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DEFINICION:
La toxoplasmosis es una de las zoonosis parasitarias más difundidas en el mundo y representa el segundo
agente etiológico más frecuente de infecciones congénitas. Es una infección autolimitada de muy bajo
riesgo en las personas inmunocompetentes y se estima que más de un tercio de la población mundial está
infectada.
Existe una relación inversa entre la severidad clínica de la infección y la inmunocompetencia del individuo
que la padece. Constituye por ello una seria amenaza para individuos inmunodeficientes, por ejemplo, en
enfermos del SIDA en los que suele ser mortal, y para el feto en el que el sistema inmune no ha alcanzado
madurez.
ETIOPATOGENIA:
La toxoplasmosis congénita se produce cuando la primoinfección ocurre durante la gestación, y una vez que
la madre la adquiere los microorganismos pueden diseminarse por vía hematógena a la placenta. La
infección puede transmitirse al feto ya sea por vía transplacentaria o durante el parto vaginal. Se estima
que aproximadamente un tercio de los recién nacidos de madres con infección aguda presentarán la
enfermedad, en su mayoría con un desarrollo normal; sin embargo el 4% tiene posibilidades de fallecer,
presentar un daño neurológico permanente o compromiso visual desde los primeros años de vida.
La transmisión placentaria ocurre en relación lineal con el tiempo de gestación, siendo la posibilidad de
transmisión de 10% a 20% durante el primer trimestre y de aproximadamente 50% a 60% en el último
trimestre del embarazo; mientras que la severidad de las manifestaciones son inversamente proporcionales
a la edad gestacional de contagio. Estas diferencias en las tasas de transmisión y consecuencias se debe
probablemente al flujo sanguíneo placentario, a la virulencia, al inóculo de T. gondii y a la capacidad
inmunológica de la madre para limitar la parasitemia. En el 90% de los casos la infección materna es
asintomática y sólo puede ser detectada a través de pruebas serológicas. Por lo cual el control serológico en
las pacientes debe ser realizado de rutina durante el control prenatal con el fin de iniciar un tratamiento
oportuno y así reducir la tasa de transmisión vertical o si la infección ya se produjo, reducir el daño al
producto.
Causas
La infección por toxoplasmosis se le puede pasar a un feto si la madre resultó infectada durante el
embarazo. La infección se propaga al feto a través de la placenta. La mayoría de las veces, la
infección es leve en la madre. La mujer puede no ser consciente de que tiene el parásito. Sin
embargo, la infección del feto puede ocasionar graves problemas. Los problemas son peores si la
infección se produce a comienzos del embarazo.
Síntomas
Hasta la mitad de los fetos que resultan infectados con toxoplasmosis durante el embarazo nacen
antes de tiempo (prematuramente). La infección puede causar daño a los ojos, el sistema
nervioso, la piel y los oídos del bebé.
Con frecuencia, hay signos de infección en el bebé al nacer. Sin embargo, es posible que los
bebés con infecciones más leves no tengan síntomas ni problemas durante meses o años
después del nacimiento. Si no reciben tratamiento, la mayoría de los niños con esta infección
desarrollan problemas en la adolescencia. Los problemas oculares son comunes.
Esplenomegalia y hepatomegalia
Vómitos
Daño ocular a raíz de la inflamación de la retina u otras partes del ojo
Problemas de alimentación
Hipoacusia
Ictericia (piel amarilla)
Bajo peso al nacer (restricción del crecimiento intrauterino)
Erupción cutánea (puntos rojos diminutos o hematomas) en el nacimiento
Problemas de visión
El daño al cerebro y al sistema nervioso puede fluctuar de muy leve a grave y puede
abarcar:
Convulsiones
Discapacidad intelectual
Prematurez
Restricción del crecimiento intrauterino
Hepatoesplenomegalia
Miocarditis
Neumonitis
Diversos exantemas
Los fetos que se infectan después del primer trimestre, como ya se ha señalado, tienen
generalmente aspecto normal al nacimiento, pero las manifestaciones de la enfermedad aparecen
luego en el transcurso de la infancia y la niñez. Estas incluyen coriorretinitis, ceguera, retardo
mental y psicomotor, epilepsia, sordera, etcétera. En estos casos de toxoplasmosis congénita
inaparente al nacimiento, el diagnóstico precoz y el tratamiento oportuno pueden favorecer el
pronóstico de la enfermedad y prevenir sus secuelas.