La Teoría del Apego corresponde a una construcción teórica desarrollada por el
psiquiatra y psicoanalista John Bowlby durante los años 1969 a 1980 (Moneta: 2014). Plantea una concepción relacional del ser humano (Galán: 2010). El autor concibió la teoría a partir de la tendencia innata humana para establecer vínculos afectivos con otras personas a lo largo de la vida (Garrido-Rojas: 2006). La teoría del apego plantea que las primeras experiencias y la relación con la primera figura vincular poseen efecto sobre el desarrollo del niño (Moneta: 2014). En la actualidad, corresponde a una de las teorías con mayor influencia dentro de la psicología (Garrido-Rojas: 2006) y es concebida como uno de los conceptos más revolucionarios que se han elaborado en los últimos 60 años en relación con el desarrollo infantil (Moneta: 2014).
Modelo de John Bowlby, representaciones mentales e hipótesis de sensibilidad
El desarrollo de la teoría del apego se encuentra determinado por la etología; de
este modo, el apego entre madre e hijo respondería a una conducta instintiva con aspectos adaptativos (Delgado: 2004). El modelo elaborado por John Bowlby contempla la existencia de cuatro sistemas de conductas que se encuentran inter-relacionados: el sistema de conductas de apego, el sistema de exploración, el sistema de miedo a los extraños y el sistema afiliativo. La relación entre los sistemas implica que el apego refiera a una serie de diversas conductas instintivas cuyas características se verán determinadas por factores contextuales e individuales (Delgado: 2004). Sobre la base de los sistemas de control Bowlby (1969) sugiere que la conducta instintiva no responde a una pauta fija, sino que está determinada por las posibilidades de autocorrección, retroalimentación y adaptación al ambiente (Delgado: 2004). Para Bowlby, el comportamiento de apego corresponde a todas aquellas conductas que favorecen mantener y/o reestablecer la proximidad y contacto con la figura de apego (Delgado: 2004; Garrido-Rojas: 2006; Grimalt & Heresi: 2012). El apego implica un sistema de regulación diádica, para el cual la disponibilidad y constancia del cuidador resulta imprescindible, por esto la relación con los padres posee un rol fundamental (Garrido-Rojas: 2006; Grimalt & Heresi: 2012; Moneta: 2014). A partir de las experiencias el niño desarrolla representaciones mentales (internal working model) acerca de sí mismo y de la relación con las figuras de apego (Delgado: 2004; Grimalt & Heresi: 2012). Además, permite una aproximación a la comprensión de acciones e intenciones de los demás, aspecto que repercute en el modo en que se dirige la conducta. Las representaciones mentales, como modelo interno activo, presentan componentes cognitivos y afectivos y constituyen la base del autoestima e identidad (Delgado: 2004). De este modo, la experiencia de relación y las posibles respuestas de un cuidador influyen directamente sobre el desarrollo infantil (Moneta: 2014), pudiendo dar lugar a distintas relaciones de apego.
Mary Ainsworth: clasificación tripartita
La clasificación común de los tipos de apego se encuentra en relación con el
trabajo realizado por Mary Ainsworth, quien detectó tres patrones principales de apego: seguro, evitativo y resistente ambivalente. La categorización se encuentra en relación con las observaciones realizadas a los Gandas en Uganda entre 1954 y 1955 (Delgado: 2004; Galán: 2010). Los estilos de apego se encuentran en relación con los modelos mentales (Grimalt & Heresi: 2012). Durante 1970 Ainsworth y Bell desarrollaron la Situación del Extraño, procedimiento experimental donde el infante es sometido a situaciones de separación. Los resultados obtenidos dieron cuenta de que ante situaciones amenazantes las conductas de apego aumentan, mientras que las de exploración se ven disminuidas (Delgado: 2004). Los niños con apego seguro poseen un modelo mental internalizado positivo, son capaces de solicitar ayuda, iniciando conductas de apego. Ante la Situación Extraña se percibe angustia de separación en relación con el cuidador y un estado de calma al regreso de éste. La madre se configura como base segura para la exploración, existiendo necesidad de proximidad hacia ella. Se trata de madres altamente responsivas y disponibles a las necesidades (Delgado: 2004; Garrido-Rojas: 2006; Grimalt & Heresi: 2012). El patrón de apego inseguro evitativo se caracteriza por la presencia de un modelo mental con percepciones negativas de sí mismo, como alguien que no merece ser cuidado, fallas a nivel de la receptividad y disponibilidad del cuidador. Se trata de niños con dificultades en el reconocimiento emocional. Ante la Situación del Extraño se muestran indiferentes al cuidador, la madre no representa una base segura, no se percibe angustia ante la separación y tampoco búsqueda de proximidad (Delgado: 2004; Garrido-Rojas: 2006; Grimalt & Heresi: 2012). En relación con el apego inseguro ambivalente, el modelo mental se relaciona con lo impredecible e inestable. Existe una tendencia por parte del bebé a buscar cuidado y afecto en conjunto con temor a ser ignorado. En la Situación Extraña se percibe angustia exacerbada ante la separación y dificultad en la recuperación de la calma cuando el cuidador vuelve. La relación se encuentra marcada por enojo, ambivalencia y preocupación. Existe inseguridad respecto a si la madre responderá exitosamente en caso de ser necesaria (Delgado: 2004; Garrido-Rojas: 2006; Grimalt & Heresi: 2012).
Solomon y Main: desorganizado/desorientado
A comienzos de 1980, el trabajo con poblaciones maltratadas de los investigadores
Judith Solomon y Mary Main, permite la identificación de un nuevo patrón de apego: desorganizado/desorientado (Galán: 2010). El patrón de apego desorganizado/desorientado se encuentra caracterizado por manifestaciones dramáticas, que responderían a las dificultades presentes en la estructuración interna del niño y en vínculo con los cuidadores. Las conductas del niño darían cuenta de un miedo indisoluble, la experiencia de angustia se entiende a partir del miedo hacia el cuidador y la necesidad de éste, puesto que es la figura que potencialmente debiera brindar seguridad (Galán: 2010).
Transmisión intergeneracional
Los modelos representacionales propuestos se encuentran en estrecha relación con
las posibles respuestas de los cuidadores, el cómo responda el cuidador a la búsqueda de proximidad resulta fundamental en cuanto al patrón de apego que se establezca. En relación con esto se han establecido tres tipos de respuestas: la sensibilidad y capacidad de responder conllevan a un apego seguro; la insensibilidad e inaccesibilidad suponen un apego inseguro-evitativo; mientras que, atender y permitir el acceso de modo imprevisible implica un modelo inseguro-ambivalente (Delgado: 2004). De este modo, el modelo representacional se encuentra en estrecha relación con las futuras relaciones sociales que pueda establecer un sujeto puesto que el tipo de apego que hayan tenido los cuidadores influye directamente en el que tengan los hijos. Esto implica la transmisión intergeneracional del apego (Delgado: 2004). La transmisión intergeneracional permite predecir el tipo de apego a partir de cómo cuidadores integran y dan sentido a sus experiencias pasadas. Las representaciones mentales de los padres adquieren un rol predictivo. El trabajo realizado por Peter Fonagy en el marco del London Parent-Child Study da cuenta de la importancia de la capacidad reflexiva de la madre en cuanto logra mentalizar a su hijo de modo historizador, diferenciado y subjetivo. De este modo, la mentalización y función reflexiva resultan fundamentales puesto que los modelos activos adquiridos en la infancia son reelaborados en la adultez (Delgado: 2004; Galán: 2010).