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LOS DERECHISTAS SON EX –IZQUIERDISTAS

Max Murillo Mendoza

La política en Bolivia es también folklórica. Porque marca pautas costumbristas, que


probablemente sólo ocurren en Bolivia. País provinciano como mentalidad, donde todos los
vecinos se conocen, se odian, se quieren, tienen envidia y después farrean juntos. En esas
costumbres bolivianas, los espacios de las universidades, antes sólo estatales, eran por
excelencia espacios de la izquierda. Juventud, dictaduras militares y rebeldía se mezclaban con
los ideales de rebeldía y las ganas de hacer la revolución.

Recuerdo que muchos compañeros de colegio eran más rojos que la casaca del Wilstermann,
que soñaban con ser guerrilleros o comandantes de la revolución. Varios en la universidad
fueron incluso líderes de la FUL. Hoy están en filas de la derecha, siendo incluso ministros de
este gobierno. Pues es así, la izquierda tiene su tiempo de inquietud, de juventud, de rebeldía,
cafés, de conquistas de chicas rebeldes. Y después la dura realidad: la familia, las exigencias de
los hijos y la falta de dinero (de ideales no viven los izquierdistas), obligan a aterrizar y pisar
tierra.

Recuerdo con claridad, cuando la debacle y la hecatombe de la izquierda durante el gobierno


de la UDP, 1982 – 1985, que fue nuestro Muro de Berlín, abandonando sus ideales por un
puñado de dólares. Toda la izquierda corrupta, abandonó sus ideales de lucha de juventud,
para entrar al mundo del dinero y los beneficios del sistema. No dudaron una pizca para
abandonar a los obreros mineros, o a los campesinos. Y poquito después, ya en el
neoliberalismo, fueron los izquierdistas los mejores técnicos del neoliberalismo. Todos los
comunistas, miristas, socialistas, troskistas de todas las sectas, se hicieron técnicos del
neoliberalismo, en todos los ministerios y embajadas.

Lo interesante de todo eso, es que gran parte de los abandonos no fueron por ideas, por
pensamientos intelectuales, sino por resentimientos, por peleas entre compañeros, por odios
internos y búsqueda de venganzas. O por dinero, por dinero que en el desbande muchos
aprovecharon el pánico y se repartieron lo mejor de la torta entre pocos. Eso creo odios y
rencores terribles. Esa fue la miseria de la izquierda, en general.

Son muchas las historias de esos resentimientos. Fenómeno que provocó consecuencias
funestas. Ya en las dictaduras militares muchos torturadores, espías (llamados buzos), y
soplones eran ex izquierdistas. Incluso de las líneas duras como el ELN (Ejército deliberación
Nacional). Que por rencores y traiciones internas, se vendieron al sistema para entregar a sus
compañeros y compañeras.

En Bolivia, la derecha está inundada de ex izquierdistas. O ex soñadores. Los discursos se


cambian muy fácilmente, al final la izquierda es otra iglesia más y el cambio de biblias no es
complicado, además los pecados se perdonan en el tiempo.
La mayoría de los vejestorios de la política actual, digamos de derechas, son ex izquierdistas.
Pero ya entregaron sus sueños de juventud, como les tocaba, y hoy son realistas, pragmáticos,
burócratas, técnicos del sistema, poetas del sistema, escritores del sistema. Todo tiene su
tiempo, todo tiene su fin. La ideología es sólo eso, porque después el paso del tiempo obliga a
que la izquierda sea igual que la derecha. Las ilusiones y la revolución, son sólo ficción de
momentos juveniles, muy bonitos por cierto.

En Bolivia es muy difícil separar aguas ideológicas. Muchas veces en la misma familia se
conviven entre distintas ideologías. Ese ch´enco costumbrista nos persigue desde siempre.
Cierto que hoy hay más cinismo y desvergüenza. Antes existía algún decoro ético. Hoy los
políticos son analfabetos funcionales, pero tienen a cuesta la enfermedad del cinismo, que es
la enfermedad post-moderna más catastrófica de la política no sólo boliviana sino también
mundial. La ignorancia es suprema, carta de presentación post-moderna.

Felizmente esos códigos tradicionales y modernos de la política tradicional: izquierda y


derecha, están agonizando. Porque nuevas pulsaciones, nuevas ideas que ya nada tienen que
ver con esos fantasmas de la industrialización y la modernidad, están empezando a nacer, a
florecer por todo el mundo. Movimientos de mujeres, de jóvenes contra la modernidad que
está destruyendo el planeta: cambio climático, movimientos por la identidad de los pueblos
milenarios que son los mejores guardianes de la naturaleza, de sus secretos y sus saberes.

La sabiduría de los pueblos acabará por fin con ese festín tradicional de izquierda y derecha,
que todavía están destruyendo el mundo, con sus formas totalitarias de enfrentar a los
pueblos para que los mandarines gocen del poder. La sabiduría de los pueblos desde siempre,
a pesar del dolor y el tiempo, impone su experiencia. La sabiduría de los pueblos empieza a
recuperar la memoria perdida, confundida por las ilusiones de la modernidad con sus payasos
de izquierda y derecha.

La Paz, 2 de octubre de 2020

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