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Si lo logran, nada externo podrá elevarlos o, por el contrario,

hundirlos en estados depresivos a los cuales son tan adictos.


Estas personas tienen que aprender a levantar su ánimo con
mucha fuerza de decisión y voluntad; en especial cuando están
dejándose llevar por una vida sin sentido, como náufragos que
empuja el viento. A cambio de ello, poseen una enorme capacidad
de comprensión de las debilidades ajenas, motivo por el cual éste es
el ascendente de las personas que se relacionan y sufren más
fácilmente con el dolor del prójimo, convirtiéndose con frecuencia en
salvadores de los mártires o las víctimas sociales. Su vida es una
doble bendición o una doble desgracia; y tienden a ahogarse en un
vaso con agua o a atravesar el océano con tal de ayudar a alguien.
Para comprender más su significado, vea en qué decanato
tiene este principio astral, y en cual casa está su regente.

CAPÍTULO 3
PLANETAS NATALES EN CASAS

Habiendo advertido que este libro no es un manual para


aprender Astrología, no voy a profundizar en una explicación de
casa por casa, que el lector ya debe tener bien sabida. Sin
embargo, para llevar la continuidad del texto, debo decir que se
llama casas, mansiones o sectores, a una serie de 12 divisiones
alrededor y dentro de las cuales está metido el planeta en que
vivimos; y de forma tal que, mientras el Zodíaco es producto de la
traslación de la Tierra alrededor del Sol, las casas son producto del
giro o rotación de ella sobre sí misma; que entre más cerca del
cinturón ecuatorial hallamos nacido, más iguales van a ser las casas
en su tamaño (alrededor de 30° cada una); y que entre más hacia el
sur o hacia el norte lo hagamos, más disímiles han de ser en su
tamaño.
En la casas se estudian un sin fin de temas, todos ligados a
las experiencias vitales que hemos de vivir en esta vida, a través de
campos específicos en los cuales han de operar las energías
primarias planetarias disfrazadas de algún signo en particular que
nos ha de mostrar de qué estamos hechos. Son algo así como
paisajes internos, el escenario en donde dicho actor planetario, con
un signo por disfraz, va a operar o a representar el drama de la vida
general y particular. Podríamos decir que en ellas aprendemos que
no podemos ver por fuera sino aquello que somos por dentro; cosa
que además proyectamos en el medio ambiente y obviamente en los
demás. En las Casas analizamos las distintas experiencias que
hemos de vivir en la vida diaria, así como las circunstancias y los
sectores que nos afectan día a día.
Cada signo zodiacal que ocupe una casa, habrá de
manifestarse en ella de una forma determinada, y su planeta
regente será el representante de ese sector en donde se encuentre.
Así, por ejemplo, si Capricornio rige su Casa II, observe en qué
signo y en qué casa está ubicado Saturno y estudie todo lo
concerniente a dicho planeta. Otros ejemplos: no es lo mismo nacer
con Géminis en la Casa VII que en la VI, pues a ambas las regirá
Mercurio y su posición es fundamental para entender su papel en
nuestra carta astral natal. A la hora de interpretar si rige, por
ejemplo, la casa II, tampoco es lo mismo nacer con Saturno en
Sagitario que en Virgo; o en la casa I que en la IX. Él seguirá
significando lo mismo, pero se expresará de una forma diferente en
cada caso, en cada sector, en cada signo, etcétera.
Las necesidades de los signos zodiacales, es decir, las
cualidades y las debilidades del individuo, serán expresadas a
través de cada casa para convertirse cada una en una mansión de
puertas abiertas, por medio de las cuales hemos de vivir un sin
número de experiencias.
Las casas pueden verse como si diferentes partes nuestras
vivieran en cada una de esas 12 divisiones, y a ellas entráramos con
una infinidad de situaciones que hemos de vivir desde esos distintos
puntos de vista personales. Unas veces metemos la mano en la
candela, otras veces la candela se nos viene encima; nos
quemamos pero por diferente motivo o movidos por distintas
circunstancias. ¿Qué vamos a vivir? ¿Cómo lo hemos de vivir?
¿Con quién, cuándo y cuánto tiempo lo vamos a soportar o a gozar?
¿Cómo se nos ve afectada la vida? ¿Cómo se manifiesta el
potencial del signo que ocupa cada sector al tocar la cúspide de una
casa?
No sobra decir que Aries tiene afinidad con la Casa I, Tauro
con la II, Géminis con la III y así sucesivamente. Ya lo vimos en las
regencias, exaltaciones, exilios y caídas de los planetas, pero
recordémoslo: si Marte, el planeta regente de Aries, se siente a
gusto en Capricornio, porque se exalta, no lo ha de estar en Libra,
que es el signo opuesto a Aries. Cada sector, entonces, pertenecerá
a un elemento: las casas I, V y IX al fuego; las casas II, VI y X a la
tierra; las casas II, VII y XI al aire y las casas IV, VIII y XII al agua.
Obviamente es mejor tener un signo de aire ocupando una casa de
fuego o un signo de tierra a una de agua; las posibilidades son casi
infinitas. No siempre un signo de fuego va a estar en una casa de
fuego y obviamente a un signo de agua no le gustará mucho regir
una casa de fuego y viceversa. Por ejemplo, como Sagitario es de
fuego, debe sentirse a gusto en la casa I que naturalmente es de
fuego. Al contrario, el terrenal Capricornio no ha de sentirse bien en
esta casa.
Como los sectores indican en dónde enfocamos nuestra
atención en particular, los planetas actúan en cada casa natural de
la misma manera que lo hacen en los signos; y entre más existan en
una casa, más atención le pondremos. Por ejemplo, si Júpiter está
en la casa IV, pero no necesariamente en Sagitario, como ese es el
sector en donde se exalta Júpiter, entonces se siente a gusto en
dicha casa. Pero ojo, si se ubica en Géminis, a Júpiter no le va a
gustar estar con ese disfraz así se ubique en una casa en la que le
agrade estar naturalmente. Si Marte está en Capricornio, está
exaltado; si además está en la casa IX, como ésta es una casa
natural de fuego, le ha de encantar ubicarse allí tanto por signo
como por sector.
Todo esto enriquece el estudio de su carta astral, la cual
puede definirse como la vinculación terrestre de la conciencia solar.
Es decir, de usted como conciencia solar, con la persona terrestre
momentánea que le corresponde ser mientras viva en el planeta
Tierra.

SOL EN CASA I Y LA TIERRA EN LA CASA VII


Quienes nacen con esta exaltada posición, son optimistas,
positivos y expansivos; han nacido con un alto grado de
autoconciencia, de deseo de vivir y de no temerle a casi nada. Esta
es una posición planetaria importante, en el sentido de que, como la
Tierra se está ocultando -la persona nace al amanecer- le
corresponde reconectar el “yo” con el “no-yo”; y reflejar su propia luz
en los demás sirviendo de motivo, de estímulo e inspiración a otros
para él mismo poder superarse.
Como su misión en esta vida será acrecentar su ser y
corresponder con buena voluntad a los favores que reciben de otras
persona, necesitan un alto dominio sobre sí mismos; pues pueden
haber nacido con cierta carga de vanidosos o aire de todo
poderosos. Como su función es iluminar el mundo, deben tener
cuidado con su orgullo y prepotencia; y, como les gusta apoyar o
liderar a los demás, se caracterizan por su forma de dar vida a
quienes se les acercan.
La Tierra en la Casa VII ayuda infinitamente a la persona a
amoldarse a los demás, y ha de servir de base para todos aquellos
que se acerquen a él; primero, porque le va a encantar asesorar a
otros y, segundo, por la solidez con la cual lo ven los demás. Aquí la
Tierra le va a enseñar a colectivizar y socializar condicionando su
relación con la de la gente que entre a su vida; lo llevará a caer en la
cuenta que se es nadie sin los demás; que así como la persona
sirve de base a quienes atrae, dicho pedestal sin estatua para nada
sirve. Es por eso que la Tierra lo conmina a entrar en contacto con
las impresiones y perspectivas de otras personas; así como a
ponerse en el lugar de los otros antes de juzgar a nadie.
Eje I-VII: Soy-Somos. Aquí nos encontramos con aquello que
somos (la conciencia de sí) y con todos aquellos que atraemos a
nuestra vida (la conciencia de los otros), precisamente, por aquello
que somos y que son nuestro reflejo, sombra y complemento, como
otro que hay allí alimentándose de aqu/ello que detestamos en las
otras personas. Pero... ¡ah desgracia!, necesitamos a los demás,
tanto como Cristo necesitaba a otros para que lo crucificaran... Por
ello habló de la sangre (I) de la alianza (VII).
Este es el eje de la forma de vivir en lo social. Yo sin tú no
puedo ser; pero tú sin mí, tampoco. Y nosotros, sin ellos... ni pío.
Porque es sólo a través de los demás, que podemos desarrollar
nuestra misión. Pero, entonces, algo debemos sacrificar de nosotros
mismos y de nuestra voluntad personal (casa I) para poder recibir el
amor de los demás (casa VII) ¿Qué tanto valemos nosotros para
ellos, como para que los demás valgan para nosotros mismos?
¿Qué tanto nos adaptamos a las necesidades ajenas como para
que ellos se adapten a las nuestras? ¿Y si cedemos mucho, no
perderemos nuestra libertad?
Para comprender más su significado, vea en que signo y
decanato está el Sol, y qué casa rigen el regente de este signo y su
decanato; y cual cúspide de casa ocupa Leo.

SOL EN CASA II Y LA TIERRA EN LA CASA VIII


Quienes nacen con el Sol en esta casa poseen una poderosa
voluntad para una de dos cosas: liberarse de la materia
desintegrándola, o para tratar de adueñarse de todo a su alrededor.
Como desarrollan un alto grado de posesividad y de hacerse a todo
lo que quieren, su misión es destacarse en la vida por aquello que
tienen, pero sin pasar del uso al abuso; es decir, teniendo que
trascender lo material.
Como poseen un buen sentido de protección que los puede
llevar en casos extremos a sobreproteger a los demás, su principal
reto en esta vida es establecer límites concretos entre ellos y el
mundo en el cual están inmersos. Como tienen un comportamiento
territorial, que los hace estar a la defensiva para que nadie les quite
lo “suyo”, quieren oír el sonido del dinero en una tierra plena de
riquezas, flores y frutos; que encarnan personas caracterizadas por
el aumento de las posesiones físicas, mentales, espirituales o
emocionales. Necesitan asegurarse de manejar las situaciones
materiales y las finanzas personales con constancia y dedicación,
pues tienen horror a perder lo que poseen en todo sentido.
La Tierra en la Casa VIII está opuesta a su casa natural y,
por lo tanto, siendo aquella una casa de seguridad terrenal, en ésta
ayuda a aumentar el autoconocimiento y el dominio de sí mismo por
medio del encuentro de una seguridad emocional. En este sector la
Tierra ha de contener y transformar la energía primaria con la cual
ha nacido el individuo, para que pueda ser capaz de demoler las
cosas para dejar lugar a algo nuevo. Al alejarse del seno materno
terrenal, en la casa de la muerte, la Tierra nos invita a descubrir lo
que hay indestructible en nosotros, y a desenterrar los restos de
nuestra naturaleza primordial o intuitiva. Pero, destruir los antiguos
límites del yo y abrir otros, sólo nos debe servir si vamos a encontrar
la paz y la seguridad del alma en la vida emocional; así como la
estabilidad interior que da esta posición terrenal.
Entre el Sol en la Casa II y la Tierra en la Casa VIII vamos a
aprender a enfrentar la vida (Día de la madre Tierra, en Tauro y
Mayo, el mes natural de la Casa II); y la muerte (Día de los muertos
en Scorpio y Noviembre, el mes natural de la Casa VIII) Por tal
motivo, la Tierra en esta casa nos da pie para toda clase de
transiciones en el proceso de fundirnos con el otro, para hacer
aflorar nuestra fuerza instintiva, oculta bajo la presión terrenal, cual
lava dentro de un volcán.
La Tierra en esta Casa no sólo ha de indicar la causa
específica de la muerte del individuo (junto con el regente de este
sector), sino cómo liberarse de los deseos y/o del imaginario ser que
creía ser y no es. Esa es la base que le proporciona la Tierra para
que pueda lograr la comprensión y el dominio de sí mismo a través
de una crisis terrenal constante. La Tierra, con su instinto de
conservación, le permite quitarse lo innecesario, recurriendo a los
recursos sicológicos adormecidos en su interior; precisamente, en el
interior de la madre Tierra de la cual ha emergido cual Titán
encerrado en el oscuro vientre materno de la casa VIII.
Dicho renacer le permite reforzar sus sentimientos a través
de otras personas con quienes ha de fundirse en un acto de pasión,
renunciando así a su sentimiento de individualidad. La Tierra lo
invita a retribuir y a entregar todo lo que le ha dado en la casa II; y a
sentir el gozo y el dolor de los seres más próximos, para poder
trascender la muerte y así vencer la Bestia Terrenal que había
venido alimentado desde cuando se encontró con ella al nacer en el
Planeta Tierra.
Eje II-VIII: Tengo-Tenemos. Mío-Nuestro. Apego material-
Apego emocional. El eje del cuerpo físico y del astral es de
polaridad opuesta al anterior eje, y por lo tanto complemento como
tal. En él sabemos que tenemos una riqueza, que poseemos un
cuerpo, que valoramos el dinero -por ejemplo- por lo cual podemos
llegar a tener apetitos y crisis insalvables que nos pueden producir
hasta la misma muerte. Como si en el sector II recogiéramos y
tuviéramos, y en el VIII elimináramos o nos quitaran lo que tenemos.
Así como somos dueños de un cuerpo material de Tierra, debemos
hacer conciencia de que es prestado y que, tarde o temprano,
hemos de desencarnar abandonándolo.
Pero lo material también incluye nuestro dinero (y el de los
demás), posesiones sicológicas y espirituales que en algún
momento también tenemos que dejar a un lado. Este es, entonces,
el eje de los recursos materiales que necesitamos para poder vivir
dignamente; e, igualmente, comprendemos en él cómo renunciamos
a nuestras fronteras personales para fundirnos con otras personas.
Como defender todo este cúmulo de intereses nos puede limitar la
acción diaria, y llevar a vivir crisis permanentes; es por ello que el
acaparamiento (es el eje de lo bucal-anal), la voracidad (apetito y
evacuación física) y el abarcar más de lo que la mano puede
recoger, está relacionado con este eje. Por tal motivo es
irremediablemente que en el sector VIII, tenemos que abrir la mano
y soltarlo todo. Es allí cuando comprendemos que en el universo no
es posible que exista un material llamado “propiedad privada”. Pero,
como no queremos ensuciarnos, debemos tener cuidado de no
ensuciar a los demás...
Para comprender más su significado, vea en que signo y
decanato está el Sol, y qué casa rigen el regente de este signo y su
decanato; y cual cúspide de casa ocupa Leo.

SOL EN CASA III Y LA TIERRA EN LA CASA IX


Como el Sol representa los asuntos de dignidad, aquí la
persona se sentirá orgullosa de sí mismo por lo que sabe; pues su
misión es expandir el conocimiento y humanizarse a través del amor
que debe compartir con sus semejantes; en especial con los más
cercanos a su medio ambiente territorial o familiar, transmitiéndoles
lo que ha podido comprender. Como son amantes de los estudios y
de toda clase de trueques e intercambios, les es fundamental estar
tratando ideas con los demás, y estando a la altura de los temas de
actualidad que se ventilan en su vida diaria; pero sin refugiarse en el
conocimiento, como vía para escaparse de sus problemas
emocionales.
La Tierra en la Casa IX ayuda al individuo a aprender a
alimentar la mente; y a aterrizar y ampliar el alcance de la
comprensión, el entendimiento y la visión de la vida. Como parados
sobre la Tierra y andando sobre ella, aprenden quiénes son en
realidad, buscando la dirección de su propia verdad. En este sector
la persona necesita encontrar una orientación, un propósito, un
sendero, un sentido y el significado cósmico en la mínima cosa y de
la vida en general. La Tierra, entonces, lo lleva a comulgar con los
compañeros de viaje y de creencias que se encuentre por el camino
que ella ha trazado para el peregrino que es.
Concebir la vida como un proceso de despliegue y como un
viaje, es parte del éxito de su paso por esta Tierra; pues ésto le ha
de conferir un mayor significado a su existencia. La Tierra le enseña,
cual polen de las flores, a diseminar y promover ideas en todo
sentido y de todo tipo; a encarar los problemas filosóficos y
religiosos; y a ensanchar los horizontes terrenales de la
autoconciencia.
Como la Tierra es una buena base para sacar conclusiones
acerca del propósito y significado de nuestro viaje vital en ella, le
permite a la persona hacerse consciente de la existencia de una
inteligencia cósmica que es responsable del funcionamiento del
Todo, a través de leyes y principios universales que se manifiestan a
través de la materia. Entonces, mirar hacia el futuro y hacia lo que
está por desplegarse desde la base terrenal, lo lleva a obtener una
visión más amplia del universo; lograrlo también le ofrece una
perspectiva más amplia acerca de todo lo que le sucede en su vida
terrenal. Percibir hacia donde se encamina algo, así como las
pautas y significados más profundos que actúan en lo colectivo y lo
social, le permiten al individuo saber que no es terrenal, sino un
peregrino universal. Profundizar en las leyes y pautas inconscientes
que gobiernan la existencia sobre la Tierra, lo lleva a remodelar su
sentimiento de identidad dentro de un contexto más amplio de la
vida; es decir, ver lo amplio reflejado en lo pequeño que es como
seres terrenales.
Eje III-IX: Pienso-Pensamos. Este eje se relaciona
respectivamente con el cerebro izquierdo y el derecho; la mente
concreta y la abstracta; las partes y el todo; con lo cercano y lo
lejano la recopilación de datos y el concluir en algo falso o
verdadero; con lo teórico y con aquellos procesos que necesita la
persona para educar la mente con aquellos sistemas filosóficos que
alcanza a comprender, así como la acumulación de datos en
general. Así adquiere una visión muy particular en la forma de
interpretar la totalidad de la vida, cuyo resultado es moverse hacia
nuevas búsquedas gracias a encuentros con personas más sabias
que él.
Todo aquello que reconozca como verdad, le puede ser
trasmitido por un maestro, cual si fuera su alumno; o, cuando la
persona es el guía, deben aparecer los aprendices. Para ello es
necesario contar con un sistema académico o de lenguaje, que le
permita transmitir o recibir la información. La vida le ha de enseñar
por el simple hecho de estar inmerso en ella, en lo cotidiano del
medio ambiente de la Casa III y en lo universal de la IX, en donde se
encarga de descubrir el significado de la vida gracias a dicha visión
universal. Si para lograr estos objetivos, le es necesario viajar más
allá del horizonte conocido, cual lo hicieran Cristóbal Colón o Marco
Polo, entonces debe atreverse a seguir su propia verdad. Pero dos
requisitos necesita para ello: fe en sí mismo y vencer el miedo.
Este eje muestra respectivamente la relación que
establecemos con nuestros parientes cercanos y los de nuestra
pareja. Para comprender más su significado, vea en que signo y
decanato está el Sol, y qué casa rigen el regente de este signo y su
decanato; y cual cúspide de casa ocupa Leo.

SOL EN CASA IV Y LA TIERRA EN LA CASA X


La persona que nace con esta posición, cerca de la media
noche, lo hace con una fuerte influencia de su padre y de su vida de
hogar en general. Debe concentrar la atención en sí misma y saber
cómo conservar su mundo, pero sin encerrarse en él; es decir,
enraizarse fácilmente en un lugar determinado pero, como no es por
mucho tiempo, desarraigarse le cuesta trabajo. Amante de echar
cimientos propios en los cuales ha de querer construir su vida
privada y brillar en ella, puede desarrollar una serie de
dependencias familiares que luego le costará mucho trabajo
deshacer; por tal motivo parte de su misión es aprender a no
aferrarse a nada, a no crear dependencias emocionales con ninguna
persona, objeto o lugar. Sin embargo, trae muy buenas facultades
para ser madre o padre cabeza de hogar o de la familia en la cual
nació.
La Tierra en la Casa X se siente a gusto para ayudar a que
la persona contribuya con algo al mundo, para así poder ser
recordados por la huella que dejaron en la sociedad. Como la Madre
Tierra está aquí bajo la voluntad divina, cual Jesús lo estuvo bajo la
de Jehová para demostrar logros a otras personas, su oficio es
encontrar, desarrollar y realizar su misión en esta Tierra, o el papel
que debe desempeñar dentro del cuerpo de la sociedad. Como esto
es una realidad material, la Tierra en este sector permite estructurar
y dirigir la energía, y las capacidades del individuo, para la obtención
de metas definidas. Pero tiene que cuidarse del efecto que ha de
producir su propia madre (Tierra) sobre él mismo.
La Tierra en lo alto del zodíaco quiere generar materia
productiva; es decir, hacer que seamos productivos como ella, pero
integrándonos a la sociedad para realizarnos mediante el servicio y
la influencia en dicha sociedad. La Tierra, entonces, quiere
satisfacer las ambiciones del individuo, siempre y cuando éste
aprenda a transmutar la existencia y a no quedarse como preso
terrenal de la imagen social o del poder público o político que,
efectivamente, le puede ofrecer la Tierra mientras él esté viviendo
en ella.
Eje IV-X: aquí, en el eje que representa la forma de vivir
práctica, el individuo debe recordar que está atado a dos fuerzas de
gravedad que ejercen presión sobre su vida: la fuerza de la vida
privada (quedarse en casa) y aquella de la vida pública (irse a la
oficina). Base y techo, origen y destino, él adentro y afuera, lo
personal y lo impersonal respectivamente. ¿En cuál de los dos polos
ha de refugiarse? ¿Acaso busca poder público, porque no ha podido
lograr adquirirlo interiormente? ¿Intenta dominar a los demás,
porque no ha podido dominarse a sí mismo? ¿Cuál de las dos áreas
de su vida le quitará más tiempo? ¿Qué tanto influyen sus padres en
la escogencia de su carrera profesional? ¿Cuál de ellos influye más
en la formación de su personalidad y cómo?
Para comprender más su significado, vea en que signo y
decanato está el Sol, y qué casa rigen el regente de este signo y su
decanato; y cual cúspide de casa ocupa Leo.

SOL EN CASA V Y LA TIERRA EN LA CASA XI


La persona que nace con esta posición debe desarrollar el
lado artístico de su vida, pues parte de su misión es crear, procrear,
cultivar el amor mientras se divierte y lleva diversión a otros. Como
aquí se ve muy acentuada la posibilidad de tener varios amantes o
hijos, y hasta uno de ellos Leo o del decanato en donde esté el Sol,
la persona tiene que aprender a dejar fluir toda su energía; pues al
poseer mucha de ella, puede apabullar a los demás. También nacen
con una gran afinidad con los niños, y sirven para enseñarles a otras
personas a desarrollar sus facultades desde muy temprana edad. Y,
como el dominio, la riqueza y la gracia, son algunos de sus
atributos, mucha de esa energía le dará frutos representados en
inversiones de todo tipo y en el arte en general.
La Tierra en la Casa XI, ayuda a aterrizar todos los ideales
futuristas y progresistas que posea la persona. Precisamente, para
armonizar con las necesidades de la sociedad terrenal en general, la
Tierra lo invita a buscar lo mejor y hacer el mejor uso de ello; así
como a conocer una amplia gama de personas de todos los estratos
sociales. Convertirse en, o ser algo más o mayor de lo que ya es,
comienza con la base terrenal que ella le ofrece; siempre y cuando
pueda dedicar su energía a algo mayor que él mismo. Como a la
Tierra le fascina que en este sector el individuo logre encontrar al
prójimo que le corresponde, así como una expresión a los impulsos
que representa esta casa, esto le da pie para estabilizar y reforzar
sus puntos de vista con los de otras personas, para así establecer
un firme objetivo individual.
En esta casa a la Tierra le gusta fijar las ideas en forma de
ideologías, para establecer poderosas alianzas terrenales.
Funcionar, para bien o para mal, como una fuerza social, le permite
al individuo identificarse con algo más vasto que el sí mismo
personal representado por esa Tierra; que no es más que un planeta
dentro de un sistema solar que, a su vez, no es más que un sistema
solar dentro de una galaxia, que a su vez… Este tipo de
pensamiento y actitud expansiva, le ha de permitir inspirar a otros
mientras la persona se va identificando con algo superior al sí
mismo.
Eje V-XI: este nuevo eje le informa acerca de las obras
particulares y las creaciones o proyectos comunitarios en que
interviene el individuo; así como la energía que invierte (casa V) en
algo mayor que él mismo (casa XI). Pero esta clase de energía debe
saber liberarla, o dejar que progrese desde la casa quinta hacia la
undécima. Esa creatividad habrá de llamarla hijo (los hijastros se
analizan en la casa XI), producciones artísticas de cualquier tipo y
negocios individuales o colectivos. En este caso debe tener en la
cuenta que hijo suyo también puede ser cualquier clase de proyecto
que geste y al cual querrá dar vida; al fin y al cabo los hijos son
como una inversión, y cualquier negocio que establezca es un hijo
suyo; pues lo ha gestado y parido esperando que algún día
devuelva -y crecido- el dinero o energía que le ha invertido para que
lo sostenga.
Para vivir este eje como debe ser, se necesita amar no sólo
lo que la persona hace, sino con quien o con quienes lo realiza.
Como éste también es el eje en donde el individuo se pregunta qué
quiere él y qué quiere el grupo al cual pertenece, tendrá que
preguntarse si son ellos quienes tienen que adaptarse a sus
necesidades y querencias, o él a las suyas.
Para comprender más su significado, vea en que signo y
decanato está el Sol, y qué casa rigen el regente de este signo y su
decanato; y cual cúspide de casa ocupa Leo.

SOL EN CASA VI Y LA TIERRA EN LA CASA XII


En la Casa VI la tierra productiva, cultivada, cosechada y
almacenada muy inteligentemente, encarna la parcela ya trabajada
y ahora estéril, motivo por el cual hay que vivir de las reservas
guardadas en la alacena. Por tal motivo éste es el sector de la
actividad individual, rutina diaria o el trabajo personal; además de la
salud necesaria para poder laborar con el sudor de la frente.
Precisamente, la resistencia debería ser lo más importante
para esta persona, pues su principal fundamento es la vitalidad;
hacer las cosas bien es una idea que deben cultivar, así como
perfeccionar todo lo que hagan. Si el Sol es símbolo del amor y esta
casa lo es del servicio útil a los demás y a sí mismo, el individuo
puede desempeñar ocupaciones diversas en ese sentido. Puede ser
un triunfador en su oficio y servir de amoroso intermediario, para
llevar a los demás la armonía y la belleza que les falta a otros
menos afortunados que él; igualmente, como puede convertirse en
el centro de energía de su sitio de trabajo, algo sagrado para él, le
conviene buscar un maestro espiritual que le ayude a encontrar su
maestro interior.
La Tierra en la Casa XII le sirve para absorber el agua
emocional que le sobra y lo hace sufrir; para desestructurar lo duro
que haya en su comportamiento personal; y para devorar o
engrandecer desmesuradamente la identidad individual que lo
domina desde la casa VI. Con la Tierra en este sector, el individuo
vino a aprender al nivel de lo emocional y a buscar la paz para el
alma por sumisión a una Entidad Superior. Como la Tierra sabe que
ella es parte del sistema solar, y el Sol sabe que lo es de la galaxia y
así sucesivamente, la Tierra quiere convertir a la persona en un
engranaje de la totalidad, para que pueda crecer en conciencia.
La Tierra es la base para acceder al archivo de la
experiencia colectiva generacional que el individuo comparte con los
demás seres, mientras esté parado sobre ella; y, una vez
descubierto, poder dedicarse a un ideal trascendente. De pronto la
Tierra quiere disolver, inundar y socavar las fronteras del ego
individual, por medio de que la persona pueda deshacerse de la
voluntad propia para así diluir la personalidad. En este sector, la
Tierra puede entregarse -y con ella el individuo- a una dicha Unidad
Superior, para poner su sabiduría en beneficio de la comunidad.
Pero hacer consciente al individuo de que él es nadie sin un lazo
terrenal con el resto de la vida, lo lleva a iluminar su propia
oscuridad; pues, al fin y al cabo, la Tierra refleja y absorbe la luz del
Sol que está, exactamente, enfrente de él. Pero, como la Tierra
indica las limitaciones que el entorno terrenal pone al individuo, y
aquellas que van a perdurar a todo nivel interno, externo u orgánico;
es aquí en donde la persona se ha de enterar de la última
enfermedad terrenal de la cual va a sufrir. De ser así, la Tierra le
ayuda a liberarse de los fantasmas de acciones y pensamientos
pasados; y a mostrar lo que está oculto para perderse y morir para
renacer en la conciencia del grupo. La Tierra lo lleva a reconocer el
inconsciente colectivo que comparte con los demás seres
planetarios, cualquiera que estos sean, para así poder regresar al
estado de unidad original y de máxima bienaventuranza propia de
un ser no diferenciado.
La Tierra en la casa XII le deja renovar y limpiar el alma que
se ensució-identificó con el nivel terrenal-material; así como
sacrificar el sentimiento de ser-separado, para fundirse en algo más
vasto, como lo que ella es en última instancia en el universo entero;
también permite satisfacer el sentir íntimo del alma, y sentir el goce
y el dolor del mundo entero. Es por ello que, en definitiva, servir al
alma y someterse a algo superior, es trascender toda la existencia
terrenal para fundirse en dicho algo superior que vemos desde la
Tierra: el Sol.
Eje VI-XII: llamado el Eje Existencial, estudiamos en él el
orden y el caos respectivamente; nuestro cuerpo físico como un
templo (recuerden que en la casa II lo vimos como un vehículo o
herramienta de trabajo); también corresponde a la salud y la
enfermedad, y a sitios de reclusión como hospitales, manicomios,
conventos, monasterios, cárceles, cementerios, etcétera; en donde
somos recluidos según sea el caso que vivamos en este eje, que
también tiene que ver con el concepto de cadena, esclavitud,
imposición, obligación, servicio, servidumbre y tarea.
En la sexta casa se es selectivo y discriminativo pero, como
en la duodécima demolemos todas las fronteras sintiéndonos parte
del Todo Mayor, la casa sexta nos muestra el servicio al Yo, mientras
la duodécima al Todo Trascendental. Entonces, he aquí una
disyuntiva que se presenta a la persona: ¿A quién servir y cómo? El
Individuo ve la minucia de algo en la sexta, pero se quiere fundir en
el mismísimo Dios en la duodécima; trascendiendo definitivamente
la realidad mundana. En ese sentido hay que estar alerta con cierto
sentimiento escapista (o con amor puro) de evadir esa dura realidad
de la casa seis. Mas, al volver a la realidad, el peso de la cadena,
sea de oro o de hierro, es aún mayor. Por eso la resignación y
renuncia desinteresada, son dos términos que aluden a este eje
zodiacal, que además refleja una forma de vivir muy mística.
Se planifica la vida en la sexta, pero en la duodécima se
fluye con ella tras los nirvanas o éxtasis espirituales que se han de
alcanzar. Sin embargo hay que saber hacerlo, porque en la casa XII
se viven aquellos momentos en los cuales la persona quiere diluirse
en el alcohol o cualquier cosa que lo intoxique, para ser arrebatado
por visiones alucinantes. Todo esto puede llevarlo a crisis
psicológicas emocionales, mentales, espirituales o físicas, que
puede intentar sanar por medio de regresiones, sanación por
imposición de manos, hipnotismo, cromoterapia, creencias
reencarnacionistas, etcétera. En la seis sanamos las enfermedades,
pero en la doce son incurables.
Para comprender más su significado, vea en que signo y
decanato está el Sol, y qué casa rigen el regente de este signo y su
decanato; y cual cúspide de casa ocupa Leo.

SOL EN CASA VII Y LA TIERRA EN LA CASA I


Debido a su afán de brillar, y como la persona nace al
atardecer, el Sol no puede llegar a sentirse tan a gusto en este
sector; pero, siendo la casa de las asociaciones, de contactos
sociales en general y de pareja en particular, la persona podría
llegar a atraer a los demás por su propia luz; la luz del Sol que es
ella misma A nivel terrenal, podría casarse, entre otros signos
presentes allí, con alguien de signo Leo y, sin importar con quien
contraiga nupcias, su misión es aprender a amoldarse a los demás y
asesorarlos; darse cuenta de que es nadie sin el concurso de los
demás; que debe ponerse en el lugar de ellos antes de juzgarlos, y
reflejar su propia luz en todas las personas que atraiga a su vida. Es
decir, aquí el individuo tiene que servir de estimulo e inspiración a
otros, y superarse a sí mismo gracias al espíritu expansivo, positivo
y regenerativo personal.
Como la casa I -la del Yo Soy- tiene que ver con descubrir
nuestra identidad particular a través de las funciones más valiosas,
puesta aquí la Tierra, ha de permitir a la persona no sólo quererse
mucho, sino distinguirse como un individuo único y distinto a los
demás. También lo ha de embarcar, como navío cósmico que es,
cual si fuera un héroe en la búsqueda de sí mismo. Desde la Tierra
en el primer sector del zodíaco, entonces, pregúntese quién es
usted; pues aquí el planeta ayuda a acrecentar lo que usted es, así
como la seguridad en sí mismo. Como su viaje natal comienza al
atardecer, la Tierra hace que la persona sea un individuo aparte y
diferente de los demás; y el hecho de la Tierra estar participando de
su nacimiento, lo lleva a deber y saber corresponder con buena
voluntad los favores ajenos.
Al informar acerca de la apariencia, la constitución, la fuerza
de resistencia y los puntos débiles o defectuosos de la persona y de
su organismo, la Tierra en este sector le da más solidez y una buena
base para liberar su fuerza vital, lograr el dominio sobre sí mismo, y
vitalizar y vivificar a la persona misma. Simbólicamente, su cuero
será duro y más aún si la persona es Tauro o Scorpio.
Eje I-VII: Soy-Somos. Ser o no ser. Aquí nos encontramos
con aquello que soy (la conciencia de sí) y con todos aquellos que el
individuo ha de atraer a su vida (la conciencia de los otros);
precisamente, por aquello que la persona es y que los demás ven
en él, deberá verlos como su reflejo, sombra y complemento; como
otro que hay allí alimentándose de aquello que detesta en las otras
personas. Pero... ¡ah desgracia!, necesita a los demás, tanto como
Cristo necesitaba a otros para que lo crucificaran... Por ello habló de
la sangre (I) de la alianza (VII)
Como éste es el eje de la forma de vivir en lo social, la
persona debe saber que… yo sin tú no puedo ser; pero tú sin mí,
tampoco. Porque es sólo a través de los demás, que podrá
desarrollar su misión; y, de ser así, algo debe aprender a sacrificar
de sí mismo y de su voluntad personal (casa I) para poder recibir el
amor y el apoyo de los demás (casa VII) ¿Qué tanto valdrá él para
ellos, como para que los demás valgan para él mismo? ¿Qué tanto
debe adaptarse a las necesidades ajenas como para que ellos se
adapten a las suyas? ¿Y si cede mucho, no perderá su libertad? He
ahí un buen dilema en éste, el sector de los amigos y rivales…
íntimos.
Para comprender más su significado, vea en que signo y
decanato está el Sol, y qué casa rigen el regente de este signo y su
decanato; y cual cúspide de casa ocupa Leo.

SOL EN CASA VIII Y LA TIERRA EN LA CASA II


La principal misión de quienes nacen con esta posición, es
aprender a fundirse con los demás, y hacer una autoconciencia muy
sólida que les ayude a salir de todas las situaciones críticas que han
de vivir en su vida; en especial en aquellas en las cuales los van a
introducir sus pasiones. Es aquí en donde deben saber retribuir los
servicios que otros les presten y no ser tan temerarios; pues es
cierto que tienen que vencer a la bestia, es decir, lo que ellos no son
pero que los domina. Tienen que aprender a liberarse, entonces, del
imaginario ser que creen ser y no son; y si acumulan la energía que
van a ganar en vez de desperdiciarla en arranques, por ejemplo, de
mal genio, ésto les generará una energía con la cual les ha de
resultar mucho más fácil trascender y soportar el paso de la muerte.
Porque con esa energía ahorrada construyen su cuerpo astral.
La Tierra en la Casa II -su lugar natural- ayuda a la persona
a aprender a dar y a recibir, enseñándole no identificarse tanto con
lo material. Al fin y al cabo el individuo es un peregrino celestial en
un escenario terrenal en donde debe configurar, dar más definición y
delimitar al sí mismo personal transitorio. Como esta Tierra está
interesada en consolidar la seguridad material, y un sentimiento más
firme del ego personal, así como convertir los resultados en
realidades físicas, se le aconseja a la persona cultivar sus
capacidades y facultades inherentes; así como destacarse y
establecer fronteras individuales.
Como a la Tierra, el planeta de la abundancia, le interesa
hacer capital y conciencia de que el cuerpo de la madre (Tierra) no
es el nuestro, conmina al individuo a hallar soluciones concretas a lo
mundano; así como a mantener y preservar las formas. Su oficio,
como la de toda Madre, es protegerlo y colaborarle en el hecho de
trascender la materia; es decir, a ella misma. Pero la persona debe
hacer conciencia de que tan sólo necesita dos cosas básicas
mientras esté en este planeta: comer y buena salud. El resto es
añadidura.
Eje II-VIII: Tengo-Tenemos. Mío-Nuestro. En el eje del cuerpo
físico y del astral, la persona ha de saber que tiene una riqueza, que
cuenta con un cuerpo, que debe dar el valor correcto a las cosas;
por ejemplo, al dinero suyo (casa II) y al de los demás (casa VIII).
Defender todo este cúmulo de intereses, le puede limitar la acción
diaria y llevar a vivir crisis permanentes. No querrá ensuciarse, pero
sí puede ensuciar a los demás; además, porque también son
posesiones los comportamientos sicológicos y espirituales, que en
algún momento tendrá que dejar a un lado, transformándolos por
estados superiores del ser.
Este es, entonces, el eje de los recursos materiales que
necesitamos para poder vivir dignamente; en él sabrá la persona
cómo renunciar a sus fronteras personales para fundirse con otras
personas y su mundo entero. Por ello debe ser consciente de que
por su gran avidez de poseer, puede llegar a tener apetitos y crisis
insalvables, que lo pueden llevar hasta la misma muerte. Como si en
el sector II recogiera lo material, y en el VIII eliminara y le quitaran lo
que creía poseer. Y lo primero que le ha de quitar la muerte no es la
vida, sino el cuerpo. Porque así como es dueño de un cuerpo
material de Tierra, debe hacer conciencia de que es prestado y que,
tarde o temprano, ha de desencarnar devolviéndolo a la Madre
Tierra que se lo facilitó por un tiempo.
Es por ello que el acaparamiento (es el eje de lo bucal-anal),
la voracidad (apetito y evacuación física) y el abarcar más de lo que
la mano puede recoger, está relacionado con este eje. E
irremediablemente en el sector VIII tiene que abrir la mano y soltarlo
todo. Cuando lo haga por comprensión y no por resignación, sabrá
que en el universo no es posible que exista un material llamado
“propiedad privada”.
Para comprender más su significado, vea en que signo y
decanato está el Sol, y qué casa rigen el regente de este signo y su
decanato; y cual cúspide de casa ocupa Leo.

SOL EN CASA IX Y LA TIERRA EN LA CASA III


El deseo de vivir se acrecienta en estas personas,
recorriendo el mundo entero o viviendo en un país diferente al cual
han nacido; así como indagando en toda clase de culturas,
verdades, filosofías y religiones. Nacen con dotes para ser buenos
docentes y, como su afán de aventura puede llevarlos a investigar
en muchos temas, su misión es buscar la plenitud, su propio
sendero y comulgar con todos aquellos seres y temas que se han de
encontrar por el camino de esa búsqueda del conocimiento. Pero
han de tener cuidado para no desarrollar una cierta vanidad, que los
haría creerse sabihondos en un mundo lleno de ignorantes; así
como no creer que tienen la mejor suerte del mundo. Deben darle
vida a otros sirviéndoles de consejeros y aprendiendo a iluminarlos
sin olvidar que hay tres verdades: la de él, la de los demás y la
Verdad.
La Tierra en la Casa III le ayuda a adaptar su bagaje mental
a las condiciones transitorias del mundo cotidiano que le
corresponde vivir, mientras tiene los pies puestos sobre ella; así
como le da la base concreta para aplicar su lógica y razón,
comparándose con todo aquello que lo rodea y asimila. Como en
este sector la Tierra conoce el secreto para descubrir la relatividad
de todo, para distinguir al actor de la acción que realiza y al sujeto
del objeto, la persona ha de expandir el conocimiento para saber
humanizarse y trasmitir, luego de haber analizado, diferenciado y
etiquetado el conocimiento y la información pertinente.
Para la Tierra todo es readaptación y redefinición en el
sentido más concreto del sí mismo personal del individuo; tan sólo
que en este sector lo hace por medio del movimiento, la mente
evolutiva y el lenguaje. La Tierra es nuestro segundo tercer vehículo
de movilidad: el primero fue el cuerpo de nuestra madre terrenal, el
segundo es el cuerpo físico y el tercero la Tierra misma que, en el
fondo, todos son uno solo mientras le persona esté en el planeta
Tierra. Y esa es una de las aparentes dualidades que define la
persona con el Sol en la casa opuesta.
Eje III-IX: Pienso-Pensamos. Este eje se relaciona
respectivamente con el cerebro izquierdo y el derecho; la mente
concreta y la abstracta; las partes y el todo; la recopilación de datos
y el que la persona concluya en algo falso o verdadero. Aquí se topa
con lo teórico y con aquellos procesos que necesita para educar la
mente; así como con los sistemas filosóficos que alcanzará a
comprender y la acumulación de datos en general que haga a través
de sus pesquisas. A través de esto adquiere, entonces, una visión
muy particular en la forma de interpretar la totalidad de la vida, cuyo
resultado es moverse hacia nuevas búsquedas gracias a los
encuentros realizados.
La vida le ha de enseñar por el simple hecho de estar
inmerso en ella, en lo cotidiano del medio ambiente de la casa III y
en lo universal de la IX, en donde se encargará de descubrir el
significado de la vida gracias a dicha visión universal. Todo aquello
que reconozca como verdad, también le puede ser trasmitido por un
maestro cual si el individuo fuera su alumno; para que cuando le
corresponda a él mismo ser el guía, comprenda que deben aparecer
los aprendices a los cuales debe entregar la palabra. Pero, para ello
deberá contar con un método personal de enseñanza, con sistema
académico o de lenguaje, que le permita recibir la información para
luego transmitirla. Si para lograr estos objetivos, es necesario viajar
más allá del horizonte conocido, cual lo hicieran Magallanes o
Américo Vespucio, entonces debe atreverse a seguir su propia
verdad. Pero para ello necesita dos requisitos: fe en sí mismo y
vencer el miedo.
A un nivel más terrenal, este eje muestra respectivamente la
relación que establecemos con nuestros parientes cercanos y los de
nuestra pareja. Para comprender más su significado, vea en que
signo y decanato está el Sol, y qué casa rigen el regente de este
signo y su decanato; y cual cúspide de casa ocupa Leo.

SOL EN CASA X Y LA TIERRA EN LA CASA IV


A la casa X le da origen la cúspide del llamado Medio Cielo,
en donde estudiamos lo que la Voluntad Divina tiene escrito para la
persona. Quienes tienen el Sol en este sector del zodíaco han
nacido alrededor del medio día, cuando el astro padre está en el
clímax de su poder. Este hecho puede hacerles desarrollar una vida
pública poderosa ligada a las leyes, la política, la banca, el arte o no
importa a qué carrera, en donde de todos modos han de triunfar.
Por tal motivo, su misión en esta vida es encontrar y desarrollar el
Mandato Divino de su misión en esta vida; así como la profesión que
los ha de dar a conocer ante los demás, mientras transmutan todo lo
que les atraiga de su vida pública, sin sacrificar su vocación por una
carrera que, si bien es cierto los ha de sostener económicamente,
no siempre les dará alegrías; pues su enorme necesidad de triunfo
puede llevarlos a sobresalir haciendo harina a los demás. En la
Casa X, que simboliza la actividad social, el individuo hace una
peligrosa conciencia de cómo, para lograr el éxito y llegar a una
meta definida, el fin justifica los medios.
La Tierra en la Casa IV se siente feliz al ayudar a la persona
a buscar seguridad física y emocional, comenzando por la familia y
el padre en particular. Pero, entonces, debe aprender a concentrar
la atención en conservar los pies sobre la Tierra a la hora de echar
cimientos en su vida privada y pública, sin sacrificar la una por la
otra. Dichos cimientos son literales cuando se trata de los bienes
raíces a los cuales será tan afecto. Y, como la Tierra en este sector
desea enraizarlo, éste debe saber integrar el centro intelectual, el
cuerpo físico y el centro emocional en torno de un “yo” central.
Además, la Tierra le ha de informar acerca de su condición de vida
en los últimos días de existencia: ¿será un anciano o viejita feliz o
solitaria; un sabio o ignorante, pobre o rico? Me parece que eso
depende, según la Tierra, de si supo o no liberarse de las influencias
de los primeros años de vida, en especial de la madre que se
analiza en el sector décimo, para no sufrir por la condición en que
llegue a la ancianidad.
En este sector cuarto, a la Tierra le interesa que la persona
pueda lograr la paz de su Yo Individual; así como mantener las
características individuales del sí mismo en forma estable; y, como
ya dije, de sus logros dependerá cómo ha de vivir el final de la vida.
Por eso le es conveniente no aferrarse a nada; no crear
dependencias emocionales con nada, ni con nadie; y sentir su
propio gozo y dolor, aquellos con los cuales nació en esta Madre
Tierra.
Eje IV-X: aquí, en el eje que representa la forma de vivir
práctica, el individuo debe recordar que está atado a dos fuerzas de
gravedad que ejercerán una constante presión sobre su vida: la
fuerza de la vida privada (quedarse en casa) y aquella de la vida
pública (irse a la oficina). Base y techo, origen y destino, él adentro y
afuera, lo personal y lo impersonal. ¿En cuál de los dos polos habrá
de refugiarse? ¿Buscará poder público, porque no ha podido lograr
adquirirlo interiormente? ¿Intentará dominar a los demás, porque no
ha podido dominarse a sí mismo? ¿Cuál de las dos áreas de su vida
le quitará más tiempo? ¿Qué tanto influirán sus padres en la
escogencia de la carrera profesional? ¿Cuál de ellos intervino más
en la formación de su personalidad y cómo?
Para comprender más su significado, vea en que signo y
decanato está el Sol, y qué casa rigen el regente de este signo y su
decanato; y cual cúspide de casa ocupa Leo.

SOL EN CASA XI Y LA TIERRA EN LA CASA V


En el sector de las amistades y las ayudas que nos da la vida
o que damos a las demás personas, el Sol puede sentirse a gusto;
pero sólo con la condición de que la persona aprenda a amar al
prójimo sin esperar nada a cambio, y a dar sin convertirse en
alguien sobre protector y paternalista. Como ha de desarrollar un
comportamiento territorial en el cual, entre más gente quepa mucho
mejor, su misión es buscar lo mejor y hacer el mejor uso de ello,
pero compartiéndolo con su comunidad. Es así como podrá lograr
su madurez definitiva, por medio del trabajo desarrollado con otras
personas, o con aquel prójimo que le corresponde encontrar en su
camino para inspirarlos.
Al otro lado, la Tierra en la Casa V ayuda a que la persona
pueda aceptar jugadas emotivas y aventuras del corazón. Esta es
una buena base para agradar a otras personas; para ampliar y
expandir su territorio de influencia, y para auto expresarse en forma
creativa concreta. Naturalmente, a la Tierra le estimula el buscar
seguridad y, en este sector, lo es para incentivar la propia identidad
a través de algún arte; para así convertirse en el centro de algo que
gire a su alrededor. Crear su propia satisfacción personal y cultivar
el amor como en un jardín terrenal, es algo para lo cual ha nacido la
persona que tenga esta posición planetaria. Y para ello, la Tierra es
la base desde la cual ha de dejar fluir muy amorosamente lo que
cada quien es, y así poder dar el fruto que otros deben cosechar.
Dentro de nuestro sistema de vida familiar, la Tierra sirve en
esta casa para distinguirnos como entes peculiares y únicos. Una
vez reconocido esto, la persona puede emerger alegremente para
explorar su propia creatividad personal, y procrear y producir, tal
cual le encanta hacerlo y nos lo enseña nuestra madre Tierra;
porque en esta casa somos sus hijos, sus Divinos Hijos. Y dicho
sentimiento terrenal hace reforzar no sólo el efecto de identidad
personal, sino como resaltar todo lo que facilita el espíritu infantil
interno con el cual ha nacido individuo. La Tierra quiere que, así
como el individuo lo es para el planeta, también él sea significativo
para alguien. Y, en este caso, primero para sus hijos o para quienes
se comportan como tales; porque sencillamente son… Divinos.
Eje V-XI: este eje nos informa acerca de nuestras creaciones
particulares y las creaciones o proyectos comunitarios
respectivamente; así como la energía que invertimos (casa V) en
algo mayor que nosotros mismos (casa XI) Esa creatividad hemos
de llamarla hijo, producciones artísticas, literarias, musicales,
negocios individuales o colectivos; sea lo que fuere, es una energía
que la persona ha de aprender a liberar o dejar su independencia en
la casa undécima. Pero hijo suyo también puede ser cualquier clase
de proyecto que esté gestando y al cual quiere dar vida; que entre
más social sea tanto mejor, pues al fin y al cabo los hijos son como
una inversión; y cualquier negocio que la persona monte es un hijo
suyo, ya que también lo ha gestado y parido esperando que algún
día produzca el dinero o energía que le ha invertido para que lo
sostenga. Para ello se necesita amar, no sólo lo que hace, sino con
quien o con quienes lo hace.
Éste es también el eje de lo estético en donde la persona se
pregunta qué quiere ella y qué quiere el grupo al cual pertenece; sus
proyectos personales y los compartidos ¿Tendrán los demás que
adaptarse a sus necesidades y querencias, o se adaptará ella a las
suyas? Dicho eje también correlaciona, cuando los hay, a los hijos
(V) con los hijastros (XI). Para comprender más todo su significado,
vea en que signo y decanato está el Sol, y qué casa rigen el regente
de este signo y su decanato; y cual cúspide de casa ocupa Leo.

SOL EN CASA XII Y LA TIERRA EN LA CASA VI


Pareciera que quienes nacen con esta posición deben
desarrollar una misión muy importante, la mayoría de las veces tras
bambalinas. Traen una alta carga de amor a los demás, de servicio
a la humanidad y de karmas que tienen que vivir sabiendo que algo
o alguien, en última instancia, ha de salvarlos de todas las
vicisitudes de la vida ¿O servirán ellos de redentores de los demás?
Habrán de pasar por momentos de tremenda soledad, -hasta
pueden pensar en el suicidio en algún momento de su vida- pero si
recuerdan que su misión es iluminar -sencillamente iluminar la
oscuridad ajena- entonces podrán satisfacer los deseos más íntimos
de su alma; pues su principal misión es trascender toda la existencia
terrenal y fundirse en algo superior a ellos: la Divinidad misma
La Tierra en la Casa VI ayuda a atender las necesidades
básicas de su propio cuerpo; y a comparar sus recursos y
habilidades con los ajenos. Como a este sector le encanta
discriminar y seleccionar, la Tierra da la base para que el individuo
pueda encontrar lo que debe hacer por sí mismo y hacerlo de una
manera perfecta. A la Tierra le interesa evaluar la forma en que usa
sus capacidades, y las herramientas que ella misma le ha dado para
trabajar, ganándose el sueldo-pan con el sudor de su frente; es por
tal motivo que deben hacer las cosas bien. Para poder llevar a cabo
su sagrado oficio de una forma más efectiva, la Tierra le ha de
indicar de cuáles enfermedades va a sufrir, no necesariamente
físicas, así como la evolución de las mismas.
En el sector XII estudiamos todas las limitaciones personales
y cómo la persona reacciona contra los impedimentos que le ha de
poner la vida para desarrollar la rutina diaria. La Tierra, entonces,
colabora para organizar y armonizar cuerpo (instinto), mente
(intelecto) y sentimientos (emociones); así como perfeccionar y
refinar las aptitudes especiales y el sí mismo de la persona. En esta
casa la Tierra ha de reducir las cosas a sus partes, y enseñar al
individuo primero a ser útil a sí mismo y luego a los demás.
Eje VI-XII: llamado el Eje Existencial, estudiamos aquí el
orden y el caos respectivamente; nuestro cuerpo físico como un
templo (recuerden que en la Casa II lo vimos como un vehículo o
herramienta de trabajo); también corresponde a la salud y a la
enfermedad, y a sitios de reclusión como hospitales, manicomios,
conventos, monasterios, cárceles, cementerios, etcétera; en donde
somos recluidos según sea el caso que vivamos en este eje, que
también tiene que ver con el concepto de cadena, esclavitud,
imposición, obligación, servicio, servidumbre y tarea.
Somos selectivos y discriminativos en la sexta Casa, pero en
la duodécima demolemos todas las fronteras sintiéndonos parte del
Todo Mayor. Casa sexta, el servicio al Yo y en la duodécima al Todo
Trascendental; y esa es una disyuntiva que aquí se le presenta a la
persona, pues ve la minucia de algo en la sexta y quiere fundirse en
el mismísimo Dios en la duodécima, trascendiendo definitivamente
la realidad mundana, pero con cierto sentimiento escapista (o con
amor puro) de evadir esa dura realidad de la casa seis; mas, al
volver a la realidad, el peso de la cadena, sea de oro o de hierro, es
aún mayor. Por eso la resignación y renuncia desinteresada, son
dos términos que aluden a este eje zodiacal, que además refleja una
forma de vivir solitaria, mística o religiosa.
El individuo planifica la vida en la sexta, pero en la
duodécima fluye con ella tras los nirvanas o éxtasis espirituales que
alcanza; más drástica se le pone la situación cuando, algunos de
ellos, viven momentos de los cuales quieren escaparse diluyéndose
en el alcohol y los tóxicos o queriendo ser arrebatado por visiones
alucinantes. Todo esto puede llevarlo a vivir crisis psicológicas
emocionales, mentales, espirituales o físicas, que puede intentar
sanar por medio de regresiones, sanación por las manos,
hipnotismo, creencias reencarnacionistas, medicina ayurvédica,
bioenergética, etcétera. En la casa seis la persona se salva de las
enfermedades curables, pero en la doce se encuentra con las
kármicas, irremediables o, definitivamente, aquellas que son
incurables, especialmente en la última etapa de su vida; y ante las
cuales lo único que puede hacer es aprovechar su dolor por
comprensión, no por resignación, para crecer espiritualmente
ofreciendo su dolor a la Divinidad.
Para comprender más su significado, vea en que signo y
decanato está el Sol, y qué casa rigen el regente de este signo y su
decanato; y cual cúspide de casa ocupa Leo.

LUNA EN CASA I
La Luna, que está naciendo en el horizonte en el momento
de nacer la persona, ha hecho parir a la madre del individuo y es
testigo de dicho encuentro. Pero, a pesar de ello, la Luna no se
siente muy a gusto en esta casa que tiene una identidad de fuego
muy marcada. Su vida emocional será un constante tire y afloje

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