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ESTRATEGA
Un caza talentos persuadió a Marissa
Mayer a que entrara a Google en 1999
como programadora, el empleado número
20 de Google. Hoy, Mayer está asignada
para asegurar que el gigante de la
tecnología continúe produciendo brillantes
ideas, aun cuando los hábiles
competidores traten de hacerle sombra.
Pero los principiantes eran tan comunes como la fiebre del heno
en Silicon Valley. Mayer, entonces con 23 años, se inclinaba a otra
dirección. Consideraba tomar un empleo como maestra en la
Universidad Carnegie Mellon, y la idea de unirse a unos alumnos del
colegio, no le parecía atractiva. “Conocía a los tipos de doctorado en
Stanford”, comenta. “Les encanta patinar, desayunan pizza, no se
bañan frecuentemente y no piden disculpas cuando chocas con ellos
en los pasillos”.
Afortunadamente para ambos, Google y Mayer, ella tuvo una
corazonada.
Desde que se unió a Google, Mayer se ha convertido en una fortaleza
dentro de la compañía. Su puesto, Directora de productos de consumo
en la Web, oculta su poder y su influencia como campeona de la
innovación.
Mayer tiene en sus manos virtualmente todo lo que el usuario
promedio ve, desde cómo aparece la página Web hasta nuevo
software para buscar en su disco duro. Y ella ayuda a decidir qué
nuevas iniciativas llaman la atención de los fundadores de la
compañía y cuáles no.
No es una tarea pequeña. Los cofundadores, Larry E. Page y Sergey
Brin han declarado desde hace tiempo que su misión es “organizar la
información en el mundo.” Hasta hace pocos meses, las tambaleantes
oportunidades de su ambición tuvieron un alivio.
Google se mueve para digitalizar las bibliotecas del mundo, para
ofrecerle a quienes llegan llamadas gratis, proveer imágenes satelitales del
mundo, y quizá regalar servicio de banda ancha inalámbrico a millones de
personas. Realmente creen que pueden hacer que cada pedazo de
información esté disponible para cualquier persona en cualquier lugar, y
dirigir esos bits, ya sean texto, audio o video, a través de sus computadoras
antes de que lleguen al cerebro del usuario.
FOMENTANDO LA CREATIVIDAD
En Wausau, Mayer era una de las que mayor habilidad tenía para debatir
en su equipo de preparatoria. Entonces, la inteligente adolescente
decidió intentarlo en la escuadra de porristas y se quedó en el equipo.
Para alguien que la conozca, Mayer trataba de probar algo, “Quería
deshacer la imagen de la porrista que es sólo bonita”, dice Jim Briggs, el
entrenador de debate en la prepa. Su equipo terminó ganando el
campeonato estatal de Wisconsin y su equipo de porras fue contendiente.
Ella está en una lluvia de ideas con un gerente para saber cómo medir
la frescura de la búsqueda de resultados en Google, con respecto a sus
rivales. Uno de los grupos finales entrar a platicar sobre la búsqueda
personalizada de productos. Muchos expertos describen la
personalización como el Cáliz Sagrado de la búsqueda. Un motor que
conoce tus gustos y preferencias íntimamente, pude confeccionar la
información que entrega y mejorar los resultados.
Las horas de oficina son tan sólo una forma en la que Mayer se
conecta con los ingenieros de invención y gerentes. La otra es a través
de la lista de correos con ideas de Google, la relación de correos donde
todo el mundo puede comentar o mandar una idea. Algunas veces la red
se parece más a una forma técnica de Darwin. Las nuevas personas en
Google que proponen una sugerencia obvia (¿por qué no buscamos
blogs?) o algo que no viene al caso como el arreglo de las mesas de la
cafetería, frecuentemente reciben fulminante rechazos. “El 50% son
ideas, el otro 50% es adoctrinamiento de los empleados”, dice Mayer.