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El mimo, el ser cuya presencia puede ser a la vez ausencia, permite identificar,
gracias a su mutismo, elementos simbólicos de suma importancia en el código
social, tales como el que un gobernante resalta y se legitima en el uso del poder
gracias a los silentes que le acompañan; también elucida soluciones, como el que
por ejemplo un hombre como Odiseo logre enceguecer al Cíclope Polifemo, pues
sin considerar que hay más personajes a su lado que le ayudan a cargar el gran
tronco afilado, sería complejo entender cómo se logró tal hazaña; incluso, de
manera más elocuente, contribuye a pensar en el espacio escénico como
metáfora de sí mismo al interior de la obra, gracias al personaje mudo que, como
tal y pese a que permanece sin hablar, atestigua cómo sin su presencia no habría
historia, ya que es el centro de la obra y la conexión ineluctable entre los
protagonistas, v.g., Yole en Traquinias de Sófocles y Cásina en la obra homónima
de Plauto.
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crear atmósfera, expectativa; y de igual manera, dotar al personaje de una aureola
de agudeza mental, indicar que en su psiquis acontece un Big Bang de ideas; todo
lo dicho y más, gracias a los macro y micro gestos que le sirven de lenguaje. Ante
este estado de cosas, el mimo responde con su dominio del lenguaje no verbal y
también con precisos movimientos, desplazamientos que independiente de si son
lentos o veloces, exponen no sólo mucho trabajo sobre la herramienta
fundamental del actor, sino un claro conocimiento de la misma gracias a la
constancia de la práctica e investigación. Así, el mandato del oráculo de Delfos,
“conócete a ti mismo”, el mimo, lo aborda sobre sí a nivel psíquico,
epistemológico, aunque lo enfoca en su cuerpo, a la manera en que por ejemplo
dirigen sus miradas y el rigor de sus teorías, Grotowski con el actor santo, y
Meyerhold con su biomecánica.
Teoría y praxis van de la mano, unas veces la primera nutre a la segunda, otras la
segunda abre posibilidades para el surgimiento de la primera; en las páginas
subsecuentes ambas irán de la mano gracias a la experiencia del autor de la
actual investigación quien, haciendo gala de su saber, expone conceptos
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fundamentales para el pensamiento de Decroux con base en sus escritos,
exponiendo a la par el valor de las mismas para la formación del actor-mimo; sin
embargo, llevando el proceso a un nivel más avanzado, se explican y aplican los
conceptos, aun los que el propio Decroux no dejó muy claros, estableciendo un
puente justo entre las dos formas de lenguaje, de manera que, para clarificar
algunos conceptos en torno al mimo, ante la inviabilidad que puede toparse en el
lenguaje verbal, se recurre a fotografías ejemplificantes donde el modelo es el
propio investigador.