cualquier otra persona, grupo o institución social. ¿Realmente
creemos que este principio puede llevar al establecimiento de una sociedad en verdad
democrática? ¿No se estará vendiendo como condición de posibilidad histórica para la
democracia lo que precisamente constituye una condición para su imposibilidad?
Quienes claman por una reparación social no están pidiendo venganza ni se están
obcecando en hacer todavía más difícil un proceso histórico nada fácil. Por el contrario,
están promoviendo la viabilidad personal y social de una sociedad nueva, realmente
democrática. ¿En base a qué podrá ejercerse la justicia en nuestras sociedades, si los
principales violadores a los derechos humanos pueden campar libremente, incluso
presumiendo ante sus propias víctimas de que lo que hicieron fue "lo correcto" y aún
amenazando con repetirlo? ¿Con qué derecho castigar o encarcelar al ladrón de los bienes
ajenos o al que mata por celos personales, si se ignora el daño del que robó vidas humanas
y asesinó masivamente por celos ideológicos?
Así como la superación de los traumas personales exige su elaboración terapéutica,
nuestras sociedades latinoamericanas requieren esa terapia sociopolítica de una justa
reparación a ese verdadero genocidio cometido en nombre de la seguridad nacional y aun
de la civilización occidental.
David Becker, María Isabel Castillo, Elena Gómez, Juana Kovalskys y Elizabeth Lira.
Introducción.
Octubre de l988
PSICOTERAPIA DE VICTIMAS DE REPRESIÓN POLÍTICA
BAJO DICTADURA: UN DESAFÍO TERAPÉUTICO, TEÓRICO Y POLÍTICO1
Elizabeth Lira
David Becker
M.Isabel Castillo
PRESENTACIÓN
1
Una primera versión de este trabajo fue presentado en el 155 Annual Meeting - American Association
for the Advancement of Sciences. San Francisco, California, U.S.A. Enero de l989.
2
Cienfuegos A.J. Monelli C “The testimony of political repression as a therapeutic instrument” in
American Journal of Orthopsychiatry Vol. 53, Nºl, Jan l983 New York; Lira E., Weinstein E. et al Psicoterapia
y represión política Siglo XXI Editores, México 1984; Weinstein, Lira, Rojas et al. Trauma duelo y reparación
FASIC Ed. Interamericana 1987 Santiago; Lira, Weinstein y Kovalskys: “Subjetividad y represión
política: intervenciones terapéuticas” en Psicología Política Latinoamericana Editorial Panapo Caracas
Venezuela 1987; Becker, Castillo, Gómez, Kovalskys y Lira: “Psicopatología y proceso psicoterapéutico
de situaciones políticas traumáticas” en Revista de Psicología de El Salvador Vol 7 No 30 Octubre -
Diciembre 1988.
se pronunció por el término de ella. Existe la posibilidad de alcanzar la democracia. Esta
situación subraya la necesidad de replantearnos el trabajo en relación a este nuevo
contexto, sin olvidar su carácter histórico y proponer de manera explícita la articulación
entre procesos terapéuticos y procesos macro-sociales. Esta presentación comprende por
tanto:
3
Rozitchner León “Efectos psicosociales de la represión”. Presentación a la Conferencia organizada por
CEPAUR acerca de las consecuencias psicosociales de la represión política en el cono sur. Montevideo
Uruguay Nov. l987 pág l.
violencia estructural, generándose altas tasas de desempleo y subempleo, niveles de
miseria crecientes, e incrementándose algunas patologías sociales asociadas. Esta realidad
ha coexistido con niveles de riqueza y desarrollo en las grandes ciudades, que dan la
ilusión de progreso y que se contraponen a la experiencia cotidiana de la pobreza y del
despojo de vastos sectores. Durante estos años se ha mostrado un mundo de orden y
progreso. Se ha hecho silencio sobre el mundo del dolor, la pobreza, la injusticia y la
persecución. Las contradicciones sociales se han extremado de tal modo que aparecen casi
dos mundos, dos países, que recorren la geografía nacional de norte a sur, y que no
parecen tener puntos de encuentro.
En este contexto, resulta como consecuencia psicosocial y política inevitable la
introducción de la categoría amigo-enemigo, que surge de la definición inicial de estado
de guerra, definida por quienes dieron el golpe militar. En cierta forma perdura hasta hoy,
por la forma práctica en la que se ejerce la política del régimen a través de la represión
política. Esta definición plantea la muerte como una posibilidad asociada al quehacer
político.
La introducción de la muerte, como un elemento de la vida política, ha implicado
a la vez la inclusión de lo traumático, como un componente de la vida personal y social.
La detención, el exilio forzoso, la desaparición sin huellas, la tortura, los asesinatos
políticos, son elementos que configuran experiencias traumáticas.
Lo traumático en la realidad social, se manifiesta cuando con cierta regularidad los
hechos sobrepasan la capacidad y los recursos de los grupos sociales, o de las personas
involucradas. No es posible vivir en forma permanente en situaciones insostenibles, por
lo que las personas realizan ajustes muchas veces destructivos o autodestructivos, para
sobrevivir. Por otra parte, al mismo tiempo que se pierden socialmente los límites en
relación a lo que es posible destruir, pareciera que en el nivel subjetivo no hay límites en
la capacidad de tolerar lo que sobrevenga. La familiaridad con la muerte (física, psíquica,
moral) es la que constituye lo traumático cronificado, y es así como "aguantar" llega a ser
una estrategia de sobrevivencia, que se apoya en mecanismos defensivos específicos.
Otra dimensión de lo traumático cronificado es la introducción de lo siniestro en la
realidad social. Este rasgo aparece cuando se subvierten los límites entre realidad y
fantasía y es la realidad la que continuamente supera incluso la fantasía más perversa. Este
elemento está presente en la generación del terror y del miedo, amplificando la sensación
de inermidad y vulnerabilidad de los sujetos y grupos sociales.
Lo siniestro es una dimensión de la violencia ejercida hacia y desde la interioridad
de los sujetos. El régimen político ha utilizado la violencia represiva como un mecanismo
eficiente para internalizar el terror, y al mismo tiempo, dispersarlo a través de la
privatización de la violencia. La violencia es por años lo no hablado, lo no hablable. De
este modo se controla la conducta colectiva por el temor inducido en los sujetos, de ser
potencialmente afectados por la represión política. 4
4
El análisis expuesto aquí acerca de lo traumático es una síntesis del trabajo: “Consecuencias
psicosociales de la represión política en Chile” de E. Lira, presentado al seminario " Consecuencias
psicosociales de los regímenes represivos en el Cono sur" convocado por CEPAUR en Montevideo
Uruguay, noviembre de l987.
5
Freud S. La histeria . Ed. Biblioteca Nueva Obras Completas. Vol I Segunda Edición Madrid, l958-
l968,pp. 27-29.
6
Khan Massud The privacy of the self , Hogart Press London l974.
7
Bettelheim B Sobrevivir : el holocausto una generación después. Barcelona Ed. Critica l981 P. 25 y p. 71.
la organización psíquica del individuo.8
Coincidimos con el concepto de trauma definido por Sigmund Freud9 y también con
el concepto estructural de trauma de Benyakar, Kutz, Dasberg y Stern 10, quienes lo definen
como el colapso de la estructura del self a lo largo de todos los planos referenciales
(estructural y funcional), producto del encuentro entre una amenaza catastrófica y una
respuesta caótica. Esto ocurre en un tiempo determinado y tiene como resultado la
pérdida de la autonomía. La experiencia traumática una vez ocurrida, no puede ser
integrada en la estructura del self y no puede ser significada, lo cual limita las funciones
autónomas de la estructura.
Lo traumático, en el contexto de la represión política en Chile, está dado por dos
elementos simultáneos: el impacto sorpresivo e inesperado de amenazas vitales múltiples
las que, al mismo tiempo que aparecen como previsibles, son difíciles de discriminar,
evitar o enfrentar. El segundo elemento surge de la desorganización experimentada por
los sujetos concretos, las familias, los grupos sociales, los partidos políticos, etc. Esta
desorganización conduce a respuestas inicialmente caóticas o inefectivas, que incluso
aumentan el carácter traumático de la experiencia.
Las personas que han sido sometidas a traumatizaciones extremas sufren un daño
o conflicto psicológico que les impide integrar en su personalidad consciente la experiencia
que les ha sobrevenido. La experiencia traumática ocasiona una desestructuración tal, que
el daño y las defensas desarrolladas se incorporan inicialmente en la reorganización frente
al trauma. Los mecanismos defensivos predominantes son la represión, como defensa
patológica, como también la negación, la disociación y la identificación proyectiva.
8
Laplanche Jean y Pontalis Jean Diccionario de Psicoanálisis Ed. Labor Barcelona, l981, Pp. 447-451.
9
Freud S. Inhibición Síntoma y Angustia . Ed. Biblioteca Nueva, Tercera Edición, Madrid. Vol. III, Pp.
2879- 2880. Freud S. Más allá del principio del placer. Ed. Biblioteca Nueva, Tercera Edición, Madrid. Vol
III ; Freud S. Lecciones introductorias al Psicoanálisis Ed. Biblioteca Nueva, 2a Edición l958- l968 Madrid.
Vol II Pp. 200- 201.
10
M Benyakar, I Kutz, H Dasberg, MJ Stern - “The collapse of a structure: A structural approach to
trauma”. Journal of Traumatic Stress, 1989.
Con todo, la sintomatología observada, por severa que sea, no da cuenta de la
especificidad del trauma. Se puede apreciar que frente a diversas situaciones traumáticas,
la sintomatología y la desestructuración que se observan puede manifestarse de manera
similar. Es preciso tener en cuenta, además, que la especificidad radica en la situación
traumática , que en Chile se define a través de la represión política. Esta transforma el
contexto social haciéndolo amenazador y traumatizante, con un gran potencial destructivo.
Incidiendo en las condiciones materiales de la vida concreta, en la sobrevivencia psíquica,
y en los significados y valores, que se constituyen en el sentido de la vida de los sujetos.
En esta especificidad radican las diferencias entre esta conceptualización y la del
síndrome post traumático (post traumatic stress disorder)11 aplicado al diagnóstico de las
consecuencias de las experiencias represivas. En este último el énfasis está puesto en la
sintomatología, y la referencia al hecho que origina la experiencia traumática es muy poco
específica.
Desde la conceptualización estructural se señala que el trauma siempre implica la
desestructuración del self y sus representaciones de la realidad, por ende el concepto de
trauma no se puede usar como sinónimo de stress severo y sufrimiento. No todas las
situaciones de stress severo y de sufrimiento son traumáticas. Solo se puede hablar de
situación traumática si se produce desestructuración psíquica ante el evento amenazante.
Nos parece relevante recordar que no obstante las manifestaciones y consecuencias
psicopatológicas descritas, no se trata únicamente de cuadros o síndromes
psicopatológicos, sino al mismo tiempo, de expresiones concretas del conflicto social y
político desarrollado en una sociedad determinada, que se manifiesta tanto en el
psiquismo individual, como en la subjetividad social.
Por tanto, nuestra conceptualización diagnóstica de la experiencia traumática,
incluye una caracterización de la situación represiva específica y del proceso que esta
situación desencadena en los sujetos, en las familias y en los grupos. Este proceso, sintetiza
el impacto de la situación traumática en la estructura intrapsíquica del sujeto, previa a la
experiencia traumática. Dicho de otra forma, la reacción post traumática es un proceso
particularizado de cada sujeto, familia o grupo, que evoluciona en el tiempo, que se origina
en una situación específica común a muchos otros sujetos, y que, sin embargo, tiene la
singularidad de los recursos y de las carencias, que se movilizan en ese sujeto concreto
frente a la situación. De esta manera, la sintomatología siempre reflejará simultáneamente
11
El síndrome post traumático( PTSD) se caracteriza de la siguiente manera : el rasgo esencial es el
desarrollo de síntomas característicos que se producen después de haber sufrido psicológicamente la
ocurrencia de un hecho traumático , el cual generalmente sobrepasa el rango de la experiencia humana
común. Ver No 309,.81 pág 236 Diagnostic and Statistical Manual of Mental Disorders. Third edition.
American Psychiatric Association. Washinton DC, l980.
el impacto a nivel individual, los aspectos generales y compartidos del contexto social, y
de la situación de represión específica.
La intencionalidad política en la experiencia traumática padecida, moviliza en el
sujeto las significaciones que le atribuye a esta experiencia dentro del contexto histórico
en que se da. De esta manera puede poner de relieve un conjunto de recursos afectivos,
ideológicos u otros, que contribuyen a un determinado tipo de reestructuración frente a
la experiencia traumática.
Finalmente, cabe señalar que el concepto de traumatizaciones extremas, implica
también un proceso. Se trata en muchos casos de traumatizaciones sucesivas y
acumulativas, que pueden volver a producirse debido al contexto social y político, que
incluye como recurso del poder las violaciones de los derechos humanos, es decir, el uso
del sufrimiento para regular la conducta política.12
La tortura.
La tortura por razones políticas, consiste en la aplicación deliberada y sistemática
de dolor agudo a una persona. Aparentemente, el objetivo es obtener información o
confesiones. Similar importancia reviste, sin embargo, la destrucción del individuo en
tanto opositor a un régimen político determinado. Se trata, entonces, de minar su voluntad,
vínculos afectivos, lealtades, creencias, y su integridad física y psíquica.
El torturador, como representante del sistema represivo opresor, impone explícita
o implícitamente a su víctima un dilema extremo: dejarse maltratar, exponiéndose a un
dolor intolerable, con secuelas físicas o psíquicas imprevisibles, e incluso a la muerte; o
bien "delatar", es decir transformarse en verdugo de sus propios compañeros,
entregándolos a la tortura y quizás a la muerte. Esta segunda alternativa ahorra, tal vez,
al afectado los sufrimientos físicos, pero destruye una parte fundamental de sí mismo, de
su identidad, de sus valores y de los vínculos colectivos que dan sentido a su existencia.
El trauma de la tortura, tiene la especificidad de configurar una situación de "doble
vínculo" porque en una circunstancia de máxima inermidad, despojo, arbitrariedad y
12
Ver de Becker, Castillo, Gómez, Kovalskys y Lira: “Psicopatología y proceso terapéutico de
situaciones políticas traumáticas” en Revista de Psicología de El Salvador Vol. No 30 Octubre -Diciembre
de l988.
violencia, se le exige a la víctima que opte:
- entre su integridad física por una parte, y su integridad psíquica y moral, por la
otra. Entre él mismo y sus compañeros. Entre la integridad de su familia y la integridad
de su organización. Se le enfrenta a la dramática disyuntiva de ser fiel a los valores y
creencias que han animado su existencia, o de renunciar a todo ello, para evitarse el dolor
y quizas la muerte. Renunciar a las propias creencias y valores para conservar la vida, es
asumir en cierta forma otra manera de morir.
En otras palabras, se trata de una situación paradójica, donde, por un lado, se
despoja al ser humano de todo lo que le permite identificarse como tal y, por otro, se le da
el poder de decidir sobre cuestiones sobre las cuales no se puede decidir, sin salir
profundamente destruido, en aspectos esenciales de sí mismo.
Encontrarse en un recinto secreto y ser torturado, constituye una situación límite.
Un ser humano que se halla en extrema indefensión, es sometido a una extrema violencia.
Desprovisto de recursos materiales para defenderse, maniatado y vendado, enfrenta una
amenaza radical a su integridad física y psíquica.
El contexto interpersonal en que se da la tortura, es otro de los factores que confiere
especificidad a esta situación. Se caracteriza por la degradación y deshumanización
máxima de una relación entre personas. Los que golpean, aplican electricidad, hieren,
cuelgan, insultan, asfixian, son también seres humanos. El dolor físico y psíquico es
causado no por fuerzas naturales, una bestia o algún objeto inanimado, sino por otro ser
humano, cuya intención deliberada es dañar y destruir a la víctima. Esta situación hace
la experiencia particularmente abrumadora y contribuye a debilitar los mecanismos
defensivos del afectado, así como sus recursos y posibilidades de respuesta.13
Secuestro y desaparecimiento.
El desaparecimiento en Chile ocurrió entre 1973 y 1977 de manera selectiva,
afectando a dirigentes políticos, sindicales y sociales de los partidos de izquierda. 14
"Desaparecer" es desvanecerse, dejar de ser, perderse para siempre. En su máxima
expresión la palabra evoca la imagen de una intervención mágica de fuerzas misteriosas,
pero aún sin esta connotación extraterrena, ella sugiere lo inexplicable, lo irrevocable, una
13
Ver Weinstein E., Lira E., Rojas M.E. et al. Trauma Duelo y Reparación Ed.FASIC Ed. Interamericana,
Santiago, Chile l987 pp. 40 - 44.
14
Los datos legalmente comprobados alcanzan aproximadamente a 700 personas. El número estimado
de casos alcanza a 2.500. Entre l973 y l977 el secuestro y desaparecimiento fue un método sistemático de
represión. Desde 1982 en adelante se han denunciado algunos desaparecimientos y en 1987, desaparecen
5 jóvenes de militancia de izquierda, sin que haya sido posible esclarecer la situación hasta la fecha.
pérdida absoluta de conocimiento sobre algo o alguien. "Nadie sabe nada" 15
Esta situación plantea un desafío imposible a sus familiares. Después de largos años
de búsqueda, no hay respuesta. 16 A partir de entonces, la muerte se hace una posibilidad
real. La muerte en este contexto parece ser una opción, una decisión que el familiar se ve
obligado a elegir, para poner término a un largo proceso de dolor, separación y duelo
imposible, o bien debe seguir esperando hallarlo vivo, fantaseándolo en condiciones de
dolor y tortura, en estado deplorable, mentalmente perturbado, con la memoria perdida...
fantasía intolerable para el familiar que se ve así envuelto en una tortura constante privada
e íntima. Esta condición de "muerto vivo" del desaparecido plantea la pérdida y la
posibilidad de la muerte, pero no permite vivir la tristeza y hacer el duelo. Acompaña
durante largos años la vida de los familiares en la búsqueda, en la esperanza, en la
desesperanza y en la resignación. 17 Los familiares quedan atrapados en una situación
semejante al ya mencionado "doble vínculo". Si define que su familiar está muerto es "
como si lo matara " y si espera encontrarlo vivo, está renegando de su experiencia
cotidiana y del fracaso de la búsqueda, especialmente si han transcurrido más de l0 o l5
años desde la desaparición. En estas condiciones se dan procesos de duelo severamente
alterados, y una situación de tortura psíquica para los familiares que no tiene fin, y que la
sociedad ha tratado deliberadamente de ignorar.
La muerte.
En la muerte de un familiar aparece la pérdida, la tristeza, y el duelo, en un contexto
político social, que tiende a poner durante años la responsabilidad del desenlace en la
propia víctima, estigmatizando a sus familias, y constituyéndose dicha muerte no solo en
un dolor privado, sino en una vulnerabilidad y amenaza constante de seguir la misma
suerte, con lo cual el proceso del duelo se ve indudablemente alterado, y se hace imposible
de elaborar incluso en el nivel privado.
La muerte se ha producido en diferentes situaciones. Desde ejecuciones sumarias,
muerte en tortura, falsos enfrentamientos. En algunos casos, la familia ha podido enterrar
15
Amnistía Internacional Desapariciones Ed. Fundamentos Madrid España l983. Citado por Juan Carlos
Kusnetzoff en Argentina Psicoanálisis Represión Política Primera Edición l986 pp.96-97.
16
Algunos desaparecidos aparecieron muertos en 1978. En Lonquén aparecieron l5 personas de la
localidad de Isla de Maipo que habían sido detenidos por carabineros en octubre de l973. Otro grupo de
personas detenidas en septiembre de l973 fueron encontradas enterradas en Yumbel, en fosas
clandestinas. Los cuerpos de l8 campesinos desaparecidos desde octubre de l973 aparecieron en l978 en
Mulchén.
17
Ver Notas acerca del tratamiento psicoterapéutico de familiares de detenidos desaparecidos: una
propuesta alternativa por Eugenia Weinstein en Psicoterapia y represión política - E. Lira , E Weinstein et
al. Ed Siglo XXI México l984.
a su familiar. En muchos, los cadáveres jamás fueron entregados y se ignora el lugar
donde fueron dejados o enterrados.
De esta manera la muerte asociada al quehacer político irrumpe como amenaza vital
para el sujeto y como experiencia traumática para los familiares. La represión implacable
tiene un efecto disuasivo sobre las mayorías que se advierte en el silenciamiento, en el
temor y en la inhibición de la participación social. 18 La represión con resultado de muerte
dejó huellas muy profundas en la sociedad, y en las organizaciones, observándose un
repliegue generalizado, en la participación social y política.
Observamos en las reacciones psíquicas ante la muerte de un familiar, un estado
de shock que puede durar días, semanas o meses. En algunos de ellos el mecanismo de
defensa predominante es la disociación. Así se denuncia, se hacen los trámites judiciales,
se intenta negar que algo tan terrible haya ocurrido, alternándose períodos de depresión,
rabia, hiperactividad en torno al problema, y desaliento, especialmente por la inutilidad
de obtener justicia. Por lo general evoluciona desde un estado inicial de negación y
disociación terminando en un estado "petrificado" de tristeza y duelo, el cual no podrá
elaborarse de una manera coherente, si se excluye la relación dialéctica entre los aspectos
micro y macro sociales incluidos.
En las familias de los ejecutados o asesinados el proceso de duelo es interminable,
pues no puede ser elaborado solamente en el nivel privado, ya que se trata de una muerte
que ocurre por razones políticas en un contexto social específico.
Este breve resumen de las características de las situaciones represivas más severas
plantea un desafío terapéutico, que no puede ignorar el contexto socio-político en que
ocurre. No puede soslayar la especificidad de la situación represiva y por tanto la
especificidad del trauma. Al mismo tiempo, es preciso señalar que los efectos
traumatogénicos de estas experiencias fueron indudablemente más graves y severos,
cuando la sociedad negaba o ignoraba masivamente esta represión subterránea, y la
realidad del dolor solo existía en el espacio privado de la relación psicoterapéutica, o bien
en la asistencia social y legal. Es importante no olvidar, que durante estos años la
denuncia y la defensa legal no ha logrado en la mayoría de los casos, atribuir estos hechos
a actores responsables, ni impedir que sigan sucediendo.
18
Los muertos y desaparecidos entre 1973 - 1977 fueron los dirigentes de los partidos políticos de
izquierda, de las organizaciones sindicales y sociales, y los miembros prominentes del gobierno
derrocado.
IV. MODELO TERAPÉUTICO
La modalidad terapéutica que se describe a continuación, es el resultado de un largo
proceso de búsqueda, teórica y práctica, dentro del contexto de la dictadura. En Chile del
mismo modo que la dictadura ha podido matar, desaparecer, relegar, torturar o exiliar,
algunos terapeutas han podido desplegar recursos psicoterapéuticos en ámbitos solidarios
que intentan "aliviar síntomas", "reparar" y diseñar una comprensión de la alteración
psíquica producida por las violaciones a los derechos humanos e intentar intervenciones
terapéuticas.19 En este contexto hemos desarrollado el modelo terapéutico que describimos
a continuación.
Vínculo comprometido.
En nuestra experiencia el punto inicial y decisivo es la construcción de un vínculo
terapéutico, que denominaremos "comprometido" para diferenciarlo de cualquier otro
vínculo terapéutico o social. Este concepto de "vínculo comprometido" refleja
históricamente la manera de enfrentar la tarea terapéutica,en medio de la fuerte represión
política implementada por la dictadura. Llegó a ser necesario explicitar la alianza
psicológica,política y social, establecida entre los pacientes y los terapeutas que elegían
trabajar con las víctimas de la represión política. Este vínculo implica una actitud
éticamente no neutral frente al padecimiento del paciente, y supone comprender que el
trastorno que éste presenta, es el resultado de una experiencia traumática infligida
deliberadamente, un crimen perpetrado contra las personas por razones políticas.
Este tipo de vínculo terapéutico contribuye a facilitar y restablecer la capacidad de
confiar por parte del paciente, estableciendo una relación real, que tiene como contenido
hechos reales. Las emociones de odio, amor, tristeza y destrucción, son aceptadas no sólo
como parte de la relación entre terapeuta y paciente, sino como un vínculo entre seres
humanos. En este contexto, las dimensiones abrumadoras, atemorizadoras o dolorosas de
la realidad socialmente negada, pueden ser reconstruidas. El terapeuta ofrece su
capacidad de contener, y es a través de la verbalización y del diálogo, que se hace posible
recuperar la experiencia traumática, como parte de la situación política represiva. Es allí,
en el espacio terapéutico, donde los hechos sufridos pueden dejar de ser solamente hechos
privados y vuelven a ser parte también del contexto social, recuperando su existencia y
realidad, lo que a su vez facilita la reaparición de una verdadera experiencia privada y
19
Esta situación se ha producido entre otras razones debido a las condiciones particulares de la división
del poder en la sociedad. Así el régimen ha debido tolerar la denuncia y la solidaridad que se ha
ejercido desde diversos organismos principalmente ligados a las iglesias y recientemente desde
organismos profesionales autónomos.
personal.
20
Entre l978 y l982, cuando la realidad represiva era negada socialmente, utilizamos el " testimonio "
como instrumento terapéutico. Este testimonio comprendía el relato de la historia vital,el compromiso
político y la participación histórica y la experiencia represiva, con todas sus secuelas. En muchos casos el
texto fue usado como denuncia por las personas afectadas. Ver en Psicoterapia y Represión política Lira,
Weinstein et al Ed Siglo XXI México l984 ,”El testimonio de experiencias políticas traumáticas como
instrumento terapéutico”.
apareciendo en toda su magnitud la experiencia traumática que quedó encapsulada y cuyo
recuerdo se conservaba "congelado".
Con el curso de los años, puede suceder que parte de esta experiencia puede haber
sido olvidada. Para algunas personas, sin embargo, los recuerdos son tan vívidos como si
los hechos hubiesen ocurrido recién. El recuerdo consciente de los hechos o las fantasías
equivalentes en torno a lo que pudo haber sucedido son importantes para establecer el
significado y la elaboración de un pasado vivido, a pesar suyo en la pasividad e
inermidad. Es necesario respetar el tiempo, las pausas, el límite que el propio paciente se
plantee al respecto sin transformar esta reconstrucción en una nueva tortura o en una
repetición del trauma. La simple catarsis como objetivo terapéutico no basta.
Potencialmente puede retraumatizar al paciente si solo lo inundan las emociones y los
recuerdos que no puede elaborar, y lo colocan nuevamente en la condición de víctima.
Este enfrentamiento del trauma y sus diferentes etapas, implica definir los aspectos
diferenciables de cada tipo de situación represiva, y los aspectos comunes a su condición
de experiencias traumáticas. A nuestro juicio las especificidades propias de cada situación
represiva, así como la personalidad de los sujetos afectados proponen tareas concretas al
proceso terapéutico. En la tortura, es importante reconocer el cuerpo como realidad
destruida y como objeto simbólico social, al mismo tiempo ,recuperar las significaciones
que el sujeto da a la experiencia traumática.
Trauma y duelo.
El núcleo de la problemática a la que estamos enfrentados, está constituido por la
vivencia de la muerte en una situación vital , que también forma parte de un contexto
político.
El sujeto, objeto de la represión, se ha involucrado en un proyecto político que da
significado a su propia vida. Considera un derecho participar en el proceso de
transformación y desarrollo de su propia sociedad.
El golpe militar al derrocar al gobierno legalmente constituído, implica la pérdida
de la posibilidad de continuar participando en ese proyecto social, con que el sujeto se
identificaba. Esa identificación, por otra parte, se constituye en pocas horas en la causa de
su vulnerabilidad, en la posibilidad de ser detenido, torturado, exiliado o asesinado.
Simultáneamente se produce un conjunto de pérdidas acumulativas. Pérdida de derechos,
pérdida del trabajo, de la tranquilidad y estabilidad familiar, de seres queridos, de decidir
su propia vida.
La situación traumática del paciente -una o varias- señalan el predominio de alguna
pérdida específica, pero por lo general están todas entrelazadas, asociadas, acumuladas.
Además, con los años, el contexto social cambia, y a las pérdidas originales se agregan
otras.
Dicho de otra forma, todas las experiencias traumáticas derivadas de la represión
política implican amenazas vitales deliberadas. Se llevan a cabo como una agresión severa
contra la identidad del sujeto, en su condición de persona y de ente político,
manifestándose en la práctica como un intento de destrucción de sus estructuras básicas.
De tal modo que, además de todas las pérdidas objetivas padecidas, el sujeto está expuesto
a la pérdida de sí mismo. A la muerte, o a la alienación.
La elaboración de todas estas pérdidas y de estos duelos, implica una compleja
tarea, que supone asumir como realidades las pérdidas, las partes destruídas. Para un gran
número de afectados esta situación es aún más difícil.No se sienten con derecho a
percibirse "enfermos", y se definen a través de su identidad de militantes políticos, así las
pérdidas tienden a ser objeto de disociación y de renegación, con el propósito de
mantenerse leales a su proyecto vital y al proyecto político. Es decir, no pueden perder
el significado principal de todo lo ocurrido, lo que en cierta forma les ha permitido tolerar
las múltiples pérdidas y sobrevivir. Esto se puede apreciar por ejemplo en la situación de
exilio, cuando "la patria" se transforma, se idealiza, y se vive día y noche trabajando por
cambiar las cosas "allá". O bien cuando observamos como el desaparecido, o asesinado es
muchas veces objeto de ambivalencias "la conciencia se escinde entre el deber de morir con
él y el deseo de vivir". En estos casos elaboración del duelo consiste en una "des-
identificación" con lo amado perdido o muerto. Esto implica emprender un proceso de
diferenciación . Expresado simplemente, "la diferenciación entre el muerto y el viviente".
21
Esta diferenciación, sin embargo, implica muchas veces, una tarea muy difícil, en
la que emergen fuertes resistencias, pues aparece como una invitación a la resignación, a
la aceptación del fracaso. Una invitación a olvidar y a renunciar a las lealtades más
profundas con todo lo amado perdido ¿cómo integrar en el proceso de elaboración las
lealtades al proyecto vital y social original? ¿Cómo integrar la conciencia y la aceptación
de la destrucción sufrida y los deseos de vivir y desarrollar un proyecto vital presente y
futuro? Parece más fácil disociar y negar. Sin embargo las pérdidas son reales y sólo su
aceptación, su elaboración e integración tanto en la estructura psíquica como en las
relaciones sociales, permite el desarrollo de un proceso de reparación .
21
Caruso Igor La separación de los amantes Ed. Siglo XXI l969 México. pág 6l Cita a Daniel Lagache " Le
deuil pathologique" en Bulletin de Psychologie XVI,63,221,l6,pp991-1002.
Psicoterapia y contexto social.
La terapia de traumatizaciones extremas, incluye un proceso subjetivo que está
estrechamente articulado con el contexto social. Se refiere al pasado, para discriminar la
posibilidad del futuro e implica lograr con la persona o la familia una reestructuración de
la experiencia traumática, de las emociones que ella ha producido, y que integra en una
historia coherente lo que fue necesariamente disociado, permitiéndose sentir la pena de
las pérdidas y experiencias padecidas. Abriendo la posibilidad de hacer el duelo de eso
contenido - reprimido y disociado, facilitando una mirada diferente sobre sí mismo(a)
como, alguien capaz de sobrevivir al trauma. A través de una alianza de trabajo, se han
puesto común los recursos de un(a) terapeuta sus conocimientos, sus experiencias, sus
valores y la secuencia penosa de un(a) paciente que quiere salir de la trampa de la
victimización.
Finalmente permitirá reconocer como el trauma y su elaboración han producido
cambios en todos los niveles de referencias. Ni paciente ni terapeuta han quedado al
margen de una profunda involucración. Pero la terapia no termina aquí. Esta no se origina
en un hecho privado, y no se resuelve completamente por tanto en este ámbito. La
revinculación con el contexto social es un eje central del trabajo psicoterapéutico y por
tanto de la comprensión teórica y práctica de las traumatizaciones extremas por causas
políticas.
Enero l989.
TE ESCRIBO PARA CONTARTE
QUE EL SOL QUEMA FUERTE POR ESTOS LADOS..
M.Isabel Castillo
Elena Gómez
Introducción.
Los jóvenes han sido un sector especialmente afectado durante este período de l6
años de dictadura militar, tanto por experiencias directas de represión: amedrentamientos,
detenciones, torturas y muertes, como por las condiciones de vida que implican para ellos
cada vez menos posibilidades de un desarrollo digno y en libertad.
Planteamos que el exilio es otra forma de represión que desencadena un complejo
proceso de rupturas y adaptaciones, que no termina con el reintegro al país.
Un número importante de jóvenes ha vivido las experiencias de exilio y de retorno
como situaciones de gran exigencia adaptativa, en momentos decisivos para la
consolidación de su proceso de identidad.
Este trabajo se refiere a una experiencia psicoterapéutica grupal realizada con
adolescentes retornados, quienes solicitaron atención psicológica por sus dificultades en
el proceso de reinserción al país(síntomas de angustia, inestabilidad emocional, estados
depresivos, dificultad en las relaciones interpersonales ).
En una primera parte se caracterizan los jóvenes retornados, enfatizando el proceso
de identidad y las dificultades de su consolidación.
En la segunda parte, se aborda el proceso terapéutico relevando algunos problemas
que aparecieron como más significativos: depresión, conflictos familiares, y temores.Los
contenidos, como la problemática que aparecieron en el proceso psicoterapéutico con estos
jóvenes, son similares a los de jóvenes que no salieron al exilio, y que han sufrido otras
formas de represión.
En el caso de los retornados es especialmente importante vincular su problema con
el de las otras situaciones represivas vividas en el país, para impedir la prolongación del
exilio en el retorno.
Exilio y retorno
El exilio y el retorno es un fenómeno social que tiene repercusiones tanto en los que
partieron al exilio, como en los que se quedaron en el país. Las sensaciones, sentimientos,
percepciones, fantasías vividas cotidianamente sobre esta problemática, generan la
necesidad de comprender más cabalmente este fenómeno en sus aspectos vivenciales y
psicológicos, con el fin de desarrollar un enfoque orientador y preventivo en salud mental.
"El exilio es siempre destierro, uno de los 'castigos' más antiguos: el que manda o
gobierna, expulsa; aleja y relega a una persona del país, de la patria en que nació y creció.
Significa oprobio, humillación, vergüenza, aun cuando comporte alivio y cese de la
persecución y del acoso".
"Esta partida es un huir sin 'despedida' marca el comienzo del trabajo del duelo del
exilio, que se impone como el de una pérdida no deseada y no 'ritualizada', que alimenta
el sentimiento de lo irrecuperable, de un 'algo irrecuperable', algo que se ha perdido en
algún lado, algo que se ha interrumpido con demasiada brusquedad y que permanecerá
como aquello que no podrá recuperarse".
"El exiliado se defiende, procurando explicarse su situación en términos políticos,
reafirmándose en sus características de exiliado político, y es ésto a su vez lo que
contribuye a constituir su nueva identidad 22.
Adolescentes e identidad
Decir identidad en la adolescencia es una contradicción: ser el mismo dejando de
serlo, similar en todo, manifestándose como diferente, persistir suprimiendo
modificaciones.
La identidad es un proceso en permanente elaboración que se va construyendo a
22
Edmundo Gómez Mango. Seminario Internacional sobre "Consecuencias de la Represión en el Cono
Sur: Sus Efectos Médicos, Psicológicos y Sociales". Mayo 18 al 23, 1986. Montevideo, Uruguay.
través de las experiencias y la presencia del otro, hasta adquirir una forma única, pero
susceptible de ser modificada.
La búsqueda de la identidad en el adolescente es un territorio conmocionante y
contradictorio. Se debate entre ser niño y ser adulto, entre su familia y el afuera, pelea y
se asombra de su cuerpo, se agita y confunde con el pasado, el presente y el futuro. El
tiempo le plantea al adolescente una encrucijada, el presente es una posibilidad, el pasado
un refugio y el futuro es desconocido y problemático.
El sentimiento de identidad se desarrolla en la relación con el otro, con el grupo, con
lo social, con lo cultural; donde las biografías están fuertemente entretejidas con la historia.
Es por esto que en los adolescentes que vuelven del exilio, la consolidación de la
identidad se encuentra dificultada; puesto que han hecho un proceso de socialización que
se ha realizado en idiomas, normas y pautas culturales diferentes a la de los padres.
Han tenido que enfrentarse en su niñez a situaciones dolorosas, han tenido muchas
veces que ser portavoces familiares, porque aprendieron el idioma más rápidamente que
sus padres; de tal manera que eran los niños, hoy adolescentes, los que se comunicaban con
el mundo externo. Este pasado fue doloroso, más aún cuando sus padres habían sufrido
cárcel o destierro, torturas o desaparecimiento.
Los padres por vivir en el exilio, estaban distanciados de la vivencia cotidiana del
país dejado, pero tenían necesidad imperiosa de vincularse con aquellos que estaban en
el país de origen, y esta dimensión los unía en lo trágico y lo siniestro.
Esta lejanía del país, acosado por la destrucción y el daño ocasionado por la dictadura,
dificulta la elaboración de lo vivido en el exilio. El exilio en sí mismo se constituye en
acontecimiento traumático a elaborar.
Las identificaciones tempranas que son básicas en el proceso de identidad de los
adolescentes, fueron con figuras que estaban quebradas, dolidas, desintegradas,
destruidas.
La internalización de estas figuras del exilio, genera contradicciones que tienden a
permanecer, y que se presentarán explícitamente en los adolescentes, configurando y
delimitando su identidad.
El pasado.
Los momentos que se vivieron en el país de origen (Chile) antes de partir, son
aquellos tiempos perdidos, lejanos, de infancia temprana, que se guardan en imágenes de
paz, de tranquilidad, da familia, de abuelos, recuerdos que ellos intentan que no se les
escapen y que los necesitan para seguir viviendo.
Necesitan percibir, ver, sentir, las fantasías alegres y tristes del país lejano, que se
concreten en una realidad tangible y que puedan constatar su veracidad para ser ellos
mismos y recuperar su identidad.
"Y siempre hablando de Chile, haciendo cosas por Chile, para mandar plata para
acá, ayudar, contándole a la gente, como era, qué estaba pasando aquí, qué vivíamos y ¡sin
conocerlo!".
"Por ejemplo, para nosotros, cuando nos decían que Chile no existía era una cosa
tremenda. Porque era como decirme, no sé, que no tengo piernas, que no tengo cabeza y
que, bueno, que me calle porque no existo. Es como decirme que no tengo el derecho de
vivir".
La pubertad o adolescencia temprana, la vivieron en el país de exilio de los padres.
Fue rica en experiencias, en grupos de amigos; a veces no se sintieron extranjeros,
marginados y diferentes. Aprendieron las pautas, los códigos, las formas de hablar, de
comunicarse y de vestirse, lograron integrarse al grupo de pares, borraron las diferencias,
las divisiones. Pero, esta situación la realizaron a un gran costo emocional, haciendo una
"hiperintegración", exaltando los valores, modalidades y estilo locales, denigrando los de
origen, los de infancia, los de los padres. Algunos de ellos vivieron situaciones familiares
graves: no aceptaban a los padres, no querían saber nada con el país de origen, no querían
oir hablar de "política".
"En Nicaragua todos compartíamos, éramos todos amigos, todos los niños nos
juntábamos y hacíamos fogatas". " Planteamos que éramos jóvenes y teníamos que vivir
y que podíamos sacar muchas experiencias de lo que estábamos viviendo en el exilio".
"Allá tenía más gente alrededor mío donde yo me sentía bien, eran mis amigos".
Pérdidas y separaciones
A pesar de todos sus intentos, no se sentían parte de esos países de exilio. Se sentían
diferentes, eran extranjeros y quizás, sus identificaciones tempranas pesaban más y
querían volver para reencontrarse con ellos mismos. Para lograr la paz tan anhelada, para
tener un proyecto, para tener un futuro.
Con mucho dolor, vivieron las separaciones con este mundo que habían construído
con tanto esfuerzo y dedicación, dejando de lado tantas gratificaciones y tantas tristezas.
Es frecuente observar que algunos adolescentes enfrentan la acumulación de
pérdidas, con una reiteración de ellas en una actitud de mayor retraimiento y soledad. En
otros, el agobio que la nueva realidad les impone, hace surgir tendencias suicidas y
autodestructivas.
El presente.
Al regresar al país natal, algunos por decisión propia, otros porque sus familias
decidieron retornar, o fueron autorizados a hacerlo, el presente se transforma en un caos,
en un elemento distorsionador. Está lleno de angustias, las fantasías y los deseos no se
concretizan. Las idealizaciones con respecto a la familia extensa se ven frustradas. Al
recorrer geografías la ensoñación pierde la belleza. Los sentimientos de soledad y
confusión son los característicos de los retornados adolescentes. La desestructuración y la
falta de continente se presenta más fuertemente en aquéllos cuyas familias viven en el
exilio. Respecto a los que vinieron con sus familias, éstas también sufren procesos de
adaptación y no pueden brindarles la acogida como ellos desearían.
El futuro
"El hecho de ser exiliado te restringe la mirada hacia el futuro, yo no podía hacer
planes".
"Pero estando aquí, sí, uno puede empezar desde ya a pensar en el futuro".
La proyección hacia el futuro pasa por la posibilidad de elaborar un proyecto, es
decir, de elegir un rol social de acuerdo a su personalidad y en contexto familiar, social y
político. En los adolescentes retornados la elección de un proyecto presenta dificultades.
En la mayoría de ellos se pudo observar que existe un mandato histórico: el asumir el rol
en el cual sus padres fracasaron en su proyecto político. Mandato que ha sido trasmitido
a través de conversaciones, de percepciones, de situaciones no dichas , de temores, de
dolores y de silencios.
Mandato que ha sido trasmitido a través del lenguaje. De acuerdo a Lacan, el
lenguaje preexiste a la aparición del sujeto y también lo engendra. El lenguaje se
constituye en lo propiamente humano, más allá de lo biológico y de lo social. Es un
determinante en la identidad de los sujetos.
La mayoría de los adolescentes retornados, vienen a cumplir una tarea: se hacen
cargo del proyecto que sus padres no pudieron realizar. Son reemplazantes de sus padres.
"Las similitudes entre los papás y los partidos políticos. Eran de un partido político
que yo no conocía, de un país que no conocía y que me quería meter en ese partido, porque
a pesar de todo, yo era de ese país aunque no lo quisiera, pero no conocía al país".
El adolescente debe imaginar en el futuro no lejano, un trabajo; pero la situación
política, económica y social creada por la dictadura, limita notablemente las posibilidades
de acceder a él. La mayoría de los adolescentes retornados están estudiando, terminando
su enseñanza media o ingresando a la universidad.
El enfrentarse al mundo, los hace conocer una realidad dolorosa y traumática,
donde las arbitrariedades e injusticias se cometen diariamente. Dónde no queda lugar
para la fantasía, dónde el enfrentamiento con el dolor, la pobreza, la cesantía es de tal
crudeza, que los jóvenes retornados en su mayoría no conocían. No sabían de los niveles
de pobreza a los que está sometida la sociedad chilena; ello les crea una grave angustia e
impotencia.
"Estoy cansada de Chile, de sus problemas que me afectan en mi vida diaria.
Quiero alejarme, no quiero entrometerme, participar. El año pasado estuve haciéndolo y
me hastié; tiene para años esta situación y yo no quiero pasarlos en eso, quiero poder vivir
por mí, por lo que quiero realizar, sin culpabilidad hacia los otros..."
El proceso psicoterapéutico
Nuestro objetivo dentro del proceso terapéutico fue intentar investigar las tareas
fundamentales del adolescentes, que son la lucha por la reconstrucción de su realidad
psíquica (mundo interno) y la lucha por la reconstrucción de sus vínculos con el mundo
exterior. Ambas supeditadas a una tarea básica que es la lucha por la identidad, el
reconstruir sin perder de vista el fin fundamental: ser uno mismo en el tiempo y en el
espacio, en relación con los demás y con el propio cuerpo 23.
Analizaremos aquí aquellos aspectos más significativos que fueron elaborados en
el transcurso de la experiencia grupal y que permitieron a nuestro juicio, el objetivo
terapéutico.
Se buscó activamente la expresión y elaboración de los conflictos presentes, dándole
importancia a la clarificación de los procesos internos.
La temática central en el grupo de adolescentes retornados, fue la crisis de identidad
presente en todos sus miembros, presentándose en algunos casos cuadros de depresión y
ansiedad severa. La elaboración de las relaciones parentales fue otro aspecto relevante, con
énfasis distintos a causa de la situación diferente entre aquellos adolescentes que
retornaron solos, y aquellos que lo hicieron con todo el grupo familiar. También surgieron
el temor, el miedo y la soledad como sensaciones movilizadas fuertemente por el
reencuentro con el país, y se analizaron las contradicciones surgidas en torno al
compromiso político.
Citando a León Grinberg24 señalamos que a través del trabajo terapéutico grupal,
pudimos observar que "el mundo de los adolescentes es una verdadera estructura social,
cuyos integrantes conforman una multitud que oscila entre dos polos: por un lado la
inestabilidad determinada por los cambios psicológicos y la inseguridad que le ofrece el
ambiente social, y por el otro, la búsqueda de un continente estable, que confiera solidez
y de garantías a su insegura identidad adolescente". Este contenido es buscado en la vida
grupal, ya que distintas partes del sí mismo pueden ser proyectadas en diferentes
miembros del grupo, al mismo tiempo que en la relación interpersonal.
El trabajo grupal tuvo las características señaladas, lo que permitió proporcionar un
continente que diera seguridad para vivir y expresar sus pérdidas, sus inseguridades, sus
dificultades, sus esperanzas y sus alegrías.
A través del trabajo terapéutico grupal, pudimos observar que la sintomatología
presentada iba cediendo, para dar desarrollo a nuevas perspectivas, a caminos de salida,
a definiciones de futuro, a la vida.
"Este grupo es como el mundo mío, de nosotros".
"Me ha permitido entender quién soy y dentro de qué gente estoy metido".
"Yo venía con pretensiones de olvidarme de mi pasado de exiliado, y de repente me
dí cuenta que era como pasar a ser una persona normal. O sea, del minuto que volvía a mi
país, no tenía excusa para andar postergando nada, ni para andar ocultando nada. Esto
23
Grinberg, León. Identidad y Cambio. Ed. Paidós. Barcelona. 1980.
24
Op. cit.
me ha permitido el grupo".
"A mi nivel, me sirve para entender que existen muchas experiencias, que no soy
caso único, que los mayores vuelcos que uno puede tener los tiene todo el mundo".
"Me sirve de punto de referencia, yo no tenía ningún grupo, y ahora tengo éste y a
partir de éste conozco a los chilenos".
25
Grinberg, L., Langer, M. Psicoterapia de Grupos. Ed. Paidós. Buenos Aires.
La familia
El grupo comparte la difícil reconstitución de la historia personal y familiar, el exilio
a una edad temprana, la asimilación a una cultura diferente, la habitual idealización del
retorno y la confusión experimentada frente a los conflictos inesperados.
"Tenía como 9 años cuando me fui. Lo que más tengo grabado es ir a ver a mi papá
en la cárcel, cuando pasamos ese período crítico donde mi mamá no estaba en la casa, me
acuerdo de mis amigos, pero más de eso no tengo recuerdos. A Chile lo veía alegre, con
mi familia y mis amigos. Y es la idea que me quedó adentro. Pero aquí no pasa nada, no
pasa absolutamente nada, y es eso lo que le mandamos a decir a los cabros de allá: cabros
no se vengan, estudien, saquen una posición y después se vienen y que no hagan lo que
nosotros hicimos".
En todos ellos, la activa participación grupal favorece la exploración y la
clarificación de los sentimientos dolorosos. La intervención terapéutica se dirigió a la
elaboración profunda en términos individuales, pero con una lectura grupal.
Las dificultades enfrentadas por sus padres, sus ambivalencias, transforma la
relación familiar en un espacio de mucho dolor, rupturas y agresividad. Para el joven , es
más difícil el encuentro y la diferenciación. La realidad que deviene de sus padres es más
confusa, y dificulta la discriminación entre sus propios desafíos y cambios, y el que
simultáneamente están viviendo sus padres.
En aquellos adolescentes que retornan solos, no es más fácil la tarea. Por el
contrario, la necesidad de contar con algún referente conocido y la multiplicidad de los
cambios vividos en soledad, puede generar una enorme insatisfacción afectiva.
"Si, mi mamá se quedó en el exilio. Yo me vine a Chile, porque tenía problemas en
los colegios y como tenía familia acá no había problemas. Yo pensaba que iba bien.
Cuando llegué acá, mi familia estaba super contenta, yo estaba contento también, pero
después fui al colegio y cambió harto; en un principio los alumnos de mi curso me
integraron muy bien al grupo, pero después ellos vieron que yo era muy diferente, que
tenía mentalidad totalmente diferente a la de ellos. Ahora los amigos son conocidos no
más, no son amigos. Con mi familia no estoy tan bien, con mi tía no más, con la hermana
de mi mamá me llevo bien. Con los otros me llevo bien, pero no podemos hablar juntos
así, porque ellos tienen una mentalidad totalmente diferente".
Temores y miedos
El encuentro con el país implica enfrentarse a situaciones atemorizantes. Chile ha
estado asociado a las dolorosas experiencias represivas de sus padres, y a la dificultad de
comprender las razones del exilio. Ha sido fantaseado como un lugar de lucha, como un
país de miedo, o como un espacio donde es posible vivir sin participar. Ninguna de estas
fantasías se cumplen totalmente. Y el "choque" con la realidad, conlleva una necesaria
elaboración de los sentimientos de temor y miedo que la dictadura produce.
Es habitual que muchos de estos jóvenes vivan su primera experiencia represiva
(detención en manifestaciones masivas, paros universitarios, etc.) en los primeros meses
de su retorno. Hemos observado el alto monto de angustia que les produce la inevitable
sensación de no estar preparados, y la dolorosa experiencia de ser diferentes al resto de los
chilenos. Ni aun la vivencia común de la represión los iguala. La diferencia se manifiesta
en las reacciones, en las emociones, en la multitud de claves acumuladas en las que han
permanecido y que, dolorosamente, quieren poseer.
"... a mí me pasa que me mataron a un compañero y no tenía miedo. Pero ahora no
puedo vencer el miedo y luchar contra el miedo, es indescriptible..."
"... primera vez que sentía cosas así, nunca la había sentido. La muerte en el exilio
era distinta, ahora está tan cerca, y la tortura..."
"... pienso que debiera ser de una manera y enfrentarme a la práctica de cada día.
Yo pensé que iba a ser más valiente, no conocía el miedo, no sabía cómo se sentía, tenía
ideas literarias y bastaba pensar un poco. Sólo era querer y hacerlo y que no existían
condicionamientos como el miedo y la confusión. Yo no puedo ser así..."
El poder relatar esta experiencia frente a los demás, clarificando las contradicciones,
desmistificándose frente a ellos mismos, como en el contexto del país, constituyó un
elemento de avance en la construcción de sí mismos y de su realidad.
26
Op. cit. Grinberg, L. 1980.
imágenes difusas y contenidos, afectos necesitados, deseos no expresados, que en general
se esconden y se lo esconden a ellos mismos. En realidad temen ser descubiertos en sus
debilidades, y quedar a merced del otro. De esta manera el adolescente tiene su yo
dividido en un aspecto aparentemente adulto y en otro infantil27.
El dramatizar les permite graduar la presentación y mostrar al grupo sus aspectos
más dependientes e inseguros, sin que ocurra nada catastrófico, como en sus fantasías
temían que pudiera ocurrir. Ello les permite un enfrentamiento gradual con la realidad
tan temida28.
A diferencia del relato donde los adolescentes verbalizan linealmente algo,
controlan obsesivamente cada uno de sus personajes internos, los inmovilizan. La
dramatización, al permitir especializar o proyectar en la escena el campo del mundo
interno, tiene la facultad de darles vida independiente a estos personajes escapando de este
modo al control obsesivo con que los adolescentes regulan su mundo interno.
Las dramatizaciones que realizamos, fueron de tipo exploratorio, grupal e
individual. En la primera sesión, representaron la vivencia actual más significativa para
ellos, donde apareció la problemática del exilio-retorno con las separaciones, pérdidas,
angustias, confusiones, etc.
Cada uno de los integrantes pudo dramatizar su situación, lo que permitió desde
un inicio darse cuenta que eran vivencias, sentimientos comunes a todo el grupo.Al relatar
con toda su riqueza experiencias comunes que variaban de geografías, idiomas, contextos,
encontraban las similitudes, lo que facilitó el trabajo en el plano personal y grupal al
mismo tiempo.
El recurso de la imaginería, dio posibilidades al grupo y a cada integrante para
llenar de contenidos, depositar las fantasías, concretizar los sueños hacer aparecer los
conflictos y las tristezas. Las defensas disminuyeron y se trabajó el material entregado por
cada uno. La imaginería se trabajó orientada a expresar las pérdidas, las separaciones, las
características de su vida en los países de exilio, las relaciones con su familia. Intentaron
asomarse a su proyecto personal y cautelosamente, acercarse al futuro.
Los recursos dramáticos, como los juegos y los dibujos proyectivos, nos permitieron
tener un abordaje terapéutico activo, donde se facilitó el abordaje de los conflictos y
además los jóvenes pudieron expresar sus emociones: alegría, risas, tristezas, temores,
angustias. Lo que facilitó nuestro trabajo terapéutico. Como síntesis de este trabajo
incluimos una carta escrita en el proceso terapéutico por uno de los jóvenes participantes.
27
Laing, El yo dividido. F.C.E. México, 1968.
28
Moccio, F., Pavlovsky, Bouquet, C.M. Psicodrama, cuándo y por qué dramatizar. Ed. Fundamentos.
Madrid.
Carta a un amigo.
"Te escribo para contarte que el sol quema fuerte por estos lados... la gente te mira
extraño, porque llevas colores de verano en invierno o, simplemente, porque te atreves a
contar verdades, pero seguiré mirando a los ojos.
Mi llegada a la parcela fue una evasión, sentí vivir la tierra, mis pies desnudos en
el barro, mi oreja pegada a la corteza de un árbol, escuché al árbol crecer, pero el viento
terminó por soplar muy fuerte y me quedé dormido con todos mis bellos sueños y cuando
desperté estaba solo.
Ahora estoy en Santiago, sus noches son frías y en las plazas ya no juegan los niños,
sino los cañones de armas automáticas te vigilan... Los jóvenes se alimentan de ignorancia
y olvido. Tienen que pagar para poder reír, otros luchan por luchar, por sueños que hasta
ellos han dejado de creer. Pero yo no dejo de creer que soy un ciego frente al mar.
Tengo ganas de partir corriendo y gritando por los caminos de tierra y cuando esté
cansado, me dejaré caer de espaldas en una gran poza de barro, donde esperaré ver que
un aerolito se pierde en el cielo; sin embargo, aquí estoy, parado bajo la lluvia esperando
salir el sol".
Diciembre l988
ALGUNAS REFLEXIONES SOBRE
LA TORTURA29
C.E.L.S.
EQUIPO DE SALUD MENTAL
ARGENTINA.
Lic. Laura Conte, Lic. Elena Lenhardtson,Lic. Emma Kestelboim, Lic. Matilde
Ruderman, Lic. Amelia Calvo, Lic. Walter Capelli, Lic. Ruben Caputo, Dr. Enrique Don,
Lic. Rubén García, Lic. Graciela Guilis, Lic. Roberto Gutman, Lic. María Maziteli, Lic.
Ana María Suárez, Lic. Mariana Wikinski.
Presentación.
El Equipo de Salud Mental del C.E.L.S. (E.S.M.CELS) se integró como tal en 1983.
El grupo de profesionales que lo constituyó trabajó durante la dictadura en tareas
asistenciales con afectados directos por la represión, familiares de desaparecidos,
torturados, liberados. A partir de julio de 1984 esta tarea incluyó también a los ex-
exiliados. Este Equipo está coordinado en la actualidad por cinco miembros y en su
totalidad está configurado por quince personas entre psicólogos, psiquiatras, médicos y
asistentes sociales.
29
Una versión de este trabajo fue presentada en CINPROS,Ginebra, Suiza, en octubre de l988. Fue leído
en el encuentro anual de la Asociación Americana para el Avance de las Ciencias. ( AAAS) San
Francisco, California, U.S.A. enero de l989.
Esta perspectiva ética, que es la del C.E.L.S., uno de los ocho Organismos
integrantes del primer frente de lucha organizada contra el Estado represor, ha atravesado
nuestra práctica clínica y es referencia de nuestra labor y de quienes acuden a la
institución.
30
Leyes Nrs. 23.492 y Nrs. 23.521 respectivamente, leyes que en nuestro país han dejado en libertad, sin
condena, a los represores.
y ferozmente dirigidos contra las víctimas.
El objetivo es destruir en cada uno el proyecto de todos. Hacer creer a cada uno el
responsable singular de lo que le pasa a todo un pueblo. En el intento de fragmentación
del cuerpo (especialmente con la picana), está el intento de fragmentación del cuerpo
social.
La utilización sistemática del dolor, el ataque sádico dentro de un contexto de
absoluta impunidad, someten al detenido a una situación de dependencia extrema, de
degradación masiva psíquica y biológica. Es hacia estos objetivos fundamentales que
converge sobre cada persona la metodología de la tortura.
Bettelheim plantea que se trata de someter al torturado a una situación extrema, en
cuanto a la inevitabilidad, imprevisibilidad, peligrosidad e impotencia total. Se trata de
una tragedia. De una situación de completa inermidad, que deja a la víctima en una
situación sin salida, sin tercero a quién recurrir, donde su vida y su muerte dependen
absolutamente del torturador.
Esta situación límite y psicotizante, en la que un sistema político somete a una
persona a una experiencia extrema de dolor físico y psíquico, tiene como objetivo quebrar
su sistema identificatorio, su sistema de ideales y valores, sus procesos de pensamiento,
su proyecto de vida individual y colectivo. Se trata primordialmente, de alterar la
organización de sus representaciones psíquicas. Sólo podemos señalar como secundario,
el objetivo de obtener información.
La tortura es una experiencia de desintegración en la que un Yo, constantemente
amenazado de disolución, no puede sostener los procesos psíquicos ligados a la auto-
conservación. El ataque al Ser es tan masivo, que la muerte aparece, muchas veces, como
algo deseado; más que sostener el ansia de preservación de la vida, el yo fantasea la
muerte como alivio, siendo ésto el equivalente a la muerte psíquica.
Si pensamos en la primera experiencia de indefensión humana, vemos que la vida
y la muerte del niño, dependen absolutamente del Otro -la madre- que al libidinizarlo con
sus cuidados y su ternura, cohesiona su Yo.
En esta otra situación de máxima indefensión y pérdida de referencias
identificatorias, a la que es llevado regresivamente el sujeto torturado, el torturador es el
único Otro, única imagen disponible a la que el Yo amenazado de desintegración, tiene
acceso. Todo lo que ésto genera, fundamentalmente humillación y culpa por la
dependencia involuntaria, hará que en la generalidad de los torturados se disocie, se
silencie toda o una parte de la experiencia vivida.
Es una constatación casi universal la dificultad, consciente o no, de hablar sobre la
tortura para quienes la padecieron, aún para quienes un fuerte sistema de ideales les
permitió mantener una mayor cohesión interna.
Es algo que enmudece adentro. Ni la negación, ni la disociación,ni la culpa, ni la
vergüenza, terminan de explicar lo que encierra este silencio. Aunque se hable, hay una
reserva que no puede ser dicha. Quedó inscrita y no tiene palabras.
Quizás la dimensión del sufrimiento físico y psíquico, de la humillación, vergüenza
y culpa, remitan a tal horror que no puede ser repetido, a riesgo de que se repita.
Así como decimos que para el familiar del desaparecido hay una franja de duelo
imposible de resignificar, creemos también que quien fue torturado, guarda para sí un
resto de horror imposible de simbolizar. Pero que hace síntomas.
Cuando Ana pide la consulta, dice que está al "límite" y que tiene miedo de morirse,
que su corazón no le funciona. Se presenta con una fuerte carga de angustia, pero también
con una marcada disociación que le permite decir, riéndose, ideas acerca del centro de
torturas donde estuvo detenida-desaparecida durante dos años.
Pide ayuda después de la Semana Santa31, en que creyó volverse "loca". Con la
amenaza de golpe militar que irrumpió en la realidad, en esa fecha aparecieron los mismos
síntomas que había padecido durante los primeros tres meses de tortura.
Podríamos resumirlo según la nosografía tradicional y a través de las descripciones
de Ana, que por otra parte son frecuentes en quienes padecieron la agresión de la tortura
y las condiciones degradantes del secuestro-detención. Ella describió sus nuevos síntomas
como semejantes a lo vivido en el campo de concentración. Presentó lo que caracterizamos
como la serie catatónica: alternando estupor, mutismo, negativismo, sin llegar a
estereotipos pero manifestando terror por un cuerpo "raro" que no parecía el de ella, y "que
fuera a ponerse más horrible aún".
Irrumpieron nuevamente estados confusionales y de agitación psicomotora: "no sé
quién soy, ni adonde voy, pero no puedo parar y hago y hago". Empezó a dudar de lo que
leía en los diarios, de lo que veía en la calle, y luego desplazaba la escena a lo doméstico.
Decía que no veía bien en su casa, que las cosas no tenían olor, que les ponía más picante.
Había alteraciones de las funciones perceptivas.
Durante el proceso terapéutico, Ana pasó por momentos que consideramos ligados
a las primeras horas después de la tortura: abatimiento, ganas de dormir-morir.
Y finalmente lo que más la asustaba en el momento de la consulta, eran los ahogos
súbitos que no aparecieron en la tortura ni durante siete años. Luego de su liberación, fue
al exilio. Con la vuelta a la Argentina, comenzaron los ahogos sin que pudiera discriminar
si aparecían por algo. Irrumpían, se producían con una taquicardia "imparable", que la
31
Semana Santa del año 1987,en la que ocurre un intento de alzamiento militar.
llevó muchas veces a las guardias de los hospitales. Nunca ningún electrocardiograma dió
anomalía alguna, pero Ana repetía, sin saberlo, en esas escenas, al acostarse en una camilla
de hospital, las escenas de corrientes eléctrica durante la tortura. Vivenciaba su cuerpo
fragmentado, tal era uno de los objetivos psíquicos de la técnica de la tortura.
Su modalidad previa a la represión, podríamos señalarla como fóbica; la angustia,
la ansiedad y el compromiso orgánico situado en el sistema respiratorio habrían de
acentuarse a partir de los efectos de la tortura.
Pasó mucho tiempo, casi un año, hasta que Ana pudiera hablar de lo sufrido.
Quedaba presa de los síntomas que hablaron y hablan por ella, allí donde aún la palabra
duele.
Como hacemos habitualmente en el equipo, pedimos consultas con especialistas, a
riesgo de "creerle" al síntoma. Tratamos de aliviar el sufrimiento, tanto con un cardiólogo
confiable que le explicara a Ana todo, como cuidando en el marco terapéutico el no
someterla a interrogatorios que la remitieran a la tortura, ni aún desde la posición de "el
bueno"32.
Por eso privilegiamos el espacio fundamental de la escucha analítica, aún cuando
no se interprete. El horror no es interpretable33. El horror nos abarca también a los
terapeutas, a quienes los torturados cuidan34.
Los ahogos empiezan a decrecer pero se mantiene uno, masivo, a una determinada
hora, todos los días. Hace dos meses, pudo Ana ligar su ahogo con la escena que lo
generó: la hora y el modo del secuestro. Fue sorpresivo,por atrás, con capucha y encerrada
en el baúl de un auto durante "un tiempo interminable". Se ahogaba. No pudo llorar. No
lo hizo nunca durante la tortura. Ahogó el llanto: "no se los iba a regalar".
La degradación, humillación, enajenación del cuerpo no tuvo que ver sólo con la
tortura física, sino también con la tortura psíquica, obviamente conducida y asesorada por
especialistas.
Los simulacros de fusilamientos llevaban a grados extremos de angustia. Allí no
hubo castigos físicos. Se desarrollaba todo el ritual, para culminar generalmente en burlas
32
Referencia a los distintos personajes que, como técnica, los torturadores asumen durante la tortura
frente al torturado.
33
Párrafo que en la versión en inglés figura de la siguiente manera: Justamente, por la experiencia de
horror que estas personas atravesaron, como psicoanalistas privilegiamos la escucha, aún cuando no
interpretamos analíticamente sus palabras.
34
Si bien como dijimos hay un nivel del horror que no es simbolizable, aquí hacemos referencia a aquello
que puede ser simbolizado y que se calla para preservar al terapeuta.
humillantes sobre las reacciones del prisionero. Caminar encapuchado hacia donde Otro
decide, implica que la realidad pertenece a ese Otro.
La amenaza de tortura a los hijos del prisionero, el hacer escuchar los gritos de los
supuestos familiares sometidos a tortura, el exigirle al prisionero que diga despierto lo que
se le asegura delató dormido, el decirle que todos sus familiares y compañeros están
muertos, llevaron muchas veces al torturado a grados extremos de resistencia psicológica.
Muchos sobrevivieron a este tipo de tortura sin enloquecer. Otros tuvieron cortos períodos
con alucinaciones, en los que fueron medicados como psicóticos. Otros viven
permanentemente todavía acosados por delirios paranoides o estados psicóticos.
Nosotros homologamos el poder del terrorismo de Estado al de la madre narcisista.
Madre omnímoda, poder terrible. No hay Ley. La arbitrariedad es Ley35.
Relataba un ex-prisionero sometido a dos años de secuestro en un centro clandestino
y luego ocho años preso, que cuando creyó volverse loco, cuando ya nada le quedaba por
romperse de su cuerpo, se aferró a la imagen del hijo más amado, al que reconocía como
más entero, más definido en su proyecto vital. Decía: "Eso no me lo pudieron romper".
Otro ex-prisionero, a quién durante un año de secuestro en un centro clandestino
lo hicieron dormir encadenado, estirando sus pies y sus brazos al máximo, usó para
resistir, en situaciones extremas de degradación, su vocación de músico. Maniatado,
durante los plantones de ocho horas, logró "tocar" con todos los dedos, moviéndolos, todas
las músicas que amaba. Nadie sabía que era músico. Su secreto le resguardó ese espacio
de vida, que sumó a su fortaleza yoica. Las series complementarias de Freud cuentan para
nuestras reflexiones.
Volviendo a Ana: después de mucho tiempo puede llorar, no para de hacerlo en
sesiones enteras. Es como una nena indefensa, pero ya no a expensas de un torturador,
sino con la posibilidad de ser contenida, de integrar su cuerpo roto, de vivenciar como
"nido" este espacio terapéutico y finalmente, empezar a poner en palabras lo vivido.
Quizás tarde mucho tiempo en poder ir al odontólogo, pero sabe ahora porqué no
tolera el torno. Pudo recordar la tortura en las encías. Quizás tarde ta m b i é n e n
poder dormir sola. Quizás le lleve mucho tiempo aún transitar por la culpa de ser una
sobreviviente.
El terrorismo de Estado logró penetrar con su mensaje, se atacó un proyecto pero
35
En la versión en inglés este párrafo figura de la siguiente manera: La arbitrariedad y la falta de ley del
terrorismo de Estado, implican un grado de indefensión de la víctima, semejante a la de un recién
nacido cuya madre, de quien depende absolutamente, es una madre omnipotente y arbitraria, que
convierte la función materna en una función terrorífica, ya que no tiene en cuenta las necesidades del
hijo, lo cual es la primera causa de psicosis. Terrible poder de la madre omnímoda. Terrible poder de
los victimarios.
personalizándolo: "hay culpables".
Desanudar culpas, irreductibles sólo a la palabra del Inconsciente, es de todas
maneras un intento fructífero en el análisis-acompañamiento-apoyo que hacemos.
Falta la otra palabra, la del Estado, la de la Justicia, la que no está inscrita en la
matriz edípica, la que produciría mayor alivio36.
Esto implica una elaboración social, una resignificación de lo vivido por todos,
deuda que tenemos y de la que no somos responsables.
Decíamos antes: no hay neutralidad posible. Nosotros, los terapeutas "ya no somos
los mismos". Nos atravesó la historia compartida.
BIBLIOGRAFÍA
36
En la versión en inglés, estos párrafos figuran de la siguiente manera: La culpa internalizada por el
mensaje de culpabilidad inducido por el terrorismo de Estado, no puede reducirse al tratamiento de las
palabras del inconsciente. De todas maneras, el psicoanálisis, el acompañamiento y el apoyo que
hacemos, son un intento de abordar un aspecto del problema. Pero falta el aspecto social, la otra palabra,
la del Estado, la que hace Justicia (palabra hasta ahora confusa, débil y parcial), la única capaz de
producir el alivio del Sujeto no sólo como individuo sino como ser social.
- ULLOA, Fernando Notas para el Seminario de Abuelas de Plaza de
Mayo. Documento de trabajo.
- EY, Henri y otros Tratado de Psiquiatría. Ed. Toray-Masson. Barcelona,
1969.
- EQUIPO S.M. CELS. CONTE, Laura, GUILIS, Graciela, GOLBERG, Ana,
LENAHARDTSON, Elena, WIKINSKI, Mariana, "Lo que no fue Posible para el
Terror". Bs. As. 1986.
Octubre l988
DESDE LA INJUSTICIA Y EL DOLOR
Pamela Pereira
INTRODUCCIÓN.
Se me ha solicitado exponer una opinión que tenga como centro la reparación, para
los casos de familiares de detenidos desaparecidos, desde un punto de vista jurídico y su
relación con el problema de salud mental.
Es necesario formular algunas reflexiones previas sobre la realidad que vivimos
como familiares de un detenido desaparecido, antes de referirnos al problema de la
reparación. Esto es necesario, para entender las actitudes y decisiones que a veces
adoptamos sobre esta materia, que no coinciden necesariamente con los criterios técnicos
sobre la misma.
Hablar de reparación en el contexto de los familiares de desaparecidos, resulta
extraordinariamente controvertido. Está muy extendida una actitud instintiva generalizada
de rechazo, lo que impide que entremos con tranquilidad, a analizar cuales serían los
aspectos positivos de lo que se entiende por reparación, en el evento que la haya.
El ocultamiento indefinido del paradero de la víctima, por una parte,es de la esencia
del método represivo en la detención seguida de desaparecimiento.Por otra, está la
conducta de negación del hecho por parte de los responsables del mismo: el gobierno,
los servicios de seguridad, o policiales, las fuerzas armadas, etc. Ellos no solo no asumen
su quehacer delictual, sino que adoptan diversas actitudes destinadas a justificar la
ocurrencia de los hechos, sobre la base de mentiras o tergiversación maliciosa de los
mismos u otras conductas, que hacen aún mas dolorosa toda la situación para la familia
de la víctima. Ya no sólo tiene a un desaparecido entre los suyos, sino que también a
alguien que se busca denigrar ante la sociedad.
El ocultamiento indefinido, y el desconocimiento por la autoridad de su
responsabilidad en la situación, determina que los familiares del desaparecido se vean
expuestos de una manera violenta, traumática, y en forma sorpresiva, a una nueva realidad
de vida. Se incorpora el elemento incertidumbre en su mas intensa dimensión, en todas sus
vivencias cotidianas. Es una incertidumbre que abarca todos los planos y que produce
consecuencias distintas en cada uno.
El desafío de vivir esta realidad absolutamente nueva, que se inicia a partir de una
experiencia tan dolorosa, se enfrenta fundamentalmente a partir de los vínculos afectivos
con el desaparecido más que por un comportamiento racional que determina el nuevo rol
que hay que asumir.
Esa nueva realidad de vida significa, en todos los casos, un camino lleno de
obstáculos. En parte significativa, se traduce en un incesante quehacer de búsqueda,
principalmente ante los Tribunales de Justicia, organismos administrativos del propio país.
Estas acciones una y otra vez terminan en un fracaso, lo que obliga nuevamente a justificar
razones, que otra vez alientan un nuevo quehacer ante esas instancias, para otra vez, no
recibir la respuesta que se espera. Así se va reproduciendo esta situación con distintas
formas, pero con un contenido único: una búsqueda incansable con un resultado siempre
negativo.
Paralelamente a esta actividad incesante, desgastadora en lo físico y en lo psíquico,
(generalmente se desarrolla dentro de un contexto de grandes limitaciones económicas lo
que dificulta aún más el esfuerzo a asumir) la vida personal y familiar se paraliza. El
familiar se queda viviendo en la etapa en que el desaparecido estaba a su lado; los
cambios que significan reconocer su no existencia, en general, son rechazados. La
expectativa de la aparición con vida siempre esta vigente, se prolonga muchísimos años
y es una actitud por convencimiento y no por mero slogan. Esto explica el porqué, a
veces, cuando racionalmente se acepta la muerte, y se recibe un nuevo antecedente sobre
el desaparecido, se reinicia el quehacer de búsqueda, en una conducta que tiene una
explicación que va más allá de lo racional.
Esta realidad paralela de búsqueda incesante y de vida personal y familiar detenida
en el tiempo, por cierto, se da con mayor o menor énfasis en uno que en otros familiares.
Precisamente los que logran desarrollar adecuadamente ambos aspectos - búsqueda y
continuidad de vida - obtienen como resultado un cierto equilibrio en su desarrollo, que,
en mi opinión, los hace enfrentar de mejor manera el problema.
En ese plano de búsqueda - con el elemento incertidumbre siempre presente - se
vive un proceso interior muy intenso, sobre todo en una primera etapa, casi siempre muy
desconocida por los que no son familiares de desaparecidos y obviamente no han tenido
esta vivencia. Pero siempre muy conversada entre nosotros, los familiares y que creo
hemos vivido en sus propias formas.
Inmediatamente de ocurrida la desaparición de la persona, vivimos preocupados
de las sanciones de rigor físico y psíquico que la persona desaparecida estará sufriendo.
Y se sufre con él, por que uno, siempre al comienzo, tiene incorporado que la persona está
detenida e incomunicada, y no logra siquiera imaginarse, menos aceptar, la posibilidad
del desaparecimiento.
Cualquier actividad humana cotidiana se hace pensando en el desaparecido.
Pero pasa el tiempo y se internaliza la realidad del desaparecimiento, lo que
significa que de hecho se acepta. Como consecuencia de ello, sin proponérselo, uno se va
despreocupando en lo cotidiano, pero a su vez va racionalizando la situación, y la
aspiración de saber la verdad, más allá del problema de la vida o de la muerte, se hace casi
obsesiva. Nunca más se aparta de la vida que uno lleva, lo que no significa siempre una
actitud de militancia con la organización de familiares. Así el esclarecimiento de los
hechos, pasa a constituir con la misma fuerza que se vive la incertidumbre sobre la vida
o la muerte del desaparecido del primer tiempo, la preocupación diaria.
Hay casos de familias que se quedan sólo con la preocupación más primaria. Pero
en la casi totalidad, la verdad constituye una necesidad muy sentida y generalizada.
A la vez, junto a esa necesidad de verdad que no la borra ni el paso del tiempo, la
justicia también pasa a constituir una necesidad concreta. En este proceso de
racionalización de la situación, surge con gran fuerza la necesidad de determinar
responsabilidades; que éstas se sancionen y éstos hechos no se repitan.
Dos valores éticos como lo son la Verdad y la Justicia, pasan a constituir objetivos
que se reivindican con un contenido preciso, lleno de convencimiento por la vida. Son de
tal fuerza, que no es posible reemplazarlo por otros objetivos. Resultan siempre de menor
valor o trascendencia, que aquellos a los que se aspira, después de haber vivido y seguir
viviendo una realidad tan extrema.
Cuando se vive con los convencimientos que he señalado, insertos en sociedades
que sólo en forma muy parcial han asumido el problema de los detenidos desaparecidos
como suyos, se aprecia,incluso que los sectores mas conscientes observan como los
familiares y sus abogados actúan, pero no asumen por sí mismos el problema salvo
excepciones.Por otra parte, cuando por la vía del quehacer político, en los países en que se
transita hacia la democracia, no se abren caminos viables para la verdad y la justicia, y por
el contrario se cierran, cualquier cambio de expectativas que se propongan a los familiares
que no sean la verdad y la justicia, se miran con recelo y sospecha, porque el problema
esencial no se resuelve.
Y entonces una se pregunta: ¿Es posible la reparación en cualquiera de sus
expresiones, al margen de los objetivos de profundo contenido ético como lo son la Verdad
y la Justicia?
Reparación en un sentido personal, no creo que sea posible al margen de la verdad
y la justicia.
Coloquémonos en la hipótesis de una sociedad que genera los caminos y aúna las
voluntades en pro de esa verdad y justicia anhelada. Que efectivamente se conozca la
exacta ocurrencia de lo que pasó con los desaparecidos; se sabe quienes son los
responsables de esos hechos, y por qué lo hicieron. Ahí se termina con el elemento
incertidumbre y por doloroso que resulte, uno se ve enfrentado a una realidad cierta y
concreta. Creo que en ese sentido, son posibles mayores espacios de reconstrucción
personal de la vida, aunque el daño ya producido por esta experiencia siempre será
irreparable.
Colocados en un contexto de ausencia de verdad y justicia, evidentemente la
reparación siempre será un paliativo insuficiente y a veces rechazado por quienes se
supone serían favorecidos por estos mecanismos.
Sin perjucio de lo expuesto, creo que la reparación entendida como la
responsabilidad del Estado, si se da como expresión organizada de la misma sociedad,
implica asumir el daño provocado a una parte de ésta por la aplicación sistemática e
institucional de una práctica represiva aberrante, constitutiva de crimen de lesa
humanidad que implementó un determinado régimen dictatorial. Esta reparación, así
entendida, puede tener aspectos positivos para el conjunto de familiares y la sociedad.
En este plano de responsabilidad del Estado, existen distintas posibilidades de
reparación respecto de las cuales vale la pena conocer algunos criterios que se manejan en
el contexto de las organizaciones de familiares, no siendo un tema que se haya discutido
en profundidad, precisamente por lo controvertido y difícil que resulta para todos.
Reparación ética
El reconocimiento de la integridad y dignidad personal de los desaparecidos, es
quizás el único aspecto de lo que se entiende por reparación que a los familiares nos
resulta aceptable. Esta actitud, creo, tiene su fundamento básico en el hecho, que en el
estado de total indefensión a que fue sometido el desaparecido, se vilipendió de tal forma
su honra y su dignidad y su buen nombre, que actos de reparación ética lo reivindican ante
la sociedad. Con ellos se reivindica su familia, que pasa a tener un reconocimiento respecto
de su ser querido y su propia lucha. Creo que en el contexto de actos de reparación ética
es posible generar condiciones de apoyo para conductas de reparación en el área de salud
mental. Indudablemente que si existiera verdad, justicia y reparación ética, las
posibilidades de recuperación del deterioro psíquico de muchos familiares sería mayor.
Pero aún en un estado de ausencia de verdad y justicia, los actos de reparación ética
pueden constituir una realidad positiva, por su incuestionable legitimidad.
Por último, ¿es posible plantearse el problema de la reparación a partir de criterios
jurídicos? Evidentemente que sí; ya que es de la esencia de la reparación, la verdad y la
justicia. Son perfectamente válidos los mecanismos jurídicos para llegar a estos objetivos
de verdad y justicia. El problema está en que los mecanismos jurídicos son válidos y
efectivos, en la exacta medida que la sociedad organizada a través de sus partidos
políticos, sindicatos, etc. expresen y adopten la voluntad política de ponerlos en acción en
forma efectiva.
Desgraciadamente, hasta ahora, esa voluntad política no ha existido. Los
mecanismos jurídicos se han utilizado en favor de políticas de impunidad, y en el contexto
de impunidad. La reparación propuesta resulta una mala oferta para los intereses éticos
legítimos de todos nosotros, los familiares, que aspiramos a la verdad y la justicia como
una necesidad vital.
Junio 1989
SALUD MENTAL Y VIOLACIONES
A LOS DERECHOS HUMANOS
Equipo de Salud de la
Vicaría de la Solidaridad.
Dr. Andrés Donoso.
Dr. Guillermo Hernández.
Ps. Sergio Lucero.
Dr. Ramiro Olivares.
Aux. Enf. Janet Ulloa.
Autor responsable: Ps. Sergio Lucero Conus.
INTRODUCCIÓN.
La sociedad chilena ha visto surgir y aplicar la violencia de un modo sistemático,
incorporada al proyecto político autoritario, que se genera a partir del golpe militar de
septiembre de 1973.
Esta violencia no conocida en Chile en otros períodos históricos, tiene como blanco
a los grupos sociales organizados en torno a ideologías políticas de signo distinto a la
dictadura. Se expresa en forma de represión directa, con su secuela de detenidos-
desaparecidos, ejecutados y asesinados, torturados, presos políticos, exiliados, etc. Afecta
también en forma indirecta a los marginados por el modelo económico en todas las áreas:
trabajo, alimento, salud, vivienda, educación, etc.
Los diferentes tipos de violencia, implican violaciones a todos los Derechos
Humanos. En distintos grados, golpean a toda la población y afectan nuestra salud mental.
En este documento queremos mostrar la relación entre: a) violaciones a los Derechos
Humanos y perturbación de la salud mental; b) entre impunidad para estas violaciones y
efectos de perpetuación de estas perturbaciones; c) entre impunidad e imposibilidad de
una real reparación y, por lo tanto, dificultades para la reconciliación nacional. Para
entender mejor estas relaciones, partiremos por exponer qué entendemos por salud mental.
Junio 1989.
TRANSICIÓN POLÍTICA EN CHILE: POSIBILIDADES DE LA
RECONCEPTUALIZACIÓN DE LA DEMOCRACIA.
Hugo Calderón M.
INTRODUCCIÓN
Hace 16 años atrás, nadie se imaginó que el fin de la dictadura sería un largo y
lento proceso de negociación política entre represores y reprimidos. Sin embargo, el marco
de la transición a la democracia en nuestro país, se ha ido configurando así.
¿Qué alcances tiene esta transición? ¿Qué perspectivas imprime sobre el futuro
político de Chile?
Durante mucho tiempo una parte importante de las fuerzas opositoras al régimen
pensaba que solo una derrota total de la dictadura podría terminar con ella. A su vez, el
régimen supuso que iba a poder cambiar al país, apoyándose en la represión y en la
posibilidad de un supuesto bienestar económico y así obtener el soporte político necesario
para mantenerse indefinidamente.
Ambos supuestos demostraron ser incorrectos. No hubo derrota militar del
régimen. La movilización insurreccional topó con límites insuperables. El Paro Nacional
nunca llegó a concretarse como lo hubiesen querido muchos. Por su parte, el régimen no
pudo mantener su esquema político global. Al perder el plebiscito, perdió su coherencia
interna y hoy se ve enfrentado a una casi segura derrota político-electoral en las elecciones
de diciembre de 1989.
Paralelo a este desarrollo histórico, se puede observar una evolución en los
conceptos teóricos de importantes sectores del país y de la oposición política al régimen,
acerca de la comprensión del rol de la democracia. Este fenómeno es, sin embargo, de
carácter mundial y no debe sorprender, entonces, que justamente estos conceptos
representen un sustrato teórico importante de la práctica política nacional.
La transición a la democracia y la democracia misma, por tanto, representan
problemas actuales para la sociedad chilena. La revalorización de este concepto por los
actores y los cientistas políticos, se confronta al hecho de que la transición del régimen
dictatorial a un nuevo sistema de tipo democrático, se realiza en base a un proceso de
negociación entre las fuerzas que apoyan al régimen y aquellas que lo han impugnado.
Hay aquí por tanto, dos fenómenos ligados pero distintos: a) los conceptos teóricos sobre
la democracia de los impugnadores del régimen dictatorial, como elementos de orientación
78
institucional antes de la disolución del régimen dictatorial. Esta situación permite definir
las características centrales que ha ido tomando la transición chilena.
Las fuerzas de oposición al régimen militar, al reconocer de facto la Constitución
de 1980, expresada en la participación en el plebiscito de 1988, aceptaron el marco de
regulación del conflicto político propuesto por el gobierno militar. La victoria de la opción
opositora, torció el curso institucional del régimen, abriendo la fase de transición a la
democracia, cuya culminación será la estabilización de un régimen civil.
La transición a la democracia transcurre, por tanto, en base a reacomodos del
camino institucional propuesto por el régimen. La negociación política tiene por eje la
reforma de la Constitución de 1980. El marco surgido de esta negociación, determina el
campo de acción de las fuerzas políticas y sociales, y define las formas, los contenidos y
los ritmos del proceso de transición. Es el marco de hierro de las posibilidades y límites
que entregará este proceso.
En base a esta referencia fundamental, dichas fuerzas definen sus líneas de
intervención en él, lo que no significa necesariamente aceptar las condiciones propuestas.
Sin embargo, si se rechazaran globalmente estas condiciones, se asume el alto riesgo de
colocarse en una postura de desestabilización del proceso de transición, lo que en última
instancia favorecería a los partidarios de un nuevo golpe militar.
En este contexto, las Fuerzas Armadas mantendrán una posición de poder central
en toda la fase de transición y un derecho a veto, en el futuro sistema político, cuyas
características específicas están aún por definirse. El nuevo orden político no representará,
en lo inmediato, un peligro para sus intereses fundamentales, tales como su carácter de
ente corporativo armado semiautónomo respecto a la sociedad civil. Este punto
representará un punto de fricción aún no resuelto, entre ellos y el sistema de democracia
representativa.
Es probable que algunos sectores de las Fuerzas Armadas hubiesen preferido la
continuación del régimen. Sin embargo, el resultado del plebiscito de l988 y la nueva
situación política creada en el país, hizo esta perspectiva política e institucionalmente
inviable. La transición a la democracia, se hará en concordancia entre ellas y la sociedad
civil.
La esencia del proceso de transición consiste en ir transformando paulatinamente
la estructura legal levantada por la constitución de 1980, en una constitución cada vez
menos antidemocrática, sin dar espacio a una intervención militar abierta. Algunos
sectores de la derecha política y de las Fuerzas Armadas intentarán impedir un proceso de
reforma profunda mediante obstrucciones legales y amenazas de facto.
81
Agosto 1989
BIBLIOGRAFÍA
Arriagada, Genaro El pensamiento político de los militares. Ed Aconcagua Santiago.
Chile. 1986.
Bitar, Sergio Beyond the crisis; ideas for a new development strategy in Latin
America. En Nordic Journal of Latin America Studies. Vol. XVI, 1-2.
1986.
Cheresky,Isidoro Democracia y autoritarismo en los capitalismos dependientes. En
Revista Mexicana de Sociología.
Vol. 42. Nr. 3. 1981.
Flisfisch, Angel La política como compromiso democrático. Ediciones FLACSO
Chile. 1987.
Eduardo Fernández y
Damián Schroeder
Psicólogos
En el Uruguay se han liberado los presos políticos de las cárceles, se han abierto las
fronteras para los exiliados, se han restituido miles de los destituidos de la Administración
Pública, existe el reclamo por los desaparecidos. El Parlamento "democráticamente"
elegido, sancionó en el año 1986 "La Ley de Caducidad de la Pretensión Punitiva del
Estado", en relación a las violaciones de los Derechos Humanos durante el período de la
dictadura militar entre los años 1973 - 1985.
Más de la cuarta parte de la población, durante dos años de movilización por la
verdad y la justicia, firmó para plebiscitar dicha ley.
En abril de 1989 la mayoría se pronunció en favor de mantenerla.
A lo largo de estos años, hemos intentado hacer un aporte como trabajadores de
Salud Mental en lo que tiene que ver con las consecuencias de la represión política por la
aplicación del terrorismo de Estado, en nuestro País.
Desde este lugar, se nos imponen hoy día algunas interrogantes:
- ¿Cómo podemos intentar explicar el que democráticamente en el Uruguay se haya
votado a favor de mantener dicha ley, de verdadera impunidad para los militares?
- Las consecuencias de la aplicación del terrorismo de Estado, ¿incidieron de algún
modo en el resultado del plebiscito?
- La confirmación de esta ley que consagra en los hechos la impunidad para los
37
Castel, Robert El psicoanalismo, el orden psicoanalítico y el poder. Ed. Siglo XXI.
88
En todo este período fueron muchas las respuestas que se instituyeron por parte de
organismos de los Derechos Humanos, para hacer frente a las consecuencias de la
represión política. Nos importa analizar aquí la tarea realizada desde las organizaciones
de la Institución Salud Mental. Desde éstas desarrollamos abordajes psicoterapéuticos
variados con el afán de ayudar a remover "los efectos específicos de la represión política".
Al empezar a reflexionar acerca de nuestras prácticas, visualizamos nuestro aporte,
así también como nuestras limitaciones. Supimos generar espacios en los que circuló el
dolor, el sufrimiento, el significado de las experiencias traumáticas vividas por niños,
adolescentes, adultos, parejas, familias y grupos. Ayudamos a elaborar cómo estas
experiencias se significaban a la luz de historias personales, en lo íntimo, en lo afectivo.
Hubo encuentros.
Al mismo tiempo, y partiendo de un concepto de Salud Integral, que incluye la
Salud Mental como uno de sus aspectos, hemos sostenido la importancia de múltiples
abordajes que permitieran llevar adelante una Reparación Integral.
De aquí que se trabajara en forma conjunta con médicos, asistentes sociales,
psicólogos, organizaciones de inserción laboral, de asesoramiento jurídico, así como
también se hicieron gestiones ante diversos organismos públicos, para la obtención de
beneficios sociales. Todo esto se apoyaba en la convicción de que debería ser el Estado
quien finalmente se hiciera cargo de la Reparación, sin que esto implicara la exclusión del
aporte de las organizaciones solidarias, autogeneradas al interior de los propios afectados.
Esto se podría resumir en una frase: "La Reparación en Salud Mental,
necesariamente debe realizarse en un contexto de Reparación Integral".
Desde esta perspectiva de Salud y Reparación Integral, consideramos que la
asistencia prestada desde las organzaciones de la Salud Mental, constituyó un aporte
valioso, respondió a una demanda, y contribuyó a la vez a concientizar acerca de que no
podemos atender esta problemática exclusivamente en términos de procesos de Salud -
Enfermedad de los "afectados directos" por la represión política, sino que, por el contrario,
deberíamos visualizar cómo las consecuencias de la represión política habían afectado al
conjunto del cuerpo social.
La Tortura.
Daniel Gil, plantea que:
"El sujeto conducido a la "experiencia" de lo inenarrable queda sumido en una
vivencia de destrucción de su cuerpo, de su yo, de su mundo, que aparentemente
deja como únicas las opciones de muerte, la locura (fragmentación) o la sumisión.
"Ante el de Libertad o Muerte - dice Lacan - la única prueba de libertad que puede
darse justamente, es elegir la muerte, pues así se demuestra que uno tiene la
posibilidad de elegir (Seminario 11) y esa libertad, aunque parezca una paradoja,
es la que ningún déspota puede quitar a ningún Hombre".
"Esa fue la posición, no sólo del preso contra la tortura, sino también en la Cárcel;
fue la posición del militante clandestino que, aun sabiendo que le podía costar la
vida, realizó una tarea en medio del temor y del peligro".
"Esta posición en todos los lados imaginables, fue la que estuvo como trasfondo de
todos aquellos que aun dentro del terror, que no abandona, asumieron la tarea de
90
resistir al fascismo".38
La experiencia traumática de la tortura, ¿cómo ha quedado registrada?
- ¿Es una experiencia que ha desaparecido del aparato psíquico?
- ¿Está escindida o clivada?
- ¿No tiene ningún efecto en la vida cotidiana, lo que entonces determina que no importa
lo que hay sucedido con ella?
- ¿Ha habido una elaboración y un restablecimiento completo en cuanto a esta experiencia?
La respuesta parece difícil, pero nos inclinamos a pensar que en términos generales,
en los casos en que ésta experiencia no habla, ha quedado a modo de un núcleo escindido
del aparato psíquico, como partes propias internalizadas, negadas, y cuya integración
implicaría un dolor insoportable para el Sujeto. Esto explicaría esa conducta manifiesta
caracterizada por no querer hablar de las experiencias traumáticas vividas.
Para intentar responder cómo han quedado registradas estas experiencias en el
aparato psíquico, no nos alcanza el concepto de "series complementarias" elaborado por
Freud, en donde, sintéticamente, lo constitucional interactuando con las experiencias
sexuales infantiles, dan lugar a una predisposición determinada para cada sujeto.
Es en la interacción de esta predisposición, con las experiencias traumáticas de la
vida adulta que se desencadenaría la enfermedad.
Ricardo Bernardi39 retoma este concepto y realiza de algún modo el planteo de la
necesidad de una ampliación del concepto de "series complementarias".
"Para poder entender el vivenciar traumático adulto debemos considerar el
papel de:
a) los sucesos vitales estresantes y las condiciones de vida crónicamente
insatisfactorias;
b) el soporte social;
c) la vulnerabilidad de la organización psicosomática individual"40
38
Gil, Daniel: Sobre la tortura y el terror. La creación de un cuerpo descuartizado. Una demostración casi
experimental del mecanismo de identificación primaria. Biblioteca SERSOC, Montevideo, año 1988.
39
Ricardo Bernardi: “Vulnerabilidad, desamparo psicosocial y desvalimiento psíquico en la edad adulta”.
Rev. Uruguaya de Psicoanálisis. Nr. 67, 1968. Montevideo.
40
Janine Puget: Violencia y espacios psíquicos. Inédito, Isidoro Berenstein: Narcisismo e
Intersubjetividad. 1988. Inédito. Argentina.
91
La desaparición forzada
El trabajo de duelo y la aceptación de la pérdida, requiere de una prueba de
realidad que permita la elaboración de la resignación. En el caso de los familiares de los
desaparecidos, para la virtual aceptación de la muerte del ser querido, faltan las
evidencias, no hay quien se haga responsable. Las negativas de las autoridades a
esclarecer esta situación postergan la elaboración, obligan a seguir, hasta poder responder
a: ¿quiénes, cómo, dónde, por qué los mataron?
92
41
Víctor Giorgi, Damián Schroeder: “¿Dónde están, dónde estoy, dónde estamos? REflexiones acerca del
proceso de duelo en familiares de desaparecidos”. En Intercambio, publicación de SERSOC, 1986.
Montevideo.
42
Carlos Saavedra. Entrevista publicada en (SIC), Revista de la Coordinadora de Psicólogos del Uruguay, Nr.
I. 1989. Montevideo.
93
Entonces la ley pasaría por lo que no va a tener castigo, implicaría una "transgresión
de la misma", pero eso sí, lo que es impune quedaría instaurado en el psiquismo.
Diríamos, pues, que hay cosas que quedarían instituidas de tal forma, que se produce un
pasaje de lo social a la intrapsíquico, y de la intrapsíquico a lo "idiosincrático nacional", que
en última instancia "llevaría a esa prudencia" que caracterizó al voto de este plebiscito.
Plebiscito que logró, por lo menos, poner la cuestión de la impunidad en un primer
plano, desenmascarando un poder visible que reprimió y suprimió y a la vez una
dimensión menos tangible de Poder que atraviesa las instituciones, así como la
individualidad y la intimidad.
Y es por lo tanto un profundo desafío que implicaría una de-construcción, para sí
llegar, luego, a construir tanto una Ética del Estado, como una de la Vida Cotidiana;
construcciones éticas que puedan generar las condiciones de nuevas producciones de la
subjetividad social, a través de las cuales podamos transitar de la desconfianza y el temor
a la credibilidad y la seguridad, de la ilegalidad a la legalidad, de la impunidad a la
incorruptibilidad, del aislamiento a la participación, del individualismo a la solidaridad.
Junio 1989
94
INTRODUCCIÓN
El trabajo en el C.E.L.S. es interdisciplinario. Comenzaremos por presentarles
nuestro marco referencial desde lo jurídico, en las palabras del presidente del C.E.L.S. Dr.
Emilio Mignone.
43
Este trabajo fue presentado en el XXII Congreso de la Sociedad Interamericana de Psicología, Buenos
Aires, Junio de l989.
95
EFECTOS DE LA IMPUNIDAD
León Felipe.
44
Leyes Número 23.492 y 23.521 respectivamente que dejaron sin sanción y en libertad a los represores.
97
45
Es un sistema por el cual se concede a la Corte Suprema de la Nación, el derecho de abocarse a la
decisión definitiva de una causa que se encuentra radicada en otra instancia. Con este sistema se evitan
citaciones a oficiales y audiencias públicas.
99
Por eso en Semana Santa de 1987 46 desde el consultorio escucha un avión, pide
aterrada no continuar la sesión e irse a su casa.
Desde que su terapia se interrumpió, necesita llamar cada tanto para saber "si
todavía Ud. está ahí". ¿Pero es sólo por eso? Alguien, su terapia, podría garantizarle que
hay una de todas aquellas muertes (la de la política), que ahora está sólo en su fantasía.
Adrián tenía 10 años en 1976, no es afectado directo por el terrorismo de Estado.
Dice "Me siento culpable por no haberme dado cuenta de lo que pasaba, fuí un idiota útil.
Adherí a un sistema de exterminio.
En 1980 entra al secundario, se corta el pelo como indica el rector, "se porta bien",
no participa en la elaboración de una revista clandestina que sacaban dos compañeros.
"Vos vas a descubrir que yo en el fondo soy fascista" dice a su terapeuta.
Clandestiniza ahora lo que no clandestinizó antes. Después de Villa Martelli47, indica a su
grupo de alumnos del taller literario, que eliminen sus agendas, que se pongan
seudónimos, que no comenten a nadie lo que escriben, que memoricen su número
telefónico y sólo lo llamen en una situación de emergencia, porque su teléfono está
"pinchado".
Dice: "siento pánico cuando voy a mi grupo de cine, el kiosquero de la esquina es
nazi, me observa. El otro día cuando salí, un Falcon me hizo tres guiños de luces".
De origen judío, después de la separación de los padres, Adrián es bautizado por
la madre con todo el rito católico.
Atrapado por esta madre, seducido por el padre, Adrián transita su adolescencia
sin tocar a ninguna mujer. Su aparato psíquico sólo admite totalidades: "¿soy nazi o soy
revolucionario?", "¿soy perseguidor o perseguido"?
Quizás la clave para la comprensión de su angustia, esté en lo poco "colectivizada"
que está la persecución de la que se siente objeto, en su abrumador protagonismo en cada
una de estas situaciones que le dan pánico.
Pensamos que en cada uno de estos pacientes aparecen entrelazados los efectos de
la impunidad con sus historias singulares.
El trabajo terapéutico, busca abrir un espacio de análisis que haga posible la
discriminación entre las interdicciones de esta "madre primitiva", arbitraria y originadora
de la paranoia y la psicosis. Interdicciones tan plagadas de certezas omnipotentes, como
46
Asonada militar que culminó con la transacción del gobierno y la sanción de la ley de Obediencia
Debida.
47
Alzamiento militar del 2-12-8. Nuevas presiones al Gobierno, por la interna militar, determinan la
remoción del Jefe del Estado Mayor conjunto de las Fuerzas Armadas, leal al Presidente.
101
las del autoritarismo. Tan anuladoras del pensamiento y de la vida, y en las otras
interdicciones: las del imperio de la ley, las que dan origen al sujeto, las que hacen posible
un funcionamiento no alienado. Interdicciones éstas que impulsan a un sujeto a la vida.
Debemos tener en cuenta que ningún sujeto podrá sostener solitario en ésta segunda línea,
porque éstas interdicciones del Edipo son también las de la culpa. Y si el soporte de la ley
se pierde en el afuera, se deja al sujeto sólo, con la única ley que le queda: la interna, más
implacable cuanto más grave sea el crimen del que esta ley lo acusa, más destructiva
cuanto más atacados estén los procesos del pensamientos.
Si la ley se somete al autoritarismo en vez de este último someterse a la ley, no hay
salida para el sujeto: se pierde el tercero y el sujeto queda encarcelado en la injusticia.
Se trata de ayudar a integrar lo vivido, desde la singularidad en el marco de un país
destruido y de un continente amenazado.
Pero sólo se puede reparar en parte, ya que la desaparición deja un espacio
inelaborable y la tortura logró el efecto de una zona muda para siempre. No hay palabras
para resignificar tanto horror. Tampoco la culpa internalizada por el mensaje de
culpabilidad inducido por el terrorismo de Estado, puede reducirse a la interpretación de
las palabras del inconsciente. De todas maneras, el psicoanálisis, el acompañamiento y el
apoyo que hacemos abre la posibilidad de abordar un aspecto del problema.
Falta otro aspecto, el social, la otra palabra, la del Estado la que opera la Justicia, la
necesaria para producir alivio al sujeto como ser social.
Como dice Edmundo Gómez Mango, las heridas de la memoria colectiva también
necesitan de la justicia para poder curar.
El que nos sigamos preguntando acerca de la reparación posible48, es porque la
experiencia nos señala que hay límites para elaborar intrapsíquicamente con eficacia,
cuando el Estado aún debe respuestas de VERDAD y JUSTICIA al conjunto de la sociedad.
O cuando el Estado, en todo el Cono Sur, con algunas diferencias, amenaza
permanentemente con castigos, o pide-exige sacrificios al pueblo.
¿Seguiremos con cuentos terroríficos?
¿Será posible historizar?
BIBLIOGRAFIA.
48
Exilio II. La Familia: objetivo privilegiado de la acción siniestra del terrorismo de Estado. Equipo de
Salud Mental del CELS. La Razón, junio de 1986.
102
Junio 1989
103
Al bebé Simón,
aún secuestrado,
en la esperanza del reencuentro.
MEMORIA Y DOLOR.
En anteriores trabajos, hemos destacado la singular incidencia que ha tenido y tiene,
a nivel del inconsciente colectivo, la aplicación del Terrorismo de Estado como práctica
política orientada a conseguir la adhesión, neutralización o sometimiento de amplios
sectores de la comunidad. La instauración, consolidación y desarrollo de una acción
política altamente represiva, se ha visto complementada y estimulada por un discurso afín
a esa praxis. Discurso que busca, y a menudo logra, la inhibición y la parálisis de sectores
de vocación democrática y progresista: las amplias mayorías sujetas a un orden económico
que no siempre respeta ni comprende los intereses más elementales (los de la necesidad),
se ven limitados -hasta en la formulación- de sus más justas reivindicaciones.
Ya hemos señalado que la instrumentalización del horror durante los años
dictatoriales no persiguió, en exclusividad, el castigo al protagonismo opositor (presunto
transgresor), sino que buscó, mediante la ejemplificación, amedrentar a la población en su
conjunto. La posibilidad del dolor cierto, internaliza pautas conductuales tendientes a la
preservación, la prudencia, y más seguramente la culpa persecutoria, activa. Los
ciudadanos discrepantes con la situación política, social y económica imperante
extremaron, durante años, el ejercicio del silencio como mecanismo de elemental
supervivencia: la mera oposición a tal proyecto de país, arriesgaba la persecución, el exilio,
la tortura, la prisión prolongada, la muerte o la desaparición, el secuestro de niños.
Cesada la dictadura, el miedo sobrevivió, e incluso ha sido mantenido,
retroalimentado y manipulado desde el discurso del poder apelando a la memoria del
dolor, con ambivalentes formulaciones que desdeñan los presumibles compromisos
104
Una propuesta de esta índole posibilitaba no sólo una salida democrática deseada
desde amplios y diversos sectores, sino también la instauración de una práctica social
basada en la justicia, y un gesto humano dirigido a la reparación de quienes tanto habían
sufrido durante tantos años.
El proclamar la Verdad y la Justicia, como piedras angulares de un proceso
democrático en paz y con libertad, hacía necesaria -cuando no imprescindible- la
investigación de las violaciones a los Derechos Humanos, las circunstancias en que se
produjeron, los autores y/o responsables, la sanción que -ajustada estrictamente a derecho-
eventualmente se merecieran.
En esta SANA vocación de justicia, convergieron oportunamente personalidades y
corrientes de opinión de la más diversa índole: un abigarrado núcleo de ciudadanos que
articularon su voluntad de cambio y transformación pacífica, a nivel de múltiples
instrumentaciones orgánicas (Concertación Nacional Programática - Coordinadora de
Comisiones de Derechos Humanos - Plenario Intersindical de Trabajadores - C.N.T. etc.).
Intereses de variada índole, que hacen al natural ejercicio de la práctica política
democrática, fueron coincidiendo poco a poco con una estrategia ajena a la proclamada
inicialmente. La gran mayoría de los sectores políticamente organizados, a través de sus
representantes electos (Presidente, Vicepresidente, Senadores y Diputados) terminaron por
adherir -creemos que inadvertidamente- a los objetivos estrátegicos previstos, desde larga
data por la "internacional de la guerra".
En nuestro país, en extrema coincidencia en el tiempo con los sucesos argentinos
que determinaron la aprobación de la Ley de Punto Final, el Parlamento Uruguayo a
instancias de un Proyecto de Ley presentado por la mayoría del Partido Nacional y
apoyado por casi totalidad del Partido Colorado, logra aprobar el 22 de diciembre de 1986
la Ley de Caducidad de la Pretensión Punitiva del Estado: amnistiar el horror.
Entendemos que la motivación, explicación y fundamentación más genérica y
común a los voceros de la ley, fue el temor a una crisis de las instituciones democráticas,
al desacato de los mandos, al eventual "ridículo" que deberían soportar las instituciones
de representación republicana frente al poder militar. Entre gallos y medias noches, con
especial premura, y antes de que expirara el plazo legal para la presentación voluntaria de
algunos militares acusados de violación a los Derechos Humanos, que habían sido citados
por la Justicia Civil, el Parlamento promulga la ley que los exime. Destacamos que las
citaciones cursadas por el Poder Judicial, habían sido retenidas en la caja fuerte del
Ministro de Defensa; un militar que habiendo sido el último Comandante en Jefe de las
Fuerzas Armadas, durante la dictadura, se solidarizaba plenamente con sus subordinados.
106
OLVIDO Y CASTIGO.
A partir de la aprobación del proyecto de ley, el sentido de justicia no
correspondida habría de actuar como la espada bíblica, ya que no como la deseada palma.
Las hondas expectativas que se fueron generando a lo largo de los años sobre la
imperiosidad del criterio de verdad, y consecuentemente de justicia, sufrieron un
significativo traspié con la aprobación de la ley. Tantos años de duelo mal elaborados,
suspendidos o renegados, exigen un cabal reconocimiento de las pérdidas, de sus
explicaciones, del poder discriminar responsabilidades, de llorar sanamente las pérdidas
y reparar auténticamente. Esto no ha sido posible.
Los actuales sectores de poder, quienes también - aunque tangencialmente - fueron
golpeados por el autoritarismo, vuelven a cargar sobre los hombros de amplios sectores
el costo afectivo de tanto duelo inconcluso. Se castiga así la lacerante memoria de un
pueblo. "No se puede vivir con los ojos en la nuca", sentencian; proclamando así la
imposible tarea, para el hombre, de vivir sin pasado.
Es de todos nosotros conocido, en tanto profesionales de Salud Mental, la
importancia que reviste el recuerdo, conocimiento, aceptación e integración del pasado
como instancias estructurantes. Sabemos también de los particulares trastornos que se
generan a partir o a través del irreconocimiento de nuestro tiempo histórico. Como lo
quiere León Grimberg vivir implica necesariamente, pasar por una sucesión de duelos"
duelos a ser suficientemente elaborados. El discurso del poder determina u obliga a la
forclusión, e induce sutilmente a revitalizar una culpa fundacional. Si durante la dictadura
se promocionó la aceptación y la persecución -tortura y muerte (¡algo habrán hecho!) la
práctica política actual, reactiva un olvido coercitivo, e intenta imponer una
107
¿Y DESPUÉS QUE?
"Mi nombre es Sara Méndez. Cuando mi hijo Simón tenía apenas veinte días, fue
arrancado de mis brazos. Hasta hoy no lo he podido encontrar. La Ley de Caducidad me
impide investigar. Mi corazón dice que Simón está vivo. Ud., este domingo, ¿me ayudaría
a encontrar a mi hijo?".
Este fue el testimonio de una madre, la madre de un niño que permanece
secuestrado. Registrado en video iba a ser trasmitido por los canales de televisión y fue
censurado.
El episodio de censura, mereció del columnista Tomás Linn, el siguiente comentario:
"Actitudes como la de los canales que se negaron a pasar el corto publicitario de Sara
Méndez hablando de su hijo desaparecido (como si estas cosas nunca hubieran pasado),
indican que hay efectivamente algunos -quizás pocos- que están decididos a convertir
nuestra pretendida "Suiza de América" en una "Austria de América" (que también se hizo
108
a las más diversas propuestas. Ello significó, en muchas oportunidades, un elemento para
la categorización de muchas personas. Ese antecedente - SER PERSEGUIDO VEINTE
AÑOS DESPUÉS, POR UNA FIRMA -actuó como disparador de sentimientos
persecutorios latentes. Agreguemos que los sectores defensores de la Ley de Caducidad
(voto amarillo) desarrollaron una agresiva y persistente campaña contra el plebiscito (voto
verde), reeavivando el temor desarrollado durante la dictadura. La vieja falsa oposición,
caos -orden que tantos beneficios generó históricamente a los sectores ideológicamente
conservadores y más puntualmente al gobierno dictatorial, fue recreada bajo formas
novedosas basadas en el mismo sobre-entendido. Ya en la víspera del acto plebiscitario-
cuarenta y ocho horas antes- algunos sectores que respaldaban la impunidad expresaban:
" los tupamaros votan verde
los comunistas votan verde.
Ud. qué vota ?".
Esto significaba claramente que quién osara votar verde se asimilaba a comunistas
y tupamaros, sectores políticos duramente reprimidos, y exhaustivamente denostados y
estigmatizados.
La propuesta genérica a la que consciente o inconscientemente apostaron, los
defensores de la Ley de Impunidad, fue basada en argumentos que apelaban -
fundamentalmente - a lo irracional - y básicamente al temor.
Secundariamente, se descalificó al votante verde desde diversos ángulos: inmaduros
- infantiles - mentirosos - ciegos - rencorosos - revanchistas - faltos de seriedad.
Queremos en la perspectiva de una mayor comprensión del miedo colectivo
inducido, privilegiar el rol significativo que tiene la incertidumbre. En un clima
políticamente enrarecido los contendientes, representantes de dos opiniones y propuestas
políticas en contradicción, desempeñaron una actividad por momentos mucho más
antagónica entre sí, que la necesaria y deseada. Los actores de la propuesta defensora de
la Ley de Impunidad (si bien varios analistas políticos han coincidido en que actuaron a
contragolpe de la estrategia de la Comisión Nacional Pro Referéndum, y que además no
contaron con un comando unificado pluralista), deben constar que se desarrolló una
actividad intensa y vasta. Este sector movilizó inesperados recursos: apelaron a una
formulación psicopolítica de manipulación de masas, sustentada en la inseguridad y el
desasosiego.
Resulta significativo que se manejase, en reiteradas oportunidades, la imágen de
riesgo inminente para el proceso de reinstauración democrática, cuando no de una segura,
pero no evidenciable democracia tutelada ya existente.
110
BIBLIOGRAFÍA
49
Matilde R.L. de Gutierrez. Semanario Brecha - Abril, 21, 1988.
112
Elizabeth Lira
David Becker
Juana Kovalskys
Elena Gómez
María Isabel Castillo
INTRODUCCIÓN
La existencia de las violaciones sistemáticas a los derechos humanos en el país, dió
origen a una denuncia nacional e internacional, y a la defensa permanente de los derechos
humanos en estos años. Esta defensa se fue ligando progresivamente con la lucha por la
democracia. La posibilidad de poner fin a la dictadura, genera a este respecto, expectativas
de esperanza, pero también de conflicto, reubicando el tema de los derechos humanos en
una nueva perspectiva: Más allá de la denuncia de los hechos, se hace necesario reconocer
y asumir los efectos que estos l6 años de violaciones de los derechos humanos han dejado
en las personas y en la sociedad. Así como después de apagar las llamas de un incendio,
sólo se constata la gravedad de los daños sufridos, el término de la dictadura permitirá
empezar a comprender cabalmente lo que ha pasado en la sociedad chilena, el daño
producido en los individuos, en las familias, en los grupos y en las organizaciones como
consecuencia de la represión política. Este daño se puede constatar ahora, pero tal como
ha ocurrido en otros pueblos, se podrá seguir expresando a lo largo de generaciones.
Durante muchos años, en nuestra experiencia terapéutica con personas directamente
afectadas por la represión política, nos vimos enfrentados a las limitaciones del proceso
de elaboración psíquica desarrollado en la terapia, y la necesidad que éste pudiese ser
complementado por un proceso de reparación social. Sin esta reparación,a nuestro juicio,
las experiencias traumáticas de origen político, que se han manifestado en un daño
psíquico individual o familiar, sólo pueden llegar a ser elaboradas parcialmente. La
reparación individual como producto de la intervención terapéutica, queda necesaria e
inevitablemente inconclusa.
50
Un análisis de la conceptualización de trauma, se incluye en este volumen. Ver: “Psicoterapia de
víctimas de la represión política bajo dictadura: un desafío terapéutico, teórico y político”, de Lira E.,
Becker D.,y M.I.Castillo.
115
la muerte y por ende, traicionar sus deseos de vivir y la lealtad a sus familiares. Cualquiera
sea la opción, el afectado queda profundamente humillado, entrampado en una
experiencia de destrucción absoluta e inhumana, que se registra traumáticamente en su
mente y en muchos casos, con secuelas físicas graves.
Para procesar psíquicamente lo sucedido, intenta olvidar, negar, disociar, se puede
reintegrar parcialmente a sus actividades sociales, intenta retomar el curso de su vida. Pero
la persona y sus familiares cercanos pueden seguir sufriendo las consecuencias de esta
experiencia, durante muchos años, solo en su dimensión personal y privada. La negación
social del hecho, la falta de un espacio social donde pueda ser hablado, profundiza el daño
de los afectados, haciendo mucho más difícil su vida concreta y su reparación psíquica.
Numerosas personas51 han sido afectadas por esta situación, quienes al igual que otras
víctimas de traumatizaciones extremas, desarrollan manifestaciones existenciales,
psicosociales y clínicas, incluso muchos años después , observándose algunas de dichas
manifestaciones en niños que no habían nacido aún, cuando ocurrieron los hechos, porque
a través del lenguaje no verbal se va expresando el dolor por el daño sufrido, que no ha
sido elaborado psíquicamente.
La represión política afecta a individuos concretos.Sin embargo, es inseparable de
la forma de ejercer el poder en el conjunto de la sociedad. Dicha represión se ha
fundamentado en la doctrina de la seguridad nacional, caracterizándose por la persecución
material e ideológica del " enemigo interno".Este fundamento hace que la violación de los
derechos humanos se justifique al interior del régimen bajo una lógica de guerra. El uso
del terror ha sido funcional a ésta matriz ideológica, amplificando a nivel social la cualidad
traumática de las experiencias de las personas que han sido directamente afectadas. Esta
forma de hacer política ha sido descrita como terrorismo de estado.
El ejercicio del terrorismo de estado ha significado para las víctimas directas y sus
familiares, un daño incalculable a nivel físico, psíquico y social. Ha implicado también que
la violencia, la destrucción y la muerte, han llegado a formar parte de la vida cotidiana en
la sociedad chilena. Se ha subvertido la relación entre la realidad y la fantasía. Por años,
los hechos de violencia en la realidad social, han superado las peores fantasías y las
pesadillas más terribles. Sin embargo se ha podido vivir soslayando el horror, que ha sido
51
Las cifras registradas en los informes anuales de la Vicaría de la Solidaridad, proporcionan una
información que permite estimar aproximadamente el número de personas afectads por estas
situaciones. En ellas se señala que cerca de 35 000 personas recibieron algún tipo de asistencia legal,
social, médica o psicoterapéutica, en el periodo 1976 - 1985. Algunas proyecciones tentativas indican que
un 10% de la población habría sido afectada por algún tipo de situación represiva, lo que pone de
manifiesto la relevancia de este problema.
116
52
Percepticidio: término utilizado por el psocianalista argentino Juan C. Kusnetzoff.
117
53
Elsa Wolfberg. El poder y la sumisión en Argentina, psicoanálisis y represión política. Editorial Kargieman.
Buenos Aires, 1986.
54
Ver documento presentado a la subcomisión de proyecciones de la Comisión de Derechos Humanos
de la Concertación: “Las víctimas de la represión política y el trauma social invisible: perspectivas de
reparación en la transición a la democracia”. ILAS. Elizabeth Lira et al.
118
55
Acerca del caos, la muerte social y la amenaza vital de la miseria. Ver Hinkelammert Franz Crítica de la
razón utópica Costa Rica , DEI. l984 Pp. 39- 42- 47.
56
Respecto a la relación entre subjetividad y sociedad, Adorno señala: "La psicodinámica" es la
reproducción de conflictos sociales en el individuo, pero no de tal manera que copie sin más las
tensiones sociales actuales, sino que también al existir como algo impermeabilizado a la sociedad y
separado de ella, genera a partir de sí mismo nuevamente la patogénesis de la totalidad social sobre la
cual impera la misma maldición del aislamiento." Acerca de la relación entre sociología y psicología.
Theodor Adorno, en Teoría Crítica del sujeto. Ed. Siglo XXI l986 México, .Pág 48.
119
Verdad.
Nos parece en primer lugar, que elaborar es reconocer la demanda explícita de los
afectados por el establecimiento de la verdad. Verdad que implica poner fin al
silenciamiento y a la negación, enfrentando los dolores, las pérdidas y conflictos que se
han evitado bajo la creencia de que al no hablar de las cosas, ellas dejan de existir y al no
remover heridas, habrá paz 58, hay que romper el silencio, llamar las cosas por su nombre,
continuar las conversaciones interrumpidas; iniciar otras que por miedo quedaron sin
hacerse: Hay que decirse y contarse, hacer memoria. El hecho de poner palabras a la
experiencia hará cada vez menos necesario que los síntomas llenen el silencio. En este
contexto, las enfermedades individuales son metáforas de la destrucción social.
En nuestro trabajo terapéutico, hemos escuchado por ejemplo, diálogos como los
siguientes: "...Cómo decir cuando me quedé sin trabajo, o cuando fui detenido, o cuando
fui torturado. Cómo le digo al otro?, que irá a decir el otro... ?" "...Cómo decirle que no
creía lo que estaba sucediendo, que lo creí justificado porque pensé "algo habrán hecho"
sin pensar más allá ? que he tenido miedo.. que todavía tengo miedo?..." "¿quién va a
escribir el cuento, la novela o hará la película de lo que nos pasó? "Para que se sepa "
Porque no quiero que la gente piense mal de mí. Que mis hijos pudiesen avergonzarse..
El que haya sido perseguido no significa que yo haya hecho algo malo...aunque salí en el
diario y decían cosas terribles, pero no eran ciertas. ¿Cómo se va a saber la verdad? ¿Cómo
iba yo a saber tal espanto? Qué podía hacer? Cuál es mi culpa, mi responsabilidad?".
Estas preguntas no pueden ser contestadas sino socialmente, por y con otros que
también hagan memoria, y que también hagan preguntas.Establecer la Verdad, implica,
por tanto, replantearse el problema tanto en el nivel de las verdades individuales,como
en el nivel macrosocial nacional e internacional. Verdad significa conocer y discutir
socialmente los procesos históricos que hicieron posibles las violaciones de los derechos
humanos, en los regímenes militares de seguridad nacional en América Latina59.
57
Fenichel Otto Teoría psicoanalítica de las neurosis. Edit. Nova, Buenos Aires, l957, pág 44.
58
Ver en este mismo volumen “De la estrategia del silencio a la ética del conflicto”. Equipo ILAS.
59
El golpe militar en Guatemala en l954, que derrocó a Jacobo Arbenz, evoca los inicios de la doctrina
de seguridad nacional y su aplicación en el hemisferio. Diez años despues en Brasil los torturadores
guatemaltecos entrenaron a sus colegas brasileños cuando se dio en l964 el golpe militar que derrocó a
Joao Goulart. En l973 los prisioneros del Estadio Nacional en Chile denunciaron la presencia de
torturadores brasileños. (Tomado de la exposición de Raymundo Faoro en el Seminario sobre " Defensa
y promoción de los derechos humanos y democratización en América del Sur. Patrocinado por el
Programa de Derechos Humanos de la Academia de Humanismo Cristiano en l985.)
120
60
Expresión usada por Sergio Bitar, dirigente del Partido por la Democracia y ex Ministro de Mineria
del Gobierno del Presidente Salvador Allende.
121
contextos que se articulan con otros sujetos, con otros pueblos, con otros dolores y con otras
memorias.
El establecimiento de la verdad, de la recuperación de los recuerdos y de las
experiencias dolorosas, es el primer paso para la elaboración psíquica del daño sufrido.
Analógicamente podemos señalar que la sociedad debe recuperar su memoria social, su
historia, para poder realizar el proceso de elaboración que permitirá a su vez, la reparación
a las personas dañadas directamente, y a la sociedad en su conjunto.
Dicho con las palabras de otros dolores:" No hay ninguna analogía, ninguna
metáfora para el holocausto.Uno tendrá que mentir para decir la verdad acerca del pasado.
Sin embargo debemos recordar. Es menester contar la historia, recordar. La cosa más
horrible que puede pasarle a un ser humano es decirle que desconfíe de su memoria de los
hechos históricos, que corte las raíces que le ligan a la realidad de su existencia. Si no
podemos recordar, repetiremos el Holocausto".61
La justicia
Las violaciones de los derechos humanos las realizan los Estados. Son funcionarios
del Estado , en cumplimiento de sus funciones , de acuerdo a las leyes vigentes, o
abusando de ellas, los que han torturado, desaparecido, exiliado o asesinado.En muchos
casos ello está plenamente demostrado. Por eso en el hallazgo de los cadáveres de
Lonquén los funcionarios policiales que aparecieron responsables fueron amnistiados.
La justicia implica el esclarecimiento de los hechos y la determinación de las
responsabilidades que correspondan, de acuerdo a la legislación vigente. Los procesos
judiciales que han afectado el nombre y la dignidad de las personas, requieren ser
conocidos públicamente del mismo modo como fueron públicas las acusaciones
realizadas. Los especialistas están de acuerdo que es preciso reinstalar el estado de
derecho como una condición básica para asegurar la justicia.62 Desde el punto de vista de
61
“Elie Wiesel. Speech in Toronto, l977". Citado por Peter Marchetti en “Violencia y Memoria utópica”.
Publicado por DEI Costa Rica, l983 en La esperanza en el presente de América Latina . Raúl Vidales y Luis
Rivera Editores.
62
En VII Congreso de abogados, realizado en Chile, en julio de l986 , se plantearon algunas conclusiones
en relación al tema que nos ocupa. Allí se planteó" el esclarecimiento de todos los crímenes atentatorios
contra los derechos humanos y el castigo a los responsables en conformidad con la ley interna e
internacional, sean ellos autores, instigadores, cómplices o encubridores." Más adelante se señala el rol
del poder judicial , el papel de los organismos internacionales y se propone que la protección y defensa
de los derechos humanos ocupe un lugar central en la nueva institucionalidad del proceso democrático.
Ver en No 5 de la Revista chilena de Derechos Humanos del Programa de Derechos Humanos de la
Academia de Humanismo Cristiano. Enero de l987 Santiago, .Págs 72-74. Ver también Programa de
Gobierno de la Concertación de los partidos por la Democracia.l989 Santiago, Chile.
122
Reparación
El proceso de reparación social implica asumir las consecuencias de este trauma que
ha marcado la convivencia nacional, transformando el daño privado , vivido como
sufrimiento subjetivo en una experiencia que tiene un doble carácter: sin dejar de ser
propia y subjetiva es también política y social. Esta doble dimensión, implica que la
reparación debe realizarse en ambos planos. En el plano personal, la terapia cumple un
rol indispensable . En el plano social, las dimensiones son múltiples. Lo que denominamos
reparación social, implica la propuesta de un orden social que asegure a cada uno la
capacidad de producir su vida concreta63 y por ello la recuperación del derecho a proyectar
el futuro,a imaginar una utopía de orden social donde la vida de unos no pase por la
muerte de otros y donde la vida de todos sea posible.
Esta tarea implica que vamos a tener que pensar entre todos políticas sociales,
culturales, legales, educativas, de salud mental y todas las que sean necesarias , que
permitan evitar que las futuras generaciones, tal como ha sucedido en otros países, tengan
que asumir una tarea que nosotros dejamos inconclusa.
Octubre de 1989.
63
Hinkelammert Franz Critica de la razón utópica, Departamento Ecuménico de Investigaciones, San José,
Costa Rica, 1990.
123
EPILOGO
conviene no estrellarse.
MARIO BENEDETTI
FRAGMENTOS DE CROQUIS PARA ALGUN DIA